Subsidio Marzo PA

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Presentación
Estamos viviendo este tiempo de gracia de la Cuaresma, un momento
propicio para la conversión como reflexionamos en el retiro de Cuaresma.
Esperamos que las herramientas de la oración, el ayuno y la limosna les
estén ayudando en su camino a la santidad.

Ya encaminados en este recorrido cuaresmal, habiendo hechos los


ejercicios del retiro y orado, ya tenemos material para dar un paso más y
seguir este caminar. Nos referimos a participar de la misericordia de Dios, a
través del sacramento de la Penitencia. En el challenge del retiro les
invitábamos a realizar un examen de conciencia para acercarse a la
confesión. El tema de hoy tiene como objetivo hacer énfasis en la
importancia de este sacramento, así como una preparación próxima para
acercase a recibirlo, aprovechando las confesiones decanatales o las
confesiones parroquiales.

Nuestra Madre María nos sigue acompañando en este recorrido, ahora


como modelo de confrontación. Mirando su vida de entrega a los demás y
su escucha a Dios quedan al descubierto algunas de nuestras actitudes de
egoísmo, indiferencia, autorreferencia y sordera a Dios. Pidamos a nuestra
Madre que ella nos acompañe en este camino para acercarnos a recibir el
sacramento de la reconciliación.

Sigamos viviendo este tiempo con gran intensidad, para juntos vivir una
Semana Santa fructífera y así celebrar la pascua de resurrección siendo
adolescentes nuevos.

Objetivo:
Suscitar en los adolescentes momentos de reconciliación como una gracia
de Dios para vivir en fraternidad comunitaria y social para salir de esas
actitudes de autorreferencialidad.
ORACIÓN INICIAL:
Padre bueno, que has creado al ser humano a tu imagen y semejanza, y lo
has creado por amor y para el amor: abre nuestros ojos para que
descubramos el mal que hemos cometido; mueve nuestro corazón para que
con sinceridad volvamos a ti; que tu amor reúna a tus hijos dispersos por el
pecado; que tu misericordia sane y robustezca a quienes debilitó su
fragilidad; para que restaurados por tu amor, resplandezca en nosotros la
imagen de tu Hijo, Jesucristo que contigo vive y reina en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Finalizamos con el siguiente canto:

Este Es el Día del Señor


https://www.youtube.com/watch?v=en35WiWtqMc

Situar
DINÁMICA: “Juguemos a las atrapadas”
MATERIALES:
- Mochila
- Objetos pesados
1. El animador invita a los participantes a llenar una mochila con objetos
pesados.
2. Que uno o varios (dependiendo del número de participantes) carguen la
mochila e intente atrapar a los demás.
3. Cuando el que tiene la mochila atrape a alguno, éste debe dejar la
mochila y el atrapado debe tomar la mochila y atrapar a otro.
4. Cuando el animador considere el tiempo necesario, se les pide que sigan
jugando, pero sin la mochila durante 5 o 10 minutos o los que crea
necesarios

Después del juego el guía complementa con lo siguiente:


- ¿Fue fácil atrapar al compañero cargando con la mochila pesada?
- ¿Cómo se sintieron?
- ¿Fue fácil atrapar al compañero sin la mochila?
- ¿Cómo se sintieron?
- ¿Qué aprendimos de este juego?

Así como pasa en el juego, mientras más pecados guardemos en nuestro


corazón, más difícil será nuestra conversión, estos nos roban la tranquilidad
y la felicidad, provocándonos dolor. Conservar estos pecados es como
cargar toda la vida una mochila muy pesada con cosas que no nos sirven.

Para poder disfrutar la vida y ser felices necesitamos liberarnos de todos


aquellos pecados que hacen pesada nuestra vida, la Cuaresma es un tiempo
para hacerlo, para buscar la paz interior que nos permita ser mejores
adolescentes y salir al encuentro de los demás.

ILUMINAR
Cita Bíblica: Lc 1, 39-40

Por aquellos días, María se puso en


camino y se fue presurosa a la montaña,
a una ciudad de Judá. Entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel.

En el corazón de María no hay pecado, no hay cosas que la distraigan y


mucho menos que le hagan pesada su existencia. Al no tener malos
pensamientos, vicios, mañas, sentimientos de odio y rencor, es libre, no
tiene preocupaciones, no tiene prejuicios, ni busca cumplir los estándares
que dicta el mundo que la rodea.
Esto le permite estar atenta a la voz de Dios, hacer su voluntad y sobre todo
salir al encuentro del necesitado, en este caso su prima Isabel.

La invitación el día de hoy es liberarnos del pecado, para como María ser
plenos, felices y así buscar a Dios y a los hermanos, porque cuando estamos
bien, también estamos bien con los demás.

Dios quiere que aprovechemos este tiempo cuaresmal para acercarnos a


recibir su misericordia. Nos pude servir reflexionar sobre la parábola del hijo
prodigo.

Podemos ver el siguiente video o leer Lc 15, 11-32

El Hijo pródigo
https://www.youtube.com/watch?v=FTIJYQxFVjk

Dios Padre nos anuncia siempre que está dispuesto a ofrecernos su perdón
y su misericordia, Jesús contó esta parábola: un padre esperaba que su hijo,
que se había alejado de él y había malgastado su herencia, volviera a su lado.
Si Jesús perdona siempre, ¿por qué no acudimos a Él cuando nos damos
cuenta de que hemos pecado?

INDICACIONES:
- Invitamos a los jóvenes a tomar el papel del padre, del hijo mayor y del hijo
menor:
- Soy el hijo mayor, ¿cómo me sentiría al ver la fiesta que mi padre le
prepara a mi hermano por su regreso?
- Soy el hijo menor, ¿cómo me sentiría al regresar a casa?
- Soy el padre, ¿cómo reaccionaría al ver que mi hijo regresaba a casa?
- Con esta parábola Jesús nos muestra el amor inmenso que Dios Padre
tiene a sus hijos, a quienes siempre perdona y recibe con los brazos
abiertos.
En nuestra vida, quizás en algún momento fuimos como el hijo menor, que
decide pecar, pero en la tristeza del pecado se abre de nuevo y redescubre
la alegría del perdón y del amor; como el hijo mayor, poseído de sí mismo,
que se cree puro, perfecto, exigiendo ser reconocido, que vive
ensimismado en sí, sin enterarse del amor de su padre.
Reflexionamos:
¿Cuándo nos comportamos como el hijo menor?
¿Y cómo el hijo mayor?
Nos detenemos ahora en la figura del padre. Esta parábola la conocemos
como “Parábola del hijo pródigo”, pero, también se le conoce como
“Parábola del padre misericordioso”.
¿Qué nombre te gusta más?, ¿Por qué?
¿Crees ver reflejadas en tus padres las actitudes de este padre de la
parábola?
El padre le perdonó y lo recibió independientemente de su pecado. El
pecado es una herida muy fuerte en nuestro interior, que nos va
consumiendo por dentro y en la confesión Dios se acerca a nosotros y nos
libera de la carga de nuestro pecado, curando nuestras heridas.
¿Cómo valoras el sacramento de la reconciliación?
¿Tienes un momento de encuentro con Dios?
¿Somos conscientes de cómo este sacramento me compromete a caminar
aún más decididamente hacia Cristo y me otorga la fuerza para realizarlo?
Solo Dios puede perdonar los pecados. «Tus pecados son perdonados» (Mc
2, 5) solo lo pudo decir Jesús porque él es el Hijo de Dios. Y solo porque
Jesús les ha conferido este poder pueden los presbíteros (sacerdotes)
perdonar los pecados en nombre de Jesús.
El Sacramento de la Reconciliación, también se le llama penitencia o
Confesión, es uno de los regalos más valiosos que Dios ofrece a sus hijos,
para reconciliarnos con nosotros mismos y devolvernos la gracia que
hemos perdido. En el sacramento de la reconciliación, los sacerdotes se
transforman en un reflejo privilegiado de la misericordia de Dios.
En nuestra vida, quizás en algún momento fuimos como el hijo menor, que
decide pecar, pero en la tristeza del pecado se abre de nuevo y redescubre
la alegría del perdón y del amor; como el hijo mayor, poseído de sí mismo,
que se cree puro, perfecto, exigiendo ser reconocido, que vive
ensimismado en sí, sin enterarse del amor de su padre.

Reflexionamos:
¿Cuándo nos comportamos como el hijo menor?
¿Y cómo el hijo mayor?
Nos detenemos ahora en la figura del padre. Esta parábola la conocemos
como “Parábola del hijo pródigo”, pero, también se le conoce como
“Parábola del padre misericordioso”.
¿Qué nombre te gusta más?, ¿Por qué?
¿Crees ver reflejadas en tus padres las actitudes de este padre de la
parábola?
El padre le perdonó y lo recibió independientemente de su pecado. El
pecado es una herida muy fuerte en nuestro interior, que nos va
consumiendo por dentro y en la confesión Dios se acerca a nosotros y nos
libera de la carga de nuestro pecado, curando nuestras heridas.
¿Cómo valoras el sacramento de la reconciliación?
¿Tienes un momento de encuentro con Dios?
¿Somos conscientes de cómo este sacramento me compromete a caminar
aún más decididamente hacia Cristo y me otorga la fuerza para realizarlo?
Solo Dios puede perdonar los pecados. «Tus pecados son perdonados» (Mc
2, 5) solo lo pudo decir Jesús porque él es el Hijo de Dios. Y solo porque
Jesús les ha conferido este poder pueden los presbíteros (sacerdotes)
perdonar los pecados en nombre de Jesús.
El Sacramento de la Reconciliación, también se le llama penitencia o
Confesión, es uno de los regalos más valiosos que Dios ofrece a sus hijos,
para reconciliarnos con nosotros mismos y devolvernos la gracia que
hemos perdido. En el sacramento de la reconciliación, los sacerdotes se
transforman en un reflejo privilegiado de la misericordia de Dios. A través
de ellos recibimos el regalo del perdón y de la comunión con Dios. La
confesión es un regalo para todos. Confiésate y además del perdón de
Dios, recibirás la fuerza de Dios y la amistad con Jesús.

¿Hace cuánto tiempo no te confiesas?


La Cuaresma es un buen momento para pedir a un sacerdote que te
confiese.
Estos días estás invitado a aceptar el amor misericordioso de Dios, quien
perdona todas nuestras faltas. La parábola del hijo pródigo describe a un
Dios que manifiesta su poder y su justicia, perdonando, amando,
acogiendo. No es el juez estricto que lleva cuentas de nuestros actos ni un
Dios lejano o castigador, sino un Dios que abre los brazos, regala dones y da
premios como el anillo y el becerro gordo. Pero no debemos abusar de su
misericordia con nuestros caprichos.
Debemos corresponder a su amor haciendo su voluntad y llevando su
mensaje a otras personas.
EXPERIMENTAR
Ahora bien para pedir perdón debemos identificar en qué estamos fallando.
Por eso en este momento, en silencio haremos un examen de conciencia
personal, con la ayuda de algunas preguntas. Te puede ayudar de igual
manera el examen de conciencia que te presentamos en el retiro de
cuaresma.
• ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica?
• ¿Doy testimonio de mi fe entre mis amigos?
• ¿Agradezco a Dios tantas cosas buenas que me ha dado?
• ¿He dicho palabras irrespetuosas a otros?
• ¿Doy buen ejemplo a mis hermanos y les ayudo en sus necesidades?
• ¿He pedido perdón a mis padres?
• ¿Respeto mi vida y la de los demás?
• ¿He agredido a personas?
• ¿Deseo el bien a los demás?
• ¿Los he perjudicado con engaños, trampas o amenazas?
• ¿Soy leal y sincero con mis amigos?
• ¿Reconozco mis errores?
• ¿He tomado cosas que no son mías?, ¿Las he devuelto?
• ¿He acogido rencores o he estado poco dispuesto a perdonar?
• ¿He tenido odio o he hecho juicios críticos de pensamiento o de obra?
• ¿He menospreciado a otros?
• ¿He reparado el daño que he causado con mis acciones?
Puedes poner por escrito aquellas cosas de las cuales quiera pedirle perdón
a Dios, guarda bien el papel donde lo escribas, esto te servirá para tu
confesión.
Mientras los adolescentes realizan su examen de conciencia, se puede
escuchar esta canción:
Tu Señor sabes bien
https://www.youtube.com/watch?v=a7ap4UM0uso

RETROALIMENTAR
El fruto de este tema debe ser que nos queramos acercar al sacramento de
la reconciliación, mejor conocido como la confesión. Recuerda, para hacer
una adecuada confesión hay que prepararla y seguir unos pasos, aquí de los
recordamos:

Challenge
En nuestra arquidiócesis durante este tiempo de Cuaresma se tienen lo que
conocemos como confesiones decanatales, averigua qué día le toca a tu
parroquia o comunidad; o pregunta en la oficina parroquia los días que el
sacerdote da confesiones.
Atrévete a experimentar el amor de Dios, serás un nuevo adolescente. No
se te olvide llevar el papelito que fue fruto del examen de conciencia que
hiciste. Terminada la confesión, ten un gesto de agradecimiento con el
sacerdote.
Recuerda, amor con amor se paga, ten un gesto de caridad con tu familia.

ORACIÓN FINAL
Señor, reconcíliame conmigo.
¿Cómo podría encontrar y amar a los demás,
si ya no me encuentro ni me amo a mí mismo?
¡Señor, qué alegría!
El sacerdote nos acoge, nos escucha, y
nos perdona en tu nombre.
¡Qué cerca estás de nosotros cuando
deseamos volver a Ti!
¡Gracias, porque la Iglesia nos ofrece tu
perdón!
Concédeme el arrepentimiento de Pedro,
reencontrándose en el silencio de su mirada,
llena de ternura y piedad. Amén.

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