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CONTENIDO

Prefacio........................................................................................................9
Por Dutch Sheets

Introducción............................................................................................. 13
¿Qué relación hay entre la adoración y la guerra?

Capítulo 1.............................................................................................21
Algo nuevo

Capítulo 2 .............................................................................................33
Ir hacia donde Dios está

Capítulo 3 ............................................................................................ 45
¡Vayamos para que podamos adorar!

Capítulo 4 .............................................................................................67
Jesús ascendió

Capítulo 5 ............................................................................................ 83
Portales de gloria

Capítulo 6 ............................................................................................... 107


La f e para ascender

Capítulo 7............................................................................................... 129


Las huestes celestiales, Judá y el León

Capítulo 8 ............................................................................................... 175


El sonido del cielo
PREFACIO
i amigo Charles Doolittle y aproximadamente veinte

M intercesores se reunieron hace no mucho tiempo en


un hogar de Studio City, California, EE.UU. “Entre­
mos en el salón del trono y recibamos nuestras órdenes
cha”, oró Charles. “Adoremos a Dios y entremos en batalla”,
agregó otro miembro del grupo, “Hay un sonido fresco de Dios.
¡Escuchémoslo!”
¿Adoración y guerra? ¿Entrar en el salón del trono? ¿Un soni­
do de Dios? Un observador casual podría haber pensado que Char­
les y sus compañeros de intercesión hablaban cosas incongruentes.
Pero nada está más lejos de la verdad. Sin duda, los miembros de
este grupo de creyentes, que interceden regularmente por la indus­
tria del entretenimiento en Hollywood, son guerreros de adoración.
Yo también he experimentado con frecuencia la realidad de
estos poderes mellizos del Espíritu. En 2000, Will Ford, Lou En-
gle, yo y más o menos treinta intercesores llevamos una olla de
doscientos años de antigüedad, que había pertenecido a los escla­
vos, a través de la parte noreste de América; la utilizábamos co­
mo activador para la intercesión de adoración y guerra. Para
nosotros simbolizaba los incensarios del cielo (ver Apocalipsis
8:3-5), mientras la llenábamos con oración y alabanza por el avi-
vamiento en los Estados Unidos.
Me encontraba con un senador de los Estados Unidos en la ro­
tonda del Capitolio, mezclando oración y alabanza para quebrar las
fortalezas de oscuridad y desatar el gobierno de Dios sobre la na­
ción. La exaltación del Señor en adoración, mezclada con la sobre-
cogedora fuerza de la intercesión, fue una experiencia
conmovedora.
Lo que sucedió en ese hogar de Studio City, en el Tour de la
olla y en el Capitolio de los Estados Unidos, comienza a ocurrir a

9
El guerrero adorador

través de toda la nación y alrededor del mundo, a medida que en­


tramos en un tiempo crucial de intensa guerra espiritual. Sí, la in­
tercesión crece, pero los guerreros de oración comienzan a
entender el rol de la adoración en su guerra.
Chuck Pierce y John Dickson han escrito este libro para
presentarle a este cambio mayor en la adoración, que está suce­
diendo actualmente en el Cuerpo de Cristo. Algunas de las pala­
bras y conceptos pueden no ser familiares, pero quédese con
Pierce y Dickson. Verá que este llamado para que nos transfor­
memos en guerreros de adoración estratégicos, es bíblico e im­
perativo. Debemos integrarlo al entramado de la Iglesia si
deseamos ver el destino de Dios cumplido en nuestras vidas in­
dividuales y corporativas.
Dejaré los detalles para que Chuck y John los expliquen; en
lugar de eso utilizaré el espacio que me queda en este prefacio
para darle una palabra de aliento y un llamado a la adoración
apasionada.
Hay un fresco sonido de Dios en este día. Esta lleno de gloria y
desata pasión. Nuestras vidas diarias nos dan amplias oportunida­
des para desarrollarlo. No necesitamos estar en la iglesia o en una
reunión de oración.
Podemos ser mamas que van de camino para acompañar a la
práctica de fútbol a sus hijos, abogados en un intermedio o plome­
ros en busca de una llave inglesa. Dondequiera que estemos y no
importa lo que hagamos, podemos adorar. Fuimos hechos para
honrar y glorificar a Dios nuestro creador, y estamos destinados a
la guerra. No se sienta impedido por las circunstancias adversas o
por situaciones mundanas. Más bien, sea lleno de las buenas cosas
del Señor.
Estamos enamorados de Jesús, y somos extravagantes, inex­
tinguibles, inusuales, imparables, determinados y apasionados
adoradores.
En adoración, necesitamos tener la pasión de un Charles Wes-
ley. Matt Redman nos cuenta esta historia:

10
Prefacio

Corre el año 1744. El escritor de himnos Charles Wesley


está en Leeds, Inglaterra, tiene una reunión de oración en
un salón escaleras arriba. De pronto se siente un ruido en
las maderas del piso, seguido de un crujir masivo, y el piso
entero colapsa. Todas las cien personas caen directamente
a través del techo hacia el salón de abajo. El lugar es un
caos: algunos gritan, otros lloran; algunos simplemente es­
tán sentados en estado de shock. Pero a medida que el pol­
vo se va asentando, Wesley, herido y tirado en una pila de
escombros, grita: “¡No teman! El Señor está con nosotros;
nuestras vidas están todas a salvo”. Y a continuación em­
pieza a cantar la doxología “Alabado sea el Señor, de quien
fluyen todas las bendiciones”.
Tal vez, fue una elección extraña entre las canciones, ¡con­
siderando lo que acababa de suceder! Pero este es el pun­
to: mientras que todos los demás aún estaban limpiándose
sus heridas, el corazón de este adorador imparable respon­
día con una alabanza inamovible.

Este es el tipo de adorador que llegará a ser un guerrero efectivo.

Dutch Sheets
Pastor Principal
Springs Harvest Fellowship
Colorado Springs, Co., EE.UU.

Nota
1. Matt Redman, El Adorador Im parable, (Ventura, Ca; Regal Books, 2001),
p. 74

11
¿Qué re l ac i ón hay
entre la adoración
y la guerra?

La luz supera a las tinieblas, la verdad sola prevalece


sobre la herida.
La muerte no tiene poder cuando el enemigo ataca.
A través de los ojos del espíritu la batalla continúa rugiendo.
Empeñados en una guerra implacable intercedemos,
nos mantenemos firmes y fuertes.
Equipados para la batalla del tiempo final,
revestidos con armadura.
No se ven agujeros o defectos en la entretejida poderosa trama de
metal. Los brazos todos unidos...
cerrados a los vicios, no dejan espacio.
Como una gigantesca pared de acero nos movemos al unísono para
ocupar nuestro lugar. Inamovibles, imbatíbles, una armada osada y
fuerte. Guerreros de adoración, trabados en batalla levantan

13
El guerrero adorador

la victoriosa canción de guerra.


Oíd a los guardias de las puertas dar un grito,
atalayas vigilantes sobre los muros.
Protegen la tierra santa mientras la trompeta hace sonar el llamado.
Levantaos, vosotros hombres de Sion, vosotros samurais del rey.
Levantad alto su estandarte real, porque ganamos
y la victoria resuena.
BEY SM1TH, LA BATALLA

uando escuchamos la palabra “adoración”, muchos de no­

C sotros pensamos en cantar tres o cuatro himnos en un ser­


vicio de domingo por la mañana en la iglesia. Algunos
piensan en tiempos quietos o estudios bíblicos. Unos pocos visua­
lizan la oración.
La palabra “guerrero” -por otra parte- fácilmente evoca imáge­
nes de una persona en el calor del combate. Tal vez nos imagina­
mos a Russell Crowe en la película Gladiador o visualizamos tropas
armadas en las líneas de frontera en Afganistán.
Tal vez pensamos en un apersona que batalla en las livianamen­
te definidas “guerras” contra enemigos sociales tales como la po­
breza, los prejuicios y la injusticia.
Tal vez, como creyentes, recordamos el llamado de C. Peter
Wagner para transformarnos en guerreros estratégicos de oración.
En tanto que las palabras “adoración”y “guerra” resultan fami­
liares, de todas maneras producen emociones extremas y opuestas;
rara vez vemos a las dos obrar alineadas. Como siervos de Dios, sa­
bemos que debemos adorarlo. También sabemos que peleamos en
una batalla espiritual.
Pero una mirada minuciosa en La Biblia nos revela mucho so­
bre el plan de Dios para la adoración en la guerra.
Entonces, exactamente, ¿cómo se unen ajustadamente estas
dos cosas?

14
¿Q ué relación hay entre la adoración y la guerra?

Las guerras de adoración


loda guerra tiene una causa o propósito. Napoleón marchó
buscando territorio; esperaba que Francia rigiera a Europa. Lenin
Malin esparcieron su dogma comunista con expectativas de do­
m i n a r a Europa Oriental y más allá; buscaban transformar lo que
la gente pensaba y cómo vivía. Los Estados Unidos atacaron Irak
m i la Tormenta del Desierto para proteger los intereses del petró­

leo y a los aliados que lo apoyaban en la región, queríamos libe­


la i Kuwait.
I slas escaramuzas físicas e ideológicas tuvieron lugar sobre la
I lena, pero una guerra aún mayor también se prepara. La batalla
m as grande es la de la dimensión espiritual, que se lucha tanto so-
lm la Tierra como en los cielos. En lo natural no podemos ver es­
te conflicto del bien versus el mal.
Tero Dios, aunque podría ganarla por sí solo, nos ha elegido
i orno sus guerreros.

El complot de Lucifer
I a adoración está en el centro de esta grandiosa guerra espiri-
inal. Siempre se ha tratado de la adoración, se ha peleado con ado-
i ai ion y será ganada con adoración.
Permítame que explique. Lucifer -también conocido como dia­
blo o Satanás- inició una pelea contra Dios. La Biblia no dice con
claridad exactamente cuándo sucedió, pero ciertamente ocurrió
.Hites de que Adán y Eva comieran la fruta prohibida y, tentados por
la promesa de ser como Dios, introdujeran el pecado en el mundo
(ver Génesis 3:1-4).
Sabemos por Ezequiel 28:12-19 que en aquel tiempo los que-
i iibines o ángeles, de los que Lucifer era uno, tenían acceso al mon-
ic santo o salón del trono del cielo, donde Dios está sentado.
Algunos teólogos piensan que Lucifer en realidad dirigía a los án­
geles mientras adoraban al Creador. Si esto es verdad, Lucifer, cu­
yo corazón estaba “enaltecido por causa de su hermosura” (v. 17),
aparentemente decidió que ya no quería más ser un adorador; en

15
El guerrero adorador

lugar de eso, deseaba ser adorado. Su sabiduría se corrompió por


causa de su resplandor. Lleno de orgullo, fue echado abajo y con­
venció a muchos ángeles que se le unieran en la rebelión contra
Dios.
De esa manera, las guerras de adoración dieron comienzo.

La adoración y el guerrero
Habitualmente rendimos adoración en la devoción y lo asocia­
mos con sentimientos buenos, elevados, aún de éxtasis. La adora­
ción con frecuencia es enfocada hacia arriba y puede encarnar las
cualidades de santidad, reverencia y temor reverente. Nos vemos
como los dadores y Dios como el recipiente.
Guerrear, por otra parte, involucra tener una posición, ven­
cer una amenaza, invadir un territorio o conquistar a un enemi­
go. Con frecuencia en la guerra nos vemos a nosotros mismos
como defensores contra una fuerza peligrosa o sustentadores de
la justicia y la verdad. Esto es cierto en los conflictos físicos y
espirituales.
En el ámbito físico o terrenal tendemos a adorar a los héroes
humanos de la batalla, y agregamos a Dios como un pensamiento
posterior. El típico escenario no incluye adoración como parte del
plan de batalla; en lugar de eso, la adoración viene en forma de
agradecimiento luego de la victoria. En las conquistas espirituales,
el Todopoderoso recibe toda la alabanza, pero aún así vemos a la
guerra y la adoración como dos actos separados.
Nuestro entendimiento necesita expandirse. Dios nos llama a
hacer un puente entre adoración y guerra. Cuando leemos La Bi­
blia encontramos que Dios instruye ascender hacia el salón del tro­
no en el cielo, estar revestidos de su autoridad y descender para la
guerra. Hay un sonido del cielo que nos permite reconocer, abrazar
y avanzar en este proceso. Nos mueve hacia la victoria de lograr la
voluntad de Dios sobre la Tierra. Explico cada uno de estos ele­
mentos en este libro.

16
¿Q ué relación hay enere la adoración y la guerra?

Un acercamiento fresco
¡Dios nos llama a ser guerreros de adoración!
Para muchos cristianos, este es un concepto nuevo. Hemos
llegado a entender cómo podemos tomar autoridad sobre demo­
nios, territorios y pecados de todos los tipos, en el poderoso
Nombre de Jesús. Sabemos cómo nuestras oraciones afectan lo
que sucede, no solamente sobre la Tierra sino también en los
cielos. Hemos sido buenos estudiantes de los principios de gue­
rra espiritual.
Esto es todo bueno. Pero Dios nos llama a hacer más.
En La futura guerra de la Iglesia, Rebecca Wagner Sytsema y
yo describimos una batalla que está por venir. Mostramos cómo
habrá un tiempo en que aumentará la lucha y, finalmente, el
cumplimiento profètico. A medida que la iglesia se acerca a es­
ta guerra futura, tenemos que estar preparados. Debemos com­
prender completamente el lugar de la adoración. Mientras
luchamos contra los enemigos de las tinieblas, necesitamos em­
puñar la autoridad que Dios nos ha dado. Debemos transfor­
marnos en guerreros de adoración.

Una transformación en la adoración


¿Adorar es cantar? ¿Es orar? ¿Es demostrar exteriormente
nuestro amor por Dios utilizando nuestros cuerpos? ¿Necesita­
mos tener música para poder adorar? ¿Es necesario que nuestro
ambiente sea de total quietud? ¿Podemos adorar mientras
estamos en el trabajo o mientras hacemos compras? ¿Podemos
adorar en el recital de piano de nuestros hijos? ¿Podemos alabar
a Dios mientras hacemos un viaje o mientras vamos de camino
a nuestro trabajo?
La adoración viene en todas estas formas y lugares, y en mu­
chos más. Muchos de nosotros hemos abrazado un estilo de vi­
da de adoración en el que expresamos nuestra alabanza a Dios,
no solamente en la iglesia sino también en la rutina de nuestras
vidas diarias. Esto es excelente y correcto. Sin embargo, nuestra

17
El guerrero adorador

adoración e íntima búsqueda para conocer a Dios no debería de­


tenernos en el ejercicio de su voluntad sobre la Tierra. Esto sig­
nifica que la adoración es más que una canción o una
meditación; pero, ¿qué más es?
En el futuro, ¿adoraremos como Moisés y Débora? ¿Se trans­
formará Daniel en nuestro modelo clave de adoración? ¿Podemos
agonizar como lo hizo Jesús en el Getsemaní y aún adorar? ¿Pode­
mos saber cuándo trabajar como Marta y cuándo rendirnos como
María? ¿Cambiará la adoración drásticamente en los ambientes
corporativos? ¿Tendremos coraje para adorar en lugares públicos?
¿Reconocerá el enemigo nuestra unción luego de que hayamos es­
tado en la presencia de Dios?
¿Cómo será la adoración en el futuro?

Una corriente que se levanta


En estos días John Dickson y yo hemos visto un poderoso cam­
bio en la adoración. Esa es la razón por la que nos hemos expresa­
do en La Futura Guerra de la Iglesia y escrito este libro que ahora
usted tiene en sus manos-
He escrito (yo, Chuck) en primera persona y libremente he
citado a John donde sus enfoques han sido bien agudos. Pero
John también ha contribuido inmensamente con los conceptos
y verdades en cada capítulo, aún en lugares en donde no ha re­
cibido el crédito.
Queremos poner frente a ustedes los principios que hemos
aprendido. Buscamos mostrarles de qué manera como creyentes
podemos ingresar y ganar este conflicto espiritual. Deseamos
despertar un sentido de entusiasmo entre los cristianos de todo
lugar.
A medida que lea, trate de escuchar la voz de Dios. Será
alentado a aprender qué sucede en ambos sitios: en el cielo y so­
bre la Tierra, los dos ámbitos en los que se desarrolla la batalla,
donde como congregaciones de creyentes adoramos como gue­
rreros.

18
¿Q ué relación hay entre la adoración y la guerra?

El llamado de Dios
Dios busca con afán a su gente. El Espíritu del Señor nos lla­
ma a adorar. Dios desata un sonido desde los cielos que va sien­
do abrazado por su pueblo alrededor del mundo. El llamado nos
lleva más cerca de Él y a unos de los otros. El sonido hace que va­
yamos a la guerra. Debemos manifestar en la Tierra lo que Dios
dice en los cielos.
Dios no tiene favoritos. Todos pueden abrazar su llamado y
transformarse en guerreros de adoración. Si creemos en Jesús, esta­
mos automáticamente alistados en su ejército.
Mark Twain dijo una vez: “Dios ama a la gente común. Esa es
la razón por la que hizo tantos de nosotros”. Dios no llama única­
mente a ministros a un estilo de vida de adoración; también llama
a la gente común. En los tiempos bíblicos llamó a los cosechadores
de aceitunas, pastores, pescadores, recolectores de impuestos, gen­
te joven y muchos otros. El apóstol Pablo dijo: “...que no sois mu­
chos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles” (1
Corintios 1:26).
Hoy es igual. Somos simplemente nosotros: carpinteros,
programadores de computación, secretarias, conductores de mi­
cros, granjeros y otros oficios similares. Sí, hay algunos aboga­
dos, integrantes del Congreso o egresados de Harvard también.
Pero delante de Dios somos uno, y todos nos volvemos comu­
nes, no importa nuestro oficio, nuestra profesión o lugar en la
sociedad. Es entonces la gente de todos los días la que llena los
puestos en el ejército de adoradores de Dios. Él nos llama des­
de nuestras vidas de todos los días para estar separados y santos
delante de Él.

Entre a la batalla
¡Guerreros de adoración, levántense! Guerreros de adoración
de todas las generaciones, jóvenes y viejos, únanse y póngase de
pie. Este es el tiempo para adorar, entrar osadamente al salón del

19
El guerrero adorador

trono, vestirse con el favor e ir a la guerra. El sonido se desata. Es­


cúchelo. Entre en la batalla. ¡Desate la cosecha!

Notas
1. Mark Twain [Samuel Clemens] Cartas desde la tierra (New York,
Perennial Library, Harper and Row, Publishers, 1938) n.p.

20
CAPÍTULO P

Algo nueve

He sido comprado por precio,


redimido por la sangre del Cordero.
Tengo el amor del Padre y su Espíritu está viviendo en mí.
Se terminaron mis días antiguos
y miro adelante, hacia los nuevos,
y dejo atrás mi destino anterior.

Ahora estoy listo para levantarme,


hacerme ver, ponerme de pie y hablar,
dar un grito, poner mi mano al arado.
No voy a ceder, retroceder, abandonar o permitir
que mi am or se enfríe.
He terminado con la fe sumisa, las rodillas suaves,
los pequeños sueños.
No más vivir mundano o pobreza al dar;
me he prendido del borde de sus vestiduras y no las soltaré.

JOHN DICKSON, ¡LEVÁNTATE!

21
El guerrero adorador

uelgue una banana de una cuerda en una jaula lle­

C na de monos y ponga una escalera debajo de la ba­


nana. Al rato, un mono irá hacia las escaleras y
comenzará a subir hacia la banana. En el momento en que
toque las escaleras rocíe a los monos con agua helada.
Luego de un tiempo, otro mono hará el intento, pero
el resultado será el mismo: todos los monos serán rocia­
dos con agua helada. Esto deberá continuar a través de va­
rios intentos más. Al poco tiempo, cuando otro de los
monos intente subir las escaleras, los demás tratarán de
impedírselo.
Ahora, apague el agua helada. Saque uno de los monos
de la jaula y reemplácelo por uno nuevo. El nuevo verá la
banana y querrá subir las escaleras. Para su horror, todos
los otros monos lo atacarán. Luego de un nuevo intento y
un nuevo ataque, sabrá que si intenta subir las escaleras, lo
asaltarán.
Luego, saque otro de los cinco monos originales y
reemplácelos con uno nuevo. El recién llegado irá a las es­
caleras y será atacado. El mono anterior que entró de reem­
plazo también participará del castigo.
Reemplace un tercer mono de los originales con uno
nuevo. El nuevo llegará hasta las escaleras y será igualmen­
te atacado. Dos de los cuatro monos que le pegan no ten­
drán idea por qué no se les permite subir las escaleras, o
por qué están participando en la golpiza del mono más
nuevo.
Luego de reemplazar al cuarto y quinto de los monos
originales, todos los monos, que habían sido rociados con
agua helada, habrán sido reemplazados. Sin embargo, nin­
gún mono volverá jamás a acercarse a las escaleras. ¿Por
qué no?
Porque esa es la manera que siempre lo hicieron, y esa
es la forma en que siempre se ha hecho.

22
Algo nuevo

¡Me encanta esta historia! Vividamente ilustra un punto que


quiero demostrar. ¿Cuántas veces alguien le ha dicho “Aquí hace­
mos tal y tal cosa de esta manera porque siempre la hicimos así”?
Esta “cosa” puede ser la forma de doblar nuestras ropas, la co­
mida que comemos, la ruta que utilizamos para ir al trabajo o cual­
quiera de los millones de actos que hacemos cada día. Un método
o medida resulta cuando lo hacemos por primera vez, pero luego lo
repetimos y a su tiempo lo transferimos de generación en genera­
ción. Nadie jamás se cuestiona el acto o considera un abordaje más
creativo o efectivo, porque “fue lo suficientemente bueno para mi
abuelo, así que es suficiente para mí”. En otras palabras, siempre lo
hicimos así.
Somos culpables de este hábito en la Iglesia, también. Tenemos
nuestras costumbres, rituales y regímenes cuando se trata de la pre­
dicación, membresía, liderazgo, oración y muchos otros factores,
incluyendo la adoración. No hay nada malo con los sacramentos co­
munes en sí mismos, pero con demasiada frecuencia las que algu­
na vez fueron frescas expresiones de fe se transforman en
tradiciones sin vida.
Aún en las iglesias “contemporáneas” hemos establecido nue­
vas convenciones y con asiduidad las repetimos. Cantamos las mis­
mas canciones, bajamos las luces y levantamos las manos. Estos
comenzaron como actos auténticos, y algunos continúan dando
brillo a ministerios vibrantes, pero muchos se parecen a un barco
de velas. El capitán alza y maniobra las velas para atrapar la totali­
dad del viento y el barco gana velocidad. Cuando el viento cambia
la dirección, la vela continuará llena y el barco se deslizará duran­
te bastante tiempo a causa del impulso. Sin embargo, si la vela no
está inclinada por el viento, el barco perderá velocidad y pronto
quedará quieto, muerto sobre el agua. La clave está en ajustar la ve­
la en el momento exacto para que el viento continúe empujando el
barco hacia delante con la totalidad de la fuerza.
En el tema de la adoración, necesitamos ver qué es lo nuevo
que Dios está haciendo.

23
El guerrero adorador

Una estación nueva


Cuando Dios dice “Estoy haciendo algo nuevo”, no necesaria­
mente significa algo que nunca haya hecho antes. De hecho, mien­
tras su propósito y promesas nunca cambian (vea Hebreos 6:17),
hay estaciones, y sus acciones salvadoras a favor de su pueblo siem­
pre han tenido una variedad de énfasis, objetivos y sabores.

Cuando Dios dice


"Estoy haciendo algo nuevo”,
no necesariamente significa algo
que nunca haya hecho antes

Mire lo que declara La -Biblia sobre la manera de Dios de comu­


nicarse con su pueblo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas...” (He­
breos 1:1, énfasis agregado).

Cómo Dios ve “lo nuevo”


Amo a los profetas. Nos ponen en movimiento hacia una direc­
ción y luego nos dan la vuelta completa en el término de minutos.
Considere las palabras de Isaías: “Permítanme recordarles cómo Dios
sacó al pueblo de Egipto”. El profeta les da un reflejo sobre un mila­
gro maravilloso, pero no les deja quedarse en esa memoria. “¡Olvi­
den eso!” y cita a Dios: “He aquí que yo hago cosa nueva: pronto saldrá
a luz; ¿no la conoceréis?” (vea Isaías 43:18-19, énfasis agregado).
Aquí la cosa nueva de Dios es un nuevo acto. Sin embargo, el profe­
ta utiliza el pasado como un punto de referencia para dirigir a su
pueblo hacia delante. Dios hace lo mismo con nosotros hoy. Utiliza
hechos pasados de nuestras vidas para estimularnos hacia el próxi­
mo nivel. Él hace eso con la adoración en este momento.
Considere sus grandes momentos con Dios. ¿Cuándo fue su úl­
timo tiempo de encuentro increíble que ha tenido con el Señor?

24
Algo nuevo

, Tue el día en que recibió la salvación? ¿O será aquel momento


cuando Dios se encontró con usted y lo sanó? ¿O fue cuando lo tra­
jo de regreso como hijo al redil?
Alabamos a Dios por cada bendición, pero no podemos des­
cansar nuestra esperanza en ninguna de ellas. La fe bíblica no rele­
ga a Dios al ayer. Si esperamos que Dios actúe hoy únicamente en
las formas que ha actuado en el pasado, podríamos perdernos lo
que hace ahora para llevarnos a un nuevo lugar. Las acciones de
I >ios siempre serán bíblicas -nunca se mueve de ese fundamento-
pero eso no significa que no va a variar.

El inicio de algo nuevo


Cuando el Señor lanza algo nuevo, construye nuevas relaciones
con nosotros. De hecho, esa frescura de relación es la piedra fun­
damental para cada nueva estación y cada nueva apertura espiri-
inal. Sin embargo, si tiene que haber una nueva relación debemos
abrir nuestros corazones. Allí es donde entra la adoración y el por­
que de su gran importancia. A través de la adoración tenemos con-
laeto íntimo con Dios y liberamos sus bendiciones. A medida que
nos acercamos a Él en verdadera adoración, renovará y reformará
nuestros corazones y veremos su corazón.

Cuando el Señor lanza


algo nuevo, edifica nuevas relaciones
con nosotros

Otro aspecto de lo nuevo es la muerte. Demos morir a algo pa­


ra que venga la nueva vida. Por ejemplo, cuando morimos a nues-
ii os viejos métodos de adoración a Dios, la novedad de vida
comienza a surgir en nuestros corazones y sobre la Tierra. Cuando
adoramos de una manera nueva, concebimos. Y cuando concebi­
mos, damos a luz lo que Dios desea para esta hora y tiempo.

25
El guerrero adorador

Cuando Dios hace algo nuevo, vamos de un lugar a otro. Nos


movemos de fuerza en fuerza, de fe en fe y de gloria en gloria. Ob­
serve que no descansamos en nuestra fuerza actual, fe o gloria; más
bien vamos adelante tal como lo hicieron los israelitas. Nos move­
mos de una fuerza a otra, de una fe a otra y de una a gloria a otra.
No podemos hacer esto por nosotros mismos, pero a través de la
adoración Dios puede llevarnos hasta allí.
En cierta forma, Dios nos lleva progresivamente de una cosa a
otra, pero, ¿cómo sabemos que la cosa nueva es lo que Dios desea
y cuándo debemos movernos hacia eso nuevo?

Un nuevo lugar
Dios no solamente hace cosas nuevas en los cielos, sino que
también trae lo nuevo a nuestras vidas individuales. Estas cosas
nuevas pueden ser pequeñas ó grandes. Pueden ser giros de actitu­
des o direcciones a nuevos caminos que cambiarán para siempre el
curso de nuestras vidas. Las grandes cosas nuevas pueden ocurrir
rápidamente y con frecuencia. Una me sucedió el 31 de diciembre
de 1983. Esta es mi historia.
Había orado intensamente por la iglesia en el bloque soviético,
particularmente por lo que era aún la Unión Soviética. A medida
que oraba, vi la iglesia atada con opresión. Observé al Cuerpo de
Cristo de esa nación y conté siete sogas que le impedían entrar ba­
jo la influencia que el Señor quería que tuvieran. El Espíritu de
Dios me habló y dijo: “Quiero cortar esas cuerdas”.
Tuve un tiempo increíble de oración esa noche y me fui a la cama
listo para comenzar un nuevo año. Entonces, un poco después de me­
dianoche, me desperté y el Espíritu de Dios me visitó y me habló. Co­
menzó a darme una estrategia sobre cómo Él iba a liberar a la iglesia
en la Unión Soviética. Dijo: “cambio de liderazgo”, y me mostró que
cuando el tercer líder viniera al poder en la Unión Soviética la Iglesia
tendría una ventana abierta para avanzar. Esa noche pasé aproxima­
damente dos horas con el Señor y escribí todo lo que me dijo.

26
Algo nuevo

A la mañana siguiente me levanté y en el desayuno le conté a


l’ain, mi esposa, sobre mi visitación. Luego de relatarle los detalles,
le anuncié: “Debo estar llamado a la Unión Soviética”.
En aquel momento éramos administradores del segundo hogar
de niños más grandes de Texas. Nunca olvidaré su respuesta: “Tú
podrás estar llamado a la Unión Soviética, pero yo no. De hecho es­
tiba caminando y el Espíritu de Dios me habló, me dijo que Él va
a sanar mi cuerpo y quedaré embarazada”.
Pam agregó luego: “Este va a ser un camino muy interesante
contigo llamado a la Unión Soviética y yo embarazada”.

El significado de ser seguidores


Con dos palabras de Dios tan claras, pero contrastantes, sabía­
mos que teníamos que buscar la dirección del Señor en lo concer­
niente a nuestro futuro. En mi tiempo devocional aquella noche, el
Espíritu de Dios puso esta palabra en mí: “Sígueme”. Pam y yo es-
tuvimos de acuerdo en estudiar el principio de seguir a Dios tal co­
mo es declarado en la Palabra de Dios.
Al comenzar nuestro estudio en el Antiguo Testamento, mi­
ramos la vida de Abraham. Fue llamado a salir de una forma de
adoración en Ur de los Caldeos -dirigida a Moloc, la que forma
parte del sistema de la reina del cielo- para seguir al Dios San­
io. Esto llevó a Abraham a un pacto de acuerdo con Dios, reple-
lo de bendición.
Luego de leer Génesis 12 y 15, Pam y yo vimos que podía­
mos disfrutar de las mismas bendiciones que Abraham, porque
como creyentes estábamos injertados en el mismo pacto. Nos
dimos cuenta que si íbamos a ver manifestarse nuestras bendi­
ciones tal como Abraham, tendríamos que seguir a Dios y ado­
rarlo en una nueva manera. Tal como Abraham dejó la
familiaridad y comodidad de Ur, tendríamos que estar dispues-
los a entregar nuestras tradiciones.
En nuestro estudio también nos dimos cuenta de un perfil es­
tablecido por Jesús cuando llamó a sus discípulos. Debían dejar sus

27
El guerrero adorador

hogares, carreras, familias, amigos y antiguas formas de prácticas


religiosas, y se obligaban a seguirlo. Algunos de los discípulos ha­
bían asistido al templo con frecuencia, otros sabían muy poco so­
bre adoración.
Jesús estableció un ejemplo de una nueva cosa en adoración.
Fue directamente al Padre a favor de ellos y les dijo que tenían ac­
ceso a la voluntad de Padre para sus vidas. Esto claramente deja de­
mostrada la relación bíblica entre ir y adorar, la que desata el
destino de una persona.
A medida que estudiamos el modelo de Jesús, el Señor desper­
tó en mí estas palabras: “Si aprenden a seguirme verán avivamien­
to”. “Avivainiento” significa restaurar a la vida lo que ha sido
desviado hacia un proceso de muerte. Pensé en el vientre de Pam,
y también pensé en la Iglesia de la Unión Soviética. Ambas iban a
ver el avivamiento.

Señales en el camino
Pam y yo sabíamos que lo que escuchábamos era de parte de
Dios, pero aún así no conocíamos todos los detalles. Una noche
íbamos de camino a la reunión de oración en una Iglesia Bautista,
cuando paramos para cargar gas. Al comenzar a alejarnos de la es­
tación de servicio vimos un camión muy grande que tenía la pala­
bra “Sígueme” en la parte trasera. Supe que esta era una señal de
parte del Señor y seguí al camión. Cuando me aproximé pude leer
en letras más pequeñas Harpool Incorporated, Dentón, Texas. Pam
puso su cara más extraña y me explicó: “Estoy leyendo un libro lla­
mado, Paz, Prosperidad y el Holocausto, por Dave Hunt. El libro no
es específicamente sobre la Unión Soviética, pero está dedicado a
un grupo misionero ubicado en Dentón, Texas, que trabaja en la
Unión Soviética”.
Ese grupo misionero era Mission Possible Foundation, Inc.
Hice una rápida decisión: tomarme el tiempo de vacaciones a la se­
mana siguiente de modo que pudiera visitar a los líderes de la or­
ganización para contarles el conocimiento que estaba recibiendo de
parte del Espíritu Santo.

28
Algo nuevo

Adoración en espíritu y en verdad


Los líderes de Mission Possible me recibieron con mucha dis­
posición y escucharon las preocupaciones de mi corazón. Esa no­
che Pam y yo fuimos a una conferencia patrocinada por James
kobison. Dios utilizó el tiempo de adoración para edificar esta nue­
va cosa que estaba haciendo en nuestras vidas.
Mientras adorábamos a Dios, Pam y yo nos expresamos de dife­
rentes maneras. Yo estuve exuberante, lleno de un gozo increíble;
agitaba las manos por la liberación que Dios había traído a mi vida.

Solo sé que Dios me ha


hecho libre y no puedo evitar
responder a esa libertad

Pam, por otra parte, entendía claramente los principios bíblicos


de la adoración, pero era más reservada al expresarse al Señor. Ella
lo hacía con palabras, yo en espíritu. Aquella noche lo vi de esta ma­
nera: como estábamos -y aún lo estamos- casados, nos pusimos de
pie y adoramos como uno. En espíritu y en verdad, y cada vez que,
como creyentes hacemos eso, en realidad entramos efectivamente
en los propósitos de Dios.
Pam no lo veía exactamente como yo. Aquella noche en el ca­
mino de regreso a casa, hizo una observación curiosa: “Solo veo
dos lugares en el Nuevo Testamento donde habla de levantar las
manos. Tú eres tan expresivo en tu adoración que eso nos ha traí­
do problemas”.
Rápidamente le contesté: “No me importa realmente si el prin­
cipio de levantar las manos está únicamente en la Concordancia de
La Biblia. Solamente sé que Dios me ha hecho libre y no puedo evi­
tar responder a esa libertad”.
Y agregué, lo que aumentó la tensión entre nosotros dos: “Si
alguna vez te vuelves tan desesperada como estuve una vez para

29
El guerrero adorador

permitir que Dios hiciera aquellas cosas que necesitan ser hechas,
quizá te expresarías en la adoración de una manera distinta”.

Sanidad en la adoración
Al día siguiente regresamos a la conferencia y sentí que la pre­
sencia de Dios nos rodeaba. Miré a mi esposa, y tenía las dos ma­
nos en el aire y las agitaba. Gentilmente le pregunté: “¿Qué te está
pasando?” Entre las lágrimas que corrían por su rostro me dijo:
“¡El Señor me está sanando!”
La presencia de Dios comenzó a fluir por su cuerpo. Ella lo des­
cribe como algo parecido a un aceite caliente que pasaba por sus
venas. El poder de Dios en realidad empujó sus coágulos -resulta­
do de la endometriosis- desde su útero hasta fuera de su cuerpo.
Dos semanas después Pam quedó embarazada. ¡Después quedó
embarazada otra y otra y otra y otra vez! El poder de Dios había si­
do desatado en su cuerpo mientras que adoraba a Dios en una for­
ma totalmente nueva.
En su momento terminé sirviendo como director ejecutivo de
la agencia misionera que estaba trabajando en la Unión Soviética.
Formé parte de la organización hasta que las cuerdas fueron quita­
das de la iglesia en la Unión Soviética y hubo una ventana para el
avance del evangelismo.
Pam y yo habíamos seguido a Dios y aprendido a adorar de una
nueva manera. Habíamos llegado a un nuevo nivel de unidad en
nuestro matrimonio. La adoración había quebrado el poder de la
esterilidad en nuestras vidas. La unción de Dios habla quebrado el
yugo. Si hubiéramos hecho las cosas de la manera que siempre las
habíamos hecho, nunca hubiéramos visto la apertura de cosas nue­
vas que Dios quería que fueran hechas en nuestras vidas.

Algo nuevo en adoración


Dios está haciendo algo nuevo en la adoración. Esto sucede
no solamente en las vidas individuales, sino en la Iglesia entera.

30
Algo nuevo

A través de los siglos la adoración en sí misma ha girado, creci­


do y florecido. Desde los cantos gregorianos del cuarto siglo
hasta los himnos de Wesley del siglo XVIII, han existido mu­
chas variaciones. Solamente en el siglo XX hemos recorrido un
espectro completo desde las tonadas gospel de George Beverley
Shea hasta quedar profundamente sumergidos en la presencia
de Dios en La Viña y el modelo intensivo de veinticuatro horas
de Mike Bielde, de la Casa Internacional de Oración de Kansas
City, Missouri.

Cuando Dios hace algo nuevo,


crea un fresco sonido que podemos
escuchar en el ámbito de la Tierra

Al doblar la esquina de un nuevo milenio vimos otro impulso


de giro en la adoración, que puede estar relacionado con la obra re­
dentora de Dios en nuestro tiempo y ser el eje de la batalla espiri­
tual en ambos lados, la Tierra y el cielo. Avanzamos a una
adoración íntima, estratégica, de guerra.
Cuando Dios hace algo nuevo, crea un sonido fresco que pode­
mos escuchar en el ámbito de la Tierra. Es más, creo que este soni­
do fresco se levanta también en los cielos.

Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda


en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo,
ejército y fuerza; caen juntam ente p ara no levantarse;
fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis
de las cosas pasadas, ni traigáis a m em oria las cosas
antiguas. He aquí que y o hago cosa nueva; pronto sal­
drá a la luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré cam i­
no en el desierto, y ríos en la soledad (Isaías
43:16-19).

31
El guerrero adorador

Deje a un lado las formas en que siempre se hicieron las cosas.


Ábrase a las cosas nuevas de Dios. Escuche el sonido de Él. ¡Leván­
tese! Ascienda al salón del trono de Dios. Reciba esta unción y
avance hacia la adoración estratégica, de guerra.

Notas
1. “Asi lo hemos hecho siempre”, Murphy en la mañana, http.// www-
.murphyinthemorning.com/banana.htm (entrada 11 de julio de 2002)
2. The New Strong’s Exhaustive Concordance o f the Bibles.v.”kainos”. En
realidad hay cuatro palabras griegas para “nuevo”: agnaaphos (suave),
kainos (fresco), neos (joven) y prosphatos (muerto últimamente o re­
ciente). Kainos tiene el sentido de nuevo en forma o calidad, en tanto
neos implica nuevo en tiempo. Para entender lo que Dios hace que es
nuevo en adoración, deberíamos utilizar kainos, nuevo en forma y ca­
lidad.

32
rarcroiBEi

Ir ha c i a
donde Dios est á

l evangelista y pastor Greg Laurie ha identificado el pro­

E blema predominante que enfrentan todos los seres hu­


manos. “Cada uno de nosotros tenemos un hueco en
nuestro corazón, un vacío espiritual en la profundidad de nues-
ira alma, ‘un espacio en blanco con la forma de Dios’” Algunos
cristianos han llamado a esto el vacío moldeado por Dios. En
este libro John Dickson y yo queremos llevar ese vacío hacia la
presencia transformadora del Dios santo. En sus manos nos
volvemos como arcilla y podemos ser moldeados a su imagen.
Una vez que hemos sido formados a la imagen de nuestro Dios
santo, entonces podemos lograr el propósito para el que nos
creó.
¿Qué tiene que ver la adoración con esto? La adoración es la
respuesta humana a la percepción de la presencia de un ser divino.
Esta debe ser una presencia que trascienda la actividad humana
normal. Estamos hechos para adorar. A medida que adoramos, nos
movemos en un ámbito de fe que grada a Dios.

33
El guerrero adorador

Jehovd reina; temblarán los pueblos. Él está sentado sobre los


querubines, se conmoverá la tierra. Jehová en Sión es grande,
y exaltado sobre todos los pueblos. Alaben tu nombre grande y
temible; Él es santo. Y la gloria del rey ama el juicio; tú con­
firm as la rectitud; tú has hecho en Jacob juicio y justicia. Exal­
tad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus
pies; Él es santo (Salmos 99:1-5).

La historia de la adoración
Cuando adoramos nos postramos o inclinamos delante de al­
guien en un acto de sumisión o reverencia. La adoración en reali­
dad significa rebajarse uno mismo. Es lo opuesto de la auto
exaltación. Por lo tanto, exaltar al Señor en realidad significa para
nosotros caer a sus pies y honrarlo por quien es Él en nuestras vi­
das. La Biblia nos dice que Dios es exaltado sobre todos los pue­
blos. Eso significa que cuando adoramos debemos llegar hasta el
lugar donde Dios está.
Si somos creyentes y hemos recibido a Jesús como el Señor de
nuestras vidas, sabemos que somos sus templos y que su Espíritu
mora dentro de nosotros. Sabemos que Dios descendió al ámbito de
la Tierra y se hizo conocer a través de su Hijo, Jesús.
Sabemos que cuando Jesús se levantó de la tumba venció la
muerte y el infierno. Sabemos que Jesús ascendió a los cielos, y
al ascender dio dones a la humanidad. También sabemos que
dejó al Espíritu Santo aquí sobre la Tierra para llenar nuestros
espíritus humanos -ese vacío- y conectarnos con el ámbito ce­
lestial donde se sienta a la diestra de su Padre. Sabemos que J e ­
sús es nuestro mediador. En favor de nosotros se presenta
confiadamente delante de nuestro Padre santo en el salón del
trono.
El acto de la adoración satisface dos aspectos: nuestro deseo de
honrar a Dios y que se cumpla el deseo de Dios para nosotros. La
verdadera adoración debe tener un enfoque único sobre el objeto

34
Ir hacia donde Dios está

que se adora. Todo lo demás debe ser dejado a un lado; de esa for­
ma el adorador queda cara a cara con el objeto de su veneración.
Como creyentes, debemos ir y postrarnos, dejando atrás án­
geles, santos, templos, reliquias, objetos religiosos, padres, es­
posos, hijos, otros creyentes, amigos, poderes y autoridades. Si
vamos a cumplir los propósitos de Dios en nuestro día, debemos
presentarnos ante El.
Imagine a su perro favorito. Él o ella probablemente vienen a
usted, con afecto lamen su mano, y lo miran con ojos cálidos; en
realidad dicen: “Estoy aquí para servirlo. Es la persona más impor-
lante de mi vida. Estoy deseoso de obedecer cada orden suya. Tire
una rama, y yo se la buscaré. Ordéneme que vaya hacia esa agua
Iría y alegremente lo haré”.
De esta manera deberíamos ser cuando adoramos a Dios.

Jugar a las escondidas. Nuestra elección


Imagínese caminando, hablando y teniendo comunión con el
Iespíritu de Dios todo el día. Así es cómo sucedía con Adán y Eva
en el Jardín. Su comunión era tan poderosa que el trabajo y la ado­
ración eran lo mismo.
Esta comunión perfecta hizo que el Jardín prosperará. Este fue
el plan máximo de Dios. Satanás odiaba esta comunión perfecta. Él
sabe el poder que tenemos en el ámbito terrenal cuando verdadera­
mente caminamos y hablamos con el Señor. Por lo tanto, tenía que
encontrar una manera de interrumpir la prosperidad en el Jardín.
I'enía que acusar a Dios por encima de su palabra, desafiar al Espí-
ritu Santo y hacer que Eva cuestionara lo que Dios había dicho. Es­
te cuestionamiento y el apoyarse en su propio razonamiento fue
realmente la primera desviación de la verdadera adoración.
El razonamiento siempre nos lleva a la desobediencia. Por lo
tanto, Adán abandonó el verdadero plan de adoración y desobede­
ció a Dios. Una vez que ambos, hombre y mujer, estuvieron desco­
nectados de esta perfecta comunión, comenzaron a reconocer cosas
que nunca antes habían visto.

35
El guerrero adorador

Génesis 3:8 registra lo que sucedió después. Adán y Eva “Oye­


ron la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto (...) [y] se es­
condieron de la presencia de Jehová Dios”.
Encontramos la misma idea de escondernos de Dios en Apoca­
lipsis 6:16, pero allí se aplica a la condición de la humanidad, a me­
nos que nos reconciliemos con Dios por medio de la adoración.

Dios prefiere que


vengamos ante Él con confianza;
y caminemos y hablemos con Él

Escondernos es exactamente lo contrario a lo que Dios desea


que hagamos. Dios prefiere quevengamos ante Él con confianza, y
caminemos y hablemos con Él. La pregunta que el Señor le hizo a
Adán es escalofriante “¿Dónde estás?” (Génesis 3:9). Estoy seguro
que Dios hoy nos hace a muchos esta pregunta.
¿Dónde estamos?

La guerra de adoración sobre la Tierra


El Señor respondió a la interrupción de su plan de comunión y
adoración. Maldijo a la serpiente y profetizó a la mujer, le prome­
tió que su simiente iba a aplastar la cabeza de la serpiente. Luego
maldijo la Tierra y le dijo a Adán que ahora debería trabajar en me­
dio de lo que había maldecido. Antes de eso, Adán había adorado
y trabajado. Ahora, iba a transpirar y esforzarse.
Si continuamos leyendo en Génesis, encontramos que luego de
la caída la adoración se transforma en la más grande contienda en­
tre la humanidad y Dios. En Génesis 4 Abel adoró en una forma
que agradó a Dios. Caín, por otro lado, deseaba adorar a su mane­
ra. Cuando nos negamos a cambiar y adorar a Dios de la forma en
que Él desea ser adorado, cometemos el mismo error de Caín.

36
Ir hacia donde Dios está

Fuera de la presencia de Dios


Observe cuando Caín adoró de la forma que él quería, esto re­
sultó en contienda, celos, competencia, auto exaltación, odio, en­
vidia y, en su momento, asesinato. Sin embargo, encontramos otro
patrón desastroso registrado en Génesis 4:16: “Salió, pues, Caín de
<leíante de Jeh ov á”.
Estar fuera de debajo de la presencia de Dios es probablemen­
te lo más temible que yo pueda pensar. Cuando no adoramos de la
manera que el Señor desea que adoremos y de la forma que Él me­
rece ser adorado, comenzamos a crear nuestra propia sociedad. Es­
ta sociedad a la manera del hombre está edificada alrededor de
ideas propias y filosofías. Tal sistema engendra la idolatría.
En Nod, Caín y su esposa comenzaron a tener hijos. Un hijo
edificó una ciudad “fuera de la presencia de Dios”. Otros vivieron
en tiendas y tenían ganado. Esto significa que el sistema de agricul­
tura completo estaba fuera de la presencia del Señor. Jubal fue el
padre de todos los que tocaban la flauta y el arpa. Esto significa que
la música estaba fuera de la presencia del Señor. Hubo una ense­
ñanza a todos los artesanos de bronce y hierro. Esto significa que
las fábricas e industrias estaban fuera de la presencia del Señor.
Cinco generaciones más tarde leemos que Lamec, un descen­
diente de Caín, mató a un hombre (vea Génesis 4:23). Cuando es­
tamos fuera de la presencia del Señor, patrones inicuos pasan de
generación en generación. Asimismo, llevó varias generaciones pa­
ra que la adoración apropiada hacia Dios se restaurara:

Y conoció de nuevo Adán a su mujer; la cual dio a luz un


hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me
ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató
Caín (Génesis 4:25).

Dios siempre tiene una semilla justa que Él trae a una genera­
ción que está deseosa de restaurar su plan máximo de adoración y
comunión en la Tierra.

37
El guerrero adorador

Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós.


Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre
de Jehová (Génesis 4:26).

La comunión fue restaurada. Los hombres sabían que los patro­


nes inicuos que operaban en su ciudad, en la agricultura, en la in­
dustria y en la fabricación, podrían ser cambiados si adoraban al
único Dios verdadero.

Temas en la adoración
en este tiempo
En cada generación Dios tiene un remanente que ansia cla­
marle. El ha puesto ese deseo en los corazones de las personas. El
más grandioso deseo en cada uno de nuestros corazones debería
ser caminar completamente restaurados en el ámbito terrenal.
Cuando Dios nos creó, antes de la fundación del mundo, tuvo un
propósito máximo para cada uno de nosotros. Hay algo en cada
uno que dice: “Señor, quiero cumplir tu deseo para mí durante el
tiempo que tengo aquí sobre la Tierra. Cuando te vea, quiero que
me digas ‘Has hecho bien buen siervo y fiel’”. Esto es posible para
cada uno de nosotros.

■ ■ ■ O ......... iiililÜM»

Cualquiera que sea el problema de su vida,


la clave es adorar a un Dios santo

Cualquiera que sea el problema de su vida, la clave es ado­


rar a un Dios santo que lo ha creado y conoce todo sobre usted,
sus fracasos, faltas, inseguridades, pecados dominantes y temo­
res. Lo más importante, es que Él se sienta sobre su trono, om­
nisciente, y dice algo así: “Conozco tu destino final y sé cómo
sacarte de donde estás ahora y llevarte donde deseo que estés; sé

38
Ir hacia donde Dios está

por qué razón te he creado. Si me adoras, te visitaré, puedo de­


cirte cómo salir de las acechanzas de tu camino y continuar ha­
cia delante. Aún puedo revelarte las cosas por venir que son
pertinentes a tu vida y mundo”.
Dios puede seguir y decir algo que te dejará sorprendido, pala­
bras que están en el centro del mensaje de este libro. Él podría de­
cir algo así: “Asciende al salón del trono porque es allí donde me
revelaré a ti y hablaré contigo mi deseo para tu vida. Estos son días
de restauración. Puedo restaurar tus pérdidas, pero dedícate a ado­
rarme. Mi Hijo te ha dado acceso al salón de mi trono. Mi Espíritu
puede hacer que asciendas y estés envuelto por mi amor. Sube, de
modo que pueda revelarme a ti en una nueva forma y haré que mi
Palabra se transforme en algo real para ti, que pueda guiarte en el
camino que he establecido para ti.
Este es un tiempo para adorar. Si me adoras, sabrás cómo avan­
zar en el camino que tengo para ti en los días que se avecinan. Me
haré uno contigo y derribaré a cada enemigo que está en tu senda.
Asciende hacia el salón de mi trono mientras adoras. Desciende de
regreso al campo de la cosecha y guerrea para que esta se desate.
Estoy listo para que la cosecha venga a mi Reino”.
¿Ascender en adoración? ¿Y descender en guerra? ¿Cómo es
posible?

Asciende: ¡subamos!
Ascender es levantarse, subir, ir hacia arriba, crecer, aumentar,
saltar, iluminarse, estar de pie, recuperado y restaurado. Esto viene
de la palabra hebrea alah, que no es la misma palabra que correspon­
de al nombre del dios musulmán, Allah; más bien es lo que Elohim,
Adonai, Jehová, Jesús -e l único Dios verdadero- nos llama a hacer.
Encuentro interesante que Dios instruya a su pueblo a alah y a
adorar. Debemos confiadamente levantarnos, ascender, ingresar al
salón del trono y adorarlo. Cuando seguimos esta secuencia, la es­
trategia de restauración de Dios nos es revelada.

39
El guerrero adorador

Un pasaje bíblico clave es Amos 9. Este capítulo trata sobre la


restauración del Tabernáculo de David.

El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra,


y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y
crecerá toda como un río, y mermará luego como el río
de Egipto. Él edificó en el cielo sus cámaras, y ha esta­
blecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas
del mar, y sobre la fa z de la tierra las derrama; Jehová es
su nombre (w. 5-6).

Con frecuencia pasamos por altó estos versículos; sin embargo,


es vital que los entendamos. Cuando adoramos vamos hacia arriba.
Las “cámaras” son como los escalones y escaleras de las cámaras
superiores a través de los cielos que el Señor Jesucristo ha pavi­
mentado. Es un camino que lleva al salón del trono.
Estas cámaras son como bóvedas que tienen llaves. Jesús nos
da las llaves para abrir cada bóveda a medida que ascendemos y nos
acercamos a Él en adoración. Imagine cada bóveda llena de tesoro.
Luego finalmente logramos acceso al salón del trono. Estas “cáma­
ras en el cielo” también están conectadas con los “estratos en la
Tierra” del Señor. De modo que a medida que ascendemos en ado­
ración y vamos al salón del trono, los estratos de la Tierra comien­
zan a abrirse. Este planeta que llamamos hogar cambia y recibe la
gloria de Dios.

¿Qué es ascender en adoración?


En un cementerio de Londres hay una tumba y una lápida
con unas palabras muy inusuales y hermosas. Fue erigida por el
famoso pastor Joseph Parker para su amada esposa. Él no quería
escribir la palabra “murió”. En lugar de eso, eligió la mejor pala­
bra “ascendió”. Poco tiempo después, cuando él murió, sus ami­
gos hicieron grabar su lápida con la siguiente inscripción “Joseph

40
Ir hada donde Dios está

Parker, nacido el 9 de abril de 1830, ascendió el 28 de noviembre


de 1902”.2

Cuando terminamos nuestro


ciclo vital sobre la Tierra,
ascendemos para adorar alrededor
del trono por la eternidad

Me gusta esto. Cuando terminamos nuestro ciclo vital sobre la


I ierra, ascendemos para adorar alrededor del trono por la eterni­
dad. Pero también hemos visto que mientras aún estamos aquí en
este ámbito temporal, se espera que ascendamos. Nos ha sido dado
acceso al salón del trono. Esto, por supuesto, sucede en un plano
espiritual. Nuestros cuerpos no ascienden y no entramos física­
mente en el salón del trono. Sin embargo, tal como nos transforma­
mos en uno con Jesús en su ascensión, del mismo modo hay
dinámicas espirituales muy reales que operan.
En Efesios, Pablo escribe:

La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos


y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, so­
bre todo principado y autoridad y poder y señorío, y
sobre todo nombre que se nombra, no solo en este si­
glo, sino también en el venidero; y som etió todas las
cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las
cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de
Aquel que todo lo llena en todo. Y él os dio vida a vo­
sotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, si­
guiendo la corriente de este mundo, conform e al prín­
cipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales

41
El guerrero adorador

también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los


deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la
carne y de los pensamientos, y éramos p or naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es
rico en misericordia, por su gran am or con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
m ostrar en los siglos venideros las abundantes rique­
zas de su gracia en su bondad p ara con nosotros en
Cristo Jesús (1:20-2:7).

¡Qué emocionante! En el espíritu estamos unidos con Cristo


en su ascensión al cielo. Así que, cuando digo ascender, quiero de­
cir levantar, ir hacia arriba y ser restaurado! ¡ Caminar en su pre­
sencia y luz! ¡Iniciar un día totalmente nuevo! ¡Crecer!
¡Aumentar! ¡Saltar hacia delante! ¡Levantarse y adorar! Isaías 60:1
lo dice así: “¡Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la glo­
ría de Jehová ha nacido sobre ti”!

He considerado el costo, he cruzado la línea,


no puedo ser comprado, atemorizado, atrapado, o
comprometido.
Ahora mi camino es recto, y mi senda es estrecha.
Sé que Dios me mira porque Él cuida de los gorriones,
y descanso sobre el brazo eterno hasta que la
tormenta se vaya.
No más murmuración y no más queja;
no más excusas y no más culpas.
No más temor, descreimiento o mediocridad.
Voy a recibir oración, a retribuir mi deuda.
Señor ¡voy a crecer!
Dondequiera que haya necesidad,

42
Ir hada donde Dios está

puedes estar seguro que voy a aparecer.


Y cuando Jesús venga por su esposa,
no tendrá ninguna dificultad en reconocerme.

Nolas
1. Greg Laurie, ed. New Believer’s Bible (Wheaton, II., Tyndale House Pu­
blishers, 1996, p. A l.
2. Paul Lee Tan, Encyclopedia o f 7,700 Illustrations (Garland, TX:Bible Com­
munications, Inc. 1996) n.p.
I, CLuck D. Pierce, Let the Lion o f Judah Roar, (Denton,TX: glory of Zion In-
ternational Ministries, Inc. 2001).

43
CAPÍTULO 4

¡Vayamos
para que
podamos adorar!

uando yo era niño, iba con mi abuela a la Iglesia Bautista

G del campo al este de Texas. Esta gente allí sabía cómo ado­
rar a Dios. Siempre observaba con intriga a una señora de
alrededor de ochenta años llamada Grimes cuando se ponía de p
cantaba y movía sus manos. Era como si el Dios de las historias bí­
blicas fuera tan real para ella que podía realmente sentir su toque.
El pastor le preguntaba “Señora Grimes ¿qué le sucede?” Ella
siempre respondía igual “Siento la presencia de Dios a mi alrede­
dor. Él me está hablando”.
Observar y mirar a la señora Grimes me infundió el deseo de
i onocer también la presencia del Señor y escuchar su voz. No so­
lamente quería levantar mis manos cuando cantaba en la iglesia, si­
no que también deseaba el toque de Dios en todos los contornos de
mi vida. Esto es lo que el autor y líder de adoración David Morris
llamó un estilo de vida de adoración.

45
El guerrero adorador

En el libro G od’s timing fo r your lije, Dutch Sheets escribe:


“La vida es una serie de cambios, un proceso de pasar de lo an­
tiguo a lo nuevo, de los tiempos chronos [proceso general de
tiempo] a kairos [un tiempo oportuno, estratégico o tiempo de
ah o ra] crecimiento, cambio, avivamiento, todos son procesos.
La vida está conectada. Al no entender esto, tendemos a despre­
ciar los tiempos chronos de preparar, sembrar, creer y perseve­
rar... No estamos perdiendo o gastando el tiempo, estamos
invirtiéndolo. Y si lo hacemos fielmente, el cambio vendrá”.
Dios crea dando su soplo o Espíritu a las criaturas. La vida so­
lamente puede ser dada por Dios, y únicamente Él puede sostener­
la. Si dejamos de buscar a Dios nuestra vida en Él va a detenerse.
Nos perderemos en nuestra búsqueda de su voluntad sobre la Tie­
rra. Lo que está vivo tiene movimiento. Por contraste, en la muer­
te cesa todo movimiento. Así que, debemos mantenernos
moviéndonos en el Señor.

La manera de desarrollar un estilo


de vida de adoración
El Antiguo Testamento utiliza metáforas vigorosas referidas al
compañerismo con Dios. Considere lo que escribió el salmista:

Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz ve­


remos la luz” (Salmo 36:9). Otro salmista rogaba que
la mano de Dios estuviera sobre él: “Así no nos aparta­
remos de ti; vida nos darás, e invocaremos tu nombre”
(Salmo 80:18).

La respuesta apropiada a la vida como el don de parte de Dios


es vivir cada día en su servicio (vea Isaías 38:10-20), obedecer la
ley (vea Levítico 18:5), hacer la voluntad de Dios (vea Mateo 6:10;
7:21) y alimentarnos de la Palabra de Dios (vea Deuteronomio 6:1-
9; 8:3; 32:46-47; Mateo 4:4). Únicamente cuando una vida se vive

48
¡Vayamos para que podamos adorar!

.......hediencia a Dios merece ser llamada vida (vea Deuteronomio


ui l o 20; Ezequiel 3:16-21; 18:1-32).
I I Nuevo Testamento profundiza este énfasis. Pablo señala:

Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere


para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si mori­
mos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o
que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto
murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los
muertos como de los que viven (Romanos 14:7-9).

Tal forma de vida demanda compañerismo con el Salvador que,


después de todo, es el propósito de la vida.

Un tiempo de buscar y
clamar al Señor
El acto de buscar es parte de la adoración. Expliqué en el capí-
lulo 2 cómo comenzamos a “clamar al nombre del Señor”. Sin em­
bargo, debemos movernos más allá de clamar y transformarnos en
buscadores de Dios.
En 2 Crónicas 7:14 leemos: “Si se humillare mi pueblo, sobre el
cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se con­
virtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cíelos, y per­
donaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
La palabra “buscar” significa explorar, tratar de descubrir, in-
4
vestigar, requerir, tener como fin. En realidad implica que desea­
mos conocer algo o a alguien, y no paramos de buscar hasta que
nos conectamos apropiadamente con esa persona o revelación.
¿Cómo buscamos el rostro de Dios? Debemos utilizar cada dimen­
sión de oración y adoración que conozcamos. En el contexto de 2
Crónicas 7:14, que es el más utilizado y citado como pasaje de ora­
ción en La Biblia, encontramos que si nos humillamos y buscamos
su rostro, Él oirá, perdonará y nos sanará.

49
El guerrero adorador

Jesús dijo: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os


abrirá”. En esta Escritura, el Señor nos enseña a no dudar de pedir
lo que necesitamos de alguien en una posición más elevada. En el
uso original en griego, esto es como un niño que requiere algo de
un padre, o un mendigo que pide sustento a un transeúnte.

Dado que Dios está buscándonos,


si nosotros lo perseguimos,
seguramente lo encontraremos

Cuando pedimos, no debemos ordenar, sino que debemos ser


persistentes y osados. Debemos esforzar cada nervio para encon­
trar a Dios y recibir de parte de Él. En este contexto es bueno re­
cordar que Dios nos dice que no nos preocupemos por las
vestiduras, lo que comeremos o beberemos en los días que vie­
nen. Dice que todas estas cosas las buscan los gentiles, pero que
como lo hace con los gorriones, Él cuidará de los que lo adoran
(vea Mateo 6:28-34).
Dios también busca a su pueblo: “Porque los ojos de Jehová con­
templan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen
corazón perfecto para con él” (2 Crónicas 16:9). Dado que Dios nos
busca, si nosotros lo perseguimos, seguramente lo encontraremos.
Entonces lo mejor que Él tiene para nosotros se realizará. Esto
transformará nuestras vidas.

Adoración y transformación
La historia de Jesús y la mujer samaritana en el pozo es cono­
cida para nosotros (vea Juan 4). Jesús pidió beber para satisfacer su
sed temporal, pero le ofreció a la mujer agua eterna. Mientras esta­
ban en el pozo, le hizo ver que conocía todo sobre su vida, y le re­
veló gran conocimiento sobre la adoración.

50
¡Vayamos para que podamos adorar!

Jesús le dijo a la mujer que no importaba dónde ella adorara;


más bien, importaba que tuviera la actitud correcta de corazón. En­
tonces le explicó que la adoración sucede cuando un buscador en-
i ra en armonía con la naturaleza y el carácter de Dios, y abraza su
I spíritu transformador. Dijo que la adoración debe ser transparen­
te, sincera y de acuerdo con los mandatos bíblicos. Lo resumió be­
llamente así: “Dios es Espíritu; y los que le adoran en espíritu y en
verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).
Cuando adoramos a Dios en espíritu y en verdad nos ponemos
cara a cara con nuestro destino. Nos movemos de obsesión a reali­
dad. Esta es la transformación que sucedió en la vida de la mujer
samaritana. El Señor cambió su deseo, que estaba enfocado hacia
cada hombre de la ciudad, hacia Él mismo, y luego en llegar a ver
la ciudad entera cambiada. Esto es lo que la adoración puede hacer.
La adoración individual trae transformación. Pero cuando adora­
mos individualmente, podemos ver el territorio donde vivimos
también transformado.
Cuando adoramos, en realidad quebramos la conformidad y nos
movemos hacia la transformación. Pablo escribió: “Transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2)
Transformar significa cambiar o transfigurar. Esto viene de la pa­
labra griega metamorphoo, de la que deriva la palabra “metamorfo­
sis”. El diccionario define “transformar” como “cambiar la forma
exterior o la apariencia de... cambio en carácter o condición: conver­
tir”. En el sentido más amplio, transformación es el cambio de la for­
ma externa y la naturaleza interna. Creo que la única manera que
podemos hacer esto es a través de la adoración. Nos saca del patrón
del mundo y nos lleva hacia la estructura de vida que Dios hizo pa­
ra nosotros cuando nos entretejió en el seno de nuestras madres.

Control de nuestros apetitos


En nuestra vida agitadas, con frecuencia entramos en los luga­
res de comidas rápidas y nos atendemos por la ventana en lugar de

51
El guerrero adorador

sentarnos y consumir una comida balanceada. Comemos atropella­


damente grandes hamburguesas, papas fritas y otros chips. Este fes­
tín fácil satisface nuestra hambre y nos ahorra tiempo, así que
regresamos una vez tras otra, directamente negamos nuestras nece­
sidades nutricionales.
Muchos de nosotros nos acercamos a la adoración de la misma
forma. Andamos por allí llenando el vacío con la forma de Dios de
la misma manera que llenamos nuestros estómagos. Ponemos ver­
sículos bíblicos en la heladera, un autoadhesivo en la parte exterior
del automóvil y resaltamos con color nuestro versículo favorito de
los Salmos. Consideramos nuestros magros esfuerzos como adora­
ción, y luego nos preguntamos por qué aún experimentamos un
vacío en nuestras almas. Como no vemos nuestra necesidad de
adoración verdadera, continuamos generando los equivalentes a la
comida rápida. Llega el momento en que debido a la hambruna,
nuestros cuerpos responden de manera equivocada.
John Dickson nos da este pensamiento:

Siempre sabía andar por el lugar donde mi madre coci­


naba sus postres. Quería lamer el recipiente o comer los
restos que quedaban donde hacía el bollo de las masitas.
Siempre deseaba más de lo que quedaba. Un día me per­
mitió comer toda la masa que quisiera. Mi estómago se
llenó muchísimo, pero extrañamente comenzó a do-
lerme. Lo que yo pensé que me iba a proporcionar la má­
xima satisfacción, me dejó languideciendo tristemente.
Estaba lleno, pero no satisfecho. Nunca más hice eso. Mu­
chas veces esto es lo que nos sucede espiritualmente. Nues­
tros cuerpos no quieren masa de galletitas; más bien,
desean comida nutritiva. La nutrición apropiada nos da
energías. Nos sentimos bien y tenemos una sensación de
satisfacción por estar comiendo correctamente.
Jesús dice en Juan 6:35: “Yo soy el pan de vida; el que a mí
viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed
ja m á s” (énfasis agregado).

52
¡Vayamos para que podamos adorar!

Debemos comer diariamente el Pan Verdadero. Y debemos


comer grandes cantidades, así no nos quedamos con ham­
bre y buscamos otros sustitutos, tal como los chips, a mitad
de la tarde. Un mordiscón no nos llenará. Cuando me sien­
to a comer, necesito más de un garbanzo para quedarme
satisfecho. Un garbanzo no me dará la fuerza y energía que
necesito para pasar mi día. Si pasara unas semanas comien­
do un garbanzo diario me pondría mucho más delgado de
lo que soy ahora. Perder peso podría ser una bendición, pe­
ro también estaría mucho más débil. Esto también es cier­
to en cuanto a la vitalidad espiritual. Le damos un
mordisco al Pan de la Vida y nos preguntamos por qué es­
tamos espiritualmente agotados y débiles. Sin embargo, un
verdadero buscador está lleno. Una vez que estamos llenos
y satisfechos con Jescristo, nos transformamos en comida y
refresco para otros. Permita al Señor que lo haga rebosar
con la totalidad de su vida llena del Espíritu. No solamen­
te quedará satisfecho usted, sino también los que lo rodean.

Pesos que nos impiden ascender


Únicamente por el Espíritu de Dios podemos ascender. Piense
i ii la analogía de un globo de aire caliente. Cuando el fuego calien-
i,i el aire dentro del globo hace que este se llene, y le permite al glo­
bo en formación comenzar a flotar. De hecho, se necesitan
. 1 lumbres guías para mantener el globo abajo.

Una vez que el Espíritu de Dios


comienza a llenamos,
Satanás trata de hacer cualquier cosa
para impedirnos ascender

53
El guerrero adorador

Creo que Satanás trabaja de la misma forma. Una vez que el Es­
píritu de Dios comienza a llenarnos, Satanás trata de hacer cual­
quier cosa para impedirnos ascender hacia nuestra posición en el
cielo. Traba y retiene nuestros espíritus e intenta mantenernos fue­
ra de la autoridad de nuestra posición en Cristo. Él sabe que si al­
guna vez llegamos a habitar completamente ese lugar, él quedará
eliminado.
A medida que buscamos al Señor y nos ponemos en una pos­
tura de adoración, nuestras almas y espíritus son partidos. Así es
como somos cortados para estar libres para ascender. Hebreos 4:12
declara:

Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cor­


tante que toda espada de dos filo s; y penetra hasta
partir el alm a y el espíritu, las coyunturas y los tué­
tanos, y discierne los pensamientos y las intenciones
del corazón.

Una vez que sucede esta división, la guerra espiritual se trans­


forma en una realidad. A medida que ascendemos en adoración,
también comenzamos a ver más claramente la guerra de resistencia
hacia el plan redentor de Dios. Algunas personas llaman a esto ser
lleno del Espíritu. Otros el bautismo del Espíritu. Cualquier nom­
bre que le demos, esta es la realidad. Estamos llenos de su Espíri­
tu, así que podemos continuar para cumplir su meta sobre la
Tierra. Así lo explica 1 Juan 3:8:

El que practica el pecado[t\ que practica el mal] es del


diablo [copia su carácter]; porque el diablo peca [violó
la ley divina] desde el principio. Para esto apareció [se
hizo visible] el Hijo de Dios, para deshacer [destruir,
hacer libres de, disolver] las obras del diablo [que este
ha hecho].

54
¡Vayamos para que podamos adorar!

Somos influenciados por el Espíritu Santo más que por los ma­
los espíritus que en el pasado habían ganado su acceso a nuestras
naturalezas humanas.
Nuestros espíritus llegan a conocer la libertad perfecta. Esta
parte sobre quiénes somos debe permanecer liviana y flotando, co­
mo un globo de aire caliente. Esta es la manera como continuamos
«icciendo y conocemos el gozo, y somos facultados para hacer la
olu a del Señor en el ámbito terrenal. Si ascendemos en adoración,
entonces cuando Satanás intenta robarnos estos elementos de la vi­
lla espiritual, podemos reconocer la pérdida. Sin una vida discipli­
nada de adoración, no podemos reconocer la opresión o peso que
i mnienza a detener nuestros espíritus para poder ascender hacia la
posición que Dios nos ha dado en los cielos (vea Efesios 1-2).

El modelo de Moisés
Im La Biblia, cuanto más grande la atadura, mayor era el cla­
mor del pueblo de Dios para que interviniera en su favor. Este cla­
mor hizo que Dios escuchara sus lamentos y recordara el pacto que
u nía con sus ancestros. Éxodo 2:25 dice: “Y miró Dios a los hijos de
I-,niel, y los reconoció Dios". Entonces el ángel del Señor apareció a
Moisés y lo comisionó para librar al pueblo de Dios, a fin de que
pudieran ir y adorarlo en la forma que Él les había ordenado que
adoraran.
I.o que fue establecido con Moisés se transformaría en el mo­
jí lo para los últimos tiempos, no solamente para el Israel de hoy
ano también para la adoración. Encontramos un marcado paralelo
i ti el libro de Apocalipsis en lo concerniente a la adoración de los
últimos días. Dan Juster, en su libro Apocalipsis: la clave de la Pas-
, na, escribe lo siguiente:

I I mundo es un paralelo del Egipto de Éxodo. El pueblo de


Dios está representado por los israelitas en Egipto. Tal co­
mo Israel estaba protegido en Gosén, así Dios hará una

55
El guerrero adorador

marca sobre los creyentes y los protegerá de las plagas. A


diferencia de los israelitas, los creyentes estarán protegidos
en varios lugares a través del mundo. Los hijos de Israel
vencieron al ángel de la muerte, porque la sangre del Cor­
dero estaba sobre los dinteles de sus puertas. Los creyentes
de los últimos días vencerán a Satanás por la sangre del
Cordero (Jesús), por la palabra de su testimonio y no
amando sus propias vidas hasta la muerte. El anticristo de
los últimos días es un paralelo de Faraón. Es más, el pue­
blo de Dios de los últimos días tendrá un escape extraordi­
nario, tal como los israelitas en su escape a través del mar.
Esta vez, los creyentes son tomados a través del velo entre
el mundo visible y el que no, hacia el cielo, y regresan con
el Mesías. Tal como los egipcios neciamente persiguieron a
Israel, así las armadas de los anti Mesías tratarán neciamen­
te de perseguir a Israel mediante el envío de sus ejércitos en
la Tierra para oponerse a la nación de los judíos y los ejér­
citos del cielo que regresan con el Mesías. Tal como las tro­
pas de Faraón fueron derrotadas sobrenaturalmente en el
mar, así los ejércitos del anticristo serán derrotadas sobre­
naturalmente en una gran conflagración (ver Apocalipsis
19; Zacarías 14).

Recuerde: la adoración era el verdadero tema. Moisés confron­


taría a Faraón y le diría: “Dejar ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en
el desierto”.
Iba a haber una plaga y una confrontación. Sin embargo, Fa­
raón, un tipo de la figura satánica, endurecerá su corazón y dirá:
“No quiero dejarlos ir”. Otra plaga vendrá. Finalmente, Faraón es­
taba deseoso de permitir que una parte del pueblo se fuera, pero no
todos (vea Éxodo 5). De la misma forma, hay una progresión que
atravesamos para llegar a un lugar establecido de adoración. El
enemigo se aferrará a cualquier cosa que pueda dentro de nosotros
-individual, corporativa o territorialmente- para impedirnos llegar
a ese lugar de adoración que desata las bendiciones del pacto.

56
¡Vayamos para que podamos adorar!

Una nueva forma de adoración


Con la plaga inicial Dios dio un giro en la forma cómo su pue­
blo iba a adorarlo. Esto no es una noción de idiosincrasia; más bien
queda claro que la Pascua, que apunta hacia el sumo Cordero de
Dios, que es Jesús, instituyó una nueva forma de adoración. Si el
pueblo judío iba a ser protegido en medio de esta plaga que en su
momento iba a matar a los primogénitos de Egipto, debían ubicar
sangre en los dinteles de las puertas.

La sangre de Jesús es el elemento


inicial que debemos abrazar si
es que vamos a entrar
en la verdadera adoración

De igual forma, la sangre del Señor Jesucristo es el elemen-


lo inicial que debemos aceptar si es que vamos a entrar en la
verdadera adoración, que incluye sacrificio. Dios guiaba a salir
al pueblo judío para que lo adoraran; sin embargo, la adoración
nunca realmente se grabó en los corazones de esa generación.
Debemos tener determinación para cortar lazos con cada patrón
de iniquidad de nuestras líneas sanguíneas, de modo que poda­
mos ir hacia el lugar total de adoración, servicio y sacrificio de­
lante del Señor.
El Señor entendió que el pueblo judío no estaba adecuada­
mente establecido en la adoración. Por lo tanto, no quería que
saliera por el camino de la tierra de los filisteos “Para que no se
arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto”
(Éxodo 13:17). Dios sabía que tendría que establecer modelos
de adoración en ellos antes de que fuera confrontados con otros
enemigos; de otra manera iban a replegarse a los viejos patrones
y al estilo de vida anterior. Cubriré un poco más este tema en
un capítulo posterior.

57
El guerrero adorador

La magnificación del Señor


La Biblia nos instruye para que magnifiquemos al Señor. El Sal­
mo 34:1-3 dice: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo, su alabanza es­
tará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma, lo oirán
los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exalte­
mos a una su nombre”. ¿Por qué? Porque el programa de publicidad
terrenal del diablo ha empequeñecido a Dios ante nuestros ojos.
¡Tenemos que hacerlo grande! Magnifícalo. ¿Cómo? Una manera
es alabarlo.
Cuando nos alimentamos del Pan de Vida verdadero, comenza­
mos con Él a llenar ese vacío con la forma de Dios. Al suceder es­
to, satisfacemos el deseo natural dentro de nosotros para adorar.
Pablo escribió: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidum­
bre” (1 Corintios 9:27). John Dickson admite que se tiene que de­
cir a sí mismo “deja ese bocado”. Cuando obedece, comienza a
gustar y ver que el Señor es bueno. Isaías 55:1-2 dice:

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tie­


nen dinero venid, comprad y comed. Venid, comprad sin
dinero, y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el di­
nero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no
sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se delei­
tará vuestra alma con grosura.

Dios ha preparado una mesa delante de nosotros en presencia


de nuestros enemigos (vea Salmos 23:5). Su Espíritu dice “Venid”.
Comamos. Meditemos. Ejercitemos lo que obtenemos de parte de
Él. Probemos nuestra salvación. Alabemos. Adoremos.

María: un ejemplo a seguir


El mejor ejemplo bíblico de magnificar al Señor en adoración
y engrandecerlo viene de María, y está registrado en Lucas 1. El
ángel del Señor visita a María y le da favor. Le anuncia que ella se­
rá cubierta con sombra por el Espíritu Santo. Esta sombra que la

58
¡Vayamos para que podamos adorar!

i abriría es una visitación de la gloria de Dios sobre ella, muy pare-


i ida a una nube que iba a rodearla.
El ángel le anuncia a María que será la portadora del Hijo de
Dios. Luego le dice que con Dios nada será imposible. María debe
sobrepasar su entendimiento para aceptar esto. Llega a un acuerdo
imal con la palabra y dice: “He aquí la sierva del Señor; hágase con­
migo conforme a tu palabra”.
El ángel también le anuncia que su parienta Elizabet iba a con-
( i bir un hijo. Este nacimiento sucedería primero Cuando María vi-
mIu a Elizabet, que era mucho mayor, y ve que realmente había
i oncebido un niño, la fe comienza a moverse en el ámbito terrenal.
Ambas, María y Elizabet se llenan de fe.
María entonces comienza a cantar una canción de magnifica-
. ion. Esta canción ha sido conocida a través de los siglos como el
Magníficat. Es un ejemplo majestuoso para nosotros de cómo debe­
ríamos operar en la magnificación del Señor cuando Él pone en
nuestros corazones algo que es demasiado grande para nosotros.
I si a es la canción de María:

Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija


en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su
sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventu­
rada todas las generaciones. Porque me ha hecho gran­
des cosas el Poderoso; Santo es su nombre (Lucas
1:46-49).

La disciplina de la adoración
Parte de nuestra disciplina en el Señor viene cuando lo adora­
mos a pesar de nuestras circunstancias. Hebreos 12:5-6 dice: “Hijo
mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres
n prendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a to­
do el que recibe por hijo”. La palabra “disciplina” utilizada en este
versículo expresa muchos más que simplemente castigo por la de-
.obediencia. En griego es paideuo, que significa entrenar un niño y

59
El guerrero adorador

educarlo tanto como disciplinarlo con castigo apropiado cuando


hay desobediencia. Este pasaje en Hebreos es una cita de Prover­
bios 3:11-12: “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te
fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el
padre al hijo a quien quiere”.
John Dickson dice:

Aquí la palabra hebrea para disciplina, muwcar, significa


advertencia, instrucción; también restricción. El Señor me
estaba entrenando como adorador, educando, advirtiendo,
instruyendo y restringiéndome tanto como castigando, tal
como un padre corregiría a un hijo en quien se deleita. Al­
gunas veces me pregunto: “Dios ¿qué hice mal? Permíteme
saberlo y me arrepentiré”. Pero no siempre se trataba de al­
go que había hecho mal, era una cuestión de lo que el Se­
ñor estaba edificando en mí. Había escuchado decir que
hay gloria sobre la cima de la montaña, pero la fruta crece
en el valle. Nuestra alabanza no puede estar limitada a ex­
periencias en la cima de la montaña. Debe ser examinada
en el valle.
No necesitas estar en el ministerio de tiempo completo
para vivir un estilo de vida de adoración. Simplemente
tienes que orientar esa tendencia natural a adorar hacia la
dirección correcta: Dios. Él desea ser parte de nuestras vi­
das diarias, no simplemente de nuestras mañanas de do­
mingo.
¿Solamente podemos adorar en un edificio con el clima
controlado, en un asiento suave, dirigido por músicos talen­
tosos y cantando canciones bien escritas? Al comienzo de
nuestra vida cristiana, mi esposa, Violeta, y yo estábamos en
una iglesia estancada, pero todos los viernes por la noche
una iglesia Episcopal carismàtica en Dallas, la Iglesia de la
Resurrección, tenía un servicio especial de alabanza. Pará­
bamos por allí y refrescábamos nuestras almas. Un viernes
por la noche habíamos hecho un viaje de 30 kilómetros.

60
¡Vayamos para que podamos adorar!

Violeta llevaba a nuestro hijo menor, Michael, a la clase de ni­


ños, y yo buscaba una buena ubicación para sentarme. El tem­
plo tenía muchos vidrios y el Sol de la tarde brillaba a través
de ellos, justo donde yo había elegido el asiento. Era bastante
molesto, pero el asiento era bueno, y sabía que pronto el Sol
iba a bajar y comenzaría la música y me perdería en la alaban­
za. Justo en ese momento, el Señor me habló al corazón:
- “Alábame”.
- “Sí, Señor, tan pronto como baje el Sol y comience la mú­
sica, voy a perderme en alabanza a ti”.
- “Alábame ahora” -fue la respuesta.
- “¿Ahora, sin nada de música, y con el Sol brillando sobre
mis ojos?”
- “Sí, ahora”.
Me paré, levante las manos y, antes de que el equipo de ado­
ración tuviera la oportunidad de dirigirme, abrí mi corazón
y ofrecí a Dios sacrificio de alabanza. Lo alabé y adoré. El
amor del Padre fluyó sobre mí, fue el mejor momento de
adoración que tuve jamás en aquella iglesia. Ya no dependía
más de un líder de adoración para que me dirigiera.

Determinación para alabarlo


John Dickson tiene muchas historias y ocurrencias grandiosas;
a |UÍ Itay otra:
Durante varios años fui propietario y trabajé en una
librería cristiana. Esta fue una experiencia maravi­
llosa, pero hubo un tiempo cuando el negocio atra­
vesó una profunda crisis financiera. Pensé que iba a
fundirse. Fue un tiempo de mucho estrés, tensión y
ansiedad. Un sentimiento de temor me quemaba en
el estómago, pero el Señor me instruyó que fuera al
negocio dos horas antes de abrirlo cada día, y cami­
nara alrededor de su interior, y que levantara mis

61
El guerrero adorador

manos y lo alabara. Mi corazón se derretía como ce­


ra en mi interior, sentía mis manos como peso de
plomo, mi boca parecía polvo de arena. El temor y el
pánico eran mis pensamientos, no la alabanza. Pero
sabía lo que necesitaba hacer. Job había testificado:
“Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).
Comencé a caminar alrededor, alabando con todos
mis pulmones. Como David, dije: “Bendice alm a mía
a Jehová; y bendiga todo mi ser su santo nom bre” (Sal­
mos 103:1). Algunas veces simplemente tenemos
que decirle a nuestra alma qué tiene que hacer.
Nuestra alma no siempre siente alabarlo. Mientras lo
alababa como un acto de mi voluntad, mi espíritu
comenzó a despertarse dentro de mí. A medida que
mi alma comenzó a alinearse con mis proclamacio­
nes, un fluir de unción comenzó a desatarse. La nu­
be de opresión se levantó, y la presencia de Dios
entraba en mi negocio. Con el tiempo la situación se
dio vuelta, y supe que no era por mis sutiles nego­
cios perspicaces. Soy un líder de adoración. Rara vez
logro balancear mi chequera. Podría escribir tres
canciones en el tiempo que me lleva luchar contro­
lando mi resumen de cuenta bancario. Fue el Señor.
Él cambió las circunstancias que me rodeaban por­
que lo alabé en eflugar difícil.

Fue el Señor. Él cambió las


circunstancias que me
rodeaban porque lo alabé
en el lugar difícil

62
¡Vayamos para que podamos adorar!

Así que, lo que hago como líder de adoración no fue aprendi­


do en la plataforma, sino en la vida diaria. Allí es donde nuestra
adoración debería ser la más fuerte y vibrante. No es nuestro entre­
namiento musical el que nos califica como adoradores, sino nues-
i ros corazones entregados a Dios. Y Matt Reman escribe:

El corazón de Dios ama a un adorador perseverante


que, aunque esté colmado de problemas, está mucho
más colmado por la belleza de Dios.

Cuando Pablo y Silas fueron golpeados y arrojados en la cárcel,


los encontraron alabando (vea Hechos 16:25). Jonás alabó desde el
vientre del gran pez (ver Jonás 2). Cuando los azotaron, Pedro y los
apóstoles se regocijaron de que habían sido considerados merece­
dores de sufrir vergüenza por el nombre de Jesús (ver Hechos 5:40-
II). Pedro escribió más adelante:

En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco


de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en di­
versas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe,
mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero
se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y
honra cuando sea manifestado Jesucristo (1 Pedro 1:6-7).

Cuando las cosas son maravillosas, lo alabamos. Cuando son


horribles, lo alabamos. Estemos felices o tristes, aterrorizados o
aburridos, nos hemos decidido a ofrecer a Dios nuestro sacrificio
dr alabanza. Todo en nosotros debería dar alabanza al Señor.

Una forma de alabarlo todo el día


Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las

63
El guerrero adorador

virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz


admirable (1 Pedro 2:9).

Pablo nos exhorta a ¡regocijarnos en el Señor siempre! (ver Fi-


lipenses 4:4). El rey David dijo: “Su alabanza estará de continuo en I
mi boca” (Salmos 34:1, énfasis agregado). Asaf declaró: “De ti será
siempre mi alabanza” (énfasis agregado). Salmos 119:164 dice: “Sie­
te veces al día te alabo a causa de tus justos ju icios”.
Si consideramos al último salmista literalmente, significaría
que debemos alabar a Dios con pocas horas de diferencia. Podría­
mos establecer la alarma de nuestro reloj pulsera para que nos aler­
te: 9 de la mañana, riiiiiiing... “Señor no te he alabado desde que ,
me levanté esta mañana. Déjame decirte cuánto representas para
mí. Te amo, Señor”. 11 de la mañana, riiiiiing... “Señor, llego tarde
a mi reunión. Tú eres mi fuerza y mi salvación. Sé que puedes ayu­
darme. Te alabo con todo mi corazón”. “Tú eres mi ayuda siempre
presente en tiempos de necesidad”. Si hiciéramos esto nuestro día
tomaría una perspectiva diferente. Podría aún encontrarnos ala­
bándole en medio de las dificultades. Riiiiiiiing... 5 de la tarde: “Se­
ñor, ¡me olvide el aniversario! Señor, gracias por tu enorme gracia.
Derrama tu gracia en mi esposa en este preciso momento, Señor,
antes de que llegue a casa. Tú eres un buen Dios” Riiiiing... 11 de
la noche: “Señor, muchas gracias por ayudarme durante todo este
día. Te amo y... zzzzzzzzzz”.

Comienza la procesión
Algunas personas solamente quieren adorar, y otras solamente
ser guerreros. Ambas: alabanza y guerra son necesarias. La guerra
debería surgir de la adoración.
En el Cantar de los Cantares de Salomón encontramos un
principio clave. Este libro del Antiguo Testamento presenta un
apasionado intercambio entre un hombre y una mujer con el
amor como tema central. El Cantar celebra el potencial del amor

64
¡Vayamos para que podamos adorar!

uando es expresado en el pacto del matrimonio. Esto reñeja la re­


lación entre Dios y el hombre.
1:1 Cantar de los Cantares de Salomón dice:

¿Quién es esta que sube del desierto como columna de


humo, sahum ada de mirra y de incienso y de todo p ol­
vo aromático? He aquí es la litera de Salomón; sesen­
ta valientes la rodean, de los fuertes de Israel. Todos
ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno
su espada sobre su muslo, por los temores de la noche.
El rey Salomón se hizo una carroza de m adera del L í­
bano (3:6-9).

I a litera, o cama matrimonial real, cuando sale del desierto ha-


- ia Sión es una descripción de la marcha del Arca del Pacto. Esta es
la misma jornada que cada uno de nosotros deberíamos hacer en
uloración. ¿Quién es esta que sube del desierto? Es una buena pre-
nula para que cada uno nos hagamos. Podríamos decirlo así: ¿Va-
mu1. a continuar siguiendo la columna de fuego y la nube, o vamos
i mirar en la tierra prometida?
liste concepto relaciona la adoración con los guerreros. Im­
ple a que los que adoran y acarrean el Arca tendrán espadas y
i an expertos en la guerra. Por lo tanto, cuando adoramos, la
lai rucia de Dios nos rodea. Su presencia también nos equipa
p na la guerra.

65
El guerrero adorador

Notas
1. David Morris, A Lyfestyle o f Worship (Ventura, CA. ; Renew, 1998) n.p.
2. Chuck D. Pierce y Rebecca Wagner Sytsema, The best is yet ahead (Co- I
lorado Springs, CO: Wagner Publications, 2001), pp. 27-28.
3. Dutch Sheets, God's Timing fo r Your Life (Ventura, CA: Regal Books,
2001), pp. 17-18.
4. Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary, 1 0 ^ ed., s.v. “buscar”.
5. Ibid., s.v. “transformar”.
6. Dan Juster, Revelation: The Passover Key (Shippensburg, PA: destiny I
Image Publishers, 1991), p. 19.
7. Matt Redman, The Unquenchable Worshipper, (Ventura, CA. :Regal
Books, 2001). n.p.

66
CAPÍTULO 4

Jesús
a scend

Levántate hacia tu trono, León de Judá,


haz conocer tu gloria a través de toda la Tierra,
a medida que ascienden tus alabanzas.
Que tu reino sin fin
sea establecido en toda la Tierra.
CHUCK D. P1ERCE, DEJA RUGIR AL LEÓN DE JUDÁ

T esús fue el máximo adorador. Su ejemplo de búsqueda del Pa-


I dre debe ser el que siga cada uno de nosotros.
M En una boda, cambió el agua en vino. Esto inició el mover de
T gloria de Dios sobre la Tierra de una forma que la humanidad
jamás había conocido. Su gloria se manifestó en todos los lugares
donde iba. Sanó gente. Quebró el poder de la muerte al volver a
la vida a algunos. Les enseñó una nueva forma y método de ado-
i ación. Reunió discípulos y les enseñó cómo buscar al Padre. Eva­
dió al enemigo, de esa manera se mantuvo en el horario perfecto

67
El guerrero adorador

establecido por el Padre. Enfrentó a sus enemigos con confianza, '


revelación y quietud. Resucitó a uno de sus más queridos amigos y
le sacó las ropas de la muerte. Esto intensificó la animosidad a lo
largo de su camino. Sin embargo, Lucas 9:51 dice: “Cuando se cum­
plió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro
para ir a Jem salén".
Cuando Jesús entró enjerusalén, demostró gran emoción, llo­
ró sobre la ciudad, pues sabía que sería rechazado por su pueblo.
Su seguimiento y adoración del Padre lo llevó a la cruz. La burla a
la adoración que sucedió al pie de la cruz no le impidió de perma­
necer colgado en obediencia delante del Padre. En este punto, en­
tregó su Espíritu y se rindió completamente de vuelta al Padre. De
la cruz, fue llevado a la tumba. Sin embargo, porque fue obediente
y completamente sumiso, la tumba no pudo retenerlo. El Padre
Dios lo llenó de poder para vencer la muerte, descender al infierno
y luego ascender para estar sentado al lado del Padre en el salón del
trono. ¡Qué ejemplo de adorar y continuar avanzando!

Jesús y la ascensión
Por el propósito de este libro, escribo sobre dos ascensiones de
Jesús. La primera ascensión es lo que hizo a través de la oración y
la comunión íntima con el Padre. Esta es una experiencia que no- j
sotros como humanos también podemos tener. Toda oración bíbli­
ca y comunión es un tipo de ascensión al salón del trono y la
presencia de Dios.
Por supuesto, Jesús es el ejemplo por excelencia de comunión,
compañerismo y oración. La oración del Señor es un patrón que
dio para que los discípulos siguieran, a fin de enseñarles a tener
igual intimidad y compañerismo con el Padre.
La segunda ascensión es la histórica a los cielos, la que está re­
gistrada en Hechos 1. Allí vemos que Jesús es recibido dentro de
una nube y regresa al Padre. El Nuevo Testamento declara que Je ­
sús ascendió y se sentó a la diestra del Padre (vea Hebreos 1:1-3).

68
Jesús ascendió

Desde los cielos actualmente reina, y desde los cielos volverá nue­
vamente a juzgar a vivos y muertos.
Es sobre la base de esta segunda ascensión que Efesios 4:7-12
nos muestra:

Pero a cada uno de nosotros fu e dada la gracia conforme


a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subien­
do a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los
hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también
había descendido primero a las partes más bajas de la
tierra? El que descendió, es el mismo que también subió
por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, pa­
ra la edificación del cuei'po de Cristo.

Una maravillosa oración hecha por Pablo está registrada en


I fesios 1:15. El apóstol declara que el Dios de nuestro Señor Jesu­
cristo, el Padre de gloria, nos daría el espíritu de sabiduría y reve­
lación, el conocimiento de Él. Luego oró que los ojos de nuestro
entendimiento fueran alumbrados, para que pudiéramos conocer la
esperanza de su llamamiento para nuestras vidas. Continuó dicien­
do que Jesús ha puesto todas las cosas bajo sus pies y que le ha si­
do dado ser cabeza de la Iglesia sobre todas las cosas. Luego dice a
la iglesia de Éfeso que, aunque habían caminado en oscuridad y de-
.obediencia, alineados con el príncipe del poder del aire, Dios a tra­
vés de su rica misericordia y gracia, ha extendido y puesto a
disposición su amor, para que podamos revivir con Cristo. ¡Oh,
qué maravillosa gracia! El vivificarnos hace que seamos levantados
pinto a Cristo y estemos sentados con Él en los lugares celestiales.
I slamas unidos a Él en su resurrección, ascensión y gobierno. Es-
la unión nos permite participar de las obras presentes en el poder
de su reino.

69
El guerrero adorador

Porque Jesús ha preparado


el camino para nosotros,
nos ha dado el derecho a ascender

Porque Jesús ha preparado el camino para nosotros, nos ha


dado el derecho a ascender y aún nos da un más amplio acceso al
salón del trono del Padre que el que tenían los creyentes del An­
tiguo Testamento. Cuando Él ascendió, otorgó dones a la huma­
nidad. La mayoría de nosotros conoce estos dones como el
ministerio de los dones en cinco aspectos. Yo los llamo dones de
la ascensión que gobiernan la Tierra. Jesús los desató hacia abajo
a los individuos sobre la Tierra, de modo que pudieran mantener
los estratos. Sin ascender nosotros nunca podemos llegar a la uni­
dad de estos dones o ejercitar la fe que vence las obras del mal del
enemigo en la Tierra.

Operación de los dones hoy


Jesús dio los dones mientras ascendía, con la directiva de que
madurarían a través de los siglos hasta que llegáramos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios. Sin estos dones en
operación, nunca podremos alcanzar esta meta. A través de las ge­
neraciones estos dones no fueron maduros y la Iglesia no adoró en
su totalidad. Como resultado, el Cuerpo de Cristo fue sacudido con
todo viento de doctrina y engaño de hombre.
Hábiles astucias de engañosos argumentos en ciertas generacio­
nes intentaron derribar el poder de Dios para obrar sobre la Tierra
a través de la Iglesia. Cuando no adoramos ni intercedemos, y tam­
poco permitimos que estos dones lleguen al siguiente nivel de ma­
durez en cada generación, la influencia de Dios sobre la Iglesia en
el mundo es menor de la que debería ser. Por lo tanto, para que

70
Jesús ascendió

ocurra la total restauración en el ámbito terrenal y que se manten­


ga, estos dones deben estar en operación.
El deseo de Jesús era que los dones maduraran de generación
en generación hasta que Él regresara para buscar a su esposa. La
única manera en que podemos llegar a estar sin mancha ni arruga
es a través de este proceso de maduración.
¡Este es un tiempo de adoración! Un tiempo para que los inter­
cesores asciendan, adoren y vengan osadamente al salón del trono
del Padre. ¡Debemos clamar para que se detengan las astucias so­
bre la Tierra!
Este es un tiempo para pedir a nuestro Padre que sus dones se
manifiesten ¡en todas las naciones sobre la Tierra! Un tiempo para
que los profetas se apropien de la revelación que está siendo pedi­
da y declarada de modo que los dones lleguen a una completa ope-
i ación. Este es un tiempo para los que operan en estos dones, para
que adoren de una manera nueva, para lograr las estrategias de
Dios y para moverse en su autoridad.

El efecto de la ascensión de
Jesús sobre la Tierra
Pensemos acerca de esto por un momento. Mientras la gente
miraba, ¡Jesús ascendía! Él había prometido su ascensión durante
•I dcmpo en que entrenó a sus discípulos, antes de su crucifixión.
\hora sus seguidores estaban viéndole cumplir esa promesa.
Es difícil para nosotros apropiarnos del concepto de la ascen-
•ion. Sin embargo, si seguimos un poco más, encontramos que la
ascensión de Jesús también proveyó promesas y esperanza para
nosotros en el futuro; Jesús instruyó a los discípulos sobre el con­
cepto.
Comenzó por enseñares -tal como lo registra Juan 3 - sobre el
nuevo nacimiento, que es una forma de ascensión. Luego les mos-
n o que por medio del arrepentimiento un nuevo orden de vida se
abre para el creyente. Este nuevo orden viene con una abundancia

71
El guerrero adorador

de bendiciones y una relación personal con Dios. El nuevo creyen­


te comenzará a ver el reino de Dios a su alrededor y dentro de él o
ella nace la fe. El nuevo creyente en realidad entra en un nuevo ám­
bito. Así es como experimentamos las promesas de Dios, que se
transforman en realidad en nuestras vidas, incluyendo el acceso al
salón del trono. Este, sin embargo, no es un concepto fácil de en­
tender. Es probablemente más fácil ascender y entrar en una nueva
dimensión de vida espiritual, que entenderlo. Escribo más sobre
entrar al salón del trono en los capítulos siguientes.

La relación entre salvación


y ascensión
jesús le dijo a Nicodemo -que era gobernante y fariseo- sobre
la experiencia del nuevo nacimiento que debe venir “de arriba”(vea
Juan 3). Eso es lo que significa “de nuevo” y “nacer de nuevo”. En
otras palabras, algo espiritual tendrá que suceder para que sus ojos
sean abiertos, y esto tendrá que suceder por el Espíritu.
El Señor le preguntó a Nicodemo cómo podía enseñar a Israel
si él no experimentaba lo que enseñaba. Entonces Jesús hace una
interesante declaración: “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis,
¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el
que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Juan
3:12-13). Esto significa que nuestra experiencia de salvación co­
mienza con un entendimiento de la ascensión, nacer “de arriba”.
Jesús continuó diciendo: “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
El concepto de la ascensión nos abre la eternidad. Jesús podría
haber dicho algo así:

Si ustedes me aman, me siguen y “nacen de arriba”, experi­


mentarán el amor que les tengo. Los he elegido para amar­
los. Tengo una inconquistable e imbatible benevolencia que

72
Jesús ascendió

quiero extenderles. Nunca tendré pensamientos hacia uste­


des excepto de muchísimo bien. Estoy motivado para darles
amor. Puedo redimirlos del mundo, y de aquel que contro­
la el mundo ¡Adórenme! ¡Asciendan! Y experimenten este
amor que les he ofrecido en forma de sacrificio.

Promesas relacionadas con


la ascensión
I lay muchas promesas y beneficios relacionados con la ascen-
..... Por ejemplo, Jesús le dijo a sus discípulos:

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed tam­


bién en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay;
sí así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a pre­
parar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que
donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde
voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos
a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? J e ­
sús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; na­
die viene al Padre, sino por mí (Juan 14:1-6).

•i nadie puede venir al Padre si no es por Jesús, yjesús está en-


’ n nulo en estas increíblemente consoladoras Escrituras el princi-
i" di la ascensión, entonces, es probablemente sabio aprenderlo.

I .las están entre las palabras más consoladoras de to­


da la Escritura, de los propios labios de Jesús recibi­
m o s la promesa de su regreso. El habló estas palabras
durante su más íntimo tiempo con sus discípulos, y re­
liamos su eco como una preciosa promesa a la espo-
i de Cristo. En este texto Jesús nos habla de paz, un
ln ai y una promesa. Comienza con una exhortación
El guerrero adorador

consoladora para que no estemos atribulados: “tengan


paz”. Nuestra paz está basada en la fe que tenemos en
Dios y Cristo. Sabemos que Él es confiable y que nos
da un fundamento de paz sobre el que edificar nues­
tras vidas.
Segundo, Jesús habló de un lugar. Ha prometido pre­
parar para nosotros un lugar donde tendremos eterno
compañerismo con Él. Finalmente, tenemos su pro­
mesa personal que regresará para buscarnos. ¡Piénse­
lo! Su firma personal está sobre nuestra salvación; tal
como lo hemos recibido, Él viene a recibirnos. Espe­
ramos ese día con expectativa, nos preparamos: “Y to­
do aquel que tiene esta esperanza en él (...) se purifica a
sí mismo” (1 Juan 3:3).

Principios de ascensión
Aquí tenemos algunas promesas bíblicas que vienen con la as­
censión. Cuando ascendemos en adoración, podemos esperar ex­
perimentar estas cosas.

1. Tenemos la seguridad de que se nos ha preparado un lugar


celestial (vea Juan 14:1-2).
2. Hay poder en la conexión sobrenatural, y tenemos acceso
al Padre y todo su amor (ver Juan 14:5-7).
3. Recibiremos revelación de quién es nuestro Padre (vea Juan
14:21).
4. Jesús ascendió para que el Ayudador (el Espíritu Santo) pu­
diera venir a la Tierra a favor de nosotros. Por lo tanto, si
adoramos y ascendemos se nos promete que el Espíritu
Santo llenará nuestras vidas. Traerá convicción cuando pe­
camos, abrirá el camino para que experimentemos nuestra
justicia a través de la fe y condenará al diablo por nosotros
(ver Juan 16:7-9).

74
Jesús ascendió

5. Él nos consolará en nuestros sufrimientos (ver Hechos


7:54-60).
6. Porque Él ascendió, puede revelar el llamado celestial (He­
chos 9:1-18).
7. Podemos ver las nuevas puertas que se abren para ministrar
sobre la Tierra (ver 2 Corintios 2:12-14).
8. Pueden desatarse sobre nosotros y estar alineados con los
dones que nos permitirán demostrar el poder de Dios, su
autoridad y gobierno en el ámbito terrenal (ver Efesios 4:7-
12).
9. Podemos demostrar el poder que cambia vidas del Evange­
lio (ver Colosenses 3:1-4).
10. Podemos experimentar al Señor a nuestro lado, que nos
fortalece para cumplir su voluntad sobre la Tierra. Podemos
experimentar el poder de su ascensión y liberación de toda
obra mala (ver 2 Timoteo 4:16-18).
I 1. Desde su ascensión demostró que la gloria, no la muerte, es
la palabra final que obra en nuestras vidas (ver Hebreos
2:9).
12. De la ascensión siempre podemos tener una victoria final
(ver Apocalipsis 1:1).

Siga a Jesús en la ascensión


Jesús nos llamó y dijo: “Síganme” (ver Juan 1: 43). Amo los pa­
lies en Juan 1 que registran cómo Él seleccionó a sus discípulos.
I lamo a Andrés y a Pedro. Luego encontró a Felipe. Luego, la Pa­
labra de Dios dice que Felipe encontró a Natanael. Felipe comenzó
a iraer a Natanael a Jesús. Juan 1:47-49 nos relata la historia:

Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él:


He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le
dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le
dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de

75
El guerrero adorador

la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres


el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Me encanta cómo la adoración y la ascensión obran juntas.


Una vez que vamos hacia el salón del trono y obtenemos revela­
ción de parte del Padre, descendemos -nuevamente, este es un
movimiento espiritual no físico- y comenzamos a disfrutarlo aquí
sobre la Tierra.

Jesús nos I¡ama y nos dice:


“Síganme”

Aprecio la actitud escéptica de Natanael. He descubierto en las


tres décadas de caminar con el Señor que permanentemente hago
preguntas y tengo dudas. Amo buscar a Dios y luego decirle a otros
lo que Él me ha mostrado. Pero mucha gente, por causa de que no
han ido al salón del trono a través de la adoración por sí mismos,
tienen dificultades para comprender la revelación. De esa manera
es cómo respondió Natanael a Felipe. Pero entonces, cuando Nata­
nael vino hacia Jesús junto con Felipe, Jesús le cambió completa­
mente su perspectiva. Jesús desató sobrenaturalmente
entendimiento en el carácter de Natanael. Natanael sabía que había
sido confrontado con el Hijo de Dios.
Jesús tenía las palabras correctas: “Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (v. 48). Porque Jesús se
sienta a la diestra del Padre, tiene una vista asombrosa. Sabe todo
sobre nosotros. Cuando ascendemos a nuestra posición en los cie­
los, Él comienza a revelar información y entendimiento. Nos mues­
tra por qué fuimos creados y lo que Dios desea que hagamos. Una
vez que Natanael reconoció que Jesús tenia una perspectiva celes­
tial, Jesús pudo revelarle los principios sobre la fe, ascensión, reve­
lación y perspectiva celestial.

76
Jesús ascendió

Se abre un portal celestial


Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de
la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le di­
jo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el
cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descien­
den sobre el Hijo del Hombre (Juan 1:50-51).

Una vez que reconocemos quién es Jesús, los cielos se abren


para nosotros. Esto es lo que Jesús le dijo a Natanael: “Ahora que
me has reconocido, tienes acceso a la revelación que nunca antes
lias tenido”.
Una experiencia similar sucedió en la vida de Jacob. Génesis
.15-28 nos relata la historia. Isaac dio una poderosa bendición so­
bre Jacob que iba a trascender a través de las generaciones. Sin em­
bargo, esta bendición pasó por alto el orden terrenal normal del
primogénito.
La esposa de Isaac, Rebeca, había visto la debilidad de carácter
de su hijo primogénito, Esaú, y por lo tanto puso en su lugar a su
lavorito Jacob, para que recibiera la bendición. Intentó convencer,
teacomodar y manipular los eventos.
En su plan, la bendición pasaría a través de Jacob a las genera­
ciones venideras. ¿Cómo sucedería esto? ¿Cómo se conecta la ben­
dición de Dios y se pasa de generación a generación? La respuesta
está relacionada al principio de ascenso y descenso en la adoración.

Nuestros errores no detienen


¡a formación de la cadena que está ligada
al propósito divino de Dios

Para que Jacob experimentara la totalidad de esta bendición,


luc enviado lejos a encontrar una esposa que estuviera alineada con

77
El guerrero adorador

el linaje de la promesa. Mientras tanto, a través del matrimonio,


Esaú se encadenó a sí mismo con la descendencia de Ismael. Este
es un cuadro de nosotros que entra en las promesas de Dios. Tam­
bién es un cuadro de la verdadera adoración. Tal como notamos an­
teriormente sobre Caín, Esaú también eligió su propia manera. Sin
embargo, Jacob salió a la búsqueda del destino prometido. Jacob y
Rebeca tenían sus problemas, pero a través de la adoración, se pro­
dujo la redención de este desastre total.
A pesar de nuestras intrigas y connivencias, un Señor sobe­
rano aún obra para realizar sus planes. Nuestros errores no de­
tienen la formación de la cadena que está ligada con el
propósito divino de Dios. Aún con todas nuestras formas carna­
les, Dios puede forjarnos para ser acarreadores de sus promesas.
Puede ubicarnos en el lugar correcto, en el tiempo correcto y
llevarnos hacia su presencia. Porque el Señor ve los eventos des­
de una perspectiva celestial y gobierna desde una posición de
ascensión, El sabe cómo poner todo en su orden apropiado pa­
ra que sus propósitos sobre la Tierra puedan ser cumplidos. Él
reorganiza completamente lo mejor que está dentro de cada uno
de nosotros y nos guía de modo que lo mejor pueda manifestar­
se. Esto es lo que le sucedió a Jacob.

La transformación de lugares
Jacob, cuando huye de Piarán, percibió la presencia del Señor
en un sueño: “Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Je-
hovd está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán
terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del
cielo” (Génesis 28:16-17). Antes del sueño, el lugar había sido so­
lamente un paraje para detenerse cuando se ponía el Sol (ver el
versículo 11), pero cuando se despertó se había transformado en
tierra santa.
La presencia de Dios había penetrado en un lugar ordinario,
profano, en una forma que había despertado una aguda conciencia
de parte de un ser humano. Lo sagrado -san to - y profano están
unidos en una experiencia de adoración.

78
Jesús ascendió

La conciencia de la presencia santa trae a la luz una respuesta de


los que la perciben. La respuesta es la adoración y puede tomar mu­
llías formas. La respuesta puede ser privada e intensamente perso­
nal, en la forma de oraciones, confesiones, silencio y experiencias
de meditación. Jesús dejó a los discípulos detrás en un lugar llama­
do Getsemaní y se fue a una cierta distancia de ellos para caer sobre
la tierra y orar solo al Padre (ver Marcos 14:32-35). De acuerdo con
Mateo 26:39, se “postró sobre su rostro y oraba”. De acuerdo a Lucas
22:41, “puesto de rodillas oraba”. Cada una de estas es una postura
Iisica considerada apropiada para adorar en oración.
La respuesta de Jacob hacia la presencia santa de Dios fue tomar
la piedra que había utilizado de almohada y establecerla como un pi­
lar: declaró que era casa de Dios. Aparentemente, tenía la intención
i le que un templo o santuario se edificara allí. Este sería un lugar don­
de la comunicación podía suceder entre el ámbito divino o celestial,
y el ámbito humano o terrenal. Los mensajeros de Dios continuamen­
te subirían y bajarían llevando las peticiones de los adoradores y las
respuestas de Dios. Así, Jacob propuso que su experiencia personal de
la presencia de Dios quedara a disposición de otros.

Un eslabón entre la adoración personal y


la corporativa
La adoración en La Biblia oscila entre las experiencias corpo-
i al ivas y personales. La adoración personal puede suceder en cir­
cunstancias muy privadas, o puede estar relacionada a la
adoración pública. Esto es ilustrado en el libro de Salmos por la
oscilación entre los oradores expresada en forma plural y singu­
lar (ver Salmo 44).
La adoración personal y la corporativa son mutuamente inte-
i activas. La adoración corporativa se potencia por la experiencia
personal, pero la experiencia personal necesita afirmación e inter­
pretación en un sitio corporativo. Por ello, a los cristianos primiti­
vos se les aconsejaba no dejar de congregarse en adoración “como
iilí’imos tienen por costumbre” (Hebreos 10:25), para que pudieran
darse aliento unos a otros en la fe y en la vida espiritual.

79
El guerrero adorador
T
Un tiempo y un lugar para la adoración
La adoración en La Biblia aparece de formas variadas. El tieni
po y el lugar están entre los factores más importantes. La adora
ción, especialmente del tipo corporativo, normalmente sucede de
acuerdo a algún tipo de agenda o calendario. Hay tiempos y esta
dones de adoración, aunque en La Biblia Dios está presente con el
pueblo de Dios en todo tiempo.
Una conciencia más clara de la presencia divina puede resul
tar de los ejercicios intensivos de adoración durante tiempos y
lugares especiales. Estas ocasiones y lugares también son los
contextos para la educación religiosa y el desarrollo y disfrute
del compañerismo entre los adoradores. Por lo tanto, en el an
tiguo Israel había una orden divina de que “tres veces en el año
se presentará todo varón delante de Jehová el Señor... [y] tres veces
en el año me celebraréis fie s t a ” (Éxodo 23:14, 17). Los Salmos,
con expresiones de lamento, confesión, agradecimiento, alaban­
za, enseñanza y celebración, muestran la amplitud de la adora­
ción del Antiguo Testamento.
Los seguidores de Jesús, que después llegaron a ser conocidos
como cristianos, recibieron una rica herencia de adoración del ju ­
daismo, pero las nuevas dinámicas de su experiencia con Cristo
trajeron consigo cambios más grandes. Los festivales de Pascua y
Pentecostés fueron conservados, pero en diferentes formas.
La Cena del Señor, la crucifixión y la resurrección de Jesús es­
tán todas íntimamente relacionadas a la celebración de la Pascua
(ver Mateo 26:17, 26-28; 1 Corintios 11:23-26). La celebración
cristiana de la Pascua es una forma de la Pascua judía. De acuerdo
con Hechos 2:1-42, Pentecostés fue la ocasión en que los discípu­
los fueron llenos y facultados por el Espíritu Santo, interpretado
como la llenura mencionada en Joel 2:28-32. Las referencias en el
Nuevo Testamento (ver Hechos 20:16; 1 Corintios 16:8) indican
que los cristianos primitivos transformaron Pentecostés en una ce­
remonia cristiana. Muchas iglesias han continuado observándolo el
séptimo domingo posterior a la Pascua.

80
Jesús ascendió

I I I estival de los Tabernáculos o Tiendas no ha continuado en


■ ululación cristiana, excepto en las formas relacionadas de ritos
■l> Iei de acción de gracias y festivales de las cosechas. El día de
\|nación es utilizado teológicamente para interpretar el sacrifi-
1.. . le ( risto en Hebreos 8 -9 , pero no parece ser una parte regular
l.i adoración cristiana, excepto en la forma de períodos peniten-
i il< •. lales como cuaresma. Para los cristianos, la totalidad del
.....iplcjo de actividades en el Templo, sacerdocio, sacrificio, sab-
b.tili \ rituales para la limpieza de los pecados, o bien se transfor-
.....mi en obsoletas o fueron reinterpretadas. Por ejemplo, la Iglesia
ii i misma se transforma en el templo (ver 1 Corintios 6:19; Efe-
1.. '. 2:21-22; 1 Pedro 2:9).
I ste estudio indica que la adoración en el contexto del Antiguo
I. >,lamento fue multifacética y compleja. El Nuevo Testamento y
i ,m parte de la expresión cristiana contemporánea se ha alejado de
11 i igida adhesión a calendarios y lugares, pero la experiencia de la
nlmación corporativa es aún importante.

1 1 Señor en este lugar


I a conciencia de la presencia divina, de cualquier manera que
. a simbolizada y comprendida, es absolutamente esencial en la
n|i nación. Como Jacob, cada verdadero adorador se transforma en
ilriiicn consciente de que “¡El Señor está en este lugar!” Tal como
i ii el caso de Jacob, el sentido de la presencia puede ocurrir en la
i qx riencia personal y privada.

El corazón de ¡a adoración cristiana


es el poder de la presencia de Cristo en una
comunidad de discípulos reunidos

Sin embargo, el patrón básico se encuentra en la promesa de


|i m i s , de acuerdo a Mateo 18:20: “Porque donde están dos o tres

81
El guerrero adorador

congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. El cora­


zón de la adoración cristiana es el poder de la presencia de Cristo
en una comunidad de discípulos reunidos (ver Juan 14:12-14; He­
chos 2:43-47; 4:9-12, 32-37; 1 Corintios 5:3-4; Apocalipsis 2:1).
De acuerdo con el Nuevo Testamento, la presencia de Cristo se
manifiesta especialmente al partir el pan en la Cena del Señor (ver
Lucas 24:28-32, 35). Sin embargo, la presencia de Dios no se limi­
ta a la Cena y puede ocurrir en cualquier lugar y momento en que
dos o tres estén reunidos en el nombre de Jesucristo.

Notas
1 Dinámicas del Reino, Spirit Life Bible (Nashville, TN: Thomas Nelson
Publishers, 1991), p. 1602.

82
CAPÍTULO 5

, ,71
de gloria
uchos de ustedes que leen este libro están exhaustos de

M todas las luchas, discusiones y pruebas que han estado


relacionadas a la promesa que han estado persiguiendo.
1 1'('ténganse y descansen! Eso fue lo que hizo Jacob: “Y soñó; y he

iuiiil una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba


i n el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella”
((.emesis 28:12). Esta era realmente una visitación de parte de
I 'ios.
En esta visitación Dios reveló a Jacob que Él es el Señor del pa­
ulo, del presente y del futuro. Esto llevó a Jacob a una relación
con el Señor. Hizo que tuviera fe para poder retener la promesa y
bendición que había sido pronunciada sobre él. Esto también le dio
i onfianza de que podría tener una relación con el Dios santo, tal
i orno su padre y su abuelo, Isaac y Abraham.
Desde esta experiencia, Jacob comenzó a adorar a Dios perso­
nalmente de las siguientes maneras:

83
El guerrero adorador

1. Reconoció que el Señor había estado en ese lugar con él,


aunque antes de ese momento no lo había visto.
2. Constituyó un memorial en el lugar, estableció una piedra
y derramó aceite sobre ella.
3. Le cambió el nombre al lugar, lo llamó Betbel, Casa de
Dios.
4. Reconoció a Dios como proveedor.
5. Sintió el deseo de dar una porción de lo que tenía para el
Señor.
6. El temor de Dios comenzó a ser parte de su vida.
7. Declaró que “una puerta del cielo” se había abierto para
siempre en aquel lugar. Esto iba a vincular su propósito so­
bre la Tierra con la eternidad.

En ¡Adore a Dios!, Ernest Gentile escribe:

La repentina aparición de las escaleras celestiales le


deben haber parecido a Jacob una invitación dé parte
de Dios para ascender hacia su presencia. El Dios tras­
cendente creó un camino directo para reunirse con es­
te hombre común. Con la escalera, Dios inició la
adoración. Hizo un camino para que los hombres vi­
nieran ante Dios. Luego Jacob vio ángeles como mo­
delos de la acción de responder de un adorador. El
texto habla de los ángeles primero ascendiendo y lue­
go descendiendo. Simbólicamente, los ángeles mos­
traron lo que debe suceder en las vidas de las personas
si quieren ser siervos verdaderos y exitosos del Señor.
Primero, una vez que “ven” la invitación celestial, as­
cienden las resplandecientes escaleras a través de su
adoración. Luego, después de estar en la presencia de
Dios, descienden la escalera nuevamente hacia la Tie­
rra para realizar actos de servicio. Primero ascienden
para encontrarse con Dios, luego pueden bajar al

84
Portales de gloria

mundo con el ministerio de servicio. Otra interpreta­


ción popular de este evento ubica a los ángeles como
los que llevan la bendición de Dios al hombre y la res­
puesta del hombre a Dios. Los ángeles en realidad ha­
cen ese trabajo, pero esto fuerza el texto para enfatizar
excesivamente a los ángeles como intermediarios en­
tre Dios y los hombres, cuando hay un solo mediador.

Una abertura para la presencia de


Dios sobre la Tierra
I n La iglesia portal, el pastor Frank Damazio se refiere al signi-
icado de las puertas.

La puerta en la Escritura es un símbolo muy pode­


roso y se utiliza en relación con la iglesia potente.
Jesús conectó las dos en Mateo 16:16-18. La pala­
bra “puerta” en el idioma original puede ser defini­
da como una estructura para cerrar, o encerrar; una
abertura a través de una pared o una barrera creada
para que la gente y las cosas puedan pasar a otra
área, una nueva. Una puerta abre el camino hacia
algo. Es un pasaje o canal, una avenida. Las puer­
tas, por causa de su función en las ciudades del An­
tiguo Testamento, adquirieron un significado
simbólico. Y ambos, los profetas y Cristo mismo,
usaron este simbolismo. La Biblia describe cuatro
funciones de las puertas de la ciudad durante las
épocas del Antiguo Testamento:

1. Un lugar que controlaba el acceso y pi'esta-


ba protección muy fortificada (ver Josué 2:7;
7:5; Jueces 16:2-3; 18:16-17; 2 Reyes 11:6;
14:13).

85
El guerrero adorador

2. Un lugar donde los líderes legales o guber­


namentales de la ciudad se sentaban para
tratar las decisiones judiciales (ver Génesis
19:1; Deuteronomio 25:7; 2 Samuel 19:8;
Lamentaciones 5:14).
3. Un lugar donde se realizaban los negocios y
las funciones sociales, y donde se hacían y se
era testigo de los contratos de negocios (ver
Génesis 34:24; Rut 4:1, 11; 2 Samuel 15:2).
4. Un lugar donde los mensajes proféticos eran
dados por los profetas y entregados a los an­
cianos de la ciudad (vea 1 Reyes 22:10; 2
Crónicas 18:9; Jeremías 7:2; 17:19).

Las puertas son símbolos poderosos de la autoridad de Dios so­


bre su pueblo. Como vemos en el libro de Isaías, las leyes de Dios
que cuidan a su pueblo y la salud espiritual de la nación podrían
estar simbolizadas por el uso de la palabra “puerta”.

• Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de


verdades (26:2).
• Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de
día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de
las naciones, y conducidos a ti sus reyes (60:11).
• ¡Pasad, pasad por las puertas! ¡Barred el camino al pueblo;
allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón
a los pueblos! (62:10).

Las puertas también son símbolos de los poderes del mal que
guerrean contra las almas de las personas y contra la iglesia que
Cristo está edificando (subrayado agregado):

• Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol: pri­
vado soy del resto de mis años (Isaías 38:10).

86
Portales de gloria

• Yo iré delante de ti, y enderezaré ¡os lugares torcidos, quebran­


taré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos
(Isaías 45:2).
• Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El muro ancho de Babilo­
nia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán que­
madas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y las naciones
se cansaron sólo para el fuego (jeremías 51:58).
• Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edi­
ficaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán con­
tra ella (Mateo 16:18).

Las puertas se abren para


el Rey de gloria
Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras,
puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es es­
te Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el po­
deroso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y
alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de glo­
ria. ¿Quién es este Rey de gloría? Jehová de los ejércitos,
él es el Rey de la gloria (Salmo 24:7-10).

Este es el tiempo de abrir las puertas para que entre el Rey. El


Rey con su procesión se acerca a la puerta. Pide entrar. El guardián
pregunta: “¿Quién es este que se acerca a la puerta?” Y la palabra
de contraseña es anunciada con voz fuerte “Jehová, el fuerte y va­
liente, Jehová el poderoso en batalla”. Esto le otorga el paso inme­
diato. ¿Quién es este Rey de Gloria? Él es Jehová de los Ejércitos,
lidiová Sabaoth.
Él es el capitán de todos los ejércitos angelicales, los ejércitos
de Israel, las huestes de las naciones, gobernador de todo en los
cielos y la Tierra. Cuando esa puerta celestial se abre, le permiti­
mos a este Rey tener acceso a nuestra vida, ciudad, adoración

87
El guerrero adorador

corporativa o nación. Abran los portales de gloria para que Él


pueda entrar.

El poder del acuerdo


En La Futura Guerra de la Iglesia, Rebecca Wagner Sytsema y
yo escribimos lo siguiente concerniente a los cielos y la Tierra que
se ponen de acuerdo:

El poder de la Iglesia del Tercer día será como ningún otro


que hubo antes... Veamos el cielo y la Tierra y cómo Dios
está llenando la separación entre las dos:

El tercer cielo
Al pensar en el cielo, estamos considerando más que el
“tercer cielo” (2 Corintios 12:2). Este es el lugar donde
Dios el Padre está sentado en su trono y Jesús cerca de Él.
Jesús íntimamente sabe lo que está en el corazón del Padre,
y nosotros sabemos que desde ese lugar a la diestra de Dios
Jesús intercede por nosotros (ver Romanos 8:34).
Efesios 1 y 2 son hermosos pasajes sobre nuestra herencia
en el Señor y cómo estamos sentados en una posición jun­
to con Jesús en los lugares celestiales (ver Efesios 2:6). Es­
te es el lugar donde no hay obstrucción alguna para que la
voluntad de Dios se haga en su totalidad. Este es el lugar
donde recibimos nuestras órdenes de marcha.

Dios dio estos dones para equipar


a ¡os santos para ¡a obra
del ministerio y para
la edificación del Cuerpo de Cristo

88
Portales de gloria

(iuando Jesús ascendió a este lugar dio dones a la raza hu­


mana. Los encontramos en una lista de Efesios 4:11: “Unos
apóstoles, otros profetas, algunos evangelistas y otros pastores
y maestros”. Él dio estos dones para equipar a los santos pa­
ra la obra del ministerio y para la edificación del Cuerpo de
t risto. Dio estos dones para producir unidad de la fe en el
conocimiento de sí mismo y continúa desatando revelación
de modo que no seamos arrastrados de un lado a otro por
las astucias y engaños del enemigo. Él asimismo está desa­
lando revelación que hará que “maduremos” en relación a
su autoridad. Todo esto sucede desde el lugar de Jesús en el
Salón del Trono en el tercer cielo

El primer cielo
Vivimos en nuestros cuerpos físicos aquí en el ámbito te­
rrenal, en un lugar que podemos ver, tocar y sentir. Este
universo en el que vivimos, que incluye la Luna y las gala­
xias de estrellas y planetas, puede ser llamado el primer cie­
lo. A través de la muerte y resurrección de Cristo, aquí
sobre la Tierra tenemos acceso a comunicarnos más allá de
este universo y hacia el ámbito del tercer cielo donde Dios
está sentado. El medio de comunicación es lo que llama­
mos oración.
El Salmo 24 dice: “De jeh.ová es la tierra y su plenitud”. Por
lo tanto, Él gobierna el ámbito terrenal. Cuando Jesús fue a
la cruz y luego venció la tumba, quebró el manejo de Sata­
nás en este ámbito, estableció una estructura en reemplazo
sobre la Tierra con un gobierno de dones y un ejército -la
Iglesia- para reforzar su gobierno.

El segundo cielo
Por lo tanto, si vivimos sobre la Tierra pero tenemos ac­
ceso a los lugares celestiales a través de la oración, ¿por
qué no siempre se hace la voluntad de Dios como en los
El guerrero adorador

cielos? La respuesta se halla en el segundo cielo donde


Satanás, el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2),
y sus demonios contienden con el Reino de Dios y sus
ángeles. Satanás es el príncipe de este mundo (vea Juan
12:31; 14:30; 16:11).
La palabra “mundo” es cosmos en el griego. En Mateo
4:8 leemos: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy al­
to, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de
ellos”. Los reinos de este mundo han sido ordenados de
tal manera que tienen una gloria tentadora a su alrede­
dor; esta región cosmos tiene la habilidad de atrapar.
El príncipe de este mundo también es conocido como el
dios de este siglo:

En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento


de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de
Dios (2 Corintios 4:4).

El enemigo intenta bloquear la voluntad celestial para


que no se realice en la Tierra a través de una jerarquía
demoníaca que está ubicada entre nosotros y el tercer
cielo (vea Efesios 2:2). Esta jerarquía establece un go­
bernador como el hombre fuerte. Este gobierna y reina
sobre un reino de espíritus de las tinieblas. Encontramos
una lista de esta jerarquía -principados, poderes, gober­
nadores de las tinieblas de este siglo y huestes espiritua­
les de maldad en los lugares celestiales- en Efesios 6:12.
Esta jerarquía obtiene derecho legal para bloquear la vo­
luntad del cielo sobre la Tierra a través de nuestras pro­
pias rebeliones contra Dios y nuestra complicidad con el
programa del diablo. Satanás logra el acceso a nosotros
y a territorios enteros a través del pecado individual y
corporativo. En una sociedad tan individualista puede

90
Portales de gloria

ser difícil para nosotros comprender que, como un todo,


somos responsables a los ojos de Dios por el pecado cor­
porativo. Tal como en nuestras propias vidas y en las ge­
neraciones de nuestra familia, el pecado puede también
ser una grieta para que Satanás establezca fortalezas que
se opongan directamente al plan de Dios para un territo­
rio. Los siguientes son unos pocos ejemplos de pecado
corporativo que pueden dar a Satanás derecho legal en
una región o en nuestras vidas.

Idolatría
La idolatría es ese sitio donde nos hemos postrado
física o espiritualmente y exaltado algo -sea una
imagen de talla o la semblanza de algo- a una altu­
ra mayor que la de Dios (ver Éxodo 20:3-4). Mu­
chos lugares en el mundo hoy son cautivos por el
enemigo por causa de la idolatría. Como resultado,
Satanás tiene derecho legal de enceguecer los ojos
de los incrédulos para el Evangelio glorioso de Je ­
sucristo.

Derramamiento de sangre
El primer asesinato registrado fue el de Caín contra
su hermano, Abel. Dios dijo a Caín: “¿Qué has he­
cho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mi
desde la tierra” (Génesis 4:10). De aquí podemos
inferir que el derramamiento de sangre afecta a la
misma Tierra sobre la que ha ocurrido la violencia.
A medida que la sangre de la violencia penetra la
Tierra, el príncipe del poder del aire adquiere dere­
chos sobre la Tierra. Las maldiciones sobre la Tie­
rra física con frecuencia dan una posición para que
haga pie a través de la violencia y el derramamien­
to de sangre.

91
El guerrero adorador

Inmoralidad
El ejemplo bíblico clásico de cómo la inmoralidad
puede afectar territorios enteros es Sodoma y Gomo-
rra. La inmoralidad y perversidad habían tomado de
tal manera aquellas ciudades que Dios ni siquiera
podía encontrar diez hombres justos dentro de sus
muros. Cualquier plan redentor que Dios tuviera
para aquellas ciudades fue barrido mientras todos,
incluso los niños, fueron destruidos.

Romper un pacto
Durante el reinado del rey David una hambruna vi­
no sobre la Tierra. Cuando David le preguntó al Se­
ñor con respecto a esta, Dios le dijo: “Es por causa
de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto ma­
tó a los gabaonitas” (2 Samuel 21:1). Los gabaonitas
eran un grupo de personas que habían entrado en
pacto con Israel en los días de Josué. Este pacto ga­
rantizaba su seguridad. Con todo, Saúl rompió el
pacto pues asesinó a muchos de ellos y planificó
para masacrar al resto.
Como resultado, el hambre vino sobre la Tierra en
el momento en que Dios quitó su bendición y le fue
permitido a Satanás tener acceso. El hambre no gol­
peó inmediatamente sino más bien vino cuando un
nuevo rey llegó al poder. Esto debería ser un llama­
do de atención para los Estados Unidos donde más
de 350 tratados con los americanos nativos han si­
do quebrados...

Atravesar el segundo cielo


La única entidad sobre la Tierra con poder para quebrar for­
talezas de Satanás y atravesar su dominio en el segundo cielo, es
la Iglesia. Mientras que siempre hemos tenido las herramientas,

92
Portales de gloria

liponas en las últimas décadas hemos llegado a un mayor enten­


dimiento de la guerra espiritual necesaria para destruir las estra-
n gias y estructuras que el enemigo tiene ubicadas en el segundo
i lelo.

La única entidad sobre la Tierra


con poder para quebrar
fortalezas de Satanás y atravesar
su domino en el segundo cielo
es la Iglesia
— ...... ...................... : W

Dios está estableciendo una nueva autoridad en su Iglesia para


,ti envesar hasta el tercer cielo, alcanzar el corazón de Dios y traer
i .a revelación de regreso a la Tierra donde podamos lograr su vo-
Ititilad. Al hacerlo, cambiaremos la misma atmósfera que nos ro­
dea, la voluntad de Dios hecha sobre la Tierra como en el cielo.
¡I'sto es lo que oramos cada vez que pronunciamos la oración del
Señor!
Sin embargo, muchos de nosotros tratamos de esquivar el se­
cundo cielo. Apocalipsis 12:7 dice: “Después de. esto hubo una gran
batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y
ha liaba el dragón y sus ángeles”. Dick Eastman escribe acerca de la
e\ pulsión de Satanás como resultado de una gran batalla entre las
huestes de los cielos y las hondas del infierno, tal como lo describe
en este pasaje:

En esta batalla, los guerreros celestiales echan a Sa­


tanás y sus demonios para siempre del ámbito celes­
tial. Pero debemos observar que la victoria no se
logra solamente por los ángeles, sino también por el
uso que los creyentes hacen de las armas espiritua­
les. Los ángeles pelean, pero los santos de Dios les

93
El guerrero adorador

proveen la “artillería”. Esto se muestra claramente


en el versículo 11: “Y ellos le han vencido por medio
de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio
de ellos”. Los ángeles no vencieron por sí solos al
acusador, los santos estaban en compañerismo a tra­
vés de la oración de guerra; los ángeles de Dios eran
los medios para administrar la victoria que la ora­
ción reforzaba. Observen la mención de Miguel, el
arcángel (versículo 7, uno de los cuatro lugares
donde se lo menciona en Las Escrituras). En cada
mención la guerra espiritual está claramente implí­
cita. Esto es así en Daniel 10, donde la participación
de Miguel en la batalla para la victoria es el resulta­
do directo del ayuno y la oración de Daniel.

Cómo puede regocijarse la Tierra


Alistair Petrie escribe:

La Tierra toma las características sobre la base de lo que


hacemos sobre ella, sea bueno o malo. La Tierra puede
ser contaminada o bendecida por la gente que la habita.
A través de Las Escrituras encontramos numerosos
ejemplos de cómo los administradores de una época tu­
vieron un efecto distintivo sobre su medio. En Génesis
3:17 se nos informa que la Tierra se transformó en mal­
dita por causa de la administración caída de Adán y Eva,
y los versículos 18 y 19 describen las “espinas y cardos”
que ahora serían parte de la experiencia diaria al traba­
jar la tierra.
En Génesis 4, tenemos un registro de la sangre de Abel
que clama desde la tierra luego de su asesinato a manos
de su hermano, Cain. La Tierra estaba describiendo la
naturaleza de la desafortunada administración. Génesis
Portales de gloria

4:11-12 muestra el efecto sobre Caín, que fue expulsado


de la tierra por causa de la maldición que pesaba sobre
él, y vemos que sería “errante y extranjero en la Tierra”.

Cuando adoramos, una extensión


del reino de Dios en los cielos comienza
a manifestarse sobre la Tierra

Con referencia a este pasaje, el pastor Beckett asegura que: “Ser


un vagabundo significa no tener hogar, y esto es una maldición. Ir
de un lado a otro nos deja con un desesperado sentimiento de fal­
la de pertenencia. Bajo tales circunstancias no puede haber cambio
de visión ni destino que eche raíces”. ¡Pero la Tierra ha estado cía-
4
mando por justicia!”
Cuando adoramos vemos una manifestación de la justicia de
Dios dentro de los patrones inicuos de la Tierra.
La visitación y gloria angelical están ligadas con la gente. Por
lo tanto, sanar la Tierra estará conectado con los individuos.
Cuando adoramos, una extensión del reino de Dios en los cie­
los comienza a manifestarse sobre la Tierra. Petrie continúa elabo­
rando las siete bendiciones de Dios que comienzan a asentarse
sobre la Tierra:

1. Salud ecológica: Yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tie­


rra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto
(Levítico 26:4).
2. Salud económica: Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y
la vendimia alcanzará a la sementera y comeréis vuestro pan
hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra (Levíti­
co 26:5).
3. Seguridad personal: Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis
y no habrá quien os espante (Levítico 26:6).

95
El guerrero adorador

4. Seguridad civil: Y haré quitar de vuestra tierra las malas bes­


tias, y la espada no pasará por vuestro país (Levítico 26:6).
5. Seguridad internacional: Y perseguiréis a vuestros enemi­
gos, y caerán a espada delante de vosotros. Cinco de vosotros
perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez
mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vo­
sotros (Levítico 26:7-8).
6. Honor y crecimiento: Porque yo me volveré a vosotros, y os
haré crecer, y os multiplicaré, y afirm aré mi pacto con voso­
tros (Levítico 26:9).
7. Innovación y creatividad: Comeréis lo añejo de mucho tiem­
po, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo (Levítico
26:10).

Dios da muchas más promesas a su pueblo por su obediencia:


“Y pondré mi morada en medio de vosotros y mi alma no os abomina­
rá; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi
pueblo. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, pa­
ra que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y
os he hecho andar con el rostro erguido” (Levítico 26:11-13). Estas
bendiciones pueden ser citadas como los siete principios de trans­
formación de los que estamos siendo testigos en este tiempo alre­
dedor del mundo. A medida que las comunidades de toda
magnitud van limpiándose de su pecado y administración caída,
estos principios de transformación quedan expuestos en sus aspec­
tos sociales, políticos, económicos y espirituales.

El conflicto del pacto


¡Este es un tiempo para buscar apertura en lo personal, corpo­
rativo, territorial y generacional! Bíblicamente, el año siempre co­
mienza con Rosh Hoshana. La mayoría de las personas no
entienden los tiempos demasiado bien, dado que no conocen el
marco terrenal de tiempo que refleja La Biblia. En septiembre de

96
Portales dt*gli *ili

2001 vimos al mundo dar un giro hacia un nuevo pensamicnio


( on los aviones que chocaron contra los edificios del Pentágono \
el World Trade Center, ingresamos en un tiempo de guerra. AIiom
debemos girar hacia un estado de victoria y avance.
Este es un tiempo en el que Dios juzga nación tras nación •<>
bre la forma en que confiesan estar alineados con su plan ríe pacto
Por ejemplo, en los Estados Unidos confesamos ser una n;u ion
cristiana. Eso significa que estamos injertados en la viña del pa< lo
de Abraham. Este pacto fue cumplido y puesto a disposición inte
Ira por el Señor Jesucristo cuando fue a la cruz.
Este pacto está actualmente bajo severa prueba. El sistema
del anticristo comienza ahora a verse en el mundo, liste sistema
odia cualquier cosa que esté relacionada con el pacto sobnano
de Dios con la Tierra y la nación de Israel. El sistema del anli
i risto odia a los que profesan tener fe en Jesucristo. Una peí so
na así es una amenaza para el enemigo. En septiembre de 2001
entramos en una estación histórica. Para el tiempo hebran o bu
el año 5762. Esto en realidad significa el comienzo de las gm
lias. Creo que siempre existe un ciclo de tiempo de siete a n o •
Pstos próximos siete años de entrenamiento y confrontación lia
i a que el remanente del pueblo de Dios consiga grandes bolitu ••
para Él. Esta estación, cuando se ponga a disposición dclanii
del Señor, producirá un asombroso lanzamiento de las bendn m
nes del pacto. La forma en que podemos ser victoriosos en esta
' stación es adorar a Jehová Dios como nunca antes lo ba\atine
adorado.

Las bendiciones del pacto


Podemos ver muchas bendiciones manifestadas sobre la I u
na en este tiempo. Estamos entrando en un conflicto con n b
inicia al pacto, lo que significa que guerreamos para vci i .la .
bendiciones extenderse a través del ámbito terrenal. El S a l mo
'1:1 declara que “De Jehová es la tierra y su plenitud". Dios i m n

>)/
El guerrero adorador

un plan de plenitud. Debemos ir a la guerra para que su pleni­


tud se manifieste. Cuando abrimos los portales del cielo, esas
bendiciones que han estado cerradas e imposibles de ver serán
manifestadas sobre la Tierra.

Lo que sucede en la guerra espiritual


muchas veces se manifiesta en lo natural.

Uno de los puntos clave que he enseñado en público al comienzo


del nuevo milenio fue que esta sería una estación para que nos ponga­
mos un manto de guerra. Con frecuencia me preguntaban si pensaba
que iríamos a la guerra físicamente. Siempre dije sí y expliqué que sen­
tía que una guerra física era inminente y ocurriría alrededor de sep­
tiembre de 2001. En realidad profeticé esto en octubre de 2000.
Cuando comuniqué esta profecía encontré algo de resistencia,
porque era difícil para la gente entender la relación entre la guerra
espiritual y la física. Lo que sucede en una guerra espiritual muchas
veces se manifiesta en lo natural (vea Apocalipsis 12). Una guerra
espiritual corporativa afecta cada aspecto de la sociedad natural: re­
ligión, políticas -legales y militares- economía y educación. Por lo
tanto, Dios levanta intercesores adoradores en cada uno de estos es­
cenarios de poder. Desde un punto de vista espiritual vimos un gi­
ro en la sociedad. Hemos visto el comienzo de la guerra.
La tragedia de los ataques al World Trade Center y el Pentágono
fueron manifestaciones físicas de la estación que se avecina. A medi­
da que dos aviones comerciales con pilotos suicidas se acercaban al
World Trade Center y otro se dirigía hacia el Pentágono (y un cuarto
se estrellaba en Pennsylvania) el mundo como lo conocíamos cambió.
Los choques que resultaron, el derrumbe de las dos torres y la
pérdida de aproximadamente tres mil vidas impulsó al mundo, in­
cluyendo a los Estados Unidos, hacia una estación de conflicto sin
precedentes. El pastor Dutch Sheets escribió lo siguiente:

98
Portales de gloria

Mientras todos observamos y lamentamos los resultados de


los recientes ataques terroristas en los Estados Unidos, la
respuesta del Cuerpo de Cristo y la forma en la que oremos
podrían muy bien determinar si nuestra nación se vuelve a
Dios o se aparta de Él. El dolor puede llevar a la amargura,
que produce una contaminación perpetua (vea Hebreos
12:15), o al arrepentimiento que resulta en salvación (vea 2
Corintios 7:10). Las respuestas medidas, acertadas y bíbli­
cas de los que somos representantes de Dios, son críticas.

¿Cómo debemos definir los eventos?


Hay que ser muy cauteloso al utilizar la palabra “juicio” pa­
ra definir estos eventos. Muchos cristianos entienden que
los Estados Unidos ha experimentado un grado de juicio
tiurante algún tiempo, la paga del pecado (ver Romanos
6:23). Pero la mayoría de los juicios bíblicos son la inevita­
ble resultante del pecado, no de la mano directa de Dios. Él
no pronunció maldiciones luego de la caída de Adán y Eva
porque fuera un Dios que ama maldecir a los pecadores. Lo
hizo porque era el resultado inherente de sus acciones. Y lo
hizo mientras cubría su desnudez y les prometía redención,
una redención que involucraba enorme amor sacrificial de
su parte, la encarnación y muerte de su Hijo (ver Génesis
3:15).
También, antes que la mano directa de Dios, los juicios son
con frecuencia simplemente el resultado de dejar a un lado el
favor y la protección de Dios. Jonás 2:8 nos dice: “Los que si­
guen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan”.
Una explicación prudente y compasiva sobre lo que se co­
secha, o las consecuencias del pecado y del alejarnos de
Dios, debería ser nuestra definición de los eventos. Yo
aconsejaría ni siquiera utilizar el término “ju icio”, porque
el mundo probablemente no escuchará nada más de lo
que digamos. Otras Escrituras pertinentes que podrían ser

99
El guerrero adorador

utilizadas para explicar el fruto del pecado y de abandonar


la protección de Dios son:

Salmo 127:1-2: Si Jehová no edificare la casa, en vano tra­


bajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad,
en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de
madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de
dolores, pues que a su amado dará Dios el sueño’’.
Proverbios 14:34: “La justicia engrandece a la nación;
mas el pecado es afrenta de las naciones”.
Proverbios 28:13: “El que encubre sus pecados no pros­
perará; más el que lo confiesa y se aparta alcanzará mi­
sericordia”.
Isaías 59:1-2: “He aquí que no se ha acortado la mano
de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír,
pero vuestras iniquidades han hecho división entre voso­
tros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar
de vosotros su rostro para no oír”.
Lucas 13:34-35: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus po-
lluelos debajo de sus alas, y no quisiste!”
Lucas 19:41-44: “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al ver-
la, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses,
a lo matos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora
está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti,
cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán
y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y
a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre pie­
dra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

¿Qué debería ser nuestro mensaje?


Nuestro mensaje, por lo tanto, debe ser uno cuidadosa­
mente equilibrado entre gracia y verdad (ver Juan 1:17). El

100
Portales de gloria

deseo de Dios siempre es perdonar y redimir, no destruir.


Nuestro Evangelio incluye -además de la encarnación,
muerte y resurrección de Jesús- otros dos mensajes impor­
tantes: arrepentimiento del pecado y grada para el arrepenti­
miento. Cristo vino para los enfermos, no para los sanos; para
buscar y salvar a los perdidos, no a los encontrados: “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigé­
nito (...) Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para conde­
nar al mundo, sitio para que el mundo sea salvo por él” 0uan
3:16-17).
Este mensaje de gracia no necesita dejar fuera las conse­
cuencias del pecado, pero cuando se anuncia debe estar
unido con la esperanza y el corazón misericordioso de
Dios. Su deseo es hacernos volver del pecado, no destruirnos
por eso (ver 2 Crónicas 7:14). Él es “lento para la. ira, y
grande en misericordia y verdad” (Salmo 86:15). En ocasio­
nes Dios en realidad anunciaba juicios en medio de lágri­
mas (ver Lucas 19:41-44), y Las Escrituras son claras al
decir que Él no se complace en el juicio de los malvados
(ver Ezequiel 18:23-32).
Dios perdonó a una ramera llamada Rahab, luego le dio un
plan prominente en la historia de Israel como la tatarabue­
la del rey David y una parte del linaje que llegó hasta Cris-
lo. Dios deseaba perdonar a Sodoma; perdonó a Nínive
cuando se arrepintió. Y en otra ocasión sin éxito buscó un
intercesor para poder perdonar a Israel (ver Ezequiel
22:30-31).
I’or lo tanto, sí, nuestro mensaje debe llamar a los pecado­
res al arrepentimiento -n o podemos comprometer la ver­
dad- pero el corazón de Dios de compasión, misericordia y
gracia debe llenarlo de esperanza: “Volveos a mí, y yo me vol­
veré a vosotros” (Malaquías 3:7), debería ser el corazón de
nuestro mensaje. El resultado de nuestro volver será la sa­
nidad y la restauración.

101
El guerrero adorador

¿Cuál debería ser nuestra actitud?


En vez de dureza que anuncia juicios, nuestra actitud debe
ser una de compasión y aflicción. Como Jeremías y Cristo
mismo, debemos explicar los resultados del pecado a través
de lágrimas sentidas con el corazón (ver Lamentaciones
1:16; 2:11; 3:48-49; Lucas 19:41-44).
Con demasiada frecuencia el mundo advierte nuestra acti­
tud hacia las consecuencias de los pecados de otros -sea la
muerte de alguien que aceptó el aborto o por el SIDA que
contrajo como homosexual- como insensible o aún de di­
simulada alegría. Satanás es un experto en distorsionar la
percepción de Cristo y de la Iglesia a los ojos del mundo.
Debemos ser más sabios que él y asegurar que el Cristo que
revelamos -e l que ama a los pecadores- es así.

Debemos también ser listos para reconocer nuestra respon­


sabilidad en la situación de los Estados Unidos:

• Algunos líderes inmaduros, incluso profetas in­


maduros en su llamamiento, han traído a la luz
únicamente dureza y condenación en sus intentos
por llamar a la nación al arrepentimiento. Esto
pone a los corazones de los no creyentes lejos de
Dios.
• Por otra parte, muchos pastores y consejeros han
sobre enfatizado la misericordia y la gracia, se han
negado a llamar a los individuos a rendir cuentas de
acuerdo a como lo enseña la Biblia.
• La Iglesia en los Estados Unidos como un todo ha
predicado un Evangelio humanístico de “qué puedo
sacar para mí aquí”, y ha dejado afuera el mensaje
de llevar la cruz y perder nuestras vidas. Esto ha
producido grandes concesiones y enfriamiento en el
Cuerpo de Cristo.

102
Portales de gloria

• Muchos de nosotros hemos fallado en el verdadero


cuidado y al ministrar a los pobres y sufrientes, y en
general hemos tenido falta de genuina compasión.
• Nosotros en la Iglesia hemos condenado al materia­
lismo, la codicia y el amor al dinero como una gran
parte del problema en los Estados Unidos, mientras
que un poco menos del 20% de nosotros aún diez­
ma, y mucho menos da ofrendas sacrificiales. Nues­
tra hipocresía contribuye al problema.
• Hemos fracasado en cuanto a orar por los gobernan­
tes y los perdidos.

Debemos reconocer que el juicio comienza en nuestra casa


(ver 1 Pedro 4:17) y hacer nuestra parte en cuanto al arre-
7
pentimiento.

Una escalera de Jacob espiritual


Todos saben que los Estados Unidos entraron en trauma y do­
lor el 11 de septiembre de 2001. Gran parte del mundo se apenó
ron nosotros. El 11 de marzo de 2002 recordamos ese momento
Mágico con una hora de oración y silencio. También, donde estuvo
ubicado el World Trade Center, dos luces atravesaban el cielo.
Bill Yount escribe:

El 11 de marzo, mientras las resplandecientes luces que


representaban las torres gemelas se encendían en la os­
curidad, se escuchó un estruendo en los cielos como si
la ciudad de Nueva York hubiera captado la atención del
cielo; parecía que la luz podía ser vista desde los porta­
les del cielo. Inmediatamente vi ángeles que comenza­
ban a descender sobre estos rayos de luz como lo
hicieron en la “Escalera de Jacob”, como si los ángeles
estuvieran esperando en línea para el momento que los

un
El guerrero adorador

rayos de luz fueran encendidos... que crearon un cielo


abierto para los ángeles encargados de descender. Escu­
ché al Padre hablar a estos ángeles ministradores: “Estos
rayos de luz son la manera que los hombres tienen para
acercarse a mí. Aunque no me conocen están buscando
un “rayo de esperanza” en sus tinieblas. ¡Debemos des­
cender!” A medida que los ángeles comenzaron a descen­
der, las “Torres gemelas” de luz en un momento se
cubrieron sólidamente con ángeles desde la punta hasta la
base. Sentí que muchos de estos ángeles fueron los que es­
tuvieron presentes el 11 de septiembre y habían acompa­
ñado a los que morían hasta la presencia del Señor. Ahora
estos mismos ángeles estaban descendiendo nuevamente
para ministrar y traer consuelo y esperanza a los que ha­
bían sufrido gran pérdida de seres amados (Elebreos 1:14)
“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servi­
cio a fav or de los que serán herederos de la salvación?” Ha­
bía una tarea definida dada a estos ángeles para que
guerrearan contra la desesperanza de la vida e influencia­
ran a muchos a volverse a Jesús, su única esperanza. Es­
cuché la voz del Padre decir a la ciudad de Nueva York y
a los Estados Unidos, Isaías 60:1: “Levántate [de la depre­
sión y postración en la cual las circunstancias te han rete­
nido; ¡levántate a una nueva vida!] Resplandece [sé
radiante con la gloria del Señor]; porque ha venido tu luz y
la gloria de Jehová ha venido sobre ti! Porque he aquí que ti­
nieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas so­
bre ti am anecerá Jehová y, sobre ti será vísta su gloria. Y
andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
s
nacimiento.

El resplandor de su rostro
Cuando el mundo parece oscuro
y las sombras son profundas,

104
aunque las paredes nos rodeen
podemos caminar por lo desconocido
a la luz de su rostro.
Los edificios pueden derrumbarse
al tiempo que amenazan con temor
a través de los hecho malvados.
Con todo, valientemente seguimos su mapa
a la luz de su rostro.

La marea está cambiando; prevaleceremos


mientras avanzamos recobrando territorio
reclamado por aquel que cayó de la gracia.
Quien rugió amenazante, pero ahora debe replegar
bajo la luz de su rostro.

Intercesores se están levantando, uniendo,


mientras la fuerza de la juventud va hacia arriba
llevando a todas las corrientes de
creyentes hacia torrentes más fuertes.
Todos uniéndose en una fuerza victoriosa
totalmente facultados por la luz de su rostro.

Su Iglesia, el Cuerpo de Cristo prevalecerá


lleno del poder de su amor
que rodea la Tierra
cubriéndola con
9
el resplandor ele su rostro.
El guerrero adorador

Notas
1. Ernest B. Gentile, ¡Adora a Dios! (Portland, OR: City Bible Publishing,
1994), p. 90
2. Frank Damazio, The Gate Church (Portland,OR:City Bible Publishing,
2000)pp .1-3.
3. Chuck D. Pierce y Rebecca Sytsema, The Future War o f the Church (Ven­
tura, CA.;Renew Books, 2001), pp. 77-84.
4. Alistair Petrie, Releasing Heaven on Earth (Grand Rapids, MI.: Chosen
Books, 2000) p. 42.
5. Ibid. p. 200-201.
6. Yitzchak Ginsburg, “A Torah Message for the Month of Tishrei, Rosh
HaShana 5762, el año de la señal de Bendición”, The Inner Dimension
http //www.inner.org/times/tishrei/tishrei 62thm (accessed August 12,
2002).
7. Dutch Sheets, “A Biblical Response to the Terrorist Attacks on America
for the Purpose of Prayer an Evangelism”, September 14, 2001.
Bill Yount, “Twin Tower Lights Create a “Spiritual Jacob’s Ladder,
One Church Com, www.ourchurch..com/memher/h/BillYount/(accesed
March 12, 2002).
9- Keat Wade, “La luz de su rostro”, motivo: 2001.

I ()(>
nsssn

La fe para
a s c e n de r

n los relatos bíblicos la guerra siempre tuvo un significado

E religioso. Dado que Israel era la primicia de Dios y su heren­


cia, los sacerdotes recordaban a los ejércitos que Jehová es­
tiba con ellos para pelear las batallas (ver Deuteronomio 20:1-4).
I’ara abrir una campaña o entrar en un compromiso, los sacerdotes
realizaban ritos sacrificiales (ver 1 Samuel 7:8-10; 13:9). Si la gen­
te se preparaba para la guerra y presentaban los sacrificios apropia­
dos a un Dios Santo, esto iba a santificar la guerra (ver Jeremías 6:4;
>2:7; 51:27-28; Joel 3:9; Miqueas 3:5).
Isaías 13:3 declara que Jehová reúne sus ejércitos y manda a
«¡US consagrados”. Los sacerdotes, consagrados por los sacrificios

i 'heridos antes de la guerra, en realidad eran los adelantados en la


batalla.
Ll Señor llama hoy a sus adelantados. Hay una santificación
I>i.alosa que ocurre en el Cuerpo a medida que Él nos prepara pa-
i .i levantarnos contra las fuerzas que han retenido cautivas a

107
El guerrero adorador

nuestras familias, iglesias y ciudades. Si vamos a ir a la guerra, en­


tonces no queremos ir sin el Señor como líder. Él es Emanuel, ¡Dios
con nosotros!

Prepárese con adoración


De acuerdo con Isaías 7, una coalición se había formado para
hacer la guerra contra Judá. Siria y una facción de Israel se habían
alineado para forzar a Judá hacia una dirección que no era la vo­
luntad de Dios. El Señor envió a Isaías y su hijo, Sear-Jasub (“un
remanente regresará”) a profetizar al rey. El nombre de este hijo era
una señal de que aunque reinaría el juicio siempre iba a existir un
remanente. Isaías comenzó entonces a profetizar que el Señor mis­
mo le daría una señal a Acaz: “He aquí que la virgen concebirá, y da­
rá a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (v. 14). Dios decía
que la señal sería una afirmación de que en el medio de la adversi­
dad siempre iba a haber esperanza.
Creo que esta es la clave para que recordemos que Dios desea
estar con nosotros en todo tiempo. ¡Si lo adoramos, estará allí para
ayudarnos!

Una palabra de parte de Dios


Cuando mi hijo Daniel tenía siete años le hizo a su mamá y a
mí una pregunta: “¿qué es el ántrax?” Los dos nos quedamos asom­
brados de que a su edad nos hiciera tal pregunta. Mi padrastro (el
abuelo de Daniel) tenía vacas y tierra, así que asumí que él le había
mencionado el tema del ántrax dentro de un contexto natural. Sin
embargo, cuando mi esposa y yo le preguntamos a Daniel acerca de
dónde había escuchado la palabra “ántrax” dijo: “El Señor me ha­
bló y me dijo que está viniendo a los Estados Unidos”.
Le expliqué qué era el ántrax. Siempre hemos sido honestos
con nuestros hijos, así que le dije todo. Cuando tocara algo, inme­
diatamente debía lavarse las manos. Esto nos llevó a una crisis co­
mo familia.

108
La fe para ascender

Durante uno de mis devocionales una mañana comencé a bus­


car al Señor, preguntándole cómo iba a sacarnos de esta difícil si­
tuación y traer libertad y confianza a Daniel. El Espíritu de Dios me
dijo: “Esto no se transformará en un tema para la vida de Daniel
hasta que tenga veinte años”. En el desayuno esa mañana, cuando
comenzó a indagar obsesivamente sobre el ántrax con nosotros, le
dije lo que el Señor había dicho. Pam me miró y dijo: “¿Cómo se
te ocurre decir esto? ahora tendré que vivir con este temor obsesi­
vo por los próximos trece años”. Nada cambió realmente, excepto
que había escuchado a Dios.

Responder en adoración
Cuando no sé qué hacer, o bien adoro o le pregunto a Dios qué
puedo dar. Descubrí que puedo comenzar a escucharlo cuando co­
mienzo a adorar, y Él siempre me va a decir dónde dar. Entonces
puedo escucharlo sobre los temas que cargan mi corazón. Aquella
noche cuando puse a Daniel en la cama, le dije: “Vamos a adorar”.
Escuchamos y cantamos con un casete de salmos. Al finalizar la
música le dije: “Sabes cuánto te queremos mamá y yo. Hemos tra-
lado de ayudarte de todas las maneras que conocemos para que se
pueda pasar el temor de lo que Dios te ha mostrado. El perfecto
amor echa fuera todo temor. Dios no nos ha dado espíri tu de temor.
Por lo tanto, pide al Señor que te muestre cuánto Él te ama. Ya que
hemos adorado ¿quieres pedirle algo al Señor?”
Daniel contestó: “He estado tratando de atrapar una mariposa
toda la semana, y no he podido”.
Como todo buen padre, quería salir y encontrar todas las ma­
riposas que pudiera y ponerlas en su cuarto para que cuando se
despertara, lo estuvieran rodeando. Sin embargo, sabía que no po­
día hacer eso. Tenía que confiar en el Señor. A la mañana siguien­
te, cuando se levantó y estábamos sentados afuera, él aún temía el
ántrax. Mientras oraba por él antes de salir a mi trabajo, sucedió al­
go interesante. Una mariposa vino y voló hacia nuestro patio y ate­
rrizó sobre la camisa de Daniel. Él ahuecó sus manos alrededor de
la mariposa, alzó los ojos hacia el Señor y dijo: “ Porque me has

109
El guerrero adorador

mostrado cuánto me amas, voy a dejar libre a esta mariposa”. Este


fue un gran momento.

El ántrax llegó a los Estados Unidos


En el cumpleaños veinte de Daniel, los titulares de los diarios
de los Estados Unidos anunciaban: “El ántrax golpea”. Daniel tra­
bajaba en una agencia de seguridad en nuestra región, y estaba en­
rolado en la academia de policía. Estaba viajando y lo llamé en el
día de su cumpleaños.

La adoración hace que experimentemos


el amor del Padre

Recordando la palabra de Dios sobre el ántrax, le pregunté có­


mo le iba. Dijo: “Papá, desde que adoramos aquella noche y Dios
me reveló su amor al día siguiente, nunca más he cuestionado acer­
ca de su amor protector sobre mí en medio de esta crisis particu­
lar”. Él había recibido la fe que duraría para los próximos trece
años de su vida y se extendería hacia el futuro.
La adoración nos hace experimentar el amor del Padre. La fe
obra por amor. A medida que adoramos, la fe se desata.

La capacidad de Dios
Escuché estas palabras en mi espíritu “¡Dios puede!” El Espíri­
tu Santo parecía que me llevaba a orar por el pueblo de Dios. En mis
oraciones debía declarar “Dios es poderoso para hacemos a cada uno
capaces de vencer”. Podía percibir que mucha gente está escuchando
la voz del Señor; sin embargo, nuestro oír no se transformaba en la
fe necesaria para vencer. Le pregunté al Señor cuál era el problema,
y Él me dijo lo siguiente: “Mi pueblo debe ir de fe en fe. Luchan en
su andar. Tienen fe débil. Sus expectativas y esperanzas de que voy

110
La fe paia a1.' ' m

a producir en el futuro sucesos que ocasionarán resultados l.ivoi


bles en sus vidas, son dejadas de lado por las circunstancias I a
circunstancias les impiden entrar en mi poder creativo, lisie mu
vigor y fuerza que puedo desatar los catapultará hacia la piuxn
dimensión. “Yo puedo, no te apoyes en tus propias capacidades, /n
que Yo puedo capacitarte".
La fe debería ser creciente y continua. La fe deberla prndin
obras en el Reino de Dios. Veo que ha aumentado la ansiedad p
las cosas de este mundo. Hemos caído en el temor al fracaso, mu
de herirnos, temor del abandono y temor del futuro. I lemos oh
dado la capacidad de bendecir de Dios. ¡Dios puede darnos la h |>
ra esto!
Uno de los significados de la palabra “sobrellevar” es icpai
un pie quebrado para que de esa forma podamos dar un paso ad
lante, continuar en nuestras jornadas y poseer las promesas qi
I)ios tiene para nosotros.
¡Levántese y adore! Permita que el Señor calce sus pies <<
paz. Que en cualquier lugar de su andar espiritual donde la pa li
ya sido quebrada, pueda ser reparada. Adore y continúe en su |o
nada hacia el cumplimiento profètico. “Y poderoso es Dios ¡un
hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que teniendo -a, n
pre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis pani huía Ina i
abra” (2 Corintios 9:8). Reciba su gracia superabundan le paia qi
cada impedimento que haya en su camino y que le impide If -
allá” sea vencido y el ciclo de su vida sea completado.

El rol de la fe en la adoración
En general, la fe es la persuasión de la mente que tleieinini.n
declaración es cierta (ver Filipenses 1:27; 2 Tesalonicenses I
Debemos ver que cuando algo es verdad entonces merece mu u
i onlianza, que es el principio básico que obra aquí. Tal como vnm
i nando anteriormente analizamos las “cámaras” en Amos 9:o, la i
nene niveles o grados. Vamos desde cámaras de oscura re s iM e ih i

11
El guerrero adorador

hasta que llegamos a la seguridad total de que lo que buscamos se


manifestará.
La fe viene por enseñar, leer y escuchar La Palabra (ver Roma­
nos 10:14-17), la que desata conocimiento. Conocimiento es un
elemento esencial en toda fe y se observa algunas veces como equi­
valente de la fe (ver Juan 10:38; 1 Juan 2:3). Sin embargo, la fe di­
fiere del conocimiento porque incluye el asentimiento. Este es un
acto de la voluntad a través de la adoración. Ascender en adoración
y recibir la verdad es la esencia de la fe. El terreno máximo sobre el
que nuestro asentimiento, sobre cualquier verdad revelada, descan­
sa en la veracidad de nuestro buscar y tocar a Dios. La exactitud o
precisión de cómo operamos sobre la Tierra depende de nuestro as­
censo por fe al interior del salón del trono.

Diferentes dimensiones de fe
Hay cámaras de fe, cada una con una dimensión de revelación.
Los siguientes son diferentes tipos de niveles de fe y cómo se desa­
ta cada una:

1. Fe histórica. Este tipo de fe es cuando nos apropiamos y


ascendemos basados sobre ciertas declaraciones y relatos
históricos que han sucedido. Leemos un hecho de la histo­
ria, y eso hace que nuestra fe se levante. Un buen ejemplo
es el avivamiento que sucedió en Gales al comienzo del si­
glo XX. Este avivamiento estuvo caracterizado por música
increíble y manifestaciones de sanidad. El mundo fue gran­
demente afectado por esta manifestación de Dios sobre la
Tierra. Por lo tanto, cuando leemos sobre eso, decimos:
“¡Hazlo nuevamente, Señor!”
2. Fe salvadora. Fe y vida eterna están inseparablemente co­
nectadas. El catecismo abreviado de la Asamblea dice lo si­
guiente: “Fe en Jesucristo es una gracia salvadora, de donde
recibimos y descansamos en Él solamente para la salvación,

112
La fe para ascender

tal como Él nos es ofrecido en el Evangelio”. Desde el mo­


mento que el Señor vistió a Adán y Eva luego de la caída,
la fe salvadora se transforma en el objeto de la Palabra re­
velada de Dios. Este acto especial de fe nos une a Cristo
(ver Juan 7:38; Hechos 16:31). Este acto de fe justifica pe­
cadores delante de Dios (ver Juan 3:16-36; Romanos 3:22,
25). Este tipo de fe sabe que Jesús es nuestro mediador en
lo referente a todos nuestros problemas. Este tipo de fe ha­
ce que confiemos y descansemos en Cristo para la reden­
ción. Este tipo de fe abraza a Jesús como Salvador. Este tipo
de fe renueva nuestras voluntades. La adoración es una re­
puesta de la voluntad del hombre que regresa a su Creador.
Cuando respondemos a nuestro Creador, este es un tipo de
adoración que hace que nosotros, aún como pecadores, to­
memos nuestro lugar en el tiempo y la creación. En reali­
dad comenzamos a ubicarnos en lo que Dios hace sobre la
Tierra en nuestra generación y nos alineamos. No hay nin­
gún mérito en particular sobre esta fe, sino que desata una
gracia en nosotros que nos alinea con la eternidad. Este ti­
po de fe descansa inmediatamente en “así dice el Señor”: es­
cuchamos la Palabra, las buenas nuevas, y respondemos de
acuerdo con eso. Estas buenas nuevas nos permiten saber
que podemos tener vida eterna. Estas buenas nuevas enton­
ces comienzan a mostrarnos que podemos comenzar a vi­
vir la vida abundante aquí sobre la Tierra. Estas buenas
nuevas nos libran de la condenación y nos justifican delan­
te de Dios. Este tipo de fe nos da paz con Dios y comienza
a santificar nuestra vida (ver Juan 6:37, 40; 10:27-28; Ro­
manos 8:1).
3. Fe temporal. La fe temporal aparece cuando el Espíritu
Santo nos vivifica. De pronto tenemos verdad e influencia
de modo que podemos hacer la decisión correcta. Sin em­
bargo, este tipo de fe debe echar raíces. Veo a individuos
que son vivificados con un toque de parte de Dios y luego,
tal como dice la Palabra, este tipo de fe es desplazada por

113
El guerrero adorador

el afán del mundo o los pájaros del campo comienzan a re­


mover lo que ha sido vivificado en ellos (ver Mateo 13: 4,
19). Este tipo de fe nos despierta, pero no nos mantiene
despiertos. Únicamente si adoramos luego de haber sido vi­
vificados, podemos comenzar a establecer esta vida dentro
de nuestro espíritu.
4. Fe sobrenatural. John Dickson tiene don de fe ; esta es una
manifestación sobrenatural de un Dios santo dentro de
nuestro hombre espiritual. Habitualmente viene a través de
la adoración. Este tipo de fe tiene evidencia visible. Esta fe
va más allá de la fe natural y salvadora a una confianza so­
brenatural donde ninguna duda puede sacudirnos de lo
que hemos escuchado. Pam, mi esposa, también opera en
esto. Yo adoro diariamente y realmente estoy más orienta­
do a caminar en guerra de fe. John o Pam están adorando y
comienzan a orar sobre un tema que está en sus corazones
y de manera repentina saben que Dios ya se ha ocupado de
ese tema. Esta es una fe sobrenatural. Miran a la persona
por la que están orando, y esa persona ya está sana. Esto
podría no manifestarse hasta el año siguiente, pero en su
corazón, está hecho. Habitualmente tengo que guerrear a
través del año hasta que viene la manifestación.
5. Guerra de fe. Existe una progresión de fe que viene, creo
que cuando adoramos. Cuanto más ascendemos, más gran­
de es la fe desatada que viene a nuestro hombre espiritual.
Quizá tiene un tema, una carga o un proyecto por el que ha
orado. Adora y recibe una parte del rompecabezas. Dios le
habla durante la adoración. De la voz de Él hace guerra
hasta la próxima estación, y luego consigue nuevo territo­
rio. Adora más, y obtiene más revelación. De esta revela­
ción, guerrea. En 1 Timoteo 1:18 dice: “Para que conforme
a las profecías (...) en cuanto a ti, milites por ellas la buena
m ilicia”. Obtiene revelación. Cuando guerrea, obtiene más
revelación. Cuando guerrea, en su momento ve el proyecto
o edificio acabado. Llamo a esto la fe tipo Nehemías.

114
La fe para ascender

Cuanto más ascendemos, mayor fe


desatada viene a nuestro
hombre espiritual

6. Fe vencedora.
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido
la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de
su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la
palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta
la muerte” (Apocalipsis 12:10-11).

Hay una guerra continua en el ámbito terrenal. Porque el


Reino ha venido y está entre nosotros, tenemos la capaci­
dad para vencer a nuestros enemigos. Cuando el sonido del
cielo se imparte a nuestro hombre espiritual, se levanta la
fe. Este es el sonido del triunfo. Es el sonido de la sangre.
Es el sonido de la autoridad. Es el sonido de la redención.
Es el sonido de la victoria. Una vez que nos apropiamos de
este sonido, la victoria de la obra terminada de Cristo co­
mienza a manifestarse.
7. Manifestada o fe de gloria.
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me
ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le am aré y
me manifestaré a él” (Juan 14:21).

Manifestarse es hacer resplandecer. Manifestarse significa


revelar, aparecer o presentarse a la vista. Por lo tanto, Dios
manifiesta su presencia a nosotros, y sentimos su peso so­
bre nosotros y en medio de nosotros. Yo llamo a esto “fe de

115
El guerrero adorador

gloria”. Estamos en realidad vestidos con vestiduras celestia­


les -su gloria-. Esto produce honor, esplendor, poder, se de­
sata la riqueza, autoridad, fama, magnificencia, dignidad y
excelencia. Este es el tipo de fe que hizo que los individuos
del capítulo de la fe -Hebreos 11- íueran así. Este es el tipo
de fe que deberíamos vestir en el ámbito terrenal. Creo que
este es el tipo de fe que cubrirá la Tierra en los últimos días.

En el interior del salón del trono


Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó
los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra pro­
fesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pue­
da compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que
fu e tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de
la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia p a­
ra el oportuno socorro (Hebreos 4:14-16).

Venir “confiadamente” significa no ser reservados y acercamos


con franqueza total y apertura al hablar. Muchos de nosotros no ve­
nimos al salón del trono en forma osada, porque nos olvidamos que
nos estamos acercando al trono de la gracia. Pensamos del salón del
trono en términos de juicio. Obtenemos misericordia para todo lo
que hayamos hecho en el pasado. Y luego obtenemos nueva gracia
y fe para nuestras circunstancias presentes. Podemos también ob­
tener la fe suficiente para que nos impulse hacia el futuro.
No solamente podemos venir confiadamente al salón del tro­
no por medio de la adoración a Dios, sino que la adoración entro­
niza a Dios (ver Salmos 22:3).
Dick Eastman escribe lo siguiente en Heights o f Delight: An in-
vitation to Intercessory Worship (Cumbres de deleite: una invitación a
la adoración intercesora):

116
La fe para ascender

El actual movimiento creciente de adoración inter-


cesora de las arpas y las copas es precisamente esto,
ser llevados a nuevas alturas en la búsqueda de
Dios. Y puedes unirte a este movimiento diariamen­
te. Es simple: declara en canción (adoración) y ora­
ción (intercesión) que Dios habita, o es entronado,
en cada situación. Este es el resultado de toda esta
adoración intercesora. Dios está siendo entronado
porque su pueblo está buscándolo en adoración apa­
sionada como nunca antes. Las zonas del trono se
están estableciendo a través de la Tierra donde Dios
puede habitar en toda.su plenitud. Una intercesión
radical, revolucionaria, es el resultado, y un nuevo
clima se crea para transformar a las personas y na­
ciones a través del evangelismo fructífero. Y esto es
solamente el comienzo.

El apóstol Juan fue probablemente el último de los apóstoles


originales que caminó sobre la Tierra. Estos apóstoles eran los res­
ponsables de pasar su manto de revelación de generación a genera­
ción.
Encontramos a Juan en la Isla de Patmos, un lugar sobre la Tie­
rra, pero ascendiendo hacia un lugar en los cielos. Desde este lugar
nos comunicó la revelación e información de los cielos y su mode­
lo Es necesario que nosotros entendamos esto a medida que avan-
,irnos a través de los siglos. Su corazón adorador recibió visiones
v sonidos del cielo. Vio modelos en el cielo que Dios quería mani-
Irstar en la Tierra. Juan vio a Dios entronado como nuestro omni­
potente Creador. Le mostró a Juan el trono. Todo en el cielo se
ilcsarrollaba alrededor de este trono real. Vio a las criaturas vivien­
tes y a los ancianos unirse con las criaturas vivientes en adoración.
I negó vio a Jesús como un león conquistador y un tierno cordero.
Me gusta lo que escribe Ernest Gentile en Worship God (Adora
n Dios):

117
El guerrero adorador

El Cordero es el Jesús viviente ¡radiante en su gloria!


Las heridas que produjeron su muerte destellan como
la prueba de que es el autor de la salvación. Por cau­
sa de su muerte, Jesús recibió el título de Cordero de
Dios (ver Juan 1:29) para abrir el libro del destino y
permitir llevar los propósitos históricos de Dios a su
clímax. El precioso cuerpo y sangre del Cordero están
en el mismo corazón y seno de Dios el Padre, y como
tal, están ubicados “en medio del trono”. En principio,
únicamente el Dios Omnipotente, Padre-Creador era
adorado, pero ahora el Hijo Salvador, quien hizo la ex­
piación, triunfante, también lo es. El cielo reverbera
con la adoración apasionada y extravagante de las
huestes celestiales. Clamores de “¡Digno es el Corde­
ro!” atraviesan los cielos en tonos siempre crecientes.
Las palabras de este grandioso himno de J. Mountain
expresan en una pequeña medida las visiones y soni­
dos de esta escena celestial:

He aquí la Iglesia triunfante cantando


digno es el Cordero.
Los cielos resonando en alabanzas,
digno es el Cordero.
Tronos y poderes delante del Él se postran,
dulces fragancias ascendiendo con la voz
expanden el coro que no cesa.
¡Digno es el Cordero!

Cada pueblo, lengua y nación,


digno es el Cordero,
se une para cantar la grandiosa salvación,
digno es el Cordero.
Fuerte y poderoso rugir resuena,
corrientes de poderosas aguas se derraman,

118
La fe para ascender

postrados a sus pies adorando,


¡digno es el Cordero!

Arpas y canciones que suenan eternamente


digno es el Cordero.
Poderosa gracia sobre el pecado abunda,
digno es el Cordero.
Con su sangre amorosamente nos compró,
perdidos del redil Él nos fu e a buscar,
y nos trajo a la gloria segura.
2
¡Digno es el Cordero!

El Salmo 11:4-5 dice: “Jehová está en su santo templo; Jehová tie­


ne en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos
de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la
violencia, su alma los aborrece”. Aunque somos probados en el ám­
bito terrenal, tenemos acceso al salón del trono para encontrar gra­
da para continuar. Desde este lugar, gobernamos con Él. Aunque
se edifican tronos de maldad en la Tierra, cuando adoramos al Dios
santo su presencia se desata para quebrar cada estructura malvada
que se opone a su Reino.

Abraza la gloría
Juan adoró alrededor y delante del trono. Fue testigo de la ado­
ración que salía del trono. Estaba justo en medio del trono. Cuan­
do fue arrebatado al cielo, estaba en “la gloria”.
Juan tuvo mayores visiones que ningún hombre de su genera­
ción. Recibió un mensaje claro que está registrado en Apocalipsis
22 : 6 - 11 :

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Se­


ñor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su
El guerrero adorador

ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben su­
ceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el
que guarda las palabras de la profecía de este libro. Yo
Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las
hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del
ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mi­
ra, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus her­
manos los profetas, y de los que guardan las palabras de
este libro. Adora a Dios. Y me dijo: No selles las palabras
de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmun­
do, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la
justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

Lo que se vio en el salón del trono no debía ser sellado o man­


tenido en secreto para ninguna generación. La revelación salida del
cielo era relevante para todos los cristianos hasta la venida del Se­
ñor en el cumplimiento completo del plan de su Reino.
La Palabra de Dios declara: “Por tanto, nosotros todos, miran­
do a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18, subrayado agregado). A tra­
vés de la muerte sacrificial de nuestro Señor Jesús, Él abrió un ca­
mino para que nosotros fuéramos hacia el salón del trono y
experimentáramos su gloria. Vamos de un lugar de gloria hacia
otro. A través de su muerte, el velo del lugar santísimo donde ha­
bita su presencia se partió en dos. Dios hizo disponible su presen­
cia para los que creyeran en Él. En este punto, la casa de Dios
Betel, el tabernáculo de David y el templo de Salomón cambiaron
de ser edificios externos hacia el mismo corazón de la humani­
dad. Por lo tanto, su gloria puede habitarnos y manifestarse a tra­
vés de nosotros.
Pablo escribió a los corintios: “¿No sabéis que sois templo de
Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16).
Estar lleno de fe es estar lleno de la presencia de Dios.

120
La fe para ascender

¿Quién es este Rey de gloria? La gloria de Dios es el Espíritu de


Dios. A medida que abrimos las puertas de nuestros corazones, su
gloria entra. Recuerdo la primera vez que realmente experimenté la
gloria de Dios. Tenía 18 años y fue como si su amor me rodeara.
I uego, a los 24, tuve otro increíble encuentro con el Señor. Acaba-
Ira de ver ciertos pecados y patrones inicuos que habían estorbado
dos generaciones anteriores de mi familia. Escribo sobre esto en Po­
seyendo vuestra herencia, en el capítulo titulado Entendiendo el pe­
cado y la iniquidad generacional.

Cuando entramos en relación con Dios a través de


Cristo, en realidad entramos en un pacto de sangre
con Él (ver Mateo 26:28 y paralelos; Marcos 14:24;
Lucas 22:20; 1 Corintios 1:25). En ese momento su­
cedió un intercambio divino. Dios desató la sangre
santa de Cristo para hacer expiación por nuestros pe­
cados. Enorme poder está disponible para nosotros en
la sangre de Cristo, más allá de nuestra salvación. Sin
embargo, tenemos que elegir apropiarnos de ese po­
der tal como hicimos cuando vinimos primeramente a
Cristo. La salvación estaba disponible para nosotros,
pero no fuimos salvos realmente hasta que vinimos a
Dios y recibimos a Cristo. A través del poder de la
sangre de Cristo podemos intercambiar tales cosas co­
mo maldiciones por bendiciones; culpa por pureza;
enfermedad por salud; carencia por provisión; pena
por gozo; esclavitud por libertad y muerte por vida
3
eterna.

El poder limpiador de la sangre del Señor Jesucristo permite a


su Espíritu manifestarse dentro de nosotros, lo que hace que su
gloria invada cada célula de nuestro ser. Hebreos 9:14-15 nos dice:

¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Es­


píritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,

121
El guerrero adorador

limpiará vuestras conciencias de obras muertas, para que


sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un
nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remi­
sión de las transgresiones que había bajo el primer pacto,
los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

Sobre este punto Bob Sorge escribe:

La verdad es que la gloria de Dios irrumpe. Es indo­


mable, incontrolable, imparable y peligrosamente to­
do-consumidora. Destruye agendas, calendarios,
órdenes de servicios, listas de canciones y planes cui­
dadosamente trazados. Frustra, expone, confunde y
anula los mecanismos controladores de los líderes de
las iglesias. La gloria es peligrosa y revolucionaria. Ex­
plosiva, no domesticable, volátil, fraccionadora e in­
vasiva. La gloria se abre paso con fuerza como una ola
de marea, arrastra las redes y líneas de la familiaridad
que nos han ayudado a sentirnos seguros. El reloj po­
dría ayudarnos a establecer cuándo comienza una
reunión, pero es inservible para determinar cuándo
podría terminar. Los edificios se repletan, apenas pue­
den mantenerse limpios los servicios sanitarios, los
niños pareciera que están por todas partes, los críticos
abundan y los vecinos se quejan

Sé cuando la gloria de Dios comenzó a manifestarse en mi vi­


da. Dio vueltas todas las cosas. Veo que sucede lo mismo en las
iglesias.

Gloria versus religión


Cuando la gloria de Dios viene a nuestro medio, las cosas cam­
bian. Lo normal se quiebra. Creo que ir de gloria en gloria es una

122
La fe para ascender

de las cosas más duras que debemos conquistar en la cristiandad.


Una vez que el Señor nos visita y manifiesta su gloria, comienza un
nuevo orden. Tal como Bob Sorge lo hizo notar, todo se modifica.
Para procesar la irrupción de la gloria de Dios, el liderazgo debe es­
tablecer nuevos procedimientos dé administración. Estos en su
momento se transforman en los métodos de la visitación de la glo­
ria de Dios. Sin embargo, cuando es tiempo de que una nueva re­
velación nazca para que la Iglesia sea relevante en la sociedad de su
tiempo, Dios visita nuevamente. Su gloria irrumpe otra vez. La
trampa en que caemos es querer seguir operando en los métodos
que usábamos en la última manifestación de la gloria de Dios.

Cuando ¡a gloria de Dios viene a


nuestro medio, las cosas cambian.
Lo normal se quiebra

En Efesios 6:11 la Palabra de Dios nos instruye a ponernos la


armadura completa de Dios para que podamos estar firmes contra
las asechanzas del diablo. En el griego esta palabra “asechanzas” es
methodeia y significa el método o engaño que aguarda. Esta es la
manera como los espíritus religiosos compiten y detienen el próxi­
mo mover de la gloria de Dios sobre la Tierra. Cuando no quere­
mos continuar y experimentar lo que Dios tiene para nosotros hoy,
somos engañados a pensar que lo que habíamos experimentado en
el pasado es suficientemente bueno. Por lo tanto, la gloria de Dios
comienza en realidad a irse de nosotros. Encontramos un ejemplo
de esto en 1 Samuel 4. El liderazgo y el pueblo habían caído en tal
desorden que el arca del Señor fue capturada en batalla. La esposa
de Finees dijo durante su laborioso trabajo de parto: “¡Traspasada
es la gloria de Israel!” (v. 21).
Cuando dejamos de avanzar en la adoración, el asombro, la
gloria y la presencia de Dios, llegado el momento se van. Esto no

123
El guerrero adorador

sucede de repente. Habitualmente comienza cuando resistimos el


cambio y el progreso en el tiempo.Creo que perdemos nuestra de­
sesperación por Dios. Preferiríamos no cambiar y establecernos en
una forma de piedad que buscar al mismo Dios. Tenemos que re­
cordar el principio en 1 Samuel 4. Israel había caído en desorden
por causa de un sacerdocio impío. Esto hizo que la gloria de Dios
se íuera. Sin embargo, vemos que la presencia de Dios permanecía.
El arca del pacto de Dios representaba su presencia. En cierto mo­
mento, el arca fue capturada por el campamento enemigo.
De la misma manera tenemos acceso a la gloria y la presencia
de Dios; sin embargo, porque no reconocemos y honramos su glo­
ria y presencia en nuestro medio, Él permite apartarse.

El primer milagro
Amo el primer milagro de Jesús. Creo que siempre deberíamos
mirar las cosas que sucedían en primer lugar en La Biblia; es de
ellas que obtenemos nuestros prototipos. Jesús y sus discípulos es­
tán con su madre en una boda. Su madre lo alienta a hacer algo con
respecto al vino que se había terminado antes de que finalizara la
boda. Las bodas por lo general duraban siete días. Entonces duran­
te todo el festejo podían sacar el vino viejo y usar ese cuando ya na­
die se daba cuenta que el vino no era de la misma calidad que antes.
jesús entra en acción para revelar su verdadera identidad so­
bre la Tierra. Juan 2:6-7 hace la crónica del hecho: “Y estaban allí
seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación
de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta
arriba”. Las tinajas eran utilizadas en una forma de ceremonia ri­
tual. Jesús estaba a punto de mostrarles un nuevo camino de ce­
lebración. Todos conocemos la historia: transformó el agua en
un muy buen vino.
Si todos le permitimos al Señor irrumpir en nuestra adoración ri­
tualista, comenzaremos a recibir lo mejor que Él tiene para nosotros.
Este milagro era el comienzo de las señales que Jesús hizo en Caná
de Galilea. Permitió la manifestación de su gloria y demostró su

124
La fe para ascender

deidad y propósito. Sus discípulos comenzaron a creer en Él, por­


que en realidad habían visto la gloria revelada. Dios está desatando
su gloria hoy. Que podamos recibirla en nuestro medio.

Las huestes celestiales


Imagine a ángeles que aparecen para anunciar que la gloria de
Dios ha venido a la Tierra. Los ángeles con frecuencia preceden la
gloria de Dios, y también vienen después. Estamos entrando en
una estación de visitación angélica. Ya nos están visitando más can­
tidad de ángeles que los que sabemos.
Con frecuencia viajo alrededor del mundo para enseñar sobre
la gloria de Dios. Estoy agradecido a los ángeles que van antes que
yo y junto a mí mientras viajo. Marty Cassady; líder de oración es­
tratégica para Global Harvest, nos cuenta la siguiente historia:

Mi amigo y yo estábamos en Nápoles, Italia, en una jorna­


da de oración. Habíamos completado todo lo que progra­
mamos y nos dimos cuenta que aún nos quedaba un día
completo de viaje. Al comenzar a mirar el mapa y orar pa­
ra ver qué haríamos, los dos sentimos que debíamos visitar
Pompeya. Como estábamos parando en un hogar privado y
no teníamos transporte propio, nuestros anfitriones nos di­
jeron cuál micro de la ciudad nos llevaba a la estación del
tren y cuál era el tren que nos llevaría a Pompeya. Nos pu­
simos en viaje conscientes, aunque no demasiado, de cuán­
ta atención despertábamos en el micro. Los dos estábamos
vestidos de forma informal, pero la mayoría a nuestro alre­
dedor en formá muy tosca, para decirlo suavemente. Sabía­
mos que habíamos orado sobre la decisión y no sentíamos
temor, sin ninguna duda, que debíamos continuar nuestra
jomada.
Llegamos a la estación del tren y compramos nuestros bo­
letos. Esperar el tren fue un poco incómodo, dado que las

125
El guerrero adorador

miradas y el comportamiento de los que nos rodeaban se


había tornado de lo peor. Realmente parecía ser un sector
de la ciudad muy malo, conocido por su ilegalidad. Pero no
estábamos demasiado preocupados, y nos hicimos la idea
de aferrarnos a nuestras carteras y ocuparnos de lo nuestro.
Entramos al tren y los asientos se dividían en secciones de
cuatro, cada uno con dos asientos enfrentados. Nunca olvi­
daré la primera vez que el tren se detuvo para que los pasa­
jeros subieran y bajaran. Entró un caballero de aspecto tan
americano vestido con un par de pantalones color caqui y
camisa blanca de golf, y un blazer azul marino y con chine­
las. Se dirigió directamente a los dos asientos enfrentando
a mi amigo y a mí y se sentó. Tan pronto como se sentó, se
inclinó hacia mí y me habló en perfecto inglés, con una voz
llena de autoridad: “Quítate ese reloj y los aros de oro”. Fue
algo tan extraordinario ver a un hombre vestido como él
abordar el tren en las afueras de Nápoles, Italia, que hice
exactamente lo que dijo y me saqué el reloj y los aros. Nos
preguntó: “¿A dónde van?” Le dijimos que a Pompeya.
Luego nos preguntó: “¿En qué estación van a bajar?” Le di­
jimos la estación que nuestros anfitriones nos habían suge­
rido. Inmediatamente nos dijo que esa no era la correcta y
que debíamos seguirlo y descender del tren para comprar
otros boletos. Nos dijo que debíamos utilizar la misma es­
tación cuando regresáramos a la ciudad por la tarde.
Faltaban aún un par de paradas -m ás o menos veinte mi­
nutos de viaje- y ni mi amigo ni yo dijimos una palabra en
el resto del viaje. Esperamos solamente para seguirlo y des­
cendimos para comprar nuestros boletos. Al dejar el tren,
nos señaló la boletería y fuimos a comprar nuestros bole­
tos. Cuando nos dimos vuelta para agradecerle, no lo vi­
mos por ninguna parte. Los dos nos miramos uno al otro y
dijimos al unísono: “¡Ese era un ángel!” Pensando sobre es­
to al pasar los años, con frecuencia me pregunto por qué no
le hice preguntas. ¿De dónde era? ¿Cómo sabía cuál era la

126
La fe para ascender

parada correcta? Y otras cosas. Tuvimos mucho tiempo a


medida que el tren continuaba, pero había algo en la at­
mósfera de aquel tren cuando él entró que no admitía nin­
guna pregunta. Cuando pienso en ese día, fue como si la
atmósfera y autoridad del cielo hubieran entrado en el va­
gón del tren, e hicimos tal como nos dijo. Cuando pienso
en ese encuentro y me doy cuenta ahora que mi amigo y yo
corríamos bastante peligro, lo que más me sacude es la gran
confianza que me dejó. Ahora sé que sé que si hacemos del
Señor nuestra habitación, ningún daño vendrá sobre noso­
tros. ¡Porque a sus ángeles mandara acerca de nosotros pa­
ra que nos cuiden en todos nuestros caminos!”

Existen muchas historias maravillosas como esta, donde la gen­


te sabe que los ángeles los han visitado.

Visitación angelical a través


del portal
La visitación angelical es un concepto importante para enten­
der una vez que el portal de gloria ha sido establecido y que ha co­
nectado el cielo con la Tierra. He visto ángeles unas pocas veces,
pero reconozco la presencia angelical. Creo que este es el tipo de
discernimiento que viene a través de la adoración y el conocimien­
to de la gloria de Dios y cómo su presencia se manifiesta a nuestro
alrededor. Realmente no existen reglas establecidas para las apari­
ciones angelicales. Hebreos 1:14 declara: “¿No son todos espíritus
ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herede­
ros de la salvación?”
Los ángeles sirven a ambos, a Cristo y al hombre. En esa sec­
ción de Hebreos Jesús es presentado como el creador del cielo y de
la Tierra y como el Inmutable. Su superioridad es evidente al ser
entronado. Una vez que entronamos al Señor, los ángeles son en­
viados para guiar, dirigir y colaborar con nosotros para cumplir su

127
El guerrero adorador

propósito sobre la Tierra. Hebreos 1:13 declara: “Pues, ¿a cuál de los


ángeles dijo Dios jam ás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies?" Esta es Escritura de guerra.Vere-
mos el orden de Dios para la guerra y la victoria en el próximo ca­
pítulo.

Notas
1 Dick, Eastman, Heights o f Delight (Ventura, CA.:Regal Books, 2002), pp.
52-53.
2 Ernest B. Gentile, ¡Worship God! (Portland, OR.; City Bible Publishing
1994), pp. 105-106.
3 Chuck D. Pierce y Rebecca Wagner Sytsema, Poseyendo su herencia Ven
tura, CA.: Renew Books, 1999), p. 184.
4 Bob Sorge, Gloria. Cuando los cielos im anden la tia r a (Greenwood, MO.:
Oasis House, 2000) p. 41.
5 Marty Cassady, e-mail enviado al autor, 22 de marzo de 2002.
Las h u e s t e s
celestiales,
Judá y el León

F.stoy sacudiendo mi melena, y alistándome a lanzar mi rugido


El Señor de los ejércitos guiará a su pueblo hacia adelante.
Y estoy a las puertas,
parado en juicio ante las puertas.

Contra la injusticia y el hombre fuerte de opresión,


rujo contra los que quiebran el pacto y el derramamiento
de sangre inocente.
I ns espíritus de Je z a b e ly Acab, falsos gobernadores que buscan más.
La idolatría y la pobreza escucharán el rugido del León.
Sacudo mi cabellera y me preparo a lanzar mi rugido.
I'sloy levantando mi Iglesia y entrenando su mano para la guerra.
Estoy de pie ante las puertas, haciendo guerra.

129
El guerrero adorador

Judá, Judá va a arar,


Ju dá,Ju dá significa alabanza (al Dios verdadero).
Judá, Judá irá primero.
Ilegalidad, escucha mi rugido.
Descreimiento y temor les digo: “basta”.
Depresión, pena, aflicción... estoy a la puerta.
Falsa adoración y falsa religión,
avivo mi celo para la guerra.

Estoy sacudiendo mi cabellera y alistándome para lanzar mi rugido.


¿Quién puede soportar el soplo de la presencia del Señor?
Y de pie ante las puertas, estoy tomando mi lugar.

Sacudo mi cabellera, sacudo mi cabellera,


sacudo mi cabellera.
Este león fuerte, confiado, agresivo, se ha
despertado en nosotros y sacude su cabellera
preparándose para rugir.
Nosotros somos su voz.

CHUCK D. PIERCE Y JOHN DICKSON, LA CABELLERA DE JUDÁ

Jehová rugirá desde lo alto, y desde su morada santa da­


rá su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción
de lagareros cantará contra todos los moradores de la
tierra (Jeremías 25:30).

Los cielos se abren


oy disciplinado en mi búsqueda de Dios. Trato de tenei

S tiempo consistente en el estudio de la Palabra y en la


adoración.

130
Las huestes celestiales, Judá y el León

Cuando trabajaba en el centro de Houston, algunos días toma­


ba el micro desde y hacia mi casa en la parte norte de la ciudad.
Una mañana me había levantado y adorado desde las 05:00 hasta
las 06:00 y estaba inundado de la presencia de Dios. Luego me alis­
té y tomé el micro a las 07:00. De camino al trabajo, comencé a leer
el libro de Efesios. Recién había comenzado cuando llegué a Efe-
sios 1:3-6:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,


que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lu­
gares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predesti­
nado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesu­
cristo, según el puro afecto de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo
aceptos en el Amado.

Comencé a alabar y agradecer al Señor por elegirme antes de


la fundación del mundo. Los cielos se abrieron. Pude ver todas
las futuras bendiciones que Dios tenía para mí. También pude
ver las bendiciones que estaban allí para las generaciones ante­
riores que nunca habían sido tomadas y las bendiciones que el
Señor tenía para mis hijos que estaban por venir. De repente el
Señor comenzó a derramar fe en mi espíritu, fue como si un tú­
nel se hubiera extendido desde el cielo directamente hasta den-
iro del micro.
No podía contenerme, así que grité: “¡Aleluya!” Los que esta­
ban a mi alrededor me miraron, asombrados. Pensé para mí mismo:
Seguramente pueden sentir y ver lo que yo veo y siento, y dije: “Señor,
estoy tan lleno de fe, que no sé qué hacer”. Él me dijo: “Dásela a al
guien que esté sentado cerca de ti”. Le pedí a una señora que <-.in
l>a sentada adelante si tenía alguna necesidad por la que pmln u
orar. Ella comenzó a contarme sus problemas. Supe enioiu < . que
ignificaba orar la oración de fe.

131
El guerrero adorador

La adoración y los ángeles


La adoración y los ángeles van juntos. En toda la Palabra en­
contramos la visitación angelical asociada con la adoración. He vis­
to ángeles un par de veces.
Una vez, cuando era niño, nuestra familia visitaba a mis abue­
los, que vivían en una avenida bastante transitada de Texas. Está­
bamos a punto de cruzar el camino. Mi hermano menor, que tenía
ocho años en ese momento, bajó de la acera a la calzada y ya
comenzaba a cruzar la avenida antes que nadie. Cuando lo hizo, vi
a una persona que lo tiraba hacia atrás, hacia la banquina, mientras
un auto pasaba a alta velocidad, casi rozándolo. Quedó tirado en el
borde, y todos nosotros temerosos y asombrados, buscábamos a
quien lo había empujado fuera del camino. Aunque éramos niños,
asumimos que un ángel había intervenido.

A través de toda La Palabra


encontramos ¡a visitación angelical
asociada con ¡a adoración

En otra oportunidad, estaba dirigiendo una reunión de avi-


vamiento en una ciudad de Nueva México, y vi un ángel de pie en
el lado izquierdo del pulpito. Yo tenía cuatro equipos de ministe­
rio a lo ancho del frente del santuario. En cualquier momento en
que una persona venía hacia el lado izquierdo del pùlpito, veía
cómo el ángel los tocaba. La persona inmediatamente respondía
al poder que había sido desatado dentro de su vida. Este poder se
manifestaba en restauración o sanidad, ambas física y espiritual.
Toda la gente en la reunión reconoció el poder sobrenatural de
Dios manifestado en el lado izquierdo del santuario. Mientras que
no siempre veo ángeles, siento la presencia angelical, especial­
mente durante la adoración.

132
Las huestes celestiales, Judá y el León

Personas que ven ángeles


En el capítulo anterior conté una historia de Marty Cassady.
Ella con frecuencia ve ángeles. Cuando le pedí que me contara un
poco más cómo fue que comenzó, me narró lo siguiente:

Para hablar sobre mi historia sobre ángeles, debo dar crédito


a mi hija, Beth, que ahora está con el Señor. Debido a una in­
creíble experiencia que tuvo con un ángel comencé a orar pa­
ra que el Señor me permitiera “ver” dentro de ese ámbito del
Reino en donde existen los ángeles.
Ella tenía solamente 23 años, recién salida de la universidad,
y trabajaba por primera vez como miembro activo de un gru­
po dinámico de estudio de la universidad y de la iglesia local.
El líder de este grupo tenía un corazón por los desposeídos,
y como el corazón de Beth también estaba por los solitarios,
los carentes y los pobres, era natural que se uniera en las vi­
sitaciones del grupo para ministrar en la ciudad. Este sábado
por la noche en particular eligieron los bares del centro de
Cincinnati. El plan era que simplemente iban a entrar en los
bares, medir la situación espiritual y bendecir a las personas
mientras dejaban un folleto con la descripción de su ministe­
rio e invitaban a los individuos del bar a asistir. Ya habían vi­
sitado tres bares en esa fría tarde de noviembre y todo había
salido de acuerdo al plan. Muchos de los clientes de los bares
no querían tomar el folleto y aceptar su invitación, pero va­
rios expresaron interés. En ningún momento nadie del grupo
había sentido que existiera peligro.
Les quedaba solo un bar, y la entrada a ese establecimiento en
particular tenía la puerta muy estrecha. Mientras que los
otros tenían puertas que permitían que un grupo ingresara al
mismo tiempo que otro salía, esta puerta solamente permitía
que lo hiciera una persona por vez, tanto para entrar como
para salir. Había cinco ministrando esa noche, y Beth conta­
ba más tarde la mismísima presencia del mal que sintieron al

1 33
El guerrero adorador

entrar al bar. A medida que los miembros del equipo estaban


todos sintiendo la misma pesadez, el líder los animó a que­
darse parados y esperar para salir. Él rápidamente había me­
dido la situación y sabía que ministrar en este lugar iba a ser
imposible. Pero había una turba que estaba comenzando a sa­
lir justo en el momento en que ellos entraban. La única cosa
que el grupo podía hacer era pararse y esperar para que los
que salían atravesaran la puerta antes de que ellos. Tal como
Beth lo describió, había tal sentido de temor y miedo que en­
tendían que su seguridad estaba en riesgo. Aunque sabían
que el tiempo que le llevaría salir al grupo sería muy corto,
Beth contó que estaba aterrorizada. Dijo que cerró los ojos
con fuerza e hizo una oración pidiendo al Señor que los pro­
tegiera. Solamente habían pasado unos segundos, y al abrir
sus ojos vio a un ángel enorme parado, que daba la espalda al
grupo de cinco. Estaba de pie ¡justo frente a Beth! Ella dijo
que tenía por lo menos tres metros y medio de altura y esta­
ba tan cerca y era parte tan cierta del ámbito “natural” que
sentía que si se estiraba hubiera podido tocarlo. Describió el
sentido de paz que vino sobre ella inmediatamente que vio es­
to, el blanco increíble de sus alas, el plateado que parecía ser
parte del blanco, y el efecto deslumbrante que tenía este ser
angelical. Era como si al mirar a este ser por más de unos po­
cos segundos una persona podría quedarse ciega. Casi en for­
ma instantánea y simultánea, el líder animaba al grupo a salir,
dado que la turba había pasado a través de la puerta angosta
y ahora el camino estaba libre para que el grupo saliera.
Cuando se pararon afuera en la acera para comentar el temor
y miedo que habían sentido, el líder del grupo preguntó:
“¿Sintieron todos la ola de paz mientras estábamos parados
allí esperando para salir?” Y Beth preguntó: “¿Vieron al ángel
que vino y se paró frente a nosotros?” Nadie había visto la
presencia angelical, excepto Beth. Fue tan solo un minuto o
menos, pero la experiencia dejó una gran impresión en ella, y
su descripción del incidente me impactó enormemente.

134
Las huestes celestiales, Judá y el León

El Señor me mostró que tal como


habló a Jeremías, podría hablarme.

Comencé a pedir al Señor que me permitiera “ver” tal


como ella. No sucedió inmediatamente, pero comencé a
orar que el Señor me permitiera “ver” o ascender al ám­
bito de su Reino, y La Escritura hacia la que me guió pa­
ra poder orar fue: “Clam a a mí, y y o te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jere­
mías 33:3). Siempre había pensado en este pasaje en el
contexto de que cuando yo clamaba el Señor responde­
ría, porque muchas versiones utilizan las palabras “te di­
ré” en lugar de “enseñaré”. Pero a medida que estudié el
pasaje vi que la palabra “enseñaré” tenía varios significa­
dos: una exposición demostrativa, una muestra impre­
sionante o ¡algo exhibido especialmente para
maravillar! También descubrí que se traduce “declarar”,
“haré aparecer”, y finalmente, y más interesante que to­
do lo demás, “mensajero”. El Señor comenzó a mostrar­
me que tal como Él hablo a Jeremías cuando estaba
confinado en el patio de la guardia -dado que esa era la
situación de Jeremías cuando Dios le habló esta Escritu­
ra - Él podía hablarme en los “confines” de lo natural y
“mostrarme” esas cosas grandes y ocultas que no sabía
que existían en el ámbito espiritual cuando ascendemos.
Comencé a orar diligentemente que el Señor me permi­
tiera ver un ángel.

No existen reglas establecidas para las apariciones angelica­


les. Lo único que sí sabemos es que la Palabra de Dios declara
que los ángeles son espíritus ministradores para servir a los que

135
El guerrero adorador

heredarán la salvación (ver Hebreos 1:14). También sabemos


que los espíritus ministradores trascienden el ámbito natural
desde el ámbito espiritual. A medida que ascendemos en adora­
ción, sabemos también que se abre un portal para la visitación
angelical. Durante nuestros tiempos de oración y clamor a Dios,
durante esos tiempos cuando adoramos con abandono como lo
hizo David, entramos el ámbito del espíritu. El Salmo 37:4 nos
muestra que a medida que nos deleitamos en el Señor, Él nos da
los deseos de nuestro corazón.
Marty tenía más para decir sobre lo que le sucede cuando as­
ciende en adoración:

Muchas veces consigo dar una rápida mirada al ámbito ce­


lestial, y con frecuencia incluye visión de ángeles. Pero
igualmente con frecuencia estoy en mis actividades norma­
les y tengo un vistazo breve de ángeles. Justo la semana pa­
sada, mientras regresaba de un viaje a Florida volando vía
Chicago, miré hacia abajo del avión y vi una hueste de án­
geles sobre la ciudad de Chicago. Supe que su presencia era
una respuesta a la oración de alguien o a su experiencia de
ascensión para proteger la ciudad, y que era para que co­
menzara un avivamiento. En noviembre de 2001, mientras
estaba delante del Señor, tuve una visión de los cielos. El
Señor me permitió ver miles y miles, aún cientos de miles
de ángeles. Estaban de pie con sus espadas en sus manos,
listos para ser enviados ante una palabra del Señor. Y escu­
ché al Espíritu del Señor decir: “Estos son los miles que he
reservado para los tiempos finales. Clama a mí cuando ne­
cesites que sean soltados y recuerda que tal como ves estos,
hay muchos más que están por ti que el número de los que
están en contra de ti”

En Ángeles: agentes secretos de Dios, Billy Graham escribe:


La Biblia declara que los ángeles, igual que los hombres,

136
Las huestes celestiales, Judá y el Leon

fueron creados por Dios. En un tiempo no existían ángeles;


en realidad no había nada más que el Trino Dios: Padre, Hijo
y Espíritu Santo. Pablo, en Colosenses 1:16 dice: “Porque en
él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las
que hay en la tiara, visibles e invisibles”. Los ángeles sin duda,
están entre las cosas invisibles hecha por Dios: “Todo fue crea­
do por medio de él y para él”. Este Creador, Jesús, “Es antes de
todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses
1:17). Así que aún los ángeles dejarían de existir si Jesús, que
es Dios Todopoderoso, no los sostuviera con su poder.
Pareciera que los ángeles tienen la habilidad de cambiar su
apariencia y lanzarse del cielo a la Tierra y volver. Aunque al­
gunos intérpretes han dicho que la frase “hijos de Dios” en
Génesis 6:2 se refiere a los ángeles, La Biblia con frecuencia
deja claro que los ángeles son inmateriales. Hebreos 1:14 los
llama “espíritus” ministradores. Intrínsecamente, no poseen
cuerpos físicos, aunque pueden tomar forma de cuerpos físi­
cos cuando Dios los convoca para tareas especiales. Es más,
Dios no les ha dado la habilidad de reproducirse, y no se ca­
san ni si dan en casamiento (Marcos 12:25). El imperio de
los ángeles es tan vasto como la creación de Dios. Si cree en
La Biblia, creerá en el ministerio de ellos. Atravesaron el An­
tiguo y Nuevo Testamentos, son mencionados directa o indi­
rectamente cerca de trescientas veces.

¿quiénes son?
Un ángel es un mensajero celestial que entrega un mensaje a
los seres humanos, cumple la voluntad de Dios, lo alaba o guar­
da el trono. El término “ángel” deriva de la palabra griega angelo,
que significa “mensajero”. El equivalente hebreo, m alak, también
significa “mensajero”. La tarea de los ángeles es llevar el mensa-
je o hacer la voluntad de Dios, que los envía. Los intercesores
efectivos, individuos que “se ponen en la brecha”, entienden la

137
El guerrero adorador

ayuda angelical porque son llamados a mediar a través de la ora­


ción.
Otros términos aplicados a los ángeles incluyen “hijos de
Dios”, “los santos” y “huestes celestiales”. Estos son seres celestia­
les que adoran a Dios, están presentes en el Trono de Dios o son
parte del ejercito de Dios. Estas “huestes” colaboran con la grande­
za, poder o hechos de Dios.
Ángeles con alas son otra categoría de los seres celestiales.
Encontramos querubines y serafines que aparecen en las visio­
nes de Isaías (ver Isaías 6:2-6) y Ezequiel (ver Ezequiel 1:4-28;
10:3-22). Los querubines hacen guardia o están presentes en el
trono divino. Los serafines están en el trono de Dios y también
expresan alabanzas. Los ángeles parecen tener un orden y siste­
ma de rangos fijados (ver 1 Tesalonicenses 4:16; Judas 9).
Hay variadas apariciones de ángeles a través de la Palabra de
Dios. Muchas veces en el Antiguo Testamento los ángeles apare­
cen como hombres ordinarios. Sin embargo, en otras oportuni­
dades claramente vienen como seres no humanos. En el Nuevo
Testamento pueden también tener una apariencia blanco bri­
llante.
Los ángeles son seres creados, y responsables de guardar los
propósitos de Dios sobre la Tierra. Mateo 18:10 cita a Jesús:
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os di­
go que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre
que está en los cielos”. Esto nos muestra claramente que los in­
dividuos tienen ángeles protectores. Los ángeles también pue­
den guardar iglesias específicas (ver Daniel 10:13; Hechos 12:15
y Apocalipsis 1:20; 2-3).
Los ángeles son llamados príncipes sobre las naciones. Encon­
tramos este ejemplo en Daniel concerniente a Miguel. Algunas de
las tareas básicas de los ángeles incluyen anunciar, proclamar, pro­
teger y castigar. En un capítulo posterior examinaré cómo los án­
geles se relacionan con nosotros sobre la Tierra a través de la
adoración y la guerra.

138
Las huestes celestiales, Judá y el León

Jehová Sabaot: el Señor


de las huestes
Uno de los nombres y características de Dios es Jehová Sabaot. La
palabra hebrea tsebha’olh significa huestes o ejércitos. También en­
contramos referencias a Jehová Sabaot en el Nuevo Testamento en Ro­
manos 9:29, en donde el autor se refiere al libro de Isaías y declara:
“Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como So­
doma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes”. Dios
en su misericordia asegura un remanente a través de la obra de las
huestes celestiales. Él hace esto para impedir que la apostasía reine so­
bre la Tierra. Vemos en el contexto que Jehová Sabaot es el Dios To­
dopoderoso que lidera las huestes del cielo. El Señor Sabaot es el:

1. Dios de los ejércitos sobre la Tierra.


2. Dios de los ejércitos de las estrellas.
3. Dios de los ejércitos de ángeles invisibles.

Cuando adoramos, Dios comienza a ordenar y alinear sus ejér­


citos para la victoria. “Huestes” significa un grupo organizado ba­
jo autoridad. Dios tiene una multitud de siervos listos y
capacitados. Esto sugiere que el Señor es el comandante en jefe de
los ejércitos en los cielos.
El uso que más prevalece de este nombre de Dios se encuentra
en Zacarías. Cuando fue el tiempo de reedificar el templo, Dios in­
tervino como Jehová Sabaot. Zacarías 4:6 es una Escritura maravi­
llosa: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos”. Este versículo muestra cómo Jehová Sabaot
obra. Él desata fuerza, poder, fortaleza, valor, sustancia y riqueza.
Organiza un ejercito que está disponible para edificar nuestro futu­
ro. El Señor de los Ejércitos viene para quitar cualquier obstáculo
que haya sido ubicado en nuestros caminos.
Uno de los himnos eternos que reconocen este carácter de Dios
es “Castillo fuerte es nuestro Dios”. Basado en el Salmo lo. reta
canción fue escrita por Martín Lutero:
El guerrero adorador

Castillo fuerte es nuestro Dios,


defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará en todo trance agudo.
Con furia y con afán acósanos Satán;
por armas deja ver astucia y gran poder
cual él no hay en la Tierra.

Nuestro valor es nada aquí,


con él todo es perdido.
Mas con nosotros luchará de Dios el escogido.
Es nuestro Rey Jesús, el que venció en la cruz,
Señor y Salvador, y siendo el solo Dios,
Él triunfa en la batalla.

Y si demonios mil están


prontos a devoramos.
No temeremos, porque Dios sabrá cómo amparamos.
¡Que muestre su vigor Satán, y su furor!
Dañarnos no podrá, pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.

Esa palabra del Señor,


que el mundo no apetece,
por el Espíritu de Dios muy firm e permanece.
Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar,
el cuerpo destruir; mas siempre ha de existir
de Dios el Reino eterno.

El sonido de la restauración
El sonido de Dios obra desde el cielo y ordena gran parte de lo
que sucede en el ámbito terrenal. Cuando Él está listo para traer
restauración a la Tierra, desata su sonido.

140
Las huestes celestiales, Judá y el León

El sonido de Dios obra


desde el cielo y ordena gran
parte de lo que sucede en el ámbito terrenal

El sonido físico se crea cuando algo vibra. Algunas veces pode­


mos ver la vibración, y otras veces no. Cuando aplaudimos con
nuestras manos o golpeamos con nuestros pies, sucede una vibra­
ción. Esto hace que el aire se mueva. La fuente del sonido vibra y
empuja las moléculas a través del aire hacia nuestros oídos, y nues­
tro cerebro entonces lo interpreta como sonido.
El sonido, cuando no está organizado, produce ruido. Cuando
está organizado, produce música. Cuando alguien sopla un instru­
mento, el aire adentro resuena. El sonido de un instrumento depen­
de de lo rápido que vibre el aire y de la longitud de la columna de
aire en el interior del instrumento. Las vibraciones cortas producen
notas agudas, las largas producen notas graves. La regularidad de las
vibraciones del aire produce música en oposición al ruido.
La música jugó una parte importante de la cultura hebrea. Ju-
bal, el hijo de Lamec, “fu e padre de todos los que tocan arpa y flau ­
ta” (Génesis 4:21). Estar en relación cercana entre los pastos, el
campo y las artes musicales se muestra en que Jubal tenía un her­
mano mayor, Jabal, que fue “padre de los que habitan en tiendas y
crían ganados” (Génesis 4:20). La música fue utilizada en la mayo­
ría de las ocasiones clave en La Biblia. Labán le reprochó a Jacob
por huir sin permitirle festejar su partida “con alegría y con canta­
res, con tamborín y arpa” (Génesis 31:27).

El sonido de la música
Había canciones de triunfo luego de la victoria en la batalla
(ver Éxodo 15; 1; Jueces 5:1); Miriam y las mujeres celebraron la

141
El guerrero adorador

caída del faraón y sus hombres de a caballo “con pandero y con


danzas” (Éxodo 15:20), y jo safat regreso victorioso a Jerusalén
“con salterios, arpas y trompetas” (2 Crónicas 20:28). Música,
canto y danza eran comunes en las fiestas (ver Isaías 5:12; Amos
6:5). En particular, eran característicos de los festivales de las
vendimias (ver Isaías 16:10) y de las celebraciones de bodas. Los
reyes tenían cantores e instrumentistas (ver 2 Samuel 19:35;
Eclesiastés 2:8). El niño pastor tenía su lira (ver 1 Samuel
16:18). Los hombres jóvenes a las puertas disfrutaban su música
(ver Lamentaciones 5:14).

La música se utilizaba en tiempos de lamentación. Las en­


dechas que constituyen el libro de Lamentaciones y el la­
mento de David sobre Saúl y Jonatán (ver 2 Samuel
1:18-27) son ejemplos notables. Se transformó en costum­
bre convocar a lamentadores profesionales que asistían a
los funerales. Estos generalmente incluían a flautistas (ver
Mateo 9:23). Aún la ramera aumentaba sus poder seducto-
4
res con canciones (ver Isaías 23:16).

Sonido en el aire
El aire es tan transparente que podemos olvidarnos fácilmen­
te de él. Sin embargo, es real y substancial. Sin aire, la vida sobre
la Tierra sería imposible. El aire no solamente provee el oxígeno
que los humanos y todos los otros animales necesitan para respi­
ra, sino que también es una parte importante de nuestro ambien­
te. La atmósfera de aire que rodea nuestro planeta nos protege de
los efectos nocivos de los rayos cósmicos y los meteoritos y, como
un blando acolchado, mantiene cálida la superficie de la Tierra.
Envuelve al mundo en una gruesa colcha de gases llamada atmós­
fera. Sin esa colcha que nos proteja, seríamos asados por el Sol du­
rante el día, y congelados durante la noche cuando todo el calor
escapara hacia el espacio. El alcance exterior de la atmósfera está

142
Las huestes celestiales, Judá y el León

a muchos cientos de millas sobre nosotros. Pero la mayoría de


los gases están apretujados aproximadamente dentro de las nue­
ve millas inferiores.

Ya hemos visto que cuando el sonido viene al aire, el aire cam­


bia. Cuando Dios desata su voz, la creación debe responder. Cuan­
do servimos como la voz de Dios sobre la Tierra, la tierra responde
al sonido que desatamos. El Salmo 29 declara:

Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,


dad a Jehová la gloria y el poder.
Dad a Jehová la gloria debida a su nombre;
adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.
Voz de Jehová sobre las aguas;
truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
Voz de Jehová con potencia;
voz de Jehová con gloria.
Voz de Jehová que quebranta los cedros;
quebrantó Jehová los cedros del Líbano.
Los hizo saltar como becerros;
al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.
Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;
voz de Jehová que hace temblar el desierto;
hace temblar Jehová el desierto de Cades.
Voz de Jehová que desgaja las encinas,
y desnuda los bosques;
en su templo todo proclama su gloria.
Jehová preside en el diluvio,
y se sienta Jehová como rey para siempre.
Jehová dará poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo con paz.

143
El guerrero adorador

Cuando nos expresarnos en adoración al Señor, el aire vibra


con nuestra adoración. Eso transforma nuestro ambiente. En su li­
bro ¡Adora a Dios!, Ernest B. Gentile nos explica varias de las for­
mas de adoración que encuentra en los Salmos, que resumimos en
estas ocho líneas:

Cuando desatamos un sonido de adoración, la Tierra debe


responder. Hay poder al levantar nuestras voces en aclama­
ción al Dios vivo y verdadero. Podemos hablar, cantar; gri­
tar. Entonces, el poder expresivo de las manos genera un
sonido. Podemos aplaudir, podemos tocar instrumentos.
Podemos también levantar nuestras manos en adoración.
Adicionalmente, hay una postura de adoración. Podemos
pararnos, postrarnos; danzar.

Música, avivamiento y despertar


La música siempre ha sido un producto natural resultante
del avivamiento. En el gran avivamiento de David (1000 a.C.) la
música explotó en la tienda que el armó para cobijar el Arca del
Pacto.
Nuevos instrumentos tuvieron que ser inventados para faci­
litar la nueva adoración que venia. El nacimiento de la Iglesia
trajo consigo un resurgir de la música a medida que Dios co­
menzó a restaurar la tienda caída de David. Relatos de la Iglesia
Primitiva describen tiempos de vigorosa alabanza y adoración.
Los corazones llenos de Cristo siempre han encontrado una
forma de expresión en los salmos, himnos y canciones espiritua­
les. Tenemos antecedentes de himnos de padres de la iglesia ta­
les como Ambrosio, el obispo de Milán y Agustín de Hipona,
que los utilizaban para llevar los corazones de las personas ha­
cia Dios y reforzar la doctrina profunda, que era erosionada por
el gobierno romano/

144
Las huestes celestiales, judá y el León

Los corazones llenos de Cristo siempre han


encontrado una forma de expresión en los salmos,
himnos y canciones espirituales

En los siglos VI y VII, Gregorio el Grande (540-604) coleccionó


y recopiló himnos y cánticos para ser utilizados por toda la Iglesia,
los que llegaron a ser conocidos como los cánticos gregorianos. En
el siglo octavo Carlomagno deseaba que esos cánticos se cantaran en
su reino (“El Santo Imperio Romano”)- Aún no se utilizaba ningún
método de notación musical occidental, así que, con el tiempo los
detalles rítmicos fueron agregados a los cánticos para ayudar a su di­
fusión, y luego comenzaron a aparecer manuscritos con las gradua­
ciones definidas de las voces. Para el XI once se habían desarrollado
repertorios enteros escritos de los cánticos con la música.
A medida que la Reforma Protestante se extendió en los siglos
XV y XVI y después, frescos himnos nuevos brotaron en las nuevas
iglesias, que reemplazaron los cánticos gregorianos. Primeramente
los moravos, luego los luteranos utilizaron himnos para expresar
sus corazones hacia Dios.
Martín Lutero escribió y reunió himnos que capturaron la vida
de este avivamiento. Algunas de las melodías utilizadas fueron ori­
ginales; otras fueron tomadas de canciones seculares conocidas o
derivaban de los mismos cánticos gregorianos. La letra, como en
aquellos tiempos de los padres de la iglesia primitiva, reforzaba las
doctrinas de la fe e inspiraban los corazones cristianos. Así que más
adelante a través de los siglos siguientes, los escritores de himnos
capturaron el fuego de cada nuevo avivamiento a medida que su lla­
ma se extendía. En el siglo XVIII William Williams fue considerado
poeta del avivamiento galés; se inspiró en la vigorosa predicación de
I lowell Harris. Williams se unió a las filas de los predicadores del
avivamiento y produjo ochocientos himnos galeses. Poco después,

145
El guerrero adorador

en América, el Gran Despertar apareció en escena bajo la predica­


ción de John Wesley. Su hermano, Charles, eclipsó a lodos los otros
autores de himnos: escribió la asombrosa cantidad de seis mil qui­
nientos himnos.
Más adelante en el siglo XIX y al comienzos del XX, los him­
nos jugaron su parte en los avivamientos que impulsaron la iglesia
en su avance: desde el segundo gran avivamiento al avivamiento
pentecostal, hasta el movimiento de la lluvia tardía. En América y
otros lugares, los escritores de himnos comenzaron a apartarse del
sonido de la “alta iglesia” que Europa había tomado de la sombría
majestad de los cánticos gregorianos. Muchos himnos comenzaron
a copiarse del “sonido folk” de la gente común y más tarde del “so­
nido gospel” del siglo XX.
El más grandioso cambio en la música de la iglesia desde la re­
forma sucedió en 1960 con el movimiento carismàtico. La gente
comenzó a cantar simples coros y canciones de La Escritura junto
con los himnos, y en algunas oportunidades reemplazó a estos por
aquellas. A través de los siguientes movimientos de renovación de
1970, 1980 y 1990, estas canciones sencillas se desarrollaron en es­
tilo y contenido; unieron una variedad de sonidos y estilos, ambos
seculares y los únicamente cristianos. La tecnología de la era de la
información facilitó la difusión rápida de innumerables canciones
a las congregaciones de todo el planeta. La Licencia del Copyrighl
Internacional ha catalogado 60.000 canciones cristianas en circula­
ción en la actualidad. Pero aún esto no tiene en cuenta los incon­
tables miles de canciones que las congregaciones han utilizado y
que crearon sus propios miembros.
Con este resurgir de la adoración creativa que tipificaba el Ta­
bernáculo de David, ingresamos en forma explosiva al nuevo mile­
nio equipados con las claves de David para ascender atravesando
los estratos de los cielos, a fin de obtener las estrategias necesarias
para poseer todas las naciones sobre las que ha sido invocado el
nombre de Dios (ver Amos 9). Vimos llegar un sonido de renova­
ción durante los años 1980 y 1990. Luego, por supuesto, un soni
do profètico entró dentro del sonido de la renovación, que apuntó
Las huestes celestiales, Judá y el León

la Iglesia hacia un nuevo lugar. Hemos entrado ahora dentro de una


estación de guerra. Desde una ubicación de intimidad creo que ob­
tendremos el sonido que producirá la victoria sobre la Tierra.

Dios tiene una orden para


la victoria
Tal como la música formaba una parte integral de la vida social
hebraica, asimismo tenía su lugar en la vida religiosa. En 1 Cróni­
cas 15:16-24 leemos un relato detallado de la organización que hi­
zo David del coro levítico y de la orquesta. Además de este pasaje
hay únicamente referencias salteadas e indirectas al uso de la mú­
sica en la adoración religiosa; sin embargo, tenemos suficiente evi­
dencia bíblica para formarnos una clara impresión del carácter del
servicio musical del templo. Aunque no tenemos evidencia con re­
ferencia a la música instrumental del templo, podemos descubrir
por la forma de los Salmos, que la intención era que fueran canta­
dos en forma antifonal o bien por dos coros (ver Salmos 13: 20; 38)
o por un coro y la congregación (ver Salmos 136; 118:1-4). Pare­
ciera que luego de la cautividad los coros fueron formados por
igual número de voces masculinas y femeninas (ver Esdras 2:65).
En el primer sitio en que encontramos a Dios comenzando a
movilizar sus tropas para avanzar a tomar la herencia es Éxodo
0:26, donde declara: “Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egip­
to por sus ejércitos”. Para hacer eso, tenía una orden. El tabernácu­
lo de Moisés, que era sombra de las cosas por venir, estaba rodeado
por las tribus y sus ejércitos. Las tribus del este y el sur acamparon
primero. Judá era la tribu líder (ver Números 2).

Judá lidera
Existe una grandiosa herencia individual que Dios tiene para
' .ida uno de nosotros. También tiene una herencia corporativa a la
que está llamado a entrar al Cuerpo de Cristo, la que afectará cada

147
El guerrero adorador

territorio a través de todas las naciones de la Tierra. El tiempo pa­


ra guerrear por nuestra herencia es ahora. Hay promesas persona­
les que Dios desea manifestar.

Este es un tiempo de preparación y


de traspaso del manto de autoridad
hacia ¡a próxima generación

Este es un tiempo de preparación y de traspaso del manto ha­


cia la próxima generación. ¿Cómo procederemos?
Observe cómo lo relata Jueces 1:1-2:

Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de


Israel consultaron aJehová, diciendo: ¿Quién de nosotros
subirá primero a pelear contra los cañarnos? Y Jehová
respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la
tierra en sus manos.

Judá fue elegida como la tribu de la preeminencia divina en la


bendición patriarcal de Jacob.
Génesis 49:8-10 nos da más conocimiento:

Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de


tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Ca­
chorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se en­
corvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo
despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legis­
lador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se
congregarán los pueblos.

Judá debe ir primero. La alabanza debe tener la preeminencia


dentro de nuestras vidas, iglesias, ciudades, Estados y nación.

148
Las huestes celestiales, Judá y el León

Cuando Judá va primero, el cetro de autoridad está entonces en su


lugar para lograr una victoria máxima. Este es un tiempo en que el
León de Judá rugirá más fuerte ¡que el león que nos anda buscan ­
do para devorarnos!

Judá significa alabanza


judá significa alaba a Jehová. En esta época está por suceder un
cambio mayor en la manera en que adoramos y reconocemos a
Dios corporativamente. La palabra “alabanza” se origina en dos vo­
ces: “valor” y “precio”. Jehová significa el Dios del pacto.
Este es un tiempo cuando Dios valora nuestra adoración. Tam­
bién este es un tiempo cuando comenzamos a valorar el pacto que
Dios nos ha permitido tener con Él. ¡Qué precio que pagó para dar­
nos acceso al Salón del Trono! Nuestra adoración tomará gran sig­
nificado de pacto en este tiempo. Nuestra adoración desatará
grandes bendiciones en el ámbito terrenal. El redimido del Señor lo
dirá así. Este es un tiempo cuando la adoración del tipo zarza ar­
diente “Yo soy”, vendrá en medio del pueblo de Dios. Esto va a de­
satar un llamado de liberación a lo largo de la Tierra.
¡Se levantarán liberadores! Grupos enteros de personas comen­
zarán a ser liberados de las ataduras y opresión que los han mante­
nido postrados, y empezarán a estar delante del Señor con
grandiosos gritos de victoria. Este es un tiempo de mucha confron­
tación. Pero cuando la confrontación del enemigo viene por una ín­
tima comunión y adoración, tenemos la victoria asegurada. Este es
un tiempo cuando debemos dar a Judá -nuestra alabanza y adora­
ción- la libertad para experimentar hasta que lleguemos al sonido
(|ue traerá la victoria al ámbito terrenal. Debemos distinguir el so­
nido de Judá. “Y Jehová rugirá desde Sion (...) y temblarán ¡os cielos
V la tierra (...) pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la forta­
leza de los hijos de Israel” (joel 3:16, subrayado agregado).
Dios ruge cuando entra en batalla. Él rugirá contra los enemi
gos de su pacto. El pueblo de su pacto también comenzará a rugit

l'l'i
El guerrero adorador

y se transformarán en un temible, santo remanente, con el que con­


tenderá en el ámbito terrenal. Él será refugio y fortaleza a los que
respondan a su sonido y llamado. La adoración en este tiempo de­
terminará cómo las multitudes que están en el valle de la decisión
comenzarán a decidirse a seguir a Dios. Hay un rugido heredado
dentro de usted. Permita al Señor que lo atraiga y lo desarrolle, de
modo que este sonido aparezca en el momento apropiado en su vi­
da en estos tiempos.

Tiempo de avanzar en alabanza


La alabanza hace que nos movamos en agradecimiento con
nuestro cuerpo hacia nuestro creador. Alabanza (o yaddah) es ado­
rar a Dios con las manos extendidas. Con las manos levantadas, de­
claramos el mérito de Dios, y le agradecemos por todo lo que Él ha
puesto en nuestras manos. Encontramos este concepto menciona­
do por primera vez en La Biblia cuando Lea concibió su cuarto hi­
jo y lo nombró Judá, que quiere decir alabanza. Cuando Jacob
reconoció a Judá, extendió su más alta bendición sobre él y decla­
ró que aún sus hermanos lo alabarían. También declaró que Judá
(alabanza) triunfaría sobre todos sus enemigos con autoridad real
(el cetro) y autoridad legal (el legislador). La palabra “Judá” tam­
bién significa extender su mano y arrojar o disparar una piedra o
flecha contra su enemigo. Por lo tanto, encontramos que la alaban­
za será un arma clave del Espíritu de Dios en nuestras vidas en los
días que se avecinan.
La alabanza es una respuesta a la revelación que Dios hace de
sí mismo, la que todo hijo de Dios debería expresar. La alabanza
humana a un Dios santo es un tema mayor a través de la Palabra
de Dios. La alabanza es expresar a Dios nuestro aprecio y com­
prensión del valor que Dios tiene. La alabanza dice “gracias” por
cada aspecto de la naturaleza de Dios. La alabanza expande nues­
tra conciencia del carácter de Dios. “Alabanza” viene de una pala­
bra latina que significa “valor” o “premio”. Cuando alabamos a

150
Las huestes celestiales Ju dá y el León

Dios, proclamamos su mérito o valor y lo valioso que es para no­


sotros aquí sobre la Tierra. Encontramos otras palabras relaciona­
das a la alabanza en La Biblia, como “gloria”, “bendición”,
“agradecimiento” y “aleluya”. Durante este tiempo, estas son to­
das palabras que amo expresar sobre ustedes. Me gusta el orden en
la oración del Señor en Lucas 11:2: “...Padre (...) santificado sea tu
nombre. Venga tu reino”.
Primero Jesús alabó a Dios. Luego hizo su pedido. Alabar a Dios
nos pone en el encuadre mental correcto para comenzar a declarar
nuestras necesidades a un Padre santo. Con nuestras manos exten­
didas podemos adorar a Dios de tal manera que nuestra provisión
diaria pueda ser desatada. A través de la adoración podemos tener
la seguridad de que seremos provistos siempre en forma oportuna.
La alabanza y el agradecimiento son lo opuesto a la preocupación.
Una de las mayores preocupaciones es poder cubrir nuestras ne­
cesidades. Este es un tiempo para ser agradecidos por todas las cosas
que Dios hace en nuestras vidas. Nos agrada el único leproso que re­
gresó y dio gracias a Jesús por su sanidad. Este agradecimiento no
produjo solamente sanidad, sino algo completo. ¡Sé íntegro!
Hay también un precio que pagar para entrar en alabanza y ado­
ración. Existe un costo en este proceso, y nos enfrentamos con un te­
ma fundamental: ¿elegiremos disfrutar de los esfuerzos ajenos, o
entraremos en sacrificio de alabanza? Es más, ¿elegiremos ofrecer es­
te sacrificio en los buenos tiempos al igual que en los tiempos de
prueba? En El poder de la alabanza y la adoración, Terry Law escribe:

Dios no está únicamente interesado en la alabanza


que le entregamos en los tiempos en que todo va bien.
Busca esa alabanza que viene en medio de gran prue­
ba, de gran dificultad, dolor, enfermedad, opresión
demoníaca, tentación, dificultades en las relaciones y
problemas financieros. Él aún requiere alabanza. Aún
la demanda. Cuando se la damos en tiempo de dificul­
tad, significa mucho más para Él. Estamos operando de
acuerdo al principio del sacrificio, y Dios se agrada.

151
El guerrero adorador

El camino a la presencia de Dios


Judá lideró a la tribu de Israel a través del desierto. En Núme­
ros 2:3 podemos leer: “Estos acamparán al oriente, al este; la bande­
ra del campamento de Judá, por sus ejércitos”-,Judá también lideró la
conquista de Canaán. Por lo tanto, será la alabanza la que nos lide­
rará hacia nuestras batallas y victorias por venir.

La alabanza hace que la presencia


del Señor venga en medio de nosotros

La alabanza hace que la presencia del Señor venga en medio de


nosotros. Aún cuando Dios es omnisciente, manifiesta su autoridad
y gobierno en nuestro ambiente cuando lo alabamos. Cuando ala­
bamos, Dios viene y nos guía hacia delante. La palabra “habita” o
“entrona” significa establecerse o casarse. Cuando alabamos y ado­
ramos, restauramos nuestra comunión con un Dios santo. ¡Nos ha­
cemos uno! Él no solamente nos visita, sino que permanece y se
alinea con nosotros para caminar por la senda que nos ha elegido.
Él está con nosotros tal como un cónyuge. Cuando alabamos,
nuestra fe y confianza aumentan. La palabra “habita” o “entrona”
(yashab) también significa “juzgar en acecho”. Por lo tanto, Él so
sienta en el mismo centro de nuestras vidas y juzga a los enemigos
que nos rodean. Simplemente piense sobre Dios sentado en el mis­
mo centro de su vida. Ningún enemigo puede destronarlo a usted
porque Él no puede ser derrotado. ¡Eso es adoración!

Ser dirigidos a la guerra que viene


Al saber que entramos en una batalla de terreno inexplorado,
la adoración y la alabanza parecen ser nuestra clave hacia la victo
ria en los días venideros. Ahora hemos entrado en la estación de la
guerra. Cuando comenzamos este último milenio, se aceleraron los

152
Las huestes celestiales, Judá y el León

cambios y conñictos. Nos encuentra vacilando en la estabilidad,


haciendo pie y ubicándonos.
El mundo cambia tan rápidamente que muchos se despiertan
con ansiedad cada nuevo día. Las instituciones de la sociedad cam­
bian en un ritmo tal que de región a región la Tierra entera parecie­
ra estar en un constante estado de terremoto.
Una palabra sinónima a conflicto es guerra. En la guerra debe­
mos chocar con un enemigo, sea de naturaleza tangible o percibi­
do por discernimiento. Durante este tiempo de la historia, pienso
que encuentro mucho aliento en Eclesiastés 3:1, 8: “Todo tiene su
tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (...) ¡tiem­
po de guerra!”
Cuando es tiempo de guerra, ¡debemos tener un paradigma pa­
ra la guerra! Estamos experimentando un tiempo en nuestra na­
ción en el que entramos en una nueva guerra. Sin embargo, esta
guerra no es simplemente física, sino espiritual. La Iglesia es pre­
parada para entrar en su estación más dinámica de guerra, adora­
ción y cosecha. Examinaremos esto en forma más completa un
poco más adelante en este libro. El tema real es que sin la presen­
cia de Dios, estamos destinados a la derrota.
Pablo nos dice que estos relatos del peregrinaje de Israel hacia
la Tierra Prometida nos fueron dados como ejemplo (ver 1 Corin­
tios 10:1-11). Dios nos demuestra algo en el orden de la procesión
de las tribus. Usted o yo podríamos pensar que Rubén debería ha­
ber sido el primero. Era el más grande, y con la edad vienen la sa­
biduría y la experiencia. Pero ese no fue el factor decisivo para
Dios. José era el favorito, así como el más exitoso y poderoso de sus
hermanos, pero este no fue el criterio que Dios siguió. El ejemplo
que Dios deseaba darnos era que la alabanza debía siempre guiar el
camino.
Lea, tal como todos sabemos, no era la amada. Raquel era la
que Jacob había amado y por la que había trabajado. Pero Jacob fue
engañado para tomar a Lea en su lugar. No es un buen comienzo
para una relación; pero ella intentó con todas sus fuerzas poder ga­
narse el afecto de Jacob.

153
El guerrero adorador

En aquellos días se daba un alto mérito a la mujer que conci­


biera hijos. Dios hizo a Lea fructífera, y le dio tres hijos a Jacob; en
cada oportunidad esperaba procurar el amor de su esposo por ello,
pero fue en vano. Finalmente ella volvió su corazón al Señor: “Con­
cibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová;
por esto llamó su nombre Ju d á” (Génesis 29:35).
Por lo tanto, el nombre Judá nos llega como una verdadera re­
presentación de lo que debería ser la alabanza adorando con las
manos extendidas hacia Dios en medio de cualquier tipo de cir­
cunstancias. Lea podría haber sucumbido al rechazo y llamado a su
hijo “amargo” o “insatisfecho”, pero su corazón estaba ahora esta­
blecido en Dios, no en el hombre. Eligió alabar a Dios antes que al­
bergar autocompasión. Judá fue el último niño que Lea iba a tener,
y su nombre por siempre iba a estar ante ella para recordarle su de­
cisión.
Es este tipo de alabanza que Dios envía primero, no la alaban­
za que depende de las circunstancias, porque las circunstancias po­
drían no siempre ser favorables. Pero la alabanza que va primero
debe siempre ser inamovible.
Dios nos da estrategias que no son de la sabiduría de este mun­
do. El ejemplo que nos ha presentado es enviar a Judá primero, no
necesariamente el más sabio o fuerte. Permitamos que la alabanza
guíe el camino. La alabanza va quebrando. Josafat pudo ganar el día
enviando primero su equipo de alabanza (vea 2 Crónicas 20:20-22).
La alabanza inamovible labra los terrenos más duros. Dios dice
en Oseas 10:11 “arará Ju dá”. Cuando la tierra es dura, cuando las
circunstancias son adversas, el favor de Dios está sobre aquel que
lidera con alabanza. La tierra sin cultivar se abrirá. El arado de la
alabanza cortará la tierra improductiva y preparará el camino para
que la buena semilla de la Palabra sea plantada.
Luego, tal como lo registra Jueces, Israel se encontraba ante un
diferente tipo de desafío. Era un enemigo que estaba en medio de
ellos. Una de sus mismas tribus, Benjamín, albergaba una pandilla
homosexual culpable de violación y asesinato (vea Jueces 19:16-
30). Las otras tribus se reunieron y pidieron que estos hombres

154
Las huestes celestiales, judá y el Leóii

desenfrenados fueran entregados para ser castigados, pero Benja­


mín se puso de su lado. “Luego se levantaron los hijos de Israel, y su­
bieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién subirá
de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? YJe-
hová respondió: Judá será el prim ero” (Jueces 20:18).
Por lo tanto, a Judá nuevamente se le pide que lidere el cami­
no, pero esta vez a un costo desconcertante. Israel es derrotado y
pierde muchos guerreros. Al día siguiente Dios le dice a Israel que
vaya nuevamente, y una vez más sufre mucho y tiene que retroce­
der. Pero es aquí donde la alabanza inamovible no se rinde. “Venid
y volvamos aJehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos ven­
dará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucita
rá, y viviremos delante de él” (Oseas 6:1-2).
Hay poder para el pueblo de Dios en el tercer día, porque ese
es el día del poder de la resurrección. Aunque Israel fue obediente
habían sido despedazados y heridos en los primeros dos días. Con
frecuencia es en ese momento donde nos rendimos, justo un día
antes de la resurrección. Salmos 30:5 dice: “Por la noche durara el
lloro, y a l a mañana vendrá la alegría”. La alabanza inamovible de
be continuar.
Al tercer día Israel le preguntó a Dios y Él dijo que fueran olía
vez. Lo hicieron y Dios entregó a Benjamín en sus manos. El potlei
de los pecados que habían acechado y engañado a Benjamín estaba
quebrado, y pudieron ser restaurados.
Judá va primero cuando atravesamos la experiencias de desier
to. Judá va primero en la guerra por nuestra herencia. Judá va pi i
mero para arar un camino en nuevo territorio. Judá va primeio
cuando el costo es grande.

Una nueva canción: el león


de Judá rugirá
En una conferencia, Barbara Wentroblc ensenaba sobre ionio
Satanás anda como león rugiente, buscando a quien devoiat, peto

I 1.'
El guerrero adorador

que nosotros tenemos al León de Judá en nuestro interior. John


Dickson dice:

Dios depositó una canción en mi espíritu a medida


que ella hablaba, y cuando terminó, me miró y me
preguntó: “¿John, tienes una canción?” Dije sí, y can­
té la canción que Dios me había dado:

LEVÁNTATE Y RUGE

Cuando ese viejo león ruge en contra de mí,


mi Dios se levanta dentro de mí.
El tiene un rugido propio.
Yo sé que el León de Judá es el Rey de la jungla,
y ruge desde su trono.
Levántate y ruge, levántate y ruge,
levántate y ruge, el Rey está sobre su trono.
Mayor es Aquel que está en mí que el que está en el
mundo

El libro de Apocalipsis 5:5 nos dice que Jesús es el León de


Judá. Ese león vive en nosotros. Satanás solamente anda “como”
león rugiente; Jesús es un león rugiente. Debemos permitir que
ese aspecto de la alabanza esté en nosotros. Ese León en noso­
tros es fuerte, poderoso, confiado, agresivo y no debe ser des­
pertado.

.....
Hay un sonido de Dios que se desata
en ¡a Tierra en este preciso momento
a traués de su pueblo

156
Las huestes celestiales, Judá y el I cói i

“En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los


hijos vendrán temblando desde el occidente” (Oseas 11:10). Hay un
sonido de Dios que se desata en la Terra en este preciso momento
a través de su pueblo, que es la señal de la fortaleza de Dios en es­
tos tiempos. El enemigo anda rugiendo como un león buscando a
quien devorar, haciendo sonar acusaciones y produciendo temor.
Dios está desatando su rugido, que es mucho mayor que el del ene­
migo. Luego consideraremos cómo la nueva canción rompe el vie­
jo ciclo y quiebra huestes demoníacas.

Hasta que Siloh venga


Judá debe liderar hasta que Siloh venga (ver Génesis 49:10).
Siloh era una ciudad donde el tabernáculo fue establecido (ver Jo ­
sué 18:1). Aquí en Génesis aparece como un nombre propio o de­
signación mesiánica de Jesús. Una idea es que shiloh significa “el
pacífico”. Otro aspecto es que siloh es un sustantivo con un pro­
nombre como sufijo que debería ser entendido como “su hijo”;
por lo tanto, ni princesas ni legisladores serían quitados de Judá
hasta que su hijo venga. Otra posibilidad es dividir siloh en dos
palabras shay y loh, que significarían “Aquel a quien se le trae tri­
buto”. El significado más factible de siloh es uno aceptado por la
mayoría de las antiguas autoridades judías que entendían que era
una palabra compuesta por shel y loh, que quiere decir “a quien
pertenece”. Shelloh puede ser expresado por las frases, “a quien
pertenece el dominio”, “de quien es el reino” y “ Aquel cuyo de­
recho es reinar”.
Los primeros años de Samuel proveyeron otra conexión con Si­
loh (ver 1 Samuel 1-4). Luego de su nacimiento, Ana lo trajo a Si­
loh en gratitud a Dios (ver 1 Samuel 1:24-28). Por lo tanto, Siloh se
transformó en el hogar de Samuel mientras vivía bajo el cuidado de
Eli, el sumo sacerdote, y sus dos malvados hijos, Ofni y Finees.
Samuel fue el primer profeta de la transición que encontramos
durante el cambio de gobierno y forma de la adoración en la Palabra

157
El guerrero adorador

de Dios. Luego Samuel recibió el mensaje del Señor de que el sa­


cerdocio sería retirado de la familia de Eli (ver 1 Samuel 3).
Años después, luego de una derrota en Afee, los ejércitos israeli­
tas mandaron buscar el Arca del Pacto desde Siloh. Equivocadamen­
te pensaron que el Arca les traería la victoria, y perdieron la
segunda batalla de Afee ante los filisteos. Los resultados incluyeron
la pérdida del Arca; las muertes de Ofni, Finees y Eli, y la aparente
conquista de Siloh (ver 1 Samuel 4). Por lo tanto, en otras palabras,
Judá continuaría dirigiendo hasta que el domino perteneciera al le­
gítimo Rey del reino.

El sonido del salón del trono


Un sonido físico siempre ha guiado el avance de los ejércitos de
Dios. Siempre lo visualicé de este modo: Dios está en su trono, y je -
sús está sentado a su lado. Jesús es la puerta que tenemos al trono
del Padre. La Palabra de Dios no dice en Santiago 5 que nos some­
tamos a Dios, que nos acerquemos a Él y luego resistamos al dia­
blo. Creo que a medida que adoramos y nos sometemos a un Dios
santo, podemos entrar en contacto íntimo con Él. Aunque camine­
mos aquí sobre la Tierra en nuestra adoración sumisa, ascendemos
al cielo. Mientras individualmente buscamos a Dios y ascendemos
hacia el salón del trono, podemos escuchar el sonido del cielo en
nuestro hombre espiritual sobre la Tierra.
Dios siempre guió a su pueblo a avanzar con el sonido. Encon­
tramos en Números 10 que las trompetas deberían sonar. También
vemos lo mismo a través de todo el libro de Apocalipsis. El libro de
Apocalipsis es sencillamente un increíble y elaborado espectáculo
interpretado para nosotros por cantores de los cielos, excelentes,
junto con criaturas y ancianos.
Juan vio una puerta abierta en los cielos, y la voz que escuchó
fue como de una trompeta que hablaba y decía: “Escribe las cosas
que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas” (ver
Apocalipsis 1:19).
Las huestes celestiales, Judá y el León

La voz del Señor muchas veces suena como una trompeta que
nos llama. La trompeta, o shofar, en la Palabra de Dios tenía un so­
nido distintivo para reunir y llamar al pueblo de Dios a la guerra.
I ncontramos otro sonido antes de que Dios guíe sus tropas a avan­
zar: “Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las bal­
sameras”. En 2 Samuel 5 David había experimentado una gran
apertura en su propia vida. Lo que le fue profetizado durante los
veintinueve años anteriores había llegado a cumplirse. Entonces te­
nía que guiar a los ejércitos a ir hacia la batalla.
David tenía un propósito que lo movía: traer de regreso el Ar­
ca del Pacto a la posición que le correspondía en medio del pueblo
del pacto con Dios. Cuando los filisteos escucharon que David ha­
bía sido ungido como rey, se levantaron en su contra. David los de­
rrotó y los hizo retroceder hasta fuera de la jurisdicción de su
autoridad. Sin embargo, ellos se reagruparon y comenzaron a regre­
sar otra vez. El entonces le preguntó al Señor si debía perseguirlos.
En 2 Samuel 5:24 el Señor responde: “Cuando oigas ruido como de
marcha por las copas de las balsameras, entonces te moverás”.
El sonido de la marcha no es solamente el viento soplando so­
bre las copas de los árboles, sino las huestes celestiales y los ejérci­
tos de Dios que se mueven enérgicamente entre las hojas y esa
manera simbolizan su presencia para ayudar a David en la victoria.
En el libro de Apocalipsis encontramos que el tema real es la
relación entre los sonidos del cielos y la demostración de Dios so­
bre la Tierra. El sonido nos lleva hacia delante.

Cómo liderar la adoración


ascendente
Hay muchos aspectos de la adoración. Todos entran en juego
cuando nos reunimos como la Iglesia. La adoración corporativa tie­
ne una dimensión más amplia que cualquiera de los estilos de vida
de adoración individual. Varias dinámicas cambian cuando nos
unimos como la Iglesia:

159
El guerrero adorador

1. Aumento de fuerza. Uno puede perseguir a mil, pero dos a


diez mil (vea Deuteronomio 32:30). Este es un valioso
principio de multiplicación.
2. El poder del acuerdo. Jesús nos dijo: “Otra vez os digo, que
si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de
cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que
está en los cielos’’ (Mateo 18:19). Este es el poder del acuer­
do que aumenta la efectividad de nuestras oraciones. La pa­
labra “acuerdo” significa que nos ponemos en armonía. En
realidad significa que hacemos el mismo sonido sobre la
Tierra que el que viene del cielo. Por lo tanto, nuestros so­
nidos están en armonía.
3. La presencia del Señor. Tenemos una promesa especial de
parte de Jesús que Él mismo aparecerá cuando nos reunimos
juntos en su nombre. “Porque donde están dos o tres congrega­
dos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo
18:20). Cuando nos reunimos, Él está allí con nosotros.
4. El Cuerpo de Cristo colectivo. Uno de los más grandiosos
misterios, es que cuando nos reunimos nos transformamos
en mucho más de lo que somos individualmente. Nos
transformamos en el Cuerpo de Cristo. Él es la cabeza, no­
sotros el cuerpo. Esto determina la expresión de nuestra
adoración. El cuerpo debe responder de acuerdo a lo que
piensa la cabeza. “Vosotros, pues sois el cuerpo de Cristo, y
miembros cada uno en particular” (1 Corintios 12:27). En
este pasaje Pablo explica cómo cada uno de nosotros tiene
un don espiritual distinto, un aspecto diferente del minis­
terio de Cristo que cuando se une forma su plenitud en un
cuerpo colectivo. “Pero a cada uno le es dada la manifesta­
ción del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:7). El cuer­
po humano es un organismo complejo. Tiene una cualidad
sinergética donde muchas partes trabajan juntas para pro­
ducir una expresión completa. Cada miembro del cuerpo
depende de los otros. Cada uno también contribuye a lo
mejor del otro. Simplemente piense qué sucedería si todos

160
Las huestes celestiales, judá y el León

nos uniéramos en un lugar de adoración donde respondiéra­


mos completamente a la cabeza. Qué glorioso. “Porque así
como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cueiipo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así
también Cristo” (1 Corintios 12:12). “Mas ahora Dios ha co­
locado los miembros cada uno de ellos en el cueipo, como él qui­
so” (1 Corintios 12:18). Cuando obedecemos y nos
expresamos de la manera que la cabeza hubiese querido que
lo hiciéramos, creamos una sinfonía individual de adoración.

Una orden de sumisión para


la adoración
David presenta un grandioso ejemplo de sumisión a Dios y su
relación con la adoración. El orden en la adoración bajo el reinado
de David también presenta un gran ejemplo de cómo la adoración
colectiva es ordenada y sumisa. El equipo de adoración sometido a
los líderes de adoración. Por lo tanto, la unción de David fluía a tra­
vés de los líderes de adoración dentro del equipo de adoración. Los
Iitleres de adoración de David se sometían a David. Y por causa de
eso, la adoración se levantaba bajo la unción que estaba en David.
I os hijos de tres líderes de adoración de David, Asaf, Hernán y Etan
(Jedutum), fueron llamados a profetizar en el Tabernáculo. En la
adoración corporativa no podían tan solo adorar a su propia discre­
ción. Eran entrenados y se les daban directivas para profetizar: “Los
hijos de Asaf, estaban bajo la dirección de Asaf, que profetizaba bajo
las órdenes del rey” (1 Crónicas 25:2).
La Palabra dice lo mismo sobre los otros dos líderes de adora­
ción y sus hijos. Los hijos profetizaban bajo la dirección de sus pa­
dres, los líderes de adoración, que a su vez profetizaban bajo las
ordenes del rey, David. Al estar bajo la autoridad del que estaba por
encima de ellos, tenían fe para pararse en su don y saber que serían
respaldados por el que estaba sobre ellos en la cadena de autoridad.
I .star bajo autoridad no los impedía: los habilitaba.

161
El guerrero adorador

Jesús enseñó lo mismo sobre su relación con el Padre. No ha­


cia nada excepto que primero viera que el Padre lo hacía (ver
Juan 5:18). Defino a esto como verdadera adoración. Por lo tanto,
cuando lea sobre la vida de Jesús, puede ver que nos enseñaba có­
mo adorar y responder en humildad a un Dios santo. En su libro
Humildad, Peter Wagner escribe:

“Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla


será enaltecido” (Mateo 23:12). En este breve pasaje de La
Escritura encontramos dos pares paralelos de verbos acti­
vos y pasivos. Cuando digo verbos activos, quiero decir que
elegimos iniciar eso. Si no nos decidimos a hacer esta deter­
minada cosa, simplemente no sucederá, a pesar de lo que
teológicamente podamos saber sobre la voluntad perfecta
de Dios. Este pensamiento es tan importante que voy a es­
tar una y otra vez considerándolo. En otras palabras, ¡bási­
camente depende de nosotros! Por otro lado, el verbo
pasivo no depende en nada de nosotros. Si decidimos, co­
rrecta o incorrectamente, hacer el verbo activo, lo que es
pasivo inevitablemente nos sucederá, lo deseemos o no.
Podríamos decir que para lo activo hace falta la iniciativa
12
humana, en tanto para lo pasivo la iniciativa divina.

El rol del cántico profètico


En 2 Crónicas 20 encontramos que la adoración era el orden y
la clave de la victoria. También encontramos que desatar lo profè­
tico era muy importante a fin de tener la estrategia para ganar la ba­
talla. La adoración y la guerra son elementos clave que debemos
entender para nuestra victoria máxima. En esta historia, un núme­
ro de enemigos de Judá se reunieron para formar una confedera­
ción y planificaban invadir las fronteras ordenadas y prometidas
por Dios a Judá. En obediencia al Señor, Judá no había invadido
previamente a los que estaban en la confederación y que ahora se

162
Las huestes celestiales, judá y el León

levantaban para robar lo que legalmente pertenecía a Judá. No ha­


bía la menor duda de que la fuerza combinada de los enemigos fá­
cilmente podría haber vencido a Judá.

La adoración y la guerra son elementos


clave que debemos entender para
nuestra victoria máxima

Josafat, que era un rey piadoso, clamó al Señor para que le


diera una estrategia para la guerra que enfrentaba su pueblo. Al
hablar al pueblo dijo: “Oídme Ju dá y moradores de Jerusalén. Creed
en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas y se­
réis prosperados” (2 Crónicas 20:20). En Lo m ejor está aún por ve­
nir, Becky Wagner Sytsema y yo escribimos el proceso para la
victoria que le dio a Judá la estrategia para vencer al enemigo. El
pueblo de Judá ayunó. Le preguntaron al Señor. Le recordaron a
Dios sus promesas. Se volvieron altamente dependientes del Se­
ñor como su ayudador. Se ubicaron en la posición apropiada pa­
ra enfrentar al enemigo -nuestro lugar de habitación-. Buscaron
consejo. Luego adoraron y alabaron al Señor. Elaboramos sobre
este último punto lo siguiente:

Probablemente no exista un arma de guerra más fuerte que


la alabanza y la adoración al Señor. Satanás detesta nuestra
adoración a Dios por muchas razones. En principio, está
celoso de nuestra adoración. Él ansia obtenerla para sí mis­
mo a través de cualquier medio posible. Por otra parte, sa­
be que el arma de la adoración es fuerte y efectiva.
Considere las palabras del Salmo 149:5-9: “Regocíjense los
santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a
Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos.
Para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los

163
El guerrero adorador

pueblos; para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles


con cadenas de hierro; para ejecutar en ellos el juicio decreta­
do; gloria será esto para todos sus santos. ¡Aleluya!”
Otra razón importante la explica Cindy Jacobs,

Cuando alabamos a Dios, Él habita o entra en nuestras ala­


banzas, y su poder sobrepasa al del enemigo. Él es un Dios
poderoso, y Satanás no puede compararse en fuerzas.
La luz dispersará las tinieblas a través del ingreso de Dios a
nuestra alabanza. A través de la alabanza, el Señor mismo
comienza a hacer la guerra a favor de nosotros para silen­
ciar a nuestro enemigo, tal como lo veremos.

Kent Henry, un líder maravilloso de la adoración profètica que


une varias generaciones, dice: “La adoración profètica ya está en
usted” Muchas veces enseña lo que revela 1 Samuel 10:5-10, es­
pecialmente los versículos 5 al 7:

Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guar­


nición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encon­
trarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto,
y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos pro­
fetizando. Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti, con
poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hom­
bre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te vi­
niera a la mano, porque Dios está contigo.

“Profetizar” viene de una palabra hebrea naba. Significa bullir


y hablar o cantar por inspiración. Hay habitualmente un éxtasis
que mueve a un individuo a profetizar. El Espíritu de Dios te toma
o alcanza, y una inspiración de la voluntad de Dios nace de ti. Yo
lo digo sencillamente: profetizar es expresar la mente y el corazón
de Dios. Por lo tanto, tiene que entender lo que Él está pensando y
sintiendo para expresar al Señor a aquellos que lo rodean.

164
Las huestes celestiales, Judá y el León

Cuando la gente toca música bajo inspiración divina y la unción


está fluyendo, muchas veces las palabras proféticas comienzan a sa­
lir a través de un individuo en la reunión. Estas palabras son pode­
rosas. Yo creo que el cántico profètico es necesario para que ciertas
fuerzas demoníacas retrocedan. Un buen ejemplo de esto son David
y Saúl. Cuando David tocaba, los demonios que estaban sobre Saúl
lo dejaban. Kent Henry nos habla de cuatro puntos sobre el estilo de
vida necesario para que el espíritu de profecía fluya:

1. El factor de la unidad, tanto con el Señor como con otros


(2 Crónicas 5:13; Hechos 2:1).
2. Reconocer y ser sensibles al mover del Espíritu Santo (He­
chos 4:8).
3. Las actitudes son vitales. Quítese cualquier espíritu legalis­
ta “fariseo”. Regocíjese siempre (Filipenses 4:6-8); ore sin
cesar (Efesios 6:18).
4. Trate con el pecado rápidamente en su vida (Romanos 2:4)

Cante una nueva canción


En la adoración colectiva muchas veces hay personas que reci­
ben una canción. Muchas veces los líderes de adoración desean ser
espontáneos, pero saben que tienen una responsabilidad para man­
tener una dirección clara y el orden en el servicio. ¿Qué sucede si
Dios me da una canción y no existe una avenida para que la entre­
gue? Esto no es raro. Muchas cosas espirituales suceden durante
un servicio de adoración. Con frecuencia subo a la plataforma con
mi pastor y otros líderes de la iglesia para que me ayuden a admi­
nistrar el mover del Espíritu Santo en nuestra adoración.
Los que están en el liderazgo tienen que valorar todas las cosas
espirituales y permitir que la mejor expresión del corazón de Dios
se extraiga de ellas. No siempre es fácil, y no es una ciencia exacta.
Tenemos que confiar en que Dios obra a través de la estructura de
autoridad que Él ha ubicado.

165
El guerrero adorador

Si sentimos que tenemos una canción pero no podemos dar­


la, entonces, podemos orar el mensaje de la canción. Tal vez Dios
desea que esa canción sea una carga de intercesión en usted duran­
te un tiempo, y cuando ese tiempo se complete. Él abrirá un cami­
no para que usted la desate.
Se sorprendería si supiera cuántas veces he visto a Dios decirle
al líder cuando alguien tiene una canción.
John Dickson cuenta la historia cuando estaba dirigiendo la
adoración en una oportunidad y el Señor comenzó a agitar una
canción en él. Nos dice lo siguiente:

Pero antes de que se hiciera suficientemente fuerte para


que la desate, el tiempo de adoración había finalizado.
Don Crum era el orador, y cuando subió a la plataforma
dijo: “El Señor dice que no hemos terminado de adorar”.
El equipo volvió a subir, y mientras Don nos dirigía nue­
vamente hacia un poderoso tiempo de adoración, la can­
ción que había estado agitándose comenzó a bullir y la
desaté con gran poder.

El Señor está bien capacitado para abrirle camino a su canción.


Hay oportunidades en que tenemos que ser pacientes y confiar en
su tiempo exacto. Juan también nos cuenta una historia sobre su
esposa, Violeta:

Cierta vez el Señor le dio a mi esposa una canción en un


servicio, pero no hubo oportunidad para entregarla. Ella no
se enojó ni intentó presionar para hacerse lugar para darla.
Cuando iba manejando hacia casa al regresar de la iglesia
ese día, frené detrás de ella en nuestra acera y la vi saltar
fuera de su auto y danzar por nuestro patio de entrada.
“¡John, escucha esta canción que el Señor me dio!” La can­
ción tenía un sonido decidido, tipo latino:

166
Las huestes celestiales, ludá v el León

Haré lo que he hablado.


Realizaré por mi poderosa mano.
Completaré lo que me he propuesto.
Cumpliré lo que he planificado.
Porque soy Dios, y no hay otro.
Porque soy Dios, y no hay otro como yo.
Porque soy Dios y no hay otro.
Porque soy Dios y no hay otro como yo.
He hecho conocer el final desde el principio
y soy llamado el Anciano de Días.
Regresaré en esplendor a Sion
¡y mi salvación no se tardará!17

Tal vez se me pasó en la iglesia. Al dirigir la adoración, algunas


veces no somos sensibles a lo que el Señor dice a otros. Tal vez de­
bería haber discernido que ella tenía esta canción de parte del Se­
ñor. Si es así, ¿qué puedo decir? ¡Sucede! Tome aliento. No es el fin
del mundo. Dios está bien capacitado para hacer que su mensaje
llegue hasta nosotros. Después, escribí la canción con la música y
comenzamos a cantarla en nuestros servicios de la iglesia. Oportu­
namente la grabamos en uno de nuestros CDs, y ha llegado a todo
el mundo.

Música en la unción
“Jehovd está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre
ti con alegría, callará de amor; se regocijará sobre ti con cánticos” (So-
fonías 3:17) ¡Qué maravilloso es que Dios se regocija sobre noso­
tros con cánticos!
En su libro La Canción profética, LaMar Boschman escribe:

Es de máxima importancia que la música sea ungida


cuando cantamos y tocamos, ya que se trata de ministrar

167
El guerrero adorador

a las personas y no simplemente una linda música “es­


pecial”. La música en el mundo se interpreta para mover
o impresionar emocionalmente a otros. La música cris­
tiana puede ser impresionante y conmovedora, pero si la
única razón para usarla es impresionar a las personas y
mover sus emociones, la hacemos por un motivo equi­
vocado.
Algo está mal, la música de Dios va más allá que eso. Mi­
nistra vida y confianza porque presenta y glorifica a Je ­
sús. Y esto únicamente puede ser hecho cuando los
músicos, instrumentos, cantantes y canciones son ungi­
das (esto es, saturadas en el Espíritu Santo de Dios).

La unción rompe el yugo. Amo la música con el sonido de la


unción que quiebra, la que explico ampliamente más adelante en
este libro. Cuanto más alto vamos, más claro el sonido. La música
ayuda a definir el sonido del cielo.

A medida que ¡a unción se levanta,


escucha el sonido del Señor y deja que su canción
surja para que pueda quebrar cada yugo.

Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el


libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y
pueblo y nación, y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sa­
cerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de
muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y
de los ancianos; y su número era millones de millones, que de­
cían a gran voz: El Cordero que fu e inmolado es digno de to­
mar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra,
la gloria y la alabanza (Apocalipsis 5:9-12).

168
Las huestes celestiales, Judá y el León

A medida que la unción se levanta, escucha el sonido del Señor


y deja que su canción surja y pueda quebrarse cada yugo.

Las claves de la revelación


LeAnri Squier nos da una vivida ilustración:

El grupo de célula de adoración que tuvimos hace dos se­


manas fue una demostración viviente de su nuevo libro El
Guerrero de Adoración. Nosotros -alrededor de dieciocho
personas- entramos a una dimensión del salón del trono en
una creciente adoración espontánea que duró más de una
hora. Vi que a medida que adorábamos, Dios convocaba a
ángeles para que viniera delante de Él. Ubicó un rollo en la
mano de cada ángel, los que sabía que contenían decretos
con respuestas a las oraciones. Cada ángel voló (pasó como
un silbido) hacia abajo con el decreto en la mano. Nunca
había visto algo así.
Mucha más adoración -n o solamente canciones, sino de­
claraciones audibles y cánticos sobre la grandeza de Dios-
subían como un mar de fondo. Se abrió una fuente en lo
profundo. Cuando terminamos tuvimos una breve ense­
ñanza y luego oración. Entonces, nuevamente hubo un mar
de fondo, esta vez en oración, con una autoridad tan gran­
de que se transformó en un rugido. Era temible. Ya no pu­
de mantenerme de pie. Me vi a mí misma corriendo y
abriendo un campo persiguiendo al enemigo a toda veloci­
dad. Tenía un hacha de batalla en una mano y una espada
en la otra. Otros me perseguían. El enemigo huía en todas
las direcciones. Vi que una ofensiva totalmente nueva era
lanzada contra el enemigo.
En los días siguientes comenzamos a recibir rápidas respues­
tas específicas a oraciones que hicimos y decretos que procla­
mamos aquella noche. Luego me di cuenta que habíamos

169
F.l guerrero adorador

ascendido al salón del trono y que fuimos literalmente vesti­


dos de autoridad y coraje para traerlo al ámbito terrenal.
Sentí que tenía una nube alrededor de mi cuerpo. Era tan
fuerte, que a medida que hablaba con una amiga fue libe­
rada de un espíritu de temor al rechazo simplemente por la
unción.
He experimentado este “revestimiento” en forma privada,
durante tiempos de ayuno largo e intercesión, pero nunca
colectivamente, y nunca tan rápido. Nunca había visto o en­
tendido cómo había sucedido, hasta ahora. Simplemente la
frase “ascender y descender” lo dice todo.
Creo que una nueva dimensión se ha abierto para el
Cuerpo colectivo, por causa de que este libro ha sido es­
crito. Una puerta en los cielos ha sido reabierta apostóli­
camente.
De aquí en más debemos ser imparables, apasionados y fir­
mes en nuestra adoración. La puerta está abierta.

Las partes unidas


Por eso la Palabra nos dice que no debemos dejar de congregar
nos en unidad (ver Hebreos 10:25). Se aumenta nuestra fuerza, te­
nemos el poder del acuerdo, la presencia del Señor y la unión de
muchos dones para formar el Cuerpo colectivo de Cristo. Satanas
sabe esto y tiembla. Trata de hacer todo lo que se le ocurre para dis
locar nuestras reuniones corporativas. Trabaja sobre nosotros como
individuos para distraernos e intenta que no unamos nuestra li­
cuando nos congregamos. De tal forma que muchos de nosotros
llegamos a la iglesia y, en lugar de ponernos a adorar desde nuestro
don y luego expresar esa adoración en forma corporativa, tenemos
las siguientes actitudes: “No sé por qué, pero hoy estoy muy depri
mido”. “¡Ay! no, vamos a cantar esa canción de nuevo”. “Tengo
tanto que hacer esta tarde”. “Ay, estoy tan cansado”. “Tengo
taaaaaaaanto sueño”.

170
Las huestes celestiales, Judá y el León

John Dickson agregó:

Cuando me levanto a dirigir la adoración, veo esto. Aún


veo grupos de quince a veinte personas donde un espíritu
de opresión está concentrado en diferentes áreas de la con­
gregación. Algunas veces hay una nube sobre la iglesia en­
tera. Están impedidos, tienen el polvo del mundo sobre
ellos. El gobernador de este mundo (ver Juan 12:31) los ha
cegado para ver quiénes son y lo que pueden lograr cuan­
do se congregan juntos.

Lavado de pies por Jesús


En la última cena Jesús lavó los pies de los discípulos (ver Juan
I 3-11). Les dijo que no necesitaban un baño, que ya estaban lim­
pios. Todo lo que necesitaban era tener sus pies lavados.
Estamos limpios, amados, pero demasiado fácilmente nuestros
pies se cubren con el polvo del mundo. A medida que comenzamos
el servicio de adoración corporativa, encontramos que es necesario
ver este polvo por el Espíritu y movernos en una dirección que per-
mitirá a Jesús quitarlo de nosotros.
John Dickson dijo: “Habitualmente no comienzo con las can-
i iones más íntimas o poderosas. Y no menciono el polvo; simple­
mente comienzo a dirigir a cada uno hacia Jesús. El dijo que si lo
levantamos, Él atraerá a todos los hombres hacia sí (ver Juan 12:
12) ” .
Como está acuñado en el comienzo del libro Historia de dos ciu­
dades, vivimos en el mejor y el peor de los tiempos. La adoración
es la clave en este tiempo. Nos lleva hacia la restauración. Reciba el
sonido que el Señor desata desde el cielo. Vaya a la guerra con el
sonido. Observe cómo el poder de la pérdida en su vida comienza
■i quebrarse. Permita que el León de Judá ruja a su favor. Ruja con
l;l, y observe cómo comienza la restauración.

171
El guerrero adorador

Sacúdase el polvo, sacúdase el polvo.


Levántese y resplandezca, y refresqúese y florezca.
Sacúdase el polvo, sacúdase el polvo.
¡Levántese y resplandezca!
Porque llevará fruto en la ancianidad.
Y verá lo que le sucederá a su enemigo.
Por ello sacúdase el polvo, sacúdase el polvo.
Levántese y resplandezca f

Notas
1 Marty Cassady, carta al autor, 19 de marzo de 2002.
2 Ibid.
3 Billy Graham, Angeles: agentes secretos de Dios (Nueva York: Pockei
Books, 1975), pp. 32-33.
4 The New Bible Dictionary, Logos Bible System 2.1 (Bellingham,WA:
Logos Research Systems, Inc. 1997.)

172
Las huestes celestiales, judá y el león

5 Judith Harm, How Science works Pleasantville, NY. Dorling Kinders


ley Limited, 1991), pp. 116, 118.
6 Ernest B. Gentile, ¡Adora a Dios/(Portland, OR.; City Bible Publis­
hing, 1994) pp. 139-209.
7 GLIMPSES. No.26; Glimpses es un boletín insertado publicado por el
Christian History Institute, Box 540, Worcester, PA. 19490.
http://www.gospel.com.net/chi/GLIMPSEF/glimp-
ses/glmps026.shtml.
8 Mark E. Garmeaux, “¡O Come , Let Us Worship! Un estudio de la Li­
turgia e Himnología Luterana” (Presentado a la 78° Convención
Anual del Sínodo Evangélico Luterano, junio de 1995). http://
www.hlc.edu/comm/gargy/gargvl/O come let us worship.html
(Accedido el 19 de agosto de 2002).
9 The Gregorian Association (London, England) The Gregorian Asso­
ciation (London, England) http:www.beaufort.demon.co.uk-
/chant.htm (accedido Agosto 19,2002).
10 Terry Law, The Power o f Praise and Worship (Tulsa, OK: victory Hou­
se, Inc., 1985), p. 166.
11 John Dickson, untitled, (Denton, TX: Glory of Zion International
Ministries, inc. 2000).
12 C. Peter Wagner, Humility, (Ventura, CA.: Regal Books, 2002) pp. 7-8
13 Chuck D. Pierce y Rebecca Wagner Sytsema, The Best is yet Ahead
(Colorado Springs, CO.: Wagner Publications, 2001), p. 57
14 Cindy Jacobs, Possessing the Gates oj the Enemy (Grand Rapids, ML:
Chosen Books, 1991), p. 178.
15 Kent Henry, “Prophetic Worship - Changed into Another Man”,
2002.
16 Ibid.
17 Violet Dickson, “Porque yo soy Dios” (Denton, TX. Glory of Zion In­
ternational Ministries Inc., 1998).
18 LaMar Boschman, The Prophetic Song (Shippensurg, PA: Destiny Ima­
ge Publishers, Inc.) p. 31.
19 LeAnn Squier, E-mail enviado al autor, 25 de marzo de 2002.
20 LeAnn Squier, “Sacúdase el polvo” (Dentón, TX.:Glory of Zion Inter­
national Ministries, Inc., 1997).

173
CAP.’ .3 8

El sonido
del cielo
Mi palabra saldrá como espada de mi boca
para atar vuestras enfermedades y sanar vuestra Tierra.
Para atar al hombre fuerte y proclamar victoria.
Para destruir las tinieblas, poner libres a los prisioneros.
Porque soy Jehová, no hay Dios como yo;
porque soy Jehová, salgo en victoria.
Estoy usando el lagar porque ahora es el tiempo.
Estoy usando el lagar para traer el vino nuevo.
Te estoy llamando porque ahora es el tiempo.
Te estoy llamando para traer el vino nuevo.
Estoy derramando mi gloria, está descendiendo.
Así que, bebe en mi gloria, te rodea por todas partes.
Estoy derramando mi gloria, está descendiendo.
Así que, bebe en mi gloria, te rodea por todas partes.

V io leta D ic k s o n , P orque so y J eho vá


El guerrero adorador

n la guerra hay una orden y un sonido que guía al pueblo de

E Dios hacia la victoria. Con los israelitas, la orden de batalla


era simple. La fuerza se paraba, ya sea en una línea o en tres
divisiones, con un centro y dos alas. Había una retaguardia para
proveer protección en la marcha o para reunir a los dispersos (ver
Números 10:25; Josué 6:9; Jueces 7:16; 1 Samuel 11:11; Isaías
58:8). La señal para la carga y la retirada era dada por el sonido de
una trompeta. Había un grito de batalla para inspirar coraje e im­
partir confianza (ver Jueces 7:20; Amos 1:14).
Debemos tener un claro sonido de trompeta y revelación desa­
tada en este tiempo de la historia. Jesús dijo que Él edificaría su
Iglesia sobre la revelación. Por lo tanto, el Espíritu de Dios debe re­
velarnos a Jesús. Por el Espíritu de Dios también tenemos revelada
la voluntad del Señor. El Espíritu se mueve sobre la Palabra y en­
tendemos cómo vivir y caminar en el mundo actual.
Únicamente Dios puede revelarse a nosotros por su Espíritu
(Mateo 16). Una vez que recibimos revelación, deberíamos comen­
zar a orar esa revelación. Luego movernos de “orar a decir”. La de­
claración profètica es muy importante para cambiar la atmósfera de
los cielos. Nos transformamos en la trompeta del Señor en la Tie­
rra. Somos ese sofar humano.

El soplo de la trompeta
En el Antiguo Testamento el soplar de las trompetas anunciaba
el descenso del Señor. Este sonido tenía gran poder para estreme­
cer lo que parecía invencible.
Cierta vez durante la adoración, John Dickson comenzó a to­
car una vieja canción de una manera nueva. Cantó Josué peleó la ba­
talla de Jericó. No existe mejor ejemplo bíblico del sonido sobre la
Tierra que derriba a nuestro poderoso enemigo, que Josué cuando
dirigía a los ejércitos de Dios contra Jericó. A medida que John to­
caba esta canción, comenzó a levantarse fe entre la gente. No sola­
mente dimos un increíble grito que sacudió los cielos, sino que los

176
El sonido del cielo

muchos sofars que había en la conferencia vinieron adelante y co­


menzaron a soplar. Se desató gran fe.
El sonido de la trompeta precedía al mover de la presencia de
Dios. Este sonido advertía el peligro que se aproximaba. Este soni­
do era un llamado a las armas. Este sonido significaba que se esta­
ban por manifestar propósitos redentores. Encontramos en el libro
de Apocalipsis, el que cubriré después, que cuando sonaba la trom­
peta tenía que haber una respuesta. De hecho, hay muchos sonidos
en el libro de Apocalipsis.

Levántese, declare y haga conocer sabiduría


El sonido de la trompeta representa un avance hacia la restau­
ración de los propósitos de Dios sobre la Tierra. Si la Iglesia logra
una posición firme, veremos al gobierno civil que se mueve correc­
tamente para derribar el mal. Debemos tomar nuestra posición has­
ta que veamos reedificada la pared que había sido quebrada en
nuestras vidas, familias, ciudades, Iglesia y nación.

Si Ia Iglesia logra una posición firme,


veremos al gobierno civil que se mueve
correctamente para derribar el mal

En Nehemías encontramos que la adoración ayudó a restaurar


la pared que rodeaba a Jerusalén. La siguiente oración o canción
profètica le da una idea de cómo el cántico profètico establece una
“posición” en el ámbito terrenal:

Y dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Se-


rebías, Hodías, Sebanías y Pétalas: Levantaos, bendecid a
Jehová vuestro Dios desde la eternidad hasta la eternidad;
y bendígase el nombre tuyo, glorioso y alto sobre toda
bendición y alabanza. Tú solo eres Jehová; tú hiciste los

177
El guerrero adorador

cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tie­


rra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay
en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de
los cielos te adoran. Tú eres, oh Jehová, el Dios que esco­
giste a Ahram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pu­
siste el nombre Abraham (Nehemías 9:5-7).

Cantaron, profetizaron y declararon la historia de Israel delan­


te de un pueblo quebrantador del pacto. Terminaron declarando lo
siguiente y renovando su pacto:

fíe aquí que hoy somos siervos; henos aquí, siervos en la


tierra que diste a nuestros padres para que comiesen su
fruto y su bien. Y se multiplica su fruto para los reyes que
has puesto sobre nosotros por nuestros pecados, quienes
se enseñorean sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestros
ganados, conforme a su voluntad, y estamos en grande
angustia (w. 36-38).

La conspiración del enemigo


Debemos reconocer que tenemos un enemigo que tiene un
plan para cambiar leyes y tiempos, para que lleguemos a estar atra­
pados en sus propósitos. El plan malvado de Satanás puede ser de­
rribado cuando nos levantamos y declaramos la verdad. “No temáis
ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es
vuestra la guerra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos; he
aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arro­
yo, antes del desierto de Jeruel (...) paraos, estad quietos, y ved la sal­
vación de Jehová con vosotros” (2 Crónicas 20:15-17).

Un tiempo para escuchar


Debemos tener oído para escuchar la trompeta. No estamos
acostumbrados a escucharla de la manera que necesitamos hacerlo
en este tiempo. Dios está entrenando nuestros oídos para escuchar:

178
El sonido del cielo

Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni


me volví atrás (Isaías 50:5).

Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis.


Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a
mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis
puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcan­
zará el fav or de Jehová (Proverbios 8:33-35).

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tri­


bulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, es­
taba en la isla llamada Patmos por causa de la palabra
de Dios y el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 1:9).

Observe que Juan estaba sobre la Tierra, y su espíritu humano


estaba tan lleno del Espíritu Santo que sus sentidos parecían ascen­
der hacia el cielo. Escuchó una voz como de trompeta. La voz de­
sató visión y revelación que debía ser comunicada a la iglesia de ese
tiempo. La voz no solamente sonaba como una trompeta, sino que
también sonaba como de muchas aguas. La voz era la voz del Se­
ñor Jesucristo. La voz le ordenaba escribir lo que había visto para
que los ángeles de las iglesias comprendieran.
Debemos entender y poder interpretar completamente el soni­
do de los cielos, de modo que podamos comunicar por el Espíritu
lo que nuestro comandante le dice a la Iglesia actual. Este es verda­
deramente un tiempo para escuchar. Este sonido será el sonido que
nos guiará hacia adelante como un poderoso reino de reyes y sacer­
dotes que están representando a la persona que desata el sonido.
Prepárese, ejército. El cielo está sonando y nuestro Señor y Rey se
prepara para guiarnos hacia adelante.

Un tiempo para la guerra


Debemos descansar en Él que “muda los tiempos y las edades;
quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los

179
El guerrero adorador

entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en


tinieblas, y con él mora la luz’’ (Daniel 2:21-22).
Hay tres claves para operar en la guerra. Primero, cuando es el
tiempo para la guerra, debemos ir a la guerra. El rey David tuvo su
más grande caída cuando, durante su reinado, llegó el tiempo de ir
a la guerra y se quedó en casa. La pasividad en el tiempo de guerra
es desastrosa.
Otra clave es saber de qué se trata la guerra. Definir al enemi­
go le permite obtener la estrategia de la victoria. Estamos en gue­
rra con un enemigo que se ha establecido contra la voluntad de
Dios. Estaremos en guerra hasta que la voluntad de Dios se haga en
la Tierra como en los cielos. Estamos en guerra hasta que veamos
la gran comisión cumplida.
En su libro Oración de Guerra, el Dr. C. Peter Wagner lo dice de
esta forma:

El primer objetivo de Satanás es evitar que Dios sea glorifi­


cado e impedir a los perdidos ser salvos. Jesús vino a bus­
car y salvar a los perdidos. Dios envió a su hijo para que
todo aquel que cree en Él tenga vida eterna. Cada vez que
una persona se salva, los ángeles en los cielos se regocijan.
Satanás detesta todo lo de arriba. Él quiere que la gente se
vaya al infierno, no al cielo. Y la razón de que este es su pri­
mer objetivo es que cada vez que tiene éxito gana una vic-
1
toria eterna.

Además de conflicto armado, recuerde que la definición de


guerra también incluye una competencia agresiva o lucha por lo­
grar determinada meta. Estamos viendo señales enormemente
alentadoras a través de todo el mundo. Como escribe el Dr. Wag­
ner en La oración de poder: “Esta es la primera vez en la historia
humana que tenemos una oportunidad viable de completar la
gran comisión de Jesús en nuestra generación”. Cuanto más cer­
ca estamos de ganar la guerra, más desesperado y perverso se

180
El sonido del cielo

vuelve el reino de Satanás. Es imperativo que entendamos quién


es nuestro enemigo a medida que nos movemos hacia la futura
guerra de la Iglesia.

Cuanto más cerca estamos de


ganar ¡a guerra, más desesperado y
perverso se vuelve el reino de Satanás
i— I - ..........
La tercera clave es guerrear desde un lugar de habitación. Nun­
ca guerreo por guerrear. Únicamente voy a la guerra cuando no me
puedo ir a mi lugar de habitación; o cuando estoy en mi lugar de
habitación y el enemigo intenta moverme de ese lugar de descan­
so, protección y confianza que el Todopoderoso me ha permitido
experimentar.

El que habita al abrigo del Altísimo m orará bajo la


som bra del Omnipotente. Diré y o a Jehová: Esperanza
mía, y castillo mío, mi Dios, en quien confiaré (Salmo
91:1-2).

¡Esto si que describe claramente la adoración y la guerra! Una


vez que estamos en nuestro lugar de habitación, todas las increíbles
promesas enlistadas en el Salmo 91 están disponibles para nosotros.

Ascienda, adore, escuche y luego camine


Tal como señalé, la adoración nos lleva a través de pasos de
ascensión hacia el ámbito celestial. El Señor Jesucristo entonces
es el mediador a nuestra llegada dentro del salón del trono, don­
de tenemos el increíble privilegio de estar osadamente delante
de un Dios santo. A medida que ascendemos, obtenemos más y
más revelación de quién es Él y cuál es su voluntad para nues­
tra vidas sobre la Tierra.

181
El guerrero adorador

Tenemos una posición en los cielos, pero caminamos sobre la


Tierra (ver Efesios 1-2). Cuando conocemos nuestro lugar de habi­
tación en los cielos, caminamos con gran confianza y fe. Vamos a
la guerra cuando el enemigo trata de expulsarnos de nuestro lugar
de habitación o bloquearnos el ascenso a ese lugar de habitación en
Cristo. Con frecuencia sentimos este bloqueo cuando ascendemos
en adoración. Esto es cuando es necesario expresar el sonido de
guerra desde nuestros espíritus hacia el enemigo. Recuerde: adora­
mos durante todo el camino hacia el salón del trono.
Luego de tener completa revelación del estado de la Iglesia de
ese tiempo histórico, ante Juan sucedió lo siguiente: ¡Se abrió una
puerta! Apocalipsis 4:1 registra el evento: “Después de esto miré, y
he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como
de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá y y o te mostraré las co­
sas que sucederán después de estas”.
Esto desató mucha más revelación para Juan. El Señor le pidió
a Juan que entrara. Así que no solamente ascendió, sino que entró.
El Señor entonces comenzó a darle la perspectiva celestial de las
cosas que sucederían sobre la Tierra.
Apocalipsis 5:9 continúa: “Y cantaban un nuevo cántico dicien­
do: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje
y lengua y pueblo y nación”. Hay un ámbito de adoración donde los
sellos de la revelación son abiertos. Una vez que esta revelación co­
mienza a entrar en nuestro espíritu, la estrategia de la revelación
hace que caminemos en victoria completa sobre la Tierra.
Apocalipsis nos muestra un modelo de lo que se desata para
nosotros en el salón del trono cuando adoramos:

1. ¡Dios abre los sellos! Desata juicios futuros sobre la Tierra. A


medida que adoramos, Él desata venganza sobre los enemigos
que le han resistido como el Hijo amado. También desata ju i­
cios sobre los que resisten sus propósitos de pacto. No tene­
mos el derecho de juzgar, pero tenemos el derecho de adorar.
Desde nuestra adoración, Él desata juicios.

182
El sonido del cielo

2. Hay un sonar de trompetas y una unción profètica. Apocalip­


sis 19:10 declara: “Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él
me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus her­
manos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque
el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
3. Jesús desata “ayes” sobre la Tierra. Mateo 23 y 24 tiene una
lista de estos ayes. El primero es para los escribas y fariseos.
Cuando adoramos, quebramos el poder de los espíritus reli­
giosos sobre nuestras vidas. Entonces podemos recibir la re­
velación y verdad proféticas que Dios nos envía hoy.
Proverbios 29:18 en La Biblia Amplificada dice: “Donde no
hay visión [ninguna revelación redentora de Dios], el pueblo
perece; pero el que mantiene la ley [de Dios, que incluye la
del hombre], es bendito (feliz, afortunado y envidiable). Mu­
chas personas no entienden la profecía porque no entienden
el propósito redentor de Dios. Él desata su Palabra y propósi­
to redentor para nuestras vidas hoy. Si adoramos, no rechaza­
remos la revelación profètica y la sabiduría como lo hicieron
los escribas y fariseos.
4. Luego Jesús desata ayes sobre Jerusalén. Si adoramos sobre
nuestras ciudades, veremos el tiempo de su visitación. Él dijo
en Mateo 24:6-8: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mi­
rad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontez­
ca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra
nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terre­
motos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolo­
res”. Sin embargo, agregó: “Mas el que persevere hasta el fin,
este será salvo” (v. 13). “Perseverar” es mantenernos en nues­
tro lugar durante el conflicto y no dejarnos abatir por la ad­
versidad. Mantenerse es permanecer bajo estrés, tal como se
encuentra en Efesios 6, estar firmes. Resistir es perseverar ba­
jo presión mientras esperamos calmos y con coraje para que
el Señor intervenga. Esta es una resistencia enérgica hacia
nuestro enemigo, a medida que nos acercamos al Señor e ín­
timamente lo adoramos.

183
El guerrero adorador

4. ¡Él desata las copas llenas de oración y llenas de ira! La inter­


cesión y la adoración son muy importantes. Las oraciones de
los santos hacen que las copas en los cielos se llenen. Apoca­
lipsis 5:8 dice: “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del
Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso,
que son las oraciones de los santos”. Cuando nuestras oracio­
nes ascienden, son purificadas. El aroma y la fragancia de la
redención entrelazan la verdadera oración llena del espíritu.
Mientras nuestra oraciones ascienden, las fuerzas angelicales
descienden para establecer guarda sobre nuestra boca y guar­
dar la puerta de nuestros labios (ver Salmo 141:3-4). Lo que
está en nuestro corazón procede de nuestra boca Mientras
nuestras oraciones ascienden y llenan las copas, Él llena nues­
tros corazones. Apocalipsis 16 tiene una lista de las copas.
Una vez que las copas están llenas de las oraciones de los san
tos, Dios comienza a poner la Tierra en orden. Juzga a la bes­
tia y a los que adoran su imagen. Mientras las copas se van
llenando, vemos un modelo de los cielos similar a lo que Moi­
sés y los israelitas experimentaron ante el faraón. Los moder­
nos faraones son juzgados a través de la adoración de los
santos. Cuando ascendemos en adoración, tenemos el dere­
cho de decir a Babilonia que se quiebre y caiga. Los poderes
de la adivinación, la mentira y de abominables espíritus per­
versos se quiebran sobre la Tierra a medida que adoramos.
5. Se desatan nuevas canciones desde los cielos hacia la Tierra.
Luego cubriré este tema.
6. Cuando ascendemos en adoración tenemos protección sobre
natural en la guerra espiritual. Todas las bendiciones del Sal­
mo 91 están disponibles para nosotros porque entramos en
nuestro lugar de habitación. Cuando ascendemos, podemos
pararnos contra las fuerzas demoníacas que Cristo ya ha de­
rrotado a través de su ascensión. Ellas están bajo sus pies. Y a
medida que ascendemos en adoración, nos movemos desde
nuestra condición terrenal hacia nuestra posición celestial. La

184
El sonido del cielo

verdadera victoria en la guerra sucede cuando plantamos


nuestros pies sobre nuestros enemigos. La guerra no es gritar­
le al enemigo. Es poner nuestros pies sobre sus propósitos
que están orientados contra nuestra victoria y la influencia de
Jesús en la Tierra.
7. La adoración desata un conocimiento del Cordero sobre el
trono:
a. Su íntima relación con nosotros.
b. Su ministerio hacia el ámbito terrenal.
c. Su gobierno divino.
d. Su llamado a las misiones.

Autoridad en la adoración y revelación


El Señor le dijo a Pedro que las puertas del infierno no prevale­
cerían contra él. También dijo que edificaría su Iglesia sobre la divi­
na revelación que Pedro acababa de experimentar de parte del Padre.
Edificamos la Iglesia a través de la revelación profètica y
luego las puertas del infierno no tienen derecho a prevalecer. Si
edificas con los modelos de Dios en la Tierra, vencerás al infier­
no. Si edificas apropiadamente por revelación, recibirás claves
del Reino. Recuerda, no edificamos el Reino. El Reino es del Se­
ñor. Esto es lo que le produce problemas a muchas personas; en
realidad intentan tomar la revelación del Padre y edificar su pro­
pio Reino. Usted recibe claves para abrir el Reino. Si edificamos
la Iglesia apropiadamente, obtendrá llaves para poder abrir el
Reino. El Reino tiene que ver con el gobierno, reino y autoridad
de Dios. Dones apostólicos, autoridad y alineamiento apropiado
de los santos en un territorio constituyen las bendiciones del
Reino desatadas. Esto no quiere decir la iglesia local. El Reino
representa cada don y cada “tribu” de creyentes que se alinean
juntos en su territorio para representar el gobierno de Dios. Es­
to es lo que presenta sabiduría a los poderes y principados en su
territorio. Atar y desatar está relacionado al Reino. Si edifica
rectamente, tendrá autoridad del Reino para prohibir y permitir.

185
El guerrero adorador

La única manera en que puede obtener este tipo de autoridad es


adorar.
Elias fue un hombre como nosotros. Tuvo el mismo tipo de es­
tructura emocional que la nuestra. En Santiago 5 se nos dice esto.
Podemos aprender mucho de su ejemplo al ejercer autoridad. Re­
cuerde, dio una palabra a la autoridades civiles de su tiempo. Esta
palabra estableció un curso en los cielos que afectó a la tierra (ver
1 Reyes 17). Sin embargo, también lo encontramos cuidando esta
palabra de modo que cuando fue el tiempo exacto de Dios para rea­
lizarla en la Tierra, entró en intercesión hasta que la voluntad de
Dios en los cielos comenzó a manifestarse en la tierra. ¿Qué fue lo
que le dio a él y qué nos dará a nosotros el derecho a ejercitar la au­
toridad de Dios en el ámbito terrenal? Miremos este modelo que
encontramos en 1 Reyes 18.

1. Conocía el tiempo oportuno de la revelación de Dios.


2. Entendió la promesa de Dios.
3. Entendió que el tiempo de Dios estaba ligado con la manifes­
tación de la promesa.
4. Entendió el poder de la declaración profètica. Supo que podía
llamar a la voluntad de Dios desde los cielos y que la volun­
tad de Dios a su tiempo se manifestaría en la Tierra. El Señor
había dicho que no iba a llover durante tres años. Ese marco
ya estaba cumplido. Era tiempo de que lloviera. Tuvo que po­
nerse de acuerdo con esta revelación y comenzar a orar.
6. Entendió su posición ante Dios. Era una posición de humil­
dad. Aquí es cuando entra la adoración.
7. Tuvo gran perseverancia delante de Dios. No se rindió. Per­
maneció en intercesión hasta que lo que él sabía que estaba en
los cielos se manifestó sobre la Tierra.
8. Esperó que Dios respondiera. Por lo tanto, las expectativas en sus
emociones estuvieron directamente alineadas con los propósitos
de Dios. Resistió la esperanza postergada y las decepciones por
las faltas de Israel, y oró y adoró hasta que sucedió el cambio.

186
El sonido del cielo

Salmos de ascenso
Muchas veces olvidamos que a través de la adoración sucede la
restauración y la victoria. Conozco a mucha gente por todo el mun­
do con la que me alineo que ama adorar, orar e interceder. En mi
iglesia apartamos todos los miércoles para orar el día completo.
Oramos y adoramos a través del día y luego nos reunimos corpora­
tivamente por la noche. Durante el día también tenemos un cuarto
apartado para sanidad, liberación y restauración. Sabemos que po­
demos ascender, adorar, impartir la unción de Dios y ver las vidas
de las personas restauradas.
David enseñó esto a través de los salmos de ascenso. Linda
Heidler, una de las pastoras de nuestra iglesia, hizo un estudio una
mañana sobre los salmos de ascenso, mientras se preparaba para el
servicio de todo el día miércoles.

1. Salmo 120. Comienza el ascenso con personas en problemas


que claman a Dios. Están rodeadas por mentiras y engaño y
les lanzan flechas encendidas. La solución es ascender al Se­
ñor en Sión.
2. Salmo 121. Es en realidad el comienzo del ascenso al pie del
Monte de Sion. A medida que miran a la montaña, dicen: “Ne­
cesitaré ayuda para subir. ¿De dónde vendrá?” Como los hi­
jos de Israel cuando dejaron Egipto, dicen: Si el Señor no nos
ayuda, no podemos hacerlo. El Señor no permitirá que mi pie
resbale. Él me cuidará, protegerá y guardará cuando entre y
salga.
3. Salmo 122. Aquí se enfoca en el gozo puesto delante de ellos
al entrar las puertas de Jerusalén. Este es el salmo de alaban­
za, gozo y adoración En estos salmos hay un ciclo: clamor por
ayuda, liberación y un ascenso mayor hasta llegar completa­
mente.
4. Salmo 123. A medida que ascienden claman por la mano de
ayuda de Dios. Esto es una oración, están nuevamente bajo
el ataque de los que no suben, pero se encuentran a salvo.

187
El guerrero adorador

Comienzan a burlarse de ellos con desdén. Los que estén as­


cendiendo que miren al Señor.
5. Salmo 124. La batalla se hace más fiera. Los hombres se le­
vantan contra ellos, ponen trampas y acechanzas, se enfure­
cen en su contra y tratan de abatirlos. Si no hubiera sido por
el Señor que estaba de su lado, los hubieran tragado vivos.
6. Salmo 125. El salmista finalmente sube y escapa de las tram­
pas y acechanzas. Son tan fuertes como el Monte de Sion y no
serán movidos. Escaparán al cetro de maldad. El plan de au­
toridad malvada no puede reposar sobre ellos. La Tierra co­
mienza a regocijarse en este lugar de ascenso.
7. Salmo 126. Nuevamente vuelven su atención al gozo de en­
trar a Sion. El poder del recuerdo del gozo viene sobre ellos.
Este es un lugar de “vuelta a casa”. La liberación comienza a
abundar. Una liberación divina sucede en este lugar. La pre­
sencia de Dios y el regocijo es tan fuerte que es difícil aún pa
ra ellos creer que han podido quebrar su aflicción.
8. Salmos 127 y 128. Se levanta una nueva distracción, preocu­
pación e inquietud por sus ciudades, hogares y niños que han
tenido que dejar para poder ascender. El Señor responde ase­
gurándoles que a menos que Él guarde sus ciudades, ellos las
cuidan en vano, y a menos que Él edifique la casa, ellos tra­
bajan en vano. Sus hijos serán como flechas en la mano de un
guerrero y no saldrán de su curso, sino que darán en el blan­
co. Sus hogares estarán llenos de bendición y prosperidad.
9. Salmo 129. Viene un ataque aún más perverso. Sin embargo,
por causa de que han ascendido, tienen una nueva fuerza, la
que recibieron en el Salmo 125. Por lo tanto, el ataque es bre­
ve y sus enemigos son avergonzados. Comienzan a vestirse
con bendiciones y favor.
10. Salmo 130. Están en la presencia de Dios recibiendo gracia y
perdón. Su pasado es quitado. La esperanza se levanta nueva
y fresca. La seguridad ele la redención está sobre ellos, y el po­
der de la iniquidad comienza a quebrarse. Saben que deben
tocar a Dios, así que abandonarán todo para hacerlo.

188
El sonido del cielo

11. Salmos 131 a 134. El pueblo llega al lugar de la paz perfecta.


Han dejado de luchar y apoyarse en su propio entendimiento
en lo que concierne a sus circunstancias, han permitido que se
levante la confianza y han abrazado el fiel amor de Dios. Co
mo un niño destetado descansa contra el seno de su madre, mi
alma es un niño destetado dentro de mí. Un niño destetado lia
llegado a un nuevo punto de madurez. No hay paz hasta que
todos nuestros enemigos están bajo nuestros pies. Han aseen
dido por encima de sus enemigos cuando han alcanzado la
meta del salón del trono. Cantan, alaban y adoran en la pi e
senda del Señor. “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es h abí
tar los hermanos juntos en armonía!” (Salmo 133:1). Hay una
nueva unción, como el aceite derramado sobre la cabeza de
Aarón que desciende hasta el borde de su vestidura. Hay un
nuevo refresco como el roció de Hermón sobre los montes de
Sion. ¡En ese lugar el Señor envía la bendición de la vida! Ca
da lugar de muerte es vencido por la orden del Señor que trac
vida. La orden del Señor no puede ser resistida o recibir opo
sición. Su Palabra cumple para lo que Él la ha enviado. El re
sultado final es alabanza gloriosa a Dios toda la noche.

Distracciones: los enemigos


de la oración
John Dickson dijo:

Algunas veces he pensado el ascenso en adoración como


flotar sobre una nube hasta el salón del trono. No he visto
la batalla de la ascensión. La clave es tener un corazón pa
ra continuar ascendiendo y no volver atrás o salirme del ca
mino. Es la actitud de cuidar lo que está en mi camino para
poder continuar mi subida. El enfoque es no salirme ntin
ca de la meta. La meta es el salón del trono, la presencia de
Dios y estar sumergido en su gloria.

IK9
El guerrero adorador

Las distracciones nos impiden adorar realmente y cumplir lo


que Dios quisiera que edifiquemos. Cada uno de nosotros tiene un
plan de edificación para nuestra vida. También somos parte de lo
que Dios quiere que edifiquemos y restauremos en la Tierra. Él nos
conecta con una visión de pacto. Sin embargo, para edificar apro
piadamente no podemos distraernos

La meta es el salón del trono, la


presencia de Dios y estar
sumergido en su gloria

Jesús nos enseñó la importancia de la adoración versus las dis


tracciones. Amo la historia cuando Jesús visitaba el hogar de María
y Marta. Marta le daba la bienvenida a su casa. Una vez que estaba
allí, María se sentaba a sus pies y escuchaba su palabra. Marta es
taba orgullosa de su hogar y contenta de que el Señor los visitara
Sin embargo, se perdió el propósito de su visita. No estaba allí pa
ra una visita social, sino para desatar su palabra en la ciudad de Be
tania. Lucas 10:40 dice: “Marta se preocupaba con muchos
quehaceres”.
La palabra “preocupada” en griego es perispao, que significa es­
tar sobrecargada y andar interminablemente.
María, por otro lado, parecía permanecer muy enfocada en el
propósito más alto del momento. Marta aún se acercó al Señor y le
dijo: “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?"
(Lucas 10:40). En otras palabras: “¡Haz que mi hermana ande dan­
do vueltas en círculos conmigo!” De hecho, aún le dijo al Señor lo
que tenía que hacer. Jesús le respondió: “Marta, Marta, afanada y
turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria, y
María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas
10:41).
En Lo mejor está por venir, de Rebeca Sytsema y yo, escribimos:

190
El sonido del cielo

Este es un tiempo de la historia cuando todos los eventos


alrededor de nosotros pueden distraernos del más alto pro­
pósito de Dios. Tenemos suficiente con nuestras vidas dia­
rias y todas las preocupaciones del mundo puestas sobre
nosotros. En el griego “preocupación” es la palabra merim-
nao. Esta palabra significa “dividir en partes”. También su­
giere una distracción, una preocupación con cosas que
producen ansiedad, estrés, presión y desvío de la meta en­
focada la cual fuimos llamados a cumplir.

Las distracciones y preocupación pueden fragmentarnos.


Marta se preocupó, mientras que María se enfocó. Lo que puso
a María en el enfoque fue su adoración. La distracción de Mar­
ta la puso en peligro de perderse lo mejor que Dios tenía para
ella. No era que Marta nunca adoraba. El hecho era que se dis­
trajo y preocupó en lugar de aprovechar la oportunidad para ob­
tener la revelación necesaria para su futuro. Debemos trabajar
cuando Dios dice “trabaja”, pero necesitamos intimar cuando
tenemos la oportunidad de hacerlo. Sea lo que fuere que este­
mos haciendo, necesitamos estar enfocados.
Amo el libro Distracciones de nuestro destino, por Harry y
Cheryl Salem. Ellos exponen ocho distracciones clave que nos
desvían de la presencia de Dios y las metas que Él tiene para no­
sotros.

1. Quiebre del enfoque; los pensamientos y emociones son fuer­


zas poderosas que pueden fácilmente quebrar nuestro enfo­
que y distraernos de nuestro destino.
2. Gente: relaciones con robadores de sueños o con los que no
tienen el mismo sueño pueden destruir su destino.
3. Un corazón ofendido: lo arrastrará hacia abajo y hará que tro­
piece en su camino al destino.
4. Mente de doble ánimo.
5. Falta de dirección. Si no tenemos un buen mapa de camino o

1 91
El guerrero adorador

direcciones claras, podemos encontrarnos dando vueltas en


todos los caminos paralelos a lo largo de la senda.
6. Tiempo. Debemos ser pacientes mientras esperamos para que
nuestro destino se cumpla.
7. La trampa de las comparaciones; celos y descontento desvían
a muchos para alcanzar su potencial completo.
8. Temor.+

Llamo a estos “ladrones de la adoración”. Nos roban la adora­


ción a Dios. Mire en Filipenses 3:14: “Prosigo a la meta, al premio
del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesú s”. Pablo nos dice que
prosigamos hacia la marca. La palabra “proseguir”, implica acción,
disciplina y una búsqueda constante. Pero es allí donde algunas
personas abandonan, porque no están dispuestas a continuar en su
búsqueda, Jerry Savelle dice:

Cuando pierde su enfoque, se desilusiona. Eso hace que


pierda de vista su visión. Hebreos 12:1 dice: “Despojémonos
de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con p a­
ciencia la carrera que tenemos por delante...”. Para ganar, tie­
ne que librarse de los “pesos” que lo empujan hacia abajo.
Tiene que mirar a Jesús y dejar todo lo demás. La gente en­
focada no se distrae fácilmente. La gente enfocada se niega
a comprometer lo que cree. No dan lugar al fracaso. La gen­
te enfocada no cambia fácilmente’ lo que cree por causa de
las circunstancias. La gente enfocada termina lo que co­
mienza. Nunca se rinde. ¿Cuál es la marca que prosigue?
Lo que sea, cada día que va hacia ella, se está acercando un
poco m ás.'

Savelle continúa compartiendo cuatro maneras de estar enfocado:

1. Permanezca en la Palabra. La Palabra de Dios lo edifica. ¿En


qué momento necesita estar más fuerte? En una prueba. La

192
El sonido del cielo

Palabra para un creyente es como la espinaca para Popeve.


Cuando permanece en la Palabra, su fe es edificada.
2. Permanezca en la fe. Fe es lo que le permite vencer al mundo.
Analice lo que ha salido últimamente de su boca. Cuando es­
tá en fe no habla negativamente.
3. Permanezca en compañerismo. El compañerismo con el Espí­
ritu Santo lo pone en una posición ventajosa. Lo mantiene en
contacto con las oficinas centrales.
4. Permanezca en el gozo. No se empantane creyendo que pier­
de su gozo. Tome la determinación de mantener su gozo no
importa lo que suceda. En la presencia del Señor hay plenitud
de gozo.

La única manera que puede hacer esto es permanecer en


adoración. ¡Siga ascendiendo! En los salmos David muestra la
realidad de cómo el polvo del mundo puede alcanzarnos y ha­
cer que perdamos nuestro brillo de Dios. “Mi corazón está d olo­
rido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han ca íd o ”
(Salmos 55:4). “Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo
hacer pie (Salmo 69:2). “Mi corazón está herido, y seco com o la
hierba” (Salmo 102:4). Pero a medida que sus salmos se desplie­
gan, comenzará a salir de ese lugar polvoriento y expresar con­
fianza en Dios y su capacidad de liberación. Luego
habitualmente se lanzará en grandes proclamaciones con ala­
banza y adoración. David hacía cantar estos salmos en el Taber­
náculo. Sabía que si los individuos empezaban a adorar y alabar
a Dios en el santuario, Dios les quitaría el polvo por medio de
su maravilloso Espíritu.

Fortalézcase para la guerra


Permita que el Señor quite el polvo de sus armas. “F orjad es­
padas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil:
fuerte soy ” (Joel 3:10). Nuestras armas de guerra deben volverse
instrumentos de paz. Sin embargo, este versículo dice en realidad

193
El guerrero adorador

que tomarán los implementos que estaban utilizando para la


agricultura y los transformarán en armas de guerra. Por lo tan­
to, vemos un lenguaje simbólico. El versícu loll dice: “Juntaos y
venid, naciones todas de alrededor, y congregaos, haz venir allí, oh
Jehová, a tus fu ertes”.
En otras palabras, si nos reunimos y permitimos que nues­
tras armas de guerra estén amoldadas para el futuro, Dios envia­
rá sus fuerzas angelicales o ejércitos celestiales para que nos
asistan a medida que avanzamos hacia la guerra que tenemos
por delante. “Despiértense las naciones, y suban al valle de Josa-
fa t; porque allí me sentaré para ju zgar a todas las naciones de al­
rededor. Echad la hoz, porque la mies está y a madura. Venid,
descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas, porque
mucha es la m aldad de ellos” (vv. 12-13).
Asciendan, y luego bajen. Permitan que el Señor los limpie de
todo lo que les impediría que asciendan y luego vayan hacia la gue­
rra con una conciencia clara. ¿Qué limpiará Él a medida que usted
asciende?

1. Presunción. La fe es el polo central. La duda y el descreimien­


to están en un extremo y la presunción en el otro. Presunción
es hablar más allá de nuestro nivel de fe, más allá de las fron­
teras de su fe.
2. Inseguridad.
3. Inferioridad; usted no ha reconocido quién es en Cristo.
4. Rechazo.
5. Orgullo.

Tenemos un filtro profètico -la conciencia- como una ventana


entre el alma y el espíritu. Si el alma no se somete al Espíritu, en­
tonces lo que está dentro se filtrará a través de lo profètico. Esta
ventana se va limpiando cuanto más alto vamos. Finalmente en la
presencia de Dios es como si hubiéramos estado en una aspiradora
que removió todas las impurezas.

194
El sonido del cielo

El Espíritu de Dios le dice profèticamente


al Cuerpo de Cristo que declare
“somos guerreros”

Nos fortaleceremos a medida que ascendamos. La mayoría de


las personas piensan que cuando van ascendiendo pierden fuerza.
En realidad, es justamente lo opuesto. Cantamos varias canciones
que contienen esta frase: “Diga el débil, ‘Fuerte soy’”. La ubicación
de este versículo es muy interesante. En el contexto de la Escritura,
se refiere a personas que se preparan para ir a la guerra. Es una ex­
hortación para los que se sienten demasiado débiles para salir y pe­
lear. Necesitamos levantarnos nosotros mismos y declarar que
somos fuertes. Este fue un pasaje de la Escritura entregado a los
guerreros. De hecho, la palabra traducida “fuerte” es la palabra he­
brea gibber. Significa guerrero o tirano. El versículo en realidad di­
ce: “Diga el débil, soy un guerrero”. El Espíritu de Dios dice
profèticamente al Cuerpo de Cristo que declare: “Somos guerreros”.

Satanás se pone nervioso


Él es el príncipe de este mundo. Por lo tanto, ha estado traba­
jando para suprimir, oprimir y deprimir a la congregación antes de
que nos reunamos en asamblea. Así que, cuando nos reunimos, no
deberíamos sorprendernos si la congregación no arde. Para la hora
en que nos juntamos en nuestra reunión corporativa, el enemigo
ha trabajado toda la semana, a fin de aislarnos y desconectarnos
uno del otro y del Señor. Teme a las reuniones corporativas. John
compartió que cuando comienza a dirigir la adoración, sabe que
“por fe hago que los ojos se vuelvan hacia Jesús con la música. No
es necesariamente el ritmo de la canción o su poema. Es descansar
en el don de Dios y su unción para cumplir sus propósitos. Esto la­
va los pies de los individuos y los une entre sí como un cuerpo”.

195
El guerrero adorador

A medida que el cuerpo comienza a unirse, Satanás empieza a


ponerse nervioso. Sabe que a medida que unen su fe, se aumenta­
rá la fuerza contra él. Tendrán el poder del acuerdo en sus oracio­
nes. La presencia del Señor estará en su medio, y los diferentes
dones entre ellos se unirán para formar el Cuerpo de Cristo, que
tiene el poder de la “cabeza” para vencer los propósitos que satanás
tiene sobre la Tierra.
Observe las distracciones que Satanás trae durante la adoración
corporativa. John dice que le parece ver estos pensamientos ron­
dando por las mentes de las personas cuando dirige la adoración:
“Rápido, miren allí el vestido de la señora Smith. ¿No está dema­
siado recargado?” “Oh, allí va el señor Smith. Me hirió los senti­
mientos el mes pasado y nunca se disculpó.” “Espero que hoy no
dure tanto; el partido comienza al mediodía.” Sin embargo, a me­
dida que ascendemos juntos y el Cuerpo comienza a unirse en
amor unos con otros, el Señor empieza a lavar nuestros pies. El ca­
pitán de los ejércitos viene en medio de nosotros. Dios nos mandó
reunirnos, y no dejar de hacerlo porque Él sabe que esto deshace el
plan del enemigo.
Pablo llamó a Satanás el “dios de este mundo” (ver 2 Corintios
4:4). La Tierra es del Señor (ver Salmo 24:1) pero el sistema del
mundo está gobernado por Satanás. Esa es la razón por la que Je ­
sús dijo que el mundo iba a despreciar a los creyentes y a la iglesia
(ver Juan 15:18). Lo detesta a Él primero, por supuesto. Podemos
esperar que esos poderes nos detesten a nosotros y nos resistan, pe­
ro se nos ha dado poder para hollarlos (Lucas 10:19).
La adoración es un arma que tenemos para hacer esto. Cuan­
do David adoró con su arpa en la presencia del rey Saúl, el espíri­
tu malvado que estaba oprimiendo a Saúl no podía permanecer en
la presencia de la unción que estaba en la adoración de David, (ver
1 Samuel 16:14-23). Necesitamos permitir que la unción se desa­
te en nuestra alabanza para que pueda hacer retroceder las fuerzas
del príncipe de este mundo. Pero es aquí donde con frecuencia nos
detenemos como adoradores. El polvo de nuestros pies es lavado
y hacemos retroceder a los demonios del nivel inferior. Podemos

196
El sonido del cielo

desatar el amor que tenemos en nuestros corazones hacia Dios y re­


cibir su amor, seguridad y afirmación, para alabarlo y adorarlo, su­
mergirnos en su presencia, disfrutar de su Espíritu. Pero este es un
día en que Dios quiere que hagamos más. Quiere que ascendamos
en adoración, para guerrear en los cielos, para hacer conocer a los
gobernadores y poderes su múltiple sabiduría. Pablo nos dice que
es la Iglesia la que Jesús utiliza para predicar la sabiduría de Dios a
los poderes demoníacos en el cielo intermedio “para que la multi­
form e sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la igle­
sia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Efesios
3:10, énfasis agregado).
Robert Gay, en su libro Silenciando al Enemigo, escribe:

La música y la adoración han jugado un rol integral en la


iglesia a través de la historia. Un estudio de la música de la
iglesia y la adoración revela que Dios ha restaurado diferen­
tes elementos de la adoración, en forma progresiva. Ha
guiado a la iglesia de gloria en gloria a través de fresca re­
velación de los cielos. Tal como la iglesia fue cambiada y
conformada a lo que Dios decía en los tiempos pasados, así
debemos cambiar y conformarnos a lo que Él nos dice hoy
(...) Un estudio profundo de la historia de la Iglesia tam­
bién ilustra que con cada mover de Dios vinieron cambios
en la manera en que se expresaba la adoración (...) sin una
revelación de lo que Dios dice concerniente a la adoración
en este hora: seremos como los hijos de Israel que anduvie­
ron en el desierto durante cuarenta años y murieron. Pero
a medida que gozosamente recibamos y entremos a la reve­
lación del Espíritu, seremos como los que cruzaron el Jor­
dán y obtuvieron la posesión prometida.

Muchas veces estamos únicamente interesados en nosotros


mismos. Este es un tiempo en que Dios nos lleva hacia una pers­
pectiva del reino. Un reino tiene rey. Necesitamos exaltar a nuestro
Rey sobre la Tierra. ¡El Señor está con nosotros! En La Biblia, la

197
El guerrero adorador

guerra siempre tuvo un significado religioso. Dado que Israel era


primicia y herencia de Dios, los sacerdotes recordaban a sus ejérci­
tos que Yahweh estaba con ellos para pelear sus batallas (ver Deu-
teronomio 20:1-4). Para abrir una campaña, o entrar en un
compromiso, el sacerdote realizaba ritos sacrificiales (ver 1 Samuel
7:8-10; 13:9). Si el pueblo se preparaba para la guerra y hacía los
sacrificios apropiados a un Dios santo, esto santificaba la guerra a
la que entraban (ver Jeremías 6:4; 22:7; 51:27-28; Joel 3:9-10).
Isaías 13:3 declara que Yahweh reúne sus ejércitos y convoca a ba­
tallar a sus “consagrados” [apartados]. Los guerreros, consagrados
por los sacrificios ofrecidos antes de la guerra, en realidad eran los
adelantados en la batalla. El Señor llama a sus adelantados. Hay
una santificación que sucede en el Cuerpo a medida que Él nos pre­
parar para enfrentar las fuerzas que tienen cautivas nuestras fami­
lias, iglesias y ciudades.

Adoración e Intercesión
En My U tm ostfor His Highest, Oswald Chambers escribe:

La adoración e intercesión deben ir juntas; una es imposible


sin la otra. La intercesión significa que nos animamos a le­
vantarnos para tener la mente de Cristo por aquel por el que
oramos. Con demasiada frecuencia en lugar de adorar a
Dios, construimos declaraciones sobre la manera en que
obra la oración. Estamos adorando o disputando con Dios:
“No veo de qué manera vas a hacerlo”. Esta es una señal se­
gura de que no estamos adorando. Cuando perdemos de
vista a Dios nos volvemos duros y dogmáticos. Lanzamos
nuestras peticiones particulares en el Trono de Dios y le dic­
tamos lo que queremos que haga. No adoramos a Dios ni
buscamos tener la mente de Cristo. Si somos duros hacia
Dios, nos volveremos duros hacia otras personas. ¿Estamos
adorando a Dios de tal manera que nos levantamos para
asirnos de Él y así entrar en contacto con su mente por los
por los que oramos? ¿Vivimos en una relación santa hacia

198
El sonido del cielo

Dios, o somos duros y dogmáticos? “No hay ninguno que


interceda apropiadamente”, entonces, usted sea ese, el que
adore a Dios y viva una relación santa con Él. Entre en un
verdadero trabajo de intercesión, y recuerde que es un tra­
bajo, un trabajo que se impone a todos los poderes; un tra­
bajo que no tiene acechanza. Predicar el evangelio tiene
acechanzas: la oración intercesora, ninguno.

Cuando adoramos e intercedemos derribamos las acechanzas


que han sido erigidas en la Tierra por nuestro enemigo. Dios tiene
un proceso para manifestar su voluntad sobre la Tierra. La adora­
ción invade cada uno de los pasos de ese proceso. El proceso es el
siguiente:

1. Carga intercesora. Dios desata su carga desde los cielos.


Una de las palabras relacionadas a intercesión es “llevar
carga”. Esto significa sostener, acarrear o levantar algo.
Dutch Sheets escribe que “esto es comparable a alguien
que ata una vara para sostener el peso que lleva una toma­
tera. La fuerza de la vara se transfiere a la planta, y así, ‘la
9
levanta’.
Sheets escribe más adelante que otra palabra para carga es
‘“Llevar, levantar o acarrear’ algo con la idea de acarrearla
lejos o quitarla (...) La obra intercesora de Cristo alcanzó
su plenitud y más profunda expresión cuando nuestros
pecados fueron ‘cargados’ sobre Él y Él se los ‘llevó’”. Por
lo tanto, el Señor pondrá su carga sobre nosotros por al­
go en el ámbito terrenal, y debemos permanecer y orar
hasta que nos libremos de eso. No creo que podamos re­
sistir esta carga sin una adoración íntima.

2. Adoración desatada. Cuando llevamos la carga del Señor,


estamos levantando esa carga hacia Él para lograr un cam­
bio. Él comienza a desatarnos revelación a fin de darnos

199
El guerrero adorador

una estrategia para que veamos cambiar al individuo, a la


ciudad, a la nación o a la situación. El Espíritu Santo co­
mienza a ayudarnos.

Cuando ¡levamos ¡a carga del Señor,


estamos levantando esa carga hacia
Él para lograr un cambio

3. Él es nuestro abogado. Nuestro consolador. Nuestro ayu­


dador, nuestro intercesor. Nos ayuda en nuestras debilida­
des para que podamos aguantar el peso de esta carga.
Cuando no sabemos cómo orar, nos revela la voluntad del
Padre. Esta es otra forma de decir lo que encontramos en
Romanos 8:26-28. La revelación puede llegarnos natural
o sobrenaturalmente. Pero viene únicamente cuando to­
camos a Dios en alguna manera o forma de adoración ín­
tima, sea al leer La Biblia, al caminar u orar, al cantar o de
otra forma.
4. Declaración profètica. Una vez que tenemos revelación,
podemos hacer declaración. Podemos llamar a las cosas
como debería ser. El Señor formó el mundo por fe. A me­
dida que ascendemos en adoración, la fe abunda. Pode­
mos entonces llamar a lo que no es para que tenga la
forma que debiera. Este es el poder creativo de la Palabra
cuando está lleno de la vida de Cristo. Al adorar escucha­
mos, y la vida de Dios abunda en la Tierra.
5. Ejecución profètica. Una vez que la Palabra y voluntad de
Dios son desatadas en el cielo, nuestra carga comienza a
levantarse. Los dones de los apóstoles son clave para los
días que se avecinan. La autoridad apostólica es clave pa­
ra establecer la voluntad de Dios en la Tierra. Los apósto­
les tienen autoridad territorial. También ejecutan la

200
El sonido del cielo

voluntad profètica del Señor en el ámbito terrenal. Los


apóstoles son llamados a adorar y guerrear.
6. Cumplimiento divino. Uno de los dones del apóstol es el
de la edificación. Una vez que Dios ha desatado su volun­
tad desde los cielos, hemos intercedido y nos hemos pues­
to en la brecha para ver su voluntad establecida. Hemos
hecho declaraciones proféticas, y el liderazgo apostólico
ha avanzado hacia una nueva visión; entonces comenza­
mos a ver que la voluntad divina de Dios se cumple en la
Tierra. Entonces caemos sobre nuestras rodillas y adora­
mos y agradecemos a Dios.

La ley de levantar y la unción que quiebra


John Dickson dice:

Tenemos intercesores que se encuentran antes de cada servi­


cio y durante la semana. Buscan al Señor para que les dé dis­
cernimiento de los esquemas del enemigo y las estrategias
necesarias para vencerlos.
Se ponen en la brecha y oran. Oran por los líderes para que
escuchen a Dios en el servicio. Oran para que la gente pue­
da entrar también. Esto me ayuda, como líder de adoración,
para poder escuchar al Señor mientras lidero a las personas
en el servicio. Algunas veces, a medida que avanzo en la lis­
ta de canciones, son exactamente lo que necesito para ascen­
der y entrar. Pero algunas veces no lo son, y el Señor me
dirige para salir de mi lista e ir en otra dirección. El pastor y
los otros líderes son parte de esto también. Vienen a la plata­
forma a medida que escuchan dirección de parte del Señor.
Juntos escuchamos al capitán de los ejércitos cuando nos di­
rige en la batalla para penetrar las barreras del enemigo.

Existen dos leyes naturales que se oponen una a la otra en el


mundo. La de gravedad y la de elevación. Cuando una aeronave

201
El guerrero adorador

está estacionada, la ley de gravedad la retiene fuertemente a la Tie­


rra, pero a medida que comienza a rodar en una pista, las dos leyes
naturales luchan hasta que, si las alas están bien diseñadas, la ley
del ascenso vence a la de gravedad. A medida que la iglesia ascien­
de en adoración, las estrategias y direcciones del Señor en nuestro
servicio son como la ley del ascenso: nos habilitan a quebrar el im­
pedimento de la gravedad sobre nosotros y abre el corredor a tra­
vés de los lugares celestiales.
Así que cuando alabamos, proclamamos, adoramos, guerrea­
mos y celebramos, las fuerzas del infierno sobre la Tierra son des­
pedidas y ascendemos en adoración. Vamos a repasar lo que sucede
cuando ascendemos. Comenzamos a hacer guerra a los poderes de
las tinieblas, tomamos autoridad y les hacemos saber la sabiduría
de Dios, las forzamos a abandonar ese corredor entre los cielos y la
Tierra.
Los ángeles son enviados a guerrear a nuestro favor como lo hi­
cieron por Daniel. El escritor de Hebreos nos dice que los ángeles
son “espíritus ministradores, enviados para servicio a fav or de los que
serán herederos de la salvación” (1:14).
La unción que quiebra va delante de nosotros; Jesús nos lidera
a una entrada triunfal. Al alabar, Dios mismo desciende por ese co­
rredor para habitar y entronarse a sí mismo en nuestras alabanzas
(ver Salmo 22:3). ¡Ay, de aquel principado que intente permanecer
en su lugar en ese corredor cuando Dios está atravesándolo. Al atra­
vesar los cielos, Dios comienza a desatar cosas a su Iglesia. Comien­
zan a fluir hacia abajo: dones, revelaciones, estrategias, mantos
proféticos, lenguas e interpretaciones, sanidad, liberación y más.
No es que sea imposible experimentar alguna de estas cosas sin
estar en un servicio de adoración, pero es mi experiencia que todas
estas cosas y muchas más tienen una vía más libre y poderosa para
fluir cuando nos reunimos juntos y adoramos a nuestro digno
Dios. Cuando como cristianos individuales nos unimos para for­
mar el Cuerpo de Cristo colectivo; cuando el poder del acuerdo en­
tra en juego; cuando los diferentes dones se combinan, cuando
Dios exprime el racimo de uvas para hacer un solo vino (ver Isaías

202
El sonido del cielo

65:8); cuando los cielos están abiertos, hay una unción acrecenta­
da que desata el poder de Dios hacia su pueblo.
Este tipo de servicio debería ser nuestro diario andar como
Iglesia de Dios. A Él no le falta lo que desea derramar sobre su Igle­
sia, ni es avaro. Pero desea que operemos en fe y en los dones y un­
ciones que Él ha apropiado para nosotros. Nuestros propios
talentos y habilidades musicales no sacudirán al reino de las tinie­
blas ni desviará su opresión del pueblo de Dios. Darlene Zschech
escribe en su libro Adoración Extravagante:

La alabanza y la adoración quiebran todas las fronteras del


talento y la habilidad porque ¡invaden el infierno y entu­
siasman al cielo! Debemos pensar mucho más allá de las
notas, formas o técnica. La alabanza y la adoración son una
poderosa expresión de amor que trasciende las posibilida­
des de la música. Nos ha sido dada como un arma de gue­
rra (...) o una manta cálida en una noche fría.

Nuestras capacidades y talentos únicamente pueden llevarnos


hasta cierto punto en tal llamado. Debemos estar deseosos de que
Dios nos revista de poder (ver Lucas 24:49) para entrenar nuestras
manos para la guerra (ver Salmo 144:1). Guiar al pueblo de Dios a
abrir los cielos no es una tarea insignificante. No peleamos contra
debiluchos en los lugares celestiales, y para ser victoriosos contra
ellos debemos saber quiénes somos en Cristo y quién es ei que nos
ha comisionado. Darlene continúa en su libro: “Apúntele a todo lo
que está haciendo su pastor y ayúdelo a recoger las redes”.
John Dickson dice:

Los líderes de adoración de Dios no son llamados a cantar


unas pocas canciones estimulantes para templar a la mul­
titud. Estamos comisionados a colaborar con el hombre o
mujer de Dios para abrir los cielos y hacer un camino pa­
ra que la presencia de Dios venga y la Palabra de Dios sea

203
El guerrero adorador

desatada a su pueblo, de manera que puedan ser liberados


de sus impedimentos, acercarlos al reino y equiparlos para
la obra que Dios les ha llamado a hacer. Es un gozo para mí
y una defensa colaborar con mi pastor y otros líderes en un
servicio de adoración. No todo me fue dado a mí para que­
brar. Algunas veces Dios me detiene de cualquier cosa que
esté haciendo en un servicio. Su Espíritu me retiene de can­
tar o hablar. Comienzo a mirar alrededor porque sé que Él
le ha indicado a otra persona que haga algo. Seguramente,
a medida que me retiro, Dios mueve a alguna otra persona
para que traiga algo.
Cierta vez simplemente me dijo que me agachara. Fue uno
de aquellos momentos en la presencia de Dios. Estábamos
en silencio. El aire estaba pleno. Dios esperaba para traer
algo a la congregación. La persona a la que Él le hablaba no
quería dar un paso hacia el lugar que Dios le pedía que se
pusiera, y mientras yo estuviera sobre la plataforma, sentía
que Dios me usaría a mí o a otro para hacer el trabajo.
Cuando Dios me dijo que me agachara, supe lo que desea­
ba. Supe quién tenía la palabra y que no quería subir. Sim­
plemente me postré sobre la plataforma y la persona pudo
ver que la palabra no iba a ser dada a menos que él se le­
vantara y lo hiciera. Fue una palabra poderosa, y quebró
cosas para la congregación. Somos el Cuerpo y Dios quiere
que cada uno de nosotros funcione como una parte parti­
cular, de modo que la totalidad del Cuerpo pueda estar
completa. “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los
hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la
cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón”
(Salmo 133: 1-2). Hay una unción especial cuando opera­
mos en unidad como un cuerpo. Esto agrada al Padre.

Baal-Perazim: un lugar de apertura


El enemigo intenta establecer barreras para que no podamos
atravesar hacia la plenitud que Dios tiene para nosotros. Podemos

204
El sonido del c lelo

ver que hay algo esencial aquí que cuando esa barrera en el ciclo
intermedio se quiebra, las cosas pueden ser desatadas sobre la Tu­
rra: revelación, palabras proféticas, dones y todas las cosas que
Dios desea derramar sobre su Iglesia. Pablo escribe: “Mas a Dios
gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por me
dio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2
Corintios 2:14).
Dios quiere guiarnos para quebrar esta barrera que nuestro
enemigo ha establecido en contra de nosotros. Esta palabra “triun
fo” es del griego thriambeuo, la que denota una grandiosa entrada
triunfal. Dios desea guiarnos en una gran procesión triunfal a ira
vés de ese corredor de resistencia demoníaca.

De cierto te juntaré todo, oh Jacob, recogeré ciertamente


el resto de Israel; lo reuniré como ovejas de Bosra, como
rebaño en medio de un aprisco; harán estruendo por la
multitud de hombres. Subirá el que abre caminos delan­
te de ellos; abrirán camino y pasarán la puerta, y sal­
drán por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la
cabeza de ellos Jehová (Miqueas 3:12-13).

Miqueas describe al Señor como “el que abre”, que nos liara
atravesar las puertas de la resistencia. La palabra “quebrar” aquí o.
del hebreo parats, la que es utilizada en una manera muy intcic.au
te en el libro de 1 Samuel. Barbara Yoder explica esto cu su lilao I o
Unción que quiebra:

En 1 Samuel 3:1 hay un ejemplo de apertura pata a t o o .


sar. Este pasaje es sobre la transición ele un -.i .ii ní a mi
guo a uno nuevo. Por causa de una conir-aon qm i h
había hecho, la revelación se había acallado la , mid .
parte del versículo 1 dice: “Y la palabra de ¡ c h o v a ■ i o o
ba en aquellos días; no había visión con ¡ i c i m m i a I a \ . i
sión Nueva King James podría t r a d u c i r á l i o bahía

20b
El guerrero adorador

difusión de revelación”. La palabra hebrea para propaga­


ción o apertura es parats, la misma que para “quebrar”. Es­
to implica que algo tiene que quebrarse para que la
revelación se desate. Pero aquí en 1 Samuel, no había reve­
lación de apertura. No había revelación que los estuviera
sacando hacia afuera del lugar en donde estaban. Estaban
estancados.

Dios quiere guiarnos para abrirnos paso desde donde no haya


revelación, ni profecía ni dones que fluyen, cuando estemos estan­
cados. Yoder relata acerca de un servicio de adoración que experi­
mentó esta apertura:

Mientras los músicos tocaban luego de que había hablado,


tuve una visión. En la visión vi un espejo en el techo. Las
personas debajo del techo podían ver a través del espejo a
dónde necesitaban ir, pero no podían penetrar el techo. Te­
nían una visión porque podían ver hacia donde se suponía
que se dirigieran. Sin embargo, el espejo representaba una
pared que había sido levantada contra ello para impedirles
moverse hacia el lugar que Dios tenía para ellos. De pron­
to el espejo comenzó a hacerse pedazos y podía ver y escu­
char los trozos de espejo “tintinear” a medida que
golpeaban el piso. El espejo del techo estaba destrozándo­
se. Esa era una visión espiritual, un cuadro de lo que Dios
hacía en ese mismo momento. A medida que la visión ter­
minaba, uno de los cantantes comenzó a tener un cántico
nuevo que nunca había cantado antes. Mientras la canción
sonaba, un gran espíritu de revelación comenzó a abrirse
paso en los que estaban en la reunión. Lo que había estado
obstruyendo su avance había sido quitado. '4

David entendió este abrirse paso desde una perspectiva militar.


Cuando un enemigo lo tiene rodeado, sujeto y confinado, debe pre­
sionar contra esa fuerza de tal manera que se quiebre su retención.

206
El sonido del cielo

Para abrirse paso a través de los poderes malvados


que nos impiden atravesar los cielos, debemos buscar
al Señor para que nos dé la estrategia

David conoció a Dios como “el que quebranta”, Baal-Perazim


(el Señor que quebranta) en 1 Crónicas: “Dijo luego David: Dios
rompió mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por es­
to llamaron el nombre de aquel lugar Baal-Perazim” (1 Crónicas
14:11). David también entendió que era abrirse paso en los cielos.
Él acometía los cielos con alabanza y proclamaciones, y enseñó a
sus líderes de adoración a hacer lo mismo. Para abrirse paso a tra­
vés de los poderes malvados que nos impiden atravesar los cielos,
debemos buscar al Señor para que nos dé la estrategia. ¡Quiera la
unción que quebranta guiarlo a avanzar hacia el lugar de victoria
que Dios tiene para usted!

Restauración del Tabernáculo de Dios


Al cruzar hacia el nuevo milenio, hay muchas cosas que se di­
cen y enseñan sobre la restauración del Tabernáculo de David. Es
una promesa y una profecía.

En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David,


y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edifi­
caré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre
los cuales es invocado mi nombre posean el resto de
Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto
(Amos 9:11-12).

Estos versículos fueron citado en Hechos 15 para establecer un


derrotero para la Iglesia de hoy. Es necesario para restauración de
las áreas que David instaló en la adoración, ver a la totalidad de los

207
El guerrero adorador

gentiles entrar al reino de Dios. Santiago decía que a medida que


edificaran la iglesia para las generaciones venideras, esto incluiría
el proceso de restauración del Tabernáculo de David, de manera
que los gentiles conocieran al Señor.
Probablemente hay más personas que saben sobre el rey David
que sobre cualquier otro personaje bíblico, además de Jesús. Él fue
pastor, músico, compositor, un héroe nacional civil, profeta, rey,
guerrero. También recibió revelación divina para el templo que su
hijo, Salomón, edificaría. Dios le proveyó el proyecto, que transfi­
rió a Salomón. De este proyecto, una vez que el templo se comple­
tó, la gloria de Dios llenó cada espacio (ver 1 Reyes 8:10-15).
Mientras que el Tabernáculo de Moisés era solamente para los is­
raelitas, el Tabernáculo de David incluía a ambos, judíos y gentiles.

1. El Tabernáculo de David nos señalaba un nuevo pacto lle­


no de gracia y fe.
2. El Tabernáculo de David nos señalaba un nuevo orden de
la Iglesia, donde todos los creyentes podían ser reyes y sa­
cerdotes. David lo demostró.
3. El Tabernáculo de David, luego de la dedicación, cambió de
sacrificios de animales a sacrificios de gozo, agradecimien­
to y alabanza.
4. El Tabernáculo de David se transformó en la habitación del
Arca de la presencia de Dios hasta que el Templo fue termi­
nado.
5. El Tabernáculo de David tenía el Arca del Pacto y preanun­
ciaba a Alguien que iba a venir y sentarse eternamente en
el trono.
6. El Tabernáculo de David no tenía un velo, así que había ac­
ceso. Esto representaba la mediación e intercesión.
7. El Tabernáculo de David tenía cantores, instrumentos mu­
sicales y canciones de alabanza dentro de los límites de la
tienda. Se levantó un nuevo orden de sonido continuo de
adoración.

208
El sonido del cielo

8. El tabernáculo de David abrió la puerta para que vinieran


todas las naciones. Fueran circuncidados o no, tenían acce­
so a este tabernáculo.

Cuando Dios dice que está restaurando el Tabernáculo de Da­


vid, no nos lleva hacia un orden del Antiguo Testamento. Simple­
mente se asegura que todo haya dado un giro de la ley del
tabernáculo de Moisés hada el poder profético y dador de vida que
encontramos en el Tabernáculo de David. El modelo celestial hacia
el cual vemos que Dios nos guía se encuentra a través de todo el li­
bro de Apocalipsis.
Creo que si adoramos, veremos restaurado para nosotros en
forma individual y colectiva todo lo que David nos demostró, su
pasión por establecer la presencia de Dios y para gobernar como un
guerrero sobre sus enemigos a partir de esa presencia.

El modelo de las copas y las arpas


Apocalipsis nos lleva más allá del modelo que vemos en el Ta­
bernáculo de David. “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos se postaron delante del Cordero;
todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las ora­
ciones de los santos” (Apocalipsis 5:8). El arpa representa la adora­
ción. La copa representa la intercesión. A medida que adoramos,
intercedemos y la copa se llena. En La Oración Intercesora, el pas­
tor Dutch Sheets escribe:

A medida que oramos las Escrituras indican que nuestras ora­


ciones se acumulan. Hay copas en los cielos en las que nues­
tras oraciones son guardadas. No una sola para todas ellas,
sino “copas”. No sabemos cuántas, pero pienso que es muy
posible que cada uno de nosotros tenga su propia copa en los
cielos. No sé si es literal o simbólico. No importa. El princi­
pio aún es el mismo. Dios tiene algo en lo que Él acumula
nuestras oraciones para utilizarlas en el tiempo apropiado.

209
El guerrero adorador

Recientemente creo que el Señor me mostró lo que sucede


algunas veces cuando llegamos a Él con una necesidad, y le
pedimos que cumpla lo que dice en su Palabra. En respues­
ta a nuestros pedidos, Él nos envía sus ángeles para que to­
men nuestras copas de oración, para que se mezclen con el
fuego del altar. Pero, ¡no hay lo suficiente en nuestras copas
para hacer frente a esa necesidad! Podríamos culpar a Dios
o pensar que no es su voluntad o que su Palabra no dice
realmente lo que dice. La realidad de esto es que algunas
veces no puede hacer lo que le pedimos porque no le he­
mos dado suficiente poder en nuestros tiempos de oración
para que sea hecho. ¡Él derramó todo lo que había y no fue
suficiente! No se trata solo de un tema de fe, sino también
de poder.

Nadie está guiando al Cuerpo de Cristo en esta área mejor que


Mike Bickle, de la ciudad de Kansas. El Ministerio Casa de Oración
florece a través de todo el mundo. Otra cosa que vemos es a Dios
que restaura la unción corporativa en la Iglesia. En el libro de Dean
Mitchum, Alabanza Apostólica del Reino, escribe:

La unción corporativa es clave en la verdad presente y la


adoración. Requiere que se involucre la totalidad del Cuer­
po. Los pastores, líderes de adoración, cantores, músicos,
equipos de arte, ancianos, la congregación, el equipo de so­
nido y visual, todos tienen una parte.

La unción corporativa es clave en la


verdad presente y la adoración

Todos se unen para facilitar la experiencia corporativa de


adoración. Sea cantando, ejecutando, demostrando, danzando,

210
E! sonido dei cielo

proyectando a través de los multimedia, o funcionando en otra for­


ma, los siguientes grupos todos están involucrados en el servicio.
l o s componentes clave de sus roles en un servicio de adoración
son los siguientes:

1. Los pastores, como líderes clave en la adoración, traen la


revelación de la adoración y dirigen la supervisión del fluir
del servicio.
2. Los líderes de adoración deben tener un corazón por la vi­
sión de la casa, traer una revelación para lo profètico y pro­
veer el fluir entrando y saliendo tanto de la adoración
profètica espontánea como de las canciones planificadas.
3. Los cantores guían a la congregación por medio del ejem­
plo y deberían estar listos para fluir en el cántico del Señor.
4. Los músicos proveen el fluir musical y deberían estar listos
para profetizar en los instrumentos.
5. El equipo de arte provee una demostración visual, un
ejemplo para la congregación, y profetizan a través del mo­
vimiento.
6. Los ancianos u otros líderes reconocidos proveen supervi­
sión, y deberían estar listos para hacer su aporte.
7. La congregación participa y debería estar lista y recibir ac­
tivamente una revelación de la alabanza que ocurre.
8. El equipo de sonido y visual facilita el fluir continuo de la
adoración, provee sonido y lo visual para la participación.

¡Lázaro, ven fuera!


Jesús vino para restaurar todo. Hay un grupo de nosotros que
tratamos de reunirnos al comienzo de cada año para buscar un en­
foque. Apartamos un día para separarnos, adorar y escuchar a Dios
profèticamente. Algunas veces tenemos oradores invitados con
mensajes. En otras oportunidades yo les guío en la intercesión y
John Dickson en la adoración. Cuando nos preparábamos para en­
contrarnos al comienzo de un año, uno de nuestros ancianos pasó

211
El guerrero adorador

adelante y dijo que Dios le había dicho las siguientes palabras: “¡Lá­
zaro, ven fuera!” Durante nuestro tiempo de adoración y oración, el
Espíritu de Dios cayó sobre John y vino la siguiente canción:

Oriento mis ojos hacia el horizonte en medio de un


terreno desolado.
Veo una nube tan solo del tamaño de la mano de un
hombre,
pero mi espíritu escucha el retumbar de la lluvia.
Levántate espíritu mío, sacúdete el polvo,
porque escucho al Señor decir: “¡Lázaro, ven fuera!”
¡Lázaro, ven fuera!
¡Lázaro, ven fuera!
¡Lázaro, Lázaro, ven fuera!
Ando en una nueva ola, la nueva ola,
caminando en un nuevo camino, el nuevo camino,
viviendo en el nuevo día, el nuevo día. ¡Oh!
Ese mismo Espíritu que levantó a Cristo de los muertos
vive en mí, vive en mí.
Y aunque esté en el valle de los huesos secos
el poder de Dios puede traerles vida. Lo creo.'

Lo que Dios empezó a hacer seguidamente fue asombroso, da­


do que la revelación de lo que Él decía se transformó en canción.
La atmósfera se cargó con su poder y su presencia. Por la revela­
ción cantada, los demonios huyen.

Las nuevas canciones quiebran el viejo ciclo


Cuando David adoraba, creaba una nueva canción. Ascende­
mos hacia el cielo, obtenemos revelación y comenzamos a cantar
esa revelación apropiada al Señor o a la congregación a nuestro al­
rededor. Apocalipsis 5:9 dice: “Y cantaban una nueva canción”. Esto
significa que respondieron al nuevo hecho redentor de Dios en la

212
El sonido del cielo

historia, que se regocija con canciones. Miriam hizo esto. Moisés lo


hizo. David lo hizo. María lo hizo. Los ancianos que Juan encontró
en los cielos lo hicieron. Todos cantaban una nueva canción. Yo
creo que esto me toca más que cualquier otra cosa que sucede. El
Salmo 20 es una maravillosa confesión para hacer:

Jehová te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de J a ­


cob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, y desde
Sion te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, y acep­
te tu holocausto. Te dé conforme al deseo de tu corazón, y
cumpla todo tu consejo. Nosotros nos alegraremos en tu salva­
ción, y alzaremos pendón en nombre de nuestro Dios; conceda
Jehová todas tus peticiones. Ahora conozco que Jehová salva a
su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia sal­
vadora de su diestra. Estos confían en carros, y aquellos en ca­
ballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios
tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos
levantamos, y estamos en pie. Salva, Jehová; que el Rey nos oi­
ga en el día que lo invoquemos.

Sin embargo, es más que una poderosa confesión. Cántela, y


observe cómo Dios comienza a moverse.
En un artículo titulado Canciones para apertura espiritual, el
apóstol Jim Hodges escribe:

Muchos creen que el Cuerpo de Cristo se abrirá paso ha­


cia una “nueva cosa” en Dios. Lo que esa nueva cosa es
nosotros no lo sabemos completamente, pero si es de
parte de Dios, ¡será grandiosa! Creo que necesitamos
una apertura para que veamos ciudades y naciones trans
formadas y así podamos ser testigos de una cosecha de
muchas personas entrando al Reino de Dios. La tesis <I<■
este artículo es: la Iglesia debe abrirse paso en adoración
e intercesión antes de que veamos ciudades y naciom
El guerrero adorador

transformadas, y antes de que veamos una cosecha ma­


siva de almas.
Si el Cuerpo de Cristo no adora e intercede de acuerdo a las
pautas de la Palabra de Dios, entonces ¡nos veremos traba­
dos cuando intentemos avanzar hacia la apertura que la
Iglesia y la Tierra necesitan ver! Los paradigmas más impor­
tantes de la adoración a la cual el Nuevo Testamento nos
convoca se encuentran en Hechos 15:16-17. Aquí el apóstol
Santiago cita al profeta Amos y declara que la entrada de
muchos gentiles en el Reino de Dios es un cumplimiento
inicial de la profecía concerniente a la restauración del Ta­
bernáculo de David. En otras palabras, la adoración e inter­
cesión del Nuevo Testamento deben ser davídicas. No es el
altar de Abraham, ni el tabernáculo de Moisés que se están
restaurando, sino el tabernáculo de David que hospedó el
arca del pacto del Monte de Sion. El tabernáculo de Moisés,
que estaba en Gabaón, continuaba ofreciendo sacrificios le-
víticos. Había un sacrificio, pero no cántico. Las canciones
de Dios y las canciones de gozo fueron desatadas en el ta­
bernáculo de David (ver 1 Crónicas 13).

La adoración de la iglesia actual


necesita corresponder con la adoración
que sucede en los cielos

La revelación del tabernáculo de David alcanza su clímax en el


libro de Apocalipsis, donde vemos el énfasis continuo en el Corde­
ro que fue sacrificado y el constante lanzamiento de una adoración
e intercesión incesantes. Los cantores levíticos, los hijos de Asaf,
Ernán y Jedutún, fueron asignados a liderar los turnos de sus pa­
rientes en la alabanza vocal e instrumental las veinticuatro horas al
día en el tabernáculo de David.

214
El sonido del cielo

Esto, por supuesto, corresponde con la adoración constante


que sucede en los cielos. ¡Los cielos y la Tierra se unen en alaban­
za perpetua y oración! ¡La adoración de la Iglesia actual necesita
corresponder con la adoración que sucede en el cielo, la que está
registrada en el libro de Apocalipsis! Estas son los cánticos para la
apertura que el Cuerpo de Cristo necesita cantar:

1. Cántico nuevo del Espíritu. El cántico nuevo se


menciona siete veces en el Antiguo Testamento
(seis referencias en Salmos, una en Isaías
42:10). Hay una referencia en el Nuevo Testa­
mento (Apocalipsis 5:9). Esto debería informar­
nos que ambos, Salmos y Apocalipsis, publican
teología que se canta. Antes de que la creencia
Escritural se sistematice, es cantada. La Iglesia
debe siempre cantar precediendo a su teología,
porque nuestros corazones deben ser impacta­
dos antes de que nuestras mentes sean informa­
das. De otro modo, quedamos solamente con
conocimientos en nuestra cabeza. ¡Por supues­
to que una mente informada puede acrecentar
nuestra adoración una vez que nuestros corazo­
nes han sido impactados! El Nuevo Pacto pedía
una nueva canción, ¡una respuesta nueva de
adoración a la obra terminada de Cristo en su
muerte, resurrección, ascensión y exaltación!
2. Cánticos para entronar. Estas son canciones que
declaran ¡la coronación de nuestro Rey en las al­
turas! Salmo 110:1-2 es ese tipo de canción don­
de el Señor Dios llama a su Hijo para que se siente
a su diestra hasta que todos sus enemigos sean
hechos estrado de sus pies. A este pasaje hace re­
ferencia Pedro en Pentecostés, en Hechos 2:29-
36. Pentecostés era la instalación e inauguración
de su gobierno eterno. De hecho, Pentecostés

215
El guerrero adorador

cumple las promesas del pacto a David de que su


simiente se sentaría en el trono eternamente.
Además, los salmos 120 a 134 son llamados sal­
mos de la ascensión o graduales. Estos eran can­
tados a medida que la gente ascendía el monte
de Sion y adoraban al Rey de Israel y de todas las
naciones. ¡Iglesia, subamos a Sion! Ascendamos,
a través del Espíritu, a los lugares celestiales
(Efesios 1:3; 2:6; Apocalipsis 4:1).
3. Canción de la cosecha. Hechos 15:16 registra la
cita de Santiago sobre Amos 9:12 la que se refie­
re al “el resto de Edom”, un remanente de las na­
ciones llamado por el Señor. Observe que
cuando Santiago cita esto amplía el remanente
al “resto de la humanidad”. Históricamente, Da­
vid gobernó sobre Edom y ellos le dieron tribu­
to. Jesús, el hijo de David, gobernará a todas las
naciones y la Iglesia levantará una cosecha ma­
siva de todas las naciones, tribus, pueblos y len­
guas (Apocalipsis 7:9). El Salmo 126 canta de la
cosecha que viene luego de un tiempo de siem­
bra con lágrimas. ¡Iglesia, necesitamos cantar
adorando al traer la cosecha y evangelísticamen-
te traerla como las gavillas que trae un segador!
4. Cánticos de declaración e intercesión proféti-
ca. Esto queda ilustrado en Apocalipsis 5:8-9
donde vemos arpas y copas en los cielos. Las
arpas hablan de adoración, y las copas de inter­
cesión. Nuestra intercesión es como incienso
que asciende hacia el cielo el que el ángel reco­
ge en las copas. Cuando las copas se llenan,
son vaciadas y desatadas hacia el ámbito terre­
nal en la forma de voces, relámpagos, truenos
y terremotos (Apocalipsis 8:3-5). Esto se pare­
ce al estremecimiento en el Monte Sinaí. El

216
El sonido del cielo

punto es: cuando somos fieles para desatar in­


cienso en forma corporativa a través de nues­
tra intercesión, ¡el Señor es fiel para intervenir
dentro de las situaciones y vidas por las que he­
mos orado! No se le pase por alto esto: encon­
tramos la unión y mezcla de la adoración
(arpas) con la intercesión (copas) en ambos:
Salmos y Apocalipsis. ¡Este es un modelo para
nuestra adoración colectiva en el Cuerpo de
Cristo! ¡Esta fusión desata las dinámicas del mi­
nisterio profètico! Luego somos colmados de
coraje para profetizar sobre iglesias, ciudades,
naciones y gobiernos civiles. ¡Amén!
5. Cánticos de victoria y liberación. Estos cánti­
cos son el resultado de la victoria de Dios y su
pueblo sobre sus enemigos. El Éxodo claramen­
te presenta esta verdad cuando el pueblo de
Dios redimido y liberado canta de su liberación
de la atadura de Egipto por el poder sobrenatu­
ral de Jehová. En Éxodo 18 cantan de la derrota
de sus enemigos del pasado, los cananeos. Su
canción tiene dimensiones históricas y proféti-
cas. De hecho, cuarenta años después, cuando
los espías encuentran a Rahab enjericó, les dijo
que los hombres de Jericó comenzaron a temer
al pueblo de Dios cuando escucharon sobre el
Éxodo. ¡La canción profètica puso temor dentro de
los corazones de sus enemigos! En el libro de
Apocalipsis, la adoración y la intercesión ven­
cieron a las estructuras religiosas apóstatas y las
políticas del tipo de la bestia.

El grito de “¡Ven fuera!” produce recuperación


Podemos aprender muchas cosas de la historia de Lázaro. Pero
una importante es que cuando Jesús habló lo que el Padre estaba

217
El guerrero adorador

hablando en los cielos, las cosas comenzaron a suceder. Miremos el


modelo que nos dio jesús.
Jesús esperaba los tiempos oportunos clave para reflejar la gloria
del Padre de los cielos. Con el amor que el Señor tenía por Lázaro,
María y Marta, parecería que Jesús debería haber dejado inmedia­
tamente su lugar e ir a donde estaba su amigo enfermo. Sin embar­
go, esperó dos días. Este evento reveló su habilidad para controlar
sus emociones. Aún amigos y conocidos cercanos no podían ejer­
cer presión para sacarlo de los tiempos del Padre. Él no entraba en
acción debido a fuerzas externas. Esta es la clave para nosotros en
los días que están por venir. Nuestras emociones deben estar intac­
tas para permanecer en el tiempo perfecto de Dios. Esto nos asegu­
rará estar en el lugar correcto en el momento correcto.
En aquellos días los rabinos enseñaban que luego de tres días
el alma regresaba a Dios. Se creía que el alma revoloteaba al falleci­
do durante tres días. El retraso de Jesús hizo que Lázaro permane­
ciera en la tumba por cuatro días. Esto significaba que estaba bien
muerto, y que su alma había partido. Este es el único registro en la
Biblia de una resurrección que ocurrió pasados los tres días.
Jesús decidió desatar el sonido en un lugar y tiempo clave en la
historia, para que el hombre fuerte del descreimiento fuera vencido
Betania era una puerta hacia Judea, una fortaleza de religión y
descreimiento. Busque las puertas clave en la región donde usted
vive. El descreimiento es una fuerza de tal obstrucción que impide
ver lo mejor que Dios tiene para nosotros en el futuro. Sin embar­
go, fue en esta atmósfera que Él realizó este milagro poderoso.
Jesús reveló la progresión o ascenso de la fe necesaria para
que un individuo venciera su descreimiento. Continuó trabajan­
do con Marta, María y sus discípulos, para mostrarles su carácter.
Los animó a creer. “Si creyeres”, decía continuamente “verás la glo­
ria de Dios”. Nuestro nivel de fe debe levantarse a nuevas dimen­
siones en el Cuerpo de Cristo para vencer lo que está por venir. La
resurrección, vida y fe tienen una relación proporcional que nece­
sitamos entender si vamos a vencer lo que está por venir en nues­
tro futuro.

218
El sonido del cielo

Este sonido hizo que la desesperanza cambiara para transfor­


marse en el poder de la resurrección. Marta y María habían perdi­
do toda esperanza de ver a su hermano nuevamente. Sin embargo,
Jesús se mantuvo quebrando el poder de la desesperanza y animán­
dolas en fe. ¡Debemos ser liberados ahora de nuestra esperanza di­
ferida! “Resucitar” significa traer a la vista, a la atención o el uso
nuevamente; levantarse de los muertos; levantarse nuevamente a la
vida. ¿Por qué Juan dedicó tanto tiempo a este milagro en particu­
lar? ¿Era la resurrección de personas muertas el tema?

Jesús venció y resucitó, y al hacer


esto derrotó ¡a desesperanza de nuestras vidas

¿Cuál era la relación entre este despliegue particular de poder y los


eventos que estaban por suceder? Jesús declaró que la enfermedad de
Lázaro no era para muerte, sino “para la gloria de Dios” (Juan 11:4).
Este fue un evento culminante en la vida de Jesús, que en su momen­
to llevó a su propia muerte, y la máxima derrota de los poderes de os­
curidad que estaban reteniendo a la humanidad. Jesús venció y
resucitó, y al hacer esto derrotó la desesperanza en nuestras vidas.
El sonido de los cielos desata poder. El poder produce rela­
ciones o trae división. Este despliegue de poder de Dios hizo que
los individuos eligieran, ya sea comenzar a tramar la muerte de Je ­
sús o a gritar “hosanna”, y acompañarlo a entrar como un Rey. El
Cuerpo de Cristo está por ser realineado sobre esta demostración
del poder de Dios. No espere que todos reciban el poder que se des­
plegará en los días venideros. El poder de Dios es vida para mu­
chos, pero locura para otros.

Salga y recupere
Al cantar este cántico, sabíamos que muchas pruebas iban a in­
tentar derrotarnos en los días futuros. Hemos visto mucha agitación

219
El guerrero adorador

en la Tierra. Hemos visto muerte y destrucción. Sin embargo, esta


es una estación de recuperación en el Cuerpo de Cristo. Este nue­
vo cántico nos ha ayudado a traer fe dentro del Cuerpo de Cristo.
Escuche al Señor clamando sobre usted “¡Sal fu era !” Esto significa:
escape, ábrase paso, salga adelante, finalice, termine, apártese de
una situación condenada.
¡Salga afuera! Deje que este grito del Señor se levante en su me­
dio y declare una recuperación de lo que ha perdido en épocas pa­
sadas. Debajo hay una lista para que usted proclame esta
recuperación sobrenatural en su vida, junto con las Escrituras pa­
ra que declare victoria en estas áreas:

•Recupere relaciones perdidas y quebradas (ver Jeremías


29:14).
•Recupere su llamado profètico (ver Salmo 105:19).
•Recupere promesas demoradas (ver 2 Corintios 1:20).
•Recupere el espíritu y don de la fe (ver Romanos 1:17; Sal­
mo 23:3).
•Recupere el milagro de la sanidad (ver Jeremías 30:17).
•Recupere su estabilidad espiritual (ver Malaquías 3:10; Sal­
mo 129:8)
•Recupere su estabilidad financiera (ver 1 Samuel 7:11-14, 2
Crónicas 20:6).
•Recupere el gozo (ver Nehemías 8:10).
•Recupere los años perdidos (ver Joel 2:25).
•Recupere las ovejas perdidas robadas de sus pastos (1 Sa­
muel 17:34-37; 30:20).
•Recupere las bendiciones de Dios (ver Deuteronomio 28:1-4).
•Recupere todo (ver 1 Samuel 30).

En Poseyendo su herencia, Rebeca Wagner Sytsema y yo escri­


bimos sobre la restauración. Comenzamos diciendo que el Señor
cambia tres cosas: el legalismo, la condenación y el juzgar. A me­
dida que ascendemos en adoración estos se apartan de nosotros.

220
El sonido del cielo

Luego declaramos que Él restaura tres cosas: contacto íntimo con


Él mismo, nuestra relación Padre/hijo y nuestra fe infantil. Esto
produce abundante restauración en nuestra vida. Ascienda en ado­
ración y vea su libertad en Dios restaurada. Ascienda en adoración
y vea su salud restaurada. Ascienda en adoración y vea su gozo res­
taurado. Ascienda en adoración y vea su posición en la Tierra res­
taurada. Ascienda en adoración y observe al Señor restaurar su
alma. Ascienda en adoración y observe cómo el corazón del Padre
es restaurado en usted.

El Mesías de Handel: nuestro liberador


Ravi Zacharias escribió un artículo interesante concerniente a
Handel y la gran obra que hizo:

Una de las obras maestras más grandiosas de la compo­


sición musical, si no la mayor, es la obra de George Fre-
deric Handel simplemente llamada Mesías. Antes de ser
compuesta Handel no había sido un músico exitoso y se
había retirado de gran parte de su actividad profesional
a los cincuenta y seis años. Luego, en una notable serie
de eventos, un amigo le presentó un guión basado en la
vida de Cristo, cuyo libreto entero era de las Escrituras.
Handel se encerró en su cuarto de la calle Brook, en
Londres. En veinticuatro días, sin respiro, se absorbió en
la composición y casi sin comer ni beber, completó to­
talmente la obra aún hasta su orquestación. Era un hom­
bre en manos de una profunda inspiración. Más tarde,
mientras trataba de hallar las palabras para describir lo
que había experimentado, citó a san Pablo, cuando dijo:
“¡En el cuerpo o fuera de él lo escribí, no lo sé!” El em­
pleado de Handel testificó que en una ocasión cuando
entró al cuarto para rogarle que comiera, lo vio con lá­
grimas que caían por su rostro mientras decía: “Pienso
que vi a todo el cielo delante de mí y al mismo gran
Dios”.

221
El guerrero adorador

Cuando el Mesías fue representado en Londres, a medi­


da que las notas del coro “Aleluya” resonaban: “Rey de
Reyes y Señor de Señores... Reinará por siempre y siem­
pre”, el rey de Inglaterra, impulsado irresistiblemente, se
puso en pie, y toda la audiencia lo siguió. Un escritor re­
sumió así el impacto del Mesías: Handel personalmente
condujo más de treinta presentaciones del M esías; mu­
chos de estos conciertos fueron para beneficio de los ne­
cesitados y sufrientes. “El Mesías ha alimentado a los
hambrientos, vestido a los desnudos, amparado a los
huérfanos”. Otro escribió: “Tal vez las obras de ningún
otro compositor han contribuido tan ampliamente a ali­
viar el sufrimiento humano”.
Aunque un poco exagerado, el punto está bien conside­
rado. La obra estaba basada enteramente en Las Escritu­
ras. El enfoque está en la persona de Cristo. El espíritu
de un hombre estaba atrapado por la santidad de Dios.
Un rey se puso de pie espontáneamente.
La gente siguió su ejemplo. La primera presentación fue a
beneficio de caridad para juntar dinero a fin de libertar a
ciento cuarenta y dos personas de la prisión, que no podían
pagar sus deudas. En la prisión del sufrimiento y la maldad
en la que el mundo entero vive ahora, el mismo Mesías nos
ofrece liberación.
Venga a este Mesías hoy, querido amigo, y conocerá el go­
zo de ser rescatado del pecado y de una libertad nueva pa­
ra vivir una vida triunfante para Dios, la cual será
verdaderamente inspiradora.20

Escuche desde el cielo el sonido de esta frase que se hace eco a


través de la Tierra: ¡Él es Rey de reyes y Señor de señores, y reina­
rá para siempre! Levántese y declare esto sobre su vida, su hogar,
su iglesia, su ciudad y su nación.

222
El sonido del cielo

Notas
1. C. Peter Wagner, Oración de Guerra, (Ventura, CA.: Regal Books, 1992),
p. 61.
2. C. Peter Wagner, La oración de poda; (Ventura, CA.: Regal Books, 1997),
p. 185.
3. Chuck Pierce y Rebecca Wagner Sytsema, The best is yet ahead Colorado
Springs, CO.: Wagner Publications, 2001) n.p.
4. Harry y Cheryl Salem, Distractions from Destiny, (Tulsa, OK: Harrison
House, Inc. 2001), n.p.
5. jerry Savelle, “What it Takes to Stay Focused”, Adventures in Faith, vol.
31, no.2 (Abril/Mayo/Junio 2002) p. 5.
6. Ibid.
7. Robert Gay, Silencing the Enemy (Lake Mary, FL.:Creation House, 1973),
p. 9.
8. Oswald Chambers, My Utmost fo r His Highest (Westwood, NJ: Barbour
and Company, Inc. 1935) n.p.
9. Dutch Sheets, Oración Intercesora, (Ventura , CA. Regal Books, 1996), p.
62.
10. Ibid., pp. 62-63.
11. Darlene Zschech, Extravagant Worship (Castle Hill, NSW: Check Music
Ministries, 2001), p. 35.
12. Ibid.
13. Barbara Yoder, The Breaker Anointing (Colorado Springs, CO.; Wagner
Publications, 2001), pp..34-35.
14. Ibid.
15. Dutch Sheets, La oración Intercesora, (Ventura, CA. Regal Books, 1996,
pp. 208-210).
16. Dean Mitchum, Apostolic Kingdom Praise (Santa Rosa Beach, FL. Chris­
tian International Ministries Network, 2000) pp. 72-73.
17. John Dickson, “Let the Lion of Judah Roar” (Denton, TX.: Glory of Zion
International Ministries, Inc., 2001).
18. Jim Hodges, “Songs of Spiritual Breakthrough” Federation Journal
(Spring 2001) n.p.
19. Chuck D. Pierce and Rebecca Wagner Sytsema, Possessing Your Inheritan­
ce (Ventura, CA. , Renew Books, 1999) n.p.
20. Ravi Zacharias, Ravi Zacharias International Ministries (RZIM), 2000.

223
LO 9

Vestido
ra la gue rra

Es el tiempo de levantarse y adorar;


alzar nuestras voces en alabanza tumultuosa.
Desde que se levanta el Sol de la mañana
hasta que se pone.

Pueblo de Dios, asciende y adora.


Deja que tus alabanzas asciendan al cielo.
Únete a las huestes celestiales alrededor del trono.
De continuo, veinticuatro horas los siete días.

Dios habita entre la alabanza de su pueblo,


desea la adoración para Él solo.
Al sonido de nuestras oraciones se abren los cielos
y osadamente podemos venir al trono.

225
El guerrero adorador

Mientras descansamos en este lugar de intimidad


el dulce incienso, un bouquet de oraciones
rodea e impregna el salón del trono,
mientras llenan las copas que allí están.

Deja que las oraciones de los santos llenen las copas.


El que tenga oídos para oír, oiga.
El Señor de Sabaoth habla en la tormenta:
“YO SOY” invade la atmósfera santa.

Las trompetas llaman a todos a atender.


Escuchen al León de Judá rugir.
El Cuerpo de Cristo en adoración colectiva
recibe estrategias para entrar en guerra.

Estamos vestidos con la gloria de Dios


y descendemos con nuestro manto de guerra.
Combatimos principados y poderes,
se escapan y claman: NO MÁS.

El enemigo es detenido a las puertas.


Los atalayas permanecen firm es en sus puestos.
Los intercesores continúan en oración.
Y Judá guía hacia adelante, huestes que alaban.

Es tiempo de levantarse y adorar,


de desatar el temor del Señor
con alabanzas de Dios en nuestra boca,
y la Palabra, la espada de dos filos de Dios.

B ev . S m it h , A s c ie n d e y adora

226
Vestido para la guoii.i

Una nueva vestidura de adoración


uando Adán y Eva fueron engañados por la serpiente y de­

C sobedecieron, la vestidura del favor y la gloria que llevaban


les fue quitada. Esta vestimenta de gloria era tan increíble
que no era necesario ni siquiera tener la ropa exterior que todos lla­
mamos vestidos. Caminaban en la presencia de Dios todo el día, de
modo que estaban vestidos con la presencia y gloria de Dios.
Dios sabía que no podían entrar en la próxima etapa de sus vi­
das con la vergüenza que había venido sobre ellos. Así que, inme­
diatamente buscó una forma de revestirlos y cubrir su culpa. Un
par de cosas sucedieron en este momento en Génesis 3:20. La iden­
tidad de la mujer cambió. Adán llamó el nombre de su esposa Eva,
que quiere decir “madre de todos los vivientes”. Dios entonces de­
rramó la sangre de animales inocentes para que les provean vesti­
duras de piel. Esto era una sombra de la forma en que la sangre
obraría para cubrirnos en los días venideros y expiar nuestros pe­
cados. Adán y Eva habían hecho un débil intento de revestirse con
hojas de higuera. Sin embargo, el plan que Dios tenía involucraba
sacrificio.
Las vestiduras son un tema en toda la Palabra de Dios. Cuando
estudiamos las vestiduras, encontramos que son simbólicas de la
identidad de un individuo. Sin adoración nuestra identidad propia
nunca surge. También, cuando estudiamos la palabra “gloria” en­
contramos que es una expresión de Dios a través de nosotros que
produce su identidad en nosotros.
Jacob transfirió la vestidura de la herencia de Abraham e Isaac
a José. Esa vestidura fue despreciada; sin embargo, Dios encontró
un camino a través de las pruebas que pasó José para revestirlo, de
modo que la posteridad de su promesa no pudiera ser frustrada.
Rut tuvo que quitarse la vestidura de duelo y revestirse, de modo
que la herencia de Israel pudiera conectarse y transferirse a la pró­
xima generación. Elias sabía que no había terminado lo que Dios le
había enviado a hacer sobre la Tierra, y le transfirió su vestimenta
a Elíseo para concretar el cambio de restauración de Dios en Israel.

227
El guerrero adorador

Esa vestimenta tenía una autoridad tan grande que Jezabel, dis­
puesta con toda su manipulación, no pudo vencer su poder.

... f "HHft*
En Apocalipsis, la Esposa (que es la Iglesia)
está vestida para la guerra, para
derrotar a sus enemigos
.i
..

Jesús, por supuesto, llevó una túnica de redención hasta la


cruz. Luego Dios lo vistió en la gloria nuevamente, y Él sopló esta
gloria a sus discípulos. Ahora el Espíritu de Dios puede verse bri­
llando a través de cada uno de nosotros por causa del amor del Pa­
dre y la obediencia del Hijo. En Apocalipsis, la Esposa (que es la
Iglesia) está vestida para la guerra, para vencer a sus enemigos.

Vestidos para la adoración


Lavon y Arlette Revells, dos de mis más queridos amigos, viven
en Georgia. Arlette es una hermosa dama sureña. Cierta vez estuvi­
mos en una reunión de líderes, y ella dio este increíble testimonio:

El 8 de junio de 1985 me despertó un ser celestial. Estaba


de espaldas y de pronto tomé conciencia que un cuerpo in­
mensamente largo de energía blanca estaba inclinado hacia
mí. Sus manos estaban sobre mis hombros. “Levántate”
-m e dijo con entusiasmo- “tengo algo especial para ti esta
mañana”. Se desvaneció mientras que rápidamente me des­
licé de debajo de mis mantas, cuidadosamente para no des­
pertar a mi querido esposo Lavon, que dormía a mi lado.
Miré el reloj. Eran las 04:23.
Fui en puntas de pie hacia la entrada, tratando de que los
pisos de madera no crujieran. No quería despertar a nues­
tros dos hijos, Laura, que se había graduado de la escuela

228
Vestido paia la guerra

secundaria la noche anterior, y Christopher, que cursaba el


10° Grado. Dentro de la cocina, con La Biblia en mi mano,
me senté a la mesa. Comencé a hojear a través de La Biblia.
No sabía qué esperar ni qué hacer. Luego mi mente escu­
chó estas palabras: “Desde este día en adelante proporcio­
naré tus ropas a mi manera. Proveeré para todas tus
necesidades. Podrás comprar ropas para otras personas, pe­
ro te abasteceré de ropas a través de otros” (la primera de
tres directivas).
Me senté durante un tiempo, pensando sobre lo que había
escuchado. Me sobrevino desaliento. ¿Por qué estaba tan en­
tusiasmado? Necesito confirmación. Pondré un vellón.
“Señor, si eres realmente Tú que me dices que no puedo
comprar más mi ropa, por favor, dame un vestido hoy a tra­
vés de otra persona, para confirmarlo”.
Esto seria todo. Seguramente. Si Dios estaba poniendo su
dedo sobre mis ropas, ¡respondería a mi vellón!
Lavon y yo habíamos planeado un viaje de placer a la ciu­
dad de Helen, Georgia, ese día. Durante todo el camino ha­
cia Helen, me sumergí en mis pensamientos sobre lo que
había sucedido. ¿Recibiría hoy mi vestido de confirmación?
La expectativa me invadió. Deambulando por las vidrieras de
Helen, buscaba a algún dueño que saliera a la puerta, me mi­
rara, y exclamara: “Usted es la persona a quien tengo que
darle este vestido”: Seguramente habría un brillo sobre toda
mi persona. ¡Había estado en la presencia de un ángel! El día
pasó lentamente mientras caminaba entrando y saliendo de
los negocios. No escuché “Usted es la persona”.
Ya entrada la tarde comenzamos nuestro viaje de regreso de
50 kilómetros hacia Athens. Entonces yo ya estaba segura
que había escuchado a Dios. En el camino de regreso me
imaginé de qué manera iba a recibir el vestido de confirma­
ción: mamá. Ella estaba ayudando en la feria de la iglesia ese
día. Me preparé para ver el vestido colgando en la puerta
trasera cuando entráramos al garaje. Ningún vestido.

229
El guerrero adorador

Estaba llegando la hora de ir a la cama. Ningún vestido.


¿Fue todo un sueño? Dios, no entiendo. Entonces, la pe­
queña voz suave habló: “Tu vello era opuesto a lo que di­
je. Te proveeré tus ropas a mi manera, y eso incluye mi
tiempo”.
Gracias, Señor.
No poder comprar más ropas nuevas no sería tan malo. Mi
guardarropas está lleno de cosas hermosas. Probablemente
tenía lo suficiente para vestirme el resto de mi vida si tuvie­
ra que hacerlo. Yo amaba los vestidos de seda.
Pocos días después vino una segunda directiva: “Quiero
que entregues cada una de las piezas de vestir que tienes
que tú hayas elegido”.
“Está bien. Muéstrame a quién dárselo”. Para entonces, me
daba cuenta que estaba pasando algo, y quería participar.
Hice un inventario de todas mis ropas. Luego de revisar­
las todas, solamente encontré dos polleras y una blusa
que me habían dado. ¡Tres cosas en las que yo no tuve
nada que ver! Ese sería mi guardarropa. Pero me iba a lle­
var mucho, mucho tiempo dar todo, así que tenía un pla­
zo... pensé.
Una tarde comenzó a suceder algo extraño. Era el mo­
mento de preparar mi vestido favorito para darlo. Lo pu­
se en el lavarropas del lavadero. Miré mi vestido mientras
caían lágrimas por mis mejillas. Sentía como si fuera un
funeral. Espiaba dentro de lo que me parecía un cajón y
pensé sobre la última vez que lo había usado y le di la des­
pedida. Esto sucedió cada vez que preparé mis ofrendas
en el lavadero.
Nueve días después recibí la tercera directiva. “A partir de
hoy solamente puedes vestir lo que te han regalado”. (No
le dije nada a nadie sobre esto).
Me vestí para ir a trabajar esa mañana con una blusa y una
de las polleras. Lo que alguna vez parecía fuera de moda

230
Vestido para la guerra

ahora se veía muy precioso. Me miré en el espejo y dije:


“Gracias, Señor, por mis ropas”.
Mientras preparaba la cena al atardecer, escuché que al­
guien venía por la puerta trasera. Vi cuando mi hija Laura
entró a la cocina, puso un hermoso paquete sobre la mesa­
da y dijo: “Dios me pidió que te comprara esto”.
Rápidamente corté las cintas y el papel del envoltorio y le­
vanté la tapa de la caja. ¿Qué estaba anidado bajo el papel
sino un hermoso vestido de seda rosa. ¡El vestido de con­
firmación de Dios! Laura lo compró con su primer cheque
de pago del trabajo de verano.
Esta etapa duró tres años y medio... y nunca me ha faltado
nada hermoso para vestir.

El cambio de la vestimenta de los


últimos tiempos
Dios nos viste y expresa su gloria sobre nosotros para la
temporada en que estamos viviendo. No creo que podamos ves­
tir la gloria de Dios sin escuchar claramente y obedecer su voz.
El testimonio de Arlette tiene este significado. No solamente
Dios la vistió con su voz y directivas, sino que en ese momento
lo hizo físicamente para representar su misma identidad en ella.
Se veía hermosa en la nueva identidad que Él le dio. Su guarda­
rropa físico expresaba su identidad, porque ella había esperado
en Él. Él la había revestido para el tiempo de guerra y favor que
vendría más adelante.

Dios nos vestirá y expresará


su gloria sobre nosotros

231
El guerrero adorador

Cuando Dios sacó a Israel para poseer su herencia, la Tierra


Prometida, lo primero que hizo para prepararlos para la guerra no
fue constatar su capacidad para la batalla. Esta generación de gue­
rreros que crecieron en el desierto, no había sido circuncidada, y
fue la circuncisión la señal de su pacto con ellos. El corte de la car­
ne que Dios requería representaba la remoción de la naturaleza pe­
caminosa que iba a ser hecho a través de Cristo.

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no


hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecamino­
so carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él
en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados
con él, mediante la f e en el poder de Dios que le levantó
de los muertos (Colosenses 2:11-12),

Las armas que tenemos para la guerra son importantes. Sin em­
bargo, lo que hace que reflejemos la identidad de Dios es la remo­
ción de una dureza exterior de descreimiento que ha invadido
nuestros corazones.
Lo primero que tenemos que hacer no es controlar nuestras ar­
mas, sino nuestros corazones, para asegurarnos que la naturaleza
pecaminosa ha sido cortada por Cristo y que estamos enterrados
con Él en el bautismo, y resucitamos con Él a través de nuestra fe
en su poder. Es aquí donde la vestimenta comienza a reflejar nues­
tra próxima etapa. Esto nos lanza hacia la nueva fase de adoración
y guerra. Dios le dijo a los israelitas que no podían estar delante de
sus enemigos con un corazón sin consagrar. “Levántate, santifica al
pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel
dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a
tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vo­
sotros” (Josué 7:13).

“Consagración” en el hebreo es qadash (cuadash), que significa


ser moralmente limpio. Puede también sugerir que debemos estar

232
Vestido para la guerra

separados del mundo que nos rodea. Nuestras vestimentas no son


lo mismo que las de la gente del mundo Esa es la razón por la que
la lista de Pablo en Efesios 6:14-17 contiene varias piezas de equi­
po que protegen nuestros corazones, mentes, intenciones e integri­
dad. Con todo esto protegido, únicamente necesitamos un arma
con la cual pelear: la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Amo a los profetas de la restauración. Hageo comenzó a pro­
fetizar durante el tiempo de la reedificación de la ciudad y del Tem­
plo. Estaba en escena junto con Esdras, Nehemías y todos esos
guerreros de adoración. Sin embargo, la gente se desinteresó de
buscar a Dios. También se desalentaron porque el enemigo los sa­
cudió. En realidad habían abandonado la edificación. La vestimen­
ta que Dios les había puesto cuando dejaron Babilonia para
completar este proyecto había sido dejada atrás, y comenzaron a
enfocarse sobre sí mismos.
Sin embargo, Zacarías apareció en escena cerca de doce años
después, y comenzó a profetizar. Dios tenía una nueva administra­
ción y una nueva voz para alentar al pueblo a completar lo que ha­
bían comenzado. En Zacarías encontramos un maravilloso mensaje
sobre el revestimiento.

Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delan­


te del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano dere­
cha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te
reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén
te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incen­
dio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba
delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que es­
taban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras
viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado,
y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pon­
gan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra
limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el án­
gel de Jehová estaba en píe (3:1-5).

233
El guerrero adorador

Este capítulo revela mucho sobre ascender, guerrear y estar


vestido para el futuro. Vemos a Josué el sumo sacerdote delante del
Ángel del Señor, y a Satanás de pie, para oponerse. El Señor desata
esta visión, no el ángel. En 2 Tesalonicenses 2:3-4 se registra lo que
sucedió: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin
que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el
hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se
llama Dios o es objeto de culto”.
Cuando el pueblo de Dios regresó de Babilonia había impureza
moral y religiosa en las vestimentas. Habían cometido muchas fal­
tas; sin embargo, era el momento de una nueva etapa. Por lo tanto,
el Señor reprendió a Satanás y luego cambió las vestimentas viles
de Josué. El Señor le quitó toda la iniquidad de la etapa pasada de
Josué. Esto quitó la debilidad que tenía e hizo que se revistiera de
autoridad y gloria, y le dio la habilidad de terminar el proyecto de
edificación de Dios en la nueva etapa.

Despiértese, adore y vista


el avivamiento
Dios también nos viste con vida. Una vez que nuestro espíritu
está vivo para Él, nos “reaviva”. ¿Qué significa esto? Piense en una
mujer que esté embarazada. El primer movimiento del bebé en su
seno se llama avivamiento. Cuando el Espíritu de Dios nos toca,
sucede esto mismo. Eso que Él trata de que salga a la vida, se mue­
ve. Cuando adoramos, habitualmente experimentamos este mover.
La palabra hebrea para vivificar es chayah (chauiau), que significa
“vivir” o “ser revivido”. La palabra griega es zoopoieo (zopoieo) que
significa “revitalizar”.
John Dickson dice esto:

Nuestro espíritu hace una de estas dos cosas: muere en


nosotros o revive. Se apaga o se aviva. La mayor parte de
lo que hacemos no estimula nuestro espíritu. Muchas

234
Vestido para la guerra

veces a medida que caminamos a través de la vida, nues­


tra carne y alma son ministradas, pero nuestro espíritu
se marchita y se contrae dentro de nosotros. Esa es la ra­
zón por la que cuando nos acercamos a donde el Espíri­
tu de Dios se está moviendo, casi podemos sentir cómo
nuestro espíritu salta en nuestro interior. Juan el Bautis­
ta saltó dentro del vientre de Elizabet cuando escuchó la
voz de María que contaba que estaba embarazada del
Mesías. El padre de Juan el Bautista, Zacarías, estaba tan
lleno de descreimiento cuando el ángel lo visitó, que el
Señor le cerró la boca. Sin embargo, Juan el Bautista,
aunque era un niño que aún no había nacido fue vivifi­
cado y saltó en el vientre de su madre. ¿Echó fuera al
descreimiento? Elizabet entonces profetizó sobre María
en Lucas 1:45: “Y bienaventurada la que creyó, porque se
cumplirá lo que le fu e dicho de parte del Señor”.

Esta declaración significó el comienzo de una nueva era. Este


era el renacimiento de la profecía. Elizabet fue una de las primeras
en profetizar en el Nuevo Testamento.
En Génesis 45:25-28 encontramos un verdadero cuadro de la
aflicción quitada, el ser vivificados y avanzar hacia nuestra heren­
cia. Es la historia de Jacob, que supuestamente había perdido su
herencia y a su bendecido hijo José. Por supuesto, sus hijos habían
vendido a José a un grupo de traficante de camino a Egipto, y lue­
go le mintieron a su padre y dijeron que una bestia salvaje lo había
matado. Trajeron aquella vestimenta llena de sangre, la túnica de
muchos colores, a su padre, envuelta con una mentira. Para enton­
ces Dios se había hecho cargo completamente de la situación. Re­
cuerde, Dios siempre es soberano y está en el trono, aún en
nuestros malos tiempos.
Dios había orquestado una sequía y forzado a los hermanos ha­
cia Egipto, donde habían desarrollado una estrategia para soportar
los tiempos de sequía. Dios realineó a José y sus hermanos. José en­
vió a sus hermanos de regreso a su padre.

235
El guerrero adorador

Cuando Jacob supo que su hijo José aún estaba vivo, su espíri­
tu fue vivificado. En principio su corazón no podía responder a la
verdad. Esto puede suceder cuando atravesamos un trauma y pér­
dida en nuestra vida. Muchas veces las experiencias traumáticas
pueden hacer que dejemos de adorar a Dios. Heridas, dolores y pér­
dida endurecen nuestros corazones. Imaginen a Jacob cuando fue
liberado del poder de esta decepción. Tuvo una renovación de su fe
de que su herencia iba a ser extendida a las generaciones venideras.

La aparición de la revelación
profètica en la adoración
Para tener victoria, debemos primero ganar la guerra en adora­
ción antes de ir al enfrentamiento. Pablo oraba por la gente de Éfe-
so. En El dominio de la Reina, escribí lo siguiente:

Amo el libro de Efesios. Amo estudiar el avivamiento en la


ciudad de Éfeso. Podemos encontrar un registro de este avi­
vamiento en Hechos 19. El versículo 2 contiene la clave a la
pregunta que cambió el curso de la historia al llegar Pablo a
Éfeso. Se encontró con Apolo, que era una figura apostólica
en esa región, y le preguntó: “¿Recibisteis el Espíritu Santo
cuando creisteis?” Apolo jamás había escuchado del Espíri­
tu Santo. Solamente había sido bautizado en “el bautismo
de Juan”. Por lo tanto, Pablo le impuso las manos y ellos ha­
blaron en lenguas y profetizaron. También los bautizó en el
Nombre del Señor Jesús. Comenzó así una cadena de even­
tos que cambió el curso de la historia cristiana y nos dejó un
grandioso ejemplo de cómo afectó la autoridad apostólica a
una región luego de la muerte y resurrección del Señor Je ­
sucristo. Encontramos un gran modelo en el libro de Efe­
sios. Pablo oró para que los efesios tuvieran entendimiento
espiritual concerniente a quién era Jesucristo. Luego enton­
ces oró para que tuvieran entendimiento de la esperanza de

236
Vestida para la gueii.i

su llamado en esa región. Él explicó que tenían una idcnli


dad que ya no pertenecía al mundo que está gobernado por
las tinieblas espirituales. Les dio instrucciones explícitas
sobre cómo ellos habían sido sentados en los lugares celes­
tiales sobre todos los poderes y principados. Les enseñó có­
mo el mismo Espíritu que levantó a Jesús de la tumba
también les había alumbrado y levantado hacia una posi
ción dónde podrían tener victoria sobre su medio.
Pablo amonestó a los efesios para que entendieran un ma­
yor amor y se establecieran en el amor de Cristo. Entonces
comenzó a hablarles sobre sus relaciones. En realidad les
dijo que se aseguraran que todas sus relaciones estaban
dentro del orden de Dios. Los esposos y esposas debían le
ner relaciones correctas. Hijos y padres debían tener reía
ciones rectas. Siervos y amos debían ser correctos unos con
otros en sus relaciones diarias. Pablo entonces les instruyo
para que hicieran guerra contra las fuerzas demoníacas que
los estaban tomando y gobernando su ciudad. De eso se
trata Efesios 6.
Pablo sabía que había un sistema de idolatría en Éfeso que
estaba ligado a Artemisa [también llamada Diana], Ella era
el “hombre fuerte” que estaba gobernando, y tenía do mi
nios y poderes debajo de ella que infiltraban cada aspecto
de la sociedad. Estas fuerzas gobernaban sus sistemas eco
nómico, de gobierno, educación y adoración.
Amo lo que dice Efesios 2:1-3: “Y él os dio vida a vasallos,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en las
cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de es
te mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el es¡n
ritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los
cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los de
seos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los
pensamientos y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo
que los demás”. Y luego Pablo hace una de las declaraciones
favoritas para mí en toda La Biblia. Vigorosamente dice:
El guerrero adorador

“Pero Dios”.
Pablo sabía que el amor de Dios podría cambiar el curso de
la sociedad de los efesios. Sabía que la misericordia y gra­
cia de Dios podrían crear una nueva identidad en esta gen­
te y que la identidad podría derribar el sistema de Diana
que gobernaba su sociedad.

Cuando adoramos, ascendemos.


Cuando ascendemos,
obtenemos revelación de parte de Dios

Cuando adoramos, ascendemos. Cuando ascendemos, obtene­


mos revelación de parte de Dios. La revelación hace que sepamos
la voluntad de Dios y salgamos de la conformidad de Satanás. Esa
es la razón por la que es tan importante que entendamos Efesios.
Pablo estaba diciendo en realidad: “Oro para que el espíritu de re­
velación esté sobre ustedes a fin de que puedan enfrentar la estruc­
tura satánica dentro de Éfeso, la cual les impide entrar en la
esperanza de su llamamiento”. Este fue el más grande avivamiento
registrado en la Palabra de Dios. La adoración es la clave. Esa es la
razón por la que justo en la mitad del libro de Efesios Jesús ascien­
de y da los dones.
Actualmente, el Señor aún nos habla. Mientras adoraba pen­
sando en una reunión estratégica en la que se consideraría cómo lo­
grar un quiebre para desatar una cosecha en un área del mundo
conocida como la Ventana 40/70, Dios comenzó a hablarme lo si­
guiente:

¡Este es un nuevo día! Planta tus pies y decide no retroce­


der. El enemigo te asaltará para presionarte hacia atrás. ¿No
he dicho: “Sin visión profètica el pueblo perecerá y retroce­
derá?” Estoy listo para visitar nuevamente áreas que han

238
Vestido para la guerra

avanzado en mis propósitos, pero se han replegado en el


día de la batalla. Este es el comienzo del estremecimiento
de los gobiernos. Habrá una confrontación de gobiernos.
Mi gobierno sobre la Tierra se está levantando y haciendo
que regiones enteras se conmocionen. Yo soy está restau­
rando y levantando líderes. Estoy haciendo que mis gobier­
nos y dones se alineen. Esto está produciendo grandes
sacudones de región en región a través de toda la Tierra. Es­
ta alineación está dando un giro al gobierno civil. Estoy
quebrando aquello que hizo que mi Iglesia se retirara de las
visitaciones del pasado. ¡Muchos avanzaron y luego retro­
cedieron! ¡Ahora es el tiempo de avanzar!... Desde la ado­
ración se moverán ahora hacia una nueva dimensión
sobrenatural. El amor y la confianza está levantándose en
mi Cuerpo. No teman este llamado de lo sobrenatural. Los
sistemas del faraón de esta nación comenzarán a fortalecer­
se para impedir que los paradigmas de mi reino ¡se formen
y avancen en la Tierra! No teman estos sistemas, sino con­
tinúen confrontando a través de la oración los poderes que
se han adherido por sí mismos a las estructuras de gobier­
no en su región. Los transformaré en un pueblo sobrenatu­
ral que pueda levantarse y derribar a los que les han
controlado en el pasado y les controlarán en el futuro. Mi
pueblo llega a ser instrumento para trillar, nuevo, filoso.
Este trillo produce sacudones. Estos sacudones desatan la
cosecha. Este es el comienzo de mi fuego consumidor. El
fuego debe estar en sus corazones. El temor a lo sobrenatu­
ral debe ser quitado de ustedes. Los espíritus religiosos y el
ocultismo han producido temor a los espíritus sobrenatu­
rales. Por lo tanto, han retrocedido en su vida de oración
y caído en la pasividad. Mi voluntad ha sido activada so
bre la Tierra. Estoy avanzando. Avancen conmigo. I os
guiaré a la guerra. Muchos se han transformado en icnu
rosos para confrontar al enemigo. He venido a drsimii la
obras del enemigo. Yo confronté a ambos el legalimno \ el
El guerrero adorador

liberalismo. Yo digo: levántense en adoración para que pue­


dan confrontar. Sin confrontación, su enemigo, el legalista,
ganará mucha fuerza en contra de ustedes y estrechará las
fronteras de su libertad. Si se alinean apropiadamente y
permiten que sus dones obren dentro de mi gobierno, los
guiaré como una tropa hacia la guerra y les haré victorio­
sos. La adoración se está levantando. ¡Guerrearán desde la
adoración!
Porque un sonido de guerra está viniendo al corazón de mi
pueblo. No vayan hacia atrás. Quítense las viejas vestiduras
que les obstruirán. Mi avance es ahora en la Tierra... los
ojos de mi pueblo están a punto de ver su provisión. El
avance es ahora en la Tierra. Abran sus ojos y avancen con­
migo. ¡Me conocerán como Jehová Jireh! ¡Me conocerán
como Jehová Nissi! Yo, el Señor de Sabaot, comenzaré aho­
ra a desatar una manifestación de región a región a través
de esta Tierra. ¡Permítanme vestirles con fav or y autoridad!
¡Avancen!

Esto fue importante, porque sabía que tenía que levantar un


ejercito de intercesores y líderes apostólicos proféticos para mover­
nos hacia una región que había experimentado a Dios pero que
ahora estaba controlada por la religión. Esta región va desde Islan-
dia, a través de toda Europa, atraviesa la parte norte de Asia hasta
la punta de Japón. Me sentí muy agradecido que Dios me hubiera
hablado para darme confianza para comenzar a movilizar el ejérci­
to de Dios a orar por estas naciones. Un grupo de personas luego
se reunieron en Hanover, Alemania, donde enviamos 122 equipos
de oración a 56 de las 61 naciones en el área designada.

El ejército de Dios
La adoración y la guerra van juntas. Pero para la guerra tenemos
que tener un ejército. Un ejército es personal de una nación organi­

240
Vestido iKii.i l’i vtu<1

zado para la batalla. En Éxodo 6:2 6 vemos que cuando Dios estaba
listo a sacar a su pueblo de Egipto y enviarlos a su herencia, los man
dó de acuerdo a sus ejércitos. En realidad no tenían una organización
política, sino que fueron originados de acuerdo a la voluntad tic I >i<>■■■
y el destino profètico de cada tribu. Cada una tenía guerreros, y ca
da una tenía una porción que Dios les había repartido.
Elay muchos ejércitos citados en La Biblia. Goliat sabia qui 1
podía derrotar al pueblo de Dios, realmente habría vencido a lo .
“ejércitos del Dios viviente” (1 Samuel 17:26, 36). Si Dios salía t on
los israelitas a la batalla, ellos ganaban. Si no, perdían.
Los ejércitos estaban organizados de diferentes formas en dii*
rentes momentos. Génesis registra cómo Abraham convoco a m i
siervo y otros miembros de su casa para ir a la guerra con el. Ln el
desierto, Moisés, Josué, Aarón y Hur todos cumplían un rol al *1*
fender a Israel contra los amalecitas (ver Éxodo 17). En Josué '>: I I
encontramos que Josué fue comisionado por el capitán de las luu ■
tes del Señor para que avanzara hacia la conquista de los enemigos
de la herencia de Dios.
Débora reunió a muchas de las tribus para batallar contra Sisa
ra. Algunos no tenían voluntad para ir. Saúl en principio estable* io
un ejército estable profesional en Israel. A veces lo dirigía el y en
otras oportunidades Jonatán. En ciertos momentos designaban en
mandantes profesionales.

Guerreros del Nuevo Testamento


El escritor del libro de Hebreos, en el Nuevo Testamento, voi
vió su mirada a los héroes de la fe y proclamó que a través de la 1*
“pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Hebreos 11:34). La visión
que Juan tuvo de los tiempos finales incluía ios ejércitos del cielo
siguiendo al Rey de reyes hacia la victoria sobre la bestia y el lab.*>
profeta (ver Apocalipsis 19:11-21).
En Apocalipsis también encontramos que los seis ángeles bi* i*
ron sonar la trompeta y desataron a los cuatro ángeles que lian a
do preparados para avanzar y traer un nivel de destrucción a la

2-11
El guerrero adorador

Tierra. La guerra espiritual universal fue el resultado de este sonar


de las trompetas. El ejército abarcaba siempre al pueblo de Dios,
profetas, soldados, huestes celestiales y otros líderes.

Actualmente Dios está levantando


un ejército de guerreros de adoración

En el griego la palabra para ejército es strateuma, que significa


un armamento, un cuerpo organizado de tropas de manera sistemá­
tica. Si estudiamos esta palabra vemos que también está ligada a la
estrategia. Por lo tanto, un ejército obtiene la estrategia y luego se
mueve para poder lograr la victoria.
Actualmente Dios levanta un ejército de guerreros de adora­
ción. Ninguna fuerza sobre la Tierra podrá oponerse a este ejérci­
to. En el Nuevo Testamento encontramos este principio: Dios y su
Iglesia o grupo ekklesia, convocados y congregados juntos como un
solo hombre.
Este ejército fue convocado para completar el propósito de
Dios en el ámbito terrenal (ver Hebreos 8:1-13).
Este grupo fue llamado a adorarlo. También son llamados a
alistar a otros. Son establecidos bajo su autoridad (ver Mateo
16:13-21). Tienen un fundamento seguro (ver Efesios 2:20). De­
muestran la muerte redentora de Dios haciendo ejercicio del poder
de su resurrección. Saben lo que viene más adelante. Son miem­
bros. Tienen compañerismo, juntos, para obtener fuerza y acceder
a la mente de su líder. Pelean contra un enemigo y su jerarquía. Son
vigorosos testigos y tienen una esperanza del regreso de su líder pa-
ra llenar y restaurar todas las cosas en el ámbito terrenal.
Adoran libremente, para poder obedecer y continuar el plan
del amo del Reino. Son la esposa lista para la guerra en todo tiem­
po, para vengar al enemigo y derrotar su plan de oscuridad. ¡Le­
vántense, guerreros de adoración! ¡Que la Iglesia se levante!

242
Vestido para la guerra

¡Levántense guerreros
de adoración!
Levántense, guerreros de adoración,
aunque sean pocos en número.
Levántense y tomen su lugar
en el plan y destino de Dios.

No se cansen de hacer el bien.


Tengan coraje al pararse.
En su verdad y justicia;
avancen y tomen su Tierra.

Levanten el escudo del amor y la fe,


levanten la espada triunfantes.
Dios ha prometido su protección
mientras ponen en huida al enemigo.

Profeticen a los principados.


Donde haya tinieblas hablen de luz.
Vean al adversario conquistado y muerto.
El Señor de Sabaot, peleará con ustedes.

Así que... dejen que la música comience a sonar.


Suenen los panderos, canten y dancen,
porque su jubileo está aquí,
Por su Espíritu avanzarán.

Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus ca­
mas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos
en sus manos. Para ejecutar venganza entre las naciones, y
castigo entre los pueblos; para aprisionar a sus reyes con gri­
llos, y a sus nobles con cadenas de hierro; para ejecutar en
El guerrero adorador

ellos el juicio decretado; gloria será esto para todos sus santos.
Aleluya (Salmo 149:5-9).

La adoración y la guerra son una mezcla natural en el Reino de


Dios. Tal como lo escribió el salmista, es “un honor para todos sus
santos” llevar una espada mientras alaban. Entiendan, por supues­
to, que nuestra lucha “no es contra carne y sangre” (Efesios 6:12);
más bien, nosotros, como la Iglesia, no solamente tenemos el ho­
nor sino también la responsabilidad de atar a los principados y po­
deres, y ejecutar los juicios escritos de Dios sobre ellos. ¿Cuáles
son los juicios escritos en su contra? “Para esto apareció el Hijo de
Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8, subrayado
agregado). “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los
que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda len­
gua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fi-
lipenses 2:10-11).
Robert Stearns, en su libro Preparad el camino dice:

Debemos entender que la guerra espiritual es finalmente


sobre el señorío. Toda autoridad pertenece a Cristo. No hay
dominio libre de la imposición de su voluntad soberana
(...) Así que, cuando hablamos de guerra, la meta de nues­
tra guerra no es la batalla, sino el señorío de Cristo que
buscamos traer a cada dominio (...) Esto comienza con la
revelación de que todos los dominios -compañías, ejérci­
tos, universidades, aún naciones- son dirigidas por meras
personas. No podemos -n o debemos- no nos animaríamos
a ver a estas personas como un enemigo. No estamos lu­
chando contra ellos. ¡Son vidas preciosas por quienes Cris­
to murió!

No guerreamos porque estemos dispuestos a la violencia. Gue­


rreamos porque somos impulsados por Aquel a quien amamos y
queremos que traiga su señorío a cada dominio. Y, como Robert

244
Vestido para la guerra

escribió, no guerreamos contra la gente por quién Cristo murió,


porque luchamos contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales
de maldad en las regiones celestes (ver Efesios 6:12). Aunque estas
fuerzas de oscuridad influencian a las personas a hacer su manda­
to, siempre debemos mantener en mente que nuestra guerra no es
contra las personas. Aún en tiempos cuando tenemos que confron­
tar a las personas en amor, mantenemos nuestra perspectiva clara.
Aunque nuestros enemigos son las fuerzas espirituales de maldad
en las regiones celestes, debemos recordar que el sistema de Sata­
nás se mueve sobre la Tierra a través de personas.

Guerreamos porque somos impulsados


por Aquel a quien amamos y queremos
que traiga su señorío a cada dominio

No debemos engañarnos sobre la manera en que su sistema


obra. Por lo tanto, podemos ser astutos como serpientes en el espí­
ritu, pero gentiles como palomas en lo natural (ver Mateo 10:16).
En otras palabras, militantes en el ámbito espiritual, pero llenos de
frutos del espíritu en el natural.

No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que


nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos re­
comendamos en todo como ministros de Dios, en mucha
paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias;
en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en des
velos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad,
en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en pa­
labra de verdad, en poder de Dios, con armas de ju sticia
a diestra y a siniestra (2 Corintios 6:3-7, subrayado
agregado).

245
El guerrero adorador

Nuestras armas son justas. Emplean los elementos de longani­


midad, paciencia, amor genuino, verdad y el poder de Dios, el que,
en el ámbito espiritual, son poderosas.

Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, si­


no poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta con­
tra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pen­
samiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:4-5).

En nuestra adoración traemos el señorío de Jesucristo sobre


áreas que se han exaltado a sí mismas contra el conocimiento de
Dios. Con las altas alabanzas de Dios en nuestra boca y la espada
del Espíritu en nuestras manos, ejecutamos el juicio escrito contra
el enemigo de nuestra fe. La Tierra y todo lo que está sobre ella es
de Dios, y Él desea poseerlo.

• He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre,
así el alm a del hijo es mía (Ezequiel 18:4).
• Porque mía es toda la tierra (Éxodo 19:5).
• En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cej
rraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en
el tiempo pasado, para que aquellos sobre los cuales es invoca­
do mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones,
dice Jehová que hace esto (Amos 9:11-12).

La intención de Dios ha sido levantar el nivel de adoración que


David estableció en el Tabernáculo para usarlo como un arma de
guerra en estos últimos días, a fin de poseer todas las naciones de
la Tierra. La palabra “poseer” es del hebreo yaresh (iaresh), que sig­
nifica ocupar sacando a los ocupantes previos, y poseer su lugar, lo
que implica tomar, heredar, también expulsar. Y esto debe hacerse
reestableciendo el prototipo de David de alabanza y adoración en
el Tabernáculo.

246
Vestido para la guerra

Adoración intercesora
Dios comienza desatando su carga a un alma dispuesta sobre la
Tierra que le responderá. Esta carga lleva a la intercesión. La inter­
cesión tiene que incluir adoración para cumplir el plan de Dios.
John Dickson escribió:

Era 1987 y Chuck Pierce había estado en nuestra iglesia po­


co más de un año, un tipo interesante, un poco extraño pe­
ro agradable; es ciertamente un profeta, pero no imponente
ni duro. Pertenecía al ministerio con base en nuestra ciudad
que contrabandeaba Biblias a los países de la cortina de hie­
rro. Podíamos ver profundidad espiritual y sabiduría en él,
pero honestamente, cuando explicaba algunas cosas no te­
níamos un paradigma para entender de qué estaba hablando.
Su Biblia estaba viva de cierta manera para él, y parecía que
toda la revelación que quería trasmitir estaba escondida. Sa­
biendo, sin embargo, que era un hombre de oración, nuestro
pastor le pidió que enseñara una serie de seis semanas sobre
intercesión. Era las noches de los jueves y yo tenía que lide­
rar la adoración. Simplemente piense, una hora de enseñan­
za todos los jueves por la noche durante las próximas seis
semanas, ¡seis semanas! ¡Ay! Pensar solamente en eso me
envió a mi propia intercesión: “Señor, ayúdame, no puedo
soportar seis semanas con este tema. Podría estar en casa rea­
comodando mi cajón de medias o haciendo otra cosa, cual­
quier cosa”. Bien, dad gracias en todo. Así que allí fuimos a
la horca de mi sentencia de los jueves por la noche. Aunque
mi actitud esa primera noche fue menos que ejemplar como
líder de adoración, mi corazón comenzó a ser ganado por es­
te hombre a medida que abría nuestros ojos al llamado que
estaba en el corazón de Dios para los que hicieran su man­
dato como intercesores. Y a medida que el tiempo pasaba,
para mi sorpresa -y la de Chuck- en realidad comencé a en­
tender algunas de las cosas que decía.

247
El guerrero adorador

Entonces, algo aún más increíble sucedió: ¡nos llevó fuera


de las cuatro paredes de nuestra iglesia, para orar! Alquila­
mos el piso superior del edificio más alto de la ciudad, una
institución financiera. Teníamos una vista de toda el área
cuando intercedíamos desde ese lugar tan alto. La adora­
ción que habíamos tenido al comenzar las reuniones, aho­
ra estaba mezclada con oraciones durante toda la reunión.
Nunca nos deteníamos de adorar mientras intercedíamos.
De la institución financiera fuimos al lugar donde se asien­
ta nuestro gobierno local. Alquilamos un cuarto en los tri­
bunales para tener nuestro encuentro. Luego fuimos al
centro de nuestro sistema educativo. Y así uno tras otro nos
trasladamos a diferentes lugares significativos de nuestra
ciudad. Aún terminamos en la iglesia más antigua de nues­
tra ciudad, la primera Metodista. La adoración y la interce­
sión aumentaron en intensidad a medida que las
mezclábamos.
Por lo tanto, la adoración en nuestra iglesia dio un giro en
su paradigma. Comenzó a surgir desde nuestros corazones
de intercesión, desde el corazón de Dios sobre nuestra ciu­
dad. Él nos dirigía contra los poderes del enemigo que te­
nían estrados en nuestra área y fortalezas mentales en la
gente. En nuestra adoración nos parábamos contra estos
poderes y levantábamos el nombre de Jesús sobre ellos. Es­
te nuevo paradigma de alabanza y adoración abrió la puer­
ta a lo profètico, mientras escuchábamos la voz de Dios que
nos dirigía en nuestra intercesión. Dirigirnos a los poderes
contra los que Dios nos guiaba, llevó a nuestra adoración
hacia el ámbito de la guerra. Todos estos eran grandes cam­
bios. Nuestra iglesia siempre había creído en la oración; tu­
vimos reuniones de oración y oración durante los servicios
de la iglesia y otras, pero la intercesión era un aspecto de la
oración diferente a aquello a lo que estábamos acostumbra­
dos. ¿Qué era lo diferente?

248
Vestido para la guerra

Él es el mediador para nosotros


y nosotros para Él
“Interceder”, de acuerdo al Diccionario Colegiado Merriam-
Webster, significa “intervenir entre partes con la visión de reconci­
liar diferencias”.” Esto se parece a lo que Jesús hizo en la cruz. Él
actuó entre dos partes diferentes: Dios, que era justo, y el hombre,
que estaba en pecado. Este pecado había producido una separa­
ción, una brecha entre Dios y el hombre. Jesús había orado con fre­
cuencia por la humanidad, pero la intercesión es la oración que
erradica una grieta. Por lo tanto, Jesús tuvo que rectificar la causa
de la grieta, el pecado el hombre. Dios había declarado que el pre­
cio del pecado del hombre era la muerte, así que para reconciliar
estas dos partes y unir la grieta, Jesús pagó el precio por los peca­
dos al morir sobre la cruz. Este es el máximo cuadro de la interce­
sión, yjesús, por supuesto al que se hace referencias en la Escritura
como nuestro intercesor (ver Romanos 8:34; Hebreos 7:25), es el
máximo intercesor.
John Dickson agrega:

Nuestra intercesión propia podría estar en una escala infe­


rior, pero aún así es una parte importante del plan de Dios.
Él nos llama a pararnos en la grieta entre Él y lo que Él de­
sea que sea rectificado. Como intercesores, tenemos que
ver qué necesitaremos para rectificar y cubrir la grieta.
Aquí hay un ejemplo: tal vez los intercesores se reúnen an­
tes de un servicio, buscando al Señor, orando por el servi­
cio, por la gente que asistirá y aquellos que ministrarán. A
medida que oran, Dios les revela que un espíritu de temor
ha sido desatado contra la gente, y la congregación será to­
mada por el temor. El temor está en conflicto directo con el
carácter de Dios, y su pueblo no puede funcionar como Él
desea si está oprimido por eso. Los intercesores comienzan
a orar para que el pueblo de Dios sea librado del espíritu de
temor. Proclaman las Escrituras que tratan sobre eso: “En el

249
El guerrero adorador

amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fu era el te­
m or” (1 Juan 4:18). “No temeré mal alguno porque tú estarás
conmigo” (Salmo 23:4). “Aunque un ejército acampe contra
mí, no temerá mi corazón” (Salmo 27:3). “No temas, porque
yo estoy contigo” (Isaías 41:10).

Oran en el Nombre de Jesús y toman autoridad sobre el espíri­


tu de temor y le ordenan que se vaya. Observan si el líder de ado­
ración entra en el mismo espíritu. En la adoración Dios comienza
a dirigirlos a cantar canciones que anulan el temor y desatan fe. Fi­
nalmente, hay liberación, y el Espíritu de Dios comienza a barrer
por toda la asamblea. La fe comienza a levantarse. Luego, para sa­
ber cuándo su trabajo está hecho, los intercesores habitualmente
operan en un don del Espíritu llamado discernimiento de espíritus
(ver 1 Corintios 12:10). Por medio de este don, los intercesores y
adoradores pueden discernir cuándo ese espíritu se quiebra y hu­
ye, y la grieta entre Dios y su pueblo está cubierta. El espíritu de te­
mor ha hecho que el pueblo de Dios quedara ineficaz en su
interacción con Él y para recibir de Él.
En su libro La Voz de Dios, Cindy Jacobs escribe:

El mismo servicio de adoración puede llegar a ser un men­


saje profètico que Dios expresa a la Iglesia. Cuando esto su­
cede, una unción poderosa viene sobre la música. La
adoración se vivificará dentro de los corazones de las per­
sonas. Por ejemplo, si el Señor dice a su pueblo “No temas”
y se canta una canción que proclama esas palabras, la vida
surgirá en los que la cantan. Les dará una fe especial. No
deben temer, porque Dios está con ellos a través de sus
pruebas.

Panderos y liras
En uno de nuestros tiempos de intercesión, el Espíritu de Dios
cayó y comencé a profetizar: “Tomen sus panderos de los árboles.

250
Vestido para la guerra

Bájenlos, pueblo, y comiencen a adorar”. John entonces comenzó a


cantar la siguiente canción:

La tierra no puede contenerlo.


La piedra ha sido quitada.
La muerte ha perdido su aguijón, nuestro Señor la
conquistó hoy.
Los poderes y principados están quebrados.

Él se ha levantado de la tumba,
con panderos y arpas lo alabaré.
Él quebró el poder de la muerte.
Él se ha levantado de la tumba.

Con panderos y arpas levantaré una canción de victoria.


Con panderos y alabanzas cantaré al Rey.
Él se ha abierto camino con fuerza y victoria.
Cristo Jesús es su nombre y tiene sanidad en sus alas
para romper las ataduras de nuestra enfermedad.

Él guía una gran procesión de las almas que ha libertado


y las lleva hacia arriba delante del trono de su Padre.
Las ha lavado con su sangre y las ha presentado
santificadas y limpias.
Un sacrificio justo y santo a Dios.

Es a través de las alabanzas de sus santos que Dios entra en ac­


ción contra sus enemigos.
“Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de jú bi­
lo. Subió Dios con júbilo, Jehovd con sonido de trompeta” (Salmo 47:1,
5). En medio de nuestros gritos de alabanza, Dios se levanta. Él se
lanza avanzando desde nuestra adoración. “Y cada golpe de la vara
justiciera que asiente Jehovd sobre él, será con panderos y con arpas; y

251
El guerrero adorador

en batalla tumultuosa peleará contra ellos” (Isaías 30:32). Al alabar­


lo, Dios comienza a ejecutar su castigo sobre el enemigo. Es nues­
tra adoración la que lo mueve a la acción.

Jesús en el templo
Cuando Jesús entró enjerusalén entre los gritos de: “Hosanna
[a Dios] en las alturas”. Hizo algo que nunca había hecho antes en
todo su ministerio. Entró al templo a “poseerlo”. Era la casa de su
Padre, y había sido tomada por cambiadores de dinero y mercade­
res (Mateo 21:12). Robert Gay, en su libro, Silenciando al enemigo,
escribe:

Quiero que vean a este Jesús motivado para entrar al tem­


plo y echar fuera a los cambistas. No creo que eran mera­
mente las actividades de los cambiadores de dinero, porque
Jesús los había visto antes en el templo. No era la venta de
palomas, porque había sucedido lo mismo durante años, y
Jesús nunca había hecho nada acerca de eso. ¿Qué fue lo
que provocó que Jesús se levantara con justa indignación
en un violento asalto contra estos hombres? Fueron los gri­
tos de alabanza que se levantaban desde el pueblo.

Pablo y Silas como ejemplos


Pablo y Silas alababan a Dios con sus espaldas lastimadas y sus
manos y pies en el cepo en la cárcel de Filipos. Dios se levantó con
tal grito que sacudió los cimientos de la cárcel y fueron liberados
de sus ataduras. La guerra siempre es sobre la adoración ¿Por qué
guerra? No es una consideración muy agradable o un gran deseo de
la mayoría, especialmente los que tienen una naturaleza flemática.
John Dickson dijo:

Pueden ponerme en la cima de una montaña con mi guita­


rra y no preocuparse en volver a buscarme. Me sentaré y

252
Vestido para la guerra

cantaré mis canciones a Jesús y miraré el hermoso paisaje


hasta que sea el tiempo en que suene la trompeta.

Pero tal como hemos visto en los últimos capítulos, cuando


agregamos intercesión a la adoración, comenzamos a ver el corazón
de Dios por las cosas que están un poquito más abajo en la monta­
ña. En realidad lo vemos a F.l que quiere tocar el valle y a aquellos
que están allí, los perdidos, los heridos y los atrapados en todo ti­
po de ataduras.
Dios desea tocar el sistema de gobierno, de la economía y de las
escuelas. Su corazón quiere salvar a los niños que aún no han na­
cido. Todo esto es causa de la guerra Lo adoramos para poder ir a
la guerra con El.

Motas
1. Arlette Revells, E-mail para el autor, 28 de marzo de 2002.
2. Biblesoft’s New Exhaustive Strong’s Numbers and Concordance with Ex­
panded G reekH ebrew Dictionary (Seattle, WA and Colorado Springs,
CO.: Biblesoft and International Bible Translators, Inc., 1994).
3. C. Peter Wagner, ed. El Dominio de la Reina (Colorado Springs, CO.:
Wagner Publications, 2000), pp. 52-54.
4. Bev. Smith, “Arise Worshiping Warriors”, (unpublished, 2002).
5. Robert Steams, Prepare the Way (Lake Mary, FL.., Creation House,
1999) p. 108.
6. Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary, lO1^1 ed., s.v. “intercede”.
7. Cindy Jacobs, The voice o f God (Ventura, CA.: Regal Books, 1995), p.
194.
8. John Dickson, “Tambourines and Harps” (Denton, TX: Glory of Zion
International Minsitries, Inc., 1993).

253
S
i CAPÍTULO 10

Salir del
gar e ir hac i a
la c o s e c h a

ay una mentalidad de incremento y victoria que el Señor

H intenta desarrollar en su pueblo. El Señor nos imparte


una mentalidad cien veces más victoriosa. Este nuevo
pensamiento nos permitirá ver el aumento y traerá la cosecha a
pósito. En Jueces 6 encontramos a Gedeón que sacudía el trigo en
el lagar. En lugar de estar en el lagar debería haber estado en el lu­
gar donde se trilla. Los madianitas, el enemigo de Israel, habían
producido temor. Les permitirían a Israel arar, plantar y aún alis­
tarse para la cosecha, pero Israel nunca podría traer el producto
hasta el lugar de almacenaje
Los madianitas venían y robaban la cosecha. ¿Alguna vez le ha
sucedido a usted? Arar, plantar, pero no cosechar nunca.
El pueblo de Israel clamó al Señor. Es allí el primer lugar don­
de comienza la verdadera adoración. El Señor luego envió a un pro­
feta que les dijera que no temieran y que Él iba a libertarlos. Luego
el Ángel del Señor visitó a un hombre llamado Gedeón.

255
El guerrero adorador

Ahora recuerde, Gedeón estaba lleno de temor de que les qui­


taran la cosecha, e intentaba mantenerla segura trillando el trigo en
el lagar. El Ángel del Señor le aseguró a Gedeón que su presencia
estaría con él y que podía avanzar un poco más y ser el libertador
de Israel. Gedeón trató de convencer al ángel de que pertenecía al
clan más débil de la zona. Algunas veces nos quedamos en nuestra
debilidad inherente para no avanzar.

Los adoradores de Dios de Gedeón


Gedeón casi no podía hacer el cambio para creer. Por lo tanto,
pidió una señal. Sin embargo, comenzó a hacer ese giro haciendo
sacrificios y adorando delante del Ángel del Señor. El ángel le dijo
que dejara carne y pan sin leudar sobre una roca y luego derrama­
ra el caldo. Se levantó fuego de la roca. “Viendo entonces, Gedeón
que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová que he visto al án­
gel de Jehová cara a cara. Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas te­
mor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó
Jehová-Salom, el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas”
(Jueces 6:22-24). Desde este lugar de adoración Dios se revela a sí
mismo, no solamente a Gedeón, sino también a Israel en una ma­
nera que nunca se había revelado antes. Es declarado como Yahweh
shalom, el Señor es Paz. Este carácter de Dios traería a Israel inte­
gridad, seguridad, bienestar, prosperidad y reubicación. La adora­
ción desató este llenado de poder.
Sin embargo, tenían que tomar un paso más en adoración.
Dios le requirió a Gedeón: “Toma un toro del hato de tu padre, el se­
gundo toro de siete años y derriba el altar de Baal que tu padre tiene,
y corta también la imagen de Asera que está junto a él; y edifica altar
a Jehová tu Dios en la cumbre de este peñasco en lugar conveniente; y
tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto con la madera de la
imagen de Asera que habrás cortado” (vv. 25-26). Aunque Gedeón
había temido hacer esto, temía más al Señor. Así que, en lugar de
hacerlo durante el día, lo hizo durante la noche. Esto hizo que el

256
Salir del lagar e ir hacia la cosecha

Espíritu de Dios se desatara sobre Gedeón. Por lo tanto, fue de la


adoración a la revelación de Dios como Yahweh shalom. Y desde ese
lugar de paz movilizó a trescientos hombres poderosos, a la guerra.

El Dios de paz
Pocos de nosotros haríamos la ecuación de la revelación del
Dios de paz en adoración con un lanzamiento para ir a la guerra.
Queremos paz, ¿pero paz a qué precio? Algunos piensan que si nos
mostramos como amadores de la paz, nunca tendríamos que gue­
rrear. En 1938 Francia solamente quería vivir en paz. Así que igno­
raron a su vecino Alemania, que se estaba preparando para la
guerra. Pero el deseo de paz no trae la paz. Alemania pudo tomar
posesión de Francia tan solo en unas semanas. No es nuestra pre­
disposición para la guerra la que invita a la guerra, es nuestra po­
sesión de algo que alguien más también lo quiere. La pasividad no
trae nunca la paz; nunca lo ha hecho.
La historia nos ha mostrado que mientras estemos dispuestos a
entregar lo que es nuestro, no tendremos que enfrentar la guerra.
Si entregamos nuestras posesiones, puede prevenirse la guerra. Si
entregamos nuestros derechos, la guerra puede prevenirse. Si en­
tregamos a nuestros hijos como esclavos, la guerra puede prevenir­
se. Un momento, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? Esa es
una buena pregunta para nuestra Iglesia actual. Hemos entregado
la oración en las escuelas. Hemos entregado los derechos de los que
están por nacer. Hemos permitido que una pequeña minoría deter­
mine qué es lo aceptable en la sociedad: casamientos entre
personas del mismo sexo y adopciones para esos “matrimonios”.
Hemos permitido que nos ridiculicen por tomar cualquier po­
sición por lo que es correcto. No hemos sido vigilantes y mucho
se ha perdido. Ahora Dios quiere lo suyo de vuelta y nos mira pa­
ra que vayamos a tomarlo. Pero somos la Esposa de Cristo. Somos
amantes, no guerreros. ¿Y quién sería ese hombre que enviaría a
su esposa para que saliera a pelear contra un ladrón para que le

257
El guerrero adorador

devuelva lo suyo? Estamos entre una roca y un lugar duro. Pode­


mos volver a subir hasta la cima de la montaña y simplemente
cantar nuestras canciones a Jesús (todavía suena muy tentador).
¿Pero como podríamos hacerlo ahora? Hemos sentido su corazón
en intercesión; hemos escuchado sus deseos a través de sus pala­
bras proféticas. Debemos salir y pararnos contra el ladrón, pase lo
que pasare.

Alabanza perfecta y fe infantil


A medida que nos proponemos prepararnos para la guerra, no
nos permitamos estar atados a viejas formas de pensar sobre la gue­
rra y la adoración. No siempre se trata de música fuerte en tono
menor.

Dios es sumamente creativo.


Se nos presenta con armas ingeniosas

Cuando Jesús estaba sanando a los enfermos en el templo (ver


Mateo 21:14-16), el jefe de los sacerdotes y los escribas vinieron
en su contra, pero estaban los niños rodeándolo, cantando hosan­
nas. Jesús utilizó este versículo en Salmos 8 para responderles:
“De la boca de ¡os niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengati­
vo” (Salmo 8:2).
Dios había despertado a los niños inocentes en el templo ese
día para que estallaran en alabanza por su Hijo. Esto silenció al
enemigo. Dios es sumamente creativo. Se nos presenta con armas
ingeniosas para hacer la guerra, y debemos estar alertas a las estra­
tegias que Él nos entrega. Dios trata de proteger la generación de
adoradores que está levantando. Creo que con la adoración pode­
mos proteger a los adoradores.

258
Salir del lagar e ir hada la cosecha

Estábamos en un servicio increíble en la ciudad de Oklahoma.


La adoración era impresionante, y la presencia de Dios entró en el
lugar. Me postré sobre mi rostro, y el Espíritu del Señor comenzó a
decir lo siguiente:

Este será un tiempo para determinar la autoridad que esta­


rá a las puertas de nuestras ciudades y Estados. El goberna­
dor de las puertas está siendo determinado ahora. Estoy
revisando la autoridad de ciudad en ciudad, de Estado en
Estado y región por región. Tengo llaves en mi mano. Sé có­
mo y cuándo puedo desatarlas. Sé quiénes han sido proba­
dos y quiénes serán usados en el futuro. Voy a comenzar a
orquestar el establecimiento de la adoración a través de es­
ta nación, dice el Señor. Y a medida que orquesto la adora­
ción y que ellos me responden en adoración, yo digo que
las ciudades se levantarán o caerán. De la manera en que
mi pueblo comience a adorar ahora dependerá el cambio de
atmósfera de región en región. Así que les digo: este será el
tiempo del cambio y del modo en que respondan ahora se
producirán los cambios del futuro. A medida que la verda­
dera adoración penetre los cielos, desataré juicio sobre la
falsa adoración. Sangre inocente se ha derramado porque la
verdadera adoración no ha sido desatada. Granizo y fuego
serán un indicador de que Yo soy está tratando con esas re­
giones que se han alineado con Tofet y Moloc y sacrifica­
do ofrendas equivocadas. Porque les digo, el aborto está
ligado con la falsa adoración idolátrica, y estoy por hacer
que sea destronado lanzando mi poder a través de la ver­
dadera adoración. Reúnanse y adoren de Estado en Estado
a través de la Tierra y yo libraré aún a los que no han na­
cido. La complacencia detiene y también distorsiona la vi­
sión. Si comienzan a avivar la fe les revelaré cómo el
enemigo ha puesto un escudo a los trabajadores de la ini­
quidad en su Estado. Las estructuras ilegales quedarán re­
veladas. Las ciudad que no responda a mi Espíritu, les digo

259
El guerrero adorador

que el escudo les será quitado y la ilegalidad se manifesta­


rá en su medio. Clamen para que mi escudo de fe sea esta­
! -* fe

blecido de Estado en Estado.

Preparación y disposición
¡La adoración nos prepara! Para ganar una guerra es necesa­
rio estar preparado. “Prepararse” significa estar listo para un pro­
pósito específico, en estado, adaptado o entrenado. La palabra
también significa poner juntos o unir adecuadamente, de acuer­
do a un plan o fórmula, o hacerse receptivo, disponer, construir,
equipar o amoblar con las provisiones necesarias o accesorios.
Esta es una temporada en que el Señor está intentando ubicarnos
y ponernos en forma para la victoria. También desea desatar pro­
visiones, para que podamos soportar las dificultades por venir y
acelerar sus propósitos. Una de mis Escrituras favoritas sobre la
preparación es: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas
encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que
su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le
abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales sus
señor, cuando venga halle velando” (Lucas 12:35-37). La Palabra
continúa diciendo que Él “hará que se sienten a la mesa, y [Él]
vendrá (...) a servirles” (v. 37, subrayado agregado). “Ceñidos”
significa listos para la acción. Aquellos que estén atentos tendrán
la oportunidad de sentarse y tener comunión con el Señor. Su
unción los preparará para avanzar en la acción. Este pasaje está
precedido por una exposición sobre el corazón, el tesoro y la co­
dicia. Ningún buen guerrero es avaro o está atrapado por la mun-
danalidad.
¡La adoración nos da confianza! Para ganar la guerra, debe te­
ner confianza! No hay tiempo en esta estación para la auto-conmi­
seración. La inseguridad no es otra cosa que orgullo. ¡El Señor
puede crearlo y guardarlo! A través de la adoración, Él desarrolla
su identidad en nosotros. Él forma “¡nuevos y filosos instrumentos

260
Salir dei lagar e ir hacia la cosecha

para trillar!” No necesitamos controlar la formación, o dependere­


mos de nuestra propia carne en el día de la batalla.
Al ascender en adoración, la fe se desata. Debemos guerrear
con fe (ver 1 Timoteo 1:18-19). Debemos ser gente profètica que
sabe lo que el Señor ha dicho y dice, y guerrear desde el poder de
su voz. La fe viene por el oír, y oír la Palabra del Señor.
Cuando adoramos, se limpia nuestra conciencia. Debemos
guerrear con limpia conciencia (ver 1 Timoteo 1:19). La conciencia
es la ventana del alma. Si nuestra conciencia está recta delante de
Dios, el enemigo está imposibilitado de condenarnos. Es de aquí de
donde viene nuestra fuerza espiritual. Guerreamos con f e constan­
te (ver 1 Corintios 16:13; Hebreos 10:23; 1 Pedro 5:9). La constan­
cia es una cualidad diferente a la “simple fe”. No fluctúe, y
continúe confesando la voluntad del Señor hasta que ocurra la ma­
nifestación. Al adorar, nuestra fe se transforma en constante.
Al adorar, nos volvemos decididos a ver al Señor. Esto crea in­
tensidad en nosotros. Guerreamos con intensidad (ver Judas 1:3).
La intensidad está ligada a contender. Debemos contender por la
verdad apostólica que fue desatada a la Iglesia Primitiva y su inter­
pretación a esta generación. De la intensidad desarrollamos sobrie­
dad (ver 1 Tesalonicenses 5:6; 1 Pedro 5:8). Nuestras mentes deben
estar claras y no pasivas.
La adoración desarrolla paciencia. Debemos guerrear con lon­
ganimidad en medio de la dureza (ver 2 Timoteo 2:3, 10). Debemos
perseverar y transferir las riquezas de Dios a otros que puedan lle­
var adelante el Evangelio. Debemos guerrear con negación de noso­
tros mismos (ver 1 Corintios 9:25-27). La cruz es nuestra victoria.
¡Debemos dejarla obrar en nuestras vidas para producir el poder de
la resurrección que vence al enemigo!

Se levanta la unción
Al adorar, nuestro espíritu se expande, fortalece y madura.
El Espíritu Santo nos llena, y su unción es desatada dentro de

261
El guerrero adorador

nosotros. En 2 Corintios 1:21-22 se nos revela: “Y el que nos con­


firm a con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual
también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en
nuestros corazones”. Otra manera en que Dios toca nuestro espí­
ritu es a través de su unción. Hay mucho malentendido de lo
que es y lo que no es la unción.

Al adorar, nuestro espíritu se expande,


fortalece y madura

La palabra es utilizada para explicar todo, desde la piel de


gallina cuando una corriente de aire de la puerta del fondo so­
pla en una noche de invierno, hasta el cálido erizamiento que
sentimos cuando escuchamos una canción muy bien interpreta­
da por músicos talentosos. En el Nuevo Testamento la palabra
“unción” viene de la palabra griega chrism a (krisma) que quie­
re decir “un ungüento o substancia para untar”, y chrio (krio)
que significa “para frotar o untar con aceite”, lo que implica
“consagrar a un oficio servicio religioso”. En el Antiguo Testa­
mento es la palabra hebrea mishchah (miska) o m oshcha (mos-
ka) que significa “una unción”, y que implica, “un don
consagratorio”.'
Básicamente, cuando alguien es ungido con aceite -que repre­
senta al Espíritu Santo- recibirá una dote especial y una consa­
gración para realizar un servicio para Dios. David fue ungido para
ser rey. Aarón fue ungido para ser el Sumo Sacerdote. Jesús fue
ungido para predicar el evangelio.
Puede ser que todos hayan tenido piel de gallina, pero no fue
porque la puerta trasera quedó abierta. El Espíritu Santo fue vivi­
ficado en su interior y les dio una habilidad especial para hacer lo
que Dios les había llamado a hacer. En 1 Juan 2:20 el apóstol nos
dice que tenemos una unción en nosotros como cristianos, un

262
Salir del lagar e ¡r hacia la cosecha

frotado con el aceite del Espíritu Santo para hacer lo que Dios nos
ha llamado a hacer.
Cuando operamos en esa unción al predicar, aconsejar, alentar,
profetizar o ministrar de alguna manera, esa unción del Espíritu
Santo toma nuestras palabras o ministerio, pasa a la mente, volun­
tad y emociones de las personas, y les penetra como una espada en
su espíritu. Su espíritu responde, se vivifica. Cuando adoramos, el
mensaje, profecía, música o lo que sea, se vuelve vivo en nosotros.
Podemos llevar lo vivo de Dios fuera del santuario a cualquier par­
te que vayamos.
Estamos ungidos y tenemos acceso a la unción aún cuando no
lo sentimos o las circunstancias parecen difíciles a nuestro alrede­
dor. John Dickson tiene un gran testimonio sobre adorar en medio
del dolor. Escribe:

Hace unos pocos años, Chuck tenía una conferencia en la


que yo iba a dirigir la adoración. Un par de semanas antes
de la misma tuve una hernia de disco en mi espalda. Que­
dé imposibilitado. No podía caminar, ni siquiera sentarme.
Estaba con terribles dolores. Vivía sobre un pequeño ca­
mastro en el piso del comedor, pidiendo favores de mi fa­
milia cuando pasaban: “¿Me darías un vaso de agua?” o
“¿Me traes algo de comer?”
Unos pocos días antes de la conferencia, Chuck vino a ver­
me. “¿Qué vamos a hacer con la adoración, John?” Desde
mi camastro ahí abajo hablé palabras de fe: “Sé que puedo
hacerlo, Chuck”. Los dos creimos que Dios me levantaba
de allí, así que ninguno pensó en un plan substituto.
El día anterior a la conferencia pude sentarme por un ra-
tito. Esto fue alentador. Entonces el día de la conferencia,
me levanté, caminé a la plataforma y dirigí la adoración.
No solo eso, dancé, salté, grité y estuve en un tiempo
completamente grandioso bajo la unción de Dios. La un­
ción literalmente me permitió exceder mis habilidades fí­
sicas para cumplir la tarea a la que Dios me había llamado

263
El guerrero adorador

a hacer. Cuando me bajé de la plataforma, ya no pude estar


de pie. Hicieron un pequeño camastro sobre el piso en el
salón de entrada, donde me quedaba entre las sesiones de
adoración. Mi cara se volvía blanca como una almohada
mientras estaba allí con gran dolor. Pero cuando era el mo­
mento de la próxima sesión de adoración, la unción venía
sobre mí nuevamente y cantaba y danzaba con todas mis
fuerzas.
Luego de la última canción del último tiempo de ministra-
ción de la conferencia, bajé de la plataforma y ni siquiera
pude llegar al salón de entrada y a mi camastro. Me caí en
el piso en medio del área de ministración, con intenso do­
lor. Por supuesto, nadie se dio cuenta porque muchas otras
personas estaban sobre el piso, las que habían recibido mi­
nistración. Mis expresiones faciales de dolor se veían pare­
cidas a las expresiones faciales del rapto. Incluso un par de
personas vinieron hasta mí, a mi alrededor, diciendo: “Más,
Señor”. Me quedé imposibilitado sobre el piso de mi come­
dor durante otro par de semanas y lentamente me repuse
de mi disco herniado.
Por qué razón Dios no me sanó directamente para la con­
ferencia, no lo sé, pero creo que Él deseaba que viera las ca­
pacidades asombrosas de su unción.

En su libro Intercesión Profética, Bárbara Wentroble escribe:

David era un guerrero de adoración, un dotado al tocar el


arpa. Un espíritu malo venía sobre el rey Saúl y le causaba
tormento. David fue enviado a tocar el arpa en esos tiem­
pos de aflicción.
Como resultado de la música, Saúl fue liberado del mal es­
píritu, “Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía so­
bre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl
tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de

264
Salir del lagar e ir hacia la cosecha

él” (1 Samuel 16:23). Lamar Boschman comenta sobre esto


en su libro El Renacimiento de la Música: “Observen que
aquí fue puramente ante la presentación de una canción
ungida por un músico habilidoso que Saúl fue liberado de
un espíritu malo. Ningún médico lo trató. No fue un tran­
quilizante el que eliminó la influencia molesta del mal es­
píritu. Fue el poder liberador de Dios que estaba sobre el
arpa que David tocaba el que liberó a Saúl. David no cantó
una sola palabra. La unción estaba en el instrumento y la
música que salía quebró las ataduras que el rey Saúl tenía
con el espíritu malvado”.
La música profètica logra más que hacernos sentir bien.
Una dinámica espiritual se desata para hacer libres a los
cautivos. Dios levanta actualmente músicos y cantores pro­
fetas que están involucrados en la intercesión profètica.
Hay una mezcla de intercesión y adoración”.

Una rama más, por favor


Algunas veces se trata de aplicar la suficiente cantidad de presión
en la oración por un cierto período de tiempo, como la rama que
quebró el lomo del camello. Seguimos poniendo ramas de oración
sobre ese camello: 5.893, 5.894, 5.895 -no se rinda -5.896; y enton­
ces ¡crack! No se cansen de hacer el bien (ver 2 Tesalonicenses 3:13).
Cada oración es un ladrillo para edificar y así reparar la brecha.
John Dickson escribió:

Durante la adoración el Señor muchas veces me ha orien­


tado por fe a cantar canciones sobre sanidad, liberación o
milagros, mucho tiempo antes de que se viera ninguna ne­
cesidad manifestada en nuestros servicios. Con frecuencia
el Señor ha hecho esto a través de Chuck. “John, no estás
cantando ninguna canción sobre milagros”. “Pero no tene­
mos ningún milagro, Chuck”. “Bueno ¿cómo esperas ver­

265
El guerrero adorador

los si no cantas sobre ellos?” “Pero me sentiré como un hi­


pócrita si hago eso. Preferiría verlos, luego regocijarme con
canciones por ellos”. “Pero nuestro Dios es Dios “el cual da
vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fue­
sen” (Romanos 4:17, subrayado agregado).

Y eso es lo que Él nos llama a hacer en nuestra adoración inter-


cesora. Nos envía a la brecha a cantar de sus propósitos y planes;
cada canción es un ladrillo para edificar, cada canción es una rama
sobre el lomo del camello. Cantamos de las cosas que no son como
si fuese, una y otra y otra vez, hasta que, ¡crack!

En busca de unos pocos


hombres buenos
¿Es este un aspecto de la adoración acerca del que no hemos
pensado antes? Lo fue para mí. Siempre tuve un corazón para amar
a Dios y adorarlo en forma extravagante, apasionada y con abando­
no. Y Dios estuvo muy complacido con mi adoración y hemos dis­
frutado tiempo juntos, pero un día comenzó a apartarme y a
mostrarme algo. Estaba buscando a gente que edificara las paredes
derribadas; que se parara delante de Él en la brecha a favor de la
Tierra, de modo que Él pudiera encontrar una vía para que su mi­
sericordia trajera redención.
“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado, y que se pusiese
en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la des­
truyese; y no lo hallé” (Ezequiel 22:30).
La rectitud de Dios requiere que Él juzgue la iniquidad, pero su
corazón siempre está para redimir antes que juzgar. A Él le gusta­
ría que pudiera triunfar sobre el juicio (ver Santiago 2:13). En Eze­
quiel, Israel había permitido que sus pecados crearan una brecha,
una grieta entre ellos y Dios, pero en su misericordia, Él buscaba a
alguien que pudiera estar en la grieta y trajera a Israel al arrepenti­
miento y evitara el inminente juicio.

266
Salir del lagar e ir hacia la cosecha

Si alguien pudiera estar en la brecha y quebrar los poderes que


tentaban a Israel lejos de su Dios, y orar por sus corazones para que
fueran suavizados y escucharan las palabras de los profetas para po­
der arrepentirse, entonces Dios iba a extender su misericordia y res­
taurarlos. Pero no se encontró a nadie. ¡Qué desgarrador! Sin
embargo, vemos lo mismo en la Iglesia actual. En los últimos años
Dios ha levantado una compañía de intercesores en la Tierra. Aunque
la Iglesia todavía parece débil y en algunos tiempos inestable, Dios le­
vanta intercesores que comenzarán a adorarlo apasionadamente.
Esto va a fortalecer el lugar de la Iglesia y nos permitirá mo­
vernos hacia adelante. Muchos aún no se han asimilado a su posi­
ción y rango, pero Dios hará esto a medida que continuemos
adorando. En Ezequiel el Señor reprende a los profetas de Israel:
“No habéis subido a las brechas, ni habéis edificado un muro alrededor
de la casa de Israel, para que resista firm e en la batalla en el día de Je-
hovd” (Ezequiel 13:5).
John Dickson explica:

Cuando Chuck comenzó a enseñarnos sobre la intercesión,


escuchamos este clamor en el corazón de Dios. Comenza­
mos a “subir a las brechas” y “edificar un muro alrededor
de la casa” en adoración. Eso nos cambió para siempre. Es­
tábamos arruinados. Nuestras reputaciones, sin duda, a ve­
ces sufrieron. Pero nuestros ojos habían sido abiertos.
Nuestras vidas no nos pertenecían. Éramos suyos para en­
tregarnos en la grieta. Nuestra adoración era suya para
usarla como vehículo para cubrir las brechas.
La adoración se transformó en parte de nuestro tiempo per­
sonal de oración, de las intercesiones corporativas en el sa­
lón de oración y una parte de nuestro servicio de adoración
en la iglesia,
Aunque la mezcla que se requería era diferente en cada si
tuación. Lo que hacíamos en nuestros tiempos personales
de oración era más íntimo que lo que sucedía corporativa­
mente en el salón de oración. Lo que hacíamos colec tiva

267
El guerrero adorador

mente en el salón era más intenso que en la adoración con-


gregacional. Llevamos la pasión de nuestro tiempo perso­
nal con el Señor al salón de oración y la estrategia de lo que
recibimos en el salón hacia el servicio de la iglesia.
La congregación pudo tomar algo del corazón de Dios que
habíamos discernido y podía entrar, en cierta medida, en el
proceso de reparar la brecha. “Y los tuyos edificarán las rui­
nas antiguas; los cimientos de generación y generación levan­
tarás y serás llamado reparador de portillos, restaurador de
calzadas para habitar” (Isaías 58:12).

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y


los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero;
todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son
las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, di­
ciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; por­
que tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (Apocalipsis
5:8-9).

Capte este cuadro. El Señor hace lo suyo en los cielos. El Cor­


dero está por quebrar los siete sellos. Va a desatar los cuatro jinetes
del Apocalipsis. Va a hacer que suenen las siete trompetas. Guerra,
pestilencia, hambre... cosas serias están por suceder, y Él toma las
oraciones de los santos que han sido depositadas en las copas y ha­
rá que las traigan delante de Él con adoración y alabanza cuando
Él establezca esta tarea.

Todas las oraciones que pensó que no


tenían repuesta han sido acopiadas
en las copas en el cielo

268
Salir del lagar e Ir hacia la cosecha

Sea persistente, pida, busque, golpee, moléstelo, ordene, no le


dé descanso, llene las copas. Todas las oraciones que pensó que no
tenían respuesta o habían caído muertas sobre la Tierra, han sido
acopiadas en las copas en el cielo. Queremos rápidas respuestas,
pero no hay microondas en los cielos. Hay algo que se parece más
a las viejas ollas de barro. Usted continúe agregando cosas y deje
que se sigan cocinando a fuego lento. Luego, cuando estén cocidas
serán mezcladas con la adoración. Y en medio de esta adoración e
intercesión, el Cordero se levanta para actuar en autoridad y poder.

Los efectos de la adoración


sobre el enemigo
En un intenso servicio de adoración en Ann Arbor, Michigan,
luego de la tragedia del 11 de septiembre, con adoradores de todas
partes de esa región en ocho Estados, el Señor comenzó a comuni­
carse con nosotros:

Una confrontación se está montando en los cielos. Comien­


cen a preparar un sacrificio de adoración para mí, que ven­
cerá el plan del enemigo. Desde su adoración estoy
comenzando a montar un sacrificio de vida que puede ven­
cer a la muerte. Una confrontación está en camino. Quiero
que estén delante de mí los próximos cuarenta días. Leván­
tense y declaren mi Nombre. Porque el enemigo está prepa­
rando un sacrificio de adoración. El enemigo está
comenzando a levantarse con tácticas de destrucción. Acér-
quense a mí porque yo tengo las llaves de la muerte, el in­
fierno y la tumba.
Se ha planificado una emboscada. Esta emboscada está es­
condida de ustedes. Si se acercan y me adoran, la embosca­
da se disipará ahora y su líder caerá ahora. Levántense y
continúen viniendo a mí. Yo gobernaré sobre todo. Estoy
estableciendo un orden de victoria. Estoy estableciendo un

269
Él guerrero adorador

tiempo para la victoria. Debo desatar esa santidad de mí


mismo dentro de ustedes. El tiempo se acerca cuando esta­
rán delante de aquello que parezca invencible. Mi palabra
es ¡Conságrense! El poder de mi consagración y fuego san-
tificador hará que lo invencible se quiebre y ustedes avan­
cen.
Tengo hombres y mujeres de fe que aún ahora estoy levan­
tando. ¡Surjan ahora, mis hombres de fe! ¡Surjan, mis mu­
jeres de fe! ¡Surjan, mis niños de fe! ¡Porque tengo un
ejército lleno de fe! Apóyense en aquellos que se han parti­
do antes que ustedes y permitan que la herencia de fe se le­
vante. ¡Suban, suban! ¡Al acercarse, neutralizaré el
sacrifico del enemigo! Haré que lo que ustedes han puesto
sobre el altar se transforme en una llama a través de esta
tierra. ¡Suban, suban, suban ahora! Asciendan a mi salón
del trono, reciban mis ordenes y desciendan con mis estra­
tegias de victoria. Y van a pasar de una estación de avance
a otra. ¡Asciendan nuevamente! Mientras ascienden los ha­
ré a la imagen que creará la victoria.
No vayan de victoria en victoria sin primero venir delante
de mí. Al pararse delante de mí, los transformaré en armas
que utilizaré para la próxima batalla. ¡Esta es una lección
que mi pueblo debe aprender ahora! No están equipados
para soportar las fuerzas sobrenaturales que el enemigo
monta. No caminen en presunción. Porque yo tengo un ar­
senal de armas sobrenaturales las que abro ahora. Tendré
un pueblo sobrenatural que usará estas armas. Sin embar­
go, solamente lanzaré estas armas a través del santo poder
de mi fuego consagratorio. Este fuego los transformará en
armas. Se transformarán en un arma que yo desataré para
traer victoria en el campo del enemigo. ¡Suban! ¡Sean de­
rretidos! ¡Sean reformados! ¡Sean transformados! Descien­
dan, y luego tendrán victoria día tras día. Suban,
conságrense, y la victoria será de ustedes. No traten de des­
viarse de mi salón del trono para recibir poder sobrenatu­

270
Salir del lagar e Ir hacia la cosecha

ral.Suban y reciban lo que puede inhabilitar al enemigo.


El hombre fuerte de Goliat va a desafiarlos durante cuaren­
ta días. No crean su mentira. Permanezcan. Porque les da­
ré la revelación que cortará de raíz el poder de su voz.
Permanezcan, suban, y el descreimiento no los gobernará.
Permanezcan y permítanme cortar todo lo que les está tra­
yendo confusión. Escuchen cuidadosamente mi voz. Mi
voz va a desatar la fe que vencerá. Levántense y planten sus
pies. Permitan que mi unción se levante dentro de ustedes
y esté sobre ustedes. Algunos podrán ponerse de pie más
rápidamente que otros. Algunos plantarán sus pies más rá­
pidamente que otros. No se atemoricen al escuchar las
amenazas del enemigo. Porque el enemigo amenazará a los
que ahora están parados sobre la pared. Aún seducirá a mu­
chos para sacarlos de la guerra y que retrocedan. Por lo tan­
to, planten sus pies y quédense sobre la pared.
No razonen con el enemigo. No racionalicen con el diablo
ni un solo momento. Acérquense a mí, resistan al diablo y
él huirá. Sus amenazas para debilitar su lugar no deben ser
recibidas en su hombre interior. Porque desata espíritus se­
ductores para seducir a mi pueblo del camino por el que
ahora los guío. Los próximos cuarenta días aún intentará
desacreditar al gobierno civil de esta Tierra. Sin embargo,
tomen su posición. Hay una grieta actualmente a la que el
enemigo tiene acceso. En realidad hay tres grietas. Revela­
ré estas grietas si mi pueblo me escucha, y entonces llena­
ré las grietas con mi pueblo en los próximos cuarenta días.
Si desacredita a mis líderes, el enemigo intentará dispersar
lo que formo en esta Tierra. Porque el enemigo detesta el
nivel de unidad que se ha comenzado a formar a lo largo de
esta Tierra. No escuche sus mentiras. Una mentira es una
mentira, no importa cómo suene. Hay una mentira que se
forma sobre esta Tierra. No escuchen a esa mentira cuando
llegue a sus oídos.
Porque el enemigo ha determinado que esta tierra y mi

271
El guerrero adorador

pueblo se dispersen. Si mi pueblo de pacto se dispersa, ya


no podrán permanecer más y sostener los propósitos de mi
pacto, y la desolación vendrá a esta Tierra. Si ustedes per­
manecen, habrá una extensión de mi gracia durante quin­
ce años sobre esta Tierra. El cordón de tres dobleces de
maldad que vendría contra mi pacto ahora quedará expues­
to. Expondré una red que se esconde en el Líbano. Expon­
dré lo que comienza a confabularse en Irak. Expondré la
red que hubiera destruido y aún ingresado a Belén desde Si­
ria. Y ahora, porque han tomado este lugar, cuando el ene­
migo comience a desatar su plan de pestilencia sobre esta
Tierra, la pestilencia comenzará a retroceder y verán arra­
sado el poder de su destrucción.4

Una larga lista


Así vemos que las tres personas de la Trinidad no están quietos
durante nuestra adoración. Algunas personas no se preocupan de­
masiado de la adoración, pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
la aman. Ellos están allí mismo con nosotros. Solamente he araña­
do superficialmente sobre las formas en que la Trinidad se mueve
entre nosotros profèticamente en canción. He visto a Dios traer su
mensaje en canción a través de muchas personalidades diferentes
en sus iglesias y ministerios a lo largo de la Tierra.
No hay un único camino correcto. Dios no nos hizo para que to­
dos tengamos una personalidad, sino un Espíritu. Amo ver la diversi­
dad del don profètico. Algunos lugares utilizan un estilo de música,
otros otra. En algunos lugares el río corre como rápidos a través de
una salida estrecha; en otros es amplio y sinuoso. Dios usa cantores,
bailarines y músicos. Él utiliza acciones proféticas y trabajo de parto.
Utiliza los viejos y jóvenes, grandes y pequeños, los que tienen dones
y los que no, los que están dispuestos y algunas veces a los que no.
¿Y qué más diré? Porque me faltaría tiempo para decir de las
canciones que vienen en las calles, en las reuniones de equipo, en

272
Salir del lagar e ir hada la cosecha

los coches, en las cenas de fiestas o mientras el predicador está en


medio de su mensaje; canciones cantadas como palabras persona­
les sobre la gente en un servicio de adoración, durante el tiempo de
ministración, en el atrio luego de la reunión; canciones de consue­
lo, de guerra, de amor y de cuna. Dios no tiene límites en las for­
mas creativas en que lanza sus canciones proféticas en nosotros.

¡Dios está cantando!


Así que vemos que suceden muchas cosas cuando nos reuni­
mos y adoramos. Dios canta, Jesús canta, el Espíritu Santo interce­
de, y nosotros miramos nuestros relojes y nos preguntamos cuándo
terminará esto para poder ir a casa y comer. Pablo oró “que los ojos
de vuestro entendimiento sean alumbrados” (Efesios 1:1.8). Nosotros,
como la Iglesia, necesitamos permitir que Dios abra los ojos de
nuestro corazón para que puedan ser alumbrados.
Simplemente imagine, Dios en tres Personas, la Trinidad, es
una parte importante de nuestros tiempos de adoración.
Antes examinamos en La Escritura (ver Sofonías 3:17), el len­
guaje original que describe a Dios cantando y danzando nada dó­
cilmente. Él gira desbordante, con gran emoción, canta a todo
pulmón. Si la persona que se sienta cerca de nosotros en la iglesia
hiciera eso, haríamos que lo sacaran a la rastra. Pero Dios lo hace.
David lo hizo. Cuando lleguemos al cielo todos allí estarán hacién­
dolo. Recientemente le dije a Dios que no quería tener que hacer
ningún tipo de ajuste en mi estilo de vida cuando me fuera al cie­
lo. Quiero entrar directamente y poder estar a tono con lo que es­
té sucediendo allí.

Quiero entrar directamente al cielo y poder


estar a tono con lo que esté sucediendo allí

273
El guerrero adorador

Mark Twain hacía bromas sobre la Iglesia de su época, por­


que no podía ver cómo sus ideas del cielo estaban tan lejanas a
lo que veía que practicaban en sus servicios de adoración. Él es­
cribió:

¡En el cielo de los hombres todo el mundo canta! El hom­


bre que no canta sobre la Tierra lo hace allá; el hombre que
no puede cantar sobre la Tierra puede hacerlo allá. Este
cantar universal no es casual, ni ocasional, ni aliviado por
intervalos de quietud; continúa, el día completo y cada
día... Y todos se quedan; porque sino en la Tierra el lugar
quedaría vacío en dos horas. Mientras que cada persona to­
ca un arpa... no más de veinte en mil de ellos podría tocar
un instrumento en la Terra, o jamás quisiera hacerlo...
Hombres profundamente devotos de cabellera gris pasan
una gran parte de su tiempo soñando en el día feliz cuan­
do dejarán las preocupaciones de esta vida y entrarán en los
gozos de ese lugar. Con todo, puede verse lo irreal que es
para ellos, y qué poco llegan a tomarlo como un hecho,
porque no hacen preparación práctica para el gran cambio;
nunca ves a ninguno de ellos con un arpa, nunca escuchas
a ninguno cantar.5

Esto podría fácilmente referirse a la Iglesia actual. Vergüenza


para nosotros por darle tanto material para hacer bromas. Nuestros
servicios de adoración deberían ser un poco más parecidos a los del
cielo, así no habría un cambio tan abrupto para nosotros cuando
lleguemos allí. En los cielos están llenos de asombro, maravillados
e imponentes. Son ruidosos y solemnes, y todos están entusiasma­
dos. Dios lo disfruta. Está cómodo allí. Deberíamos intentar poner­
lo más cómodo aquí y abrir nuestros oídos espirituales para
escuchar a Dios cantar sobre nosotros, para escuchar a Jesús can­
tando en nuestro medio y discernir el andar y el trabajo de parto
del Espíritu Santo.

274
Salir del lagar e ir hacia la cosecha

Adoración, guerra y los elementos


La guerra en el ámbito terrenal siempre ha sido sobre la adora­
ción, peleada y ganada por la adoración. Apocalipsis 12 es un co­
mentario sobre Efesios 6. La mujer, Miguel y los ángeles guerrean
en los cielos, están en gran conflicto con el dragón.
La mujer es la misma a la que se refiere en Génesis 3:15, que
peleará con la simiente de la serpiente. Cantar de Cantares 6:4 di­
ce: “Hermosa eres tú, amiga mía (...) como Jerusalén; imponente como
ejércitos en orden”. Las mujeres del pacto siempre dan a luz liberta­
dores. Por lo tanto, el enemigo detesta a una mujer que entra en
pacto con Dios. No solamente es una amenaza, sino que profética-
mente representa la Esposa adoradora que vencerá. La semilla de la
mujer comienza a guerrear y adorar en Génesis, y concluye en Apo­
calipsis como la Esposa del Cordero.
Hay varios enemigos en el libro de Apocalipsis: el dragón, la
bestia, la sinagoga de Satán, Jezabel y la estructura religiosa y mun­
dana de Babilonia. Y luego, por supuesto, está el Anticristo, el sis­
tema y la persona. En La Futura Guerra de la Iglesia, Rebecca
Wagner Sytsema y yo escribimos:

La Palabra de Dios nos dice que estamos en conflicto con cin­


co enemigos:

• Satanás: El diablo y sus demonios afectan a la ma­


yoría de nosotros, incluso a los cristianos. Satanás
tiene una jerarquía y una horda debajo de él que
está confederada para detener los propósitos de
Dios (ver Génesis 3:15; 2 Corintios 2:11; Efesios
6:12; Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8; 1 Juan 3:8; Apoca­
lipsis 12:17).
• La carne: La carne es la vieja naturaleza adámica
que intenta continuar toda la vida en lugar de so­
meterse al poder de la cruz. Gálatas 5:24 dice que
deberíamos crucificar nuestra carne cada día. La

275
El guerrero adorador

carne nos impide obedecer a Dios. A menos que la


suprimamos diariamente, caemos en actividad de
pecado. Al diablo le gusta impedir que nuestra na­
turaleza del alma sea crucificada. Si pierde terreno
y nuestra naturaleza del alma se somete al Espíri­
tu de Dios, pierde la habilidad de usarnos como
uno de sus recursos aquí sobre la Tierra (ver Juan
8:44; Romanos 7:23; 1 Corintios 9:25-27; 2 Corin­
tios 12:7; Gálatas 5:17; 1 Pedro 2:11).
• Enemigos: Los espíritus malvados con frecuencia
se adhieren o incrustan en los individuos. Luego
usan a esos individuos para oponerse al plan de
pacto de Dios en la vida de otro. En el libro de Ne-
hemías, Sambalat y Tobías fueron utilizados por el
diablo para impedir la reedificación de los muros
de Jerusalén (ver Salmos 38:19; 56:2; 59:3).
• El mundo: El sistema del mundo está organizado
contrariamente a la voluntad de Dios y lo dirige
Satanás, el dios de este mundo. Nosotros, como
cristianos, somos enemigos del mundo. Aunque
no somos parte del sistema del mundo, aún vivi­
mos en él (Juan 16:33; 1 Juan 5:4-5).
• La muerte: La muerte es nuestro enemigo final. Je ­
sús venció a la muerte, y a través de su Espíritu no­
sotros también podemos hacerlo (ver 1 Corintios
15:26; Hebreos 2:14-15).6

La adoración derrota estos enemigos. Dios levanta guerreros de


adoración para entrar en este gran conflicto.

Un estruendo en los cielos


Muchas canciones de intercesión “no están listas para la prime­
ra hora”. Sin embargo, muchas veces Dios trae estas canciones a los

276
Salir del lagar e ir hacia la cosecha

ambientes de adoración colectiva de manera que capta la intensi­


dad del trabajo sin abrumar a la congregación.
En un poderoso servicio de adoración de nuestra iglesia, hace
varios años, entró un espíritu de intercesión. Los intercesores se
reunían antes de cada sesión y algunas veces durante las sesiones.
Mientras esperábamos delante del Señor en adoración, los tambo­
res comenzaron a retumbar suavemente. Era como si una tormen­
ta estuviera preparándose en la distancia. Había un peso en el aire.
Estaba cargado de la presencia de Dios.
LeAnn Squier, una de nuestra líderes de adoración comenzó a
cantar:

Hay un estruendo en los cielos.


Hay un estruendo en la Tierra,
y la Esposa se prepara para dar nacimiento.
Hay un estruendo en los cielos.

Hay un estruendo en la Tierra,


y la Esposa se prepara para dar nacimiento.
Por lo tanto, alzad los ojos, vuestra redención se acerca.
Por lo tanto, alazad los ojos, vuestra redención se acerca/

Los instrumentos comenzaron a lograr la estructura musical; la


congregación comenzó a seguirlos con el canto. Les permitía ex­
presar el peso que sentían en su espíritu mientras esa densidad de
intercesión estaba sobre nosotros. Las palabras eran simples y repe­
titivas, pero había mucho poder liberador en ellas. El Espíritu da­
ba a luz algo; éramos su vehículo para hacerlo.
La música descendía y Huía como una poderosa tormenta
que se levantara en el horizonte, aumentaba en intensidad
mientras barría sobre nosotros, y luego se replegaba cuando to­
maba distancia.
Cuando terminó, nos preguntábamos qué significaba todo. ¿La
esposa está dando a luz? Era muy poderoso cuando estábamos en

277
El guerrero adorador

el Espíritu cantándolo, pero luego nos preguntábamos unos a


otros, “¿Esto está en alguna parte de La Biblia?”
Entonces el Espíritu trajo a la memoria de LeAnn la Escritura
en Apocalipsis: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vesti­
da del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una coro­
na de doce estrellas. Y estando encinta, clam aba con dolores de parto,
en la angustia del alumbramiento” (Apocalipsis 12:1-2).
La mayor parte de los comentaristas de La Biblia reconocen que
esta mujer representa a la Iglesia. La Iglesia es al Esposa de Cristo.
El Espíritu señalaba que la Esposa de Cristo, la Iglesia, estaba por
dar nacimiento a algo en la Tierra, y que era tiempo de que noso­
tros alzáramos la vista, porque nuestra redención estaba cerca.
¡Alabado sea Dios!
Y hemos visto cómo Dios ha dado a luz cosas de tal magnitud
que han quebrado la Tierra de su Iglesia en las áreas de intercesión,
lo profètico y lo apostólico, equipado a los santos y abierto nuevas
áreas al evangelismo en la Tierra.
En este capítulo la guerra no es iniciada por el dragón. El dragón
está furioso con la Iglesia porque pelea una batalla perdida y está to­
talmente consciente de su derrota manifiesta. La guerra es iniciada
por Miguel; Dios inicia la guerra con la semilla de la serpiente. Mu­
chos individuos caen presa del enemigo e inician su propia guerra.
Miguel, el ángel que guía los ángeles guerreros, ahora guerrea
con el ángel Lucifer, que una vez dirigía la adoración en los cielos.
Miguel, cuyo nombre significa “quién es como Dios”, es el gran
príncipe mencionado en Daniel 10. Está como el protector especial
del pueblo de Dios. Es mencionado en judas como el arcángel que
contendió con Satanás por el cuerpo de Moisés. Por supuesto, esto
representa al Cuerpo de Cristo.
La Iglesia, la Esposa de Dios, necesita escuchar el retumbar de lo
que sucede en los cielos. Necesitamos seguir la guía de Miguel. Somos
el sacerdocio davidico. Nuestra autoridad nos es restaurada. David sa­
lió al encuentro de Goliat. No esperó que Goliat atacara a Israel. De­
bemos ser los agresores en la batalla, así las puertas del infierno no
prevalecerán. Debemos estar en la ofensiva, no en la defensiva.

278
Salir del lagar e ir hacia la cosecha

¡Asciende nuevamente!
Asciende nuevamente. Deseo que visites otra vez las altu­
ras, porque debo hablarte otra vez. Habrá más revelación
en la cima. Es esencial para tu vida que me busques. Ya tie­
nes cierto entendimiento. Tu conocimiento de mí y mis ca­
minos han aumentado. Pero debes ascender nuevamente
ahora. Voy a comenzar una nueva climatización para ti. De­
bes acostumbrarte a las alturas de mi montaña. Algunos
días no te será posible ver a la distancia. Pero si continúas
ascendiendo de pronto te encontrarás con una vista que te
dejará sin respiración.
La revelación te llegará como una inundación. Esa es la ra­
zón por la que es necesario que asciendas una y otra vez.
Que vivas en la cima de la montaña es el destino propues­
to. Sí, continuarás trabajando y ministrando en el valle, y
tu trabajo se hará más y más fuerte. A través de tus visita­
ciones a la cima, serás provisto, recargado y renovado an­
dando conmigo por las alturas. ¡Asciende nuevamente!

Recuerda, cuando Cristo ascendió terminó con el acceso de Sa­


tanás al salón del trono. Aunque vemos al acusador entrando y sa­
liendo del trono en el Antiguo Testamento, eso terminó en la
ascensión de Cristo. El acusador, el gran difamador, el diablo, está
echado. ¡Su caso contra nosotros está cerrado! Ascienda con Cris­
to y quiebre el poder del acusador. Escuche los cielos retumbar. ¡La
Esposa está dando a luz guerreros de adoración que derrotarán al
enemigo!

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