Historia de La Familia
Historia de La Familia
Historia de La Familia
RESÚMEN:
1. Introducción
Así por ejemplo la Organización Mundial de la Salud señala que por familia se entiende:
"A los miembros del hogar emparentados entre sí, hasta un grado determinado por
sangre, adopción y matrimonio. El grado de parentesco utilizado para determinar los
límites de la familia dependerá de los usos a los que se destinen los datos y, por lo tanto,
no puede definirse con precisión en escala mundial”. Esta definición está orientada
fundamentalmente hacia cierto tipo de estudios demográficos y epidemiológicos.
En esta definición, en la cual están reunidas tres acepciones de lo que se debe entender
por familia, se esboza ya una cierta jerarquización y distribución del poder dentro del seno
familiar.
A partir de estas definiciones se reconocen ahora dos elementos básicos que dan un
carácter institucional a la familia. El primero porque establece las reglas que gobiernan las
relaciones entre marido y mujer, y el segundo porque determina el reconocimiento de los
deberes y derechos de los padres hacia los hijos. En éste sentido, el matrimonio no puede
definirse como la legitimación del intercambio sexual sino, más bien, como la legitimación
de la filiación.
La familia, como organismo vivo, se reproduce a sí misma. Pero en esta reproducción, que
también es posible llamar repetición del modelo y de las pautas que sostienen su forma
de ser, hay algo que se mantiene igual y algo que cambia. En la actualidad, cultura y
sociedad se transforman vertiginosamente. La familia, la más pequeña unidad social se ve
conmocionada y esto se manifiesta en los distintos modelos de familia coexistentes.
Una familia como organismo vivo nace, crece, se reproduce y muere. Como modelo,
distintos tipos de familia han nacido y se han transformado, han cumplido su ciclo
evolutivo, han desaparecido dejando su herencia a la forma que le siguió.
La historia escrita de la familia nos muestra que hasta mediados del siglo pasado
dominaba la creencia de que la familia había permanecido estática desde los comienzos
de la humanidad.
De acuerdo con Morgan, la humanidad salió del estado de promiscuidad sexual en una
época muy temprana y atravesó por cuatro estadios antes de llegar a la familia
monogámica (1):
a. La familia consanguínea:
Aquí el matrimonio se producía entre hermanos y hermanas. Todos los que pertenecían a
la misma generación eran, por esa misma razón, esposos y esposas. Quedaban excluidos
del matrimonio los ascendientes y descendientes, es decir, padres e hijos.
b. La familia punalua:
Es a partir de esta prohibición que nace la institución de la “gens”, que se constituía por
un grupo cerrado de parientes consanguíneos por línea materna que no podían casarse
unos con otros. De aquí surgió la nueva familia
c. La familia sindiásmica:
Aquí el hombre tenía una mujer principal y era para ella el esposo principal, pero sin
cohabitación exclusiva. Este tipo de familia aparece en el límite entre el salvajismo y la
barbarie. Nace la idea de riqueza y el hombre necesitaba asegurarse la paternidad para
poder transmitir a sus hijos los bienes adquiridos: la mujer comenzó a cobrar un valor
especial por ser la poseedora del vientre donde se gestarían los hijos herederos. Nace la
forma intermedia de familia patriarcal.
Esta forma de familia patriarcal coincidió con la entrada de la humanidad en los dominios
de la historia escrita, con el comienzo de la civilización.
Lo que caracterizaba a este tipo de familias era la “organización de cierto número de
individuos, libres y no libres, en una familia sometida al poder paterno del jefe de ésta”
(Morgan, citado en Engels. 1884).
e. La familia monogámica:
Por primera vez, al entrar en los dominios de la historia escrita, el matrimonio deja de
basarse en condiciones naturales y comienza a basarse en condiciones económicas. Esta
forma de familia consideraba a un hombre, una mujer y los hijos nacidos de esa unión.
Esta concepción de acuerdo entre un hombre y una mujer aparece en la historia a fines
del siglo dieciocho y comienzos del siglo diecinueve.
A fines del siglo dieciocho y durante los siglos siguientes, nace en Europa la revolución
romántica, que barrió en todo el mundo occidental las viejas normas de conductas y
afectó profundamente la forma de relacionarse entre los miembros de la familia.
El modelo de familia nuclear nació en la clase media y se extendió a todas las demás, este
modelo de familia se formó sobre todo sobre la base de la relación madre- hijo. Nace la
domesticidad, los sentimientos pasaron a ocupar un plano importante en la vida de las
personas, aprendieron a sentirse partícipes de un clima emocional privilegiado y debían
protegerlo.
Freud y la familia
Freud, resignificando la historia de Edipo y Hamlet, dio lugar a un proceso que permite a
las mujeres afirmar sus diferencias y a los niños ser considerados sujetos. Esto generó una
angustia y un temor a la anulación de la diferencia sexual y a la disolución de la familia.
Dentro de los dos grandes órdenes, de lo biológico (diferencia sexual) y lo simbólico
(prohibición del incesto) se desplegaron las transformaciones de la familia.
En un sentido amplio se definió a la familia como un conjunto de personas ligadas por el
matrimonio, la filiación y por la sucesión de los individuos descendientes: linaje, raza,
dinastía. La familia tradicional tenía por objeto asegurar la transmisión de un patrimonio.
La sexualidad circulaba por fuera de la familia que a su vez no estaba centrada en la
crianza de los hijos.
La familia moderna (del siglo XVIII al XX) fundada en el amor romántico sanciona la
reciprocidad de sentimientos y deseos sexuales, aparece la división del trabajo entre los
cónyuges y la educación del hijo está a su cargo. Favorece el vínculo padres – hijos y pasa
a ser un lugar donde matrimonio y sexualidad se cruzan, promoviendo sentimientos
incestuosos que deben prohibir.
Tomando a Freud (2) y la historia de Edipo, vemos como el autor introduce la idea de que
el padre engendra al hijo que luego será su asesino. Edipo había atentado contra la regla
sagrada de la diferencia de las generaciones, necesaria para el orden social y las
estructuras fundamentales de la familia. Al violar las leyes de las diferencias de las
generaciones había trasgredido el principio mismo de la diferencia, en cuanto paradigma
de la ley simbólica humana que impone la separación de lo uno y lo múltiple a fin de que
no se borren las diferencias necesarias para el género humano. Cometió un doble crimen,
parricidio e incesto.
De conformidad con la tesis del asesinato del padre y la reconciliación de los hijos con su
figura, la familia se define como necesaria para cualquier forma de rebelión subjetiva: la
de los hijos contra los padres, los ciudadanos contra el estado, etc.
El padre toma posesión del niño. Transmite al niño un doble patrimonio: el de la sangre
que imprime una semejanza y el del nombre que atribuye una identidad.
Esta descripción histórica de la familia fue sustituida por un enfoque estructural de los
sistemas de parentesco; la transformación de la mirada tuvo como consecuencia valorizar
las funciones simbólicas – alianza – filiación – hermandad – en desmedro del enfoque
anterior centrado en los orígenes del poder paterno, el patriarcado o el matriarcado.
La familia es efecto de un ordenamiento social en la que está inmersa y que regula tanto
su constitución como su desmembramiento. La prohibición del incesto es el punto de
partida para entender la articulación entre el ordenamiento social y la familia y la función
paterna el articulador en la dinámica familiar del tabú del incesto.
3. La familia postmoderna
La rebelión de los hijos contra el padre fue el fermento de un movimiento social que se
ligaba a la emancipación de las mujeres y los niños y más delante de los homosexuales:
dio lugar a nuevos modelos parentales, familia recompuesta, monoparental, homo-
parental.
Las uniones eran por un período de extensión relativa de dos individuos en busca de
relaciones íntimas. Estas familias quisieron probar que eran buenos padres y que sus hijos
adoptados, procreados artificialmente o procedentes de familias recompuestas se
comportaban tan bien o tenían los mismos problemas que los criados en las familias
heterosexuales.
Hoy en día las cosas han cambiado en gran medida, los roles se han flexibilizado. Los
hombres participan en la crianza de los hijos y las mujeres trabajan también fuera del
hogar. Los valores han cambiado, ahora la dicha, el desarrollo y el crecimiento personal
comienzan a ser derechos del hombre, la mujer y los hijos. La familia moderna está
perdiendo las características patriarcales y evoluciona hacia la igualdad de los sexos.
La familia continúa siendo una unidad emocional además de una unidad protectora y
reproductora en la cultura occidental, pero ya no es posible hablar de “la familia”
moderna, sino más bien de los distintos modelos de familia que coexisten en la cultura
posmoderna.
4. Desde la teoría Sistémico- comunicacional
“La familia es un sistema organizado cuyos miembros, unidos por relaciones de alianza y/o
consanguinidad, sustentan un modo peculiar y compartido de leer y ordenar la realidad,
para lo cual utilizan información de adentro y de afuera del sistema y la experiencia
actual- histórica de sus miembros”.
De esta manera podemos incluir toda gama de nuevas organizaciones familiares, que
pudieran no estar comprendidas si las limitamos a la consanguinidad como factor esencial.
Para analizar la relación que existe entre comportamiento individual y grupo familiar es
necesario considerar a la familia como un sistema relacional, que supera y articula entre sí
los diversos componentes individuales. De la misma manera, se puede postular que todo
grupo social es a su vez un sistema constituido por múltiples microsistemas en interacción
dinámica.
b) La familia como sistema activo que se auto gobierna, mediante reglas que se han
desarrollado y modificado en el tiempo a través del ensayo y el error, que permiten a los
diversos miembros experimentar lo que está permitido y lo que no está permitido en la
relación, hasta llegar a una definición estable de la misma, es decir, a la formación de una
unidad sistémica regida por modalidades transaccionales peculiares del sistema mismo y
susceptibles con el tiempo de nuevas formulaciones y adaptaciones.
c) La familia como sistema abierto en interacción con otros sistemas, a saber, escuela,
barrio, instituto, etc. Esto significa que las relaciones interfamiliares se observan en
relación dialéctica con el conjunto de las relaciones sociales, las condicionan y están a su
vez condicionadas por las normas y los valores de la sociedad circundante, a través de un
equilibrio dinámico.
Minuchin y Fishman plantean que el desarrollo de una familia transcurre en etapas que
siguen una progresión de complejidad creciente. Hay períodos de equilibrio y adaptación,
caracterizados por el dominio de las tareas y aptitudes pertinentes, como también existen
períodos de desequilibrio, originados en el individuo o en el contexto. La consecuencia de
estos es el pasaje a un estadio nuevo y más complejo en que se elaboran tareas y
aptitudes también nuevas.
• El período de galanteo: en esta etapa los jóvenes comienzan a realizar sus aprestos para
la selección de su pareja. Esta etapa es cada vez un período más largo ya que es normal
que un joven que ha realizado una carrera universitaria, para esta edad recién se esté
afianzando profesional y económicamente.
• El nacimiento de los hijos y el trato con ellos: en esta etapa se generan nuevas
oportunidades que desestabilizan el funcionamiento del sistema funcionalmente íntimo y
unitario, constituido hasta ahora por la pareja. Con el nacimiento del primer hijo, las
alianzas y coaliciones toman dimensiones y formas inesperadas, la joven pareja queda
más distanciada de la familia de origen y a la vez más enredada en el propio sistema
familiar.
• Las dificultades matrimoniales del período intermedio: en esta etapa el ser humano
necesita adaptarse a los extraordinarios cambios de sus niños. Las relaciones van
cambiando y el vínculo matrimonial también se encuentra sometido a una revisión
constante. (Haley, J.; 1980) Este puede ser uno de los mejores períodos de la vida, el
marido puede estar disfrutando del éxito y la mujer puede compartir el éxito por el que
han trabajado, los hijos están más grandes, plantean nuevas exigencias, la relación
matrimonial se profundiza y amplía.
• El destete de los padres: Haley afirma que el período de emancipación de los hijos es
una etapa de crisis, que requiere de adaptación por la pérdida de los hijos y se debe
sobrevivir encontrando el nido vacío. El modo en que el matrimonio ha ido resolviendo
sus conflictos incluye la manera en que se las arreglan para permitir que los hijos tengan
sus propias parejas, carreras y trabajos, haciendo la transición a la condición de abuelos.
Un modo importante de conservar la relación mutua de las generaciones es considerar la
posibilidad otorgada a los hijos de despegarse de la influencia parental, mientras se les
ofrece una real disponibilidad.
• El retiro de la vida activa y la vejez: esta etapa es toda una tarea ya que en la pareja
aparece nuevamente la posibilidad de estar todo el tiempo juntos. Es habitual en este
período que alguno organice un síntoma, de manera que el otro cónyuge tenga que
ocuparse.
Salvador Minuchin y H. Charles Fishman (19836) postulan: “Entre los seres humanos,
unirse para coexistir suele significar alguna suerte de grupo familiar. La familia es el
contexto natural para crecer y para recibir auxilio...es un grupo natural que en el curso del
tiempo ha elaborado pautas de interacción, las cuales constituyen la estructura familiar,
que a su vez rige el funcionamiento de los miembros de la familia, define su gama de
conductas y facilita la interacción recíproca”.
Estos autores sostienen que las tareas esenciales de la familia son apoyar la individuación
al tiempo de proporcionar sentimientos de pertenencia, para lo cual la familia necesita de
una estructura viable.
Toman de Arthur Koestler el concepto de holón. Este proviene del griego “holos” (todo) y
el sufijo “on” (como protón, o neutrón) que evoca una partícula o una parte. Es útil para
no caer en la dificultad que implican los términos vagos para definir un sub-sistema, o una
parte de un todo.
El holón parental puede estar compuesto por los cónyuges, o bien puede excluir uno de
ellos e incluir uno de los hijos, una abuela, etc. Si uno de los hijos constituye este holón, se
los llama hijos parentalizados. La función de este holón es básicamente la crianza, el
cuidar, dar afecto, disciplinar y sociabilizar a los hijos. Los niños aprenden un modo de
comunicar sus necesidades según el modo de “intra”, e “inter” relacionarse de este holón.
Aprenden a considerar la autoridad de una manera determinada y a saber qué esperar de
las personas que poseen más recursos que ellos.
Cualquiera sea el tipo de familia adoptado, la institución es constante en todas las culturas
como intermediario funcional entre el individuo y la sociedad y con una típica
organización interna; son básicamente esas funciones y su proyección hacia la sociedad la
que le presta su peculiar dinámica cultural.
Es necesario reconocer que cada familia constituye un orden específico capaz de estar en
armonía o conflicto con sus fines, y que cada persona no tiene una familia, sino varias:
tiene primero la familia en la que ha nacido y que marcará su actitud psicosocial de un
modo definido, pero ya en esta familia se encontrará la influencia de la familia paterna y
de la familia materna.
Por otra parte, y a medida que se avanza en la vida, cada uno constituye dentro de sí una
imagen de su propia familia que no está siempre regida por un criterio de realidad sino
por determinantes psicológicos.
5. Perspectiva cognitivo-conductual
Al igual que la perspectiva sistémica, está focalizada en la interacción entre los miembros
de la familia, pero enfatiza particularmente la interrelación de sus expectativas, creencias
y atribuciones, como también remarca la influencia multidireccional y recíproca entre sus
miembros. La idea central es que las respuestas emocionales y comportamentales de los
miembros de la familia son consecuencia de las evaluaciones e interpretaciones que
realizan entre ellos.
Al hablar de familia por lo general nos estamos refiriendo a familias que conocemos, las
de nuestra época y de allí son las observaciones que podemos hacer, y en todo caso, no
podemos hacer referencia a todas.
Cada uno de nosotros está y se hizo en una familia de origen, allí donde nacimos. Para
muchos de nosotros la familia de origen está en los recuerdos, fenómeno de la memoria
ligado a la ausencia, existente en el orden de la representación. Allí nos hicimos sujetos de
la familia de origen podemos decir. Y en su momento, pertenecimos a ella y en tanto
ausencia lo producido quedó como marcas de nuestra identidad. El vínculo familiar actual
y el conjunto de representaciones derivadas de lo que fue la familia de origen hacen a la
diferencia entre la presencia y la ausencia, las cuales a su vez recorren dos caminos
diferentes, aunque éstos a menudo parezcan superponerse.
Dice I. Berenstein7: “Una subjetividad vincular reconoce que como sujeto es otro desde el
vínculo con el otro, ni el sujeto ni el otro son centros de la relación sino que se producen a
partir del vínculo. La identificación comparte el lugar con la imposición del y al otro, ello a
partir de la pertenencia y ésta a raíz de las marcas de la presencia.”
Entonces podemos pensar que lo concerniente a una persona pasa por lo menos en dos
ámbitos: le ocurre a la propia persona y también, aunque en forma distinta, sucede en la
familia. Si una persona tiene un síntoma, por ejemplo un niño con un trastorno de
aprendizaje en el colegio, se podría pensar que en su psiquismo hubo una modificación y
se observará que los familiares se angustian, estarán asustados o preocupados por ese
síntoma en uno de ellos, pero, asimismo tendrán la convicción de que ellos no lo padecen.
Si bien el síntoma tiene un grado de inteligibilidad si se lo pone en el contexto de la
estructura mental de la persona sufriente, adquirirá un grado mayor de inteligibilidad si se
lo ve desde la estructura familiar. Toda manifestación adquiere un grado cualitativamente
mayor de inteligibilidad si se lo incluye en un contexto más amplio.
Hay también un supuesto compartir de sentidos respecto de los afectos que impregnan
las relaciones, así como las experiencias emocionales que en ellas se dan.
Este conjunto llamado familia reúne dos grandes tipos de relaciones emocionales y
vinculares: una dada entre dos sujetos de deseo con aparato psíquico constituido, es decir
con represión establecida, pertenecientes a distintas familias que al ligarse constituyen lo
que socialmente se llama "relación de pareja”, "matrimonial", etc. Toda pareja parece
necesitar darse un momento o período inicial en la que pasaron por una experiencia
llamada "enamoramiento".
Con ella inauguran una relación, lo cual los hará ubicarse y ser ubicados en una estructura
vincular llamada "pareja", realizada en parte bajo la presión de la genitalidad como el
deseo de relaciones sexuales, (aquí permitidas por la ley social ya que no infligen la
prohibición del incesto.) También se da un compartir y tratar de contener recíprocamente
en determinados momentos aspectos del mundo interno. Se continúa con el deseo de
hijos y un proyecto que los imagina juntos durante un largo (sino todo) el tiempo que
tienen por delante.
Los sujetos del vínculo tienen una denominación social, jurídica por la cual se llama
“esposo” o “marido” y “esposa” o “mujer”. Luego de tener un hijo se llaman “madre” y
“padre”. Pero en realidad la mejor denominación para aquellos como queda dicho es
“pareja”, porque describe en un único término distinto, y en singular la estructura que
envuelve e incluye a los yoes, en términos de I. Berenstein.
El hecho de ocupar lugares en la familia y que cada uno tenga nombres de parentesco,
tiene ciertas consecuencias. Este bebé, luego el hijo, luego cada uno de nosotros, se
referirá con los nombres del parentesco a tres relaciones:
a) A una relación del yo con objetos a los que llamara “papá”, “mamá” o “hermanito”,
“hermanita”, etc. Tendrán característica de objeto parcial o total y podríamos decir que
habitan el mundo interno;
b) Del sujeto "hijo" con otro sujeto al que se llama "padre" o "madre" o "hermano" y
c) A una relación del sujeto con un lugar ocupado generalmente pero no necesariamente
por ese otro que soporta la misma denominación que el lugar.
El lugar del Padre puede estar ocupado por el padre o por el hermano de la mamá, o por
el hijo o por un segundo marido de la madre.
En relación al parentesco, decimos que, como conjunto es el marco donde se dan las
acciones de unos con otros a la vez que define, clasifica y separa lo que habita en su
interior de ese otro conjunto, intrapsíquico, que reúne sólo representaciones aunque el yo
les otorgue vivacidad perceptiva en base a su propia y mutilada personificación9. Esto nos
lleva a diferenciar entre relación de objeto (lo constitutivo del mundo interno) y vínculo
con otro (lo constitutivo del mundo vincular).
Que estos yoes formen parte de una historia que es la del conjunto y una presencia
asegurada y perdurable en el tiempo en base a ocupar lugares del parentesco, con un
compromiso de reciprocidad, los diferencia de cualquier otro que no tenga esas tres
condiciones:
a. Ser un conjunto.
b. Tener una historia previa que los envuelve y atraviesa, que para algunos de la familia es
previa a su origen.
En este conjunto de personas vinculadas todos y cada uno son diferentes en esa
semejanza que marca el pertenecer a un parentesco, es decir a una relación que los hace
parientes.
Podemos decir que los parientes (esto es, en el parentesco) son semejantes en que cada
uno es diferente a otro, forman un conjunto y en eso se diferencia radicalmente de lo que
es un solo sujeto.
Todos estos lugares están relacionados y el conjunto tiene una base inconsciente donde la
relación con ese cuarto lugar, en tanto marca la relación entre dos familias, constituye un
lugar determinante de efectos profundos que dan sentido a las relaciones familiares sin
que quienes ocupan esos lugares puedan saberlo. Estos lugares están relacionados y estas
relaciones o vínculos tienen nombres: vínculo matrimonial o de pareja, vínculo de filiación
(aquel que une a los padres con los hijos), vínculo fraterno el de los hermanos entre sí y
vínculo avuncular el de los hijos con el representante de la familia materna. Más adelante
haremos referencia específica a los lugares de parentesco y sus características.
Estos vínculos tienen también significado inconsciente propio y no sólo el que se deriva de
cada uno de los sujetos que lo forman, sino que cada sujeto tiene que hacer propio su
propio lugar y sólo puede hacerlo en el vínculo con los otros en el conjunto. El padre
deberá hacer propio su propio lugar de padre, ya que cada padre es diferente de
cualquier otro de otra familia, y sólo puede hacerlo si en el conjunto, la madre ocupando
el lugar de Madre y los hijos ocupando el lugar de Hijo hacen propio sus lugares.
Tomando esto, podemos decir que una familia no es sólo la suma de sus integrantes sino
un conjunto que los determina como sujetos de manera tal que cada uno por pertenecer a
una familia resulta un sujeto diferente al que era en un vínculo o familia anterior o al que
devendrá si pertenece a otro vínculo.
Podemos afirmar en efecto, que siendo en la familia donde transcurren los primeros años
de vida del individuo, en ella se recibe la información y los estímulos más determinantes
para la estructuración biológica, y psicológica, así como para la socialización. En el
desarrollo del proceso de identidad son muy importantes para el individuo las figuras de la
madre y del padre, porque se identifica parcial o totalmente con ellas.
Decimos entonces que, desde la institución social, los sujetos advienen al lugar de madre,
padre e hijo ya sea desde lo biológico, desde las técnicas de fertilización, desde la
adopción y ocupan un lugar, una denominación y una función ligada a una matriz de
parentesco llamada familia.
La aparición de ese cuerpo real del hijo marca además una transformación estructural,
resignificando la alianza. La esposa es ahora “madre” y, en ejercicio de una función
definida, inscribe con su asistencia específica y su sexualidad, surcos libidinales y
fantasmáticos en el cuerpo del hijo10. El esposo deviene “padre”, es quien nombra al hijo
y ha de ejercer el corte que separe la continuidad corporal madre – hijo.
Luego del momento caracterizado por la crianza de los hijos, la familia ha de atravesar
otra etapa que la postcede. En ella los hijos constituyen a su vez nuevas familias, los
padres pasan a ocupar el lugar del cuarto término (avúnculo) respecto de los nuevos
grupos constituidos y los hijos la de esposos y luego padres.
La pareja queda sola, como en los momentos iniciales, en un período marcado por los
intercambios avunculares con las nuevas familias formadas por los hijos.
De este modo se traza el transcurso del tiempo familiar, proceso marcado por crisis
evolutivas y accidentales y cambios visibles indicadores de las transformaciones que
marcan el pasaje de la estructura familiar de un estado a otro.
Podemos decir que la cronología convencional, a la que hicimos referencia con
anterioridad, es sólo un referente, ya que cada familia organiza su temporalidad, figurada
como una realidad psíquica vincular compartida. De esta manera, el grupo familiar ordena
su propio tiempo, escribe su propia historia y se la cuenta a sí mismo de un modo
enormemente singular.
Citas:
(3) Fernández Moya, Jorge (2000). “En busca de resultados. Una introducción al modelo
Sistémico- estratégico”. Editorial Triunfar. Córdoba
(4) Andolfi, Maurizio (1984). “Terapia Familiar”. Paidós Editorial. Buenos Aires.
(5) Fernández Moya, Jorge (2000). “En busca de resultados. Una introducción al modelo
Sistémico- estratégico”. Editorial Triunfar. Córdoba
(6) Minuchin, Salvador, Fishman H. Charles. (1983) “Técnicas de terapia familiar”. Paidós
Terapia Familiar. Buenos Aires.
(7) Berenstein, I (2008). Curso virtual “Psicoanálisis de familia. El hacer del psicoanalista
vincular”. Clase n° 1. Asociación de psicólogos de Buenos Aires. Buenos Aires.
(8) Berenstein, Isidoro (1996). “Psicoanalizar una Familia”. Paidós Psicología Profunda.
Buenos Aires.
(9) Berenstein, I (2008). Curso virtual “Psicoanálisis de familia. El hacer del psicoanalista
vincular”. Clase n° 1. Asociación de psicólogos de Buenos Aires. Buenos Aires.
(10) Rojas, M.C. (1986) “La transferencia en la clínica familiar psicoanalítica”. Revista de
Psicología y Psicoterapia de grupo. Año IX, N° 1. Buenos Aires.
Bibliografía
Bateson, G. (1972) “Pasos hacia una ecología de la mente”. Carlos Lolhé Editores. Buenos
Aires
Berenstein, I.; Puget, J. “Lo vincular: clínica y técnica psicoanalítica”. Paidós. Buenos Aires
Fernández Moya, Jorge (2000). “En busca de resultados. Una introducción al modelo
Sistémico- estratégico”. Editorial Triunfar. Córdoba
Kleiman, Sonia. (2008). Curso virtual “Psicoanálisis de familia. El hacer del psicoanalista
vincular”. Clase n° 7. Asociación de psicólogos de Buenos Aires. Buenos Aires