04 ARTBarbero
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04 ARTBarbero
RECIBIDO: 12/05/2016
ACEPTADO: 17/07/2016
Resumen: La mirada artística puede servir como estímulo de la intuición creadora de conocimiento
científico. Este trabajo pretende desarrollar esta premisa filosófica a través del ejemplo histórico de
Leonardo da Vinci. Su estudio científico sobre la óptica y su creación artística pictórica pueden
parecer, en primera instancia, inextricablemente unidos. Sin embargo, en varias ocasiones sus
hallazgos artísticos precedieron a su intuición científica sobre varios asuntos de óptica –sombras y
penumbras, el azul del cielo, la pupila del ojo, etc.− lo cual respalda la reivindicación del arte como
acicate para la creación científica.
Palabras clave: ciencia y arte, óptica, pintura, Leonardo da Vinci, intuición.
Abstract: The artistic look can serve as a stimulus to the creative intuition of scientific knowledge.
This work aims at developing this philosophical premise through the historical example of Leonardo
da Vinci. His scientific research in optics and his pictorial artistic creation may appear, at first glance,
inextricable linked. However, on several occasions his artistic findings preceded his scientific
intuition on various issues of optics –shadows and semi-darkness, the blue sky, the pupil of the eye,
etc.– which supports the claim of art as an incentive for scientific creation.
Keywords: science and art, optics, painting, Leonardo da Vinci, intuition.
Ahora piensa, ¡oh, lector!, qué confianza podemos tener en los antiguos que
intentaron definir el alma y la vida −las cuales superan toda prueba− mientras que
aquellas cosas que puedan ser conocidas con claridad en todo momento y probadas
por la experiencia, permanecieron desconocidas durante muchos siglos o fueron
entendidas erróneamente
(da Vinci, 2010, p. 244)− aunque es, tal vez, una mera reacción ante la
desmesura de la escolástica medieval.
A pesar de este empirismo, la experiencia no es final sino inicio del saber que
deviene con el intelecto humano. El fin de la experimentación es para Leonardo
entender las razones del ser, las causas de la naturaleza. Si éstas fuesen
comprendidas y sus efectos predichos, la experimentación dejaría de ser
necesaria. La experimentación artística es un acercamiento espontáneo, no
explícitamente dirigido −como la experimentación científica−, a esas causas de
la naturaleza. Si bien no permite una comprensión plena, si esclarece vías de
tránsito hacia el conocimiento.
Según una teoría del conocimiento medieval, los tres elementos primordiales
en el intelecto son (Capra, 2007): el arte −que en sus días significaba la habilidad
técnica−, la scientia, o sea el conocimiento, y la imaginatio o fantasia, es decir la
imaginación creativa. Esto se materializa en una estructura morfológicamente
tripartita y secuencial del cerebro (de ecos Galénicos): la primera zona es donde
reside el sensus communis (receptor de los estímulos) en conjunción con la
fantasia, la segunda zona contiene la zona racional del intelecto y la última es el
repositorio de pensamiento, esto es la memoria. Leonardo introduce, en este
esquema, un cambio aparentemente menor pero de una profunda hondura:
desplaza la fantasía a la segunda cavidad, elevando el status de la imaginación
(fantasia) a la de la razón (inteletto) (Kemp, 2006, p. 108). De esta manera el
intelecto se nutre de la imaginación y viceversa. La figura 1 muestra el esquema
fisiológico cerebral de Leonardo.
La óptica de Leonardo
Sombras y penumbras
luz será el doble que en el caso anterior: 2I. De aquí que la sombra en esta última
región poseerá un grado de oscuridad que es la mitad de la existente en la región
2. Las sombras de las regiones 2 y 3 son parciales, comparadas con la región 1,
debido a la superposición de varios conos visuales, de ahí que Leonardo las
denominase ombra composta3.
Si se aumenta el número de conos visuales el análisis se vuelve más complejo
pero esencialmente seguiremos teniendo una superposición variable de conos, lo
cual conlleva ineludiblemente una gradación en la cantidad de luz, y por tanto en
el tipo de sombra.
Leonardo también clasificaba las sombras siguiendo otro criterio: si son
directamente generadas por un objeto que bloquea la luz se denominaban ombra
originale o primitiva, mientras si son percibidas en la superficie de un objeto
pero generadas fuera de éste se llamaban ombra dirivativa. Lo que en la
terminología de arte actual se denominan sombras propias y sombras
proyectadas.
3
Johannes Kepler acuñaría el término penumbra (del latín paene ‘casi’ y umbra) para esta sombra
parcial.
Castillo de Windsor folio 19076r, Da Vinci, 2004, p. 243). Los rayos visuales
transportan, pues, información no sólo de la forma de los objetos que los
engendran sino también de su color. Ahora bien, a veces se producen situaciones
en las que por el relieve de un cuerpo y la localización de la fuente luminosa,
algunas partes de aquel sólo las podamos ver por la iluminación indirecta
reflejada en otra parte del cuerpo. En este caso, veremos aquella parte del cuerpo
del color de ésta. Leonardo ilustró esta idea con un dibujo, adaptado en la parte
derecha de la figura 4.
Si a es la luz y b está iluminado por la línea de esa luz, c, que la luz no puede ver, ve
tan solo la parte iluminada que, supongámoslo así es roja. En tal caso, la luz reflejada
por ella se asemejará a la superficie que la causa y teñirá de rojo la cara c.” (Codex
Ashburnham I folio 32v, Da Vinci, 2004, p. 252).
Dico, l’azzurro, (che) in che si mostra l’aria, non essere suo propio colore, ma è
causato da umidità calda, vaporata in minutissimi e insensibili attimi, la quale piglia
dopo sè la percussion de’razzi Solari e fassi luminosa sotto (le ten) la oscurità della
immense tenebre della regione del fuoco, che di sopra le fa coperchio; e questo vedrà,
come vid’io, che andrà sopra mom Boso, giogo dell’Alpi…
4
La dispersión de Rayleigh por parte de las moléculas que componen el aire es la principal
explicación científica actual de por qué el cielo es azul.
que en la actualidad: la apertura que fija la cantidad de luz que entra en el ojo. Es
el significado que utilizaremos aquí.
Leonardo dedujo que el tamaño de la pupila cambiaba esencialmente debido a la
mayor o menor luminosidad del objeto por tanto con la finalidad de capturar
más o menos luz.
Questa nostra popila cresce e diminuisce secondo la chiarità o scurità del suo obietto,
e perché con qualche tempo fa esso crescere e discrescere, esso non vede cosi presto
uscendo [d]al lume andando all’oscuro, e similmente dallo scuro al luminoso. E
questa cosa già m’ingannò nel dipignere un occhio e di lì la ‘mparai” (Codex Foster II
folio 158v, Biblioteca Leonardiana, 2016)
5
Ver discusión en (Keele, 1983, p. 71).
6
Conviene señalarlo para desmitificar su tan loada genialidad.
punto más superior del fondo d. Esto provoca que c no se vea como un único
punto r sino como una mancha st7. Es fácilmente deducible, por un simple
argumento geométrico, que el tamaño de la mancha aumentará según el borde se
acerque al ojo. Conviene matizar que, en cierto sentido, esto presenta cierta
contradicción con la prospettiva spedizione, que predice que las cosas lejanas se
vean borrosas por un pérdida de agudeza visual: “de lejos todos los contornos
resultan indiscernibles” (Codex Ashburnham 10r, Da Vinci, 2004, p. 262).
Ahora bien, ¿fue este razonamiento deductivo el seguido por Leonardo para
descubrir la visión borrosa de contornos? Un cauto Kemp mantiene que no
podemos saberlo (Kemp, 1977): “Es imposible decir si la existencia del efecto
del emborronamiento de borde fue deducido por Leonardo en base a la premisa
de que la virtù visiva se encuentra dispersada a lo largo de toda la pupila, o si
más bien fue primero observado y luego explicado”. Nuestra hipótesis es, sin
embargo, que Leonardo siguió el camino inverso a la deducción: la inducción.
La observación de que los bordes aparecen emborronados en la presencia de
un fondo es una experiencia que no pudo pasar desapercibida a un observador
tan sagaz como Leonardo. Esta observación, en conjunción con la prospettiva
spedizione, justifican la funcionalidad figurativa del sfumato; técnica pictórica
profusamente usada por Leonardo, con quien alcanzó sus máximas cotas
artísticas.
El sfumato, como técnica pictórica de la pintura al óleo, fue inventado por
los primitivos flamencos. Consiste en la aplicación sucesiva de veladuras (finas
capas de pintura con cierto grado de traslucidez) sobre el lienzo con una primera
base más o menos oscura. Las veladuras crean, por reflexión difusa en las
distintas capas8 una superposición de delicadas interferencias luminosas que
crean una sensación de apariencia difuminada, la cual se manifiesta
principalmente en los contornos. El logro visual, entre otros, es proporcionar
corporeidad, plasticidad a las figuras del cuadro. Así, como acertadamente
afirma Janis Bell (Bell, 2008), el sfumato es tanto técnica como percepción.
El sfumato está presente en las primeras obras de Leonardo9, aunque no
consigue un dominio claro de la técnica hasta La virgen de las rocas (1483-
1485). Leonardo lo utilizaba esencialmente para imitar lo percibido por la visión
7
En términos modernos, la imagen de los contornos esta emborronada porque la imagen formada por
objetos situado a varios planos se encuentra desenfocada, dejando aparte los fenómenos de difracción
óptica de bordes.
8
Técnicamente este fenómeno se denomina scattering incoherente (Simonot, 2004)
9
Su hagiógrafo Giorgio Vasari afirma que incluso aparece ya en las primeras manifestaciones
relevantes de Leonardo como aprendiz en el taller de Verrocchio: el ángel del Bautismo de Cristo
(1475-1478) (Fiorani, 2013, p. 88).
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