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tJ3
---
C!htcom.ozt~ - .'2.ua.uhll11.cÍ;aJ1
T E s s
QUE PRESENTA PARA OPTAR AL TITULO
DE ARQUEOLOGO EN LA ESCUELA
NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA
Y EL GRADO ACADEMICO DE MAESTRO
EN CIENCIAS ANTROPOLOGICAS EN
LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA
DE ME X 1 C O.
}féxjco 1977
......-a..........------------~-
a Pa.tMcu.1
A GR A o E z e o a:
de Investigación.
INTRODUCCION Y PROPOSITOS l
CAPITULO ANTECEDENTES 6
AMBIENTAL Y CULTURAL 12
BIBLIOGRAFIA
HIDI CE DE FOTOGRAFIAS
IHDI CE DE MAPAS
INDICE DE LAMINAS
1 NT R oouee 1 o N y p R o p os 1 T os
1
Este trabajo se debe, sobre todo al interés que tuvo el Or.
Paul Kirchhoff en la integración de las ciencias anLropológ1cas, para cono-
cer el mundo prehispánico, en este caso arqueologfa y etnohistoria , reunidas
o través de la constatación arqueol6gica de la parte nuclear de uno de los
!'.lapas de Cuauhtinchan, lo que efectuamos bajo la dirección del Arqueólogo
An9el Garcfa Cook, patrocinados por la Fundación Alemana para la Investiga-
ción Cientffica, de donde nace el Proyecto Arqueológico Cuauht1nchan, con
dos planteamientos fundamentales, por un lado la investigación del desarro-
llo cultural del área, desde su poblamiento hasta el inicio d~l proceso de
aculturación europea y por otro el de esta tesis, que se propone Integrar
los resultados de la arqueologfa y de la etnohistoria, a través de la in-
vestigación arqueológica de las representaciones de este mapa, para su
constatación, correlación e interpretación y aunque ambos objetivos han
durado durante los cinco años de vida del proyecto, estos no se han des-
1ado.
•
slderando a esta , la que ocuparon los grupos chichimeca, que abarca ade-
s de la cuenca de Puebl1-Tl1xc1l1, por el Norte, el bloque Tlaxcala y el
de la cuenca de Oriental , y por el Sur desde el vallo de Nexapa, casi
mismo territorio que ª'tualmente ocupa esta parce del Estado de Puebla.
que en nueslra particular concepción, fueron utilizados en el desarrollo
proyecto, hast1 llegar a los que planteamos en el capítulo 111.
4
c1ó11 cultural que han venido adquiriendo, de la misma manera que tratamos
de ílbS traernos de las secuencias de "fases cultura 1es" vecinas (Tehuacán,
Tlñxcala, Huejotzingo , Cholula, Cacaxtla, etc.) para ver el desarrollo cul-
ral de esta área por ella misma. Por ello es que aquf planteamos el desarro-
llo mediante bases comparativas especificas hacia los datos ar·queológicos,
tratando de eludir (o en su defecto citando con precisión) las referencias
interpretativas de otras áreas.
Es básico adelantar algunos aspectos de los planteamientos
que trataremos en el capflulo tercero, con objeto de explicar la tenninolo-
gfa utilizada, ya que como dijimos, nos hemos propuesto exponer en formd sen-
cil la los elementos culturales de desarrollo , que desde nuestro punto de
vista deben ser particularmente desglosados, tomando con cierta independen-
eta la evolución de cada uno de ellos, para que en conjunto reflejen con
s precisión la heterogeneidad de su desarrollo.
Para jerarquizarlos, hemos tomado como factor básico su cuali-
dad explicativa, por lo que iniciamos con el proceso del sedentarismo a la
rb~nización * , ya que es este el que denota los alcances socio-económicos
agrados en su trayecto, distinguiendo sucesivamente el período p1te.uJtba110,
e~cmos como urbe, al asentamiento que posee las sfgulon t os cua l ldadcs:
ro el no ser autosuf lclente, o sea que dependa de su control y explo-
n sobre un territorio, mis 11 lá del que sus moradores negan producir;
~o. que la complejidad de su gobierno se haga manifiesta en aspectos
como: mercado, servicios pQbl leos y sectores especializados; tercero
plia poblacl6n, que aunque sin límltes cuantitativo~. la distinga
o de su ámbito. Para ello, las evidencias arqucol6glcas fundamentales
dadas por la extensión de sus Influencias, la complojldad y disparidad
s construcciones y la magnitud del área ocupada por sus viviendas, res-
!;
.20).
El análisis primario de los mapas, nos muestra que mientras que
y una unidad en su propósito de legitimar posesiones, existe una heterogenei-
rr.1y marcada en cuanto al contenido y lógicamente al tratamiento , calida~ y
· 110 de las representaciones , mientras que cuatro de ellos:
ll
vos d~ este. Al iniciarse el proyecto en Noviembre de 1972, tuvimos que se-
pardlílOS del Proyecto Arqueológico Puebla-Tlaxcala, dirigido por el Arque61o-
o Am¡el Garcfa Cook , iniciando asf formalmente los trabajos, de los cuales se
tiene - para esta temporada - como resultado de la parte arqueológica, la te-
is, Cuauhtinchan: Estudio arqueológico de un área (Oávila, 1974), mientras
ue esta , por la contfnua aparición e integración de hallazgos y nuevas inter-
pretaciones , se ha venido ampliando , integrándose los resultados de las tempo-
adas tercera y cuarta, en las cuales ya se abarcó el área total de 1 200 ki16-
tros cuadrados y los 162 sitios registrados en ella, con lo cyal las bases
esta han podido ser más ampliamente fundamentadas.
S I T UA C 1 O N DE L AREA
A MB 1 E N T A L y CULTURAL
12
Es necesario hacer una sfntesis de la situación ffsica y cul-
tural del área, ya que como vimos antes, prácticamente no hay trabajos arqueo-
l691cos previos a este proyecto , que precisen o traten su desarrollo cultural,
en el contexto general del desarrollo de Puebla-Tiaxcala , mientras que sus as-
ect~s ecológico-geográficos, han sido ampliamente cubiertos por especialistas.
Ambiental
Se encuentra situada entre las coordenadas 19°00', 18°45' y
97 45', 98°05', con alturas que van de los 1 750 m.s.n.m. en la parte baja del
a lle del rfo Atoyac, hasta pasar los 2500 m.s.n.m. en las cimas de las sierras
Je Tepeaca (o Jlmozoc) y Tentzon, abarcando la mayor parte, las comprendidas en-
tre 1os l 000 y los 2 250 m.s.n.m. Globalmente el área, abarca unos 1200 lci16me-
tros cuadrados, que en general podemos decir se limitan al Norte por la sierra
e Tepeaca y al Sur por las laderas sureñas de las sierras del Tentzon y Toch-
epec \también llamada de Xochitlán), hacia el Oeste por una lioea arbitraria
rte-Sur) que hemos hecho pasar por la boquilla de la presa de Valsequillo y
Est~ por una linea similar a través del poblado de Tecamachal co , que coincf-
cor. los lfmites del área estudiada por la Fundación Alemana.
Este drenada por el rfo Atoyac, hacia el cual confluyen todos
arroyos y barrancas, entre los que debemos citar al llamado rfo Pinal o ba-
anca del Aguila, que posee una corriente permanente a partir de su paso a tra-
de la zona de travertlno de los poblados de Oxtotipan y Xochiltenango, has-
su confluencia con el rfo Atoyac , hacia este también confluye a la altura de
poblados de Atoyaternpan y Tepeyahualco, un arroyo con agua permanente a
ttr de los manantiales de Mfxtla , en el poblado del mismo norr.bre, aunque
cauce parte (como barranca) desde la sierra de Tepeaca. Otros aportes impor-
tes del río Atoyac , son el llamado Los Chorros con un corto pero caudaloso
tto, al Sur del poblado de Tzicatlacoyan, que drena (por barrancas y manan-
13
tiales) una parte de la sierra del T~ntzon y por último relativamente cerca
de la boquilla de la presa de Valsequillo, confluye un arroyo, p1oducto del
drene de la ladera Sur de la sierra de Tepeaca, con agua permane•1te a partir
de lo~ manantiales que lo alimentan desde las llamadas barrancas de Alpatla-
huac y Arneyale. Artificialmente ha sido afectada en este sentido por las obras
del distrito de riego de Valsequillo, que mediante la construcción del canal
de r iego que atraviesa el área de Oeste a Este (en su primer tercio subterrá-
neo hasta el Sur de Tecali), ha cambiado las condiciones ecológico-hidrográ_
fícas anteriores (mapa Ho. 1).
Ya hemos mencionado las principales sierras que se encuentran
en el área, y el resto de la topograffa, podemos remitirla al mapa de regiones
naturales (No. 2), ya que serfa poco útil enumerar individualmente cada uno de
los "cerros" existentes, sin embargo, en el transcurso de los siguientes capf-
tulos, se hará particular referencia a cada uno, cuya importancia dentro del
desarrollo de nuestro tema lo requiera.
En el aspecto geológico , nos hemos basado en los trabajos de
6utierrez (1971) que abarca una parte del área y principalmente en los de
Erffd y Hilger (1974) y Erffa, Hilger, Knoblich y Weyl (1976), en los que se
ede ampliamente ver la confonnaci6n del área, que principalmente consiste en
as furmaciones Maltrata , Mexcala, Orizaba y Morelos que globalmente son cali-
zas con pequeños afloramientos volcánicos , además del grupo Balsas, constituido
un conglomerado rojo.
En cuanto a los suelos no se tiene un estudio completo de la
a por lo que se pueden ver solamente algunas referencias en Aeppli y Schon-
Js (1975).
.. .
El clima es según los mapas de CETENAL , Ca, Cb; C (Wl) X' 6
•
CCHNAL, carta V~racruz 14 Q-Vl, Cl lmas.
14
C (Wl), lo que representa en el sistema de Koppen modificado por E. García,
un cl ima templado, con temperatura media anual entre los 12ºy l os 18y centí-
crados, con lluvias en verano , con una precipitación anual de 797 .8 nm, es-
tando dentro de los estudios de la Fundación Alemana en un tipo de clima VI
6 C. que representa fresco , sem1árido, semilluvioso (Lauer y Stiehl, 1973). la
egr. tación corresponde según Klink (1973) a bosque de encinos y bosque tro-
plcal caducifolio de montaña semiárido.
El área es esencialmente agrícola en la actualidad, tenien-
do como cultivo principal al maíz, con cierta importancia de alfalfa y horta-
l12as, se cuenta con escasa ganadería, siendo principalmente de bovinos.
En la zona de Tecamachalco, se cuenta con grandes recursos aví-
colas, y en algunas localidades se cuenta con la apicultura. El comercio es
na fuente muy importante, destacándose el mercado de Tepeaca, al que con-
fluyen gentes de varios estados , a vender productos de todas clases.
demás variados de acuerdo a cada investigador, tanto que C()uu hemos visto
los trabajos más recientes, los investigadores se inclinan por utilizar el
ei1to de secuendas de fases regionales, como una salida de la generaliza-
tradicional. Ya en otras publicaciones (Dáv1la, 1974 y DAvila y de Oávila,
, hemos mencionado nuestro recelo hacia el encajonamiento, de diversos
tos de las manifestaciones culturales dentro de fijos lfmit~s cronológi-
pott M:to pll.Opongo vtt:e11deJtl..o c.omo wia copia cotott.úJJ de. W10 rn46 an.Uguo qU2.
p.'lolinbte.mente. 6ul luz.cito wando toó niex.lca dü.WbwjeA011 ta .tie."l.Jla vttlte. ci.11-
c.o ix1e.btoó de. ta 11.eg.i.611 IH.T.CH. p41VtD.6oó .380-312)." (Reyes, 1974b, pp. 36-37).
Por lo que existe la posibil ldad de que este Mapa tenga un origen prehispáni-
co, aOn cuando él se haya ido incrementando con sucesivos acontecimientos
hasta la colonia. De cualquier manera, a excepción de los caracteres latinos•
• as m.i~ claras son las tres - únicas - glosas; Quauhtlnchan, Tepeyacac y Tecalli.
30
todas las referencias pfc~ográficas que contiene, son anteriores a la
conquista española.
Copi a: Existente en la biblioteca del Museo Nacional de Antrorologfa, de la
que podemos decir que se apega bastante, aunque no totalmente al original,
y hasta antes de este trabajo , habfa sido pr§cticamente la única manera de
consultar este documento.
Hi~toria del Mape
En Agosto de 1891, Enrique Orozco, haciendo un reconocimien-
to en los alrededores de Cuauhtinchan, buscando fósiles de megafauna , encon-
lró en Cuauhtinchan " ... tlru bdUAimo.> geJt.Ogll6.{c.o6 ..• VllU.t! 11.ep1tue.11tado1.
mag11.l 6(co6 templo6 , 41ll!ILi Mc..i.oo humano6, tuclta.6 de. Wbw. I} l!.lte.l c.onoc.l!.JI
e.t. C'f.lt•te PM.ti.do en CLtlJa pa.;¡.túlwut 4e. hn.Uo. wta tfguila cott (.46 at.iu pte.-
gacfM. Po1 e.40 CJteo que Cuauhti.nc.l1a11 qu.ie.1te. dec..Ut 'Cua de.l Agu.ila' •.. "
(Orozco, 1892 pg. 4). Además de otros documentos, siendo esta la primera no-
ticia de la existencia del Mapa.
Francisco del Paso y Troncoso, vuelve a tratar el Mapa, lla-
mándole Peregrinación de los Totomihuacas, infonnando que se lleva a la ex-
posición Histór1co-Jlmerfcana de Madrid, una "HeJunOoa. c.op,i..a llY)d~AM liecha a
l a acuaula po11. e.t. hdbll dibuJthtte Pon Ecú.uvtdo Be.Uo ..• " (del Paso y Tron-
coso, 1893 pg. 255), haciendo una ligera descri pción de su cor1tenido, basc\n-
dose en la Identificación de Chicomoztoc, los volcanes Popocatepetl e Iztac-
cihu~tl, Cholula, Tepeaca y Cuauhti nchan, y como en la representación de
Chi<.omoztoc , aparece sa 11 endo el representante del grupo Totonn huaque, ex ti en-
de f"> to al nombre del Mapa. La copia de Bello (Mapa No. 2 de Cuauhtinchan) al
reyresar de la exposición His tórico-Americana de Madrid, quedó en el Museo
Nacional y a partir de entonces se encuentra con el número de catá logo 35-24
de la colección de Códices de la OiblloLeca del Museo Nacional de Antropolo-
gía.
31
La siguiente referencia aparece hasta 1927, cuando en una se-
sión de la Sociedad Antonio Alzate , Carlos Mlyar (1928) habla sobre el mismo
map~. repitiendo la interpretacl6n de Francisco del Paso y Troncoso, lamentan-
do la desaparici6n del Mapa or iginal y diciendo que solo se conserva la co-
11ia de Bello , llamada Lienzo de Cuauhtinchan tlo. 2.
Jorge Tamayo y Ramón Alcorta (1941) se refierer¡ al Mapa, ha-
ci<·ndo una descripción muy parecida a la de Francisco del Paso y Troncoso, el
estudio es sobre la copia de Bello, ya que se menciona también la pérdida del
original * .
Salvador Mateos lifguera (1946) , hace una descripción de la
~op1a de Bello, muy semejante a la de Francisco del Paso y Troncoso , en la
que menciona. el paradero del Mapa original, en poder del Arqu1tecco carlos
Obre9ón Santacilia.
José Miguel Quintana (1960) hace referencia al Mapa , confir-
mando que se encuentra en poder del Arquitecto Obregón Santacilla, sin dar de-
talles acerca de su contenido.
Carlos Martfnez Marfn (1963) describe el Mapa, al cua l llama
C6di(e Obregón Santacilia, destacando su importancia en todos aspectos y noti-
ficc1ndo que fué declarado Monumento Histórico e l 24 de Junio de 1963.
John B. Glass (1964 ) en el cat61 ogo de la colección de Códi-
ces. al hablar sobre el Mapa de Cúauhtfnchan No. 2, se refiere a que el ori-
gindl está en poder de la viuda del Arq. Obregón Santacilfa y nace una breve
descripción en base a los principales rasgos iden tifi cables , clasificándolo
como un códice de tipo cartogr6f1co-histórico, y en un articulo posterior,
presenta los 4 mapas de Cuauhtlnchan, haciendo una descripción de ellos (1975,
pp. 118-120).
Sin embargo Spinden (1933. pg. 236) menciona haber consultado el origina l
en el Museo Regional de Puebla.
n
Bente Bittmann Simons (1968) prueba las relaciones existen-
tes entre los cuatro mapas de la colección del Museo y la H. T. CH. •
La más reciente interpretación del Mapa es la que hace Luis
Reyes (1974, pg. 36) en su tesis, también basándose en la copla de Bello,
p<:ro habiendo visto el Mapa original.
Partes del Mapa
De acuerdo a su temática hemos distinguido nueve secciones,
que tratan, tanto elementos geográficos como datos históricos, después de la
descripción breve de cada una de ellas, nos dedicaremos a la que corresponde
a este trabajo, dándole asf una relación más clara dentro del resto del Mapa.
C'luc.omoztoc. 1J ce1L01101i.úz del. 6ue.go nuevo, es la esquina superior izquierda
(foto 2) , en la que aparecen , además del cerro de las siete cuevas con
el representante de cada uno de los grupos chichimeca que llegan a la re-
gión , una ceremonia del fuego nuevo, que indica el inicio de la peregrina-
ción, esta representación (Chicomoztoc), es muy similar a las que se apre-
ci an en las fojas Sr, {pg.11) y 16r (pg.28) de la H. T. CH. (1976) sobre
todo a es ta 01 tima , donde a excepci 6n de la cima "en fornia de gancho",
aparecen prácticamente los mismos elementos.
Desde 1961, el Dr. Kirchhoff , postuló la localización de Chicomoztoc
a través de varias fuentes, principalmente la H. T. CH. en la región 1e
Yuriria, Guanajuato, precisamente en el cerro Culiacán (Colhuacat~pec en
las fuentes), dasafortunadamente no se cuenca, hasta el momento , contra-
lt
Co11 motivo del S_lmposio del Proyecto México de la Fundación Alemana , publica-
fl10'> un artículo (Oávi la Pacrlclo y Diana, 1973) sobre los resultados prel lml-
nóres del reconocimiento arqueológi co (primera temporada), en el que se pre-
st•ntaron los primeros da tos de 1dent i f J cae Ión entre 1as represen tac iones de
sitios del l~pa y los sitios arqueol6glcos existentes en el ~rea. En ~sa ~po-
<.:.1 con tabamos solo con fotografías de la copia de Bel lo , pero nos percatamos
d~ la necesidad de trabajar en base al Mapa original, debido a las dlscrepan-
c J,,~ observadas, como se menciona en la publlcación de la Mesa Redonda de la
So~l~dad ~xlcana de Antropología, efectuada en Jalapa en 1973 (de Dávila, 1975).
33
~djos arqueológicos en la región, que pud ieran servir de base para esta-
blecer el tipo de conexiones, con los materiales que se presentan en los
sitios de Puebla-Tlaxcala , afectados por los grupos chichimi:ca. Reciente-
mente hicimos una visita a ese lugar, en la que pudimos apreciar que tanto
la conformación dei terreno, como la flora presentan grandes semejanzas,
principalmente con las representadas en la H. T. CH. , además de Abundar
- en las faldas del cerro - ocupaciones prehispánicas.
Ruta~ 6tf1u.ida4 po1t toó cltich<mtca liac<.a Cholula.,* representadas como un camino
trazado y con huellas, a lo largo del cual, se van distribuyendo una abru-
madora cantidad de elementos geográficos (como cerros con qlifo y dos),
sitios y hechos históricos (foto 3), entre los cuales destacan Tula, Te-
nochtitlan, Chapultepec, lz tapalapa , Xochitecatl, Cacaxtla, Nealtican, Te-
nayuca , etc., también cambios de bulto sagrado, temblores, ventarrones,
sacrificios, flechamientos, juegos de pelota y fechas en varios sistemas
calendáricos (Reyes, 1974b pg. 150).
S1 observamos las rutas y linderos identi ficadas por Kirchhoff , Odena
y Reyes en l a H. T. CH. (1976, pp. 254-255), podemos rápidamente compren-
ller que entre ambos - Mapa e H. T. CH. - se encuentra un potencial enorme
para la investigación arqueológica, ya que de estos pueden desprenderse,
además de las vfas de comunicación , en la última época prehispánica, lo
clase de contactos y relaciones entre los pueblos de esta zona del Alti-
nlano , por lo menos desde el pun to de vista de uno de estos grupos. Al in-
tenta r correlaciones y comparaciones , en el sentido arqueológico, que nos
hemos propuesto en este trabajo, nos damos cuenta de la pobreza en el
En esta parre también aparece un dato básico, que es el camino - con lo~ días -
que siguen los Tolteca-Chichimeca de Cholula a Chicomozcoc, para traer a los
9rupos chichimeca , dando origen a los principales >ucesos del período h istó-
rico, en esta región.
34
~delanto de las inves ti gaciones , no solo arqueológicas sino de otros gé-
neros, ya que es prácticamente imposible encontrar referencfas directas
de los lugares que se van tocando en esa ruta (exceptuando los sit ~ os an-
tes mencionados) y aún en los casos en que estas existen , sus resultados
no abarcan de una manera explícita referencias útiles , ya que no hay
- tenninados - estudios arqueológicos de área, o de otras disciplinas an-
tropológ1cas • . En concreto (a excepción del Proyecto Arqueológico Puebla-
Tlaxcala , Garcfa Cook, 1976a), solo podemos citar a los proyectos de la
cuenca de México y Proyecto Tula (Matos , 1974 y 1976), como una de las
vfas para aclarar los movimientos étnicos en esas regiones, ya que ante-
riores trabajos - de sitio-, se han preocupado por el contexto interno,
de~cuidando quizá demasiado su papel regional.
rt.uca.la, esta parte del Mapa (foto 4) representa la cabecera del señorío de
TPpeticpac , con su situación geográfica , sobre los cerros Cuautzi , Coyo-
tcpec y Blanco, de donde parte el rfo Totolac a su confluencia con el río
iilhuapan y este a su vez con el rfo Atoyac (Garcfa Cook y Mora, 1974; fi-
•iuras l y 4). En este caso , la representación parece ser solo de referen-
ri a, ya que no abunda en detalles, y dadas las caracterfsticas generales
.le la mitad derecha de 1 Mapa, podfa esperar se encontrar a1 menos represen-
taciones de las principales cabeceras •• , así como gran cant1dad de fechas
y nombres .
.. Dehrmos mencionar ,
que el Prof. Jlm!nez Moreno es el único que ha lntencado
hacer este Lipo de correlaciones (arqueo16gico-etnohlst6rlcas) cuya impor tan-
cia lo demuestra Tula mismo.
ec •
Ho nos referimos solo a Qulaulztlan, Ocotelulco y Tlzatlán, sino a otros de
iqual o mayor Importancia arqueológica como Tlacocalpan, Atlihuetzlan, Hueyo-
tl !pan, etc. (véase García Cook en la blb l logra fía ).
35
Chcluta, se encuentra ocupando la parte centra l del Mapa, en mayor tama;,o,
(foto 5), a la cual confl uyen todas las ramificaciones de la ruta prove-
niente de Chicomoztoc y de la cual parte , la que tras rodear la m1lad
derecha del Mapa , llegará a Cuauhtinchan , la importancia del complejo
iconográfico aquf presente , es fundamental para la explicación del con-
trol Tolteca- Chichimeca de Puebla , ya que como vemos , no solo los cami-
nos que entran y salen de ella , acompa;,ados de fechas hacia las distin-
tas partes, están reflejando su expansión y contactos - p-0r lo menos
para sucesos especfficos - , sino que las escenas y representaciones de
lo~ diversos templos, seguramente van en relación a su func1ón - como
puede verse en varios párrafos de la H. T. CH. - y nos dan una idea de
las caracterfsticas y funciones de esa ciudad. Al confrontar, estas re-
presentaciones con los resultados publicados por los proyectos Cholula
(Messmacher , 1967 ; Marqui na , 1970 y Múl l er , 1973) , vemos que es poco lo
que puede relacionar se , ya que a excepción de la identificación plena ,
entre el Tlachiualtepetl • (desg raciadamente bastante destruido) del Mapa
y la gran pirámide de Cholul a (Tlamachihualtepetl, Olivera y Reyes , 1969
pg. 250), el resto de las excavaciones , han puesto al descubierto infi-
nidad de complejos arquitectónicos , con igual confusión de épocas, de lo
cual solo es interesante remar car el estado ya "arqueológico" de la pirá-
mide representada.
- Uno de los nombres de Cholula (klrchhoff, et. al. 1976 pq. 2~0, cuadro~),
qu• específicamente se refiere al enorme basamento, ;obre el que actual-
mente se encuentra el santuario de los Remedios, y puede verse en el Mapa
lno~dlatamente al Sureste del complejo que represenla a Cholula.
36
U¿~ tiente. 01ti.e.n,tal de lo1; votc.a11u Pupoca..tepe.tt e Tztacc.iltuati, se encuentra
dividiendo las dos partes del Mapa - las rutas, de la región de Puebla-
Tlaxcala - mediante los volcanes, abarca el área hacia el Sur de Cholula
llamada valle de Nexapa o Atlixco, incluyendo el área natural de entrada
desde el valle de México a Puebla, por el Sur del Popocatepetl o bien des-
de el valle de Morelos (foto 6). fn el trabajo arqueológico, contamos con
los resultados preliminares del Proyecto Huejotzingo * , que desgraciadamen-
te cubre solo una peque~a parte del Norte de esa importante 4rea; hacia
el centro existen los reportes de la Pedrera de Nealtican (Seele, 1973a;
pp, 77-86), de San Nicolás de los Ranchos (Kern, 1973; pp. 73-76) que
corresponden a épocas más tempranas, aunque representado en el Mapa; al
Sur las excavaciones de Tepapayeca (García Mol 1, et. al. 1975; pp. 247-256);
' ª que, los proyectos efectuados en esta parte de Morelos aún no presen-
tan sus resultados. Por lo que las representaciones en el Mapa (juego de
pelota, estructuras piramidales de varios cuerpos y demás gl1fos) no han
podido ser correlacionadas con las investigaciones existentes, salvo cier-
Los toponimi cos.
Tot11111<liuac1111, aunque pequeño en su representación (foto 7), hemos preferido
•LaH. T. CH., menciona tres sitios en el párrafo 322, que son Tlacpacalco,
Aztacalco y desde luego Couayxtlahuacan , en el Diccionario de Geografía,
Hl~toria y Biografía Mexicanas (1910, pg. 182) ~e menciona dentro del dis-
trito un poblado 1 lamado Astatla.
39
Area del Proyecto en el Mapa de la Rula Chicomoztoc-Quauhtinchan (foto 11)
Dentro del área, enmarcada por la ruta-lindero de la mitad
derecha del Mapa, como ya hemos dicho, se encuentran indiferenc1adas las áreas
de los señorfos de Cuauhtinchan y Totomiuacan, el área abarcada por este pro-
yecto, sin embargo , solo cubrió una parte de ellas, o sea un poco más de la
mildd Sur y Este , sin embargo la parte Norte que abarca las llanuras de Amozoc,
Tepeaca y Acatzingo hasta la serranfa de Huamantla, han sido cubiertas por el
Proyecto Arqueológico Puebla-Tlaxcala (tercera temporada, Garcfa Cook, 1976a;
fig. 2) , mientras que la reg1ón desde Val sequillo hasta los cerros de Tochi-
miltzingo, se encuentra prácticamente inexp lorada * , por lo menos para el pe-
ríodo que ahora tratamos {mapa No. 3).
Debemos también señalar , que el proyecto, en es te sentido fué
partic11lannente enfocado hacia el área conquistada por los Cuauhtinchantlaca,
y aunque en alguna época , más de la tercera parte del área (del proyecto) fue-
ron dominios de los Totornihuaque, no podemos postular hipótesis válidas hacia
ellos, desde esta zona más o menos marginal , con respecto a su cabecera, no
obsta11te las referencias - tanto del Mapa como de la H. T. CH. - aparecen con-
tinuarente ligadas.
El área del proyecto, ocupa casi la cuarta parte de la super-
f1c1e del Mapa , diferenciándose del resto principalmente por su carác ter car-
tográfico, o sea que en esta parte se presenta una marcada preocupación por
representar correctamente situado , cada uno de los luqares ahf comprendidos,
desde elementos rituales - como la fundación de Cuauhtinchan - , hasta acci-
dentrs topográficos - como los detalles de las cimas y barrancas en la sierra
de Tcpeaca -, conteniendo glifos calendáricos , caminos, rfos, linderos, etc. ,
•A excepción de los ya mencionados trabajos en el Tepalcayo, Totlmehuacan y
algunos otros del perfodo precerámlco.
40
y las palabras de Quauhtinchan, Tepeyacac y Tecalli, cerca de la posición
Que ocupan actualmente esos poblados.
A continuación intentaremos desglosar cada uno de ellos, que
básicamente se pueden enmarcar en tres categorfas: topográficos, glfficos
y/o toponfmicos y descriptivos como; linderos, construcciones. caminos.
Elementos topogrlí ficos:
Sierra de Tcpeaca, también llamada sierra de Amozoc *• La representación en el
Mapa corresponde a una vista de Sur a Norte de su perfil , con detal les
- al centro y Es le - que la hacer parecer una vista oblicua (foto 12,
mapas 6 y 7), como las barrancas de Calcahualco, San Andrés y San Miguel;
aparecen asf mismo identificables, las cimas del Tzfque - lz<uhquene - ,
Tola , Chiquilichi , Teuhtli y cerro partido - Te.µe..tlcotottc a11 l?I -¡ todos
los atributos est~n referidos a la ladera Sur , faltando casi totalmente
los de la Norte; en las faldas se aprecian el nacimiento y arroyo de
Ameyale y Tzecueye - en la parle rn.Ss destruida por la intersección de
los dobleces - al pié de la escena en la que se encuentran varios perso-
najes, fechas y gl i íos - muy destruidos - ; inmediato al Este aparecen las
barrancas de Xocoa y Tlatlauhqui (o Infiernillo), esta última asociada a
un g11fo de un ~rbol y la cabeza de un guajolote; a continuación, apare-
;e la barranca de San Lorenzo Calcahualco, cortando canpletamente la sie-
ITa; más adelante aparece una saliente curveada de la sierra que fonna a
la cañada de la barranca de San Andrés; después se encuentru la barranca
de Teopanzola - Ocotoclta.tl.twJLtli. - y por último, la sierra misma le da
forma a la cañada conocida como barranca de San Miguel y en su prolonga-
•
De esta hacia arriba (Norte) aparece una linea unida a dos gllfos de cerro
otalmente ajenos al estilo del Mapa, y sobre ~lla o tro - gllfo - cornpues-
Por tres elementos (foto 11).
47
1e11resentación de una persona identificada como Quetzpaltzin (Kirchhoff et.
¡¡l. 1976; pg. 206 , nota 6) y cuatro flechas clavadas en el cerro, a ambos
lados se encuentra n las fechas 2 tecpatl y 1 calli, esta última flechaña.
Entre los arroyos de Alpatl ahuac y Ameyale, se encuentran
tre~ escen•s (foto 16), en la primera de ellas, al pié del cerro Xonaca,
apurece la representación de dos personas - con bastones y rodelas - identi-
ficadas como Icxicouatl y Quetzalteueyac (Reyes , 1974b~ pg. 107), otra con-
siste en una persona - sin nombre - cerca de la representación de un templo ,
sitio P-36 , y la tercera, cerca del arroyo de Ameyale , se encuentra tan des-
truida que solo puede decirse que en ella aparecen dos personas - encendiendo
t.iego -
Al lado inmediato Este del arroyo de Ameyale, al pié de la
representación de un templo, sitio P- 6 , aparecen dos personas (foto 16).
En la parte inferior de las barrancas , Tlatlauhqui y Xocoa,
que h~s visto en la sierra de Tepeaca, se encuentra la continuación de esta
última , en la que aparece un personaje alado, junto al glf fo de Xocoa y a la
Izquierda, se encuentra otra, en la que el personaje está asociado a un gli-
fo que podría interpretarse como Xal.U (foto 29, mapa 7) . que en el terreno,
cC1110 hemos visto, corresponde a la barranca de Xalatlaco, aunque en realidad
su curso no es el mismo , Luis Reyes (1974b, pg. 103¡ fig. 14) llama a esta
mism~ representación - en conjunto - Chimalpaneca Xalcomolca,
Al pié del cerro identificado como Coatepec , sitio P-270 , se
encuentran representadas dos personas , en su mayor parte destruidas por la
po 1i 11 a * ( fo to 19 , mapa 7 ) .
•
En la copla que se encuentra en la Biblioteca del Museo Nacional de Antro-
pología, aparece completa la escena, por lo que esta destrucci ón es ba~tan
te rccl en le.
48
En el lugar identificado como la meseta de Techimall1, sitio
P-265, cerca del pueblo hay llamado Tetlananca, se encuentran dos mujeres
- con nombres de flor - , asociadas a una fecha 7 acatl, y entre lds piedras
que fornian la ladera , como hemos dicho, se encuentra una ci rcular a la que
corresponde su nombre (foto 20, mapa 7).
En el lugar donde aparece la glosa de Tecalli, que sitúa
ese poblado, al pié de la representación de un basamento, sitio P-57, apare-
cen dos personas - una de ellas aparentemente un anciano, lo que podria con-
fl1111arse por el glifo de su nombre- , asociados a otro elemento, del que más
tarde nos ocuparemos (foto 21 , mapa 7).
Dentro del ya mencionado meandro del río Atoya c, identifica-
do como Mallactzinco, se encuentran también dos personas - una de ellas conserva
su nomore y de la otra posiblemente se haya perdido -, al pié de la represen-
tación de un templo, sitio P-62; de ahf hacia la parte superior del Mapa , se
encuentra un parche, en ese preciso lugar, se interrumpe el cauce del río
Atoyac , entre ese meandro y el "gancho" que forma al otro - Culhuacan - sitio
P-26'' , esta interrupción aunque casi coincide, no se debe al mencionado par-
che. ya que ella se encuentra ligeramente sobre él, además de que más adelan-
te el río lo cruza (foto 26, mapa 7). Entre esta parte del rfo Atoyac, y ya
en ld ladera de la sierra del Tentzon , se encuentran abajo de la representa-
ción de un templo , sitio P-262, tres grupos de personas y asociados a ellos
- sobre el templo - aparecen las fechas 6 acatl, 10 acatl y 6 tochtli (foto
26).
Al Poniente del arroyo - que proveniente de Alpatlahuac y
lur.eyale -, que desemboca al río Atoyac, en el lugar identificado como Tecal-
tzi. sitio P-89, aparecen sobre el acantilado, dos grupos de personas , aso-
iailos a la representación de un templo, con una fecha ... tecpatl (foto 25 ,
mapa 7).
49
Al pi~ del cerro que hemos identificado como Huitziltepec,
sitio P-279, aparece una escena - en la cual , dos ''chichimecah flechan a una
persona sobre un árbol -, asociada a la fecha 1 calli (foto 22, mapa 7).
En la ladera de la sierra del Tentzon, entre las representa-
10nes ident1f1cadas como Culhuacan y una cueva , a la orilla del rfo, se en-
uentra una escena - en la que aparece un maguey, un glifo con una cara en -
vuelta por cuatro serpientes de cascabel y una persona sosteniendo una vara -
(foto 23).
Elementos descriptivos:
-Linderos-
Otra de las caracterfstfcas, que diferencfan a la mitad dere-
cha , del resto del Mapa, y precisamente el área que estamos tratando, es la
presencia de lineas que claramen te representan l lnderos (foto 11, mapa 8) , las
cuales se presentan en colores negro o rojo, se encuentran referidas a fechas,
cerros, otros linderos y grupos de gente; partiendo de un lugar a otro , o sim-
lemente enmarcando, parcialmente , una escena. Su distribución es l ineas marca-
ament~ rectas y ángulos de 90~ asf como la manera en que atraviesan otros di-
seños. denota que la mayor parte - de estos trazos - son posteriores a la com-
posición general del Mapa (fotos 10 y 11).
Tenemos al Este del área, en dirección Norte-Sur, dividien-
o la~ escenas que hemos identificado como Oztoticpac y Acozac, de la del ce-
lrl'O de Tecamachalco, una linea negra que cruza casi todo el Mapa, a lo largo
la cual, se encuentran abatidos - hacia el Este - una serie de representa-
ones , principalmente cerros , entre los cuales ya hemos mencionado a el cerro
Tochtepec, sitio P-95, y al de Tepeyahualco, sitio P-73. En este caso, po-
a ser , tanto el lindero, como simplemente el "horizonte" que divide, la 20-
... lsta es una de las partes del Hapa , que al ver el original, nos dá la lmpre-
16n de que pueden rescatarse todavía algunos elementos, ya que el amate
e encuentra semi desfibrado, :;>ero se conservan las partes, que un restau-
d11r podr ia ubicar .
•
r~ Importante notar, que la otra casa, que aparece semldestruida por el
dobl~~ (se diferencia por el talud al lado de las jambas) por su forma,
corresponde a parte de una fecha o nominal - calll - y no a una conscruc-
¡ 611.
55
1mct di' las franjas azules que todo el resto de este conjunto posee•
e) Cil4a m1f4 ce1tca11a a ta bal11tanca de. Xucoa, se di t erenc fa,
por no presentar, la franja inferior de las jambas en negro y por la ondula-
ción, de la linea central, de las que compoAen el dintel, de ella parte una
franJa azul, que arriba en d1agona l a la entrada Oeste de los rectángulos, en
el terreno corresponde al sitio P-4 (Oávila, 1974; pp. 96-97, mapa 7).
f) Ca.6a m.ú ce.J1c.ana a lot. te.ct4ngul0.6 ct11C.1tale.6 , no presen-
llX>S cada uno de los 29 caminos que aparecen en esta parte del Mapa :
Oe "Tepeaca Viejo" sitio P-8 a Cholula vá * uno , a través de la llanura de
Amozoc (como actualmente lo hace la carretera íederal , que siguió el tra-
zo del "cami no real"), cruzandó los cerros hoy llamados de lds Vegas y San
Mateo, es el único de los bordeados por lineas paralelas (foto 10).
Entre "Tepeaca Viejo" sitio P-8 y la escena junto al Tlaciliual tepetl -de
Cholula - se encuentra uno de fda y vuelta, que presenta un par de hue-
1 las a la sa lida y entrada de Tepeaca (foto 10) y ~tras - huellas - tue-
De loo; "Te teles de San Miguel" sitio P- 6, a el si tlo P-89 "Tecal tzi" , pasando
al Oriente y Sur del cerro Tlanamacone, se encuentra uno de los caminos
Que han sido anulados con pintura blanca (foto 11).
Igualmente representado , está uno que parte de la barranca de Xalatlaco hacia
el sitio "Techimalli" P-265, solo que se interrumpe totalmente a las fal-
das del cerro Totolquetzale , en la intersección con otros caminos (foto 11).
Los siguientes 18 caminos , están representados por huellas sobre una linea:
El primero de ellos - de ida y vuelta - , parte de la escena
de la fundación de Cuauhtrnchan hasta Tiaxcala (Tepeticpac), bordeando los
cerros de l a Malinche y el Pinal - al Or iente y Nor te - pasando por Huaman-
•
r~n ~>CO Indicaremos el sentido y dirección de las pisadas.
60
tlíl, regresando por el Oeste y Sur de la Malinche (foto 10)
Otro se encuentra entre la fundación de Cuauhtinchan y el
cdmino bordeado por lineas paralelas, justo donde aparece el glifo de un
cerro cubierto al parecer con tiestos, ligado a un animal (?),asociados
a la fecha 4 tecpatl (podrfa tratarse del lugar conocido como Tepalcayu-
ca* , en la hacienda de los Pilares), el camino es de 1da y vuelta; va
cruzando la cima del cerro Chiquilichi y regresa entre este y el cerro
Teuhtli (foto 12).
Este cannno , va también de la fundación de Cuauhtinchan. al
sitio P-1 llamado "Los Teteles de Ajajalpan", atravesando las barrancas
de Xocoa y Tlatlauhqui (foto 12).
De la ex-hacienda de Anzures sitio P-33, a la barranca de
Xalaclaco , pasa otro (foto 11), que al parecer se conecta con los que van
de esta - barranca hasta "Culhuacan" sitio P-262 y por "Techimall i" si-
tio P-265.
Otro va de "Los Teteles de San Miguel" sitio P-6, a la cueva
qye se encuentra en el cerro con el malacate sitio lP-91 ?, pasando al Nor-
tP del cerro flan amacone , perdiéndose en parte, bajo el cauce del arroyo
~n<.eta c.on w1a .úitltoducc.üfn b.il.ulgue. (Chocho-popoloca pott un.a pa.1t te. fJ me.-
u.cano po11. la o.tJt.al. Mcú adelante. 1te.6iVte. la 6aU.da de. lo6 no11au.a.lca-
cl1icltime.c.a.ó de. Tallan lla ac.o.tdl c.i.u.dad de. Tula., Hl.d4lgol µ011. w1 co116lie-
to habido co11 lo6 Totte.ea.-c/Uehime.co.6 a cmu11 de. Ulmac. E4 ta6 11onoualca-
cl1icllime.caJ¡ 1 tvrminada.6 AL~ 111.i91U1c~o11u, llegan 4 utablecM.4e de6útili.-
v.:rmen ce. e.n la 11.e.g.i6n l<m(tlto 6e. de. lv6 ac.tu.o.leA U.t4du6 me Hca1104 de Oa xa-
cn, Pue.bta t/ Ve11ac11..Uz.
Ur<bu.6 m4.6 que. ve.ne.en a lo1i icocltim<lc.tu. 1J ayapa11CJU ' IJ 1ie. utabtece.11 en
dt .;u 11yuda, at o!Lie.n.tl! de.l Jt.lo Ato11ac , e.11 el u.tado de. Pue.bt.a.
Fúnd46e. /11; ( e.l pueblo de. Qwwhti11aha11 1J e.l 11.uto de nuutlto rnanU6-
66
c't Lto tAa.ta plleCA'..óame11re. de. f.o4 ulrvuo11.u va.ive.t1u que upe.1timenta uta
peque.i1a '11.!µública: p'tcme1to ~u 4e.11o.IL(o au.t6nomo, dupuü 4u co11quiA.t.a. po'I.
.Upt!ñol, acompa1iadu todo po1t con tlluuu. gul!.llJ\46 con.tila lo4 pue.blo4 c..utcwi-
veeo106." {Berlin , 1947; pp. VIII-IX).
nutt11L6cll..ito que 4e 1tedac.t6 en lengua mex..lcana l1ac.i.a 1!j44, e.n pape.t WJLOpe.o,
u~ .te. utndo pictoq>ta6 w pllelti.4 pfn.(cao 1teta.tiva.6 al. pueblo de Qµ.a.uliti.l1cJ1a11,
vil.ta una pictogJta 6la: Aqu.{ u.t:4. la g11.a.n ToUan •• . , aho11.a 4ale.tt lo4
c.11.i.clt.iml?ca.4 , e.te. ou p1time11. plllJpie.ta.JLi.o 6ué Co.Ua.tz.01 Te.zc.ac6ua.tl, Ju.jo
dt XW.l1c.6zca tl Apa11éca.U, t¡uie.11 4egún Mengút 6ué quizd wt 9vbtJtna.do11.
owe..o tita C1tonolo9 (a.' • Comu toda.6 laó ~ue.ntu de. e.~c.c.i6n rnd(g e.na, 4u
cante.nido apllll.e.c.e. ac.ompa.llado 61te.eueJU:e111ente. de. p&t1ta604 ob6C.UAO~ 1J co11tlu.t-
tlic.tolt.4~0, b.ien po1t. la blteveda.d lal)l d.aJt.i.a. de.l lenguaje., b.i"-'1 poll la. <.11-
.r.1tt1.duc..t.i.bW.dad ch a.lgUJ104 vocablo4 .imi4¡e.11a.4 4JtC4ú!04 o pOJt. ta .úttllomt-
>i6u de. 'ca1ttallu ' e.n to4 que. 4 e. 1?J1 t'ltveJta. ta pou.la. tJ la magia; pvr.o
ei1 lo4 42 & año6 que. 1teg..i6.t1tan lo.A a11ttlu de. Q.ua.u.lr.Unc.l1an ( I 1I6- 1544),
«•íl'lu 1frht6 H'll l'f tig11r IJ de. tcu tolteca-clu.cl1<.1111'ca mi~ ta1tde, t,ubu
¡J'toc.erll! 11 re de.l No11. te de. Mh.ic.o t.I cuyo totem debi6 M!ll el. t!gu.<.ta.
truc~ión de los datos antropológicos de esta obra, que plantea ~uando dice ol
n:s• cto: " ... ta HUto!Úa. ToUec.a-CliicJt.ime.c.a ut.4 .ttut Ue.tta de ¡Jdgüuu. 06cu-
11tU y de vvc.dade.IUJ.6 o apa11e.11i:u c.011.tll.ad.i.ce<o11u, que. .1tUulta ímpo4ible.
i'e.W.O. como !e.emo4 WU1 hill to.1t.ia uell..i.ta polt Wt a.uto1t mode.1111:1 o aún g11...ie.-
~o o 11.oma110. Sl.L4 6eCJi.eto4 mcú .i.ntMuantu 4e .1t.eve.t'a11 40lo al. .tnvuüga-
do11 que puufc. de.ci caJi. a 6u utt.Ld.{o a rio4 e11te11.o4 de antfL<A t.) IJ eompo.Mc.i611
sucesos, que , aunque con ciertas diferencias , coinciden en sus aspectos bási-
cos; y uno u otro , muestran 1nnumerables coincidencias hacia lo relatado en
otras fuentes, como la Ht6to~út de Tlaxcat.a de Mu~oz Camargo (1947) y los
A11alu de TtatetC1tco(Barlow, 1948), entre otros; y de la misma manera, es
µasible hacer entre ellos una amplia complementación. Sin embargo, hay que
hacer ~nfasis en algunos aspectos importantes de ambas fuentes - Mapa y H.T.
CH. -, como lo son, la estrecha relación entre Cuauhtinchantlaca y Totomi-
huaque a través de su historia, frente a un cierto distanciamiento, no solo
hacia los otros grupos chichimeca, como los Texcalteca y Acol-chichimeca (que
partr-n juntos de Chicomoztoc hasta Cholula) , sino también hacia sus "supues-
tos parientes" Nonoualca-chich ·1meca, vecinos e incluso comprendidos dentro
de su territorio (en Huehue t lan), en contraste a los Tolteca-ch1thimeca, que
nativos de la región , son los que aglutinan a todos estos - por su trad1ci6n
común - desde Cholula.
Después de analizar estas fuentes, la Historia Tolteca-
chlthimeca y el Mapa de la Ruta Chicomoztoc- Quauhtinchan, se hace aún más
evld1mte su extensión geográfica , cronológica y cultural, y aunque nos res-
tringimos a sus relaciones con el área - arqueológica - en estudio, y nos li-
m1 tanios a las relaciones puramente arqueológicas que nos manitlestan, estamos
participando , a través de los resultados de la etnohistoria, en las 1nterpre-
taciones y relaciones hacia esta área, haciéndo lo desde el campo de la arqueo-
69
logia. para tratar de integrar finalmente, los resultados. Ya anteriormente,
al desglosar geográficamente el Mapa, hemos fijado el campo de este trabaJo,
que en la H. T. CH. es similar, solo que con su calidad de anales. nos enri-
quece la profundidad temporal y clarifica - un poco - la diversidad étnica ,
lo que hace posible , la identi ficación nominal y adscripción .étnica, de los
si ti os y regiones del Mapa, asf como su locali zaci 6n geográfica en el terreno,
con lo que hemos podido relacionar directamente, algunas fonnas de asenta-
miento y materiales específicos, hacia los grupos mencionados.
En el siguiente capf tulo, veremos desarrolladas esta serie
de relaciones entre la H. T. CH., el Mapa y los datos del área de reconoci-
1íento, ya que hemos preferido exponer, primer-0 integralmente , el desarrollo
cultural del periodo que tratamos , para posteri onnente concretar, las princi-
ptles aportaciones de nuestro trabajo.
OE S AR ROL LO CULTURAL
de 1os si ti os .
Podemos describir como , la colonización del área fué por me-
dio de asentamientos en las laderas bajas de prácticamente todas las sierras
cerros mayores, principalmente cerca de lugares cuyos suelos poseen c1erto
rado de humedad a causa del nivel freático, e incluso de manantiales, pre-
tándose contrariamente a lo supuesto, alejados del valle del río Atoyac,
a 1 • uras que van generalmente de 1os 2 000 a los 2 300 m. s. n.m. En sitios que
antes del siglo Vil antes de nuestra era, presentan materiales correspon-
entes a 1as fases cerámicas HtU.zc.otctla o .\lltue.U.ca típicas de 1 protourbano
éneo.
Podemos considerar , que unos tres o cuatro siglos antes de
tra era, al aparecer elementos tales como basamentos piramidales, terra-
72
zas y canales, es cuando constatamos arqueol6gicamente, la existencia de es-
tratos sociales , solo insinuada, en épocas anteriores, por la~calidad'' dife-
rencial de los materiales que aparecían asociados a una u otra casa (cimien-
to). O sea que podemos , económicamente, caracterizar a este periodo por una
producción regional autosuficiente, con ciertos rasgos de comercio no clara-
mente sis tema ti zado, cuyo desarro 11 o con respecto al res to de Mesoaméri ca
sigue la misma linea.
Hacia el inicio de nuestra era, esos asentamientos llegan a
ser aldeas o poblados - de hasta más de 200 casas -, presentando los materia-
les de 1as fases cerámicas Tocl1te.pec., Xoc.hllteJtrutgo y Apapct6c.o, dándose ya,
plenamente las características del protourbano diferencial, de lo que se in-
fiere directamente el éxito en la explotación de la tierra, incrementado
notablemente por la existencia de canales y terrazas, que hacen posible, no
solo el incremento demográfico, sino la construcción de basamentos piramida-
les, que hacen evidente una desigua ldad no solo interna, sino de un poblado a
otro. Es este fenómeno , el que nos ha servido para caracterizar el protourba-
no, puesto que de esta manera se ve como se va gestando la forma de los si-
tios, que a partir de ser prácticamente autosuficientes, llegan a tener ca-
racterísticas de verdaderos centros de control subregional, lo que les per-
fte poder relacionarse , participando o comerciando, con centros de áreas ale-
adas, como ejemplo de esto, podríamos considerar, las caracterist1cas mismas
e los sitios donde aparece representada la fase cerámica Apa pasco, que mues-
•ra nexos evidentes hacia los centros de la cuenca de México.
En el área que hemos trabajado , en parle esta situación se
ontinúa en los primeros siglos de nuestra era, por un fenómeno de marginación,
e podemos observar en los sitios que corresponden a las tradiciones peculia-
73
res del área - fases cerámicas Oco.t.c..tldn y Motc.axac -, frente a la irrupci6n ,
hacia el tercer siglo de nuestra era , de las caracterfsticas que podemos con-
siderar urbanas - por su origen - . presentándose en una cadena de sitios que
aparecen al centro Este del área - con ma teriales de la fase cerámica Hucyo_
tU.pa11 - , "apropiándose" de las zonas de mayor potencial agrfcola, con un pa-
tr6n de asentamiento y , como ya hemos dicho (Dávila, 1977) características
muy diferentes, las cuales son indudablemente Teotihuacanas.
Aunado a esto , se observa el inicio de una ligera, aunque ca-
racterística penetración de las tradiciones - fase cerámica Hu..¿tz.<.ttepec -.
que aunque inmediatamente al Sur, poseen diferentes rasgos, más ligados a las
del Noroeste de Oaxaca.
De esta manera, lo que hemos llamado urbano , no se desarrolla
localmente, sino que penetra al área - principalmente desde Teotihuacán -, ma-
nifestado precisamente en los sitios (sub-urbanos) que mejor representan a la
fase cerámica Hueyotlipan , por lo que queda implícito, que el "comercio" sis-
tematizado - en este caso de la cerámica-, va aparejado a los mecanismos de
explotación (cuya forma específica desconocemos) que alimentan a la urbe, no
obstante lo que esta ofrezca, como podría ser la obsidiana, o como tradicio-
nalmente se han tomado , 1os val ores rel 1giosos. De es ta manera, podemos ver
omo los sitios marginados , en donde 169icamcnte se oncucntra la contiuuldi\11
evolutiva del área, tanto en lo étnico como en lo cultural, nos muestran a
través de los materiales, de las fases cerámicas Ocotitlán y Molcaxac, su tran-
formación y/o adaptación participante de los valores urbanos, claramente re-
flejada, en la adaptación de las formas de asentamiento y la adopción de las
técnicas de cultivo intensivo; a la par que los sitios, que presentan la fase
erámica Huitziltepec, observan diferentes adaptaciones de lo urbano, mismas
74
que se habfan venido desarrollando hacia el Sur de esta área. Las condiciones
en que hacia el séptimo siglo de nuestra era, se desintegra la tnnuencia-
control ejercida por Teotihuacán en el área, queda fuera de esle trabajo, va
que - ese estado - al verlo en su con texto puramente rural hace que - automá
t1camente - cualquier interpretación carezca de validez.
Se nos presenta can este fenómeno, la ruplura total con las
tradiciones propias del desarrollo local . no solo en los materiales mismos,
sino en la concepción y particularidades del asentamiento * • la cual coincide
Justamente, con el principia, de lo que llamamos el período de dominio
Oln11'ca- XicaUanca, tomando, coma más adelante veremos , a los si Lios que paseen
e 1ementos de 1a fase cerámica Tecamaclutlco, como de 1os grupas que aparecen
en las fuentes.
Con esto hemos visto una síntesis del desarrollo cultural del
área, el que globalmente está expuesto en los dos tomos, que contienen, los
resultadas finales de este proyecto y serán próximamente publicados (Oávila
y de Dávila, en preparación), cuyas caracterfst1cas en nuestra opinión no dis-
tan mucha de ser similares al resto del altiplano central, pero que hemos que-
ido en particular, exponerlas como antecedente, de lo que consideramos el
perfado histórico, dentro del cual está enmarcado fundamentalmente este tra-
Dajo, y al que dedicaremos atención detallada más adelante.
El perfodo de control más temprano que podemos definir (intru-
enda a esta área), es el Teotihuacano , que comprende la transición tanto al
_ríoda urbano coma al protohistóri co y que temporalmente abarca el período
•
Que soto, en cierta forma puede , derfvar ~ e rjel que aparecía en algunos si-
tio~ que presentan la fase cerámica Huit7il lepec.
75
de expansión (claramente de fi nido por los ~lamados corredores Teotihuacanos},
el cual cae fuera de este t rabajo , si n embargo, debemos aclarar algunos pun-
tos acerca de su desintegraci ón, ya que lo consideramos clave, par a explicar,
el origen del siguiente perfodo de control.
Sabemos perfectamente que hac1a el siglo VII de nuestra era,
se manifiesta un fuerte cambio en todos los órdenes del altiplano Mesoameri-
cano, relacionado a la caida de Teotihuacán (Millon , 1974; Sanders y Price,
1968;" Ber nal , 1965; Jiménez Moreno , 1959; etc.) y por consiguiente a la desin-
tegración de su red de control. Sabemos también, que la región Puebla-Tlaxcala,
asf como la que abarca el Noreste de Oaxaca (llamada ~uiñe, Paddock, 1974a ,
by c) no son - tan - gravemente afectadas, por contar cada una de ellas ,
con áreas de producción y recursos congruentes a su densidad de población. Sin
ellbargo, al verse descargadas del control Teotihuacano , estas regiones, en
ugar de continuar en forma independiente , como al parecer lo hacen otros an-
·iguos centros de control regional , son rápidamente invadidas y controladas ,
a través de las mismas rutas que Teotihuacán empleaba , o sea que hay una do-
1~ penetración en esta área , una desde el Noreste de Oaxaca y Sur de Puebla
os antiguos proveedores de la cerámica anaranjado delgado) y otra desde la
sta del Golfo (los antiguos proveedores de productos tropicales, García
k (1976a, pg. 75) , encuentra también - para la región de Puebla-Tlaxcala -
penetración Huasteca desde el Norte.
76
Periodo de dom1n10 Olmeca-Xicallanca
Está perfectilllente claro que en la región de Puebla-Tlaxcala.
fueron los grupos Olmeca y Xicallanca quienes tomaron el poder, a partir de
los siglos Vil ú VIII, pero debemos tomar en cuenta , la existencia de otros
grupos similares, menos documentados , uno de los cuales es el que se mani-
fiesta desde el Noreste de Oaxaca y Sur de Puebla. Ya Kirchhoff (1940) y Ar-
m1 llas (1946) - como antes hemos dicho - han hecho notar que; el grupo Olme-
ca. que parece ser el más importante, controla directamente las áreas del Sur
de Tlaxcala y Huejotzingo, primero desde la ciudad de Cacaxtla y posterior-
mente desde la de Cholula (Abascal , et. al. 1976); mientras que los Xicallan-
ca abarcaron esta parte de la región, hasta - por lo menos - la vertiente
del Golfo, desde Xaltepec • (Reyes , 1974b; Kirchhoff, et. al., 1976).
El área nos presenta un panorama claro, en el sentido que dos
grupos culturales , con ciertas afinidades, aunque con diversos materiales ,
se imponen - desde el Oriente y Sur - sobre los grupos autóctonos. influyen-
do definitivamente en todos los aspectos cul turales de tradición local. En
nuestra opinión, los materiales refl ejan, que es bastante reducido, cuantita-
tivamente, el grupo que controla, y tiene un origen muy ligado a las tradicio-
nes del Golfo Sur , sin embargo. cualitativamente aporta importantes cambios,
denLro de los grupos locales, herederos en mayor o menor grado de la cultura
•
El sitio está a unos IS kilómetros al Este de Tecamachalco, en el valle de
Xaltepec o Cañada de Morelos . en torno al cerro del poblado del mismo nom-
bre, ahí mismo existe una ocupación anterior, es uno de los sitios de los
corredores Teotihuacanos , y aunque lu de este periodo, identificada por Jo.;
elementos de la fase cerámica Tecamachalco , es considerable, formalmente
el 5ltio no presenta restos de construcci ones mayores y/o fortificaciones
que nos hiciesen confirmarlo como la "capital Xlcallanca"; máo; aún que ha:
cla el Este a unos 20 kl16metros, se encuentra un sitio (cercano al pobla-
do de lxtapa), con importantes elementos arquitectónicos, y pese a tener una
fuerte ocupación temprana (del período protourbano diferencial), se presen-
tan también con abundancia, los elementos de la fase cerámica Tecamachal-
co, así corno otros elementos característicos del período como el juego de
pelota y la plaza cerrada.
77
Teotihuacana. Esto es lo que nos hace suponer, como más adelante veremos, que
la filiación local, no solo étnica , sino cultural, hacia los grupos chichime-
ca que posteriormente arriban al área, más que una invasión o conquista , tie-
ne caracterfsticas de una revolución.
Este perfodo que llamamos de Dominio Olmeca-Xicallanca, es
en este aspecto una unidad, aün cuando podemos - a otro nivel - dividirlo,
por las tradiciones culturales, que manifiestan sus materiales cerámicos , en-
globados hacia su inicio por las fases cerámicas Huitziltepec y Tecamachalco,
y los cambios tan fuertes en los tipos de asentamiento. que en su primera mi-
tad, son claramente a base de posiciones estratégicas "defensivas", mientras
que posteriormente, al consolidar su dominio, tienden a retornar a las lade-
ras - e incluso a la planicie*- , coincidiendo bastante los inicios de las
fases cerámicas Qua.u.,tincha.tt y Hue.lwe.U.CÍll (véase cuadro) .
Veamos ahora los datos arqueológicos que sostienen estas hi-
o5tesis; en primer lugar , ya hemos hecho notar el rompimiento de las tradi-
ciones que se manifiestan directamente, por un lado en el cambio del patrón
~ asentamiento, desde laderas y planicies hacia las cimas de cerros y mese-
'taS, cuyos elementos arquitectónicos se basan en construcciones residenciales
ac:ltafnistrativas, teniendo como caracterfstica fundamental en los si tíos ma-
res, el estar construidos con adobes; y por otro lado, en la penetración
finida, de los grupos que al Sur de esta área , se caracterizan por poseer
sus asentamientos, nuevos - en el área - elementos arquitectónicos (véa-
e el croquis del sitio P-73, Tepeyahualco) como juego de pelota, un muro
-rcando el área de estructuras elevadas v la utilización de piedra trabaJa-
•
ejemplo claro de esto en la reglón, lo cnnstltuye el translado del po-
de Cacaxlla a Cholula, en el área de doninlo Olmeca .
•
78
da - abundantemente - en sus recubrimientos * (una de las características que
- posteriormente - resaltan en Tepexi el Viejo ). Y en segundo lugar, aunado
a la importación de cerámicas sureñas, como el pl1.111bate y anaranJado fino,
penetra toda una serie de tipos sumamente diferentes a las concepciones pre-
cedentes en el área.
la clasificación de los materiales, ha hecho posible definir
en ambos casos, las cerámicas que caracterizan a estos grupos; por un lado
los de inmediatamente al Sur del área, ct1110 diJimos están comprendidos por
Ja fase cerámica Huitziltepec (de Oávila, 1977) , se distingue fácilmente por
poseer una pasta sumamente gruesa, amarillo-naranja, dentro de la cual hemos
definido, por forma y acabado , principalmente los tipos Hu.itzlt.tepec., Ma.tlttc.-
.tzú1c.o ( que se continúa) y Me.ettlte.pe.c.; mientras que para el grupo que a tra-
vés de Tecamachalco penetra o controla desde el valle donde está Xaltepec
- que suponemos Xicallanca -, una de sus características es la fase cerámi-
ca Tecamachalco, que incluye, en diferentes pastas a los tipos Acozac., Cua11.
u ~oul!.4 y Coa.te.pe.e. ( 1ámi na 1) , además de 1 tipo de 1 mismo nombre ( 1ámi na 2). Aún
cuando en gran parte existen todavía, las Oltimas manifestaciones, de algu-
nos tipos de las fases Ocotitlán y Molcaxac, desarrolladas en el órea (Oá-
v1la y de Dávila, 1976).
En su segunda mitad, la característica arqueológica primor-
tal es la aparición de los tipos polícromos ** , que mayormente, en forma de
•
Jacklein (1972, 1975) reporta algunos sllios de estas c~r~r.lerístlcas en el
¡rea popoloca, que además de estos elem2ntos , poseen "eslela!io" .
Oávila, 1974; pp. 147-151), se ve complementada, cada vez en mayor grado por
a ~xten.6~v11 * , consistente en la construcción de terrazas, con redes de cana-
es, que mantienen controlada su humedad ** . Esto denota así mismo un conside-
able aumento de la población, que, ya no en sitios mayores, sino dispPrsa,
•
Entendfda ~así, por las característic~· con~ truidas, en relación a la su-
perficie de producción (y su cantidad).
O~be notarse, que aunque la H. T. CH. , trata tambfén bastante al grupo Toto-
lhuaque, estas conquistas solo son de los Cuauhtinchantlaca, onf tiendo la
eKpansión de los primeros, por lo que nos queda en este sentido un poco ca-
rente de datos históricos la par t e Suroeste del área (que no debió ser, como
ntes vimos Xicallanca), a excepción de unas cuantas referencias Indirectas
hacia Matlactzlnco y Huehue tl án.
83
con los grupos gobernados por el poc.teca.tl y el .ctacu.lt.ol.teca.tl , asentados en
Ch.<.qc.umol.te.pec y en Ctu!.zcmm.tl yyacal! (H. T. CH. párrafos 314 y 315 respectiva-
s:?ente) . que Reyes (1974b , pp. 140-141) sitúa fuera de nuestra área de r econoci -
lento* ; posteriormente destruyen a los Xlcall.ru1ca-OCmeco. en Xal tepec (H. T. CH.
párrafo 316) que hemos mencionado , también fuera del área - estrechamente liga_
'arqueol&Jicamente a Tecamachal co, sftio P-295 - ; y después a los tochtepe.u.a.
H. T. CH. párrafo 317) al Sur del poblado de Tochtepec , sitios P- 286 y P-302;
finalmente al grupo del aya.uht~ (H. T. CH. párrafo 318) en Techimalli, si-
tio P- 265 (véase mapa 11 ).
Inmediatamente después de obtener el con trol, de esla área,
empiezan las inmigraciones , primero desde la de Cholula, la H. T. Cll. en los
párrafos 319 y 320 , nombra los grupos Cotluutque y a los Tlama.i1oco. Uuot;:ú1c.a
Teotla.tepan.t.laca, asentándose ** en Tepeaca sitio P-8, los que aparecen en el
'lapa, como puede verse en la foto 28 (ident1ffca·ci6n de Reyes, 1974b; pg. 117);
s siguen los de la Mix teca , mencionando la H. T. CH. a los nu.xteca-popoltoc.a
- en el párrafo 322 - , que venfan de CouaylCtta110ca11 - Coix tlahuaca - Tta.cpa.cal.co
y Aztac.al.co , luga res que aparecen también en el Mapa (foto 8), recibiéndolos en
Zac.aullottan, silio P-296 y posteriormente asenUndose y fonnando a Oztoticpac,
• lrchhoff (1947b,pg. LXI) , en base a Mu~ oz Camargo, plantea que esLo no fué
del todo pacífico.
u
Es de esta fil !ación de donde salen los llamados colanochca hacia Cholula
(H. T. CH. párrafo 328) y al parecer posteriormente a Texcoco, a loe; cua-
les lxtlllxóchl LT le5 1 loma tlallotlaques y chlmalpanecas (1965 , l omo 11;
pp. 69-70) y tienen un papel impor tante en ese señor ío del valle de Méxi-
co.
84
párrafos 337 y 338* ) , arriban al área los llamados Cal.polleque que según
el Manuscrito de 1553, párrafo 52 (Kirchhoff, et. al., 1976; pg. 209, nota
1) se asientan en ToUan Cw:w.li.Urut Tt.a.te.npan, o sea en la ladera del cerro
Tola, sitios P-33, P- 38, P-42 y P-45 (Oc1vila, 1974; p9. 156).
En el transcurso de este perfodo ocurre la "decadencia" de
Cuauhtinchan como centro de control del área, lo cual se produce por el rá-
pido e importante crecimiento de Tepeaca, sitio P-8, favorecido por su si-
tuación geográfica en relación al comercio y áreas de producción.
Debido a esto , el aspecto histórico no es tan claro, pues
la H. T. CH., nos presenta un vacio entre los párrafos 339 hasta 354 ** (de
1254 a 1397), los cuales se concretan casi exclusivamente a las fechas. la
sucesión de tlatoanis y solamente menciona conflictos o hechos globales de
los grupos chichimeca - y específicamente Totomihuaques - después de lo
cual, como veremos adelante , es ya el señorfo ••• de Tepeaca (aunque la H.
T. CH. y el Mapa lo traten de disimu l ar) quien tiene mayor fuerza.
La arqueologfa nos muestra, como principal característica de
este período, la popularización en el uso de las cerámicas polícromas, ante-
riormente restringida, a un pequeño sector de la población, y mienLras que
los tipos de las fases cerámicas Quautinchan y Huehuetlán continúan plena-
mente en uso (ya los de las fases cerámicas Tecamachalco y Huitziltepec han
-· El término se~orío, aplicado desde el siglo XVI - a los sitios que íun
clonan como cabecera - , es quizá ya apl icablc en un amplio sentido des-=
de este momento, al referirnos a los principales centros de control del
área.
85
desaparecido completamente) , aparecen bien caracter izados, los de la fase
cerámica Calpolteque , que corresponden a los de las áreas de Cholula y
Huejotzingo (véanse para este último el grupo Tepepa, tipo Tepepa, tipo
San Pablo y tfpo Paxtepec; y al tipo Atexcac , tipo Arenas; Schmidt, 1975b,
pp. 45-46, figs. llb , 13 a, by e; y comunicación personal ) , teniendo como
principales representantes en el área , a los defi nidos como tipo polfcro-
mo Calpotlequt (lámina 5 a , by c) y a la variante negro sobre guinda in-
ciso del tipo Zac.au.ilo.tla.n. La fase cerámica que corresponde a este perio-
do en el área, es la repe.JJllCAC., la que se compone primordialmente de 1os
tipos policromos Oz.totic.po.c.• {lámina 6a) y Tec.h.ima.lli (lámi na 6b) y de los
tipos Te.peac.a (lámina 7 a y b) y Zac.au.ilo.t.la11 - negro sobre quinda - (lá-
mina 7 e y d), este último semejante y al parecer antecesor del que Tol s-
toy (1958 , pp. 45-47 ) llama tipo Texcoco•• y Noguera (1965, pg. 118) negro
sobre rojo br il lante pul ido; apareciendo ahora - aunque en la fase cerá
mica Quauti nchan - dentro del tipo A.tovac, las variantes trícromas (lámi-
na 4 e y d). También aparecen - aunque aún escasos - algunos tipos de la
regi6n Tepexi-Acatlán, que posterionnente veremos.
Los asentamientos no tienen grandes cambios , si bien, es ya
muy marcada la dispersión en todas partes del área, e incl usive gran parte
"'"' Col'
respecto a eHe punto, sobre todo en relación a l;is tradic iont•s de
cerámicas poi icromas (pr incipalmente t!I 1 lamado t Jpo ctdice.) atribuidas
a la Mlxteca Oaxaqueña, queremos aclarar que hasta el momento, no cono-
cemos en la reglón central de Oaxaca, algún sitio arqueológico que pre-
sente, en super f lcíe, la cantidad de 'llillcriales polícromos que aparecen
en cualquiera de sus contemporáneos en Puebla-Tlaxcala; y en cuanto a
las piezas, procedentes de tumbas y ofrendas. la mayor parte de el'ª'
corresponden a tipos bien claros de la r~qlón de Puebl;i-Tlaxcala, Inclu-
sive del área que estamos trabajando, dl~tinguiéndose solo alqunas de
ellas, principalmente las que presentan tonalidades de azul en su acaba-
do.
88
huaque, Uexotzinca , Mixteco-pcpoloca y Calpolleque -, provoca el rápido
surgimiento de divisiones y rivalidades (Reyes , 1974b; pg. 117 y Olivera
1975; pg. 223), ya equivalentes a las de los grupos anteriores , principal-
mente causadas por los mixteco-popolloca (emparentados con el subgrupo
- Cuauhtinchantlaca - de los chima1paneca , Reyes, l974b; og. 38), que a
través de las cabeceras de Techimalli , Tecamachalco y principalmente Tepea-
ca, cercan al''senorfo'' de Cuauhtinchan y forzan incluso a mudar su cabece-
ra del lugar que ahora se llama Los Teteles de Ajajalpan, a la ladera del
cerro Tola, en la zona que actualmente se conoce como Anzures - por una an_
tigua hacienda - justo donde en el Mapa, aparece la escena de su fundación,
en el manantial de Ameyale.
Es muy importante ver como , en este perfodo, el movimiento
de la cabecera de Cuauhtinchan, se debe al aumento del poder de Tepeaca,
que empezando a absorber para el final del periodo , los sitios en su derre-
dor, lo mismo que está pasando con Techimalli , en la parte central Sur y
con Tecamachalco hacia el Este * , polariza dos formas claras de asentamien-
to en cada unidad - cabecera y población dispersa -, dejando de existir ca-
tegorfas intermedias . salvo escasas excepciones (como Acozac, sitio P-308,
Cuatla, sitio P-78 y Tianguismanalco , sitio P- 281), y aunque deben variar
los grados de dispersión, podemos inferir que para esta época, es esa la
forma que prevalece en Puebla-Tlaxcala.
A través de los materiales arqueológicos y apoyados con los
datos de la H. T. CH., podemos observa~ que hay estrechos lazos - pese a
buenas o malas relaciones - entre todos los señoríos de Puebla-Tlaxcala,
lo6 e.di. M,ci.06 1J o.tli.a.6 taJt.ta.6 de. o.ta.tu 111e1101tu pM.a daJt.do6; 6, 000 caJt-
giu. de. acaye.U o ca.iiu.to6 de. oto11.u , 91 upacúu. IJ otJr.cu. t.a.1i.ta6 1wde.tiu.,
una polt cada 4 dlaJ>." (Clavijero, 1964; pg. 215); Borah y Coo~ (1963,
pg. 137) reconstruyen la cuantfa de los tributos, mencionando también que
entre ellos habfa; pieles de venado y "cacaxtles", además claro de mafz ,
frijol, chfa y "huautl i". La cal sigue siendo explotada en toda la sierra
de Tepeaca y muchos de los sitios de estos últimos periodos presentan hor-
nos, que debieron tener ese fin , mientras que la caña u otate, fué explota-
da hasta muy recientemente en las planicies de Tepeaca, Tochtepec, Tecama-
chalco y Acatzingo , a lo cual seguramente este último debe su nombre.
Hay un elemento cultural importante, que no hemos mencionado,
pero al que pensamos ahora conveniente referirnos , o sea el mercado de Te-
peaca, por ser aún en la actualidad, el foco de atracción no solo del área,
sino de gran parte de Puebla-Tlaxcala (Longmate, 1973; pp. 29-32); según la
H. T. CH., se establece en el año 1468 {párrafo 396) y esa fué la causa de
que gran parte del grupo Calpolleque , sali~ra de Cuauhtinchan, hacia Tepea-
ca, creemos que es precisamente el mercado. lo que le pennite controlar
- económicamente -, durante este perfodo a el área, por lo que los Mexica,
poco antes de la conquista española , impulsan el mercado en Acatzingo (aún
94
ahora muy importante) para que rivalice con este , tratando con ello , de
restar le fuerza a Tepeaca.
En relación al perfodo de dominación Mexica, en general par·a
la región de Puebla-Tlaxcala , es importante señalar, que a través de él se
manifiesta el último impulso , en la difusión de las cer~micas polfcromas,
hacia distintas partes de Mesoamérica, especialmente hacia la cuenca de
México , donde aparece en tal cantidad, que muchos investigadores presllllen
el translado de artesanos para su manufactura.
Volviendo a este tema, la situación que se presenta hacia la
época de la conquista española , es definitiva en cuanto a que Tepeaca tiene
ya una importancia relevante sobre un amplio territorio. recuérdese que Mu-
ñoz Camargo, menciona que cuando Cortés planea la estrategia de la conquis-
ta de Tenochtitlan , los señores de Tlaxcala le recomiendan: " ... ante torlaA
w co61W lle. conqu..i.h.t.a.6e la p'l.Dv.tnc.ia. de. Tepeyaca.c y toda. 6u ccma11ca 1(
laJ. dl!m4Ji pMv.C:.itc.úi.6 1>uje.w a .t.01> Me.ucartol> , l. que l1ac.ie.11do uto, 1>e.-
'Lia dume.mb11.1l.Jt IJ c.oll-taA w "Uticu de.t 1hbt'l, y que. qu.e.cúu1do de.1>.t1wJ1-
cado 11.<11 6ue.1tza. 11.utgutttt, con 6m:.<.tA.dad 6<' de.JVl..(ba11(a pM. et 1>ue.lo, po11-
que. gcuu!ndote. to1> huj e.toó que. u taba.ir me.1101> 6ue 't.tU, que.da.'lút la crnrla.rl
de. Ml~i.co 1>ola, 11.i n que te. pucti.e1>e. eiWta11. tu.11gúrt 6oc.t11t1to de 1.xvi.te. 11in-
gw1a, 110 11e. podll.Úl 61!6.te.n.tall mucho lie.mpo , •.. " (Muñoz Camargo, 1947,
pg. 252); y también los problemas que tuvo Cortés con los Tepeyacactlaca,
hasta conseguir su alianza , en contra de los Mexica, con lo cual se confir-
ma, nuevamente como posición estratégica, al fundarla como Segura de la
Frontera en 1520 (Cortés, 1973; pp. 88-89), manteniéndose como guarnición
hasta posteriormente ser elevada a rango de ciudad española, en el siguien-
te perfodo, trataremos ~s ampliamente esta situación.
95
Periodo de dom1nio Español
Esta parte está dedicada a tratar de presentar, lo que sucede
con la "cultura" prehispánica , en el - principio del - proceso de acul Lura-
ción europea * , ya que como hemos dicho , no consider amos válido el suspen-
der las investigaciones arqueológicas por este motivo , por lo que tratare-
mos de senalar la validez de los métodos y técnicas arqueológicos en la co-
lonia , que sin competir con la historia, son indispensable complemento pa-
ra conocer - materialmente - el desarrollo social de este proceso, señalan-
do simultáneamente, algunas manifestaciones de rasgos prehispánicos vigen-
tes hasta la actualidad.
La interrupción del desarrollo socio-cultural Mesoamericano,
que marca la conquista de México, en su forma y sucesos es ampliamenle co-
noc1do, narrándolo infinidad de veces, desde sus oropios actores. En esta
área, sin embargo - las fuentes que estamos tratando-, por un lado el Mapa
de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan , como hemos visto , termina con la in-
formación de 1466 , mientras que la Historia Tolteca-Chichimeca, a partir del
párrafo 422 en que arriban los españoles, menciona muy de paso los aconteci-
mienLos de la conquista , por preocuparse en establecer la continuidad de
sus linajes y - a partir del párrafo 426 - relatar la cantidad y clase de
tributo hacia Cortés (?) y a su encomendero Orduña **y posteriormente a Alon-
so Valencia y Juan Pérez de Arteaga, mencionando la llegada de los doc;e
frailes - entre los que se encontraba Motolinia -, estableciéndose uno de
ellos, Fray Juan de Rivas en Tepeaca, terminando, en el último párrafo con-
eo N e L us I o NE s
101
Para concluir esta tesis, que ha estado encaminada, además de
la .constatac16n arqueológica del Mapa, a obtener una visión general de los
grupos Mesoamericanos ahf presentes, haremos aquf una relación desglosada
de los principales aportes, que aunque se encuentran en anteriores capítu-
los, debemos enfatizar, ya que quizá por su contexto en la trama, pudieran
perder la importancia que nosotros les damos.
Trataremos primero el Mapa , ya que este fué el que motivó
nuestro trabajo, para continuar con algunos puntos de la H. T. CH., cuyo
esclarecimiento en combinación con este y los datos arqueológicos, son - en
conjunto - un aporte a su conocimiento, para final1zar con los aspectos es-
pecfficos del desarrollo cultural del área, cuya relevancia, de alguna ma-
nera trasciende en el ámbito Mesoamericano.
Junto a todo esto , iremos exponiendo los planteamientos que ,
como parte básica de la Investigación, han ido surqiendo a través del pro-
ceso de trabajo, o sea las formas y caminos que pensamos importantes, para
su consideración , en futuras investigaciones de esta índole.
Empezaremos por afirmar, que esta investigación nos ha con-
vencido, de la existencia de una elaborada técnica topográfico-cartográfica
prehispánica, pues aún cuando este Mapa en particular, está p1ntado al lni-
cio de la época colonial, su composición y representación, de ninguna mane-
ra corresponde a ese momento, sino que se remonta - o intenta hacerlo *-
hasta 300 6 400 años atrás o sea a la situación prevaleciente durante el
período Tolteca-Chichimeca (aunque son c laras, las adendas correspondientes
a sucesos del perfodo Mexica), siendo evidente que, mientras que la mitad
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