Este documento resume una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Perú sobre un caso de filiación de crianza. La sentencia resolvió que no se puede obligar a una adolescente a realizarse una prueba de ADN como parte de un proceso de impugnación de paternidad, ya que durante 15 años fue criada por el hombre que considera su padre y remover esa relación afectaría sus derechos. La Corte determinó que los lazos familiares se basan en el amor entre los niños y sus cuidadores, no solo en lazos de sangre, y que
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Este documento resume una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Perú sobre un caso de filiación de crianza. La sentencia resolvió que no se puede obligar a una adolescente a realizarse una prueba de ADN como parte de un proceso de impugnación de paternidad, ya que durante 15 años fue criada por el hombre que considera su padre y remover esa relación afectaría sus derechos. La Corte determinó que los lazos familiares se basan en el amor entre los niños y sus cuidadores, no solo en lazos de sangre, y que
Este documento resume una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Perú sobre un caso de filiación de crianza. La sentencia resolvió que no se puede obligar a una adolescente a realizarse una prueba de ADN como parte de un proceso de impugnación de paternidad, ya que durante 15 años fue criada por el hombre que considera su padre y remover esa relación afectaría sus derechos. La Corte determinó que los lazos familiares se basan en el amor entre los niños y sus cuidadores, no solo en lazos de sangre, y que
Este documento resume una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Perú sobre un caso de filiación de crianza. La sentencia resolvió que no se puede obligar a una adolescente a realizarse una prueba de ADN como parte de un proceso de impugnación de paternidad, ya que durante 15 años fue criada por el hombre que considera su padre y remover esa relación afectaría sus derechos. La Corte determinó que los lazos familiares se basan en el amor entre los niños y sus cuidadores, no solo en lazos de sangre, y que
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" AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO”
UNIVERSIDAD DE HUÁNUCO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
TEMA: CORTE DEJUSTICIA
INTEGRANTES:
- BARRANTES VALENTIN, Jhosep Arturo
DOCENTE: ENA ARMIDA ESPINOZA CAÑOLI
Huánuco, 16 de JUNIO 2023
ANALISIS DE "JURISPRUDENCIA” ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL DE LA SENTENCIA STC-1976 DE 2019 DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE PERÚ: UN CASO DE CORRECCIÓN CONSTITUCIONAL EN LA FILIACIÓN DE CRIANZA Del análisis jurisprudencial estático de la Sentencia STC-1976 de 2019 Se trata de un fallo que resuelve la impugnación promovida contra la Sentencia de tutela dictada por la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior de HUANCAVELICA, que a su vez confirmó el fallo dictado por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Girardot, en tanto no protegió los derechos fundamentales de la adolescente M.J.V.T, quien rogaba no ser obligada a practicarse una prueba de AND en el marco de un proceso de impugnación e investigación de paternidad. La razón fundante de su negativa partía de la falta de interés en conocer su verdadera filiación biológica, pues durante 15 años había sido criada y amada por un único hombre a quien reconoce como su padre, al igual que sus amigos y compañeros de colegio; además del grave daño que esta situación le causaría psíquica y emocionalmente como adolescente, sumado a la afectación recibida por su familia en términos de estabilidad y armonía.8 Como hechos relevantes del caso, se destaca que la actora fue demandada en proceso de impugnación de su vínculo paterno-filial de orden legal, junto a sus padres J.F.V.R y L.G.T.Y, por el presunto padre biológico Javier Capera Quintana. Por su parte, el Juzgado Primero Promiscuo de Familia de Girardot, admitió la demanda el 7 de junio de 2018, ordenando la práctica de la prueba de ADN para el 6 de julio del mismo año, conforme el numeral 2 del artículo 386 del Código General del Proceso y el artículo 1 de la Ley 721 de 2001. La parte demandada no asistió a la cita e interpuso un recurso de reposición y en subsidio apelación contra la providencia admisoria, con el ánimo de controvertir la orden judicial. Dentro de las razones aducidas por los representantes legales y judiciales de la adolescente, se encuentran: (i) la caducidad de la acción y, (ii) el interés superior de los derechos a la integridad sicológica, social y personal de la adolescente; solicitando así, que fuera escuchada antes de practicar la prueba. El juzgado accionado no atendió los reclamos e ignoró los argumentos de la adolescente, confirmando su providencia bajo la garantía legal que le asiste al padre biológico en atacar el presunto reconocimiento de paternidad, en otrora realizado. Y dispuso nuevamente llevar a cabo la prueba científica; no sin antes iniciar trámite sancionatorio contra el abogado de los demandados por torpedear la realización de la prueba con sus escritos. La adolescente en cuestión, interpuso acción de tutela, la cual fue resuelta en su contra por el Tribunal Superior de Cundinamarca al negar el amparo rogado y en sentido antagónico validar las razones aducidas del juzgado accionado, pues al no existir sentencia de fondo no podía predicarse vulneración alguna, máxime si se tiene en cuenta que las actuaciones de dicho despacho, están amparadas por la ley vigente. Vale resaltar que el padre biológico demandante, adujo que su supuesta hija adolescente era víctima de manipulación por parte su familia legal. La Sentencia en cuestión fue impugnada, generando así la competencia de la Corte Suprema de Justicia en segunda instancia. Aunque en la providencia comentada no se expresa en forma taxativa el problema jurídico, sí es posible extraerlo del numeral 4 de su texto. Para la Corte Suprema, el dicho de la adolescente actora, aboga por el respeto al amor, amparo, sostenimiento y bienestar espiritual proveído por el hombre que la reconoció como su hija hace tantos años. Luego, la problemática a resolver radica en si la aplicación legal del artículo 386 del Código General del Proceso, en armonía con el artículo 1 de la Ley 721 de 2001, enmarcado en el auto admisorio de un proceso de impugnación de la paternidad que ordena practicar prueba de ADN; ¿constituye una amenaza contra los derechos fundamentales aducidos por la adolescente, a efectos de mantener la filiación de crianza con el hombre que reconoce psicológicamente como su padre? Para resolver esta problemática, el presente comentario jurisprudencial identifica como razones ofrecidas por la Corte Suprema de Justicia, aquellas que evidencian una visión correctiva de orden constitucional en materia de filiación de crianza, así: (i) la excepcional procedencia de la acción de tutela contra autos interlocutorios, cuando se trata de providencias arbitrarias; con el ánimo de hacer prevalecer el derecho sustancial sobre el excesivo ritualismo procedimental, y evitar la negación de los derechos fundamentales de las partes en litigio, para con ello impedir que el juez accionado avance en la resolución del caso; (ii) impedir la invasión de su esfera privada e íntima de la adolescente, para mantener intacto su nombre y los lazos parentales cohesionados por la crianza recibida desde su primera infancia. Esto efectiviza la garantía prevalente y superior de sus derechos fundamentales a “pertenecer a una familia y no ser separada de ella, identidad, personalidad jurídica, autodeterminación, libre expresión de su opinión y libre desarrollo de la personalidad...”9 .; (iii) la aplicación directa del Bloque de Constitucionalidad, utilizando la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece el derecho de los menores a ser cuidados por sus padres, a preservar su identidad y nombre10, al igual que la materialización de los mandatos constitucionales sobre el derecho que tiene todo menor a tener una familia y no ser separado de ella11, dado que la familia es un espacio privilegiado en el cual niños y adolescentes construyen sus referentes de identidad personal y social, por lo que alterar indebidamente esta construcción configura un desarraigo que lesiona la evolución afectiva y psicológica. Para la Corte Suprema de Justicia la filiación está ligada, en forma íntima, con la realidad de las relaciones humanas, las cuales con el pasar del tiempo consolidan y estructuran el libre desarrollo de la personalidad, que a su vez se armoniza con los postulados axiológicos de dignidad y autodeterminación. El mundo contemporáneo contiene nuevas configuraciones familiares que trascienden los lazos de sangre, siendo la afectividad el criterio prevalente para reconocer la constitución de una relación de parentesco. La Corte Suprema de Justicia soporta estas aseveraciones en la doctrina psicoanalítica y jurídica norteamericana, alusiva al concepto de paternidad psicológica. Esto significa que la mera progenitura, vacía de contacto y actividad, no es oponible a la experiencia conjunta de la convivencia cotidiana entre un niño y un adulto. Es la cercanía relacional que vivencia el amor y el cariño a nivel sicológico el factor determinante para la creación de vínculos emocionales que desplazan la condición procreadora formal y que se conocen bajo la figura de “paternidad socioafectiva”. Sostiene la Corte Suprema de Justicia que los lazos familiares se sustentan en el derecho fundamental al amor de niños, niñas y adolescentes y al deber de solidaridad familiar que atienden sus demás integrantes en el marco de la unidad familiar. Así, la prueba de ADN como elemento propio del derecho procesal no es oponible a los contenidos axiológicos de la paz y la armonía familiar de crianza. Y la seguridad jurídica es reinterpretada en clave de respetar el lazo afectivo consolidado en la relación funcional de parentalidad que reconoce la adolescente accionante, oponiéndose al frío llamado que hace la ley para reconocer la realidad biológica. El juez accionado omitió valorar las garantías espirituales, intelectuales y materiales proveídas por la paternidad de crianza; donde la educación, la manutención y el amor se materializan en una huella indeleble de tipo emocional que merece el respaldo estatal. Los jueces deben estar a la altura de los retos constitucionales de garantizar el bienestar integral de niños, niñas y adolescentes, manteniendo la superioridad de sus intereses contrastados con el contexto real de su ambiente familiar y considerando la garantía de escuchar a los menores en tanto su capacidad jurídica de autodeterminación interna. La Corte Suprema de Justicia es categórica en reconocer el precedente proferido por la Corte Constitucional sobre la transformación del modelo familiar tradicional y la obligación impuesta a los jueces en los procesos de impugnación e investigación de la paternidad de interpretar el orden jurídico de una forma integral y razonable, más allá de la incuestionable y arbitraria autoridad. En este sentido, propone una solución sistémica del problema, donde se articula el principio de interés superior del menor, con el artículo 116 del Decreto 1260 de 1970 referido a los eventos en que la prueba de ADN es considerada contraria al derecho a la intimidad. Luego, la aplicación exegética y legalista de los artículos 1 de la Ley 721 de 2001 y el artículo 386 del Código General del Proceso, referidos a la práctica coercitiva del examen genético, si bien persiguen el derecho a saber el verdadero origen biológico, este conocimiento termina siendo facultativo frente a la voluntad del hijo y su vínculo preexistente. Para la Corte Suprema de Justicia es claro que la seguridad jurídica del estado civil consolidado en el vínculo socio-afectivo vivenciado entre la adolescente tutelante y su padre legal prevalece sobre la verdad biológica lo que significa la tutela del derecho al interés superior alegado. Por tanto, ordenó dejar sin efecto las providencias de la autoridad judicial accionada tendientes a investigar la paternidad de la adolescente accionada, quedando incuestionable su vínculo legal; y proceder a archivar la demanda de impugnación. La importancia del presente comentario jurisprudencial radica en que la Corte Suprema de Justicia, en sala de tutela, superpone el sistema de principios y valores constitucionales en favor de los derechos de una adolescente, por encima del aparato institucional de la filiación contenida en el Código Civil. La tradición interpretativa civilista en esta materia, está profundamente relacionada con las raíces patriarcales del exegético Código napoleónico, que a su vez sirvió como fuente material para determinar el Código Civil chileno, del cual bebió el proyecto regeneracionista que articuló la República conservadora de 1886 en Colombia12. Esto significó la protección de la progenitura legítima masculina como fuente de poder en las relaciones familiares. Los hijos habidos por fuera del matrimonio carecían de derechos y eran denominados de manera peyorativa13. La protección jurídica del paradigma patriarcal erigía al matrimonio como referente de autoridad doméstica frente a las mujeres y los hijos14. El artículo 406 del Código Civil consagró la acción de reclamación del estado civil en favor del verdadero padre o madre contra quienes se presenten como padres de su verdadero hijo. “… esta acción de reclamación implica el ataque a la presunción de paternidad, por lo cual toma aspectos de la impugnación, que son de fondo: así, quien pasa por padre no lo es.”15 Esto significa, que a pesar de la seguridad jurídica que avalaba las relaciones paterno filiales derivadas del matrimonio, existía un excepcionalísimo evento en que podría discutirse la real filiación, por fuera del sistema de impugnación de la paternidad asignado al marido, pues en este evento, ni el hijo, ni la mujer, serían escuchados por el Estado. El comentario jurisprudencial aquí avocado es congruente con las grandes transformaciones decantadas, en principio, durante el siglo XX, tales como: (i) la positivización de los derechos de los hijos extramatrimoniales a partir de la Ley 45 de 1936, y su búsqueda por un trato paritario frente a los hijos legítimos, donde destaca la posesión notoria del estado civil de hijo como una figura que responde al trato público y social asumido por un pretenso padre respecto de otro sujeto tratado como hijo, sin que medie vínculo biológico, pero creando lazos afectivos que garantizan subsistencia, educación y manutención16; (ii) la ampliación de las causales de investigación de la paternidad e integración con otros medios probatorios como la práctica de pruebas científicas para apoyar los tradicionales documentos y testimonios con la Ley 75 de 1968; (iii) el trato igualitario de derechos hereditarios entre las distintas clases de hijos, sin considerar su fuente filial según la Ley 29 de 1982; (iv) la práctica obligatoria de la prueba de ADN en los procesos de filiación, bien sea para impugnar o investigar la paternidad, bajo un trámite expedito y preferente para excluir o incluir la relación biológica de parentesco. El impacto de esta sentencia objeto de comentario jurisprudencial sobre la tradicional forma de interpretar las relaciones filiales radica en que, según lo antes expuesto, no existen reglas jurídicas predeterminadas por el legislativo que en clave exegética respondan a los reclamos de amparo formulados por la adolescente accionante, en términos de privilegiar su voluntad. En sentido contrario, lo que se encuentra en el orden jurídico legalista colombiano, son normas que apoyan la tesis del padre biológico y con ello, la orden del juzgado de familia accionado, en el sentido de realizar la prueba de ADN.