Tiempos Apocalipticos

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TIEMPOS APOCALIPTICOS

Los Tiempos Apocalípticos están caracterizados por: la Crisis de Fe y la Gran Apostasía, la


Abominación de la desolación en lugar santo, el Anticristo (en su doble versión) la Bestia del
Mar, versión política, y la Bestia de la tierra o pseudoprofeta, versión religiosa o carismática,
como es lo religioso en el mundo moderno.
Todo esto no es más que la Religión (y por ende los dogmas de la fe) adulterada, falsificada,
falseada, falsa, se trata de un cristianismo adulterado por el comercio (trato carnal y mundano)
con el mundo, es la relación sacrílega y adultera por la conjunción o compenetración de Iglesia
y Mundo, tal como el Ecumenismo sacrílego y adultero propicia, he aquí el famoso
«aggiornamento» (puesta al día) de la Iglesia, de lo Sacro, a lo vil y mundano; he aquí la
relación adultera de la connivencia y maridaje entre el Mundo y la Iglesia, y el resultado no
puede ser que un fruto bastardo, como lo es todo el culto de la Nueva Iglesia Modernista. De
aquí que Monseñor Lafebvre calificó a la Nueva Misa, de Misa bastarda. Y ahora lo terrible y lo
tremendo por si fuera poco con lo ya dicho, todo esto no es más que la obra de un gran
falsificador y un gran adultero, de un gran infame y sacrílego como pide, exige y reclama, la
realidad de las cosas y de los hechos. Todo efecto tiene su causa, y sus instrumentos. Ahora
bien, todo esto no es obra del azar, ni por generación espontánea, nada de eso, hay una causa
y esta es la del Anticristo el cual en concreto se personifica en un impostor de carácter religioso
y que mejor que en un antipapa . El anticristo en su versión religiosa, bestia de la tierra es un
mitrado un obispo de la jerarquía de la Iglesia, está suficientemente señalado para identificarlo,
pues tiene cuernos como de cordero o sea la mitra, los dos cuernos de Moisés que simbolizan
el Antiguo y Nuevo Testamento.
Un obispo que tenga o pueda tener un poder universal para arrastrar a todos tras la religión
falsificada, no puede ser sino la obra del único obispo con poder universal en la Iglesia, y este
es el obispo de Roma, el Papa. De aquí lo terrible, pues Satanás se valdrá del Papado para
prostituir como la Gran Ramera la Iglesia Santa de Dios. De aquí que necesariamente tiene que
ser un falso Papa, un impostor un antipapa, pues un Papa verdadero no puede ejercer y llevar
a cabo tan tremenda acción.
Luego la abominación de la desolación en lugar santo, la adulteración de la religión, la
profanación de la Iglesia, la falsificación de la fe y de los dogmas de fe, son la obra del pseudo
profeta, la bestia de la tierra al servicio del mundo y de su poder político la sinarquia judaica,
representada en la bestia del mar, formado entre ambos el Anticristo completo, que
representan estas dos Bestias o Fieras apocalípticas.
Esta es la esencia del contenido (poco mas, poco menos) del 3er. Secreto o mensaje de
Fátima. Y es lo único que justifica o explica el porque tanto misterio con su revelación.
Textos en los cuales nos valemos para afirmar lo dicho.
Culto antropoteista del Anticristo: «la adoración sacrílega del hombre por el hombre, que
será la herejía del Anticristo» (Castellani, El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires 1963,
p.38).
La religión del hombre, el humanismo ateo, es la característica de la nueva religión
antropocéntrica, del actual Ecumenismo.
«En el Anticristo habrá dos cosas, un sacrilegio y una herejía (“Segunda Bestia”). Se hará
adorar como Dios, lo cual es un sacrilegio, y por cierto el máximo, y para ello se servirá como
de instrumento de un culto religioso derivado espúreamente del mismo Cristianismo: Es decir,
de una herejía cristiana que pareciera ha nacido ya en el mundo. (…) y así el poder político
deificado y encarnado en un “plebeyo genial” y apoyado por un sacerdocio, será la
abominación de la desolación y el reinado del Anticristo.» (Ibid. p. 38-39).
La abominación de la desolación se identifica con el reinado del Anticristo.
«La primera herejía, por lo que sabemos de ella, se parece a la última herejía. Quiero decir, a la
de nuestros tiempos; y se puede decir que transcurre transversalmente toda la historia de la
Iglesia, y es como el fondo de todas las herejías históricas. Era una especie de gnosticismo
dogmático y laxismo moral, un “sincretismo”, como dicen hoy los teohistorigrafos. Era una
falsificación de los dogmas cristianos, adaptándolos a los mitos paganos, sin tocar su forma
externa por un lado; y concordantemente, una promiscuación con las costumbres relajadas de
los gentiles; nominalmente, en la lujuria y en la idolantria (…) comían de las carnes sacrificadas
a los dioses, en los banquetes rituales que celebraban los diversos “gremios”, lo cual era una
especie de acto religioso idolátrico o sea, de “comunión”; y se entregaban fácilmente a la
fornicación, que entre los paganos no era falta mayor ni vicio alguno, incluso, según parece,
después y como apéndice de los dichos banquetes religiosos.» (Ibid. p.32).

Por esto las virgenes en el Apocalipsis son los incontaminados: «“Vírgenes” significa que no se
manchan con la “Fornicación” ( o sea idolatría) de la religión falsificada; la cual fornicación o
apostasía propaga la mujer Ramera de la visión 16.» (Ibid. p.96).
«“Fornicar con los reyes de la tierra” significa la religión ponerse al servicio de la política.» (Ibid.
p.97).
«La Medición del Templo significa la reducción de la Iglesia fiel a un pequeño grupo
perseverante y la vasta adulteración de la verdad religiosa en todos los restantes; y en esto
están unánimes todos los Santos Padres.» (Ibid. p. 94-95.). Es el famoso pusillus grex,
pequeño rebaño Luc.12-32. Se comprenden así las palabras que inician el 3er Secreto de
Fátima: En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe.
«Solo el Tabernáculo (o Sancta Sanctorum) será preservado: un grupo pequeño de cristianos
fieles y perseguidos; el Atrio, que comprende también las Naves (no las había en el Templo de
Jerusalén) será pisoteado. Y esa es “la abominación de la desolación”, que dijo Daniel y repitió
Cristo». (Ibid. p.154).
«Todos los Santos Padres han visto en esta visión (Medición del Templo) el estado de la Iglesia
en el tiempo de la Gran Apostasía: reducida a un grupo de fieles que resisten a los prestigios y
poderes del Anticristo (mártires de los últimos tiempos) mientras la religión en general es
pisoteada durante 42 meses o 3 años y medio. Pisotear no es eliminar: el “Cristianismo será
adulterado.» (Ibid. p.152).
«El mismo Templo y la Ciudad Santa serán profanados, ni serán ya santos. No serán
destruidos. La religión será adulterada, sus dogmas vaciados y rellenados de sustancia
idolátrica; no eliminada, pues en alguna parte debe estar el templo en que se sentará el
Anticristo “haciéndose adorar como Dios”, que dice San Pablo. La Gran Apostasía será a la vez
una grande, la más grande Herejía» (Ibid. p.153). «Cristo dice en su sermòn Esjatológico que la
Gran Apostasía haría caer si fuera posible incluso a los elegidos.» (Ibid. p.125).
«Ni el culto de Satán tiene la sutil malicia y total falsificación de la verdad que tiene esta herejía
adulterada de todo el cristianismo. Otros elementos del ejercito anticristico (como la Masonería,
la magia y el Satanismo) no se niegan con esto.» (Ibid. p.188).
«Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo,
transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de
Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al
hombre el reino de Dios y el paraíso en la tiera por sus propias fuerzas. La adoración de la
Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino
idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro.»
(Cristo ¿Vuelve o no vuelve? ed. Dictio, Buenos Aires 1976 p.18).
«La fiera del Mar (therion significa fiera y no simplemente “Bestia” como traen nuestras Biblias
traducidas) es simplemente el Anticristo (…) La fiera de la tierra es una religión
falsa(falsificada) o herejía máxima, con su jefe y conductor: quizás un Obispo apóstata
que es también un mago (Solovief).» (Apokalypsis p. 95).
La unificación mundial propiciada por el poder oculto judío (con sus organizaciones satélites,
ONU; OEA; etc) y la finanza internacional también judía, es la meta del Anticristo: «Hoy día es
“un fin político lícito” y muy vigente por cierto, la organización y unificación de las comarcas del
mundo en un solo reino – que por ende se parecerá al Imperio Romano. Esta empresa
pertenece a Cristo; y es en el fondo la secuela aspiración de la Humanidad; pero será
anticipada malamente y abortada por el Contra -cristo ayudado del poder de Satán. En el
Boletín de “Canadian Intelligence Service _(enero 1963)_podemos ver el poder que tienen
actualmente, en E.E.U.U. e Inglaterra sobre todo, los “One-Worlders” o partidarios de la
unificación del mundo bajo un solo Imperio. Propician la amalgama del Capitalismo y el
Comunismo, que será justamente la hazaña del Anticristo» (Ibid. p.p. 188-189). «La última
herejía será optimista y eufórica “mesiánica”. El bolchevismo se incorporará, será
integrado en ella.» (Ibid. p. 201).
«El Capitalismo y el Comunismo, tan diversos como parecen, coinciden en su fondo,
digamos, en su núcleo “místico”: ambos buscan el Paraíso Terrenal por medio de la
Técnica; y su “mística” es un mecanismo tecnólatra y antropólatra, cuya difusión vemos
hoy día por todos lados, y cuya dirección es la edificación del hombre; la cual un día se
encarnará en un hombre» (Ibid. p. 347).
«El Anticristo no será un demonio, sino un hombre “demoniaco”, tendrá “ojos como de hombre”,
levantados con la plenitud de la ciencia humana, y hará gala de humanidad y “humanismo”,
aplastará a los santos y abatirá la ley, tanto la de Cristo como la de Moisés; triunfará tres años
y medio hasta ser muerto “ sine manu”, no por mano de hombre; hará imperar “la abominación
de la desolación.” O sea, el sacrilegio máximo; será soberbio mentiroso y cruel, aunque se
fingirá virtuoso (…) será ateo y pretenderá el mismo recibir honores divinos; en que forma, no lo
sabemos: como Hijo del Hombre, como verdadero Mesías, como encarnación perfecta y flor de
lo humano soberbiamente divinizado, como Fuehrer, Duce, Caudillo y salvador de los hombres;
como Resucitado de entre los muertos. (…) Reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al
mismo tiempo que fomentará una falsa Iglesia. Matará a los profetas y tendrá de su lado una
manga de profetoides, de vaticinadores y cantores del progresismo y de la euforia de la salud
del hombre por el hombre, hierofantes que proclamarán la plenitud de los tiempos y una
felicicdad nefanda. Perseguirá sobre todo la predicación y la interpretación del Apocalipsis; y
odiará con furor aun la mención de la Parusía. En su tiempo habrá verdaderos monstruos que
ocuparan cátedras y sedes, y pasarán por varones píos, religiosos y aun santos; porque el
hombre de pecado tolerará y aprovechará un cristianismo adulterado. Abolirá de modo
completo la Santa Misa y el culto público durante 42 meses o sea 1260 días – que serán largos
de pasar» (Ibid. p.p. 198-199).
«La mujer ramera y blasfema es la religión adulterada, ya formulada en Pseudoiglesia en
el fin del siglo, prostituída a los poderes de este mundo, y asentada sobre el formidable
poder político anticristiano.» (Ibid. p 261).
«Cuando vino Cristo eran tiempos confusos y tristes. La religión estaba pervertida en
sus jefes, y consiguientemente en parte del pueblo. (…) Cuando Cristo vuelva la
situación será parecida. Solamente el fariseísmo, el pecado contra el Espíritu Santo, es
capaz de producir esa magna apostasía que el predijo: “La mayor tribulación desde el
Diluvio acá”, será producida por la peor corrupción, la corrupción de lo óptimo. (…) por
eso San Juan vio en la frente de la ramera la palabra Misterio, y dice se asombró
sobremanera; y el Angel le dice: “Ven, y te explicaré el misterio de la Bestia”. Es el
misterio de iniquidad, la abominación de la desolación: La parte carnal de la Religión
ocultando, adulterando y aun persiguiendo la verdad. “Sinagoga Sátanae.» (Ibid. p.257).
Se comprende así la persecución violenta y silenciosa contra toda la Tradición de la Iglesia,
dogma, culto y moral.
«La esposa comete adulterio: cuando su legítimo Señor y Esposo Cristo no es ya su alma y su
todo; cuando los gozos de su casa no son ya toda su vida; cuando codicia lo transitorio del
mundo en sus diversas manifestaciones; cuando mira sus grandezas, riquezas y honores con
ojos golosos (…) Esto es lo que llama el profeta “fornicar con los Reyes de la tierra”. Primero se
fornica en el corazón desfalleciendo en la fe; después en los hechos, faltando a la caridad. El
error fundamental de nuestra práctica actual y -aun teoría a veces- es que amalgamamos el
reino y el mundo, lo cual es exactamente lo que la Biblia llama “prostitución”.» (Ibid. p.258).
Esto fue lo que instituyo desgraciadamente el Concilio Vaticano II con su «aggiornamento»y su
ecumenismo, y no es más que una prostitución. Al pan, pan y al vino, vino. Las cosas son lo
que son o dejan de ser. Pero resulta que el Concilio Vaticano II único Concilio Ecumenico
en toda la historia de la Iglesia que no fue (no quizo ser) infalible, se impone con
dogmatismo doctrinal, y es más respetado que el mismo Dogma de la Fe, que el mismo
Deposito de la Fe, que la misma Revelación Divina. ¡habrase visto mayor confusión y
error! Solo cabe una palabra prostitución de la religión, prostitución de la jerarquía de la Iglesia,
parte carnal, humana como hombres que son, que fornican con los Reyes de la tierra,
amalgamando Iglesia y Mundo.
Aquí está representada la Bestia de la tierra, el Pseudoprofeta, semajante al cordero pero que
propaga un culto sacrílego, una religión fornicaria al servicio Anticristo, la otra bestia del mar:
«El otro seductor y tirano del mundo que más tarde Juan llamará “el Pseudoprofeta”, tiene un
carácter religioso: “semejante al Cordero” y surge de la Tierra firme, la Religión; no como la
otra, del mar del mundo mundano. Y esta fiera es la que hizo que todo el mundo adorara la
otra.» (Ibid. p.209).
«Esta historia de una religión falsa, falseada, falsificada, falluta (de “fallo- Fallere”, caer) la
veremos recurrir de nuevo en la visión 16, la Gran Ramera; y la tal religión “fornicaría” es
necesaria para que pueda surgir el culto sacrílego, del Anticristo, “que sederá en el Templo de
Dios, haciéndose como si fuese Dios”, según predice San Pablo. Lo cual llama Daniel “la
abominación de la desolación” – y repite Jesucristo.» (Ibid. p.211).
«No hay en la Escritura mención de otro delito del Anticristo que este de la blasfemia y el
sacrilegio máximo (“la abominación de la desolación”) y la iniquidad y tirania contra los
cristianos, que es su consecuencia…» (Ibid. p.344).
«La desolación abominable o la desolación, la palabra de Daniel ya aplicada a la tiranía de
Antíoco varios siglos antes. También se verificó ahora, el año 70, aunque es dudoso cual fue.
Ahora en el fin de los tiempos sabemos por San Pablo que el Anticristo profanará el Templo de
Dios, entronizándose él como Dios; y eso es realmente una horrible profanación.» (Castellani
Catecismo para adultos, ed. Patria Grande, Buenos Aires 1979 p.159).
El modernismo es la religión del Anticristo: «El “enciclopedismo” de los sedicentes “filosofos”
del siglo XVIII, o sea el “naturalismo religioso” que empezó por el “deismo” y se prolonga en el
actual “modernismo”: la peor herejía que ha existido, pues encierra en su fino fondo la
adoración del hombre en lugar de Dios, la religión del Anticristo.»(Apokalypsis p.136).
Es importante retener que las dos bestia la del mar (Anticristo) y la de la Tierra (Pseudoprofeta)
forman el Anticristo completo, ya que las dos bestias son complementarias entre sí, y se
enriquece la visión que podría ser un poco parcial de otro modo, ayudando además a ver
mejor, pues podría darse que la bestia del mar se consolida en un poder oculto mundial, y la
bestia de la tierra por un Antipapa, al servicio de la otra bestia:
«El Anticristo será, pues un Imperio Universal Laico unido a una Nueva Religión Herética;
encarnados ambos en un hombre o quizá en dos hombres, el Tirano y el Pseudoprofeta.»
(Cristo ¿vuelve pp 47 – 48).
San Juan identifica al Anticristo con el espíritu que disuelve o que divide a Jesús «spiritus qui
solvit Jesum» (I Jn 4,3), esto es, el espíritu de apostasía.
Todo esto implica una falsa Iglesia, pues donde la religión se pervirtió, los que representan una
Iglesia falsa, hasta con un falso Papa o Antipapa, que la dirige, eclipsando la verdadera Iglesia,
la de siempre, la siempre fiel a la tradición apostólica romana, por esto la Salette habla del
eclipse de la Iglesia y que Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo; una falsa Iglesia
requiere un falso Papa (Antipapa).
«San Victorino Mártir netamente asevera que la Iglesia será quitada” (“de medio fiet”); pero eso
no significa que será extinguida del todo y absolutamente como lee Domingo Soto, O.P.; sino
su desaparición de la sobre haz de la tierra. Y su vuelta a unas más oscuras y hórridas
catacumbas.» (Ibid.p204).
Si se mira bien esto es en cierto modo un hecho, el culto verdadero a quedado sepultado, la
misa de siempre ha sido relegada de los templos e iglesias; se cumple lo que San Jerónimo
dice, comentando a Daniel 12,11 donde se refiere a la abolición del sacrifico perpetuo y a la
abominación de la desolación: «por sacrifico perpetuo entienden aquí los Padres con San
Jerónimo, el de la Eucaristía, y todo el culto solemne, que ninguno osará ofrecer
públicamente.» (Scio).
Tal como hoy acontece, nadie se atreve a decir la Santa Misa de siempre salvo unos
poquísimos sacerdotes fieles a la Tradición de la Iglesia.
La Iglesia quitada, es decir, eclipsada, en el sentido como explica el P. Castellani al referirse a
la vuelta de Cristo y a la perdida de la fe: «porque fe habrá aunque sean pocos y perseguidos
en los últimos tiempos. Pero la fe en este sentido, significa la fe organizada, es decir la Iglesia.
La iglesia dice el teólogo Domingo Soto será quitada del medio.» (Catecismo para adultos, ed.
Patria Grande, Buenos Aires 1979 p.36)
«En todas las naciones hay grandes catedráticos de la AntiIglesia, voceros potentes de la
impiedad.» (Castellani, Los Papeles de Benjamín Benavides, ed. Dictio Buenos Aires 1978, p.
266).
La AntiIglesia es la que persigue y eclipsa a la Iglesia, pues no la puede totalmente destruir,
gracias a la promesa las puertas del infierno no prevalecerán, ya que siempre habrá un
pequeño rebaño.
La posibilidad de un antipapa o falso Papa por haber perdido la fe en connivencia con el
hombre y el mundo no es algo absurdo, ni contra la fe, como algunos equivocadamente
piensan o creen. Claro está que un anitpapa no es algo nuevo en la historia de la Iglesia, ha
habido al menos unos cuarenta y el primer antipapa terminó muriendo mártir, y fue San Hipólito
Mártir. Además en nada afecta a la fe ni a la institución divina de la Iglesia un antipapa, pues
queda siempre a salvo la institución del Papado, pues los Papas nacen y mueren, pero el
Papado y la Iglesia nacen pero no mueren a lo largo de la historia. El error de Lutero fue
aplicarle al Papado lo que las Escrituras decían del Anticristo, otra cosa es que un Papa por un
misterio de iniquidad claudique en la fe convierta a Roma en sede del Anticristo y se haga un
anticristo, como la Bestia de la tierra o pseudoprofeta: «La segunda bestia, una fiera que surge
de la tierra como la otra surgió del mar, es decir, de la Iglesia en contraposición al mundo; la
cual aunque habla como dragón “tiene dos cuernos semejantes al Cordero”. Esta bestia es la
que “actúa” y reduce a la práctica, es decir, ritualiza todo el poder de la otra, dice el Profeta.
(…) Esta bestia es pues evidentemente un movimiento religioso, una herejía parecida al
Cristianismo, la última herejía, la más nefanda y sutil de todas, la adoración del hombre; en
carnada en un genio religioso, una especie de inmenso lutero, focio, o Mahoma. Quizá sea un
antipapa y los dos cuernos signifiquen la mitra episcopal no lo sabemos.» (Ibid. p.297).
«¿Será el reinado de un Antipapa, o Papa falso?» se pregunta nuevamente el P. Castellani
(Cristo ¿vuelve o no vuelve? (ed. Dictio Buenos Aires 1976 p.29).
Nada más judaizante como señala el P. Castellani, que esperar un triunfo de la Iglesia sin la
Parusia y lamentablemente es la opinión de muchos hoy en día: « pero ¿qué cosa más
judaizante que esperar un gran triunfo terreno de la Iglesia antes de la segunda venida de
Cristo?» (Apokalypsis. p.87).
Igualmente de judaizante es el Ecumenismo: «El punto focal (…) no es otro que esa unificación
triunfal del universo (…) la gran fusión de los pueblos en uno y del advenimiento natural de la
Restauración Ecuménica. (…) Todo lo que es internacional es de esencia religiosa. (…) Decir
esto es decir que todo lo que hoy día es internacional, o es católico o es judaico. Son las dos
únicas religiones universales. La masonería es una invención judaica, el islaismo es una herejía
judaica» (Cristo ¿vuelve… p .289)
«Hoy día, todo lo que es internacional, si no es católico es judio, incluso la francmasonería.»
(Ibid. p150). «Si admitimos que la pacificación de la Humanidad en una gran familia es un
asunto religioso, no quedan para realizarlo sino dos religiones que son internacionales: la
Iglesia Católica y la Anti-Iglesia, o sea la Sinagoga. La Iglesia es internacional por divina
vocación. La Sinagoga es internacional por divina maldición. La Iglesia y la Sinagoga
representan las dos concreciones más fuertes y focales del sentimiento religioso que existen en
el mundo. (…) Todas las demás religiones jerárquicas existentes son herejías de estas dos: el
mahometismo es una herejía judaica, el protestantismo es una herejía cristiana. Las religiones
panteístas del oriente son formas del paganismo, constituyen el sentimiento religioso informe
que no ha llegado a realizarse en sociedad religiosa. (…) El bolchevismo tiene raíz judaica, es
mesiánico, anticristiano y profetal, y por tanto está en el plano religioso. El ateísmo ruso está
informado de un oscuro soplo religioso. Es una forma provisional, representa una etapa, la
etapa de la lucha contra las religiones trascendentes. El mismo es una religión inmanente, la
religión del hombre divinizado, el reverso del misterio de la encarnación, el Misterio de
Iniquidad de que hablo San Pablo…» (Ibid. p.p. 151-152).
«La naturaleza del comunismo es religiosa y no solamente política. Es una herejía cristiano
judaica. Del cristianismo descompuesto en protestantismo tomó Marx la idea obsesiva de
justicia social, que no es sino la primera bien aventuranza vuelta loca, vaciada de su contenido
sobrenatural: los pobres deben reinar aquí, reinar políticamente por el mero hecho de ser
pobres, como los santos de Oliver Cromwell. Pero el elemento formal de la herejía es judaico:
es el mesianismo exasperado y temporal que constituye el fondo amargo de la inmensa alma
del Israel deicida a través de los siglos: Construiremos con la fuerza, con la astucia y con la
religiosidad unidas un Reino Temporal del Proletariado, que será el Paraíso en la Tierra. Para
eso destruiremos primero todo el orden existente, incurablemente inficionado por el mal.» (Ibid.
p. 205).
«El comunismo no es un partido; el comunismo es una herejía. Es una de las tres Ranas
expelidas por la boca del diablo en los últimos tiempos, que no son otros que los nuestros. Las
otras dos ranas, herejías palabreras que repiten siempre la misma canturria y se han convertido
en guías de los reyes, es decir, en poderes políticos, son el catolicismo liberal y el modernismo.
Estas tres herejías se van a unir por las colas, (cosa admirable, dado que las ranas no tienen
cola) contra lo que va quedando de la Iglesia de Cristo, un día que quizá no está lejano.» (Ibid.
p.204).
«El cuá-cuá del liberalismo es “libertad, libertad , libertad”; el cuá – cuá del comunismo es
“Justicia social”; el cuá-cuá del modernismo, de donde nacieron los otros y los reunirá un día,
podríamos asignarle éste: “Paraíso en Tierra; Dios es el Hombre; el hombre es dios”. ¿Y la
“democracia”? Es el coro de las tres juntas: democracia política, democracia social y
democracia religiosa: Demó –cantaba la rana, craciá- debajo del río.» (Los Papeles p46).
«Y las tres ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el comunismo y el modernismo o
naturalismo religioso.» (El Apokalypsis p. 97).
El fin o final en resumidas cuentas ¿cuál es? Pues bien como será una derrota temporal y será
un triunfo sobrenatural. Sobrenatural porque exige la intervención divina, la manifestación de la
Parusia del Señor en gloria y majestad, y no como el progresismo judaizante sin esta
intervención de Dios. Triunfo sobrenatural del bien sobre el mal, al igual que el de la Cruz o
como dice el P. Castellani: «El término de la historia será una catástrofe, pero el objetivo divino
de la historia será alcanzada en una metahistoria, que no será una nueva creación sino una
“trasposición”, pues “nuevos cielos y nueva tierra” significa “renovadas todas las cosas” de
acuerdo a su prístino patrón divinal.» (El Apokalypsis p. 149).
«El mundo va a una catástrofe intrahistórica que condicione un triunfo extrahistórico; o sea una
“trasposición” de la vida del mundo en un transmundo; y del Tiempo en un Supertiempo; en el
cual nuestras vidas no van a ser aniquiladas y luego creadas de nuevo, sino (como es digno de
Dios) transfiguradas ellas todas por entero, sin perder uno solo de sus elementos.» (Ibid.
p.152).
«O sea el fin catastrófico intrahistórico de la humanidad junto con el fin triunfal extrahistórico.
Pues de sus dos elementos contrarios se compone la esjatología cristiana.» (Ibid. p. 175).
El fin triunfal extrahistórico o metahistórico es el Reino de Cristo Rey, de los Sagrados
Corazones de Jesús y María, es el Milenio de la exegisis Patrística y la doctrina común de la
Iglesia primitiva, es el Milenio del Apocalipsis, del cual citaremos algunos autores para tener
una idea de sus rasgos esenciales.
El P. José Rovira S.J. autor del artículo Parusía de la Enciclopedia Espasa expone: «La
Parusía no es otra cosa, según dijimos, sino la segunda venida de Cristo. Vendrá Cristo Jesús
del cielo a donde subió en su gloriosa ascensión (Act. 1,9-11), más no vendrá como vino la
primera vez cuando el verbo se hizo carne (…) antes vendrá y aparecerá con gloria, con gloria
y esplendor (…) después que el sol se obscurecerá y la luna no dará su luz y las estrellas
caerán, entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre (probablemente la cruz), y entonces
lamentarán todas las tribus de la tiera y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo
con gran poder y gloria (Mt.24,30; Mc. 13,26; Luc.21,27), (…) pero entre todas campea la
descripción que de esta venida nos hace el apóstol San Juan en el capítulo 19 del Apocalipsis,
en donde lo describe como rey guerrero que va a pelear contra al Anticristo (…) Cristo no
vendrá solo como rey que es, vendrá acompañado de su corte (…) con sus ángeles (Mt.26,27)
(…), con sus santos.. (Jud. 14,25) (…) Seguirase después la resurrección de los santos.
Verdad es que acerca de este punto no están de acuerdo los teólogos e interpretes, pues
comúnmente dicen que la resurrección ha de ser de todos juntos y aun mismo tiempo, pero
esto ha de entenderse de la resurrección general. Mas esta resurrección particular de los
santos será como un privilegio y así como resucitó Cristo y con Cristo resucitaron también otros
santos, como dice San Mateo (27,52-53), los cuales probablemente, como asiente Santo
Tomas (S.Th. Sup. Q.77,a1,ad3), no volvieron a morir, así también puede admitirse que cuando
aparecerá Cristo en su segunda venida para destruir al Anticristo, resucitarán por privilegio, no
todos los santos, sino solamente algunos. (…) Según esto, distingue San Pablo claramente a la
venida de Cristo dos clases o suertes de justos que se le juntaran. Los unos serán los muertos
que resucitarán primeramente, resucitarán incorruptos; los otros serán los vivos, los cuales no
morirán sino que serán transformados de mortales y corruptibles en incorruptibles e inmortales
y juntamente con los otros serán arrebatados por el aire sobre las nubes del cielo al encuentro
de Cristo. (…) Los otros muertos no vivieron hasta que se cumplan los mil años. San Juan
parece indicar dos clases o suertes de escogidos, los unos son los degollados por el testimonio
de Jesús, esto es, los mártires, o todos o algunos, y en primer lugar los Apóstoles a los cuales
prometió en mismo Cristo que en la regeneración se sentarían sobre 12 tronos para jugar a las
12 tribus de Israel; los otros son los que no adoraron a la bestia ni recibieron su señal, aunque
no hayan sido martirizados sino que estén vivos, pues de lo contrario no había que distinguirlos
de los mártires. (…) Efecto de la venida de Cristo será también la destrucción del Anticristo.
(…) Entonces, pues, vendrá Cristo a destruirle y a salvar y liberar a los suyos. (…) se
manifestará aquel inicuo, al cual el señor matará (propiamente quitará de en medio) con el
soplo de su rostro y lo destruirá con el resplandor de su venida (2Tes 2,8). Y San Juan en el
Apocalipsis dice lo mismo (Ap. 19,11-21) (…) Destruidas las potestades antiteocráticas y
encadenado y encarcelado el demonio, siguiráse luego el reino de Cristo y de los santos. Este
reino predícelo el profeta Daniel en el capitulo séptimo de su profecía[1] (…) En este texto se
predice claramente que a la destrucción del Anticristo y de las otras potestades antiteocráticas
le seguirá no sólo un triunfo, sino un reino de Cristo y de los Santos, un reino que será sobre la
tierra o debajo del cielo, como dice Daniel, un reino en que el poder será del pueblo de los
santos altísimos, al cual (pueblo) todos los reyes le servirán y obedecerán. (…) Véase por
ejemplo, lo que dice Cornelio a Lapide: “Entonces, destruido el reino del Anticristo la Iglesia
reinará en toda la tierra y de los judíos y de los gentiles se hará un solo redil con un solo
pastor”. Seguiráse después la sublevación o rebelión de Goy y Magog contra la ciudad de los
santos, que es probablemente según veremos diversa de la persecución del Anticristo. Luego,
mas tarde, el fuego de la conflagración (…) y por fin terminará todo con la resurrección última y
el juicio final (…) Y San Pablo (1Cor.15,24-28) dice también que Cristo reinará hasta que ponga
bajo sus pies a todos sus enemigos, y la última de todas será destruida la muerte: después de
esto Cristo entregará su reino al Padre y entonces será Dios todas las cosas en todos.»
«Hemos visto que según la predicción de Daniel (7,26-27) inmediatamente después de la
muerte del Anticristo no se acabará el mundo, sino que seguirá la Iglesia compuesta de judíos y
gentiles y extendida por toda la tierra, y los santos ejercerán el poder y la soberanía y a ellos
servirán y obedecerán todos los reyes del orbe. (…) aunque Daniel dice que su reino será
sempiterno, es porque nos presenta este reino de los santos en la tierra continuándose con el
del después del juicio. Más ahora hablamos solamente del reino de los santos en la tierra, del
reino de los santos anterior al juicio final y este claro está que no ha de ser eterno (…). Algunos
interpretes, aun de los que admiten el reino de los santos en la tierra, dicen como Tirini, a
Lapide que este reino ha de durar breve tiempo; otros no hablan de su duración, otros suponen
o afirman que durará largo tiempo (…) En este punto los milenaristas fundándose en el
Apocalipsis (20,1-9) admitieron después de la muerte del Anticristo un reino de Cristo y de los
santos en la tierra que había de durar mil años.»
El P. Benjamín Martín Sánchez resume así en el Nuevo Testamento Explicado, ed, Apostolado
Mariano, Sevilla 1988, nota al capítulo 20 del Apocalipsis: «El milenarismo es la creencia de los
que han dicho que Jesucristo reinará sobre la tierra con sus santos en una nueva Jerusalén por
el tiempo de mil años antes del día del juicio. (…) Yo creo firmemente (después de un detenido
estudio de la Biblia) en un milenarismo en la tierra y si alguno no le agrada la palabra
“milenarismo”, dígase “época maravillosa de paz” de mil o miles de años, que tendrá lugar
después de la muerte del Anticristo y a raíz del juicio universal de naciones y a ello contribuirá
el estar encadenado o reprimida la acción de Satanás. Entonces los judíos convertidos
usufructuarán su conversión, se multiplicará la fe, tendrá un triunfo definitivo la Iglesia de Cristo
y se cumplirá la profecía de “un solo rebaño bajo un solo pastor”. Y a su vez tendrán
cumplimiento las siguientes profecías, que aun no se han realizado: “Dominará de mar a mar,
del río hasta los cabos de la tierra… Se postrarán ante El todos los reyes y le servirán todas las
gentes». (Sal 72,8 y 11).
«Se acordarán y se convertirán a Yahvé todos los confines de la tierra y se postrarán delante
de el todas las familias de las gentes. Porque de Yahvé es el reino y el dominará a las gentes»
(Sal 22,28-29).
«Al fin de los días (v,1)…Yo reuniré, dice el Señor, a la dispersa (esto es, a la extraviada o
dispersos de Israel)… y la haré un pueblo poderoso, y Yahvé reinará sobre ellos en el monte
Sión desde ahora y para siempre.» (Miq 4,6ss).
«Y reinará Yahvé sobre la tierra toda, y Yahvé será único y único su nombre». (Zac. 14,19)
«Entonces (después del gran juicio de las naciones) Yo devolveré a los pueblos los labios
puros, para que todos invoquen el nombre del Señor» (Sof. 3,9).
«Y la nueva alianza que empezó a cumplirse en la Nueva Ley, anunciada por Jeremías (31,31-
34) llegará a su plenitud con la conversión de Israel. Entonces dice el Señor: “pondré mi ley en
sus corazones… y no tendrán ya que enseñarse unos a otros… todos me conocerán”. Y
“entonces toda la tierra estará llena del conocimiento de Yahvé” (Is. 11,9). Cuando Israel se
convierta y sea purificado de sus pecados, los desiertos florecerán, se convertirán en vergeles
y tendrán cosechas de frutos y producción de ganados como jamás se ha conocido (Ez. 36,33-
35). A estos textos habría que añadir muchísimos más de Isaías, Miqueas, Zacarias y otros
profetas que nos hablan de la gran paz de esta época, del bienestar temporal, de Jerusalén
como capital del mundo cristiano, etc. (…) Algunos han querido entender la “resurrección
primera” espiritualmente del nacimiento a la vida de la gracia, pero no convencen porque se
habla de mártires que murieron por la fe. Pirot dice: “Algunos críticos católicos
contemporáneos, por ejemplo Calmes, admiten la interpretación literal del pasaje que
estudiamos. El milenio sería inaugurado, por una resurrección de los mártires solamente, en de
trimento de los otros muertos”. También ya San Ireneo señaló como primera resurrección la de
los justos. Bien creo la podemos confirmar con estos dos textos: 1 Cor. 15,23, donde San Pablo
habla del orden en la resurrección: “Primero Cristo, luego los de Cristo cuando El venga,
después será el fin…”, y además por Tes 4,14-16: “Los que murieron en Cristo resucitarán
primero… El escriturista Cornelio a Lápide también interpreta literalmente el texto 1 Cor. 15,23.
Los restantes muertos no vivieron hasta pasados los mil años. (…) Y entonces será la
resurrección universal y el juicio final.»
«Pasados mil años, será soltado Satanás y se irá a seducir a las gentes (…) el demonio irá
pervirtiendo a las gentes y las fuerzas del mal, o sea Gog y Magog atacarán a los santos y la
ciudad santa, pero Dios hará que sean devorados por el fuego que hará descienda sobre
ellos.»
Sobre el capitulo 21 del Apocalipsis el mismo autor comenta sobre la restauración universal de
todas las cosas, lo cual nos hace recordar el lema de San Pio X omnia instaurare in Christo
todo instaurarlo en Cristo y que Monseñor Lefebvre traduce a modo explicativo todo
recapitularlo en Cristo. Así expresa el P. Martín Sánchez sobre el cielo nuevo y tierra nueva:
«De la transfiguración de las cosas creadas se nos habla aquí y además en Isaías 65,17ss, en
2 Ped 3,13, y en Rom 8,19ss. (…) tenemos que este mundo no será aniquilado, sino renovado,
y cambiando en mejor, pues como dice San Jerónimo: “pasa la figura, no la sustancia. No
veremos otros cielos y otra tierra, sino los viejos y los antiguos cambiados en mejores”. Todo
hace presagiar que esto se refiere también a la época maravillosa de paz, por cuanto según las
Escrituras, el universo una vez renovado ha de servir de escenario a la vida humana, porque la
creación entera tomará parte en la felicidad del hombre (Rom. 8,19-22) y porque vendrán
nuevos cielos y nueva tierra en los que habitará la justicia (2Ped. 3,10-18). Entonces la tierra
será como un cielo nuevo anticipado (…) Es una renovación de este mundo donde vivió la
humanidad caída, el cual, desembarazado al fin de toda mancha, será restablecido por Dios en
un estado igual y aún superior a aquel en que fue creado: renovación que la escritura llama en
otros lugares la “palingenesia”, la regeneración Mt. 19,28, “la restitución de todas las cosas” en
su estado primitivo (Hech. 3,21) (Crampon).»
Y en la explicación al capitulo 22 dice nuestro autor refiriéndose a las palabras finales del
Apocalipsis, Ven señor Jesús: «Con esta expresión que se refiere a la segunda venida de
Jesucristo termina el Apocalipsis después de hablarnos de la gran felicidad reservada a los
santos repite: “Venga Pronto”, y con este aviso quiere que no nos durmamos, que vivamos
vigilantes, que anhelamos su venida para gozar de la dicha anunciada.»
Sobre el milenarismo el P. Castellani a su vez precisa: «El milenarismo real no enseña otra
cosa sino que Apokalypsis XX y I Corintios XV, pueden ser interpretados literalmente sin
quiebra de la fe ni inconveniente alguno, que así lo entendieron los padres apostólicos y
después de ellos, en el curso de la historia, innumerables doctores y santos; que de ello se
sigue la probabilidad de dos resurrecciones, una parcial y otra general, con un período
místicamente glorioso de la Iglesia Viante entre ellos, y que esta inteligencia resuelve
fácilmente muchos lugares oscuros de la Escritura y es honrosa a la grandeza, veracidad y
omnipotencia del creador.» (Los Papeles … p,418).
«Toda la tradición antigua en masa durante los cuatro primeros siglos de la Iglesia entendió en
este capítulo simplemente que habría un largo periodo de paz y prosperidad en el mundo (mil
años o bien mucho tiempo) después del retorno de Cristo y refulgir de su Parusía, que habría
dos resurrecciones, una parcial de los mártires y santos últimos, otra universal al fin de buenos
y malos lo cual también San Pablo dice, que todo este largo tiempo es quizás lo que
designamos con el nombre de Juicio Final, el cual se describe metafóricamente al final del
capítulo, es decir se describe su término y finiquito. El “Día del Juicio Final” no puede ser
ciertamente un día solar.» (Apokalypsis pp.295-296).
Sobre esto último el mismo San Agustín admite que el día del juicio final no sea un día solar:
«Lo que confiesa y aprueba toda la Iglesia del verdadero Dios: que Cristo ha de descender de
los cielos a juzgar a los vivos y a los muertos, éste decimos será el último día del divino juicio,
es decir, el último tiempo. Porque aunque no es cierto cuantos días durará este juicio, ninguno
ignora, por más ligeramente que haya leído la Sagrada Escritura que en ella se suele poner el
día por el tiempo.» ( La Ciudad de Dios, libro 20, capitulo1). «En suma, milenarismo consiste en
creer al Dios del juicio, que es un dogma de fe, no un día material y un lugar geográfico sino un
período y un estado, un ciclo enteramente sobrenatural; y eso no por racionalismo o fantasía,
sino por encontrarlo así escrito a la letra, en las dos grandes profecías postrimeras, Daniel y
Juan, con dos textos coincidentes del apóstol Pablo.» (Los Papeles p. 412).
Aunque la interpretación alegórica es la que predomina actualmente, no siempre fue así, al
menos para los primeros 4 siglos de la Iglesia primitiva, además el mismo San Agustín que
tomó la interpretación alegórica del hereje donatista Tyconius, quien fue su autor en el siglo IV,
como hace ver el P. Castellani (Apok. p. 294), reconoce que su nueva interpretación (antes fue
milenarista) no es segura, pues: «San Agustín advierte que no sabe si esta interpretación es
buena o no, cosa en que no es imitado por ninguno de los actuales “alegoristas”, muchos de los
cuales además incriminan de “heréticos” (y de ridículos, y de judaizantes, y de zotes, y de
groseros, y de perturbadores) a aquellos que no gustas de ella.» (Apok. pp. 294-295).
«Pero milenarismo y antimilenarismo representan en la realidad histórica hodierna dos
espíritus, dos modos de leer la escritura, y de ver en consecuencia la Iglesia y el Mundo. De ahí
la lucha.» (Los Papeles p. 412).
Esta es la razón por la que muchos inconscientemente no aceptan el Milenarismo Patrístico,
hoy en día. Esperemos que esta recopilación sirva de luz para abatir los prejuicios y estar mas
expectantes que nunca de la Parusía y del Reino de Cristo, y el triunfo del Inmaculado Corazón
de María.
P. Basilio Méramo
Nuestra Señora Refugio de los Pecadores
Julio 4 de 2000
Santa Fe de Bogotá

LA SALETTE Y FATIMA PROFECIAS APOCALIPTICAS DE LOS ULTIMOS TIEMPOS

Introducción.
Contenido Profético de las Apariciones.
La Salette Profecía Apocalíptica.
Grandes Apostasías.
La Gran Tribulación.
Apóstoles de los Ultimos Tiempos.
Fátima Profecía Apocalíptica.
Declaraciones y actitudes de quienes leyeron el Tercer Secreto.
Testimonio de los Peritos.
Defección de la Jerarquía de la Iglesia.
Conclusión.
La Salette y Fátima
Profecías Apocalípticas de los Ultimos Tiempos
Introducción
Podrá sorprender a primera vista que relacionemos las apariciones de La Salette y de Fátima
con profecías de carácter apocalíptico, con sucesos relativos a los últimos tiempos. Pues bien
éste será nuestro cometido, mostrar como las apariciones de la Salette y de Fátima
(reconocidas por la Iglesia) son eminentemente apocalípticas y cobran su pleno significado y
valor dentro del contexto apocalíptico al cual se refieren. De otro modo quedan como
relegadas, o mal enfocadas perdiendo la luz que nos vienen a dar para tiempos difíciles y
decisivos como el nuestro, tiempos realmente apocalípticos, pero llenos de esperanza al saber
que el retorno glorioso de Cristo Rey está próximo.
Hablar del apocalipsis no es fácil, sobre todo cuando este tema ha sido desgraciadamente mal
llevado por exégesis que oscurecen el camino para llegar a luz de la verdad, a la luz de la
Revelación, que el Apocalipsis encierra hasta en su misma terminología pues no otra cosa
significa su nombre que el de revelación, o sea afloración de algo oculto, velado. En definitiva el
término Apocalipsis encierra el sentido de una verdad velada que ha sido revelada a los
hombres, revelación que consiste en la manifestación (aparición o parusía) de Cristo Jesús en
gloria y majestad al fin de los tiempos cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos por su
aparición y por su reino, tal como confiesa San Pablo en su segunda epístola a Timoteo 4,1
cuyo texto en latín (para mayor precisión) dice así: «Testificor coram Deo, et Iesu Christo, qui
judicaturus est vivos et mortuos, per advéntum ipsíus, et regnum eius».
El tema central del Apocalipsis como Revelación gira sobre la Parusía de Jesucristo al fin de
los tiempos, o sea la gloriosa venida de Jesús al mundo, tal como finaliza el Apocalipsis
implorando: «Ven Señor Jesús».
Contenido Profético de las Apariciones
En primer lugar mostraremos que las dos apariciones; la de la Salette y la de la Fátima son
proféticas, es decir que son una visión por revelación sobrenatural de Dios, a través de la
Virgen Santísima, y encierran una predicción o anuncio futuro.
La profecía (procul = distante – phanos = aparición) es una visión de algo distante (oculto) a los
sentidos relacionado por lo general con algo futuro (por venir). Es un conocimiento (visión)
sobrenatural de cosas distantes o futuras.
En segundo lugar la profecía (porro = a lo lejos – fantur = decir) es una locución dando a
conocer las cosas que se saben por revelación de Dios .
Santo Tomás dice: «La profecía consiste primero y principalmente, en el conocimiento, pues los
profetas se llaman así porque conocen las cosas que están lejos del conocimiento natural de
los hombres. Pudiera decirse que ‘profeta’ viene de ‘phanos’ que significa aparición, por cuanto
se aparecen al profeta cosas que están lejos.(…) la profecía consiste, en segundo lugar, en la
locución por cuanto los profetas dan a conocer las cosas que por revelación de Dios conocen,
para edificación de otros» (S. Th. II-II, q.171, a1).
De tal modo que «los profetas son como proferidores, que hablan de lejos, es decir, de las
cosas lejanas, y predican la verdad de los acontecimientos futuros» (S. Th. II-II, q. 171, a1). O
como señala el P. Castellani «la profecía es un conocimiento del futuro contingente». (El
Apokalipsis, Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1963, p.78).
Como se puede observar la profecía encierra varios elementos que la caracterizan y ellos se
encuentran en ambas apariciones. Basta que analicemos el contenido de cada una de ellas,
para darnos cuenta de ello.
Además no debemos desechar ni despreciar las profecías, ello constituye una impiedad y
orgullo inimaginable. El Apocalipsis advierte muy claramente: «Bienaventurado el que lee y los
que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, pues el tiempo
está cerca.» (Ap. 1,3).
La Salette Profecía Apocalíptica
Por revelación de la Virgen del cielo en el año 1846, se predijeron cosas relativas a la Iglesia y
la Fe en un futuro, no muy lejano, que son una verdadera y real profecía, para nuestra
edificación.
El contenido de lo que dice y anuncia la Santísima Virgen en La Salette es no sólo
sorprendente en cuanto a la gravedad de lo que dice, sino también inimaginable desde el punto
de vista doctrinal como imposible a primera vista; nos referimos a las palabras tremendas, que
dicen «Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo».
No se puede decir en verdad nada más grave y trágico para la Iglesia y el fiel católico, lo cual
hace pensar en acontecimientos de orden apocalíptico y no solo en una simple profecía más,
sino en una profecía sobre el fin de de los tiempos. Pero no nos adelantemos, vayamos poco a
poco.
No vamos a citar todo el mensaje de La Salette, solo tomaremos los pasajes más relevantes y
decisivos, para que resalte su contenido eminentemente profético y apocalíptico.
Recordemos que toda profecía contiene una visión (o conocimiento) de un suceso de algo
oculto para los hombres que encierra una predicción o anuncio de cosas futuras, para su
edificación.
«Acercaos hijos míos, no tengáis miedo. Yo estoy aquí para anunciaros una gran noticia(…) Si
mi pueblo no quiere someterse, me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte
y tan pesado que no puedo sostenerlo más» (Abate Gouin, Profecías de Nuestra Señora de La
Salette, Madrid, 1977, p. 70).
En cuanto al secreto tenemos: «Melania, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre un
secreto; puedes publicarlo en 1858.»(Ibid. p. 71).
La corrupción clerical es espantosa y abominable haciéndose eminente un gran castigo: «Los
sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su
impiedad al celebrar los santos misterios; por su amor al dinero, a los honores y a los placeres,
se han convertido en cloacas de impurezas(…) Dios va a castigar al mundo de una manera sin
precedentes» (Ibid p. 71).
El pez se pudre por la cabeza, el mal viene de la cúspide, de la jerarquía misma de la Iglesia:
«los jefes, los guías del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio
ha ofuscado sus inteligencias; se han convertido en estrellas errantes que la antigua serpiente
arrastrará con su cola para hacerlos perecer.(…) La sociedad está en vísperas de la más
terrible calamidad y de los más grandes acontecimientos» (Ibid p. 71).

La fe se perderá. Es otro de los sucesos profetizados por La Salette: «En el año 1864 (que
nosotros debemos desplazar unos 100 años más, por el plazo que se le concedió a Satanás,
según la visión del Papa León XIII, como más adelante veremos; dandonos así la fecha de
1964, es decir en pleno Concilio Vaticano II), Lucifer con un grannúmero de demonios, serán
desatados del infierno. Abolirán la fe poco a poco, aún entre personas consagradas a Dios; las
cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el
espíritu de esos malos ángeles. Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y se
perderán muchísimas almas.» (Ibid. p. 72).
Y lo más grave y difícil de creer, pero es la Santísima Virgen quien lo dice, para que estemos
alertas y vigilantes: «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo.»(Ibid. p.75).
Jamás se oyó decir algo semejante, ni se pudo imaginar algo parecido. Que la fe se pierda al
extremo inimaginable de afectar hasta la misma Roma, Cátedra de Pedro, Sede del Vicario de
Cristo en la tierra, para convertirse en la sede del Anticristo, en Cátedra de Satanás; convertida
de cátedra de la Verdad en cátedra del error y de las tinieblas, obscureciéndose la luz de la fe
que debe irradiar para iluminar el mundo entero; es algo que humanamente no cabe en la
cabeza de ningún fiel católico. Pero siendo la Virgen quien lo dice y profetiza, estamos
obligados a creerlo y admitirlo, salvo que neguemos de plano la aparición de La Salette, cosa
que solo puede hacerlo un ignorante o un impío.
Por dramático e imposible que parezca a nuestro frágil pensamiento, estamos obligados a
admitir y a creer en que los anuncios de La Salette son proféticos y como tales superan el
entendimiento humano, requiriéndose así la luz sobrenatural de la fe para aceptarlos.
La Salette exige, como todas las cosas de Dios, un acto de fe, so pena de nada comprender o
peor aún de mal entender, con explicaciones mediocres que, en resumidas cuentas, nada
dicen; y que no hacen más que obstaculizar la verdad.
Nuestra tierna y dulce Madre del Cielo, con infinita misericordia y compasión, por nosotros sus
hijos más queridos, más que las pupilas de sus vírginales ojos, nos advierte para que no
perezcamos envueltos en la mayor y más espantosa Apostasía, que jamás se haya y habrá
visto.
Por esto, por amor a nosotros, todos sus hijos, nos anuncia lo impensable para un fiel católico,
hijo de la Santa Madre Iglesia, única arca de Salvación; algo tremendo pero desgraciadamente
muy cierto:«La Iglesia será oscurecida, el mundo quedará consternado».(Ibid p.76). Más aún:
«Roma pagana desaparecerá» (Ibid. p.76). Sí, es tremendo, verdaderamente apocalíptico, una
cosa así.

La antigua Roma pagana era la capital y centro universal del Imperio Romano de la cual San
León Magno decía como leemos en el Breviario en la Fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de
Junio):«Pero esta ciudad (Roma) ignoraba la altura de su elevación; gobernando casi todas las
naciones, era la esclava de todas las naciones, era la esclava de todos los errores de todas
esas naciones; y le parecía poderse atribuir muchas religiones, porque no rechazaba ninguna,
pero entre más la tenía fuertemente encadenada el demonio, más maravillosamente ha sido
librada por Cristo» (Maitines Lect. VI).
Sí, la Roma Imperial y Pagana, que dominaba el mundo, cobijaba en su seno todas las falsas
religiones de los pueblos que gobernaba. Se vanagloriaba de poseer en su fabuloso Panteón el
culto y las divinidades de todos los pueblos paganos; lo cual la convirtió en una segunda y más
abyecta Babilonia, como la llega a llamar el mismo San Pedro: «Os saluda la Iglesia que está
en Babilonia» (1 Pet. 5,13).
Tanto Scio como Straubinger comentan al respecto diciendo el primero: «Los padres entienden
aquí a Roma bajo el nombre de Babilonia a causa de la inmensa población de aquella ciudad; y
así mismo por la multitud y confusión de sus ídolos. También S. Juan en el Apocalipsis XVII. 5,
XVIII. 10, comprende a Roma gentil bajo la misma palabra.» Y el segundo: «Por Babilonia se
entiende Roma, que constituía el centro del paganismo. La Roma pagana significaba
para los cristianos el mismo peligro que antes Babilonia para los judíos. También S.
Juan usa el mismo término para designar a Roma y predice su destrucción (Ap. 14,8;
17,5; 18,2 y 10).»
La Roma pagana (grande por su idolatría), convertida en Roma Cristiana por la fe, volverá al fin
de los tiempos, según lo anunciado por La Salette, a ser el centro de la fornicación y de la
idolatría. Esto es lo que las profecías de La Salette predicen, en plena concordancia con las
Sagradas Escrituras como veremos más adelante.
La caída apocalíptica de Roma bajo el nombre de Babilonia está profetizada para los últimos
tiempos por las Sagradas Escrituras, en plena concordancia con las profecías de La Salette:
«Ha caído, ha caído Babilonia, la grande, la cual abrevó a todas las naciones con el vino
de su enardecida fornicación»(Ap. 14,8). Y leemos en la nota 8 de Straubinger
correspondiente a este versículo: «Babilonia, nombre simbólico de Roma, como se ve en los
caps. 17 – 18 y en 1 Ped. 5,13. El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así
como el de Sión o Jerusalén el reino de Dios».
Scio comenta al respecto: «El segundo ángel anuncia, que está por el suelo aquella soberbia
Babilonia que había hecho idolatrar a todas las naciones, moviendo contra sí la cólera de Dios
por semejante prostitución y apostasía.» (Ap. 14,8 nota 1).

Ruinas de Catedral del Santísimo Sacramento


Roma cristiana paganizada, vuelta a su antigua prostitución e idolatría, cobijando en su seno
todos los falsos cultos y religiones, cae como la antigua Babilonia por abrevar a todas las
naciones que fueron católicas (la Cristiandad) con el vino de su enardecida fornicación, es decir
la falsa caridad ecuménica, su ardor frenético en aunar a los hombres sin distinción de credos
ni dogmas, consumando su adulterio.
Babilonia como dice San Jerónimo es la Roma adulterada: «La gran ramera Babilonia es
representante del mundo anticristiano (S. Agustín), en particular la ciudad de Roma (S.
Jerónimo) , levantada sobre siete montes (v.9) como la bestia sobre la cual se asienta la
ramera grande (v.3). En tiempo de S. Juan ella era la capital del mundo y centro de la
corrupción pagana» (Straubinger Ap. 17-1 nota 1).
Fornicación en lenguaje bíblico significa precisamente la unión adúltera de la verdadera religión
y de su culto con las falsas religiones, con sus respectivos cultos idolátricos.
En este sentido señala Mons. Straubinger en varias ocasiones en sus notas y comentarios
sobre la fornicación y el adulterio empleados en la Biblia: «En el lenguaje de la Biblia la
apostasía se llama adulterio, porque la unión del alma con Dios es como un matrimonio, y el
esposo que ama de veras es necesariamente celoso» (Nota 4, Stgo 4,4).
El culto idolátrico y sus vicios son según las Escrituras las abominaciones; pues
«abominaciones -indica Staubinger- en la Sagrada Escritura, es el término para señalar la
idolatría y los vicios que proceden del culto a los ídolos» (Nota 3, Apoc. 17,4).
Scio dice lo mismo al referirse a la fornicación: «del mismo modo debe entenderse
figurativamente de la idolatría, lo que aquí se llama prostitución o fornicación. Esta es una
expresión, que usan frecuentemente los profetas, para explicar la apostasía o abandono, que
se hace del Dios verdadero, para convertirse a los dioses falsos o a los ídolos. Muchos
intérpretes antiguos , con San Jerónimo, han entendido por esta mujer a Roma pagana e
idólatra, perseguidora del verdadero Dios y de su Cristo» (Nota 2 Ap. 17,1).
Grandes Apostasías
La Salette nos previene de la Apostasía de Roma, pues no significa otra cosa el decir que:
«Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo». Esta es la triste realidad pero es la verdad.
Toda la historia del hombre, desde la creación, con el pecado de Adán, es una continua y
desgraciada Apostasía, que muestra la miseria humana y la infidelidad de amor a su Dios.
Podemos remontarnos a la Apostasía de los ángeles, que fue definitiva y sin posibilidad de
redención, dada su naturaleza angélica (espíritus puros) donde no cabe ni la ignorancia, ni el
error de parte de la inteligencia, y donde el querer de la voluntad es para siempre fijo en la
elección que ha hecho con plena libertad. El ángel una vez que elige el objeto de su amor, no
puede ya cambiar, su libertad queda fija en aquello que eligió con todas las consecuencias.
Este es el drama de la irredención angelical, dada la excelencia y superioridad de su
naturaleza. El hombre en cambio, por ser más débil, sujeto a una luz inferior (grado de
inteligencia) puede mientras vive cambiar su elección, no fijándose de una vez por siempre en
aquello que hizo el objeto de su amor.
El hombre es así susceptible de Redención y de Misericordia, por la misma condición de
inferioridad de su naturaleza con relación a los ángeles. Gracias a esta miseria pudo decir con
razón San Agustín «Oh feliz culpa», cosa que un ángel jamás podría decir.
Con la creación del primer hombre Dios hace su primera revelación al hombre (Revelación
Primitiva). Adán peca y toda su descendencia cae en la mancha del pecado original. Con la
infidelidad de los pueblos primitivos a la Revelación Primitiva, surge el Paganismo, primera y
gran apostasía.
Dios escoge un pueblo para volverlo suyo como testimonio y testigo de Sí. Se produce la
segunda revelación hecha a Moisés.Pero la infidelidad del pueblo judío en su tenacidad y
dureza de corazón rechazó la Ley, y como consecuencia de su apostasía a esta segunda
Revelación, hecha a los hombres, surge el judaísmo.
Dios hace su tercera y última Revelación, a través de su verbo Encarnado, Revelación de la
Gracia, del Amor, su Evangelio, y comienzan una serie de contínuas apostasías dentro de la
misma Iglesia fundada por Cristo Nuestro Señor.
Tenemos, así, la triste historia de las herejías y cismas dentro de los fieles. Vemos caer uno por
uno los distintos Patriarcados que constituían la Iglesia por todo el mundo. Todos los
Patriarcados de Oriente fueron cayendo uno tras otro en la herejía y el cisma.
Prueba de ello nos la da el Padre Nicolás Liesel en su estudio sobre «Las Liturgias de la Iglesia
Oriental,» Ed. Espasa- Calpe, Madrid, 1959: «Cuando en el siglo V se declaró la herejía
monofisista (=en Cristo una sola naturaleza), cayeron en ella los dos patriarcados de Antioquía
y Alejandría, tanto que desde entonces quedaron sólo restos lamentables. El monofisismo
había triunfado en estos países, con excepción del patriarcado de Jerusalén, fundándose así la
Iglesia jacobita Siria y la copta en Egipto. Los cristianos, que permanecieron fieles a la fe
tradicional, recibieron de los monofisistas el despectivo apodo de ‘melquitas’ o sea, ‘cesareos’,
porque, en calidad de griegos y grecófilos, se mantuvieron junto al emperador (en sirio =
malka). (…) En el Líbano se separaron los maronitas. Y para colmo de males, los melquitas,
fieles a Bizancio, fueron arrastrados en el siglo XI al cisma de la Iglesia griega. Así subsisten
hoy tres patriarcados cismáticos: Alejandría, Antioquía y Jerusalén, que se llaman no
‘Melquitas’ según el antiguo nombre, sino ‘ortodoxos’,esto es, los ‘auténticos creyentes’, como
antiguamente se llamaban las Iglesias Católicas del Oriente desde el siglo XI para
contradistinguirse de las Iglesias caídas en el monofisismo.(…) La actividad unionista de los
católicos entre los melquitas empezó en el siglo XVII. Sobre todo en Alepo y Damasco tornaron
muchos a la unidad católica. También en Egipto se formaron comunidades católicas entre
melquitas emigrados de Siria. En el año 1701 se hicieron católicos dos obispos en secreto. Los
católicos melquitas de Damasco eligieron en 1724 como patriarca, con el nombre de Cirilo VI,
al obispo Serafín Tomas (…) El patriarca melquita católico tiene su sede en Damasco y ostenta
el título de ‘patriarca de Antioquía, Alejandría, Jerusalén y todo Oriente’». (Cap. La Liturgia
Melquita).
Se ve entonces como el oriente católico cayó en la herejía y el cisma con sus Patriarcados, si
bien siempre hubo una minoría perseguida y oprimida que permaneció fiel a la Iglesia, y
últimamente volvieron algunos del error como los melquitas católicos, quedando los ortodoxos
aún en su error.
Solo quedó en pie Occidente, Roma, aunque flagelados por las herejías y el cisma, pero Roma,
y todo el Patriarcado Occidental que del Papa depende, se mantuvo firme en la fe. Pero tenía
que caer, por un misterio de verdadera iniquidad. Esto es lo que La Salette nos viene a señalar,
junto con Fátima.
La Apostasía de Roma, que de pagana paso a cristiana por la fe, volverá a su antigua
condición por la pérdida de la fe convirtiéndose en la Sede del Anticristo; ésta es la esencia de
la profecía de La Salette. Por esto «Roma pagana desaparecerá» tal como dice Nuestra
Señora de La Salette. San Roberto Belarmino viene a confirmar lo mismo: «Varios autores
entre ellos San Roberto Belarmino, -dice Straubinger en su comentario- creen que en los
últimos tiempos Roma volverá a desempeñar el mismo papel que en los tiempos de los
emperadores» (Nota 1, Ap. 17,1).
Todo lo dicho sobre la Gran Ramera en el capítulo 17 del Apocalipsis concuerda con lo
profetizado en La Salette sobre Roma: «Ven acá, te mostraré el juicio de la Ramera grande, la
que está sentada sobre muchas aguas; con las que han fornicado los reyes de la tierra,
embriagándose los moradores de la tierra con el vino de su prostitución. Y me llevó a un
desierto en espíritu; y ví a una mujer sentada sobre una bestia purpúrea repleta de nombres de
blasfemias, que tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y cubierta de oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano un cáliz de oro
lleno de abominaciones y de las inmundicias de su fornicación. Escrito sobre su frente tenía un
nombre, un misterio: Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de
la tierra. Y ví a la mujer, ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de
Jesús; y al verla me sorprendí con sumo estupor» (Ap. 17,1-6).
Roma prostituida, fornicaria y adúltera, al igual que la antigua Babilonia la grande, por ser
madre de los fornicarios y de las abominaciones, ebria de la sangre de los santos con la cual
cubre el cáliz (culto) de su abominación, es la que está señalada.
Todo esto indica la decadencia espiritual y religiosa, la entronización de un falso culto (cáliz
lleno de abominaciones), la usurpación de «los méritos de los mártires y santos revistiéndose
hipócritamente de ellos» (Straubinger Ap. 17.6 nota 6). Esto señala el fariseismo que con
apariencias de piedad corrompe a la Iglesia, y a la fornicación espiritual con los reyes de la
tierra, «es decir, a la que vive en infiel maridaje con el mundo (Sg. 4,4), olvidando su destino
celestial y la fugacidad de su tránsito por la peregrinación de este siglo» (Straubinger Ap. 2-14
nota 14). «La apostasía de Babilonia (Ap. 17,2) consistirá precisamente en esa actitud
mundana (Juan 14, 30 y nota 3) de poner a Dios principalmente como agente de bienes
temporales, convirtiendo la ‘vida eterna’ traída por Jesús en programa de puros valores
humanos, sea con carácter de cultura o de bienestar económico o de influencia política, etc.»
(1 Tim. 6,3 nota). Aquí queda condenado y como radiografiado todo el afán del progresismo
actual de los que ocupan la Iglesia.
«Las armas del Anticristo son las falsas ideologías y doctrinas que Satanás, ‘el príncipe de este
mundo’ va introduciendo desde ahora bajo etiquetas de cultura, progreso y aun de virtudes
humanas que matan la fe, y gracias a los medios que la técnica moderna le da para
monopolizar la opinión pública». (Straubinger 2 Tes 2,6 nota 6), esto le cae al milímetro al
modernismo que invade la Iglesia.
El tema de la apostasía es hoy más real que nunca y es además como el culmen del misterio
de iniquidad: «Es decir que la apostasía ha de preceder al hombre de iniquidad, como
culminación del ‘misterio de iniquidad’ (v.6) y clima favorable a la desembozada aparición del
v.8 (S. Tomás, Estio, C. a Lapide, S. Belarmino, Suárez, etc.). Nadie niega que la apostasía
(Luc. 18,8) ha comenzado ya (cf v.7), no sólo en los ambientes intelectuales, sino también en
los populares, lo que Pío XI caracterizaba como el gran escándalo de nuestro tiempo. Lo peor
es que los apóstatas en gran parte se quedan dentro de la Iglesia (2 Tim 3,15; 1 Juan 2,18s.) e
infectan a otros»(Straubinger 2 Tes 2,3 Nota 3).
Verdaderos lobos con piel de oveja, es decir con apariencia de piedad: «Guardaos de los falsos
profetas los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, más por dentro son lobos rapaces.
Los conocerás por sus frutos» (Mt. 7,15). «Jesús como buen pastor -comenta Mons.
Straubinger- nos previene aquí bondadosamente contra los lobos robadores, cuya peligrosidad,
estriba principalmente en que no se presentan como antirreligiosos, sino al contrario ‘con piel
de oveja’ es decir ‘la apariencia de piedad’ disfrazados de servidores de Cristo.
«El Evangelio no debe ser acomodado al siglo so pretexto de adaptación (aggiornamento). La
verdad no es condescendiente sino intransigente. El mismo Señor nos previene contra los
falsos Cristos (Mat. 24,24), los lobos con piel de oveja (Mat. 7,15) y también S. Pablo nos
advierte contra los falsos apóstoles de Cristo (2 Cor. 11,13) y los falsos doctores con apariencia
de piedad (2 Tim. 3,15).» Straubinger Gal. 1,8 nota 8). Es más, existe el permanente peligro de
invertir la palabra de Dios, pues: «El orador sagrado, agrega S. Jerónimo , está expuesto cada
día al grave peligro de convertir, por interpretación defectuosa, el Evangelio de Cristo, en el
Evangelio del Hombre» (Ibid. nota 11). Esto es precisamente lo que hoy acontece,
desgraciadamente.
La Gran Tribulación
La pérdida de la fe llevará a Roma a su antiguo paganismo convirtiéndose en Panteón de todas
las falsas religiones, esto es lo que La Salette profetiza y así nos advierte que: «el sol oscurece;
sólo la fe vivirá» (Ibid. p.76).
Esto es ni más ni menos que, La Gran tribulación (Tribulatio Magna), del Evangelio: «Porque
habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora,
ni la habrá más.»(Mt. 24,21).
Santo Tomás comentando este pasaje dice: «Habrá, entonces, una gran tribulación, porque
habrá una perversión de la doctrina católica, a causa de la propagación de una falsa doctrina. Y
si no fuesen abreviados aquellos días, a saber, por el testimonio de la doctrina, a causa del
refuerzo de la verdadera doctrina, nadie se salvaría, pues, todos abrazarán la falsa doctrina»
(In. Mat. c.24 Ed. Marietti, Taurini 1925 p. 318). Además, señala Santo Tomás refiriéndose al
sol oscurecido, que: «por el sol se designa la Iglesia; pues la Iglesia por causa de las
tribulaciones no se la verá relucir» (Ibid. p. 312).
Es claro y evidente que para el Doctor Angélico la Gran Tribulación de que hablan las
Escrituras, consistirá en una cuestión de doctrina, que sacudirá hasta los cimientos mismos de
la Iglesia Católica Apostólica Romana, reducida prácticamente a unos pocos que
permanecerán por gracia de Dios firmes en la fe y conservando la verdadera doctrina católica.
Y tal como expone Orígenes citado por Santo Tomás unos renglones más arriba con relación a
los días acortados: «Así pueden referirse al advenimiento de Cristo a causa de su Iglesia, y así
decía Orígenes que tal como la palabra del Evangelio se divulgó para su venida, así la falsa
doctrina se divulgará para la venida del Anticristo».
En plena concordancía con las Escrituras y Santo Tomás, La Salette advierte: «Se predicará
una falsa doctrina, un anti-Evangelio …predicarán otro Evangelio contrario al del
verdadero Cristo Jesús» (p.72).
La confusión y el error llegará a grados inimaginables y el culto de Dios quedará relajadotal
como acontece hoy con la nueva Misa: «Los libros malos abundarán en la tierra, y los espíritus
de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al
servicio de Dios, obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza» (Ibid. p.72). Y esto por
pérdida de la Fe: «Y se verán por doquier prodigios extraordinarios, porque la verdadera
fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo» (Ibid. p.72-73).
Ay de la jerarquía que farisaicamente se preocupa por su autoridad y prestigio y deja
envenenar los manantiales puros de la doctrina y de la fe; a ella están dirigidas estas palabras:
«¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a atesorar riquezas
sobre riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!» (Ibid. p. 73), mientras
ofrecen un culto abominable (nueva misa), el cáliz lleno de abominaciones, sumergiendo la
Iglesia en la abominación de la desolación, más grande e inimaginable, de un culto prostituido
bajo las apariencias de piedad, mientras excomulgan al verdadero y único culto de Dios: la
Santa Misa de siempre,cumpliéndose al pie de la letra las profecías de Daniel, para estos
últimos tiempos.
Daniel anuncia profética y apocalípticamente la abolición del culto verdadero a Dios, es decir:
del Sacrosanto Sacrificio de la Misa y la implantación de un falso culto en su lugar, es decir la
Nueva Misa o abominación en lugar santo.
Veámoslo: «Y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación; y sobre el santuario
vendrá una abominación desoladora, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el
devastador» (Dan. 9,27). «Sus tropas vendrán y profanarán el santuario de la Fortaleza; harán
cesar el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador» (Dan. 11,31). «Desde
el tiempo que será quitado el sacrificio perpetuo y entronizada la abominación desoladora,
pasarán mil doscientos noventa días» (Dan. 12,11).
Scio reconoce al citar a San Jerónimo que será abolida la Santa Misa: «Por sacrificio, perpetuo
entienden aquí los padres con San Jerónimo, el de la Eucaristía, y todo el culto solemne, que
ninguno osará ofrecer públicamente» (Dan. 1, 11 nota 17). Lo cual ocurre hoy al pie de la letra,
pues los únicos que osan decir la Misa tridentina son perseguidos, ultrajados y hasta
excomulgados.
Mons. Straubinger comenta en sus notas estos tres pasajes: «Las palabras abominación
desoladora (Vulgata: abominación de la desolación) se refieren según los intérpretes antiguos
al ídolo de Júpiter que erigió Antíoco Epífanes (cf. I Mac. 1,57) o a la imagen del Cesar con que
Pilato profanó el templo o a una profanación semejante. A este pasaje alude Jesús en su gran
discurso escatológico (Mt. 24,15), enseñando que volverá a cumplirse en los tiempos que El
anuncia. De ahí que no todos los Padres apliquen esta profecía a la destrucción de Jerusalén,
sino más bien a los tiempos del fin. El mismo doctor máximo admite que puede tratarse del
Anticristo, lo que entre otros, sostiene San Hipólito (en un fragmento cóptico, publicado en
‘Sefard’, 1946, p. 356), San Cirilo de Jerusalén y San Atanasio.»(Dan. 9,27 nota 27). «La
abominación es el culto idolátrico, pues Antíoco erigió en el templo una estatua de Júpiter»
(Dan. 11,31 nota 31). Y por último en concordancia con Scio expresa: «Por sacrificio perpetuo
entiende a
Monseñor Lefebvre actualiza la profecía de La Salette cuando afirma que: «Roma ha perdido
la fe, Roma está en la Apostasía. Estas no son palabras en el aire, es verdad: Roma está
en la Apostasía» (Conferencia Retiro Sacerdotal 14 Sept. 1987, Ecône).
La concordancia entre esta afirmación de Mons. Lefebvre y la profecía de Nuestra Señora de
La Salette sobre la Apostasía de Roma, no puede ser mayor. Mons. Lefebvre es sin duda junto
con Mons. de Castro Mayer, uno de los más grandes Apóstoles de los últimos tiempos, tal
como San Luis María Grignion de Montfort de algún modo señaló.
La Iglesia obscurecida (eclipsada) tal como lo indica la divisa, de San Malaquías, que
corresponde al actual Pontificado, De labore solis (el eclipse del sol). El sol que según el mismo
Santo Tomás designa a la Iglesia: «Por el sol se designa a la Iglesia; por lo cual, a causa de las
tribulaciones la Iglesia no se la verá brillar» (In Mat. c.24, v29)
Si, «el sol se oscurece, solo la fe vivirá», la Iglesia quedará eclipsada oscurecida, según La
Salette. Y es más, Dom Gaspar Lefebvre, en su comentario al tiempo de pentecostes, dice en
su Misal, trayendo una frase del gran San Agustín que da una gran luz, para el tema que nos
trae: «… y la Iglesia, lo mismo que su divina Cabeza, se verá entonces vencida y clavada en
cruz aunque ella ganará la victoria decisiva. ‘El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, lo mismo
que el cuerpo humano, fue en un tiempo joven, aunque al fin del mundo tendrá una apariencia
de caducidad’ (S. Agustín)» (Misal Diario, Ed. Desclée De Brouwer, Brujas – Bélgica, 1938,
p.714).

«¿Quién podrá triunfar, si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? (La Salette p.76).
La Iglesia será desolada; «La Iglesia tendrá una crisis espantosa (Ibid p.73). Y esto por causa
de la pérdida de la fe y de la doctrina: «Dado el olvido de la Santa fe de Dios…» (Ibid. p.73).
«En el año 1865 (léase 1965 por el desface de 100 años del tiempo acordado a Satanás en la
visión de León XIII), se verá la abominación en los lugares santos. En los conventos, las flores
de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se convertirá en rey de los corazones» (Ibid.
p.73)
El verdadero culto de Dios, la Santa Misa que es su centro, será fuertemente combatido: «Un
precursor del Anticristo,… pretenderá aniquilar el culto del Creador para que se le considere a
él como Dios» (Ibid p.74).
Habrá una falsa paz antes de que el mundo sea castigado por su crímenes y pecados: «La
tierra será castigada… Antes de que esto suceda habrá una especie de falsa paz en el
mundo.» (Ibid. p.74).
En verdad no puede haber un designio más profético y apocalíptico que todo esto que ha sido
vaticinado por La Salette.

Apóstoles de los Ultimos Tiempos


La profecía de La Salette, habla de los Apóstoles de los últimos tiempos, que como un reducto
preservado conservará la fidelidad a Jesucristo; al igual que un pequeño rebaño: «…finalmente,
llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo,…» (Ibid.
p.75).
San Luis María Grignion de Monfort, programa una congregación de sacerdotes Misioneros de
la Compañía de María, pero que nunca pudo concretar por sí mismo, pero que un discípulo de
su ideal y espíritu realizó. Tal es la obra de Monseñor Marcel Lefebvre.[1] quien fuera Superior
de la Congregación del Espíritu Santo, cuyo fundador el P. Poullart des Places fue amigo de
San Luis Grignion. Ellos llegaron a un acuerdo: «Un encuentro con Poullart des Places en la
primavera de 1703 finalizó en un cordial acuerdo: ‘Si Dios, decía Poullart, me hace la gracia de
lograrlo, podréis contar con misioneros. Yo los prepararé y vos los pondréis en ejercicios’.
Poullart murió en 1709. Pero el acuerdo permaneció entre Montfort y el Seminario del Espíritu
Santo. Por esto en junio 1713 se dirige a uno de los sucesores de Poullart de Places y le
comunica su plan dando lectura del reglamento que había hecho para aquellos de sus alumnos
y otros que querían reunírsele con el mismo propósito. Así pues, en esta fecha, las reglas
fueron redactadas» (Oeuvres Complètes de Saint Louis-Marie Grignion da Montfort, Ed du
Seuil, Paris, 1966, p. 674).
Es más, el tratado sobre el Amor de la Sabiduría Eterna fue el acopio de conferencias que San
Luis Grignion dió a los seminaristas del Espíritu Santo: «…Montfort se interesó en la iniciativa
de su amigo Poullart des Places que organizó el seminario del Espíritu Santo. El misionero fue
invitado a dirigir la palabra a los seminaristas de esta comunidad pobre. (…) Parece, en
consecuencia, que el Amor de la sabiduría fue el fruto de conferencias dadas por Montfort a los
seminaristas de Poullart des Places durante su estadía en París, en 1703-1704. En estos
‘escolares’ veía eventuales colaboradores en la obra de las misiones, se comprende la
preocupación que tenía para darles una formación espiritual sólida y adecuada» (Ibid. p. 86-
87).
Pues bien, Monseñor Lefebvre es un discípulo de Poullart des Places fundador de la
Congregación del Espíritu Santo y gran amigo de San Luis María Grignion de Montfort.
Es sorprendente la concordancia entre la Salette y San Luis Grignion. Ambos hablan de los
Apóstoles de los últimos tiempos, por esto con intuición e inspiración profundamente profética y
apocalíptica San Luis quiso dar las Reglas de una legión de Sacerdotes fieles en medio de la
apostasía, bajo la protección y el ideal de María Santísima, llamándola Misioneros de la
Compañía de María. Pero la divina providencia quizo que fuera un sucesor del fundador de los
padres del Espíritu Santo (Poullard des places gran amigo de San Luis Grignion). Dicho
sucesor es Mons. Lefebvre quien realizará tal empresa al fundar la Fraternidad de los
Apóstoles de Jesús y María o según su título público Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
La coincidencia no puede se mayor y no es meramente casual, hay una continuidad y afinidad
directa entre San Luis Grignion de Montfort y Poullart des Places fundador de los
Misioneros del Espíritu Santo de donde procede Monseñor Lefebvre llegando a ser su
Superior General durante los años 1962 a 1968.
El pensamiento de San Luis Grignion era además apocalíptico; en sus escritos se deja traslucir.
Por ejemplo en la oración abrasada dice: «Es tiempo de hacer lo que habéis prometido.
Vuestra divina Ley es quebrantada; vuestro Evangelio, abandonado; torrentes de
iniquidad inundan toda la tierra y arrastran a vuestros mismos siervos; toda la tierra está
desolada; la impiedad está sobre tu trono; hasta en lugar santo. (…) ¿No es menester
que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo y que venga vuestro reino[2]?
¿No habéis mostrado de antemano a alguno de vuestros amigos una renovación futura
de vuestra Iglesia? ¿No han de convertirse a la verdad los judíos? ¿No es esto lo que
espera vuestra Iglesia? ¿No os piden a gritos todos los santos del cielo justicia:
¿Vindica? ¿No os dicen todos los justos de la tierra: Amen, veni, Domine? Las creaturas
todas aún las más insensibles, gimen bajo el peso de los pecados innumerables de
Babilonia y piden vuestra venida para restaurar todas las cosas». (Ibid. p. 676-677).
Nos recuerda la Parusia, la Segunda venida de Nuestro Señor en Gloria y Majestad, su reino
en la tierra, una vez que todo haya sido restaurado (recapitulado) en Cristo, tal como dice la
divisa de San Pío X: omnia instaurare in Christo, todo restaurarlo en Cristo; es asombroso,
pero es así.
Los apóstoles de los últimos tiempos serán según San Luis Grignion verdaderos servidores de
la Santa Virgen, libres con la libertad de Dios, desasidos de todo, esclavos del amor y de la
voluntad de Jesús y María, de la raza de María en oposición a la raza de Satanás, conscientes
que la persecución que los hijos y la raza de Belial librarán contra los hijos de la raza de la
Virgen María. Tal como se afirma en la oración Abrasada, para terminar exclamando: «Señor,
levantaos, ¿Por qué parecéis dormir? Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia
y vuestra justicia, para formaros una compañía escogida de guardaespaldas, que guarden
vuestra casa, defiendan vuestra gloria y salven vuestras almas, a fin de que no haya sino un
solo rebaño y un pastor y que todos os rindan gloria en vuestro templo: Et in templo euis omnes
dicent gloriam. Amen». (Ibid. p. 687-688).
El Tratado de la Verdadera Devoción, es eminentemente apocalíptico. Para San Luis Grignion,
el carácter apocalíptico de la verdadera devoción se evidencia por la mayor necesidad en los
últimos tiempos: «Necesidad de la devoción a María particularmente en los últimos tiempos»
(Ibid. p. 514). Precisando el por qué de su importancia: «Por medio de María se comenzó la
salvación del mundo, por medio de María se debe consumar» (Ibid. p. 514).
Es más, para San Luis Grignion, no falta mucho para el final del mundo: «He dicho que lo
anteriormente expuesto sucederá particularmente al final del mundo y bien pronto…» (Ibid.
p.512).
Los últimos tiempos no son para San Luis algo distante y tan remoto como muchos piensan,
sino algo que está a la puerta.
Dada la proximidad de los últimos tiempos la Devoción Verdadera a la Santísima Virgen urge y
se impone: «Dios quiere, pues, revelar y descubrir a María, la obra maestra de sus manos, en
estos últimos tiempos» (Ibid. p.515).
La Santísima Virgen, «Habiendo sido el camino por donde Jesucristo ha venido a nosotros la
primera vez, lo será también cuando Este venga la segunda, aunque de diferente manera»
(Ibid. p. 515).
La insistencia de San Luis sobre los últimos tiempos es asombrosa y más que nunca actual:
«En fin, María ha de ser terrible al demonio y a sus secuaces como un ejército colocado
en orden de batalla, principalmente en estos últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo
que tiene poco tiempo y mucho menos que nunca para perder las almas, redobla todos
los días sus esfuerzos y sus ataques;…» (Ibid. p.516).
San Luis Grignion no puede ser más apocalíptico y actual al ver que estamos y vivimos en esos
crueles y últimos ataques de los últimos tiempos, que irán creciendo hasta la aparición del
Anticristo: «De estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que irán aumentando de día
en día hasta que venga el reinado del Anticristo, es de las que principalmente se ha de
entender aquella primera y célebre predicción y maldición de Dios, fulminada en el paraíso
terrenal contra la serpiente» (Ibid p. 517).
Pues en verdad y como hace ver el Santo sabemos que: «En fin, María ha de ser terrible al
demonio y a sus secuaces como un ejército colocado en orden de batalla, principalmente en
estos últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo que tiene poco tiempo y mucho menos que
nunca para perder las almas, redobla todos los días sus esfuerzos y ataques; suscitará en
breve nuevas persecuciones y armará terribles emboscadas a los servidores fieles y a los hijos
de María, a quienes les cuesta vencer mucho más que a los otros» (Ibid p. 516).
Dicho sea de paso, estas últimas palabras explican, las lamentables pérdidas dentro de la
Fraternidad San Pío X, sin que abatan o escandalicen a los pocos fieles a la tradición de la
Iglesia Católica.
Todo el Tratado de la Verdadera Devoción gira en torno a la Parusía, con la cual cobra vigor y
se consolida esta idea apocalíptica: «Jesucristo vino al mundo por medio de la Santísima
Virgen María, y por Ella debe también reinar en el mundo. María ha estado muy oculta en su
vida; por esto el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman Alma Mater: Madre oculta y escondida».
(Ibid p. 487). Y en la nota 1 al pie de la página dice: «Monfort había escrito primero: ‘por medio
de la Santísima Virgen, Jesucristo vino al mundo la primera vez, y es también por medio de Ella
que El debe venir la segunda. María fué muy poco conocida en el primer advenimiento de su
hijo, pero debe serlo mucho más en el segundo. Si estuvo oculta en el primer advenimiento fue
por una economía admirable, con el fin de que su Hijo Jesús fuese conocido; pero María será
revelada en el segundo , a fin de que el reino de su Hijo, su conocimiento perfecto y su reinado
total, venga a la tierra.’» (Ibid. p. 487-488).
Como se ve, no se puede ser más apocalíptico y milenarista _(reinado de Cristo en la
tierra)_con estas consideraciones del Santo. Ni tampoco se puede estar más acorde con la
invocación del Padre Nuestro: venga a nosotros tu reino (adveniat regnum tuum).
Para aquellos que por ignorancia o por la confusión espantosa acerca del difícil tema del
Milenarismo puedan desconfiar sobre esta afirmación referente al milenarismo de San Luis
Grignion, citaremos para su información, la importante nota aparecida al pie de la página de la
Edición española de las obras de San Luis María Grignion de Montfort de la BAC, Madrid 1954
p. 466, en la cual se reconoce lo siguiente : «Sabiendo que los escritos de San Luis de Montfort
están especialmente aprobados y recomendados por la Iglesia, nadie habrá que piense que se
encuentre en ellos un error por ella condenado, como es el milenarismo carnal. Pudiera, sin
embargo pensarse que participa el piadosísimo autor del milenarismo espiritual admitido por
algunos Santos Padres y seguido aún por varios escritores modernos pero desechado
generalmente por los teólogos». Esto es una desgracia, pues el milenarismo patrístico (o
espiritual) fue doctrina común de la Iglesia durante los primeros 5 siglos del cristianismo,
viniéndose a obscurecer por las desfiguraciones grotescas y hasta heréticas, lo cual hizo que
se fuera relegando insensiblemente en el olvido, al igual que sucedió con las profecías sobre la
primera venida de Nuestro Señor Jesucristo solo conservadas en su verdad y pureza por muy
pocos entre el pueblo elegido que sumido prácticamente en la apostasía culmina en el Deicidio.
Respecto al milenarismo, Crampon en su comentario del Nuevo Testamento (Ap. XX nota 6),
reconoce: «Según lo que precede, podemos figurarnos este reino de mil años, preludio de la
gloria definitiva, como una realización más completa del adveniat regnum tuum de la Oración
Dominical. La Iglesia ha obtenido una gran victoria sobre Satanás y sobre el mundo, no
pudiendo el Príncipe de las Tinieblas hacer de él, el instrumento de sus seducciones. Sin duda,
la lucha entre el espíritu y la carne no ha cesado, los hijos de Dios marchan todavía en la fe, no
en la clara visión: son todavía, peregrinos aquí abajo; la muerte exige aún su tributo. Pero una
efusión más abundante de los dones del Espíritu Santo es derramada en las almas; los
combates de la virtud son menos rudos, con frecuencia más victoriosos. Durante esta era de
paz, el cristianismo extiende por todas partes su acción, penetra su espíritu en las artes, las
ciencias, todas las relaciones sociales. Muchos aplican a este período de bendición los
halagüeños cuadros de Isaías (11, 6-9; 30,6; 65,20) y de Daniel (2, 35-44; 7,13s). Durante los
primeros siglos de la Iglesia, el milenarismo fue concebido como el retorno glorioso de
Jesucristo viniendo a reinar sobre la tierra con sus santos durante mil años antes del juicio
general. Esta espera fué común, podríamos decir popular entre los primeros fieles (S. Papias,
S. Justino, S. Irineo, Tertuliano, etc.); ella los sostiene y los consuela bajo el fuego de la
persecución».
Menéndez Pelayo, ante quienes descalifican y condenan el milenarismo, puntualiza: «Pero
todos sabemos que la cuestión del milenarismo (del espíritual se entiende) es opinable…»
(Hist. de la Heterodoxia Ed. BAC, Madrid, 1987, t.II.p. 668).
Otra alma misionera como Santa Teresita, Patrona de las Misiones, también fue apocalíptica y
milenarista; en uno de sus libros preferidos, «Fin de monde presente et Mysteres de la Vie
Future» del Abbé Arminjon, se lee: «El reino de Dios se inaugura, crece y se completa en el
tiempo; no será perfecto y consumado sino en los siglos venideros.» (p.7). «El sentir más
acreditado y que parece el más conforme a las Santas Escrituras es que después de la caída
del Anticristo, la Iglesia Católica entrará todavía una vez mas en una era de prosperidad y de
triunfo» (p.60). Este sería el reino de los Corazones de Jesús y María, el triunfo de Cristo Rey,
pues como manifiesta el P. Arminjon: «En lugar de dar entonces a nuestro libro el título: El Fin
del Mundo Presente y los Misterios de la Vida Futura, hubieramos podido llamarlo con no
menos justeza: El Triunfo de Jesucristo y de su Iglesia en la Vida Futura.» (p.7). Y esto en
plena conformidad con los padres de la Iglesia ya que: «Hemos buscado, bebiendo en las
fuentes puras de la Tradición y de los Padres, y esclareciéndonos bajo la luz de las Santas
Escrituras, satisfacer las almas inquietas y turbadas de nuestro tiempo, y ofrecerles, tal como el
cristianismo nos enseña, la verdadera solución de los misterios de la vida». ( p.8).
La regla que elabora San Luis Grignion es para los Apóstoles de María de estos últimos
tiempos que él quizo fundar pero que la divina providencia dispuso que fuera Monseñor Marcel
Lefebvre fruto de los misioneros del Espíritu Santo salidos de Poullard des Places quien tenía
estrecha amistad con San Luis Grignion de Montfort, y quien decía: «Serán los apóstoles
verdaderos de los últimos tiempos, a quienes el Señor de las virtudes dará la palabra y
la fuerza para obrar maravillas y obtener gloriosos trofeos sobre sus enemigos,
dormirán sin oro ni plata, y lo que es más, sin cuidados en medio de los otros
sacerdotes, eclesiásticos y clérigos, inter medios cleros, y, sin embargo, tendrán las
alas plateadas de la paloma para ir con la pura intención de la gloria de Dios y de la
salvación de las almas a donde los llame el Espíritu Santo, y nos dejarán detrás de ellos,
en los lugares donde prediquen, más que el oro de la caridad, que es el cumplimiento de
toda ley.» (Op. Cit p. 521).
Era una auténtica idea apocalíptica la necesidad de la verdadera devoción a María y la
formación de una compañía de Sacerdotes Misioneros de María, como se deja ver en la
Oración abrazada donde justamente pide San Luis Grignion a Dios sacerdotes para su
compañía de María: «Señor Jesús, memento Congregationis tuae. Acordaos de dar a vuesta
Madre una nueva compañía para renovar por ella todas las cosas y para acabar por María los
años de la gracia, como los habéis comenzado por ella.» (Ibid p. 677).
Los Apóstoles de los últimos tiempos de La Salette y de San Luis Grignion de Montfort,
convergen en la obra de Monseñor Lefebvre; son los sacerdotes fieles a la Tradición de la
Iglesia que deberán enfrentar las tinieblas del error y la gran apostasía cumpliendo lo
anunciado en La Salette: «…llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que ya se me
han consagrado, a fin de que los conduzca a mi divino hijo, a los que llevo, por decirlo así, en
mis brazos; a los que han vivido de mi espíritu, finalmente, llamo a los apóstoles de los últimos
tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo. (…) Ya es hora de que salgan y vengan a iluminar
la tierra.(…) Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el
tiempo de los tiempos, el fin de los fines. La Iglesia será oscurecida, el mundo quedará
consternado» (La Salette p. 75-76).
Los Apóstoles de los últimos tiempos están en plena consonancia con las apariciones de la
Santísima Virgen del Buen Suceso en Quito (Ecuador), a la cual hizo referencia Mons. Lefebvre
en las consagraciones de Ecône en su sermón del 29 de Junio de 1988, y en la que se hace
una clara referencia a su persona.
La profecía del 2 de febrero de 1634 manifiesta una clara alusión a Mons. Lefebvre por la
correspondencia abismal con lo que este santo obispo hizo por la Iglesia. «La lámpara que
arde delante del Amor Prisionero y que viste apagarse, tiene muchos significados:
«El primero, que en el siglo XIX, al concluirse, y seguirá gran parte del siglo XX, cundirán
en estas tierras, entonces ya república libre, varias herejías; y reinando ellas, se apagará
la luz preciosa de la Fe en las almas por la casi total corrupción de costumbres. En este
tiempo habrá grandes calamidades físicas y morales, públicas y privadas.(…)»
«El cuarto significado es el reconocimiento del poder de las sectas y de su habilidad
para introducirse en los hogares, apagando la luz de la inocencia en los corazones de
los niños; y, por este medio, escaseando las vocaciones sacerdotales. Si bien en el clero
regular, con el brillo de la observancia y la práctica de las virtudes no faltarán santos
sacerdotes; no así en el clero secular que querrá afianzarse, más que en su vocación, en
el apego al dinero; y como por desgracia para esta Iglesia está viviendo en la noche
obscura de la falta de un Prelado y Padre que vele con amor paterno, con suavidad,
fortaleza, tino y prudencia, muchos de ellos perderán su espíritu poniendo en gran
peligro (la salvación de) su alma. Ora con instancia, clama sin cansarte y llora con
lágrimas amargas en el secreto de tu corazón, pidiendo a nuestro Padre Celestial, que
por amor al Corazón Eucarístico de mi Hijo Santísimo ponga cuanto antes fin a tan
aciagos tiempos enviando a esta Iglesia al Prelado que deberá restaurar el espíritu de
sus sacerdotes. A ese hijo mío muy querido lo dotaremos de una capacidad rara, de
humildad de corazón, de docilidad a las divinas inspiraciones, de fortaleza para defender
los derechos de la Iglesia y de un corazón tierno y compasivo, para que cual otro Cristo
atienda al grande y al pequeño, sin despreciar al más infeliz…»
«En su mano será puesta la balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y
medida y Dios sea glorificado; para poseer pronto este Prelado y Padre, harán
contrapeso la tibieza de todas las almas a Dios consagradas siendo esta misma la causa
de apoderarse de estas tierras el maldito Satanás quien todo lo conseguirá por medio de
tanta gente extranjera sin Fe que cual nube negra obscurece el límpido cielo de la ya
entonces república consagrada al Corazón Santísimo de mi Hijo Divino, entrando con
ella todos los vicios y viniendo por ellos toda clase de castigos, entre ellos la peste, el
hambre, la pendencia entre propios y ajenos, la apostasía, perdiendo a un número
considerable de almas.»
«Habrá una guerra formidable y espantosa en la que correrá sangre de propios y ajenos,
de sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas. Esta noche será la
horrorísima, porque al parecer humano será triunfante la maldad. Entonces es llegada mi
hora en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio y maldito Satanás,
poniéndole bajo mi planta y encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin libres
la Iglesia y la Patria de su cruel tiranía. (Madera para Esculpir la Imagen de una Santa,
Mons. Luis Cadena y Almeida, Ed. Foundation for a Christian Civilitation, Inc. Bedford, New
York, 1987, p. 117-118-119).
Es asombrosa la coincidencia con las profecías de La Salette cuyo carácter apocaliptico es
indudable. Recordemos simplemente algunas expresiones que se refieren a un precursor del
Anticristo que pretenderá aniquilar el culto del Creador, al nacimiento del Anticristo, a Roma
convertida en sede del Anticristo, a los apóstoles de los últimos tiempos, al pequeño número
(rebaño) de fieles, al tiempo de los tiempos, al fin de los fines, el sol se oscurece, agua y fuego
purificarán la tierra. ¿Más apocalíptico que esto qué se puede esperar en una profecía?
Claro está, que nuestra esperanza, se encuentra, al igual que para Santa Teresita del Niño
Jesús, en lo expuesto en el libro de cabecera que tanto la reconfortaba: «El objetivo que nos
proponemos en este primer discurso, es recordar los testimonios de las Santas Escrituras y
especialmente aquel del Evangelio de este día, el cual nos afirma que después de un espacio
más o menos extenso de siglos, el orden de las cosas visibles aquí abajo dará lugar a un orden
nuevo y permanente y que a la era combatiente del tiempo sucederá la era de la estabilidad y
del reposo» (Fin du Monde Presente et Mysteres de le Vie Future» p. 12). Y si la Iglesia pasara
su pasión, saldrá mas robustecida y triunfante, aunque pase, por la noche más oscura, pues:
«Cuando la tempestad será más violenta, cuando la Iglesia estará sin piloto[3], cuando el
sacrificio no sangrante habrá cesado en todas partes, cuando todo parecerá humanamente
perdido, se verá surgir, dice San Juan, dos testigos» (Ibid p.54); todo esto será el preludio del
Reinado de Cristo en la tierra, cumpliéndose la gran profecía, aún no realizada sobre la tierra:
«Y habrá un sólo rebaño y un sólo pastor» (Jn 10,16), realizándose así la gran unidad tan
anhelada y desgraciadamente tergiversada por el falso Ecumenismo del Concilio Vaticano II:
«ut unum sint» (Jn. 17, 21), a fin que todos sean uno.
Todas las fuerzas del mal y sus instrumentos, no harán más que acelerar la Parusía, y «sin
quererlo habrán cooperado en fundar el reino de la unidad anunciado por el profeta: erit unum
ovile et unus pastor» (Ibid p. 76).

«Mas si es permitido admitir que después del Anticristo, el fin del mundo será todavía
prolongado por varios siglos, no se podría decir lo mismo de la crisis suprema que deberá
llevar a la realización de la gran unidad.» (Ibid p.61).

Sobre este libro del P. Arminjon, Santa Teresita dijo que fue al igual que la Imitación, el
alimento de su alma. (Cf. Ibid p. III).
Comenta Santa Teresita sobre el gran bien que obró en su alma la lectura del libro del P.
Arminjon: «Cuando a los catorce años desarrolló en mi la aficción a los estudios científicos,
juzgó Dios necesario añadir ‘a la harina más pura, miel y aceite en abundancia’, haciéndomelos
gustar en las conferencias del Rdo. Sr. Arminjon sobre el fin del mundo presente y los misterios
de la vida futura. Esta lectura sumergió mi alma en una felicidad que no es de la tierra;…»
(Historia de un Alma. Ed. Paulinas, Bogotá, 1950, p. 65). Si esto dijo la Santa, nadie puede
condenar el milenarismo contenido en el libro que tanta dicha proporcionó a un alma sedienta
de verdad, y que se complace en los misterios divinos reservados para la Parusía de Cristo,
volviendo al mundo en Gloria y Majestad.
Retengamos la sabia exhortación de San Pablo: «No apaguéis el Espíritu. No
menospreciéis las profecías. Examinadlo todo y quedaos con lo bueno» (1 Tes, 19-20).
De tal modo que «vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo actual, aguardando
la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y salvador nuestro
Jesucristo» (Tit. 2,12-13).
Que el tiempo se aproxima, mucho más de lo que nos imaginamos baste para convecernos de
ello, lo que el último Papa Santo, San Pío X dijo en su primera encíclica E supremi apostolatus
de 1903, al ver la deplorable situación de los tiempos en que le tocó regir la Iglesia: «Es
indudable que quien considere todo esto tendrá que admitir de plano, que esta perversión de
las almas es como muestra, como prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los
tiempos; o incluso pensará que ya habita en este mundo el Hijo de la Perdición de quién habla
el Apóstol.» Y que también proféticamente percibía que la hora de Cristo, de aquel gran día
debía llegar: «Por una especie de moción oculta, nos parece apreciar que están a punto de
cumplirse aquellas esperanzas que impulsaron prudentemente a Nuestro antecesor Pío y a
todos los obispos del mundo a proclamar solemnemente la concepción inmaculada de la Madre
de Dios.» ¿Y cuáles fueron esas esperanzas de Pío IX al promulgar el dogma de la Inmaculada
Concepción? Veámos a continuación con lo que San Pío X dice al respecto y que es como el
inicio de la manifestación de las Glorias y Misterios de María, quien según la doctrina
Monfortiana debe ser más particularmente conocida en los últimos tiempos: «No son pocos -
continua San Pío X- los que se aquejan de que hasta el día de hoy esas esperanzas no se han
colmado y utilizan las palabras de Jeremías: Esperabamos la paz y no hubo bien alguno: el
tiempo de consuelo y he aquí el temor(…) ¿Como no vamos a tener la esperanza de que
nuestra salvación está más cercana que cuando creímos? quizá más, porque por experiencia
sabemos que es propio de la divina providencia no distanciar demasiado los males peores de la
liberación de los mismos. Esta a punto de llegar su hora y sus días no se harán esperar.»
(Encíclica Ad Diem illum laetissimum 2,II,1904). Es decir cuando llegue el día y la hora de la
realización de la gran profecía que anuncia San Juan 10,16 «un solo pastor y un solo rebaño.»,
la cual motivó a Pío IX a proclamar el dogma de la Inmaculada: «Mas sentimos firmísima
esperanza y confianza absoluta de que la misma santísima Virgen, que toda hermosa e
Inmaculada trituró la venenosa cabeza de la cruelísima serpiente… hará con su valiosísimo
patrocinio que la Santa Madre Católica Iglesia, removidas las dificultades, y vencidos todos los
errores, …disfrute de toda paz, tranquilidad y libertad …y se forme un solo redil y un solo
pastor» (Bula Ineffabilis Deus 8, Dic, 1984).
Las palabras de San Pío X no pueden ser más proféticas y apocalípticas en espera de ese día,
el día del Señor, de la Parusía, especialmente cuando afirma con profunda esperanza: «Está a
punto de llegar su hora y sus días no se harán esperar», es decir su Parusía (su hora) y su
Reino (sus días).
Esto también fue expresado por otro Papa, Pio XI, tal como hace ver el P. Alcañiz, en su libro
La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Granada 1958, donde identifica el Reino de Cristo,
con el Reino del Sagrado Corazón, y que viene a ser la misma cosa con el Reino de los
Sagrados Corazones de Jesús y María, cumpliéndose así la profecía de Fátima: «Al fin mi
Inmaculado Corazón triunfará.»
Estas son las palabras proféticas de Pío XI en su encíclica Miserentissimus de 8,V,1928 sobre
el Reino de Cristo que el P. Alcañiz comenta: «Después de afirmar el Papa que con la fiesta de
Cristo Rey completaba la consagración del género humano, continúa: ‘‘Y al hacer esto-al
instituir dicha solemnidad -no solamente pusimos en plena luz el supremo imperio de Cristo
sobre todas las cosas: sobre la sociedad civil y doméstica y sobre cada uno de los hombres,
sino que también ya entonces saboreamos el que todo el orbe, de voluntad y con gusto, se
someterá obediente al imperio suavísimo de Cristo Rey[4] (…)’’. En el párrafo citado el Vicario
de Jesucristo rotundamente asegura que ha de llegar un día: saboreamos de antemano las
alegrías de aquel día en que todo el orbe, de voluntad y con gusto se someterá obediente al
imperio suavísimo de Cristo Rey, un día, pues, en que se halle realizado el reinado universal de
Jesucristo en la tierra. Si pues, el reino de que habla el Papa fuese el del Corazón de Jesús,
tendríamos afirmado por el Romano Pontifice el reinado universal del Sagrado Corazón. Ahora
añadimos que ese reino es, en efecto, el del Corazón Divino. En primer lugar, al final del
párrafo, tornando otra vez el Pontífice a hablar del reino universal futuro, lo describe con estas
palabras: aunar todos los pueblos en el Corazón del Rey de reyes y Señor de los señores; por
donde se ve bien claro que ese reino universal no es otro que el del Corazón Divino. Además
hemos visto en toda la Encíclica cómo para el R. Pontífice el reino de Cristo que pedimos, que
deseamos, que esperamos, es idéntico al del Corazón de Jesús, o que Cristo ha de reinar por
su Corazón; luego de este mismo se ha de entender igualmente lo que dice en el último
pasaje.» (Ibid. p. 142).
Pío XII en su Mensaje Pascual de 1957 anuncia proféticamente la era de paz y de prosperidad
en la tierra fruto del Reino de Cristo que se iniciará con la Parusia: «Los proyectiles surcan los
ámbitos de los cielos y los satélites artificiales se preparan a asombrar al espacio con su
presencia. La agricultura multiplica con la química nuclear las posibilidades de alimentar una
humanidad bastante más grande que la actual, mientras la biología gana de día en día terreno
en la batalla contra las más terribles enfermedades. Sin embargo, todo esto es todavía noche.
Noche, llena, si se quiere, de ansias y esperanzas, pero noche. Noche que aún podría de
repente hacerse tempestuosa si aparecieran acá y allá los fulgores de los relámpagos y se
oyera el estruendo de los truenos. ¿Acaso no es verdad que la ciencia, la técnica y la
organización se han convertido muchas veces en fuentes de terror para los hombres? Por eso
no están ya seguros como en otro tiempo. Ven con suficiente claridad que ningún progreso por
si solo, puede lograr que el mundo renazca. Muchos entreven ya -y lo confiesan- que se ha
llegado a esta noche del mundo porque Jesús ha sido apresado, porque se le ha querido
desterrar de la vida familiar, cultural y social; porque se ha sublevado el pueblo contra El,
porque le han crucificado y le han dejado mudo e inerte. (…) Es necesario quitar la piedra
sepulcral con la cual han querido encerrar en el sepulcro a la verdad y al bien; es preciso
conseguir que Jesús resucite con una verdadera resurrección, que no admite ya ningún
dominio de la muerte: Surrexit Dominus vere, mors illi ultra non dominabitur. Jesús debe
destruir en los individuos la noche de la culpa mortal con el alba de la gracia recobrada. En las
familias, a la noche de la indiferencia y de la frialdad debe suceder el sol del amor. En los
campos de trabajo, en las ciudades, en las naciones, en las tierras de la incomprensión y del
odio, la noche debe iluminarse como el día, nox sicut dies illuminabitur; y cesará la lucha,
brillará la paz. ¡Ven, Señor Jesús! La humanidad no tiene fuerza para quitar la piedra que ella
misma ha fabricado, intentando impedir tu vuelta. Envía tu ángel oh Señor , y has que nuestra
noche se ilumine como el día. ¡Cuántos corazones oh Señor, te esperan! ¡Cuántas almas se
consumen por apresurar el día en que Tú sólo vivirás y reinarás en los corazones¡ ¡Ven, oh
Señor, Jesús! ¡Hay tantos indicios de que tu vuelta no está lejana¡.» (Colección de Encíclicas y
Documentos Pontificios Pub. de la Junta Nacional Madrid, 1962, p.518)
Por esto San Pedro nos exhorta diciéndonos: «Poned toda vuestra esperanza en la gracia que
os traerá cuando aparezca Jesucristo» (1 Ped 1,13).
Fátima Profecía Apocalíptica
Las apariciones de Fátima (en Portugal) son una indicación concreta de lo anunciado en La
Salette, es decir que señalan con el dedo, la Apostasía de Roma. El tercer secreto, en realidad
tercera parte de una misma profecía, indica la pérdida de la Fe de Roma (del Vaticano mismo)
y la consiguiente apostasía que esto implica. De aquí que no se lo ha querido revelar, estando
condenado prácticamente en el index, que sólo funciona para la verdad mientras el error y las
herejías tienen libre difusión.
La jerarquía de la Iglesia no quiere publicar el 3er Secreto, es ella (esta jerarquía) la
destinataria del mensaje, es ella quien debe publicarlo, no Sor Lucía (pues de lo contrario sería
la primera responsable de no hacerlo) quien es sólo una mensajera, una intermediaria entre el
cielo y la jerarquía de la Iglesia a quien va destinado el mensaje y su contenido, y sobre quien
recae toda la responsabilidad.
El contenido del 3er Secreto apunta a la pérdida de la Fe (Apostasía) general por culpa y obra
de la Jerarquía de la Iglesia, desde el mismo Vaticano. En primer lugar, Fátima es una profecía
apocalíptica, como tal es un vaticinio sobre algo futuro, es una predicción, un anuncio que
revela (da a conocer) cosas distantes (futuras). Profecía recordamos con Santo Tomás es una
visión (conocimiento) de cosas distantes (ocultas) a los sentidos, de aquí que profecía viene de
procul = distante y de phanos = aparición, es decir que la profecía es una visión o conocimiento
de algo oculto a los sentidos. Trata de cosas futuras conocidas o sabidas por revelación de
Dios. Así tenemos la segunda acepción del término profecía que viene de porro = a lo lejos y
de fantur = decir, con lo cual la profecía es una locución dando a conocer las cosas que por
revelación de Dios se saben, como ya vimos.
Profecía apocalíptica, decimos que es Fátima, pues al igual que el Apocalipsis (revelación) es
una profecía del fin de los tiempos. Que el Apocalipsis sea lo que afirmamos bástenos citar lo
que dice el Padre Joseph Maitre: «El apocalipsis es esencialmente una profecía o una
revelación del futuro». «El futuro que predice el profeta (S. Juan) concierne al tiempo
que debe transcurrir desde su época hasta el fin de los tiempos». «El profeta apunta
antes que todo a los últimos tiempos» (La Prophétie des Papes. Paris – Beaune, 1904 p.
311, 313, 318 respectivamente).
También Scio en su Advertencia sobre el Apocalipsis dice: «En una palabra, comprende este
libro una profecía de los sucesos considerables de la Iglesia, desde la primera hasta la
segunda venida de Jesucristo, en que vencidos, postrados, y abatidos todos sus enemigos,
entrará triunfante, y acompañado de sus escogidos en la eterna y quieta posesión de su reino,»
y además tenemos que «el común sentir de los mismos padres, fundado en las Escrituras, es
que muchos lugares del Apocalipsis solamente deben referirse a aquel tiempo, en que el
mundo tendrá fin.» La Sagrada Biblia N. Testamento tomo II, p. 361-362).
Y para que no quede lugar a duda de la armonía y de la concordancia entre Fátima y el
Apocalipsis nos remitimos a las siguientes palabras del P. Joseph Maitre: «Esta profecía es, en
efecto, como lo demostraremos, la historia anticipada de la Iglesia. La cual parece destinada a
prevenir a los fieles de todos los tiempos, especialmente a aquellos de los últimos años, contra
las grandes pruebas del futuro, conteniendo las advertencias más saludables para ellos, al
mismo tiempo que hace irradiar ante sus ojos las promesas de un próximo triunfo». (La
Prophétie… p. 288)
Triunfo (apocalíptico) que concuerda con lo enunciado en Fátima: «Por fin Mi Inmaculado
Corazón triunfará,» (Memorias de la Hna Lucía. 3ª Edición Oct. 1988 Vice-Postulaçao, Fátima
p.165).
Fátima señala y vaticina sobre acontecimientos relativos a los últimos tiempos y a esto se
ordena el 3er Secreto, el cual es una puntualización apocaliptica, que Roma y el Vaticano no
quieren publicar, pues les señala y acusa con el dedo.
El Tercer Secreto: su contenido
Es sabido que en realidad hay un solo y mismo mensaje en tres partes tal como lo manifiesta
Sor Lucía en su tercera Memoria, es decir que hay un solo secreto en tres partes, dos de las
cuales fueron reveladas y otra no, llamada comúnmente 3er Secreto de Fátima. «¿Qué es el
secreto? (se pregunta Sor Lucía) Me parece que lo puedo decir:, pues ya tengo licencia del
cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello… Ahora bien, el secreto
consta de tres cosas distintas, de las cuales voy a revelar dos. La primera fue, pues, la visión
del infierno. (…) visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para
salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón» (Op. cit.
p. 103). Las tres cosas que conforman el secreto son la visión del infierno, la devoción al
Inmaculado Corazón (a quien se le debe consagrar Rusia) y la tercera: el famoso tercer
Secreto. Tal como dice la nota 4 de dicha edición: «Adviértase que se trata de un único secreto,
que consta de tres partes. Aquí revela las dos primeras. La tercera fue escrita a finales del año
1943 y encuéntrase hoy guardada en los Archivos Vaticanos.» (p.112).
En su Cuarta Memoria, Sor Lucía nos da la clave del contenido del 3er Secreto, pudiéndose
hoy discernirlo por su contexto y por las declaraciones y actitudes de Sor Lucía a otras
personas.
El 3er secreto comienza con las palabras reveladas por Sor Lucía en su famosa cuarta
Memoria: «En Portugal se conservará siempre el dogma[5] de la Fe, etc.» (p. 165). El final del
secreto lo constituyen las palabras: «Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará» tan conocidas
por todos, desde la redacción de la tercera Memoria en 1941, si bien Sor Lucía al redactar en
su cuarta Memoria de 1941 las primeras palabras con que se inicia el tercer Secreto, no las
coloca en su lugar lógico.
A este respecto sírvanos de apoyo lo que dice el Hermano François de Marie des Anges que
resume en un solo tomo, «Fátima, Joie Intime, Evénement Mondial», Ed. La Contre -Réforme
Catholique 1993, la excelente obra del Hermano Michel de la Sainte Trinité en 3 tomos 1986:
«En su cuarta Memoria, descubriendo discretamente la primera frase del tercer secreto, Sor
Lucía no la sitúa en su lugar lógico. La añade al final de todo el secreto, mientras que su lugar
real está entre la segunda parte y la conclusión general» (Nota 1 p. 399).
Todo el contexto del tercer Secreto es el siguiente: «Habéis visto el infierno, a donde van las
almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción
a mi inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y
tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI
comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que
es la gran señal que Dios os da, de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de
la guerra del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a
pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora de los
primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz, si no,
esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los
buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán
aniquiladas. Por fín, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia,
que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará
siempre el dogma de la Fe, etc. Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, si podéis decírselo»
(Ibid. p.165).
Según el contexto del 3er Secreto (3ra parte de un mismo y único secreto que consta de 3
partes) tenemos el primer indicio que señala el dogma de la Fe, esto está claramente y es
explícitamente expresado. Al decir Sor Lucía que: «En Portugal se conservará siempre el
dogma de la Fe», quiere decir que la fe será el objeto de una pérdida casi total señalando a
Portugal como una excepción singular (una gracia especial). Portugal en contraste con el resto
del mundo, conservará la fe, mientras que por lógica consecuencia el resto de las naciones
caerán en la pérdida de la misma. Esto significa que salvo Portugal, las demás naciones caerán
en la más espantosa de las Apostasías. La pérdida de la Fe o su abandono es una Apostasía,
ni más ni menos.
Con esto sólo se vislumbra el carácter trágico y verdaderamente apocalíptico del contenido del
3er Secreto, el cual gira en esencia sobre la crisis de Fe, sobre la pérdida de la Fe en el
mundo, en las Naciones. Salvo Portugal nos encontramos ante la Apostasía de las Naciones
Gentiles, tal como la profetizan para los últimos tiempos, próximos a la Parusía (segunda
venida de Cristo Rey en Gloria y Majestad), las Sagradas Escrituras.
No puede ser mas Apocalíptico, entonces, el 3er Secreto de Fátima. De aquí, la visión del
infierno, una multitud que se pierde y condena por la pérdida de la fe, del dogma de la fe,
atacado en su raíz y fundamento por la Nueva Teología, por el Modernismo, por el
Ecumenismo. Y como tabla de salvación la Devoción al Inmaculado Corazón, a través del rezo
cotidiano del Santo Rosario y de la práctica de los primeros sábados de cada mes con
intención reparadora al corazón desecho de Nuestra Madre del Cielo.
Si se medita bien, Sor Lucía sin querer ha revelado en substancia el 3er Secreto, si bien no es
esta su misión como más adelante veremos. Por una pequeña frase deslizada y vista en el
contexto actual del Mundo y de la Iglesia desmantelada, despojada de la Tradición, del culto,
de la liturgia verdadera y de la doctrina católica,resulta evidente que el 3er secreto apunta en
substancia a todo esto. Y sobre todo con la clara alusión que: «todo será más claro a partir de
1960» como Sor Lucía lo manifestó al Cardenal Ottaviani.
Si a alguien puede parecerle que exageramos forzando el texto sirva recordar que Sor Lucía
manifestó al entonces Obispo de Leira-Fátima (el ordinario del lugar) su superior en la
Jerarquía oficial, que no era necesario escribir el 3er Secreto, pues en cierta forma ya lo había
dicho. Oigamos al Hermano François: «Así conocemos en lo sucesivo la primera frase del
último secreto. Es seguro que Sor Lucía ha incluido este añadido con la intención
expresa de dejar traslucir, de manera velada, el contenido esencial del tercer secreto. En
1943, ella declara un día a Mons. da Silva que no era absolutamente necesario que
redactara el texto del tercer secreto ‘porque, en cierta manera, lo había dicho’. Esta
pequeña frase nos suministra efectivamente la clave. De acuerdo al contexto general del
secreto que tiene de un extremo al otro una envergadura mundial, Portugal no pu

Por esto nosotros debemos a pesar de todas las tribulaciones presentes y futuras mantenernos
en una santa esperanza, tal como nos exhorta San Pedro: «Tened, pues, paciencia hermanos,
hasta la Parusia del Señor… tened paciencia: confirmad vuestros corazones, porque la Parusia
del Señor está cerca» (Sant. 5,7,8). Y como dice Nuestra Señora de Fátima «Por fin, mi
Inmaculado Corazón triunfará».
No nos dejemos engañar con los falsos profetas del progreso de la nueva civilización
humanista, (gnóstico-personalista) que enarbola la dignidad y libertad bajo las apariencias de
verdad. El falso ecumenismo post-conciliar tiene sus profetas con grandes carismas. Juan
Pablo II con su encíclica «Ut Unum Sint» (sobre el empeño ecuménico) se convierte en la
cabeza visible que presagia la parodia más espectacular de una Nueva Era (civilización del
amor y la unidad) sin dogmas que dividan, convirtiéndose en el principal enemigo de Cristo
Rey, y de su Reino, pues lo tergiversa e invierte.
La civilización del Amor de Juan Pablo II está condenada por San Pío X en Notre Charge
Apostolique: «Y ahora, penetrados de la más viva tristeza- Nos preguntamos, venerables
hermanos, en qué ha quedado convertido el catolicismo del Sillón. Desgraciadamente, el
que daba en otro tiempo tan bellas esperanzas, este río límpido e impetuoso, ha sido
captado en su marcha por los enemigos modernos de la Iglesia y no forma ya en
adelante más que un miserable afluente del gran movimiento de apostasía, organizado,
en todos los países, para el establecimiento de una Iglesia universal que no tendrá ni
dogmas, ni jerarquía, ni regla para el espíritu, ni freno para las pasiones,[7] y que, so
pretexto de libertad y de dignidad humana, consagrará en el mundo, si pudiera triunfar,
el reino legal de la astucia y de la fuerza y la opresión de los débiles, de los que sufren y
trabajan». (Doctrina Pontificia, II Documentos Políticos, BAC Madrid, 1958, p. 419).

Juan Pablo II
El carácter profético de Juan Pablo II, y el carisma que tiene son innegables, su error está en
que no cuenta con Cristo para realizar la Gran Promesa: «Ut unum sint», a fin de que también
sean uno formando un solo rebaño bajo un solo pastor. Juan Pablo II con todo su Ecumenismo
instalado paladinamente por el Concilio Vaticano II, es el mayor y más grande de los
tergiversadores de las profecías apocalípticas del Reinado de Cristo, del Reino de María, del
Reino de los Sagrados Corazones de Jesús y María, donde Cristo reinará sobre todas las
Naciones, sobre todos los pueblos, no sólo de derecho, sino también de hecho, no solo
espiritualmente sino social y prácticamente. Verdadera Nueva Era, antagónica a la Nueva Era
(New Age) donde se amalgaman todas las creencias bajo el concepto gnóstico-cabalístico de
Dios, en una síntesis diabólica, en un sincretismo sacrílego y blasfemo, tal como se puede ver
en la contratapa de una de sus múltiples publicaciones: «Un mensaje para toda la Humanidad.
La energía del amor es el poder para crear un mundo nuevo y mejor. La virgen María explica
cómo vivir más plenamente conscientes de nuestra existencia y objetivos terrenales y cómo
prepararnos para reencontrar el mundo espiritual tras la muerte física. Mi ruego para todo el
mundo es que inicie una transformación sea cual sea el concepto de Dios que tenga cada
uno…»7 (Annie Kirkwood, El Mensaje de la Virgen al Mundo, Ed. Robin Book, Barcelona
1995).
Esto concuerda con la civilización del Amor pregonado por Juan Pablo II y su famoso Totus
tuus.
No nos dejemos engañar, los lazos del Maligno se aunan, la gran síntesis se realiza, cultural y
religiosamente el sincretismo sinárquico está muy avanzado y la Iglesia está dentro de sus
garras de modo incondicional a partir del Vaticano II, que más que un Concilio, fue un
conciliábulo donde el Humo de Satanás campeó por doquier.
Como bien dice el insigne P. Julio Meinvielle respecto al programa de la Sinarquía y la
civilización satanocrática: «Este programa tiene por objeto crear una cultura global que se
mueva en torno a una ‘Iglesia Universal’ la cual daría una unidad esotérica a los grandes
grupos religiosos humanos, el cristianismo, el judaísmo, el hinduísmo. Se haría una especie de
federalismo religioso una igualdad de todas las creencias bajo la forma de un pluralismo
fraternal,…» (La Iglesia… p. 211).
Esta es la actividad frenética que Juan Pablo II con su Ecumenismo de Asis se encaminó a
cumplir. No lo olvidemos, la civilización Satanocrática es ecumenico-gnostico-personalista. Es
pluralista, democrática y tecnológico-socialista: «El orden cultural es la sal de la democracia
sinárquica, es decir, del pueblo recibiendo las enseñanzas, sometido al dirigismo del espíritu en
el marco del pluralismo canalizado, expresión social de la realidad profunda del hombre
universal y del ‘devenir del ser’. En ese pluralismo, el hombre individual libera lo que él
comporta de ‘misterio y de divinidad en devenir’. De aquí procede en el movimiento sinárquico
la ‘primacía de lo espiritual’ pero de un espiritual que no tiene otro contenido que la
universalidad del humanismo elevado a la altura de una religión común. (…)
Fácil es advertir que en este programa cultural, que gira en torno al ‘Hombre Universal’, la
Iglesia pierde su personalidad pública de ‘Luz de los Pueblos’ y queda reducida, cuando
mucho, a una de las tantas creencias pluralistas colocadas al servicio de aquel ‘Hombre
Universal’.(…) Esta adoración del hombre no puede consistir sino en una adoración a Satán.
En una civilización satanocrática. Existe una perfecta coherencia entre los planes del poder
oculto y el camino que llevan las relaciones de la Iglesia y el Mundo.» (Ibid. p. 212-213).

Vaticano II
En esto converge toda la actividad de la Jerarquía oficial de la Iglesia y de su representante
Máximo, Juan Pablo II.
No nos sorprenda que la Iglesia quede desplazada obscurecida, relegada. El famoso teólogo
español Domingo Soto advirtió algo parecido cuando en un pasaje traído y comentado por el P.
Castellani, se refiere al eclipse de la Iglesia y a la pérdida de la fe:«Porque cuando vuelva el
Hijo del Hombre ¿Creéis que encontrará fe sobre la tierra? porque fe habrá, aunque sean
pocos y perseguidos, en los últimos tiempos. Pero la fe en este sentido significa la fe
organizada, es decir la Iglesia. La Iglesia -dice el teólogo Domingo Soto- ‘será quitada del
medio’. Ese tiempo no se si está cerca o lejos.» (Catecismo para adultos, Ed. Grupo Patria
Grande Buenos Aires, 1979, p.36).
Tengamos presente que la cultura humanista, con su ideal de libertad y dignidad de la persona
humana, con sus derechos del hombre, o en términos de Maritain, la civilización cristiana
pluralista, el humanismo integral, la Nueva Cristiandad, la Nueva Democracia, son las armas
ideológicas del Anticristo tal como nos advierte Mons. Straubinger: «Las armas del Anticristo
son falsas ideologías y doctrinas que Satanás, ‘el príncipe de este mundo’, va introduciendo
desde ahora bajo etiquetas de cultura, progreso y aún de virtudes humanas que matan la fe, y
gracias a los medios que la técnica moderna le da para monopolizar la opinión pública» (Nota
nº 6, 2 Tes. 2,6).
Una de las declaraciones más importantes de Sor Lucía es la conversación mantenida con el
Padre Agustín Fuentes el 26 de Diciembre 1957 quien se preparaba para ser postulador de la
causa de beatificación de Jacinta y Francisco, y que hizo pública en una conferencia de regreso
a Méjico el 22 de mayo de 1958 a las hermanas misioneras del Sagrado Corazón y de Nuestra
Señora de Guadalupe: «Padre, la Santísima Virgen esta muy triste, porque nadie hace caso de
su Mensaje, ni los buenos, ni los malos. Los buenos continúan su camino, pero sin hacer caso
del Mensaje. Los malos, no viendo caer sobre ellos actualmente el castigo de Dios, continúan
su vida de pecado sin preocuparse del Mensaje.
Pero créame, Padre, Dios va a castigar el mundo y será de una manera terrible. El castigo de
Dios es inminente. Qué falta, Padre, para 1960 y que sucederá entonces?… No puedo dar
otros detalles porque es todavía un secreto. Unicamente el Santo Padre y Monseñor el obispo
de Leira podrían saberlo, por voluntad de la Santísima Virgen, pero ellos no han querido para
no ser influidos. Es esta la tercera parte del mensaje de Nuestra Señora que permanecerá
secreta hasta la fecha de 1960. (…) el demonio está a punto de librar una batalla decisiva con
la Virgen.(…) no esperemos que venga de Roma un llamado a la penitencia de parte del Santo
Padre para el mundo entero, no esperemos tampoco que venga de nuestros obispos en sus
diócesis, ni tampoco de la congregaciones religiosas. No, Nuestro Señor ha utilizado antes
muchas veces estos medios y el mundo no ha hecho caso. Por esto, ahora, es preciso que
cada uno de nosotros comience el mismo su propia reforma espiritual, cada uno debe salvar no
solamente su alma, sino también todas las almas que Dios ha dispuesto sobre su camino.
Padre, la Santísima Virgen no me ha dicho que estamos en los últimos tiempos del mundo,
pero me lo ha hecho saber por tres motivos: el primero porque me ha dicho que el demonio
está a punto de librar una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla
final donde se sabrá de qué lado está la victoria, y de cual la derrota. (…) El segundo porque ha
dicho, tanto a mis primos como a mí misma, que Dios daba los dos últimos remedios al mundo:
el santo Rosario y la devoción al corazón Inmaculado de María y estos siendo los dos últimos
remedios, significa que no hay otros. Y el tercero, porque siempre en los planes de la Divina
Providencia, cuando Dios va a castigar el mundo, agota primero todos los otros recursos. Ahora
bien, cuando ha visto que el mundo no hace caso ninguno, entonces como diríamos en nuestra
forma imperfecta de hablar, El nos ofrece con cierto temor el último medio de salvación, su
Santísima Madre. Pues si despreciamos y rechazamos este último medio, no tendríamos ya el
perdón del Cielo, porque habremos cometido un pecado que el Evangelio llama pecado contra
el Espíritu Santo, que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la
salvación que se nos ofrece. Dos medios para salvar el mundo -me decía Sor Lucía- la oración
y el sacrificio (…). Luego el Santo Rosario. Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos
tiempos que vivimos, ha dado una eficacia nueva al rezo del Santo Rosario. De tal suerte que
no hay ningún problema, por difícil que sea, temporal o sobre todo espiritual, concerniente a la
vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo o de las
comunidades religiosas, o bien de la vida de los pueblos y de las naciones, no hay ningún
problema, digo, por difícil que sea, que no podamos resolver por la oración del Santo Rosario.
Con el Santo Rosario nosotros nos salvaremos , nos santificaremos, consolaremos a Nuestro
Señor y obtendremos la salvación de muchas almas, En resumidas cuentas, la devoción al
Corazón Inmaculado de María, nuestra Santísima Madre, considerada como la sede de la
clemencia de la bondad y del perdón, como la puerta segura para entrar en el Cielo(…).»
(Fátima… p. 283-284-285).
Dada la importancia y trascendencia de este texto conviene dar la garantía de su autenticidad.
En primer lugar tenemos que: «el P. Alonso, encargado por Mons. Venancio de la edición
crítica de los documentos referentes a Fátima, comienza adoptando sobre este punto la versión
oficial. ‘Hay que notar, -dice en Septiembre de 1971 durante la sesión de la Sociedad Francesa
de estudios mariales-, que ciertas revelaciones hechas por la prensa sobre Sor Lucía no
pueden atribuírsele, por ejemplo las que han difundido el P. Fuentes y el P. Lombardi’. Ahora
bien, cinco años más tarde, el experto oficial sostenía una posición totalmente diferente puesto
que declaró: ‘Eso que dice el Padre Fuentes en el texto auténtico de su conferencia a la
comunidad religiosa mejicana corresponde ciertamente en lo esencial a lo que había oído de
Sor Lucía durante su visita del 26 de diciembre de 1957. Pues, aunque mezcladas de
consideraciones oratorias de partes del predicador aunque arregladas literalmente, estos textos
no dicen nada que Sor Lucía no dice en sus numerosos escritos dados al público.’ Si el Padre
Alonso ha cambiado así de parecer, es porque entre tanto, por sus trabajos, ha tenido la
ocasión de entrevistarse con Sor Lucía.»(Fátima… p. 286-287).
Y en la nota al pie de página tenemos que «El P. Kondor que ha sucedido al P. Fuentes y que
desde 1961, ha tenido a veces la ocasión de conversar con Sor Lucía, reconoce también ahora
que las declaraciones de la vidente referidas por el P. Fuentes eran auténticas. El 7 de agosto
de 1990, declaró, en efecto a nuestro amigo, M. David Boyce: `El P. Fuentes fué censurado por
sus indiscreciones.’ No es significativo que el P. Kondor haya dicho ‘por sus indiscreciones’ y
no ‘por sus fabulaciones’?» (Fátima… p.287). Como sería lo lógico de ser puras invenciones
suyas.
Declaraciones y actitudes de quienes leyeron el Tercer Secreto
Las declaraciones y actitudes de quienes leyeron el tercer Secreto vienen a confirmar todo lo
expuesto en cuanto a lo substancial del tercer Secreto.
Quienes leyeron el tercer Secreto? Desgraciadamente ni Mons. da Silva (primera instancia
directa en la jerarquía a quien correspondía el tercer Secreto) ni Pío XII leyeron el secreto, no
quisieron en resumidas cuentas enfrentarse con su contenido, dejando pasar el tiempo, quizás
esperando a 1960, pero ambos fueron arrebatados antes, el primero en 1957 y el otro en 1958.
Sor Lucía cuya misión era transmitir el mensaje a la jerarquía de la Iglesia y no el publicarlo al
mundo, hizo prometer ante la desidia de Mons. da Silva que fuese abierto en 1960, para que el
mundo lo supiera, pues es la Jerarquía y no Sor Lucía, quien tiene el deber de publicar al
mundo el tercer Secreto. Y esto en razón del contenido que concierne directamente a las
autoridades de la Iglesia.
Como bien dice el Hermano Michel: «El 17 de junio de 1944, cuando Mons. da Silva toma
posesión del sobre conteniendo la tercera parte del Secreto, habría podido leer enseguida el
mensaje y luego darlo a conocer en la medida que lo hubiese juzgado bueno.(….) Desde 1945,
se previó que si Mons. da Silva llegaba a morir el precioso documento pasaría al Cardenal
Cerejeira[8] patriarca de Lisboa. El tercer Secreto, contrariamente a eso que se afirma
después, no estaba pues, ni exclusivamente, ni tampoco explícitamente destinado al Santo
Padre. Al igual que las dos primeras partes del Secreto, con las que forma un todo, fue
confiado a la Iglesia, y en primer lugar a los representantes de la jerarquía portuguesa, a
quienes correspondía informarse y darlo a conocer» (Fátima… p. 289).
Y como es lógico pensar, Sor Lucía desearía que el Papa lo supiera lo más pronto posible, y
por eso quería hablar personalmente con el Papa, para exponerle el tercer Secreto y «como
finalmente Sor Lucía no pudo conversar con Pío XII, desde 1946 fue convenido entre Sor Lucía
y Mons. da Silva que el último Secreto sería divulgado en 1960» (Fátima… p. 290). Sor Lucía
que sabía que el mensaje del 3er Secreto debía ser publicado por la Jerarquía Oficial de la
Iglesia, se asegura por una promesa, prácticamente exigida, a su Obispo, para tener la garantía
de que realmente fuese así, ante el rechazo de leer el mensaje por parte de Mons. da Silva,
«Mencionaremos primero el testimonio decisivo del canonigo Galamba: ‘Cuando el señor
Obispo rechaza abrirlo, Lucía le hace prometer que será abierto definitivamente y leído al
mundo cuando ella muera, o en 1960, según sea lo primero que acontezca’» (Fátima… p.290).
Es evidente que Sor Lucía no quería morir sin que al menos se de a conocer el 3er Secreto,
pero como no es ésta su misión, si no la misión, el deber y la responsabilidad de la Jerarquía
de la Iglesia, ella está reducida al más doloroso de los silencios, ante el eclipse de la Iglesia,
sobre el cual Fátima viene a advertirnos.
Sor Lucía ha dicho que su misión no es la de ser profeta, es decir, la de divulgar al mundo el
3er Secreto, pues en cuanto a esto es una humilde y pobre mensajera ante la Iglesia y sus
representantes, ella es la pobre campesina carmelita que hizo de intermediaria entre el
Mensaje del Cielo y la Jerarquía de la Iglesia. Su misión es advertir sobre el grave peligro de la
condenación de las almas y de establecer la devoción al Inmaculado Corazón de María como
último recurso de salvación en estos tiempos Apocalipticos para el mundo y la Iglesia; por esto,
conviene decirlo de paso, no importa que ahora sor Lucía se contradiga, o le hagan creer o
pensar algo distinto por presión contínua de la misma Jerarquía de la Iglesia y de modo
especial por el mismo Vaticano sobre tal o cual cosa, etc, reduciendo incluso al máximo sus
visitas y entrevistas, haciendo pensar que está casi prisionera en su propio convento por orden
de Roma, pudiéndo sólo visitarla unos pocos familiares, viejos conocidos y los Cardenales;pues
toda otra visita requiere el permiso expreso de Roma. Así como Roma silencia el 3er Secreto
es lógico que trate de silenciar al máximo a Sor Lucía. Es lógico pensar que se la adoctrine
sutilmente según los propósitos de la curia Vaticana y del mismo Juan Pablo II para que diga
cosas no tan disconformes a la actuación del Sumo Pontifice, con respecto a la consagración
de Rusia y a la revelación del 3er Secreto, por ejemplo. En realidad poco importa, pues lo dicho
anteriormente dicho está y es suficiente para saber a que atenernos.
Por esto tampoco debe inquietarnos demasiado algunas respuestas de Sor Lucía en la
entrevista con el Cardenal Padiyara el 11 de Octubre de 1992 acompañado de Mons.
Michaelappa, del P. Pacheco y de Carlos Evaristo, quien asistió como intérprete, siendo
además historiador y periodista, y que publicó la entrevista en «Duas Horas com a Irma Lucia»
con todas las garantías de la autenticidad en 1994.
De otra parte conviene tener también en cuenta que Sor Lucía puede decir una cosa a
instancias de sus superiores, que parece decir Nuestra Señora sin que en realidad lo haya
dicho; lo cual es muy significativo para hacerse una idea del carácter de Sor Lucía el cual
queda reflejado en una respuesta suya al P. Umberto Pascuale: «Respondiendo a su
pregunta esclarezco: Nuestra Señora de Fátima en su pedido sólo se refiere a la
consagración de Rusia. En la carta que escribí al Santo Padre Pío XII, por indicación del
confesor, pedí la consagración del mundo con mención explícita de Rusia» (Fátima….
p.393).
Conviene precisar referente a la misión de Sor Lucía que ella dijo claramente ante el reproche
de su silencio: «Puede ser, Exmo y Rev.mo Sr. Obispo, que a alguien le debía haber
manifestado todas esas cosas hace mucho tiempo,(…) Así hubiese sido, si Dios me hubiese
querido en el mundo como profeta. Pero creo que esa no fue la intención de Dios, al darme a
conocer todas esas cosas. Si así hubiese sido, pienso que, en 1917, cuando me mandó
guardar silencio —orden que fue confirmada por medio de los que lo representaban,— me
hubiera mandado hablar.» (Mensaje… p. 110).
Y en la nota nº 22 de la tercera Memoria se lee: «La hermana Lucía ha tenido varias veces que
defenderse de no haber comunicado antes muchas de sus cosas. Pero, la culpa no la tenía
ella; sino sus superiores, quienes por prudencia, no las dieron a conocer antes» (Mensaje…
p.113).
La misión de Sor Lucía queda bien demarcada cuando Nuestra Señora manifiesta que pronto
irán al cielo Jacinta y Francisco mientras que Lucía se quedará algún tiempo más. «Sí, a
Jacinta y a Francisco los llevaré pronto, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere
servirse de tí para hacerme conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi
Inmcaculado Corazón. A quien la abrace, prometo la salvación y serán queridas de Dios estas
almas como flores puestas por mí para adornar su trono» (Mensaje… p. 195). Sor Lucía
mensajera del Corazón Inmaculado, esa
Mateo 24:
«Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el
Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no
os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y
terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las
gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a
otros, y unos a otros se aborrecerán.
Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la
maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y
será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones; y entonces vendrá el fin… Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día
de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del
mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas
por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque
se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal
manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que,
si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.
Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será
también la venida del Hijo del Hombre… E inmediatamente después de la tribulación de
aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del
cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del
Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.»

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