Este documento analiza diferentes aspectos del proceso de aprendizaje de una segunda lengua. Examina cómo los errores cometidos por los estudiantes son parte natural de este proceso y cómo han evolucionado las concepciones sobre los errores a lo largo del tiempo, pasando de ser vistos como algo negativo a ser considerados indicadores del progreso del aprendiz. También explora las causas comunes de los errores como la interferencia de la lengua materna, la generalización de reglas y la aplicación incompleta de las mismas.
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Este documento analiza diferentes aspectos del proceso de aprendizaje de una segunda lengua. Examina cómo los errores cometidos por los estudiantes son parte natural de este proceso y cómo han evolucionado las concepciones sobre los errores a lo largo del tiempo, pasando de ser vistos como algo negativo a ser considerados indicadores del progreso del aprendiz. También explora las causas comunes de los errores como la interferencia de la lengua materna, la generalización de reglas y la aplicación incompleta de las mismas.
Este documento analiza diferentes aspectos del proceso de aprendizaje de una segunda lengua. Examina cómo los errores cometidos por los estudiantes son parte natural de este proceso y cómo han evolucionado las concepciones sobre los errores a lo largo del tiempo, pasando de ser vistos como algo negativo a ser considerados indicadores del progreso del aprendiz. También explora las causas comunes de los errores como la interferencia de la lengua materna, la generalización de reglas y la aplicación incompleta de las mismas.
Este documento analiza diferentes aspectos del proceso de aprendizaje de una segunda lengua. Examina cómo los errores cometidos por los estudiantes son parte natural de este proceso y cómo han evolucionado las concepciones sobre los errores a lo largo del tiempo, pasando de ser vistos como algo negativo a ser considerados indicadores del progreso del aprendiz. También explora las causas comunes de los errores como la interferencia de la lengua materna, la generalización de reglas y la aplicación incompleta de las mismas.
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Español y portugués: aspectos contrastivos.
Según Fernandez (1997), el binomio Análisis de Errores (AE) e Interlengua
(IL) refleja ya una forma de concebir el error y de observar el proceso de aprendizaje. Los errores son índices de ese proceso y la interlengua es la competencia transitoria, los estadios que el aprendiz atraviesa antes de llegar al resultado final, o sea, cuando los recursos de la segunda lengua que está aprendiendo se agotan y él no consigue comunicar lo que pretende en esta lengua, utiliza elementos de la lengua materna para concluir lo que desea expresar. Según Corder (1971), ese enfoque del error centrado en el sujeto que aprende en sus propios mecanismos empieza en 1967. Antes de esa fecha el error no era considerado, pues se defendía que él no hacía parte del proceso de aprendizaje.
El análisis contrastivo es una corriente lingüística que se apoya en la
convicción de que todos los errores pueden ser pronosticados a través de la identificación de las diferencias entre la lengua meta y la lengua materna (LM) del aprendiz. De acuerdo con Lee (1968), a principio, la única causa de los errores en el aprendizaje de una lengua extranjera era la interferencia de la lengua materna del alumno. Así, define interferencia o transferencia negativa cuando ésta se da entre lenguas de estructuras diferentes, mientras que la transferencia positiva acontece cuando las lenguas involucradas son semejantes entre sí.
Para Baralo (1999), la interferencia como causa de errores ha pasado por
diferentes etapas, desde ser prácticamente el único origen de todos los errores hasta ser considerada una causa más, en absoluto la única. Así, en los años 50 y 60, la interferencia era considerada decisiva y negativa en el aprendizaje de una lengua extranjera, pero el aparecimiento de nuevas corrientes lingüísticas y de nuevas hipótesis sobre la adquisición del lenguaje demuestran que, a lo contrario de lo defendido por el análisis contrastivo, la interferencia se produce con más frecuencia entre aquellas lenguas que el aprendiz siente como más próximas a la suya, y no al revés como se creía.
La preocupación por identificar e intentar remediar los errores de los
estudiantes es una constante entre los profesores de lenguas, sin embargo el Análisis de Errores (AE), como corriente de investigación cambia la visión del “error” que tanto estudiantes como profesores hemos tenido tradicionalmente. Esa corriente ya no intentaba predecir todos los errores posibles a partir de la comparación entre la lengua materna y la segunda lengua, como ocurría en la versión fuerte de Análisis Contrastivo, sino identificar qué errores eran resultado de esa interferencia.
En términos generales, se considera error a toda trasgresión involuntaria de
la “norma” establecida en una dada comunidad. Al considerar el concepto anterior, es menester afirmar que el aprendiz de una segunda lengua pasa, necesariamente, por una serie de etapas y, en cada una de ellas, son comunes las producciones idiosincrásicas que no se adecuan todavía a las de la lengua meta. Por lo tanto, no sería riguroso hablar de “errores”.
El término “error” sigue vigente, aunque con una valoración positiva; no
como algo desterrable, sino como un mecanismo activo y necesario en el proceso de aprendizaje.
Los errores, como podemos concluir, han pasado por variadas
consideraciones: desde ser vistos como algo negativo, como muestras de la incapacidad para producir algo correctamente, hasta el concepto de indicativo único para analizar el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos.
Entre los errores presentes en el aprendizaje de una lengua, podemos
detectarlos dentro del campo léxico, fonológico, ortográfico y gramatical, como vamos a ver los ejemplos siguientes: “Ayer hubo una demonstración para protestar contra la nueva ley” (léxico- manifestación); “La veo con mucha frequencia” (ortográfico-frecuencia); “He comprado este libro para 200 pesos” (gramatical- por).
No basta detectar el tipo de error cometido por el alumno, sino también
averiguar la causa por la que cometen esos errores, porque es el conocimiento de la causa que proporcionará la slución del problema. Entre las diversas causas responsables por la evidencia de errores, nos detendremos en apuntar tres de ellas por considerarlas más frecuentes: la interferencia, la generalización y la aplicación incompleta de las reglas.
La interferencia, como ya dicho, acontece cuando el alumno busca de su
Lengua Materna la forma correcta para expresarse, quizás con la esperanza de que coincida con la forma de la lengua meta. Se trata de una estrategia universal que se da en los estadios iniciales o intermedios.
En el auge del estructuralismo se creía que aprender una lengua dependía
de la formación de hábitos. Esa teoría se basaba en la noción conductista defendida por Skinner (1957) bajo la ley del refuerzo. Así, se suponía que el aprendiz debería ser estimulado a cada respuesta/emulación satisfactoria. Si es cierto que una lengua es un conjunto de “hábitos adquiridos”, entonces el problema surge cuando intentamos aprender hábitos nuevos (L2), dado que los antiguos interfieren en los nuevos. Si tal interferencia no es eliminada, nos encontramos ante el error. A modo de muestra, veamos un ejemplo que comprueba la interferencia de la Lengua Materna en el aprendizaje de la L2: “Me gusta mucho de estarmos juntos”, en esta frase los errores se deben, primeramente, al hecho de la regencia del verbo “gostar” del portugués que es acompañado por la preposición “de”, lo que no ocurre en español. Además, la existencia del llamado “infinitivo flexionado ou conjugado” del portugués que tampoco se usa en la lengua española.
La generalización se da muchas veces por la transferencia negativa
producida por la propia L2 que el estudiante está aprendiendo. El aprendiz se basa en su propia experiencia de la lengua que aprende y constituye una estructura incorrecta. Ese fenómeno se denomina intransferencia y ocasiona la generalización como muestra el ejemplo enseguida: comer, comido; beber, bebido; poner, ponido. El participio de los dos primeros verbos de segunda conjugación se forman con la terminación “-IDO”, motivo suficiente para que el aprendiz lo generalizara a un verbo irregular de misma conjugación que, en realidad, tiene forma particular: puesto. Los errores de género también son típicos de la generalización. Superada la primera fase de simplificación de masculino y femenino a las terminaciones en “-o” y “-a”, respectivamente, es frecuente la atribución de género masculino a substantivos terminados en “-e”, por influencia interna de voces conocidas como “el coche”, “el aire”, “el cable”, etc. que hacen que el aprendiz generalice la regla y produzca errores como: “el noche”, “el leche”, “el sangre”, etc. La aplicación incompleta de las reglas por parte del profesor puede llevar al alumno a hacer deducciones que no eran correctas y acaban fijando una idea o regla de forma equivocada. Un buen ejemplo para demostrar ese tipo de error es retomar el uso de preguntas y respuestas en las clases, a las que el estudiante debe contestar repitiendo toda o parte de la pregunta en la respuesta, motivo que convierte el habla en un proceso mecánico y no espontáneo que acaba generando errores como el del ejemplo siguiente: Profesor: “Pregunta a tu hermano dónde está su coche. Alumno: Miguel, ¿Dónde está su coche? El alumno mantiene el posesivo utilizado en la pregunta y se olvida que al hablar con personas íntimas, como es el caso de su hermano, debe usar un lenguaje más informal, por eso debería haber sustituido el posesivo “su” por “tu”. Parece que la forma más natural de tratar los errores es corregirlos y por eso, trataremos de abordar la corrección de tales errores en las clases de español como lengua extranjera. Para eso, empezaremos conceptuando “corrección” de acuerdo con la Real Academia Española – RAE: corregir es enmendar lo errado, es advertir o reprender lo que no está cierto. Como se puede observar, la palabra “corregir” conlleva una carga negativa muy grande y, cabe al profesor, ayudar a los alumnos a perder el miedo al error, porque es la única forma que tenemos para descubrir y analizar lo que está pasando en la cabeza de los alumnos. Para aprender una lengua hay que arriesgar, jugar con ella, perderle el miedo y apostar. Muchas veces la corrección se da inmediatamente después de que el alumno haya cometido una falta; sin darle tiempo a rectificar. El alumno reproduce la frase correctamente y el profesor se satisface por haberle ayudado a producir una muestra correctamente. Es posible que el alumno supiera la visión correcta y que aquello fuera sólo un despiste. Al no darle tiempo de pensar, el profesor se queda con la duda si se trataba realmente de un error. También es posible que el alumno no lo supiera, pero al darle la versión correcta, en ese momento sólo se preocupa de reproducirlo sen entender el porqué de su error, motivo que lo hará volver a equivocarse. Debe el profesor ocuparse de utilizar la corrección de una manera efectiva. Primero debe resaltar donde hay un error y de qué tipo se trata. También debe brindar al alumno la oportunidad de autocorregirse. El factor principal de la corrección se basa en el objetivo que tengamos en ese momento de la clase. Si nuestro objetivo es ayudar al alumno a que adquiera más fluidez, a que “se suelte”, entonces debemos animarlo a que esté más pendiente de lo que dice y cómo lo dice. Es natural que se cometan muchos errores por estar utilizando la lengua como un medio para expresarse y no como un fin en sí mismo y, si el profesor comienza a interrumpir para corregirlo, el alumno no adquirirá la confianza necesaria para hablar. Con esto no tratamos de decir que debemos ignorar los errores, sino que deben ser corregidos en el momento adecuado. Se sugiere anotar los errores cometidos por los alumnos y trabajarlos en una clase posterior, juntamente con ellos. Se debe anotarlos en la pizarra y corregirlos. Si las condiciones lo permiten, en lugar de anotar los errores se graban a los alumnos para después trabajar sobre en CD (compacto). Los alumnos se darán cuenta de por qué el profesor no les corregía y, es posible que la próxima vez se aventurarán más a producir frases si saben que posteriormente sus problemas será corregidos y trabajados. Cuando el mismo tiempo de error aparece insistentemente, indica que el problema es más serio y general y por eso, se debe dedicar una clase para tratar de nuevo este contenido. Si estamos trabajando la muestra de lenguaje por primera vez y nuestro objetivo es lingüístico, es decir, la pronunciación, vocabulario, gramática o funcionalidad y nuestra finalidad es que los alumnos adquieran precisión, tendremos que corregir en estas actividades, pero sólo lo que se está trabajando, sin desviar la atención del alumno ni sobrecárgalo con información o corrección sobre otros aspectos, muchas veces aún no abordados en las clases. Hay que ser selectivo. Resaltar el error utilizando una entonación ascendiente, utilizar “pistas gramaticales “si los alumnos están familiarizados con la terminología gramatical como el adverbio, el género, la concordancia, pronunciación y omitir el error dejando un espacio vacío en su lugar, son técnicas para la corrección de los errores cometidos por los alumnos. Cuando el alumno entiende el código de la corrección del profesor, ésta acontece de forma rápida y se convierte en una ayuda para que el alumno busque la forma correcta y, al mismo tiempo aprenda. El profesor ayuda, pero es el alumno que descubre y trata de solucionar el error. De esta forma, es más probable que lo aprenda y recuerde. La próxima vez el error se habrá convertido en un desliz que simplemente necesita tiempo para desaparecer y será más fácil pasar por el mismo proceso otra vez. Ahora necesita tiempo y práctica para que esto tenga lugar en el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera.
El Artículo de Ana Isabel Blanco Picardo Aborda Una Serie de Cuestiones Fundamentales A La Hora de La Detección y Posterior Corrección de Posibles Errores Que Pueden Cometer Los Estudiantes de Una L2