Eet Importancia Educacion Teologica
Eet Importancia Educacion Teologica
Eet Importancia Educacion Teologica
de sus miembros:
Su importancia y su alcance
Bases bíblicas:
Efesios 4:11-16
2 Tim 2:2
2 Tim 3:14-16
Consideraciones preliminares
I. Efesios 4:11-16
Me referiré escuetamente a los dos últimos dones que con frecuencia están uni-
dos en la misma persona: son los pastores maestros. ¿Cuál es su tarea principal?
1. Pastores y maestros
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su ministerio. En Hechos 20:17 y 28, Pablo se refiere a los ancianos de la iglesia en
Éfeso como “obispos” y describe su ministerio de apacentar el rebaño. Los requisitos
de los obispos son especificados en 1 Tim 3:1–7, incluyendo su aptitud para enseñar.
Después los llama “ancianos”, hablando del ministerio de algunos de predicar y ense-
ñar (1 Tim 5:17). En Tito 1:5–9, de nuevo Pablo se refiere al mismo grupo como an-
cianos (v. 5) y obispos (v. 7).
Algunas iglesias tienen uno o más pastores y además, a un grupo de ancianos. Mu-
chas veces, éstos funcionan come una junta directiva pero no se involucran en el
ministerio pastoral. El Nuevo Testamento enseña que los ancianos como los pastores
y maestros y, conforme a sus dones, experiencia, preparación y tiempo, deben parti-
cipar en los ministerios de apacentar al rebaño, enseñar, visitar, animar, orientar y
orar por los miembros. El pastor debe ser considerado como “primus inter pares”
(primero entre iguales).
El ideal bíblico es que el pastor y los ancianos trabajen juntos como un equipo,
compartiendo algunos ministerios, unidos en hermandad y amor para los miembros.
También, debemos tomar nota que una persona puede tener el don espiritual de
pastor-maestro aunque no ejerza el puesto de pastor o anciano en una iglesia. El don
y el puesto o cargo no son idénticos. Algunos hombres, mujeres y jóvenes de la
congregación tienen este don. Ellos pueden apacentar, enseñar y discipular a hom-
bres, mujeres y jóvenes. Quizá serán maestros de la escuela dominical, líderes de
grupos de estudio o de oración, dirigentes de grupos de discipulado, o de actividades
femeniles, de caballeros o de jóvenes. De esta manera ejercen su don de pastor-
maestro en una esfera específica.
La congregación necesita discernimiento para reconocer a todos los que tengan
estos dones mencionados en Ef 4:11 ss de evangelista y de pastor-maestro, porque
son clave para el desarrollo del ministerio y el quehacer eclesial de la congregación.
La iglesia debe motivar a estas personas, capacitarlas y darles oportunidades de mi-
nisterio para que sean probados (1 Timoteo 3:6, 10).
Ahora Pablo indica qué deben hacer los evangelistas y los pastores maestros. Ellos
tienen que “perfeccionar a los santos”. Los santos son todos los creyentes.
Perfeccionar significa formar, corregir y equipar a los cristianos. Esta misma pa-
labra era usada por los griegos al hablar de remendar redes, sanar una fractura, o
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equipar y suministrar provisiones para un barco cuando iba a emprender un largo
viaje. De modo que Pablo ha escogido un vocablo especial para enseñar que los san-
tos tienen necesidad de sus líderes espirituales para corregir sus defectos, entrenar-
los y equiparlos. Y para que los líderes puedan cumplir esta tarea, se seguirán capa-
citándose constantemente…
La gran comisión de Jesucristo fue “id y haced discípulos” (Mateo 28:19). Llegar a
ser cristiano es llegar a ser un discípulo de Jesucristo. Sin embargo, el nuevo cristia-
no no es inmediatamente un discípulo perfeccionado. Tiene que seguir creciendo
para ser cada vez más un discípulo que ministra a otros en el cuerpo de Cristo y lleva
fruto para la gloria de Dios. Esta es la tarea de los evangelistas y los pastores maes-
tros en la congregación: conducir a cada miembro de ella para que esté preparado
para edificar a los demás. Estos líderes tienen que trabajar en forma constante para
llevar a cada miembro hacia la imagen de Cristo, formando su carácter, enseñándole
a caminar con el Señor cada día y entrenándolo para servir a Dios.
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tancia de la preparación bíblico-teológica de los miembros de la iglesia, comenzando
por los mismos dirigentes de la congregación y esto con constancia y fidelidad.
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J. Moltmann 1987:13-14, Diaconía en el horizonte del Reino de Dios. Hacia el diaconado de
todos los creyentes. Santander: Sal Terrae.
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Otro acercamiento interesante a la definición de “teología” es, partir de una fórmula
que no es una definición, sino una idea central con relación a la teología: “Donde hay
un encuentro de la Palabra de Dios con la inteligencia humana, allí se hace teolog-
ía”.
La Palabra de Dios es siempre un llamado, una invitación al lector y al oyente a la
reflexión. Es un estímulo para alcanzar una respuesta. Es un estímulo dirigido a seres
humanos inteligentes, capaces de entender y formular su respuesta al llamado de la
Palabra de Dios. Cuando un cristiano inteligente y razonable entra en este proceso de
reflexión, está haciendo “teología”. Y esta clase de teología no es nada puramente
académico o estéril, sino que lleva a una práctica efectiva de la vida cristiana. En el
ejercicio de esa práctica se crean y consolidan convicciones y certezas que se inte-
gran al pensamiento y a la personalidad del creyente e influyen poderosamente en su
práctica habitual.
Teología, palabra formada por dos raíces que vienen del griego: THEOS y LOGOS,
entonces trata de Dios y sus relaciones con lo que ha hecho y que ama: la creación,
el hombre, la historia de los hombres y de los pueblos. Estas son las realidades que la
teología abarca. Y la otra raíz “logos” (tratado, estudio, palabra) indica que “teolog-
ía” es la ocupación de la mente inteligente del ser humano de todo lo que concierne
a Dios y sus Obras. Y siendo que la Biblia es la mayor fuente de conocimiento de Dios,
teología forzosamente se dedica a los textos de la Biblia y se nutre de ellos, para
presentar su relevancia para el hombre de todos los tiempos.
Entonces en nuestra visión de lo que es la teología, debemos ampliar la definición
clásica de “teología” - ella es más que la comprensión intelectual de la fe o el afán
de comprender con la mente la revelación y la visión de la fe. Pues “fe” no significa
únicamente las verdades que son confirmadas, sino implica un compromiso existen-
cial del creyente con las verdades bíblicas, una entrega sin restricciones a Dios y sus
propósitos para con en el mundo. En este sentido, “teología” es el desarrollo de la
comprensión intelectual, mental y del compromiso del creyente con Dios y su Misión
en el mundo. Es un asunto de la mente y del corazón.
La teología además analiza la realidad presente a la luz de la Palabra de Dios, detec-
ta y corrige los desvíos de la verdad de Dios, ayuda a los creyentes a relacionarse de
manera provechosa con el mundo y sus necesidades, anima a los cristianos a reflexio-
nar teológicamente y procura ver la realidad actual con “la mente de Cristo” (1Cor
2:16; Efesios 4:20-24;Col 3:2; Rom 12:1-2; 2Cor 10:5).
La teología tiene la tarea grande de capacitar a los líderes de las comunidades cris-
tianas para el trabajo práctico y efectivo en la Iglesia y la Misión. Su fuente principal
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es la Palabra inspirada de Dios – la Biblia. Naturalmente también recurre a recursos
históricos, aprende de diferentes modelos y conceptos establecidos a lo largo de la
historia de la Iglesia y la Misión, los compara y saca conclusiones basadas en los prin-
cipios bíblicos.
En fin – la teología tiene que ser liberada de sus lazos meramente contemplativos y
académicos y salir de su rincón a veces un tanto estéril. Y esto se logrará con mayor
éxito al relacionarla con la vida práctica de la iglesia, entre otros factores.
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dios arqueológicos así como estudios en el ámbito de las ciencias sociales y de la lite-
ratura han echado nueva luz sobre el mundo de la Biblia, han abierto nuevas formas
de entenderla y a veces han puesto la fe cristiana tradicional en tela de juicio por los
serios cuestionamientos críticos que resultaron de ello.
Es por eso que la investigación constante y avanzada en el quehacer teológico no solo
es imprescindible, sino más urgente que nunca.
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4. La teología bíblica nos proporciona una posición de fuerza
frente a enseñanzas erróneas
Algunos creyentes ven el trabajo teológico con indiferencia o hasta con sospecha,
pues conocen el daño que ciertos “teólogos” han ocasionado dentro y fuera de la
iglesia, causando confusión y sembrando dudas en la veracidad de la fe bíblica. Pero
el antídoto indicado para tal veneno teológico, proveniente de “teólogos” y falsos
maestros, seguramente no será una “huelga de hambre teológica”, sino el reestable-
cimiento de la “sana doctrina/enseñanza” (Tito 1, 9).
El desconcierto y las dudas causadas no se van a borrar y solucionar, cerrando los
ojos frente a los problemas o simplemente condenando las herejías teológicas. De-
bemos estar en la capacidad de demostrar convincentemente, por qué ciertas doctri-
nas/enseñanzas de tales maestros son falsas, y más importante aún, debemos encon-
trar y ofrecer soluciones bíblicas convincentes.
Es un desafío constante: Continuamente se están propagando nuevas teorías que con-
tradicen los contenidos de la fe cristiana. Para refutarlas será necesario ocuparse
intelectual y teológicamente de las cuestiones actuales que surgen con mucha fre-
cuencia.
Necesitamos creyentes decididos y preparados adecuadamente, además maestros
que sepan investigar nuevas áreas del saber y escribir los textos de enseñanza de
mañana. Estos textos ejercerán una influencia decisiva sobre la iglesia de mañana.
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Estoy convencido de que el estudio y la enseñanza bíblico-teológica que apunta a la
formación y preparación de obreros en la iglesia y para el Reino de Dios, constituye
la base de todos los demás ministerios en la iglesia. Pues la iglesia nace de la Pala-
bra, se nutre de la Palabra, crece por la Palabra y sirve al mundo por y con la Pala-
bra. Cada nueva generación de creyentes ha de aceptar el gran desafío de transmitir
los tesoros de la enseñanza bíblica a la siguiente generación. Y esto empieza en los
hogares de los creyentes, continua en la Escuela Dominical y en las reuniones de es-
tudio bíblico de la iglesia, y, por qué no decir, por medio de los programas de la EET
de la FIEIDE en sus diferentes niveles, entre ellos “Preparados para Servir”.
Estoy convencido de que la EET está cumpliendo una parte importante en esta gran
tarea de “preparar a los santos para la obra del ministerio” (Efesios 4:12).