Metales Pesados

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1. INTRODUCCIÓN.1.1. El problema ambiental de los metales pesados.

Numerosos estudios han abordado esta cuestión, existiendo unanimidad entre la comunidad científica respecto al
carácter tóxico de los mismos para los seres vivos. Afectan a las cadenas alimenticias, provocando un efecto de
bioacumulación entre los organismos de la cadena trófica. Ello es debido a la alta persistencia de los metales pesados
en el entorno, al no tener, la mayoría de éstos, una función biológica definida. Bastante conocido es el caso en el que
se incorporan a la cadena alimenticia a través de los organismos filtrantes presentes en los sedimentos marinos,
habiéndose observado en ciertas especies un factor de bioconcentración (cociente entre la concentración del metal
contaminante en el organismo vivo y en el agua circundante) de 291.500 para Fe y Pb, 200.000 para Cr o 2.260.000
para Cd.

Huelga, por tanto, cualquier comentario respecto al problema que supone la presencia de metales pesados en los lodos
de aguas residuales de origen urbano –en lo sucesivo los mencionaremos simplemente como lodos, aclarando la
procedencia de éstos cuando su origen sea diferente del que aquí estamos tratando–, sobre todo si tenemos en cuenta
que en España se generan anualmente más de 10 Millones de Toneladas de lodos de depuradora, lo que implica el
vertido al entorno de ingentes cantidades de metales, con el riesgo que ello supone para el medio ambiente y para la
salud de las personas.

1.2. Objetivo de la investigación.

El presente trabajo pretende realizar una aproximación al problema asociado a la presencia de metales pesados en los
lodos de aguas residuales de origen urbano, especialmente cuando éstos son utilizados como mejoradores de suelos,
analizando las características que determinan un tratamiento adecuado y ambientalmente seguro para los suelos
tratados.

Más importante que el contenido total en metales pesados, resulta la identificación de las formas químicas
(especiación) de esos metales, lo que nos va a permitir la elección del tratamiento más adecuado para la gestión y
aplicación de los lodos, evitando la movilización de los metales pesados presentes en los mismos.

1.3. Fuentes, agentes y vías de contaminación.

La procedencia de los metales pesados encontrados en las aguas residuales es variada, asociándose las fuentes de
contaminación a pequeñas industrias establecidas en zonas urbanas o en polígonos industriales carentes de plantas de
tratamiento, a talleres de automóviles, al pequeño y mediano comercio, a grandes infraestructuras como puertos y
aeropuertos, a grandes áreas comerciales, al baldeo y limpieza de calles o a las de tipo propiamente doméstico.

Los agentes y las vías de contaminación por metales pesados en las aguas residuales de origen urbano son igualmente
diversos, destacando los vertidos ilegales a la red de alcantarillado de aceites lubricantes usados con altos contenidos
de plomo –situación claramente en recesión, no sólo por las mejoras introducidas en la gestión de dichos residuos,
sino, fundamentalmente, por la introducción de las gasolinas sin plomo–, pinturas y colorantes con ciertos niveles de
plomo, vertidos de taladrinas –sustancias utilizadas en la industria metalúrgica como refrigerantes y lubricantes– con
alto contenido en metales, pilas botón con elevados niveles de níquel, cadmio o mercurio procedentes del ámbito
doméstico, residuos originarios de la industria del decapado, etc.. También merece la pena considerar otras vías de
contaminación como la procedente de la corrosión de tuberías y depósitos metálicos, así como la proveniente del
arrastre por el baldeo de calles o por las aguas pluviales, siendo un buen ejemplo de ello el Pb procedente de la
combustión de las gasolinas o los metales provenientes de procesos de corrosión diversos, depositados en el medio
urbano.

En síntesis, estamos ante un problema complejo en el que los agentes contaminantes son variados, las fuentes de
procedencia son diversas y las vías o rutas seguidas por los distintos contaminantes, frecuentemente, escapan al
control necesario para evitar efectos indeseados sobre el entorno natural y urbano. Al objeto de valorar con la debida
importancia la magnitud de la cuestión, podemos afirmar que estamos ante un problema de carácter global al que no
podemos –ni debemos– cerrar los ojos.

1.4. Tratamiento y aplicación de lodos.

Tres son las alternativas barajadas para la gestión de los lodos procedentes del proceso de depuración de aguas
residuales de origen urbano: incineración, vertidos al mar y tratamiento en tierra en sus diversas opciones.
Seguidamente se detallan las distintas posibilidades que se nos pueden presentar:
 Deposición en vertederos de Residuos Sólidos Urbanos, con el consiguiente incremento, no sólo del
volumen total de residuos, sino también del nivel de metales pesados presentes en los mismos. Esta
alternativa no permite valorizar adecuadamente el residuo.
 Incineración. Permite el aprovechamiento energético de los lodos, aunque este procedimiento presenta el
inconveniente de requerir instalaciones que exigen una fuerte inversión económica y personal altamente
especializado. El poder calorífico del lodo depende exclusivamente de su contenido en materia orgánica,
aceptándose un valor promedio de 23 MJ/Kg para un 100% de materia orgánica en la base de 100% de
residuo seco, lo que en nuestro caso supondría, aproximadamente, 12,8 MJ/Kg en base seca, al tener un
lodo del 55,7% en contenido de materia orgánica. Desde el punto de vista ambiental se ha de tener presente
que los metales pesados pueden formar especies volátiles en la zona de combustión, condensando sobre las
partículas de ceniza volante, e incluso algunos como As, Hg y Pb pueden volatilizar por efecto de la
temperatura, lo que hace desaconsejable este procedimiento.
 Bombeo de los lodos hasta niveles inferiores del suelo o subsuelo, con el consiguiente riesgo de
contaminación de acuíferos y aguas subterráneas. Tampoco este procedimiento permite valorizar el lodo
como materia prima.
 Vertido al mar. Afortunadamente, esta opción está descartada por la normativa vigente, resultado de la
transposición a la legislación española de la Directiva 91/1271 sobre tratamiento de aguas residuales
(DOCE L 135/40 de 21 de mayo).
 Tratamiento de los lodos como mejoradores de suelos. Permite una valorización del residuo gracias a los
nutrientes que contiene, a la vez que mejora las características del suelo, aunque su uso está condicionado
por el contenido en metales pesados. Esta interesante opción será analizada con detenimiento más adelante.

2. EXPERIMENTACIÓN.

2.1. Procedimiento operatorio.

El lodo utilizado procede de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Fuengirola (Málaga), en la cual
se tratan vertidos domésticos de esta ciudad y de la vecina Mijas, procesando durante la operación normal un
volumen promedio de 20.000 m3/día de agua residual. La estación dispone de dos digestores anaeróbicos de 2.200
m3 de capacidad cada uno, donde el lodo es procesado en períodos aproximados de 30 días, con una producción
promedio de 2600 Kg/día.

El procedimiento seguido para la especiación de los lodos es el propuesto por el Grupo de Investigación de Gestión
Ambiental, GIGA, el cual está basado en el de Tessier et al., posteriormente modificado por Salomons y Förstner,
habiéndose aplicado con éxito a diferentes sistemas, tales como sedimentos de ríos y estuarios así como materiales
dragados, lodos de aguas negras y columnas experimentales de filtros de arena. Las características de dicho (*) Las
proporciones indicadas corresponden a la ratio lodo/extractante

A partir del lodo desecado obtenido directamente de los digestores anaeróbicos se han preparado submuestras
duplicadas de 10 y 20 g (base húmeda), respectivamente, para proceder a la extracción selectiva secuencial de los
metales pesados (Cd, Cu, Fe, Ni, Pb, y Zn) presentes en las mismas.

Para determinar el contenido metálico total se llevó a cabo la digestión ácida de sendas muestras de lodo de 10,79 g y
20,25 g, alternando el tratamiento de ácido nítrico concentrado con agua regia a 170 oC, hasta la digestión total de las
mismas, llevando las muestras a sequedad y diluyendo a continuación hasta 25 ml y 50 ml, respectivamente.

2.2. Análisis de las muestras.

El contenido de metales pesados fue determinado por espectrofotometría de absorción atómica del extracto y del
agxarde lavado de las fracciones intercambiable, carbonatada, reducible, moderadamente reducible,
orgánico/sulfhídrica y residual. Igualmente, fue determinado el contenido total en metales de las muestras digeridas
con ácido nítrico concentrado y agua regia. El método empleado permitió obtener las concentraciones de cadmio,
cobre, hierro, níquel, plomo y zinc presentes en el lodo.

La humedad y el contenido orgánico (sólidos volátiles) fueron determinados por pérdida de peso después de 24 h a
105 oC y 3 h de incineración a 550 oC, respectivamente. 

3. RESULTADOS. TRATAMIENTO Y DISCUSIÓN.


3.1. Caracterización de los lodos.

Los estudios han conducido a resultados reproducibles, exhibiendo una especificidad de extracción razonablemente
alta. Los valores respectivos del contenido metálico total están expresados en la tabla II, mientras que el reparto de
los mismos entre las diferentes fracciones queda recogido en la tabla III.

  
Comparando los resultados de nuestra investigación con los correspondientes a los lodos anaeróbicamente digeridos
en una EDAR de Tucson (Arizona), se puede observar que en nuestro caso los niveles de metales pesados (mg/Kg
base seca) son claramente inferiores para el Cobre (250 frente a 520) y el Zinc (864,9 frente a 1900), notablemente
superiores para el Níquel (125 frente a 13) y el Plomo (365,7 frente a 59) y muy similares para el Cadmio (3,28 frente
a 3,5).

No obstante, en los lodos de Fuengirola, el contenido en metales está por debajo de los niveles máximos permitidos
para su aplicación como fertilizantes y mejoradores de suelos, incluso en las condiciones más desfavorables, tal como
se recoge en la Tabla IV, donde se expresa las concentraciones límite de metales permitidas por la normativa vigente.

3.2. Distribución de los metales en los lodos.

El resultado obtenido para cada una de las fracciones correspondientes a la extracción secuencial propuesta queda
reflejado en la Tabla III, observándose para todos los metales un nivel extremadamente bajo en la fracción
intercambiable, lo que implica una estabilidad apreciable de las diferentes especies químicas metálicas, poco
propensas, por tanto, a movilizarse fácilmente del lodo. 

Sólo el Cadmio está presente de forma apreciable en la fracción carbonatada (38,4%) y, en consecuencia, sólo este
elemento será sensible a la acción de los ácidos débiles. En menor medida se encuentra el Níquel (6,5%).

La fracción reducible está asociada a los metales ligados a óxidos de hierro y manganeso y, salvo el Cobre, todos los
demás elementos metálicos analizados están presentes en cantidades apreciables, siendo máxima para el Zn (47,1), el
Hierro (37,2%) y el Níquel (30,9), siguiendo el Plomo (21,1%) y finalmente el Cadmio (15,7%).

En la fracción orgánico/sulfhídrica encontramos cantidades respetables de Níquel (24,3%) y Cobre (28,9) y en menor
medida Cadmio (8,4%) y Zinc (3,3).

Finalmente, en la fracción residual aparecen cantidades considerables de todos los metales, sobre todo Plomo
(72,0%), Cobre (68,5%), Hierro (61,6%) y en menor medida, pero con valores sensiblemente elevados, Zinc (47,3%),
Cadmio (36,8%) y Níquel (36,1%). Estos datos nos permiten afirmar que, salvo el Cadmio que está presente en casi
todas las fracciones y por tanto hay que vigilarlo muy de cerca, la mayoría de los metales están estrechamente ligados
a las fracciones químicamente más estables del lodo, previéndose para los mismos unos bajos niveles de movilidad.

3.3. Aplicación de lodos como mejoradores de suelos.

Quizás la opción más interesante para nuestro país, y en particular para la Comunidad Autónoma Andaluza, sea el
aprovechamiento de los lodos como mejoradores de suelos, ya que, además de proporcionar nutrientes, facilitan el
transporte de los mismos, incrementan la retención de agua y mejoran el suelo cultivable. Por tanto, al uso
estrictamente agrícola hay que sumar la posibilidad de que se les pueda utilizar para regenerar suelos estériles o bien
tratar suelos de bosques, lo que permitiría mejorar la cubierta vegetal, redundando en una menor escorrentía –lo cual
permitiría controlar grandes avenidas como consecuencia de lluvias torrenciales– y una mayor capacidad de
infiltración de esos suelos –mejorando por tanto la recarga de los acuíferos–. Vemos pues, que de todas las opciones
posibles, a esta última le corresponde un valor añadido que no alcanzan las demás, suponiendo a su vez un ahorro en
fertilizantes, factor que debe ser tenido en cuenta.

Vemos, pues, que la aplicación controlada de lodo al suelo supone un aporte de cantidades significativas de nutrientes
(carbono, nitrógeno, azufre y fósforo) y micronutrientes (zinc, hierro y cobre), propiciando una situación favorable
para el desarrollo de las plantas. No ocurre lo mismo con otros metales como el cadmio, mercurio, plomo, etc., que
resultan altamente tóxicos para cualquier forma de vida vegetal o animal.

En nuestro caso, como ya se indicó con anterioridad, el lodo analizado contiene unos niveles de metal aptos para su
aplicación en suelos, de acuerdo con la normativa vigente, cuyos valores quedan recogidos en la tabla IV, por lo que
su aplicación como fertilizante queda plenamente justificada.
Sin embargo, no debemos olvidar que un aporte de lodos al suelo, de forma continua y reiterada durante largos
períodos de tiempo, favorece la acumulación de metales en el mismo, por lo que podría alcanzar unos niveles de
contaminación suficientemente elevados, lo que obligaría, por tanto al control de los suelos tratados.

3.4. Evaluación del riesgo en la aplicación de los lodos como fertilizantes.Con objeto de evaluar adecuadamente el
riesgo que comporta la utilización de lodos de depuradora con fines agrícolas y forestales, conviene tener en cuenta el
conjunto de factores que determinan la movilidad de los metales pesados en el suelo que vamos a tratar. 

pH 
A menor pH –suelos ácidos– mayor solubilidad de los metales, y por tanto mayor movilidad de éstos, con lo que se
incrementa la toxicidad para las plantas. Un buen remedio para evitar el problema consiste en el control del pH,
evitando la aplicación del lodo a suelos ácidos –o que sean susceptibles de recibir vertidos ácidos.

 Contenido de materia orgánica 


Los suelos que presentan contenidos de materia orgánica superiores al 5% –situación poco frecuente en
nuestro país, donde el contenido medio no suele superar el 1%–, exhiben un nivel relativamente bajo de
captura de metales por las plantas, debido a la alta capacidad de complejación de las moléculas orgánicas,
especialmente al aumentar el tamaño de éstas. No obstante, a medida que la materia orgánica se degrada,
las formas moleculares resultan ser más sencillas, con lo que el proceso de retención de metales disminuye,
favoreciendo la lixiviación de los mismos y permitiendo su movilización. Se ha verificado la tendencia a
formar complejos con la materia orgánica en Cu y Ni , Cd –la retención de este metal aumenta con el
contenido de materia orgánica del suelo o Cr (VI), Hg y Pb –la retención de metal por el suelo depende
fuertemente del contenido orgánico–. La adición, durante el proceso de compostaje del lodo, de cenizas
volantes o de barros del refinado de la bauxita, "red mud", por su carácter básico y por el elevado poder de
adsorción, previene la liberación de metal y mejora la retención del mismo por el suelo.

Carbón orgánico disuelto 


La presencia en las aguas subterráneas de carbón orgánico disuelto procedente del lixiviado de aguas residuales,
favorece la formación de complejos con Cd, Ni y Zn, entre otros metales, facilitando la movilidad de los mismos.

Potencial redox 
Las condiciones reductoras favorecen la solubilización de los metales presentes en los suelos.

Granulometría del suelo 


La granulometría del suelo condiciona la captura de metal por las plantas, de modo que una textura arcillosa
contribuye a una menor acumulación de metales en las plantas cultivadas en suelos contaminados.

Óxidos e hidróxidos de hierro y manganeso 


El tratamiento del suelo con óxidos e hidróxidos de hierro y manganeso –también se ha ensayado con los de
aluminio– previene la movilización de los metales pesados gracias a la alta capacidad de adsorción  ejercida sobre la
mayoría de los metales –especialmente sobre Cd y Pb– así como por el carácter básico que los mismos confieren a los
suelos aplicados, favoreciendo, por tanto, la coprecipitación del metal.

Apatito e hidroxiapatito 
La presencia de apatito e hidroxiapatito [Ca5(PO4)3OH] en los suelos tratados con los lodos mejora la inmovilización
de los metales gracias a la siguiente combinación de factores: al elevado contenido de calcio que permite el
intercambio iónico de éste con los metales presentes, a la formación de fosfatos metálicos extremadamente
insolubles, mostrándose altamente efectivo para Pb, y en menor medida, para Cd y Zn y al incremento de la
alcalinidad en el caso del hidroxiapatito.

Suelos calizos 
La aplicación de los lodos a suelos calizos mejora la retención de los metales, ya que el proceso de hidrólisis queda
contrarrestado por la presencia del carbonato de calcio, el cual previene el descenso del pH impidiendo la
movilización de metales y permitiendo la precipitación del carbonato correspondiente.

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