Dios Es Inmutable

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Dios es

inmutable
La inmutabilidad de Dios se encuentra dentro de esos atributos menos difíciles de
entender, pero para captarla, necesitamos disciplinamos para distinguir y apartar los
pensamientos con los que acostumbramos pensar acerca de las cosas creadas, de los
menos acostumbrados que surgen cuando tratamos de asimos de cuanto pueda ser
Comprendido con respecto a Dios. Decir que Dios es inmutable equivale a decir que Él
nunca difiere de sí mismo. El concepto de un Dios creciente o en desarrollo no se halla
en las Escrituras. Me parece imposible pensar que Dios pueda variar de sí mismo en
forma alguna. He aquí por qué: Para que un ser moral cambiase, sería necesario que el
cambio se realizase en una de las tres direcciones siguientes. Debe ir de mejor a peor, o
de peor a mejor; o bien, considerando que la calidad moral permanece estable, debe
cambiar dentro de sí mismo, como de inmaduro a maduro, o de un orden del ser a otro.
Debiera estar claro que Dios no se puede mover en ninguna de esas direcciones. Sus
perfecciones descartan para siempre todas estas posibilidades. Dios no puede cambiar
para mejorar. Puesto que es perfectamente santo, nunca ha sido menos santo de lo que
es ahora, y nunca podrá ser más santo de lo que es y ha sido siempre. Tampoco puede
cambiar Dios para empeorar. Todo deterioro dentro de la naturaleza inefablemente santa
de Dios es imposible. En realidad creo imposible hasta pensar en algo así, puesto que en
el momento en que intentemos hacerlo, el objeto Acerca del cual estemos pensando
habrá dejado de ser Dios para ser algo distinto, y alguien inferior a Él. Aquél de quien
estaremos pensando podrá ser una criatura grandiosa y maravillosa, pero por ser
criatura, no puede ser el Creador existente en sí mismo. Así como no puede haber
mutación en el carácter moral de Dios, tampoco puede haber mutación alguna dentro de
la esencia divina. El ser de Dioses exclusivo, en el único sentido de esa palabra; esto es,
su ser es ajeno a todos los demás seres, y distinto a ellos. Hemos visto cómo Dios
difiere de sus criaturas por ser autoexistente, autosuficiente y eterno. En virtud de estos
atributos, Dioses Dios y no otros er.El ser que pueda sufrir el más ligero grado de
cambio, no será ni autoexistente, ni autosuficiente, ni eterno, y por tanto, no será Dios.
Sólo un ser compuesto por partes puede cambiar, porque el cambio consiste
fundamentalmente en una alteración en la relación entre las partes de un todo, o la
admisión de algún elemento extraño dentro de la composición original. Puesto que
Dioses auto existente, no es compuesto. En Él no hay partes que se puedan alterar.
Además, puesto que es auto suficiente, nada puede entrara su ser desde fuera."Todo lo
que está compuesto por partes", dice Anselmo, "no es totalmente uno, sino que es plural
en cierto sentido, y diverso de sí mismo; y ya sea de hecho o en concepto, es capaz de
disolución. Estas cosas son ajenas a ti; mejor que tú, no es posible concebir nada. Por
tanto, no hay partes en ti, Señor, ni eres tú más que uno. Pero tú eres en realidad un ser
unitario, y tan idéntico a ti mismo, que de ninguna forma eres desigual a ti mismo; en
lugar de esto, tú eres la unidad misma, a la que ningún concepto puede dividir." Todo
cuanto Dios es, lo ha sido siempre, y todo lo que Él ha sido siempre y es, lo será para
siempre. Nada que Dios hay" dicho jamás acerca de sí mismo será modificado; nada de
cuanto han dicho los profetas y apóstoles inspirados acerca de Él será rescindido. Su
inmutabilidad lo garantiza. La inmutabilidad de Dios aparece en su belleza más perfecta
cuando se la contrasta con la mutabilidad de los hombres. En Dios no es posible cambio
alguno; ,en los hombres es imposible escapar al cambio. Ni el hombre ni este mundo
están fijos, sino que ambos se hallan en un fluir constante. Todos los hombres aparecen
por un poco de tiempo para reír y llorar, para trabajar y jugar, y después ir separa
dejarles lugar a los que le seguirán en el interminable ciclo. Ciertos poetas han hallado
un morboso placer en la ley de la impermanencia, y han cantado en clave menor el
canto del perpetuo cambio. Ornar, el fabricante de tiendas, cantó con patetismo y humor
sobre la mutación y la mortalidad, las enfermedades gemelas que afligen a la
humanidad. ''No golpees con tanta dureza esa arcilla", exhorta al alfarero, "que pudieras
estar golpeando el polvo de tu abuelo." "Cuando levantes la copa para beber el rojo
vino", le recuerda al calavera, "pudieras estar besando los labios de alguna belleza
muerta hace ya mucho tiempo." Esta nota de dulce dolor, expresada con un humor
delicado, les otorga una radiante belleza a sus cuartetos, pero, por hermoso que sea, este
largo poema es algo enfermizo, enfermo de muerte. Como el ave hipnotizada por la
serpiente que la va a devorar, el poeta está fascinado por el enemigo que lo está
destruyendo a él, y también a todos los hombres, y a todas las generaciones de hombres.
También los escritores sagrados se enfrentan a la mutabilidad del hombre, pero son
personas sanas, y hay una sana fortaleza en sus palabras. Han hallado la cura para-la
gran enfermedad, Dios, afirman, no cambia. La ley de la mutación pertenece a un
mundo caído, pero Dios es inmutable, y en Él los hombres de fe hallan por fin la
permanencia eterna. Mientras tanto, el cambio obra a favor de los hijos del reino; no
contra ellos. Los cambios que tienen lugar en ellos son producidos por la mano del
Espíritu que vive dentro de ellos. "Por tanto, nosotros todos", dice el apóstol, "mirando
a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria
en gloria en la misma imagen, Como por el Espíritu del Señor." En un mundo de
cambio y decadencia, ni siquiera el hombre de fe puede estar feliz por completo. De
manera instintiva, búscalo inmutable, y se lamenta ante el paso de las cosas familiares y
queridas. Oh, Señor, tengo el corazón enfermo, enfermo de este cambio continuo; y la
vida corre de manera tediosa con rapidez su incansable carrera por sus
variados caminos; el cambio no encuentra en ti nada que se le parezca, y no despierta
eco alguno en tu callada Eternidad. Estas palabras de Faber encuentran una respuesta
comprensiva en cada corazón; con todo, por mucho que deploremos la falta de
estabilidad de todas las cosas terrenales, en un mundo caído como éste, la capacidad
misma de cambiares un dorado tesoro, un don de Dios de un valor tan fabuloso, que nos
exigiría una continua acción de gracias. Para los seres humanos, toda posibilidad de
redención se encuentra en su capacidad de cambio. Pasar de un tipo de persona a otro es
la esencia misma del arrepentimiento: el mentiroso se convierte en veraz, el ladrón en
honrado, el lujurioso en puro, el orgulloso en humilde. Toda la textura moral de la vida
queda alterada. Los pensamientos, los deseos y los afectos son transformados, y el
hombre deja de ser lo que había sido antes. Tan radical es este cambio, que el apóstol
llama "hombre viejo" al hombre que existía antes, y el hombre que existe ahora es el
"nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el
conocimiento pleno". Con todo, el cambio es más profundo y básico de lo que puedan
revelar cualesquiera actos externos, porque también incluye la recepción de una vida de
otra calidad más alta. El hombre viejo, aun en sus mejores momentos, sólo posee la vida
de Adán; el hombre nuevo tiene la vida de Dios. Y esto es más que una simple forma de
hablar; es literalmente cierto. Cuando Dios infunde la vida eterna en el espíritu de un
hombre, ese hombre se convierte en miembro de un orden de seres nuevo y superior. En
la realización de sus procesos redentores, el Dios inmutable hace pleno uso del cambio,
y por medio de una sucesión de cambios, llega por fin a la permanencia. En la epístola a
los Hebreos es donde se muestra esto con mayor claridad. "Quita10 primero, para
establecer esto último." Esto es una especie de resumen de la enseñanza de este notable
libro. El pacto antiguo, como algo que era provisional, ha sido abolido, y el pacto nuevo
y eterno ha tomado su lugar. La sangre de machos cabríos y de toros perdió su
importancia cuando fue derramada la sangre del Cordero Pascual. La ley, el altar, el
sacerdocio, eran todos temporales y sujetos a cambio; ahora, la ley eterna de Dios ha
quedado grabada para siempre en el género vivo y sensible del que está compuesta el
alma humana. El santuario antiguo ya no existe, pero el santuario nuevo es eterno en los
cielos, y allí es donde el Hijo de Dios ejerce su sacerdocio eterno. Vemos así que Dios
usa el cambio como un humilde siervo para bendecir a su casa redimida, pero Él mismo
se halla fuera de la ley de la imutación, y no es afectado por cambio alguno que tenga
lugar en el universo. y todas las cosas, mientras cambian, proclaman que el
Señores eternamente el mismo. Carlos Wesley
De nuevo surge la cuestión de la utilidad. "¿Qué utilidad tiene para mí el saber que
Dioses inmutable?", preguntará alguno. "¿Acaso no es todo esto una simple
especulación metafísica, algo que les pueda proporcionar cierta satisfacción a las
personas con un cierto tipo concreto de mente, pero que no puede tener importancia real
para los hombres prácticos?" Si llamamos "hombres prácticos" a los incrédulos
enredados en los asuntos del mundo, e indiferentes a las exigencias de Cristo, el
bienestar de su propia alma o los intereses del mundo por venir, entonces para ellos
un libro como este carecerá por completo de sentido; también carecerán
de sentido todos los demás libros que tomen la religión en serio. Sin embargo, aunque
es posible que estos hombres sean mayoría, de ninguna manera componen el total de la
población. Aún están los siete mil que no han doblado la rodilla ante Baal. Éstos creen
que fueron creados para adorara Dios, y para gozar por siempre de su presencia, y están
ansiosos de aprender todo cuanto puedan acerca del Dios con el que esperan pasar la
eternidad. En este mundo donde los hombres nos olvidan, cambian sus actitudes hacia
nosotros según les dicten sus intereses privados, y revisan su Opinión acerca de nosotros
por la causa más banal, ¿no es acaso una fuente de maravillosa fortaleza el saber que el
Dios con el que tenemos que ver no cambia, que su actitud hacia nosotros ahora es la
misma que tenía en la eternidad pasada, y tendrá en la eternidad por venir? Cuánta paz
trae al corazón cristiano el darse cuenta de que nuestro Padre celestial nunca difiere de
sí mismo. Al llegamos hasta Él en cualquier momento, no necesitamos preguntamos si
lo vamos a encontrar de buen humor. Él siempre está receptivo ante el sufrimiento y la
necesidad, y también ante el amor y la fe. Él no tiene horas de oficina, ni aparta
momentos en los cuales no quiere ver a nadie. Tampoco cambia su pensamiento con
respecto a nada. Hoy, en este momento, siente hacia sus criaturas, hacia los infantes, los
enfermos, los que han caído, los pecadores. lo mismo que sentía cuando envi6 a su Hijo
unigénito al mundo para que muriese por la humanidad. Dios nunca cambia de humor,
ni se enfría en sus afectos. ni pierde el entusiasmo. Su actitud hacia el pecado es ahora
la misma que era cuando echó al hombre pecador del huerto del oriente, y su actitud
hacia el pecadores la misma que cuando extendió sus manos y clam6: "Venid a mí todos
los que estáis trabajados y cargados. y yo os haré descansar." Dios no entra en
componendas. ni necesita que se le presione. No es posible persuadirlo para que altere
su Palabra. ni convencerlo para que responda a una oraci6n egoísta. En todos nuestros
esfuerzos por hallar a Dios, por agradarle, por tener comuni6n con Él. Debemos
recordar que todos los cambios nos corresponden a nosotros. "Yo Jehová no cambio."
Todo lo que nos toca hacer es cumplir con sus términos presentados con tanta claridad.
Traer nuestra vida a la sintonía con su voluntad revelada. y su poder infinito comenzará
de inmediato a operara favor nuestro en la manera indicada en el evangelio, dentro de
las Escrituras de la verdad. Fuente del ser, Fuente del Bien, inmutable tú permaneces. y
no puede la sombra de un cambio oscurecer las glorias de tu reino. La tierra se disolverá
con todos sus poderes. Si así lo dispone el gran Creador. Pero tú por siempre eres el
mismo; tu memorial sigue siendo YO SOY.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy