AT Rol Incumbencia Ley 26.657
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Incumbencias
Rol del AT
ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO
- CONCEPTO
A lo largo de más de 60 años que lleva esta práctica en nuestro país, ha demostrado ser una
herramienta eficaz en la reducción de recaídas y hospitalizaciones, así como también en la
reinserción de la persona al lazo social.
El “rol del acompañante terapéutico” no responde a standards, sino que se define a partir de la
singularidad de cada sujeto.
- trabajar sobre los puntos de dificultad, haciendo hincapié en los recursos (capacidades)
presentes en la persona y orientar al familiar en el vínculo con el paciente.
En cuanto a "acompañar terapéuticamente” indica también "estar con otro/s” pero desde un
marco teórico y referencial que fundamenta un accionar terapéutico, una operatoria con
direccionalidad.
Dicho espacio, a su vez, crea una cotidianeidad con el paciente que va a resultar inédita, ya
que se presta a la construcción de un vínculo en un espacio – tiempo que va a tener
características particulares.
Además el A.T interviene, modera, induce, evita, programa, implementa la mediación, limita,
etc. Con el propósito de otorgar entidad terapéutica a su trabajo.
Una de las características de este recurso terapéutico es que en todos los casos propone e
incentiva la realización de actividades positivas como la apertura de espacios y contextos de
interacción, apropiación del ocio, actividades recreativas y lúdicas, etc.; apuntando en todos
los casos a mejorar la calidad y estilo de vida.
Una de las tareas del acompañante terapéutico es oficiar de sostén para que el paciente pueda
mantener su función dentro de la familia, la comunidad y el ámbito social. Además desempeña
un rol activo para que el paciente pueda conservar actividades vinculadas con lo laboral y/o
educativo. También coopera con la realización de tareas que promuevan el desarrollo del lazo
vincular - social.
En este sentido el desempeño del acompañante dentro del dispositivo, se manifiesta con por
lo menos dos caras visibles. Por un lado, lo cotidiano, lo dramático – vivencial, lo intersubjetivo
y que engloba también las actividades a realizar y las posibilidades de sostén del paciente.
Dichas actividades cooperan con la optimización de las condiciones concretas de existencia,
mejorando la adaptabilidad.
Por otro lado, el aporte al dispositivo conjunto, por parte del A.T; integrando al mismo datos
relevantes, para que puedan ser tratados en el encuadre del consultorio por el profesional
actuante.
Conforme a lo expresado lo que va a aparecer como figura, para el paciente ,es la presencia del
A.T en lo cotidiano; es decir la compañía, la posibilidad de intercambio, el encuentro con otra
mirada de la realidad, la oportunidad de realizar tareas que antes no podía, etc. Mientras lo
que va a suceder como fondo será la definición, en equipo, de estrategias de abordaje y otros
lineamientos de pertinencia terapéutica.
Es conveniente, antes que todo, diferenciar el rol de la/s función/es del acompañante
terapéutico, ya que de esta confusión provienen buena parte de las dificultades de in-
definición de nuestro campo (Rossi, 2011). En primer lugar, el rol representa un determinado
tipo de actor (el acompañante terapéutico) en un contexto determinado (el ámbito clínico y
sociocomunitario), lo cual establece una determinada expectativa social acerca de lo que se
puede esperar de ese actor. Berger y Luckmann establecen que un rol “es un correlato de la
institucionalización del comportamiento” (“serie de acciones y tareas tipificadas por tipos de
actores”), “representa un orden institucional” y circunscribe zonas específicas de conocimiento
socialmente objetivado (Berger y Luckmann, 2001).
Definir el rol del acompañante terapéutico lejos de poner en riesgo la singularidad de lo que se
juega en un acompañamiento, asienta un nexo institucional de comportamiento que permite
delimitar socialmente, entre lo que es y lo que no es Acompañamiento Terapéutico.
No es lo mismo la tarea por la que el acompañante terapéutico es convocado (rol), que las
coordenadas que guían y determinan la ejecución singular de la tarea (función).
Si bien en sus inicios esta indefinición, este dejarse ubicar por las demandas institucionales,
públicas y privadas, facilitó el crecimiento y la expansión del Acompañamiento Terapéutico en
Latinoamérica, permitiéndole integrarse en espacios muy heterogéneos como el ámbito
sanitario, social o judicial, en España, por el contrario, el campo del acompañamiento es
compartido por otras profesiones con mayor historia y soporte institucional que nuestra
actividad. Con lo cual, la necesidad de diferenciarnos de otros enfoques e inscribirnos
institucionalmente en el contexto español cobra especial interés.
Desde el punto de vista del rol, se espera que un acompañante terapéutico siempre priorice
entre sus objetivos: la construcción de un vínculo positivo y de confianza en el marco de una
metodología de lo cotidiano sobre otros objetivos (como higiene, traslados, habilidades de la
vida cotidiana, etc.) entendiendo que lo primero es el camino para llegar a lo segundo. Según
Rossi (2011) el trabajo inicial debe estar encaminado “hacia el establecimiento de alguna
confianza en el vínculo, desde la actitud de cautela y la disposición del acompañante hacia el
diálogo”.
Podría pensarse que esta jerarquización de las prioridades, a la hora de la intervención, varía
cuando el rol del acompañante terapéutico se desarrolla en otros ámbitos como en el ámbito
escolar o de la discapacidad intelectual, dado que el elemento educativo cobra en estos casos
especial interés. Perola práctica demuestra que esto no es así, como demuestran estas dos
elocuentes experiencias de acompañantes en el campo de la discapacidad:
Acompañar a un joven con deficiencia mental es caminar a su lado ofreciendo una ayuda
especializada… Pero sobre todo es un acto de amor que le permite el crecimiento… respetando
sus limitaciones, potenciando sus capacidades. (Guzmán, 2002)
- Ofrecer acompañamiento y apoyo para mejorar la vinculación con los servicios de salud
mental y de servicios sociales.
Si bien es cierto que estos objetivos no contemplan la función auxiliar del acompañamiento en
cuanto al tratamiento, son aplicables en tanto se tenga en cuenta esta característica como algo
tácito e intrínseco al Acompañamiento Terapéutico.
El planteo según el cual “El rol del At implica una ardua tarea teórica, que se va a materializar
en la práctica individual de cada Acompañante en relación al acompañado” (Goyeneche y
Piccini, 2011) es correcto dado que el rol se materializa en la práctica individual y por lo tanto
en cada relación. Ahora bien, el principal esfuerzo, “la ardua tarea teórica”, no está en la
definición del rol, sino en el trabajo de dilucidación de las funciones que ocupa el
acompañante en relación a los actores significativos dentro del tratamiento (acompañado,
familia, equipo, terapeuta).
La definición del rol, en tanto tarjeta de presentación del dispositivo, debe ser clara, genérica y
fácilmente comprensible para el entorno en donde el dispositivo pretende insertarse. Desde
esta perspectiva, en sentido general, en la mayoría de los casos el rol del acompañante
terapéutico se asocia a la tarea de proveer “una adaptación ambiental” (Duarte, 2005), un
acomodamiento al mundo del acompañado a modo de una “una red artificial temporal” similar
a lo que Erickson define como “sistema sustitutorio por tiempo limitado” (Erickson en Haley,
1994) “red artificial sustitutiva provisoria”, que de soporte y apoyo, y abra posibilidades al
crecimiento de la persona y su entorno.
Se definirá así un rol a partir de los elementos técnicos constitutivos de esta disciplina, con el
fin de disponer de instrumentos conceptuales que nos permitan diferenciar el
Acompañamiento Terapéutico de otras disciplinas con las que comparte el campo, sin tener
que realizar una larga enumeración de todo lo que no es, como hacíamos hace diez años.
La reclusión obligada de los que sufren patologías mentales ya fue. Los tratamientos que
operan en el ámbito propio del paciente ganan predicamento. Aquí emerge la figura del
acompañante terapéutico.
El rol que cumplen el profesional es un agente de salud. Es una incorporación nueva dentro de
ese ámbito. Responde a un dispositivo alternativo nuevo que trabaja con patologías complejas
que hasta el momento los métodos tradicionales no podían cubrir. Entonces se trabaja de
manera interdisciplinaria con todo un equipo que trata esas patologías que exceden el ámbito
privado de la atención.
En Argentina en la década del 60 aparecen dos precursores, los doctores Eduardo Kalina y
Jorge García Badaracco. Este último, siendo jefe de Servicio del Hospital Neuropsiquiátrico
Borda, en Buenos Aires, crea una comunidad terapéutica. En tanto que Kalina desarrolla la
figura auxiliar del “acompañante terapéutico”. Para comprender esta creación hay que
entender que antes las políticas estaban vinculadas a pacientes que tenían distintas
enfermedades mentales, y que nosotros llamamos locura. Terminaban internados y casi sin
posibilidades de recuperación.
•Cambio de mirada
Se interna al paciente cuando es peligroso para sí mismo y para terceros. Pero si no están
presentes esos condicionantes, se permite la externalización. El acompañante es esa figura que
sostiene emocionalmente al otro. Lo apuntala. Lo escucha, presta oído a su angustia, a su
padecer, y también a sus alegrías.
El profesional de cabecera que en este caso podría ser un psicólogo, un psiquiatra o un médico
clínico. Ellos llevan adelante con el equipo la definición de la estrategia en función de cada
caso en particular, en relación con la historia clínica y el tipo de patología. En este contexto se
incorpora el acompañante como una estrategia posible. Cuando hablo de equipo me refiero a
que intervienen otros profesionales, como psicoterapeutas, trabajadores sociales, y demás.
El trabajo del acompañamiento terapéutico sirve para sostener a un sujeto en sus actividades
diarias. Se busca permitir que el paciente continúe o retome sus actividades laborales, sus
estudios y sostener su inserción social en la medida en que esto sea posible.
•Tipos de intervenciones
– Paciente con depresión y psicopatías. Estaba en su casa y todos los vínculos con la familia
eran vínculos conflictivos. Vivía prácticamente encerrado en su habitación, aislado de todo.
Sufría crisis reiteradas, que implicaban por un lado un desgaste importante para la familia y
después reinternaciones. En un mismo año podía tener entre siete u ocho internaciones.
Luego de que se lo compensaba, volvía a la casa. En este caso, el acompañante debía tratar de
rearmar los lazos y ponerse en una actitud de escucha permanente. Se trataba de potenciar,
en el fondo, aquellas habilidades que tienen que ver con la construcción de un proyecto de
vida sostenible.
El profesional se plantea objetivos para su abordaje. Es un encuadre que tiene que ver con la
organización horaria. Hay que ir ajustando el tiempo con vistas a la ‘despedida’. Esto tiene que
ver con la desligación. Es cuando el paciente logra sostenerse por sí solo
Caso: paciente que estuvo internada en un hospital psiquiátrico de Buenos Aires. Su situación
era de aislamiento, no hablaba con nadie, no deseaba tener contacto con nadie. Los
profesionales que la trataban habían perdido la esperanza de hacer algo por ella. Cuando se
propone la incorporación del acompañante, éste se sitúa en ese lugar de espera y de escucha.
Es decir su trabajo se concentró en el orden simbólico. Lo que hacía básicamente era llevar el
mate, con el propósito de establecer algún vínculo. Al principio no fue fácil. Al mate se lo
tomaba él solo. Pero su presencia estaba operando. Ese estar ahí abrió las puertas. Porque en
un momento el paciente quiso tomar mate. Fue la respuesta que todos esperaban.
- enfermedad de Alzheimer.
•La Ley N°26.657 postula que la persona con alguna patología mental debe “ser reconocida
como sujeto de derecho, y a que se presuma su capacidad”.
En la parte atinente a la atención, habla de que “debe ser desarrollada preferentemente fuera
del ámbito de la internación, en el marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial”.
La internación sólo debe llevarse a cabo “cuando aporte mayores beneficios terapéuticos que
el resto de las intervenciones realizables en el entorno familiar y comunitario”.
Debe ser “lo más breve posible” y nunca se debe prescribir o prolongar “para resolver
problemáticas sociales o de vivienda”.
Para la OMS:
Salud mental: un estado de bienestar (Diciembre de 2013)
La nueva Ley de Salud Mental, sancionada y promulgada en 2010, abre las puertas al
movimiento de desmanicomialización, es una ley con una mirada integradora, que considera a
las personas como sujetos de derechos, que puede leerse en su texto las nociones de inclusión
social y laboral, , vínculos y comunicación, propios de un posicionamiento bio-psico-social;
estableciendo no solo derechos para las personas con padecimientos mentales, sino una
amplitud laboral para los profesionales de la salud mental, como también como corresponde,
controles, lineamientos de trabajo y responsabilidades para los profesionales, sin dejar de lado
en esto a la figura del Estado.
La mirada jurídica de una ley, tiene que ver con dar herramientas para quien está inmerso en
el tema de la salud mental, y poder defender los derechos propios o de terceros. El psicólogo
social o AT, no solo debe tener teoría y praxis sobre la problemática, sino, conciencia de
protección además en el ámbito normativo, son recursos valiosos, que pueden hacer la
diferencia a la hora de defender la salud mental de las personas. No es necesario llamar un
abogado para realizar una denuncia en el Órgano Revisor de la ley, o para reclamar a la obra
social algunas prestaciones que contempla la ley y que no todos cumplen.est
La nueva ley, tiene una mirada desde un sujeto bio-psico -social, que tiene derechos, que se los
reconoce desde el Estado, quien tutela su salud mental, y que lo hace desde el marco
regulatorio de los derechos humanos. Tiene una mirada integral e inclusiva. Se postula desde
una corriente de desmanicomialización, y que años antes de esta ley, se comienza con las
externalizaciones.
Crea deberes al estado y a los profesionales de la salud mental, debiendo hacer cumplir las
normas en el primer caso, y en el segundo, debiendo denunciar si sabe de algún trato indigno.
Se crea un órgano de revisión, encargado de hacer cumplir todo lo expuesto en la ley. Que
recién se implementa tres años después.
Se reforma un código de fondo como es el código civil, teniendo en cuenta las declaraciones de
incapacidad e inhabilitación; y la libertad personal, que no debe coartarse.
El Artículo 1 establece el Bien Jurídico Protegido: La salud mental de todas las personas con
padecimiento mental *1que habitan el territorio nacional. Como también la subsidiariedad, es
decir, si hay una ley más beneficiosa se aplicará ésta.
*1 Entiéndese por padecimiento mental a todo tipo de sufrimiento psíquico de las personas
y/o grupos humanos, vinculables a distintos tipos de crisis previsibles o imprevistas, así como a
situaciones más prolongadas de padecimientos, incluyendo trastornos y/o enfermedades,
como proceso complejo determinado por múltiples, componentes, de conformidad con lo
establecido en el artículo 3° de la Ley Nº 26.657. (Decreto reglamentario de la ley de salud
mental 603/2013)
“Se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos,
socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento
implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos
humanos y sociales de toda persona.”
Presunción de capacidad. Siempre se considera capaz a la persona, no al revés, hasta que
mediante juicio de insania pruebe lo contrario.
El ámbito de abordaje de la intervención del AT en general siempre será fuera del hospital o la
internación, puesto que el espíritu de esta ley es justamente progresivamente, abandonar el
contexto de encierro, en el tratamiento para padecimientos mentales graves, si hablamos del
acompañamiento de estas patologías. Sabemos, que el AT, puede realizar un acompañamiento
en contextos institucionales, como una escuela por ejemplo. O en internaciones breves, según
el caso y el cuadro clínico. Por eso, el artículo 9 de la Ley, nos habla de que “El proceso de
atención debe realizarse preferentemente fuera del ámbito de internación hospitalario y en el
marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial, basado en los principios de la atención
primaria de la salud. Se orientará al reforzamiento, restitución o promoción de los lazos
sociales.”
El AT establece responsabilidades a los integrantes, profesionales y no profesionales de los
equipos de salud, y esto está muy claro en el artículo 29, que si bien se encuentra en el
capítulo que contempla todo lo referente a las “internaciones”, no significa que no se deba
extender a todos los ámbitos en los cuales el abordaje interdisciplinario este presente, o sea,
que no esté sujeto al cumplimiento de esta norma el AT en cualquier intervención que realice.
Siempre en miras de evitar tanto el menoscabo de los derechos del acompañado (paciente)
como para resguardo por cualquier indeseado futuro problema legal.
•Nuevo paradigma
En el marco de las nuevas leyes de salud mental -las cuales proponen todo un proceso de
desmanicomialización-, urge la necesidad de contar con los acompañantes terapéuticos, que
son una figura clave en las externaciones de los pacientes. El profesional tiene la posibilidad de
prevenir internaciones o segregaciones en la vida cotidiana de los pacientes.
Las nuevas leyes de salud mental son un avance grande para entender al sujeto que padece
dolencias subjetivas a los fines de evitar el confinamiento. En ese contexto, el acompañante
terapéutico es un dispositivo privilegiado porque posibilita que el tratamiento sea realizado en
la casa del paciente, sin necesidad de restituirlo permanentemente a la internación.
Desde el aspecto de la inclusión del sujeto acompañado, que marca y subraya mucho esta ley,
somos los AT una pieza fundamental, para ser ese nexo, el puente entre aquello a alcanzar
dentro de los parámetros de salud, y esa persona a acompañar.
Los acompañantes terapéuticos que antes eran una posibilidad sólo para pacientes que
contaban con recursos para contratarlos, hoy se han convertido en una necesidad en los
tratamientos interdisciplinarios