Pedro José Sarmiento MD Msc.
Pedro José Sarmiento MD Msc.
Pedro José Sarmiento MD Msc.
ABSTRACT
The problemática environmental includes serious problems which solutions are
determined in function of the antropological comprehension. Which is it the place
of the man in the cosmos, which does paper occupy in the biological scene and
consequently which are the better solutions bioéticas facing the environmental
problem is the center of the ethic and environmental problem. Euther, if the man is
the center of the creation -as it proposed for centuries the Christian cosmovisión -,
or well -as it is trying to be maintain now- it is a matter of a species which put in
danger its own existence and that of the planet. In this job, the author intends to
describe some of these elements, his divergent interpretations as well as search to
propose an interpretation of cut personalist to the environmental problem.
RESUMEN
Estos interrogantes hacen necesario que la relaciones del hombre con el ambiente
sean pensadas desde una óptica no solo ecológica, sino también Bioética. La
ecología es una disciplina que se ocupa de la biología e interdependencia de los
sistemas y subsistemas biológicos en los que se incluye el hombre, pero no indaga
la eticidad de las relaciones entre la especie humana su comportamiento interno,
ni sus relaciones con el ecosistema. La Bioética por el contrario, apoyada con los
datos de la ecología y de otras disciplinas puede reflexionar mas allá de la misma
ecología investigando cuestiones aún mas difíciles como la determinación del
lugar del hombre dentro del cosmos y la conducta que en consecuencia puede
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asumir considerando su libertad y su capacidad racional para conducirse en
medio del alto poder tecnológico obtenido en los últimos años. En el marco de
esta problemática, la Bioética en relación con el medio ambiente se inscribe con
una aspiración en concreto: determinar la eticidad de las relaciones del hombre
con la naturaleza, es decir, determinar no que la preservación del ambiente sea un
deber y una necesidad,- lo cual ya ha sido formulado y suficientemente reiterado
por otras disciplinas,- sino establecer un campo de reflexión sobre las relaciones
del hombre como especie y como grupo en relación con la biosfera, de modo que
se investiguen no solo los mecanismos de preservación del ambiente, sino también
la legitimidad ética de los mismos, al interior de una filosofía de la naturaleza que
justifique el lugar del hombre y el sentido de su acción sobre sí mismo y sobre el
ecosistema.
Las relaciones del hombre con el ambiente no fueron objeto de reflexión en ningún
momento de la historia hasta el siglo XX. Parece que la frase del génesis “Creced y
dominad la tierra” fue la inspiración de la actividad humana y a la vez la que
conllevó al olvido del ambiente mismo.
El mundo griego se incorporó a sí mismo e incluso a sus dioses dentro de la noción
la physis. Todos los presocráticos entre los que se conocen como los filósofos
cosmólogos convergen en que tanto el hombre como el cosmos están constituidos
por los elementos fundamentales; Tales, Anaximandro, Anaxímenes pensaron el
mundo y la realidad como un cosmos vivo en el que el hombre jugaba un papel de
participante y espectador. El cosmos comprendido por los pitagóricos era una
gran criatura viviente. La noción de physis como proto-materia, es decir aquello de
lo cual están hechas todas las cosas, permitió que los problemas en relación con el
hombre y todo el ambiente que lo rodea, fueran una misma cosa. El hombre como
parte del cosmos fue una noción que posibilitó una comprensión del cosmos y del
hombre mucho más cercana de la realidad y distante de lo que hoy pretendemos.
“Así como nuestra alma siendo aire, nos gobierna, así también el soplo y el aire ,todo
abarcando gobierna” Anaxímenes,ii[2] “ De este logos , que siempre existe, los hombres
permanecen ignorantes, antes de haberlo escuchado y aun después que por primera vez lo
escuchan; porque aunque todas las cosas según este logos se originan, se asemejan aquellos
a los ignorantes, pues tantean por medio de palabras y de obras semejantes a las que yo
empleo, cuando separa cada cosa según su naturaleza y explico en que consiste.”
(Heráclito frac 22 B 1) Parece ser esta la única circunstancia en la que el hombre se
pensó a sí mismo y se contempló como parte de la vida y del ambiente.
Curiosamente hoy veinticinco siglos después, afrontamos tantos y tan serios
problemas ecológicos que somos conscientes de la necesidad de pensarnos
nuevamente como parte del ecosistema, y enteramente dependientes de este.
De otra parte debe decirse de antemano que tal interdependencia natural entre
una ética social y una ética del medio ambiente, es francamente ineludible pues no
es posible construir una ética social prescindiendo de la ética del ambiente, ni
viceversa. Por ejemplo, se ha culpado al tercer mundo de amenazar con su
crecimiento demográfico la estabilidad planetaria; pero el problema demográfico
seriamente politizado ha sido objeto de opuestas e interesadas interpretaciones
dependiendo de la óptica que se tenga. Si bien la pobreza es causa de
superpoblación, esta es como tal un problema para quienes ven en el crecimiento
una amenaza para sus intereses. Bien puede comprenderse el crecimiento
demográfico del tercer mundo como una posibilidad de renovación de las
sociedades ricas y envejecidas de Europa, pero las dificultades de aplicación de
una ética social en términos de justicia planetaria pueden ser la causa de que dicha
comprensión no sea hasta ahora posible. De otra parte debe decirse que el
comportamiento frente al ambiente puede ser visto como menos lesivo que los
daños provocados por la sociedad del primer mundo, los cuales son muy
considerables en materia de contaminación y destrucción del ecosistema.
Continuando pueden citarse lugares de la tierra como la cuenca del río Amazonas,
la cual goza en términos planetarios de especiales privilegios que atesoran una
particular biodoversidad no existente en otras latitudes. Curiosamente el grado de
subdesarrollo no permite a nuestros países -que gozan de esta gran biodiversidad-
, una explotación respetuosa del ambiente. La fragilidad de las economías ha
posibilitado una ausencia de conciencia al respecto junto a un derivado comercio
de especies de animales que son comerciados en mercado negro lesionando dicha
integridad. Especies antiguas como el caimán, el tigre u otros animales, han sido
casi extinguidos a consecuencia del desequilibrio económico en las latitudes
planetarias, lo cual favorece un mercado que pone en peligro el ecosistema. Esta es
la razón por la cual puede reafirmarse que el desequilibrio económico planetario
es perjudicial para el ecosistema. Debe decirse que ignorancia, hambre y pobreza
son enemigas del ecosistema por dichas razones. Pero también es indudable que el
problema del hambre y la pobreza deben ser solucionados no-solo por razones de
orden ecológico sino ante todo humanitarios. En este punto graves errores se han
cometido como el de pensar que es necesario acabar con la pobreza mediante el
exterminio de los pobres, y no mediante la eliminación de los factores
generadores de pobreza. Este es un vértice importante entre la Ecología, la Bioética
y la Economía, que demuestra que no basta la ecología para asumir
responsabilidad sobre el ambiente, sino que es preciso considerar aspectos
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bioéticos, sociales, económicos y de justicia de cara al ecosistema, y asumir
decididas conductas políticas frente al problema.
El concepto de Biotipo
Cada biotipo es distinto, pero está relacionado con otros por una tupida red de
relaciones que los hace dependientes unos de otros. Juntos forman el espacio vital
o biotipo Tierra que se encuentra directamente en relación con el cosmos. La
ecología es por tanto la disciplina que hace posible la relaciona de objetos vitales
distantes como las hormigas con el sistema solar.
De acuerdo con la ley del equilibrio se explica por qué muchas especies naturalmente
fecundas, permanecen con un número invariable de individuos. La Ecología demuestra que
generalmente las especies procrean una descendencia mucho mayor que la que puede
sobrevivir y que el espacio vital mantiene el exceso de la descendencia dentro de los límites
del equilibrio.
De este conocimiento emerge la Ecología que estudia las relaciones entre los seres
vivientes en relación con su espacio vital. La ecología nace hacia 1900
pretendiendo articular los conocimiento propiciados por la Biología. El término
fue acuñado por Ernst Haeckel quien comprendía el oikos griego en el sentido de
hogar, y relación de vida. El conjunto de biólogos, botánicos zoólogos,
climatólogos y biólogos marinos, reúnen conocimientos con el propósito de inferir
postulados ecológicos.
Los mares se ven contaminados por el petróleo. Solamente en el Rin se calcula que
aproximadamente 120 toneladas de polución proveniente del petróleo proceden
de los 20000 barcos que lo surcan. Son frecuentes los desastres ecológicos causados
por las colisiones de los buques petroleros. En 1966 se arrojaron al mar 45.000
toneladas de petróleo, generando las clásicas nubes de petróleo de varios
kilómetros cuadrados. Lo cierto es que el océano, los lagos y los ríos solo pueden
sobrevivir si se preserva el equilibrio ecológico. Si el hombre lo destruye y no lo
sustituye, pone en peligro su propia existencia.
Deforestación
Los bosques juegan un papel importante en la preservación del medio ambiento
porque capitalizan gran cantidad de carbono que de otra manera pasaría a la
atmósfera como CO2.
En la Amazonía se estima que la deforestación alcanza el 10 % de su superficie.
Otros bosques que sufren el problema de la deforestación se encuentran en
Canadá, Alaska Escandinavia y Rusia.
13
Disminución considerable de la Biodiversidad
Si se mantiene el ritmo de desarrollo se estima que en 5 años se habrá destruido el
15% de especies de los 10 millones que se estima que hay sobre la tierra.
Se piensa que la diversidad de especies puede ser un recurso inestimable que
estimule la economía en especial a la posible explotación genética de la variedad
de especies con aplicaciones terapeuticas y farmacológicas.
El problema Urbano
La vida urbana ofrece cuestionamientos desde varios puntos de vista. La dinámica
de la supervivencia, la calidad de vida, la urbanización como fenómeno
sociológico, etc. Desde la perspectiva del medio ambiente la vida urbana es
cuestionable también. El mundo urbano genera un impacto ambiental de graves
consecuencias. Concentraciones humanas requieren de alimentos, agua, materiales
para la construcción de sus viviendas y calles, erosionando y destruyendo
montañas. La instalación de fuentes de agua potable y de excretas lesionan el
medio ambiente alterando el ecosistema. Su vida interna genera conflictos
relacionados con un transporte individual contaminante.
La interacción entre la sociedad humana y el resto de la biosfera pone en evidencia
notables puntos de fricción a escala local y global.
Los ecólogos perciben desequilibrios o disfunciones relacionadas con el
comportamiento del hombre. Los efectos son analizados desde varios puntos de
vista. Por ejemplo un análisis relativamente reciente relaciona los problemas
ambientales, las consecuencias en el plano de la salud mundial y sus efectos sobre
la productividad, valor de considerable preponderancia en la mentalidad
contemporánea.viii[8] ( Ver cuadro 1)
Cuadro 1.
La gama de problemas ambientales es amplia y sin duda alguna los procesos tiene
mutua interrelación con efectos en algunos casos previsibles y en otros no. El
retroceso de bosques naturales, agotamiento de especies, y los graves problemas
en relación con el agua potable. Se afirma que el problema del siglo XXI será la
escasez de agua. La información al respecto y las medidas encaminadas a
disminuir este grave pronóstico ambiental son desconocidas y en el caso de
Latinoamérica inaplicadas. El serio tema de la contaminación atmosférica, en
absoluta interdependencia con la concentración urbana, la problemática de
población, pobreza, marginación e industrialización son elementos que hacen
parte de un entramado sociopolítico en el que se halla el problema ambiental. En
dicho problema se condicionan en modo bidireccional factores sociopolíticos y
ambientales. Marginación y exclusión de grupos sociales, desigualdad de ricos y
pobres descuido en la educación etc necesariamente condicionan los problemas
ambientales y de modo ineludible los problemas ambientales condicionarán los
sociopolíticos con un peor agravente: la capacidad de resolución de los problemas
ambientales es mucho mas lenta, mas costosa y más difícil para países como el
nuestro.
Es evidente que los problemas que suscita la etica ambiental, hacen necesario
poner nuevamente en el terreno de la discusión las preguntas fundamentales de la
filosofía: quién es el hombre? Cual es su sentido, cual es su papel en el mundo?,
preguntas sin las cuales es posible responder a siguientes interrogantes como los
que nacen de la reflexión sobre los problemas de tipo ambiental. Pueden excluirse
estas reflexiones por considerar de modo pragmático que el problema ambiental
nada tiene de metafísico. Ante este problema – siguiendo este punto de vista- , se
requieren soluciones coherentes de carácter puramente ecológico. Pero una visión
detenida de la ética ambiental debe situar su discurso necesariamente en el
problema del hombre y el cosmos, bajo una simple pregunta: Cuál es su lugar? De
aquí que la determinación de su lugar, da las pautas para una ética ambiental, que
establezca las relaciones entre el hombre y el cosmos en el sentido griego, pero
bajo una óptica moderna.
Que el hombre sea o no el centro del cosmos y de la creación parece ser hoy en día
un interrogante superado por las corrientes ambientalistas. Para todos sin
excepción el hombre es una especie mas entre otras cuyas relaciones con el cosmos
deben articularse bajo la óptica de los movimientos ecológicos. Observando
cualquiera de estos movimientos de baja, moderada o alta “densidad de visión
ecológica”, se advierte que ninguno considera que en realidad el hombre sea el
centro de la creación pues tales conceptos de carácter antropocéntrico o de
creación pertenecen a una visión religiosa y por tanto incuestionable para el
hombre. La cosmovisión religiosa, - cualquiera que esta sea -, ha sido excluida de
todo tipo de debate por tratarse de una visión que pertenece a la esfera de lo
personal e individual, de lo “no razonable”-; sin embargo su influencia directa en
las relaciones del hombre con el mundo parece no tener igual. El hombre
contemporáneo heredero del mundo ilustrado ha ofertado a la ciencia como el
camino de la liberación y se ha lanzado a la conquista y dominación del mundo y
de todo lo viviente, con una visión de fondo netamente religiosa. “Creced y dominad
la tierra” parece ser el criterio con el que el hombre moderno frecuentemente ateo
para la dominación del cosmos - y quizá creyente en la esfera de lo individual- ha
conquistado el mundo. En esta conducta es de resaltar la comprensión que la
modernidad reforzó sobre el cosmos. El pensamiento cartesiano acentuó todavía
más la brecha entre el hombre y el cosmos mismo cuando interpuso una tajante
división entre la res cogitans y la res extensa. Bajo este criterio el hombre se presenta
como sustancialmente distinto al cosmos por su capacidad racional. Tal postura
consolidada durante cerca de 4 siglos plantea dificultades serias que lo apartan de
lo natural, y que por lo mismo establecen relaciones antinaturales que como hoy
17
se evidencia perjudican al hombre mismo. Puede afirmarse que entre el hombre
y la natura hay una relación solidaria de interdependencia, sobre la cual han
existido varias décadas de injusticia. La actitud del hombre del siglo XX ha estado
muy lejos de la contemplación para inscribirse en la dominación. Y de modo
particularmente curioso e inesperado, ha cumplido el mandato divino de “creced y
dominad la tierra”. Nunca como hoy la población mundial creció tanto como en el
pasado siglo. De 750 millones en el siglo XIX, el siglo XX dejó un saldo cercano a
los 6.500 millones de habitantes. Y nunca antes había dominado el mundo como
ahora puede hacerlo.
Es una realidad que las relaciones del hombre con la natura están mediadas por
una directa relación del hombre consigo mismo. Que el hombre se relacione de un
modo determinado depende en gran medida de la situación real de los grupos
sociales es decir de las relaciones del hombre consigo mismo. No es una
coincidencia que Latinoamérica sea un grupo humano que derrocha sin
planificación sus recursos naturales. Tal derroche se debe a condicionamientos
sociales específicos que limitan la atención de tales problemas ante la urgente
necesidad de resolución de otros.
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Para algunos lo que se conoce con el nombre de ética aplicada, tiene dos
vertientes. Por un lado la bioética, que trataría todos los problemas concernientes a
la vida y de otro lado la ética ambiental o ecológica; para otros como el autor, la
Bioética no es diferente pues se trata del mismo objeto que en el contexto de
planeta, hace de la preocupación Bioética y la preocupación ecológica una misma
cosa. Tanto la biología, la ecología y la misma antropología han venido insistiendo
en la pertenencia del hombre a la naturaleza y es una preocupación bioética el
lugar del hombre en el cosmos y las relaciones de interdependencia natural que
tiene el hombre con el ecosistema.
Si bien el hombre pertenece al ecosistema como lo son las demás especies el modo
de pertenencia no es el mismo que el de las demás especies. Considerando el
hombre como fruto de una evolución biológica su pertenencia al ecosistema tiene
elementos sustanciales que lo distinguen en modo radical de las demas especies
del ecosistema: citaré solo algunas: 1. El hecho de que el hombre piense el
ecosistema y se sitúe a sí mismo dentro de él, es una operación racional que no
hace ninguna las demás especies. 2.En modo negativo el poder destructivo, de
contaminación y de transformación destructiva del medio ambiente es otra de las
características que sitúan una especial diferencia de lo humano en relación con las
otras especies. 3.Dado el gran poder de preservación o de destrucción del
ecosistema, su consciencia de este poder y su sensibilidad ética frente al problema,
la especie humana tiene una responsabilidad etica frente al ecosistema. Estas
sobresalientes diferencias que permiten un particular espacio para la reflexión
bioética sobre el ambiente, hacen incuestionable la relación del hombre con el
ecosistema y del análisis ético de esta relación un capitulo sobresaliente de la
Bioética, en especial el relacionado con la antropología. El hombre se ha pensado a
sí mismo siempre como el centro de la realidad, de la creación y la cosmovisión
religiosa que ha determinado la forma del pensamiento occidental hace que solo
hasta ahora seamos conscientes de la realidad no en cuanto conocible, dominable,
y explotable, sino como un habitat, un oikosix[9] humano, frente al que tenemos
serias responsabilidades como especie.
Todas las cosmovisones que sobre el hombre se han ofrecido hasta el siglo XIX no
pusieron jamas en duda la superioridad del hombre ante lo existente en el cosmos.
Por encima del hombre solo Dios y sus ángeles, podría afirmarse que fue el
pensamiento con el que se habitó, conquistó y transformó el mundo. Si el
medioevo ha sido cuestionado por esta visión antropocéntrica, la beligerante
ilustración y sus efectos en pensamiento moderno y contemporáneo no son menos
antropocéntricos. Los alcances de la teoría de la evolución con el pensamiento de
Darwin, Lamarck y luego Wilson y otros, hicieron posibles cuestionamientos que
empezaron a erosionar la antigua cosmovisión. Los aportes de la ciencia moderna
hacen pensar que si bien el mundo es grande, no es infinito. La noción de mundo
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como objeto de explotación casi infinita ha desaparecido mediante la
comprensión que tenemos del mismo.
Esta comprensión del mundo ha permitido pensar al hombre y al género humano
como una especie de particular comportamiento en el ámbito de varios niveles.
Por ejemplo el numero de individuos de la especie humana es comparable solo
con el de las bacterias, los peces de menor tamaño del océano y quizá los insectos.
Pero en estas y en otras especies jamas se evidenció el poder de mantenimiento de
supervivencia de sus crías e individuos ancianos como en el hombre. Tampoco su
poder depredador y de transformación del hábitat natural por el de concreto y
asfalto de las ciudades y grandes metrópolis que albergan decenas de millones de
individuos.
El progreso es el resultado del triunfo de una racionalidad que con sus aplicaciones
técnicas ha incrementado el domino sobre la naturaleza. Pero dicho progreso es fiel
heredero del antropocentrismo radical. Es curioso observar como una comprensión del
progreso abrigada en una noción de dominio del hombre se transforma en una visión que
no desea ser más antropocéntrica. Quienes han sido forjadores de la noción contemporánea
de progreso hoy lo cuestionan desde una perspectiva biocéntrica. Son ellos mismos quienes
hablan de “tabúes arcaizantes” que han sido desplazados por la ciencia moderna.
El progreso se ha propuesto dejar las leyes de la naturaleza para configuarla según
voluntad propia en orden a la productividad. El progreso articulado mediante cuatro
elementos sustanciales, ciencia, técnica, economía industrial y poder, ha situado al mundo
contemporáneo en una encrucijada paradójica: un desmedido crecimiento de la capacidad
tecnológica de un lado, y de otro, problemas humanos esenciales que no son todavía
resueltos. Africa moribunda y condenada a desaparecer. Latinoamérica empobrecida
distante cada vez mas del primer mundo se constituye en un obstáculo para los deseos de
progreso y bienestar del primer mundo. La técnica también se debate en medio del contexto
socio-político con intereses creados y fundados en el poder y en el lucro. Sin estos elementos
no habría sido posible la decodificación del genoma humano y de otras especies que ha
conmocionado los albores del siglo XXI. Sea este otro momento para reiterar que dicho
proyecto es el resultado de una síntesis entre la economía y la ciencia. Si no hay sociedad de
consumo que apoye la economía tecno- científica nada de lo alcanzado en el siglo XX habría
sido posible.
Antropocentrismo judeo-cristiano
El modelo de la ética antropocéntrica está representado de modo sobresaliente en la filosofía
kantiana, y por su puesto en el cristianismo que en su cosmovisión propone al hombre
como “Imago Dei”( Imagen de Dios). El hombre como ser moral se halla en capacidad de
comprender la ordenación del mundo actuando libremente y sometiendo su voluntad a la
ley: “La voluntad humana está sometida a tres órdenes. En primer lugar al orden
de su propia razón, en segundo lugar a las ordenes del gobierno humano, sea
espiritual o temporal, y en tercer lugar está sometida al orden universal del
gobierno de Dios.”x[10] El elemento común es la legislación humana como nomos (ley
)en relación con el logos o razón cósmica. Bajo esta óptica el hombre ocupa un lugar
particular de superioridad en el cosmos, lo que lo lleva a establecer relaciones particulares
con él. Se le objeta al cristianismo presentar al hombre como dueño y señor del cosmos
reduciendo al planeta a un mero objeto de libre explotación.
Antropocentrismo utilitarista
Una de las versiones contemporáneas de un antropocentrismo de corte utilitarista
está representado por el pensamiento anglosajón en donde frente al problema
ambiental se espera simplemente que se amplíe el horizonte de responsabilidad de
lo humano. De esta manera, animales, plantas y ecosistema en general adquieren
el rango de “valores morales” que deben ser preservados, pero siempre bajo la
24
óptica de la utilidad. Cuidar el ambiente es útil, pues preservarlo beneficia
directamente al hombre. La lógica utilitarista de máximo placer y máximo
beneficio para el mayor número de individuos es vigente dentro de esta óptica en
la que el ambiente es otra “cosa” más que beneficia al hombre.
El modelo antropocéntrico utilitarista sitúa al hombre en un beneficiario de la
naturaleza; de esta relación emanan deberes, se justifican conductas basadas en
necesidades terapéuticas, estéticas, o biológicas o económicas. La economía es una
forma de energía natural con la que actúa el genero humano. En ciertos lugares
hay mas energía transformadora que en otros. Por esto la economía hace parte del
medio ambiente. Acciones como la polución, la deforestación, alimentan el
discurso de solidaridad para con el planeta. Como consecuencia los deberes éticos
desde una ética antropocéntrica de corte utilitarista seria la necesidad de preservar
el ambiente en interés de la humanidad. Ampliado a otras especies, sería en interés
de todo ser capaz de vida y placer debe protegerse la naturaleza. Esto trae
consecuencias serias por ejemplo en la explotación de los recursos de cara a las
generaciones futuras, pues no nos es permitida un una explotación irracional y
devastadora de los recursos naturales. xi[11] Tal actitud sería un acto de injusticia
y de insolidaridad que no fue considerado en otras épocas. Esto implica una
responsabilidad que considere como novedad la variable del tiempo. Somos
responsables no solo ahora sino de cara al futuro de planeta. Aquí el manejo de los
recursos nucleares y sus problemas residuales se verían comprometidos, del
mismo modo que el transporte de petróleo y las consecuentes contaminaciones
marítimas etc. Con el futuro debe asumirse una actitud responsable en relación
con el ahorro energético, sobriedad en materia de reproducción humana, etc.,
haciendo posible que las categorías de deber, virtud, responsabilidad entre otras,
asuman características distintas.
Comprensiones no antropocéntricas
El hombre es una especie que se distingue de las demás especies por su capacidad
tecnológica, sus formas uso y transformación de la energía, la forma en que se
moviliza y distribuye geográficamente y en especial su forma de crecimiento. Se
pude afirmar que existe un claro desajuste entre el modo de comportarse el
hombre y los sistemas de biológicos con que la biosfera asimila su movimiento. El
alto consumo de recursos y la degradación de la biosfera tiene consecuencias
tanto locales, como globales. Este es en realidad el problema.
Lo que está claro para todos es que no somos la única especie sobre el planeta, y
que la destrucción de la comunidad biológica es inaceptable éticamente, en razón
de desproporción existente en relación con el comportamiento reproductivo
26
destructor y generador de basuras y cambios ambientales - entre otros factores –
de la especie humana, y las demás especies. Pero sobre todas estas razones se
resalta el hecho de que el hombre pueda atentar directamente contra el ecosistema,
la cual es además una forma evidente de atentar contra sí mismo.
El ecologismo como ideología en sentido fuerte, tuvo como otras ideologías del
mundo occidental particular asiento dentro del siglo XX. En este punto, el
ecologismo radical sobresale bajo el nombre de “Deep Ecology” y se constituye en el
movimiento más radical de la postura ecológica fundamentalista. Algunos de sus
criterios se basan en que la Tierra es el único ser vivo, - por eso el nombre con el
que se refieren al planeta,- Madre Tierra-; bajo este concepto se afirma que todos los
componentes del planeta - incluido el genero humano -, son elementos que forman
parte del mismo y que en sentido ecológico estricto cumplen la función de
supervivencia de la Tierra como una sola unidad. Esta ideología es compartida con
otras cosmovisiones indigenistas precolombinas como es el caso de los Kogui en la
Sierra Nevada de Santamarta, y también con visiones orientalistas.
Pero La Deep Ecologyxiii[13] con dicha postura radical no es favorable a los pobres.
Los aparentemente irreconciliables tecnócratas y ecologistas radicales coincidieron
en exigir a los países más pobres políticas coercitivas de control natal por
considerar que la reproducción de los países pobres es anti-ecológica. La visión
antropológica eco-fundamentalista contempla al hombre como un animal
esencialmente peligroso para el equilibrio natural, razón por la cual su número
debe ser reducido por poner en peligro la supervivencia el ecosistema.
Las críticas más sólidas a la visión antropocéntrica del mundo y sus repercusiones
en el plano ecológico han sido abanderadas por un grupo de pensadores que
proponen una reconversión temática del significado de la ética en relación con el
ambiente, que no proponga al hombre como centro ni mucho menos como el eje
del problema moral. El núcleo de su propuesta consiste en un giro geocéntrico,
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desde el cual se pueda superar el viejo dualismo cartesiano hombre - natura (res
cogitans- res extensa) mediante un nuevo monismo yo-natura. De este modo el
hombre queda inscrito dentro del cosmos, “no como soberano del cosmos, sino como
simple ciudadano de la comunidad biótica”. Esta es la propuesta de uno de sus más
relevantes exponentes de la etica ecológica el profesor de la Universidad de
Wisconsin durante la mitad del siglo XX, Aldo Leopold,xiv[14] a quien ya hemos
referido y de quien se afirman serias relaciones en los origenes de la Bioética.
4. Ecofeminismo
Esta visión como otras requiere sin duda de un esfuerzo educativo permanente
que permita el reconocimiento de estos valores y en consecuencia puedan
asumirse conductas conscientes y coherentes con nuestra condición.
Pero ampliar las responsabilidades del hombre no significa afirmar que es preciso
suplantar su capacidad moral a favor de la comunidad biótica, pues dicha
“comunidad” no es ni siquiera consciente de sí misma, ni del cosmos. Su
interacción no puede ser catalogada en términos antropocéntricos y casi
democráticos como se deduce del término “comunidad”. Tal postura está viciada
desde su inicio por tratarse de una visión en exceso antropocéntrica del cosmos, y
que manifiesta la necesidad de una filosofía natural, es decir una filosofía que
indague el sentido del hombre y su lugar en el cosmos.
33
El medio ambiente no es un valor moral por sí mismo, sino por el contrario, es un
valor cuya custodia es dependiente de la conducta moral del hombre, por lo que es
un deber ético su preservación. Y es un deber ético, porque corresponde en cuanto
moral al hombre mismo el preservarlo, y sobre todo porque es condición de
posibilidad de su propia existencia.
Bibliografía