Apariencia y Realidad
Apariencia y Realidad
Apariencia y Realidad
Así pues, para Platón hay dos mundos: el mundo sensible y el mundo inteligible.
El primero es un mundo aparente, por oposición al segundo, que es el real; pero el
mundo sensible no es un mundo irreal. Platón no dice que no sea, sino que
todavía no es (me on), que no tiene entidad suficiente, frente al mundo inteligible,
que es el mundo de las cosas que son (ta onta).
realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser
inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo tanto,ajena al
cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible,
constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las
características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la
generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la
realidad inteligible.
La Idea del Bien es el principio mismo de todas las demás Ideas, no puede estar
sometido a ningún otro principio posterior, pues la idea de la que todas las demás
participan no puede ella participar de nada por encima (está más allá de la
esencia).
Así pues, la idea del bien, de la justicia, de la virtud, son ideas definidas, sin
cambio alguno. La moral pues, no será relativa en Platón, sino algo estático que
no puede cambiar. Esa idea del Bien, será el motor para el poder ser de todas las
cosas.
Este hombre nuevo sólo será posible con una nueva moral que surgirá de la
transmutación generalizada de todos los valores vigentes. Las nociones morales
de "Bien" y "Mal" como puntos de referencia objetivos y opuestos quedan
desbordados por la nueva realidad. Los viejos valores racionales y suprasensibles
son sustituidos por valores vitales y sensibles. El superhombre defiende la
desigualdad, la jerarquía, el cambio, el experimento y el riesgo frente a la igualdad,
la seguridad, que serían valores propios de la moral del "rebaño", una moral de
esclavos, representada fundamentalmente por el cristianismo.
La moral tradicional, judeo-cristiana, es una moral de la "renuncia" y cuyos valores
no se encuentran en esta vida, sino en otro mundo, en el verdadero, en el más
allá. Esta moral se dirije contra los instintos vitales, ya que propone una evasión
con respecto al hombre concreto y respecto al mundo real. En sus obras
Nietzsche pretende analizar las raíces de las que brotan estos conceptos morales
negativos. Realiza el análisis de lo moral entre los griegos y del giro que van
sufriendo los conceptos morales en la dirección de alejarse de lo vital de lo que
surgen, a partir de Sócratres y Platón. Si entre los primeros griegos la virtud era
equivalente a la fuerza y "bueno" era el noble, el que despreciaba la debilidad y el
miedo, a partir de Sócrates la virtud se convierte en renuncia a los placeres,
pasiones, ambiciones, y el único bien que se admite es el de la "sabiduría". Con
ello se inicia en Grecia la moral de "esclavos", gregaria y antivital.
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