Pedro José Sarmiento MD Msc.

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Bioética y Medio Ambiente:


Introducción a la Problemática Bioético- Ambiental y sus
Perspectivas.

Pedro José Sarmiento MD MSc.*

ABSTRACT
The problemática environmental includes serious problems which solutions are
determined in function of the antropological comprehension. Which is it the place
of the man in the cosmos, which does paper occupy in the biological scene and
consequently which are the better solutions bioéticas facing the environmental
problem is the center of the ethic and environmental problem. Euther, if the man is
the center of the creation -as it proposed for centuries the Christian cosmovisión -,
or well -as it is trying to be maintain now- it is a matter of a species which put in
danger its own existence and that of the planet. In this job, the author intends to
describe some of these elements, his divergent interpretations as well as search to
propose an interpretation of cut personalist to the environmental problem.

RESUMEN

La problemática medio ambiental encarna serios problemas bioéticos cuyas


soluciones se determinan de modo particular función la comprensión
antropológica que se asuma. Cuál es el lugar del hombre en el cosmos, cuál papel
ocupa en la escena biológica y en consecuencia cuáles son las mejores soluciones
bioéticas frente al problema ambiental es en el fondo el centro de la problemática
etico-ambiental. Bien es el hombre el centro de la creación -como lo propuso por
siglos la cosmovisión cristiana-, o bien como ahora se quiere sostener- se trata de
una especie depredadora sin más, que pone en peligro su propia existencia y la del
planeta. En este trabajo, el autor pretende describir algunos de estos elementos,
sus divergentes interpretaciones así como busca proponer una interpretación de
corte personalista al problema ambiental.

La interacción de la sociedad humana con la biosfera suscita problemas y


cuestiones que solo hasta nuestra época empiezan a cobrar un grave significado.
Pese a que el tema ambiental ya fue introducido como problema desde hace varias
décadas, puede decirse que hoy su importancia es particular. En realidad hoy son
más sobresalientes los factores implicados y sus efectos de mayores repercusiones
que en otras épocas, todo lo cual hace que su presencia condicione en múltiples
direcciones las relaciones entre el hombre y la biosfera, y que en materia de
responsabilidad, quede mucho por decir. En los siglos anteriores a la intervención
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tecnológica directa, y a los condicionamientos poblacionales a los que ha estado
sometido el ambiente durante los últimos siglos, el ecosistema presentaba
fluctuaciones variables, dependiendo de cambios ambientales ordinarios. La
distribución de conglomerados vitales de modo mas abundante en los trópicos
que en los polos y la agrupación de poblaciones en ambientes geográficos con
características mas adecuadas para la supervivencia, constituyeron la conducta
normal vivida durante decenas de siglos, lo que propició una fluctuación
poblacional y cambios - términos de un ecosistema-, casi imperceptibles. De
acuerdo con las evidencias de los fósiles, las formas vitales aparecieron hace cerca
de 3.8 billones de años. Inmediatamente aparecida la vida las condiciones de la
tierra empezaron a cambiar. El oxígeno que hoy respiramos y que se distribuyó en
la atmósfera nació como el producto de la actividad fotosintética de los
organismos vivos. Este elemento apareció hace cerca de 2.5 billones de años. La
actividad de la especie humana en los últimos 10 a 15 mil años ha generado una
gran influencia ambiental en el agua, los sólidos y distribución biológica, causando
como es sabido numerosas extinciones biológicas. Con el incremento de población
del hombre y el desarrollo veloz de su capacidad tecnológica, -ambos fenómenos
vividos en los dos últimos siglos -, el planeta y la biosfera en general, se han
constituido en agentes pasivos ante el poder transformador del hombre, quien
transforma para sí mismo sus condiciones de vida repercutiendo directamente
sobre el medio ambiente. En términos estrictamente biológicos el hombre ha
desarrollado su capacidad de adaptación de forma muy superior en relación con
las demás especies. Por ejemplo, el hombre ha vencido las inclemencias del
invierno para alojarse y reproducirse también en el invierno sin necesidad de
migrar. Otras especies deben hacerlo en búsqueda de sustento y clima más aptos;
en el transcurso de la migración las posibilidades de muerte aumentan para
cualquier otra especie. Por el contrario, el hombre se defiende con la electricidad,
la conservación de alimentos y su actual poderosa tecnología que junto con los
conocimientos adquiridos y transmitidos durante siglos lo capacitan para
defenderse de la natural enfermedad y alargar de ese modo la llegada de la
muerte; otro tanto puede afirmarse en otros aspectos como la mejora sustancial en
su capacidad de alimentación, comunicación, y locomoción. Todos estos cambios
generados por el cerebro y la capacidad tecnológica del hombre son sorprendentes
para el hombre mismo, pues son los cambios que acumulados como una forma de
saber a lo largo de los siglos, han posibilitado eventos nunca pensados: viajes
espaciales, trasplantes de órganos, conocimiento del lenguaje genético que articula
la vida etc.

La interfase de la aplicación de la técnica en el pensamiento del hombre mediante


la computadora no tiene antecedentes. Los últimos descubrimientos en relación
con el genoma, han estado mediados en su totalidad por la computadora. Otro
tanto vale decir para los vuelos espaciales, las comunicaciones y en general toda la
actividad científica. El comportamiento sui generis del hombre como especie hace
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pensar que la presencia del hombre sobre la biosfera es de radical importancia en
relación con el planeta, pues su capacidad de acción plantea interrogantes de
supervivencia, de interdependencia consigo mismo y con las demás especies,
junto a interrogantes de justicia, responsabilidad con el futuro de la especie y de
la biosfera en general. Estos interrogantes pertenecen de un parte a la ecología y de
otra a la Bioética. La destrucción del ecosistema por irresponsabilidad el hombre
puede significar la destrucción de la especie misma. Y curiosamente la
irresponsabilidad del hombre con relación al ecosistema y al hombre mismo es
casi una constante. Más aún, el florecimiento de nuestra sociedad basada en la
economía liberal ha generado un tipo de hombre irresponsable, inconsciente,
preocupado por consumir para ganar en confort e insensible frente a temas
sustanciales como el magno problema social de nuestro siglo cual es el crecimiento
de la pobreza. De hecho puede entenderse la pobreza mundial en términos
ecológicos como una aminoramiento de la especie como consecuencia de sus
relaciones internas dependientes de la noción de justicia. Por ejemplo, que mas
del 70 % de las personas que habitamos la biosfera vivan en condiciones de
pobreza,- algunos de los cuales en real muerte por hambre, y pandemia como el
Sida-, significa un aminoramiento de la especie en relación con otros grupos de la
misma, los cuales crecen vigorosos en términos económicos e incluso biológicos.
Este fenómeno muestra cómo una circunstancia puede ser comprendida en
términos “ecológicos”, prescindiendo del significado que desde el punto de vista
social puede tener el mismo fenómeno. He aquí uno de los serios problemas que
afronta la Bioética y no puede afrontar en modo pleno otra disciplina.

No obstante, es preciso admitir que la expansión poblacional de la especie


humana no ha considerado la finitud de los recursos biológicos que requiere para
su sustento. El mundo no es el lugar infinito que era pensado en otras épocas. Se
trata de un planeta con recursos que se consideraron abundantes pero sobre los
cuales no puede pensarse que sean ilimitados. El consumo de sus elementos
biológicos y energéticos puede extinguirse de seguir en el ritmo de consumo que
hemos llevado en el último siglo. De cara a las próximas generaciones emerge la
responsabilidad de dejar un planeta agotado en sus recursos por un afán de
crecimiento sin una conciencia del futuro.i[1]

Estos interrogantes hacen necesario que la relaciones del hombre con el ambiente
sean pensadas desde una óptica no solo ecológica, sino también Bioética. La
ecología es una disciplina que se ocupa de la biología e interdependencia de los
sistemas y subsistemas biológicos en los que se incluye el hombre, pero no indaga
la eticidad de las relaciones entre la especie humana su comportamiento interno,
ni sus relaciones con el ecosistema. La Bioética por el contrario, apoyada con los
datos de la ecología y de otras disciplinas puede reflexionar mas allá de la misma
ecología investigando cuestiones aún mas difíciles como la determinación del
lugar del hombre dentro del cosmos y la conducta que en consecuencia puede
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asumir considerando su libertad y su capacidad racional para conducirse en
medio del alto poder tecnológico obtenido en los últimos años. En el marco de
esta problemática, la Bioética en relación con el medio ambiente se inscribe con
una aspiración en concreto: determinar la eticidad de las relaciones del hombre
con la naturaleza, es decir, determinar no que la preservación del ambiente sea un
deber y una necesidad,- lo cual ya ha sido formulado y suficientemente reiterado
por otras disciplinas,- sino establecer un campo de reflexión sobre las relaciones
del hombre como especie y como grupo en relación con la biosfera, de modo que
se investiguen no solo los mecanismos de preservación del ambiente, sino también
la legitimidad ética de los mismos, al interior de una filosofía de la naturaleza que
justifique el lugar del hombre y el sentido de su acción sobre sí mismo y sobre el
ecosistema.

Las relaciones del hombre con el ambiente no fueron objeto de reflexión en ningún
momento de la historia hasta el siglo XX. Parece que la frase del génesis “Creced y
dominad la tierra” fue la inspiración de la actividad humana y a la vez la que
conllevó al olvido del ambiente mismo.
El mundo griego se incorporó a sí mismo e incluso a sus dioses dentro de la noción
la physis. Todos los presocráticos entre los que se conocen como los filósofos
cosmólogos convergen en que tanto el hombre como el cosmos están constituidos
por los elementos fundamentales; Tales, Anaximandro, Anaxímenes pensaron el
mundo y la realidad como un cosmos vivo en el que el hombre jugaba un papel de
participante y espectador. El cosmos comprendido por los pitagóricos era una
gran criatura viviente. La noción de physis como proto-materia, es decir aquello de
lo cual están hechas todas las cosas, permitió que los problemas en relación con el
hombre y todo el ambiente que lo rodea, fueran una misma cosa. El hombre como
parte del cosmos fue una noción que posibilitó una comprensión del cosmos y del
hombre mucho más cercana de la realidad y distante de lo que hoy pretendemos.
“Así como nuestra alma siendo aire, nos gobierna, así también el soplo y el aire ,todo
abarcando gobierna” Anaxímenes,ii[2] “ De este logos , que siempre existe, los hombres
permanecen ignorantes, antes de haberlo escuchado y aun después que por primera vez lo
escuchan; porque aunque todas las cosas según este logos se originan, se asemejan aquellos
a los ignorantes, pues tantean por medio de palabras y de obras semejantes a las que yo
empleo, cuando separa cada cosa según su naturaleza y explico en que consiste.”
(Heráclito frac 22 B 1) Parece ser esta la única circunstancia en la que el hombre se
pensó a sí mismo y se contempló como parte de la vida y del ambiente.
Curiosamente hoy veinticinco siglos después, afrontamos tantos y tan serios
problemas ecológicos que somos conscientes de la necesidad de pensarnos
nuevamente como parte del ecosistema, y enteramente dependientes de este.

No obstante la necesidad de estos contenidos, durante los siguientes siglos el tema


fue enteramente olvidado hasta la mitad del siglo XX. Fue Aldo Leopold en la
Universidad de Wisconsin en 1950 quien definió la crisis ambiental como una
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falla con raíces en la actividad económica con una base ética. Según Leopold, las
relaciones económicas entre los países del mundo olvidaron el ecosistema, y ellas
mismas fueron objeto del deterioro ambiental a consecuencia de las relaciones
entre sí. Según Leopold todo inició con la relación ente los individuos y la
sociedad, sugiriendo que el esfuerzo humano se ha centrado en la búsqueda de
reglas de oro intentando integrar el individuo a la sociedad. Gran parte del tiempo
se centró en como establecer las relaciones entre los hombres dejando de lado al
ambiente. En tal situación surge el interrogante por la relación que debe tener el
hombre con los animales y las plantas con las que crece. Conforme al pensamiento
de Leopold ha habido un serio error en esta relación en la medida en que la tierra
ha sido considerada como una esclavaiii[3]; las relaciones establecidas con ella han
sido solo económicas y utilitarias, y sobre las que solo ha habido privilegios para
el hombre pero no obligaciones. El aporte de Leopold a la ética ambiental según
Potter es realmente sustancial.iv[4] El problema que sobre el pensamiento de
Leopold hace Potter es que no existe en realidad una ética ambiental. La Bioética
de Potter fue consciente en sus inicios de una preocupación por la biosfera, bajo la
imagen del puente entre la ciencia y lo humanístico. Lo que se ausentó en la
Bioética inicial de Potter fue una noción sistemática que Leopold mismo
desarrolla.v[5] De modo análogo el problema también fue enunciado por el
discípulo de Heidegger, Hans Jonas ( 1903-1993) afirmando no sin elementos de
gran alarmismo: “vivimos una situación apocalíptica, es decir en vísperas de una
catástrofe universal si dejamos que las cosas sigan su curso actual”vi[6] .Pese a que esta
problemática haya sido tratada con particularidades individuales que se
contextualizan en un momento histórico de la llamada “guerra fría” y la amenaza
para el mundo y el ecosistema, - de ahí la importancia de la Bioética en ese
momento -, el fenómeno ambiental es cuestionado con Leopold desde un lugar
que debe considerarse como agudo y al mismo tiempo ineludible. Para Leopold es
necesario articular la ética social y la ética ambiental que integre sus relaciones
dentro de un mismo sistema. Esta postura en realidad atractiva es el vértice de la
problemática ambiental, pues articula el comportamiento social y sus intrínsecas
relaciones entre sí con el ambiente mismo. El ambiente no es un lugar ajeno a las
condiciones sociales de vida del hombre, sino por el contrario, es dependiente de
las relaciones sociales que el hombre establece consigo mismo. Economía liberal,
mercado de países desarrolados y subdesarrollados, pobreza, marginación y
riqueza son factores que necesariamente tienen que ver con el ambiente. No
obstante en dicho planteamiento sobrevive un problema como afirma Lewis., en
relación con la ética y el desarrollo socio económico: según Lewis el desarrollo de
una ética social y ambiental se encuentra cuando el estándar de vida esta
asegurado, cuando estamos rodeados de bienestar y confort para hacer nuestras
elecciones. Aun en las naciones mas prosperas los esfuerzos para salud, bienestar
y alimentos resultan ineficaces para la proporción de todo lo que se necesita. Una
ética social inconsistente no puede funcionar al lado de una ética ambiental
consistente. Esto es particularmente evidente. Mientras ahora reflexionamos sobre
el ambiente, el mundo aleja las distancias entre países ricos y pobres y el
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desequilibrio social de Africa y Latinoamérica con el primer mundo es cada vez
mayor. No obstante la reflexión sobre lo urgente debe considerar lo importante en
relación con el ambiente mismo.

De otra parte debe decirse de antemano que tal interdependencia natural entre
una ética social y una ética del medio ambiente, es francamente ineludible pues no
es posible construir una ética social prescindiendo de la ética del ambiente, ni
viceversa. Por ejemplo, se ha culpado al tercer mundo de amenazar con su
crecimiento demográfico la estabilidad planetaria; pero el problema demográfico
seriamente politizado ha sido objeto de opuestas e interesadas interpretaciones
dependiendo de la óptica que se tenga. Si bien la pobreza es causa de
superpoblación, esta es como tal un problema para quienes ven en el crecimiento
una amenaza para sus intereses. Bien puede comprenderse el crecimiento
demográfico del tercer mundo como una posibilidad de renovación de las
sociedades ricas y envejecidas de Europa, pero las dificultades de aplicación de
una ética social en términos de justicia planetaria pueden ser la causa de que dicha
comprensión no sea hasta ahora posible. De otra parte debe decirse que el
comportamiento frente al ambiente puede ser visto como menos lesivo que los
daños provocados por la sociedad del primer mundo, los cuales son muy
considerables en materia de contaminación y destrucción del ecosistema.

Esto muestra la interdependencia que hay entre lo ecológico y lo social, pero


también – y en modo considerable- lo político. No puede pensarse el problema
ecológico al margen de las relaciones naturales que establecen las sociedades del
momento. El modelo de la economía liberal ha permitido que todo esfuerzo de
productividad deba ser puesto en el contexto del mercado, el cual se rige por leyes
de oferta y demanda, capacidad de pago, existencia de materias primas, etc. La
explotación de los recursos planetarios está mediada por estas relaciones de
economía de mercado. Por ejemplo, los bosques naturales del norte de Brasil no
serían igualmente explotados con las consecuencias ambientales que esto genera,
si los condicionamientos económicos no fueran los que ahora son. Otro tanto
puede decirse de los intereses de desarrollo de las naciones subdesarrolladas en el
contexto de construcción de vías, generación de industrias etc, objetos sobre los
que la preocupación por un desarrollo inmediato conduce a un olvido de la
responsabilidad que se tiene sobre el ambiente. Colombia misma ha condicionado
de forma grave la estabilidad del ambiente a factores de orden político. Las
inmensas plantaciones de coca, han destruido miles de hectáreas de bosque nativo
en Putumayo y Caquetá, y las medidas de erradicación de los cultivos han
considerado desde la fumigación con tóxicos vegetales de gran poder como el
glifosato, - cuyas consecuencias ambientales a largo plazo no están aún
determinadas en el campo de dichos microambientes -, hasta soluciones
inmediatas, que, - no sin algo de servilismo político -, son asumidas para detener
un problema de raíces sociopolíticas; este ejemplo muestra como algo que no es
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un problema ambiental y que a la larga, se convierte en estricto problema
ambiental. El elenco de soluciones va desde la destrucción de cultivos por la
quema, y herbicidas hasta psudo- científicas soluciones como la propuesta de
“bombardear” con especies de hongos del tipo de los micosporum los cuales
destruyen el arbusto del que se obtiene el alcaloide. Mucho más puede decirse del
impacto social que produce el tema de la coca, no solo desde una perspectiva
sociológica, sino también ambiental y ecológica, en relación con las migraciones de
grupos humanos y el engrosamiento de las bajas y delictivas capas sociales de las
metrópolis contemporáneas. El crecimiento desmedido de las megápolis modernas
no solo es un problema serio de índole socio-política, sino también desde el punto
de vista ambiental. Un conocido ejemplo está representado en el crecimiento
desproporcionado de una ciudad como Bogotá, a consecuencia de una violencia
ininterrumpida por mas de 150 años, ha propiciado circunstancias que pueden ser
catalogadas como una vergüenza desde el punto de vista ecológico. Tal es caso
del río Bogotá, cloaca de una ciudad de cerca de 9 millones de habitantes que
producen diariamente toneladas de basuras, gasesy deshechos contaminantes, o la
destrucción del ambiente ecológico mediante la devastación indiscriminada de los
cerros de la sabana de Bogotá, en la búsqueda de espacio y materiales con los que
pueda construirse un lugar para vivir. De modo análogo puede decirse de
ciudades como México DC, en donde los problemas ambientales empiezan a
perjudicar de forma directa al individuo en relación con su salud.

Continuando pueden citarse lugares de la tierra como la cuenca del río Amazonas,
la cual goza en términos planetarios de especiales privilegios que atesoran una
particular biodoversidad no existente en otras latitudes. Curiosamente el grado de
subdesarrollo no permite a nuestros países -que gozan de esta gran biodiversidad-
, una explotación respetuosa del ambiente. La fragilidad de las economías ha
posibilitado una ausencia de conciencia al respecto junto a un derivado comercio
de especies de animales que son comerciados en mercado negro lesionando dicha
integridad. Especies antiguas como el caimán, el tigre u otros animales, han sido
casi extinguidos a consecuencia del desequilibrio económico en las latitudes
planetarias, lo cual favorece un mercado que pone en peligro el ecosistema. Esta es
la razón por la cual puede reafirmarse que el desequilibrio económico planetario
es perjudicial para el ecosistema. Debe decirse que ignorancia, hambre y pobreza
son enemigas del ecosistema por dichas razones. Pero también es indudable que el
problema del hambre y la pobreza deben ser solucionados no-solo por razones de
orden ecológico sino ante todo humanitarios. En este punto graves errores se han
cometido como el de pensar que es necesario acabar con la pobreza mediante el
exterminio de los pobres, y no mediante la eliminación de los factores
generadores de pobreza. Este es un vértice importante entre la Ecología, la Bioética
y la Economía, que demuestra que no basta la ecología para asumir
responsabilidad sobre el ambiente, sino que es preciso considerar aspectos
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bioéticos, sociales, económicos y de justicia de cara al ecosistema, y asumir
decididas conductas políticas frente al problema.

Estos ejemplos manifiestan como las circunstancia ecológicas están en directa


relación con lo social, lo político y lo económico como bien afirmara Lewis. No
obstante la problemática toma cuerpo en relación con la Bioética y puede
afirmarse que las reflexiones en torno al ambiente constituyen un campo definitivo
en el desarrollo de la Bioética misma. En este trabajo me propongo hacer una
aproximación a este problema.

Las relaciones de la Ecología y la Bioética

El concepto de Biotipo

El mundo natural viviente y no viviente está envuelto en sistemas de


comportamiento que en alguna medida se comportan como ciclos. Los ciclos de
síntesis y descomposición están casi todos mediados por la energía solar, la cual
conduce en gran medida los sistemas climáticos de la tierra y a su vez conduce
mediante la misma energía los sistemas vitales que proporcionan alimentos otros
sistemas mayores en lagos y océanos. Local y globalmente el ciclo de nutrientes
está mediado por la energía solar, o de modo indirecto por el metabolismo de esta
energía derivado de la fotosíntesis. Cada uno de los átomos que entran en el
proceso vital de la planta o el animal o cualquier forma vital entran y salen del
ciclo de la vida millones de veces. Este movimiento de uso y eliminación de los
átomos en los ciclos bio-geo-químicos, algunos mas complejos que otros es lo que
constituye la física y la química del ecosistema. El carbón por ejemplo es tomado
del aire como dióxido de carbono por las plantas y es incorporado a sus azúcares
que son consumidos por el animal, incorporado a sus tejidos y reinsertado al
planeta con su descomposición en la muerte. En dicho proceso el ciclo del carbono
como el de otros átomos y moléculas juega un papel para la vida. Nuestras
carreteras arrojan con nuestros vehículos toneladas anuales de oxido nitroso y
sulfúrico cuyos compuestos caen en forma de lluvia ácida. Este es un primer boton
de muestra que hace visible la interacción del hombre como parte de dicho
proceso. Veamos otros elementos sustanciales.

El bosque es considerado un biotipo, en tanto que a el pertenecen los árboles, los


arbustos, las hierbas pájaros, insectos y ácaros, así como las bacterias y gusanos
que se hallan en el. La materia se cierra en un ciclo de consumidores, productores
y destructores. El bosque como biotipo, es un lugar independiente y autárquico
9
del mismo modo que los desiertos el pantano el aire y las profundidades del
océano, las charcas y los estánques.

Cada biotipo es distinto, pero está relacionado con otros por una tupida red de
relaciones que los hace dependientes unos de otros. Juntos forman el espacio vital
o biotipo Tierra que se encuentra directamente en relación con el cosmos. La
ecología es por tanto la disciplina que hace posible la relaciona de objetos vitales
distantes como las hormigas con el sistema solar.

Todo biotipo posee una comunidad viviente llamada Biocenosis consistente en el


número de especies animales y vegetales que pueden cohabitar en relaciones de
forma estable y favorable
Una de las primeras leyes ecológicas es relativa al equilibrio. La ley del equilibrio
podría formularse del siguiente modo: Las especies que existen en una
comunidad viviente, el número de individuos de estas especies, la forma en que
están distribuidos así como el modo en que viven y pueden reproducirse, se
encuentran todos en un equilibrio biológico. Este equilibrio es labil y oscila en torno
a una situación media en tanto que no se modifiquen las condiciones del medio
ambiente. Es posible que un huracán destruya el bosque, que el verano deseque el
lago etc., lo cierto es que la naturaleza tiende a construir de nuevo una situación
de equilibrio.

De acuerdo con la ley del equilibrio se explica por qué muchas especies naturalmente
fecundas, permanecen con un número invariable de individuos. La Ecología demuestra que
generalmente las especies procrean una descendencia mucho mayor que la que puede
sobrevivir y que el espacio vital mantiene el exceso de la descendencia dentro de los límites
del equilibrio.

Por el contrario, el hombre es la única especie que no está sometido a las


limitaciones de su hábitat. El hombre transforma su hábitat y sus propios
condicionamientos vitales. Natalidad y mortalidad en el género humano no son
compensadas, motivo por el cual la población aumenta en cada decenio. Este
cambio es evidenciado por los ecologistas de la siguiente manera: la biocenosis, es
suplantada por una antropo-cenosis (espacio exclusivamente humanos); el paisaje
natural se convierte en paisaje civilizado, y la estepa natural se convierte en estepa
asfáltica civilizada.

Nuestra presencia sobre la biosfera obliga a pensar simplemente, cuál es la porción


de esta que deseamos usar para habitar y cuál de esta usaremos para preservar.
Ni el espacio ni sus recursos son infinitos. Es preciso que nos planteemos las
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relaciones de las sociedades humanas en relación con la biosfera. Las sociedades
humanas ejercen presión sobre la biosfera acelerando flujos y ciclos naturales.

De este conocimiento emerge la Ecología que estudia las relaciones entre los seres
vivientes en relación con su espacio vital. La ecología nace hacia 1900
pretendiendo articular los conocimiento propiciados por la Biología. El término
fue acuñado por Ernst Haeckel quien comprendía el oikos griego en el sentido de
hogar, y relación de vida. El conjunto de biólogos, botánicos zoólogos,
climatólogos y biólogos marinos, reúnen conocimientos con el propósito de inferir
postulados ecológicos.

La Ecología contemporánea ha reorientado su meta primitiva. En un principio se


ocupó sencillamente de las relaciones entre los vivientes; hoy se preocupa además
del conocimientos de las especies de vida de la totalidad del planeta en relación
con la intervención del hombre. De esta preocupación emerge la ética
ambientalista con el siguiente tipo de cuestionamientos: Son éticas las acciones del
hombre en relación con el ecosistema? Es ética la despreocupación sobre estos temas por
atender solamente lo urgente? Es ético desconocer el futuro del planeta con relación a las
nuevas generaciones?

En realidad son infinidad de daños que el hombre puede realizar al ecosistema: un


lago puede ser el lugar en el que se refleja de modo proporcionado lo que el
hombre hace con su planeta: Nubes verdes de plancton junto a residuos de basura,
botellas, latas y plásticos. En el proceso, las bacterias no alcanzan a descomponer
los residuos orgánicos y muchos de estos residuos que no se descomponen van a
parar al fondo del lago. El ácido sulfídrico procedente de la oxidación y
descomposición de estos elementos de deshecho y la materia orgánica asciende, y
como consecuencia el plancton muere y vuelve al fondo: El proceso de
putrefacción consume el oxigeno que es indispensable para los pobladores del
lago. En consecuencia se ha roto el equilibrio a causa de la intervención directa del
hombre. El ejemplo puede trasponerse a macro ambientes. Pensemos en el
petróleo explotado como fuente de contaminación, los accidentes de los buques
petroleros, la generación de material radioactivo, las pruebas nucleares en los
fondos marinos, la contaminación de ríos con excretas de metrópolis como sucede
con el río Bogotá en Colombia, y en muchos otros países.

Las especies de microorganismos se constituyen en instrumentos de medida de la


ecología. La presencia o ausencia de estos es señal de que se viven ciertos
procesos. Por ejemplo existe un gusano que solo sobrevive en aguas en donde el
oxígeno es escaso. Crece con facilidad en aguas residuales. Este gusano es el único
ser vivo que habita hoy el Támesis; durante le reinado de Enrique II se tiene
11
noticia de que el río era rico en salmones y ostras. Algo análogo puede decirse
de los ríos en Alemania donde el Rin en su confluencia con el Meno en Francfort,
presenta niveles de alta contaminación y disminución en sus niveles de oxígeno.

Los mares se ven contaminados por el petróleo. Solamente en el Rin se calcula que
aproximadamente 120 toneladas de polución proveniente del petróleo proceden
de los 20000 barcos que lo surcan. Son frecuentes los desastres ecológicos causados
por las colisiones de los buques petroleros. En 1966 se arrojaron al mar 45.000
toneladas de petróleo, generando las clásicas nubes de petróleo de varios
kilómetros cuadrados. Lo cierto es que el océano, los lagos y los ríos solo pueden
sobrevivir si se preserva el equilibrio ecológico. Si el hombre lo destruye y no lo
sustituye, pone en peligro su propia existencia.

Otros célebres procesos son los que involucran factores de contaminación


atmosférica secundarios a las actividades industriales son el dióxido y trióxido de
azufre, ácido sulfúrico, ácido fluorídrico, oxido y dióxido nítrico. Polvo de
siderurgias, hidrocarburos, ácido clorhídrico son uno de los grupos importantes
de derivados que se constituyen en elementos de alto poder contaminante. De la
misma manera que el agua ha perdido su capacidad de limpieza, el aire ya no
tiene poder de autolimpiarse. La resultante de este proceso es el deterioro
ambiental progresivo en el contexto de la ignorancia y la irresponsabilidad
política.

El propósito de la ecología no solamente es la denuncia de estos hechos que vienen


realizándose desde hace décadas sino también la búsqueda soluciones a estos
problemas. Uno de los ejemplos emblemáticos de la investigación orientada al
medio ambiente fue realizada desde hace 30 años por el instituto Max Planc que
investigó el ciclo vital de un junco ( Scirpus Lacustris L) que tiene la capacidad de
soportar concentraciones elevadas de fenol e incorporarlo en su metabolismo. El
fenol disuelto en el agua es un veneno mortal para los peces. No obstante el junco
tiene gran capacidad de absorción del fenol y de otra parte puede ser usado como
alimento para el ganado, vii[7]

Otros célebres ejemplos mucho más recientes de la investigación científica en este


campo relacionan otras plantas con el arsénico y otros elementos tóxicos. No
obstante, la investigación en este campo es verdaderamente incipiente lo que hace
que la distancia entre la capacidad de intervenir científicamente y en el gran
deterioro ambiental sea supremamente grande.

Algunos eventos propiciados por el hombre en contra del ecosistema


12
Efecto invernadero

La emisión de CO2 y de otros gases como resultado del uso de combustibles


fósiles ( carbón petróleo y gas) puede eventualmente cambiar el clima de la tierra.
El efecto se explica por la absorción que estos gases hacen en la atmósfera de
radiación infrarroja emitida por la tierra y calentada por el sol. A pesar de que no
se ha comprobado científicamente se cree que este fenómeno ya empezó, y se
considera que con alta probabilidad la temperatura media de la tierra puede
aumentar entre 1 y 4.5 grados alrededor del año 2100. Como consecuencia puede
aumentar el nivel del mar hasta 6 cm por década a consecuencia de la expansión
del agua por la temperatura y la fusión de parte de las zonas glaciares; como
resultado de este fenómeno, las zonas costeras pueden quedar inundadas con la
desaparición de costas de países como Egipto Vietnam, Pakistán y Bangladesh. La
forma de evitar el calentamiento es limitar la producción de CO2. Las medidas
asumidas generalmente parecen ridículas al hombre contemporáneo que las
asume como una molestia en el devenir cotidiano de su vida. Controlar la emisión
de gases de su auto puede significar en el computo de cientos de miles de autos en
el mundo varias toneladas de gases contaminantes que en un período de tiempo
pueden provocar calentamiento atmosférico y consecuencias todavía
desconocidas. En este contexto la educación de la sociedad es de gran importancia
pues coopera en una visión integral del planeta y de nuestras acciones.

Adelgazamiento de la capa de Ozono

El ozono (O3) es la molécula que juega un papel importante en la protección de


las radiaciones ultravioleta en la superficie de la tierra; desde 1985 se conoce un
adelgazamiento de la capa de ozono en el polo sur. Este agujero ha empeorado con
los años. En 1990 se evidenció una perdida del 8% en los niveles de ozono de la
atmósfera. Los riesgos de los habitantes de las zonas más septentrionales a
exponerse a radiaciones ultravioleta puede considerarse como un peligro. Como
causa de este daño se citan la liberación de productos industriales como el
metilcloroformo, clorofluorcarbonados, tetracloruro de carbono.

Deforestación
Los bosques juegan un papel importante en la preservación del medio ambiento
porque capitalizan gran cantidad de carbono que de otra manera pasaría a la
atmósfera como CO2.
En la Amazonía se estima que la deforestación alcanza el 10 % de su superficie.
Otros bosques que sufren el problema de la deforestación se encuentran en
Canadá, Alaska Escandinavia y Rusia.
13
Disminución considerable de la Biodiversidad
Si se mantiene el ritmo de desarrollo se estima que en 5 años se habrá destruido el
15% de especies de los 10 millones que se estima que hay sobre la tierra.
Se piensa que la diversidad de especies puede ser un recurso inestimable que
estimule la economía en especial a la posible explotación genética de la variedad
de especies con aplicaciones terapeuticas y farmacológicas.

Interacción biotecnológica con el ambiente


Otro factor que obliga a serias consideraciones éticas es a alteración genética de
especies con fines biotecnológicos, la cual genera también un impacto ambiental
serio de graves y todavía desconocidas consecuencias para el futuro. Este es un
serio ejemplo que demuestra como el planeta puede ser usado con una mirada
netamente utilitaria. El material biológico es patentado y manipulado como
cualquier otro instrumento del que se obtienen beneficios directos e indirectos.

El problema Urbano
La vida urbana ofrece cuestionamientos desde varios puntos de vista. La dinámica
de la supervivencia, la calidad de vida, la urbanización como fenómeno
sociológico, etc. Desde la perspectiva del medio ambiente la vida urbana es
cuestionable también. El mundo urbano genera un impacto ambiental de graves
consecuencias. Concentraciones humanas requieren de alimentos, agua, materiales
para la construcción de sus viviendas y calles, erosionando y destruyendo
montañas. La instalación de fuentes de agua potable y de excretas lesionan el
medio ambiente alterando el ecosistema. Su vida interna genera conflictos
relacionados con un transporte individual contaminante.
La interacción entre la sociedad humana y el resto de la biosfera pone en evidencia
notables puntos de fricción a escala local y global.
Los ecólogos perciben desequilibrios o disfunciones relacionadas con el
comportamiento del hombre. Los efectos son analizados desde varios puntos de
vista. Por ejemplo un análisis relativamente reciente relaciona los problemas
ambientales, las consecuencias en el plano de la salud mundial y sus efectos sobre
la productividad, valor de considerable preponderancia en la mentalidad
contemporánea.viii[8] ( Ver cuadro 1)

Cuadro 1.

Problema Consecuencias para la salud Efecto en la productividad


ambiental
14
1. Mas de 2 millones de Disminución de la
Contaminación muertes y miles de casos de pesca. Aumento de
y escasez de enfermedad se atribuyen a gastos en el suministro
agua la contaminación. Deficiente de agua potable.
higiene en los hogares limitación de la
predispone a enfermedades, actividad económica
2. Se calcula 300 a 700 mil Restricción ene el uso de
Contaminación muertes prematuras por vehículos y actividad
del aire enfermedades pulmonares industrial durante
de las que el 50% pertenece episodios críticos. Lluvia
a la población infantil. ácida en bosques y
Mujeres y niños se resienten masas de agua
a consecuencia del humo
dentro de sus viviendas.
3. Desechos Aumento de basuras y Contaminación de
sólidos putrefacción. recursos de agua
Atasco de tuberías de superficial y subterránea
drenaje
4. Degradación Susceptibilidad a sequías. Pérdida de la
de suelos Desnutrición en agricultores productividad entre el
y consumidores por 0.5 y 1.5 % del PNB.
deficiencias en la tierra Sedimentación de
embalses y canales de
transporte fluvial.
5. Inundaciones que producen Erosión , inestabilidad
Deforestación muertes y enfermedades de cuencas hidrológicas
aumento del CO2
6. Perdida de Posible disminución de Inestabilidad de
la diversidad sustancias para ecosistemas. Menor
biológica medicamentos capacidad e uso de
recursos energéticos
7. Cambios Enfermedades atribuibles al Elevación del mar y
atmosféricos agotamiento de la capa de consecuentes daños.
ozono ( 300 mil caso al año Cambios en la
de cancer de piel y 1,7 productividad agrícola,
millones de casos de perturbación de la
catarata. cadena alimentaria
marítima y disminución
de la pesca.
15
Otros problemas

La gama de problemas ambientales es amplia y sin duda alguna los procesos tiene
mutua interrelación con efectos en algunos casos previsibles y en otros no. El
retroceso de bosques naturales, agotamiento de especies, y los graves problemas
en relación con el agua potable. Se afirma que el problema del siglo XXI será la
escasez de agua. La información al respecto y las medidas encaminadas a
disminuir este grave pronóstico ambiental son desconocidas y en el caso de
Latinoamérica inaplicadas. El serio tema de la contaminación atmosférica, en
absoluta interdependencia con la concentración urbana, la problemática de
población, pobreza, marginación e industrialización son elementos que hacen
parte de un entramado sociopolítico en el que se halla el problema ambiental. En
dicho problema se condicionan en modo bidireccional factores sociopolíticos y
ambientales. Marginación y exclusión de grupos sociales, desigualdad de ricos y
pobres descuido en la educación etc necesariamente condicionan los problemas
ambientales y de modo ineludible los problemas ambientales condicionarán los
sociopolíticos con un peor agravente: la capacidad de resolución de los problemas
ambientales es mucho mas lenta, mas costosa y más difícil para países como el
nuestro.

El objetivo ecológico y el de la bioética son simultáneos, interdependientes.

La Bioética de Potter establece como criterio esencial de su pensamiento un puente


entre las humanidades y las ciencias biológicas. Esta fue la primera motivación
inspiradora de una Bioética original. No obstante el proyecto potteriano, tomó
otros rumbos cuya predominancia la asumió la clínica. Solo años después se
reconoce el campo ambiental como un campo sustancial de la Bioética misma, el
cual debe ser estudiado no sol por los ecologistas cuanto por eticistas. Es por esta
razón por la que la llamada ética ambiental busca la preservación y restauración del
ambiente incluyendo al hombre mismo, las plantas y animales y su habitat
dependiente de ecosistemas. Aire limpio, agua potable, mundo libre de basuras y
contaminantes puede ser la bandera de un ecologismo simple en cuyos propositos
se inscribe también la Bioética contemporánea, incluso la de Potter. Una ética
sobre la vida, una Bio-ética, debe considerar todos estos elementos pero no con
exclusividad. El problema radica en afrontar un autentico punto de vista: Una
preservación ética del hombre y del ambiente sí pero desde donde? Desde el hombre
y en referencia a lo humano? Desde “la vida” en general? Desde la biosfera? He aquí un
sobresaliente problema que afronta de modo simultáneo e interdependiente las
dos disciplinas. Tanto la ecología como la Bioética hacen cuestionamientos sobre la
relación del hombre con el ambiente. Pero solo esta última puede hacer
cuestionamientos en materia eco-social. La Bioética puede hacer manifiesto cómo
16
la ética social esta en constante colisión con la ética del capitalismo liberal, y
cómo la etica sobre el ambiente en un discurso liberal puede estar impregnada de
deformaciones y serios condicionamientos políticos, y sin embargo mostrarse
todas ellas bajo una perspectiva ecologista.

Es evidente que los problemas que suscita la etica ambiental, hacen necesario
poner nuevamente en el terreno de la discusión las preguntas fundamentales de la
filosofía: quién es el hombre? Cual es su sentido, cual es su papel en el mundo?,
preguntas sin las cuales es posible responder a siguientes interrogantes como los
que nacen de la reflexión sobre los problemas de tipo ambiental. Pueden excluirse
estas reflexiones por considerar de modo pragmático que el problema ambiental
nada tiene de metafísico. Ante este problema – siguiendo este punto de vista- , se
requieren soluciones coherentes de carácter puramente ecológico. Pero una visión
detenida de la ética ambiental debe situar su discurso necesariamente en el
problema del hombre y el cosmos, bajo una simple pregunta: Cuál es su lugar? De
aquí que la determinación de su lugar, da las pautas para una ética ambiental, que
establezca las relaciones entre el hombre y el cosmos en el sentido griego, pero
bajo una óptica moderna.

Que el hombre sea o no el centro del cosmos y de la creación parece ser hoy en día
un interrogante superado por las corrientes ambientalistas. Para todos sin
excepción el hombre es una especie mas entre otras cuyas relaciones con el cosmos
deben articularse bajo la óptica de los movimientos ecológicos. Observando
cualquiera de estos movimientos de baja, moderada o alta “densidad de visión
ecológica”, se advierte que ninguno considera que en realidad el hombre sea el
centro de la creación pues tales conceptos de carácter antropocéntrico o de
creación pertenecen a una visión religiosa y por tanto incuestionable para el
hombre. La cosmovisión religiosa, - cualquiera que esta sea -, ha sido excluida de
todo tipo de debate por tratarse de una visión que pertenece a la esfera de lo
personal e individual, de lo “no razonable”-; sin embargo su influencia directa en
las relaciones del hombre con el mundo parece no tener igual. El hombre
contemporáneo heredero del mundo ilustrado ha ofertado a la ciencia como el
camino de la liberación y se ha lanzado a la conquista y dominación del mundo y
de todo lo viviente, con una visión de fondo netamente religiosa. “Creced y dominad
la tierra” parece ser el criterio con el que el hombre moderno frecuentemente ateo
para la dominación del cosmos - y quizá creyente en la esfera de lo individual- ha
conquistado el mundo. En esta conducta es de resaltar la comprensión que la
modernidad reforzó sobre el cosmos. El pensamiento cartesiano acentuó todavía
más la brecha entre el hombre y el cosmos mismo cuando interpuso una tajante
división entre la res cogitans y la res extensa. Bajo este criterio el hombre se presenta
como sustancialmente distinto al cosmos por su capacidad racional. Tal postura
consolidada durante cerca de 4 siglos plantea dificultades serias que lo apartan de
lo natural, y que por lo mismo establecen relaciones antinaturales que como hoy
17
se evidencia perjudican al hombre mismo. Puede afirmarse que entre el hombre
y la natura hay una relación solidaria de interdependencia, sobre la cual han
existido varias décadas de injusticia. La actitud del hombre del siglo XX ha estado
muy lejos de la contemplación para inscribirse en la dominación. Y de modo
particularmente curioso e inesperado, ha cumplido el mandato divino de “creced y
dominad la tierra”. Nunca como hoy la población mundial creció tanto como en el
pasado siglo. De 750 millones en el siglo XIX, el siglo XX dejó un saldo cercano a
los 6.500 millones de habitantes. Y nunca antes había dominado el mundo como
ahora puede hacerlo.

Aproximación bioética a la problemática eco-ambiental

Elementos sociales involucrados


No puede ser ya un interrogante ni siquiera una sugerencia, sino un imperativo
deber de la humanidad cambiar de conducta ante el mundo natural. Aquí es
precisamente donde la Bioética tiene la necesidad e recabar nuevos recursos
teóricos procedentes de la filosofía natural, de la biología, y de la ecología para
asumir los desafíos que representan 6 mil millones de seres humanos, en
constante movimiento, condicionados por factores sociales de necesidad, mercado,
alimentos, salud, etc., de los cuales el 75% vive en condiciones de pobreza y solo el
25% viven al nivel de los actuales países ricos.

Es en este nivel en el que la discusión actual sobre el ambiente debe situarse.


Muchos ambientalistas enfocan el problema ambiental como un problema de los
países pobres. Según ellos, son los países pobres quienes provocan las alarmantes
cifras de mortalidad infantil y materna, y frente a los cuales es preciso asumir
medidas urgentes que detengan el crecimiento de la población. Aquí emerge el
clásico sofisma según el cual el mejor modo de acabar con la pobreza es
reduciendo el número de los pobres mediante mecanismos de esterilización
masiva y condicionamientos económicos. Un enfoque que sitúa la problemática en
un extremo poblacional cercano al 25% impone un sesgo evidente en la
comprensión del problema socio-ecológico.

Es una realidad que las relaciones del hombre con la natura están mediadas por
una directa relación del hombre consigo mismo. Que el hombre se relacione de un
modo determinado depende en gran medida de la situación real de los grupos
sociales es decir de las relaciones del hombre consigo mismo. No es una
coincidencia que Latinoamérica sea un grupo humano que derrocha sin
planificación sus recursos naturales. Tal derroche se debe a condicionamientos
sociales específicos que limitan la atención de tales problemas ante la urgente
necesidad de resolución de otros.
18
Para algunos lo que se conoce con el nombre de ética aplicada, tiene dos
vertientes. Por un lado la bioética, que trataría todos los problemas concernientes a
la vida y de otro lado la ética ambiental o ecológica; para otros como el autor, la
Bioética no es diferente pues se trata del mismo objeto que en el contexto de
planeta, hace de la preocupación Bioética y la preocupación ecológica una misma
cosa. Tanto la biología, la ecología y la misma antropología han venido insistiendo
en la pertenencia del hombre a la naturaleza y es una preocupación bioética el
lugar del hombre en el cosmos y las relaciones de interdependencia natural que
tiene el hombre con el ecosistema.

Si bien el hombre pertenece al ecosistema como lo son las demás especies el modo
de pertenencia no es el mismo que el de las demás especies. Considerando el
hombre como fruto de una evolución biológica su pertenencia al ecosistema tiene
elementos sustanciales que lo distinguen en modo radical de las demas especies
del ecosistema: citaré solo algunas: 1. El hecho de que el hombre piense el
ecosistema y se sitúe a sí mismo dentro de él, es una operación racional que no
hace ninguna las demás especies. 2.En modo negativo el poder destructivo, de
contaminación y de transformación destructiva del medio ambiente es otra de las
características que sitúan una especial diferencia de lo humano en relación con las
otras especies. 3.Dado el gran poder de preservación o de destrucción del
ecosistema, su consciencia de este poder y su sensibilidad ética frente al problema,
la especie humana tiene una responsabilidad etica frente al ecosistema. Estas
sobresalientes diferencias que permiten un particular espacio para la reflexión
bioética sobre el ambiente, hacen incuestionable la relación del hombre con el
ecosistema y del análisis ético de esta relación un capitulo sobresaliente de la
Bioética, en especial el relacionado con la antropología. El hombre se ha pensado a
sí mismo siempre como el centro de la realidad, de la creación y la cosmovisión
religiosa que ha determinado la forma del pensamiento occidental hace que solo
hasta ahora seamos conscientes de la realidad no en cuanto conocible, dominable,
y explotable, sino como un habitat, un oikosix[9] humano, frente al que tenemos
serias responsabilidades como especie.

Todas las cosmovisones que sobre el hombre se han ofrecido hasta el siglo XIX no
pusieron jamas en duda la superioridad del hombre ante lo existente en el cosmos.
Por encima del hombre solo Dios y sus ángeles, podría afirmarse que fue el
pensamiento con el que se habitó, conquistó y transformó el mundo. Si el
medioevo ha sido cuestionado por esta visión antropocéntrica, la beligerante
ilustración y sus efectos en pensamiento moderno y contemporáneo no son menos
antropocéntricos. Los alcances de la teoría de la evolución con el pensamiento de
Darwin, Lamarck y luego Wilson y otros, hicieron posibles cuestionamientos que
empezaron a erosionar la antigua cosmovisión. Los aportes de la ciencia moderna
hacen pensar que si bien el mundo es grande, no es infinito. La noción de mundo
19
como objeto de explotación casi infinita ha desaparecido mediante la
comprensión que tenemos del mismo.
Esta comprensión del mundo ha permitido pensar al hombre y al género humano
como una especie de particular comportamiento en el ámbito de varios niveles.
Por ejemplo el numero de individuos de la especie humana es comparable solo
con el de las bacterias, los peces de menor tamaño del océano y quizá los insectos.
Pero en estas y en otras especies jamas se evidenció el poder de mantenimiento de
supervivencia de sus crías e individuos ancianos como en el hombre. Tampoco su
poder depredador y de transformación del hábitat natural por el de concreto y
asfalto de las ciudades y grandes metrópolis que albergan decenas de millones de
individuos.

La capacidad de continencia ambiental a los cambios provocados por la especie eran


absorbidos con ventaja por el planeta hasta apenas 150 años. Me refiero en
particular a la transformación del ambiente vital, la generación de basuras y
elementos de contaminación etc. A nadie se le ocurriría que una aldea del siglo XII
pudiera alterar o poner en peligro el medio ambiente con sus basuras, excretas y
deshechos. Esto solo pudo ser pensable en el ambito de grandes ciudades como
Paris o Londres, y solo hasta hace pocos siglos. Sin embargo el siglo XX se
caracteriza entre otras muchas cosas por el poder destructor del medio ambiente
en múltiples modos. El siglo del Progreso que propulsó el crecimiento de las
fabricas, la explotación y comercio mundial del petroleo, los transportes, la
generación de miles de toneladas de material radioactivo, de toneladas de
materiales no degradables como los plásticos etc., tiene una altísima cuenta por
pagar al ecosistema, y solo apenas hace pocos años hemos empezado a tomar
conciencia de estos problemas provocados por una cosmovisión estrecha carente
de futuro y de sentido de responsabilidad individual y colectiva, heredera de
varias corrientes de pensamiento, entre los que sobresalen el cartesianismo, y la
filosofía moderna, cuya atención centró en el hombre y en sus problemas todo el
esfuerzo de su razón. No es admisible culpar a nadie de esta grave omisión, pues
no es el papel de la historia ni el del autor el de juez. Afirmemos simplemente que
el descuido por el ambiente tiene varios siglos y que en presencia del
convulsionado siglo XX hemos sido mas conscientes de la necesidad de pensar con
un punto de vista mas amplio sobre nosotros mismos, y sobre el cosmos que
habitamos.

Raíces filosóficas de la ruptura hombre- natura

El concepto de naturaleza no es un concepto científico, aunque sea la ciencia la que


se ocupe del estudio de la naturaleza y de lo natural. En realidad el concepto de
natura es un concepto filosófico, y quizá incluso teológico tanto como otros
20
conceptos que son usados en otros ámbitos de igual modo que el concepto de
ciudadano. La admiración frente a la natura es una actitud que procede de los
griegos y que hoy hemos perdido por un exceso de aproximación científica. Es por
esta razón por la cual el concepto de ecología nos devuelve a la noción de casa -
“oikos”-, y en realidad puede ser de esta una gran meta bioética que permita la
recomprensión del mundo como natura, sobre la cual se vuelva a la griega
admiración. La ciencia ha “desencantado” el mundo. La descripción analítica del
mundo y los procesos vitales han dejado de lado la admiración y la contemplación
perdidas. En realidad la ecología no es el estudio de las cosas vivas y de la vida en
sus relaciones biológicas intimas, sino también el estudio de las condiciones bajo
las cuales la vida puede ocurrir. Se trata del estudio de las relaciones de los
sistemas biológicos con los sistemas no biológicos en cuya mutua interacción
emerge maravillosamente, -admirablemente- la vida.

Otros son los aspectos antropológicos y de cosmovisión filosófica que afectan la


reflexión bioético-ecológica; la visión pretendida por la modernidad, hizo del
cogito cartesiano el eje sobre el cual el hombre construyera las bases de un
antropocentrismo radical. La duda metódica y los deseos ilustrados de comprender
al mundo y al hombre al margen de la visión judeocristiana como criatura,
emanciparon a la razón a favor de la autonomía y permitieron que el olvido de la
pertenencia del hombre a la naturaleza fuera todavía mayor. El ideal ilustrado y
luego el esfuerzo de la filosofia kantiana por fortalecer la autonomía, y establecer
límites al conocimiento reafianzaron el antropocentrismo, no solo como
fundamento de toda posterior filosofía, sino como modo natural de vivir.

De este modo la pretensión de cualquier óptica ecológica aspira a la superación de


los dualismos del cartesianismo res cogitans- res extensa pues tal escisión ha
provocado la ruptura entre hombre y natura con las graves consecuencias que
hoy afrontamos. La res cogitans cartesiana, se limito a pensar y apropiarse e la res
extensa haciendo de esta un simple objeto manipulable, explotable desconociendo la
interdependencia hombre-natura. y que junto con otros pensamientos hicieron que
el hombre se centrara sobre sí mismo y no mirara a su alrededor. La creciente
compleja realidad de lo humano absorbió por completo la observación de la
realidad y el hombre como parte de ella. Sea esta pues una justificación del autor
para tan grave olvido.

El esfuerzo ahora es el de la deconstrucción del ideal racional ilustrado en favor


del hombre mismo y del ambiente. La gran babilonia racional debe ser
deconstruida en función de una visión antropológica que piense el lugar del
hombre en el cosmos que habita y deje de lado el afán de conquista que en
realidad, no dista mucho del afán del lucro. En medio del poderoso afán de
conocer y dominar la vida subyace un pequeño hombre no acepta el dolor ni la
21
muerte, y que aspira a dominar en sentido material y utilitario un cosmos que
con el poder de la ciencia cada vez mas tiende a empequeñecerse. En este proceso
no sería extraño encontrar un argumento que sostuviera bajo esta degradante
óptica utilitaria, que si el ambiente se sigue destruyendo, no habría problema
pues se podría buscar otros lugares donde habitar y seguir considerando esta
tierra como desechable.

En realidad, la modernidad trae consigo una visión genuinamente


antropocéntrica, y una desconfianza en la ética derivada de dicha cosmovisión. El
esfuerzo de la modernidad por demostrar que las ideas de la vida buena
propuestas en la antiguedad no eran válidas -bajo el supuesto según el cual la
mayoría de las personas no pueden vivir según ellas - es un esfuerzo en el que
sobresalen las ideas de Montaigne, pero en realidad la tesis de Montaigne, como
el mismo Descartes no ofrecieron nada a cambio. En este sentido la Europa
moderna se refleja inquieta, confiada en sí misma, pero dividida entre una moral
protestante y católica que busca en la moralidad un espacio que va más allá de los
principios sectarios. La doctrina moral antropocéntrica compartida por católicos y
protestantes era la que sostenía que las leyes de Dios nos exigen actuar de
determinada manera, y que – sepámoslo o no- dicha manera de actuar va en
beneficio de todos. El pensamiento moral del siglo XVII concebía al ser humano
como un ser creado por Dios y concebido para desempeñar un papel en la creación
de Dios.

Renombrada heredera de la modernidad y promotora del incremento de la


ruptura del hombre y la naturaleza fue en gran medida la filosofía kantiana, que
dentro de su aproximación al problema epistemológico y la formulación de una
ética basada en una moral autónoma, reafianzó esta visión antropocéntrica del
cosmos, y como se ha dicho ya, separó aún más la brecha entre el hombre y la
natura. Kant defiende la versión más radical de que la moralidad se desprende de
la naturaleza humana. La clave de su concepción es la libertad. Tan pronto como
sabemos que debemos hacer algo, sabemos que podemos hacerlo; y esto solo puede
ser verdad si somos libres. Para Kant la única forma de ser libres es que nuestras
acciones estén determinadas por algo que se desprende de nuestra propia
naturaleza. Aquí se reafinaza aún más el antropocentrismo criticado por algunas
corrientes ecologistas, pues la noción de libertad es de modo restrictivo, una
noción reservada para el hombre. No puede decirse menos de la filosofía que le
sucedió. Incluso la postura marxista también favoreció una perspectiva
antropocéntrica. Para Marx el mundo existe como sustrato de la materia que el
hombre está en condiciones y en la obligación de transformar. Puede decirse que
desde el siglo XVI en modo generalizado el hombre se centra sobre sí mismo, y en
la alabanza a la racionalidad y al conocimiento empírico, se separa la relación
natural de interdependencia entre el hombre y la natura.
22
El problema del progreso

El progreso es el resultado del triunfo de una racionalidad que con sus aplicaciones
técnicas ha incrementado el domino sobre la naturaleza. Pero dicho progreso es fiel
heredero del antropocentrismo radical. Es curioso observar como una comprensión del
progreso abrigada en una noción de dominio del hombre se transforma en una visión que
no desea ser más antropocéntrica. Quienes han sido forjadores de la noción contemporánea
de progreso hoy lo cuestionan desde una perspectiva biocéntrica. Son ellos mismos quienes
hablan de “tabúes arcaizantes” que han sido desplazados por la ciencia moderna.
El progreso se ha propuesto dejar las leyes de la naturaleza para configuarla según
voluntad propia en orden a la productividad. El progreso articulado mediante cuatro
elementos sustanciales, ciencia, técnica, economía industrial y poder, ha situado al mundo
contemporáneo en una encrucijada paradójica: un desmedido crecimiento de la capacidad
tecnológica de un lado, y de otro, problemas humanos esenciales que no son todavía
resueltos. Africa moribunda y condenada a desaparecer. Latinoamérica empobrecida
distante cada vez mas del primer mundo se constituye en un obstáculo para los deseos de
progreso y bienestar del primer mundo. La técnica también se debate en medio del contexto
socio-político con intereses creados y fundados en el poder y en el lucro. Sin estos elementos
no habría sido posible la decodificación del genoma humano y de otras especies que ha
conmocionado los albores del siglo XXI. Sea este otro momento para reiterar que dicho
proyecto es el resultado de una síntesis entre la economía y la ciencia. Si no hay sociedad de
consumo que apoye la economía tecno- científica nada de lo alcanzado en el siglo XX habría
sido posible.

El progreso se pone en cuestión de cara a los problemas ambientales porque su


fundamento es la poderosa noción de productividad utilitaria individual. Esta
noción puesta como objetivo desde hace cerca de dos siglos y medio ha propiciado
una colisión que sitúa el ideal de progreso, la sociedad que se esfuerza en
alcanzarlo, -y en nuestro caso- los efectos ambientales, en una lucha constante.
Quizá el problema ético - ambiental no sea un objeto desde el cual la noción de
progreso pueda ser cuestionada en modo directo. Pero sin duda es un lugar desde
donde pueden palparse los efectos de una noción que debe ser cuestionada con
sereno espíritu crítico. Pero es evidente el divorcio entre el desarrollo de la vida
humana y la naturaleza, con la mediación de la ciencia es el problema que ahora
afrontamos y que pretendemos resolver con el apoyo de la Ecología la Bioética
misma.

Interpretaciones sobre la problemática

1. Antropocentrismo : presupuesto y punto de partida de los valores morales de


occidente
23

Hemos examinado ya al antropocentrismo radical como una de las causas de la ruptura


entre el hombre y la naturaleza. Se trata de un extremo en el cual esta postura que eleva a
la razón humana al mas alto grado de superioridad, por encima de la cual solo existe Dios -
cuando se le nombra-, y que es el eje de los valores de la cultura occidental durante cerca de
25 siglos. La cosmovisión que pone al hombre con razón, libertad y lenguaje como criterios
de ser moral y como centro del cosmos con un carácter de superioridad frente a este, es
simplemente grecorromana y luego judeocristiana. Las visiones orientalistas están
inundadas de simbolismos, y no son uniformes en relación con el lugar del hombre dentro
del cosmos. Por el contrario, todas las variaciones que sobre esta visión se pueden reconocer
en la historia del pensamiento de occidente en relación con el lugar preponderante del
hombre sobre todo el cosmos, son realmente insignificantes en relación con esta constante
que solo fue cuestionada por el evolucionismo darwinista hasta el siglo XIX. Puede decirse
que la ciencia y toda la cultura gozan de una visión antropocéntrica que para bien o para
mal ha sido la que ha defendido la especie de su muerte. Dicha visión ha sido acentuada
incluso por la ciencia misma. Gracias a su poder transformador se ha instaurado como
única forma válida y reconocida para comprender el cosmos. La pretendida neutralidad en
el conocer de carácter científico está además contaminada de conceptos contemporáneos
como la productividad, el consumo y el beneficio, acentuando todavía mas el carácter
antropocéntrico de la misma y los efectos también antropocéntricos de sus resultados. En la
ética y la filosofía sucede otro tanto.

Antropocentrismo judeo-cristiano
El modelo de la ética antropocéntrica está representado de modo sobresaliente en la filosofía
kantiana, y por su puesto en el cristianismo que en su cosmovisión propone al hombre
como “Imago Dei”( Imagen de Dios). El hombre como ser moral se halla en capacidad de
comprender la ordenación del mundo actuando libremente y sometiendo su voluntad a la
ley: “La voluntad humana está sometida a tres órdenes. En primer lugar al orden
de su propia razón, en segundo lugar a las ordenes del gobierno humano, sea
espiritual o temporal, y en tercer lugar está sometida al orden universal del
gobierno de Dios.”x[10] El elemento común es la legislación humana como nomos (ley
)en relación con el logos o razón cósmica. Bajo esta óptica el hombre ocupa un lugar
particular de superioridad en el cosmos, lo que lo lleva a establecer relaciones particulares
con él. Se le objeta al cristianismo presentar al hombre como dueño y señor del cosmos
reduciendo al planeta a un mero objeto de libre explotación.

Antropocentrismo utilitarista
Una de las versiones contemporáneas de un antropocentrismo de corte utilitarista
está representado por el pensamiento anglosajón en donde frente al problema
ambiental se espera simplemente que se amplíe el horizonte de responsabilidad de
lo humano. De esta manera, animales, plantas y ecosistema en general adquieren
el rango de “valores morales” que deben ser preservados, pero siempre bajo la
24
óptica de la utilidad. Cuidar el ambiente es útil, pues preservarlo beneficia
directamente al hombre. La lógica utilitarista de máximo placer y máximo
beneficio para el mayor número de individuos es vigente dentro de esta óptica en
la que el ambiente es otra “cosa” más que beneficia al hombre.
El modelo antropocéntrico utilitarista sitúa al hombre en un beneficiario de la
naturaleza; de esta relación emanan deberes, se justifican conductas basadas en
necesidades terapéuticas, estéticas, o biológicas o económicas. La economía es una
forma de energía natural con la que actúa el genero humano. En ciertos lugares
hay mas energía transformadora que en otros. Por esto la economía hace parte del
medio ambiente. Acciones como la polución, la deforestación, alimentan el
discurso de solidaridad para con el planeta. Como consecuencia los deberes éticos
desde una ética antropocéntrica de corte utilitarista seria la necesidad de preservar
el ambiente en interés de la humanidad. Ampliado a otras especies, sería en interés
de todo ser capaz de vida y placer debe protegerse la naturaleza. Esto trae
consecuencias serias por ejemplo en la explotación de los recursos de cara a las
generaciones futuras, pues no nos es permitida un una explotación irracional y
devastadora de los recursos naturales. xi[11] Tal actitud sería un acto de injusticia
y de insolidaridad que no fue considerado en otras épocas. Esto implica una
responsabilidad que considere como novedad la variable del tiempo. Somos
responsables no solo ahora sino de cara al futuro de planeta. Aquí el manejo de los
recursos nucleares y sus problemas residuales se verían comprometidos, del
mismo modo que el transporte de petróleo y las consecuentes contaminaciones
marítimas etc. Con el futuro debe asumirse una actitud responsable en relación
con el ahorro energético, sobriedad en materia de reproducción humana, etc.,
haciendo posible que las categorías de deber, virtud, responsabilidad entre otras,
asuman características distintas.

Comprensiones no antropocéntricas

2. La Opción Biocentrista de Schwitzer


El célebre médico - teólogo premio Nobel propone una ética del respeto a al Vida.
La vida se muestra como un valor absoluto. El hombre y la naturaleza se
relacionan bajo el principio “ Yo soy vida que quiere vivir en medio de la vida que quiere
vivir”. El criterio ético que determina este pensamiento podría estar formulado
como el mismo Schweitzer afirma: “Bueno es mantener, promover e impulsar a toda
vida apta para el desarrollo a su mas alto grado; destruir la vida, hacerle daño o impedir su
desarrollo es maloxii[12] . La propuesta de Schweitzer consiste en favorecer un
respeto a todo lo vivo. Según él, todo ser viviente por el hecho de serlo es portador
de un valor intrínseco consistente en desarrollarse según la ley de la vida propia
de su especie. La vida así se constituye en un valor absoluto que no admite rangos
ni clasificaciones.
25
Dicha propuesta tuvo gran aprecio y acogida en el contexto de los años sesenta.
En dicha época la necesidad de reconciliación con lo natural era un concepto en el
que había común acuerdo. Las consecuencias ambientales de la segunda Guerra
mundial, así como el inicio de las preocupaciones ecológicas incluso bioéticas eran
pertinentes para dicho momento.

No obstante la propuesta de Schweitzer no deja de tener ciertas debilidades que la


sitúan en condición de invalidez cuando no de superficialidad. La vida per se
puede ser considerada un valor, pero atribuir a la Vida un carácter de absoluto, o
sacro sin ningún criterio jerárquico que distinga la bacteria, la mosca el hombre la
flor o el chimpancé, es sin duda introducir serios problemas en la filosofía natural.
Si todo lo vivo debe ser respetado por las razones aducidas, puede afirmarse -
siendo coherentes con dicho planteamiento - que estamos obligados a un
equivalente e indiscriminado respeto por el reino animal y el vegetal y en
consecuencia emerge una obligación de preservar el reino vegetal como el animal,
incluido el hombre dentro de este, bajo el exclusivo criterio de lo vital; No solo lo
vital involucra el problema ecológico. En realidad no es la preocupación ecológica
la preocupación por la Vida en sí misma. Por el contrario lo ecológico involucra un
ecosistema con elementos inertes y vivos aunque ciertamente en función de la vida
como valor fundamental. De otra parte siguiendo este planteamiento, se podría
afirmar que lo natural entraría en una contradicción con el ser propio de la
naturaleza, pues esta tiene inscrito en su ser la destrucción de miembros de unas
especies para la preservación de otras. El hombre mismo requiere de ambos reinos
para su propia supervivencia, y puede decirse que el problema ecológico queda
reducido al simple control de la destrucción de lo vital. Por el contrario el
problema ecológico no solo abarca la destrucción referida, sino también los
elementos que se suscitan en al interacción de la especie humana con el planeta
como por ejemplo los relacionados con su capacidad transformadora, generadora
de deshechos, poder de contaminación de las grandes ciudades y demás
elementos ya señalados.

El hombre es una especie que se distingue de las demás especies por su capacidad
tecnológica, sus formas uso y transformación de la energía, la forma en que se
moviliza y distribuye geográficamente y en especial su forma de crecimiento. Se
pude afirmar que existe un claro desajuste entre el modo de comportarse el
hombre y los sistemas de biológicos con que la biosfera asimila su movimiento. El
alto consumo de recursos y la degradación de la biosfera tiene consecuencias
tanto locales, como globales. Este es en realidad el problema.

Lo que está claro para todos es que no somos la única especie sobre el planeta, y
que la destrucción de la comunidad biológica es inaceptable éticamente, en razón
de desproporción existente en relación con el comportamiento reproductivo
26
destructor y generador de basuras y cambios ambientales - entre otros factores –
de la especie humana, y las demás especies. Pero sobre todas estas razones se
resalta el hecho de que el hombre pueda atentar directamente contra el ecosistema,
la cual es además una forma evidente de atentar contra sí mismo.

Si solo se desea ocupar espacio y conseguir alimento a medida que la población


humana crece, deberá cuestionarse si tal actitud deba tener un límite. Dado que ni
el espacio del planeta ni su capacidad para suministrar alimentos son infinitos,
debe pensarse en los límites. Es cierto que el problema demográfico ha sido objeto
de cuestionamientos mundiales desde Condorcet y Malthus; las conferencias
mundiales sobre población y desarrollo en el siglo XX así lo demuestran. No
obstante es preciso que el hombre comience a pensar de modo serio el futuro. El
presente está lleno de problemas, pero el futuro será peor para las nuevas
generaciones de no asumir con responsabilidad el problema ambiental.

3. La Etica Ecológica. (Deep Ecology Movement.)

El ecologismo como ideología en sentido fuerte, tuvo como otras ideologías del
mundo occidental particular asiento dentro del siglo XX. En este punto, el
ecologismo radical sobresale bajo el nombre de “Deep Ecology” y se constituye en el
movimiento más radical de la postura ecológica fundamentalista. Algunos de sus
criterios se basan en que la Tierra es el único ser vivo, - por eso el nombre con el
que se refieren al planeta,- Madre Tierra-; bajo este concepto se afirma que todos los
componentes del planeta - incluido el genero humano -, son elementos que forman
parte del mismo y que en sentido ecológico estricto cumplen la función de
supervivencia de la Tierra como una sola unidad. Esta ideología es compartida con
otras cosmovisiones indigenistas precolombinas como es el caso de los Kogui en la
Sierra Nevada de Santamarta, y también con visiones orientalistas.

Pero La Deep Ecologyxiii[13] con dicha postura radical no es favorable a los pobres.
Los aparentemente irreconciliables tecnócratas y ecologistas radicales coincidieron
en exigir a los países más pobres políticas coercitivas de control natal por
considerar que la reproducción de los países pobres es anti-ecológica. La visión
antropológica eco-fundamentalista contempla al hombre como un animal
esencialmente peligroso para el equilibrio natural, razón por la cual su número
debe ser reducido por poner en peligro la supervivencia el ecosistema.

Las críticas más sólidas a la visión antropocéntrica del mundo y sus repercusiones
en el plano ecológico han sido abanderadas por un grupo de pensadores que
proponen una reconversión temática del significado de la ética en relación con el
ambiente, que no proponga al hombre como centro ni mucho menos como el eje
del problema moral. El núcleo de su propuesta consiste en un giro geocéntrico,
27
desde el cual se pueda superar el viejo dualismo cartesiano hombre - natura (res
cogitans- res extensa) mediante un nuevo monismo yo-natura. De este modo el
hombre queda inscrito dentro del cosmos, “no como soberano del cosmos, sino como
simple ciudadano de la comunidad biótica”. Esta es la propuesta de uno de sus más
relevantes exponentes de la etica ecológica el profesor de la Universidad de
Wisconsin durante la mitad del siglo XX, Aldo Leopold,xiv[14] a quien ya hemos
referido y de quien se afirman serias relaciones en los origenes de la Bioética.

La propuesta de Leopold declara que el principal problema ecológico es el


hombre mismo en su comportamiento como especie, en sus desmanes en el
desarrollo tecnológico y la degradación medioambiental. Leopold como muchos
afirman que la sociedad está construida sobre un dualismo que ha puesto en
peligro la naturaleza.

La propuesta de esta ética ecológica consiste en reubicar al hombre dentro del


cosmos y reformar el significado de lo que se ha llamado el valor moral. Es un
hecho que el hombre vive en interdependencia con las demás especies y que está
sujeto a las leyes de la evolución natural. La nueva ética ecológica debe construirse
no a partir del hombre sino a partir de la Tierra, y el puesto del hombre como
sujeto moral debe ser reemplazado por la “comunidad biótica”. De esta manera hay
una directa correspondencia del mundo moral con el ser “ecológico”. Esta visión
ética sostiene que el criterio de moralidad está en directa relación con la tierra y lo
ecológico: “ algo es justo y bueno cuando tiende a conservar la estabilidad y la belleza de
la naturaleza, y es injusto cuando lo destruye y perturba."xv[15] La moral dentro de la
perspectiva de Leopold es concéntrica, involucrando en un círculo la esfera de lo
humano y en otro la del animal. Bajo esta perspectiva se constituye una especie de
Eco-sophía, un saber sobre lo ecológico, un amor por la sabiduría ecológica. El
discurso de Leopold se concreta en lo que posteriormente se denominó movimiento
de ecología profunda ( Deep Ecology Movement), que incorporó conceptos como el de
“equilibrio de la naturaleza”, interdependencia viviente” “comunidad biótica”. Otros
autores en la línea de la ecología profunda es Regan,xvi[16] quien sostiene que
debe haber una reconciliación entre el hombre y la naturaleza en el contexto de la
“comunidad biótica”. Los elementos esenciales del movimiento de ecología
´profunda pueden sintetizarse del siguiente modo: 1. Toda forma de vida -
humana y no humana -, posee un valor intrínseco. 2. La riqueza y diversidad de
formas de vida son valores en sí mismos. 3 El ser humano no tiene derecho a
disminuir esta riqueza ( salvo en sus necesidades vitales.) 4. La influencia del
hombre es excesiva tiende a empeorar. El desarrollo de la vida y la cultura
humana requiere de una disminución de la población. Para mejorar las
condiciones de vida del planeta se requiere un cambio en la estructura ideológica,
económica y tecnológica. 5 El primer cambio consiste en sustituir el concepto de
nivel de vida por el de calidad de vidaxvii[17].
28

Implicaciones metafísicas de la llamada “ ética de la Tierra”.

Considerables y de igual modo cuestionables las implicaciones metafísicas de esta


postura. La ética ecológica propone de algún modo diluir al ser humano dentro de
la natural enajenándolo de su condición moral. De una crítica seria al olvido del
ambiente por parte del hombre, propone un ambientalismo sin sujeto moral, es
decir un ambientalismo que destruye a la ética misma. Si se suplanta el papel de
agente moral ocupado por el hombre, la ética no es posible pues no existe quien
reconozca como tal los llamados valores ecológicos. La visión monista que integra el
yo con la naturaleza, no es mas que una bella ilusión, pues si bien puede admitirse
que la relación dualista yo- natura ha sido fraguada en una relación no de
interdependencia sino de superioridad lo cual posibilita el poder sobre la
naturaleza, es injustificable sostener una relación de supuesta igualdad, o de
virtual inclusión del hombre en la natura como “ciudadano” de una pretendida
“comunidad biótica”. Dicha visión está contaminada de una comprensión también
antropocéntrica de lo que se entiende por comunidad, y se debe afirmar que no se
ausentan visos ciertamente intransferibles en la relación natura-hombre.

Otra de las necesarias implicaciones de la formulación del la llamada “ética de la


Tierra” es el tema de la finalidad. Bajo este punto de vista la ecología profunda
debe enfrentarse al tema que se deduce de su planteamiento como es la finalidad,
en el devenir biológico que se comprende bajo el concepto de Tierra. En coherencia
con su propia interpretación sobre cosmos cabe la pregunta acerca de la finalidad.
Se dirige la Tierra hacia un fin? Tiene el devenir biológico un telos, una causa final?.
Bajo este interrogante deberá responder es el papel del hombre como interprete de
esta finalidad si la posee o no, y por su puesto de su calidad de interprete o agente
moral que interroga sobre sus relaciones éticas con el ambiente mismo.

Lo que de positivo tiene esta propuesta es que dicho cuestionamiento conlleva a la


necesidad de reformular una nueva filosofía de la naturaleza, que aporte
conceptos no enteramente “científicos”. Quiero decir con esto que esta relación
establecida bajo el paradigma de la ciencia contemporánea, lo que hace que
cualquier aproximación a la realidad tenga el carácter de “científica” es decir
matemática, “objetiva” experimental, a la que se suman inevitablemente otros
efectos sociales como las relaciones de poder que establece este tipo saber, la
productividad, bienestar y utilidad consecuentes, son también una forma
“humana” es decir antropo-céntrica de comprender el modo como se comporta la
naturaleza en la que vivimos de la que indudablemente formamos parte.

No es pensable una comprensión “natural” de la naturaleza, sino una comprensión


humana, es decir con las categorías de la razón humana acerca de lo natural. Esto
29
suscita otros problemas epistemológicos que relacionan la interdependencia de
lo racional con lo natural. Me refiero a la estrecha relación entre razón como
capacidad de acceder a la racionalidad natural. El logos, la razón humana como
partícipe en el carácter de interprete y transformador del Logos de la naturaleza.

4. Ecofeminismo

Varios movimientos ecologistas coinciden en aceptar que el modelo dominante en


materia ecológica y social que ha propiciado la crisis que en materia ambiental
contemporánea es derivado del antropocentrismo. Es esta una de las críticas del
Deep Ecology Movement y también de otro movimiento conocido como
ecofeminismo. El antropocentrismo ha sido el causante de todo el desequilibrio
ecológico, que tiene también asiento dentro de la especie misma bajo una
representación de lo humano bajo una noción de carácter androcentrista. Según este
movimiento tanto las mujeres como la naturaleza, han sido víctimas de la
explotación. La tierra misma ha sido objeto de explotación tanto como la mujer. El
género humano ha asumido una postura androcéntrica frente al género femenino y
frente al planeta mismo. Explotación dominación y anulación son los factores que
invitan a una emancipación ecofeminista.

Al interior de los diferentes movimientos ecologistas existen también nuevas


críticas. El ecofeminismo objeta al eco-fundamentalismo que su visión antropológica
que considera al hombre como el animal que amenaza el ecosistema puede
generar nuevas fuentes de explotación.

Hay también en medio de la discusión relaciones con la política. Algunos


pensadores ecologistas critican a la democracia como un modelo que no se funda
en la libertad. Los ecologistas profundos sostienen que las relaciones entre los
hombres deben estar gobernadas por las leyes naturales de la selección natural.
En realidad es importante resaltar que los movimientos ecologistas han
pretendido mostrar que el problema ambiental es ante todo un problema
antropológico. Pero la visión antropológica del hombre no es más que la visión
heredada de la ciencia en la que el hombre aparece solo como una especie más
entre las otras. Puede también enunciarse otra forma de ecologismo, - la cual que
antes que una corriente de pensamiento -, es una actitud pseudo política que
puede denominarse Ecologismo tecnocrático. Se considera esta corriente como una
consecuencia no fundamentada del desarrollo tecnológico que pretende
embellecer los efectos del modelo tecnocrático. Dentro de este modelo el hombre
aparece como un productor y consumidor, en donde el pensamiento ecológico es
otro elemento verde de consumo. Muchas empresas acusadas de provocar grandes
daños ambientales aparecen con publicidad ecológica ante la opinión pública. El
ecologismo no es otra cosa que un elemento mas que puede dar puntos en
30
campañas políticas o favorecer el comercio de productos. Sin duda alguna se
trata de una actitud pseudo-ecologista con gran poder. El apoyo que los medios de
comunicación hacen a cualquier pensamiento “verde” es por lo general
indiscriminado, y el argumento ecológico es utilizado con fines distintos a su
verdadero origen.

Hacia un Ecologismo Personalista:


Si bien no existe un auténtico pensamiento consolidado de tipo personalista,
pueden enunciarse algunos aportes que en esta perspectiva pueden ayudar a
aproximarse a la problemática ambiental y a sus posibles soluciones. Puede
afirmarse que para el personalismo el problema radica en la forma como se ha
construido el concepto de lo humano y lo natural. Las raíces de este problema se
inscriben en la modernidad. La visión cartesiana del hombre ha fragmentado la
pertenencia del hombre al cosmos y a la vez lo ha desprendido del mundo. Dicha
visión esta montada sobre una comprensión en la que el hombre como res cogitans
se ha opuesto a la res extensa conllevando de este modo a graves consecuencias
ecológicas.. La res cogitans construye un mundo con el poder de su razón, y el
hombre se presenta como un fenómeno biológico casi carente de significado. El
objetivo del un ecologismo de corte personalista consiste en hacer comprensible el
hombre al hombre mismo. De este modo se afirma que el hombre aun siendo
materia corpórea no puede reducirse a solo materia manipulable como las demás
cosas, y que por lo mismo no puede separarse del cosmos en que habita, sino que
por el contrario esta en estrechas relaciones con su ambiente. Dichas relaciones de
interdependencia involucran nociones éticas específicas. De una parte es necesario
reconocer que el hombre es el único sujeto viviente capaz de asumir consciencia de
sus relaciones con el cosmos. Esta conciencia incorpora una responsabilidad ética
frente al cosmos en tanto que el hombre es el único que tiene poder para destruir o
preservar el cosmos que habita. Tal comprensión obliga a pensar la naturaleza no
solo como un conjunto de fenómenos explicables y susceptibles de manipulación
sino ante todo, como una realidad que puede ser pensada en relación directa con
la persona y de la que derivan consecuencias fundamentales.

Una de estas consecuencias es el reconocimiento de que el hombre es parte


esencial de la naturaleza y que se encuentra en constante interdependencia. La
naturaleza no es el lugar que el hombre habita sino la condición de posibilidad de
la vida del género humano. Aunque las condiciones naturales cambien, el hombre
no puede pensarse al margen de la naturaleza. Las moléculas presentes en la
dinámica natural se incorporan a la dinámica corporal individual. Oxígeno,
Nitrógeno, Sodio, Carbono, Agua, Potasio etc., son componentes naturales y
personales estrechamente compartidos. Los eventos naturales que dependan del
31
hombre en relación con la naturaleza son sin duda una responsabilidad ética.
¿Quién mas que el hombre puede verse perjudicado por la destrucción de factores
que posibilitan la formación de agua potable o la destrucción de la atmósfera? Es
el hombre el único que puede pensar el futuro y asumir responsablemente
decisiones que lo aseguren en términos ecológicos. Y esta responsabilidad es ante
todo una responsabilidad bio-ética.

Tanto el individuo como la colectividad pueden y deben asumir consciencia de sus


relaciones con el ambiente natural. Las cuestionadas medidas asumidas por
alcaldes de metrópolis como Bogotá en relación con la restricción de vehículos
particulares por razones de contaminación y calidad de vida, son también
mecanismos validos para que la colectividad asuma una consciencia de su habitat y
se aparte de una cosmovisión individualista e irresponsable con el ambiente.

Esta visión como otras requiere sin duda de un esfuerzo educativo permanente
que permita el reconocimiento de estos valores y en consecuencia puedan
asumirse conductas conscientes y coherentes con nuestra condición.

Reconociendo el lugar del hombre en el cosmos, como una tarea de la filosofía y


también de la Bioética es posible superar el dualismo cartesiano que propició las
relaciones de poder denunciadas por los movimientos ecologistas. Pero si bien el
antropocentrismo de corte utilitarista debe ser considerado como una actitud
cuestionable desde el punto de vista ético, no solo por la irresponsable actitud
frente al ambiente y al cosmos en general, sino por su afán de consumo y de
utilidad sin autocrítica -, es de referir que como tal el antropocentrismo
comprendido como una visión humana del cosmos y del hombre mismo no puede
ser superado. Esto se justifica porque es el hombre el punto de referencia
epistemológica de lo natural y exclusivo punto de vista de lo ético. En sentido
estricto no puede hablarse de una ética de la naturaleza. El argumento mismo de
Hume, en relación con la llamada falacia naturalista es válido para no poder inferir
de los hechos naturales verdades morales. Ni de la descripción científica, - en el
sentido contemporáneo de ciencia- ni de la observación espontánea o sensible de
la naturaleza pueden inferirse predicados éticos. En este sentido en el que la
Bioética se constituye en una tarea humana, pues es al hombre mismo a quien se le
confiere la obligación y la necesidad de pensar el mundo desde categorías éticas en
las que se halle inscrito en el contexto del ambiente y del cosmos. El logos ético de
la naturaleza es preciso develarlo mediante una filosofía natural que integre los
problemas naturales, éticos y humanos. Por esta razón es encomiable el esfuerzo
de algunas corrientes ecologistas de pensar la ética en un sentido ecológico. Pero
es un grave error reducir la ética a la ecología, como lo es también reducirla a los
postulados de la religión, de la metafísica, de la sociología o de la psicología.
32
Por esta razón, el pensar el ambiente desde la ética, -es decir- incluir al ambiente
dentro de las responsabilidades humanas, del mismo modo que se incluye al
género humano como responsabilidad el mismo hombre es en realidad, un
imperativo. No un imperativo ecológico sino ante todo ético. El cosmos como tal es
un valor; valor por lo que representa en sí mismo y por lo que representa para el
hombre para su propia supervivencia y también - aunque en modo secundario -
en su beneficio de utilidad. El cosmos puede ser aprovechable y su utilidad
derivada puede ser administrada con responsabilidad y sentido ético. Esta
capacidad de aprovechamiento, así como de asumir con responsabilidad ética los
beneficios de su utilidad es exclusiva del género humano. De ahí la necesidad de
que frente al ambiente se construya una bio-ética ambiental. Esta bio-etica
ambiental, como tal no existe, sino debe ser construida. Y su construcción no
antropocéntrica en sentido peyorativo sino centrada en lo humano desde esta
perspectiva personal, entendiendo por esto a la persona como la única capaz de
uan conciencia ética sobre sus acciones en relación con el ambiente, es el único
camino de apropiación de la problemática humana y ecológica.

Una bio-ética cuyo epicentro gire en lo ambiental y no en el hombre en relación


con el ambiente, lo que los ecologistas profundos llaman el giro geocéntrico, es un
camino ciego que cierra el paso a la ética misma, pues la dilusión del hombre
como exclusivo agente moral destruye la posibilidad de la ética misma. El hombre
es un agente moral en la medida en la que el es el único capaz de destruir y
preservar el ambiente. Esta capacidad es una evidencia de la dimensión ética de lo
humano frente al ambiente que no es construida artificialmente sino reconocida
como evidencia de la interacción existencial humana con el ambiente. El hombre
ha interactuado con el ambiente desde siempre, solo que ahora su poder de
interacción es mucho mayor lo que lo obliga a pensar su oikos, es decir su casa, de
modo ecológico, es decir en conciencia plena de oikos como lugar en el que habita.
El cosmos no es ya un lugar ilimitado e inagotable, sino por el contrario limitado
en sus recursos y abierto a la posibilidad de destrucción; la conciencia de este
hecho amplía las responsabilidades del hombre.

Pero ampliar las responsabilidades del hombre no significa afirmar que es preciso
suplantar su capacidad moral a favor de la comunidad biótica, pues dicha
“comunidad” no es ni siquiera consciente de sí misma, ni del cosmos. Su
interacción no puede ser catalogada en términos antropocéntricos y casi
democráticos como se deduce del término “comunidad”. Tal postura está viciada
desde su inicio por tratarse de una visión en exceso antropocéntrica del cosmos, y
que manifiesta la necesidad de una filosofía natural, es decir una filosofía que
indague el sentido del hombre y su lugar en el cosmos.
33
El medio ambiente no es un valor moral por sí mismo, sino por el contrario, es un
valor cuya custodia es dependiente de la conducta moral del hombre, por lo que es
un deber ético su preservación. Y es un deber ético, porque corresponde en cuanto
moral al hombre mismo el preservarlo, y sobre todo porque es condición de
posibilidad de su propia existencia.

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* Profesor e Investigador en Bioética. Facultad de Medicina Universidad de la Sabana. Campus


Universitario Chía. Colombia. Departamento de Bioética. E- Mail:pjsm4@hotmail.com
i[1] Este ha sido uno de los mas célebres planteamientos de Hans Jonas, en su texto Prinzip
Verantwortung.( El Principio de Responsabilidad. 1979
ii[2] Aecio,I,3,4. Citado en Capelleti Angel. Filosofia de los presocráticos. Cincel Bogotá 1987.
iii[3] Leopold Aldo, A sand Country Almanac.N York Oxford University Press 1987 ( 1949 1ª ed)
iv[4] Van Rensselaer Potter. Bioethics Bridge to the Future. Englewood Clifs. N. Jersey. Prentice Hall.
1971.
v[5] Cifr Leopold, A. Ob cit.Leopold Aldo, A sand Country Almanac.N York Oxford University Press
1987 ( 1949 1ª ed)
vi[6] Jonas, H: Das Prinzip Verantwortung, Frankfurt 1979.
vii[7] Ver Voigt Jurgen. La destrucción del equilibrio biológico. Madrid Alinaza 1970.
viii[8] Informe sobre desarrollo Mundial 1992. Banco Mundial. World Bank. Desarrollo y Medio
Ambiente. Washington D C. 29433 USA.
ix[9] De griego Oikos, “Casa”, de donde se deriva el término Ecología.
x[10] Tomás de Aquino. Summa Theologiae Ia, Iiae,q8,a1.
xi[11] Jonas H. Prinzip Verantwortung. Ver también Passmore J La responsabilidad con la naturaleza
y Norton B G Enviromental Ethics and the Rigths of Future generations ( Enviromental Ethiocs 1982
/ 4 p319-338 )
xii[12] Schweitzer A. Kultur und Etuck. Munich 1960.
xiii[13] The Deep Ecology Movement: some philosophical Aspects. En Philosophical Inquiry 8 1990.
Pag 10-31
xiv[14] Leopold Aldo.A Sando County Almanac and Sketches Here and There. Landetick.1949 Oxford
University Press
xv[15] Leopold, A. Ob cit. Moline J . A. Leopold and The Moral Community en Environmental Ethics,
8 1986 p 109 y ss.
xvi[16] Regan T.The Nature And Possibility Of An Environmental Ethics. Environmental Ethics
3.1981:19-34
xvii[17]Naess A. The Deep Ecological Movement : Some Philosophical Aspects. Philosophical Inquiry
1984 / p 10-31

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