Parte 2
Parte 2
Parte 2
Hoy seguiremos estudiando las primeras enseñanzas del sermón del monte, es decir, las bienaventuranzas,
veamos quienes son los bienaventurados, los dichosos, en el Reino de nuestro Dios:
III. LOS MANSOS, PORQUE ELLOS RECIBIRÁN LA TIERRA POR HEREDAD (VS 5).
La palabra griega en el original es “Praus” que se refiere a alguien que tiene control de sí mismo, no se refiere
a alguien débil, o cobarde, pues podemos ver en la palabra de Dios que nuestro Señor Jesucristo nos dice que
debemos aprender de él que es “manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29) Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
La palabra de Dios nos muestra que una persona que tiene control de sí mismo es más fuerte que alguien que
conquista una ciudad (Proverbios 16:32).
Podemos decir entonces que, los mansos son bienaventurados porque, aunque tienen el poder, la fuerza y la
capacidad, para humillar, para herir o lastimar o para tomar la justicia en sus propias manos, no lo hacen, sino
que dejan que sea Dios quien pelee sus batallas, que sea Dios quien responda por ellos, y les dé de su
heredad, no la reclaman, no la exigen, pero es Dios quien se las da por depender completamente de él (Salmos
55:8-9).
LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS SERÁN SACIADOS (VS 6).
Cuando una persona tiene hambre o sed, su mente solamente está enfocada en un cosa: En la comida y en
beber agua, es decir que tener hambre y sed de justicia significa que nuestra principal anhelo en nuestra vida
es hacer lo justo, en hacer lo bueno y lo recto delante de los ojos del Señor, (Deuteronomios 6:18) Y haz lo
recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró
a tus padres;
Algo muy diferente a las personas en el mundo que tienen hambre y sed pero de dinero, de fama, de
admiración, de poder, etc, pero el problema es que su corazón nunca está satisfecho, su corazón siempre está
vacío. Pero nuestro Dios ha prometido que los que anhelan de todo corazón hacer lo que le agrada, su corazón
será saciado, estará lleno del gozo y la paz que solamente nuestro Dios puede dar. (Jeremías 31:14) Y el alma
del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová.
Nuestro Dios sabe que no podemos dar lo que no tenemos, es por eso que para llamarnos a ser
misericordiosos, primeramente nos mostró misericordia a nosotros, (Efesios 2:4-5) Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó,5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), para que nosotros también podamos ser misericordiosos con
otros.
Somos misericordiosos cuando perdonamos a nuestros prójimos de la misma manera como Cristo nos ha
perdonado a nosotros, (Colosenses 3:13) soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno
tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Somos bienaventurados cuando somos misericordiosos porque nuestro Dios tendrá misericordia de nosotros
cuando fallamos, cómo lo vemos en la vida del rey David (1 Samuel 24:3-7) Y cuando llegó a un redil de ovejas
en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban
sentados en los rincones de la cueva. 4 Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo
Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y
calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. 5 Después de esto se turbó el corazón de David, porque había
cortado la orilla del manto de Saúl. 6 Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi
señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. 7 Así reprimió
David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la
cueva, siguió su camino.
David fue misericordioso con Saul, y cuando David pecó, el Señor tuvo misericordia de él (2 Samuel 12:9-13)
¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo
heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. 10 Por
lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de
Urías heteo para que fuese tu mujer. 11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu
misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a
la vista del sol. 12 Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. 13
Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu
pecado; no morirás.
Por eso David pudo expresar la palabras que encontramos en 2 Samuel 22:1 y 26
Vs 1: Habló David a Jehová las palabras de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de todos
sus enemigos, y de la mano de Saúl
Vs 26: Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro.