Resiliencia en Los Ninos
Resiliencia en Los Ninos
Resiliencia en Los Ninos
Tendemos a idealizar la niñez como una época sin problemas, pero la tierna edad por sí sola
no ofrece ninguna protección contra los daños emocionales y los traumas que pueden enfrentar
los niños. Se les puede pedir a los niños que enfrenten problemas, como adaptarse a una
nueva clase, ser intimidados por sus compañeros o incluso al abuso en el hogar. Si sumamos a
eso la incertidumbre que forma parte del crecimiento, la infancia puede ser cualquier cosa
menos una época sin problemas. La aptitud para desarrollarse pese a estos desafíos surge de
la capacidad de resiliencia.
La buena noticia es que la resiliencia es una capacidad que puede aprenderse.
Desarrollar resiliencia, es la capacidad para afrontar con éxito la adversidad, el trauma, la
tragedia, las amenazas o incluso fuentes importantes de estrés, puede ayudar a manejar el
estrés y los sentimientos de ansiedad e incertidumbre. Sin embargo, que los niños sean
resilientes no significa que no experimentarán dificultades o angustia. El dolor emocional y la
tristeza son comunes cuando tenemos un trauma de importancia o una pérdida personal, o
incluso cuando nos enteramos de la pérdida o trauma de otra persona.
Si bien sus hijos adolescentes pueden haberle superado en estatura, siguen siendo muy
jóvenes y pueden sentir intensamente el miedo y la ansiedad de las tensiones propias de la
adolescencia así como de los sucesos en su alrededor. Las emociones pueden ser volátiles y
superficiales durante la adolescencia y puede resultar difícil para usted hallar la mejor forma de
identificarse con su hijo adolescente.
Converse con sus hijos siempre que pueda, incluso si parece que no quisieran hablar con
usted. A veces el mejor momento para hablar puede ser cuando van juntos en el auto; otras
veces puede ser cuando hacen los quehaceres juntos, permitiendo que su hijo adolescente
tenga la mirada puesta en otra cosa mientras conversan. Cuando sus hijos adolescentes le
hagan preguntas, respóndales francamente pero en tono tranquilizador. Pídales su opinión
sobre lo que está sucediendo y escuche sus respuestas.
Haga de su hogar un lugar emocionalmente seguro para sus hijos adolescentes. En la
secundaria, las provocaciones e intimidaciones pueden intensificarse, el hogar debe ser un
refugio, en especial a medida que sus hijos adolescentes adquieren más libertades y opciones
y consideran al hogar como una constante en su vida. Sus hijos pueden preferir estar con
amigos en lugar de compartir tiempo con usted, pero prepárese para brindarle mucho tiempo
en familia cuando lo necesiten y reserve tiempo en familia que incluya a sus amigos.
Cuando sucedan cosas estresantes en el mundo, aliente a su hijo adolescente a tomarse
descansos de las noticias, ya sea que las obtenga de la televisión, revistas, diarios o Internet.
Use las noticias como un medio para iniciar conversaciones. Los adolescentes pueden actuar
como si se sintieran inmortales, pero aun así quieren saber que estarán bien. Las pláticas
francas sobre sus temores y expectativas pueden ayudar a que su hijo, que está en la escuela
secundaria, aprenda a expresar sus propios temores. Si su hijo adolescente habla con
dificultad, anímelo a escribir un diario o a recurrir al arte para expresar sus emociones.
Muchos adolescentes sienten altas y bajas emocionales extremas debido a los niveles
hormonales en sus cuerpos; esto sumado al estrés o el trauma puede hacer que estos cambios
parezcan más extremos aún. Sea comprensivo pero firme cuando los adolescentes reaccionen
al estrés con hosquedad o enojo. Tranquilícelos diciéndoles que sólo espera que hagan el
mejor esfuerzo posible.
Esta nueva situación de cuarentena y cambios radicales de hábitos y rutinas puede generar
estrés, ansiedad e incluso llevarnos al límite de nuestras capacidades. Por ello, fomentar la
resiliencia nos permite desarrollarnos a partir de la adversidad. Partir de situaciones
negativas para llegar al bienestar y al crecimiento tanto a nivel personal como en la sociedad.
El fin es mejorar nuestra autoestima y percepción del mundo, generar una actitud positiva ante
lo que ocurre, favorecer la conexión con los demás, dar refuerzo positivo y evitar focalizar
continuamente nuestra atención en lo negativo
Intentemos ante todo mantener la mayor serenidad posible, meditar al final del día, mirar a
largo plazo y pensar cómo nos gustaría recordar estos momentos dentro de unos años, si
queremos vivirlos como una crisis o una oportunidad, y todas las lecciones aprendidas que
podemos sacar de esta experiencia que nos toca vivir.
¿Cómo quiero ser durante el covid-19: zona de miedo, zona
de aprendizaje y zona de crecimiento
Resiliencia en tiempos de crisis:
1. Historia de vida. Recoger en un papel momentos de la vida de cada uno en los que hayan
tenido dificultad y hayan logrado superarlo. Qué momento fue, qué pensamientos surgieron,
cuáles eran los sentimientos ante esta situación, cómo resolvieron esa situación…
2. Identificar situaciones y las emociones que nos provocan. Una misma situación puede
ser interpretada de modo distinto en cada uno de los protagonistas de la misma. Analizando
con detalle las circunstancias se comprenderá mejor por qué se siente una emoción concreta.
Le podemos pedir a los más pequeños que pongan en común situaciones habituales o
actuales y cómo se sienten cuando ocurren. Por ejemplo:
Si ayudas a un compañero me siento…
Cuando ayudo en las tareas de casa me siento…
Cuando no puedo salir de casa me siento…
Cuando jugamos todos juntos me siento…
Cuando hablo con mis amigos me siento…
3. Identificando nuestras fortalezas. El objetivo es detectar, conocer y entender las
fortalezas que están presentes en nosotros, analizar si nos ayudan o si podemos poner en
marcha otras… Para ello todos los miembros escribiremos en un post-it nuestras fortalezas
haciendo un árbol para ver globalmente las fortalezas de la familia.
4. Automotivarse: significa darse ánimos para la realización de tareas de cualquier índole.
Estos ánimos deben manifestarse mediante expresiones alusivas a los motivos e intereses que
conducen al sujeto a actuar, así como al grado de dificultad o facilidad de las tareas, mostrando
entusiasmo para afrontarlas y superarlas como reto personal.
Realizar dos listas, una con actividades que nos gustan y otra con actividades que no,
posteriormente combinarlas para que la realización de las tareas que no nos agradan
sean más llevaderas.
Otra opción es presentarle al niño una actividad que le suponga un reto o que no le
motive y preguntarse cómo la resolvería su personaje de ficción favorito (superhéroe,
dibujo animado, personaje de película…) Por ejemplo: Imagina
que (personaje elegido) tiene que hacer las tareas de casa y los deberes…. ¿cómo lo
haría?
5. Caricias por escrito. Escoger un listado de cualidades y cada miembro de la
familia otorgará a los otros miembros las cualidades que creen que poseen y el porqué lo cree.
6. Agradecemos. Cada miembro de la familia elaborará una carta para sí mismo en la que se
da las gracias por su actuación durante esta situación. Recogerá todo aquello que cree que
hace bien y siente como positivo desde que comenzó la cuarentena y qué cambios
ha supuesto en su vida. Se comparte con la familia y se hacen apreciaciones.
Vivimos tiempos difíciles para centrarnos en las cosas positivas, pero toda crisis trae una
oportunidad y es el momento de aprender a sobreponernos a la adversidad y buscar todo lo
positivo que existe en las situaciones difíciles.
Debemos enseñar a los niños y niñas a pensar críticamente, a mejorar y aprender de sus
errores, a aceptar sus emociones y saber gestionarlas de un modo funcional aprendiendo de
este modo a ser más empáticos y conocer su mundo emocional.
Alcanzar esta capacidad conlleva un entrenamiento, un aprendizaje que comienza ya en la infancia, donde la escuela
y el educador tienen un papel fundamental para que el niño adquiera y desarrolle esta cualidad.
Los alumnos con buena resiliencia se sienten más seguros consigo mismos y en el entorno escolar.
emociones positivas hacia el aprendizaje y los retos que supone
Desarrollan
aprender (el componente emocional está estrechamente relacionado con la motivación y rendimiento en el estudio).
A nivel de grupo, los beneficios también son muchos. Cuando se trabaja la resiliencia, mejora el clima dentro
del aula. Los alumnos adquieren buenas habilidades para resolver conflictos, se muestran más colaborativos y
participativos. También la resiliencia fortalece a los niños más vulnerables hacia el acoso o la discriminación,
por lo tanto, educar en la resiliencia es educar en la inclusión: enseñar valores sociales tan importantes como la empatía y el
respeto.
– La interacción y cooperación: se le enseña a pedir apoyo cuando lo necesita u ofrecerlo siempre que pueda. Y
cuando un alumno ayuda a otro se siente importante, capaz. Por lo tanto, mejora también su autoestima.
– El control de sus acciones: se conciencia al alumno que para superar una adversidad y mejorar una situación
conflictiva el cambio debe comenzar en uno mismo.
– Se muestra asertivo con sus alumnos y seguro de sí mismo cuando surgen problemas y conflictos en el aula.
– Es paciente y positivo.
– Apoya emocionalmente a sus alumnos: se preocupa por crear un clima en clase que ofrezca seguridad a todos.
– Fomenta la participación, escucha las opiniones y promueve la actitud autocrítica. Anima a la reflexión e
introspección cuando se exponen los contenidos y tareas en clase.
– Refuerza los logros y guía a los estudiantes para el éxito.
– Cree en el poder del diálogo.
– Promueve las actitudes creativas y artísticas, el ingenio de sus alumnos.
En conclusión
Un alumno que aprende desde niño a ser fuerte, a mirar desde una perspectiva positiva los problemas, tiene altas
probabilidades de convertirse en un adulto con buenas habilidades psicológicas para afrontar las futuras
adversidades que se crucen en su vida. Por lo tanto, trabajar la resiliencia en el aula tiene un carácter claramente
preventivo. Una enseñanza que asegura el desarrollo integral del niño y su bienestar futuro.