Dios Vive en La Ciudad
Dios Vive en La Ciudad
Dios Vive en La Ciudad
La siguiente estructura narrativa esta compuesta por un comentario personal a los primeros
doce capítulos del libro “Dios vive en la ciudad” del autor Carlos María Galli, tomados como
referencia, e iluminación para la comprensión y el análisis de la clase pastoral urbana.
La ciudad y la Iglesia son un binomio organizado que tienen que ser leídos a la luz de la
realidad, la cultura, estudiando y analizando su modo de estar en el mundo. Estas dos
realidades no se pueden separar puesto que una necesita de la otra. Hay un buen numero de
vínculos entre estas dos realidades, uno de ellos es que la Iglesia se desarrolla en
comunidades que estructuran la ciudad. Pero la Iglesia tiene como tarea salir de lo referencial
e ir a evangelizar para formar nuevos ideales, nuevos bríos a la luz del Evangelio. Pienso yo
que la nueva configuración de la ciudad y de la Iglesia demanda una profunda revisión del
ser-hacer, del pensar-actuar teológico, pastoral y urbano para responder a las necesidades
reales del tiempo y del espacio concreto en el que se vive.
Considero que en los últimos setenta años aproximadamente la Iglesia en Latinoamérica con
mucha fe y esperanza a vivido procesos de evangelización que a provocado civilización,
estructura y forjado cultura; la misma Iglesia aprovecho todos los recursos posibles de la
organización colonial para llevar a cabo la primera evangelización e ir implementando una
estructura definida pues de esta manera se trazó el camino que se pudo seguir con seguridad,
la Iglesia o la ciudad construida sobre roca tiene fundamento teológico, cultural,
antropológico, social, político, hay identidad en este caso latinoamericana plural que abarca
diversas culturas, pueblos, ciudades que matizan y enriquecen la unidad, proyectando un
nuevo rostro latinoamericano en el que todos son otros en nosotros apuntalando la necesidad
de una pastoral urbana organizada.
La misma presencia de Dios es testimonio del Dios viviente me parece que esta presencia de
Dios se desarrolla bajo los retos antropológicos con y desde la interculturalidad del Evangelio
que provoca vínculos, identidad, historicidad, pertenencia etc., evangelizar se vuelve una
tarea cada vez más amplia que tiene que ser asumida y proyectada desde la fraternidad
universal, el discípulo y el cristiano debe tener la capacidad de poder evangelizar,
promoviendo la cultura del encuentro, desarrollando nuevas alianzas para el discernimiento
evangélico. La misma comunión se vuelve rasgo fundamental que constituye la identidad
cristiana, por lo tanto, la comunión ciudadana evidencia la vida divina que se establece como
arquetipo, tanto para la eclesiología como para las dimensiones antropológicas.
X. Mediaciones y comunidades urbanas para compartir la vida en Cristo.
De alguna manera las mediaciones siempre serán formas de ejecutar o hacer las cosas de
parte del ser humano y así poder alcanzar el objetivo deseado. Para compartir la vida en
Cristo es necesario primero provocar el encuentro con él desarrollando actitudes
contemplativas la misma cultura urbana busca mediaciones antropológicas, sagradas,
simbólicas que favorezcan descubrir la presencia de Cristo, otra de las mediaciones es ayudar
a trazar caminos de diálogo, de escucha, de provocación misionera. La misma urbe es
símbolo de un modo nuevo de ser y hacer, es decir la pastoral urbana exige una nueva
configuración en su espacio y en el tiempo, toda la vida de la Iglesia es y debe ser mediación
comunitaria, la vida comunitaria se hace aún más intensa en los aspectos profundos
personales y cotidianos de cada persona. A Dios es posible buscarle y hallarle cuando
disponemos nuestra vida y la vida de nuestras comunidades.
Pienso que es necesario salir hacia los márgenes sociales para conocer, tocar la realidad, ver
sus necesidades, involucrarse, acompañar y celebrar el encuentro con el rostro de Jesucristo
“lo que hicieron con el mas pobre lo hicieron conmigo” (cf. Mt 25,40). Un nuevo proceso
evangelizador incluye un fuerte dinamismo misionero hacia todas las periferias existenciales,
salir al encuentro es novedad, salir al encuentro es dejar la comodidad, las estructuras
referenciales, hay que generar una cultura del encuentro, derribar muros y construir puentes,
salir al encuentro es convertirse en fermento de comunión. Muchas veces las periferias son
aquellos lugares donde aun no ha llegado el Evangelio quizá sean personas, familias,
comunidades, sectores de la ciudad en los que Dios se hace presente. Es urgente la presencia
de la Iglesia en las periferias, es prioridad no solo de la pastoral latinoamericana sino de
Jesucristo.
XII. Una nueva espiritualidad para una nueva evangelización.
Conclusión.