Fiesta de Las Primicias 2023
Fiesta de Las Primicias 2023
Fiesta de Las Primicias 2023
1. DECORACIÓN SUGERIDA:
• Bienvenida: mesa de bienvenida con manteles bonitos y un arreglo floral. Allí se
tendrán pequeños frasquitos de vidrio o bolsas de celofán con la sal y los sobres.
Pida a todos los asistentes que, puestos en pie y a una sola voz, lean la promesa de
Mateo 5:13 NTV que se les entregó en la entrada (en el sobre o promesa pegada al
frasco).
CONCIENTIZACIÓN
Introducción
La biblia nos enseña en su palabra que nosotros, los hijos de Dios, estamos llamados
a ser la sal de la tierra, entonces la pregunta que surge es ¿qué significa ser la sal de
la tierra?
De una manera gráfica estudiaremos cómo debe ser nuestro actuar en esta tierra,
para que, así como actúa la sal, lo hagamos nosotros.
Aun cuando el actuar del hombre y los estándares del mundo son tan repugnantes, y
el comportamiento de sus habitantes sea abominable, Dios siempre tendrá en cuenta
el número de justos. Nosotros somos esa sal que pueda transformar lo desabrido en
algo apetecible y lleno de sabor.
Si en Sodoma hubiesen vivido diez justos, todo Sodoma se hubiera salvado, pero en
todo Sodoma no se encontraron siquiera diez granos de sal.
La sal no está para hacer estatuas. Por eso nosotros somos la sal de la tierra como
conservante, porque estamos para restaurar, porque nunca es demasiado tarde.
Pero cuando vuelvo atrás, como fue el caso de la mujer de Lot, la sal pierde su
sentido y razón de ser. Lot nunca entendió que él, junto con los suyos eran la sal de
Sodoma. Abraham no supo hacer los cálculos, porque pensaba que entre la familia
de Lot habría al menos esos 10 justos.
Si la sal se desvanece y pierde su sabor, no sirve para nada más, sino para ser hollada
por los hombres. Estamos llamados a mejorar y transformar nuestro entorno, como lo
hace la sal con muchos alimentos. No estamos en este mundo para ser quitados de
él, sino para ser guardados del mal, siendo la sal de la tierra.
Aunque el Señor afirme que somos la sal, esto no implica que estemos cumpliendo
esta función. Hay profesionales que, a pesar de tener un título no están ejerciendo, y
eso sucede con los hijos de Dios, que siendo la sal no ejercen esta función. La sal de
la tierra es la que conserva, restaura, y la que tiende a mejorar el entorno.
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y
se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.
Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste (2
Tesalonicenses 2:3 y 6).
Además, la sal detiene la manifestación del hijo de perdición. La sal de la tierra es la
manifestación de la misericordia de Dios y la gracia de nuestro Señor, por ello la
responsabilidad de detener dicha manifestación es nuestra. En este sentido,
interceder es detener el justo juicio de Dios, siendo cada uno de nosotros uno de los
justos de la tierra, de esos que no hubo en Sodoma. Recordemos que Lot, siendo justo, no
fue la sal de la tierra.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente
para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3.9).
Nos corresponde impactar nuestro entorno, ya que, su palabra nos enseña que Dios no
se tarda en cumplir la promesa de su venida, sino que es paciente y misericordioso
con aquellos que aún no se arrepienten, para que así le reciban como Señor y
Salvador, para lo cual Él prolonga su misericordia.
Aplicación Teoterápica
Se dice que el cristianismo es la primera costumbre en el mundo, pero eso no es
cierto, porque desafortunadamente, la mayoría de los cristianos son estatuas de sal.
Estamos llamados a ser la sal de la tierra a través de nuestro actuar, de nuestras
costumbres, de nuestra manera de vivir. Estamos en este mundo no para ser quitados
de él; sino para ser guardados del mal, para ser la sal de la tierra.
Recordemos siempre al educar a nuestros hijos, al interceder por nuestra
descendencia, que somos la sal de la tierra, impactando aún a las familias de sus
compañeros de escuela. Recordemos cada día que como hijos de Abraham estamos
llamados a hacer las obras que Abraham hizo, siendo la sal de la tierra que conserva,
que restaure, que hace apetecible lo desabrido, que lo mejora y lo transforma todo.
En el mundo estamos llenos de estatuas de sal, pero pocos granos de sal. Por ello,
es necesario, entregar nuestra vida como primicia cada día a nuestro Padre, tomando
la decisión diaria de ser la sal de nuestra tierra, dejando de vivir como estatuas de sal,
dejando de mirar atrás cada día, y por el contrario, poner nuestra mirada en el Señor
Jesús.