CULPABILIDAD (Extraído de Visualización Curativa, de Epstein)

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CULPABILIDAD

Intención: eliminar los sentimientos de culpa

Frecuencia: una vez al día, durante 3 a 5 minutos (para la conciencia parlante basta solo con tres
minutos), en un ciclo de 7 días. Si cree necesario continuar, hágalo durante 14 días más.

Mucho se ha hablado de los sentimientos de culpa, que van asociados a menudo a la


conciencia. De hecho, la conciencia está presente en algunos, aunque no todos, de nosotros
para impedir que llevemos a cabo actos destructivos contra nosotros mismos o contra otras
personas. En términos técnicos, lo que sentimos tras la perpetración de un acto que va contra
nuestra conciencia es remordimiento, si bien se denomina comúnmente culpabilidad. La
conciencia nos impide cometer esa clase de actos de antemano. El remordimiento, entendido
como "sentimientos culpables" , es una respuesta subsiguiente al hecho. Como quiera que se
llame esa respuesta, esos sentimientos ofuscan el desarrollo personal, por cuanto suponen un
modo de eludir la responsabilidad sobre la conducta que hemos exhibido, o sobre la conducta
que no hemos puesto en práctica. En otras palabras, no solo nos sentimos culpables por lo que
hemos hecho, sino también por aquello que no hemos hecho. En cualquier caso, no se quede
encadenado al pasado. Asuma la responsabilidad sobre la acción que ha realizado o ha
negligido. Sepa que sus actos implican consecuencias que usted debe acarrear, perdonarse y
reparar ante la persona perjudicada u ofendida. Compense su error, si le resulta posible, y siga
viviendo en el presente, tratando de comportarse con toda la ética de que sea capaz.

Los ejercicios siguientes se han erigido en poderosos aliados en la lucha que muchos de mis
pacientes han protagonizado para escapar a la influencia paralizadora de los sentimientos de
culpa. Averigüe cuál de estos ejercicios de adapta mejor a su caso y trabaje con él. Resulta
asombroso lo que puede descubrir sobre sí mismo a través de la exploración de su culpabilidad.

El lazo rojo

Cierre los ojos. Exhale tres veces. Vea un lazo rojo delante de usted. Escriba en ese lazo rojo las
características de las que le gustaría librarse, incluida la culpabilidad. Ordene esas características
según la importancia que tienen para usted. Póngase el lazo en torno al cuello. Exhale una vez y
diríjase de la ciudad al desierto..., uno que haya visto o sobre el que haya leído. Localice allí una
cascada con una enorme roca al lado. Excave un hoyo delante de la roca. Tome todas las
características escritas en el lazo y arrójelas al hoyo una por una mientras nombra cada
característica (no en voz alta, sino allí, en el desierto). Después, coloque el lazo sobre la roca y
quémelo. Eche las cenizas al agujero, cubra éste con arena y coloque la roca encima de él.
Exhale de nuevo y vaya a la cascada. Trepe desde el fondo hasta la cima por la propia corriente.
Vea, note y experimente la fuerza del agua precipitándose sobre usted, lavándole y llevándose
cualquier residuo de culpa. En cuanto haya alcanzado la cima, extienda las manos, con las
palmas hacia arriba, en dirección al sol, tome un trozo de éste en sus manos y colóquelo dónde
quiera o en su propio cuerpo, para que le proporcione salud y bienestar. Exhale una vez más y
abandone la cascada. Deje que el sol le seque. Póngase un albornoz o una bata limpia, regrese
a la silla, consciente de que su culpa ha desaparecido. Luego abra los ojos.

La conciencia parlante

Cierre los ojos. Exhale tres veces. Imagínese a sí mismo hablando a la persona que está en
conflicto con usted por la misma razón que le hace sentirse culpable. Exprésese con sinceridad,
diciendo qué es lo que alimenta su culpabilidad. Luego invierta los papeles con la otra persona.
Ocupe su lugar y hable consigo mismo como si fuera el otro. Exhale una vez. A continuación
vuelva a ser usted mismo y exprese a su interlocutor el resentimiento que subyace bajo su
culpabilidad. Exhale de nuevo. Intercambie los papeles y responda a lo que ha sentido. Exhale
una vez. Sea usted mismo de nuevo y manifieste las exigencias que subyacen bajo ese
resentimiento. No disfrace sus exigencias en forma de preguntas o acusaciones. Exhale una vez
más. Sea la otra persona y responda a las exigencias que acaba de plantear. Repare en lo que
experimenta físicamente cuando invierte los papeles. ¿Qué es lo que dice cuando es el otro?
Por último, abra los ojos.

Extraído del libro "Visualización curativa" de Gerald Epstein (pág. 90 y ss.)

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