Apendicectomia PDF
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APENDICECTOMIA
Indicaciones. Cuando se ha diagnosticado apendicitis aguda, la operación temprana está casi siempre
indicada, pero puede convenir posponerla para tener tiempo de administrar líquidos en pacientes in-
toxicados, en niños y en ancianos. Si hay signos de peritonitis generalizada de cierta duración con toxemia y
meteorismo intensos, algunos cirujanos se inclinan a favor del tratamiento expectante con el paciente
semisentado, aspiración gástrica continua, alimentación parenteral (incluso sangre) y antibióticos y
sulfamidas a grandes dosis. En estas circunstancias se vigila estrechamente la formación de abscesos, par-
ticularmente en la pelvis, cuadrante inferior derecho y región subfrénica, y se drenan en el momento
oportuno. Este tratamiento conservador raras veces está indicado si la duración de los síntomas no llega a
cuatro días.
Cuando se encuentra una masa en el cuadrante inferior derecho al explorar al paciente por primera vez,
es por lo común aconsejable el tratamiento expectante durante varios días; en ocasiones, esta masa
desaparece sin drenaje y la apendicetomía está siempre indicada en fecha posterior. Si el absceso requiere
drenaje, la apendicetomía se practica simultáneamente si resulta fácil, pero de no ser así, se efectuará
posteriormente. Si el diagnóstico es de apendicitis crónica, se deberán eliminar otras causas de dolor y
trastornos.
Anestesia. Se prefiere la anestesia por inhalación, pero la anestesia raquídea es también satisfactoria. En
pacientes muy graves está a veces indicada la anestesia local.
Detalles de técnica operatoria. Si el ciego aparece casi inmediatamente, lo mejor es, por regla general,
atraerlo a la herida, sujetarlo con una compresa de gasa húmeda y liberar el apéndice sin explorar a ciegas el
abdomen (fig. 10). Liberado el apéndice, se puede prender su meso con unas pinzas cerca de su vértice e
introducir el ciego en el abdomen. Acto seguido se aísla la cavidad peritoneal con compresas de gasa
húmeda (fig. 11). El mesoapéndice se secciona entre pinzas y sus vasos se ligan cuidadosamente (fig. 12). Es
mejor ligar por transfixión los tejidos prendidos con las pinzas que hacer ligaduras simples, porque mientras
se mantienen los tejidos en tensión no es raro que los vasos se escapen de las pinzas y sangren
posteriormente en el espesor del meso. Ligados los vasos del mesoapéndice, se comprime la base del
apéndice con unas pinzas acodadas (fig. 13)
La pinza acodada se corre 1 cm hacia la punta del apéndice, se liga éste exactamente en el borde
proximal de la porción aplastada (fig. 14) y el nudo se prende con unas pinzas. En la pared del ciego en la
base del apéndice se hace una sutura en bolsa de tabaco, teniendo cuidado de no perforar los vasos
sanguíneos en la línea de inserción del mesoapéndice (fig. 15). Se levanta el apéndice, se cubre el ciego con
compresas de gasa húmedas para evitar que se contamine, y el apéndice se secciona entre la ligadura y las
pinzas acodadas con un cauterio o un bisturí mojado en fenol (fig. 16). Se cortan los cabos de la ligadura de
la base del apéndice y se hunde ésta con las pinzas rectas aplicadas en el nudo para invaginar el muñón en la
pared del ciego. Se abren las pinzas y se retiran al anudar la sutura en bolsa de tabaco. La pared del ciego se
puede inmovilizar con unas pinzas sin dientes para facilitar la maniobra de invaginar el muñón apendicular
(fig. 17). Terminada ésta, el ciego aparece como se muestra en la figura 18. La zona operatoria cecal se
cubre con epiplón (fig. 19). El drenaje es a veces recomendable cuando hay un absceso o una perforación
cerca de la base del apéndice que hace imposible el cierre hermético del ciego. Los drenajes deben ser
blandos y lisos, de preferencia de lámina de caucho con relleno de gasa o sin él. En ningún caso se utilizarán
para esto gasa seca ni tubo de caucho duro porque pueden lesionar el intestino. Algunos cirujanos no drenan
la cavidad peritoneal cualquiera que sea la intensidad de la infección y confían en la quimioterapia y en los
antibióticos para dominarla.
Cierre. Se mantienen separados los planos musculares mientras se cierra el peritoneo con sutura
entrecortada con seda del núm. 000 o sutura continua con catgut crómico del mismo número (fig. 19). La
fascia transversalis incorporada al peritoneo ofrece un plano de mayor resistencia para esta sutura. El oblicuo
menor y la pequeña abertura de la vaina del recto se suturan con puntos separados (fig. 20). La aponeurosis
del oblicuo mayor se coapta sin estrangularla por sutura entrecortada con seda (fig. 21). El tejido subcutáneo
y la piel se suturan por planos.
Otro método
En algunos casos, a fin de evitar la rotura del apéndice distendido, es preferible ligar y seccionar la base
del apéndice antes de intentar llevarlo a la herida. Por ejemplo, si el apéndice está adherido a la cara externa
del ciego (fig. 22), resulta a veces más sencillo pasar por debajo de la base del apéndice unas pinzas curvas
para poder prenderlo con otras pinzas y ligarlo (fig. 23). Después de ligar la base, la cual se encuentra muy a
menudo bastante indurada, se secciona el apéndice con el cauterio o un bisturí mojado en fenol (fig. 24). La
base del apéndice se invagina con una sutura en bolsa de tabaco (figuras 25 y 26). Las adherencias del
apéndice se seccionan con tijeras curvas y largas hasta que se puedan identificar claramente sus vasos (fig.
27). Entonces se aplican pinzas curvas en el mesoapéndice y los tejidos prendidos por ellas se ligan con seda
fina.
Cuando el apéndice está detrás del ciego es necesario incidir el peritoneo parietal paralelamente al borde
externo del apéndice, según se ve éste a través de la serosa (fig. 29). De esta manera se puede disecar el
apéndice y extraerlo de detrás del ciego sobre la cubierta peritoneal del psoasilíaco (fig. 30).