Untitled
Untitled
Untitled
¡HOLA!+
ACTUALIDAD
MODA
BELLEZA
CASAS REALES
HORÓSCOPO
NOVIAS
SHOPPING
HOLA-PLAY
PODCASTS
¡HOLA! FASHION
¡HOLA! EN FORMA
HOME
/ ESTAR BIEN
Entrevistamos a un experto en neurociencia que nos explica por qué pensamos en negativo y nos da
todas las claves para tener un cerebro más optimista y vivir mejor
¿Sabías que el cerebro no entiende la realidad tal cuál la ve, sino que la interpreta? Para nuestro
cerebro, la verdad no existe, solo existen las creencias. Es más, la mente tiende a aceptar lo que nos
repetimos, sobre nosotros mismos, como si es sobre los demás o una determinada situación. Tanto si es
positivo como si es negativo. Es decir, si constantemente te machacas con ideas que puedan minar tu
autoestima, o si piensas que todo puede ir mal (profecía autocumplida), tu cerebro se lo creerá. Por ello,
lo más inteligente es que intentemos aprovechar esta forma de funcionar de nuestra mente a nuestro
favor. De esta premisa surge el libro 'El cerebro optimista', del Dr. Mikel Alonso López, (Ed. Urano). Este
experto se ha especializado en neurociencia aplicada al comportamiento y las emociones y nos propone
reorganizar la programación básica del cerebro trabajando los hábitos, las creencias y el
autoconocimiento desde la neurociencia más actual. ¿Quieres un cerebro más optimista? Entonces, no
te pierdas la entrevista que nos ha concedido.
- Leer más: Libros de psicología y neurociencia para entender cómo funciona tu cerebro
La idea fue tomando forma en mi cabeza durante años, y después de la pandemia sentí que era el
momento de hacerlo; la sociedad necesitaba optimismo, esperanza. Así que fue empezar con el
proyecto y acabé totalmente inmerso; en un mes y medio ya estaba prácticamente terminado. Me
encanta el desarrollo personal y la autoayuda. Llevaba tiempo pensando en escribir un libro para
transferir conocimiento científico generado en las investigaciones sobre el cerebro que hacemos en la
universidad, pero con un enfoque divulgativo. Pero, sobre todo, práctico, para ayudar a que las personas
comprendan cómo funciona su cerebro, cómo cambiar aquello que no nos gusta de nuestra vida, y qué
deben hacer para ser un poco más felices, para desarrollar su cerebro más optimista. Mi idea era que su
contenido fuese comprensible para todo el mundo, que no se necesitaran conocimientos previos.
Hay un aspecto que quiero dejar claro. Si por algo destaca nuestro cerebro es por su facilidad para
cambiar. Si algo no te gusta de tu vida, da igual la edad que tengas, puedes cambiar y convertirte en la
persona que quieres ser. Esa expresión tan extendida “ya soy muy mayor para cambiar” es totalmente
incierta. Se puede cambiar en cualquier momento. La edad no es un impedimento. Pero para ello, debes
comprender los mecanismos cerebrales que tienes para utilizarlos a tu favor, y tener cuidado con
aquellos aspectos que te frenan en tu búsqueda por tener un cerebro optimista. Tenemos estructuras
cerebrales maravillosas para sobrevivir y procrear, pero realmente tu cerebro no está programado para
que seas feliz, no es su objetivo. Está adaptado para que sobrevivas en un entorno físicamente hostil
(para que no te coma un leopardo), pero no para vivir en este mundo digital, hiperconectado y
estresante. A la evolución no le ha dado tiempo a adaptarse, en “solo” unos miles de años a un cambio
tan importante, así que debemos aprender a vivir en nuestra época con un cerebro adaptado a otra.
¿Cuáles son las principales diferencias entre el cerebro optimista y el cerebro pesimista?
El optimismo y el pesimismo se encuentran en zonas diferentes del cerebro. Curiosamente, todos somos
parecidos en cuanto al nivel de positivismo, no hay grandes diferencias. Donde sí que las hay es en el
pesimismo. Existen personas que controlan los pensamientos negativos y los estímulos externos
pesimistas, y por ello tienen un enfoque mucho más positivo de la vida. Lo peor que podemos hacer es
ponernos en lo peor, pensar en negativo. Porque eso nos hace generar imágenes de esas situaciones, y
para nuestro cerebro las imágenes generadas visualizando son iguales que las de la realidad. Así que
“ponerse en lo peor” para luego, si las cosas salen bien alegrarse, no es una buena estrategia.
¿Cómo podemos reorganizar la programación básica del cerebro para trabajar los hábitos, las creencias
y el autoconocimiento desde la neurociencia más actual?
Nuestro comportamiento es principalmente automático, emocional e intuitivo. De las 35.000 decisiones
que tomamos cada día, según estudios científicos, el 99,74% se hacen de forma inconsciente, no nos
enteramos. Nuestro cerebro consume entre el 25% y el 30% de los nutrientes de nuestro cuerpo, y por
ello le encanta ahorrar energía, “hacer lo de siempre”. El cambio debe ser consciente, creando un nuevo
camino neuronal, que al principio competirá con la antigua forma de pensar y de comportarse, pero
poco a poco se irá haciendo más y más fuerte hasta sustituir al otro. Al principio puede que nos cueste
por la tendencia a repetir hábitos, pero también tenemos la neuroplasticidad y neurogénesis para
ayudarnos. Y, mientras tanto, aplicamos el “fake it until you make it”. Es decir, si no nos sale todas las
veces, finjamos que sí; que nuestra mente le diga a nuestro cerebro que ya estamos en camino.
¿Podrías contarnos más sobre tu solución para dejar de fumar "Freemind" y cómo aplicas la
neurociencia para la ayuda y desarrollo personal?
Nuestro cerebro está preparado para el cambio. Intentar dejar de fumar mediante la fuerza de voluntad
es una tortura, y además la probabilidad de recaer es elevada. Lo importante es crear nuevos caminos
neuronales que sustituyan a los actuales del fumador. De esta forma, el cerebro se convierte en “no
fumador” de forma automática e inconsciente, sin sufrimiento. Para ello es importante planificar el
cambio, porque debe hacerse de forma consciente.
En cuanto a la ayuda y desarrollo personal, lo primero que debemos hacer es cambiar la forma de
pensar. Nuestra mente cambia físicamente nuestro cerebro. Se crean nuevas conexiones entre neuronas
y se debilitan otras. Literalmente, el cerebro se reestructura. Es importante conocerse bien para
planificar qué queremos cambiar, y a dónde queremos llegar. El movimiento sin dirección nos significa
que se avance hacia el lugar que deseamos.
En el ámbito del rendimiento deportivo es fundamental, dado que podemos tener datos cerebrales que
indican si un jugador está atento, si está pensando en exceso, si tiene estrés, si está relajado, qué tipo de
emociones tiene… Todo esto sirve para realizar el entrenamiento mental apropiado y ver si se está
avanzando. Muchas veces los deportistas piensan en exceso mientras compiten. Entrenar la mente es
tan importante o más que entrenar el físico. No nos olvidemos que es el cerebro el que mueve el
cuerpo. Cuando me refiero a mente, es a los pensamientos que tenemos, y el cerebro es la parte física.
Sería como en un ordenador el sistema operativo o software (mente) y la parte física, como la CPU o la
pantalla (cerebro).
En el neuromarketing, nos sirve para investigar las emociones que tienen los consumidores y así poder
adaptarse mejor a sus necesidades. Cuando estamos preguntando al consciente, lo hacemos a la parte
cognitiva, racional. Pero, como ya he comentado antes, en el 99,74% de nuestras decisiones, la voz
mandante la llevan el inconsciente y las emociones; por ello se precisa información sobre esa parte, que
solo se puede obtener de manera científica con aparatos de neurociencia, como el
electroencefalograma o la resonancia magnética funcional por imagen.
- Leer más: Cómo entrenar el cerebro para cambiar los malos hábitos
¿Cómo podemos utilizar las creencias y la repetición para nuestro beneficio en lugar de perjudicarnos?
Cuando pensamos y actuamos de forma distinta, estamos creando un nuevo camino neuronal. Si lo
utilizamos (es decir, si actuamos y pensamos de esa manera) de forma consciente, mediante la
repetición, se convierte en aquel que el cerebro utiliza por defecto, porque es el que menos energía
consume. Por ello debemos empezar a actuar de la manera apropiada con urgencia, para entrenar
nuestro cerebro. Pero no solo actuar, dado que debemos ser coherentes. Lo que nos decimos, lo que
pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos debe ir en la misma línea. Si no es así, es como si te tiraran
de un brazo para un lado y de una pierna para el otro.
La ciencia ha estudiado que existen algunos aspectos que procuran felicidad, como por ejemplo la risa,
el mindfulness, la activación del cuerpo, la música, la amistad, ayudar a otras personas, aprender o
amar. Aquí es donde es clave el autoconocimiento, para que cada uno sepa cuáles de todos ellos son los
más apropiados para esa persona. Es como una paella, a la cual puedes añadir ingredientes muy
variados, como marisco, pollo, caracoles, verduras… pero ¿cuáles son los que más te gustan a ti? Tienes
que componer tu propia paella personalizada.
¿Cuáles son las herramientas prácticas que proporcionas en tu libro para llevar a cabo el proceso de
transformación?
Tener un autodiálogo apropiado, trabajar el autoconocimiento, visualizar, la atención con intención o
mindfulness, quemar las naves, planificar, parar el aburrimiento y la queja, huir de lugares y personas
tóxicas, aprender, practicar la resiliencia, la regulación de algunas emociones… Cada una de ellas tiene
sus ejercicios prácticos para pasar a la acción, otro de los elementos fundamentales.
¿Qué papel juega el aprendizaje en la salud de nuestras neuronas y cómo podemos aprovecharlo para
nuestra felicidad?
Es un elemento fundamental. En este sentido, existen mitos absurdos como que a partir de cierta edad
ya nos cuesta mucho más aprender. El refrán “perro viejo no aprende trucos nuevos” es falso.
Generamos miles de neuronas nuevas cada día, y podemos aprovecharlas para adaptarnos y aprender
aquello que queramos. Los ejemplos de personas que a edades muy avanzadas comenzaron carreras
brillantes en sus áreas son numerosos.
Además, nuestro techo de aprendizaje está mucho más arriba de lo que creemos. Nos paramos en un
punto en el cual lo que aprendemos nos es funcional, se llama el “umbral ok”. Pero podemos romper
ese techo de cristal y profundizar mucho más en el conocimiento. Es como aprender a conducir por una
gran ciudad. Cuando nos conocemos las avenidas principales y alguna secundaria y nos es útil para ir
donde queremos y volver, solemos dejar de aprender. Pero podríamos conocer casi la ciudad completa,
es solo cuestión de dedicarle interés y tiempo. Cuando somos niños tenemos mucho de ambas cosas. Es
cuestión de ponernos a ello.
¿Por qué el aburrimiento puede ser veneno para nuestra autoestima y cómo podemos evitarlo?
El aburrimiento hace que se active el sistema default que hemos mencionado antes, y que empecemos a
generar ANTS (pensamientos automáticos negativos). Es una herencia de la evolución. Aquellos
antepasados nuestros que no se ponían en lo peor en un entorno muy hostil, acababan sin poder
reproducirse, no sobrevivían.
Contra el aburrimiento, lo mejor es aprender y practicar el mindfulness, estar atento a este momento, a
este instante. Son dos remedios magníficos para desactivar el sistema default.
¿Cómo pueden las personas con trastornos de ansiedad o depresión aplicar los conceptos de tu libro en
su vida diaria?
Nuestro cerebro funciona de manera modular. Un grupo de neuronas que realiza una tarea tienen
muchas conexiones entre ellas (forman una comunidad), y algunas con el resto de módulos. Esto
significa que, si un módulo está realizando una tarea de forma que nos produzca ansiedad o tristeza
extrema, no va a haber otro que reevalúe esa situación; todo el sistema reaccionará a esa situación.
Realizando un cambio consciente y la regulación de las emociones de forma apropiada, se puede
modificar las conclusiones que están obteniendo esos módulos y cambiarlas por otras. Todo este
proceso se realiza mediante planificación y ejercicios prácticos expuestos en el libro.
¿Cómo influyen las redes sociales y los medios de comunicación en nuestra perspectiva del mundo y
nuestra capacidad para ser optimistas?
Influyen muchísimo. La percepción de que el mundo es un lugar terrible y de que pasan continuamente
cosas muy negativas es terrible para nuestro cerebro, y para la intención de cambiar y ser optimistas. El
área cerebral responsable de la supervivencia y el de nuestros hábitos están juntas físicamente en el
cerebro. Cuando tenemos miedo por algo, nuestra primera respuesta es hacer lo de siempre. Esto nos
lleva a situaciones tan absurdas como que, al tener miedo a morirnos por fumar, nuestra primera
respuesta sea ir al hábito, que es fumar.
En el caso de la comunicación externa negativa continua, el miedo a que nos pase lo mismo que a las
personas que vemos, por ejemplo, en el telediario, nos lleva a que no cambiemos, a que sigamos
haciendo lo de siempre, nuestros hábitos. Aunque no nos procuren felicidad, pero estamos
acostumbrados a ellos.
¿Cuáles son los mayores obstáculos para adoptar una mentalidad optimista y cómo se pueden superar?
Uno de los principales errores que cometemos se da en la forma en la que nos hablamos. A nuestro
cerebro le encanta tener razón, y si nos ponemos nosotros mismos barreras o trabas, acaba yendo
directo a corroborarlas, a hacerlas reales, para así acertar. Hablarnos con sentimiento de autocapacidad
es uno de los aspectos más importantes, y al combinarlo con una buena planificación, nuestra mente
convence a nuestro cerebro de que lo que estamos diciéndonos es posible, y ahí comienza todo a
dispararse. El efecto Galatea, la profecía autocumplida, el aprendizaje por error de previsión… todo
empieza a sumar para conseguir una mentalidad optimista. Y, además, la suerte favorece a los
optimistas. La explicación de esto, es que, cuando tenemos una mentalidad optimista, estamos más
predispuestos al aprendizaje, más atentos a los estímulos que nos ayudan a lograr los objetivos, y por
ello somos capaces de aprovechar mejor las oportunidades de la vida. Y muchas veces lo percibimos
como “¡menuda suerte que ha tenido”!
Para terminar, ¿qué consejo le darías a alguien que quiere mejorar su pensamiento positivo?
La vida está para vivirla, no para sobrevivir. La mayoría de las barreras nos las ponemos nosotros
mismos, con nuestra forma de pensar, nuestras creencias, nuestros hábitos. En cualquier momento, no
importa la edad, puedes empezar a convertirte en la persona que quieres ser. Algunos han comenzado a
correr maratones con más de ochenta años. Cada día volvemos a nacer, y eso es un acto que debe ser
celebrado aprovechando el tiempo que tenemos, haciendo que cuente. Todos tenemos dos vidas, la
segunda empieza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una.
MÁS SOBRE:
Lucía Rivera: 'Todo el mundo se pensaba que mi vida era perfecta, y nada es lo que parece'
Lucía Rivera: 'Todo el mundo se pensaba que mi vida era perfecta, y nada es lo que parece'
ÚLTIMAS NOTICIAS
Shakira cambia ya Barcelona por Miami con sus hijos, que comienzan allí el colegio en diez días
La manicura más brillante de la temporada se llama 'diamond aura': ¿te atreves con ella?
Las valencianas llevaron las primeras el ramo de novia que verás sin parar este año
Las estilistas más populares de España dicen que estas son las prendas que debemos tener
MODA ESPAÑOLA
MODA ESPAÑOLA
Los conjuntos más bonitos para niños esta primavera son también los más fáciles de poner
HOME/ESTAR BIEN
Alíate con tu cerebro para desarrollar la neuroplasticidad, alcanzar tus metas y lograr una mayor
felicidad
1/7
© iStock
¿Sabes qué necesitas para ser feliz? Puedes pensar que si te toca la lotería, si ganas más, si consigues
esa casa alcanzarás la felicidad. Pero lo cierto es que esta depende de ti, de cómo tú ves la vida. Por eso,
los expertos te dan 11 claves que te ayudan a ser más feliz. Tres para alcanzar tus objetivos y 8 más con
las que alcanzar el bienestar y la paz interior. Pero tienes que trabajarlas, porque, como ya hemos
mencionado en otras ocasiones, nuestro cerebro no está diseñado para la felicidad sino para la
supervivencia y la reproducción. Sin embargo, podemos aprender a ser felices. Y sí se puede alcanzar un
mayor grado de felicidad o, al menos, de bienestar y satisfacción si estamos a gusto con lo que tenemos
y lo que conseguimos.
No obstante, no siempre nos resulta fácil lograr aquello que nos proponemos. ¿Cuántas veces te has
prometido que este año sí vas a ir al gimnasio o vas a empezar a comer bien y, al poco tiempo, lo has
dejado? ¿Y no te hace infeliz no conseguir llevar a cabo tus metas? Pues bien, la neurociencia te puede
ayudar a ser escultor de tu propio cerebro, conseguir cumplir tus buenos propósitos de septiembre y ser
un poco más feliz. Antes, veamos cómo funciona el cerebro. De esta manera entenderemos qué
necesita, qué debemos hacer para aliarnos con él y por qué es verdad que no hay (casi) nada imposible.
Nos lo cuenta Jonathan Benito en su libro Redefine imposible (Ed. Planeta).
- Leer más: Cómo ser feliz sin caer en la obsesión y sin que te engañen
2/7
© Adobe Stock
Como decíamos, el fin del cerebro es garantizar la supervivencia del cuerpo que habita, es decir, tú. Pero
lo increíble es que tienen una gran capacidad para modelarse y adaptarse. Te sonará la palabra
neuroplasticidad, ¿verdad? El cerebro, órgano de apenas 1kg, es el aparato más sofisticado y complejo
de la Tierra por su plasticidad, imaginación, capacidad de abstracción y adaptación a diferentes
contextos.
Está compuesto por una complejísima y delicada microarquitectura formada por cientos de miles de
millones de células: concretamente neuronas y células glía. Las neuronas son las células con mayor
protagonismo en la gestión de la información, del intelecto y de procesos cognitivos variados, y su
cantidad (aproximadamente la población de la Tierra multiplicada por 15) y funciones otorgan al cerebro
su abrumadora complejidad y potencial ilimitado, señala Jonathan Benito en este manual para ser más
feliz y entender el cerebro.
Nuestro cerebro se transforma constantemente, por ejemplo, cada vez que aprendemos algo.
Aprovechar la plasticidad de nuestro cerebro de forma consciente nos permite reprogramarlo para
sacarlo de la zona de confort y poner a trabajar todo su potencial para ser lo más felices posible, o, en
otras palabras, a redefinir imposible, afirma Benito.
3/7
© iStock
Las 3 claves para ser más felices aliándonos con nuestro cerebro
Ya que nuestro cerebro es plástico, que puede adaptarse a las situaciones y que lo podemos modelar si
nos lo proponemos, tenemos que buscar la manera de aliarnos con él, es decir, saber qué factores
necesita para que pueda desarrollarse. Benito habla de la triada del éxito. Vamos con la primera clave
para ser feliz:
4/7
© iStock
Estas últimas no tienen que ver con la supervivencia y reproducción, por lo que el cerebro no está
programado para satisfacerlas y definir los objetivos elevados. Tener unos objetivos claros es clave
porque van ligados a la motivación.
Ejercicio para definir nuestros objetivos, que nos ayudarán a ser más felices. Para definirlos, el autor nos
propone el ejercicio de la rueda de la vida, que consiste en dibujar diferentes radios que representen
cada uno de los aspectos de la vida (relaciones personales, trabajo, ocio…). Estos se puntúan del 1 al 10,
lo que nos proporciona una imagen visual de cómo nos sentimos en el presente. Al reflexionar sobre lo
que necesitaríamos para alcanzar la puntuación máxima en cada categoría, nuestros objetivos y
propósitos quedan al descubierto.
5/7
© Adobe Stock
2. Tener determinación
La segunda clave para ser feliz es tener determinación. La perseverancia es esencial para dar tiempo a
que se desarrollen en el cerebro los fenómenos asociados a la plasticidad neuronal. Jonathan Benito nos
recuerda la necesidad de ser realistas: habrá momentos duros, pero si prevés que vas a caer te
levantarás otras tantas veces. Es indispensable tener paciencia y tratarse a uno mismo con cariño y
racionalidad.
6/7
© Adobe Stock
También se destaca el efecto de la profecía autocumplida: las expectativas que tenemos y otros tienen
sobre nuestro rendimiento influyen en él, ya sea positivamente (efecto Pigmalión) o negativamente
(efecto Gólem). En palabras del autor: " La ciencia constata que no vivimos a la altura de las capacidades
con las que nacemos, sino de las creencias que forjamos".
7/7
© Adobe Stock
Además de estas 3 claves para ser feliz, el neurocientífico nos proporciona otras claves que también
sirven.
Practicar ejercicio y pasar dos horas a la semana en la naturaleza. Caminar tres horas y media a la
semana ya supone una diferencia palpable, más aún si se combina con pasar tiempo en la naturaleza.
Dedicar dos horas semanales a pasear en entornos naturales, como pueden ser bosques, playas o
parques, es un gran estímulo para la generación de nuevas neuronas.
Cuidar de nuestras relaciones sociales. El aislamiento social crónico es muy negativo y cada vez hay más
evidencias que sugieren que un entorno social enriquecido, el cual se define por diversos estímulos
sensoriales, interacción social y desafíos cognitivos, contribuye a desarrollar la neurogénesis, es decir, la
creación de nuevas neuronas. Las relaciones deben ser físicas. Las redes sociales no suplen el contacto
social.
La dieta es importante. Disminuir la cantidad de alimentos que tomamos puede ser muy beneficioso:
nuestro cerebro tarda alrededor de 10 minutos en hacernos saber que está saciado, por lo que dejar de
comer antes de lo que estamos acostumbrados nos ayuda a evitar una ingesta calórica innecesaria. Una
dieta variada y rica en Omega-3 (que se encuentra en el pescado o suplementos), flavonoides (en el
chocolate y arándanos) y zinc (chocolate negro) es otro método muy efectivo para aumentar la
neurogénesis.
Dormir bien es necesario. Respetar nuestro ciclo de sueño durmiendo lo suficiente (normalmente una
media de 7 u 8 horas), yéndonos a dormir todos los días a la misma hora y evitando interrupciones es un
factor importante para aumentar el número de nuestras neuronas.
Medita. Practicarla durante diez minutos al día lleva a experimentar beneficios para la capacidad
cognitiva después de tan solo dos semanas. Ayuda contra la depresión, ansiedad e incluso la
hipertensión, y fomenta el bienestar psicológico y la inteligencia emocional.
Y no olvides establecer pequeñas metas. Como conclusión, debes tener muy presente que al cerebro no
le valen los proyectos a largo plazo. Tu meta tiene que ser realista y lo más a corto plazo posible. Es
decir, no te ayudará decir 'este año voy al gimnasio'. Lo que tienes que hacer es decirle a tu cerebro
'esta semana voy a intentar ir al menos un día al gimnasio'. O 'voy a escribir un libro'. En cambio, sí te
ayudará decirte 'voy a escribir esta semana dos mañanas media hora'. Con metas cortas y alcanzables
poco a poco lograrás todo aquello que te propongas y serás mucho más feliz.
- Leer más: Las 10 frases más célebres de los filósofos estoicos para ser más felices
Más sobre:
¡HOLA!+
ACTUALIDAD
MODA
BELLEZA
CASAS REALES
HORÓSCOPO
NOVIAS
SHOPPING
HOLA-PLAY
PODCASTS
¡HOLA! FASHION
¡HOLA! EN FORMA
HOME
/ ESTAR BIEN
El cerebro no olvida, pero sustituye. Por ello, la mejor manera de modificar un comportamiento o un
mal hábito es cambiarlo por otro, tener la intención y repetirlo. Además, tenemos una gran ayuda: la
meditación
chica-serena
Todo se pueden entrenar. Incluso el cerebro para que pueda cambiar los malos pensamientos o los
hábitos que son perjudiciales por otros que mejoren nuestra vida. Ya lo decía Don Santiago Ramón y
Cajal que todo ser humano puede ser escultor de su propio cerebro... si se lo propone. Porque ahí está
el 'quid' de la cuestión. Que debemos estar dispuestos a esforzarnos para convertirnos en aquello que
queremos ser. Cambiar nuestros comportamientos, pensamientos o modificar nuestros hábitos no es un
camino fácil, pero es posible hacerlo. Por tanto, conociendo cómo funciona nuestro cerebro, podemos
comenzar a poner los medios para llegar a ser la persona que hemos soñado. Y la neurociencia tiene la
clave: sustitución.
- Leer más: Diferencias entre 'mantener' y 'entrenar' el cerebro
La prestigiosa neurocientífica Nazareth Castellanos, autora del libro 'El espejo en el cerebro' (Ed.
Ensayo), explica que nuestro cerebro no sabe olvidar. Es decir, una vez que aprendemos algo,
difícilmente podemos dejar de estar influenciados por ese aprendizaje. Es más, cuando nos
acostumbramos a hacer algo de determinada manera es complicado cambiar, ya que de todas las
opciones, nuestro cerebro siempre elegirá la que más familiar le parece. Ahora bien, quizá no sabe
olvidar, pero sí sustituir.
Para comprenderlo, en sus múltiples conferencias, como la realizada en 'Aprendemos juntos de BBVA',
ilustra este aspecto con un ejemplo muy sencillo: una compañera de tu trabajo se llama Nerea. Repites
ese nombre cientos de veces pero, de buenas a primeras, un día viene y te dice que ya no se llama así,
que ha sustituido su nombre por el de Blanca. ¿Qué le ocurrirá a tu mente? Las primeras veces que te
cruces con ella le llamarás Nerea, porque el circuito neuronal de Nerea pesa más que el de Blanca. Sin
embargo, inmediatamente te saltará la alarma y recordarás que te dijo que ya no se llama así, que su
nombre actual es Blanca. Entonces, tendrás el propósito de llamarle correctamente. Conscientemente,
sustituirás un nombre por otro. Pondrás toda tu intención para no equivocarte. Tras dos o tres semanas,
el circuito neuronal de Nerea y de Blanca tendrán el mismo peso, comenzarás a no equivocarte cuando
te refieras a ella y, con el tiempo, ya no tendrás que hacer ningún esfuerzo para que el primer nombre
que te salga al verla sea el correcto.
Este es el truco para poder cambiar un pensamiento por otro o modificar un hábito: sustituirlo, poner la
intención, tener el propósito, practicarlo una y otra vez hasta que se fije en nuestra memoria. Y es que al
cerebro no le sirve que le digamos 'voy a intentar no ponerme siempre tan nerviosa'. Le viene grande y,
según los estudios, volverás a ponerte nerviosa. Lo que sí funciona es establecer pequeños retos, metas
asequibles y claras, tener la intención y crear el hábito a base de repetición. Por ejemplo, 'con el objetivo
de no ponerme tan nerviosa cada vez que vaya a hablar en público, voy a practicar ejercicios de
respiración diez minutos antes para calmar mi sistema simpático y relajarme'. Eso sí le resulta útil a tu
cerebro.
Como vemos, la intención es clave para poder transformar nuestra vida, dejar atrás los pensamientos
negativos, por ejemplo, o modificar malos hábitos así como crear otros mejores. Pero tener el propósito
no basta. Es necesario repetirlos, es decir, crear el hábito. Como una imagen vale más que mil palabras,
imaginemos que nuestro cerebro es una montaña nevada y que nuestros hábitos o comportamientos se
deslizan por un camino determinado de nieve pisada. Siempre se deslizarán por el mismo. Así nos
comportamos. Si pensamos que esa senda no nos está llevando al lugar que nos proponemos, debemos
modificarla. Intencionadamente, nos desviaremos e iremos marcando, poco a poco, la nueva vía. Tras
unas semanas, el nuevo recorrido estará tan pisado como el viejo, que quizá esté cubierto de nieve.
Hemos creado un nuevo sendero, el que queríamos.
La mayoría de las rutinas, hábitos y tareas que realizamos en nuestro día a día las hacemos en 'piloto
automático', sin prestar atención. Algunas son buenas para nosotros, afirma la psicóloga y divulgadora
Elsa Punset, autora del bestseller 'El mundo en tus manos' (Ed. Destino). Por ejemplo, nos lavamos las
manos antes de comer o después de ir al baño, nos cepillamos los dientes antes de acostarnos o
miramos a la derecha y a la izquierda antes de cruzar una calle aunque el semáforo esté en verde. Sin
embargo, otras no lo son tanto. Por ejemplo, mordernos las uñas cuando nos alteramos o pensar
automáticamente que todo va a salir mal cuando se presenta alguna dificultad. ¿Qué podemos hacer
para librarnos de estos malos hábitos?
Elsa Punset recuerda que "librarse de un mal hábito es difícil. Pero hacerlo reemplazándolo por otro es
menos difícil". Como señalaba Nazareth Castellanos, cuando ponemos la intención y lo repetimos, poco
a poco lograremos la transformación. Punset recomienda primero reconocer al enemigo, anotar en una
libreta durante, al menos, una semana, cuándo aparece y las circunstancias que lo desencadenan.
Posteriormente, debemos reemplazarlo por otro que no nos haga daño y que también nos genere
placer. Y repetirlo.
Además, tenemos otros trucos: la meditación. Un trabajo realizado por la Universidad de Harvard
observó que nos pasamos la mayor parte del tiempo divagando, y una mente que divaga es una mente
infeliz. También vieron que cuando estamos realizando una tarea, nuestra mente está en otro lugar. Nos
resulta muy difícil 'controlar' nuestros pensamientos o centrar nuestra atención. Como recuerda
Nazareth Castellanos, el mindfulness o atención plena centrada en la respiración puede modelar el
cerebro, fortalecer las áreas de nuestro cerebro implicadas en la atención, en la intención o el propósito
y ayudarnos, poco a poco, a convertirnos en aquello que queremos ser. Como señala, 30 minutos al día
(o casi todos los días) son suficientes para notar los cambios. ¿Merece la pena, verdad?
- Leer más: ¿Cuántas veces hay que meditar para notar los beneficios?
MÁS SOBRE:
Un ejercicio de estimulación cognitiva para dormir bien y levantarte con más energía por las mañanas
ÚLTIMAS NOTICIAS
Shakira cambia ya Barcelona por Miami con sus hijos, que comienzan allí el colegio en diez días
Mette-Marit de Noruega utiliza el truco de la princesa de Gales para rejuvenecer su traje sastre
La manicura más brillante de la temporada se llama 'diamond aura': ¿te atreves con ella?
Las valencianas llevaron las primeras el ramo de novia que verás sin parar este año
Las estilistas más populares de España dicen que estas son las prendas que debemos tener
MODA ESPAÑOLA
Los conjuntos más bonitos para niños esta primavera son también los más fáciles de poner
¡HOLA!+
ACTUALIDAD
MODA
BELLEZA
CASAS REALES
HORÓSCOPO
NOVIAS
SHOPPING
HOLA-PLAY
PODCASTS
¡HOLA! FASHION
¡HOLA! EN FORMA
HOME
/ ESTAR BIEN
'COACHING'
Es normal atravesar épocas de mayor ansiedad, y esta angustia vital puede acabar desencadenando un
círculo vicioso de pensamientos negativos y una mayor desazón. Te explicamos cómo romperlo
pensamientos
Si tuviéramos una varita mágica o nos encontráramos al genio de la lámpara, ¿quién no pediría ser
siempre feliz? Puede que no todos nos decantáramos por ese deseo, pero muchos sí. Sin embargo,
ignoramos que la llave de la felicidad o, al menos, del bienestar y la paz interior puede estar en nuestras
manos. Es decir, si somos capaces de ver las cosas de otra manera, transformar los pensamientos
negativos en positivos y evitar ese 'runrún' mental que tanto nos desasosiega podremos alcanzar algo
parecido a la felicidad.
Para que podamos contar con las herramientas necesarias para hacer este cambio de actitud hablamos
con la coach Maïté Issa, especialista en liderazgo y empoderamiento. Ella nos explicará cuáles son los
pensamientos negativos más frecuentes, qué debemos hacer para cambiarlos, y cómo entrentar nuestra
mente para pensar en positivo.
VER GALERÍA
Si bien no hay una razón única por la que tenemos pensamientos negativos, podemos iniciar una
respuesta mirando la evolución del ser humano.
Durante millones de años, nuestros ancestros vivieron en entornos salvajes y hostiles en los que estar
atentos a cualquier posible peligro era un requisito indispensable para su supervivencia. Cualquier ruido
o movimiento entre los árboles podía indicar la presencia de un depredador, captarlo y reaccionar con
rapidez era cuestión de vida o muerte.
En otros términos, el optimismo y la positividad en esa época habrían podido acabar con nuestra
especie.
Por muy evolucionados que nos consideramos ahora, nuestra sociedad ha evolucionado mucho más
rápido que nuestro cerebro arcaico que sigue considerando necesario para nuestra superviviencia tener
pensamientos de preocupación y miedo.
Sólo que ahora, en el 99,9% de los casos, nuestra vida no está en peligro y son más bien los mismos
pensamientos negativos que, al aumentar las tasas de hormonas de estrés como el cortisol y la
adrenalina, son dañinos para nuestra salud y bienestar.
Siempre debido al hecho de que nuestro cerebro haya evolucionado mucho más lento que nuestro
entorno, seguimos necesitando mucho más tiempo en la naturaleza, más conexión humana y más
movimiento de lo que la mayoría de nosotros se otorga en su vida ajetreada en ciudades grandes.
Hace no más de 50 años, todavía el 70 % de la población mundial vivía en zonas rurales. Esta carencia de
naturaleza, conexión y movimiento aumenta a su vez las hormonas de estrés, el sentimiento de soledad
y alimentan el bucle de la mente negativa.
Más allá de la historia evolutiva común a todos los seres humanos que nos hace propensos a tener
pensamientos negativos, ¿por qué algunas personas parecen encerradas en el pensamiento catastrófico
mientras otras apenas lo tienen? Precisamente, porque se trata de una conducta aprendida.
Hasta los 8 años de edad, somos esponjas y cualquier experiencia que vivamos modela nuestra
percepción del mundo que nos rodea. Hasta esa edad, el cortex-prefrontal, parte del cerebro
responsable del juicio crítico, no está todavía formada, por lo que no tenemos la capacidad de tomar
distancia con lo que nos sucede, ni con los mensajes que recibimos.
Por lo tanto, un niño que vive en un entorno de escasez, en el que no se siente cuidado o en el que
observa a sus padres constantemente preocupados, crea mapa mental de un mundo peligroso, del que
se tendrá que proteger.
Al crecer, tendrá un automatismo aprendido de pensamientos negativos mucho más arraigado que una
persona que ha tenido una infancia en un ambiente sano.
Por otro lado, varios estudios demostraron el posible impacto de la genética en estos pensamientos
negativos, como en la aparición de trastornos como ansiedad / depresión pero el estudio de la genética
va más allá de mi campo de especialidad.
¿Qué papel tiene la ansiedad en este círculo de pensamientos negativos y mayor angustia?
Es un círculo en el que los pensamientos crean ansiedad y la ansiedad crea un malestar y crea
pensamientos negativos. En todo caso, no es necesario saber cuál viene primero para poder aplicar los
consejos que propongo a continuación.
Y es que la buena noticia es que al igual que hemos, en gran medida, aprendido a tener pensamientos
negativos, también es un comportamiento que podemos desaprender, y por lo tanto, del que nos
podemos liberar.
En los últimos 40 años han aparecido más investigaciones demostrando que nuestro cerebro se
reorganiza anatómicamente con la experiencia. Se trata de la neuroplasticidad o plasticidad cerebral,
descubierta en 1964 por la neurocientífica Marian Diamond, gracias a la cual sabemos que no somos
esclavos de ningunos de nuestros patrones, y que siempre tenemos el poder de cambiarlos.
Al igual que aprendimos a montar la bicicleta, o a dejar un hábito como fumar, podemos reprogramar
nuestro cerebro para reducir los pensamientos negativos.
La paciencia y la repetición son fundamentos claves en esta reprogramación. Se trata de dejar inusitadas
conexiones neuronales implicadas en el pensamiento negativo y empezar a reforzar nuevas conexiones
neuronales “positivas”.
El cómo hacerlo no pasa sólo por un cambio de pensamiento en sí, sino primero cuidando nuestro
entorno.
Mencionamos anteriormente que la carencia de naturaleza es uno de los factores que aumenta la
tendencia de pensamientos negativos y hasta los riesgos de depresión.
Para cumplir con esta necesidad, el Shirin-Yoku, o baño de bosque, terapia venida de Japón, se ha vuelto
popular en el mundo entero en los últimos años, apoyada por numerosos psicólogos occidentales. No
hay ninguna regla en particular más que el pasar tiempo rodeados de naturaleza, estando presente a los
sonidos, colores, olores...absorber el entorno con los 5 sentidos.
No hace falta irse de vacaciones, 20 minutos diarios en un parque son suficientes para crear cambios
masivos en nuestra fisiología.
Un estudio de la Chiba University en Japón sobre 600 sujetos desde 2004, demostró que los practicantes
de baño de bosque tienen una bajada del 12,4 % de la hormona del estrés cortisol, del 7% de la actividad
del nervio simpático que es el responsable de la alerta y la actividad, un 1.4% menos en la presión
sanguínea y menos de 5,4% de enfermedades cardíacas. Los participantes afirmaron que se encontraron
con más alegría, menos ansiedad y un nivel anímico aumentado.
Siempre hablando del entorno, todos nos hemos dado cuenta que somos más irascibles cuando nos
falta el sueño y el cuidar de nuestro tiempo de reposo tiene que ser una de las bases en nuestro camino
de liberación de los pensamientos catastróficos.
La generalización: “todos los hombres son infieles” / “siempre me equivoco cuando tomo decisiones
importantes”
Lectura de mente: “piensan que soy egoísta” / “está enfadado conmigo porque no me ha saludado”
Exageración: “soy totalmente incapaz de hacer esto” / “he fallado por completo”
Autoculpabilidad: “debería hacer más deporte” / “tendría que levantarme más temprano”
Además de cuidar nuestro entorno como base, mencionado anteriormente, debemos actuar también en
el pensamiento mismo.
Lo primero de todo, es reconocer los pensamientos negativos. Para el 85% de ellos, son pensamientos
repetitivos que nos solemos pasar en bucle.
La primera fase es una fase de observación, en la que propongo durante una semana observar cuáles
son los pensamientos negativos recurrentes y anotarlos en una libreta.
Rápidamente, podremos reconocer cuáles son los que nos atacan más a menudo.
En segunda fase, se tratará de actuar cuando los reconocemos, según la siguiente técnica en 4 pasos :
Perdonar el pensamiento
Mover mi atención
Perdonar el pensamiento:
¿Por qué perdonar el pensamiento? Porque entendemos ahora que la función primaria de este
pensamiento, es protegernos de un mundo que nuestro cerebro arcaico aún considera hostil y peligroso.
Además, crear más pensamientos negativos por el hecho de tener pensamientos negativos, no nos
llevaría en la dirección correcta, verdad?
Sobre todo durante las primeras semanas de reprogramación, el tener paciencia con uno mismo y
reconocer cada logro y cada paso es fundamental para mantener la motivación, así como aumentar las
emociones y pensamientos positivos.
El punto 3), elegir otro pensamiento, es donde creamos esta nueva conexión cerebral con un
pensamiento más positivo.
Aquí, es importante no querer pasar de todo a nada, sino elegir un pensamiento que esté un escalón
más arriba en la escala de la positividad y que nos permita sentirnos mejor.
Por ejemplo, no sirve intentar pasar de “Estoy seguro que he fallado la entrevista, he sido terrible” a “Lo
he hecho genial, estoy seguro al 100% que me darán el puesto!”. Lo único que crearía sería frustración
por no creer este nuevo pensamiento muy positivo.
Podemos elegir qué pensamiento un escalón más positivo nos es disponible ahora, y que nos sintamos
capaz de creernos.
Podría ser en este caso “He hecho lo que he podido y ahora la decisión final no está en mis manos.” o “
Me agradezco por mi esfuerzo y no sé lo que piensa la persona que me ha hecho la entrevista.” o “Si no
tengo este trabajo, es que hay otro mucho mejor para mí”.
Mover mi atención:
Complejo, simplemente porque al cerebro le gusta tomar el camino de menor resistencia y que hace
falta un poco de paciencia y mucha repetición para que se vaya creando este nuevo automatismo.
Pero el tiempo pasará igual que lo hagamos o no, así que mejor usarlo para liberarnos de los
pensamientos negativos, ¿no?
Si no intentamos crear pensamientos positvos, ¿cómo afectan los negativos a nuestra calidad de vida?
Si no lo hacemos, los pensamientos negativos pueden tener una repercusión extremadamente nefasta
sobre nuestra calidad de vida. Hay muchísimas pruebas científicas que demuestran su impacto en
nuestra salud, que se llamó el efecto nocebo. El nombre nocebo se eligió en oposición al famoso efecto
placebo, que hace referencia a nuestra capacidad de autosanarnos a través de nuestra convicción y
nuestros pensamientos de confianza.
La doctora Lissa Rankin MD, autora y periodista en el New York Times, demuestra en un estudio que el
79% de los estudiantes de medicina han reportado desarrollar síntomas relacionados a las
enfermedades de los pacientes que estaban atendiendo. Al volverse paranoicos y con miedo a
enfermarse, su cuerpo ha respondido a estos pensamientos creando la enfermedad correspondiente.
De igual manera, cuando mantenemos pensamientos negativos, activamos la respuesta de lucha o huída
en el cuerpo, segregando hormonas de estrés como el cortisol o la adrenalina. Mientras el cuerpo se
prepara para responder a un ataque, descuida por completo sus funciones de regeneración, que causa
envejecimiento prematuro y disminuye la eficacia del sistema inmune.
En otros términos, los pensamientos negativos, cuando están en bucle en nuestro cerebro, actúan como
una profecía auto realizadora, y nos llevan a nosotros mismos a crear un mundo hostil, del que luego
pensamos que nos tenemos que proteger, creando más pensamientos negativos y más malestar.
MÁS SOBRE:
¿Quieres saber si eres una persona flexible o inflexible? Responde a estas preguntas
Lucía Rivera: 'Todo el mundo se pensaba que mi vida era perfecta, y nada es lo que parece'
ÚLTIMAS NOTICIAS
Shakira cambia ya Barcelona por Miami con sus hijos, que comienzan allí el colegio en diez días
Mette-Marit de Noruega utiliza el truco de la princesa de Gales para rejuvenecer su traje sastre
La manicura más brillante de la temporada se llama 'diamond aura': ¿te atreves con ella?
Las valencianas llevaron las primeras el ramo de novia que verás sin parar este año
Las estilistas más populares de España dicen que estas son las prendas que debemos tener
MODA ESPAÑOLA
Los conjuntos más bonitos para niños esta primavera son también los más fáciles de poner
HOME/ESTAR BIEN
GALERÍA: 8 FOTOS
1/8
© Adobe Stock
Triunfar, conseguir el éxito. ¿Suena bien, no te parece? Pues, aunque parezca paradójico, son muchas
las personas que tienen miedo al éxito, algo especialmente común en la sociedad española y de lo que
curiosamente, somos poco conscientes. Y, evidentemente, ese miedo se puede llegar a convertir en un
obstáculo para conseguir nuestros propósitos y metas. Y es que se traduce en un miedo a todo lo que
implica triunfar: a destacar sobre los demás, a ser envidiado y perder el cariño de nuestros amigos,
miedo a la responsabilidad, a los cambios que implicaría salir de mi zona de confort… y en no pocas
ocasiones, nos lleva a repetir patrones que hemos visto en nuestros mayores y no los cambiamos
porque es nuestra forma inconsciente de no traicionarles. “En España hay una buena parte de la
población que tiene miedo al éxito especialmente ligado a la creencia de no merecimiento, aunque
también ligado a la falta de poder. El miedo al éxito nos impide inconscientemente triunfar en la vida o
en alguna de sus facetas, ya sea en el amor, en el trabajo, con nuestra familia, con nuestros hijos etc”,
nos cuenta Irina de la Flor, directora del Master de Coaching Consciente de la Escuela de Salud
Integrativa (ESI).
La experta nos cuenta, además, que por otro lado, hay que tener en cuenta que la sensación de fracaso
va a ir ligada a las ideas que la persona tenga asociadas al triunfo, como consecuencia de lo que resida
en su inconsciente. “El miedo al éxito se va a manifestar en forma de fracasos varios en una o varias
áreas de la vida, así como en forma de hechos que objetivamente no se podrían calificar de fracaso, pero
que para la persona que lo sufre, sí los siente como tal. Este puede ser el caso de una persona
sumamente exitosa en el trabajo pero que siente que no ha tenido éxito porque no ha llegado a ser el
número uno en su empresa, u otra que, por ejemplo, habiendo heredado la empresa más importante de
un país, siente que no ha triunfado porque ese proyecto no lo creó él desde el principio”, nos explica.
Lee también: Fallar es positivo y esto es lo que puedes aprender del fracaso
2/8
© Adobe Stock
Para la experta, el tema de en qué triunfamos depende claramente de nuestro set de creencias madre, o
creencias base, que están profundamente arraigadas primero a nuestra cultura, y segundo a nuestra
línea familiar. El éxito o el triunfo también es un concepto distinto dependiendo de nuestro nivel de
consciencia, no tanto del país. Y nos lo resume de la siguiente forma:
-Para un nivel bajo de consciencia, el triunfo puede estar asociado (entre otros) a la fama, a la riqueza
extrema con una cantidad ingente de bienes materiales, al poder sobre los demás, o a un cuerpo
perfecto (a pesar de que éste se consiga con intervenciones quirúrgicas).
-Para un nivel medio de consciencia, en la mayoría de los países se considera que uno ha triunfado
cuando posee una vivienda propia, tiene un salario medio alto, una estabilidad o seguridad financiera, y
quizás una familia, hijos e incluso salud.
-Para niveles de consciencia más altos, el éxito no está relacionado tanto con bienes materiales sino con
una vida pacífica, con tener buenas relaciones humanas, un propósito de vida o una misión a través de la
cual aportamos algo al mundo y una vida sencilla, en contacto con la naturaleza y desde un profundo
respeto a todo y a todos.
“Para niveles bajos de consciencia podríamos asociar distintas ideas a distintas culturas. El triunfo en
Italia está relacionado con la estética, la apariencia y la forma. En Francia por ejemplo el triunfo está
asociado a la cultura, a cuanto sabes y a la retórica. En Inglaterra, el triunfo al comportamiento social
apropiado según la clase, al nacionalismo (King and Country). En EEUU, es común asociar el triunfo a la
riqueza material y al patriotismo”, añade.
3/8
© Adobe Stock
Una de las claves está en buscar la causa de este miedo. “Con mucha frecuencia, este miedo está ligado
a la creencia de no merecimiento; la persona inconscientemente cree que no merece ese éxito. Esto es,
cuando existe una idea en el inconsciente que le 'dice' casi constantemente que 'eso no es para ella',
'eso no es para las personas de su familia', 'eso es sólo para ricos' o 'eso es sólo para los de una
determinada clase, raza o sexo'. El miedo al éxito ligado al no merecimiento coloca a la persona en una
situación extraña porque, pudiendo brillar en todas las áreas de la vida, inconscientemente elige lo
contrario. O, lo que es lo mismo, elige lo que su cabeza crea para él o ella, y de ese modo, acaba
experimentando lo que teme, esto es, lo que cree que se merece”, nos cuenta Irina de la Flor. Y nos
pone un ejemplo concreto: “Si la persona ha nacido en una familia machista donde se le ha inculcado la
idea de que las mujeres no merecen un buen trabajo, esa persona va inconscientemente a elegir
trabajos mediocres y se va a programar para no tener éxito. Lo mismo ocurriría en una familia que
inculca a sus hijos que si son de una determinada raza o clase social, no tienen derecho a tener grandes
puestos de trabajo. Esos niños, de mayores, es muy probable (si no retan la creencia limitante) que
elijan aquello que pensaban sus padres”.
Además, en su opinión, el miedo al éxito también es resultado de la creencia 'yo no valgo', que va ligada
a la creencia 'yo no merezco', y esto se manifiesta en personas que sufren en su cabeza de una conexión
entre las ideas 'yo no valgo como mujer, como hombre, como persona, por lo tanto, no merezco una
pareja que me trate bien, un trabajo bueno donde me respeten, un trabajo que disfrute, una buena
salud, unos buenos amigos que me apoyen”, detalla.
© Adobe Stock
Parece evidente que este miedo puede llegar a influir en nuestro progreso a nivel personal, pero tal vez
también, a nivel general, como país. “Este miedo claramente influye en el tipo de vida que tenemos. Las
personas más desarrolladas a nivel personal o que tienen mayor nivel de consciencia saben que
nosotros co-creamos nuestra realidad, no que somos víctimas de ella. En cierta medida tenemos un
margen bastante grande para crear nuestro destino. Si pensamos que no vamos a triunfar en lo
profesional o en lo personal, lo más probable es que eso ocurra”, nos cuenta la coach, que añade que,
como decíamos, a nivel general como país, esto también influye. “Si naces en una sociedad movida por
el miedo, es difícil que ese país crezca material y espiritualmente. Los países más ricos hoy en día no son
necesariamente los que más riqueza per cápita poseen, sino aquellos cuya ciudadanía vive en armonía
en sociedad, y con la naturaleza. Bután es un gran ejemplo de país con una alta consciencia y más bajos
niveles de miedo”, nos detalla.
5/8
© Adobe Stock
Ya sabemos en qué consiste este miedo, pero, ¿cómo podemos saber que somos nosotros los que lo
tenemos y, sobre todo, cómo podemos plantarle cara? “Este miedo es fácilmente reconocible. Lo mejor
es hacer una pequeña rueda de la vida y ser honestos con nosotros mismos”, nos dice la experta, que
nos sugiere lo siguiente:
-Primero, debemos calificar del 1 al 10 lo felices que estamos en las distintas áreas de nuestra vida:
trabajo, dinero, familia, pareja, salud, casa y entorno, amigos, ocio, intelectual y espiritual.
-Segundo, debemos elegir las áreas que han tenido una calificación menor de 7 u 8.
-Tercero, debemos preguntarnos, ¿qué miedo tengo en esta área? Sea miedo al ridículo, miedo al
dinero, miedo al qué dirán o miedo a decir lo que pensamos... Todos los miedos están relacionados con
el miedo al éxito porque, si no tenemos al menos un notable en todas las áreas, existe algún tipo de
creencias limitante o de miedo que nos está haciendo sufrir.
-Lo cuarto que debemos hacer es preguntarnos: ¿Qué puedo hacer yo para mejorar esta situación?,
¿qué haría una persona muy valiente y sabia en mi lugar? Las respuestas nos darán las pistas para saber
qué debemos hacer para salir de nuestra zona de confort y superar poco a poco esos miedos específicos
en cada área en concreto.
6/8
© Adobe Stock
Estamos cómodos en nuestra zona de confort, ¿es tal vez esa la clave que explica este miedo? “Sí, el
miedo es parte de la vida, y además es el origen de lo que llamamos el ego, esa mascara o personaje que
nuestra mente crea para protegernos de lo que la mente ve como un problema o un riesgo. El ego,
como manifestación del miedo mismo, tiene una fuerza potente, y para superarlo debemos salir de
nuestra zona de confort. Si tienes miedo a nadar, como en todos los casos en que sentimos miedo, es
mejor ir poco a poco. Primero meter un pie, luego otro y luego ir despacio a una zona donde hacemos
pie dentro del agua para que no se dispare el pánico a morir”, comienza explicando Irina de la Flor, para
llegar a la conclusión de que con el miedo al éxito sucede lo mismo.
“Debemos ir ganándole terreno poco a poco, viendo que no hay peligro de muerte. Si deseamos
ascender en nuestro puesto de trabajo, debemos hablar con nuestro superior; si sentimos que no nos
valoran en el trabajo y que debemos recibir un salario mayor, debemos hablar con la persona
correspondiente; si tenemos problemas de pareja, debemos hablar con nuestra pareja o buscar ayuda.
Moviendo ficha poco a poco, empezaremos a ganar terreno al miedo al éxito, y triunfaremos
escuchándonos, respetando, pidiendo lo que necesitamos, y luchando por una vida mejor”, sugiere.
7/8
© Adobe Stock
Y detrás puede encontrarse también un posible miedo al fracaso, que nos lleva a esa falta de iniciativa y
nos paraliza. Tanto es así, que, para la coach, el miedo al éxito y al fracaso son las dos caras de una
misma moneda, o los dos extremos de una cuerda. “Como siempre, la solución la encontramos en el
punto medio. Tanto si tenemos miedo al éxito como miedo al fracaso, nuestra mente nos va a paralizar,
y a lo que hemos venido a esta vida es a aprender, no a estar parados. Uno aprende cometiendo
errores, arriesgándose, apostando por uno mismo, siguiendo nuestros sueños, eligiendo el amor, la
verdad, la salud, el cuidado de uno mismo y de los demás. Si estamos paralizados por el miedo en
cualquiera de los extremos solo estaremos en una jaula de oro. Estaremos quizás cálidos y con algo de
comida y agua, pero no experimentaremos la vida en su máxima potencia”, nos explica.
Lee también: No tengas miedo al fracaso: cómo sacar la lectura positiva de los momentos bajos
8/8
© Adobe Stock
Sentimiento de culpa
Nos planteamos, por último, si detrás de este miedo puede estar cierto sentimiento de culpa, cuando
conseguimos un éxito, porque otras personas no lo consiguen. “La culpabilidad es algo que está muy
arraigado en la sociedad española. Sentirse culpable del triunfo de uno y ligarlo al fracaso de los demás
es una forma de ver la vida desde la escasez y no desde la abundancia. La vida es abundante y los límites
están sólo en nuestra cabeza. Que una persona triunfe (a no ser que se trate de una competición real)
no tiene que ver para nada con el fracaso de otra. Esto ocurre con el dinero, con el tiempo, con el amor,
con los amigos y con casi todo lo demás. Si bien es cierto que los recursos naturales son limitados,
vivimos en un mundo en donde abunda lo importante”, nos explica Irina de la Flor, que recomienda
centrarse por ello en la paz interior, en la oportunidad de amarse a uno mismo y a los demás, enfocarse
en crear un mundo mejor, en dedicarnos a lo que nos hace felices de manera elevada, son las claves
para perder el miedo al fracaso o al éxito.
Más sobre: