La aurora en Nueva York se describe como teniendo cuatro columnas de cieno y un huracán de palomas negras que chapotean en aguas podridas. La aurora gime por las escaleras buscando consuelo y nadie la recibe porque no hay esperanza ni futuro posible. Los primeros en salir saben que no habrá paraíso ni amor, sino que tendrán que enfrentar números, leyes, sudores y juegos sin arte ni fruto.
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La aurora en Nueva York se describe como teniendo cuatro columnas de cieno y un huracán de palomas negras que chapotean en aguas podridas. La aurora gime por las escaleras buscando consuelo y nadie la recibe porque no hay esperanza ni futuro posible. Los primeros en salir saben que no habrá paraíso ni amor, sino que tendrán que enfrentar números, leyes, sudores y juegos sin arte ni fruto.
La aurora en Nueva York se describe como teniendo cuatro columnas de cieno y un huracán de palomas negras que chapotean en aguas podridas. La aurora gime por las escaleras buscando consuelo y nadie la recibe porque no hay esperanza ni futuro posible. Los primeros en salir saben que no habrá paraíso ni amor, sino que tendrán que enfrentar números, leyes, sudores y juegos sin arte ni fruto.
La aurora en Nueva York se describe como teniendo cuatro columnas de cieno y un huracán de palomas negras que chapotean en aguas podridas. La aurora gime por las escaleras buscando consuelo y nadie la recibe porque no hay esperanza ni futuro posible. Los primeros en salir saben que no habrá paraíso ni amor, sino que tendrán que enfrentar números, leyes, sudores y juegos sin arte ni fruto.
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FEDERICO GARCÍA LORCA
"La aurora" (de Poeta en Nueva York, 1929-1930)
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas. La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras buscando entre las aristas nardos de angustia dibujada. La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque allí no hay mañana ni esperanza posible. A veces las monedas en enjambres furiosos taladran y devoran abandonados niños. Los primeros que salen comprenden con sus huesos que no habrá paraíso ni amores deshojados: saben que van al cieno de números y leyes, a los juegos sin arte, a sudores sin fruto. La luz es sepultada por cadenas y ruidos en impúdico reto de ciencia sin raíces. Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes como recién salidas de un naufragio de sangre.