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1

VIII CONGRESO CENTROAMERICANO DE HISTORIA


LA ANTIGUA GUATEMALA
10 AL 14 DE JULIO DE 2006

ORO, PLATA, POLVO, NADA... ASCENSO Y CAIDA DEL LINAJE DE LA CUEVA

ALVARADO, GUATEMALA, SIGLO XVI

Pastor Rodolfo Gómez Zúñiga


Afiliación: Investigador Independiente.

Tony Pasinski
Afiliación: investigador independiente

ABREVIATURAS DE ARCHIVOS UTILIZADAS

AGCA: Archivo General de Centro América (Santiago de Guatemala, Guatemala).

AGI: Archivo General de Indias (Sevilla, España).

AHN: Archivo Histórico Nacional (Madrid, España)

AMJF: Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (Jerez de la Frontera, España).

RAHM: Real Academia de la Historia de Madrid (Madrid, España).

INTRODUCCIÓN

En una investigación novedosa, Silvia Casarola definió al núcleo de la elite colonial

de Santiago de Guatemala entre los siglos XVII al XIX, aplicando, como primer paso, el

método de reputaciones de Hunter. La autora usó como informantes a especialistas en

historia guatemalteca y centroamericana, gracias a cuya entrevista delimitó a un grupo de


2

32 familias prominentes, entre las cuales no incluyó a la descendencia de Pedro de

Alvarado. El análisis posterior sobre los enlaces matrimoniales efectuados entre los

miembros de los linajes prominentes confirmó la exclusión de la descendencia del

conquistador de Guatemala del núcleo de la elite antigüeña.1

La ausencia referida no deja de sorprender, pues Lawrence Feldman, en su obra

sobre las encomiendas guatemaltecas del siglo XVI, sostuvo que Leonor de Alvarado, hija

natural del adelantado de Guatemala, y su esposo Francisco de la Cueva, poseyeron la

mayor encomienda de Centroamérica tras la creación de la Audiencia de los Confines, de

donde percibían parte de sus tributos en cacao, 2 el principal producto de exportación de

Centroamérica a mediados del siglo XVI.3 A su vez, datos dispersos sugerían un papel

determinante de este matrimonio en el desarrollo de la minería de la plata en Honduras. 4

El contraste entre las investigaciones referidas obliga a determinar si el matrimonio

de la Cueva Alvarado formó parte, o no, de la elite guatemalteca del siglo XVI. Una vez

demostrada su pertenencia, se derivaría la necesidad de establecer los atributos y vínculos

que les definían como miembros de la elite del poder de la ciudad de Santiago, para

analizar después los factores que forzaron su desconexión de ese grupo. A lo largo de la

presente ponencia se adelantarán los resultados de una investigación en curso orientada a

profundizar y esclarecer esas cuestiones.

Atendiendo los objetivos expuestos, este trabajo comienza con un epígrafe dedicado

a las consideraciones teóricas y metodológicas. A continuación se indagará la trama

1
CASAROLA, Silvia, “El núcleo de la élite colonial de Santiago de Guatemala: un bloque cohesivo”, V
Congreso de Historia Centroamericana, San Salvador, 2000.
2
FELDMAN, L. H., Indian Payment in Kind: the Sixteenth Century Encomiendas of Guatemala, Culver City,
1992, p. 80.
3
MCLEOD, Murdo, Historia socioeconómica de la América Central española, 1520-1720, Guatemala,
Editorial Piedra Santa, 1980, pp. 78-82.
4
GOMEZ ZUÑIGA, Pastor Rodolfo, “Minas de plata y conflictos de poder: el origen de la Alcaldía Mayor de
Minas de Honduras (1569-1581”, en Yaxkin, Tegucigalpa, IHAH, 1999, Vol. XVIII, pp. 43-79.
3

relacional de los de la Cueva Alvarado, prestando especial atención a su genealogía. Acto

seguido se atenderán las actividades económicas donde se involucraron, haciendo hincapié

en las encomiendas, el cultivo del cacao y la minería, para después estudiar los vínculos

matrimoniales establecidos con otros linajes, tanto guatemaltecos como peninsulares. La

ponencia termina con el epígrafe correspondiente a la discusión y conclusiones.

MARCO TEÓRICO Y METODOLOGÍA

El estudio del matrimonio de la Cueva Alvarado se enmarcó en la teoría de redes

sociales, perspectiva ya aplicada por los autores en una ponencia anterior sobre Choluteca. 5

Al igual que entonces, nuestro análisis se apoya en el principio de que los elementos

constitutivos de una sociedad suelen participar en más de una red social, ya sean estas

linajes, comunidades de vecinos, etnias, etc.6

La estructura de la sociedad, en cuanto a red en sí misma, determina el carácter

central o periférico de cada una de las redes en ella imbricadas. De idéntica forma, la

estructura de cada red particular delinea la posición central o periférica de cada uno de sus

elementos constitutivos. Dos coordenadas a considerar en la evolución de la estructura de

una sociedad, y en la de cada una las redes que participan en ella, son el tiempo y el

espacio, pues en el paso de una generación a otra pueden acaecer modificaciones relevantes

en el núcleo y los márgenes de cada red. Desde el punto de vista topográfico, esto es, de la

distribución espacial de los elementos, será pertinente establecer la relación entre la

posición central o periférica de cada miembro dentro de la estructura de la red, para

ubicarlo en las coordenadas espaciales (local / regional / global). Como se verá más

5
GOMEZ ZUÑIGA, Pastor Rodolfo y Tony Pasinski, “Redes sociales y poder en la villa de Jerez de la
Frontera de la Choluteca, gobernación de Guatemala, 1541-1617”, Tegucigalpa, VI Congreso de Historia
Centroamericana, 2004.
6
NOYES, Dorothy, “Group” en Journal of American Folklore, 108, p. 471
4

adelante, las nociones de centro / periferia, en conjunción a la ubicación topográfica, serán

de importancia capital para el desarrollo del presente trabajo.

Tres pasos se consideraron en esta investigación. El primero fue establecer la

genealogía del grupo de descendencia de Leonor de Alvarado y Francisco de la Cueva, para

relacionarlos con sus respectivos linajes. En segundo lugar, se definió la posición de los

miembros dentro de la estructura de la red familiar, como lo hiciera Silvia Casarola,

determinando sus nexos matrimoniales, pero también estableciendo el orden de sucesión

dentro del grupo de descendencia; y por último, se atendieron las variables atributivas, para

aclarar la posición de cada miembro dentro de la sociedad hispánica de su época.

Dada la ausencia relativa de estudios sobre la elite colonial de Guatemala durante el

siglo XVI, entre las variables atributivas se utilizó el acceso a las encomiendas como un

indicador clave para establecer la posición central o periférica del matrimonio dentro de la

elite del poder guatemalteco, a la espera del desarrollo de estudios más amplios que

consideren otras variables que complementen el análisis emprendido.

GENEALOGIA Y REDES SOCIALES

Esclarecer la posición del grupo de descendencia de Leonor de Alvarado y

Francisco de la Cueva, también llamados María Leonor de Alvarado y Francisco

Villacreces de la Cueva, en la sociedad hispánica del siglo XVI, requiere relacionar los

vínculos que dicho matrimonio estableció con la sociedad citada en las coordenadas espacio

temporales donde desarrollaron sus actividades. Desde una perspectiva diacrónica, la

genealogía permite determinar el punto de partida de cada miembro de la familia, dada la

influencia destacada de los nexos familiares sobre la posición social individual en la

sociedad ibérica del siglo XVI. Aunque en ego convergen numerosas líneas de ascendencia,
5

aquí se considerarán en especial aquellas que influyeron sobre la posición social,

atendiendo primero al linaje de Leonor de Alvarado, y después al de su marido.

Leonor de Alvarado era hija natural del conquistador de Guatemala Pedro de

Alvarado, quién la tuvo, siendo soltero, con Luisa Xicotencatl, hija de uno de los cuatro

caciques principales del reino indígena de Tlaxcala, México. Con el paso de los años, Doña

Leonor obtuvo de la Corona Hispánica una cédula que la legitimaba como hija de Pedro de

Alvarado, documento que la habilitaba para recibir herencia de su padre.7

Pedro de Alvarado era bisnieto de Garci Sánchez de Alvarado, señor de la Casa de

Alvarado en Secadura, Cantabria, donde tenía su casa y solar. Juan de Alvarado, abuelo del

conquistador de Guatemala, e hijo segundo de Garci Sánchez de Alvarado, pasó en el siglo

XV a Extremadura, en donde se casó y tuvo muchos hijos. Uno de ellos fue Diego de

Alvarado y Mexía, hermano del padre de Pedro de Alvarado, y emigrado a Indias en 1499.

La presencia en ultramar de este tío, que hizo fortuna en La Española, fue determinante

para el traslado, en 1510, de Pedro de Alvarado y sus hermanos Gonzalo, Jorge, Gómez y

Juan a Santo Domingo, de donde todos salieron para participar en la conquista de Cuba.8

Queda claro, entonces, que Pedro de Alvarado procedía de una rama secundaria de

la baja nobleza peninsular. Su espectacular ascenso en la sociedad ibérica se debió a su

participación en la conquista americana, primero en Cuba, donde tuvo una encomienda, y

desde 1519 en México y Guatemala, jornadas que le catapultaron a codearse con la cúpula

del naciente imperio hispánico, como se verá acto seguido.

En 1527, estando en Castilla, Pedro de Alvarado entabló amistad con Francisco de

los Cobos, el poderoso secretario de estado del emperador Carlos V, vínculo materializado
7
AGI, Guatemala, 402, L.2, 2 de agosto de 1547; ver también AHN, Ordenes Militares, Caballeros, Santiago,
Exp. 8874, testimonio de Francisco Marroquín de Mendoza.
8
Genealogías Hispanas “ALVARADO. Los de Extremadura, que pasan a América”, en
<http://www.euskalnet.net/laviana/gen_hispanas/alvarado.htm>, página visitada a 18 de marzo de 2006.
6

en relaciones comerciales y regalos. En diciembre de ese año, Francisco de los Cobos, el

Dr. Beltrán de la Cueva y Pedro de Alvarado concertaron una compañía para exportar 600

esclavos negros a las minas de oro de Guatemala. Tres días antes de efectuarse el contrato,

Alvarado había sido nombrado gobernador y adelantado de Guatemala, con un salario anual

de 562.500 maravedís.9

Bernal Díaz del Castillo sostuvo que Pedro de Alvarado consiguió ese cargo gracias

al apoyo de Beltrán de la Cueva (Duque de Alburquerque), Don Pedro de la Cueva

(Comendador Mayor de Alcántara), y Don Alonso de la Cueva, parientes todos de

Francisca de la Cueva, con quien el adelantado de Guatemala se casó por esos días. 10 Dicha

información contrasta con la opinión del cronista Antonio de Herrera y Tordesilla, en cuya

obra asevera que en la concesión del nombramiento intervino Francisco de los Cobos.11

Especulaciones a parte, la documentación refrenda que en 1529 Francisco de los

Cobos solicitó a su sobrino Juan Vázquez de Molina que acudiese a Doña Elvira de

Mendoza, con el objeto de conseguir que la Reina Juana diese una dote a Beatriz de la

Cueva, la segunda esposa de Pedro de Alvarado; y también es un hecho probado la

intervención de Francisco de los Cobos en la obtención de la dispensa papal que permitió a

Alvarado contraer matrimonio con la hermana de su primera mujer cuando ésta falleció. 12

9
KENISTON, H., Francisco de los Cobos Secretario de Carlos V, 1980, p. 103.
10
DIAZ DEL CASTILLO, Bernal, La Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España, citado por
HAEUSLER YELA, Carlos, Diccionario General de Guatemala, Guatemala, 1983, T.I, p. 482.
11
HERRERA Y TORDESILLAS, Antonio de, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas
y Tierra Firme del Mar Océano, Tomo VIII, Década IV, Lib. II, Cap. III, p. 95.
12
KENISTON, H., Francisco de los Cobos Secretario de Carlos V, 1980, p. 103.
7

El interés de Francisco de los Cobos por promover esos matrimonios provenía, al

parecer, de su lejano parentesco con ambas hermanas. En efecto, Juana Rodríguez,

bisabuela paterna de Francisco de los Cobos, había sido tía de Beltrán de la Cueva, favorito

de Enrique IV, rey que le concedió, en 1462, el título de Conde de Ledesma, y el 26 de

noviembre de 1464 el de Duque de Alburquerque.13

Francisca y Beatriz de la Cueva eran sobrinas nietas del primer Duque de

Alburquerque, y el nexo establecido con Pedro de Alvarado a través de su matrimonio con

ellas favoreció la marcha a Centroamérica, en condiciones ventajosas, de personas

emparentadas con ambas mujeres. Entre los parientes emigrados a Indias se encontraban

Cristóbal de la Cueva, paje de Carlos V y primer factor de Guatemala; Juan de Mendoza,

capitán de conquista de la Choluteca,14 y naturalmente, Francisco de la Cueva.

Sobre como percibían los conquistadores al linaje de las esposas de Pedro de

Alvarado, en la residencia de Cristóbal de la Cueva, en 1535, un testigo depuso que éste era

el caballero de la más alta sangra radicado en Guatemala.15

Al igual que sus primas Francisca y Beatriz, Francisco de la Cueva también era

sobrino nieto del primer Duque de Alburquerque, pues su abuela, Leonor de la Cueva, era

hermana del Duque. El matrimonio de Leonor de la Cueva con Esteban de Villacreces

vinculó a su descendencia con los Villacreces, un linaje poderoso de Jerez de la Frontera.

De su unión nació Juan de Villacreces y de la Cueva, padre de Francisco de la Cueva, cuya

13
ATIENZA, J de, Diccionario Nobiliario, Madrid, E. Aguilar, 1954, p. 327.
14
En la residencia de Cristóbal de la Cueva un testigo depuso que Don Cristóbal era nieto del primer Duque
de Alburquerque, que era abuelo del que en esos días vivía; en el mismo expediente, otro testigo en la Villa de
San Miguel indicó que Juan de Mendoza era pariente de Cristóbal de la Cueva, probablemente el nexo
familiar provenía de la esposa de Francisco de los Cobos, que se llamaba María de Mendoza. Ver AGI,
Justicia, 296, Nº2, R.1, Residencia del Capitán Cristóbal de la Cueva, San Miguel y Santiago, 1536-1537.
15
AGI, Justicia, 296, Nº1, R.2, Residencia de Don Cristóbal de la Cueva, San Miguel y Guatemala, 1535-
1537.
8

boda con Teresa Villavicencio y Zurita constituyó un acto de endogamia de la elite local,

dado que los Villavicencio también eran parte de los linajes prominentes jerezanos. 16

Sin ser una de las principales urbes españolas, Jerez de la Frontera era uno los

núcleos de población más importantes de Andalucía, pues en 1534 ya contaba con 3.751

vecinos.17 Su cercanía a Sevilla, y a otros puertos andaluces, la colocaron en una posición

excelente para participar en el comercio transatlántico que floreció a lo largo del siglo XVI.

Como se demostrará adelante, esos datos deben de considerarse al analizar la posición de

Francisco de la Cueva y su descendencia.

En todo caso, y a pesar de sus antecedentes, Francisco de la Cueva no las tenía todas

consigo. Su padre había vinculado, en 1527, el grueso de sus bienes a un mayorazgo, y al

ser Francisco hijo segundo del matrimonio, debió asegurarse su futuro sin esperar gran cosa

del patrimonio familiar.18 El casamiento de sus primas con Pedro de Alvarado le abrió las

puertas a las Indias, a donde se embarcó esperando obtener el favor del adelantado de

Guatemala. Gracias a la influencia de su prima Beatriz, Francisco de la Cueva fue

nombrado gobernador interino de Guatemala cuando Pedro de Alvarado partió por la mar

del sur en demanda de la China y las siete ciudades de Cibola.19

La repentina muerte de Alvarado, y el trágico deceso de su esposa Beatriz en el

desastre de Almolonga, privaron a Francisco de la Cueva de los apoyos más poderosos con

que había contado en Centroamérica. En este contexto contrajo matrimonio con Leonor de
16
Ver al respecto SANCHEZ SAUS, Rafael, Linajes Medievales de Jerez de la Frontera, Tomo I, Sevilla,
1996, pp. 59-60, 210-214, 216-229.
17
FLORES VARELA, Carlos, “La evolución de la población urbana de Andalucía en los siglos XV y XVI”,
p.7, en http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/02143038articulos/ELEM0505110097A.PDF.
18
AMJF, Fondo Soto Molina, Legajo 3, Expediente Nº 88, “Cláusulas del mayorazgo que en virtud de Real
Facultad fundó Don Juan de Villacreces, por escritura que otorgó en 28 de octubre de 1527 y agregación que
por otra escritura hizo en el año de 1536”, Granada, siete de septiembre de 1731; ver AHN, Ordenes
Militares, Caballeros, Santiago, Expediente 8874, en Jerez de la Frontera, el testigo Fernando López de Castro
decía que su padre le había comentado que Francisco de la Cueva “...por ser hermano segundo passo a las
yndias...”, y lo mismo depuso el testigo Pedro de Torres Gaitán.
19
RECINOS, A, Doña Leonor de Alvarado y otros Estudios, Guatemala, 1958, p. 40.
9

Alvarado, superviviente de la tromba de agua que arrasó a Santiago, y a la sazón viuda de

Pedro de Portocarrero, tío político de Pedro de Alvarado, y su hombre de confianza, con

quién el adelantado casó a su hija años atrás. Con este enlace, Francisco de la Cueva

consolidó su posición como vecino de la naciente ciudad de Guatemala, sin dejar de

participar, por ello, como miembro de su comunidad natal de Jerez de la Frontera.

EL MARCO ECONÓMICO FAMILIAR

Hacia 1574, la ciudad de Santiago, con sus 500 vecinos, era la mayor colonia

hispana no sólo de Guatemala, si no de toda Centroamérica. 20 A pesar de la distancia

demográfica que la separaba de Jerez de la Frontera, la urbe contaba con el atractivo de ser

la capital de la gobernación de Guatemala, sede de su obispado, y desde 1548, sede de la

Audiencia de los Confines. En cualquier caso, uno de los mayores incentivos para asentarse

allí radicaba en la posibilidad de acceder a una encomienda, máxime si se considera que la

población nativa guatemalteca era la más grande y compleja del istmo.

Las encomiendas aseguraban a sus titulares unos tributos que les permitían llevar

una vida semejante a la de la nobleza ibérica, y aunque los conquistadores de la tierra

reclamaban para sí la preferencia en su adjudicación, poco pudieron hacer para evitar que

las autoridades encargadas de repartirlas las entregasen a personas bien relacionadas con las

distintas esferas de poder de la sociedad hispana. En tal sentido, el caso de Francisco de la

Cueva resulta paradigmático, pues sin haber participado en el sometimiento de la población

indígena, logró asegurarse algunas de las más grandes encomiendas centroamericanas.

Por los motivos expuestos, el reparto de encomiendas es un indicador relevante al

momento de analizar la posición de los distintos linajes dentro de la sociedad colonial

durante el siglo XVI. Dicho lo anterior, conviene matizar la existencia de excepciones,

20
LÓPEZ DE VELASCO, Juan, Geografía y Descripción General de las Indias, 1971, pp. 145, 148 y 150.
10

como el caso del conquistador Juan de Espinar, sastre de origen humilde, y a pesar de ello

encomendero de Huehuetenango, uno de los pueblos más populosos de los altos de

Guatemala.21 Debido a ello, el acceso a las encomiendas debe usarse junto a otras variables

para ponderar su utilidad como indicador relacional con el núcleo del poder colonial.

Retomando el caso de Francisco de la Cueva, su ubicación como gobernador de

Guatemala en 1541, justo antes de la entrada en vigor de las Leyes Nuevas, le permitió

apropiarse de las encomiendas de Soloma, Chandelgueve, Amayuca, Jumaitepeque y

Tacuba, pueblos vacos por la muerte de los conquistadores Luis de Vivar y Sebastián del

Mármol; mientras que Leonor de Alvarado, como heredera de Pedro de Portocarrero,

percibía los tributos de Sacatepeque y Ostuncalco, y debido a un traspaso intervivos hecho

por su padre Pedro de Alvarado, recibía también la mitad de los tributos de Atitlán. La boda

de ambos encomenderos originó la mayor encomienda de Centroamérica, a pesar de existir

una cédula real que prohibía acumular una encomienda sobre otra, y que obligaba a los

contrayentes a elegir una de las dos.22

Fuere como fuese, la unión de ambas encomiendas se consumó solo de forma

parcial, y después de un tedioso proceso, pues tras morir Pedro de Alvarado, Alonso de

Maldonado, actuando como oidor de la Audiencia de México, despojó al matrimonio de los

pueblos de Sacatepeque y Ostuncalco con la intención de entregárselos a su hermano

Martín de Guzmán.23 Tras un largo litigio, los de la Cueva Alvarado perdieron la posesión

de los pueblos de Chandelgueve, Soloma, Amayuca, Tacuba y Atitlán, recuperando la de

Sacatepeque – Ostuncalco, y reteniendo la de Jumaitepeque. 24 La sentencia referida, sin


21
KRAMER, Wendy, W. George Lovell y Christopher H. Lutz, “La Conquista Española de Centroamérica”,
en PINTO SORIA, Julio (Editor), Historia General de Centroamérica, Tomo II, San José, 1994, p. 51.
22
AGI, Guatemala, 110, Nº 35, 27 de mayo de 1542; AGI, Guatemala, 52, 1557.
23
AGI, Guatemala, 110, Nº 35, 27 de mayo de 1542; AGI, Guatemala, 52, 1557.
24
AGI, Guatemala, 52, Traslado de documentos solicitados por Francisco de la Cueva, Guatemala, 28 de
enero de 1573.
11

embargo, les permitió consolidarse como los principales encomenderos de Centroamérica

durante la segunda mitad del siglo XVI, pues en Guatemala sus 2.100 tributarios sólo los

superaban los pueblos de indios de la Real Corona, que sumaban 3.044 tributarios.25

La consecución de ese fallo no sació las expectativas tributarias del matrimonio.

Una vez consolidada su posición en Guatemala, Francisco de la Cueva procuró recuperar

las encomiendas de Pedro de Alvarado, cuyas rentas calculaba en 20,000 pesos. Consiente

del prestigio de su linaje, y de que su esposa era hija del difunto adelantado, usó ambos

argumentos esperando obtener de la Corona las encomiendas de su suegro. Aunque no

alcanzó su objetivo, Felipe II concedió 2.000 pesos de renta adicional al hijo mayor del

matrimonio residente en Guatemala, encomiendas traspasadas en 1577 a Leonor de

Alvarado.26 En 1586, ya muertos Francisco de la Cueva y Leonor de Alvarado, su

encomienda proporcionaba tributos valorados en 3.000 pesos anuales, que sumados a los

2.000 concedidos por Felipe II, aportaban 5.000 pesos a la familia.27

Los tributos percibidos variaron con el tiempo, tanto por el decrecimiento

demográfico, como debido a la moderación de las tasaciones. De tal manera, la población

de Ostuncalco, que en 1549 poseía 2.000 tributarios, se redujo a 2.006 habitantes en torno a

la década de 1570.28 En cuanto a la moderación de las tasaciones, Feldman documentó

25
FELDMAN, L. H., Indian Payment in Kind the Sixteenth Century Encomiendas of Guatemala, Culver City,
1992, p. 80. El proceso de acumulación de encomiendas por parte de los de la Cueva Alvarado dejó un amplio
rastro documental, en buena parte reflejado en la obra citada, ver pp. 16, 17, 18.
26
Se trata de los pueblos de Tecoaco y Zacapa, vacas por la muerte de Andrés Molina, FELDMAN, L. H.,
Indian Payment in Kind the Sixteenth Century Encomiendas of Guatemala, Culver City, 1992, p. .
27
AGI, Guatemala, 394, l.5, Real Cédula al Presidente de la Audiencia, San Lorenzo El Real, 1 de abril de
1572; AGI, Guatemala, 52, “Encomiendan al hijo mayor de Francisco de la Cueva ciertos pueblos hasta en
2.000 pesos de renta, en reconocimiento de los méritos y servicios suyos y de sus suegro Don Pedro de
Alvarado”, Santiago, 28 de enero de de 1573; AGI, Guatemala, 1, Nº4, “La forma en que parece se podría
dividir el repartimiento que vacó en Guatemala por Doña Leonor de Alvarado entre tres hijos que quedaron”,
Madrid, 2 de octubre de 1586.
28
Andrés García de Céspedes, “Relación del Obispado de Guatemala”, 1572, en ACUÑA, René, Relaciones
Geográficas del siglo XVI:Guatemala”, México, 1982, p. 180-181; otros datos sugieren una despoblación
más acusada, pues a penas contabilizan entre 1.200 o 1.400 habitantes para Ostuncalco, ver FELDMAN, L.
H., Indian Payment in Kind the Sixteenth Century Encomiendas of Guatemala, Culver City, 1992, p. 18.
12

hasta nueve productos sujetos a tributación en 1549 (maíz, frijoles, gallinas, huevos, miel,

chile, mantas, sobrecamas, paramentos y cacao), e incluso la obligación de proporcionar 20

personas para el servicio personal; mientras en 1569 los tributos identificados se limitan a

tres productos (maíz, conejos y cacao), aunque en 1595 tributaban maíz, cacao y mantas de

algodón. Por todo lo anterior, las cantidades percibidas en 1569 distaban de las obtenidas

20 años atrás, pues si en 1549 entregaron 800 fanegas de maíz, en 1569 sólo pagaron 38,

mientras que el tributo en cacao se redujo de 100 a 12.5 xiquipiles.29

La tributación en cacao amerita una mención especial. Durante el Período

Postclásico de Mesoamérica (1000 a 1524 de nuestra era) dicho producto se usó como

instrumento de cambio y reserva, función que siguió cumpliendo tras la conquista durante

mucho tiempo debido a la escasez crónica de monedas padecida en las colonias

americanas.30 Por otro lado, ya desde 1540 los mercados coloniales de la Nueva España

demandaron ampliamente cacao, tornando tan rentable su comercialización que los

españoles llamaban minas a sus plantaciones. El efecto de la demanda influyó sobre el

precio de la carga de cacao, que de 100 reales tasados en 1525 pasó a valer más de 300

reales. Por las razones citadas, los vecinos españoles de Guatemala procuraron controlar la

producción del cacao, actividad donde participó de forma activa Francisco de la Cueva. 31

Las indagaciones de Elías Zamora Acosta y Lawrence Feldman confirman la

existencia de pueblos cacaoteros en la encomienda de Francisco de la Cueva, entre los que

29
FELDMAN, L. H., Indian Payment in Kind the Sixteenth Century Encomiendas of Guatemala, Culver City,
1992, pp. 17-18; en cuanto a los tributo de 1595 ver Juan de Pineda, “Avisos de lo tocante a la provincia de
Guatemala”, 1595, en ACUÑA, René, Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Guatemala, México, UNAM,
1982, p. 132.
30
CIPOLLA, Carlo, La Odisea de la Plata Española, Barcelona, 1999, p. 67.
31
ZAMORA ACOSTA, Elías, Los Mayas de las Tierras Altas en el Siglo XVI, Sevilla, 1985, pp. 132, 133,
232-235, y 249.
13

documentaron a Santa Catalina, Magdalena Coatepeque, San Pablo, Santa Lucía Malacatán,

Zazitepeque y Tecpintepeque, todos ellos sujetos a Sacatepeque - Ostuncalco.32

Sobre la cantidad de cacao percibido de la encomienda de Sacatepeque - Ostuncalco

no existe acuerdo, pues Stanislawski la cifra en 380 xiquipiles en 1549, mientras Lawrence

Feldman la estima en 100 xiquipiles. Fuera lo uno o lo otro, si nos fiamos de los datos

recopilados por Stanislawski para ese mismo año, tal cantidad distaba de la percibida por

otros encomenderos de Guatemala, como Juan de Guzmán, Girón, Juan López o Gaspar

Arias, que recibían 1.172, 1.000, 688 y 650 xiquipiles respectivamente. 33 Pero ya fuesen

380 o 100 xiquipiles, dicho tributo no era desdeñable si se compara con los 60 pagados

cada año a la corona por Çoçumba, en la gobernación de Honduras, entre 1549 y 1558,

máxime si se considera que los nativos en cuestión solo tributaban cacao.34

Queda claro, entonces, que, aun siendo apreciable la cantidad de cacao percibida de

Sacatepeque - Ostuncalco, el grueso del valor de sus tributos no provenía de ese rubro, si no

de otros productos; aunque ese hecho no implicó la exclusión de Francisco de la Cueva y

Leonor de Alvarado de la que era la principal actividad económica de Guatemala. Se sabe

que, a parte de percibir cacao como tributo, algunos españoles accedieron a parte de su

producción por medio del comercio con los nativos. 35 Según Elías Zamora, la rentabilidad

de ese comercio explica el desinterés de los colonos por adquirir tierras en la bocacosta

32
ZAMORA ACOSTA, Elías, Los Mayas de las Tierras Altas en el Siglo XVI, Sevilla, 1985, pp. 346-347;
CENTRO DE INVESTIGACIONES CAMPESINAS, Monografía del Municipio de Ostuncalco”,
Quezaltenango, 1991, pp. 17-19; FELDMAN, L. H., Indian Payment in Kind the Sixteenth Century
Encomiendas of Guatemala, Culver City, 1992, pp. 17-18.
33
STANISLAWSKI, Dan, Guatemala Village of the Sixteenth Century, en
<www.libro.uca.edu/guatemala/guatemala3.htm>, pág. visitada a 18 de marzo de 2006.
34
Para ver las obligaciones tributarias de Çoçumba a la Real Corona ver AGI, Contaduría, Legajos 987, 988,
989, 990 y 991.
35
ZAMORA ACOSTA, Elías, Los Mayas de las Tierras Altas en el Siglo XVI, Sevilla, 1985, pp. 232 – 233.
14

guatemalteca, pues era más rentable comprar cacao a los indígenas que cultivarlo. 36 Pero

en el caso de los de la Cueva Alvarado no parece haber sido esa la situación.

En efecto, en la documentación revisada no consta la intervención de Francisco de

la Cueva, o los miembros de su grupo de descendencia, en la compra venta del cacao a los

nativos; ahora bien, lo que los protocolos notariales si demuestran es que en 1570 Juan

Maldonado de Guzmán impuso un censo a favor de Francisco de la Cueva sobre una milpa,

en términos del pueblo de Atequipaque, donde tenía sembrados 1.500 pies de cacao, junto

con un cultivo de arroz, sitios y casas, más cuatro esclavos.37

La familia, además, fue dueña de la milpa de cacao Santa Margarita, llamada

también de Luis de Mercado, cerca de la villa de la Trinidad, la cual incluía una casa con su

ermita, equinos, herramientas, costales, y nueve esclavos negros. 38 En los pleitos por la

herencia de Leonor de Alvarado se barajó que la milpa valía entre 20.000 y 24.000

tostones,39 estimándose su productividad media en cien cargas anuales de cacao. 40 Como en

ese mismo año los de la Cueva Alvarado remataron diversas cargas de cacao de la milpa a

un precio de 27 a 29 tostones por carga, 41 el valor medio de su producción puede estimarse

en torno a 2.700 y 2.900 tostones por año, cifra que induce a pensar que bajo ciertas

circunstancias el cultivo del cacao era una lo suficientemente lucrativo como para que los

encomenderos más grandes del istmo invirtiesen en él.

El negocio del cacao fluctuó enormemente debido a los vaivenes del mercado. En

opinión del ingeniero Baptista Antonelli, que recorrió el norte de Centroamérica en 1590, el

cacao era una de las dos principales mercaderías de la región:


36
ZAMORA ACOSTA, Elías, Los Mayas de las Tierras Altas en el Siglo XVI, Sevilla, 1985, pp. 300.
37
AGCA, A1.20 Leg. 440, Fol. 13, año 1570.
38
AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, año..
39
AGCA, A1.43 Leg. 4812 Exp. 41499, año 1587.
40
AGCA, A1.43 Leg. 4810 Exp. 41493, año 1587.
41
AGCA, A1.43 Leg. 4812 Exp. 41499, año 1587.
15

“..no tienen estas provinçias trato ni comerçio sino es de añir y cacao, que es una

fruta como piñones, que della hazen bebida, y desta dicha fruta se gasta mucho en la Nueva

España, y el año que ay buena cossecha entran en esta provinçia más de çient mill ducados,

y el año que no azierta la cossecha están todas estas provincias pobres, como lo está de

pressente, por que los años atrás a abido muy mala cossecha de la dicha fruta..” 42

La merma en el negocio del cacao, sin embargo, databa de años atrás, cuando la

producción cacaotera sudamericana, con un producto de inferior calidad, pero bastante más

barato, incidió sobre las exportaciones guatemaltecas.43

Como los de la Cueva Alvarado estaban implicados en otras esferas productivas,

podría suponerse que la merma del mercado cacaotero novo hispano lo cubrieron con otros

tributos procedentes de su encomienda, o con productos obtenidos en otras estancias. El

inventario de documentos resguardados por un hijo de Leonor de Alvarado acredita que el

matrimonio antigüeño, además de la milpa de cacao, tuvo seis caballerías de tierra junto a

Sacatepeque, una estancia de ganado en términos de Jumaitepeque, una venta y estancia de

12 caballerías junto al Golfo Dulce, otra estancia para criar ovejas junto a Ostuncalco, la

estancia llamada de Juan Luis junto al Río de los Esclavos, la estancia ganadera de

Sumazate, más la venta de Cerro Redondo. 44 Pero a pesar de esas posesiones, más

innumerables censos y casas que alquilaban, la caída del precio del cacao les afectó tanto

como al resto de los colonos guatemaltecos.

En 1575, los funcionarios reales de Guatemala describieron a la corona el efecto

adverso de la pérdida del mercado mexicano sobre la economía local:

42
AGI, Patronato 183, Nº1, Ramo 16, “Relacion del Puerto de Caballos y su fortificación”, la Habana, siete
de octubre de 1590.
43
MACLEOD, Murdo J., Historia socioeconómica de la América Central española, 1520-1720, Guatemala,
Editorial Piedra Santa, 1980, pp. 78-82.
44
AGCA, A1.43 Leg. 4836 Exp. 41597, Año 1608.
16

“Esta tierra está muy necesitada a causa del poco dinero que ay en ella y de la baxa

del presçio del cacao, prinçipal cosa y trato desta tierra; como no ay demanda del de la

Nueva España, adonde se suele gastar, y de donde se suele traer dineros, por el lo qual

tanbién a causado mucha baxa en el prescio de todas las cosas que se crían en esta tierra, y

como dellas es la rrenta que tiene Vuestra Majestad, a dado en ella también baxa y

dificultad en la cobrança...”45

Dado el volumen de tributos, bienes inmuebles y censos en posesión de los de la

Cueva Alvarado, no debe dudarse que sus ingresos anuales siguieron contándose en miles

de tostones. Pero si nos fiamos de las palabras de los funcionarios reales, la merma en sus

ingresos monetarios también debió de ser cuantiosa.

Para continuar manteniendo un nivel de vida honorable se imponía encontrar un

producto que restaurase el nivel adquisitivo familiar, pues el precio de la carga de cacao

había caído de los 300 reales documentados por Elías Zamora a los 110 reales cobrados en

1586 (un tostón = 4 reales). La economía guatemalteca precisaba una mercadería de

aceptación universal, ya que hasta entonces el cacao era un alimento de lujo consumido en

exclusiva en el mercado Novo Hispano. Y cuando la crisis alcanzaba sus cotas más

profundas, en 1569 llegaron noticias de la provincia de Honduras sobre el descubrimiento

de unas minas de plata en el Cerro de San Lorenzo Guazucarán.

Hasta la década de 1550, los placeres auríferos hondureños proporcionaron las

remesas más grandes de metales preciosos de Centroamérica; pero el agotamiento de los

yacimientos, y las limitaciones en el uso de los nativos en la minería, restringieron la

producción. Durante el apogeo del lavado de oro, algunos vecinos guatemaltecos tuvieron

en la gobernación vecina extensas cuadrillas de esclavos, acaparando la mayor parte del

45
AGI, Guatemala 45, Nº55, “Carta de los oficiales reales de Guatemala a su Majestad”, Santiago de
Guatemala, 30 de septiembre de 1575.
17

metal dorado.46 La noticia no era nueva para los de la Cueva Alvarado, pues el propio Pedro

de Alvarado poseyó en Honduras una enorme cuadrilla. El ejemplo estaba servido.

Pero extraer plata era una cosa bastante distinta a lavar oro. No bastaba para ello

emplear esclavos, barras y bateas, y aun siendo alta la inversión necesaria para formar y

avituallar una cuadrilla dedicada al lavado de placeres auríferos, todavía más caro era

organizar la explotación de una veta mineral. Además de conseguir la mano de obra y las

herramientas, hacia falta construir ingenios para moler la broza, hornos de fundición y

hornos de afinamiento, y en caso de beneficiar los minerales por azogue, era necesario

asegurarse el aprovisionamiento regular de mercurio y sal; y si se utilizaba el método

tradicional de fundición, greta y cendrada cuando los minerales carecieran de plomo.

Una vez que la industria extractiva comenzara a funcionar, todos los pasos descritos

precisaban de operarios especializados, tanto para construir los ingenios y hornos, como

para supervisar la excavación de galerías, el procesamiento de la broza, y el avituallamiento

de la hacienda. Y como los colonos hondureños carecían del capital, la mano de obra y los

conocimientos, las minas permanecieron ociosas hasta mediados de la década de 1570.

Mientras tanto, Francisco de la Cueva y Leonor de Alvarado debieron sopesar los

riesgos y posibilidades del negocio extractivo. Ellos poseían el capital, pero carecían de la

experiencia pertinente. Al final, la idea tomó forma cuando contactaron con Alonso

Verdugo Montalvo, minero de las minas de Nejapa, en Oaxaca, 47 con quien formaron una

compañía. Como se deduce del inventario de bienes de Doña Leonor, los de la Cueva

Alvarado aportaron 60 esclavos negros, y capital para comprar minas, herramientas, mulas,

46
NEWSON, Linda, El Costo de la conquista, Tegucigalpa, 1992, pp. 162-164.
47
AGI, Patronato, 78b, Nº2, R.9, “Probanza de méritos y servicios de Alonso Verdugo Montalvo y la de su
suegro Don Diego de Manzanares”, Comayagua y Santiago de Guatemala, 1569-1587.
18

caballos, y para construir hornos e ingenios; y Alonso Verdugo aportó capital, y sin lugar a

dudas el compromiso de trasladarse a Honduras para sacar adelante a la empresa.48

Entre el personal contratado para iniciar la explotación se encontraba el

administrador de minas Francisco de Coto, y el ingeniero portugués Diego Juárez,

encargado de construir las maquinarias para procesar el mineral. Posteriormente, Diego

Juárez construyó ingenios para otras compañías mineras establecidas en Honduras, y al

final formó su propia compañía con Francisco de Coto, y se asentó como minero en

Tegucigalpa,49 donde al parecer murió antes de 1593.50 Puede decirse, con justicia, que los

de la Cueva Alvarado, junto con Alonso Verdugo Montalvo, el mayordomo Francisco de

Coto, el ingeniero Diego Juárez, los 60 esclavos negros, y los indígenas de repartimiento,

fueron los pioneros de la minería de la plata a escala industrial en Honduras.

Una vez instalado en Honduras, Alonso Verdugo compró acciones de las minas más

rentables de Guazucarán, y fundó una hacienda a la que llamó “San Sebastián”. Diego

Juárez construyó para ellos, en 1574, un molino hidráulico con seis almádanas de hierro de

sesenta libras cada una.51 La inversión hecha debió ser cuantiosa, puesto que ingenios

similares, construidos ese mismo año en Potosí, se tasaron en un precio medio de 30.125

pesos.52 Y en lo que se refiere a los esclavos negros, en la misma Honduras su precio osciló,

48
AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, Año 1608.
49
AGI, Indiferente, 2060, Nº34, “Expediente de Diego Juárez”, Sevilla, sin fecha.
50
En las cuentas de contaduría del año de 1593 se hizo cargo a Francisco de Coto y los herederos de Diego
Juárez de 537 pesos 5 tomines 2 granos por deudas de azogue. AGI, Contaduría, 989, cuentas de los años
1578 a 1593.
51
AGI, México, 257, “Diligencias hechas por el capitán Pero Ochoa de Leguiçamo en las minas de Santa
Lucía Teguiçigalpa las quales vido ocularmente para informar a su majestad de la calidad de las dichas
minas”, Tegucigalpa, 29 de agosto de 1590; RAHM, 9/4663 Nº 15, “Relación y parecer de Don Francisco de
Valverde sobre la mudanza de la navegación de Nombre de Dios a Puerto Caballos”, Trujillo, 24 de agosto de
1590.
52
BAKEWELL, Peter, “Technological change in Potosí: the silver boom of the 1570´s”, en KELLENBENZ,
H. y Richard Koneztzke (Editores), Jahrbuch für Gestchichte von staat, Wirtschaft und Gesellschaft
Lateinnamerikas, Böhlau, Verlag, Köln, Wien, 1977, p. 70.
19

según su pericia minera, entre los 220 y los 500 pesos. 53 A esa suma se añade el precio de

las acciones sobre las minas, las mulas, caballos, herramientas, etc. No extraña, por lo

tanto, que a comienzos del siglo XVII un heredero de Francisco de la Cueva y Leonor de

Alvarado proclamase, de forma hiperbólica, que éstos habían gastado más de cien mil pesos

en levantar y avituallar las minas.54

Cuando los ingenios estuvieron ensamblados, la Real Hacienda de la Gobernación

de Honduras recaudó en concepto del quintado de metales al diezmo, 55 99 marcos siete

ochavas de plata, entre el tres de noviembre de 1574 y el tres de enero de 1576, cantidad

cobrada por cerca de 1.000 marcos de plata procesada casi toda en la Hacienda de Minas de

San Sebastián.56 A pesar de la enorme cantidad de dinero invertida, no puede dudarse de la

rentabilidad de la empresa mientras duró el apogeo de la minería argentífera hondureña en

el siglo XVI. Aunque la documentación consultada no suele reportar las remesas de dinero

percibidas por los de la Cueva Alvarado, consta que un hijo de Leonor de Alvarado, en una

fecha indeterminada, rindió cuenta por 25.606 tostones que recibió de Francisco de Coto,

el administrador de Guazucarán.57

Hacia 1590, la Hacienda de Minas de San Sebastián poseía la mitad de las acciones

sobre la Enriqueña, más tres cuartas partes de la Descubridora, las dos únicas minas para

entonces labradas en el yacimiento, y contaba con otro molino hidráulico de seis

53
AGI, Guatemala, 402, L.3, “Real Cédula al gobernador de la provincia de Honduras”, Valladolid, 27 de
septiembre de 1553.
54
AGI, Guatemala, 63, “Memorial presentado por Nuño de Villavicencio sobre las minas de Guazucarán”, sin
data ni fecha.
55
Aunque las ordenanzas mineras establecían el pago de una quinta parte de los metales preciosos extraídos,
el presidente de la Audiencia, con la intención de animar a la explotación minera, autorizó que por dos años se
cobrase sólo el diezmo a los mineros que trabajasen en Honduras. AGI, Guatemala, 386, L. 2, “Carta a los
Oficiales de Guatemala”, Aranjuez, 15 de mayo de 1576.
56
AGI, Conrtaduría, 988, Cuentas de la Real hacienda de Honduras correspondientes al año 1575; AGI;
Guatemala, 44B, Nº 52, “Carta del Cabildo de San Pedro a su Majestad”, San Pedro de Puerto de Caballos, 1º
de abril de 1576.
57
AGCA; A1.43 Leg.4836 Exp. 41597, Año 1608.
20

almádanas.58 Sin lugar a dudas, durante el XVI fue la mayor explotación de plata existente

entre la Nueva España y el Perú, pues en el istmo no existía ninguna empresa minera que la

igualase, ni en número de esclavos, ni en poderío de maquinarias; y los yacimientos

argentíferos colombianos, los únicos de la región señalada que superaban a los hondureños

en reservas minerales, comenzaron a trabajarse hasta finales del siglo XVI.59

Cabe resaltar el alto número de esclavos destinados a las minas hondureñas, todos

los cuales eran propiedad de los de la Cueva Alvarado. Y con ser una cuadrilla grande, no

fueron los únicos en propiedad del matrimonio guatemalteco. El inventario de bienes de

Leonor de Alvarado especifica que también disponían de otros 25 repartidos en sus

estancias, a los cuales se suman, al menos, 17 empleados como personal doméstico. 60 En

otras palabras, la familia tuvo a su servicio unos 102 esclavos entre negros y mulatos,

cantidad que seguramente les situaba entre los más grandes esclavistas de Centroamérica,

aunque la falta de estudios sobre este tema impide hacer comparaciones.

En su conjunto, el repaso hecho a la base económica permite sostener que durante la

segunda mitad del siglo XVI la familia poseyó uno de los patrimonios más cuantiosos del

istmo. Los numerosos tributarios de su encomienda, cerca de 2.100 a mediados del siglo

XVI, les convirtieron en los mayores encomenderos del istmo. Su hacienda de minas fue la

más grande y costosa de cuantas se levantaron entre México y Colombia a lo largo de los

siglos XVI y XVII. Y sus estancias y milpas posiblemente les ubicaron entre los

terratenientes más conspicuos del Reino de Guatemala cuando menos. A semejante

58
AGI, México, 257, “Diligencias hechas por el capitán Pero Ochoa de Leguiçamo en las minas de Santa
Lucía Teguiçigalpa las quales vido ocularmente para informar a su majestad de la calidad de las dichas
minas”, Tegucigalpa, 29 de agosto de 1590; RAHM, 9/4663 Nº 15, “Relación y parecer de Don Francisco de
Valverde sobre la mudanza de la navegación de Nombre de Dios a Puerto Caballos”, Trujillo, 24 de agosto de
1590.
59
NEWSON, Linda, El Costo de la conquista, Tegucigalpa, 1992, pp. 219- 236; para Colombia ver RUIZ
RIVERA, Julián, La plata de Mariquita en el siglo XVII: Mita y producción, Tunja, 1979.
60
AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, Año 1608.
21

patrimonio todavía debe añadirse los 102 esclavos que tuvieron, así como los censos

establecidos a su favor, más una cantidad aun no establecida de casas en Guatemala.

Sólo resta determinar si a esa maquinaria económica se correspondió una política

sucesoria y matrimonial elitista, y una vez efectuado ese análisis, delimitar los factores que

intervinieron en la desconexión de la familia del núcleo del poder de la sociedad antigüeña.

A ello se dedicarán las últimas páginas de esta ponencia.

LA TRAMA RELACIONAL

El trabajo pionero de Adrián Recinos demostró que los de la Cueva Alvarado

tuvieron una descendencia numerosa, por lo menos en lo que atañe a su primera generación.

Diversos documentos atestiguan la existencia de tres hijos varones, Juan, Pedro y Esteban,

y de tres hijas mujeres, Beatriz, Lucía y Paula. 61 Aunque Beatriz de Alvarado era la mayor,

aquí se optó por presentar a los hermanos de acuerdo a su orden sucesorio, como lo

marcaban las leyes españoles del siglo XVI, que establecían la preferencia de los varones

sobre las mujeres, y la prelación de los mayores sobre los menores.

El motivó para presentar a los hijos de la familia de la manera referida se debe a que

Don Francisco y Doña Leonor, en virtud de un poder otorgado en Santiago de Guatemala a

27 de septiembre de 1558, fundaron un mayorazgo sobre el tercio y el quinto de sus bienes,

por vía de donación intervivos, a favor de Juan de Villacreces Alvarado, su hijo varón

mayor, y a la descendencia que éste tuviera. Las cláusulas del mayorazgo establecieron que

en caso de morir Juan de Villacreces sin descendencia, el mayorazgo debía pasar al hijo

varón segundo, y en su defecto al tercero, y si ninguno de ellos podía suceder, su titularidad

pasaría a las hijas, respetando el orden de preferencia de las mayores sobre las menores. 62
61
RECINOS, Adrián, Doña Leonor de Alvarado y otros estudios, Guatemala, Ed. Universitaria, 1958, p 49.
62
AMJF, Fondo Soto Molina, Leg. 3, Nº 88, Granada, siete de septiembre de 1731, “Por el Marqués de Casa
Villavicencio, vecino de la ciudad de Xerez de la Frontera, en el pleito con don Martín de Torres y
Villavicencio, vecino y veintiquatro de dicha ciudad, sobre la propiedad de el mayorazgo, y agregado fundado
22

No sería este el único vinculo de bienes establecido para uno de los hijos del

matrimonio, y como se verá más adelante, tampoco sería el único mayorazgo que

intervendría de forma decisiva sobre el devenir de la familia. Consta por testimonios que

Doña Leonor de Alvarado instituyó a favor de Esteban de Alvarado, su hijo varón menor, y

a los descendiente que éste tuviese, un vínculo sobre la tercia y quinta parte de sus bienes. 63

Tal duplicidad de vínculos originó con los años incontables pleitos entre los herederos.

El primer enlace matrimonial importante para el futuro familiar fue el de Juan de

Villacreces Alvarado, el varón mayor de los hermanos, y heredero del mayorazgo fundado

en 1558. La boda tuvo su origen en la sucesión del mayorazgo que su abuelo Juan de

Villacreces de la Cueva fundó en Jerez de la Frontera el año de 1527. Como Esteban de

Villacreces, el hermano de Francisco de la Cueva, falleció sin dejar hijo varón, el vínculo

recayó sobre Teresa de Villacreces, hija de Esteban de Villacreces. Tal como establecían

las cláusulas del mayorazgo, Teresa de Villacreces mandó a llamar a Guatemala a su primo

Juan de Villacreces Alvarado para casarse con él.64 La boda ocasionó no sólo la

concentración de los dos mayorazgos en una sola pareja, si no también el asentamiento del

primogénito de los de la Cueva Alvarado en Jerez de la Frontera.

No sería ese el único hijo emigrado a España. En fechas aun por determinar se

trasladaron a Andalucía tres hijos más del matrimonio. Entre los mismos se encontraba

Pedro de Villacreces Alvarado, segundo varón en la línea sucesoria familiar, que se casó

con Doña Mayor de Córdoba, nieta por parte de madre de Nuño de la Cueva, 65 cuyo abuelo

por Don Juan de Villacreces de la Cueva, vezino, y veintiquatro, que fue de dicha ciudad... etc”
63
AMJF, Fondo Soto Molina, Legajo 3, Nº88, Granada, siete de septiembre de 1731, alegato de D. Joseph
Alcalde Gómez de Salzeda, p. 8; también consta por una cláusula del testamento de Leonor de Alvarado
reproducida en AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, Año 1608.
64
AHN, Ordenes Militares, Caballeros, Santiago, Exp. 8874; AMJF, Fondo Soto Molina, Leg. 3, Exp. Nº 88,
Granada, siete de septiembre de 1731.
65
AHN, Ordenes Militares, Caballeros, Santiago, Exp. 8874
23

fue el primer Duque de Alburquerque.66 Lucía de Villacreces, la segunda hermana en la

línea sucesoria, se casó con Francisco Cuenca Villacreces Villavicencio, también natural y

vecino de Jerez.67 Y por último Paula de Alvarado, la menor de la familia, pasó como sus

otros hermanos a Jerez, donde falleció en 1600, aunque no se sabe si llegó a casarse.68

Cabe resaltar que las alianzas matrimoniales enumeradas se efectuaron con familias

prominentes de Jerez de la Frontera, en dos casos titulares de mayorazgos. Tal era la

situación de Teresa de Villacreces, heredera del mayorazgo fundado por Juan de

Villacreces de la Cueva en 1527; y así ocurría también con Francisco Cuenca Villacreces

Villavicencio, titular también de un mayorazgo. 69 Pero casarse con personas de tal nivel

implicaba una inversión cuantiosa por cada hijo, con el consiguiente menoscabo del

patrimonio familiar en Guatemala. Leonor de Alvarado, en su testamento, refirió las dotes

entregadas a sus hijas;70 y en el inventario de documentos de Don Esteban de Alvarado

consta una partida de plata para Doña Lucía en la flota de 1568; y otro documento de ese

mismo archivo testifica que Doña Leonor mandó 346 marcos de plata para Juan de

Villacreces con el capitán Toribio de Escalante.71

En Guatemala sólo permanecieron Beatriz y Esteban de Alvarado, si bien Pedro de

Villacreces Alvarado retornó por varios años a la provincia. Doña Beatriz contrajo nupcias

con Juan Maldonado de Guzmán, hijo de Martín de Guzmán, el hermano del Presidente

Alonso de Maldonado con quien los de la Cueva Alvarado litigaron la encomienda de

Sacatepeque - Ostuncalco.72 Juan Maldonado de Guzmán heredó de su padre, junto a


66
SANCHEZ SAUS, Rafael, Linajes Medievales de Jerez de la Frontera, Tomo II, Sevilla, 1996, pp. 59-60,
Tomo I, Sevilla, 1996, p. 267.
67
RECINOS, Adrián, Doña Leonor de Alvarado y otros estudios, Guatemala, Ed. Universitaria, 1958, p. 54.
68
AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, año 1608.
69
AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, año 1608.
70
AMJF, Fondo Soto Molina, Legajo 3, Nº88, Granada, siete de septiembre de 1731.
71
AGCA, A1.43, Leg. 4836 Exp. 41597, año 1608.
72
Adrián Recinos, en su artículo “Doña Leonor de Alvarado, hija del primer gobernador de Guatemala” (en
Doña Leonor de Alvarado y otros estudios, Guatemala, Ed. Universitaria, 1958, p. 52) escribió que Juan
24

diversos bienes, los derechos sobre los tributos de Zapotitlán y Pinula, 73 otra de las mayores

encomiendas centroamericanas, por lo que su boda puede considerarse como un enlace

dentro del núcleo del poder guatemalteco. Esteban se casó dos veces, aunque no se ha

localizado información sobre su primera esposa. Su segunda mujer se llamaba María de

Cepeda, cuyo patrimonio parece haber sido cuantioso, por lo que es muy probable que

también formara parte de las familias prominentes de Santiago.74

La política matrimonial referida, en conjunción con la sucesión en los mayorazgos,

y una serie de circunstancias adversas, tuvieron mucho que ver con la desconexión de la

descendencia de Francisco de la Cueva y Leonor de Alvarado del núcleo del poder de la

sociedad guatemalteca. Por un lado, buena parte de los hijos del matrimonio antigüeño

murió sin dejar descendencia; tal fue el caso de Juan de Villacreces, el de Esteban de

Alvarado, y el de Paula de Alvarado. Beatriz y Pedro tuvieron un solo hijo cada uno; y

Lucía, aunque fue madre de cuatro mujeres, vio como tres de ellas tomaban el hábito de

San Agustín. En su tercera generación, la línea sucesoria quedó restringida a tres nietos.

De los tres nietos referidos, Francisco Antonio Villacreces, hijo de Pedro de

Villacreces Alvarado, aunque nació en Guatemala, se trasladó con sus padres a vivir en

Jerez de la Frontera. Ya mayor de edad, contrajo matrimonio en dos ocasiones, pero murió

sin dejar descendencia.75 Martín de Guzmán, el hijo de Beatriz de Alvarado, permaneció en

Santiago, en donde se casó con Doña Margarita Chávez de Santiago, de cuya unión tuvo

dos hijas. Una de ellas profesaría como monja, y la otra, Francisca Maldonado de Guzmán,

Maldonado de Guzmán era hermano del presidente Maldonado, pero diversos documentos demuestran de que
se trataba de un sobrino de ese funcionario real, pues era hijo de Martín Maldonado, hermano del presidente,
y Francisca de Molina. Ver AGCA, A1.20 Leg. 733 Fol. 41 v, año 1566; Libro de Pareceres de la Real
Audiencia de Guatemala: 1571-1655, Guatemala, Academia de Geografía e Historia de Guatemala, 1996, pp.
235-236.
73
AGCA, A1.20 Leg. 733 Fol. 41 v, año 1566.
74
AGCA. A.43 Leg. 4837 Exp. 41606, año 1608.
75
RECINOS, Adrián, Doña Leonor de Alvarado y otros estudios, Guatemala, Ed. Universitaria, 1958, p. 54.
25

contrajo nupcias con su primo Juan de Alvarado, padre de sus dos hijos y seis hijas, de

quienes procede la única línea del linaje que permaneció en Guatemala. En Jerez de la

Frontera, por su parte, Juana Villavicencio y Villacreces, hija de Lucía, se casó con Nuño

Núñez de Villavicencio, dando origen al otro ramal superviviente de la familia. 76

Los anteriores datos genealógicos resultan pertinentes debido a su influencia sobre

el reparto de la fortuna familiar. En efecto, cuando Juan de Villacreces Alvarado y su

esposa murieron sin dejar hijos, el mayorazgo de Jerez de 1527, y el fundado en Guatemala

en 1558, pasaron a manos de Pedro de Villacreces Alvarado, forzando su retorno, junto con

su familia, de Guatemala a Jerez de la Frontera. Tras la muerte de Pedro de Villacreces

Alvarado, su hijo Francisco Antonio de Villacreces heredó ambos mayorazgos; pero como

éste no tuvo hijos que le sucedieran, cuando murió se desató un pleito por la titularidad de

los mayorazgos entre los familiares guatemaltecos y jerezanos.77

Idéntico resultado se dio en el reparto de la herencia de Francisco de la Cueva y

Leonor de Alvarado, muertos en 1576 y 1583 respectivamente. El enfrentamiento entre

Juan de Villacreces Alvarado y su hermano Esteban de Alvarado, herederos de los dos

mayorazgos instituidos por sus padres, llevó a que la fortuna permaneciera indivisa por más

de 20 años. Fue aquí cuando intervino con mayor fuerza el ramal jerezano del linaje, pues

en 1604 Nuño Núñez de Villavicencio, marido de Juana de Villavicencio y Villacreces,

obtuvo autorización para ir a Guatemala a reclamar la herencia de su esposa, que incluía los

76
Adrián Recinos no documentó a Juana Villavicencio y Villacreces, ni al ramal jerezano que descendió de
ella, que tanto protagonismo tuvo en la transmisión de la herencia familiar. Ver RECINOS, Adrián, Doña
Leonor de Alvarado y otros estudios, Guatemala, Ed. Universitaria, 1958, pp. 54-56; AGI, Indiferente, 2071,
Nº63, Información y licencia de pasajeros para Don Nuño Núñez de Villavicencio para ir a Guatemala, 1604;
AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, año de 1608; AMJF, Fondo Soto Molina, Leg. 3, Nº 88, año 1731.
77
AMJF, Fondo Soto Molina, Leg. 3, Nº 88, año 1731.
26

derechos de Paula y Lucía.78 Sobre su afortunada gestión nos da idea un memorial escrito

en 1615, en donde Nuño Núñez aparece ya como dueño de las minas de Guazucarán.79

Igual fortuna obtuvo Nuño Núñez de Villavicencio al litigar los mayorazgos tras

morir Francisco Antonio de Villacreces. El pleito se dirimió en la década de 1630 ante el

Consejo de Jerez, y fue llevado en grado de apelación a Granada, cuyo tribunal adjudicó la

titularidad del mayorazgo de 1527 a Nuño Núñez de Villavicencio y su esposa, y entregó el

de Francisco de la Cueva y Leonor de Alvarado, fundado en 1558, a Juan de Alvarado y su

mujer Francisca Maldonado de Guzmán. 80 Con los años, un descendiente de Nuño Núñez

de Villavicencio y Juana de Villavicencio Villacreces obtuvo el título de Marqués de Casa

Villavicencio, concedido por Felipe V en 1712, 81 cumpliendo así el sueño nobiliario al que

aspiró su antepasado Pedro de Alvarado en el siglo XVI.

En cuanto a las encomiendas, el enfrentamiento por su posesión tras morir Leonor

de Alvarado fue también encarnizado. En un principio, Pedro de Villacreces Alvarado

disfrutó parte de los tributos de 2.000 pesos que la corona concedió a la familia en la

década de 1570, motivo por el que Esteban, el menor de los varones, pidió que se le

adjudicasen los pueblos que vacaron por la muerte de su madre. El Consejo de Indias

propuso dividir la encomienda de Leonor de Alvarado en tres partes, entregando una a Juan

de Villacreces, que había retornado a Guatemala, otra a Esteban de Alvarado, y destinando

la tercera a completar los 2.000 pesos aprobados para Pedro de Villacreces Alvarado.82

78
AGI, Indiferente, 2071, Nº63, Información y licencia de pasajeros para Don Nuño Núñez de Villavicencio
para ir a Guatemala, 1604; AGCA, A1.43 Leg. 4837 Exp. 41606, año 1608.
79
AGI, Guatemala, 63, “Memorial presentado por Nuño Núñez de Villavicencio sobre las minas de
Guazucarán”, sin data ni fecha, visto en el Concejo el 11 de mayo de 1615.
80
AMJF, Fondo Soto Molina, Leg. 3, Nº 88, año 1731.
81
Armorial Popular, “Títulos Nobiliarios: Letra C”, en <www.armorialpopular.com/Titulos/C.html>; página
visitada a 21 de abril de 2006.
82
AGI, Guatemala, 1, Nº 4, “La forma en que parece que se podría dividir el repartimiento que vacó en
Guatemala por Doña Leonor de Alvarado entre tres hijos que quedaron”, Madrid, 2 de octubre de 1586.
27

Pese a las intenciones iniciales, los herederos de Leonor de Alvarado fueron

despojados de la mitad de la encomienda, perdiendo 1.300 pesos de tributos, mismos que se

adjudicaron a García de Castellanos y a las monjas de Santiago, con la condición de que sus

rentas se traspasarían después a la corona.83 Pese a obtener una real cédula el 23 de abril de

1587, Juan de Villacreces murió sin recibir su encomienda, mientras que al fallecer Esteban

de Alvarado y Pedro de Villacreces Alvarado, las suyas debieron entregarse a otras

personas, o debieron adjudicarse a la corona, pues en 1617 Francisca Maldonado de

Guzmán pidió una mejora en sus rentas, arguyendo que a pesar de ser la única descendiente

de Pedro de Alvarado afincada en Guatemala, su encomienda de Zapotitlán procedía en

exclusiva de los méritos de su abuelo Juan Maldonado de Guzmán.84

A pocas décadas del deceso de la pareja fundadora, el patrimonio familiar tan

pacientemente levantado se dispersó por ambas orillas del Atlántico, empujando a los

miembros asentados en Guatemala hacia la periferia de la sociedad colonial, mientras el

ramal andaluz se encumbraba poco a poco en el núcleo de la sociedad jerezana.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

No puede atribuirse a una sola causa la caída del linaje de la Cueva Alvarado en

Guatemala. Su paulatino desplazamiento hacia los márgenes del núcleo del poder colonial

se debió sin lugar a dudas a la interacción de factores procedentes tanto de la

infraestructura, como de la superestructura, y de la estructura social.

A un nivel de la infraestructura, la caída de la población indígenas repercutió sobre

los ingresos familiares, pues buena parte de ellos procedía de los tributos de las

encomiendas. Pero de igual forma, la posición más lejana de los descendientes con respecto
83
Libro de pareceres de la Real Audiencia de Guatemala: 1571-1655, Guatemala, Academia de Geografía e
Historia, 1996, pp. 46-47.
84
AGI, Guatemala, 64, Nº 6, “Méritos de Don Juan de Alvarado y Doña Francisca Maldonado de Guzmán,
nieta de Doña Leonor de Alvarado”, Guatemala, 26 de enero de 1617.
28

a la corona, las leyes de sucesión de encomiendas vigentes, y el desplazamiento de las

líneas mayores de sucesión hacia la península ibérica, favorecieron la pérdida de rentas,

pues todas las encomiendas de Leonor de Alvarado salieron de manos de sus descendientes.

Otros factores económicos implicados fueron la caída del precio del cacao, y la merma de

la producción minera a finales del siglo XVI. Pero los reveses económicos citados no

bastan para explicar el declive de los descendientes del matrimonio.

Desde el plano ideológico, ciertas persistencias feudales en la mentalidad de la

temprana elite encomendera, entorpecieron el reciclaje del ramal guatemalteco dentro de la

cambiante sociedad colonial del siglo XVII. Al respecto, basta atender las palabras

depuestas en Jerez por un testigo en el expediente de Francisco Antonio Villacreces, para

comprender las restricciones auto impuestas por los practicantes del ideal nobiliario:

“..es cosa notoria que el dicho Don Francisco Antonio y su padre no tuvieron ni an tenido

oficio, trato ni contrato vil, ni mecánico, sino que an vivido de sus rentas y mayorazgo que tienen en

esta ciudad, tratándose con la ostentación que el mayor grande, lo qual es público y sabido..” 85

La mentalidad rentista de los encomenderos pesaba como un lastre al momento de

adecuar la economía familiar a una realidad social cada vez más dominada por mercaderes.

Pero tampoco sería ese el único factor a tener en cuenta. Como ya fue señalado, la política

matrimonial de la familia, y las leyes de sucesión hispánicas, intervinieron de forma

decisiva en el porvenir del linaje.

Desde una lógica relacional, los enlaces estudiados de los hijos de Francisco de la

Cueva y de Leonor de Alvarado pueden considerarse exitosos. Todos se efectuaron con

miembros de linajes prominentes, tanto en Guatemala como en Jerez de la Frontera. Con el

85
AHN, Ordenes Militares, Caballeros, Santiago, Exp. 8874.
29

paso del tiempo, los vínculos entablados con el núcleo del poder jerezano tendrían

poderosas consecuencias sobre el futuro de la fortuna familiar.

Por otro lado, los hijos de Francisco y Leonor tuvieron una baja tasa de natalidad, ya

que tres murieron sin descendientes, dos tuvieron un hijo cada uno, y la última, aunque tuvo

cuatro hijas, sólo se le casó una, pues las tres restantes se hicieron monjas. Las leyes de

sucesión de encomiendas, y una política regia empeñada en recuperar los tributos vacos,

contribuyeron a castigar esa falta de herederos; y la marcha de más de la mitad de la prole

hacia Andalucía, acentuó las consecuencias de la baja natalidad, debido a los problemas

ligados a la herencia de los bienes familiares, y a la titularidad de los mayorazgos.

Las leyes hispánicas ubicaban, en efecto, en una posición central a los hijos varones

mayores de cara a la sucesión de los mayorazgos, aunque en caso de no haber hijo varón, la

posición central se transmitía a otros parientes, preferentemente un hermano menor del

titular. Tal normativa empujaba a muchos segundones, elementos periféricos dentro del

entramado familiar, a buscar nuevos horizontes donde prosperar.

Ejemplo claro de lo anterior lo brindó Juan de Alvarado, abuelo de Pedro de

Alvarado, e hijo segundo de Garcí Sánchez de Alvarado, señor de la Casa de Secadura,

emigrado a Extremadura en el siglo XV. En igual situación se encontró Francisco de la

Cueva, pues como hijo segundo prefirió buscar su futuro en Guatemala, donde hizo fortuna

gracias a los vínculos entablados entre su linaje y Pedro de Alvarado, y después a través de

su oportuno matrimonio con Leonor de Alvarado, la hija natural del adelantado.

Pero si las leyes empujaban a los miembros periféricos del linaje a buscar otros

derroteros, la muerte sin sucesión de los titulares del mayorazgo les colocaba, a ellos y a su

descendencia, en el dilema de elegir entre la posición alcanzada en su lugar de emigración y

el reclamo de los bienes vinculados en su lugar de origen. Tal situación incidió sobre el
30

devenir de los descendientes del matrimonio antigüeño, pues apartó a no pocos miembros

de la familia del núcleo de la elite del poder colonial guatemalteco, y favoreció, por el

contrario, su vinculación a la elite de Jerez de la Frontera.

En ese sentido, las consecuencias de la sucesión del mayorazgo fundado por Juan de

Villacreces de la Cueva en Jerez de la Frontera en1527 fueron relevantes, pues la falta de

herederos varones en dicha ciudad propició el traslado de la línea sucesoria mayor de la

familia de la Cueva Alvarado desde Santiago, junto con cuantiosos capitales, hacia

Andalucía, debilitando así la posición de la familia en Guatemala. Tal fue el caso de Juan

de Villacreces Alvarado, el de Pedro de Villacreces Alvarado, y el de Francisca Maldonado

de Guzmán, emigrados a Jerez de la Frontera para tomar posesión del mayorazgo.

En su momento álgido, la familia de la Cueva Alvarado participó de forma señera

en las elites de Santiago de Guatemala y de Jerez de la Frontera. Su grupo de descendencia

ocupaba entonces una posición central en ambas comunidades, como lo demuestran los

enlaces matrimoniales con los miembros de familias prominentes locales. Dentro de la

inmensa red social del imperio hispánico, sus intereses superaban el ámbito de lo local, e

incluso sobrepasaban los límites regionales, expandiéndose por ambas costas del Mar

Océano: encomiendas, censos, estancias, milpas, ventas y casas en Guatemala; hacienda de

minas en la gobernación de Honduras; y mayorazgos en Jerez de la Frontera.

Si durante la gobernación de Pedro de Alvarado la familia vivió una época de oro,

Francisco de la Cueva y Leonor de Alvarado erigieron su propia época de plata. Pero por

las circunstancias referidas, al final todo se quedó en nada. A medida que sus contactos con

las altas esferas del poder ibérico se diluyeron, y tras la pérdida de rentas, y la dispersión de

bienes, los descendientes guatemaltecos del matrimonio vivieron más de recuerdos que de

realidades. No extraña, por tanto, que para el siglo XVII el renovado núcleo de la elite de
31

Santiago no contase para sus enlaces matrimoniales con los miembros de un linaje que se

había desplazado hacia posiciones periféricas; mientras el ramal jerezano, revitalizado en

parte por el aporte de sangre y capitales guatemaltecos, ascendía lentamente dentro del

escalafón nobiliario. Pero ese detalle, junto a otros que por razones de espacio no han sido

atendidos, se intentarán elucidar en un estadio más avanzado de la presente investigación.

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