Camino de Santiago. Realidad Historica

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EL CAMINO DE SANTIAGO: REALIDAD

HISTÓRICA Y TEMA HISTORIOGRÁFICO

FERNANDO LÓPEZ ALS1NA


(Universidad de Santiago de Compostela)

El estudio que se me propone desborda con creces mi capacidad para desarro-


llarlo dentro de los límites de las intervenciones previstas en esta IV Semana de Estu-
dios Medievales. La razón es doble. Por un lado, no siempre es posible diferenciar
como objetos de estudio distintos la cuestión específica del "Camino de Santiago" y la
más general de la peregrinación a Santiago de Compostela. El Camino, como tal, no se
puede explicar, si no se contempla como una consecuencia más del flujo peregrinatorio.
Ahora bien, un enfoque semejante, que intentase plantear el estudio del Camino en su
contexto explicativo más general, chocaría con la dificultad de dar aquí cumplida y ex-
haustiva cuenta de la extraordinaria multiplicación de publicaciones sobre la peregrina-
ción jacobea —segunda de las razones— que ha tenido lugar en los últimos arios.
Así pues, una vez enunciados estos postulados, se comprenderá mejor el enfoque
que haré del tema propuesto, prestando sucesiva atención a las razones, agentes y ca-
racterísticas de la creciente demanda de publicaciones sobre la peregrinación y el Ca-
mino de Santiago, a la diversidad de propuestas que estas publicaciones ponen de
manifiesto para definirlo, a los criterios que pueden identificar vías medievales de pere-
grinación a Santiago de Compostela, a la influencia de la concepción de L. Vázquez de
Parga, J.M. Lacarra y J. Una en los varios planos por los que ha discurrido la historio-
grafía del Camino y, finalmente, a la propia realidad histórica del Camino, como objeto
diferenciado de las vías de peregrinación.
La historiografia de la peregrinación jacobea sigue teniendo un hito de referencia
obligada en la obra que Luis Vázquez de Parga, José María Lacarra y Juan Uría
dieron a la imprenta en los arios 1948-49'. En alguna breve indicación de pasada y en
las "palabras preliminares" los autores facilitan alguna de las claves para la mejor com-
prensión de su empresa científica.
La articulación del estudio, desglosado en seis partes de extensión desigual, ha
ejercido una decisiva influencia en los estudios posteriores, y, sin embargo, responde a
un esquema que les fue impuesto a los autores, cuyo desarrollo dependió del nivel de
conocimientos de los años 40. En la sección introductoria se aborda el descubrimiento
del sepulcro de Santiago y las primeras noticias sobre su culto, después de haber pre-
sentado la peregrinación y el culto a las reliquias en la Antigüedad pagana y cristiana.

1. Luis Vázquez de Parga, José María Lacarra, Juan Una Riu, Las peregrinaciones a Santiago de Com-
postela, 3 vols., Madrid, 1948-1949 (reed. Pamplona, 1992).

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FERNANDO LÓPEZ ALSINA

La primera parte se ocupa de la peregrinación y los peregrinos jacobeos: sus cinco


fases sucesivas —siglos IX y X, del ario 1000 al 1200, del 1200 al 1400, los nuevos ras-
gos de la peregrinación del siglo XV y la crisis y decadencia moderna hasta llegar a los
"últimos peregrinos"—, la caracterización de los diversos tipos de peregrino jacobeo por
sus diferentes motivaciones, la indumentaria y los rituales practicados durante la pere-
grinación.
En la segunda parte se presentan las repercusiones de la organización de la pere-
grinación en seis componentes de la propia peregrinación: la definitiva configuración
de la leyenda de Santiago, la composición de itinerarios y relatos de peregrinos, la for-
mación de cofradías de ex-peregrinos, la protección jurídica dispensada al romero, la
práctica de la hospitalidad y la fundación de hospitales a lo largo de los caminos y la sa-
nación física y psíquica del peregrino.
La parte tercera agrupa las consecuencias sociales y culturales más visibles. Se
plantean las repercusiones sociales, culturales y económicas de la instalación de "fran-
cos" en ciudades navarras, castellanas, leonesas, asturianas y gallegas del Camino en los
siglos XI y XII. Se presenta la transfiguración épica del culto jacobeo y las consecuen-
cias de la unión legendaria entre Santiago y Carlomagno. Se trazan las líneas de la utili-
zación de la peregrinación jacobea como tema literario. Se evocan las canciones de los
peregrinos y, finalmente, se plantean las consecuencias artísticas de la peregrinación en
la arquitectura y la escultura de las iglesias románicas y la iconografía del Santiago pe-
regrino.
Tras una consideración histórica preliminar sobre la formación de los caminos y
las rutas de peregrinación (cap. 1) y otra sobre los caminos de Santiago a través de
Francia (cap. 2), la cuarta parte —que ocupa el segundo volumen y es tan extensa como
todas las anteriores juntas— reconstruye con gran acopio de datos seis antiguos cami-
nos que seguían los peregrinos en la Península: el gran trayecto de Ostabat a Santiago
(caps. 3-17) y los tramos más cortos de los puertos de Aspe a Puente la Reina (cap. 18),
de Bayona a Burgos (cap. 19), de León a Oviedo (cap. 20), la llamada ruta de la costa
desde Irún a Oviedo (cap. 21) y el tramo Oviedo-Santiago (cap. 22). En cambio, apenas
se esbozan otros caminos: el portugués de Coimbra a Santiago (pp. 34-35), de Zamora
a León (p. 35), de Zamora a Santiago por Verín, Allariz y Ourense (p. 35), de Cataluña
por el valle del Ebro y Zaragoza a Logroño (p. 35-36) y la ruta marítima hasta los puer-
tos gallegos de A Coruña, Muxía, Fisterra, Muros y Noia (p. 36-37).
El tercer volumen recoge una cuidada selección documental, un álbum de láminas
y unos índices exhaustivos.
Este esquema figuraba en las bases establecidas por el Instituto de España en un
concurso convocado para conmemorar en el ario 44 "el XIX centenario del martirio del
Apóstol Santiago". La colaboración estrecha entre los tres autores no fue óbice para
que cada uno se hiciese plenamente responsable de su parte respectiva. La obra se re-
dacta en plena Segunda Guerra Mundial, en los años 1943-44, que, a su vez, eran arios
difíciles de postguerra española. Cuando finalmente se publica el trabajo en 1948-49,
después de haber introducido "alguna modificación de menor cuantía", los autores no
han alterado una de sus conclusiones: la peregrinación a Santiago de Compostela, ob-
jeto de su curiosidad multisecular, ha dejado de existir. Son estos grandes conocedores
de la historia de la peregrinación los que escriben: "hace algunos arios, cuando todavía
no se había extinguido completamente la peregrinación". En un peregrino de 1891

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"podemos ver representado el final de una estirpe histórica, que circuló por todos los
caminos de Europa y que hoy ha quedado reducida a estampa turística de la ciudad de
Santiago y sus alrededores"'. La constatación de la amplitud histórica de la peregrina-
ción a Santiago, por parte de quienes acababan de escribir un auténtico tratado sobre
ella, les abre los ojos sobre la ingente labor de investigación que todavía estaba por ha-
cer y les deja "íntimamente convencidos de que el estudio de la peregrinación compos-
telana sólo podrá hacerse de un modo satisfactorio mediante la colaboración de las
diferentes naciones que tomaron en ella una parte más activa" 3. De hecho, el trata-
miento de los temas propuestos en esta obra clásica se resuelve casi siempre con un
claro desequilibrio, en el que priman mucho más los ejemplos peninsulares que los del
resto de Europa.
La obra de Vázquez de Parga, Lacarra y Urja marca el comienzo de una nueva
etapa en dos planos diferentes: la historiografía de la peregrinación y la inflexión en la
propia realidad de la peregrinación compostelana, formulada ya como objetivo en 1884
por León XIII en su bula Deus Omnipotens: "que de nuevo emprendan peregrinaciones a
aquel sepulcro sagrado, conforme a las costumbres de nuestros mayores". Fruto del em-
peño del arzobispo compostelano Muniz de Pablos (1935-48) fue la revitalización de la
Archicofradía del Apóstol Santiago como instrumento para fomentar las peregrinacio-
nes, refrendada por el breve de Pío XII del ario 1942, la programación del Año Santo
de 1943 y el comienzo en 1946 de las excavaciones en el subsuelo de la Catedral de
Santiago. Desde entonces el ritmo de los Arios Santos, celebrados según la misma ca-
dencia que se puede rastrear hasta comienzos del siglo XV, jalona la reactivación de la
peregrinación contemporánea al santuario gallego y el interés creciente por una mejor
comprensión de su realidad histórica.
En la década de los 80 se puede hablar de efervescencia. Los esfuerzos más o me-
nos continuados de la jerarquía eclesiástica se ven potenciados por las dos estancias de
Juan Pablo II en la Catedral de Santiago (1982 y 1989), primer Papa que acude a Com-
postela. Por otra parte, el nuevo marco del Estado de las Autonomías multiplica el nú-
mero de instancias políticas interesadas en el Camino, cuya articulación se intenta
ordenar a través del Convenio Interministerial de abril de 1987, suscrito por los minis-
tros de Obras Públicas, Cultura y Transporte. Desde el final de la Segunda Guerra Mun-
dial y de una forma lenta y casi imperceptible al principio, pero constante y siempre
creciente, la sociedad española fue cumpliendo una serie de etapas que la condujeron a
la plena integración en su entorno europeo. Por su propia naturaleza y significación his-
tóricas, también las autoridades comunitarias acabaron por interesarse a nivel suprana-
cional por la peregrinación jacobea y descubrir en el Camino de Santiago uno de los
símbolos ejemplificadores de la deseada integración de los países europeos. En octubre
de 1987 el Consejo de Europa declaraba al Camino de Santiago Primer Itinerario Cul-
tural Europeo. La universal renovación del interés por el Camino traerá, sin embargo,
como consecuencia negativa una desmesurada multiplicación de supuestos Caminos de
Santiago, extendidos por demasiados países y tierras de Europa.

2. Ibidem, I, p. 118.
3. Ibidem, 1, p. 5.

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En las últimas cinco décadas el número de personas que visitaron Santiago de


Compostela no ha dejado de aumentar, siendo especialmente llamativa la progresión de
los que transitan al modo tradicional y solicitan al final de su peregrinación la Compos-
tela, el viejo certificado medieval acreditativo (casi 100.000 en 1993). Diversas asocia-
dones han ido naciendo en los últimos años, no sólo para facilitar la práctica de la
peregrinación contemporánea, sino también para fomentar su estudio histórico y abas-
tecer así una demanda creciente de información e investigaciones.
En el Ario Santo de 1948 vio la luz el primer número de Compostela, boletín edi-
tado por la Archicofradía del Apóstol Santiago hasta 1973. En 1950, milenario de la pe-
regrinación de Gotescalco, se fundó la Societé des Amis de Saint-Jacques de Compostelle
con sede en París, que también se propuso como fin estudiar de forma particular la pe-
regrinación a Compostela y fomentar su continuidad histórica. Desde 1958 da cuenta
de sus actividades en su boletín Compostelle cuya nueva serie se inició en 1988.
Con motivo del Ario Santo de 1954 se organizó en Santiago un ciclo monográfico
sobre Santiago en la Historia, la Literatura y el Arie l, que marca el inicio de un fenómeno
desde entonces vigente, cual es la multiplicación de publicaciones ligadas a la celebra-
ción de los arios jubilares, y se erige el Centro de Estudios Jacobeos, incorporado al Pa-
tronato "Marcelino Menéndez y Pelayo" del C.S.I.C., con la finalidad de impulsar los
estudios de investigación en torno al Santuario del Apóstol Santiago. Desde 1956 viene
editando Compostellanum, su órgano de publicación periódica.
En 1962 se legaliza en Estella la primera asociación de "Amigos del Camino de
Santiago", pioneramente sensibilizada • por lo "que este mismo Camino debe ser en
nuestros días", como recoge el número cero de su boletín Ruta Jacobea (mayo, 1963).
Fueron los primeros responsables de las Semanas de Estudios Medievales, cuya primera
edición (1963) prestó ya atención al estudio de la peregrinación, atención recurrente en
arios posteriores.
La celebración del nuevo Ario Santo Compostelano de 1965 propició los contac-
tos entre el Centro de Estudios Jacobeos y la Societé parisina. René de la Coste-Messe-
liére, Georges Gaillard y Paul Guinard participaron, junto a catorce estudiosos
españoles, en el primer Congreso Internacional de Estudios Jacobeos. Cuatro arios más
tarde se convocó, también en Santiago, el II Congreso Internacional de Estudios Jacobeos,
que reunió "a los representantes de los Centros de Estudios Compostelanos y Socieda-
des de Amigos de Santiago de Harlem, París, Roma y Oporto". La colaboración de los
distintos países, reclamada en su momento por Vázquez de Parga, Lacarra y Uría, es-
taba empezando a dar sus primeros frutos y José Guerra Campos no dejó pasar la opor-
tunidad de presentar un primer balance, ya clásico, de "Bibliografía (1950-1969):
Veinte arios de Estudios Jacobeos" 5, cuyo punto de partida cronológico era precisa-
mente la obra de los tres autores citados, interpretada como referencia historiográfica
capital.
El 7 de diciembre del Ario Santo de 1971 fallecía el cardenal Quiroga Palacios, en-
tusiasta continuador en la iglesia compostelana de la labor de Muniz de Pablos en favor
de la peregrinación. Con su desaparición se entra en un nuevo ciclo de la peregrinación

4. 2 vols., Madrid, 1954-1955.


5. En Compostellanum, XVI (1971), 575-736.

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contemporánea, etapa de adaptaciones postconciliares y de transiciones políticas. La


Archicofradía se paraliza. Dejan de editarse Compostela en Santiago y Compostelle en
París. En 1979 se interrumpe la celebración de las Semanas de Estella. Sin embargo, la
afluencia de peregrinos a pie de diversas nacionalidades se incrementa y se pone de ma-
nifiesto una ampliación de la gama de motivaciones que los mueven. Las consecuencias
de la renovación se dejarán sentir plenamente en la década de los 80, cuando a lo largo
de las diversas rutas de peregrinación nazca un nuevo y pujante movimiento asociativo
y organizativo.
A nivel nacional, surgen a partir de 1986 una veintena de asociaciones de Amigos
de los Caminos de Santiago, que impulsadas inicialmente por Elías Valiña adoptan la
fórmula pionera de Estella y trabajan en la señalización y conservación del Camino, la
credencial del peregrino, la apertura de albergues y la promoción de estudios e investi-
gaciones. Constituidas en federación, han celebrado tres congresos —Jaca (1987), Este-
Ila (1990) y Oviedo (1993)— y desde 1987 editan el boletín Peregrino.
Peregrinos europeos de la década de los setenta y principios de los ochenta desen-
cadenan también un espectacular movimiento asociativo, que en algunos casos promo-
verá líneas de trabajo científico y de investigación. En Italia, el Centro Italiano di Studi
Compostellani (Perugia), fundado por Paolo Caucci, inicia en 1983 su ya amplia serie de
publicaciones y congresos de tema jacobeo y edita desde 1988 su boletín Compostella
En enero de 1983 se constituye en Inglaterra l'he Confraternity of Saint James, que tuvo
a Derek Lomax como responsable científico. Se han editado ya 48 números de su Bulle-
tin y en marzo de 1990 organizaron su primer congreso de estudios. La Sankt-Jakobus-
bruderschaft de Düsseldorf ha publicado desde diciembre de 1985 trece números de Die
Kalebasse. En mayo de 1985 se erige en Brujas la Vlaams Genootschap van Santiago de
Compostela, responsable de los 35 números de De Pelgrirn. En abril de 1986 se funda la
Association des Amis de St. Jacques de Compostelle valona, que ha editado 30 números de
su boletín trimestral Le Pecten. En julio de 1986 se constituye la Nederlands Genootschap
van Sint-Jacob, que desde 1989 se expresa trimestralmente a través de De Jakobsstaf
Presidida por Robert Plotz, se instituye en Aquisgrán en febrero de 1987 la Deuts-
che St. Jakobus-Gesellschaft, cuyo boletín se edita semestralmente desde 1988, bajo el tí-
tulo Sternenweg. Esta sociedad ha organizado desde 1987 varios congresos científicos y
publica la serie Jakobus-Studien. En enero de 1988 surgen en Lausanne Les Amis du
Chemin de Saint-Jacques. Association Helvéti~ que ha editado semestralmente doce nú-
meros de Ultreia.
También en Francia se deja sentir la revitalización. De la mano de René de la
Coste-Messeliére la Société parisina inicia en 1988 la nueva serie de Compostelle y con
la colaboración de sus sociedades regionales (Poitou-Charentes, Nantes-Bretaña, Picar-
día, Norte, Champaña, Lorena, Borgoña, Centro, Limousin, Auvernia-Borgoña, Ró-
dano-Alpes, Midi-Pyrénées y Languedoc-Rosellón) trabaja por encargo del Ministerio
de Cultura francés en el inventario normalizado de los Caminos de Santiago.
El aumento general del número de miembros en todas las sociedades —algunas es-
tán próximas al millar— da lugar a las reestructuraciones de crecimiento. De los desdo-
blamientos en Aquitania nacen las asociaciones de Pirineos Atlánticos y las Landas. En
Alemania se constituyen en diciembre de 1988 la Frankische St. Jakobus-Gesellschafi
Wiirzburg y en Stuttgart, en septiembre de 1991, Ultreia La Cornish Society of St. James
of Compostela edita desde 1988 su boletín Perghyryn. En 1992 se funda en Dublín The

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Irish Society of the friend.s of Saint-James. En España nuevas asociaciones nacen lejos del
Camino "francés": Guipúzcoa, Álava, Vizcaya, Valladolid, Valencia, Cuenca, Sabadell,
Zaragoza, Murcia, varias en Asturias, etc. Casi siempre estas nuevas asociaciones aca-
ban por encontrar —y en ocasiones señalizar— un nuevo Camino de Santiago.
Investigadores encuadrados o no en estas asociaciones y, con frecuencia, las aso-
ciaciones mismas han promovido desde 1983 o han participado en una larga serie de
congresos, reuniones de estudio y exposiciones sobre los más variados aspectos de la
peregrinación jacobea y sus caminos, que constituyen el principal soporte bibliográfico
de mi trabajo'.

Este incompleto repaso de las reuniones de estudio de tema jacobeo pone de ma-
nifiesto el marcado contraste entre el período 1971-1982 y 1982-1993, dos etapas sensi-
blemente distintas también en lo que a movimiento general de publicaciones se refiere,
según apunta Fermín Miranda García en su excelente Apéndice. Bibliografía (1949-
1992), que acompaña la más reciente reedición de la obra de Vázquez de Parga, Lacarra
y Uría7.

6. Aun a sabiendas de no ser exhaustivo, enumeraré las siguientes: II Pellegrinaggio a Santiago de Com-
postela e la Letteratura Jacopea (Atti del Convegno Internazionale di Studi, Perugia 23-25 septiembre 1983),
ed. Giovanna Scalia, Perugia, 1985; Pistoia e il Cammino di Santiago. Una dimensione europea nella Toscana
medioevale (Atti del Convegno Internazionali di Studi, Pistoia 28-30 septiembre 1984), ed. Lucia Gai, Na-
poli, 1987; Santiago de Compostela 1000 Ans de Pélerinage Européen (Catálogo de la exposición Europalia 85
España, Gante), Gand, 1985; El Camino de Santiago (Actas del Coloquio de Poio, Universidad Internacional
del Atlántico, 10-14 agosto 1987), Santiago de Compostela, 1989; Deutsche Jakobspilger und ihre Berichte
(Aquisgrán septiembre 1987), Jakobus-Studien 1, ed. Klaus Herbers, Tübingen, 1988; Europdische Wege der
Santiago-Pilgerfahrt (Schloss Schney 28 septiembre-2 octubre 1988), Jakobus-Studien 2, ed. Robert Pliitz,
Tübingen, 1990; The Codex Calixtinus and the Shrine of St. James (Pittsburgh 3-5 noviembre 1988), Jakobus-
Studien 3, ed. John Williams y Alison Stones, Tübingen, 1992; El Camino de Santiago la hospitalidad monás-
tica y las peregrinaciones (León 3-8 julio 1989), ed. Horacio Santiago Otero, Salamanca, 1992; Les traces du
pélerinage á Saint-Jacques-de-Compostelle dans la culture européenne (Viterbo 28 septiembre-I octubre 1989),
Patrimoine Culturel, n° 20, Strasbourg, 1992; I Congress° Internacional dos Caminhos Portugueses de Santiago
de Compostela (Oporto 10-12 noviembre 1989), Lisboa, 1992; Pilgrims from the Bristish Isles to Santiago de
Compostela in the Middle Ages (Proceedings of the Conference, Hengrave Hall 16-18 marzo 1990), London,
1991; Spiritualitát des Pilgerns (Münster 1-4 noviembre 1990), Jakobus-Studien 5, ed. Klaus Herbers y Ro-
bert Plñtz, Tübingen, 1993; Las peregrinaciones a Santiago de Compostela y San Salvador de Oviedo en la Edad
Media (Actas del Congreso Internacional, Oviedo 3-7 diciembre 1990), coord. Juan Ignacio Ruiz de la Peña
Solar, Oviedo, 1993; Pensamiento, arte y literatura en el Camino de Santiago (Curso de verano de la Universi-
dad de Santiago de Compostela, julio 1991), coord. Ángel Álvarez Gómez, Santiago de Compostela, 1993; I
Congreso Internacional Camino de Santiago Vía de la Plata (Zamora 25-28 julio 1991); El Camino de Santiago
Camino de Europa (Curso de conferencias, El Escorial 22-26 julio 1991), ed. Isidoro Millán González-Pardo,
Pontevedra, 1993; Jakobuskult im deutschen Südwesten (Weingarten 14-18 octubre 1992); Le pendu dependu
(Toulouse 3-7 febrero 1993); Cluny y el Camino de Santiago en España en los siglos XI-XII (Sahagún, 27-29
mayo 1993); Santiago, Camino de Europa Culto y cultura en la peregrinación a Compostela (Catálogo de la ex-
posición, Santiago 1993), ed. Serafin Moralejo y Fernando López Alsina, Madrid, 1993; Vida y peregrinación
(Catálogo de la exposición, Santo Domingo de la Calzada 1993), Madrid, 1993; El Camino Jacobeo en la Pro-
vincia de Ourense. Hecho fisico, arquitectura y urbanismo históricos. Camino principal y tejido secundario (0u-
rense 29 septiembre-2 octubre 1993); Congreso de Estudios Jacobeos (Santiago de Compostela, 14-16 octubre
1993). Al igual que ésta de Nájera, también la Semana de Estudios Medievales de Estella se ha dedicado este
año al Camino de Santiago.
7. Cf. n.1, III, Pamplona, 1992, pp. I-LXXXVIll

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EL CAMINO DE SANTIAGO: REALIDAD HISTÓRICA Y TEMA HISTORIOGRÁFICO

Gracias a los centenares de aportaciones de especialistas de diversos países se


puede concluir que nuestro conocimiento ha avanzado considerablemente en práctica-
mente tódas las cuestiones planteadas en su día por los tres autores mencionados. Sin
embargo, los nuevos conocimientos han suscitado nuevos interrogantes. Quedan aún
muchos puntos por esclarecer que se pondrán claramente de manifiesto el día que una
nueva síntesis integre las nuevas aportaciones parciales y dibuje con mayor nitidez los
perfiles históricos de una peregrinación del primer milenio que camina con paso firme
hacia el año 2000. Uno de los puntos de reflexión ha de ser precisamente el concepto
de "Camino de Santiago", cuyos perfiles aparecen claramente desdibujados en parte de
la historiografía más reciente.
El resurgimiento contemporáneo de las peregrinaciones a Santiago —que en oca-
siones influye perniciosamente en los trabajos de investigación histórica publicados—
constituye un fenómeno extraordinariamente complejo. Independientemente de la mo-
tivación que lo mueva, el peregrino o caminante actual no ignora que sigue unas huellas
milenarias. Una parte importante de la literatura que se publica son precisamente guías
que, con mejor o peor fortuna, nunca dejan de recordar esa carga histórica de los cami-
nos jacobeos. El riesgo que se corre es la proyección sobre la historia de esquemas y
sensibilidades actuales y la mixtificación o, al menos, la malinterpretación inconsciente
del pasado. ¿Cuántos caminantes o peregrinos actuales hacen también el camino de
vuelta y, como antaño, regresan a pie a sus hogares? La sensibilidad contemporánea se
proyecta también peligrosamente sobre el propio concepto de "Camino de Santiago".
Los peregrinos de la segunda mitad del siglo XX —asociados o no— han tenido
que encontrar sus caminos hacia Santiago y han descubierto y reclamado, no sin razón,
que a Compostela se llega hoy por muchos sitios y desde cualquier lugar. En ese sen-
tido se ha llegado a afirmar que no hay camino y que tampoco hay meta, porque la
meta es el camino mismo. Sin embargo, la historia nos descubre cuál fue la meta de una
Peregrinatio ad loca sancta y nos indica que ha existido una jerarquización de rutas y ca-
minos, según el distinto grado y frecuencia de su utilización por los peregrinos.
Varios son los criterios que se deben emplear en la reconstrucción de las rutas que
históricamente han seguido los peregrinos. La noticia del paso de un romero por un de-
terminado lugar no es suficiente para determinar la existencia de una ruta de peregrina-
ción. Por el mismo motivo tampoco es concluyente el manejo aislado del itinerario que
pueda haber seguido un peregrino que eventualmente llega a Santiago, porque el reco-
rrido que ha seguido puede estar motivado por razones muy variadas y su itinerario no
tiene por qué coincidir necesariamente con un camino de peregrinación. Sólo aquellos
relatos, canciones, guías e itinerarios que atestiguan una práctica colectiva pueden me-
recer crédito.
Uno de los criterios más concluyentes a la hora de incorporar una localidad a una
ruta de peregrinación jacobea es el que acredita el paso regular por ese lugar de un flujo
de peregrinos a lo largo de un período de tiempo más o menos dilatado. Bien entendido
que es preciso documentar el flujo, no sólo la posibilidad de que exista o haya existido
ese flujo, como a veces se acostumbra a hacer. En este sentido es también claramente
insuficiente la constatación de la existencia de uno o varios hospitales u hospederías en
una localidad, incluso en el caso de que se aluda genéricamente al alojamiento de pere-
grinos, si no se puede comprobar que son peregrinos jacobeos de paso hacia o de vuelta
de Santiago. Tampoco es criterio determinante que haya o no en una localidad una igle-

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FERNANDO LÓPEZ ALSINA

sia o un altar dedicado a Santiago. Sin embargo sí puede ser significativa la presencia de
una cofradía de peregrinos o ex-peregrinos de Santiago. En cualquier caso, mediante la
aplicación de estos criterios se habrá logrado identificar y localizar un punto de paso de
peregrinos, sin que eso signifique que se haya conseguido aún trazar la línea que con-
duce al siguiente punto de paso documentado.
No se trata de estudiar por dónde se podía ir a Santiago, porque este plantea-
miento nos llevaría a inventariar casi todos los caminos medievales. Nos interesan las
rutas efectivas de peregrinación y, en nuestro propósito actual, sólo aquellas rutas de
peregrinación jacobea que han sido contemporáneamente identificadas como Caminos
de Santiago. Un criterio seguro, quizás el más riguroso, valioso y concluyente, sea el de
atender al nombre que los documentos de archivo aplican a los caminos. Sólo las men-
ciones documentales de expresiones equivalentes a la de camino o vía de Santiago y su
localización en el tiempo y el espacio nos sitúan ante la historia de la formación y la ex-
pansión de los Caminos de Santiago. Ni siquiera puede tenerse siempre por decisiva la
referencia a un camino o vía francígena
En cualquier caso, los criterios indicados tienen que ser manejados siempre con
gran prudencia. La valoración que pueda hacerse de cada referencia explícita deberá
matizarse en función de coordenadas espaciales y temporales. Es posible que la utiliza-
ción de la expresión Camino de Santiago, aplicada a un mismo punto geográfico a lo
largo de los siglos, no signifique necesariamente lo mismo en el siglo XII que en el siglo
XVIII, cuando quizá pueda ser un simple fósil. Sin que dejen de tener interés, tampoco
se puede valorar de la misma manera las referencias a un camino de Santiago localiza-
bles en un punto cualquiera de Galicia, relativamente cerca de Compostela, que las re-
ferencias más lejanas a 1.000 Km. o más de distancia.
Para aclarar, ordenar y jerarquizar las diversas propuestas de rutas y caminos de
peregrinación jacobea formuladas por la historiografia entiendo que se puede echar
mano de un criterio que permita plantear el problema en términos seguros y fiables.
Nada más útil que examinar cuáles y cuántos son los caminos que en la Edad Media lle-
gan a la propia Compostela. El peregrino medieval que accedía al santuario de Santiago
tenía que haber traspasado tres ámbitos espaciales que podemos considerar concéntri-
cos: la muralla por alguna de sus puertas, el Giro de la ciudad por alguno de sus milla-
doiros y la Tierra de Santiago por alguno de sus puertos de mar o por los puentes
tendidos sobre el Ulla, el Tambre o el Iso8.
La segunda y última muralla fue construida en el siglo XI, siendo obispo Cresco-
nio. El Giro —de 60 Km' de superficie— es el primer elemento territorial de los que con-
figuran el señorío de Santiago. Se delimitó a raíz de la concesión de las primeras tres
millas por Alfonso II en el 834. Los milladoiros son aquellos puntos del perímetro del
Giro atravesados por un camino. Se han podido documentar seis. Desde el siglo XI y
hasta la Baja Edad Media, la línea perimetral imaginaria que une los milladorios y deli-
mita el Giro marca el espacio urbano: "la ciudad de Santiago de milladoiro a milla-
doiro". La delimitación de la Tierra de Santiago por el mar y los ríos Tambre, Ulla e Iso
la hace la reina Urraca hacia 1115. Si establecemos la necesaria correspondencia entre

8. Para éstas y las sucesivas referencias, véase Fernando López Alsina, La ciudad de Santiago de Com-
postela en la Alta Edad Media, Santiago de Compostela, 1988.

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cada una de las siete puertas de la muralla, los milladoiros y los puentes por los que se
salía de la Tierra de Santiago, este criterio nos permitiría fundamentar el principio de la
existencia de siete Caminos de Santiago y jerarquizarlos de acuerdo con la longitud má-
xima que hayan podido alcanzar a lo largo de la Edad Media y el número de ramales o
afluentes en los que hayan podido desdoblarse. Véamos cuáles eran estos siete caminos.
Por la Porta da Pena o de la Atalaya salía un primer camino hacia A Coruña o
Crunia, así citada como ciudad importante por el Códice Calixtino antes de haber reci-
bido el fuero de Alfonso IX en 1208. En 1451 se menciona el milladoiro del Giro de
Santiago por el que pasa este camiño francés, que es identificado con el camiño da
Cluña. El paso del Tambre por el puente de Sigüeiro está documentado desde princi-
pios del siglo X'. Con este camino Santiago-Coruña, que no alcanza los 60 Km de lon-
gitud, enlaza una ruta marítima especialmente frecuentada en la Baja Edad Media por
los peregrinos de las islas británicas'.
Un segundo camino salía de Compostela por la Porta de Subfratribus o de San
Francisco, cruzaba el río Sarela por la Ponte Pedriña y el río Tambre en Ponte Albar.
No hay constancia documental de milladoiro alguno. Su continuación hacia Berganti-
ños y el puerto marítimo de Malpica es clara, según Elisa Ferreira". Son casi inexisten-
tes las huellas de peregrinación que sobre él se hayan podido estudiar.
Por la Puerta del Santo Peregrino o de la Trinidad, salía, a través de la Rúa das Or-
tas, el Camino de Finisterre, así nombrado en el plano de Santiago de 1595 del Archivo
General de Simancas. Poco después de pasar el río Sarela, abandonaba el Giro por el
milladoiro de la falda del monte Pedroso hacia la vecina aldea de Marmancou. Al me-
nos desde principios del siglo X, salvaba el Tambre en Logrosa. Su trazado de casi un
centenar de Km lo estudia también E. Ferreira'. La costa de Duio y el santuario de
Muxía se integran tempranamente en las tradiciones jacobeas y son, con frecuencia, el
complemento de la peregrinación a Santiago, sobre todo en los itinerarios de los pere-
grinos desde el siglo XV'.

9. Estudian la vía Elisa Ferreira Priegue, Los caminos medievales de Galicia (Boletín Auriense, Anexo
9), Ourense, 1988, 126-133; José Cardeso Liñares, El Camino de Santiago desde el Burgo de Faro, Compos-
tellanum, 36 (1991), 533-551; 37 (1992), 485-547; Fernando Urgorri, L. Fembielle, El antiguo Camino Real
de La Coruña a Santiago. El camino de Faro o camino francés de Ponlo, La Coruña, 1992.
10. Véase F.R. Cordero Carrete, Embarque de peregrinos ingleses a Compostela en los siglos XIV y
XV, Cuadernos de Estudios Gallegos, 17 (1962), 348-357; Constance Storrs y F.R. Cordero Carrete, Peregri-
nos ingleses a Santiago en el siglo XIV, Cuadernos de Estudios Gallegos, 20 (1965), 193-224; Roger Stalley,
Pélerinage maritime á Saint-Jacques, in: Santiago de Compostela 1000 Ans..., cit. n.° 6, 123-128; Pilgrims from
¡he British Isles, cit. n.° 6; Robert Brian Tate, Pilgrimages St. James of Compostella from ¡he British Irles during
¡he Middle Ages (E. Allison Peers Publications, Lectures 4), Liverpool, 1990; Derek W. Lomax, Peregrinos in-
gleses a Santiago en la Edad Media, in: Las peregrinaciones a Santiago..., coord. por J.I. Ruiz de la Peña, cit. n.°
6, 73-86.
11. Cit. n. 9, pp. 133-135.
12. Cit. n. 9. pp. 136-137.
13. Véase José Ramón Fernández Oxea, Peregrinaciones flamencas a los finisterres gallegos, Boletín de
la Real Academia Gallega, 24 (1945), 390-395. La matriz cultural de estas manifestaciones la estudia Fer-
nando Alonso Romero, Santos e barcos de pedra Para unha interpretación da Galicia atlántica Vigo, 1991. El
conocimiento de esta ruta deja todavía mucho que desear, como ponen de manifiesto Antón A. Pombo, Fis-
terra: un epílogo necesario al camino jacobeo, Peregrino, 7 (1989), 22-25, y Xosé M. Lema Suárez, Indicios
dunha posible ruta xacobea pola Terra de Soneira, Compostellanunz, 35 (1990), 517-527.

97
FERNANDO LÓPEZ ALSINA

El cuarto camino de Santiago llegaba a la ciudad por la Porta Faxeira. El plano de


Simancas la identifica con el camino de Pontevedra. Conduce hasta Iria y Padrón y
salva el río Ulla en Pontecesures. Se prolonga hasta Tui, donde enlaza con los caminos
medievales del norte de Portugal estudiados por Carlos Alberto Ferreira de Almeida".
Los peregrinos portugueses recorrían caminos muy diversos 15. El uso jacobeo de esos
caminos lo aborda Manuel Cadafaz de Matos". Hospitales para peregrinos que especí-
ficamente iban o venían de Santiago los había en 1459 en Viana da Foz do Lima (hoy
do Castelo) y en Ponte de Lima —"em cujo caminho estrada a dita villa estaa", según se-
ñala José Marqués". Con este mismo fin existía en el siglo XV en Oporto el Hospital
dos Palmeiros, según Luis de Pina'.
El quinto camino medieval partía de la Porta da Mámoa o de Sussanis. Salvaba el
Sar en Pontepedriña. No hay constancia o recuerdo de un milladoiro al salir del Giro.
Se dirigía al oeste del Montesacro hacia el río Ulla y lo cruzaba en Pontevea. No parece
estar marcado por el paso de peregrinos.
El sexto camino partía de la Porta de Mazarelas en dirección a Ourense, según
aún acredita en el siglo XVI el plano de la ciudad conservado en Simancas. El tránsito
por el Giro hacia Arines lo marcaba un milladoiro documentado en 1359. Recorría las
tierras que se extienden al este del Montesacro, salvaba el río Ulla en Ponte Ledesma y
penetraba en la Tierra de Deza. Desde Ourense conectaba con los caminos portugueses
y con Zamora. Apenas existen datos sobre la prolongación medieval desde Zamora ha-
cia el sur por la antigua Vía de la Plata.
En la historia de la ciudad medieval, la séptima y última vía es, por antonomasia
frente a las otras seis, "el Camino". Esta connotación es, además, muy temprana. Se
gesta en los siglos X y XI, cuando la villa compostelana estaba aún ceñida por sus pri-
meros muros. A pocos metros del portal septentrional de la basílica altomedieval se
abría la puerta norte de esta primera muralla, por la que se salía al Camino. Su primer
tramo bordeaba, por su costado sur, el foso de la muralla y, por su costado norte, la
casa de Besulio y tierras de labor o agros, antes de ensancharse para formar el Campo,
área extramuros donde se celebraba el mercado en el siglo X. Pasado el Campo —hoy
plaza de Cervantes—, el Camino continuaba hasta el milladoiro de San Marcos.
Su transformación en calle es relativamente temprana. Se delimita primero el lugar
de Pinario, solar monacal de la comunidad de la Corticela. A fines del siglo X se funda
en el Campo una de las pocas iglesias gallegas dedicadas a San Benito, advocación que
ha llegado por el Camino. En Pinario se levanta el oratorio de San Martín "de Fora". La
construcción de la segunda y última muralla, en el segundo tercio del siglo XI, secciona
esta séptima vía con una puerta que lógicamente es bautizada Francigena o del Camino.

14. Vías medievais. Entre-Douro-e-Minho, Porto, 1968.


15. Lo señala Humberto Baquero Moreno, Vías portuguesas de peregrinacáo a Santiago de Compos-
tela na Idade Média, Revista da Faculdade de Letras, II Série, 3 (1986), 77-89.
16. Os Caminhos de Santiago no Noroeste Portugués, in: Actas do Congresso Santos Graea, Póvoa de Var-
zim, 1986.
17. A assistencia no Norte de Portuaal nos finais da ldade Média, Porto, 1989, 50, n. 164.
18. A medicina portuense no século XV. Alguns breves capitulos, in: Studium Generale (Boletim do
Centro de Estudios Humanísticos, anexo á Universidade do Porto, número comemorativo do V Centenário
da Morte do Infante D. Henrique (1460-1960)), 491-499.

98
EL CAMINO DE SANTIAGO: REALIDAD HISTÓRICA Y TEMA HISTORIOGRÁFICO

El tramo intramuros se ha desdoblado sucesivamente en el Vicus francorum o Rúa


grande (Azabachería en el siglo )(V), en el Forum maioris y en la Rúa del Camino (hoy
Casas Reales). El tramo extramuros sigue siendo el iter francorum o el Camino, hasta
que se urbanice también como Rúa de San Pedro.
Quizá la puerta del Camino haya recibido ya en el siglo XI el nombre de franci-
gena, porque se construyó sobre una vía que entonces era ya camino denominado de
francos, mucho antes que ninguno de los otros seis caminos. De éstos lo diferenciaba
también una mayor actividad. Al final del siglo XI, cerca ya de la Catedral, se instalan
la ceca y las tablas de los cambiadores. En el Paraíso, que precede a la única puerta
francigena de la basílica románica, se venden multitud de artículos a los peregrinos. En
1124 el tesorero Bernardo construye una fuente para aliviar la sed de los romeros. De
los siete grandes accesos a la ciudad, es éste el que acoge desde fines del siglo XI el hos-
pital de peregrinos. El camino francés cruzaba el Giro en el milladoiro del Monte del
Gozo y dejaba la Tierra de Santiago en Ribadiso.
El Camino de Santiago por antonomasia es, pues, la arteria cuyo trazado se nos
describe en el Libro V del Códice Calixtino. Desde Sancho Garcés I de Navarra todas
las tierras por ella atravesadas han sido sustraídas al Islam y se han incorporado a los
reinos cristianos. En ella sorprendemos a Gotescalco, tanto a la ida como a la vuelta
por Albelda. Su temprana condición de strata se refleja documentalmente de oeste a
este en Fonfría (969), Orbigo (885), Carrión (999), Villavascones (971) o Grañón
(999).
La creciente circulación en ambos sentidos durante el siglo X y la primera mitad
del Xl da lugar a la cristalización de sus dos primeros nombres principales a partir de
1050. La connotación jacobea —Camino de Santiago—, descartada la falsa mención de
Boente (897), se utiliza en el siglo XI a su paso por las localidades siguientes: Barbadelo
(1089), Villamoratiel de las Matas (1089), Arconada (1047), Nájera (1079) y Zarapuz
(1090). Como camino, vía o calzada de francos, además de la utilización en Compos-
tela, se emplea tempranamente a su paso por el Bierzo (1074) y Alesanco (1079). El
sentido que deba .darse en el siglo XI al término francos puede captarse perfectamente
en la mención de un puente y calzada de francos en el Bierzo en 1074. Dos arios antes,
en 1072, Alfonso VI se refiere al paso por el valle de Valcárcel de peregrinos y merca-
deres naturales de Francia, Italia y Alemania. A ese conjunto de gentes se les llama en
la Península los francos, quizá como recuerdo de la antigua integración de esas tierras
en el imperio carolingio. En este sentido el camino en el siglo XI es también un camino
que nace en algún lugar más allá de los Pirineos, es decir, francigena
Como acabamos de ver, su utilización comercial y el consiguiente establecimiento
posterior de peajes a lo largo de su recorrido son también tempranos. Con toda seguri-
dad se cobraban los peajes desde antes de 1050. Los viejos aranceles de Autares, esta-
blecidos por los predecesores de Alfonso VI, son suprimidos por éste en 1072. También
los de Jaca y de Pamplona estaban en vigor antes de Sancho Ramírez.
Justamente desde el pie de la barrera montañosa, que desde el punto de vista pe-
ninsular podía limitar por el sur el área de los francos, el autor del Libro V del Códice
Calixtino marca una clara diferencia con las cuatro vías que, según su testimonio, reco-
rrían la Francia actual. Sólo desde Borce/Somport y desde Saint-Michel/Port de Cize
los dos caminos, que unidos en Puente la Reina, según el Calixtino, continuaban hasta
Compostela, tienen etapas separadas por jornadas.

99
FERNANDO LÓPEZ ALSINA

El Libro V del Calixtino levanta acta de una realidad histórica tal como era perci-
bida hacia 1137. El largo Camino de Santiago que en él se describe es el único que,
como hemos indicado, mencionaban los documentos desde mediados del siglo XI. Muy
probablemente fue ésta la primera ruta que en los núcleos cristianos occidentales se
configuró como camino público, calificativo que a su paso por Carrión ya le aplica la
parte de la Historia Compostelana redactada hacia 1124. Este carácter de camino real y
público parece estar en la base de la actividad de Alfonso VI, garante e impulsor de la
construcción de todos los puentes existentes desde Logroño a Compostela. Al poner en
contacto el área transpirenaica de los francos con Santiago de Compostela en un reco-
rrido de más de 800 Km. se acuñó la doble expresión de Camino de Santiago y Camino
de'francos. De ahí, seguramente, que a otros caminos del reino castellano-leonés, que se
articulan como públicos o reales después que el Camino de Santiago, se les pueda apli-
car también la misma denominación de caminos de francos o franceses, semántica-
mente ampliada ahora como sinónimo de vía pública o real.
La causa principal de que la imagen de Camino de Santiago, colectivamente acu-
ñada antes del siglo XI, cristalizase inicialmente en una sola de las siete grandes vías
que finalmente llegaban a las puertas de la ciudad de Compostela y la caracterizase a lo
largo de casi 900 Km. de su recorrido peninsular hacia 1137, no puede ser otra que la
intensidad y la frecuencia con que la utilizaban quienes iban a Compostela. Si cierta-
mente había habido más rutas que conducían hasta Santiago, la formación y extensión
"del Camino" medieval por antonomasia obedece en último término a una de las carac-
terísticas definitorias de la peregrinación jacobea como peregrinación mayor en la Edad
Media, es decir, su capacidad de atracción para los pueblos ultrapirenaicos.
Para finalizar abordaré tres cuestiones que la historiografia ha suscitado con ma-
yor insistencia en relación con esta séptima ruta de peregrinación: la existencia previa
de un camino primitivo más septentrional, los afluentes o ramales peninsulares que his-
tóricamente se le añaden y su prolongación más allá de los Pirineos.
Una frase de la llamada Crónica Silense y los ecos e interpretaciones de que fue
objeto en otras crónicas posteriores de los siglos XII y XIII han dado pie para justificar
la existencia de primitivos caminos de Santiago más septentrionales. Sin ánimo de ago-
tar las posibles exégesis, creo que para interpretar correctamente aquella noticia debe
tenerse en cuenta que el Silense escribe después de 1110, cuando en la Península ha
cristalizado un camino de Santiago por La Rioja —desde los Pirineos a Nájera—, posible
y segura, como hemos visto, desde Sancho Garcés I. Sólo desde la existencia de esta
ruta de La Rioja, practicable desde ea. 924 y seguida por Gotescalco a la ida y a la
vuelta en 950/951, puede entenderse la referencia a un desvío o retroceso por Álava,
ocasionado por el temor a los musulmanes. La ruta pudo volverse momentáneamente
insegura a finales del siglo X, a causa de las campañas de Almanzor. Para esos años es
posible que algún peregrino haya preferido el desvío por Alava. Pero muerto Almanzor,
Sancho el Mayor de Navarra restablece definitivamente la seguridad del Camino a tra-
vés de La Rioja. A mi juicio, esta podría ser una interpretación aceptable del oscuro pa-
saje del Silense y de los que de él derivan.
Me parece poco acertada la opinión de quienes interpretan esta noticia para afir-
mar que hasta Sancho el Mayor el Camino de Santiago discurría por tierras de Alava.
La historiografía no ha conseguido aportar el más mínimo dato que permita vislumbrar

100
EL CAMINO DE SANTIAGO: REALIDAD HISTÓRICA Y TEMA HISTORIOGRÁFICO

huella alguna de esta primitiva ruta de peregrinación 19. Al contrario, como hemos indi-
cado, la propia cristalización documental de la denominación "Camino de Santiago"
parece ser posterior a Sancho el Mayor. Tampoco es aceptable la utilización de esta no-
ticia para fundamentar la existencia en los siglos IX, X u XI de un Camino de Santiago
a lo largo de la cornisa cantábrica.
Quizá una de las grandes lagunas en el tratamiento historiográfico del tramo his-
pánico del camino descrito en el Calixtino sea la ausencia casi total de su dimensión
diacrónica. La obra de Vázquez de Parga, Lacarra y Urja sólo atiende a la cronología al
estudiar la formación de la ruta. Siendo uno de sus objetivos, plenamente logrados,
identificar de la forma más detallada posible su recorrido concreto y preciso, acumula-
ron en el volumen segundo noticias de muy diversa naturaleza y cronología, que acredi-
taban el paso del Camino por un determinado lugar. Sin embargo, lo que fue
plenamente legítimo para justificar un determinado trazado, se convirtió en método en
estudios posteriores. Muchas concepciones del Camino han quedado lastradas por una
imagen lineal y acronológica. Es más necesario que nunca que los estudios distingan las
diversas fases por las que atravesó el Camino, para poder captar mejor su mutante re-
alidad histórica en una sociedad también cambiante.
Entre las transformaciones más interesantes que se advierten a partir de ca. 1150,
merece especial atención la creciente afluencia de peregrinos por otras rutas que aca-
ban incorporándose al más largo Camino, descrito en el Calixtino, ya plenamente cons-
tituido. A medida que la frontera con Al-Andalus desciende hacia el sur, se abren a la
peregrinación jacobea nuevas rutas aún muy escasamente estudiadas. En cambio, se co-
noce mucho mejor el tránsito de peregrinos por ciertos puntos de los caminos septen-
trionales que afluyen finalmente al costado norte del Camino del Calixtino.
Un importante factor de integración de estas rutas en los itinerarios de los peregri-
nos jacobeos lo constituyó la reactivación de las comunicaciones marítimas en el Can-
tábrico —cuyos efectos los hemos visto ya en el camino de Santiago a La Coruña— y la
intensificación de la peregrinación a San Salvador de Oviedo. Como foco de una rome-
ría autónoma, distinta de la jacobea, atraerá también numerosos peregrinos ultrapire-
naicos.
Los orígenes de esta romería son difíciles de documentar. En 1075 Alfonso VI im-
pulsa el antiguo culto al Arca Santa, objeto que centrará la veneración de los peregri-
nos, quizá para reforzar la posición de la sede ovetense en un momento delicado de la
reorganización del mapa episcopal peninsular. Se ha visto en otra donación real (1096)
la primera mención de los peregrinos ovetenses. Pero la copia del siglo XVI sólo indica
que el palacio ovetense, donado a San Salvador y al obispo Martín, albergará pauperes
Christi
El culto al relicario asturiano generará también unos Caminos de Oviedo para sus
peregrinos. Se han estudiado dos. Uno es el camino que desde antiguo partía de León
hacia Pajares. Desde mediados del siglo XIII se denomina francés a este camino de
Oviedo a León. Romeros y transeúntes también se sirvieron de los puertos de San ¡si-

19. Véase Mieaela J. Portilla, Una ruta europea. Por Álava a Compostela De/paso de San Adrián al Ebro,
Vitoria, 1991, y César González Mínguez, María del Carmen de la Hoz, La Wraesctructura riada bajomedie-
val en Á lava Vitoria, 1991.

101
FERNANDO LÓPEZ ALSINA

dro y Leitariegos. Es en el más oriental de los tres, San Isidro, donde más temprana-
mente (1111) se funda un albergue para peregrini et viatores. En el primer albergue de
Arbas (1117), los peregrinos se suponen difuminados, sin duda, entre los transeuntibus.
Más cerca ya de Oviedo, en Monte Copián, Alfonso VI prevé en 1103 un albergue para
transeuntibus pauperes et divites, que pasan a ser pirigrinos v1 transeuntes, cuando en
1143 se encomienda de nuevo a la sede ovetense que instale allí un religioso. Inequívo-
camente como peregrinos Sancti Salvatoris in Asturiis, se mencionan en el estatuto pro-
tector de Alfonso IX.
El otro Camino de Oviedo comunica con Santiago, a través del puerto del Acebo
—límite entre Asturias y Galicia—, Puebla de Burón, Castroverde, Lugo y Melide. En el
siglo XV, al salir de Oviedo, se le denomina "camino real" y "camino público que va
para Santiago". Podría ser la ruta habitual y más directa entre Santiago y Oviedo desde
el siglo IX, lo que explicaría el temprano interés de la sede compostelana por disponer
de algún enclave en el camino de la ciudad regia y hacerse donar por Alfonso III en 883
y 889 varios bienes que están en diversos puntos del commisso de Tineo por los que
transita el camino, precedente y fundamento del posterior hospitali quod est in strata,
que en 1181 poseía en la Espina de Villarmilde.
Es a su paso por Obona en 1214 cuando consta por primera vez que se le aplique
el calificativo de francisco, análogo al que Alfonso IX aplica al tramo del Camino de
Santiago que atraviesa el reino de León: camino francisco a Mansella usque ad Sanctum
Jacobum. Otros datos concurrentes apuntan efectivamente hacia Alfonso IX como el
rey leonés más interesado por convertir esta vía en camino público, tanto más útil antes
de la definitiva unión con Castilla. En 1204, en Melide, punto de entronque con el Ca-
mino de Santiago que viene de Pedrafita, se constata por primera vez la conciencia de
aquel es el "camino de Oviedo", conciencia pareja a la que, en sentido inverso, reflejan
en Obona las palabras del propio rey en 1222: "caminus qui vadit de Sancto Salvatore ad
Sanctum Iacobum': Al mismo monarca se debe también la transformación entre 1210 y
1222 de Melide y Tineo con sendas populationes. En tanto que camino francisco o pú-
blico, cae ahora bajo la tutela real y compete al monarca establecer su trazado Sí obligar
a circular por él. Alfonso IX establece en 1222 que el camino pase por Obon'a y por Ti-
neo y que los peregrinos no sean desviados de esta ruta.
Así pues, a partir de los primeros arios del siglo XIII ha cristalizado el único ramal
medieval del Camino de Santiago —Oviedo/Melide— que, en consecuencia, conocido
también como "Camino de Santiago". El santuario ovetense ha quedado incorporado a
la curiosidad y a las devociones de los peregrinos jacobeos de ultrapuertos, no sólo de
los que en el siglo XII pudieran haber desembarcado en Gijón o Avilés, venerado al
Salvador y continuar a Santiago por el camino de Lugo o por el de León, sino también
de los que, como dice un texto de ca. 1200, llegados a León, se desviaban durante dos
jornadas a Oviedo y de allí marchaban por Lugo hasta Santiago invirtiendo otras cinco.
Tanto el silencio del Códice Calixtino, como el conjunto de datos coincidentes en el
reinado de Alfonso IX (1188-1230), parecen apuntar que fue hacia 1200 cuando se es-
tableció definitivamente y cristalizó la relación entre las dos peregrinacione0.

20. Son básicos los estudios del Congreso de Oviedo, cit. en n. 6, así como la obra colectiva de Juan Ig-
nacio Ruiz de la Peña Solar, Soledad Suárez Beltrán, María José Sanz Fuertes, Elida García García y Etel-
vina Fernández González, Las peregrinaciones a San Salvador de Oviedo en la Edad Media, Oviedo, 1990.

102
EL CAMINO DE SANTIAGO: REALIDAD HISTÓRICA Y TEMA HISTORIOGRÁFICO

Con esta única excepción, motivada por la existencia de un santuario de peregri-


nación en Oviedo, ninguna de las otras rutas de peregrinación más septentrionales pa-
rece que haya llegado a ser denominada en la Edad Media "Camino de Santiago'. Se
puede haber aplicado a alguna de esas rutas la expresión "camino francés", pero esta
denominación no tiene ya la equivalencia con que nació en el Camino de Santiago en el
siglo XI. Por esos caminos, si son franceses —es decir, reales o públicos— con mayor ra-
zón, habrán transitado peregrinos jacobeos anónimos, como los que en 1382 consta
que se acogían a la caridad de los frailes de Vilaourente en Mondoñedo o los que en
1536 pasaban por Vitoria. Aunque los itinerarios de los peregrinos jacobeos del siglo
XV nos describen rutas muy variadas, no consta que el principal y más largo "Camino
de Santiago" de la Edad Media haya llegado a desarrollar en la península otros ramales
distintos del ovetense.
Finalmente, hay que plantear el problema muy vivo en la historiografía más re-
ciente de la "longitud" del Camino de Santiago, es decir, su proyección y vigencia más
allá de los Pirineos. En el centro de la discusión se encuentra la interpretación que se ha
de dar al testimonio del Libro V. Como es sabido, el Calixtino postula la existencia de
cuatro caminos de Santiago en Francia. Ahora bien, ninguna de estas cuatro vías se pre-
senta como una sucesión articulada de etapas y jornadas, a diferencia de lo que ocurre
con los tramos comprendidos entre Borce y Saint-Michel hasta Santiago de Compos-
tela. A juicio de Lacarra esta distinción implicaba que las cuatro vías francesas del Ca-
lixtino no eran propiamente Caminos de Santiago: "el Camino de Santiago, la vía
internacional conocida con este nombre, no se forma hasta aproximarse a tierras de Es-
paña"". En el extremo opuesto cabría situar la inconcebible multiplicación de "Che-
mins de Saint-Jacques" que en 1988 proponía el Consejo de Europa en una mapa
todavía provisional'.
Un conjunto creciente de evidencias, acumuladas desde 1965 en el Centro de Es-
tudios Compostelanos de París y dadas a conocer en sucesivos trabajos por René de La
Coste-Messeliére', muestra que, al igual que ocurre en el tramo peninsular, estas cuatro
vías francesas también se citan como caminos de Santiago en las fuentes documentales
de los siglos XII al XV. Cabría, pues, deducir que había realmente esos cuatro caminos
públicos en la actual Francia, cuando hacia 1137 se redacta el Libro V, y que al menos
en la parte de su recorrido más cercana a los Pirineos empezaban a conocerse también
con el nombre de Caminos de Santiago.
La vía tolosana (Arlés-Saint Gilles-Montpellier-Toulouse-Somport) es la vía pu-
blica Sancti Jacobi en un texto de Montpellier (1132). Si esta mención puede darse por
buena, nos sitúa en 1132 ante una prolongación del Camino público de Santiago penin-
sular que alcanza así más de 1.200 Km. de longitud. Quizá subrayando el carácter de
camino público aparece el término "francés" en otro texto de 1196 que cubre el tramo

21. Ni siquiera el más tardío camino de Bayona a Burgos, pasando por Álava. Véase la n. 19.
22. Cit. n. 1, 11, 43.
23. Un avenir pour notre passé, 32 (1988).
24. Véase René de La Coste Messeliére, Hopitaux et confréries de pélerins de Saint-Jacques, Composte-
Ile, 24 (1967), noticias 71, 444, 457, 598, 599, 618, id., La Francia dei "Chemins de Saint-Jacques: in: Santiago.
L'Europa del Pellegrinaggio, ed. Paolo Caucci von Saucken, Milano, 1993, 233-273.

103
FERNANDO LÓPEZ ALSINA

Toulouse-Auch: "in camino sancti Jacobi frances pro quo homines perqunt de Tolosa apud
Auxim':
Para la vía lemovicense (Vézelay-Limoges-Périgueux-Ostabat) cabe aducir la refe-
rencia a los hospitales de la strata publica Sancti Jacobi desde Bazas a Roncesvalles
(1290), que vale también para los comprendidos en el tramo Condon-Roncesvalles de
la podiense (Le Puy-Conques-Moissac-Ostabat). La vía turonense es el magno itinere
Sancti Iacobi a la altura de Melle en el siglo XIV, cuando diversos testamentos dejan
mandas para los hospitales que están sobre el Camino de Santiago, desde Burdeos hasta
Roncesvalles o hasta Pamplona.
Cuando se lleve a cabo en Francia una investigación sistemática de las fuentes do-
cumentales se podrá determinar si estos cuatro caminos de Santiago se habían formado
antes de la redacción del Libro V del Calixtino, como claramente parece ser el caso de
la vía tolosana. Se podrán explicar las razones de las tempranas conexiones de Limo-
ges, Tours y Le Puy con la iglesia de Santiago". También se entenderá más fácilmente
la ubicación en Borgoña hacia 1120 de la primera cofradía conocida de ex-peregrinos
de Santiago', sabiendo que los peregrinos borgoñones y alemanes frecuentaban la vía
podiense, según el Códice Calixtino.
El análisis de las fuentes permitirá determinar hasta dónde, en el curso de la Edad
Media, han llegado a extenderse las ramificaciones del más largo de los siete "Caminos
de Santiago". Sólo entonces estaremos en condiciones de valorar en sus dimensiones re-
ales lo que realmente ha significado el Camino —no el culto de Santiago, la peregrina-
ción jacobea o sus rutas— y podremos proponernos como objetivo el estudio
sistemático de lo que históricamente el Camino haya podido representar en todos sus
tramos para los territorios marcados por el paso de los peregrinos.

25. Véase Fernando López Alsina, Die Entwicklung des Camino de Santiago in Kastilien und León (850-
1050), in: Europaische Wege der Santiago-Pilgetfahrt (Jakobus-Studien 2), ed. Robert Plotz, Tübingen, 1990,
pp. 59-68.
26. Historia Compostellana, II, 15, ed. Emma Falque, Turnhout, 1988, p. 251.

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