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El hombre se unió a Eva, la cual quedó embarazada y dio a luz a Caín, pues decía: “Gracias a Yavé he podido tener
un hijo”. Después dio a luz al hermano de Caín, esté fue llamado Abel. Abel fue pastor de ovejas y Caín labrador.
Caín estaba furioso, pues a Yavé le agradaba más la ofrenda de Abel. Le dijo Dios a Caín: ¿Por qué te enojas y vas
con la cabeza agachada? Si obras bien, tendrás la cabeza levantada, domínate. Después, Caín dijo a Abel: “Vamos
al campo”. Y allí, se lanzó contra él y lo mató. Cuando Dios le preguntó por él, Caín contestó: “No sé, ¿soy acaso su
guardián?” y Dios le dijo: “¿Qué has hecho? ¡Su sangre me grita! ¡Maldito, irás errante y vagabundo sobre la
tierra!” Y Caín marchó a Nod, al oriente del Edén.
¿QUIÉN FUE NOÉ? (Génesis 5 y 6)
A la muerte de Caín, Adan y Eva tuvieron un tercer hijo, a quien llamaron Set. Set fue el padre de Enós, que
procreó a Caínan, padre de Malael. Malael tuvo como hijo a Jared, padre de Enoc, que procreó a Matusalén, padre
de Lamec. Lamec fue padre de Noé, de quién dijo: “Nos servirá de consuelo en medio de nuestro trabajo y del
cansancio de nuestras manos, debido a la tierra que maldijo Yavé”. Los hombres en ese entonces vivían muchos
años, pero Dios vio que la maldad era muy grande. Se arrepintió, pues, de haber creado al hombre y se propuso
exterminarlo. Noé, sin embargo, se había ganado el cariño de Yavé. Era un hombre justo y tenía como hijos a Sem,
Cam y Jafet.
EL GRAN DILUVIO (Génesis 6: 5 al 8)
Al ver que la tierra estaba corrompida y violenta, dijo Dios a Noé: “He decidido acabar con todos los mortales. Haz
para ti un arca de madera de ciprés. Entrarás tu y tus hijos, tu esposa y tus nueras. Y una pareja de todo ser
viviente para que sobrevivan y procúrate abundante comida para ti y para ellos”. Prosiguió Yavé diciendo: “De mi
parte mandaré un diluvio durante cuarenta días y cuarenta noches. Te he elegido, Noé, porque eres el único justo
que he hallado aquí en la tierra”. Cumplido el plazo y siete días más navegando, Noé soltó a la paloma y está volvió
con una rama verde de olivo en su pico. Y al desembarcar, Noé le entregó ofrendas a Dios, quien anunció: Nunca
más maldeciré la tierra por culpa del hombre”.