Romulo Carbia - Los Orígenes de Chascomús 1752 1825 (107p)

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F 2801

.B 874

v. 1

PUBLICACIONES DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS


DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Los
Orígenes

de Chascomús

1752 - 1825

Con una introducción sobre el problema del indígena en América


durante los siglos XVI a XVIII.

POR

ROMULO D. CARBIA
Profesor en las Universidades de La Plata y Buenos Aires

LA PLATA
REPÚBLICA ARGENTINA

1930
:

LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS


!

Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia

de Buenos Aires

I. Los Archivos Históricos de la Provincia de Buenos Aires .

El Archivo histórico de la Provincia de Buenos Aires, por Carmelo


V. Zingoni.
Los Archivos históricos de Luján, por Federico F. Monjardín.
-
II. Contribución a la historia de los pueblos de la Provincia
de Buenos Aires.

Los orígenes de Chascomús, por Rómulo D. Carbia.


Apuntes históricos del pueblo de San Fernando, por Enrique Udaondo

EN PREPARACIÓN

Ensayo sobre el partido de Magdalena durante el siglo XVIII, por


Antonino Salvadores .
Historia del pueblo de San Isidro, por Carlos Correa Luna.
Reseña histórica del partido de Las Conchas, por Enrique Udaondo.

III. --- Documentos del Archivo.

Libro de informes y oficios de la Real Audiencia de Buenos Aires,


I volumen con Advertencia de Ricardo Levene.
Cedulario de la Real Audiencia de Buenos Aires, 1er volumen con
Advertencia de Ricardo Levene.

EN PREPARACIÓN

Cedulario de la Real Audiencia de Buenos Aires, 2º y 3er volumen.


Confiscaciones en la época de Rosas, I volumen, con Advertencia de
Carlos Heras.
Documentos para la historia de nuestra escuela primaria, I volumen ,
con Advertencia de Antonino Salvadores.

TALLERES GRÁFICOS OLIVIERI Y DOMÍNGUEZ 4, 42 Y 43 - LA PLATA


Buceos Aires ( Province) . Archivo Historico

PUBLICACIONES ,DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS


DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Los Orígenes

de Chascomús

1752 · 1825

Con una introducción sobre el problema del indígena en América


durante los siglos XVI a XVIII .

POR

RÓMULO D. CARBIA

Profesor en las Universidades de La Plata y Buenos Aires

LA PLATA
REPÚBLICA ARGENTINA
-
1930
ገብ

F2801

B874

V. I

Archivo Histórico de la Provincia

GOBERNADOR DE LA PROVINCIA

SEÑOR NEREO CROVETTO

MINISTRO DE GOBIERNO

SEÑOR LUIS RODRIGUEZ IRIGOYEN

DIRECTOR HONORARIO
DOCTOR RICARDO LEVENE

SECRETARIO

INDIANA UNIVAR CARMELO V. ZINGONI

ENCARGADO DE SECCIÓN

ROGELIO SORIA

AUXILIARES TÉCNICOS

GUILLERMINA SORS

ELINA A. ROSAS

ADSCRIPTOS HONORARIOS

CARLOS HERAS

ANTONINO SALVADORES
7-13-65

Advertencia

Esta serie de publicaciones está constituída por las

monografías de investigadores de autoridad, sobre la

historia de los pueblos de la Provincia de Buenos Ai-

res. Se debe reaccionar contra la tendencia que sólo

admite la categoría de historicidad de lo extraordina-

rio, así en la biografía de los hombres o en la crónica

de los pueblos. Como la historia del héroe, según el mo-

derno concepto, no impide reconocer las propias virtudes

y valores de otros hombres a quienes por lo común se

les hace aparecer erróneamente como rodeando o circu-

lando la figura central, así también existen, junto a los

grandes pueblos o ciudades capitales, las que sin tener

proporciones fantásticas por su densidad de población

o riqueza, son pueblos cuya historia señala momentos de

avance en el desarrollo progresivo de un plan de civi-

lización o contienen en su seno los fermentos de la his-


toria tradicional.

Tal es el caso de numerosos pueblos de la Provin-

cia de Buenos Aires, antiguos o modernos, insisto en este

concepto a que he aludido alguna vez, cuyos origenes y

etapas de sucesión deben ser historiados con prescinden-


cia apenas es necesario decirlo - de las disputas lo-

cales, encendidas por la pasión o el ideal que aspira a

darles a los mismos un determinado fundador y fijar

la fecha de nacimiento de los pueblos.

No es ésta la labor de un día ni de un sólo hom-

bre, pero nos hacemos cargo de la extensión y comple-

jidad del problema, y comenzamos a estudiarlo, sin pre-

tender que lo que se dice y afirma en estas monografías


sea la palabra oficial - aunque el Archivo Histórico las

edita - sino la opinión científica de sus autores que tie-

nen responsabilidad intelectual.

RICARDO LEVENE.
AL LECTOR

En 1905 - hacen ahora veinte y cinco años por ama-


ble invitación del entonces director del diario "El Argentino "
de Chascomús , don Enrique Arigós , acometí la tarea de poner
en claro los orígenes del pueblo en el que dicho períodico se
editaba. Díjome el invitante que la tradición histórica del lu-
gar era imprecisa y que, con exactitud , nadie sabía cosa alguna
concreta que mereciera respeto incuestionable . Que la asevera-
ción era justa , me fué fácil comprobarlo en seguida , no bien
me resolví a consultar las escasas fuentes bibliográficas que
el asunto tenía a la sazón ( ¹ ) . Y como mi deseo era complacer
de inmediato al amigo, lancéme a la búsqueda erudita en lo
inédito . Mis casi veinte años de entonces no sabían de arredros,
y con la decisión propia de la edad y del entusiasmo , me resol-
ví ― desoyendo el consejo de los que presumían de prudentes
y de doctos - a penetrar en la selva documental del Archivo
General de la Nación . Comencé allí mi pesquisa un poco de-
sorientado , hasta que el entonces director de la casa, don José
Juan Biedma, con una generosidad paternal , que nunca le he
desconocido y de la cual me considero deudor , púsome en el
camino del éxito . Yo no tenía más brújula para tomar rumbo
que la nota de Trelles , que acabo de recordar , y algunos datos
sueltos del trabajo del doctor Quesada , - que también he men-
tado, - pero el señor Biedma , enfrentóme a una pila de le-

(1) Se reducían, en concreto, a las noticias, por supuesto fragmentarias,


que se registran en la Revista Patriótica del Pasado Argentino, editada por Tre-
lles (tomo III, pág . 269 ) ; en el estudio sobre Los indios en el Río de la Plata,
de Vicente G. Quesada, aparecido, en 1903, en la revista Historia ( tomo I, págs.
305 y siguientes ) ; en el Censo general de la Provincia de Buenos Aires, levanta-
do en 1881 (tomo único, pág. 434 ) ; en el Diccionario geográfico argentino, de
Latzina, ( segunda edic., 1891 , pág. 168 ) , y en Las fronteras y los indios de Vi-
cente G. Quesada, inserto en el tomo V de la Revista de Buenos Aires, corres-
¡pondiente al año 1864.
6 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

gajos cuyo título general era : Fronteras y sus partidos, y me


garantizó que allí encontraría lo que buscaba . Y así fué, en
efecto . Pocas semanas después de mi penetración en el Ar-
chivo, el éxito rotundo coronaba mi labor : ¡ lo había aclarado
todo ! Así las cosas , atrevíme a redondear una monografía que,
aceptada con plácemes por el señor Arigós , publicóse en nú-
meros sucesivos , durante el mes de septiembre de 1905 , en el
recordado diario El Argentino . Por lo que allí afirmé, citando
o transcribiendo documentos, Chascomús fué el nombre dado
al fuerte de Zanjón, al ser éste trasladado, en 1779 , siendo el
-
ejecutor de la obra que formaba parte de un plan de fron-
teras ideado por Betbezé - el comandante del mismo reducto,
don Pedro Nicolás Escribano.

De entonces a los días que corren, han pasado los años .


Mi modesta monografía quedó rigurosamente olvidada, por mí
mismo inclusive, hasta que la circunstancia de unos festejos
locales - la celebración del 150 aniversario del establecimien-
to del fuerte originario - despertó el espíritu investigador
en algún descendiente del capitán que realizó la obra , y lo con-
virtió en descubridor de cosas que ya estaban descubiertas.
Fué así como apareció en la prensa lugareña de Chascomús y
en la de la capital de la República, una información según la
cual el señor J. Echevarría, había aclarado los obscuros orí-
genes del celebrado pueblo. No doy al episodio mayor impor-
tancia, máxime cuando el mismo señor Echevarría no ha que-
rido desconocer mi pequeña prioridad ( 2 ) , pero lo recuerdo con
el simple objeto de decir que el folleto presente es una reafir-
mación de la monografía de 1905, mejorada como natural con-
secuencia de lo que el tiempo ha obrado en el autor. ( ³)
En el trabajo que ahora se publica, abordo el asunto desde
mi concepto serial de lo histórico, que me obliga a buscar, en lo

(2) Véase : El Argentino, jueves 30 de mayo de 1929. Debo señalar que los
documentos hallados por el señor Echevarría en 1929 , son los mismos que yo
descubrí, usé y publiqué en 1905, y que, en consecuencia, la aludida prioridad
es incuestionable.
(3) Mi trabajo sobre Chascomús pertenece al núcleo de mis primeros en-
sayos. Andaba entonces yo por los diez y nueve años de edad, y poco sabía
de prudencia en materia erudita. A ello deberán achacarse los tropezones, si los
hay, y el tono de suficiencia académica que ahora advierto en ese engendro del
entusiasmo juvenil. Pero como trabajé con documentos, no repudio su fondo,
aunque sonría un poco de la forma que le sirvió de vehículo .
LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS 7

remoto del pasado, la causa que permite la armonización ló-


gica de los sucesos . En seguida se verá como ello no es absurdo.
Y termino reconociendo que por el camino de estas mono-
grafías, que ha ideado y que fomenta el director del Archivo
Histórico, doctor Ricardo Levene, pronto tendremos reunido
el material básico que necesitamos para una crónica de la Pro-
vincia de Buenos Aires, tan necesaria siempre y tan ausente.

RÓMULO D. CARBIA

Buenos Aires , 1930.


I

EL INDIGENA EN LA HISTORIA DE AMERICA

1º. España frente al hombre del Nuevo Mundo : proceso de la legislación


primitiva que lo afectó : ―― 2º. Las " nuevas leyes " y los conceptos
en que se inspiraron. -· 3º. La legislación definitiva.

Por extraña que parezca la afirmación, debe aseverarse,


sin embargo, que el relato historiográfico de la gestación de
todos y cada uno de los pueblos de nuestra línea fronteriza ca-
recería de sentido histórico, si en él se alejase el suceso de su
verdadero centro de gravedad, que está constituído, substan-
cialmente, por el problema del tratamiento del indígena . Este
es, fuera de toda duda, el punto de partida de su origen cierto,
y habría necesidad de obsecarse hasta lo absurdo, para no adver-
tir en qué medida la aseveración descansa en la realidad pa-
tente y concreta. Y como no creo que sea dable desconocer que
el fenómeno nuestro, en tal materia, está vinculado a un or-
den general de sucesos hispano-americanos , paréceme que
huelga la advertencia de que la naturaleza de las cosas obliga
a un alto remonte en el tiempo. Pronto se verá, después de todo ,
que tal modo de encarar el asunto dista mucho de ser ilógico,
porque si Chascomús, la reina Católica y el P. Las Casas se
hallan en puntos extremos y opuestos del remoto pasado, son
partes, empero, de un mismo complejo histórico, en el que lo
-
uno explica lo otro a maravilla. Las páginas que siguen
tengo fé en ello- testificarán que no ando en esto desacertado,
y que la comprensión cabal de cuanto intento desentrañar aquí,
reclamaba esa toma de distancia . Ella, por otra parte, al pro-
pio tiempo que nos dará la perspectiva del conjunto, hará mu-
cho más asequible la vertebración de su proceso genético . Y esto,
por si solo, lo justifica todo.
10 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

1.- España frente al hombre del Nuevo Mundo : pro-


ceso de la legislación primitiva que lo afectó . - No puede ser
ajena a quien tenga algo leído, la noticia de que la loa fácil, ha
popularizado cierta cláusula testamentaria de Isabel la Cató-
lica, en la que ésta grava la conciencia de su consorte superstite
y la de sus inmediatos sucesores, con el encargo de tratar a
los indígenas de la América, descubierta a la sazón, justamente
y sin agravio ( ¹ ) . Si bien no cabe duda que en tal determinación
puede buscarse lo que me atrevería a llamar la inspiración cris-
tiana del tratamiento de los indios, todo obliga a disentir con
los que quieren concretar a esa sola disposición testamentaria, la
fuerza modeladora de la meticulosa legislación española que
rigió en el particular. Es sencillo advertir, sin riesgo de esfuer-
zo alguno, que esa inspiración cristiana a que aludo, sugerida
o no por la propia Isabel, antecedió a su recordado testamento,
y está patente en las disposiciones que se tomaron para las In-
dias, a partir del segundo viaje de Colón ( 2 ) , pero que, en
realidad , si bien constituye el fondo de los preceptos legales
pertinentes , presenta, en la forma, diversas variantes, de una
índole tal, que su desconocimiento puede llevar a la más ro-
tunda desnaturalización de la verdad histórica . Porque es el
caso que las disposiciones primitivas, aunque iban condiciona-
das por la inspiración cristiana de referencia, carecían de esa
sensiblería absurda que cualquiera señala en los apologistas
del P. Las Casas , a quien debe cargarse en cuenta el falso con-
cepto de que el indígena sólo fué un manso cordero perseguido
por el fiero conquistador ( ³ ) . En ningún momento la legisla-
ción para América olvidó que si el indio debía ser amorosa-
mente tratado, ello había de consumarse sin mengua de quien
realizaba la conquista , y cuyo derecho era, por lo menos, par
y semejante al suyo . Afirmar lo contrario, importa desconocer

(1 ) Según es sabido, Isabel murió en 1504. La parte pertinente de su


testamento se incorporó, con fuerza de ley, a la Recopilación de Indias en 1680,
(Libro VI, título X, ley I ) , pero fué norma de criterio habitual desde la época
de su llorado deceso. Sin embargo, como se verá, el cuerpo doctrinal de la le-
gislación fué estructurado por otras inspiraciones distintas.
(2) Las instrucciones para ese viaje contienen una cláusula - la I ____
en la que se dispone que a los indios se les trate muy bien y amorosamente, y se
preceptúa que el almirante castigue mucho a quien les trate mal ( Colección de
documentos inéditos para la historia de América, 2 serie, tomo V, pág. XV) .
(3 ) La destrucción de las Indias, panfleto del P. Las Casas, abunda en
pruebas de la exactitud de cuanto digo.
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 11

demasiadas cosas . Desde que, hacía 1500 , los Reyes Católicos ,


luego de arduas consultas, convinieron en que los indios no
debían ser esclavizados, tomáronse disposiciones adecuadas , cu-
ya síntesis podría hacerse diciendo que iban encaminadas , sin
excepción, a que reinara la justicia en el trato que el español
mantenía con el aborígen . Proclamar así el imperio del de-
recho, como se echará de ver, era equiparar frente a la ley, pero
nunca dar a unos lo que se quitaba a otros . Por eso , pues,
cométese un grave error cuando se afirma que a fuerza de ser
bondadosa, la primitiva ley del tratamiento fué desprevenida e
ingenua, o cuando se dice que la realidad , presentándose de im-
proviso, hizo dar de bruces al legislador mal informado . Nada
de eso ocurrió, sin embargo . Bondadosa y todo, la legislación
a que me refiero, contempló bien el fenómeno que tenía delante,
y sin obsecarse demasiado por el afán de la blandura evangélica,
supo distinguir lo conveniente ( 4 ) . En efecto , en vida de la pro-
pia Isabel, y a pesar de toda la mansedumbre que se preconiza-
ba, en agosto de 1503, autorizóse la caza del caníbal y hasta la
persecución de los naturales que se resistieran a ser adoctrina-
dos ( 5) . La medida se fundaba en el hecho de que los caníbales
tenían declarada guerra franca a los cristianos y se parapetaban
en su ferocidad para impedir el avance del Evangelio. Están
endurecidos en su mal, - dice el documento regio y sobre
la base de tal situación , se reputa en el mismo que la justicia
ampara la medida que se toma. En realidad, ello era de ex-
cepción, a tal extremo que la real cédula que recuerdo comien-
za estableciendo que está vedado el mal tratamiento a los indí-
genas, su esclavitud y su transporte a la Península. Pero, a

(4) Juan de Solórzano ( Política indiana, 1629, libro II, cap . XXVIII ) ,
- que es el jurisconsulto a quien se apela siempre en asuntos de historia ame-
mericana, y cuyo testimonio suele jugar en ella el papel que las frases de San
Agustín en los sermones, - se ocupa de los indios como de personas miserables,
en sentido evangélico, y tañe melancolías en su torno, recordando la opinión de
hombres eminentes, que han proclamado la bondad de los naturales de Amé-
rica. Pero es el mismo autor quien luego declara ( libro II, cap. VI ) , que siendo
esos indígenas por naturaleza haraganes, dados a la bebida y poco dispuestos
a conceder interés a las cosas superiores, deben ser obligados al trabajo y es
justo repartirlos para forzarlos, así, a tomar el camino de su cristianización. A
su hora, el propio y citado Solórzano asienta ( libro II, cap . XXV ) , la licitud
de la guerra a sangre y fuego, cuando ella vá dirigida contra los indios sodomitas
o contra los caníbales. Y lo hace teniendo a la vista el cuerpo de la legisla-
ción indiana del siglo XVI.
(5 ) El documento figura en el tomo XXXI, pág. 196 de la Colección de
documentos inéditos, generalmente conocida por de Torres de Mendoza ( Ma-
drid, 1876 ) .
12 LOS ORIGENES DE CHASCOMUS

renglón seguido, y por las consideraciones que antes señalé,


facúltase para que a los caníbales se los capture, se los esclavice ,
se los reparta, se los venda, se los deporte y se los trate con el
máximum de rigor. Y fué la propia reina quien ese mismo año,
en 20 de diciembre, dispuso que a los indios se les compeliera y
se les apremiara a trabajar en la labranza e granjería, prestan-
do ayuda a los españoles en eso y en la tarea de las minas, pero
con derecho a percibir el jornal que en justicia les correspon-
diere ( 6) . Cualquiera se percata de que las disposiciones que aca-
bo de mentar, no iban en mengua del buen tratamiento que se
tenía decretado, y que de contínuo se recordaba, sino que obe-
decieron a un concepto adecuado de la función de gobernar
en justicia, según la ley de Dios , preocupación ésta que se en-
cuentra patente en toda la obra de la reina Católica. ( 7 ) . El
indígena, por bondadoso que fuera, — y aún admitiendo el ina-
ceptable supuesto del hiperbólico Las Casas - ni podía ser to-
lerado impávidamente cuando constituía un peligro, ni era jus-
to admitirlo en el concierto de la vida española, como una car-
ga muerta. A prevenirse contra lo primero y a evitar lo se-
gundo, fueron enderezadas ambas disposiciones reales . En tiem-
pos posteriores a ellas, y muerta ya la reina que las tomó con
la anuencia de sus consejeros, según en el mismo texto se dice,
no volvió a tratarse a fondo del problema. Hasta 1509, el asun-
to no apareció de nuevo . Este año dictáronse las Instrucciones
a Diego Colón, sucesor y heredero de su padre el Almirante,
y en ellas, si bien reiteróse el anhelo real del buen tratamiento,
se lo hizo recordando, de propósito, el contenido de la cédula
del 20 de diciembre de 1503, que obligó a los indios al trabajo,
en condiciones humanitarias y justas ( 8 ) . La legislación así
vino a quedar estabilizada, sobre todo porque es el mismo con-

(6 ) Idem, tomo XXXI, pág. 209. El P. Las Casas (Historia de las In-
dias, libro II, caps. XI a XV) , ha comentado esta disposición, cargando, como
es su costumbre, las sombras del cuadro en lo que considera los efectos de ella .
(7) La preocupación paternal de los reyes, tocó extremos que hoy nos
incitan a la sonrisa. Tal, por ejemplo, aquel alcanzado por una disposición
de principios del siglo XVI en la que, compasivamente, se disponía que la
autoridad española vedara a los indígenas el uso excesivo del baño, pues, a
juicio real, las demasiadas abluciones debilitaban el organismo de por sí enfer-
mizo de los indios . (Véase : Colección de documentos inéditos, segunda serie, to-
mo V, pág . XLIX ) .
(8) El texto de esta Instrucción se halla en el tomo XXXI, págs. 388 y si-
guientes de la Colección de documentos inéditos, dirigida por Torres de Mendoza .
LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS 13

cepto central que hasta allí imperara el que dá vida a las dis-
posiciones de 1512-1513 - generalmente conocidas por leyes
de Burgos (9 ) - y, a las que se consideró, siempre, como una
verdadera cumbre en el proceso a que pertenecen . Pero había
de llegar un momento, sin embargo, en que el celo desorbitado
y la sensiblería ambiente, darían a traste con la cordura y el
buen sentido de las disposiciones legales mencionadas. Y, eso
ocurrió como consecuencia de las campañas resueltas del cele-
bérrimo fray Bartolomé de las Casas, inolvidable por sus pa-
siones y su hipérbole.
2º - Las "nuevas leyes" y los conceptos en que se inspira-
ron : Desde mediados de 1516 , el P. Las Casas comenzó a
dejar sentir su influencia. Era entonces la época en que el go-
bierno del imperio estaba en manos del cardenal Cisneros. El
activo domínico exhibió ante él un cuadro que tenía que amar-
garlo : el de una América invadida por un desenfreno satánico
de placeres y de oro, y del que era primera víctima el indígena
indefenso. El propio Las Casas, en su Historia, dice que las le-
yes de Burgos eran inicuas y crueles, y contra ley natural ti-
ránicas ( 10) y dispara, desde allí, sus proyectiles ( 11 ) . Según
lo que Las Casas escribió en la célebre Destrucción, que es el
verdadero breviario ideológico e histórico que sirvió de fuen-
te a las Nuevas Leyes relativas a los indígenas de América, éstos

(9) Las Leyes de Burgos, promulgadas el 27 de diciembre de 1512, están


constituídas por 32 disposiciones que consagran la libertad de los indígenas, la
obligación de instruir a estos en la Fé, y la de ellos de recibir esa enseñanza ;
el derecho de los indios a poseer y su paralelo deber de someterse al trabajo, con
la justa remuneración, etc. Estas leyes fueron ampliadas, con cuatro más, por
disposición fechada en Valladolid, el 28 de julio de 1513 (Véase : Molinari : Las
encomiendas y la esclavitud en Indias, introducción a la reedición facsimilar de
Leyes y ordenanzas de 1542-43, en el tomo II de la Biblioteca argentina de libros
raros americanos, pág. XIV, Buenos Aires, 1923 ) .
Conviene recordar que en la misma ciudad de Burgos, en 22 de febrero de
1512, el rey Fernando había dictado una real cédula en que se dispone que los
caribes de la isla Sant Xoan, por haberse resistido a la evangelización y por
vivir viciosamente, sean tomados y tratados como esclavos, ellos y sus here-
deros. La facultad de realizar ese verdadero castigo se otorga a favor de los
vecinos de la Española ( Colec. Torres de Mendoza, tomó XXXII, pág . 319 ) . El
criterio central de esta disposición subsistió después de las leyes de Burgos,
pues en 1518, imperando ellas, se dieron instrucciones a Pedrarias Dávila en las
que se la repite para los indios de Castilla del Oro . ( Medina : El descubrimiento
del oceano Pacífico, II, pág. 46 y siguientes) .
(10) Tomo III, pág. 417.
(11 ) Véase su Historia, tomo III,, cuyos caps. XIII a XVI (págs. 417 a
38 ) están consagrados al vapuleo de las leyes en cuestión .
14 LOS ORÍGENES DE CHASCOMUS

eran gentes inocentes y resultaba injusto tratarlos como se los


trataba, pues la guerra que contra ellos se tenía abierta, era
movida por sola la codicia y ambición de los que hacen tan ne-
farias obras ( 12) . El pensamiento central de Las Casas no fué
otro que el de la integridad de la conquista, y resulta explicable,
a la postre, que todo lo sacrificara ― la verdad inclusive
a esa gran preocupación dominante en su espíritu ( 13 ) . En ella
no cejó desde aquellos días, que he recordado, en que inició
su prédica ante Cisneros, hasta que logró su éxito con la in-
corporación a las Nuevas Leyes de la categórica prohibición que
puntualizaré en seguida. Quintana en la biografía de Fray
Bartolomé de Las Casas, que figura en su Vidas de los españo-
les ( 14) , ha hecho un menudo relato de todas las tramitaciones
seguidas por el domínico para arribar a su propósito, y allí podrá
recurrir quien apetezca pormenores. Lo cierto y concreto es T

( 12) Destrucción, Prólogo. No hay para qué decir, porque fácilmente lo


advierte todo espíritu sereno, que la pérdida de la equidad llevó a Las Casas
a lamentables extremos. Nadie podría negar que los conquistadores cometieron
atropellos y que hasta martirizaron a los indígenas : pero ni fueron todos, ni
siempre, ni en todas partes. Un historiador coetáneo de Las Casas, Cieça de
León, dice en el capítulo I, de su Crónica del Perú, editada en Sevilla en 1553,
lo que es justo que se diga de la conquista que el obispo de Chiapa repudiaba
sin distingos. Y lo que afirma es que si hubo excesos, que él mismo vió, tam-
bién menudearon los hechos que le servían de contrapeso, como que ese mismo
desalmado conquistador de que nos habla Las Casas, fué el que, cabalmente,
dió al indígena el tratamiento que la ley civil y la obligación cristiana señalaban.
Y entre Cieça y Las Casas hay que optar, siempre, por el cronista del Perú .
(13 ) No es esta la ocasión adecuada para ahondar el tema de lo que, en
esencia, constituía el credo de Las Casas en la materia . Sin embargo , conviene
recordar que el brioso domínico sólo reconoció legitimidad a la difusión pacífica
del Evangelio , y se la negó a aquella otra realizada en son de guerra o bajo
la amenaza de castigos para el que no se sometiese. Esta doctrina descansaba
en el concepto de que la donación papal que hizo a los reyes de España
soberanos de América , no había anulado los derechos naturales de los indios,
en virtud de que el Papa carecía de poder para ello. La conquista, tal como se
hacía y necesariamente sus consecuencias esclavitud, castigos, depredaciones,
etc. , - eran cosas ilegítimas y merecedoras de censuras. (Véase : Levene : His-
toria del derecho indiano, pág. 57 y Carbia : Fray Bartolomé de Las Casas y la
crítica de hoy, en "Criterio" , tomo I, Nº 10, pág. 297 ) . En el Archivo Vaticano ,
Secc . Propaganda Fide, Scritture originali riferite nelle Cong. Generali ; vol. I ,
folio 1 y siguientes, se conserva una vista teológica en la que, con firmeza de
doctrina, se sostiene, punto por punto, la ortodoxia de la tesis de Las Casas, 4
y hasta con el agregado de que las acometidas que los indios hacían a los es-
pañoles, eran una reacción natural " contra la opresión infcua", y no legitimaban,
por eso mismo, el empleo de la fuerza a que recurría el conquistador. ( El ms. ,
que no tiene firma, es, visiblemente, de fines del siglo XVII, y parece perte-
necer a una consulta hecha a Roma acerca de la licitud del empleo de la
fuerza para difundir el Evangelio ) .
( 14) Colección de autores españoles, de Rivadeneyra, tomo XIX.
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 15

que tuvo éxito y que sus ideas fueron inspiradoras de una nueva
disposición que decía :

"Item ordenamos y mandamos , que de aquí adelante por


ninguna causa de guerra, ni otra alguna aunque sea so ti-
tulo de rebelión , ni por rescate, ni de otra manera, que no
se pueda hazer esclavo Indio alguno, y queremos que sean
tratados como vassallos nuestros de la Corona de Castilla,
pues lo son (15) .

Y esta disposición fué la piedra sillar de todo lo que vino


después . Basta recorrer el libro VI de la Recopilación de Indias
para percatarse de ello ( 16 ) . Nada sería censurable aquí, si
el espíritu que anima la tal legislación naciera del fondo mismo
de la realidad histórica. Pero ello no era así. Las Casas , inspi-
rador cierto de todo, desfiguró las cosas a paladar de su objetivo,
y la realidad salió de allí deformada. Para el celo desordenado del
domínico, o para la obsesión que torturaba su ánima, el indí-
gena de América— la afirmación los comprendía a todos, sin
distingos de país , de razas o de grados de cultura eran man-
sos corderillos sobre quienes el látigo del conquistador se des-
cargaba despiadado e injusto (17) . Bien aderezado el aserto

(15 ) Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por su majestad para la go-


bernación de las Indias, etc. -- (año 1542 ) . -- (Reimpresión facsimilar, en Bi-
blioteca Argentina de libros raros americanos, tomo II, pág . 12 ) .
(16 ) Es, sobre todo, importante el título X: "Del buen tratamiento de los
indios", y el II que trata de su libertad. El título X comprende 23 leyes, la
primera de las cuales es una transcripción de la conocida cláusula testamentaria de
Isabel la Católica. Conviene notar que las medidas radicales son, precisamente, de
la época en que actuaba Las Casas, o en que mayor fruto obtuvieron sus pan-
fletos. Un ejemplo de esto nos lo suministra la ley 2, donde, cabalmente, se nom-
bran los grandes daños que los indios reciben de los españoles y que es del reinado
de Felipe II. En cuanto a las otras leyes del título en cuestión, si bien tienen
refuerzos posteriores son, esencialmente, de la época a que aludo. Tal es el caso
de la ley 3, que aun que reafirmada por real cédula de Felipe IV, en 1635, tiene
su origen en una disposición de Felipe II ( 1563 y 1580 ) , y de la 4 nacida de
mandatos expresos de Carlos V en 1523, y 1543 y de Felipe II en 1582. Cualquier
cotejo que se haga dará siempre idéntico resultado. El alma de Las Casas apa-
rece animando todas las disposiciones recopiladas que tienen relación directa
con los indios .
(17) La realidad, sin embargo, era cosa bien distinta, según lo podemos
afirmar hoy como conclusión de cuanto sabemos por el resultado de los estudios
prehistóricos y del período de la proto-historia de América. Con excepciones no
can numerosas como para desvirtuar la afirmación que sigue, los indígenas del
Nuevo Mundo eran todo menos mansos corderillos. La crueldad, el espíritu san-
guinario y la poca inclinación a la blandura de espíritu, fueron sus más evidentes
características. Y hasta en los pueblos menos salvajes, como los de Nueva Es-
paña, los actos del culto y la alegría popular se caracterizaban por verdaderas
16 LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS

por un marco de horror y de sangre, lógico fué que el famoso


fraile concitara, en favor de su prédica, a todas las conciencias

explosiones de frenesí diabólico y sangriento. En el cap. VII del tratado I de


su obra : Historia de los indios de la Nueva España, escrita en el siglo XVI, y
a vista de los sucesos, el célebre Motolinía relata episodios que crispan hasta al
más insensible ; y los americanistas de todos los sectores de las especialidades
que integran el estudio del remoto pasado del Nuevo Mundo, aportan, en la
actualidad, detalles que confirman aquellas referencias y que las extienden al
continente íntegro. En nuestro propio territorio hubo prácticas como la del
canibalismo, la del scalp - desuellamiento de la cabeza de los vencidos, - - la
de los cráneos trofeos y las que consistían en extraer el corazón del enemigo
muerto y destrozarlo a mordiscos, entre muchas otras no menos horribles, --
que están revelando cuál era la posición psíquica del habitante autóctono en
los días de la conquista. Recientemente, Milcíades Alejo Vignati, en un sólido
trabajo de especialización ( Los cráneos trofeos de las sepulturas indígenas de la
Quebrada de Humahuaca, Buen Aires, 1930, "Archivos del Museo Etnográfico
de la Facultad de Filosofía y Letras" , Nº 1 ) , acaba de aportar nuevas luces
acerca de los cráneos indianos mutilados, logrando correlacionar sus conclusiones
con otros estudios precedentes ( caps. VI y VII ) , en forma de permitirle concluir
que los restos óseos de referencia importan una nueva comprobación de los hábitos
sanguinarios que tuvieron los pueblos en cuyo habitat han sido descubiertos. En 1
cuanto al canibalismo , es hoy cosa sabida que lo practicaron en más o menos J
escala, naciones de todas las razas de América, sin excluir aquellas que ofrecían
aspecto de más alta cultura. (Véase : Lafone Quevedo : Notas a Schmidel, edic.
de 1903, pág . 53 ) . Si bien podría objetarse que no formaban parte todos estos
pueblos del conjunto de los conocidos en el momento de legislarse bajo la ins-
piración de Las Casas, debe responderse a la objeción que fué también la bar-
barie sanguinaria característica especial de aquellos, precisamente, a los
que el inquieto fraile se refería. Quién desee pruebas de todo, las hallará en
Riva Palacio, México a través de los siglos, tomo I, cap. XIII, donde aparece
registrada toda una verdadera gama de prácticas rituales que se antojan sugeri-
das por el genio satánico. Y salta a la vista que para gentes así, la sensiblería
no era lo más adecuado. Para no ser injusto recordaré, por último, que Las
Casas tuvo continuador en su empeño de exaltar las bondades del hombre abo-
rígen. Fué este un espíritu evangélico, el obispo de Puebla de los Angeles, don
Juan de Palafox y Mendoza, ( 1600-1659 ) quién en una obra, asáz difundida,
(Virtudes del indio ) , ha expuesto conceptos enternecedores acerca del indio ame-
ricano. Para ese santo varón, los autóctonos del Nuevo Mundo eran dignos de
la protección real por la suavidad con que recibieron el Evangelio, por el fervor
con que practicaban la religión cristiana y por la adhesión que tenían a la
corona. Creía, así mismo, Palafox que los indios eran seres inocentes, incapaces
de soberbia, ambición, codicia, avaricia y envidia, y en quienes no se advertían
los vicios del juego, de la blasfemia y de la murmuración y sí todas las grandes
virtudes cardinales. Fácilmente observa hasta el menos prevenido que esta desme-
dida loa es el fruto de un espíritu beatífico, manso y suave al modo del Seráfico
da Asis, y que como éste estaba convencido de la real fraternidad que lo unfa
con el hermano lobo y con la hermana piedra. Aunque la biografía de Palafox
autorizaría a sospecharlo muy capaz de exageraciones y de excesos - y para
ello sólo habría que recordar sus actitudes en la lucha que sostuviera en Mé-
jico contra los jesuítas, --- quiero creer en la sinceridad de sus juicios acerca
de los indios . Pero, sinceridad no es equivalente de exactitud, y si Palafox fué
sincero expresando lo que sabía, nada obliga a afirmar que lo conocía todo,
Lo más probable es que su noticia del indio fuera poca, o que la tamizó en su
espíritu por el cedazo de una gran misericordia. Porque no es posible creer, sino,
que ignorase que nuestro indio americano distaba mucho de ser aquello que él
intentara pintarnos. Y ya se vé, pues, que el substituto de Las Casas no aven-
taja en nada a éste, desde el punto de vista de la crítica severa.
LOS ORIGENES DE CHASCOMUS 17

honestas, del rey abajo, y que en el cálido ambiente de piedad


cristiana que en su torno se formara, dispusiéronse medidas aco-
modadas a la necesidad de reparar lo írrito y evitar la perpe-
tuidad de los delitos. Y de ahí procede todo lo sensiblero de esa
legislación, que si bien admitía y toleraba el castigo para los
pertinaces y para los rebeldes , inspirábase en un concepto ina-
decuado de lo que debía ser la conquista de las Indias. La paz
y el amor estaban bien en las leyes de un imperio que se lanzaba
a cristianizar idólatras, pero no dejaban de estarlo , por igual,
la prudencia, el sentido cabal de la realidad, y todo lo que es
con ellos concomitante. La falta de esto último, que en la ar-
monía social tiene función de contrapeso, fué la causa cierta
de las dificultades que presentó en América la solución del
problema del indio. No es posible olvidar, está claro, que a la
sensiblería que provocara la prédica de Las Casas, se sumó,
también, la reacción natural que en España levantóse contra el
desprestigio que su conquista de América comenzaba a tener en
el extranjero ( 18) , por obra de la difusión de cuanto aquel mis-
mo monje aseveraba, y que, en definitiva, muchas actitudes rea-
les y muchos acuerdos de gobierno, no fueron otra cosa que
respuestas y desmentidos a lo que se consideraba una calumnia.
Todo ello, empero, no admite enmienda la aseveración de que,
más que por nada, el legislador hispánico se dejó llevar, en
materia de trato del indígena, por la palabra volcánica del que
escribió la Destrucción. Y, naturalmente, sólo vió uno de los
aspectos del complejo problema. Pronto se sabrá, cuando aborde
lo que a los indígenas del Río de la Plata se refiere, cuáles fue-
ron las consecuencias precisas de esa legislación inadecuada .
La considero tal en razón de que a pesar de ser admirable des-
de el punto de vista teórico, a fuerza de mirar hacia arriba se
olvidó de que los pies de los que marchan se asientan sobre
la miseria de la tierra. Aunque la actitud de la defensa armada
está admitida en la legislación indiana, y ella considera muchas
circunstancias que legitiman la guerra al aborígen, hay que

( 18 ) Vargas Machuca, en 1612, escribió, aludiendo a Las Casas, que los


pafletos de éste fueron tales entre los hugonotes, que siguiendo su antigua ma-
licia, menospreciando la mucha cristianidad de España, han hecho estampa don-
de describen las Indias con varias formas de crueldades, citando al obispo de Chia-
pa por los capítulos de su tratado" . ( Refutación a Las Casas : prólogo al lector ) .
Es de advertir que los grabados a que Vargas se refiere fueron muchos y todos
ellos horripilantes. Medina ( Biblioteca hispano-americana, II, 127 ) dá noticia de
algunos .
18 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

convenir, sin embargo , que no está todo dicho con aque-


lla claridad con que Solórzano asienta la justicia de la guerra
hecha para que se guarde la ley natural - libro I, cap. IX-
y para que sean extirpadas las abominaciones que la contra-
rían ; y con que libro V, capítulo XVIII — aconseja el pro-
cedimiento a seguir frente a la imperiosa necesidad de poner
coto a los excesos de los indios . Prohibida por la ley la guerra
ofensiva, la consecuencia no pudo ser otra sino la que fué : el
español, legalmente, quedó librado al arbitrio del indígena ( 19 ) .
Ahora veremos cómo ocurrió esto en el Río de la Plata, ( 20 ) y
cuáles fueron todos sus efectos .

( 19 ) La ley 8, tit. 4, libro 3, ordena que a los indios alzados se les


deberá reducir por buenos medios de paz, concediéndoles algunas gracias y per-
donándoles el delito de rebelión, aunque esta sea contra el rey. Y la ley 9,
tit. 4, libro 3, reglamenta cómo puede hacerse la guerra a los indios y establece
que a los rebeldes y agresores se les requiera hasta tres veces y se les invite
a la paz . Se dispone, también, que antes de abrirles guerra formal se consulte
previamente al Consejo . Por último la ley 10, tit . 4, libro 3, reglamenta el cas-
tigo que se podrá usar contra los indios alzados cuando no se avienen a la paz,
y lo concreta a la pena de prisión, que en ningún caso puede tomar carácter
de esclavitud.

(20) En un libro, desmesuradamente laudado por el juicio periodístico,


y ante el cual se han restregado las manos, de pura satisfacción, los que, noble-
mente empeñados en reinvindicar el buen nombre de España en América se olvidan,
por lo regular, de que existe la mesura, el doctor Juan Carlos García Santillán ha
intentado probar la bondad absoluta de la legislación que la metrópoli aplicó en su
Reino de las Indias . Y, naturalmente, ha debido sortear, como a un obstáculo, la
realidad que aquí patentizo, dándonos, por eso, una visión del fenómeno que dista
mucho de ajustarse a lo cierto. Ya diré, en el capítulo siguiente, mi opinión sobre el
libro recordado, pero no me resisto a aguardar para entonces una noble protesta :
la España de la conquista y de la colonización, por quien profeso tanto respeto
devoto como puede profesarlo el doctor García Santillán, merece -- precisa-
mente por haber sido lo que fué un estudio sereno y no una loa como de
baratija. La "gran madre de pueblos" , no ha menester de nuestras mentiras .
Con defectos y todo, su obra fué extraordinaria y sin paralelo en la historia
del mundo, y no alcanzo a comprender por qué, siendo esto evidente, se ha de
distorsionar la realidad para acomodarle, de pega, elogios escolares que redundan
en su daño .
II

EL TRATAMIENTO DEL INDIO EN EL RIO DE LA PLATA

1. Quienes eran los indígenas de la región. - 2. Relaciones con los


españoles : el proceso del tratamiento en la vecindad de Buenos
Aires : las primeras encomiendas : escasez de indios : pídese la
introducción de negros para reemplazarlos : los indios " forasteros ' :
- 3. El peligro del pampa : su aparición en la región de Buenos
Aires : los pampas y los serranos : la " maloca" y sus efectos : el
cabildo proyecta, sin resultado, poner coto a las fechorías del
indígena. - 4. El plan de defensa permanente : las compañías de
blandengues : los fortines : creación del " Zanjón ” .

A diferencia de lo que aconteció en otros lugares de Amé-


rica, y aún del actual territorio argentino, en la jurisdicción
de la ciudad de Buenos Aires el problema del indígena no se
ofreció como tal, sino muchos años después de la repoblación que
efectuara Garay en 1580. Debióse ello a circunstancias que
trataré de puntualizar, y de las que resultó eje el hecho de las
singularidades etnográficas que presentaban los aborígenes de
la región. Acerca de quienes eran, a qué raza pertenecían y
qué relaciones tuvieron, desde el principio, con el conquistador
que se estableció en las márgenes de su estuario, creo que me
será dado armonizar aquí noticias que hasta ahora no lo han
sido, y que nos permitirán tener una idea precisa y cierta de la
atrayente cuestión histórica que todo esto involucra. General-
mente se ha hablado de este asunto en vago, o sin intentar una
estructuración de la serie histórica que supone el problema.
Y ya se verá cómo no escasea el material para intentar un aná-
lisis hondo (1 ) .

(1) La bibliografía del asunto es, parejamente, abundante y periférica. El


tema aborigen ha tentado a muchos desprevenidos. Y por que lo eran no advir-
tieron lo difícil que resulta abordarlo. En los últimos tiempos han apare-
20 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

1. Quienes eran los indígenas de la región. - Sin hacer


un remonte excesivo a los días en que Mendoza realizaba la
primera fundación ( 1536 ) o a aquellos otros en que el bávaro

cido varios trabajos consagrados al asunto, entre los que se destacan el de


Dionisio Schoo Lastra : El indio del desierto : 1535-1879 (Buenos Aires, 1928 ) ;
Rómulo Muñiz : Los indios pampas ( Buenos Aires, 1929 ) , y Martín C. Etcheluz :
La guerra con el indio ( Zapala -Neuquen, 1929 ) . Todos ellos han arañado el te-
ma al galope, ordinariamente sin información seria, y, por lo común, sin per-
catarse bien de lo que tenían delante. El período colonial es, en los tres libros,
lamentable, pues todo se reduce a glosar lo que anda en publicaciones anterio-
res, no menos infelices, como resulta, por ejemplo, el capítulo I de La conquista
de las quince mil leguas (Buenos Aires, 1878 ) que escribió Estanislao S. Ze-
ballos . Los que usan a Alvaro Barros ( Fronteras y territorios federales de las
Pampas del Sud, ( Buenos Aires, 1872 ) , olvidan que el capítulo II de esta obra
por otros conceptos respetable -- está inspirado en la monografía del chileno
Amunátegui : Los precursores, que dista mucho de suministrar los elementos
necesarios para conocer lo que fué la conquista del indio hacia este lado de los
Andes . Fuera de estos trabajos directamente relacionados con el tema a que aludo,
se han editado recientemente, otros que, o lo tocan tangencialmente, o lo con-
sideran en función de algún tema colateral, pero que, sin duda, son muy supe-
riores a los antes recordados. Me refiero, en particular, al libro del P. Juan F.
Salaberry (S. J. ) : Los charrúas y Santa Fé (Montevideo, 1926 ) ; a la mono-
grafía del P. Carlos Leonhardt ( S J. ) : La misión de indios pampas (en Estu-
dios, Buenos Aires, Abril --- Agosto de 1924 ) ; y al trabajo del P. Grenón ( S. J. ) :
Los pampas ( en Documentos históricos del Archivo de Gobierno de Córdoba, Secc.
indígena, Nº 18, Córdoba, 1927 ) . El aspecto legal de la organización a que el
conquistador sometió la vida de esos indígenas, durante el primer siglo de la
ocupación de sus tierras, ha sido motivo , también, de un intento de estudio. Lo
ha producido el doctor Juan Carlos García Santillán, y lleva el título de Legis-
lación sobre indios del Río de la Plata, en el siglo XVI, Madrid, 1928 ( en "Biblio-
teca de historia hispano -americana" ) . Trátase de una tirada apologética a la
que falta dominio del asunto, concepto de arquitetónica intelectual, idea clara
del proceso histórico y hasta buen gusto tipográfico. Esto último lo digo por el
imperdonable abuso que hace el autor de las letras titulares en medio del texto
---- para provocar la atención, como en los reclames ---- y por el no menos censu-
rable empleo de ciertas leyendas, de remate final, que desdicen en toda obra
de estudio que aspire a situarse a la altura de los tiempos. El trabajo es, por
lo demás, tan deshilvanado y tan alegativo, que a ratos se antoja al lector que
han puesto en sus manos una colección de papeletas con apuntes. Y no hay para
que señalar que el criterio del colector de ellos, está en apretada consonancia
con el orden que las mismas guardan en la compilación. Porque aquello es el
Arca bíblica. Con decir que el colector se ha preocupado de considerar la opinión
universal sobre cualquier cosa, está dicho todo. Desde el que escribió la Ecle-
siastés, hasta el más flamante periodista peninsular, allí no falta ni uno. Ase-
méjase el libro, en esto, a los folletos de propaganda que usan los circulado-
res de ciertos específicos, y en los que se insertan las opiniones de cuantos
tienen algo que declarar acerca de las bondades que se atribuyen al reme-
dio. Y tan no exajero que tomo al azar un caso verdaderamente típico : el
de la citación de un juicio de Rooselvet, considerado por el doctor García San-
tillán testimonio verdaderamente sublime ( sic . ) ( pág . 169, nota 1 ) , y presentado
en la obra con este aditamento singular : Roosevelt, el que se batió contra Es-
paña (pág. 208 ) . Como se vé, éste no es un libro serio, y ni siquiera un ensayo,
respetable para esta época de crítica severa . El autor, no llega ni a sospechar el
tema, desconoce el fondo de lo que fué la legislación hispánica relativa a los
indígenas, y a pesar de haber estado en el Archivo de Indias, no ha logrado
darnos ni una sombra de cuanto constituye la parte vertebral del fenómeno .
LOS ORIGENES DE CHASCOMOS 21

Schmidel escribía el relato de su viaje al Plata ( 1567) y nos


hablaba de los carendies (2) , convendrá ir un poco lejos a in-
dagar con qué indios se encontraron los españoles que vinieron
del norte a fundar la ciudad de la Trinidad y restablecer el
puerto de Nuestra Señora del Buen Aire. Según lo que hoy
sabemos, la región de referencia no contaba, como otras, con
una población indígena permanente y estable. Era zona de re-
corrida para tribus nómades, de distintos sectores étnicos , y
acerca de las cuales se conservan muy pocas informaciones
dignas de absoluta fé. De cualquier modo, empero, puede te-
nerse por cierto, sin temor alguno a yerro grave, que en el
momento en que se inició la vida de la segunda ciudad de Bue-
nos Aires, las parcialidades indígenas que pululaban por sus
alrededores eran : por el norte, los guaraníes de las islas, cu-
rucás y mbeguás, - que "vivían en las márgenes de los ríos Lu-
ján y Paraná de las Palmas" (3 ) , - y por el sur y este, gru-
pos de indios de designación étnica insegura y sobre cuyas parti-
cularidades tenemos referencias interesantes en una carta que
escribiera el propio Garay en 1582. ( 4 ) Según este documento,

Esto lo afirmo aunque le hayan batido palmas todos los doctores de todas las
academias españolas que cita en su Prólogo. Cualquiera que se proponga veri-
ficar lo que digo, puede recurrir al Ensayo de Fabie que García Santillán no
incluye en su bibliografía, - a la obra de Levene (Introducción a la historia
del derecho indiano ) o hasta el mismo cap. I, del presente trabajo. Y le será
fácil advertir cuán distinto habría resultado el libro del doctor García Santillán,
si su propósito, al escribirlo, no hubiera sido, únicamente, aquel que denuncia, en
letra grande de epitafios, al rematar su exposición de la pág . 320 ...
(2) Los tropezones de Schmidel ( Viaje al Río de la Plata ) , en materia
etnográfica, toponímica y patronímica, son, por igual, risueños y célebres. Para
él Mendoza era thon Pietro Manthosa , los charrúas eran los zechurg, el Paraná, el
Pernaw, et sic de coeteris ... Como fácilmente se advierte, su memoria en el
particular, era sólo fonética. Y de ahí su descalabro.
(3) Groussac, Anales de la Biblioteca, tomo X, pág . CCLVIII, nota 2. Luis
María Torres, en Los primitivos habitantes del delta del Paraná, pág . 420 usa
documentos que permiten pensar que los guaraníes, desfigurados en las referen-
cias de los testigos del siglo XVI bajo denominaciones más o menos antojadizas,
andaban dellamados por esta tierra y otras muchas como corsarios....
(4) Me afirmo en la expresión que uso en el texto, respecto a la insegu-
ridad que se tiene sobre lo relativo a la raza a que pertenecían los indígenas que
los fundadores de la segunda Buenos Aires hallaron merodeando por el sur y
el oeste de la nueva población . He compulsado la bibliografía que el tema tiene,
y declaro que no advierto en las referencias que se alegan para probar una
u otra tésis, nada que convenza, en forma categórica. Groussac, en su Mendoza
y Garay, trae, afirmaciones a ratos aceptables, y Grenón, en su estudio Los
pampas (Archivo de gobierno de Córdoba, Nº 18 ) , extractando documentos, acla-
ra algunos pormenores, que sumados a los de Lafone Quevedo ( La raza pampea-
na y la raza guarant, Buenos Aires, 1900 ) , dan cierto croquis para la solución
del problema : pero todavía es evidente que lo capital permanece aún desdibuja-
22 LOS ORÍGENES DE CHASCOMUS

los indígenas que el fundador encontró en una entrada que hizo


hacia el sur, durante dos meses largos, aseveraban que muchos
de los utensilios de su uso procedían de lugares que se encuen-
tran del otro lado de la Cordillera, lo que autoriza a pensar que
era araucano el orígen de dichos naturales ( 5 ) . Sábese por
tal fuente de referencias y por otros documentos coetáneos, que
los indios a que aludo recorrían todas las zonas donde más
abundaba el ganado cimarrón, que comenzó a formarse con los
yeguarizos dispersados en la época de la primera ciudad de
Buenos Aires ( 1536 ) , y que por aquel entonces era ya muy
crecido (6 ) . Luego hemos de saber cuál fué la importancia
real que este hecho tuvo en el desarrollo de la lucha entre el
conquistador y el indígena lugareño.

do . Lo que ya puede afirmarse, sin embargo, es que los indígenas con los que
los españoles de Buenos Aires tuvieron que luchar desde el segundo tercio del si-
glo XVIII , no eran, racialmente, los mismos que en los dos siglos anteriores
hacían correrías por el lugar. Lafone Quevedo lo ha demostrado satisfactoria-
mente y el P. Grenón ha abundado en pruebas concluyentes. Según ambos in-
vestigadores, que así reafirman las noticias de los P.P. Lozano y Falkner ( His-
toria de la conquista y La Patagonia ) . la designación de pampas dada a los in-
dígenas de la Provincia de Buenos Aires, era simplemente geográfica, es decir
referida al lugar en que vivían la pampa - pero en ningún modo étnica . Se-
gún lo que hoy se sabe, había pampas de distinto origen racial y hasta enemigos
serios entre sí. Los mismos querandies, según la carta annua jesuítica de 1740,
escrita por Lozano y que transcribe Grenón, ( pág . 6 ) , eran pampas, habitadores
de la región bonaerense que se extiende al sur y al oeste de la ciudad capital .
Reputo, también, que pueden servir, en parte, para saber lo que eran los pampas del
siglo XVIII, las noticias que trae Azara en el cap. X, de sus Viajes por la Amé-
rica Meridional, donde cuenta lo que vió entre ellos. Y recuerdo, por último, la
afirmación exactísima de Latcham que dice así : ... "el término indios pam-
pas era genérico y no se aplicaba a una sola tribu o nación, sino a todos los que
recorrían las inmensas llanuras al sur de Córdoba y Buenos Aires, hasta Pa-
tagonia, o sea el Río Negro ". ( Latcham : Los indios de la Cordillera y de la
Pampa en el siglo XVI , en "Revista chilena de historia, geografía, tomo LXIII,
pág . 136, Santiago, Octubre - Diciembre de 1929 ) .
(5) La carta se halla reproducida en los Anales de la Biblioteca, tomo X,
págs. 155 y siguientes .
En su estudio, aparecido en 1924, Ricardo E. Latcham se manifiesta parti-
dario de una hipótesis según la cual los indios de Chile, en épocas vecinas
a la conquista española, habrían tenido verdaderas colonias en las "pampas
de la Patagonia" . Este hecho explicaría el origen araucano de los restos arqueo-
lógicos hallados en el sur argentino. La referencia de Garay, pues, sería exacta .
(Véase Latcham : La organización social y las creencias religiosas de los an-
tiguos araucanos. - En Publicaciones del Museo de Etnología y Antropología de
Chile, tomo III, Nos . 2, 3 y 4, pág. 269 ) .
(6) De ellos habla Rivadeneira en su célebre memorial al rey. ( Revista de la
Biblioteca, tomo III, págs . 14 y siguientes . Respecto al origen de esos ganados
yeguarizos, la tesis de Cardoso (Antiguedad del caballo en el Plata ) y según la
cual nuestros abundantes cimarrones tendrían su principio en el paleontológico
equus rectidens, no es hoy de defensa fácil. Groussac la ha alcanzado, a mi jui-
cio, con impactos rotundos (Anales de la Biblioteca, X, págs . CCXVIII a
CCLXX ).
LOS ORÍGENES DE CHASCOMOS 23

Viniendo ahora a la necesaria afirmación sintética, avén-


gome a decir que de todo cuanto ha acumulado la bibliografía
especializada, llégase a concluir que los indios comarcanos de
Buenos Aires, aquellos que el conquistador entró a tratar, re-
partió y hasta castigó en ocasiones durante los primeros cien
años de la ciudad capital, eran, indistintamente, guaraníes ne-
tos , o pampas indefinidos : querandíes o araucanos . Hasta el
siglo XVIII, época a que pertenecen las noticias que suministran
los jesuitas Lozano, Falkner, García - no se puede tener
una clasificación exacta de los indígenas bonaerenses . Pero
a partir de entonces la cosa cambia. Hoy día no hay peligro
alguno en afirmar que los indios que hace doscientos años in-
quietaron a nuestra provincia, eran pampas y serranos ( 7 ) . Los
primeros ocupaban los lugares más vecinos a los centros po-
blados y se sometían fácilmente a los españoles, y los segundos
la región del sur, y eran por lo regular rebeldes y díscolos . A
los serranos se les llamaba también puelches, y resultaron los
más temidos porque solían hacer alianzas con los aucás, o arauca-
nos auténticos , y realizaban correrías temibles y destructoras ( 8 ) .
Estas, como pronto veremos, se iniciaron hacia fines del siglo
XVII, comenzando recién entonces, para Buenos Aires, el ver-
dadero problema del indígena. Antes de esa época, el indio
con el que los pobladores vivieron en amigable trato , no cons-
tituyó propiamente un peligro, aunque hiciera, de cuando en
cuando, alguna fechoría . Pero las cosas cambiaron el día en
que los aucás impulsaron a los serranos y éstos atacaron, re-

(7) Las informaciones precisas en que baso la afirmación, las han reu-
nido : Grenón ( Los pampas, págs . 3 a 10 ) y Leonhardt ( La misión de indios
pampas).
(8) Respecto al nombre de aucás dado a los indígenas que se aliaban a los
puelches, y que al decir de Lozano eran los verdaderos ejecutores de las co-
rrerías, conviene precisar algunos pormenores. En los acuerdos del cabildo es
frecuente el uso de la voz aucá como designación propia de indios que constitu-
yen un peligro. El abate Molina en su Compendio de la historia civil del reino
de Chile, cap. VIII ( Colección de historiadores de Chile, Santiago, 1901, tomo
XXVI, pág. 185 ) , dice que los araucanos se preciaban en su época - él es-
cribió promediando el siglo XVIII - de llamarse aucá, que quiere decir libre. Y
agrega : "Desvanecidos de su valor y de su libertad ilimitada, se creen los solos
que merecen el nombre de hombres sobre la tierra. Igual noticia trae en el libro
II, cap. I, donde escribe que el pueblo araucano ama con gusto ser llamado “aucá”,
esto es franco o libre . Es lógico, pues, que estos aucás, al unirse a los puelches
o serranos, los impulsaran hacia el malón y fueran el verdadero peligro de que
se habló en los documentos rioplatenses del siglo XVIII .
24 LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS

sueltos, a las poblaciones avanzadas ( 9 ) . Y fué entonces cuan-


do pudo advertirse, en el Río de la Plata, cómo era de defi-
ciente la legislación a que me he referido en el capítulo I. En
seguida veremos cual fué el proceso que llevó a esa comproba-
ción, y qué actitudes se asumieron frente a ella.
2. Relaciones con los españoles : el proceso del tratamiento
en la vecindad de Buenos Aires : escasez de indios : pídese la in-
troducción de negros para reemplazarlos : los indios "foraste
ros". Queda dicho que el conquistador, desde el mismo año
1580, en que se refundó la actual ciudad de Buenos Aires , entró
en trato con el indígena comarcano, y que hasta fines del siglo
XVII, éste no constituyó un peligro. Veamos , ahora, cuál fué
el proceso de esas primeras relaciones y cuáles las circunstan-
cias en que el indígena vino a plantear un problema ( 10) .
Por constancias concretas de la investigación erudita, sá-
bese bien que el repoblador de Buenos Aires incluyó, entre las
providencias iniciales de su cometido , el reparto de los indígenas
lugareños. Si bien es cierto que ello no tuvo efecto de inmedia-
to, no demoró, sin embargo, mucho tiempo , pues distribuida la
tierra de la nueva ciudad en octubre de 1580, antes de dos años
Garay hizo el repartimiento de los indígenas. El acta oficial
de tal reparto fué extendida en Santa Fé, lugar de residencia
del fundador, ante el escribano del cabildo, Pedro Fernández ,
el 28 de marzo de 1582 ( 11 ) . Los indios fueron repartidos en
61 encomiendas, cada una de las cuales tenía a su cabeza un
cacique - naturalmente dependiente del encomendero - y es-

(9) Latcham ( Organización social, etc. de los antiguos araucanos, pág.


261 ) , es partidario, no sólo de la comunicación y contacto permanente entre los
pueblos de uno y otro lado de los Andes, sino, también, de la hipótesis de que
fué una raza pampeana prehistórica, la que, procediendo de nuestro actual te-
rritorio, cruzó la Cordillera y conquistó a los que ocupaban gran parte del territorio
chileno. Ese pueblo conquistador se fusionó al autóctono y dió origen a la raza que
los españoles hallaron al llegar a la región. Como se echará de ver, los araucanos
serían así, unas veces conquistadores y otras conquistados. Esta hipótesis de
Latcham, que dista mucho de ser antojadiza, ha sido combatida, a mi juicio sin
éxito. En un reciente trabajo titulado Los indios de la cordillera y la pampa ( “ Re-
vista chilena de historia y geografía", julio-septiembre, octubre-diciembre de
1929, tomos LXII, y LXIII Nº 66 y 67 pág . , 250 y siguientes, 136 y siguientes )
Latcham reafirmó sus anteriores opiniones y descalabró los argumentos de quie-
nes se oponen a su tésis, cada día más sólidamente fundada.
( 10 ) García Santillán ( Legislación sobre indios del Río de la Plata en el
siglo XVI ) , que debió tratar el punto, no lo ha hecho, aunque en los capítulos
IX y XI estaba obligado a abordarlo.
(11 ) El documento se halla en el Archivo General de la Nación.
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 25

taba formada por todos los naturales sujetos a tal jefe indíge-
na. La zona ocupada por esos aborígenes era, según todos
los indicios, la comprendida entre las poblaciones actuales de
la capital y de Baradero. De los indios del sur y del oeste de la
nueva ciudad, no parece haberse ocupado por entonces el fun-
dador ( 12 ) , quizá, como es indudable, porque no tenían asientos
fijos y sólo recorrían la zona en épocas propicias a la conquista
de su medio de subsistencia ( 13) .
Con el reparto en cuestión comenzó el tratamiento en esta
parte del Río de la Plata. Pocas constancias quedan del resulta-
do que dió ese trato, aunque anden por ahí, perdidas en la cró-
nica tradicional, una que otra referencia a levantamientos de

(12 ) No quiero desaprovechar la oportunidad que se me brinda para rec-


tificar al señor Groussac en un asunto que vá internamente vinculado a éste que
abordo. Me refiero a su rotunda aseveración de que el valle de Santana o Santa
Ana, que Trelles y el P. Larrouy ubicaran en el pago de la Magdalena, se halla-
ba situado en el paraje de las Conchas . Al tema ha dedicado Groussac las pá-
ginas del tomo X de los Anales que ván de CCLV a CCLV, abusando de su recono-
cida habilidad para zaherir con elegancia. Pero para su desventura, el documento
definitivo que él no halló, me ha sido dado encontrarlo a mí . Trátase de una pe-
tición formulada por Juan de Noario Fernández y otros para levantar una capilla
en el pago de la Magdalena, lugar conocido por Atalaya y Valle de Santana. Es
de 1765 y se halla en el Archivo de la Notaría Eclesiástica del Arzobispado, leg.
166, doc . No 45. Toda la argumentación de Groussac cáe ahora por tierra y aquella
declaración suya de la pág. CCLX de los Anales, acerca de la inexplicable coinci-
dencia de un documento publicado por Trelles con el acta del Repartimiento de
Garay, que lo llevó hasta sospechar adulteraciones en el texto de los papeles in-
sertados en el Registro Estadístico, adquiere así una singular importancia. En
efecto : las coincidencias son categóricas, y no por otra razón sino por la de que
el valle de Santa Ana era parte integrante del pago de la Magdalena . Lo que
ofuscó a Groussac fué la mención en el documento de 1580, del gran Paraná .
Pero es que el maestro olvidó que así solían llamar entonces a nuestro terroso
estuario . Como se vé, también puede aplicarse a él lo que él dijo de alguno de
sus antecesores : de cuando en cuando, dormíase Homero ... En una próxima
monografía, que editara la Facultad de Humanidades de La Plata, dejo aclarado,
definitivamente, el complicado asunto . Anticipo ahora, siquiera sea para dar segu-
ridad de lo que constituye la base de mi aserto, que en la cartografía del siglo XVI
- en particular en la portuguesa ---- el río Salado aparece nombrado río de Santa
Ana, y que la región de la costa que se halla al norte de su curso, se presenta limi-
tada, hacia el oeste, por un cordón de sierras . En realidad aquello parecería un
valle . La designación, pues, le vendría de tal circunstancia .

(13 ) Madero (Historia del Puerto de Buenos Aires, 230 ) dice que el nú-
lógicamente, debió ser mayor. Las informaciones que tráe Ruy Díaz de Guzmán,
(La Argentina, libro I, cap . IV ) , autorizarían a pensar que todos los indígenas
de la región fueron repartidos, pero el mismo cronista nos suministra en el lugar
citado, precisamente, datos que nos permiten creer que solo lo fueron los radica-
dos al norte de la nueva población. De los indios de la parte sur, dice Ruy Díaz
que eran pocos, que no eran labradores, que vivian de cassa y resquería y que
no contaban con pueblos fundados ni lugares ciertos de ubicación, más o menos
permanente.
26 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

los indios contra los españoles que los dominaban ( 14 ) . De


todo cuanto se dice, seguramente lo único cierto y positivo es
el alzamiento del cacique Bagual, pero que fué muy poste-
rior a la fundación, desde que se consumó hacia 1604, y de
cuyas consecuencias me he de ocupar a su tiempo . Como quiera
que sea, sin embargo, las relaciones de los conquistadores con
los indígenas, iniciadas en el modo en que queda establecido, se
mantuvieron desde esa época sin mayores variantes. Las en-
comiendas iniciales funcionaron con la normalidad que era
posible en esta zona desprovista de las riquezas que hacían
famoso al Perú. Siete años después del reparto, el 12 de mayo
de 1589 , el procurador de la ciudad, Miguel Navarro, compa-
reció ante el cabildo y solicitó que, en cumplimiento de la ley,
se dispusiera el registro de todas las encomiendas , con el
propósito de saber quienes tenían indígenas a su cargo, y cuáles
repartos estaban vacantes. El cabildo se pronunció en favor de
la medida y mandó echar el bando correspondiente ( 15) . Tal es
la primera disposición que he hallado referente al asunto que
trato. Que las encomiendas no debían ser ni muy numerosas, ni
muy abundantes en individuos capaces de trabajo, y ni siquie-
ra muy estables, parece ser la única suposición que puede ha-
cerse, con valor lógico, frente a las manifestaciones que for-
mulara, en 1599 , el entonces gobernador de Buenos Aires , don
Diego Rodríguez Valdéz y de la Banda ( 16 ) . En carta al rey,
este funcionario afirmó que la pobreza de la región, que era

( 14) La leyenda viene de lejos. La imaginó Centenera, quien en el canto


XXI de su hilarante Argentina relata, en trabajoso verso, un ataque llevado
contra Buenos Aires, a poco de fundada ésta, por un cacique de nombre Ta-
boba, de quien nos dice que era valiente y animoso y que andaba por el campo muy
furioso. A Centenera siguió Guevara ( Historia del Paraguay, libro III, dec. VII,
parte I ) que sazona el relato por cuenta propia, y nos habla de un ataque ge-
neral de los indios comarcanos, el cual provocó una reacción enérgica de Garay,
tan resuelta que terminó con una carnicería de los sublevados, consumada al sur
de Buenos Aires, y en un lugar que desde entonces, hasta ahora, lleva el nombre
del suceso : Matanza . La crítica, sin embargo, rechaza esa noticia, indocumen-
tada todavía, y lo hace sobre el suelo firme de testimonios fehacientes que prue-
ban que los indígenas comarcanos de Buenos Aires, hacia 1580 , si bien eran ca-
paces de raterías, especialmente nocturnas, no ofrecieron nunca al poblador la
resistencia que importaría el recordado episodio. ( Véase : Groussac : Anales, V,
pág . 304, nota 3 ) . No está demás advertir que el relato original de Centenera,
aparecido en 1602, fué abultado e identificado el supuesto suceso que recordara
el Arcediano con otro posterior en casi un cuarto de siglo .
(15) Acuerdos del cabildo, I, págs. 22 y 23.
(16 ) Comunicación del 20 de mayo de 1599, ( Archivo de Indias : 74-6-21 ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 27

mucha, tenia su orígen en la falta de encomiendas, "a causa de


ser los indios de esta tierra gente que no tiene casas, ni asiento
y que a puro andar tras ellos los traen, y con dádivas los sus-
tentan, y con todo eso se les van al mejor tiempo ..." ( 17) . Co-
mo se echará de ver, si en tales condiciones el indio no consti-
tuía un gran peligro, provocaba, sin embargo, graves tropie-
zos. Me refiero a la falta de brazos para la recolección de la
cosecha, que él sólo podía ofrecer en la medida de lo necesario
(18) . A ello se debió que se extremaran los medios para reducirlo,
y , sin duda alguna, a tal actitud, a su vez, el alzamiento que
siguió de inmediato. El más serio fué el del cacique Bagual, jefe
de una tribu de indios que vivían entre las Conchas y Campana,
según cree Groussac, y contra quienes hubo que proceder con
energía. A los tubichaminies se los arrancó en masa de su
lugar de orígen, y se les dió ubicación en la vecindad de la ac-
tual localidad de Río Santiago ( 19 ) . Estos indios cuyo conjun-
to vino a constituir el primer núcleo de población rudimentaria
que avanzó hacia el sur de Buenos Aires , procedían de la en-
comienda que, en 1582 , fué confiada al hijo natural del fun-
dador : Juan de Garay, el mozo. Poco duró, a pesar de todo, el
fruto del traslado, pues los indios de esa reducción la abandona-
ban con frecuencia y andaban por las pampas a coxer cavallos
y caça de cuya carne se sustentaban ( 20 ) . El problema para
Buenos Aires era realmente serio pues, como antes del alza-
miento de Bagual, se carecía de brazos para las tareas agríco-
las. Algunos encomenderos poco escrupulosos aprovecharon esta
escasez de obreros naturales para alquilar los indios que tenían
a su cargo, a precios tan elevados que, en 1607 , el cabildo tuvo
necesidad de intervenir para poner coto al abuso ( 21 ) . Pero
con tal intervención y todo, las cosas se tornaron tan apremian-
tes que en 1608 húbose de recurrir al expediente de solicitar
la introducción de negros esclavos, porque no hay naturales en la

(17) Quesada : Los indios en las provincias del Río de la Plata, en la re-
vista Historia, I pág . 307 .
(18 ) El recordado gobernador Valdéz dice en su carta, precisamente, que
tal es el daño que provoca la falta de indígenas.
(19) Registro Estadístico, 1860, II, pág. 26 y Carbia : Historia eclesiástica,
I, pág. 115.
(20) Groussac : Anales, X, pág. CCLVII.
(21 ) Acuerdos, I, pág. 441.
28 LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS

tierra, dijose al rey en el petitorio ( 22) . La actitud hubo de


pasar del pedido de esclavos al hecho del préstamo de indígenas
de otras regiones de América, pues en 1610 aparecen en Bue-
nos Aires, ocupados en trabajos agrícolas, indios forasteros,
venidos del Perú, de Tucumán y de Chile ( 23 ) . El número de
tales forasteros debió crecer pronto porque el visitador Alfaro,
en 1611 , advierte que son muchos y que están sin bautizar, y
terminantemente dispone que sean adoctrinados (24 ) . Por su
parte el cabildo, en 1613, resuelve lo mismo, encargando de la
tarea a un religioso franciscano (25) . Como el número de esos
indígenas fué en aumento, formóse con ellos el curato de natu-
rales, que en 1614 estaba en pleno funcionamiento , y a su frente
un sacerdote de la orden de frailes menores ( 26 ) . Esta prospe-
ridad duró poco, pues interpretando disposiciones del visitador
Alfaro, que afirmó que los indios no estaban obligados a tra-
bajar por jornales, sino, simplemente, a pagar tributo con su
labor personal, los indígenas forasteros se desbandaron , dejan-
do a Buenos Aires y sus contornos en verdadera penuria de
brazos . El procurador de la ciudad, don Manuel de Frías, así lo
dijo el rey en carta de 1616 ( 27 ) . Y las cosas fueron tan de
mal en peor, que hacia 1639 el cabildo se vió obligado a ordenar
al correguidor que tenía a su cargo a los charrúas de la otra
banda, que enviase diez indígenas a Buenos Aires, para que se
encargasen de pescar y proveer con su pesca a la ciudad ( 28 ) .
Y así se hizo.

3. El peligro de los pampas : su aparición en la región de


Buenos Aires : los pampas y los serranos : la “maloca" y sus efec-
tos . Mientras los indios reducidos iban mermando, como queda

(22 ) Acuerdos, II, pág. 11.


(23) Acuerdos, II, 228 y Quesada : Los indios en las provincias del Río de
la Plata, en Historia, I, 314.
(24) Acuerdos, II, 364 y 377.
(25) Acuerdos, II, 458.
(26 ) Acuerdos, III, 112. Según lo que tengo dicho en mi Historia eclesiástica
del Río de la Plata ( I, pág. 78 ) , este curato de naturales, aunque con intermi-
tencias, funcionó desde fines del siglo XVI, y tuvo carácter de parroquia inde-
pendiente recién durante el obispado de Mancha y Velazco .
(27) Archivo de Indias, 74-4-21 .
(28 ) Los charrúas de entonces no ofrecían los peligros de los que, 30 años
antes, asaltaban las embarcaciones que iban a Santa Fé ( Acuerdos, I, 204 ) y con-
tra los que hubo necesidad de expedicionar en 1607 ( Idem. pág. 398 ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 29

visto, acrecíase la población en la pampa circundante. Hacia


1635 hubo entre los pueblos que lo ocupaban un choque san-
griento, que terminó con un pacto de paz ( 29 ) , y algunos años
después, uno de ellos -el de los serranos,-comenzó a amenazar
seriamente desde las vecindades del río Saladillo . Esto ocurrió
en 1659 y la amenaza fué tal que el cabildo se interesó en con-
jurarla de inmediato ( 30 ) . Entre las providencias que tomó
figuran la de prevenir a los indios que debían volver a sus tie-
rras y no pasar hacia esta parte del río aludido, pues si lo
intentaban serían castigados , y la de invitar a los tubichaminies
a que se reintegrasen a la reducción de la que habían hecho
abandono ( 31 ) . Los indígenas no atendieron la indicación y
fueron castigados en la medida que lo permitía la ley : con la
prisión ( 32) . La actitud resuelta de la autoridad atemperó un
poco la belicosidad de los autóctonos, pero no todo lo que pu-
diera creerse. En 1670 , las correrías se repitieron, y esta vez
con tales resultados que el procurador de la ciudad se presentó
al cabildo pidiendo inmediato remedio (33 ) . Estudiábase éste
cuando se vino en noticia de la gravedad que el asunto entraña-
ba y se resolvió, - como ocurría en los casos extremos, ―
convocar un cabildo abierto. Celebróse la reunión el 10 de mayo
de 1672 , y súpose en élla que los indios serranos estaban en
alianza con los de Chile y se proponían llevar a cabo un re-
suelto avance hacia Buenos Aires. Ante semejante novedad,
no se dudó de lo que correspondía hacer : llevarles la guerra
para la conserbaçión desta Ciudad ( 34) . La resolución fué eje-
cutoriada y dos años después, en cabildo del 12 de septiembre
de 1674, reafirmada con la disposición de aplicar el artículo 67

(29) Documentos referentes a la sublevación de los indios serranos con-


tra los pampas, 1635-36 . Ms. de la colec . Mata Linares, Academia de la Historia
en Madrid, tomo 11, folio 1-2 . ( Torre Revello : Documentos referentes a la histo-
ria argentina . Publicaciones del Instituto de investigaciones históricas de la Fa-
cultad de Filosofía y Letras, Nº XLVII, págs . 26 y 24, Buenos Aires, 1929 ) .
(30 ) Acuerdos, XI, 103 .
(31) Como se recordará, estos indios habían sido trasladados desde las
márgenes del Paraná hasta las del río Santiago, al sur de Buenos Aires, pero
abandonaron pronto el nuevo asiento y se entregaron a la vida nómade.
(32 ) En 1663 eran varios los serranos que se hallan presos en el fuerte
por aver tomado armas contra los españoles - y que en el mes de mayo fueron lle-
vados a la cárcel pública (Acuerdos, XI, 392 ) .
(33) Acuerdos, XIII, 226-227.
(34) Acuerdos, XIII, 428 a 442.
30 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

de la ordenanza de Alfaro, que autorizaba la guerra defen-


siva (35) .
Todas estas medidas , como se echará de ver, no importaban
una solución definitiva, la cual, por otra parte, no se advertía
como imprescindible en virtud de que, hasta ese momento , el
indio apenas constituía un peligro relativo. Fué, por eso,
que en 1675 el gobernador Robles resolvió salir a la campaña
a hacer una especie de recogida pacífica de indios y formar,
con los que lograre reunir, pueblos estables que fueran verda-
dera garantía de su cristianización . Del fruto y resultado de tal
empresa informó al rey en carta del 24 de mayo de 1676 ( 36 ) .
Según allí dice, acompañado solamente por seis personas, re-
corrió los campos limítrofes a Buenos Aires, hasta distancias
de 30 a 40 leguas, con tanto éxito que en ocho días pudo formar
tres pueblos que instaló : uno en la laguna de Aguirre, a
ocho leguas de la ciudad ; otro sobre el Río Luján, a diez
leguas ; y un tercero sobre el Río Areco , en un sitio llamado de
Bagual. El gobernador agrega que facilitó a los indios semillas
de maíz, arados y hasta haciendas. Pero apesar de todo, un
fracaso rotundo coronó esta intentona de conjurar el peligro en
cuestión : Robles no encontró misioneros a quienes confiar los
flamantes pueblos ; la peste de viruela los diezmó casi en segui-
da y el desbande total remató el descalabro (37) . Cuando es-
taba él consumado, llegó a Buenos Aires una real cédula en
lo que se disponía que se adoctrinara a los pampas, indios do-
mésticos, que entran de paz muy de ordinario en la ciudad, se-
gún reza el documento, que estaba fechada el 2 de mayo de
1675 ( 38 ) . La respuesta corrió a cargo del obispo diocesano,
quién después de afirmar al rey que quien lo había informado
acerca de los pampas no debió conocerlos, termina declarando
que tal evangelización era casi imposible porque los nombrados
indígenas andaban vagando en contínuo movimiento por todas
estas dilatadas campañas, sin habitación conocida, y cuando se
introducían en la ciudad era por poquísimo tiempo y du-

(35) Acuerdos, XIV, 152 a 156 .


(36 ) Archivo de Indias, 76-3-9 , ( Quesada : Los indios en las provincias del
Río de la Plata, en " Historia ", pág. 331 ) .
(37) Idem .
(38) Quesada : Los indios, etc. en "Historia", pág. 337 .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 31

rante la recolección de la cosecha ( 39) . La información del


obispo, a juzgar por lo que he logrado documentar, ajustábase
a la realidad del momento. Los pampas resistíanse a ser adoc-
trinados, continuaban sus correrías por la vecindad de Buenos
Aires y sólo asumían actitudes pacíficas, y entraban en acuer-
do con los españoles , al tiempo de recogerse los frutos agrí-
colas (40) . Poco a poco, como naturalmente tenía que ocu-
rrir, el peligro que este estado de cosas importaba fué
perfilándose nítidamente. De acuerdo con la ley, la autoridad
española de Buenos Aires reducíase a echar mano de medios
pacíficos para conjurar el peligro, y llegaba al castigo , — que
era la prisión, como se sabe ― sólo en el último trance. En
1686, buscando ensayar nuevos expedientes para obtener
éxito, el cabildo remitió a la reducción de Santo Domingo So-
riano, situada en la otra banda del Río, a los pampas que fue-
ron hechos presos en una entrada de castigo, pero el resultado
no superó a los anteriores, pues las correrías continuaron sien-
do idénticas (41 ) . Y así fué pasando el tiempo, casi sin varia-
ciones, hasta que en 1711 el peligro vino a definirse, categó-
ricamente, con un ataque a fondo que los indígenas llevaron
contra una expedición que había salido a vaquear ( 42 ) . La

( 39 ) Idem, pág. 337 y 338.


(40) Apoyo la afirmación en numerosos documentos entre los que fi-
guran : Acuerdos del cabildo, XV, 421 y XVI, 302 ; Suárez Cordero : informe al
rey, fechado el 18 de Abril de 1678 ( Archivo de Indias : 76-3-9 ) y Providencia
del Gobernador Garro. - Ms. de la Academia de la Historia - (Torre Revello :
Documentos referentes a la historia argentina , Public. del Inst . de Investig . his-
tóricas, Nº XLVII , pág . 26 ) .
(41 ) Acuerdo, XVI, 302 .
(42 ) Estas expediciones, llamadas también malocas, eran entradas pa-
cíficas en territorios indígenas, cuyo objeto principal lo constituía la reco-
lección de ganado vacuno cimarrón al que se faenaba para la obtención del
sebo y de la grasa que se consumía en la ciudad. En Buenos Aires fueron un
recurso corriente, desde los primeros tiempos de la repoblación . De ello in-
forman, entre muchos otros, los acuerdos del cabildo de todo el siglo XVII (por
ejemplo : I, 398 ; XI, 375 ; XIII, 438 ; XIV, 157, etc. ) . En muchos casos los ma-
loqueros, al propio tiempo que recogían ganado cazaban indios, pero eso fué con-
cretamente prohibido en 1618 por Felipe III, y tal prohibición quedó incorporada
al código de Indias (Recopilación , ley 8, título II, libro VI ) . Hay que tener en
cuenta, para no errar, que por maloca no siempre y en todas partes se entendió
lo mismo. La voz, por de pronto, que en Buenos Aires se usó desde fines del
sigloXVI , es de origen araucano y equivalía a asalto por sorpresa. ( Lenz : Dic-
ccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas ame-
ricanas, Sgo. 1904 1905 , pág . 467, 468 ) . Para los indígenas era el asalto al es-
pañol, y para el español era el equivalente de ataque por sorpresa. Entre no-
sotros, empero, se usó la voz maloca para designar las expediciones de vaquería o
32 LOS ORIGENES DE CHASCOMUS

arremetida, por lo que se supo, la habían llevado a cabo los


aucás confederados, es decir aquellos indios chilenos que pa-
saban a las pampas y de los que he hablado ya en el parágrafo
1 de este mismo capítulo . Del suceso tomó noticia el cabildo, con
asistencia del gobernador, y resolvieron, uno y otro de acuerdo,
enviar compañías de milicianos para que recorrieran la cam-
paña y procedieran a refrenar al enemigo ( 43 ) . No obstante
lo severo de la medida, la más enérgica que para el caso to-
leraba la ley, ella no produjo efecto. Los indios continuaron ata-
cando a cuantos penetraban a vaquear y tan sistemáticamente
lo hacían que, sin hallar otro recurso, se optó por el de prohibir
las vaquerías ( 44) . La disposición que, sin duda, no era la más
adecuada desde que la maloca obedecía a una necesidad vital
de la ciudad, duró poco, y las expediciones al sur, en direc-
ción de ordinario hacia la serranía de Tandil, volvieron a rea-
lizarse como antes (45) . Y para no ser menos, los indios con-
testaron con nuevos ataques a las renovadas excursiones . Las
cosas tocaron así extremos definitivos. Había que acabar con
esa constante inquietud, y el modo de hacerlo era llegar a las

aquellas otras contra el indígena, llamándose malón, siempre, al ataque del indí-
gena contra las poblaciones españolas. No estará demás recordar que entre los
araucanos llamábanse malocas a las hostilidades privadas contra los indios ene-
migos, las cuales consistían en correrías por sus respectivos terrenos. ( Molina,
libro II, cap. II, Colec . de Hist . de Chile, Sg.: 1901, tomo XXVI, pág . 155 ) .
Entre nuestros filólogos las opiniones se concretan así : 19, Daniel Granada ( Vo-
cabulario rioplatense, pág. 266, Montevideo, 1890 ) 2º, edic., que dice : Maloca
"Invasión ejecutada con pillaje y exterminio" . - Antiguamente ( siglos décimo-
sexto y décimo-séptimo ) , incursión en tierras de indios, arrebatando a éstos y re- 1
duciéndolos a cautiverio ...
2º, Segovia (Diccionario de argentinismos, pág. 568, Bs . As . 1911 ) , que es-
cribe : Maloca, "Malón de mamelucos".
Según se echará de ver, históricamente ambos no están en 10 cierto . 1
Por último, y como complemento de todo esto, recordaré que un tratadista
colonial, cuya obra se conserva inédita en la sección de manuscritos de la
Biblioteca Nacional de Buenos Aires : Diego González, admitía tres clases de
malocas, dos injustas y una tolerable . Las tres importaban penetración de es-
pañoles en campo indígena, y la sola tolerable era aquella que se hacía sin
intención de causar daño a los indios. ( Discursos sobre tres especies de malo-
cas, etc. Asunción, 19 de Julio de 1610, Manuscrito No 5134 ) .
(43 ) Acuerdos, serie II, tomo II, pág . 458 .
(44) Acuerdos, serie II, tomo II, 705
(45) La vaquería fué ocupación pingüe en Buenos Aires desde los días
que siguieron a la primera fundación. En el Archivo de la Asunción (Vol. 1,
No 20 ) , he hallado un documento, de fecha 1596 , donde se habla con entusiasmo
de la riqueza de ganado cimarrón que había por aquí y de lo productivo de su
faenamiento. A mi juicio fué este a falta de minas el gran atractivo de
las inmigraciones en el Plata .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 33

medidas radicales. Es ya sabido que la ley no autorizaba lo que


el caso requería, y en ello fincaba la dificultad . Con todo, el
cabildo se apechugó la empresa de dar un corte a semejante
estado de cosas. Y en 1714, a raíz de una denuncia que sobre
tropelías de los indios hiciera el vecino Marco Féliz, y en aten-
ción a las quejas que formulara el procurador de la ciudad,
cabildo y gobernador propusiéronse estudiar el remedio que
la situación imperiosamente reclamaba ( 46 ) . Después de mucho
cavileo, durante el cual hubo quien habló con una claridad de-
susada, llegóse a convenir en que lo que correspondía era bus-
car un recurso que no fuera ni el castigo que la ley señalaba,
ni la maloca o la entrada, que, a la postre, no eran de fruto só-
lido. En efecto, en la reunión del 26 de enero de 1715, después
de enumerar las grandes malocas realizadas desde cincuenta
años atrás, arribóse a la conclusión de que no habían sido de
resultado estable . Díjose en esa reunión, también, que la va-
quería era cosa de necesidad premiosa, pues la ciudad había
menester de grasa y sebo, y que con suprimirla, para evitar los
desmanes del indio , en cambio de dar una solución se introducía
una nueva complicación en el problema. Todo ello visto, la sala
tomó una resolución que era ya salvadora : la de disponer una
entrada militar que, sin dañarlos , ahuyentara a los indios, y a
la que seguiría una adecuada vaquería oficial. La expedición
debía ir al mando del gobernador, el cual procuraría proceder
con prudencia y con la blandura que era de precepto legal . A
pesar de lo categórico de la resolución, la empresa militar no
tuvo inmediata realidad, y en el acuerdo del 21 de febrero de
1715, se supo que ello se debió a la sequía reinante en la zona,
que hacía imposible el mantenimiento de las caballadas del
ejército expedicionario. Pero se hizo más tarde, sin embargo,
y se repitió varías veces después, en años posteriores ( 47 ) . El
resultado, empero, fué siempre el mismo. A los pampas y se-
rranos se habían unido los aucás de Chile y eran éstos, según
dije ya en el parágrafo 1 , los que los estimulaban y los que los
impelían. La insistencia en los avances, la ferocidad cada vez
mayor que en ellos se advertía y el martillar contínuo del in-
dígena en la vecindad de los centros poblados, puso en eviden-

(46 ) Acuerdos, serie II, tomo III, págs. 88 a 90, 93, 139, 164, 165, 166 ,
171 , 172 y 227.
(47) Acuerdos, serie II, tomo IV, pág . 230 y 593.
34 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

cia que había llegado la hora de proceder, sin extraviarse en


cavileos como había ocurrido en 1715. Desde 1730 a 1740, en
que se convino un modo de paz, Buenos Aires vivió en verda-
dero estado de guerra (48 ) . Para hacer frente a la situación crea-
da por el indio, el gobernador de Buenos Aires, resolvió emplazar
tres escuadrones en los tres puntos que ofrecían mayor peligro
y que eran : Magdalena, Matanzas y Arrecifes . Estos cuerpos
armados, que pertenecían a las tropas regulares, no constituye-
ron sino una simple defensa eventual y pasajera. Tal se despren
de del contenido de las actas del cabildo correspondientes al
año 1738. Pero la paz vino, y como consecuencia del pacto a que
antes aludí, estableciéronse los jesuitas, con misiones entre los
pampas, y fueron ellas : la de Concepción, en el Saladillo, a 20 le-
guas de su desembocadura, y la de Nuestra Señora del Pilar, jun-
to a la actual laguna de los Padres. Estas misiones sólo duraron
hasta 1752 , documentando con su fracaso, una vez más, la im-
posibilidad de tener éxito rotundo en la cristianización de tales

(48 ) Pueden verse, para detalles, los siguientes trabajos : Grenón : Los
pampas, pág. 111 ; Leonhardt : La misión de indios pampas, en Estudios, abril de
1924, pág. 298 ; Quesada : Los indios, etc. , en "Historia", pág . 375 ; Revista de
Buenos Aires, tomo V, pág . 31 y 32 ; Salvaire : Historia de Nuestra Señora de
Luján, I, pág . 407 y siguientes, etc.
Expuesto el suceso en síntesis, debe decirse que todos los indios que ocu-
paban tierras en el sur de la provincia de Buenos Aires, del río Salado abajo,
se habían alzado contra los españoles, capitaneados por el cacique Bravo, nom-
bre con el que la gente de la ciudad conocía a Cangapol, un caudillo resuelto y
temerario. El cacique Bravo fué un verdadero azote, que sólo se aquiető el día
en que supo que el gobernador de Buenos Aires estaba resuelto a castigarlo sin
miramientos. Tal ocurrió hacia 1740, año en que sus huestes bárbaras devastaron
la Magdalena. Bravo, con la intervención de los misioneros jesuitas, aceptó la
paz y prometió acatamiento. Pero no era hombre a quien se le podía prestar
crédito . Él y los suyos vivían en una extraordinaria corrupción de costumbres,
de la cual dá idea la fundada inculpación que Concoloncorvo hace a las pampas
de cometer el pecado nefando, hasta en la vida conyugal ( Lazarillo de ciegos
caminantes, pág . 44, de la reedic. ) . Y conviene recordar que fué precisamente
el Cacique Bravo el que, en 1751, barrió con toda la obra misionera del sur,
llegando a amenazar hasta la misma ciudad de Buenos Aires, a cuyas puertas
apareció amenazante. Esto se desprende de lo que informó el P. Strobel en carta
fechada en N. Sra. del Pilar, el 17 de agosto de 1751, y qué ha publicado tex-
tualmente el P. Leonhardt (Estudios, tomo XXVII , Nº II, pág . 136 ) . Acerca
del terror que se apoderó de la gente de la capital al llegar a ella la noticia de
la presencia, en su vecindad, del temible cacique, dá informes, hasta pintorescos,
el célebre P. Falkner en su Descripción de la Patagonia (pág . 96 de la edic .
Lafone) . Para completar el conjunto de datos vinculados al tema, apuntaré, por
último, que las huestes araucanas, que menté más arriba, hacían su entrada
a la pampa por un lugar situado, más o menos, entre los paralelos 39 y 40, pocos
kilómetros al norte de la actual capital del Neuquén. (Véase : Carta esférica de
las pampas de Buenos Aires, facsimil publicado en el "Boletín del Instituto de
Investigaciones Históricas" , de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos
Aires, año VIII, Nº 41, pág. 72 | 73 ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 35

indígenas ( 49 ) . Así las cosas, buscóse al problema otra solución.


4. El plan de defensa permanente : las compañías de blan-
dengues: los fortines. - Después de todos los fraca-
sos conocidos , era evidente que para conjurar el peligro había
que optar por un remedio distinto al usado hasta entonces. Así
lo entendió el cabildo que, a principios de 1751 , retomó el es-
tudio del gravísimo problema. Era, a la sazón, inquietante el
estado en que vivía la campaña bonaerense. Interpretando el
sentir común de todos, don Juan Francisco Barzuco presentóse
a la sala el 5 de febrero de 1751, proponiendo que se creara
una compañía permanente de milicianos a sueldo, a cuyo cargo
estuviera la defensa de la campaña. A los señores del cabildo
la idea pareció excelente, y para tratar sobre ella dispusieron
que se invitara al gobernador a concurrir a su junta ( 50 ) . Citado
para asistir tres días más tarde, el mandatario no pudo deferir
al pedido, a pesar de lo cual el cabildo se reunió y en su sesión
del 8 de febrero convino en crear dos compañías de soldados
milicianos, que estarían formadas por ombres escoxidos, de A
singta ombres cada Una con su Cpn., Theniente, Aferez, etc.
(51 ) . Para cubrir los gastos de este servicio de defensa, y en

(49) El P. Carlos Leonhardt ( S. J. ) , ha historiado, muy documental-


mente, el proceso de esas misiones. ( Véase : Estudios, Nos . de abril a agosto de
1924 ) . Por su parte el P. Guillermo Fúrlong ( S. J. ) , en su trabajo : De ciru-
jano hereje a misionero jesuita ( Buenos Aires, 1920 ) , ha hecho una concreta
sintesis de esa historia ( págs. 13 a 16 ) . Conviene establecer, para no sobrecargar
demasiado el saldo deudor a los indígenas, que en el levantamiento de 1751-52 ,
que dió al traste con la obra misionera, gran parte de la responsabilidad del
suceso cupo, sin duda, al maestro de campo Juan de San Martín, militarote
agrio que, en su afán de solucionar el asunto que entonces preocupaba, se pasó
resueltamente a la otra alforja. Mató, hasta por propia mano, a indios pacíficos
e indefensos, castigó en los del sur lo que había hecho los del norte, y no supo,
ni de oídas, en que consistía la verdadera y justa severidad . El P. Falkner en su
Descripción, capítulo IV, trae abundantes y precisas noticias sobre algunos des-
manes del temible San Martín .
(50) Acuerdos, serie III, tomo I, págs. 22 y 23. Como he dicho antes, la de-
fensa armada de la frontera, a cargo de tropas regulares, había sido recurso even-
tual y, en consecuencia, de duración precaria . La que propuso Barzuco, pues, era
cosa distinta .
( 51 ) Idem, pág. 25. La disciplina militar de las compañías quedó sujeta a
lo que establecían las ordenanzas del ramo, vigentes a la sazón en Buenos Aires .
Tal fué la resolución del cabildo, por lo menos. En cuanto a los milicianos no
hay para qué decir que eran simples paisanos cuyo equipo militar se reducía,
de ordinario, a un buen caballo y a una mejor lanza. A tal suerte de soldados
llamóseles blandengues, voz genuina del Río de la Plata y privativa de estos
defensores de la frontera. Etimológicamente blandengue parece provenir de la
habilidad que tales soldados tenían en el manejo de la lanza, blandir la cual,
según es sabido, equivale a moverla en actitud amenazante y como para dar
36 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

atención a que la ciudad estaba exausta de caudal, se optó por


arrendar las salinas , sacándose a remate el estanco sobre la
base de que el arrendador, a quien se fijó precio por fanega,
gozaría de exclusividad en la explotación del producto. Resol-
vióse, además , que como con el producido del arriendo en cues-
tión no se alcanzaría a cubrir el costo del mantenimiento de
las compañías , se suplicase al gobernador la aplicación de al-
gunas vacantes de la tropa de presidio. El mandatario convino
en ello, pero como se comprobara que con todo lo así reunido no
bastaba ni se contaría en el acto con los recursos, dispúsose
citar a cabildo abierto ( 52) . Este se reunió el 1º de abril de 1751 ,
sin asistencia del gobernador, y aconsejó que los recursos in-
mediatos se tomaran de un impuesto extraordinario, que grava-
ría el comercio de cueros (53 ) . El cabildo consideró la pro-
posición en su acuerdo del 3 de abril, y como advirtió que
la creación de un nuevo impuesto podía gravitar sobre la con-
ciencia de los miembros de la sala, decretó que antes de proce-
ceder a la aplicación de la medida se pasara el caso a consulta
de teólogos . Así se hizo , en efecto, y los teólogos opinaron, tiem-
po después, manteniéndose su vista en reserva. Iba, en tanto,
transcurriendo el tiempo . Los cabildantes no se resolvían y los
indios, en cambio, intensificaban sus ataques. En enero de 1752,
viendo la lentitud con que el asunto marchaba , el cabildo, des-
pués de considerar que si el impuesto a los cueros lograba per-
judicar a los ganaderos, más daño sufrirían éstos con dejar sus
campos a merced de los indígenas , resolvió crear los impuestos
en cuestión . El gobernador púsole el cúmplase al acuerdo, y a
fines de enero de 1752 entróse a organizar las compañías (54) .
El trámite duró algún tiempo ( 55) . A mediados de abril la

mayor violencia al golpe que se proyecta asestar. Recordaré, por último, que
las tres compañías en cuestión tenían una designación propia y distintiva. Una
llamábase la Valerosa, otra la Conquistadora y la tercera la Invencible. Andan-
do el tiempo, el número de compañías fué aumentando y se les dió a los soldados
un uniforme vistoso. En 1803 eran 6 las compañías y el vestuario de sus com-
ponentes : "casaca corta azul, vuelta, collarín, solapa y calzón encarnado ; bo-
tón blanco , con un galón estrecho en el collarín" . ( Véase : Araujo : Guía de fo-
rasteros, pág. 486 de la reedic . ) .
(52 ) Idem, pág. 49.
(53 ) Idem, pág. 57 y 58.
(54 ) Idem, págs. , 92, 161 , 162, 163 y 165.
(55) Idem, págs . , 168 , 169 , 181 , 187, 199. El rey, por cédula del 7 de sep-
tiembre de 1760, aprobó la imposición de ese impuesto. (Documentos para la
historia del virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires, 1912 , tomo II, pág. 8. ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 37

primera de ellas estaba formada con un total de cien plazas.


Pero no pudo hacerse más. Los fondos no alcanzaban , pues eran
exiguos (56 ) . A pesar de todo y como las necesidades apremia-
sen, durante el cabildo del 17 de mayo de 1752, se convino en que
las compañías serían tres, con cincuenta hombres cada una, y
que se establecerían en : el Salto , sobre el río Arrecifes ; en la
Laguna Brava, arriba del pago de Luján ; y en la Laguna de los
lobos, entre el pago de Matanzas y Magdalena ( 57 ) . En esa
Laguna de los lobos, o en sus inmediaciones , situóse la compa-
ñía que debía dar orígen al fuerte de Zanjón, cuya historia es
la que particularmente nos interesa ( 58) . Según las averigua-
ciones que tengo realizadas , en agosto de 1752 la compañía
a que me refiero hallábase en formación , y a mediados de no-
viembre estaba ya en funciones y establecida ( 59) . Tan ello era
así que fué ésta la compañía que, a pesar de la protesta del ve-
cindario, destinóse a proteger las reducciones que tenían los je-
suitas en el sur, atacadas como se sabe, en 1752 ( 60 ) . El lugar
elegido para el establecimiento definitivo de la compañía fué
el Zanjón, un paraje situado sobre esta margen del río Sambo-
rombón, y frente al lugar en que, después de la paz que se ajustó
con él, quedó establecido el cacique Bravo (Cangapol ) ( 61 ) .
Como lógicamente tenía que ocurrir, las compañías, poco a po-
co, fueron cercando con defensas adecuadas el lugar que ocupa-
ban ; y tal resultó el orígen de los fuertes, los cuales, por otra
parte, habían sido mandados establecer en el cabildo del 17 de
mayo de 1752. El del Zanjón tuvo necesidad de aparecer presto,
pues el cacique Bravo, que a ratos se simulaba amigo de los espa-

(56) Idem, pág . 199.


(57) Idem, 212.
(58 ) La nombrada laguna figura en el mapa de Falkner entre los paralelos
35 y 36, y debió ser una de las que pertenecen hoy al partido de San Vicente .
(Véase las planchas I y II ) .
(59 ) Acuerdos, serie III, tomo I, págs. 233 y 254.
(60) Idem, 257.
( 61 ) Véase la plancha III. En la plancha III ( 1 ) , indico el lugar aproxi-
mado en que presumo que se situó la compañía. Me valgo para hacerlo de diversos
documentos pero, en especial, del "Mapa geográfico que comprende todos los
modernos descubrimientos de la Costa Patagónica", mandado formar, en 1788 , por
el virrey Loreto y que ha sido reproducido por Torres Lanzas, en la pág. 114 de
su Relación descriptiva de mapas, etc., editada por el Instituto de Investigaciones
históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, Publicaciones,
No VII, Buenos Aires, 1921.
38 LOS ORÍGENES DE CHASCOMUS

ñoles y hasta se hacía pasar por delator de las otras indiadas de


la pampa, constituía un peligro indudable (62) . En el período de
1752 a 1754 ello fué evidentísimo. El capitán Gago, a quien to-
có en suerte la jefatura del lugar, procedió con prudencia y tuvo
éxito. En 1756 renunció, y lo hizo en momentos en que la mo-
desta fortificación estaba medio en ruinas ( 63 ) . Dos años más
tarde se proyecto trasladar el fuerte unos tres cuartos de legua
al sur, (64 ) , pero nada se hizo de inmediato, a pesar de que ese
año, 1758, las indiadas chilenas habían venido a reforzar a los
pampas ( 65) .
No puede caber duda alguna acerca de que el sistema de
las compañías y el de sus respectivos fortines, con deficiencias
y todo, dió resultados apreciables . De ello quedó constancia ex-
presa en el cabildo del 14 de diciembre de 1761 , donde, en
una larga exposición , dijo cosas muy precisas el alcalde de pri-
mer voto (66 ) . Como en años siguientes los ataques de los in-
dios arreciaron ( 67 ) , nadie discutió su conveniencia, aunque
para sostenerlas se fueron gravando algunos artículos de con-
sumo, pero hacia 1768 comenzóse a discutirlas. Afirmóse en el
cabildo del 18 de julio de ese año, que las compañías eran in-
disciplinadas , que los recursos de que se disponía para su
sostenimiento resultaban por demás exiguos , y que lo prudente
era librar a la ciudad de tal carga y pasar la provisión de ofi-
ciales al gobernador que los tomaría de lo que era entonces el
ejército permanente (68) . La cosa pudo complicarse hasta lle-
gar al extremo de extinguir las compañías, pero el vecindario
se ofreció a contribuir generosamente a su sostenimiento ( 69 ) .

(62) Son harto pintorescos los episodios en que intervino este astuto abo-
rigen, al cual los españoles concluyeron por temer hasta cuando parecía más
adicto . (Véase : Acuerdos, serie III, tomo I, págs. 298, 326 , 368, 374 a 78, 396,
444, 451 , 454, etc. ) .
(63 ) Acuerdos, serie III, tomo II, pág. 78. Según luego se dijo, en 1778,
los lugares donde se situaron las compañías eran unas malas barracas. ( Docu-
mentos para la historia del virreinato del Río de la Plata, II, págs . 3 a 16) .
(64) Revista de Buenos Aires, tomo V, pág. 35 ( segunda edic. ) .
( 65) Acuerdos, serie III, tomo II, pág. 333.
( 66 ) Idem, pág . 661.
(67 ) Idem, tomo III, págs . , 411, 415, 428, 483 y 581.
(68) Idem, 641.
(69) Idem, 643.
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 39

El asunto no paró ahí, pues el cabildo, en enero y febrero de


1769, avocóse el estudio del caso, discurriendo sobre cual de-
bía ser la verdadera fuente de recursos para ese sostenimiento,
y hasta buceando en el archivo del cuerpo los antecedentes que
tenía la imposición de arbitrios para tal objeto ( 70 ) . El debate
continuó, mientras el gobernador que lo era entonces don
Juan José de Vertiz - comenzó a pensar si no era más pru-
dente establecer nuevas poblaciones en la campaña que al pro-
pio tiempo de incorporar tierras al haber de la civilización,
hicieran alejarse cada vez más al indígena rebelde . Tal pensa-
miento está de manifiesto en las actas del cabildo correspondien-
tes a los años 1772 y 1773 ( 71 ) . De allí salió la obra del nuevo
plan de fronteras, asentado sobre una investigación, en el te-
rreno, de la peculiar fisiografía de la pampa cercana. Fué éste,
en definitiva, el más adecuado y seguro de los planes para con-
jurar el peligro del indio. Una junta de pilotos proyectó lo
que había de hacerse y de inmediato salieron comisiones a rea-
lizar la empresa (72) . De esos reconocimientos surgió un am-
plio proyecto que en 1775 el alcalde provincial , Diego Mansilla,
concretó ante el cabildo de la ciudad ( 73 ) , y que consistía en no
confiar, exclusivamente, al avance de establecimientos castren-
ses la conquista para la civilización del inmenso desierto, sino,
más que nada, en estimular la creación de nuevos centros pobla-
dos, y en defender a estos con los medios que la ciencia militar
reputase convenientes . Este plan, sin embargo, no pasó de tal,
y en 1777, ante una voz de alarma del virrey Cevallos, el ca-
bildo se inclinó a favor de un proyecto, concretado por el maestre
de campo don Manuel Pinazo, que consistía, substancialmente, en
aumentar las guardias , avanzado a la mayoría de ellas hasta zo-

(70 ) Idem, tomo IV, págs. 13 a 24.


(71 ) Idem, págs. 476, 477 , 482 , 483, 491 , 492, 534, 549, 552.
(72) Angelis (tomo V, Colección de viajes y expediciones a los campos
de Buenos Aires, págs. , 60 a 72 ) , publicó los documentos de esas comisiones : la
de Ramón Eguía y Pedro Ruíz, que hicieron el reconocimiento de los Camarones,
y la de Pedro Pabón que recorrió la zona fronteriza. Además hay constancia en
el expediente promovido por el virrey Cevallos en 1777, con el propósito de conocer
el destino que se había dado al producido de los arbitrios creados para la de-
fensa de las fronteras, que dichas comisiones levantaron planos .... determinando
los sitios que los pilotos encontraron más aparentes para la ubicación de los nue-
vos fuertes . (Documentos para la historia del virreinato del Río de la Plata,
tomo II, pág. 12 ) .
(73 ) Acuerdos, serie III, tomo V, pág. 376 y siguientes.
40 LOS ORÍGENES DE CHASCOMUS

nas distantes ( 74) . A tal medida se opuso el alcalde provin-


cial Mansilla, fundado en el razonamiento de que lo único que
daría resultado era su plan de 1775, que mencioné líneas atrás.
Pero, como luego se verá, el virrey presionaba y hubo necesi-
dad de proceder así. Y en la gestión de realizar el plan de Pina-
zo se estaba, hablándose de una entrada general, aconsejada
por Cevallos, cuando pasó Vertiz a hacerse cargo del virreynato,
y con juicio propio sobre el asunto, tomó las providencias de
que voy de inmediato a dar noticia.

(74) Idem, tomo VI, págs. 87 y siguientes. La región elegida para punto
avanzado era el de las serranías del sur .
III

LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

1. " Entrada general " proyectada por Cevallos : la junta de guerra,


convocada para estudiarla, la rechaza : proyecto de una nueva línea
de fronteras. - 2. Dispónese el traslado del Zanjón : objeciones del
comandante Escribano : ordénase un reconocimiento que realiza
Betbezé a quien Escribano acompaña : resultado de la empresa.
- 3. Avance del Zanjón a Chascomús : fundación del fuerte de
San Juan Bautista : orígenes de la actual ciudad.

Ya se está en conocimiento de todo lo que se había hecho


en el Río de la Plata para conjurar el peligro indígena, desde
aquellas simples entradas primitivas, que nada positivo pro-
dujeron, hasta la creación de las compañías de blandengues y
los fortines en que ellas se albergaban ; y se sabe, también, cuá-
les fueron las más sérias medidas posteriores : proyecto para
el establecimiento de poblaciones estables y resolución subsiguien-
te de mover toda la defensa fronteriza hacia las serranías del
sur. Veráse, ahora, qué cosas ocurrieron después del momento
en que se produjo el cambio del virrey y que es , precisamente,
aquel en que quedó cerrado el capítulo anterior.
1. La "entrada general". - El primer virrey don Pedro de
Cevallos, no bien fué dando solución a los problemas capitales
que determinaron su nombramiento y la creación del organis-
mo virreynal, que, según se sabe, giraban en torno del peli-
gro portugués y sus avances , — puso la vista en los otros asun-
tos vitales que afectaban, directamente, al progreso de los te-
rritorios a su cargo ( ¹ ) . Entre esos asuntos figuraba, por ra-

( 1 ) Informaciones a tal respecto se hallarán en : Ravignani : Creación y


permanencia del virreynato del Río de la Plata ( en Anales de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, III série, tomo I, pág . 413, Buenos Aires, 1916 ) ,
y en: Facultad de Filosofía y Letras Documentos para la historia del virreinato
del Río de la Plata, Buenos Aires, 1912, 3 vls.
42 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

zones evidentes, el problema de la defensa contra el indio. Tan


poco valor acordó Cevallos a lo hecho hasta entonces en Bue-
nos Aires, que el 24 de junio de 1777 dirigió una carta al te-
niente de rey, gobernador interino, en la que, sin ambajes,
declarábale que estaba admirado de saber la indolencia con que
de alguns años a esta parte se toleran en los términos de esta
ciudad las crueldades que los Indios Infieles cometen impune-
mente contra los pobres vezinos de la campaña, y le decía que
era menester ser de piedra para no sentir ni aplicar el remedio
posible a tan graves daños ( 2 ) . Como el virrey agregaba que de-
bían remediarse estos abandonos , siendo su deseo que no se
buelba a oir que los Infieles se han acercado a Nuestra Fronte-
ra y se han vuelto sin castigo , y como esa carta del 24 había
sido antecedida por otra sobre el mismo asunto, el gobernador
interino púsose al habla con el alcalde de primer voto, para que
éste convocara al cabildo , cosa que se hizo de inmediato, invi-
tando al maestro de campo Pinazo, para que, por razones de su
cargo, asistiese al acuerdo y aconsejase lo que, a su juicio, fue-
ra más conducente a satisfacer el deseo del virrey. El acuerdo
en cuestión celebróse el 2 de julio , y a él concurrió, además de Pi-
nazo, el propio teniente de rey ( 3 ) . Después de escuchar lo que
dijera el alcalde de primer voto, que enteró a los cabildantes del
contenido de las dos cartas del virrey, entróse a tratar de las
medidas a tomarse . Sobre cuáles debían ser ellas, el cabildo pi-
dió la opinión a Pinazo, allí presente, y el interesado evacuó de
inmediato la consulta, proponiendo : 1º el avance de los for-

(2) Acuerdos del cabildo , serie III, tomo VI, pág. 87.
(3 ) Idem, págs., 87 a 90. Cevallos no se contentó con esto sino que, ade-
más, mandó iniciar expediente para saber cómo y en qué se habían invertido
los recursos especiales creados para la defensa de las fronteras. Ese documento,
que se encuentra en el Archivo General de la Nación, ha sido publicado por la
Facultad de Filosofía y Letras. (Documentos para la historia del virreinato, tomo
II, págs . 3 a 16 ) . Por él sabemos que nada de lo que dispuso oportunamente el
rey se había hecho hasta esa fecha . Y lo que mandara, al aprobar en 1760
los arbitrios extraordinarios de que se tiene noticia, era que se construyeran
fuertes de importancia en los lugares donde tenían su asiento cada una de las
tres compañías creadas en 1752 , que se formaran pueblos a su alrededor y que
una junta especial administrara, en beneficio de esas obras, el producto de los
referidos recursos. Todos los funcionarios que intervinieron en el expediente in-
forman que nada de eso se ha hecho y que las tres compañías viven en unas
barracas mal formadas o ranchos cubiertos, no habiéndose construido nada que
merezca el nombre de defensa.
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 43

tines : el del Zanjón a los Camarones (4) ; el de Luján a los


Manantiales de Casco ; y el del Salto a la Laguna del Carpincho ;
2º mover las cuatro guardias nuevas, formadas con vecinos a
ración y sin sueldo, creadas poco antes y que actuaban : en el
Samborombón ( Magdalena) , en el Juncal ( Matanza ) , en las
Garzas (Conchas ) y en la Cañada del Arbolito ( Areco ) , mo-
dificando su posición en forma que la de Juncal pasara al Arro-
yo de las Flores y la de Las Garzas a la Laguna del Trigo.
En esta forma, según el parecer de Pinazo, se ampliaba la
zona de defensa y se formaba , prudentemente, un verdadero
cordón inexpugnable. Lo único que no veía bien, en cuanto a la
faz militar, era la conservación de esa milicia de vecinos , re-
cientemente recordada . A tal respecto era de opinión que debía
suprimirse, ordenando las cosas en forma de que toda la gente
fuera pagada del ramo de guerra (5 ) .
La opinión de Pinazo fué aceptada sin más discrepancia que
la del alcalde provincial, que siguió pensando que no era con
avances y con fortines con lo que se lograría contener al in-
dígena. Opinión semejante debió tener el virrey, a quien se dió
vista de lo convenido por el cabildo, aunque discrepara , a su
vez, con el alcalde aludido . Porque, si este entendió que lo pru-
dente era establecer centros urbanos -como se recordará que
opinó en 1775, -el virrey pensaba que había que proceder
manu militari (6 ) . Eso estaba en su temperamento y era ex-
pediente por entonces en auge. De conformidad con su visión
del problema, Cevallos proyectó una entrada general que debía
ser realizada por un ejército de diez a doce mil hombres, y a
quien se confiaría la empresa de penetrar a fondo en el desierto

(4) Los Camarones era un lugar situado sobre el paralelo 36 ; al sur de


Salado y que se caracterizaba por la abundancia de agua, como que estaba
sembrado de arroyos y lagunas. La toponimía no ha variado, y hoy conserva
su designación originaria. Ya se verá, enseguida, como el traslado del Zanjón
a un lugar tan distante, no era cosa que mereciere aplausos. Ello, sin embargo,
los pilotos Eguía y Ruíz, en 1772 , consideraron el lugar muy a propósito. ( An-
gelis, tomo V, Colección de viajes y expediciones, pág. 74 ) .
(5) Acuerdos, serie III, tomo VI, pág. 89 .
(6) No hay que olvidar que Cevallos fué el encargado de barrer de por-
tugueses las tierras castellanas de esta parte de América, y que el hombre no
era de esos que se detienen en detalles. La sensiblería legislativa, por otra par-
te, no se avenía con su modo ordinario de contemplar la realidad. De ahí por-
qué tal pensamiento encuadraba dentro de su línea habitual de conducta .
44 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

y ahuyentar de él, para siempre, al habitante autóctono (7) .


Paréceme inoficioso advertir que tal pensamiento fué el mismo
que había de inspirar después, y especialmente en el período
post- revolucionario, las celebérrimas campañas al desierto . Ce-
vallos pareció tener fé en el éxito de su plan, y estaba aguar-
dando la autorización del monarca para realizarlo , cuando de-
bió entregar el mando al sucesor . Era este don Juan José de
Vértiz, que anteriormente había sido gobernador de la provin-
cia, y que conocía la gravedad del problema que había que re-
solver. Vértiz, que como casi todos los que estaban bien noti-
ciados de las características de la pampa, no parecía muy en-
tusiasmado con la entrada general, resolvió someter el proyecto
de ella a una junta de guerra que fué citada el 22 de agosto de
1778 y que se reunió el día 24 : "en la casa y morada del Tenien-
te de Rey de Buenos Aires. De ella formaron parte los maestres
de campo : Báez de Quiroga, Pinazo, Chavarría, Cavañas y
Amigorena ( 8 ) . La sesión fué preliminar, pues luego de cons-
tituirse la junta pidió que se le entregasen los planes convenidos
y se dispusiese la presencia ante ella de los capitanes de las
compañías de fronteras . Así se hizo, y el 10 de septiembre, en
una nueva sesión, la junta se pronunció contra el plan de Ce-
vallos, que conceptuó impracticable en virtud de la imposibili-
dad de sostener y substentar 10.000 soldados en el desierto,
con los magros recursos del lugar y de la ciudad misma ( 9) .
En substitución del proyecto rechazado, la junta propuso la
formación de una nueva línea de fronteras, que comprendía,
entre otras cosas, el traslado del fuerte del Zanjón a los Cama-
rones y el de Matanza al arroyo de las Flores. Como es fácil
advertir, ese plan era el mismo de Pinazo , uno de los com-
ponentes de la junta. Vértiz aceptó el proyecto y se propuso
convertirlo en realidad .

(7) Archivo general de la Nación, División Colonia, Secc. Gobierno, Sala


VI, cuerpo I, anaquel 1 , Nº 8, año 1778. Mientras se gestaba la realización de
este pensamiento, el 4 de septiembre de 1777, el teniente de rey, gobernador
interino de la plaza, que lo era don Diego de Salas - dispuso, y mandó pre-
gonar, bajo pena de seis años de presidio, que todos los habitantes de la cam-
paña, capaces de tomar armas, estaban obligados a la defensa contra el indio
a la mera insinuación del cabo y sargento que los citase. (Documentos para la
historia del virreinato, tomo I, pág. 218 ) .
(8 ) Doc . cit . (Archivo general de la Nación ) .
(9) Archivo general de la Nación : Gobierno colonial : Comandancia de
fronteras : Buenos Aires : leg . 6, ( años 1757-1809 ) .
LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS 45

2. Dispónese el traslado del fuerte del Zanjón : objeciones


del comandante Escribano : ordénase un reconocimiento que rea-
liza Betbezé a quien Escribano acompaña : resultados de la em-
presa. - No cáe dentro de mis propósitos historiar todas las
incidencias y complicaciones de la gestión que siguió a la junta
de guerra de 1778, y he de constreñirme a solo lo que se refiere
al fuerte del Zanjón . Pues bien : consecuente con su aceptación
del plan de la junta, en febrero de 1779 , Vértiz dispuso que
el fortín fuera trasladado a los Camarones, según se tenía pro-
yectado. La resolución de ejecutar la orden fué comunicada
al entonces comandante del Zanjón, don Pedro Nicolás Escri-
bano, en nota fechada el 9 de febrero (10) . En dicho documento
se advertía a Escribano que a fin de asegurar en esta parte
el acierto de la resolución se le prevenía que tratando previa-
mente este asunto con el sargento mayor del partido , expresase,
con la posible prontitud y detalle, los auxilios que, llegado el ca-
so, necesitaría para verificar la traslación, y se le signifi-
caba que debía hacer saber a los vecinos que era obligación de
todos ellos concurrir con las carretas, bueyes y demás que les
sea dable (11 ) .
El comandante del Zanjón , no bien hubo recibido el oficio
que acabo de recordar, y antes de dar cumplimiento a lo que
en él se le encomendaba, en nota de fecha 24 de febrero de
1779, dirigió una extensa observación al virrey, en la que, en
resumidas cuentas, se oponía, fundadamente, al traslado del
fuerte a su cargo a aquel distante lugar de los Camarones, in-
dicado por Pinazo y aceptado por la junta de guerra ( 12 ) . Fin-
caba la oposición de Escribano en muy atinadas reflexiones.
Decía él, en firme, que el sitio elegido era inadecuado a la fi-
nalidad perseguida, pues se trataba de una eminencia o loma
con una extensión como de seis cuadras en torno, circundada
por dos lagunas salobres, y por bañados que, en invierno , aisla-

(10) Véase el Apéndice, doc . Nº 1 .


(11 ) Apéndice, doc . cit .
(12 ) El Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires conserva, entre
los papeles que le envió la Oficina de Geodesia, dos planos primitivos de los Ca-
marones, que documentan la razón de Escribano. Se hallan en el expediente 58
( 1799-1826 ) , a folios 106 y 114. Efectivamente : los Camarones eran lugares
inundables y poco aptos para el establecimiento de un fortín .
46 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

ban el lugar de toda comunicación ( 13 ) . Pensaba Escribano,


asimismo, que en tales condiciones era de todo punto de vista
imposible conservar allí, sin riesgos, las caballadas de la tro-
pa, que quedarían expuestas a graves contingencias, y hacíase
fuerte, por último, en la consideración de que hallándose los
Camarones al otro lado del Salado, quedaría aislado el estable-
cimiento a crearse en cuanto creciera el río, siendo entonces
fácil a los indios acometerlo con éxito. A juicio de Escribano,
convenido como estaba el traslado del Zanjón porque tal cosa
aconsejaba el plan de fronteras, otro era el lugar que resultaba
aconsejable para tal objetivo . Ese otro lugar era uno llamado
Las Barrancas, distante del Zanjón unas catorce a diez y seis
leguas, y situado en ésta márgen del Salado. Allí había agua,
pues a legua y media se contaba con lagunas, a inmedia-
ciones de una de las cuales durante una gran sequía
- habíanse hecho invernar a las caballadas del Zanjón. Ade-
más era ese un lugar con abundante leña de calidad . A parte
de estas razones, Escribano encontraba que era aconsejable el
traslado a Las Barrancas por que desde allí sería fácil establecer,
a izquierda y derecha, un servicio riguroso de vigilancia, per-
fectamente bien coordinado, y muy posible por las caracterís-
ticas especiales de la región, entre las que figuraba el río Salado
como obstáculo serio para cualquier sorpresa del aucá. Re-
cordaba a este respecto que en una última invasión, los indios
habían sufrido en el Salado un grave descalabro, pues fué en el
río donde perdieron gran parte de su ganado. Por todas esas
razones pedía la suspensión del traslado resuelto y el cambio
de los Camarones por Las Barrancas (14) .
Como es de sospechar, el oficio de Escribano hizo pensar
al virrey que el asunto de la mudanza de fortines no era re-
solución para tomar sin precauciones. Y dando al negocio todo
lo que por su naturaleza reclamaba, dispuso someter el proyecto
de la junta de guerra a un otro y más prolijo reconocimiento
de los terrenos indicados para establecer las nuevas defensas.
La tarea, según el virrey, sólo podía fiarse a sugeto de notoria

(13) La nota de Escribano fué la expresión de su propio juicio, de la


opinión del sargento mayor del partido y de varias personas conocedoras de to-
dos aquellos lugares . Así lo dice en el mismo oficio y en la carta de remisión,
de igual fecha, que figura agregada al documento .
(14 ) Véase Apéndice, doc. No 1 .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 47

inteligencia, aplicación y celo ( 15) , y por considerar que todo


eso concurría en el teniente coronel don Francisco Betbezé,
comandante de artillería en la Provincia, dióle comisión de
hacer un cuidado recorrido de la zona fronteriza y estudiar
cada uno de los lugares más adecuados para los establecimien-
tos proyectados . Betbezé púsose en marcha en seguida. Le acom-
pañaron los capitanes : Juan José Sarden , Nicolás de la Quin-
tana y Pedro Nicolás Escribano. El recorrido lo hicieron, des-
de el arroyo de Arrecifes hasta los Camarones, tocando todos
los lugares importantes, a uno y otro lado del Salado ( 16 ) . La
expedición quedó terminada en el mes de abril y el día 12 fué
remitido al virrey el informe respectivo . En síntesis , la
opinión de Betbezé y sus acompañantes era la de que la línea
fronteriza debía quedar de esta parte del río Salado y la de
que al Zanjón había necesidad positiva de avanzarlo , pasando
el Samborombón, hasta las inmediaciones de la laguna Vitel ( 17 ) .
El virrey convino en ello y dispuso lo pertinente para que el
traslado se efectuase.
3. Avance del "Zanjón" a Chascomús : fúndase el fuerte
de San Juan Bautista : origen de la actual ciudad. -- El lugar
elegido fué la laguna de Chascomús, situada al sud-este de Vi-
tel ( 18) . Recibida la orden, Escribano comenzó los preparativos

(15 ) Comunicación al rey, de 8 de junio de 1779. ( Archivo Indias, 122-5-11,


Audiencia de Buenos Aires, Leg. 58 ) . Véase el Apéndice, doc . Nº 3.
(16 ) Véase la plancha III .
(17 ) En una merced de tierra hecha por el gobernador de Buenos Aires,
don Mendo de la Cueva y Benavides, en 1640, y que publicó Trelles en el Re-
gistro estadístico de 1863 (tomo I, pág . 14 ) , la laguna mencionada figura como
la de Mitel, según la llaman los naturales en su lengua, dice el documento . Igual
designación aparece en otra del mismo año, igualmente publicada por Trelles
(Registro estadístico, 1861, tomo I, pág. 41 ) , y por la que se concede a Luis
Gaytan dicha laguna y la tierra que la rodea hasta una legua de la ceja della
por los cutro vientos . El nombre Vitel, pues, podría ser una corrupción del pri-
mitivo Mitel de los documentos recordados.
(18 ) Chascomús era el nombre indígena de la laguna elegida. Según Fe-
derico Barbará ( Manual o vocabulario de la lengua pampa, pág. 48, Buenos Ai-
res, 1879 ) , Chascomús sería el equivalente castellanizado de Chadi-comú, voz
que expresaría idea de agua salada. Esta afirmación, sin embargo, el propio
Barbará escribe Chasicomú ( pág . 134 ) y nos dice que equivale a "laguna de
agua muy salada" . Sin opinión concreta que oponer a la de Barbará, me pa-
rece prudente no dar como resuelta, por ahora, esta cuestión toponímica. Me fun-
do en que descansando las informaciones filológicas del Manual en el Calepino
chileno-hispano del P. Febrés, hay necesidad de establecer si, efectivamente,
eran indios huilliches los que bautizaron en su lengua a nuestra laguna, pues
si así no fuera, habría que buscar otra etimología . Por de pronto y no
entro en honduras - en moluche, que era la lengua de los hulliches, agua
se decía co, (véase : Falkner : Descripción , pág . 99, edic . Lafone ) , hecho que
48 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

del traslado, haciendo, primero, elección del lugar en que debía


construirse el fuerte y abriendo la zanja para la empalizada.
En esa tarea estuvo ocupado del 27 al 30 de mayo de 1779 ( 19) .

confirmaría el aserto de Barbará, con el cual, por otra parte, se halla de


acuerdo mi distinguido amigo el doctor R. Lehmann Nitsche, quien ( Toponimia
colonial rioplatense, IV, en “Azul” , Abril de 1930 ) , salvando un pequeño error del
autor recordado, asiente en que es la suya una "exactísima definición" . En última
instancia Lehmann Nitsche admite que Chascomús pueda traducirse por : "mu-
chas lagunas saladas" , en cuyo caso habría que convenir en que la voz mu
equivale a la castellana muchas. Pero, todo esto a pesar, insisto en mi punto de
vista, desde que no salimos con estas etimologías del campo de la hipótesis. Cae
de peso que, al fin de cuentas, ellas solo nos descifran parte del problema : Chas-
comús sería agua muy salada, y nada más . La referencia a la laguna no aparece,
y como por Falkner sabemos que los indios de estas zonas hablaban idiomas di-
ferentes ( pág . 98 y 99 de la Descripción ) , hay que convenir en que lo prévio se-
ría establecer cuáles indios la designaron con el nombre que tiene . Reputo, asi-
mismo, que no podrá considerarse fuera de lugar la advertencia de que el nom-
bre de Chascomús no tuvo siempre una grafía pareja . En un documento de 1644,
publicado por Trelles en el Registro estadístico de 1864, tomo I, pág. 33, por
ejemplo, se menciona a la laguna que los naturales llaman de "Sas-comús" ; y
en otro de 1645, dado a conocer en la pág . 35 de dicha publicación, se nombra
a la misma llamándola de Cascomús . Cual sea, a la postre, la grafía exacta, re-
sulta cosa que no es dable determinar . El hecho, sin embargo, de que 135 años
antes del traslado del Zanjón a ese lugar, ya se mencione a la laguna, tiene sí
una importancia capital. Lo digo porque - de acuerdo con mi modo de ver
el problema lo básico para establecer la etimología de la voz, es saber qué
indios la bautizaron con tal nombre . Y los que a principios del siglo XVII re-
corrían la zona, y a los que se refiere Falkner, no eran los mismos, de origen
araucano, que lo hacían en la época de la fundación de Chascomús . Este lugar,
por otra parte, se hallaba, cuando menos desde principios del siglo XVII, dentro
de una zona que llamaría de influencia de los indios de la reducción de Tubicha-
mini, que procedían de una parcialidad de raza guaranítica . ¿ Qué tendría de ex-
traño, pues, que la designación de Sas-comús, Cascomús o Chascomús, fuera de
origen guaranítico y no araucano ? El enigma lo resolverán los lingüistas . Por
mi parte me propongo aclarar, en una monografía próxima, titulada El Valle de
Santa Ana, todo cuanto se relaciona con la ubicación de ciertos lugares del ex-
tenso pago de la Magdalena, la cual pondrá en evidencia, entre otras cosas, que
varias parcialidades indígenas de raza querandí, anduvieron por esas tierras, y
que hacia 1580, muchos sitios de la zona eran conocidos con la nomenclatura
geográfica que los indígenas usaban . Si bien es cierto que la cuestión relativa
a los querandíes está aún en suspenso, no puede negarse, sin embargo, que ésta
es la designación que dán a los naturales de la provincia de Buenos Aires los
hombres de la conquista, y que es ésa, también, la que trae Rui Díaz de Guz-
mán, que escribe a principios del siglo XVII . ( La Argentina, libro I, cap . IV . )
Para Lafone Quevedo ( La raza pampeana y la raza guaraní, págs . 109 y 110 ) ,
los indios de la región que nos ocupa eran de raza querandi-patagón (antigua
pampa) y hablaban una lengua, no muy precisamente conocida, en la que abun-
daban los dialectos . En resumen : los indios que pusieron nombre a nuestra his-
tórica laguna, querandfes o guaraníes, no eran, empero, araucanos y no habla-
ban, por lo tanto, la lengua de éstos. Lógicamente, pues, no es con el auxilio de
gramáticas araucanas con el que debe finiquitar la cuestión en debate . Y ya se
vé, pues, cómo es de prudencia no dar por resuelto el problema vinculado a la
etimología de Chascomús .
(19) En nota fechada en la Laguna de Chascomús, el 28 de mayo de 1779,
Escribano hace saber al virrey que acaba de llegar, y en nota del día 30 comienza
diciendo : El día 27 hal tiempo de marchar para Chascomús, etc. ( Véase : Apén-
dice, docs. 4 y 5 ) . Esto quiere decir que la tarea se realizó entre los días que
señalo en el texto .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 49

El último de esos días dejó "cabada la zanja del fuerte, que no


comenzó a construir por faltar los carpinteros, prosiguiendo
luego atrabajar el foço . Tal fué el primer acto de posesión de
la tierra en que había de levantarse la actual ciudad ( 20) . En
nota del 30 de mayo Escribano informó al virrey que de acuer-
do con la gente de su compañía ha elegido por patrono deste
fuerte a San Juan Bautista y por patrona a Nuestra Sra. de
Mercedes, de todo lo cual pedía aprobación. Se la debieron con-
ceder por que, desde entonces, fecha su correspondencia en el
Fuerte de San Juan Bautista. Este, de acuerdo con el plan de
Betbezé, vino a ser una de las guardias principales . Para que
tal ocurriera, ni el virrey se detuvo a pequeñeces (21 ) , ni Es-

(20) El señor J. Echevarría, en su nota histórica sobre los orígenes de


Chascomús, aparecida en El Argentino de la localidad el mismo periódico en
el que yo hice una publicación semejante, utilizando idénticos documentos, 24
años antes - ha querido transcendentalizar todo lo relativo a la fecha de fun-
dación, que para él debe ser fijado el día 30 de mayo. No haré cuestión de este
detalle, y me avengo a que así quede establecido . Sin embargo, convendría siem-
pre tener presente que el fuerte como tal, con su tropa y su población circun-
dante, no existió hasta fines de junio de 1779. Por otra parte, si la efemérides
se fija el día 30 porque fué ese aquel en que se terminó la zanja, fuera más
lógico establecerla el 28 , en que se dió la primera palada de ella, y que resultó,
también, la fecha del arribo de Escribano a Chascomús. Por su parte el señor
Adolfo Blanc, vecino del lugar, en viaje por España, hà expuesto, también su
juicio sobre el punto, (El Argentino, 3 de agosto de 1929 ) , fallado el pleito
al modo salomónico, pues opina que en realidad la fecha que debiera consa-
grarse es la fecha en que S. M. el Rey, firmó el decreto autorizando las construc-
ciones, que el virrey demando en su oficio de fecha 8 de junio de 1789 ( sic. ) . No
hay para qué decir que el señor Blanc que sintetiza los mismos documentos
que inserto en el Apéndice ( Nº 3 ) , mandados copiar por mí, directamente al
Archivo de Indias, con mucha anterioridad al viaje del distinguido vecino de
Chascomús, poco sabe del problema en debate. Así lo denuncian sus tropezo-
nes, algunos tan inexplicables como aquel según el cual las obras del fuerte
se iniciaron a principios de 1780 , y los otros varios que se registran en el pará-
grafo : La fundación de Chascomús, de su trabajo. Pero, de cualquier modo, es
plausible que haya gente desinteresada que se preocupe de estas pesquisas, aun-
que sea a riesgo de no acertar en todos los detalles .
(21 ) Vértiz ha dejado constancia expresa en su Memoria, publicada por
Trelles la Revista del Archivo, III, pág . 412 y siguientes, de todo cuanto hizo
en materia de fronteras y ha sintetizado la copiosa documentación a que el
asunto dió origen. De ella se desprende que su actividad fué mucha y que su
obra mereció ser aprobada de inmediato por el rey. En efecto, la real dis-
posición aprobatoria es del 12 de septiembre de 1779. Conviene establecer, de
paso, que la región elegida por la autoridad virreynal para adelantar el Zanjón,
aunque distante de la capital del virreynato, no era, sin embargo, terra ignota.
Desde principios del siglo XVII, por lo menos, se hallaba dentro de suertes de
estancia acordadas a pobladores de Buenos Aires, y en sus campos criábanse
ganados en abundancia . En 1644, por el mes de diciembre, el gobernador Ge-
rónimo Luis de Cabrera, hizo merced de todas las tierras que rodeaban a la la-
guna al maese de campo Rodrigo Ponce de León ( Registro estadístico de 1864,
tomo I, pág . 33 ) , y un año después acordó igual gracia, sobre las otras que que-
daban disponibles en la vecindad inmediata, a Francisco de Rivadeneyra ( idem,
50 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

cribano escatimó esfuerzos ( 22) . Efectivamente : llegado al lu-


gar elegido el 28 de mayo, como queda dicho, procedió de in-
mediato a los trabajos preliminares, en la forma que también
acaba de ser indicada, teniendo que vivir alerta, pues los
indígenas no se hallan , entonces, en quietud . De las mismas
informaciones de Escribano se desprende que andaban enre-
dados entre ellos y que era siempre de temer un ataque por
sorpresa. El temor no era infundado, pues el mismo día 27 de
mayo en que Escribano salió del Zanjón para Chascomús, en el
Rincón de Rocha, a orillas del Salado, habían sido avistados
numerosos indios, que si bien podían ser de paz, nada desautori-
zaba la creencia de que fueran de los que se consideraban ene-
migos (23) . En tales condiciones , con escasos medios de co-
municación, y no muy bien provisto de los elementos indis-
pensables para llevar a término las obras, Escribano, empero,
hizo frente a ellas. Para que éstas no sufrieran demora mien-
tras él aseguraba la quietud con un reconocimiento de los lu-
gares vecinos, hasta el Salado, confió la dirección de los tra-
bajos al cabo de dragones Antonio Cosido, y el día 4 de junio
de 1779, salió a realizar su empresa ( 24) . Hasta el día 3 no

pág . 35 ) . De esta donación arranca, a mi juicio, la subdivisión de la tierra en


Chascomús. Los documentos relativos a estos repartos, publicados por Tre-
lles en la compilación que indico, declaran que se trata de tierras vacas, es decir
sin propietario . El valor de estas dos mercedes fue fijado así : para la realizada
a favor de Ponce de León y que tenía dos leguas de frente por legua y media
de fondo, 300 pesos de a ocho reales ; y para la de Rivadeneyra, que medía unas
tres leguas por cada lado, 280 pesos de igual moneda La suma en ambos casos,
era exigüa, pero la autoridad aceptó esa tasación, a los efectos del pago de la
media annata, en atención a que estaban muy lejos desta ciudad y a que, en
el caso de Rivadeneyra, por lo menos, era tierra pantanosa y anegaliza .
(22 ) El señor J. Echevarría, descendiente de Escribano, ha consagrado a
éste, en El Argentino de Chascomús, ( 30 de mayo de 1929 ) , una justa loa y ha
dado a conocer varios documentos, pertenecientes al archivo de su familia,
que dejan bien sentado el buen nombre del fundador del fuerte de San Juan
Bautista. Es lamentable, sin embargo, que por un descuido explicable en
quien no ha hecho profesión de las tareas eruditas, el señor Echevarría atri-
buya a los documentos que glosa un contenido que difiere de lo expreso del
texto. Así, por ejemplo, al dar noticia de la oposición de Escribano al traslado
del Zanjón a los Camarones, hace levantarse a su remoto pariente contra el
comandante Betbezé, que nada tenía a la sazón que ver en el asunto y a quien
Escribano ni menciona en su oficio ; y pocas líneas después, asienta que al acon-
sejar el capitán del Zanjón el traslado de su fuerte a Los Barrancos, indicó que
él se hallaba en la parte de la región que los indígenas llamaban Chascomús, que
en su lengua significaba "País de las lagunas" , nada de todo lo cual figura en el
documento en cuestión, como el lector puede comprobarlo en el Apéndice, doc .
No 2.
(23 ) Nota de Escribano del 28 de mayo de 1779 .
(24) Oficio del día 3 de junio ( Apéndice, doc . Nº 6 ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 51

había llegado a Chascomús ningún vecino ( 25) , reduciéndose la


población española del lugar al grupo de soldados que acompa-
ñaban a Escribano, pues ni el grueso de la compañía estaba aún
en la nueva fundación . Poco a poco fueron arribando, sin em-
bargo, y a fines de junio el Fuerte de San Juan Bautista estaba
en su apogeo. Contra lo que parecía lógico, y a pesar de la or-
den del virrey, los vecinos no se mostraron muy generosos en
prestar auxilios, y Escribano tuvo que hacer frente a todo, con
verdadero denuedo (26) . La defensa del lugar fué alzándose
como convenía. Usáronse en la obra postes de madera resisten-
te — de "yandubay" disponíase en el proyecto - y se le dió
la disposición que era de usanza en la época ( 27 ) . A su turno se
construyeron cuarteles y viviendas, sobre cimientos de ladri-
llos , con paredes de adobe y techumbres de paja. La cubierta
de tejas sólo se usó para el cuarto reservado a la conservación
de las municiones. Igual techumbre correspondió a la capilla.
con que debían contar todos los fuertes , de acuerdo con el uso.
Luchando con dificultades de diversa índole ( 28 ) , Escribano
fué llevando a término su cometido y al iniciarse el año 1780
tenía ya montada toda la defensa y en función de vigilancia
su compañía . En el desempeño del cometido de ésta pudo ad-
vertir que Chascomús necesitaba un complemento consistente en
un fuerte que debía ser situado en la laguna de Taqueño , lugar
que se hallaba hacia la mitad del camino al Monte . Según Escri-
bano, era ése el punto por donde los indígenas realizaban sus
entradas, debido a lo propicio del terreno, abundante en cañadas,
y magnífico para hacer casi invisible la penetración. Opinaba,

(25) Idem .
(26 ) Oficio del 23 de julio de 1770 ( Apéndice doc . Nº 7 ) .
(27) Basta observar los dibujos de la plancha III, para percatarse de que
la disposición aconsejada para los fuertes, en cuanto a forma y obras de de-
fensa, era la misma, típica, generalizada en el Río de la Plata, desde época re-
mota, y a la que se ajustó el mismo Bermúdez con la variante de un saliente
más - al proyectar el de Buenos Aires, a principios del siglo XVIII. (Con-
súltense las planchas del tomo I, de Documentos y Planos relativos al período edi-
licio colonial de la ciudad de Buenos Aires, que editó en 1910 la Municipalidad
de la Capital, bajo la dirección de don Enrique Peña y la Adición a la relación
descriptiva de los mapas, planos, etc., realizada por José Torre Revello, y publicada
por el Instituto de investigaciones históricas, Public. No XXXVIII , Buenos Aires,
1927, págs . 42, 59 y láminas XXXVII a XLI ) .
(28) En nota del 8 de septiembre de 1779, Escribano pide autoriza-
ción para bajar a Buenos Aires con el fin de poner término a las diferencias que
los encargados de la real hacienda tenían con la tropa de Chascomús, a la cual
se descontaba del haber el precio de vestuario, y a quien se objetaba el pago
de la mantención de sus caballerías. Y no fué éste el único tropiezo .
52 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

asimismo, que sin tal obra era tarea difícil librar a los partidos
de Matanza y Magdalena del contínuo peligro de los malones ,
pues la tropa destacada en Chascomús no podía vigilar, con
eficacia, más que las treinta leguas comprendidas hasta el mar,
desde que siendo muchos los montes que cubrían la zona, re-
sultaba tarea larga revisarlos con la prolijidad que exigía la
necesidad de evitar cualquier celada de los infieles ( 29 ) . La
construcción del fuerte en Taqueño, al decir de Escribano, ga-
rantizaría la tranquilidad de esos lugares, y haría que vol-
vieran a poblarlos numerosos vecinos que los habían aban-
donado por el temor a los salvajes (30) .
Así comenzó la historia lugareña de Chascomús que, con
el andar del tiempo, habría de ser un verdadero emporio de
actividad en el sur de la provincia de Buenos Aires ( 31 ) .

(29 ) Nota del 10 de febrero de 1780. ( Archivo general de la Nación, go-


bierno colonial, comandancia de fronteras, Leg. 6 ) . Escribano sabía muy bien
lo que decia, pues sus blandengues tuvieron que mantenerse en vigilancia con-
tínua. Así y todo fueron víctimas de la picardía aborigen . En efecto, hacia 1784,
una partida de exploración, que salió a hacer un reconocimiento, cayó íntegra
en manos del salvaje. Pero Escribano supo salvar a sus hombres y castigar al
indio traicionero .
( 30) Indudablemente el peligro era grande a tal extremo que el mismo
virrey, en octubre de 1780, dispuso que los comandantes de frontera recogieran a
distancia máxima de un tiro de cañón de los fuertes respectivos, a todas las
familias de los que se habían establecido en lugares arriesgados . Y como se
sabía que algunos malos españoles tenían tratos punibles con los indios, y que
hasta dirigían sus malones, en la misma fecha estableció pena de muerte para
aquel a quien se comprobara tal delito. (Documentos para la historia del virreina-
to, tomo I, págs . 304 y 305 ) .
( 31 ) Recuérdase que en 1839 , y en la estancia de Los Talas, el poeta
Echeverría escribió estos versos que dan idea de lo que ya era la actual ciudad :

"Chascomús, pueblo afamado


Por sus fértiles llanuras
Y sus ricos hacendados" .

(La insurrección del sud, poema, canto V ) .


IV

LA INFANCIA DEL NUEVO PUEBLO

1. Reconstrucción del fuerte. - 2. El " primer" capellán célebre . -


3. Proceso de crecimiento del nuevo pueblo : designación del
primer alcalde de la Hermandad : conflicto entre las autoridades
civil y militar : una tremolina popular histórica : las pobres
patricias y un panadero español : lucha por la " libertad de
amasijo" . - 4. Sucesivos ascensos civiles de Chascomús : el
asiento del juzgado de 1º instancia : la " guardia " comienza a
evolucionar : la primera escuela : - 5. Creación de la parroquia :
el primitivo vice- curato : laborioso y pintoresco trámite : decreto
del 21 de Enero de 1825, creando la nueva feligresía de Santa Rosa
de Chascomús.

Aunque preferentemente militar en sus comienzos , la vida


de Chascomús hízose pronto de una marcada característica
civil . La ganadería y la agricultura se desarrollaron préstamen-
te. En seguida se verá cómo, también, dentro del perímetro ur-
bano el crecimiento no fué en saga. Quince años después de
la fundación, Chascomús era ya un pueblecito digno de res-
peto, y aunque no se le incorporó al conjunto de los calificados
hasta principios del siglo XIX , se le miró, desde mucho antes ,
como población de destino próspero.

1. Reconstrucción del fuerte. - Antes de transcurrir cuatro


años de fundado, el fuerte de Chascomús amenazó ruina y hu-
bo necesidad de reconstruirlo. Esta obra fué dirijida, tal como
la primera, por el comandante Escribano. Según lo que el mis-
mo dijo al virrey en oficio del 30 de noviembre de 1784, las
maderas usadas en 1779 habían resultado de mala calidad. La
nueva obra comprendía : la escavación del fozo, la reedifica-
ción de las habitaciones, el levantamiento de nuevas cocinas,
54 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

pues las anteriores fueron destruidas por un incendio en 1782,


y la compostura de todo se había deteriorado ( ¹ ) . En el tra-
bajo se emplearon ocho presidiarios que el virrey envió desde
Buenos Aires, y se echó mano de elementos de mayor consis-
tencia que los usados con anterioridad. La utilización de ado-
bes, por ejemplo, se hizo entonces en gran escala, a dife-
rencia de lo que ocurriera antes en que no se emplearon sino en
muy menguada proporción .
Al tiempo de realizarse estas mejoras, como desde los
comienzos de su vida, Chascomús dependía, en forma di-
recta, de la Comandancia de Fronteras, con asiento en Lu-
ján ( 2 ) , y era, económicamente, miserable. De ello da idea
el hecho de que a fin de proveerse de lo necesario para
alimentar a su tropa, Escribano se veía obligado a otor-
gar vales para descontar en cabezas de ganado, a quién bue-
namente lo quisiese, responzabilizándose el erario real del com-
promiso así contraído. Las obligaciones no debieron cumplirse,
pues fueron varios los que querellaron al comandante Escri-
bano por falta del pago correspondiente ( ³ ) . Pero así y todo, con
tropezones inclusive, el pueblecito se fué formando y creciendo
el número de habitantes .

2. El "primer" capellán célebre. - Entre los sucesos co-


rrespondientes a la época de la reconstrucción que acabo de
recordar, figura uno de relativa importancia : la aparición,
individualizada en los papeles oficiales, de un capellán en Chas-
comús (4 ) . Fué éste fray Marcos Sosa, religioso mercedario,

(1) Nota del 30 de noviembre de 1784, ( Archivo general de la Nación :


Gobierno colonial, comandancia de fronteras, Leg. 6 ) .
(2) En el Archivo Histórico de la Provincia, ( sala I, cuerpo A. anaquel 9,
Escribanía mayor de gobierno, año 1787 ) , se guardan expedientes que certifican
la exactitud de esta aseveración .
(3) En el año 1784 inició juicio contra él la ganadera doña Manuela Ru-
bio y Díaz, viuda del sargento mayor Clemente López de Osornio, y luego le
siguieron otros. ( Archivo histórico, sala I, cuerpo A, anaquel 9, expediente de
1784 ) .
(4) La compañía de Chascomús, como todas las similares, contaba con un
capellán castrense, cargo que, por la regular, desempeñaba un religioso. En el
proyecto de Vértiz, que el rey aprobó, anexo N° 1 a su carta del 8 de junio de
1779. (Véase . Apéndice, doc . Nº 3 ) , figura un capellán para cada fuerte, con un
sueldo mensual de 20 pesos, igual al del cirujano y sólo inferior a los del ca-
pitán y del alférez, el primero de los cuales ganaba 50 pesos, siendo de la mi-
tad la paga del segundo . Los soldados, a su vez, tenían una mensualidad de 10
pesos, los baqueanos 12, los cabos 11 y los sargentos 14. Es de advertir de toda
la tropa debía sostenerse por sí misma y hasta proveerse de caballo . Lo único
que facilitaba la real hacienda era el armamento y las municiones.
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 55

quien alternó las obligaciones de su ministerio con cierta afi-


ción a los azares del comercio. En efecto, el P. Sosa fué, a la
vez, capellán del lugar y socio capitalista de Juan de Andrada,
que se estableció en Chascomús con una tienda. El negocio
no tuvo éxito, porque la gente del lugar abusó del fiado y el
pobre Andrada tuvo que cerrar la tienda y meterse a labra-
dor. Su capitalista, empero, no tuvo piedad de su mala es-
trella, y lo conminó a reintegrale los 400 pesos que aportó como
capital a la sociedad . En 1786 , Andrada, después de arduas fa-
tigas logró reunir 28 fanegas de trigo, libres de todo costo, diez-
mos y primicias, y cuando creía reponerse del trancazo econó-
mico, el capellán se le fué encima y "por propia autoridad", se
incautó de la cosecha. La víctima , desesperada , se dirigió a la
autoridad, pidiendo que, por lo menos, se le devolvieran 15 fa-
negas, se le restituyeran los animales de labranza y se le per-
mitiera emigrar, llevándose sus maderas y enseres. El pedido de
Andrada llegó hasta el virrey, éste incitó al capellán a ser be-
nigno, pero el clérigo se mantuvo en las suyas, abriendo, con el
episodio ingrato, la historia lugareña de la lucha por los in-
tereses materiales (5) .

3. Proceso de crecimiento del nuevo pueblo : designación del


primer alcalde de la Hermandad : conflicto entre las autoridades
civil y militar : una tremolina popular histórica : las "pobres pa-
tricias" y un panadero español : lucha por la “ libertad de ama-
sijo". - Lentamente, como era lógico que ocurriera en un lugar
delante del cual se abría el desierto temido, Chascomús fué cre-
ciendo. Hacia fines del siglo y, con el aporte de las familias ga-
llegas traídas para poblar la costa patagónica, y que fueron des-
tinadas a Chascomús, el pueblo adquirió un gran impulso ( 6) , a
tal extremo que pocos años después se pensó ya en que era lle-
gado el momento de darle representación en el cabildo ( 7 ) . Esto

(5) Proceden estos datos del expediente : Juan Andrada contra Marcos
Sosa, capellán de la guardia de Chascomús, etc. Año 1786188. ( Archivo histórico
de la Provincia, Expedientes) .
(6) Respecto del aporte demográfico mencionado existe una copiosa docu-
mentación en el Archivo de Indias ( 122-7-25 ) , que podrá utilizar, con fruto, quién
desee historiar la geneología de las familias patricias de Chascomús .
(7) En 1801 el virrey Avilés en su Memoria (Trelles : Revista de la Bi-
blioteca, III, pág. 458 ) , hace mención de Chascomús e informa que se han es-
tablecido allí muchas familias pobres .
56 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

ocurrió en 1808, año en que se designó al primer alcalde de la


Hermandad . La designación agració a don Juan Lorenzo Cas-
tro y Rodríguez, que elegido el 1 de enero aceptó el cargo y
prestó juramento el día 13 del mismo mes ( 8) .
Con la designación del alcalde de la Hermandad , se inició un
nuevo período de la vida de Chascomús . Desde ese día dejó de
ser una simple comandancia militar para ascender a cabecera
de partido. El alcalde de la Hermandad ejercía la autoridad del
cabildo en los lugares distantes de la ciudad y era, en defini-
tiva, el juez de más alto rango en su distrito. Al crearse el cargo
en Chascomús, que se había desenvuelto hasta entonces bajo
la sola autoridad militar, presentóse, de inmediato, un serio
conflicto de jurisdicciones . El alcalde designado dió noticia de
ello al cabildo y éste, en acuerdo del 21 de enero, zanjó la di-
ficultad estableciendo que, en materia policial - único asunto
en el que podían superponerse las dos autoridades, el alcalde
gozaba de todas las facultades habituales, inclusive la de apre-
hender a los vagos y ociosos que se refugiaban en el fuero mi-
litar. Completó la resolución solicitando del gobernador las me-
didas necesarias para que el comandante de Chascomús no se
excediera de su jurisdicción , bien determinada, ni se entrome-
tiera a conocer en demandas y otros asuntos concernientes a lo
ordinario (9) . No obstante esta resolución, el conflicto se produ-
jo a consecuencia de que habiendo el alcalde dispuesto que a
cierta hora fueran cerradas las pulperías, el comandante re-
vocó la orden , impartiendo una propia. El cabildo , que intervino
de inmediato, dió razón al alcalde y tomó providencias para evi-
tar la repetición de estos encuentros entre funcionarios ( 10 ) .

(8) Acuerdos del cabildo, serie IV, tomo III, págs. 7 y 22 .


(9 ) Idem, pág . 27. El alcalde hizo su debuto de tal con una moción que
formuló ante el cabildo, proponiendo : 19 que, para evitar robos de hacienda,
todos los conductores del ganado cuyo destino era el abastecimiento de Buenos
Aires, y que iban a Chascomús a adquirir cabezas, con licencia, se presentaran
ante él para tomar razón de lo que extraían ; 29 que siendo crecido el número de
vagos que había en su jurisdicción, se le autorizase a prenderlos y em-
plearlos en trabajos útiles ; 39 que se dispusiera el uso de guías, con las marcas
respectivas, en toda venta de animales ; 49 que siendo numerosos los perros
cimarrones se le facultase para proceder a su matanza ; y 59 que se le fijara ju-
risdicción territorial indicando donde tenía su término la de los alcaldes de Mag-
dalena y San Vicente. (El documento ha sido publicado por la Facultad de Fi-
losofía y Letras : Documentos para la historia argentina, tomo IV, págs. 192 y
siguientes) .
(10 ) Idem, pág. 63 .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 57

Reelecto el alcalde Rodríguez en 1809 ( 11) , la vida de Chascomús


quedó normalizada, ahondándose, cada vez más, la separación
de las dos jurisdicciones .
La paz, sin embargo, no fué definitiva, pues conjurada la
tempestad por el lado de las autoridades , se desencadenó por el
de los vecinos , cuatro años más tarde. La gresca popular tuvo
su orígen en un reclamo presentado el 1 de octubre de 1813 ,
por doña Jacinta Suárez y varias otras "amasadoras” ( 12) , y
en el que se pedía que la autoridad competente prohibiera a José
Comas la fabricación de pan, pues ellas eran pobres Patricias,
cuyos hijos y maridos están sirviendo al Estado y a la Patria.
Como se echará de ver, apetecían la exclusividad en la fabrica-
ción del pan de consumo en Chascomús . Comas respondió a las
pobres patricias que era tan panadero como ellas, y que la autori-
zación que tenía para hacer amasijo era tan válido como el de
cualquier vecino alcanzado por la franquicia de amasar hasta
una fanega de harina . Agregó, además, que las patricias - y
usó el término con sorna - no hacían pan del peso que señala-
ba la ley, es decir de 11 onzas, sino de 6, y que si el público con-
sumidor prefería el suyo al que fabricaban las damas, era
por razones de conveniencia y en virtud de que deseaban
peso y no palabras. A este respecto afirmaba Comas que esta-
ba seguro de que su pan sería siempre mejor aunque sus con-
tricantes pusieran, en los de su respectiva fabricación, grandes
letras que dijeran : Patria y Patricias ( 13 ) . Finalmente, Comas
respondió a lo que manifestaran las amasadoras acerca del ser-
vicio que sus deudos prestaban a la Patria, diciendo que él
también la servía cultivando la tierra, fomentando el progreso y
dando trabajo a mucha gente. Por último, declaró que amante
de la paz, como era, dejaría de amasar para no ser causa de
inquietud pública. Pero, contra lo que se esperaba, no paró aquí
el litigio. Y se verá por qué.
Era, en esa época, comandante de Chascomús don Fermín
Rodríguez, quién , procediendo con cordura, creyó que lo que

(11 ) Idem, pág. 407 .


( 12 ) Se llamaban : A. de Santiesteban, Marcelina Guillen, María Guillen,
Cecilia Lencinas, Josefa Sonza, Juana Josefa Moreno, María del Cármen Díaz,
Paula Domeses, Dominga Abeldaño, Francisca Suárez, Tadía Sosa e Isabel Aba-
los . Esta última era la única que sabía firmar . Los demás lo hacían a ruego .
( Archivo histórico, exp . 1813 ) .
( 13 ) Expediente citado, folio 3.
58 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

correspondía era dar a cada uno lo suyo. Así lo hizo. Para lo-
grarlo estudió a fondo el asunto y llegó a la conclusión de que
Comas tenía iguales derechos a los otros vecinos, y que si bien
era cierto que vendía más pan que todas las patricias, debíase
ello a que lo fabricaba de mejor peso y más cumplida calidad
( 14) . Y como la población había aumentado con los confinamien-
tos políticos, no era justo restringir la fabricación de pan. En
consecuencia de ello, autorizó a Comas a fabricar todo el
pan que le pareciese prudente y dispuso que, en adelante, cuan-
tos amasaran debían ajustarse al arancel del cabildo de Bue-
nos Aires . Contra tal resolución hubo una protesta : la de la
patricia Suárez, que contestó a Rodríguez que en su casa nadie
mandaba, y que haría lo que se le antoxase, acompañando esta
manifestación con otras insolencias ( 15 ) . El final de todo fué
la libertad de amasijo establecida, con ajuste a un arancel, el 17
de mayo de 1815. Así quedó derogado el supuesto privilegio de
las patricias ( 16 ) .

4. Sucesivos ascensos civiles de Chascomús : el asiento del


juzgado de 1º instancia : la "Guardia" comienza a evolucionar :
la primera escuela. Ya está dicho que en 1808, al crearse el
cargo de alcalde de la Hermandad para Chascomús, el fortín
inició una nueva vida, perdiendo, en su beneficio , el carácter de
simple reducto militar, plantado en los confines del mundo ci-
vilizado. A partir de entonces su progreso fuése acreciendo, y
si bien es verdad que en los documentos públicos de la era inde-
pendiente se le sigue nombrado guardia , su participación en la
vida civil del país es incuestionable. Sin interrupción, todos los

(14) El comandante de Chascomús era padre del que más tarde fuera go-
bernador de la Provincia : don Martín Rodríguez . A éste le fué remitido , desde
Chascomús, un panecillo patricio que pesaba 5 onzas cuando el arancel fijaba en
11 el peso ordinario.
(15 ) Expediente antes citado, folio 11. Según se advierte en algunas pie-
zas del documento, la patricia Suárez no era más que un testaferro de ciertos
personajes de Buenos Aires, que, por cuestiones de partido, se habían propuesto
molestar al comandante Rodríguez .
( 16 ) Por vía ilustrativa haré memoria de que en 1811, el catalán José
Per y su hijo, se presentaron a la autoridad de Luján solicitando autorización para
hacer rosquetas y dulces, y que al acordárseles el permiso se les advirtió que les
quedaba vedado amasar pan para la venta, pues ello perjudicaba los intereses
de las mujeres del pueblo . Y agregaré que por decreto del Triunvirato, del 9 de
octubre de 1811 , la única autoridad que podía acordar o negar licencia para
amasar y vender pan, era, en las fronteras, el comandante militar de la región .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMUS 59

años, el día 1º de enero, según era práctica de los cabildos, fué


elegido el alcalde de la Hermandad, funcionario civil en torno
del cual giró la actividad no castrense de la guardia ( 17) . Y con el
mantenimiento del cargo perpetúose el carácter de la villa,
cada vez más definido. Tanto fué así, que en 1815, cuando todo
el territorio del antiguo virreynato, en vías de darse personali-
dad propia, convocó a elecciones a los habitantes del país para
que los pueblos eligieran los diputados que los habían de repre-
sentar en el Congreso a reunirse en Tucumán, Chascomús fué
incluído en la nómina de los centros de población donde corres-
pondía realizarse el acto eleccionario. Y tal aconteció, en efec-
to. Chascomús, que formaba entonces parte integrante del dis-
trito de San Vicente, era, como éste, dependencia del partido de
la Magdalena, y debió sufragar por un diputado al Congre-
so ( 18) . La suerte no favoreció a Chascomús, pues mientras el
candidato de su pueblo — que lo era don Mariano Fernández
- sólo obtuvo 138 sufragios, don Marcelino Regorburn , de San
Vicente, alcanzó a 207 , con lo cual logró el triunfo . Desde
ese acontecimiento, Chascomús figuró en todos los actos bá-
sicos de la democracia en embrión, y así fué como tuvo siempre
su representante en el seno de la junta electoral "para la pro-
visión de empleos concejiles ", que desde fines de 1815 funcionó
en Buenos Aires ( 19) .
Pero no fué en el sólo orden civil donde se produjeron
los progresos . Chascomús también ascendió en el orden militar.
La guardia primitiva, que como tal pasó al nuevo estado des-
pués de 1810, mereció, en febrero del año 16, que su cuerpo
de milicias fuera elevado a la clase de compañía veteranos de
blandengues de frontera. Este decreto tuvo su origen en el deseo
oficial de premiar un acto plausible del comandante de la guar-

( 17) De acuerdo con la legislación hispánica que regía, el alcalde de la


Hermandad, a quién elegía el cabildo y de quién era representante en los lu-
gares alejados de la ciudad donde actuaba la corporación electora, llenaba
una alta función de policía y era el funcionario de mayor jerarquía civil en el
pueblo de su residencia y en todo su distrito. ( Consultese : Pérez y López :
Teatro de la legislación de España e Indias, tomo 15, pág . 386 y siguientes, Ma-
drid, 1797) .
(18) Toda la documentación relativa a ese acto ha sido publicada por la
Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, en el tomo VIII de la colección :
Documentos para la historia argentina, págs. 18, 19 y 23 .
( 19 ) Documentos para la historia argentina, tomo VIII, págs. 50, 55, 82,
87, 107, 131, 147 .
60 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

dia, don Ramón Lara , quién había sabido entrar en amigable


trato con los indios del sur del Salado, extendiendo así los tér-
minos del territorio civilizado ( 20 ) . El decreto en cuestión dis-
puso, asimismo , que se crease en Chascomús un escuadrón de
caballería, que formado sobre la base de la compañía de blan-
dengues llevaría idéntica designación . La consecuencia lógica
del reconocimiento oficial a la compañía que actuaba en Chas-
comús , fué la disposición oficial, tomada el 11 de marzo del
mismo año 16, y por la cual se resolvió extender la línea de la
frontera sur de la provincia, más allá del Salado. La medida
respondió al propósito de dar carácter definitivo a lo que ha-
bía hecho Lara, y acomodar las cosas a las necesidades pre-
sentes del país. El decreto recordado hace consideraciones so-
bre el particular y trae a memoria el hecho de que, a la sazón ,
habían desaparecido ya los motivos que hicieron justificable
constreñir, por el sur, a limites tan cortos la zona habitable para
los cristianos ( 21 ) . Como se echará de ver, vino a ser un hecho
local de Chascomús el que determinó el gobierno a ampliar la
línea fronteriza y salvar el Salado, que desde mediados del
siglo XVIII se levantaba como una muralla infranqueable entre
el bárbaro y la civilización.
A poco de dado el paso a que acabo de referirme, Chascomús,
considerado entonces como el confin extremo del mundo, per-
filóse de manera distinta . Las expediciones de Martín Rodrí-
guez, en 1822 y 1824, que ahuyentaron a los indios de casi todo
el territorio bonaerense ( 22 ) , contribuyeron a ello poderosamen-
te, en tal modo que fué inmediatamente después cuando Chas-
comús dió el último salto definitivo, con su elevación a parro-
quia, que es el asunto de que me ocuparé en el próximo pará-
grafo. Antes de que esto ocurriera, y ya en el convencimiento
de que la antigua guardia había dejado de ser un poblado de
familias pobres, según dijera Avilés , y un rincón de confinados
políticos como lo fué en los días de la iniciación revolucionaria

(20) Decreto del 15 de febrero de 1816. ( Prado y Rojas : Leyes y decretos


de la provincia de Buenos Aires, I, pág . 329 .
(21 ) Prado y Rojas, I, págs . 330 y 331. La comisión de proyectar el en-
sanche fué confiada al coronel don Francisco Pico . Dos años después, el mismo
capitán Lara realizó la fundación de Dolores, afianzando, así, su obra patriótica .
(22) De la campaña de 1824, ha dejado un relato memorialista, cierta-
mente interesante, el coronel Manuel A. Pueyrredón : Escritos, págs . 121 y si-
guientes . Buenos Aires, 1929 ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 61

( 23 ) , al organizarse la justicia , como consecuencia de la supre-


sión de los cabildos , en 1821 , Chascomús resultó elegido asiento
del juzgado de 1º instancia, correspondiente al primer depar-
tamento, cuyos límites abarcaban el territorio comprendido en-
tre el río Matanzas y el Salado y el de la Plata y los campos de
San Vicente, Cañuelas, los Ranchos y el Monte ( 24) . A ese re-
conocimiento de su importancia siguieron otros , entre los que
debe destacarse el de la apertura de la primera escuela oficial,
decretada por resolución del 26 de abril de 1826, y por la que
se dispuso tal creación en Chascomús, San Nicolás de los Arro-
yos y San José de Flores, mientras la ley provee los fondos com-
petentes para hacer lo propio en las otras poblaciones de la
provincia ( 25) . La inclusión de Chascomús en el grupo de los
pueblos privilegiados por este anticipo y el hecho de figurar
entre dos localidades de reconocida importancia, dice bastante
del significado que había adquirido ya el fuerte de 1779. La crea-
ción de la escuela tuvo su corolario en la supresión de la co-
mandancia militar, dispuesta por decreto del 22 de agosto de
1827, que quitó a Chascomús hasta los últimos vestigios cas-
trenses que le quedaban de su orígen, y la creación posterior
de su comisaría, en enero de 1830, remató, para siempre, su
incorporación a la vida civil de la provincia ( 26 ) .

5. Creación de la parroquia : El primitivo vice-curato : La-


borioso y pintoresco trámite : decreto del 21 de enero de 1825,
creando la nueva feligresía de Santa Rosa de Chascomús. — La
consecuencia lógica de todo lo que he venido recordando no

(23 ) En la época de la Revolución y durante los amargos días de los es-


tallidos de la lucha fratricida, Chascomús fué una especie de Ushuaia política :
el límite del mundo ... Como se recordará, durante el conflicto panaderil de
1813, se mentaron los confinamientos como la causa de que aumentara el con-
sumo de pan .
(24) Prado y Rojas : II, págs . 223 , 226 , 241. El juzgado de referencia fué
suprimido , como todos los demás creados por ley de 1821 , al ser reglamentada la
administración de justicia por la nueva ley del 22 de noviembre de 1824 que
fijó la residencia de todos los juzgados en Buenos Aires . ( Idem, III, pág . 55 ) .
Al suprimirse el asiento del juzgado en cuestión , quedó subsistente, empero, el
de paz, que creado conjuntamente , de acuerdo con el art . 79 de la ley del 24 de
diciembre de 1821 , víno a reemplazar al alcalde de la Hermandad, desaparecido
al abolirse los cabildos por la misma recordada ley .
(25) Prado y Rojas : III, pág . 152 .
(26 ) Prado y Rojas : III, págs . 263 y 443. La comisaría, designada como
sección catorce de la provincia, fué creada por decreto de Rosas del 25 de
enero de 1830 .
62 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

pudo ser otra que la elevación de Chascomús a la categoría de


parroquia. Iniciada su vida, en el orden religioso, con una ca-
pellanía castrense, como dejé establecido en parágrafo 2 de
este mismo capítulo, a medida que la población creció, fuése
advirtiendo la necesidad de prestar mayor cuidado a sus in-
tereses espirituales . Servía a ellos el curato de la Magdalena,
pero la larga distancia y las dificultades de comunicación ha-
cían penosa la tarea de su párroco. Cuando, despojado cada
vez más de su carácter originario, el pueblo de Chascomús as-
piró a ser constituído en parroquia, y manifestó este anhelo,
logró que se le creara un vice - curato, dependiente de la Mag-
dalena. Esto debió ocurrir a principios del siglo ( 27 ) . Como
resultado de esa creación, transformó su pequeña capilla lu-
gareña en algo que quiso ser un templo, pero que no pasó de
un mal salón al cual el pampero, la lluvia y las ratas, pusieron
en trance de derrumbamiento. Hacia 1814, en efecto, aquello
ya no era iglesia ni cosa parecida, y en 1818 tan maltratado
se hallaba que fué necesario abandonarlo y celebrar el culto
divino en la casa particular del vice- párroco ( 28 ) . La noticia
de que el cabildo eclesiástico en sede vacante se proponía arre-
glar la situación religiosa de la provincia, creando y dividíendo
parroquias ( 29 ) , hizo que en Chascomús se resolvieran los ve-
cinos a interesar la buena voluntad del gobierno en su viejo de-
seo de contar con un curato. Con tal propósito dirigieron al go-
bernador una nota, que está fechada el 20 de mayo de 1824,
y en la que expusieron que desde hacía seis años la población
asistía a las ceremonias del culto en el domicilio del vice- párro-
co, don Diego Gorostizú, pues el local que había sido iglesia
(30) , hallábase acribillado de agujeros por los que penetraban

(27) No he logrado establecer la fecha exacta, a pesar de la empeñosa


búsqueda que he realizado .
(28 ) Toda la información, abundante en detalles, que aparece en el pre-
sente parágrafo, procede del siguiente documento inédito : "Expediente obrado
para la división y arreglo de los Curatos del Obispado y nueva erección de otros,
así en esta Ciudad como en la Campaña”. ( Archivo de la Notoría eclesiástica del
arzobispado de Buenos Aires, Leg : 168, Nº 30 ) .
(29) En efecto : El 20 de abril de 1823, el provisor Zabaleta ordenó cir-
cular entre los curas del obispado una comunicación en la que se podían in-
formes sobre la oportunidad de esta medida.
(30 ) En 1822 el gobernador Rodríguez había proyectado el levantamiento
de una iglesia decente en Chascomús, pero incidencias de la lucha con el indio
no permitieron realizar su propósito . (Expediente citado, folio 38 ) .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 63

a su interior multitud de perros cimarrones y verdaderas le-


giones de ratas. Tantas llegaron a ser éstas, al decir de los ve-
cinos, que en varias oportunidades se pudo comprobar que, du-
rante la celebración de la misa, corríanse por el altar, bebién-
dose el agua de los floreros y atacando famélicas a las flores
que en ellos había . Agregan los firmantes del documento que los
roedores de marras cubrieron de escrementos la pila bautismal
y, en una ocasión, perforaron el sagrario y se comieron las hos-
tias del copón ( 31 ) . Por la gravedad del abandono en el culto
estaba y por la urgencia que había de remediar estos males, los
vecinos solicitaban la erección de una parroquia en Chascomús.
Recibida que fué la nota del vecindario, el gobernador,
el 3 de julio, lo pasó a la autoridad eclesiástica. Esta , por el
órgano del provisor Zabaleta, dispuso que informara sobre su
contenido el cura de la Magdalena , don Diego González y Go-
rostizú, hermano, según sospecho, del que actuara 10 largos
años de vice-párroco de Chascomús. Peroel cura de la Magdalena,
perdiendo toda apostura evangélica, se desató contra los chas-
comusenses . El documento en que lo hizo es pintoresco. Co-
mienza declarando que Chascomús tenía una gran población, que
cada día iba en aumento, siendo hoy la mayor del sud ( 32 ) , pe-
ro a pesar de ello se opone a la creación de la parroquia por ca-
recer el pueblo de templo y no producir lo suficiente para la
congrua necesaria al sostenimiento de un cura. Agrega que la
presentación hecha a las autoridades, carece de seriedad pues su
firmantes no constituyen la parte más sana por su antigüedad
y nacimiento, sino aquella otra que forman los mozos de tienda
y de pulpería, en virtud de lo cual califica la petición de malicio-
sa y despreciable.
Ante semejante salida del párroco, el provisor Zabaleta,
en nota del 16 de agosto, pidió al gobernador que recabara in-
formes del juez de primera instancia que actuaba en Chasco-
mús, y el ejecutivo provincial accedió a ello por decreto del día
17. El expediente fué, pues, remitido al magistrado civil, y éste,
procediendo con marcada cordura, reunidos que tuvo todos los
informes, levantó un acta que aparece fechada el día 19 de sep-
tiembre de 1824 y a cuyo pié figuran las firmas de los más au-

(31 ) Este relato, exajerado o no, figura, con todos esos pormenores, en la
nota que he indicado antes .
(32) Expediente, citado, folio 31 vuelta.
64 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

torizados vecinos del lugar, incluído entre ellos el propio tenien-


te cura, que lo era entonces don Zenón Piedra ( 33 ) . De la me-
ticulosa acta resulta que el vecindario estaba anheloso de con-
tar con su parroquia y que, para demostrarlo, declarábase dis-
puesto a levantar un templo decente y digno. En cuanto a la
cóngrua, se aseveraba que no era suficiente, pues tal lo había
reconocido el antiguo teniente cura que sobre el asunto escri-
bió al provisor, pero que, de cualquier modo, los creyentes se
ocuparían de que nada faltara a su párroco. Según se vé, to-
das estas manifestaciones iban dirigidas, directamente, a de-
sautorizar al cura de la Magdalena.
Como correspondía, el juez, que lo era Domingo Guzmán,
con nota del 18 de octubre, remitió el expediente de retorno,
informando que la voluntad popular era categórica en el sen-
tido favorable a la erección parroquial. El 26 de octubre el
expediente llegó a manos del provisor, el cual, un mes más tar-
de, lo trasladó al cura de la Magdalena. Éste, que se hallaba
entonces en Buenos Aires , girólo con una nueva salida de tono,
que lleva fecha del 4 de diciembre ( 34) . Más agrió aún que en
el primer caso, el P. Gorostizú, que debía ser de edad pues
en la nueva nota declara que hace 27 años que sirve el curato
de Magdalena - vuelve a insistir en lo improcedente de la erec-
ción y, adelantándose a los sucesos, declara que, si se crea la nue-
va feligresía y a pesar del derecho que tiene de optar por el que
le plazca, desde ahora y para siempre renuncio de la de Chas-
comús, no obstante ser ésta la más pingüe (35) .
Así las cosas , el 6 de diciembre la autoridad eclesiástica
hizo saber al gobierno que procedía la erección, y el día 22 de-
signó una comisión encargada de fijar los límites al nuevo cu-
rato. Esta comisión la formaron : E. de la Cruz , Joaquín Cam-
pana y Santiago Tobal, y se expidió el 31 de diciembre acon-
sejando los siguientes límites : al norte el río Samborombón,
donde forma cañada ; al sur el río Salado ; al este el arroyo San-
borombón y al oeste el arroyo de López . Aprobados estos lími-
tes, por resolución del 18 de enero de 1825, decretóse la erec-

(33 ) Expediente, citado, folios 32 vuelta a 35 .


(34) Expediente, citado, folios 37 vuelta a 39 vuelta .
(35 ) Expediente, citado, folio 37 vuelta. Como se recordará, antes había
dicho que Chascomús no producía cóngrua decente, y ahora parecería que
piensa lo contrario .
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 65

ción del nuevo curato. El auto respectivo fué dado por el pro-
visor Benegas, el 21 de enero de 1825, declarando titular de la
parroquia a Santa Rosa de Lima ( 36 ) El gobierno aprobó la
erección el 26 de enero, y desde ese día Chascomús, el antiguo y
lejano fortín, quedó incorporado al núcleo de los centros ur-
banos de jerarquía dentro de la Provincia de Buenos Aires. Y
década y media después, su participación en el alzamiento po-
pular de aquella célebre Revolución del Sud, que inspirara a
la musa de Echeverría, hizo que su nombre pasara a figurar
en las páginas de los anales históricos nacionales, donde se re-
gistran, para que sean inmanentes, los recuerdos de las ges-
tas heróicas .

(36 ) Idem, folios 42 vuelta a 43 vuelta.


APENDICE DOCUMENTAL

DOCUMENTO Nº 1.

Comunicación del virrey al comandante del Zanjón, notificándole la orden de


traslado del fuerte a su cargo

En Junta de Guerra q. se celebró en esta Plaza por Sep.bre vlt. se propuso


como conducente á contener las hostilidades de los Indios Infieles al abansar
las Guardias de las fronteras, señalandose por util el parage nombrado Los
Camarones p. el establecim.to de ese fuerte del cargo de V. M. Y á fin de
de asegurar en esta parte el acierto de la resolución, le prevengo q. tratando
previam.to este asunto con el sarg.to mayor de ese Partido me exprese con la
posible prontitud é individualidad, los auxilios q. llegado el caso, necesitará
p. verificar aquella traslación, en inteligencia de q. esos vesinos deven con-
currir con las carretas, bueyes y demás q. les sea dable : informará asimismo
e
sobre las ventajas ó incomben.tes q. ofresca aquel parage exponiendolos
claram.te en caso de hallarlos, proponiendome el q. seg." su concepto deva ele-
girse p. el referido fin con manifestación de las razones q.º le asistan p. fundar
to
este dictamen . Febr. 979. Al Comand. de la front." del Zanjón .

DOCUMENTO Nº 2.

Respuesta de Escribano al virrey

Exmo. Sox

Señox.

Entexado de lo ficio de V. E. su fecha 9 del pxesente mes en que me


pxeiene infoxme con individualidas y de acuexdo con el Saxg.to mayor de este
Paxtido a cexca de los auxilios que se necesitaxax paxa txasladax esta foxtaleza
al Paxaje de los Camaxones, segun se pxopuso en la junta de Guexxa celebxada
en esa Cappital por Sep. Como tambien sobre las bentajas, o yncomben.tes que
puedan ofxecexse en el establecimiento que se haga en aquel parage pxoponien-
do asimismo en el caso de hallaxse alguno, el sitio en que pueda establecexse con
opoxtunidad, y sin el mayor xiesgo de lo decir que haviendo confexenciado la
matexia con el sujeto que V. E. me pxeviene, y tomados los infoxmes de aquellos
individuos, que están vexsados en coxxex estas campañas pox todos tiempos, pox
que yo he estado una ves sola en los camaxones, he hallado que el estavleci-
68 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

miento de la fortalesa es el mencionado puesto tiene contxa si bastantes y conci-


dexables xiesgos, lo pximexo poxque segun el xeconocimiento que yo hice del,
conq. confoxme el impoxme de vaxios pxacticos no se compone de mas que de
una eminencia ó loma. como cosa de seis quadxas en contoxno, Cixcundada de
dos lagunas Salobxes, una ala dexecha, y oxta ala izquixda, lo de mas del texxeno
esta compuesto de bañados, y maciegos que segun me infoxman es intxancitable
en el inviexno ; ay algunas otxas eminencias de coxta extención, y segun mi
juicio en ningun paxage este se debe pxocedex a foxmax algun establecimiento.
Lo segundo que hace visible esto mismo es que en aquel paxage no ay xesguaxdo
alguno donde ponex la caballada, que es la pximexa atención, pox que es campo
abiexto, y en ocuxxiendo algun temporal, una dispaxada u otxa contingencia, es
casi ebidente el xiesgo dequedaxce a pie, y hacexse casi inutil tambien el esta-
blecimi.to y lo texcexo pox que el xio del Salado sixbe de mucho embaxaso a
este mismo establecimi.to pox que hace quatxo meses queno sepuede txancitax
pox alli con caxxetas sin embargo de sex tiempo de vexano, y estaxce expximen-
tando bastante seca, de modo que si alli se bexifica el establecimiento y hubiese
alguna novedad. de yndios, sexbixia de muchicimo atxaso el xio, paxa dax Paxte
con pxontitud. como Sexequiexe y lo mismo Susediexa si fuce pxecico Hemitix
algunos aucilios pues estamos viendo pox Expexiencia que en esta Guaxdia sin
embargo de no tenex estos in conbenientes llegan xegulaxm.te taxde los Aucilios :
motivos todos que pexcuaden no sex elpaxage llamado los Camaxones pxopio y
Conducente p. vexificax en el establecim.to paxeciendome mas opoxtuno que
este seplantificace en el paxage que llaman las Baxxancas, distante de esta Guaxdia
14 á 16 leguas pox las xasonez que se expresan y son las siguientes, Estax las
Baxxancas de esta paxte del Salado, como legua y media, tiene algunas lagunas
de aguas pexmanentes. en una de las quales quando gxande de los años pacados
se mantubo la Caballada de esta Guaxdia, y tienen ala bista la ysla de la Postxexa
Aunque se halla ala otxa vanda del xio, de donde se pueden probex de leña.
Haciendose el establecimiento en las Baxxancas pueden salix las paxtidas
de la Guaxdia ala dexecha e izquiexda della, la que salga pox esta paxte puede
xecoxxex hasta el Pazo que llaman de las piedxas y hacex el xeconocimiento
por la Oxilla del xio, y no encontxando xastxo, ni bestigio del enemigo puede
vadeaxle, o pasaxle, y xeconocex la otxa Vanda hasta los montes ; la Paxtida
dela dexecha puede xeconosex hasta el paso del Ciago ó hasta el paxage que
se señale que deba llegax la paxtida del otxo fuexte, que segun tengo entendido
se intenta establecex ; Después de havex llegado al expxecado paxage, y comu-
nicado las novedades que cada uno hubiece obsexbado, se pasan las dos paxtidas
juntas á hacex el xeconocimiento pox la otxa vanda del xio Salado, hasta el
paxage que se les destin y despues xetixace cada una hasu xespetibas Guaxdias.
Las ventajas que se logxan en este establecimi.to en compaxación del de los
Camaxones, son visibles pox lo dicho, y en expecialidad, pox tenex el Salado
á la fxente pues es paxa los yndios de muchicimo inconbeniente paxa su xetixada,
como se expximento en la ultima invación quehiciexon, pues asu xetixada se les
ahogaxon poxción de animales, y á havex sentido que les pexcegian hubiexan
dejado la mayor paxte de la hacienda, y no tendxian lugax paxa andar buscando
donde pasaxla, como lo ejecutaxon, según lo manifiestan los xastros, o bes-
tigios que á oxilla del xio se hallaxon, habiendo encontxado una de las paxtidas
desta Guaxdia un yndio ahogado, que le llebó la coxxiente, más de doce le-
guas distante de donde pazaxon
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 69

tengo dicho ya á V. E. quanto en miconcepto y según los ynfoxmes que he


tomado me hapaxecido conducente en oxden á paxage donde se puede co-
modam.te y con utilidad, vexificax el establecimiento de este fuexte, paxa lo
qual segun mi juicio y pxesumiendo de que estos vesinos deban concuxxix con las
caxxetas, vueyes y demas que sea dable me paxce q. se necesitan los aucilios
sigientes.
Enbista de todo esto V. E. detexminax aquello que concuptue mas acatado
y combeniente.
N ° consexbe la ympoxtante vida á V. E. los m' a' que deseo fxontexa del
Zanjón y febxexo 24 de 1779

Exmo S°x

B. E. M. de V. E.

sumas xendido sudito

Exmo S. D. Juan Jph. de Vextiz

Pedxo Nicolas Escxibano

DOCUMENTO Nº 3.

Carta del Virrey de Buenos Aires Don Juan José de Vertiz, dando cuenta
con documentos, del estado de aquella frontera. Buenos Aires , Ju-
nio 8 de 1779. A. de Y. ( 122-5-11 ) . Audiencia de Buenos Aires
Leg. 58.

NOTA. En el Leg . 125-4-2 . ( Audiencia de Bs . Aires . Ley Nº . 528 ) , hay du-


plicado de esta carta y de los documentos señalados con los números
1 y 2. ( Falta el 3) .

ARCHIVO GRAL. DE INDIAS


SEVILLA
AUDIENCIA DE BUENOS AIRES
Leg . 58. ( 122-5-11 ) . ( Original
4 hojas) .

1779. Junio 8 .

Carta (original ) de Don José de Vertiz, al Exmo. Sr. Don José de Galvez,
dando cuenta con documentos del estado de aquella frontera, de que remite planą
y de las disposiciones que ha tomado para su defensa.

"Exmo. Señor. Mui Señor mío : Acordado por los Maestres de Campo y
Capitanes concurrentes no ser practicable la entrada general propuesta por mi
antecesor, y tanvien, que el abanzar las Guardias era medio conducente para ase-
gurar esta frontera y los caminos a las otras provincias según expresé por mi
70 LOS ORÍGENE DE CHASCOM
S ÚS

carta número 62 instruiendolos con las Juntas celebradas : en prosecución de


este proiecto, que así mismo lo conceptuaba ciertamente util segun sus dictamenes
ratificados repetidamente de palabra, mandé al Maestre de Campo de esta juris-
dicción que formase el detall de todo lo necesario a este fin".
"En efecto lo ejecutó como resulta de la copia numero 1. en que están con
individualidad expresados los parages a que debian trasladarse los fuertes : los
materiales y maderas para su construcción y de los fortines intermedios ; sus guar-
niciones, su armamento ; los utensilios para unos y otros designados los trabaja-
dores y todo lo que consideró preciso a su establecimiento".
"En vista de este Detall, y en continuación del mismo Proyecto de abanzar
los fuertes determiné, que el Teniente de Rey de esta plaza hiciese calcular por
personas inteligentes el costo de cuanto comprendia, reservando providenciar acer-
ca del nuevo reconocimiento que el mismo Maestre de Campo advertia en él se
executase de los parages a que habia de hacerse la traslación".
"En execución de aquella mi orden, produjo el Teniente de Rey el Presu-
puesto, que manifiesta la Copia numero 2, por el qual se presentó desde luego
el conocimiento de que el ramo de guerra destinado a estos costos, no podia efec-
tivamente sufrir tan considerable desembolso, aun quando se rebajase la cuan-
tiosa partida a que ascienden la Artillería, Municiones Pertrechos y Armamento,
por deber este ramo concurrir con preferencia al sueldo de todas las Compañías,
que es el fundamental resguardo de la frontera ; y a otros eventuales gastos
que principal y urgentemente se ofrecen en Salidas al Campo y perseguir a los
yndios enemigos, que lo invaden : y asi vine a tocar esta primera dificultad que
tenia el proyecto de abanzar los fuertes".
"Pero cuando fuesen proporcionables distintos arbitrios, que facilitasen esta
precisa cantidad, se tropezaría con otro inconveniente mucho más considerable,
que lo ha producido el nuevo reconocimiento que en su detall dejó advertido el
Maestre de Campo : como esta cuidadosa operación , de que a la verdad dependia
el acierto solo pudiese fiarse a sugeto de notorià inteligencia aplicación y celo,
y amor al Real servicio, tuve que destinar para su práctica al Teniente Coronel
Don Francisco Betberé, Comandante de Artillería en la Provincia, en quien con-
curren las referidas calidades, y efectivamente lo ha desempeñado con el mayor
esmero este encargo, haciendo un prolixo examen, no solo de los parages, a que
deben trasladarse los fuertes, sino tambien de los que oy ocupan : de las pro-
porciones, calidades y ventajas de unos y otros y de cuanto puede influir en el
mejor esclarecimiento de la materia".
"Me ha presentado un prolijo diario que llevó, ilustrado con los correspon-
dientes planos de los Parages, por el que concluye a consecuencia de todo su re-
conocimiento en los términos que resultan de la copia numero 3, de modo que al
mismo tiempo que no pierde de vista la seguridad de la frontera y de los caminos
de las provincias interiores, se aparta en lo más del dictamen de los Maestres
de Campo por las malas calidades que ha reconocido en muchos de los parages
a que pretendían trasladar los fuertes, por la gran distancia en que darian del
centro, que en todo acontecimiento debe reforzarlos y más dejando el Rio Salado
a la retaguardia, que en sus crecientes es intransitable : y por que habiendo mucho
terreno despoblado antes de los actuales fuertes, no ocurre la necesidad de ocu-
par aquel más abanzado con abandono de los parages, que en su concepto, son de
mejores y estables proporciones y más ventajosos".
"Convencido de sus reflexiones apoyadas por los otros Oficiales que le acom-
pañaron y tanto más eficaces, cuanto advierto que los mismos de aquel primer
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 71

dictamen no las contradicen, estoy resueltamente determinado a seguir este pa-


recer no fiandome del poco o ningún discernimiento que advierto en los Oficiales
del Campo y ya en su consecuencia están aumentadas dos Compañías mas en la
frontera, habiendo antes restablecido a su primera fuerza de 54 hombres las
tres que había : estoy al mismo tiempo entendiendo en que se reparen los fuertes
deteriorados, y se mejoren de situación los que estaban mal colocados. Y no omito
en toda ocasión el recordar la vigilancia, que a mi juicio es la que principalmente
asegura de estas irrupciones : y para dar idea de la misma frontera remite co-
piado el último plano que la comprende".
"Que es el estado que oy tiene el indicado medio de abanzar las Guardias
de la frontera. y lo refiero a V. Ex. para que se sirva notificarlo a S. M.
Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años. Buenos Ayres, Junio 8 de 1779".
"Exmo. Señor. Besa La Mano de V. E. su mas attento servidor.

JUAN JOSEPH DE VERTIZ


(Rubricado) .

"Exmo. Señor Don Joseph de Galvez".

(Anexo a la carta de Don José de Vertiz de 8 de Junio de 1779) .

NUMERO 1.

"Fuertes que deben abanzarse de donde oy se hallan a la otra vanda del Río
Salado, a saber" :

ZANJÓN. - A los Camarones, o Laguna de Larasa, que se abanzan veinte


leguas poco más o menos.
ΜΑΤΑΝΖΑ, - A el Arroyo de las Flores que se abanzan de siete a ocho
leguas.
CONCHAS. - A la Laguna del Trigo, que se abanzan de doce a catorce leguas.
LUXAN. - A los manantiales de Casco, que se abanzan veinte y cinco leguas.
SALTO. · A Carpincho que se abanzan veinte y cinco leguas.
ROJAS. - A las Lagunas de este nombre que se abanzan 8 leguas.

"Guarnición que debe tener cada Puerto de los señalados anteriormente".

1 Capitan con cinquenta pesos 50 pesos


1 Alferez con veinte y cinco 25 "
1 Capellan con veinte 20 "
1 Cirujano con veinte .... 20 "
2 Sargentos, cada uno con catorce 14 "
4 Cabos cada uno con once 11 "
1 Baqueano con doce 12 "
48 Soldados incluso un tambor que se ha de aumentar cada uno
con diez pesos 10 "

Total de plazas 55 (sic) .


72 LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS

Toda esta Tropa debe mantenerse por sí y proverse de cavallos a escepción


de Armamento y municiones que se les debe dar por quenta del Rey o el ramo
de Guerra.

CAMARONES . En este parage, que es donde se hace construir el primer


fuerte hay dos lagunas grandes al Sur con permanente agua aun en tiempo de
seca, tienen abundancia de pescado, y un arroyo al Leste, que en ocasiones es me-
nester buscarle el vado, quedando a la espalda del fuerte las Islas que pueden
dar leña.
LAGUNA DE Arasa. Cuando no se conceptue conveniente poner el fuerte
en los Camarones por los Bañados que le rodean puede colocarse en la Laguna
de Laraza, altos de Troncoso, que con corta diferiencia se abanza el mismo te-
rreno, en cuya Laguna se encuentra tambien pescado y la Leña más inmediata-
con la ventaja de ser aquellos Campos mas altos y buenos para sementeras.
ARROYO DE LAS FLORES. -- El segundo terreno para trasladar la Matanza o
San Miguel del Monte es aproposito, porque a mas de tener agua abundante y
buena, que da el Arroyo, se puede también proveer de leña de las yslas aunque
están algo distantes, como sucede en el puerto de los Camarones.
LAGUNA DE TRIGO. - El tercer parage donde se debe abanzar el fuerte,
qu hoy se nombra las Conchas, o Guardias de Lobos, y Navarro, es sobremanera
bueno, porque tiene cinco lagunas, que dan agua permanente de la mejor calidad
y en caso de faltar esta por grande seca, tiene los manantiales del Salado, y a su
izquierda otras dos Lagunas nombradas Brito y la de En Medio : No hay leña,
aunque algunos años suele criarse mostaza y viznaga cuias semillas se pueden
llevar para sembrar por ser fértil el terreno.
MANANTIALES DE CASCO. LAGUNA DEL PESCADO. - En este parage, que es
donde se debe abanzar la Guardia que hoy llaman la Frontera de Luxan, hay
abundante agua por ser manantial toda La Laguna. No hay leña, pero suele
encontrarse alguna viznaga en la orilla del Salado.

CARPINCHO. --- En este que se nombra Carpincho y donde se ha de estable-


cer el fuerte del Salto, hay abundante agua y en caso de faltar esta por algun
accidente de grande seca se puede proveer de los manantiales del Cerrito Colo-
rado, que estan inmediatos : en cuanto a leña sucede lo mismo que en los te-
rrenos antecedentes.

CERRILLADAS Al frente de las Lagunas de ROJAS. - En este ultimo pa-


rage, que es donde se ha de abanzar la Guardia que oy está situada en el que
llaman la Orqueta de Rojas, es abundante de agua y escasea de leña como las
anteriores.
"Entre Fuerte y Fuerte de los seis que van señalados, debe ponerse un for-
tín más reducido, cuias guarniciones deben proveer los fuertes principales con
el número de 20 hombres para cada uno con lo que queda formado el cordón
que asegura la Campaña, y Jurisdicción, de las invasiones de los Barbaros, me-
diante la observancia de las ordenes que se dieren a este efecto, bien entendido
que los fortines deben ser cinco, repartidos en esta forma”.
"Entre Camarones y Arroyo de las Flores, uno ; entre este último y las La-
gunas del Trigo, otro ; entre estas y los Manantiales de Casco, otro ; entre dichos
LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS 73

Manantiales y Carpincho, otro ; y entre Rojas y Melincué, otro, sin traer a cola-
ción el que debe situarse entre este ultimo fuerte y el de las Tunas”.
"Los Fuertes principales deben tener ochenta varas en cuadro con sus ángu-
Jos salientes y los fortines 20, que para unos y otros se necesita lo siguiente" :

Maderas y Material para uno de los Fuertes principales

3.000 Postes de Yandubay para Fuerte, Corrales, Palenques y Laderos de


Cuarteles.
170 Zunchos de Guayabo, naranjo o Tacuara.
30 Orcones principales para cuarteles y demás viviendas .
600 Tixeras de Sauze.
30 Cumbreras de Palma.
1.200 Cañas.
2 Rastrillos, uno de 10 pies de ancho y 3 varas de alto para la puerta prin-
cipal ; y el otro para la retaguardia de 5 pies de ancho y el mismo alto,
ambos con sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves.
4.000 Ladrillos para cimientos de un cuarto que debe servir para guardar las
municiones .
600 Tejas para dicho cuarto .
1 Tirante Armado .
22 Costaneras .
1 Puerta con su cerradura y llabe.

PARA LA CAPILLA

10.000 Ladrillos para los cimientos .


4 Tirantes Armados.
55 Costaneras .
1 Puerta de dos manos con llabe y cerradura.
3.000 Tejas .
2.000 Cañas.
Todo el Armamento necesario para celebrar misa y asistencia de
Sacramentos a los enfermos .

ARTILLERIA

1 Cañón de a 8, para dar aviso con sus juegos de armas correspondientes.


4 Pedreros para los 4 Baluartes con sus tragantes, y lo demás necesario
a su uso .

Los quintales de polvora, numero de cartuchos para el Cañón, los de fusil


y pistola, sacos de metralla, valas para el cañon y Pedreros como los Juegos
de Armas correspondientes , podrá graduarlo todo el Comandante de Artilleria,
con atención a que la Artilleria tenga lo necesario para usar della : que la tropa
esté bien municionada y que quede algun repuesto.

UTILES

12 Achas de dos manos encabadas .


12 Azadas encabadas .
12 Zapa picos encabados .
12 Palas encabadas .
6 Barretas .
74 LOS ORIGENES DE CHASCOMUS

4 Martillos de oreja encabados .


4 Bota fierros .
12 Pares de Grillos con sus chapetas .
12 Cadenas con sus grilletes .
2 Asierras armadas.
12 Ollas de fierro para la Tropa y trabajadores .
6 Docenas de cuchillos para el Corte de paja y cueros .

UTENCILIO

6 Carretas aperadas permanentes con sus correspondientes bueyes para que


sirvan en todo lo que se ofrezca.
1 Cepo con su candado y llave.
6 Baldes o Cubos para sacar agua de los pozos que deben hacerse.
4 Rondanas o motones para estos.
24 Tinetas o platos de madera para comer la tropa y Travajadores.
6 Adoberas de media vara de largo y cuatro dedos de alto.
3 Puertas de alto y ancho regular con sus cerraduras y Llaves para las
viviendas de oficiales y Capellán .

ARMAMENTO

100 Fusiles .
100 Caravinas .
50 Pares de pistolas .
100 Espadas de montar o sables con sus correspondientes cinturones .
100 Cananas.
100 Lanzas enhastadas.
1.000 Piedras de Chispa para fusil y Caravina.
600 Idem para pistola .

Para cada uno de los seis fuertes principales que deben construirse en los
parages señalados se necesita lo que consta de esta Relación o cálculo prudente
y en cada uno de estos dos artilleros veteranos.
Para los cinco fortines que se consideran precisos poner en los medios de
los fuertes grandes, segun va expresado, se necesita :

PARA CADA UNO

350 Postes de Yanduvay, para Fortin y Corral.


5 Orcones principales para cuartel y cocina .
24 Laderos o postes .
60 Tixeras de Sauze .
3 Cumbreras de palma o de otro palo fuerte.
200 Cañas .
2 Pedreros con sus tragantes .
1 Artillero de tropa veterana .

Las municiones que se consideren necesarias, se deben proveer de los Fuer-


tes principales, como asi mismo los utiles que se hayan de emplear en el travajo.
Se considera preciso que interin la construcción de estos fuertes, se ponga
en cada uno de ellos un Oficial, un sargento, dos cabos y 25 hombres de tropa
veterana que con la Compañía de su dotación y 25 hombres más de las Milizias
del Campo, que por todos componen el numero de cien hombres, se puede sin
duda atender a su defensa en el caso de que los yndios intenten alguna hostilidad :
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 75

en la inteligencia que concluidos los fuertes, pueden retirarse los 25 hombres


de Milizias que se han de poner de refuerzo y de los 25 de tropa veterana se
pueden quedar 12 hombres hasta retirarse la expedición que debe hacerse por
Septiembre con consideración a que los cuatro fuertes principales del Centro, dan
20 hombres para guarnecer sus fortines inmediatos.
"Para el trabajo de los Fuertes se nombraran 50 peones en cada uno de los
respectivos partidos, a quienes podrá considerarseles la paga que se tenga por
conviente y en caso de que no se puedan juntar los trabajadores necesarios de
dichos partidos, los que faltaren podrán suplirse de las Compañías de Castas
de esta Ciudad, respecto a que es igual el beneficio que redunda de esta acertada
disposición.
"Las Carretas para la conducción de todos los efectos se podrán propor-
cionar de los vecinos de los mismos partidos dejando a la consideración de Su
Excelencia la pobreza de estos para que con su piedad determine lo que sea
de su agrado".
"Un Carpintero, un albañil y dos cortadores de adobe se necesitan para le-
vantar el almacen donde se debe guardar la polvora y municiones. Capilla y los
baluartes de los principales Fuertes".
"Se tendrá presente que de todo el numero de maderas y demás efectos
qu van señalados se ha de rebajar todo lo que existiese útil en los Fuertes ac-
tuales".
"Es muy conveniente que al tiempo que se empieze esta obra se haga una
expedición con las Milizias de esta Jurisdicción, tomandose antes las providencias
correspondientes para que quando se salga a poner en execución dichos fuertes,
se asegure la plantificación de ellos ; bien que deben hazer la misma diligencia
las de Mendoza. San Juan, San Luis y Cordoba para el mes de Septiembre pro-
ximo venidero, respecto a que en los de Marzo, Abril y Mayo, por sus distan-
cias largas y tiempo que necesitan para proveerse no podrán verificarlo en
dichas provincias, pero lo podrán hacer en el citado mes de Septiembre de la
Primavera, diligencia que considero indispensable, como nuestra salida por ahora
para contener el orgullo de los yndios por si intentasen hostilizar o perturbar la
construcción de los nuevos establecimientos".
"Parece preciso que desde luego que se situe el numero de Milicias que
deben guarnecer los Fuertes, les corra su sueldo, a fin de conseguir, que cum-
plan exactamente con la obligación a que se destinan y castigar severamente al
que faltare a ella".
"Concluida la plantificación de los Fuertes, parece muy conveniente destinar
a cada uno de los principales a lo menos 50 familias pobres a quienes se podrá
fomentar con lo necesario para formar sus Ranchos, Sementeras y otras labores
precisas para su establecimiento ; de modo que en lo sucesivo puedan ser estos
fuertes poblaciones numerosas y por sí defenderse de los insultos del enemigo”.
"Este pensamiento está formado con concepto a el plano que en el año de
72 se levantó por los pilotos que se nombraron por el Gobernador y Cabildo
Secular, pero sin embargo es de sentir el Maestre de Campo que siendo V. E.
servido embie sugetos peritos que reconozcan de nuevo estos terrenos, y in-
formen lo que parezca más acertado y útil a la causa pública".
76 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

Distancia que hay poco mas o menos desde uno a otro de los seis Fuertes
principales que se han de establecer en la otra banda del Rio Salado.

De los Camarones, o Laguna de Laraza a el Arroyo de las Flores. 18 a 20 leguas


Desde el Arroyo de las Flores a las Lagunas del Trigo ... 16 "" 18 leguas
Del Trigo a los Manantiales de Casco la misma distancia
De Casco a Carpincho ....... 20 a 22 leguas
De Carpincho a las Lagunas de Roxas 8 leguas
Desde estas a Melincue 26 " 28 leguas
Desde Melincúe a las Tunas 25 leguas

El Fuerte de las Tunas que corresponde su establecimiento a la provincia


de Cordoba o Tucuman, es el más esencial en el día, y el de mayor considera-
ción respecto a ser transito preciso para el comercio y seguridad de los via-
jantes, debiendo su guarnición ser mas numerosa, y proveerla dicha Provincia.
No obstante, V. Ex.ª dispondrá lo que tenga por conveniente, y sea de su agra-
do. "Manuel Pinazo". "Concuerda con el original"

"ANTONIO DE ALDAO"
(Rubricado)

(Anexo a la carta de Don José de Vertiz, de 8 de Junio de 1779) .

NUMERO 2.

Presupuesto de lo que se necesita para seis Fuertes principales y cinco for-


tines que se han de establecer en la otra banda del Rio Salado, a saber" :

PARA LOS 6 FUERTES PRINCIPALES

Pesos Reales
18.000 Postes de Yandubay, de 3 a 4 varas de largo, a 4
reales cada uno 9.000 -
1.020 Zanchos de Guayabo, Naranjo o Tacuara de 5 a 6 va-
ras de largo a 5 reales cada uno 637
180 Orcones principales de 5 a 6 varas de largo, a 2 pesos
cada uno .... 360 -
3.600 Tixeras de Sauze de 5 varas de largo a 4 reales cada
una 1.800
180 Cumbreras de Palma de 5 varas de largo, a 14 reales
cada una ...... 315 --
7.200 Cañas, a 20 reales el ciento 180
6 Rastrillos principales de 10 pies de ancho y 3 varas de
alto, con todo erraje y trabajo, puede costar 550
6 Ydem mas chicos ...... 275
6 Tirantes armados, de 7 varas de largo a 30 pesos
cada uno ....... 180
132 Costaneras de 2 1/2 a 3 varas de largo a 5 reales cada
una 82
6 Puertas regulares para los almacenes con todo erraje
a 30 pesos cada una 180 -
LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS 77

CAPILLAS

24 Tirantes armados de 7 varas de largo a 30 pesos cada


uno ......... 720 -
330 Costaneras de tres varas de largo a 5 reales cada
una . 206 2

Pesos Reales
6 Puertas de dos manos con todo erraje a 50 pesos
cada una 300 -
2.100 Cañas a 25 pesos el millar 52
120.000 Ladrillos para simientos de las Capillas y Almacenes de
los 6 fuertes, a 10 pesos el millar 1.200
6.000 Tejas para idem á 20 pesos el millar 120
25 Anegas de Cal a 2 pesos anega 50
2222

UTILES

Achas de dos manos encabadas a 20 reales cada una .. 180


72 Azadas encabadas a dos pesos 144
72 Zapapicos encabados a 20 reales 180
12 Azuelas de dos manos encabadas a veinte reales cada
una • ...... 30
72 Palas encabadas a 2 pesos cada una 144
24 Martillos de oreja encabados a 8 reales 24
24 Bota fierros á 4 reales 12
72 Pares de grillos con sus chapetas a tres pesos cada par. 216
72 Cadenas con sus grilletes a 6 pesos cada una 432
12 Asierras de mano armadas a 5 pesos una 60
72 Ollas de fierro grandes a 4 pesos cada una 288
36 Docenas de cuchillos a dos pesos docena ..... 72
36 Carretas aperadas a 60 pesos cada una 2.160
6 Zepos con todo erraje a 16 pesos cada uno 96
36 Baldes o Cubos a 20 reales cada uno 90
24 Rondanas a 3 pesos cada una 72
144 Tinas Chicas o platos de madera para comer la Tropa y
travajadores, a 8 reales 144 -
12 Adoberas a 2 pesos cada una 24
18 Puertas regulares para las viviendas de los oficiales, ca-
pellán y cirujano, a 30 pesos cada una 540
6 Maestros de albañil con 30 pesos mensuales cada uno,
en dos meses importa 360 -

Pesos Reales
12 Cortadores de Adove a 8 pesos mensuales cada uno
en dos meses ...... ............... 192 -
6 Maestros de Carpintero con 40 pesos mensuales cada
uno, en dos meses importa ..... ....... 480
300 Peones para los trabajos, que a 6 pesos mensuales
cada uno importa en 2 meses 3.600
12 Tinas para los cortadores de Adove a 2 pesoз cada
una . 24 -
6 Armeros para los 6 almacenes de los fuertes principales
a 30 pesos cada uno ... 180 -
78 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

PARA LOS CINCO FORTINES

1.750 Postes de Yandubay de 3 a 4 varas de largo a 4 reales


cada uno .. .... 875 -

111
25 Orcones principales de 5 a 6 varas de largo a 2 pesos
cada uno • 50
120 Laderos de 3 a 4 varas de largo a 12 reales cada uno. 180
300 Tixeras de Sauce de 5 varas a 4 reales .............. 150
15 Cumbreras de palma, de 5 varas de largo a 14 rea-

65
les cada una 26
1.000 Cañas a 20 reales el ciento 25 -
1.000 Carretas que poco mas o menos se consideran necesarias
para conducir a los seis principales fuertes las ma-
deras, viveres, armamentos, municiones, artilleria,
pertrechos utiles y todo lo demas que sea preciso re-
mitir, graduado el flete a diez y seis pesos cada una,
respecto de la variedad de distancias que ay a los
puestos donde deben ir, siendo de la obligación de
los dueños aperarlas y proveerlas de capataces, peo-
nes y Boyada, importa 16.000

Total 43.403 --

NOTA. - Esta consideración se hace no obstante que los Partidos deben concurrir,
como tambien las Tropas de Carretas del comercio de arriba que se
hallen en esta ciudad por redundar en beneficio público y a la segu-
ridad de sus haciendas, vidas y familias dejando a la prudente reflexion
de Su Ex. este pago .
Pesos Reales
"Suma Anterior" 43.403 -
La Ración correspondiente a dos meses para 300 tra-
vajadores, 6 maestros de albañil, 6 de carpintero
y 12 cortadores de Adoves que por todos hacen 324
hombres importa 1.965 3 1/2
La Ración correspondiente a 2 meses para 150 hom-
bres de Milizias del Campo con sus Oficiales, que sin
sueldo han de destinarse a los nuevos establecimien-
tos durante su construcción, verificandose la expedi-
ción que al mismo tiempo está premeditada se con-
sidera su importe poco mas o menos en 1.000 -
La artilleria, municiones, pertrechos y ornamentos, se
gradua su valor, segun consta de relación separada
que acompaña, en 33.675 3314

80.043 7114

Se rebajan 3.539 pesos 6 reales, valor de las maderas


y utiles existentes en las Guardias de la Fronte-
ra que constan de relación separada que acompaña,
cuías especies se deben embiar menos a los parages
donde ha de construirse los nuevos fuertes 3.539 6

Total 76.504 1114

NOTA. -Las maderas, utiles, materiales y jornales de Travajadores, que se de-


marcan en este presupuesto para la construcción de 6 fuertes princi-
pales y cinco fortines en la otra banda del Rio Salado, han graduado su
valor segun el numero de cada especie que poco mas o menos se con-
sideran necesaris en concepto a la dimensión de ochenta varas en cua-
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 79

dro que señala el Maestre de Campo los Maestros del Rey Manuel Mi-
ro y Juan Bauptista Cortés, con asistencia de Don Isidro Lorea".
"Por lo respectivo a Artilleria, Municiones, Pertrechos, y Armamento,
se ha calculado por el Teniente Coronel Don Francisco Betberé respecto
a corresponder este gasto al ramo de guerra sin embargo de que en
Reales Almacenes hay la mayor parte de estas especies".
"No se trae a consideración en este presupuesto los ornamentos ne-
cesarios para las 6 capillas. Diego de Salas" .
"Concuerda con el Original".

"ANTONIO DE ALDAO"
(Rubricado)

(Anexo a la Carta de Don José de Vertiz de 8 de Junio de 1779)

NUMERO 3.

"Deseoso el Exmo. Señor Don Juan Joseph de Vertiz, Virrey y Capitán Ge-
neral de estas Provincias del Río de La Plata imponerse con la seguridad posible
de si conviene o no al servicio de ambas Magestades y utilidad publica el ade-
lantar las actuales Guardias de la Frontera de las Pampas de Buenos Aires
u dejarlas en las situaciones en que se hallan mando celebrar varias Juntas pre-
sididas del Señor Teniente de Rey de esta plaza, y compuestas del Maestre de
Campo Don Manuel Pinazo, algunos Mayores de Campaña y otros sugetos que
el nominado Pinazo propuso por mas impuestos o Baqueanos de ella, recaiendo
estas y otras muchas zelosas providencias de dicho Señor Exmo. sobre el ante-
cedente de reconocimiento que mandó hacer por Pilotos de la Real Armada en el
año de 1772 de situaciones en cada frente de las respectivas actuales Guardias,
en que conceptuan los vocales de las Juntas conveniente trasladarlas, suponiendo
obliga a esta determinación la falta de terrenos aproposito para Chacaras y es-
tancias en el antiguo recinto o cordon y ser mejores y más permanentes las
aguadas de los proiectados establecimientos ; de suerte que a verificarse estos
alegatos merecerian sin duda la atención y preferencia que intentan adaptarles
los autores y secuaces del indicado ultimo proiecto".
"A mas de las significadas prudentes superiores providencias, tratandose de
asunto de la maior monta, y sérias consecuencias, mando S. E. a maior abun-
damiento pasase a revistar la linea o cordon de las antiguas guardias como tam-
bien los parages, en que intentan los de la Junta transferirlas a fin de deducir
de este informe cuanto graduase conducente a la seguridad y demás ventajas de
estas campañas. A este efecto, pues, lleno de reconocimiento y deseo de corres-
ponder a esta confianza lo mejor que me sea posible, emprendí y practiqué la
comisión en los terminos que prolija e individualmente se reconocen en el siguien-
te diario y planos que le acompañan".

"SIGUE EL DIARIO"

"Me parece facil deducir del diario que antecede la preferencia que me-
recen las situaciones de los fuertes actuales de la frontera a las en que in-
tentan mudarlos el Maestre de Campo y demas vocales de las indicadas Juntas
mayormente si se reflexiona con la debida imparcial circunspección que los mo-
tivos en que apoyan su proyecto no corresponden al cierto informe que ha mi-
80 LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS

nistrado el precedente reconocimiento, esto es : que lejos de faltar terreno a


la retaguardia del cordon, le hay en abundancia y bueno inculto o despoblado,
con que así no influye la precisión de salir a buscarlo al frente. Que las aguadas
dominadas al presente, son sin dificultad mejores en general y mas permanentes
que las que se proponen ocupar : Que aunque pase la Guardia del Sanjón a los
Camarones o Altos del Troncoso no pondrá esta a los Leñateros al abrigo del
enemigo insulto, porque lo despejado de aquellos Campos y considerables dis-
tancias que intermedian desde dichos parages a las yslas o Montes no prometen
la seguridad que se supone".
"Ahora pues, (prescindiendo de otras razones ] siendo evidente cuanto dejo
expuesto, qué ventajas podemos prometernos con extender tan extraordinariamen-
te la pretendida o propuesta línea del cordon, cuando nos es casi imposible guar-
necer debidamente la que tenemos de mucha menor extensión ! Ojalá no nos de-
mostraran esta sensible realidad las repetidas irrupciones de los infieles, que se
internan a arrebatar vidas y haciendas de los vasallos de S. M. retirándose rara
vez con el escarmiento que será mucho menos verificable, a proporción que se
desvie la extendida frontera del Centro, que ha de vivificar sus personales es-
fuerzos".
"Añadese, que no pocos pobres milicianos salen actualmente destacados a los
Fuertes de sus respectivas dependencias, desviandose por uno o más meses, a
distancia de veinte leguas, de muger e hijos de menor edad que quedan en sus
Chozas o Ranchillos de paja abandonados a cuantos funestos contratiempos aca-
rrea la desgracia en semejante orroroso desamparo".
"A vista de estos y otros tristes espectáculos, agréguese, sin necesidad, maior
desvio y extension de frontera, en que ocupar por consiguiente más y más nu-
mero de esta miserable gente, y creo no extrañaremos que en vez de aumentar,
veamos disminuir cada dia los pobladores sujetos a tan excesivas insoportables
pensiones, quizas detalladas por la pasión, parcialidad y otras injusticias, lo que
sin temeridad puede recelarse suceda en algunas partes de estas bastas cam-
pañas, que exigen para conseguir su pronto importantísimo remedio toda la
autoridad y acreditado zelo de nuestro Exmo. Virrey".
"Si se determinare ( como lo creo importante, util y conveniente y aun ne-
cesario por ahora ) subsistan las Guardias de la Frontera donde actualmente se
hallan, o inmediaciones que dejo insinuadas, gradúo indispensable construir un
reducto junto a La Laguna de los Ranchos entre el Sanjon o Vitel y el Monte :
regularizar la maior parte de los fuertes, que estan en disposiciones despreciables,
y construir algunos a las inmediaciones indicadas de los que se hayan de mudar :
de forma, que los de Vitel, Monte, Lujan, Salto y Rojas, sean Guardias prin-
cipales y Residencias o Cuarteles de cinco indispensables compañías de Blan-
dengues, y el proiectado de los Ranchos con los de Lobos, Navarro y Areco,
sirvan de fortines con una pequeña guarnición para estrechar las avenidas y
facilitar el diario reconocimiento del campo comprehendido en el cordon y su
respectivo frente : Deviendo exponer para maior seguridad de este explicado
concepto, que tratado con los capitanes Don Juan Joseph Sardeñ ; Don Nicolas
de la Quintana y Don Pedro Nicolas Escribano, que me acompañaron al reco-
nocimiento y se impusieron consiguientemente de unos y otros terrenos son del
mismo sentir en cuia comprobación y como que han asistido a toda la operación
firman conmigo el Diario".
"Los rumbos de que se trata en el no son corregidos, y las leguas se supo-
nen proximamente de 20 en grado, considerando estas en la insinuada narración
LOS ORÍGENES DE CHASCOMÚS 81

(entre otras prudentes reflexiones ) graduadas por el espacio de tiempo, en que


se tardó a caminarlas, cada día por distintas direcciones, que se reducen en las
estaciones o jornadas a rumbos determinados, para no confundir con tanta va-
riación de estos como se habría experimentado si hubiera sido posible detenerme
a esta prolija infructuosa observación, de que se sigue la indispensable dife-
riencia que en esta parte se hallará entre el compaz del Plano y el discurso que lo
funda".
"Las cuatro siguientes laminas contienen los croquis o vistas de las in-
mediaciones de los puestos o fuertes actuales de la frontera de las Pampas
de Buenos Aires y de los parages en que proponen algunos adelantarlos ; re-
presentandose unicamente estos planos o figuras a fin de atraher una mera idea
de aquellas situaciones, y ayudar a la inteligencia del Diario que precede".
"Los actuales fuertes de la frontera se representan en los Planos, de co-
lor rojo y los proyectados en el amarillo".
"Como el adjunto ultimo plano demuestra individualmente las latitudes y
longitudes de todos los sitios o lugares donde hice mansiones, excuso repetirlas
en el predicho Diario, que concluyo en Buenos Aires oy día 12 de Abril de 1779.
Francisco Betbere de Ducos - Juan Jph. de Sarden - Nicolás de la Quintana
Pedro Nicolas Escribano.
"Concuerda con el principio y conclusión del Diario que en el día de su fe-
cha entregó a S. E. el Teniente Coronel y Comandante en esta Provincia del
Real Cuerpo de Artilleria Don Francisco Betberé de Ducos, a que me remito".
"ANTONIO DE ALDAO"
(Rubricado)

DOCUMENTO Nº 4.

Mayo 28

Comunicación del comandante de Chascomús, relativa al peligro del indio


or
Exmo. S.ºr

Señor

Acaba dellegar una demis partidas dando parte haber bisto yndios en el
Rincon de Rocha Orillas del Salado y que muestran ser bastantes estos los an
bisto la tarde del 27 y anllegado con este abico a las 2 dela mañana yo me hallo
en Chascumus Resien llegado ha enpesar este trabajo estas talbe cean los yndios
delos pazes .
Por no tener modo como remitir los partes que vajo de cubierta de V. E.
yndico para que sedirijan y que dese modo no tengan demora en saber esta
nobeda.
Nro. S.° Que su bida m° al Laguna de Chascumus Mayo 28 de 1779.
Exmo. S.or
B. C. M. de V. E.
su siempre afto sudito
PEDRO NICOLAS ESCRIBANO
Exmo. S. D." Juan Jph de Vertiz
82 LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS

DOCUMENTO Nº 5.

Oficio del comandante Escribano, dando noticia del comienzo de su


instalación en Chascomús

Exmo. S.or

Señor

El día 27 haltiempo de marchar para Chascumus Recivi dos cartas de V. E.


con fecha de 20 del corriente y enterado de su contenido practicare todas las
diligencia condusentes á lo grar el fin delo que seme en carga, á un que en
esta estacion mehallo bastante en baracado con el motibo dela mudada y no
poderme zeparar por notener aquien dejar ael reparo delos trabajos con el
motibo, de haber dejado ael Alf." a el cuidado dela otra Guardia y que balla
despachando las maderas detodo lo q. ban desaciendo.
ta
Junto con mi Comp. é elegido por patno deste fuerte á S." Juan Bap. y
por patrona a Nuestra Sra de Mersedes Exex cean dela aprobacion de V. E.
Los en redos con que handan estos yndios unos con otros no sirben demucho
para no fiarnos ni deunos nideotros pero en particular delos Aucas pues bien
pidiendo paz y ael mesmotiempo abican que setenga cuidado por el Salto por
que quiere dentrar un casique por las familias que les trajero siendo haci que
son todos unos. Los abicos que hadado el casique Negro ban saliendo ciertos
y mas en caso que se aparescan por estos lados, como han empecado.
Del abico que di á V. E. asta lagres ente no arecultado nada mas deseo
que biniera aun que estoi ocupado que ano estar Vd. lo ubiera ydo abuscar
y así espero en Dios que lo que acabe mi fuerte elque llegue haparecer no seira
desconcolado por que no les éde dar lugar á que me conoscan mi cituación
aun que ellos son baqueanos detodo pero inoran en los terminos que estan es-
tablecidos.
Yo qui siera en este asunto y entodos los que sepongan ami cuidado no ser
el utimo en egecutarlo. Oi dia delafecha queda á cabada la zanja del fuerte,
y no puedo poner maderas por faltar los carpinteros. ynter bienen boi atrabajar
elfoco y asi puede V. E. con ciderar el atraco que seme sigue con la dha demora
lla que eltimos mes bueno pues mes mui sencible elperder una Ora detiempo.
ms
Nro. S. G.de su ymportante vida de V. E. anes fuerte de S. Juan Bap, y
Mayo 30 de 1779.

Exmo. S.Or
B. L. M. de V. E.
su mas rendido sudito

PEDRO NICOLÁS ESCRIBANO

Exmo. S. D. Juan Jph de Vertiz


LOS ORIGENES DE CHASCOMÚS 83

DOCUMENTO Nº 6.

Nota del comandante Escribano sobre sus actividades en el nuevo fuerte

Junio 3.

Exmo. S.or

Señor

Epraticado la de lígencia acerca del Negro en aber bísto a Ramon Macias,


y preguntandole enq. se exercítaba el mensionado Negro, me hadícho de que el
lo acriado, y ase todo trabajo, y q.º no a exprímentado en el ninguna desconfiansa,
e
separado deso leédicho q. el éz rresponsable siempre q. falte otro Negro.
Con fecha 27 del pasado di p.te a V. E. aver abistado mi partida Yndios
en la costa del Salado, lo que me éz bergonsoso p.ª mi el estar en esta Frontera
y no hírlos abuscar, loq.* pongo empratica en esta ocasión marchar el día 4
arreconoser p. poder trabajar maz des aogado, íno estar con sobre salto, de lo
en cargado en el Trabajo a el cabo de Drag." Antonio Cosido ásta mi buelta.
El casique Thomas seme á oferecido el hir con migo con los Yndios q.°
tiene q. no sé los q.º seran en caso q.e benga lo llebaré. de los Vecinos no
aparesído ninguno, Oficial cabos ni soldados, síendo asi q. sédespararon dos
cañonasos p. que serretíraran lasfamiliaz, me consta en la Guardia del Zanjon
han acudido bastantes mujerez, pero hombre nínguno ya si V. E. díspenseme en
esta ocasíon áser esta Salida, aber sípuedo con mi Comp." solos áser el nombre
de Díos.
Quedo rrogando a Díos Que la importante vida de V. E. m° a Fuerte de
S." Juan Bap.ta y Chascomuz Junio 3 de 1779.

Exmo. S.or
B. C. M. de V. E.
su rendido sudito

PEDRO NICOLAS ESCRIBANO

Exmo. S.ºº D.º Juan Jph de Vertiz

DOCUMENTO Nº 7.

Oficio del comandante Escribano sobre sus dificultades en el nuevo fuerte

Julio 23

Exmo S.Or
Señor

Enterado en la ord." de V. E. del 15 del corriente, p.ª que haga saber alos
Vesinos q. han faltado endar los ausílíos necesaríos, p.ª la nueba costrusion del
84 ARCHIVO HISTORICO DE CHASCOMUS

e
Fuerte de mi cargo. Con esta fecha los llamo p. áserlez los cargos enq. han
ocurrido, con su poco selo y amor al Real servisio y bien publico, p.ª loq. daré
e
parte a V. E. de loq. resultare con lamayor prontitud posible Luego q. ° rrecoja
los rrecibos de los duenos aquienez se compraron los caballos los rremetíré a V.
ta
E. m á Fuerte de S. " Juan Bap. de Chascomuz y Julio 23 de 1779."

Exmo. S.or
B. C. M. de V. E.
sumas rendido Sudito

PEDRO NICOLAS ESCRIBANO

Exmo. S.º D." Juan Jph de Vertiz.


Lámina I.

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la cartografía
a Patagonia").
ATLANTICO
Lámina II.

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na
pie Es

Ca
Ponte MONTEVIDEO
rus
35°

Banco Nuevo

36"

Punta Norte

- ( 2 ) Lugar de los Camarones, señalado


n Juan Bautista de Chascomús ( 1779) .
Lámina III.

Cerrillos
intelen

Bragrado Lag. de Toromoro

ialesde Casco
Arroyo

Lag Je Carpincho
Saladas

ArreciA.
Salto

Lag deRosa
del

Lags

fes
dela
su
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dia

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Sa
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la
di
Guard

A ll
o
de

3 13 312

ón definitiva del " Zanjón " en Chascomús .


[ El original en el Archivo de Indias, Audiencia de Buenos Aires, Leg. 58 ( 122-5-11 ) . ]
INDICE
INDICE

Página
Al lector · 5

I. El indígena en la Historia de América • 9


II. El tratamiento del indio en el Río de la Plata · 19

III. Los orígenes de Chascomús . 41

65
IV. La infancia del nuevo pueblo • 53
Apéndice documental . · 67
Láminas I - II y III . 85
12901

BE74
3 9000 008 185 592

0.1

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