Grover Furr - Stalin y La Lucha Por La Reforma Democrática

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Mao Tse-tung
Grover Furr

Stalin y la lucha por la


reforma democrática

UJCE - PAÍS VALENCIÀ


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Grover Furr
Stalin y la lucha por
la reforma democrática

¡Proletarios de todos los países, uníos!

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Primera Parte

Capítulo 1º

Introducción

Este artículo destaca los intentos de José Stalin, desde los años 30 hasta su muerte, para
democratizar el gobierno de la Unión Soviética.

Esta afirmación, y el artículo, sorprenderá a muchos, y escandalizará a algunos. De hecho,


mi sorpresa ante los resultados de esta investigación me llevó a escribir este artículo. He
sospechado durante mucho tiempo que la versión tipo “guerra fría” de la historia soviética
tenía serios agujeros. Pero así todo, no estaba preparado para la magnitud de las falsedades
de las que he tenido conocimiento.

Esta historia es bien conocida en Rusia, en donde el respeto e incluso la admiración de Stalin
es común. Yuri Zhukov, el principal historiador ruso que avanzó el paradigma de “Stalin,
demócrata”, y cuyos trabajos son la mas importante fuente individual aun cuando no la úni-
ca para este artículo, es una figura principal, relacionada con la Academia de Ciencias. Sus
trabajos son ampliamente conocidos.

Sin embargo, esta historia, y los hechos que la apoyan, son virtualmente desconocidos fue-
ra de Rusia, en donde el paradigma de la Guerra Fría “Stalin, malvado” domina tanto lo pu-
blicado que los trabajos aquí citados aún están escasamente nombrados.

Por ello, muchas de las fuentes secundarias usadas en el artículo, así como las fuentes se-
cundarias, desde luego, sólo son accesibles en la lengua rusa.

Este artículo no solamente informa a los lectores de nuevos hechos, y de sus interpretacio-
nes sobre la historia de la U.R.S.S. Es más bien un intento de llevar a los lectores no-rusos el
resultado de nuevas investigaciones, basadas en los archivos soviéticos, sobre el periodo
de Stalin y sobre el mismo Stalin. Los hechos discutidos en el mismo son compatibles con
determinado rango de paradigmas históricos soviéticos, en la medida en que ayudan a des-
echar un determinado número de otras interpretaciones. Serán inaceptables por completo
(e incluso escandalosos) para aquellos cuyas perspectivas políticas e históricas se basan en
unas nociones erróneas y basadas en la Guerra Fría sobre el “totalitarismo” soviético y el
“terror” estalinista.

La interpretación kruscheviana de Stalin como un ser hambriento de poder, traidor al legado


de Lenin, se creó para que se ajustara a las necesidades de la nomenklatura del Partido Co-
munista en los años 50. Pero enseña parecidos muy cercanos y comparte muchas premisas
con el discurso canónico sobre Stalin heredado de la Guerra Fría, que estuvo al servicio del
deseo de las elites capitalistas de presentar las luchas por el comunismo, o cualquier lucha
de la clase obrera por el poder, como un camino que dirige necesariamente a algún tipo de
horror.

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Se ajusta también a la necesidad del troskismo de argumentar que la derrota de Trotsky, el


“revolucionario auténtico”, sólo pudo venir de la mano de un dictador que, se supone, violó
cada uno de los principios por los que lucho la Revolución. Kruschevistas, anti-comunistas
de la Guerra Fría, y los paradigmas trostkistas sobre la historia soviética son similares en su
dependencia de una demonización de Stalin, de su liderazgo, y de la URSS durante su man-
dato.

La visión sobre Stalin presentada en este ensayo es compatible con otros paradigmas his-
tóricos contradictorios. Las interpretaciones comunistas anti-revisionistas y post-maoístas
de la historia soviética contemplan a Stalin como un heredero lógico y creativo del legado de
Lenin, si bien fracasado en ciertos aspectos. Igualmente muchos nacionalistas rusos, que
difícilmente aprobarían los logros de Stalin en tanto comunista, le respetan como el respon-
sable de convertir a Rusia en una potencia industrial y militar. Stalin es para todos ellos una
figura esencial, si bien en formas muy distintas.

Este trabajo no intenta “rehabilitar” a Stalin. Estoy de acuerdo con Yuri Zhukov cuando es-
cribe:

“Debo sinceramente decir que me opongo a la rehabilitación de Stalin, porque me opon-


go a las rehabilitaciones en general. Nada ni nadie en la historia debe de ser rehabilit-
ado, sino que debemos descubrir la verdad, y decirla. Sin embargo, desde los tiempos
de Kruschev las únicas víctimas de las represiones de Stalin de las que habremos oído
hablar son aquellos que tomaron parte en ellas, o que las facilitaron, y quien no se opu-
so a ellas”. (Zhukov, KP Nov. 21 02)

Tampoco deseo yo sugerir que, en el caso de que Stalin hubiera conseguido todas las metas,
los muchos y variados problemas de la construcción del socialismo y del comunismo hubie-
ran sido resueltos.

A lo largo del periodo que este ensayo analiza, el liderazgo de Stalin se preocupó no solo de
potenciar la democracia en el gobierno del estado, sino de favorecer también la democracia
interna en el Partido. Este punto, importante y relacionado, requiere un estudio por separa-
do, y no es el punto central de este ensayo. A pesar de que el concepto de “democracia” es
conocido, pudiera tener un significado diferente en el contexto de un partido guiado por el
centralismo democrático, formado por miembros voluntarios, que en el contexto de un
gran estado de ciudadanos en el cual no pueden darse por supuestas bases de consenso
político.

Este artículo se ha basado en fuentes de primera mano siempre que ha sido posible. Pero
descansa mas sólidamente en los trabajos académicos de historiadores rusos que tienen
acceso a documentos no publicados, ó muy recientemente publicados, de los archivos sovié-
ticos. Muchos documentos soviéticos de gran importancia solo son accesibles a académicos
con acceso privilegiado. Muchos otros permanecen completamente secuestrados y “clasi-
ficados”, incluyendo mucho del archivo personal de Stalin, los materiales pre-judiciales de
investigación de los procesos de Moscú de 1936-1938, los materiales de investigación sobre
el affaire Tukhachevskii de 1937, y muchos otros.

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Yuri Zhukov describe la situación archivística de la siguiente manera:

Con el principio de la perestroika, uno de cuyos slogans era glasnost... el archivo del
Kremlin, antes cerrado a los investigadores, se liquidó. Sus contenidos empezaron a ser
trasladados [a varios archivos públicos G.F.]. Este proceso comenzó, pero no se com-
pletó. Sin ninguna publicidad o explicación de ningún tipo, en 1996 los materiales más
importantes y esenciales fueron reclasificados otra vez, escondidos en el archivo del
Presidente de la Federación Rusa. Pronto quedaron claras las razones para esta op-
eración a escondidas: permitió la resurrección de uno de los dos viejos y lamentables
mitos (6).

Zhukov se refiere con esto a “Stalin el malvado” y “Stalin el gran líder”. Solo el primero de es-
tos mitos es familiar a los lectores de la historiografía occidental y anti-comunista. Pero am-
bas escuelas están bien representadas en Rusia y la Comunidad de Estados Independientes.

Uno de los libros de Zhukov, base de mucho contenido de este artículo, se titula Inoy Stalin
“Un Stalin diferente”, “diferente” de los mitos, más cerca de la verdad, basado en los reciente-
mente documentos de archivo desclasificados. Su cubierta presenta una fotografía de Sta-
lin y frente a ella, la misma fotografía en negativo: su opuesto. Solo en raras ocasiones usa
Zhukov fuentes de segunda mano. En su mayoría cita documentos de archivo no publicados,
o recientemente desclasificados y publicados. El cuadro que describe de la política del Polit-
buro de 1934 a 1938 es muy diferente de todo aquello que tenga que ver con los mitos que
rechaza.

Zhukov acaba su Introducción con estas palabras:

“No alardeo de haber dado final a la tarea, o de incontrovertibilidad. Intento solo una
tarea, evitar puntos de vista preconcebidos, evitar los dos mitos; intentar reconstruir
el pasado, una vez muy conocido, pero ahora olvidado intencionalmente, deliberada-
mente no nombrado, ignorado por todos.”

Siguiendo a Zhukov, este artículo también intenta mantenerse al margen de ambos mitos.

Bajo estas condiciones cualquier conclusión debe quedar como un intento. He probado a usar
de una manera sensata todos los materiales, ya fueran de primera mano o secundarios. A
fin de procurar no interrumpir el texto he colocado las fuentes de referencia al final de cada
párrafo. He utilizado las clásicas notas numeradas a pié de página cuando he creído que se
necesitaban notas mas largas y aclaratorias.

La investigación que este artículo resume tiene importantes consecuencias para aquellos
de nosotros que queremos llevar adelante un análisis de clase de la historia, incluyendo la
historia de la Unión Soviética.

Uno de los mejores investigadores norteamercianos del periodo de Stalin en la URSS, J. Arch
Getty, ha denominado la investigación histórica realizada durante el periodo de la Guerra
Fria “productos propagandísticos”, “investigación” que no merece ni la crítica ni la correc-
ción de algunas de sus partes, pero que debe de ser hecha de nuevo desde el principio (4).
Coincido con Getty, pero debiera añadirse que esta investigación tendenciosa, “política” y
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deshonesta se sigue produciendo hoy en día.

El paradigma Guerra Fría-Khruschevita ha sido el punto de vista dominante de la historia de


los “años de Stalin”. La investigación que tratamos aquí puede ayudar a una aclaración de la
materia, “un principio desde el mismo principio”. La verdad que al final surge tendrá también
un gran significado para el proyecto marxista de comprender el mundo para cambiarlo, de la
construcción de una sociedad sin clases de justicia económica y social.

En la sección final del ensayo he subrayado algunas áreas para posterior investigación su-
gerida por los resultados del artículo.

Una nueva Constitución

En Diciembre de 1936 el 8º Congreso Extraordinario de los Soviets aprobó el borrador de


la nueva constitución soviética. Convocó una votación secreta y unas elecciones abiertas.
(Zhukov, Inoy 307-9)

Se admitieron candidatos no solo del Partido Bolchevique - denominado entonces Partido


Comunista de la Unión (bolchevique)- sino también de otros grupos de ciudadanos, basados
en la residencia, afiliación (tales como grupos religiosos), u organizaciones de empresa. Esto
nunca se llevó a cabo. Nunca hubo elecciones abiertas.

Los aspectos democráticos de la Constitución se incluyeron ante la expresa insistencia de Jo-


seph Stalin. Junto a sus más cercanos colaboradores en el Politburó del Partido Bolchevique,
Stalin luchó tenazmente para mantener este proyecto (Getty, “State”). El, y ellos, cedieron
sólo cuando se enfrentaron al rechazo total por parte del Comité Central del Partido, y ante
el pánico que rodeó el descubrimiento de serias conspiraciones, en colaboración con el fas-
cismo alemán y japonés para derrocar el gobierno soviético.

En Enero de 1935 el Politburó asignó el trabajo de delinear los contenidos de una nueva
constitución a Avel Ynukidze (6) quien, algunos meses mas tarde, volvió con una sugeren-
cia de elecciones abiertas. Casi inmediatamente, el 25 de Enero de 1935, Stalin expresó su
desacuerdo con la propuesta de Yenukidze, insistiendo en elecciones secretas (Zhukov, Inoy
116-21).

Stalin hizo público este desacuerdo de una manera muy notoria en Marzo de 1936, durante
una entrevista con el magnate de la prensa americana Roy Howard. Stalin declaró que la
Constitución soviética que todas las votaciones serian secretas. El voto tendría una base de
igualdad, teniendo el mismo valor el voto de un campesino que el de un obrero (7); una base
territorial, como en Occidente, en vez de acuerdo con el status, como en la época zarista, o
lugar de empleo.; y directo: todos los Soviets se elegirian por los ciudadanos, no por repre-
sentantes indirectos. (Entrevista Stalin-Howard, Zhukov, Repressii” 5-6).

Stalin: “Adoptaremos probablemente nuestra nueva constitución a finales de este año.


La comisión encargada de redactarla esta trabajando y terminará pronto su trabajo.
Como ya se ha anunciado, de acuerdo con la nueva constitución, el sufragio será uni-
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versal, igual, directo y secreto”. (Entrevista Stalin-Howard 13).

Y lo más importante es que Stalin declaró que en todas las elecciones participarían diferen-
tes fuerzas políticas:

“Usted ahora está confundido por el hecho de que solo un partido se presentará a las
elecciones. Y no puede ver como una contienda electoral puede tener lugar en estas
condiciones. Evidentemente, los candidatos serán presentados no solo por el Partido
Comunista, sino por toda clase de organizaciones públicas, ajenas al Partido. Y tenemos
centenares de ellas. No tenemos partidos en liza más que en la medida en que tenemos
una clase capitalista en lucha con una clase trabajadora que es explotada por los capi-
talistas. Nuestra sociedad consiste exclusivamente de trabajadores libres del campo y
de la ciudad; trabajadores, campesinos e intelectuales. Cada una de estas capas tienen
sus especiales intereses y los expresan a través de las numerosas organizaciones que
existen.” (13-14)

Diferentes organizaciones ciudadanas presentarían candidatos que competirían con los


candidatos del Partido Comunista. Stalin declaró a Howard que los ciudadanos tacharían los
nombres de todos los candidatos excepto de aquellos a quienes votaran.

También apoyó la importancia de unas elecciones en competencia para luchar contra la bu-
rocracia:

“Usted podría pensar que no se darán elecciones. Pero las habrá, y preveo campañas
muy movidas. No son pocas las instituciones en nuestro país que funcionan mal. Se dan
casos en que este o aquel gobierno local no son capaces de satisfacer esta o aquella de
las variadas y crecientes necesidades de los trabajadores de la ciudad y del campo. ¿Ha
construido una buena escuela o no? ¿Ha mejorado las condiciones de vivienda?
¿Es usted un burócrata? ¿Ha contribuido usted a hacer más eficaz nuestro trabajo y
nuestras vidas mas cultivadas? Así serán los criterios con los que millones de elec-
tores medirán lo adecuado de los candidatos, rechazarán los no aptos, suprimirán sus
nombres de las listas de candidatos y favorecerán y elegirán a los mejores. Si, las cam-
pañas electorales serán reñidas, y girarán en torno a numerosos y agudos problemas,
sobre todo de naturaleza práctica, de primera importancia para el pueblo. Nuestro nue-
vo sistema electoral reforzará todas las instituciones y organizaciones y las obligará a
mejorar su trabajo. El sufragio universal, igualitario, directo y secreto será un látigo en
manos del pueblo contra los órganos gubernamentales que funcionen mal. En mi opin-
ión, la nueva constitución soviética será la constitución más democrática del mundo”
(15).

A partir de este punto, Stalin y los miembros del Politburó más cercanos a él, Vyacheslav
Molotov y Andrei Zhadanov se declararon a favor de elecciones abiertas y secretas en todas
las discusiones dentro del liderazgo del Partido. (Zhukov, Inoy, 207-10; Entrevista Stalin-
Howard).

Stalin también insistió en el hecho de que muchos ciudadanos soviéticos, que habían sido
privados de sus derechos, los recuperarían. Esto incluía miembros de las clases explotadoras
tales como terratenientes, y aquellos que habían luchado contra los bolcheviques durante
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la Guerra Civil de 1918-1921, los conocidos como “guardias blancos”, así como aquellos con-
denados por algunos crímenes (como hoy en día en los EEUU). Los grupos mas importantes
y probablemente mas numerosos entre los lishentsy (“despojados”) fueron dos: los “kulaks”,
los principales objetivos durante los movimientos por la colectivización, unos años antes, y
los que habían violado la “ley de los tres oídos” (8) que habían robado propiedades estatales,
a menudo cereal, a veces simplemente para evitar el hambre. (Zhukov, Inoy 187)

Estas reformas electorales hubieran sido innecesarias, excepto si la dirección estalinista


quería cambiar los modos en que era gobernada la Unión Soviética. Lo que perseguían era
sacar al Partido Comunista de la dirección directa de la Unión Soviética.

Durante la Revolución Rusa y los críticos años que siguieron, la URSS había sido goberna-
da por una jerarquía electa de “soviets” (“consejos”), del nivel local hasta el nacional, con el
Soviet Supremo como la sección legislativa, el Consejo de Comisarios del Pueblo como el
ejecutivo, y el Secretario de este Consejo como cabeza del Estado. Pero en realidad, a todos
los niveles, la elección de estos había estado en manos del Partido bolchevique. Hubo elec-
ciones, pero el nombramiento directo por parte de los líderes del Partido, denominada “coop-
tación” era también habitual. Incluso las elecciones fueron controladas por el Partido, ya que
nadie podía optar a presentarse a menos que contara con la aprobación de los dirigentes del
Partido.

Esto para los bolcheviques era lógico. Era la forma que la dictadura del proletariado tomaba
en las condiciones históricas específicas en la Unión Soviética revolucionaria y post-revo-
lucionaria. Bajo la Nueva Política Económica, o NEP, (9), el trabajo y las capacidades de los
explotadores se necesitaron. Pero solamente en orden a ponerse al servicio de la dictadura
del proletariado, del socialismo. No se permitió reconstruir las relaciones capitalistas mas
allá de ciertos límites, ni recuperar poder político.

Durante los años 20 y principios de los 30 el Partido bolchevique reclutó miembros entre la
clase trabajadora de forma intensa. Hacia el fin de los años 20 la mayoría de los miembros
del Partido eran trabajadores y un alto porcentaje de los trabajadores estaban en el Partido.
Este reclutamiento masivo y los grandes proyectos de educación política tuvieron lugar si-
multáneamente a las tremendas tensiones del primer Plan quinquenal, la industrialización
a marchas forzadas, y la colectivización en gran medida forzada de granjas individuales,
a colectivas (kolkhoz) o soviéticas (sovkhoz). La dirección bolchevique fue tan sincera en su
intento de proletarizar el Partido como exitosa en los resultados (Rigby, 167-8; 184; 199).

Stalin y sus seguidores dentro del Politburó dieron determinados motivos para respaldar
su voluntad de democratizar la Unión Soviética. Esas razones refuerzan la creencia de esa
dirección de que un nuevo estado de socialismo se había alcanzado.

La mayor parte de los campesinos estaban en granjas colectivas. Con un descenso mensual
de granjas individuales, la dirección estalinista pensó que, objetivamente, los campesinos ya
no constituían una clase socio-económica independiente. Los campesinos eran más pareci-
dos que diferentes a los trabajadores.

Stalin argumentaba que, con el rápido crecimiento de la industria soviética, y sobre todo
con la clase obrera controlando el poder político a través del Partido bolchevique, la palabra
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“proletariado” ya no era adecuada. “Proletariado”, declaró Stalin, define la clase trabajadora


bajo una explotación capitalista, o trabajando bajo relaciones capitalistas de producción, ta-
les como las existentes durante los primeros doce años de la Unión Soviética, especialmente
durante la NEP. Pero una vez abolida la explotación directa de los trabajadores por los capi-
talistas para beneficio, la clase trabajadora no debiera de ser llamada “proletariado”.

Según este punto de vista, los explotadores de trabajo ajeno ya no existían. Los trabajado-
res, que ahora dirigían el país en su propio interés a través del Partido Bolchevique, no eran
ya el clásico proletariado. Por tanto, la “dictadura del proletariado” ya no era un concepto
pertinente. Esas condiciones nuevas suponían un nuevo tipo de estado. (Zhukov, Inoy, 231;
292; Stalin, “Borrador” 800-1).

Notas

1. La versión de León Trotsky de la historia soviética precedió a la de Khruschev, y se ens-


ambla con esta última como una especie de versión “izquierdista”, a pesar de su falta de
prestigio fuera de los círculos trotskistas. Tanto la versión trotskista como la khruchevista
vierten una imagen extremadamente negativa de Stalin; el término “demonizar” no es nin-
guna exageración. Sobre Trotsky, ver McNeal.

2. El extendido uso del término “terror” para caracterizar el periodo de historia soviética des-
de más o menos mediados de 1937 hasta 1939-
40 puede achacarse a una aceptación acrítica del tendencioso y poco fiable trabajo de 1973
“El Gran Terror”. El término es tan inexacto como polémico. Ver “Fear and Belief in the UR-
SS’s Gran Terror: Response a Arrest, 1935-1939, Slavic Reviw 45 (1986), 213-214. Thurston
replicó y criticó el intento de Conquest de defender el término en “On Desk- Bound Parochia-
lism, Commonsense Perspectives, and Lousy Evidence: A Reply to Robert Conquest.” Slavic
Review 45 (1986), 238-244. Ver también “Social Dimensions of Stalinist Rule: Humor and
Terror in the USSR, 1935-1941.” de Thurston,”Social Dimensions of Stalinist Rule: Humor
and Terror in the USSR, 1935-1941.” Journal of Social History 24, No. 3 (1991) 541-562; Life
and Terror Ch. 5, 137-163.

3. El pensamiento marxista-leninista rechaza la “democracia representativa” capitalis-


ta por constituir esencialmente una cortina de humo para el control de las élites. Muchos
pensadores políticos no- marxistas están de acuerdo con ello. Por ejemplo, ver Lewis H.
Lapham (editor de Harper’s Magazine), “Lights, Camera, Democracy! On the conventions of
a make-believe republic,” Harper’s Magazine, Agusto 1996, 33-38.

4. Citado por Yuri Zhukov “Zhupel Stalina”, Komsomolskaia Pravda Nov. 5 2002. El profesor
Getty me ha confirmado esto en un e-mail.

5. El nombre del Partido fue cambiando en 1952 a Partido Comunista de la Unión Soviética.

6. Yenukidze, un viero revolucionario, paisano georgiano y amigo de Stalin, ocupo durante


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largo tiempo una posición preeminente en el Gobierno soviético, y nunca ha sido relaciona-
do con ninguno de los grupos de oposición en los años 20. En esta época estaba al mando de
la Guardia del Kremlin. Al cabo de unos pocos meses fue uno de los primeros en ser denun-
ciado como miembro de un plan para un “golpe de mano” contra el liderazgo de Stalin. Zhu-
kov (KP, 14 de Nov. 2002) indica que esto debió de ser especialmente irritante para Stalin.

7. La II Parte, Capítulo 3, Artículo 9 de la Constitución soviética de 1924, vigente en este mo-


mento, dio a los habitantes de las ciudades una elevadísima influencia social; un delegado
soviético por cada 25.000 votantes urbanos, y un delegado por cada 125.000 votantes del
campo. Esto estaba de acuerdo con el muy superior apoyo al socialismo por parte de los tra-
bajadores, y con el concepto marxista del estado como dictadura del proletariado.

8. Esto, de hecho, no es una ley, sino “una decisión del Comité Ejecutivo, y el Consejo de Co-
misarios Populares”, y, por lo tanto, de las áreas legislativa y ejecutiva del gobierno. El hecho
de que sea llamada “ley” incluso en el ámbito académico demuestra que la mayoría de los
que se refieren a ella ni siquiera lo han leído. Está impreso en Tragediia Sovetskoy Derevni.
Kollektivizatsiia I Raskulachivanie. Documenty I Materialy. 1927-1939. Tom 3. Konets 1930-
1933 (Moscow: ROSSPEN, 2001), No. 160, pp. 453-4, y en Sobranie zakonov i rasporiazhenii
Raboche-Krest’ianskogo Pravitel’stva SSSR, chast’ I, 1932, pp. 583-584. Mis agradecimien-
tos al Dr. G•bor T. Rittersporn por esta última cita.

9. Para reconstruir la economía lo más rápidamente posible tras la devastación de la Guerra


Civil y la consiguiente hambruna, los bolcheviques permitieron cierto florecimiento del cap-
ital y favorecieron ciertos negocios privados, siempre bajo el control gubernamental. Es lo
que se denominó la Nueva Política Económica (NEP)

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Capítulo 2 º

La lucha contra la burocracia

El liderazgo estalinista también estaba preocupado por el papel del Partido en este nuevo
estadio del socialismo. El mismo Stalin planteó la lucha contra el “burocratismo” con gran
fuerza desde una fecha tan temprana como su Informe al 17ª Congreso del Partido en Ene-
ro de 1934. (*10). Stalin, Molótof y otros denominaron al nuevo sistema electoral un “arma
contra la burocratización”.

Los líderes del Partido controlaban el gobierno, tanto decidiendo quien entraba en los So-
viets como ejerciendo diversas formas de fiscalización o revisión sobre lo que los ministe-
rios hacían. Dirigiéndose al 7º Congreso de los Soviets el 6 Febrero de 1935, Molotov dijo
que las elecciones secretas “golpearán con gran fuerza a los elementos burocráticos y les
propinarán un util shock”. El informe de Yenukidze no recomendaba, ni indicaba, eleccio-
nes secretas ni la ampliación de los derechos civiles. (Stalin, Informe al 17º Congreso del P.C.;
Zhukov, Inoy 124).

Los ministros y sus gabinetes tenían que saber sobre los asuntos de los que se encarga-
ban, si querían ser eficaces en la producción. Esto significaba educación, y también conoci-
mientos técnicos en su campo. Pero los líderes del Partido a menudo hicieron sus carreras
solamente mediante una ascensión por los escalones del Partido. No se necesitaba ningún
conocimiento técnico para esta clase de ascenso. Más bien se requerían criterios políticos.
Estos funcionarios del Partido ejercieron el control, pero les faltaban los conocimientos prác-
ticos que en teoría les hubieran facilitado una buena supervisión. (Stalin-Howard Entrevis-
ta, Zhukov, Inoy, 305; Zhukov, “Represii” 6.

Esto es, en apariencia, lo que la dirección de Stalin entendía por “burocratismo”. A pesar de
contemplarlo como algo peligroso -en lo que coincidían con toda la corriente marxista- no lo
consideraban inevitable. Más bien pensaron que podría ser derrotado modificando el papel
del Partido en una sociedad socialista.

El concepto de democracia que Stalin y sus seguidores en la dirección del Partido deseaban
aplicar en la Unión Soviética incluía un cambio cualitativo en el papel del Partido bolchevi-
que en el seno de la sociedad.

Aquellos documentos que fueron puestos a disposición de los investigadores nos permiten
comprender que ya hacia el fin de la década de los 30 se llevaron a cabo algunos intentos de
separación entre el Partido y el Estado, y de poner límites de una forma sustancial al papel
del Partido en la vida del país. (Zhukov, Tayny 8)

Stalin y los suyos continuaron la lucha contra la oposición de otros elementos en el Parti-
do bolchevique, resueltamente, pero con cada vez menos posibilidades de victoria, hasta la
muerte de Stalin en 1953. La decisión de Lavrentii Beria de continuar esta lucha parece ser
la auténtica causa de su muerte a manos de Khruschev y otros, bien en forma judicial, me-
diante un proceso basado en acusaciones inventadas en Diciembre de 1953 , o bien -como
muchas pruebas sugieren- mediante el simple asesinato, en Junio de ese mismo año.

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El Artículo 3 de la Constitución de 1936 manifiesta: “En la URSS todo el poder pertenece a los
trabajadores de la ciudad y del campo, representado por los Soviets de Diputados Obreros”.
El Partido Comunista se menciona en el Artículo 126 como “ la vanguardia de la clase obrera
en la lucha por reforzar y desarrollar el sistema socialista, y es el núcleo dirigente de todas
las organizaciones de trabajadores, tanto estatales como públicas”. En otras palabras,
El Partido dirigía ‘organizaciones’, pero no los órganos legislativos o ejecutivos del Estado.
(Constitución de 1936; Zhukov, Tayny 29-30).

Parece ser que Stalin creyó que una vez apartado el Partido del control directo sobre la so-
ciedad, su papel debiera quedar limitado a la agitación y a la propaganda, y a la participación
en la selección de cuadros. ¿Qué hubiera significado esto? Tal lo vez algo como lo siguiente.

- El Partido regresaría a su función esencial de ganar a la gente para los ideales del comu-
nismo.

- Esto significaría el fin de las sinecuras y de los chollos, y la vuelta al estilo de trabajo duro y
dedicación desprendida que caracterizó a los bolcheviques durante el zarismo, la Revolución
y la Guerra Civil, el período de la NEP y el durísimo período de los planes de industrialización
y colectivización. Durante estos períodos la militancia en el Partido, para la mayoría, sig-
nificó trabajo duro y sacrificios, a menudo entre gente ajena al Partido, mucha de la cual era
hostil a los bolcheviques. Era tarea necesaria para obtener una base real entre las masas.
(Zhukov, KP Nov. 13 02; Mukhin, Ubiytvo).

Stalin insistía en que los comunistas tenían que ser gente acostumbrada al trabajo duro, cul-
tos, capaces de hacer una contribución positiva a la producción y a la creación de la sociedad
comunista. Así mismo Stalin fue un infatigable estudioso. (*11).

Resumiendo, las pruebas indican que Stalin consideraba al nuevo sistema electoral apropia-
do para cumplir los siguientes objetivos:

- Asegurar que la dirección de la producción y en general de la sociedad soviética estaba en


manos de gente técnicamente preparada;
- Detener la degeneración del Partido bolchevique, y hacer regresar a los militantes del Par-
tido, especialmente a sus líderes, a sus funciones primarias: protagonizar el liderazgo en lo
político y en lo moral, mediante el ejemplo y la persuasión al resto de la sociedad;
- Reforzar el trabajo del Partido entre las masas;
- Ganar el apoyo de los ciudadanos para el gobierno;
- Crear las bases para una sociedad sin clases y comunista.

La derrota de Stalin

A lo largo de 1935, bajo el mandato de Andrei Vyshinski, Fiscal Jefe de la URSS, muchos ciu-
dadanos que se habían exiliado, habían sido encarcelados y -lo más importante para nuestro
propósito- privados del derecho de voto, volvieron a recuperar sus derechos. Centenares de
miles de antiguos kulaks, granjeros ricos que eran la diana de la colectivización, y aquellos
que habían sido encarcelados o se habían exiliado por oponerse a la colectivización de una u
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otra forma, fueron liberados. Vyshinski criticó duramente a la NKVD (Comisariado Popular
para Asuntos Internos), incluyendo la seguridad interior, por “la cantidad de toscos errores
y equivocaciones” en la deportación de casi 12.000 personas de Leningrado tras el ase-
sinato de Kirov en Diciembre de 1934. Declaró que en adelante el NKVD no podría detener
a nadie sin la previa autorización del fiscal. La población con derecho a voto aumentó en
centenares de miles de personas que tenían motivos para pensar que el Estado y el Partido
les había tratado injustamente (Thurston 6-9; Zhukov, KP Nov 14. 19 02 Zhukov, Inoy 187;
Zhukov, “Represii” 7)

Originalmente, la intención de Stalin para la nueva Constitución no incluía elecciones con


participación de todas las fuerzas políticas. Lo declaró en su entrevista con Roy Howard el 1
de Marzo de 1936. En el Pleno del Comité Central de Junio de 1937, Yakovlev -uno de los
miembros del C.C. que, junto con Stalin, más había trabajado en el borrador de la nueva Cons-
titución (Zhukov, Inoy 223)- dijo que la sugerencia de elecciones abiertas fue hecha por el
mismo Stalin. Esta sugerencia parece haber encontrado con una amplia, si bien si bien no ex-
presa, oposición por parte de los líderes regionales del Partido, los Primeros Secretarios, o la
“partitocracia”, como Zhukov los llama. Tras la entrevista con Howard no existió ni siquiera
un apoyo nominal para la declaración de Stalin sobre elecciones abiertas en los principales
periódicos, la mayoría de los cuales bajo el control directo del Politburó. Pravda publicó sólo
un artículo, el 10 de Marzo, y no mencionó el tema de las elecciones.

De lo anterior deduce Zhukov:

Ésto solo podía significar una cosa. No solamente el “amplio liderazgo” (los Primeros Sec-
retarios regionales) sino por lo menos una parte del aparato del Comité Central, la Agit-
prop bajo Stetskii y Tal, no aceptaron las innovaciones de Stalin, y no quisieron aprobar,
ni siquiera de una manera puramente nominal, las elecciones, un peligro para muchos
que, como se deducía de aquellas palabras de Stalin que Pravda subrayó, amenazaba
la posición y el poder de los Primeros Secretarios, los Comités Centrales de los partidos
comunistas de las nacionalidades, y los comités regionales, de ciudad, de óblast, y de
áreas. (Inoy 211)

Los Secretarios del Partido mantenían los cargos, de los cuales no hubieran podido ser des-
pojados por derrotas en cualesquiera elecciones en las que participasen. Pero el inmenso
poder local del que disfrutaban procedía principalmente del control del Partido sobre cada
uno de los aspectos del aparato económico y del aparato estatal: koljoses, fabricas, educa-
ción, ejército. El nuevo sistema electoral hubiera privado a estos Primeros Secretarios de sus
posiciones automáticas como delegados en los Soviets, y de su posibilidad de elegir a su
vez a otros delegados. Su derrota o la de “sus” candidatos (los candidatos del Partido) en las
elecciones a los soviets serían, efectivamente, un referéndum sobre su labor. Un Secretario
cuyos candidatos fuesen derrotados en las elecciones por candidatos no pertenecientes al
Partido sería evidenciado como alguien con débiles lazos con las masas. Durante las campa-
ñas, los candidatos opositores iban a hacer con toda seguridad temas centrales de cualquier
corrupción, autoritarismo o incompetencia que observaran entre los cargos del Partido. Los
candidatos derrotados demostrarían tener serias debilidades como comunistas, y esto les
llevaría probablemente a ser reemplazados. (Zhukov KP Nov. 13 02; Inoy 226; cf. Getty, “Ex-
cesses” 122-3)

13
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Los líderes veteranos del Partido eran usualmente militantes con muchos años a sus espal-
das, veteranos de los peligrosos días del zarismo, de la Revolución, de la Guerra Civil y de
la colectivización, cuando ser comunista estaba cargado de peligros y dificultades. Muchos
tenían una escasa educación académica. En contraste con Stalin, Kirov o Beria, parece que
la mayoría de ellos no tenían muchas ganas o les era imposible el “rehacerse a si mismos” a
través de la autoeducación. (Mukhin, Ubiystvo 37; Dimitrov 33-4; Stalin, Zastol’nye 235-6).

Todos aquellos hombres eran desde antiguo los apoyos de las políticas de Stalin. Habían
llevado a cabo la dura colectivización del campesinado, durante la cual centenares de miles
habían sido deportados. Durante los años 1932 y 1933 mucha gente, tal vez tres millones
de personas, murieron por una hambruna que no fue responsabilidad de nadie, pero que
hizo más severa para el campesinado la expropiación y la colectivización de cereal, a fin de
alimentar a las ciudades, o murieron en las rebeliones armadas campesinas (que también
causaron muchas víctimas entre los bolcheviques). Estos líderes del Partido habían estado
al frente de la industrialización acelerada, también bajo unas duras condiciones de vivienda,
insuficiente alimentación y falta de cuidados médicos, una paga escasa y pocas cosas para
comprar con ese dinero. (Tauger; Anderson & Silver; Zhukov, KP Nov. 13 02).

Ahora, llegaban unas elecciones, en las cuales aquellos privados del derecho a voto por ha-
berse posicionado en el lado equivocado de las políticas soviéticas volvían a disponer de ese
derecho. Es probable que muchos temieran que esa gente votara contra sus candidatos, o
contra cualquier candidato bolchevique. En ese caso, iban a ser degradados, o algo peor. Iban
a conseguir algún puesto en el Partido, o -peor aún- algún trabajo. La nueva Constitución
“de Stalin” garantizaba a cada soviético el derecho a un trabajo, con atención médica, pen-
siones, educación, etc. Pero estos hombres (prácticamente, todos eran hombres) estaban
acostumbrados al poder y a los privilegios, todo ello amenazado por una derrota de sus can-
didatos en las elecciones. (Zhukov, KP Nov.
13 02; 1936 Const., Ch. X; cf. Getty, “Excesses” 125, sobre la importancia del sentimiento re-
ligioso en el país).

Juicios, conspiraciones, represión

Los planes para la nueva Constitución y las elecciones habían sido tratados en el Pleno del
Comité Central de Junio de 1936. Los delegados aprobaron por unanimidad el borrador cons-
titucional. Pero ninguno habló en su favor. Este fracaso en dar al menos un apoyo con la
boca pequeña a una propuesta de Stalin indicaba ciertamente una “oposición latente de
la dirección ampliada”, una “evidente falta de compromiso” (Zhukov, Inoy 232, 236; “Re-
pressii” 10-11).

Durante el 8 º Congreso de los Soviets de todas la Rusias, en los meses de Noviembre y Di-
ciembre de 1936, Stalin y Molótov insistieron de nuevo en la importancia de ampliar el dere-
cho a voto y de unas elecciones secretas y abiertas. Siguiendo el espíritu de la entrevista
de Stalin con Howard, Molótov nuevamente resaltó los efectos beneficiosos, para el Partido,
de permitir candidatos no comunistas a los Soviets:

Este sistema...no puede sino golpear a aquellos que han caído en el burocratismo,
14
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alienado de las masas... facilitará la promoción de nuevas fuerzas... debe potenciarse


para reemplazar a los elementos mas atrasados o burocratizados (ochinovnivshimsya).
Bajo esa nueva forma de elecciones, es posible la elección de elementos enemigos. Pero
incluso este peligro, en último término, debe de servirnos, en tanto en cuanto servirá
de látigo para aquellas organizaciones que lo necesiten, y para los trabajadores (del
Partido) que se han quedado dormidos. (Zhukov, “Repressii” 15).

El mismo Stalin fue más allá:

Algunos dicen que esto es peligroso, ya que los elementos hostiles al poder soviético
podrían fisgar a los niveles más altos, algunos de los antiguos guardias blancos, kulaks,
sacerdotes, etc. Pero realmente ¿que hay que temer? ‘Si tienes miedo de los lobos, no
camines por el bosque’. Por un lado, no todos los antiguos kulaks, guardias blancos y
curas son hostiles al poder soviético. Por otro, si el pueblo elige aquí o allí fuerzas hos-
tiles, esto significará que nuestro trabajo de agitación está pobremente organizado, y
que hemos merecido esta desgracia. (Zhukov, Inoy 293; Stalin, “Proyecto”).

Nuevamente, los Secretarios primeros demostraron una tácita hostilidad. El Pleno del Comi-
té Central de Diciembre de 1936, cuyas sesiones se solaparon con las del Congreso, se reunió
el 4 de Diciembre. Pero no hubo ninguna discusión del primer punto en el orden del día, el
borrador de la Constitución. El informe de Yezhov, “Sobre las organizaciones antisoviéticas
de derecha y troskistas” estaba mucho más cerca de las preocupaciones de los miembros
del Comité Central. . (“Fragmenty” 4-5; Zhukov, Inoy 310-11).

El 5 de Diciembre de 1936 el Congreso aprobó el borrador de la nueva Constitución. Pero no


existió realmente discusión. Por el contrario, los delegados (líderes del Partido) enfatizaron
las amenazas de los enemigos exteriores e interiores. Más que discursos de aprobación de la
Constitución, (tema principal sobre el que informó Stalin) los delegados Molótov, Zhdanov,
Litvinov y Vyshinski lo ignoraron virtualmente. Se nombró una comisión para el posterior
estudio del borrador constitucional, sin decidir nada sobre elecciones abiertas. (Zhukov, Inoy
294; 298; 309).

La situación era efectivamente muy tensa. La victoria de los fascistas en la Guerra civil es-
pañola era solo cuestión de tiempo. La Unión Soviética estaba rodeada de potencias hosti-
les. En la segunda mitad de la década de los años 30 absolutamente todos esos países eran
regímenes abiertamente autoritarios, militaristas, anti-comunistas y anti-soviéticos. En Oc-
tubre de 1936 Finlandia hizo fuego hacia la frontera soviética. Ese mismo mes se forma el
eje Berlin-Roma por Hitler y Mussolini. Un mes más tarde, Japón se une a la Alemania nazi y
a la fascista Italia para formar el Pacto Anti-Komitern. Los esfuerzos soviéticos para formar
alianzas militares contra la Alemania nazi encontró el rechazo de las capitales occidentales.
(Zhukov, Inoy 285- 309).

Mientras el Congreso trataba la nueva Constitución, la dirección soviética estaba a caballo


de los dos principales juicios de Moscú. Zinoviev y Kamenev fueron juzgados junto a otros
en Agosto de 1936. El segundo juicio, en Enero de 1937, afectaba a algunos de los principa-
les seguidores de Trotsky, dirigidos por Yuri Piatakov, que hasta hacía poco fue el Comisario
delegado de Industria Pesada. [*12].

15
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El Pleno del Comité Central de Febrero-Marzo de 1937 puso de manifiesto las contradiccio-
nes dentro de la dirección del Partido: la lucha contra los enemigos internos, y la necesidad
de preparar elecciones abiertas y secretas bajo la nueva Constitución para finales de año.
El descubrimiento paulatino de más y más grupos conspirando para derrocar el gobierno
soviético demandó acciones policiales. Pero la preparación de elecciones auténticamente
democráticas, y la mejora en la democracia interior del Partido (tema continuamente apo-
yado por los mas cercanos a Stalin dentro del Politburó) requería precisamente lo contrario:
apertura a la crítica y a la autocrítica, elecciones secretas de los líderes del Partido, y poner
fin a la “cooptación” por parte de los Secretarios primeros.

Este Pleno, el más largo en la historia de la URSS, se prolongó dos semanas. Pero casi nada se
supo de ello hasta 1992, cuando la voluminosa transcripción del Pleno empezó a publicarse
en Voprosy Istorii, publicación que le llevó a este periódico cuatro años.

El informe de Yezhov respecto a continuar las investigaciones sobre las conspiraciones en


el país fue diluido por Nikolai Bukharin, quien, mediante elocuentes intentos de confesar
pasadas fechorías, se distanciaba de sus antiguos asociados, asegurando su actual lealtad,
que sólo sirvió para culparse él mismo posteriormente. (Thurston, 40- 42; Getty y Naumov
lo confirman.563).

Tres días mas tarde, Zhadanov habló sobre la necesidad de una mayor democracia tanto en
el país como en el Partido, invocando la lucha contra la burocracia y la necesidad de lazos
mas fuertes con las masas, tanto del Partido como de fuera del Partido.

El nuevo sistema electoral dará un poderoso impulso hacia la mejora en el trabajo de


los organismos soviéticos, la liquidación de instituciones burocráticas, la eliminación de
defectos burocráticos y la deformación en el trabajo de las organizaciones soviéti-
cas. Esos defectos, como usted sabe, son muy importantes. Los organismos de nuestro
Partido deben estar preparados para la lucha electoral. En las elecciones tendremos que
tratar con la agitación de los enemigos y con candidatos enemigos. (Zhukov, Inoy 343).

No hay ninguna duda, como portavoz de la dirección estalinista, preveía contiendas electo-
rales con candidatos no pertenecientes al Partido y opuestos a los procesos que se daban en
la Unión Soviética. Este hecho por si mismo es totalmente incompatible con las versiones de
la Guerra Fría y con las explicaciones khruschovistas.

Zhdanov también recalcó durante largo tiempo la necesidad de desarrollar normas demo-
cráticas dentro del mismo Partido bolchevique.

“Si queremos ganarnos el respeto de los trabajadores soviéticos y del Partido a nuestras
leyes, de las masas a la Constitución soviética, debemos garantizar la reestructuración
(perestroika) del Partido sobre la base del total establecimiento de las bases de la de-
mocracia interna, como se refleja en los reglamentos de nuestro Partido.”

Enumeró a continuación las medidas esenciales, ya contenidas en el proyecto de resolución


en su informe: la eliminación de la cooptación, la prohibición de las votaciones a mano alza-
da; garantizar “el derecho ilimitado de los miembros del Partido de apartar a los candidatos
elegidos y el derecho ilimitado para criticar a estos candidatos”. (Zhukov, Inoy 345)
16
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Pero el informe de Zhdanov se hundió entre las discusiones de otros puntos del orden del
día, principalmente discusiones sobre los “enemigos”. Cierto número de Primeros secretarios
respondieron alarmados que se preparaban o se suponía que se preparaban para las elec-
ciones soviéticas eran contrarios al poder soviético: social- revolucionarios, el sacerdocio, y
otros “enemigos”. [*13]

Molótov replicó con una aportación resaltando, una vez más, “el desarrollo y el refor-
zamiento de la autocrítica”, y se opuso directamente a la “búsqueda de enemigos”:

“No tiene sentido buscar culpables, camaradas. Si lo preferimos, todos somos culpables,
empezando por lo órganos centrales del Partido y acabado con las organizaciones de
base”. (Zhukov, Inoy 349)

Pero las intervenciones posteriores ignoraron su informe, y continuaron machacando con la


“búsqueda de enemigos”, de denunciar a los “saboteadores”, y la lucha contra el “sabotaje”.
(352). Cuando volvió a intervenir, Molótov se asombró de que no se hubiera prestado al fon-
do de su intervención, que volvió a repetir, tras resumir lo que se estaba haciendo contra los
enemigos internos.

El discurso de Stalin del 3 de Marzo estuvo también dividido en dos partes, volviendo hacia
el final a la necesidad de mejorar el trabajo del Partido, suprimiendo a los incapaces y reem-
plazándolos con nuevos camaradas. Como el de Molótov, el discurso de Stalin fue virtual-
mente ignorado.

Desde el principio de las discusiones los temas de Stalin fueron comprensibles. Parecía es-
tar rodeado de una pared sorda de incomprensión, de la falta de voluntad de los miembros
del Comité Central, que oyeron en el informe sólo lo que querían oír, y discutir sólo lo que
querían discutir. De las 24 personas que participaron en las discusiones, 15 hablaron princi-
palmente sobre “los enemigos del pueblo”, es decir, los troskistas. Hablaron con convicción,
con agresividad, como lo hicieron tras los informes de Zhdavon y Molótov. Redujeron todos
los problemas a uno: la necesaria búsqueda de “enemigos”. Y ninguno recogió el principal
punto de Stalin, sobre el mal funcionamiento del trabajo en las organizaciones del Partido y
la preparación para las elecciones del Soviet supremo. (Zhukov, Inoy, 357)

Notas

*11 Esto no es comúnmente conocido, ni su significado comprendido. Nuestra opinión sobre


Stalin ha sido muy moldeada por aquellos que le odiaron (McNeal 87). Stalin fué un excelente
estudiante en el seminario de Iblisi (Georgia) donde su madre le había enviado. Dedicando su
vida desde sus años de adolescencia al movimiento revolucionario de la clase obrera, nunca
tuvo oportunidades para una educación superior. Pero era muy inteligente y un voraz lector
cuyo aprendizaje oscilaba desde la filosofía hasta cuestiones técnicas como la metalurgia.
Los registros de la época dan fe de su atención a los detalles y profundo conocimiento de
muchas áreas técnicas. Un académico ruso que ha estudiado la biblioteca de Stalin ofrece
unas cifras impresionantes: 20.000 volúmenes en la dacha tras la guerra; muchos de los
17
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5.500 trasladados al Instituto de Marxismo-Leninismo tras su muerte está anotados y su-


brayados (Ilizarov). Roy Medvedev, que odia a Stalin, admite a regañadientes las considera-
bles lecturas de Stalin (Medvedev, “Lichnaia”).

Muchas de los colaboradores más cercanos que escogió reflejan esta misma tendencia a la
superación personal. Sergei Kirov, el líder del Partido en Leningrado y estrecho aliado de
Stalin que fue asesinado en 1934, destacó por sus amplias lecturas literarias (Kirlina 175).
“Cuando Kirov fue asesinado, los investigadores fotografiaron todo lo que pudiera ayudar a
la investigación, incluyendo la superficie de su mesa de trabajo. A su derecha estaba un ma-
nual de ingeniería de Hutte, a la izquierda un montón de publicaciones científicas y técnicas,
leyéndose en el título superior “Combustible Shale”. Efectivamente, era muy amplia la esfe-
ra de intereses de este trabajador del Partido, como lo era la de Stalin. (Mukhin Ubiystvo 625)

En 1924 Lavrenty Beria, tras varios años de trabajo revolucionario y clandestino muy pe-
ligroso, parte del cual era la infiltración en los grupos violentos de anti-comunistas caucá-
sicos, escribió su currículum en el Partido. El propósito de enumerar sus méritos era una
petición, no para un trabajo cómodo, como pedían la mayoría de “viejos bolcheviques”, sino
que fuera permitida su vuelta a sus estudios de ingeniería, para poder contribuir así a la
construcción de una sociedad comunista. (Beria: Konets Kar’ery, 320-325)

*12 Thurston, en los Capítulos 2 hasta el 4, es el mejor resumen, en los primeros años 90,
de las pruebas relacionadas con los juicios de Moscú. Este artículo no tratará directamente
de estos juicios, ni del juicio y ejecución del mariscal Tukhachevsky y otros líderes milita-
res en Junio de 1937, o sobre las relaciones entre todas las conspiraciones antisoviéticas en
esos juicios alegadas. Como aclaran los documentos de los archivos soviéticos, Stalin y otros
dirigentes soviéticos estaban convencidos de que las conspiraciones existían, y de que las
acusaciones en los juicios de Moscú, incluyendo aquellas contra líderes militares, eran, al
menos en su mayor parte, acertadas.

*13 Getty subraya que los miembros del Comité Central rehusaron responder al discurso de
Zhdanov, llevando la confusión al secretario Andreev. (“Excesos” 124). Zhukov pone menos
énfasis en esto, ya que Eikhe y otros primeros secretarios respondieron en la siguiente ses-
ión, destacando la lucha contra “los enemigos”. (Inoy 345).

18
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Capítulo 3º

En su discurso final del 5 de Marzo, el día final del Pleno, Stalin minimizó la necesidad de
descubrir enemigos, incluso trotskistas, muchos de los cuales, según dijo, habían regresado
al Partido. Su punto principal fue la necesidad de impedir a los funcionarios del Partido di-
rigir todos y cada uno de los aspectos económicos, combatir la burocracia, y elevar el nivel
político. En otras palabras, Stalin apostó por elevar el nivel de crítica a los secretarios.

“Algunos camaradas entre nosotros piensan que si ellos son Narkom (Comisario Pop-
ular), saben todo lo que hay que saber. Piensan que el grado, por si mismo, garantiza
grandes e inagotables conocimientos. O bien piensan: “si soy un miembro del Comité
Central, no lo soy por accidente, luego significa que sé todo”. Eso no es así. (Stalin, Zakli-
uchitel’noe; Zhukov, Inoy 360-1)

Algo que sonaba amenazante para todos los dirigentes del Partido, incluyendo a los prime-
ros secretarios, es la afirmación de Stalin de que deberían elegir dos cuadros que les sustitu-
yeran, mientras asistían a un curso de educación política de seis meses de duración, que se
implantarían muy pronto. Esa sustitución era peligrosa para los secretarios del Partido, que
temían que durante ese espacio de tiempo fuesen destinados a otro lugar, rompiendo así
la estructura de su “clan” (otros dirigentes a su servicio), una causa principal de burocracia.
(Zhukov, Inoy 362).

Thurston define el discurso de Stalin como “notablemente suave”, apoyando “la necesidad
de aprender de las masas, y prestar atención a las críticas de abajo”. Incluso la resolución
basada en el informe de Stalin tocaba sólo levemente el tema de los “enemigos”, y trata-
ba principalmente de fallos en la organización del Partido y en su dirección. Según Zhukov,
que menciona esta resolución no publicada, ni uno sólo de sus 25 puntos estaba relacionado
principalmente con los “enemigos”. (Thurston, 48-9; Zhukov, Inoy 362-4)14

Tras el Pleno, los Primeros Secretarios protagonizaron virtualmente una rebelión. Primero
Stalin, y más tarde el Politburó, emitieron mensajes recordando la necesidad de efectuar
votaciones secretas en el seno del Partido, oponerse a las conductas de cooptación favore-
ciendo las elecciones, y la necesidad de generalizar la democracia interna en el Partido. Los
primeros secretarios siguieron haciendo las cosas al viejo estilo, independientemente de las
resoluciones del Pleno.

En los meses siguientes, Stalin y sus más próximos intentaron que la caza de los “enemigos”
no fuera el foco principal, la principal preocupación de los miembros del Comité Central, in-
sistiendo en la lucha contra la burocracia en el Partido, y en preparar las elecciones al Sovi-
et. Mientras “los líderes locales del Partido hicieron todo lo que la disciplina del Partido
les permitía, y a veces más, para suspender o retrasar las elecciones”. (Getty, “Excesses”
126; Zhukov, Inoy 367-71)

El súbito descubrimiento en Abril, Mayo y principios de Junio de 1937 de lo que aparente-


mente era un extenso complot militar y policial hizo que el pánico cundiese en el gobier-
no de Stalin. Genrikh Yagoda, director de la seguridad y Ministro de Asuntos Interiores, fue
arrestado a finales de Marzo de 1937, y empezó a confesar en Abril. En Mayo y principios de
19
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Junio de 1937, militares de alto rango confesaron su conjura con el alto mando alemán para
derrotar al Ejército Rojo en el caso de una invasión por parte de Alemania y de sus aliados,
y sus relaciones conspirativas con políticos, incluidos muchos que ocupaban aún posiciones
destacadas. (Getty, “Excesses” 115, 135; Thurston, 70,
90, 101-2; Genrikh IAgoda)15

Esta situación era mucho más seria que cualquiera en momentos anteriores. Durante los
juicios de Moscú de 1936 y 1937 el gobierno se tomó tiempo para preparar los procesos y
organizar unos juicios públicos dotados de la máxima publicidad. Pero la conjura militar fue
tratada de forma muy diferente. Poco más de tres semanas transcurrieron desde la fecha de
la detención de Mikhail Tukhachevsky a finales de Mayo hasta el juicio y ejecución de este
y de otros siete militares de alta graduación los días 11 y 12 de Junio. Durante este periodo,
centenares de militares de alta graduación fueron requeridos en Moscú para escuchar las
pruebas contra sus colegas -sus superiores, para la mayoría de ellos- y para escuchar los
alarmantes análisis de Stalin y del Mariscal Voroshilov, Comisario del Pueblo para la Defen-
sa, y el militar de más alta graduación del país.

En las fechas del Pleno, febrero o marzo, ni Yagoda ni Tukhachevsky habían sido aún arres-
tados. Stalin y el Politburó tenían como objetivo que la Constitución fuera el punto principal
de su agenda, y se pusieron a la defensiva ante el hecho de que la mayoría de los miem-
bros del Comité Central ignoraran este punto, prefiriendo insistir en la batalla contra los
“enemigos”. El Politburó planeó que las reformas constitucionales fueran también el punto
esencial del siguiente pleno a celebrar en Junio de 1937. Pero la situación en Junio era muy
diferente. El descubrimiento de complots en la cúpula del NKVD y muchos destacados lí-
deres militares para derribar el gobierno y matar a sus dirigentes, cambió por completo la
atmósfera política.

Stalin se colocó a la defensiva. En su discurso del 2 de Junio a la sesión ampliada del Soviet
del Ejército (reunido del 1 al 4 de Junio), describió la serie de conspiraciones recientemen-
te [16] descubiertas como “limitadas”, y afrontadas en forma ampliamente exitosa. Tam-
bién en el Pleno de Febrero-Marzo, él y sus apoyos en el Politburó minimizaron las exagera-
das preocupaciones de los primeros secretarios sobre los “enemigos internos”. Pero, como
Zhukov subraya, la situación “lenta, pero decisivamente, se iba de las manos (de Stalin)”.
(Stalin, “Vystuplenie”; Zhukov, Inoy Ch. 16, passim; 411).

El pleno del Comité Central de Junio de 1937 (17) empezó con propuestas de exclusión, en
primer lugar, de siete miembros del Comité Central y candidatos por “falta de confianza
política”, y después con la de otros 19 miembros y candidatos por “traición y actividad
contrarrevolucionaria”. Estos últimos diecinueve fueron arrestados por el NKVD incluyen-
do los diez miembros expulsados por parecidas acusaciones antes del pleno por un grupo
de miembros del Comité Central (incluyendo los mandos militares ya juzgados, culpados y
ejecutados), significaba que 36 de los 120 miembros y suplentes del Comité Central habían
sido destituidos antes del 1 de Mayo.

Yakovlev y Molótov criticaron el fracaso de los dirigentes del Partido en organizar elecciones
independientes a los Soviets. Molótov apoyó incluso la medida de apartar del camino a revo-
lucionarios distinguidos si no estuviesen preparados para las tareas del momento. Insistió
en que los dirigentes de los Soviets no eran “trabajadores de segunda fila”. Evidentemente,
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los dirigentes del Partido les estaban tratando como tales.

Yakovlev expuso y criticó el fracaso de los primeros Secretarios a la hora de efectuar eleccio-
nes secretas para los puestos del Partido, apoyándose por el contrario en los nombramien-
tos (“cooptación”). Destacó el hecho de que los miembros del Partido que fueran elegidos
delegados en los Soviets no estuvieran bajo la disciplina de grupos del Partido, fuera de los
Soviets, que les dijesen como tenían que votar. Que su voto no fuera el que les indicaran sus
superiores en el Partido, tales como los Primeros Secretarios. Tenían que ser independientes
de ellos. Y Yakovlev se refirió en los más duros términos a la necesidad de “reclutar de la
muy rica reserva de nuevos cuadros para reemplazar a aquellos que se han corrompido
o burocratizado”. Todas estas afirmaciones constituyen un ataque explícito a los primeros
secretarios. (Zhukov, Inoy 424-7; Tayny, 39-40, citando documentos de archivo).

La Constitución fue finalmente contemplada, y la fecha de las primeras elecciones se fijó


para el 12 de Diciembre de 1937. Los dirigentes cercanos a Stalin nuevamente expusieron las
ventajas de la lucha contra la burocracia y de crear lazos con las masas. Sin embargo - una
vez más- todo esto fue posterior a la igualmente expulsión sumaria y sin precedentes de los
26 miembros del Comité Central, 19 de los cuales fueron acusados directamente de traición
y actividades contrarrevolucionarias. (Zhukov, Inoy 430)

Tal vez lo más revelador sea el siguiente comentario de Stalin, comentado por Zhukov:

“Finalizando las discusiones, cuando el tema era la búsqueda de un método de contar


papeletas mas fiable, [Stalin] comentó que en Occidente, gracias a un sistema multi-
partidista, este problema no existía. Inmediatamente después, murmuró una frase que
sonó muy extrañamente en un encuentro de ese tipo: “Nosotros no tenemos partidos
políticos diferentes. Afortunadamente o desgraciadamente, tenemos solo un partido.”
[Subrayado por Zhukov]. Para pasar a proponer, aún cuando sólo provisionalmente,
utilizar para el recuento y supervisión a miembros de todas las organizaciones sociales
existentes, menos las del Partido Bolchevique... El desafío a la autocracia en el Partido
estaba planteado. ( Zhukov, Inoy 430- 1; Tayny 38).

El Partido Bolchevique sufría una severa crisis, y era imposible suponer que las cosas se de-
sarrollaran con suavidad. Era la peor situación posible para organizar unas elecciones demo-
cráticas (secretas, universales, abiertas). El plan de Stalin de reformar el gobierno soviético y
el papel en ello del Partido Bolchevique estaba condenado.

Finalizando el Pleno, Robert Eikhe, Primer Secretario de la región del Krai, Oeste Siberiano,
se reunió privadamente con Stalin. Posteriormente otros Primeros Secretarios se reunieron
con él. Probablemente, pedían los poderes que muy poco después obtuvieron: la autoriza-
ción de formar troikas, grupos de tres dirigentes, para combatir la posibilidad de conjuras
extendidas contra el gobierno soviético en sus regiones.[18] Estas troikas recibieron el po-
der de ejecución sin apelación. Se exigieron límites en el número de ejecutados y prisioneros
basándose en el poder de estas troikas, y fueron concedidos. Cuando esos límites estaban
agotados, los Primeros Secretarios pidieron, y recibieron, límites superiores. Zhukov piensa
que Eihke podía estar representando a un grupo informal de Primeros Secretarios. (Getty,
“Excesses” 129; Zhukov, Inoy 435)

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¿Quienes fueron los objetivos de estos draconianos juicios a cargo de esas troikas? Zhukov
piensa que deben haber sido los lishentsy, aquellos cuyos derechos de ciudadanía, inclu-
yendo el derecho a voto, habían sido recientemente restaurados, y cuyos votos planteaban
potencialmente el peligro mayor para la continuidad en el poder de los Primeros Secretarios.
Zhukov descarta ampliamente la existencia de conspiraciones reales. Pero los documentos
de archivo recientemente publicados en Rusia evidencian que, como mínimo, la dirección
central estaba continuamente recibiendo verosímiles informes de conspiraciones, incluyen-
do transcripciones de confesiones. Ciertamente que Stalin y otros en Moscú creyeron en
la existencia de estas conspiraciones. Mi opinión a este respecto, es que al menos algunas
de las conspiraciones existieron de hecho, y que los Primeros Secretarios creían en ellas.
(Zhukov, KP Nov. 13 02; Inoy, Ch. 18; “Repressii” 23; Lubianka B).

Otra hipótesis es que cualquiera que estuviera o hubiese estado relacionado con cualquier
clase de movimiento de oposición era clemente contemplado como “enemigo”, y sujeto a de-
tención e interrogatorio por parte de la NKVD, uno de cuyos miembros era siempre parte de
la troika. Otro grupo eran aquellos que expresaron abiertamente desconfianza u odio hacia
el sistema soviético en su conjunto. Thurston cita pruebas de que tales individuos eran a
menudo inmediatamente arrestados. Sin embargo, aquellos que manifestaban críticas de
los líderes locales del Partido, no eran molestados, mientras aquellos a los que criticaban,
incluyendo miembros del Partido, a veces lo fueron. (Thurston, 94-5).

Por tanto, contra aquellos que argumentan que las conjuras fueron fantasmas en la mente
paranoica de Stalin, o, peor aún, mentiras destinadas a reforzar su obsesión megalómana
con el poder, hay cantidad de pruebas que demuestran la existencia de conspiraciones rea-
les. Los relatos de los conspiradores que consiguieron salir mas tarde de la URSS lo afirman.
El amplio volumen de documentación policial sobre tales conspiraciones, muy poco del cual
ha sido publicado, es un potente argumento contra la teoría de que todo pudiera haber sido
un montaje. Además, las anotaciones de Stalin en estos documentos reafirman el hecho de
que pensaba que eran ciertas. (Getty, “Excesses” 131-4; Lubianka B).

Getty resume esta contradicción de la siguiente manera:

Stalin aún no era partidario de retirar las elecciones, y el 2 de Julio de 1937 Pravda de-
sautorizó claramente a los secretarios regionales publicando el primer decreto de las
nuevas reglas electorales, animando y apoyando las elecciones secretas y universales.
Pero Stalin planteó un compromiso. El mismo día que se publicó la ley electoral, el Po-
litburó aprobó lanzar una campaña masiva contra, precisamente, los elementos de los
que se habían quejado los líderes locales, y horas más tarde Stalin envió su telegrama a
los líderes provinciales del Partido, ordenando la operación kulak. [contra los lishentsy,
G.F.]. Es difícil evitar la conclusión de que a cambio de obligar a los líderes locales del
Partido a participar en las elecciones, Stalin eligió ayudarles a ganar dándoles licencia
para eliminar o deportar a centenares o miles de “elementos peligrosos”. (“Excesses”
126).

Cualquiera que sea la historia de estas purgas, ejecuciones extra- judiciales y deportaciones,
parece que Stalin creía que estaban creándose condiciones para unas elecciones libres y
abiertas. Sin embargo, estas acciones sabotearon cualquier posibilidad para unas eleccio-
nes de cualquier tipo.
22
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El Politburó intentó en un principio limitar la campaña de represión ordenando que fuese


terminada en cinco días. Algo les convenció, o les obligó a permitir que el NKVD extendiera
el periodo por cuatro meses, de la primera quincena de Agosto a la primera quincena de
Diciembre.
¿Fue el alto número de detenidos? ¿El convencimiento de que el Partido se enfrentaba a un
amplio número de conjuras y a una gran amenaza interna? No sabemos los detalles de cómo
y porque esta represión masiva se desarrolló como lo hizo.

Este fue exactamente el periodo durante el que iba a tener lugar la campaña electoral. Inclu-
so a pesar de que el Politburó continuó la organización de estas elecciones, con reglamentos
acerca de como los votantes iban a indicar sus preferencias, y de cómo los funcionarios de-
bieran actuar, los jefes locales controlaban la represión. Podrían determinar qué oposición,
si había alguna, al Partido -lo cual significaba a ellos mismos- se podría considerar “leal”, y
cual era merecedora de represión y encarcelamiento o muerte. (Getty, “Excesses,” passim.;
Zhukov, Inoy 435).

Hay documentos originales que demuestran que Stalin y el liderazgo alrededor del Polit-
buró central estaban convencidos de que los conspiradores anti-soviéticos estaban activos,
y de que se tenían que enfrentar a ellos. Esto es lo que los líderes regionales del Partido
han afirmado durante el pleno de Febrero-Marzo. A estas alturas la dirección de Stalin ha
minimizado este peligro, y mantiene centrando la atención en la Constitución, la necesidad
de preparar elecciones y el recambio del burocratizado y viejo liderazgo con otros nuevos
líderes.

Para el Pleno de Junio, los secretarios regionales estaban en una posición desde la que po-
dían decir:

“Te lo advertimos. Teníamos razón y tú estabas equivocado. Además, aún tenemos


razón; hay peligrosos conspiradores activos, preparados para utilizar la campaña elec-
toral en su intento de provocar revueltas contra el Gobierno soviético”.

¿Fue así como sucedieron los hechos? Parece, plausible, pero no podemos estar seguros.

Stalin y la dirección central no tenían ninguna idea sobre la extensión de estas conspiracio-
nes. No sabían lo que podrían hacer los nazis alemanes o los fascistas japoneses. El 2 de Junio
Stalin dijo en el Encuentro ampliado del Soviet militar que el grupo de Tukhachevsky había
proporcionado al Alto Mando alemán los planes operativos del Ejército Rojo. Esto significaba
que los japoneses, unidos por una alianza militar (el Eje) y una alianza política anti-comu-
nista (el Pacto Anti- Komitern; en realidad, un pacto antisoviético) con la Italia fascista y la
Alemania nazi, lo tendrían también, sin duda alguna.

Stalin dijo a los líderes militares que los conjurados querían convertir a la URSS en “otra Es-
paña”, es decir una Quinta Columna coordinada con un ejército fascista invasor. Dado este
terrible peligro, la dirección soviética estaba decidida a reaccionar con una determinación
brutal. (Stalin, “Vystuplenie”).

Simultáneamente, muchas pruebas sugieren que el mando central (Stalin) quería tanto
23
www.jcpv.net Stalin y la lucha por la reforma democrática, Grover Furr

reducir la represión de las troikas impulsada por los Primeros Secretarios y continuar im-
plementando en la nueva Constitución las elecciones. Del 5 al 11 de Julio la mayoría de se-
cretarios siguió la iniciativa de Eikhe de comunicar cifras precisas de aquellos que se iba a
suprimir, mediante ejecución (categoría 1) o encarcelamiento (categoría 2). De repente, el 12
de Julio, El comisario delegado del NKVD M.P. Frinovskii envió un telegrama urgente a todas
las agencias de policía locales:

“No inicien operaciones de represión contra antiguos kulaks. Repito, no inicien”. (Getty,
“Excesses” 127-8).

Los jefes locales del NKVD fueron llamados a Moscú para conferenciar, tras lo cual se emitió
la orden nº 00447. Esta larga y detallada instrucción extendía el tipo de personas objeto de
represión (incluyendo básicamente curas, los que con anterioridad se hubieran opuesto al
sistema soviético, y criminales) y -por lo general- “disminuyó los límites o cifras requeri-
dos por los secretarios provinciales”. [19]. Todas estas vacilaciones sugerían desacuerdos
y luchas entre el “centro” - Stalin y el liderazgo central en el Politburó- y los Primeros Secre-
tarios en las zonas de provincias. Stalin no estaba al mando, claramente. ( Order No. 00447;
Getty, “Excesses” 126-9).

El pleno del Comité Central de Octubre de 1937 contempló la suspensión definitiva del plan
para unas elecciones libres. Una muestra de candidaturas, presentando diversos candida-
tos, había sido ya diseñada. Bastantes de ellas han sobrevivido en varios archivos. [20] En
sustitución de ello, las elecciones a los soviets de Diciembre de 1937 fueron establecidas
sobre la base de que los candidatos del Partido compartirían las listas con un porcentaje de
candidatos ajenos al Partido de entre un 20 y un 25 %. En otras palabras, una alianza va-
riada, pero sin competición. Originalmente, las elecciones fueron pensadas sin listas, siendo
el voto solo para candidatos individuales, un método mucho más democrático. Zhukov ha
llegado a localizar en los archivos el documento auténtico que Molótov firmó, el 11 de Oc-
tubre a las 6 de la tarde, cancelando las elecciones abiertas. Esto representó una amplia
pero inevitable derrota para Stalin y sus seguidores en el Politburó. (Zhukov, KP 19 Nov. 02;
Zhukov, Tayny. 41; Inoy 443).

Fue también en el Pleno del Comité Central cuando se pronunció la primera protesta contra
la represión masiva, por parte del Primer Secretario de Kursk, Peskarov:

“Ellos (el NKVD? ¿Las troikas? G.F.) condenan a la gente por tonterías... ilegalmente, y
cuando nosotros... planteamos la cuestión al Comité Central, los camaradas Stalin y
Molótov nos apoyan decididamente, y envían una brigada de funcionarios de la Corte
Suprema y de la Oficina del Fiscal para revisar estos casos... Resultando que, al cabo de
tres semanas de trabajo de esta brigada, el 56% de estas sentencias en 16 regiones se
clasifica por parte de esta brigada como ilegal. Y lo que es más, en el 45% de estas sen-
tencias no hubo prueba de que se hubiera cometido ningún crimen”. (Zhukov, Tayny, 43).

En el Pleno de Enero de 1938 Malenkov presentó una mordaz crítica sobre la gran canti-
dad de miembros del Partido expulsados y de ciudadanos juzgados, a menudo incluso sin
proporcionar listas de nombres, sino solamente indicando los números de los expulsados.
Postyshev, primer secretario de Kuybyshev, fue eliminado como candidato a miembro del
Politburó por mantener que “no había ni un elemento honrado” entre todos los funciona-
24
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rios del Partido.

Parece que el NKVD funcionaba a su aire, al menos en algunas zonas. Sin duda, los primeros
secretarios también funcionaban a su aire. (Zhukov, KP 19 Nov. 02; Tayny, pp. 47-51; Thurs-
ton 101-2; 112). Sin embargo la preocupación de los líderes del Politburó era la existencia de
conspiradores, a los que tenían que enfrentarse. La magnitud de los abusos del NKVD no fue
reconocida. Como indica Zhukov, el informe de Malenkov (culpando a los “trepas” dentro del
Partido de las expulsiones masivas y detenciones) fue continuado por Kaganovich y Zhada-
nov, quienes siguieron haciendo hincapié en la lucha contra los enemigos, y prestaron sólo
una ligera atención a la “ingenuidad e ignorancia” en el trabajo de “bolcheviques honrados”.

Pravda, que estaba bajo el control directo de la dirección de Stalín, aún hacía llamamientos
para apartar al Partido del manejo directo de los asuntos económicos, y la necesidad de pro-
mover a gente no militante a puestos de liderazgo. (Zhukov, Tayny 51-2). Mientras Nikita
Khruschev, que en 1937 había pedido competencias para poder ejecutar a 20.000 personas
cuando era jefe del Partido en Moscú, fue trasladado a Ucrania, donde, en el plazo de un
mes, exigió poderes para reprimir a
30.000 personas. (Zhukov, Tayny 64, ver n. 23 abajo).

Nicolai Yezhov, sustituto de Genrikh Yagoda en 1936 al mando del NKVD, parece haber es-
tado en estrecha relación con los primeros secretarios. [21]. La masiva represión de los años
1937-1938 ha estado tan relacionada con su nombre que aún se la conoce como la
“Yezhovshchina”. Yezhov dimitió el 23 de Septiembre de 1938 [22], y en Noviembre de 1938
fue sustituido por Lavrentii Beria.

Bajo el mando de Beria, muchos de los mandos de la NKVD y primeros secretarios respon-
sables de miles de ejecuciones y deportaciones fueron juzgados, y a menudo ellos mismos
ejecutados por haber llevado a la muerte a gente inocente y haber hecho uso de la tortura
contra los detenidos. Las transcripciones de los juicios de algunos de los funcionarios poli-
ciales que utilizaron la tortura han sido publicadas. Numerosos presos y acusados, deporta-
dos, o enviados a los campos de trabajo fueron liberados. Beria mismo manifestó que había
sido nombrado para “acabar con la Yezhovshchina”. Stalin declaró al ingeniero aeronáutico
Yakovlev que Yezhov fue ejecutado por haber asesinado a muchos inocentes. (Lubianka B,
Nos. 344; 363; 375; Mukhin, Ubiystvo 637; Yakovlev).

Se hizo un daño incalculable a la sociedad soviética, al gobierno soviético y al Partido bol-


chevique. Esto, desde luego, hace mucho que se sabe. Lo que no se ha sabido hasta ahora es
que la implantación de las troikas y las cuotas de ejecuciones y deportaciones se deben a la
insistencia de los primeros secretarios, y no se deben a Stalin. Zhukov piensa que la estrecha
relación entre esto y la amenaza de elecciones abiertas, y el hecho de que el Comité central
consiguió forzar a la dirección estalinista a cancelar esas elecciones, sugiere que la forma
de evitar esa “amenaza electoral” puede haber sido un motivo esencial para las detenciones
masivas y las ejecuciones de la “Yezhovshchina.” (23) (Zhukov, KP).

Nada puede absolver a Stalin y a los que le apoyaron de las amplias responsabilidades que
tuvieron en las ejecuciones, que fueron de bastantes centenares de miles. [24]. Si las vícti-
mas hubieran sido encarceladas en vez de ser ejecutadas la mayoría hubiera sobrevivido.
Muchos hubieran visto revisados sus casos, y liberados. Para nuestros objetivos aquí, la pre-
25
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gunta clave es la siguiente:


¿Porque cedió Stalin ante las demandas de los primeros secretarios, que les concedieron de-
cisiones sobre la vida y la muerte? A pesar de que no hay excusas, pueden existir razones,
a ciencia cierta.

Ningún gobierno está preparado para traiciones simultáneas por parte de altos mandos mi-
litares, figuras de primera fila del gobierno nacional y de gobiernos regionales, y de la direc-
ción de la policía secreta y de fronteras.

Un grave conjunto de conspiraciones, que incluía tanto a líderes del partido, actuales y ante-
riores, con enlaces a través del vasto país acababa de ser descubierto. Lo más amenazante
era la participación de destacados militares de los niveles más altos, con la revelación de los
planes secretos militares a los enemigos fascistas. La conspiración militar tenía contactos a
lo largo de toda la URSS, y en ella estaban también los mandos más elevados de la NKVD,
incluyendo a Genrikh Yagoda, que lo dirigió entre 1934 y 1936, y el segundo de abordo du-
rante algunos años, antes de 1934. En pocas palabras, no puede saberse la amplitud de la
conjura, y cuanta gente estuvo implicada. El camino prudente era pensar lo peor. [25].

El Politburó y Stalin mismo estaban en la cima de dos amplias jerarquías, la del Partido Bol-
chevique y la gubernamental. Lo que sabían sobre el estado de cosas en el país era lo que
sus subordinados les decían. En el transcurso de los siguientes doce meses reprimieron a
muchos de los Primeros Secretarios, la mitad de los cuales fueron encarcelados. Para la ma-
yor parte, los cargos concretos y los dossieres de sus interrogatorios y juicios siguen sin ser
desclasificados, incluso en la Rusia post-soviética y anticomunista. Pero ahora disponemos
de bastantes pruebas de las investigaciones que efectuaron Stalin y el Politburó para hacer-
se una idea de la alarmante situación a la que se enfrentaban. (Lubianka B).

El Partido Bolchevique se regía por el centralismo democrático. A pesar de su status y popu-


laridad a lo largo del país, Stalin (como cualquier otro líder del partido) podía ser derrotado
por una mayoría del Comité Central. No estaba en situación de ignorar presiones y urgencias
por parte de un amplio número de miembros del Comité Central.

Como ilustración de la incapacidad de Stalin para impedir a los primeros secretarios burlarse
de los principios que inspiraban las elecciones democráticas, Zhukov menciona un incidente,
de la transcripción aún no publicada del Pleno del Comité Central de Octubre de 1937.I.A.
Kravtsov, Primero Secretario del kraikom (Comité Regional G.F.) de Krasnodar fue el único en
reconocer, detalladamente, lo que sus colegas habían estado haciendo furtivamente duran-
te las semanas anteriores. Hizo un perfil de la selección de aquellos candidatos a diputados
del Soviet Supremo que se ajustaban a los intereses del “liderazgo amplio”.
“Presentamos nuestros candidatos al Soviet Supremo”, manifestó con sinceridad Kravtsov.

“¿Quiénes son estos camaradas? Ocho son miembros del Partido; dos no son miembros ni del
Partido ni del Komsomol. Así nos ceñimos al porcentaje de no .miembros del Partido que se
indican en el borrador del Comité Central. Por su ocupación, estos camaradas se reparten de la
siguiente manera: cuatro empleados del Partido, dos empleados en el Soviet, un secretario de
kolkhoz, un conductor de combinado, un tractorista, un trabajador del sector del combustible...
Stalin: ¿Quien está, aparte de los conductores del combinado?
Kravtsov: Entre los diez está Yakovlev, Primer Secretario del kraikom, y el secretario
26
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del comité ejecutivo del krai.


Stalin: ¿Quién te aconsejo hacer eso?
Kravtsov: Tengo que decir, camarada Stalin, que me lo aconsejaron aquí en el aparato
del Comité Central.
Stalin : ¿ Quién ?
Kravtsov: Aquí, en el Comité Central, designamos nuestro secretario del comité ejecu-
tivo del krai, el camarada Simochkin, y tuvo la aprobación del aparato del Comité Central.
Stalin: ¿De quién?
Kravtsov: No lo sé, no puedo decir quién.
Stalin: Es una pena, que no puedas decirlo, porque te informaron muy mal.” (Zhukov,
Inoy 486-7).

Evidentemente, todos los Primeros Secretarios estaban haciendo lo que sólo Kravtsov afir-
mó, ignorando el principio de elecciones secretas al Soviet, principio que ellos mismos vo-
taron en un Pleno anterior, pero que nunca aceptaron con claridad. Esto señala la derrota
definitiva de Stalin en este tema, las reformas constitucionales y electorales que él y otros
líderes centrales habían encabezado durante dos años.

La reforma democrática fue derrotada, y el antiguo sistema político quedó en su sitio. El plan
de Stalin para elecciones abiertas desapareció para siempre.

“De esta manera, el intento de Stalin y su grupo de reformar el sistema político de la


Unión Soviética terminó con un total fracaso”. (Zhukov, Inoy 491).

Zhukov opina que si Stalin hubiera rechazado las exigencias de los Primeros Secretarios de
poderes extraordinarios, pudiera haber sido destituído, detenido por contra-revolucionario
y ejecutado…”

Hoy Stalin estaría entre las víctimas de la represión de 1937, y el “Memorial” y la comis-
ión de A.N. Yakovlev estaría desde hace mucho tiempo pidiendo su rehabilitación”. .”
(Zhukov, KP 16 Nov. 02).

En Noviembre de 1938 Lavrentii Beria reemplazó a Yezhov como jefe del NKVD. Las “troikas”
fueron abolidas. Las ejecuciones extra-judiciales cesaron, y los responsables de los terri-
bles excesos fueron a su vez juzgados y ejecutados o encarcelados. [26] Pero la guerra se
acercaba. El gobierno francés rehusó continuar con la ya muy débil versión de la alianza
Franco-Soviética acordada (La URSS hubiera deseado una mucho mas fuerte). Los aliados
cedieron Checoeslovaquia a Hitler y a los fascistas polacos, sin ningún tipo de lucha. La Ale-
mania nazi llegó a una alianza con el gobierno fascista de Polonia con vistas a una invasión
de la URSS. La guerra civil española, a la que los Soviets tanto apoyo habían dado, estaba
perdida. Italia invadía Etiopía, y la Liga de Naciones no hizo nada. Francia e Inglaterra, con la
mayoría de Europa Occidental, detrás, animaban a Hitler claramente para que invadiera la
URSS. (Lubianka B, No. 365; Leibowitz).

Japón, Italia y Alemania tenían un tratado de mutua defensa, y un pacto “Anti-Komitern”, los
dos expresamente dirigidos contra la Unión Soviética. Todos los países europeos fronterizos
(Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, Finlandia. Estonia, Latvia y Lituania) eran dictaduras
militares de corte fascista. En 1938, un ataque japonés en Lago Khasan costó al ejército rojo
27
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unos 1.000 muertos. Al año siguiente, un ataque japonés de más envergadura fue rechaza-
do por el Ejército Rojo en Khalkin-Gol. Las bajas soviéticas ascendieron a 17.000, incluyendo
casi 5.000 muertos; en ningún caso era una pequeña guerra. Pero fue decisiva, y los japone-
ses no volvieron a importunar otra vez a los soviéticos. Pero el Gobierno soviético no podía
saber esto en aquellas fechas. (Rossiia I SSSR v Voynakh).

Después de 1938, el gobierno de Stalin no hizo nuevos intentos de llevar a la práctica el sis-
tema democrático electoral reflejado en la Constitución de 1936. ¿Fue este fracaso un reflejo
del punto muerto al que se había llegado entre Stalin y los primeros secretarios en el Comité
Central? ¿O más bien se estimaba que con una guerra a las puertas, los esfuerzos hacia la
democratización tendrían que esperar tiempos mas pacíficos? Las pruebas disponibles no
permiten una conclusión firme.

Sin embargo, una vez que Beria hubiera reemplazado a Yezhov como jefe del NKVD (formal-
mente en Diciembre de 1938; en la práctica, unas semanas antes) tuvo lugar un continuo
proceso de rehabilitaciones. Beria puso en libertad a unos 100.000 prisioneros de campos
y cárceles. A esto siguieron los juicios contra los hombres del NKVD acusados de torturas y
ejecuciones extrajudiciales. (Thurston 128-9)

Fin de la Primera Parte

Notas

Para la Resolución, ver Zhukov, Inoy 362-3; Stalin, Zakliuchitel’noe. Al igual que la resolución
(que permanece inédita), el discurso de Stalin toca solo de pasada el tema de los “enemigos”,
e incluso entonces para precaver al C.C. de “golpear” que alguna vez hubiera sido trostkista.
Stalin insiste en que se da “gente muy apreciable” entre los antiguos troskistas, y nombra
concretamente a Felix Dzerzhinsky.

Este volumen (Genrikh Yagoda) consiste esencialmente de interrogatorios efectuados a Ya-


goda y los suyos, y la confesión de Yagoda de implicación en una conspiración para dar un
golpe contra el Gobierno soviético.; el liderazgo de la conspiración por Trotsky, y, en general,
todo lo que Yagoda confesó en el juicio de 1938. No hay indicaciones que indiquen que las
confesiones no eran auténticas. Los editores del volumen niegan la exactitud de los hechos
citados en los interrogatorios, y define los mismos interrogatorios como “falsos”. Pero no dan
ninguna prueba de que así sea. Jansen y Petrov, P. 226 n.9, a pesar de su anti-estalinismo,
citan este volumen como prueba y sin ningún comentario. Y además se dan buenas pruebas
de que así fue en realidad; que estas conspiraciones existieron, que las confesiones dadas
en los juicios públicos fueron verídicas y no forzadas, y que las principales acusaciones eran
ciertas. Otro extenso volumen de documentos primarios publicado en 2004 contiene un
gran número de informes del NKVD sobre conspiraciones y textos de interrogatorios. (ver
Lubianka B). La explicación más plausible de la existencia de este volumen de evidencias es
que alguna al menos es cierta.
28
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Llamado el klubok (“enredo”), por los investigadores del NKVD de la época y por los historia-
dores rusos hoy.
No se ha publicado transcripción alguna del Pleno de Junio de 1937. Algunos autores afir-
man que no se conservó ninguna. Sin embargo, Zhukov menciona extensamente algunas
transcripciones archivadas no accesibles a otros.
La orden de establecer una troika en la región del Oeste siberiano de Eikhe existe. La peti-
ción de Eihke no ha sido encontrada, pero debió de efectuar alguna petición, bien verbal bien
por escrito. Ver Zhukov, “Repressii” 23, n. 60; Getty, “Excesses” 127, n. 64.
Getty, Excesses 131-134 comenta algunas estadisticas al respecto.
Ver Orden No.00447.
La papeleta de muestra se reproduce en Zhukov; Inoy, 6ª ilustración.
Todavía el 1 de Febrero de 1956, menos de cuatro semanas antes de su discurso secreto al
XX Congreso del Partido, aun se refería Khruschev a Yezhov como “inocente sin duda al-
guna, un hombre honrado”. Reabilitatsia: Kak Eto Bylo. Mart 1953-Febral’ 1956 (Moscow,
2000), p. 308.
Su dimisión no fue formalmente aceptada hasta el 25 de Noviembre de 1938; ver Lubianka
B Nos. 344 y 364.

Khruschev requirió “ejecutar a 20.000” personas., Zhukov,KP 3 Dec.


02. Los comentarios críticos de Yakovlev sobre las expulsiones masivas de Khruschev se
citan más arriba. Eikhe fué arrestado en Octubre de 1938, juzgado, acusado, condenado y
ejecutado en Febrero de 1940. Según Khruschev, Eikhe rechazó su confesión, diciendo que
fue obtenida tras ser golpeado o torturado. El análisis de Zhukov sugiere que el auténtico
motivo de la suerte de Eikhe pudo ser su papel dirigente en las ejecuciones masivas de 1937-
1938. Ver Jansen y Petrov, 91-2. El Politburó, y el Pleno del Comité Central de Enero de 1938
comenzaron a atacar a los secretarios del partido que habían hecho blanco de sus ataques y
represiones a miembros cualificados del Partido. (Getty, Origins 187-8).El registro completo
de la investigación sobre Eikhe y el juicio aún están clasificados. El deseo de desviar la aten-
ción y las culpas de si mismo y de los Primeros Secretarios fue uno de los objetivos de las
mentiras contenidas en su “informe secreto”. [XX Congreso del PCUS N. del T.]
Getty (“Excesses” 132) cita evidencias de que 236.000 ejecuciones fueron autorizadas por
“Moscú”, queriendo significar la dirección estaliniana, pero más del 160% de esta cifra,
387.000 personas, fueron de hecho ejecutadas por autoridades regionales.
En el juicio de Moscú de 1938 Yagoda confesó su participación en la conspiración para un
golpe de Estado contra el gobierno soviético, delató a los asesinos de Máximo Gorki y su hijo,
y otros crímenes atroces, pero negó vigorosamente la acusación del fiscal de espionaje. El
que la acusación de espionaje aún se mantuviera un año después de la detención de Yagoda
demuestra, como poco, que el Gobierno soviético pensó que él pudiera en realidad haber
dado informaciones a un gobierno enemigo (Alemania, Japón, Polonia). Como cabeza del
Ministerio del Interior, incluyendo la policía secreta y de fronteras, Yagoda hubiera tenido
la ocasión de causar un daño incalculable a la seguridad soviética en el caso de dar informa-
ción a gobiernos extranjeros.
Thurston tiene la mejor discusión en lengua inglesa sobre esto, en Life and Terror 128 ff.

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Notas adicionales

Sobre el trabajo de Yuri Zhukov

Hasta la fecha se ha dado un sólo un ataque académico contra las tesis de Zhukov, el de la
profesora Irina V. Pavlova “1937: Vybory kak mistifikatsiia, terror kak real’nost’,” Voprosy
Istorii 10, 2003 19-36. Pavlova es una estridente anticomunista de la escuela “totalitarista”,
cuya hostilidad ideológica hacia el comunismo inhabilita su investigación histórica. Como
ejemplo, miente sobre la investigación de Getty con la finalidad de desacreditarle. Pavlova
escribe propaganda, no historia.

Pavlova hace mención solamente de los artículos de Zhukov en KP, y lo escribió antes de la
publicación de Inoy Stalin. La crítica de Pavlova se apoya en la suposición de que los juicios
de Moscú, Tukhachesvki, etc. fueron tapaderas, y todas las campañas electorales y consti-
tucionales un montaje deliberado para tapar la represión.
Pavlova también afirma que, debido a que el Soviet Supremo no tenia poder político real en
1936, las elecciones al mismo tampoco le hubieran proporcionado ninguno… Si por “poder”
Pavlova entiende la habilidad para desbancar al Partido Bolchevique de su posición domi-
nante en la URSS y deshacer el socialismo, indudablemente tiene razón: desde luego que
Stalin no tenía ninguna intención de permitir una contrarrevolución por medios constitucio-
nales. Ni eso se permite en ningún país de democracia burguesa. Pero si por “poder” entien-
de capacidad para influenciar políticas estatales y ejercer presiones, dentro de unos límites
sobre políticas sociales específicas y sobre el mismo Partido Bolchevique, es decir el tipo
de poder que dan las elecciones en las democracias burguesas, entonces seguramente está
equivocada.

Sobre Iuri Mukhin, Ubiystvo Stalina i Beriia:

Este libro de Mukhin a menudo es ignorado por aquellos mas bien contrarios a sus conclu-
siones, sobre la base de que hace comentarios que pudieran ser considerado antisemitas.
Debiera también decirse que Mukhin hace comentarios oponiéndose al antisemitismo, en
el mismo libro. El presente trabajo no extrae ningún dato de los párrafos en los que pudiera
alegarse vestigios de antisemitismo. Mukhin también toma posturas excéntricas sobre al-
gunos temas no relacionados con este libro. Tampoco cito ninguno de esos trabajos.
Lo mismo pudiera y debiera decirse cuando se citan académicos anticomunistas: el hecho
de que sus prejuicios anticomunistas no significa que puedan, en ocasiones, tener enfoques
de valor. Y, desde luego, el anticomunismo está estrechamente relacionado con el antisemi-
tismo. No siendo ni anticomunista ni judío, Mukhin muestra cierta hostilidad contra ambos,
pero tampoco es un anti comunista convencional y un anti semita convencional.
Los análisis de Mukhin de las fuentes primarias y secundarias son frecuentemente muy
agudos, y yo los uso y cito cuando los encuentro de ayuda. Naturalmente, la cita de análisis
de Mukhin que el autor considera útiles no implica acuerdo con parte de sus análisis que no
se citan. Tampoco es Mukhin responsable de cualquier uso que yo haga de su investigación.
He comprobado cada referencia dada por Mukhin y todos los académicos aquí citados, ex-
cepto en el caso de fuentes primarias, solo disponibles para aquellos que trabajan en los
archivos.

30
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Bibliografía

(He incluido URL a las versiones on-line de de los textos citados, siempre que he podido lo-
calizarlos. G.F..)
Alikhanov, Sergei. “Bagazh na brichke.” Kontinent. At http://www.kontinent.org/art_view.
asp?id=2020.
Beria: Konets Kar’ery. Moscow: Izd. Politicheskoy Literatury, 1991. Beria, Lavrentii. Speech,
at Stalin’s funeral. At <http://leader.h1.ru/beria.htm>. Mukhin cita la versión original publi-
cada in Komsomolskaya Pravda, No. 59, 1953, pp. 1-3 (Ubiystvo, 282). I have not been able to
see this version, but the passages Mukhin quotes from it are identical to the on-line version
cited here). Cited as “Beria, Speech.”
Beria, Sergo. Moy Otets Lavrentii Beria. Orig. ed. Moscow: Sovremennik, 1994. At <http://
www.duel.ru/publish/beria/beria.html>.
Bivens, Matt, and Jonas Bernstein. “Part 2: The Russia You Never Met.” Johnson’s Russia List
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Segunda Parte
El periodo bélico

Hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, Stalin y su grupo en el Politburó hicieron un


intento más de impedir al Partido Bolchevique el control directo sobre el gobierno soviético.
Veamos como Yuri Zhukov describe este hecho:

En Enero de 1944… por primera vez durante la guerra hubo una convocatoria conjun-
ta del Pleno del Comité Central y de una sesión del Soviet Supremo de la URSS. Molo-
tov y Malenkov prepararon un borrador de decreto del Comité Central, según el cual el
Partido sería distanciado del poder. Conservaría únicamente agitación y propaganda;
nadie podría despojarle de estas materias típicas de partido y de la participación en la
selección de cuadros, algo totalmente natural. Simplemente, prohibió al Partido inter-
ferir en cuestiones económicas y en las labores del los órganos del Estado. Stalin leyó el
borrador, cambió seis palabras, y escribió “CONFORME” sobre el mismo. Lo que sucedió
después sigue siendo un misterio…

Éste fue un nuevo intentote reservar para el partido únicamente aquellas tareas
que desempeñó durante la guerra. El borrador tenía 5 firmas: Molótov, Malenkov, Sta-
lin, Khruschev, Andreev. No hubo copia, y sólo podemos especular sobre el voto de los
demás. Ni el todopoderoso Comité Estatal de Defensa, con cuatro miembros en el Polit-
buró pudo cambiar el viejo orden de las cosas. Esto demuestra, una vez más, que Stalin
nunca tuvo el poder que tanto estalinistas como antiestalinistas le atribuyen. (Zhukov,
Kul’tovaia; ) (1)

No sabemos cómo iba a ser llevado a cabo este “distanciamiento” del Partido de las cuestio-
nes económicas y del estado. Presumiblemente algún otro método de dotar a los órga-
nos estatales habría sido contemplado. ¿Hubiera significado esto una vuelta a las elecciones
tal y como se indicaba en la Constitución de 1936?

Cualquiera que sea la respuesta a estas cuestiones parece probable que el Comité Central,
compuesto ampliamente por los Primeros Secretarios del Partido, rechazó una vez más los
planes del grupo de Stalin de cambiar fundamentalmente el sistema soviético. ¡En su “In-
forme Secreto”, Khruschev negó la celebración de ningún pleno! Dado que la mayoría de los
miembros del Comité Central entre los oyentes sabían que esto era mentira, puede ser que el
propósito de esta mentira era una tácita indicación de que este peligroso movimiento contra
su poder estaba ya formalmente “enterrado”.

Tras la guerra

Como hemos visto, Stalin creía que un importante problema, tanto para la URSS como para
el Partido Bolchevique era una situación de doble poder. Era el Partido, no el gobierno, quien
dirigía en realidad la sociedad. De forma progresiva, los funcionarios del Partido ejercían el
poder mediante la supervisión y la vigilancia, en vez de gestionar la producción.

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Conseguir que el Partido se librara del control directo del Estado serviría para un cierto nú-
mero de objetivos:
-Institucionalizaría la Constitución de 1936 y reforzaría los lazos entre la población y el Es-
tado Soviético.
-Devolvería la dirección de las instituciones estatales a aquellos que realmente estaban pre-
parados para ello.
-Evitaría al Partido la degeneración en sus niveles superiores hacia una casta de parásitos y
carreristas corruptos.

Hasta la guerra, el Politburó se había reunido al menos dos veces por semana. En Mayo de
1941 Stalin se convirtió en cabeza oficial del Estado Soviético, reemplazando a Molótov
como Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, o Sovnarkom, el órgano ejecutivo del
gobierno de la URSS.

Pero durante la guerra en la URSS no estaba dirigida ni por este cuerpo ni por el Partido, sino
por el Comité Estatal de Defensa, compuesto por Stalin y tres de sus más cercanos colabo-
radores. Durante la guerra el Comité celebró sólo un Pleno, mientras que, no sólo durante
la guerra sino también después, el Politburó se reunió muy raramente. Según Pyzhikov, “el
Politburó, a efectos prácticos, no ejerció”. El disidente soviético Zhores Medevedev cree
que el Politburó se reunió seis veces en 1950, 5 veces en 1951 y 4 veces en 1952. (2) Es decir,
Stalin quitó al Politburó la dirección del Estado (Pyzhikov, 100; Medvedev, Sekretnyi).

Stalin parece haber descuidado su papel como cabeza del Partido. Los plenos del Comité
Central se fueron haciendo escasos. No tuvo lugar ningún Congreso durante 13 años, en-
tre 1939 t 1952. Tras la guerra, Stalin firmó decisiones conjuntas del Partido y del gobierno
en tanto simple Presidente del Consejo de Ministros (el conocido Consejo de Comisarios del
Pueblo), dejando a otro de los secretarios, Zhdanov o Malenkov, firmar en nombre del Parti-
do. (Pyzhikov 100).

El ascendiente del Partido continuaba siendo alto. Pero tal vez fuera solamente porque Sta-
lin era todavía Secretario General del Partido. Fue el único líder del bando aliado que conti-
nuó sus funciones tras la guerra: Roosvelt había muerto y Churchill fue derrotado en las
elecciones de 1945. No es ninguna exageración decir que, entre los trabajadores, Stalin era
el personaje mundial más famoso y respetado. El movimiento comunista que dirigía era la
esperanza para millones de personas y se expandió enormemente como resultado de la vic-
toria sobre el fascismo. El gran prestigio de Stalin como Jefe de Estado prestó gran autoridad
al aparato del Partido. (Mukhin, Ubyitsvo 622; Ch. 13).

Las actividades de Stalin sugieren que aún estaba intentando quitar al Partido su poder di-
recto sobre el estado. Sin embargo, si fue de esta manera, lo hizo con muchas precauciones.
Podríamos deducir algunas razones para este cuidado:

-Mostrar una infundada falta de confianza en el Partido hubiera sido un mal ejemplo para
otros países del mundo, donde los Partidos Comunistas no habían conseguido el poder.
-El Comité Central y la Nomenclatura se oponían, tal y como hicieron antes de la guerra.

Por estas razones actuaría discretamente, evitando el más mínimo encontronazo. (Mukhin,
Ubyitsvo 611)
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El Programa del Partido de 1947

Probablemente hubo más en los planes estalinistas de democratización de lo que sabemos


hoy sobre ello. Alexander Pyzhikov, un historiador marcadamente anticomunista y anties-
talinista ha mencionado unas interesantes selecciones de un borrador fechado en 1947 so-
bre un programa del Partido para impulsar la democracia y el igualitarismo en la URSS. Este
fascinante y completamente desconocido plan no fue nunca publicado, y, evidentemente no
está disponible para otros investigadores.

Ésta es la selección mencionada literalmente por Pyzhikov:

El desarrollo de la democracia socialista como base de la construcción de una socie-


dad socialista sin clases convertirá progresivamente la dictadura del proletariado en
la dictadura del Pueblo Soviético. A medida que cada individuo se implique día a día en
los asuntos de estado, el crecimiento de la conciencia y la cultura comunista en la po-
blación, y el desarrollo de la democracia socialista llevará a la paulatina desaparición
de formas de coacción en la dictadura del pueblo soviético, y a un progresivo de las me-
didas coactivas por la influencia de la opinión pública, y a la conversión de éste, princi-
palmente en el órgano de la dirección de la vida económica del país.

Pyzhikov resume otros párrafos de este documento inédito como sigue:

En particular, el borrador trataba sobre el desarrollo de la democratización del orden


soviético. El plan reconocía como esencial incorporar a los trabajadores en la gestión de
los asuntos de estado, en la cotidiana actividad estatal y en la actividad social, sobre la
base de rápido desarrollo del nivel cultural de las masas y la simplificación al máximo
de la dirección del estado. Proponía en la práctica proceder a la unificación del trabajo
productivo con participación en los asuntos de estado, con la transición hacia la total
dirección del estado por parte de toda la clase trabajadora. También se extendía sobre
la idea de control directo por parte del pueblo de la actividad legislativa, por lo que lo
siguiente era considerado esencial:

a) Implantar el voto universal y la toma de decisiones de las cuestiones más impor-


tantes de la vida gubernamental, tanto en la esfera social como económica, así como en
las cuestiones relativas a las condiciones de vida y el desarrollo cultural.
b) Ensanchar el desarrollo de las iniciativas legislativas desde abajo, concediendo a las
organizaciones sociales el derecho a solicitar al Soviet Supremo propuestas legislativas.
c) Confirmar el derecho de los ciudadanos y de las organizaciones sociales a presentar
directamente propuestas al Soviet Supremo sobre las cuestiones más importantes de
política nacional e internacional.

Tampoco se olvidaron los métodos de elección de directores. El borrador del programa


del Partido abordaba la selección de todos los miembros responsables del aparato del
estado mediante elección de acuerdo con el grado de desarrollo hacia el comunismo.
Abordaba cambios en el funcionamiento de una serie de órganos estatales directivos
para irlos convirtiendo progresivamente en instituciones de administración y super-
visión de la economía como un todo. Para ello, el máximo desarrollo posible de organi-
zaciones voluntarias e independientes era visto como importante. Se atendió al refuer-
37
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zo de la importancia de la opinión social en la ejecución de la transformación comunista


de la conciencia popular, en el desarrollo, sobre la base de la democracia socialista entre
amplias masas populares, de la “ciudadanía socialista”, del “heroísmo laboral” y del “val-
or del Ejército Rojo”.

Siempre según Pyzhikov, Zhdanov informó sobre el trabajo de la comisión planificadora en


el Pleno del Comité Central de Febrero de 1947, proponiendo la celebración del 19º Congreso
del Partido para finales de 1947 o para 1948. Avanzó también un plan para un orden sencillo
de convocatorias anuales de conferencias del Partido, con una “renovación obligatoria” de
no menos de una sexta parte del Comité Central cada año. De haber sido llevada a la práctica,
y si la “renovación” hubiera efectivamente causado una mayor rotación de los miembros del
Comité Central, esto hubiera significado que los Primeros Secretarios y otros líderes del Par-
tido en el C.C. hubiesen estado menos atrincherados en sus posturas, dejando sitio a savia
nueva en el cuerpo dirigente del Partido, facilitando la crítica de los simples militantes a los
líderes del Partido. (Pyzhikov 96).

Este audaz plan refleja muchas de las ideas del “agotamiento del estado”, vislumbrado en
“El Estado y la Revolución” de Lenin, sobre ideas que éste encontró en Marx y Engels. Al
proponer la participación democrática y directa en todas las decisiones del estado del pue-
blo soviético y sus organizaciones populares, y la “renovación” (o, al menos, la posibilidad
de reemplazo) de no menos de una sexta parte del Comité Central cada año a través de una
Conferencia, este plan preveía el desarrollo de la democracia desde abajo, tanto en el Estado
como en el mismo Partido.

Pero todo fracasó. Como sucedió con las propuestas previas de democratización del Estado y
del Partido antes mencionadas, no conocemos los detalles de cómo sucedió. Probablemente
fue rechazado en el Pleno del Comité Central. El 19º Congreso del Partido se pospuso hasta
1952. Como siempre, no sabremos por qué. Las características del borrador del Programa del
Partido hacen sugerir que la oposición del Comité Central -los Primeros Secretarios- pudo
haber sido la causa. (3)

El decimonoveno Congreso del Partido

Parece ser que la dirección estalinista hizo un último esfuerzo por separar al Partido de sus
funciones de dirección del Estado en el 19º Congreso de 1952, y en el Pleno del Comité Cen-
tral que se celebró a continuación. Empezando por Khruschev, la Nomenclatura del Partido
procuró destruir cualquier rastro de este Congreso, actuando inmediatamente para eliminar
lo que en él se realizó. Bajo Brezhnev se publicaron las transcripciones de todos los Congre-
sos del Partido hasta el decimoctavo. Hasta hoy, nunca se han publicado las actas del deci-
monoveno. En éste Stalin sólo dirigió un corto discurso al Congreso que fue publicado. Pero
también dirigió un discurso de hora y media en el Pleno que tuvo lugar a continuación. Este
discurso no se publicó, excepto algunos cortos párrafos, tampoco se publicó la transcripción
de este Pleno. (4).

Stalin convocó el Congreso para cambiar el status del Partido y su estructura organizacio-
nal. Entre los cambios están los siguientes:
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- El nombre del Partido fue oficialmente cambiado de “Partido Comunista (Bolchevique) de


la Unión” a Partido Comunista de la Unión Soviética”. Esto imitaba las denominaciones de la
mayoría de los partidos comunistas en el mundo, haciendo depender al partido del estado.

- Un “Presidium” reemplazó al Politburó del Comité Central. Este nombre definía a los repre-
sentantes de otro órgano representativo (en este caso el Comité Central), como, por ejemp-
lo el Presidium del Soviet Supremo. También suprimió lo “político” del nombre; en realidad,
todo el Partido era político, no solo el cuerpo dirigente.

Sin duda, también sugería un organismo que dirigiera solo el Partido, no el Partido y el Es-
tado. El Politburó había sido un órgano de miembros de diversa procedencia. Incluía al Pre-
sidente del Consejo de Ministros (cabeza del órgano ejecutivo del Estado; esto es, la Jefatura
del Estado); al Presidente del Presidium del Soviet Supremo (cabeza del cuerpo legislativo);
al Secretario General del Partido (Stalin), un Secretario o dos más del Partido, y un par de
ministros del gobierno. Las decisiones del Politburó eran ejecutivas tanto para el Partido
como para el Gobierno. (4).

Por tanto, y en comparación con la virtualmente suprema posición del Politburó en el país, el
papel del Presidium fue ampliamente reducido. Desde el momento en que la cabeza del Es-
tado y la Cabeza del Soviet Supremo no tenían plaza reservada, el Presidium sólo el órgano
dirigente del Partido Comunista.

Hubo también otros cambios:

- El cargo de Secretario General (el del mismo Stalin) fue suprimido. Ahora Stalin era sólo uno
de los 10 Secretarios del Partido (6), todos los cuales figuraban en el nuevo Presidium, com-
puesto de 25 miembros y 11 suplentes, cantidad mucho más alta que los 9-10 del antiguo
Politburó. Este mayor tamaño le daría un carácter mucho más deliberativo, en vez de ser un
órgano en el que se tomasen muchas decisiones finales rápidamente ejecutadas.
- La mayoría de estos miembros del Presidium parecen haber sido funcionarios guberna-
mentales, y no líderes del Partido. Khruschev y Malenkov se preguntaría más adelante cómo
hubiera podido Stalin conocer de oídas a personas que él mismo sugirió para el Presidium,
dado que no eran líderes conocidos (y, por tanto, no eran Primeros Secretarios). Presum-
iblemente, Stalin les nombró por su rango en el liderazgo del Estado, en contraposición al
liderazgo en el Partido. (7).

Stalin hizo seguir a su dimisión como Secretario General del Partido, que tuvo lugar en el 19º
Congreso, una propuesta, en el Pleno del C.C. que le siguió, de renunciar también a su puesto
en este comité Central, conservando sólo el cargo de Jefe de Estado (Presidente del Consejo
de Ministros).

Con Stalin fuera del Comité Central, figurando sólo como Presidente del Consejo de Minis-
tros, los funcionarios gubernamentales no se hubieran sentido obligados a informar al Pre-
sidium, el órgano más alto del Partido. Esta acción de Stalin hubiera arrebatado autoridad
a los funcionarios del Partido, cuya función de “supervisión” era innecesaria, en términos
productivo-económicos. No siendo Stalin el Jefe del Partido, el liderazgo de éste, la Nomen-
clatura, hubiera perdido prestigio. Los militantes de base ya no se hubieran sentido obliga-
dos a “elegir” (es decir, a confirmar) a los candidatos recomendados por los Primeros Secre-
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tarios y por el Comité Central.

Desde esta perspectiva, la dimisión de Stalin de su puesto en el Comité Central hubiera sido
un desastre para la Nomenclatura. Se sentían protegidos de las críticas sin piedad por parte
de los militantes de base únicamente gracias a la “sombra de Stalin”. Hubiera significado
que, en el futuro, sólo la gente más inteligente y más capaz sobreviviría en la Nomenclatura
del Partido, así como en el aparato del Estado. (Mukhin, Ubiystvo, 618-23)

La falta de transcripciones sugiere que algo sucedió en este Pleno, y que Stalin dijo cosas en
su discurso que la Nomenclatura no quiso que se hicieran públicas. También indica, y es muy
importante subrayar ésto, que Stalin no era todopoderoso. Por ejemplo, las serias críticas
de Stalin a Molótov y Mikoyan en este Pleno no se publicaron hasta mucho después de su
muerte. (8).

El famoso escritor soviético Konstantín Simonov estaba presente, en tanto miembro del
Comité Central. Fue testigo del pánico y rechazo de Malenkov cuando Stalin propuso votar
para liberarle de su cargo en el Comité Central. (Simonov, 244-5). Enfrentado a una oposi-
ción vociferante, Stalin no insistió. (9).

Tan rápidamente como pudieron, los líderes dieron pasos para anular las decisiones del 19º
Congreso del Partido. En su reunión del 2 de Marzo, con Stalin aún vivo pero inconsciente,
un Presidium reducido (esencialmente, los miembros del antiguo Politburó) se vieron en la
dacha de Stalin. Allí decidieron volver a reducir el Presidium a 10 miembros, en vez de 25.
Era, básicamente, el antiguo Politburó, de nuevo. El número de Secretarios del Partido se
redujo otra vez a 5. Khruschev fue nombrado “coordinador” del Secretariado y, cinco meses
más tarde, “Primer Secretario”. Finalmente, en 1966, la palabra Presidium fue modificada a
su antigua denominación, Politburó.
Durante el resto de la historia de la Unión Soviética el Partido continuó dirigiendo la socie-
dad., siendo sus rangos más altos una capa de elites privilegiadas, corruptas y autonom-
bradas. Bajo Gorbachov este grupo dirigente disolvió la URSS, dándose a sí mismos la rique-
za económica y el liderazgo político en la nueva sociedad capitalista. A la vez, destruyó los
ahorros de la clase trabajadora soviética, robando sus beneficios sociales. Clase trabajadora
cuyo esfuerzo había sido el origen de la inmensa riqueza colectiva de la Unión soviética. Esa
misma Nomenclatura continúa hoy en día el Estado post-soviético.

Lavrentii Beria

Beria es el personaje más calumniado en la historia soviética. Por tanto, el reverso del juicio
histórico sobre la carrera de Beria, juicio que empezó repentinamente tras el fin de la Unión
Soviética, ha sido incluso más intenso que la reevaluación académica del papel de Stalin, que
es el tema principal de estos artículos.

Los “cien días” de Beria (exactamente 112 días, desde la muerte de Stalin el 5 de Marzo de
1953 hasta su destitución el 26 de Junio) fueron testigos del inicio de profundas reformas. Si
la dirección soviética hubiera permitido que estas reformas se hubieran desarrollado total-
mente la historia de la Unión Soviética, del Movimiento Comunista Internacional, de la Gue-
40
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rra Fría, y, en resumen, de la última mitad del Siglo XX, hubiera sido radicalmente diferente.

Las iniciativas de reforma de Beria incluían, como mínimo, las siguientes. Todas merecen
ser destacadas, y algunas de ellas están teniendo ahora un especial estudio, incluso a pesar
de que el Gobierno Ruso mantiene las fuentes primarias más importantes vetadas incluso a
historiadores de confianza:

- La reunificación de Alemania como un estado no- socialista, neutral, paso que hubiera
sido terriblemente popular entre los alemanes, y notablemente desagradable para los alia-
dos de la OTAN, incluyendo a Estados Unidos.
- La normalización de relaciones con Yugoslavia, que prometía volver de su tácita alianza
con Occidente hacia el Kominform.
- Una política sobre las nacionalidades que se oponía a la “rusificación” en las áreas recien-
temente anexadas del Oeste Ucraniano y los Estados Bálticos, junto al objetivo de recuperar,
al menos, a algunos de los grupos nacionalistas en la emigración. Una política reformada de
nacionalidades en otras áreas no rusas, incluyendo Georgia y Bielorrusia.
- Rehabilitaciones y compensaciones para aquellos injustamente condenados por los cu-
erpos jurídicos especiales (las troikas y las “Comisiones Especiales” del NKVD) durante los
años 30 y 40. Bajo Beria este proceso se hubiera llevado a cabo de manera muy distinta de
cómo se llevó a cabo bajo Khruschev, que rehabilitó a muchos que eran incuestionablemente
culpables.

Algunas de las otras reformas de Beria fueron llevadas ampliamente a la práctica, incluyen-
do:

- Amnistía para un millón de prisioneros por crímenes contra el Estado.


- Poner término a la investigación del “Complot de Médicos”, junto al reconocimiento de que
las acusaciones habían sido injustas, y el castigo a los funcionarios del NKVD involucrados,
incluyendo la destitución de Kruglov, antiguo director del NKVD, del Comité Central. (11).
- Poner término a la autoridad de la “Comisión Especial” del NKVD para sentenciar a muerte
o a largas penas de cárcel.
- En un movimiento no sólo contra el culto a Stalin, sino contra todo culto a todos los líderes
en general, prohibir la exhibición de retratos de líderes en los grandes mítines festivos. Esto
fue anulado por los líderes del Partido poco después de la destitución de Beria.

Las actividades de Beria en pro de una reforma democrática

Oficialmente, Beria fue arrestado por los otros miembros del Politburó más algunos genera-
les el 26 de Junio de 1953. Pero los detalles de esta supuesta detención son oscuros, y hay
versiones contradictorias (12). En cualquier caso, durante el Pleno del Comité Central de Ju-
nio de 1953 dedicado a acusar a Beria de varios crímenes, Mikoyan declaraba:

“Cuando [ Beria ] hizo su presentación en la Plaza Roja sobre la tumba del camarada
Stalin, le dije: “En tu discurso hay un párrafo en el que garantizas a cada ciudadano los
derechos y libertades contemplados en la Constitución. Si en el discurso de un simple
orador no hay frases vacías, en el discurso de un ministro político del interior, que es un
41
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programa de acción, deberás cumplirlo”. El me respondió: “Y lo cumpliré”.” (Beria 308-9,


Mukhin 178).

Beria había dicho algo que alarmó a Mikoyan. Aparentemente, era el hecho de que en ese
crucial discurso en la Plaza Roja, y haciendo referencia a la Constitución, Beria omitió toda
referencia al Partido Comunista, hablando sólo sobre el Gobierno Soviético. Beria habló en
segundo lugar, después de Malenkov, una demostración pública de que ahora era la segunda
persona en el rango del Estado Soviético. Sus palabras habían sido éstas:

“Los trabajadores, los campesinos koljosianos, la intelligentsia puede trabajar pacífica-


mente y en confianza, sabiendo que el Gobierno Soviético garantizará diligente e in-
cansablemente sus derechos, tal y como figuran en la Constitución de Stalin…De ahora
en adelante la política del Gobierno Soviético será la política leninista y estalinista de
mantenimiento y refuerzo de la paz…” (Beria, Discurso).

Mukhin sugiere posibles interpretaciones para este párrafo. La gente de la calle difícilmente
entendería lo que Beria decía, pero para la Nomenclatura del Partido esto era un buen nava-
jazo. Beria pretendía llevar adelante el país sin Partido; por lo tanto, sin ellos. Prometía sal-
vaguardar los derechos del pueblo, que no les concedía el Partido, sino... ¡una Constitución!
(Mukhin, 179).

En este mismo Pleno de Junio de 1953 Khruschev dijo:

Recordemos como Rakosi [ líder comunista húngaro ] dijo “Me gustaría saber qué es lo
que se decide en el Consejo de Ministros y qué es lo que se decide en el Comité Central, qué
tipo de división debería existir…” Y Beria dijo tranquilamente: “¿Qué Comité Central? Que
decida el Consejo de Ministros, y dejemos que el Comité Central se dedique a sus temas de
cuadros y propaganda”. (Beria 91)

Más tarde, en el mismo Pleno Lazar Kaganovich abundó sobre el punto de Khruschev:

“El Partido es para nosotros lo más elevado. No debe permitirse a nadie hablar como lo
hizo este sinvergüenza [ Beria]: “el Comité Central [ para ] cuadros y propaganda, no para
dirigir políticamente, no para dirigir toda la vida, como nosotros los bolcheviques la enten-
demos”.” (Beria 138).

Estos hombres parece que creyeron que Beria proyectaba sacar al Partido de su función
de dirigir directamente el país. Era muy parecido a aquello por lo que Stalin y los suyos ha-
bían luchado durante las discusiones del borrador constitucional en los años 1935 a 1937. Se
puede distinguir en el borrador del Programa del Partido de 1947 y en la reestructuración
del Partido Bolchevique por parte de Stalin en el 19º Congreso y el subsiguiente Pleno del
Comité Central unos pocos meses antes.

El hijo de Beria, Sergo, afirma que su padre y Stalin estaban de acuerdo en la necesidad de
sacar al Partido de la dirección directa de la sociedad soviética:

“Las relaciones de mi padre con el Partido fueron complejas… Nunca ocultó sus rela-
ciones con el aparato del Partido. Por ejemplo, directamente dijo a Khruschev y a Malen-
42
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kov que el aparato del Partido corrompía a la gente. Era apropiado para los primeros ti-
empos, cuando el Estado Soviético acababa de formarse. Pero mi padre les preguntaba:
“¿Quién necesita hoy a estos controladores?”
Tenía la misma clase de conversaciones con los directores de industrias y factorías a
quienes, naturalmente, lo les interesaban en absoluto los inútiles del Comité Central.
Mi padre era igual de sincero con Stalin. Iósif Vissariónovich estaba de acuerdo es que
el aparato del Partido se había liberado a sí mismo de responsabilidad en materias con-
cretas y no hacía nada sino charlar. Un año antes de su muerte, cuando Stalin presentó
el nuevo diseño del Presidium del Comité Central, dio un discurso cuyo punto principal
giraba en torno a la necesidad de encontrar nuevas formas de dirigir el país, dado que
los antiguos modos no eran los mejores. Tuvo lugar una seria discusión, en torno a la
actividad del Partido”. (Sergo Beria Moy Otets Lavrentii Beria)

La planeada reestructuración de Beria de las relaciones entre el Estado y el Partido hubiera


sido probablemente muy popular entre los comunistas de base, por no hablar de la mayoría
de ciudadanos soviéticos no militantes. Pero era una grave amenaza para la Nomenclatura.

Mukhin lo explica de esta manera:

“Beria no renunció a meter en la cabeza de la gente la idea de que el país debiera ser di-
rigido, en el centro y en la periferia, por los Soviets, tal y como la Constitución señalaba,
y que el Partido debiera ser un órgano ideológico, que garantizara, a través de la pro-
paganda, que con su ayuda, los diputados a los Soviets a todos los niveles serían comu-
nistas. Beria propuso recuperar el espíritu de la Constitución en el pleno sentido del slo-
gan “Todo el poder a los Soviets!”. Mientras Beria hubiera operado exclusivamente en la
esfera ideológica, hubiera sido desagradable para la Nomenclatura, pero nada espanto-
so. Dado su poder, hubieran seleccionado delegados al Soviet Supremo, instruyéndoles
a fin de que las ideas de Beria no se hubieran llevado a efecto. Pero si Beria no permitía
a los Secretarios y al Comité Central las elecciones y la sesión del Soviet Supremo, ¿Qué
tipo de decisiones podrían los diputados alcanzar?” (Ubiystvo 363-4)

Lógicamente, esto enfrentaba a Beria con la mayoría de la Nomenclatura del Partido. (Uby-
istvo 380). Khruschev era el representante de los intereses de ese grupo, o, por lo menos,
de su fracción más grande y activa. Y Khruschev tenía un concepto muy diferente de la “de-
mocracia”. El famoso director de cine Mikhail Romm recordaba las palabras de Khruschev en
un encuentro con intelectuales:

“Desde luego, todos nosotros os hemos escuchado, y hemos hablado con vosotros. Pero,
¿quién decidirá? En nuestro país decide el pueblo. Y, ¿qué es el pueblo? Es el Partido.
Y, ¿quién es el Partido? Pues nosotros. Nosotros somos el Partido. Esto significa que
nosotros decidiremos. Yo decidiré.
¿Comprendido? (Alikhanov).

Como Mukhin indica:

“El Partido en tanto que organización de millones de comunistas, estaba acabado. El


grupo de personas en la cumbre se convirtió en el Partido. (Mukhin Ubiystvo 494).

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Las muertes de Stalin y Beria… y otras muertes

Junto a las misteriosas circunstancias de la muerte de Beria hay que sumar el considerable
número de pruebas de que o bien se dejó que Stalin muriera en el suelo de su dacha tras
sufrir una trombosis, o tal vez, fue envenenado. No tenemos tiempo ni espacio para resumir
aquí esta cuestión.

Sin embargo, no es necesario para nuestros propósitos. La amplia circulación y credibilidad


entre rusos de toda orientación política demuestra que tanto la muerte de Stalin como la de
Beria fueron muy beneficiosas para la Nomenclatura. Las pruebas son que tanto Beria como
Stalin querían una perestroika comunista, una “reestrucuración” del poder político, y no del
económico. Nada que ver con la superexplotación capitalista y el despellejamiento que el
país ha sufrido bajo el nombre de “perestroika” desde los últimos años 80. Esas pruebas son
independientes de otras que puedan demostrar que fueron asesinados.

El resultado inmediato de los fracasos de Stalin y Beria en sus intentos democratizadores


fue dejar a la URSS en manos de la dirección del Partido. No llegó ninguna democracia obrera
a la Unión Soviética. Los principales líderes del Partido continuaron monopolizando puestos
importantes del estado y de la economía, convirtiéndose en un estrato parasitario, explota-
dor, con marcado parecido a sus semejantes de las economías capitalistas.

En su sentido literal, este estrato disfruta hoy del poder, Gorbachov, Yeltsin, Putin y el resto
de dirigentes de Rusia y los estados post- soviéticos son todos los antiguos miembros de la
dirección del Partido. Durante largo tiempo explotaron a la ciudadanía soviética en su papel
de super privilegiados funcionarios. Después, bajo Gorbachov, controlaron el proceso de pri-
vatización de la propiedad colectiva que pertenecía a la clase obrera de la URSS, empobre-
ciendo de paso no sólo a los trabajadores, sino a la amplia clase media. Se le ha considerado
la mayor expropiación de la historia (13). “La nomenklatura del Partido destruyó la Unión
Soviética”. (Bivens & Bernstein; O’Meara; Williamson).
Para esconder su papel en las ejecuciones masivas de los años 30, su éxito en hacer fracasar
los intentos estalinistas de democratización, su rechazo para llevar a cabo las reformas de
Stalin y de Beria, y en resumen, su rechazo a democratizar la Unión Soviética. Khruschev y
los principales líderes del Partido culparon a Stalin de todo, mintiendo sobre la existencia de
serias conspiraciones en la URSS en los años 30, y tapando sus papeles protagonistas en las
ejecuciones que siguieron.

El “discurso secreto” de Khruschov en 1956 fue el mayor golpe al movimiento comunista


mundial de la historia. Dio alas a los anticomunistas de todo el mundo, que decidieron que
por una vez había un líder comunista en quien confiar. Los documentos publicados desde el
fin de la Unión Soviética afirman que cada una de las acusaciones contra Stalin eran men-
tiras. Esa evidencia nos lleva, a su vez, a preguntarnos por los motivos reales que llevaron a
Khruschov a atacar a Stalin de esa manera. Los investigadores han demostrado ya que las
acusaciones “oficiales” contra Beria citadas por Khruschev y los suyos o bien son falsas, o
no se basan en ninguna prueba. Los muros de mentiras que rodean estos sucesos nos obli-
gan a preguntarnos: ¿Qué estaba sucediendo en realidad? El presente ensayo sugiere una
respuesta.

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Conclusiones e investigaciones pendientes

Dado que Stalin preveía la competencia de partidos políticos en su plan de elecciones abier-
tas, es lógico preguntarse: ¿Cuán democrático hubiera resultado esto si Stalin hubiera lleva-
do a cabo su plan? Las respuestas a las preguntas sobre la democracia tienen que comenzar
con otra cuestión: ¿Qué significa “democracia”?

En países capitalistas industrializados “democracia” significa un sistema en el cual los parti-


dos políticos compiten electoralmente, pero en el que todos están controlados por las elites,
extremadamente ricas y autoritarias. Tampoco permite esa “democracia” que el capitalismo
en sí mismo pueda ser “botado” del poder. Esta “democracia” es una creación y una técnica
de la clase dirigente capitalista; en pocas palabras, es “falta de democracia”.

¿Pudieran haber funcionado en la URSS las elecciones abiertas de candidatos de ciudada-


nos y grupos de ciudadanos, dentro de los límites de aceptar la dirección de la clase obrera?
¿Pueden funcionar en alguna futura sociedad socialista? ¿Cuál es el papel de la “democracia
representativa”, es decir de las elecciones, en una sociedad que persigue la abolición de las
clases? Dado que lo recomendado en la Constitución de 1936 nunca se llevó a efecto en la
URSS, nunca sabremos las fuerzas y debilidades de esa alternativa. Marx y Engels hicieron
importantes deducciones sobre la naturaleza de la democracia proletaria, basándose en la
Comuna de París. Es una desgracia que nunca tuviéramos una experiencia de elecciones
abiertas en la Unión Soviética de la época de Stalin. Sin duda se hubieran dado avances y
retrocesos, de los que podríamos haber aprendido mucho.

Los estudios motivados por el anticomunismo seguirán dando cierta vida al paradigma
Khruschev/Guerra Fría/Stalin, paradigma viejo y falso, pero todavía no lo suficientemente
desacreditado. Pero el proceso de reinterpretar la historia de la Unión Soviética a la luz de
la avalancha de documentos soviéticos que fueron en su día secretos hace mucho que ah
empezado en Rusia. Y tendrá lugar pronto en cualquier lugar. Un objetivo principal de este
ensayo es introducir a otros en este planteamiento.

Hay un extremo que sorprenderá prácticamente a cualquier lector. Según el “culto a la per-
sonalidad”, y la adulación que rodeaba a Stalin, estamos condicionados a la idea de un Sta-
lin como “dictador todopoderoso”. Esta mentira fundamental en el paradigma Khruschev/
Guerra Fría, refutada por la investigación aquí reflejada, ha distorsionado totalmente nues-
tro conocimiento de la historia soviética. De hecho, Stalin nunca fue “todopoderoso”. Fue
obstaculizado por los esfuerzos organizados de otros líderes del Partido. Nunca fue capaz
de conseguir su meta de reformas constitucionales. Ni tampoco fue capaz de controlar a los
Primeros Secretarios y al NKVD.

El “culto” disfrazaba las luchas políticas. Las transcripciones de los Plenos del Comité Central
demuestran que aunque, a veces, los líderes bolcheviques estaban directamente en des-
acuerdo con Stalin, ésto ocurría muy escasamente. Las discusiones políticas no eran pues-
tas en primer plano y dirimidas, sino que eran tratadas de otras maneras. Algunas de estas
maneras eran informales, como se hizo en el caso de los Primeros Secretarios en Julio de
1937. Otras veces, el tratamiento eran los métodos policiales, al interpretarse el desacuerdo
político como una oposición hostil.

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Cualquiera que fuera el mecanismo, el resultado de ese “culto” fue un autoritarismo pro-
fundamente antidemocrático. Stalin parece ser uno de los pocos líderes soviéticos en haber
comprendido ésto. A lo largo de su vida condenó ese “culto” en numerosas ocasiones (15).
Pero, evidentemente, nunca comprendió en toda su extensión lo dañino que podía ser.

Las conclusiones aquí expuestas, basadas prácticamente en su totalidad en investigaciones


ajenas, sugieren algunas áreas para otras investigaciones:

- ¿Qué forma puede tomar la “democracia” en una sociedad socialista que se ha puesto
como objetivo evolucionar hacia una sociedad sin clases? ¿Hubiera funcionado el proyecto
de la Constitución de 1936 tal y como Stalin lo preveía, a efectos de democratizar la Unión
Soviética, y devolver al Partido Bolchevique su papel original de ser una organización de
revolucionarios dedicados cuya tarea principal era llevar al país hacia el comunismo? ¿O tal
vez este modelo incorporaba tantos del concepto burgués capitalista de “democracia” que
hubiera dificultado, más que impulsado, la evolución de la URSS hacia el capitalismo?

- ¿Cuál es el papel más adecuado para el Partido Comunista en una sociedad de este tipo?

- ¿Cuáles son las formas de liderazgo compatibles con el reforzamiento democrático de la


clase obrera? ¿Qué formas de liderazgo político (y económico) están en contradicción con
estas metas?

Una vez que ponemos en cuestión si unas “elecciones” y un “gobierno representativo” son
suficientes para que el Estado exprese de trabajadores y campesinos, podemos pensar que
la Constitución de 1936, incluso si se hubiera llevado a la práctica, tampoco hubiera conse-
guido esto. Esto puede sugerirnos que la “solución” no pasa por hacer más fuerte al Estado y
más débil al Partido, como parece que pensaban Stalin y Beria. Los marxistas creen que el
Estado es siempre dirigido por una clase u otra, por lo que si una nueva clase dirigente surge
de la elite del Partido, o de cualquier otro lugar de la sociedad, lo dirigirá y cambiará el estado
para hacer esa dirección más efectiva. Y éso nos demuestra que la distinción Estado/Partido
es artificial y falaz, y debe ser eliminada.

Los beneficios materiales de los altos funcionarios del Partido debieron jugar un importante,
incluso decisivo, papel en el desarrollo del estrato llamado nomenklatura. Probablemente,
la evidente intención de Stalin de impedir al Partido regir de forma directa el estado, de-
volviéndolo a “agitación y propaganda”, sugiere un conocimiento de esta contradicción por
parte de Stalin, y tal vez de otros. ¿Hasta qué nivel fueron las amplias diferencias salariales
para estimular la industrialización en la URSS? Si fueron esenciales, ¿fue un error permitir a
los miembros del Partido acceder a privilegios materiales (altos salarios, viviendas especia-
les, tiendas especiales)? El contexto político en el que se toman estas decisiones, a finales
de los años 20 y principios de los 30, necesita ser analizado más profundamente. Las discu-
siones, que por ahora no están disponibles, sobre el “salario máximo” del Partido, necesitan
ser desveladas y estudiadas.

Zhukov y Mukhin creen que la táctica que atribuyen a Stalin y Beria, (la de apartar a los
dirigentes del Partido de dirigir el Estado) fue, en efecto, la mejor ocasión de exhibir la dege-
neración del Partido. Como sugiero más arriba, tal vez la auténtica causa de la degeneración
es la defensa de sus propios privilegios, y no la contradicción “rojo versus experto”, en sí
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misma.

Desde luego que los incentivos materiales fueron considerados necesarios, en primer lugar,
para reclutar intelectuales expertos, pero burgueses, anticomunistas y anti-clase obrera,
para ayudar a construir la base industrial de la URSS. A partir de esto, puede argumentarse
que los salarios más altos fueron necesarios para animar a los técnicos expertos (incluyendo
trabajadores expertos) a unirse al Partido Bolchevique, o para trabajar muy duro, en adver-
sas condiciones laborales y vitales, a menudo poniendo en peligro la salud, y sacrificando
la vida familiar. Partiendo de esto el amplio abanico de desigualdades, similares a las que se
dan en el capitalismo, pudieron ser y fueron justificadas.

Tal vez Stalin y Beria creyeron que devolver al Partido a una función puramente política
hubiera evitado la degeneración. Ya que su plan (en el caso de que fuera suyo) nunca se eje-
cutó, nunca podremos saberlo. Pero sospecho que la cuestión de los “incentivos materiales”,
y la consecuente desigualdad económica, es la fundamental. En sus conversaciones con Fé-
lix Chuev, el viejo Molótov reflexionaba sobre la necesidad del igualitarismo, expresando su
preocupación por el futuro del socialismo en la URSS, debido a la creciente desigualdad. Mo-
lótov no situaba las raíces de este desarrollo en los tiempos de Lenin ni de Stalin. De hecho,
al igual que Stalin, era incapaz de mirar críticamente el legado de Lenin, aunque la necesidad
de mantener y aumentar ciertas desigualdades de cara a aumentar la producción se remon-
ta, al menos, hasta Lenin, e incluso al Marx de la Crítica al Programa de Gotha.

Las preguntas que nos hacemos reflejan inevitablemente y exponen nuestras preocupa-
ciones políticas personales, y las mías no son ninguna excepción. Creo que la historia del
Partido Bolchevique durante los años de Stalin, deformada por las mentiras anticomunistas
y aún pendiente de ser escrita, tiene mucho que enseñar a las futuras generaciones. Los
activistas políticos que busque en el pasado como guía, y los investigadores académicos con
conciencia política, que creen que sus mejores contribuciones a un mundo mejor pueden ser
aportadas del estudio de tales luchas del pasado, tienen una buena cantidad de cosas que
aprender del legado de la Unión Soviética.

Como marinos medievales, guiados por mapas en los que había más imaginación que datos,
hemos navegado erróneamente guiados por las historias oficiales de la URSS que son falsas
en su mayoría. El proceso de descubrir la historia real del primer experimento socialista
acaba de empezar. Como cualquier otro lector de este ensayo comprobará, creo que esto de
una importancia inmensa para nuestro futuro.

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Notas

1. Texto completo de la edición según Zhukov. Ver también la opinión de Zhukov en


Tayny 270-27, en donde también se reproduce el texto.

2. Otra lectura de los archivos sugiere que las cifras pudieran ser 6,6 y ver Khlevniuk O.,
et al. eds. Politburó TsK VKP(b) i Sovet Ministrov SSSR 1945-1953. Moscow: ROSSPEN,
2002, 428-431.

3. Pyzhikov atribuye este impulse democrático a los leningradenses, especialmente a


Voznesensky. (Ver también su artículo “N. A. Voznesensky” en http://www.aki.ru/id/
new/ek5.htm) Esto supondría también el apoyo de Zhadanov, aunque esta protección
no “encaja” en la teoría de Pyzhikov sobre que las fuerzas más pro-capitalistas – Vozne-
sensky y sus colegas de Leningrado- fueran las más democráticas. Y tampoco explica,
ya que el grupo leningradense conservó su fuerza hasta 1947, por qué no fue adoptado
el borrador. Ni indica, ni mucho menos prueba, alguna de las necesarias concomitancias
entre la orientación de Voznesensky pro-capitalista y consumista, por la cual era famo-
so, y la democracia política. Y finalmente no indica que Stalin no la apoyó.

4. Según Zhores Medvedev, los archivos personales de Stalin fueron destruídos inme-
diatamente tras su muerte. (Medvedev, Sekretnyi). Si así fuera, es razonable suponer,
como lo hace Mukhin (Ubiystvo 612) que algunas de sus ideas eran realmente peligro-
sas, y entre ellas, las ideas expresadas en estos encuentros. Mi análisis aquí y más abajo
es principalmente el de Mukhin, Ch. 13 y Medvedev, op. cit.

5. Fue muy probablemente pensado como medida de unificación. Cada una de las repúbli-
cas constituyentes de la URSS mantuvo su propio partido: Partido Comunista de Ucra-
nia, de Georgia, etc… Ésto ha llevado a algunos líderes del Partido a pensar que Rusia, la
mayor de las repúblicas, pero que no tenía partido propio, estaba en desventaja. Apar-
entemente una de las acusaciones más serias contra los líderes juzgados y ejecutados
en el “Asunto de Leningrado” tras la post-guerra era la de que estaban planeando for-
mar un Partido propiamente ruso, y trasladar la capital de la república rusa (no la de la
URSS propiamente dicha) a Leningrado. Puede ser que esto hubiera hecho a Rusia más
poderosa, exacerbando el chauvinismo granruso, cuando lo que el momento pedía era
reforzar la unidad de las diversas nacionalidades soviéticas. Ver David Brandenberger,
“Stalin, the Leningrad Affair, and the Limits of Poswar Russocentrism”. Russian Review
63 (2004), 241- 255.

6. El puesto de “Primer Secretario” fue creado tras la muerte de Stalin para Khruschev.

7. Citado en Mukhin, 617.

8. La publicación más antigua que he encontrado ha sido el periódico de izquierdas


Sovetskaia Rocía, del 13 de Enero 2000 http://www.kprf.ru/analytics/10828.shtml;
en inglés: http://www.northstarcompass.org/nsc0004/stal1952.htm.

9. Mukhin cree que fue una equivocación fatal. Se basa en que el interés de la nomencla-
tura del Partido era que Stalin muriera mientras fuera Secretario del Comité Central (a
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pesar de que no era ya “Secretario General”), y jefe de Estado; en una palabra, mientras
aún estaba unido, en una sola persona, la jefatura del Partido y la del País. Su sucesor
como Secretario del C.C. sería más aceptado por el país y el gobierno también como jefe
de Estado. Si ésto era así, la maniobra para apartar a la nomenclatura del Partido de la
dirección sería el fin. (Mukhin, Ubiystvo, 604 & Ch. 13).

10. He extraído de las largas consideraciones sobre las reformas de Beria, tanto efectu-
adas como solo propuestas, de Kokurin and Pozhalov, Starkov, Knight y Mukhin, Ubi-
ystvo. Todos los libros recientes sobre Beria citados en la biblioteca también lo analizan.

11. En su “Discurso Secreto”, Khruschev también denunció el “Complot de los Médicos”


como un montaje. Pero tuvo el cinismo de culpar a Beria, quien fue de hecho quien puso
a la investigación, mientras alababa a Kruglov, jefe del NKVD que dirigió el montaje, a
quién Khruschev devolvió la pertenencia al Comité Central, y que estaba sentado en el
auditorio mientras hablaba Khruschev.

12. Existen muchas pruebas de que Beria fue asesinado el mismo día de su detención.
Su hijo Sergo Beria, en muchas de sus memorias, afirma que los funcionarios le comu-
nicaron que su padre no estaba presente en el “juicio”. Mukhin dice que Baybakov, el
único superviviente del Comité Central de 1953, afirmó que Beria ya estaba muerto en
el Pleno de Julio de 1953, pero sus miembros no lo sabían aún. (Sergo Beria; Mukhin, Ubi-
ystvo 375). Amy Knight, p. 200, informa de que el mismo Khruschev afirmó dos veces
que había sido asesinado el 26 de Junio de 1953, pero que después cambió esta historia.
Mientras, se dijo que los documentos del juicio a Beria habían sido “robados” de los archi-
vos, por lo que ni su existencia puede ser comprobada. (Khinshtein 2003). Sin embargo,
algunos investigadores como Shukholminov (pp. 61- 62), siguen considerando las prue-
bas del asesinato de Beria poco convincentes.

13. Este término, “el mayor robo de la historia”, para describir la “privatización” de la
riqueza estatal de la URSS, que fue creada colectivamente, y, en un principio, poseída
colectivamente. Para unos pocos ejemplos ver:

“The Russian Oligarchy: Wellcome to the Real World”, The Russian Journal March 17 2003,
en http://www.russianjournal.com/news/cnews-article.shtml?nd=36013;
Raymond Baker, Centre for International Policy, “A Clear and Present Danger”, Australian
Broadcasting Corp, 2003, en http://www.abc.net.au/4corners/stories/s296563.htm .

14. En Noviembre de 2005 preparo un artículo documentando las mentiras del “Informe
Secreto” de Khruschev, cuya publicación será en Febrero de 2006, 50º aniversario de su
discurso.

15. Roy Medvedev, Let History Judge: The Origins and Consequences of Stalinism, men-
ciona un cierto número de párrafos en los que Stalin hace ésto. Ver pp. 150, 507, 512,
538, 547 de la edición de 1971 de Knopf.

49
www.jcpv.net Stalin y la lucha por la reforma democrática, Grover Furr

Bibliografía complementaria para la Parte II

Chilachava, Raúl. Syn Lavrentiia Beria rasskazyvaet Kiev: Inkopress, 1992.

Dobriukha, Nikolai. “Otsy I otchimy ‘ottepeli’.” Argumenti I Fakty, June 18 2003. En http://
www.aif.ru/online/air/1182/10_01 .

Koshliakov, Serguéi. “Lavrentiia Beria rasstreliali zadolgo doprigovora.” Vesti Nedeli June
29, 2003. En http://%20www.vesti7.ru/news?id=2728 .

Prudnikova, Elena. Beria. Prestupleniia, kororykh ne bylo. St. Petersburg: Neva, 2005.

Prudnikova, Elena. Stalin. Vtoroe Ubiystvo. St. Petersburg: Neva, 2003.

Pyzhikov, A. “N.A. Voznesenskii o perspektivakh poselvoennogo obnovleniia obshchestva.”


En http://www.akdi.ru/id/new/ek5.htm .

Rubin, Nikolai. Lavrentii Beria. Mif I Rea’nost’. Moscow: Olimp; Smolensk: Rusich, 1998.

Service, Robert. Stalin. A Biography. Cambridge, M.A: Belknap Press, 2004.

Smirtuikhov, Mikhail. Interview, Kommersant-Vlast’ February 8, 2000. En http://www.


nns.ru/interv/arch/2000/02/08/int977.htm .

Sul’ianov, Anatolii. Beria: Arestovat’v Kremle. Minsk: Kharvest, 2004.

Toptygin, Alekséi. Lavrentii Beria. Moscow: Yauza, Eksmo, 2005.

50

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