Sartori
Sartori
Sartori
Así pues, la expresión animal symbolicum comprende todas las formas de la vida
cultural del hombre. Y la capacidad simbólica de los seres humanos se despliega en
el lenguaje, en la capacidad de comunicar mediante una articulación de sonidos y
signos «signifìcantes», provistos de significado. Actualmente, hablamos de
lenguajes en plural, por tanto, de lenguajes cuyo significante no es la palabra: por
ejemplo, el lenguaje del cine, de las artes figurativas, de las emociones, etcétera.
Pero éstas son acepciones metafóricas. Pues el lenguaje esencial que de verdad
caracteriza e instituye al hombre como animal simbólico es «lenguaje-palabra», el
lenguaje de nuestra habla. Digamos, por tanto, que el hombre es un animal parlante,
«que continuamente está hablando consigo mismo» y que ésta es la característica
que lo distingue radicalmente de cualquier especie de ser viviente.
A esto se podría replicar que los animales también comunican con un lenguaje
propio. Sí, pero no del todo. El llamado lenguaje animal transmite señales. Y la
diferencia fundamental es que el hombre posee un lenguaje capaz de hablar de
sí mismo. El hombre reflexiona sobre lo que dice. Y no sólo el comunicar, sino
también el pensar y el conocer que caracterizan al hombre como animal simbólico se
construyen en lenguaje y con el lenguaje. El lenguaje no es sólo un instrumento del
comunicar, sino también del pensar.
(…)
Las civilizaciones se desarrollan con la escritura, y es el tránsito de la comunicación
oral a la palabra escrita lo que desarrolla una civilización. Pero hasta la invención de
la imprenta, la cultura de toda sociedad se fundamenta principalmente en la trans-
misión oral. Hasta que los textos escritos son reproducidos a mano, no se podrá
hablar aún del «hombre que lee». Leer, y tener algo que leer, fue hasta mediados
del siglo XV un privilegio de poquísimos. El homo sapiens que multiplica el propio
saber es, pues, el llamado hombre de Gutenberg. Es cierto que la Biblia impresa por
Gutenberg en 1452 tuvo una tirada de 200 copias, pero se podía reimprimir. Se
había producido el salto tecnológico. Así pues, es con Gutenberg con quien la
transmisión escrita de la cultura se convierte en algo potencialmente accesible a
todos.
El progreso de la reproducción impresa fue lento pero constante, y culmina -entre los
siglos XVI y XVII con la llegada del periódico que se imprime todos los días, el
«diario»
La televisión -como su propio nombre indica- es «ver desde lejos» (tele), es decir.
Llevar ante los ojos de un público de espectadores cosas que puedan ver en
cualquier sitio, desde cualquier lugar y distancia. Y en la televisión el hecho de ver
prevalece sobre el hecho de hablar, en el sentido de que la voz del medio, o de un
hablante, es secundaria, está en función de la imagen, comenta la imagen. Y, como
consecuencia, el telespectador es más un animal vidente que un animal simbólico.
Para él las cosas representadas en imágenes cuentan y pesan más que las cosas
dichas con palabras. Y esto es un cambio radical de dirección, porque mientras que
la capacidad simbólica distancia al homo sapiens del animal, el hecho de ver lo
acerca a sus capacidades ancestrales, al género al que pertenece la especie del
homo sapiens”.