Bitácora de La Conquista de México
Bitácora de La Conquista de México
Bitácora de La Conquista de México
EQUIPO: 2
CORREA IÑIGUEZ GLORIA GUADALUPE
ESCAMILLA CELIS JESSICA TANIA
GÓMEZ TREJO CATHERINNE IVONNE
HERNÁNDEZ GARCÍA ALEIDA
KUSHELEVICH NIETO ISABEL
PEDRAZA TEJEDA ANDREA GRUPO: 2TM4
PROFESOR: IVAN GERARDO MORENO
DÍAZ
SOCIEDAD Y CULTURA DE MÉXICO
MODERNO
Evangelización y manuscritos
indígenas
Consumada la conquista de los pueblos indígenas por la Corona Española,
esta tuvo la preocupación por la evangelización de los pueblos indígenas, ya
que la religión católica era una manera de consolidar su domino.
fra isc
1524 a México desde Barrameda, España, su
llegada dio inicio a la evangelización de
os a
no
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México y a que el evangelio estuviera en el
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"nuevo mundo". Además los indios que ya se
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habían acostumbrado a los malos tratos de los
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españoles terminaron por honrar a los
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franciscanos, haciendo incluso reverencias,
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debido a su humildad y sencillos. El proceso de
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evangelización se desarrollo a medida que
es
aprendían las lenguas indígenas. co
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Fray Bernardino de Sahagún fue el encargado P
de estudiar y conocer a profundidad la cultura
y costumbres del pueblo índigena. Fray Bernardino de Sahagún
DOMINICOS EN MÉXICO
Llegaron a México en el año 1526 con líder llamado Fray
Tomás de Ortiz, debido a la muerte de varios Religiosos
tuvieron que regresar a Europa, quedando como líder Fray
Domingo de Betanzos (fundador de los Dominicos en
México). Dirigió la provincia de Santiago de México en 1532 .
Los Dominicos se dedicaban a predicar, aprender lenguas
indígenas, escribían gramática y catesismo y eran Cristianos.
Dejaron muestras arquitectonicas importantes en México,
Oaxaca, Veracruz, Querétaro, Zacatecas, Puebla,
Guadalajara, San Juan del Río y Azcapotzalco.
Se destacaron en diferentes áreas, publicaron libros
indígenas en la época Novohispána. Actualmente siguen
realizando grandes obras de Apostolado en México y el
Mundo.
TURISMO CULTURAL RUTA DE LOS
CONVENTOS AGUSTINOS
Salir de la Ciudad de México y tomar rumbo a Meca Meca
donde se apreciará una vista de la Sierra Nevada, los
Franciscanos, Agustinos y Dominicos comenzaron su viaje
tomando la carretera a cuautla con un desvío a Yecapixtla
sitio donde se yergue el majestuoso convento Agustino,
después hacia Ocuituco, sitio de confluencia de varios
grupos étnicos, luego iremos hacia Tetela del Volcán
ascendiendo a las faldas del Popocatépetl donde se
encuentra el convento Dominico, dentro encontraremos
pinturas recientemente restauradas de Evangelistas y
Dominicos que habitaron este convento.
ESPLENDOR DE LOS JESUITAS
ÁNTES DE LA EXPULSIÓN
Los jesuitas eran conscientes del acoso que venían sufriendo,
pero no tuvieron noticia alguna de la medida que Carlos III
se disponía a tomar hasta el momento mismo de su
aplicación. Aunque a lo largo del año el gobierno realizó
una Pesquisa reservada entre gran parte de los obispos
españoles, no hubo filtraciones sobre su contenido.
Los jesuitas españoles, sobre todo los más cultos, al dejar de
existir la Compañía, se trasladaron a Roma y en la Ciudad
Eterna encontraron trabajo como empleados de los obispos
o como preceptores de los hijos de los miembros de la
nobleza. Su aportación a la cultura italiana fue muy
importante y los italianos se beneficiaron de sus altísimos
conocimientos.
Jesuitas en México
Tras el descubrimiento de América en 1492 llegaron diversos sacerdotes de diferentes
congregaciones con la misión evangelizadora de incorporar a los pueblos autoctonos a la
religión católica con el fin de "salvar sus almas".
La primer evangelización de Nueva España fue iniciada por los franciscanos, agustinos y
dominicanos, dicha evangelización durante los primeros 50 años tuvo una rápida expansión.
Resúmenes de libros
Integrantes:
Grupo: 2TM4
Semestre 2022/2
Resumen del libro “Verdaderas Historias
del Descubrimiento de la Nueva España”
Hablando del rumbo de la expedición existen también varias teorías: el primero que
estableció una hipótesis fue Santa Cruz, quien decía que: “...para que descubriese
cierta parte de la tierra firme que D. Bartolomé Colón, Almirante de las Indias,
primeramente había comenzado a descubrir, el cual como fuese, descubrió cierta
tierra que llamaron Yucatán...”.26 Esta noticia se trató más tarde, y si bien dudo que
el nombre de Yucatán ya se usara, es posible que los hermanos Colón hayan oído
de la tierra de los mayas, o el Mayab.
López de Gómara estableció: “...que para traer esclavos de las islas Guanajos a sus
minas y granjerías, como se aplicaban los naturales de aquella isla, y porque se los
vendían echar en minas y otros duros trabajos. Están las Guanajas cerca de
Honduras y son hombres mansos, simples y pescadores, que ni usan armas ni
tienen guerras...”.
Las Casas retomó la declaración de Santa Cruz, al rememorar las palabras de Her
nández de Córdoba ante Velázquez, cuando éste pide: “...que les diese licencia para
ir a saltear indios donde quiera que los hallaren, o en las islas de los Lucayos,
aunque ya estaban, como arriba hubo aparecido, destruidas; pero todavía creían
poder topar, re buscándola, algunos escondidos, o de otras partes de las
descubiertas...”.
Por último, Cervantes de Salazar, fue más allá, primero estableció que la expedición
iba rumbo a las Guanajas, en la costa cercana de Honduras, pero que: “...de esta
manera salió Francisco Hernández del puerto de Santiago de Cuba, el cual, estando
ya en alta mar, declarando su pensamiento, que era otro del que parecía, dijo al
piloto: “no voy a buscar lucayos (lucayos son indios de rescate) sino en demanda de
una buena isla, para poblar y ser gobernador de ella; porque si la descubrimos, soy
cierto que sí por mis servicios como por el favor que tengo en Corte con mis deudos,
que el rey me hará merced de la gobernación de ella; por eso buscadla con cuidado,
que yo os gratificare muy bien y os haré en todo ventajas entre todos los demás de
nuestra compañía.”
Las dudas en torno a cuál fue la primera parte del actual territorio mexicano visitado
por Hernández de Córdoba han sido también abundantes. Todo parece inclinarse a
la actual Isla Mujeres, en las cercanías de Cancún.
Algunos historiadores del siglo xx, como Wagner, se mostraron dubitativos en torno
así fue Isla Mujeres el primer lugar tocado por la expedición. Así, declara que fue:
“...posiblemente descubierta por Hernández de Córdoba, y llamada así porque
probablemente los hombres se habían ido a la tierra firme, o por los ídolos de
mujeres que fueron encontrados en ella...”.
En las crónicas de Las Casas y Bernal Díaz del Castillo hay una fuerte división entre
la descripción de las actitudes de los mayas durante la visita a esta población. Así,
según el primero, fueron tratados amistosamente y despedidos por la fuerza. Y, en
sus palabras, los visitantes continuaron su recorrido: “...pasaron los españoles por el
pueblo, más adelante, que tenía más de 1,000 casas, y como los indios veían que
sin acometer ni tomarles las fortalezas, que creían que eran, se pasaban, vinieron
por ellos sin armas, los rostros alegres y benévolos, y haciéndoles señales de
paces, y todos juntos se volvieron, como si fueran de mucho tiempo conocidos y
amigos, al principio del pueblo, por donde habían entrado, y fuera se asentaron
todos debajo de un grande árbol. Allí, un hijo del señor y una mujer trajeron al
capitán de los españoles una gallina cocida, de las grandes como pavos, y ciertas
carátulas de oro fino, y vieron muchos indios con granos de oro por fundir, como de
la tierra lo sacan, que traían colgados de las orejas; vieron muchas colmenas de
nuestros bateles de los navíos, y en el navío de los más pequeños, y en las doce
canoas saliéramos a tierra todos juntos de una vez; porque vimos la costa llena de
Indios que habían venido de aquella población: y salimos todos en la primera
barcada. Y cuando el cacique nos vio en tierra, y que no íbamos a su pueblo, dijo
otra vez al capitán por señas, que fuésemos con él a sus casas, y tantas muestras
de paz hacía, que tomando el capitán nuestro parecer, para sí iríamos, o no;
acordarse por todos los mas soldados, que con el mejor recaudo de armas que
pudiésemos llevar, y con buen concierto fuésemos. Llevamos quince ballestas, y
diez escopetas (que así se llamaban escopetas y espingardas en aquel tiempo) y
comenzamos a caminar por un camino por donde el cacique iba por guía con otros
muchos Indios que le acompañaban. E yendo de la manera que he dicho, cerca de
unos montes breñas,135 comenzó a dar voces, y apellidar el cacique para que
salieran a nosotros escuadrones de gente de guerra que tenían en celada 136 para
nos matar:137 y a las voces que dio el cacique, los escuadrones vinieron con gran
furia, y comenzaron a nos flechar de arte, que á la primera rociada de flechas nos
hirieron quince soldados, y traían armas de algodón, y lanzas, y rodelas, arcos, y
flechas, y hondas, y mucha piedra, y sus penachos puestos,138 y luego tras las
flechas vinieron á se juntar con nosotros pie con pie, y con las lanzas á manteniendo
139 nos hacían mucho mal. Mas luego les hicimos huir como conocieron el buen
cortar de nuestras espadas, y de las ballestas, y escopetas, el daño que les hacían,
por manera que quedaron muertos quince de ellos...140”.
El primero en citar las supuestas profecías de la llegada española al Mayab es
Diego de Landa, pero no en nombre de Kukulcán, sino con otra deidad más oscura,
Vamos Ché: “...que como la gente mexicana tuvo señales y profecías de la venida
de los españoles y de la cesación de su mando y religión, también las tuvieron los
de Yucatán algunos años antes de que el adelantado Montejo los conquistase; y que
en las sierras de Maní, que en la provincia de Tutul Xiu, un indio llamado Ah
Cambal, de oficio Chilám, que es el que tiene a su cargo dar las respuestas del
demonio, les dijo públicamente que pronto serían señoreados por gente extranjera,
y que les predicaron un Dios y la virtud de un palo que en su lengua llaman Vamos
Ché, qué quiere decir palo enhiesto de gran virtud contra los demonios...”
Los daños en la tripulación tras una retirada tan catastrófica y poco ordenada fueron
mayúsculos, a tal punto que todos salvo uno, de apellido Berrio, recibieron heridas,
incluidos los pilotos y los marineros. Los cronistas ejemplifican su diversidad con
Hernández de Córdoba, quien, por ejemplo, según la carta “De la justicia y
regimiento de la rica villa de la Veracruz a la reina doña Juana y al emperador
Carlos V, su hijo. 10 de julio de 1519”: recibió: “...treinta y tantas heridas y que
estaba casi muerto qué pensaría escaparse”.
En tanto, Mártir y López de Gómara dan una cifra que se acerca a un número de
mala suerte: el de la edad de Cristo al momento de su muerte, treinta y tres.
Cantidad que no es lejana a la que establece Las Casas con el propio testimonio de
Hernández de Córdoba, quien en ese momento no tendría mayor razón para mentir:
“...creo que el capitán quedó con treinta y tantas heridas, muy lastimado, según él
me lo escribió a mí, estando yo en la corte que a la sazón estaba en Zaragoza de
Aragón, entre otras cosas...”. Landa retoma esa información y afirma: “...Francisco
Hernández salió con treinta y tres heridas...”.
Mientras que Cervantes de Salazar nos dice en su versión que: “...el piloto salió con
dieciséis flechazos y el capitán con más de veinte...”.
Después del fracaso de esa exploración, los viajeros volvieron sobre sus pasos. La
Carta enviada desde la isla de Cuba, indica: “finalmente llegamos a una isla llamada
Cozumel, como habíamos terminado el agua y no encontrábamos persona alguna.
Tomamos agua de algunos pozos, algunos gruesos higos y carne...”. En este
sentido, Landa sólo menciona: “...y que dieron la vuelta a toda costa hasta llegar
otra vez a Champotón...”.
La gente de este sitio nos pareció la más educada que habíamos visto en las Indias,
se acercaron en unas canoas con unos guerreros, con sus armas, flechas y rodelas
y a señas nos preguntaron lo que entendimos eran las preguntas de quiénes
éramos y qué queríamos, al tiempo que nos daban unos calabazos de agua, como
sabiendo que los que navegan, siempre, lo primero que quieren es agua y nos
dieron también de comer su harina, que luego supimos era el maíz para preparar en
una especie de atoles, muy sabrosos y miel, la dulzura de España vuelta a
transportar por arte de encantamiento a estas tierras. No cabe duda que eran muy
buenas señales, habíamos encontrado la isla Rica o el camino al mundo dorado que
todos habíamos soñado, lástima que el tiempo se fue demasiado rápido y no
pudimos luego ponernos de acuerdo sobre nuestras impresiones. No cabe duda que
los sueños duran poco por ser materia divina o los divinos somos nosotros y la
verdadera materia es una ensoñación eterna.
Resumen del libro “Las Mujeres en la
América Colonial”
Tan solo leer el título de este libro es muy interesante y llamativo.. Escribir sobre las
mujeres, todas las mujeres, a lo largo y ancho de América Latina y en toda la época
colonial es una tarea difícil. Lo es incluso para una historiadora seria, competente y
brillante como Susan Socolow, cuya experiencia como investigadora está fuera de
duda. Una vez aceptado el reto diría que lo de menos es reducir la exposición a 180
páginas de texto; aunque fueran muchas más seguiría habiendo serios problemas
para referirse a la variedad geográfica, a la evolución cronológica, a la diversidad
temática y a la complejidad de los sujetos de estudio. Se antoja pensar que estamos
ante un trabajo de divulgación y hasta cierto punto es cierto; pero no totalmente. Se
trata más bien de una síntesis de cuanto los especialistas en cada región han
aportado en las últimas décadas. Una síntesis que incluye, cuando es pertinente,
referencias documentales originales y reflexiones de la autora. Y para superar la
enorme dificultad de la empresa, Susan Socolow ha encontrado una fórmula que le
permite profundizar en algunas cuestiones sin marginar por completo otras. Para
ello ha distribuido sus capítulos de modo que la primera parte tiene la función de
proporcionar antecedentes y dar un panorama de la evolución del mundo colonial en
los primeros momentos, y a partir del capítulo 5 se inicia una exposición temática: la
familia, el trabajo, la vida en el convento, las mujeres de la élite, las esclavas, las
que incurrieron en delitos o participaron en actos de violencia; finalmente se cierra la
exposición con unas cuantas páginas sobre la influencia de la Ilustración en la vida
de las mujeres americanas.
El capítulo sobre la Ilustración trata de los cambios que se intentaron y de los que
efectivamente se impusieron. La educación femenina recibió un impulso que
permitió la lenta, pero inevitable transformación de actitudes que facilitarian a las
mujeres el acceso a la modernidad. Y la referencia a la Real Pragmática de
Matrimonios subraya el carácter elitista de las nuevas disposiciones, que tendían a
mantener unas jerarquías ya muy deterioradas. Las conclusiones son,
efectivamente, el resultado de las propuestas contenidas en los capítulos
precedentes y logran en pocas páginas resumir los caracteres esenciales de la
sociedad y de la condición femenina en la Iberoamérica colonial. Finalmente, Susan
Socolow logró su objetivo y el libro es igualmente interesante para el lector profano y
para el especialista.
Respecto a las familias pertenecientes a las élites del México colonial cabe
mencionar aquellas obras que comenzaron a fijarse en los cambios que operaban
en las estructuras familiares, el grado de cohesión existente en las redes familiares,
o el poder de influencia y de decisión de las familias en su seno y hacia la sociedad
en general. Las contribuciones de Brading, Harris, Ladd, Tutino, Serrera, de la Peña,
Kicza y Linley son algunas de las más significativas en este campo de los años 70 y
807 . Sin embargo, el núcleo básico de estas investigaciones seguía siendo el
estudio de las clases oligárquicas, sus bases patrimoniales familiares y las
implicaciones políticas y sociales. Con una óptica diferente en la década de los
noventa comienzan a aparecer publicados otros trabajos que se detienen en un
examen detallado del entramado familiar, las redes internas, las relaciones de poder
y las estrategias conjuntas o individuales desarrolladas en el interior de las familias.
En tales estudios el papel de las mujeres se haría especialmente visible aportando
nuevos enfoques al análisis. En torno a las redes de parentesco el debate se sitúa
sobre todo en averiguar si existen un reforzamiento o una debilidad de los lazos
familiares según de qué grupo social se trate.
En las publicaciones sobre la familia desde el punto de vista demográfico, además
de los enfoques clásicos sobre la edad de acceso al matrimonio, o los índices de
nupcialidad, fertilidad o ilegitimidad, las investigaciones de los últimos años apuntan
hacia el análisis de los tipos de grupos domésticos u hogares hallados en los
medios urbanos y rurales. Interesan las contribuciones de Robert McCaa y Cecilia
Rabel sobre la estructura familiar o de los grupos domésticos en algunas urbes
coloniales donde se advierte un predominio generalizado de la familia nuclear sobre
la extendida, y una alta proporción de hogares encabezados por mujeres. Respecto
a las poblaciones rurales, también se ha observado, a modo de tendencia, un
predominio de la unidad familiar nuclear, mayor número de personas casadas y una
edad temprana de acceso al matrimonio. Pero como señala Nancy Farris esa
temprana edad de acceso al matrimonio entre los mayas del Yucatán no se debió a
sus costumbres y tradiciones, sino a la presión del sistema colonial español para
incrementar el pago del tributo entre los hombres casados.
“Diferencias de sexo no menos que diferencias de raza son construidas
ideológicamente como “hechos” biológicos significativos en la sociedad de clases,
naturalizando y reproduciendo así las desigualdades de clase. Es decir, se
construyen y legitiman las desigualdades sociales y de género atribuyéndose a los
supuestos “hechos” biológicos de las diferencias de raza y sexo. El rasgo decisivo
de la sociedad de clases a este respecto es la tendencia general a naturalizar la
desigualdad social”.
En conclusión de mi reflexión historiográfica el presente trabajo analiza las
principales aportaciones y corrientes de estudio mexicanistas sobre la historia de la
familia y la historia de las mujeres del período colonial novohispano.
Tomando como punto de partida ambos ejes temáticos profundizamos en algunas
de las contribuciones que se han realizado en los últimos años sobre las
resistencias femeninas al patriarcado, la sexualidad y la ilegitimidad, y por último, la
etnicidad y el género. Palabras clave: Historia de las mujeres, Historia de la familia,
México Colonial, Género, Historiografía.
Resumen del libro “La Malinche: de
la Historia al Mito”
Como mujer, resume a todas las mujeres, ofreciendo así un modelo de pasión, de
fidelidad, de entrega total al hombre; abnegada, sufrida, rechazada, sometida,
regresa a la nada sin que se sepa ni cuándo, ni cómo termina su vida.
Se espera que también haya contribuido a mostrar cómo cada época histórica ve al
indio, quién es, qué debe ser, cuál es su lugar, cuál debe ser la política a seguir
respecto a él. Así como haber dado ciertas indicaciones sobre el estatus de la mujer
en la sociedad durante la Conquista, y mostrado las fantasías, el miedo y la
ambigüedad que la sociedad ha tenido frente al “problema” de la mujer.
La autora del libro comparte que una parte del libro fue su tesis de licenciatura en
antropología social en 1982. La idea de trabajar acerca de héroes nacionales surgió
en el Taller de Investigación Indios, indígenas, indigenismo, impartido por el doctor
Guy Rozat durante muchos años en la Escuela Nacional de Antropología e Historia
(ENAH).
Por lo tanto, ya había dos opiniones: la una, es que era de la tierra de México, hija
de padres esclavos y comprada por cientos mercaderes, fue vendida en aquella
tierra; la otra y más verdadera es que fue hija de un principal que era señor de un
pueblo que se decía Totiquipaque y de una esclava suya, y que siendo niña, de casa
de su padre la habían hurtado y llevado de mano en mano a aquella tierra donde
Cortés la halló. Vemos cómo ya desde estos años las versiones sobre los orígenes
de la Malinche eran múltiples y contradictorias como nos lo confirmó Muñoz
Camargo. Pero qué pensar de Suárez de Peralta en su Tratado del descubrimiento
de las Indias {1590), cuando afirma que los indios dijeron a los españoles: que ellos
conocían a una india que había venido de México, que era natural de aquella tierra
la cual había traído un capitán que había enviado Moctezuma a hacer justicia del
señor de aquella provincia... pidiéndoles que cómo podía haber aquella india, ellos
dijeron que la traerían otro día... y trajeron la india, la cual era mexicana y había
venido de allá con aquel capitán a esta tierra donde estaban que dicen era Yucatán.
Preguntándole muchas cosas del rey y su gente y poder y de la riqueza de la tierra y
por dónde se podía ir y la india respondió a todo lo que lo sabía.
y dada a defender a toda costa a los españoles, sino que no parará de tomar
iniciativas que traerán a los españoles suerte y éxito. Bernal parece querer decirnos:
sin Malinche no hay Conquista. La importancia de Marina y el lujo de detalles acerca
de sus orígenes y su acción, nos obliga a investigar más las bases de este discurso
y el porqué de esta historia.
Hemos dicho que Bernal quería hacer una gesta, una epopeya, por eso la
descripción que nos ofrece de la Malinche se inscribe en la lógica de los libros de
caballería, tan en boga importantes para entender la cultura de la época. Y como en
aquella literatura, Bernal tenía la necesidad de una representación femenina que
compartiera la gloria del caballero, no hay caballero sin su dama que le corresponda
en valor y honor, y esta heroína será la Malinche. La necesidad del personaje le
hará inventar, si es necesario, ciertos detalles. Así, intentar penetrar en la lógica del
retrato de la Malinche es hacerlo en la de un género literario cuyas reglas están bien
definidas. Sólo así podremos entender cómo el relato de Bernal magnífica tanto a la
Malinche y por qué Cortés parece haberse olvidado de ella provocando el escándalo
de los historiadores posteriores. Este escándalo proviene de que no se entendió el
espacio de discurso de Bernal. Uno de los argumentos más constantes en la
literatura caballeresca es el de que el héroe, un hombre (casi minea es una mujer)
vive su infancia en un sector marginal, o fuera de la vida en sociedad (con pastores
o con gente de los bosques) en donde es educado y amado como hijo. Estos
personajes marginales y nómadas no pertenecen a la trifuncionalidad medieval. El
supuesto hijo tiene, por tanto, un estatus social suspendido, al margen de la
sociedad, hasta que de pronto sucede algo. Como consecuencia de algún
acontecimiento, o de la manifestación de alguna extraña inquietud o del deseo de
algo indecible, se modifica el estatus y el destino del héroe. Éste siente un ímpetu
que lo empuja, y ese algo todavía desconocido, no es más que la fuerza de la
sangre, de la raza, la fuerza de un alma superior. A partir de ese momento se revela
que este no es hijo de su padre adoptivo, sino que es hijo de un rey, su sangre es
noble entre los nobles, y su alma de la misma calidad que la de sus antepasados.
Pero la condición de la sangre se debe demostrar con la nobleza de la acción y del
devenir. No sirve de nada haber nacido de sangre noble si las acciones no
confirman esta nobleza. Al que tuvo la desgracia de ver disminuido su nacimiento, le
queda la posibilidad de reconquistar su casta después de haber triunfado sobre
todas las trampas que el mal le hubiera puesto, el héroe rencuentra su rango natural
que una suerte injusta le había despojado. La multiplicidad de las ediciones
contemporáneas tiende a probar que este texto juega hoy un papel que tiene poco
que ver con un conocimiento histórico, y sí, más bien, como un arma para el
sometimiento doméstico de la mujer. Si las indígenas no aparecen como
protagonistas de la historia, la razón es muy clara: porque simple y sencillamente,
además de ser india (de raza), es mujer (de sexo). Dos inferioridades fundamentales
por redimir es mucho. No olvidemos en esta época de posfeminismo, que hace
apenas algunas décadas las feministas aún eran vistas como personas muy
anormales física y moralmente. Quién nos puede ayudar a aclarar “científicamente
“esta doble ausencia, porque fue antropólogo, indigenista y un gran mexicano, es el
doctor Gamio.
El lugar en el que Gamio coloca a la mujer mexicana debe ser analizado, porque
nos permite entender la ausencia de la mujer en el discurso histórico nacional, así
como en el discurso indigenista. Escogemos a Gamio no sólo por su notoria
misoginia sino porque al ser el padre fundador de la antropología mexicana, será el
que proponga las bases intelectuales en donde se fundamentan las prácticas
políticas hacia los y las indígenas.
En 1916, Gamio dedica un capítulo entero, “Nuestras mujeres”, para analizar las
causas naturales que hacen de “nuestra mujer” mexicana uno de los tipos morales
más apreciables y apreciados del mundo femenino contemporáneo. Eleva a la mujer
mexicana a una abstracción inalcanzable, somos casi perfectas, nos dice, porque no
somos: “Ni siervas, que es la que nace y vive para la labor material, el placer o la
maternidad y cuya esfera de acción casi zoológica, es impuesta por las
circunstancias y el medio”; ni feministas (ihorrorí) “para las cuales el placer es
deportivo, más que pasional... la maternidad actividad accesoria, no fundamental;
sus tendencias y manifestaciones masculinas”, sino que somos, más bien,
En México, dice Gamio, existen menos mujeres siervas y feministas que mujeres
femeninas, y que esto se debe a que, “la herencia social de la mujer mexicana [la
mestiza de la actualidad, deriva de las dos mujeres de quienes desciende: la
española y la indígena”.
La española que vino a México “cuando había ya salido de la Edad Media y cuando
amanecía los gloriosos días del Renacimiento, cuando la mujer después de Dios iba
a ser el supremo símbolo de lo adorable, de lo bueno, de lo bello”, nos recuerda que
la mujer española nunca ha sido sierva y que es la mujer más femenina de Europa.
Lo importante fue la combinación, el mestizaje. Porque también descendemos de la
mujer azteca. No de cualquier indígena salvaje y chichimeca para quienes la mujer
“era de escasa significación social”, sino de la mujer de naciones civilizadas como
los tarascos o mayas o aztecas que “dignifican a sus mujeres concediéndo un
importante papel en la organización social”. Gamio nos dice que la vida de la mujer
azteca era “pintoresca” e “interesante” y nos describe sus folclóricas costumbres.
También allí aprendían danzas y cantos y era el mejor lugar para que ambos sexos
comenzaran a tratarse en público, originándose amistosos y castos amores que más
tarde habían de consagrarse. Siguiendo su lógica, nuestros institutos de belleza,
nuestras modernas escuelas de corte y confección, de alta cocina y repostería... y
hasta las de personalidad, se las debemos a nuestras antepasadas precolombinas.
Pero... ¿y las siervas? Gamio nos contesta: “son las descendientes de las que ya
antes de la Conquista lo eran, por pertenecer a las tribus primitivas”. La servidumbre
de la mujer en México, nos dice: “depende directamente del grado de inmoralidad de
sus familiares y relaciones masculinas, más que de su alfabetismo, raza y clase
social... Hay siervas por amor, hay siervas por fanatismo, hay siervas por necesidad
y hay siervas por... tontería, con perdón sea dicho de su majestad la mujer”.
Su visión de las feministas es también digna de ser citada: para él las mujeres que
trabajan y que son además femeninas, no deben ser vistas como feministas, no la
mujer que siempre con una sonrisa en la boca y sin un reproche, además de ser
cocinera, sirvienta, madre, buena esposa, amante fiel, decide “procurarse bienestar
por sí misma y de manera honesta", no debe ser mal vista. Nuestro respeto para las
mujeres de alma tan grande... “El feminismo no está en la ocupación, ni en la
profesión, sino en el carácter; debería denominarse ‘masculinismo' porque es la
tendencia que tienen algunas mujeres de masculinizar en hábitos, en ideas, en
aspecto, en alma... y hasta físicamente, si estuviese a su alcance.”
Apareció de medio dia y media noche durante un año, Tiempo después ardió en
llamas el templo de Huitzilopochtli, llamaradas tan grandes salían de sus puertas y
no pudo apagarse; así mismo fue herido por un rayo el templo de Xiuhtecuhtli, que
solo de paja era. “Del cielo cayó fuego cuando aún había sol”, hubo un gran
alboroto y el agua de la laguna ardió, muchas veces se oía a una mujer llorando y
gritando por la noche “Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos”. Muchas
veces se atrapó a un pájaro como grulla que llevaba consigo un espejo sobre su
cabeza. Ahí se veían en el cielo las estrellas.
Cuando Motecuhzoma la vio por segunda vez, vio personas que venían de prisa,
bien formadas, montadas sobre animales parecidos a venados, al momento llamó a
sus magos para que le dieran una respuesta pero todo desapareció y nada vieron.
Apareció gente monstruosa deforme, de cuerpos con dos cabezas; luego de que
Motecuhzoma los vio, desaparecieron. Distintas veces aparecían remolinos de polvo
tan altos que parecían tocar el cielo. Motecuhzoma llamó a Petlacalcatl para que
llamara a los nigrománticos, quería una respuesta a todo lo antes visto, pero
ninguno pudo aclarar qué era aquello. Días después apareció un macehual que se
dirigió a Motecuhzoma, le contó que en la costa vio algo como cerros flotantes en el
mar, inmediatamente Motecuhzoma mandó a verificar lo que el macehual había
dicho.
Los sacrificios humanos, al ser vistos por los españoles, les repugnaron. Se dio la
noticia a Motecuhzoma del fracaso,quedó angustiado y lleno de terror. Se le hizo
saber que una de los suyos, Malintzin, acompañaba a los españoles traduciendo
para ellos. Se especulaba de Motecuhzoma que los dioses querían verle la cara,
que quería huir pero no pudo hacer nada.
Los españoles llegaron a Tlaxcala, muchos se unieron a ellos y los honraban , les
entregaron a sus hijas , entonces preguntaron por México. Hubo una guerra en
Cholula,españoles y tlaxcaltecas estaban unidos. Motecuzoma decidió enviar
presentes nuevamente, los españoles codiciaban mucho el oro.
Al igual cabe mencionar que los libros de pinturas que elaboraban se consideraban
como un símbolo de las leyes y las costumbres, o de la sabiduría proveniente de los
ancestros que no estaba limitada al ámbito jurídico y económico, sino que también
incluía saberes como el calendario civil y religioso, los fenómenos astronómicos, la
genealogía de los gobernantes, entre otros temas, se depositaba la sabiduría y la
tradición de los antiguos nahuas, así como la técnica para su elaboración.
Es importante mencionar que cada libro de pinturas se consideraba como una obra
de arte única, debido a la calidad de su trazo, la vivacidad de sus colores y el
material del que estaban hechos, pues algunos estaban pintados sobre papel y
otros sobre piel de venado, etc. Así como los elementos necesarios para su lectura,
eran enseñados y aprendidos en los Calmecac, que podían considerarse como las
instituciones de educación superior de los nahuas era posible conocer la historia, las
tradiciones y los símbolos religiosos que le daban cohesión a la cultura.
Además de tener una formación técnica para ser un escriba de estos libros también
era necesario tener una educación en otras ramas como la religión, la astronomía o
la economía y de esto dependía el tema abordado pues existieron diferentes
temáticas y por supuesto diferentes estilos.
En la visión del mundo nahua, el aire, la tierra, el fuego, el agua, las montañas o las
estrellas, se consideraban como entidades animadas, es decir, que gozaban de vida
propia, que nos da a entender que existe una relación recíproca entre la vida
humana y los cambios de la naturaleza. En consecuencia llegaron a presuponer que
existía una forma de comunicación con la naturaleza.
La verdad o nelitiliztli tiene un camino por recorrer a través del difrasismo “in xochitl
in cuicatl”, que ha sido traducido como la “flor y el canto”, es decir, del arte y la
poesía. También desde un horizonte metafísico puede entenderse como
“enraizamiento”, ya sea frente a los cambios y transformaciones producidos por el
movimiento “ollin”, o por aquello que se encuentra enraizado en teotl, “lo divino”, “lo
sagrado”, por lo que su planteamiento es el ser genuino o auténtico como un
atributo principal de la noción de neltiliztli.
Cada fecha se formaba con un numeral y un signo que lo relacionaba con los
elementos naturales, colores, animales, plantas y símbolos del paisaje sagrado
donde el año solar y el ciclo agrícola se encontraban estrechamente vinculados,
pues ambos son componentes que permitían explicar la categoría cosmológica del
tiempo. En primer lugar se encontraba el sistema vigesimal que se deriva de la
cuenta de los dedos de los pies y de las manos, donde se destaca que la
multiplicación de 20 x 13=260 se acerca al periodo de gestación del ser humano, y
por último se tomaba en cuenta la duración promedio del ciclo del planeta Venus, y
en segundo lugar se encuentra el calendario solar que regía el ciclo agrícola y
estaba estructurado en 18 periodos de 20 días cada uno, conocidos como
veintenas, lo cual nos da un total de 360 días, más un periodo de cinco días
conocido como “nemontemi”, estaba basado fundamentalmente en la observación
de la naturaleza, en el movimiento del Sol, y en la llegada de la estación de lluvias,
debido a ello servía para regular las actividades agrícolas, rituales y militares.
Hacia finales del siglo XIV, la revuelta del campesinado contra los terratenientes
llegó a ser constante, masiva y, con frecuencia, armada. Los sirvientes se vuelven
insubordinados a modo de lucha para que no se les explote más pero poco después
se crean nuevos impuestos feudales (que, por su puesto, se tratan de evadir y
combatir a toda costa, aunque sin éxito).
Las mujeres, en todas las clases, también se vieron afectadas, de un modo muy
negativo. La creciente comercialización de la vida redujo aún más su acceso a la
propiedad y el ingreso. A medida que las mujeres ganaron más autonomía, su
presencia en la vida social comenzó a ser más constante, no obstante, no pasó
mucho tiempo en respuesta a la nueva independencia femenina por parte de los
hombres, pues comienza una reacción misógina violenta, más evidente en las
sátiras de los fabliaux, donde encontramos las primeras huellas de lo que los
historiadores han definido como “la lucha por los pantalones”.
Pasado un tiempo, surgen las herejías, las cuales constituían tanto una crítica de las
jerarquías sociales y de la explotación económica como una denuncia de la
corrupción clerical. Hoy poco se sabe sobre las diversas sectas herejes (cátaros,
valdenses, los “pobres de Lyon”, espirituales, apostólicos). Esto se debe,
fundamentalmente, a la ferocidad con la que fueron perseguidos por la Iglesia, que
no escatimó esfuerzos para borrar toda huella de sus doctrinas. No obstante, los
cátaros, una secta hereje altamente influenciada por otras sectas orientales, se
hacen muy presentes por un tiempo particular puesto que tienen una idea de la
sexualidad si bien, no estricta, bastante buena para que la iglesia lo viera como una
oportunidad de controlar masivamente a las comunidades. Aquí cobra protagonismo
por un momento la sexualidad puesto que instituciones como la iglesia comienzan a
politizar la sexualidad, existe una supervisión sexual intensa e incluso prohibiciones
y condenas a personas que no los siguen (llamados herejes). En esta etapa se ve
un porcentaje más elevado de mujeres siendo parte de sectas herejes puesto que
ahí podían ser más libres y tenían mayor igualdad de condiciones en su vida.
La división sexual del trabajo no sólo afectó en ámbitos sociales la manera en la que
la mujer era percibida sino también se vio reflejado en los nuevos cánones
culturales que maximizaban las diferencias entre las mujeres y los hombres,
creando prototipos más femeninos y más masculinos donde se perpetuaba el hecho
de que la mujer era inferior al hombre –excesivamente emocionales y lujuriosas,
incapaces de manejarse por sí mismas– y tenían que ser puestas bajo control
masculino.
No es exagerado decir que las mujeres fueron tratadas con la misma hostilidad y
sentido de distanciamiento que se concedía a los “salvajes indios” en la literatura
que se produjo después de la conquista. En el caso de las mujeres europeas, la
caza de brujas jugó el papel principal en la construcción de su nueva función social
y en la degradación de su identidad social.
La caza de brujas ahondó las divisiones entre mujeres y hombres, inculcó a los
hombres el miedo al poder de las mujeres y destruyó un universo de prácticas,
creencias y sujetos sociales cuya existencia era incompatible con la disciplina del
trabajo capitalista, redefiniendo así los principales elementos de la reproducción
social.
La diferencia más importante entre la herejía y la brujería es que esta última era
considerada un crimen femenino. El hecho de que la bruja fuera mujer también era
destacado por los demonólogos, a quienes regocijaba que Dios hubiera perdonado
a los hombres de semejante azote. Otra diferencia entre las persecuciones de los
herejes y de las brujas es que las acusaciones de perversión sexual e infanticidio
contra las brujas tenían un papel central y estaban acompañadas por la virtual
demonización de las prácticas anticonceptivas.
Tratar de entender lo que las mujeres cazadas como brujas y las demás mujeres de
sus comunidades debían pensar, sentir y decidir a partir de este horrendo ataque en
su contra –en otras palabras, arrojar una mirada a la persecución “desde dentro”,
como Anne L. Barstow ha hecho en su Witchcraze (1994)– nos permite evitar
también la especulación sobre las intenciones de los perseguidores y
concentrarnos, en cambio, en los efectos de la caza de brujas sobre la posición
social de las mujeres. Desde este punto de vista, no puede haber duda de que la
caza de brujas destruyó los métodos que las mujeres habían utilizado para controlar
la procreación, al señalarlas como instrumentos diabólicos, e institucionalizar el
control del estado sobre el cuerpo femenino, la precondición para su subordinación
a la reproducción de la fuerza de trabajo.
La caza de brujas fue, por lo tanto, una guerra contra las mujeres; fue un intento
coordinado de degradarlas, demonizarlas y destruir su poder social.
También fue una estrategia de cercamiento que, según el contexto, podía consistir
en cercamientos de tierra, de cuerpos o relaciones sociales. Al igual que en Europa,
la caza de brujas fue, sobre todo, un medio de deshumanización y, como tal, la
forma paradigmática de represión que servía para justificar la esclavitud y el
genocidio; Así mismo, no olvidar que también indicaría un nuevo proceso de
“acumulación originaria”, lo que significa que la privatización de la tierra y de otros
recursos comunales, el masivo empobrecimiento, el saqueo y el fomento de las
divisiones de comunidades que antes estaban cohesionadas formarían parte una
vez más de la historia de ese lugar.