Trabajo Agricultura I (Pendiente Revisión)
Trabajo Agricultura I (Pendiente Revisión)
Trabajo Agricultura I (Pendiente Revisión)
Y SEGURIDAD ALIMENTARIA I
María Eugenia Pachés Altarejos
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La agricultura, tal y como la conocemos hoy en día, es el resultado de un sinfín de modificaciones y
adaptaciones de nuestro entorno desde hace más de 10000 años, influenciada por los sistemáticos
cambios que ha ido experimentando nuestra civilización desde el propio período del Neolítico hasta la
época moderna en la que vivimos actualmente. En cuanto a los factores que influyeron en esta
transformación, son muchos los puntos de vista que han ido surgiendo a lo largo de los años, siendo uno
de los más fundamentados la adaptación completa del ser humano a su entorno más natural y al
ecosistema al que estaba acostumbrado, dando como resultado el total manejo y domesticación de las
plantas. No obstante, el escenario que más se acercaría a la realidad en tan distintos ambientes en los
que la civilización se fue desarrollando sería el de múltiples razones y contextos diferenciados, que
acabaron dando lugar al mismo resultado inevitable para la supervivencia y el aumento de la esperanza
de vida.
Durante años, este tipo de agricultura original fue evolucionando y transformándose en respuesta a
las diferentes necesidades, condiciones y avances de las poblaciones internacionales. Desde el siglo XX,
con el aumento exponencial de la población, el aumento de la esperanza de vida, las mejoras en
tecnologías, ciencia e infraestructuras, se comenzó a adoptar un modelo de agricultura más
industrializada e intensiva, que dejaría a la agricultura tradicional en un segundo plano durante muchos
años. Hoy en día, con la fuerte entrada de este tipo nuevo de agricultura más mecanizada, podemos
diferenciar fuertemente entre dos tipos de agricultura: agricultura tradicional y agricultura intensiva.
La agricultura local, aquella que no está sometida a la industrialización y las leyes del
mercado, presenta características de la agricultura tradicional y rasgos mucho más comunes
a la agricultura en su más puro origen que aquella a la que estamos acostumbrados en la
actualidad. Por tanto, este tipo de agricultura se basa en la drástica reducción del uso de
productos químicos y fitosanitarios (pesticidas, fertilizantes, etc.) y procesos tecnológicos
para poder reducir la contaminación medioambiental. Este tipo de agricultura, a su vez, se
sustenta gracias a los recursos que podemos aprovechar de la naturaleza, como la tierra y
las condiciones meteorológicas.
La agricultura intensiva, aquella que lleva imperando desde hace años, se caracteriza por los
procesos productivos altamente industrializados debido a la influencia de la ciencia y la
tecnología, el uso de maquinaria y grandes cadenas de producción y suministro. La máxima
premisa de este tipo de actividad intensiva consiste en sacar el máximo rendimiento de los
cultivos a través de sistemas artificiales que fuerzan las condiciones de producción en aras
de obtener el máximo rendimiento posible en una menor cantidad de tiempo y espacio.
Como ejemplo, alguno de estos sistemas son los invernaderos, que falsean las condiciones
meteorológicas y medioambientales a través de sistemas artificiales de energía, o la
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alteración genética de alimentos a través de procesos científicos para modificar tamaño,
formas y tiempos de crecimientos.
Hemos visto ya los dos tipos de agricultura predominantes en nuestra época y los distintos métodos
de aplicación empleados en cada uno de ellos. Para realizar un análisis de los distintos beneficios que
podrían aportar cada uno de estos tipos de agricultura en las zonas más empobrecidas, resulta necesario
analizar las ventajas y las desventajas que presentan cada una de las mismas.
En primer lugar, si nos centramos en las ventajas más evidentes de la agricultura intensiva,
encontramos los siguientes puntos significativos:
Por otro lado, encontramos algunas de las desventajas más relevantes de este tipo de agricultura:
Deterioro del suelo, el agua y el medio ambiente en general, donde añadimos los niveles
desorbitados de energía y combustible que se necesitan para hacer trabajar toda la maquinaria
involucrada en este sistema agrícola. Como ejemplo, según la FAO, podemos situar hasta cerca
del 30% de la energía primaria utilizada para el sistema alimentario mundial, lo que representa
un porcentaje insostenible.
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Uso excesivo de diferentes tipos de procesos y productos químicos, como se ha mencionado
anteriormente, como pesticidas, fertilizantes y diferentes materiales, que pueden resultar dañinos
para el ser humano debido a la ingesta directa de productos con algún porcentaje de presencia
de estos materiales.
En contraposición, al realizar un análisis más detallado sobre la agricultura más extensiva o local,
encontramos por un lado las siguientes ventajas:
Reducción de los niveles de uso de la mano de obra y maquinaria necesaria para los niveles de
producción. Esto se debe al hecho de que las grandes inversiones en procesos de alteración de
la tierra y los cultivos están ausentes.
Se requiere, inevitablemente, una mayor extensión de terreno para poder trabajar y producir y
compensar de esta manera el bajo índice de eficiencia y productividad por área trabajada.
compensar así su baja productividad por hectárea.
Estos son solo algunos ejemplos, los más relevantes, de todos los aspectos positivos y negativos
que podemos encontrar en los diferentes tipos de agricultura presentes. En base a este análisis, a
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continuación, intentaremos argumentar cómo podría beneficiar cada tipo de agricultura en las zonas más
empobrecidas y cuál se consideraría mejor, en última instancia.
Como hemos visto anteriormente, el sector agrícola siempre ha sido un pilar fundamental para los
países en un contexto de desarrollo económico a través de la obtención y distribución de alimentos y
materias y generación de empleo.
En los países en vías de desarrollo, un 75% de la población vive en área rurales y un gran porcentaje
de la población depende de la agricultura para subsistir (World Bank, 2008).
Uno de los puntos más relevantes para conseguir una reducción significativa de la pobreza en países
en vías de desarrollos que se dedican, en gran parte, al medio rural, sería garantizar un aumento de la
productividad de manera sostenible. En este aspecto, la agricultura extensiva sería la mejor opción ya
que garantiza la reducción de impacto medioambiental, pero supondría todo un reto aumentar la
productividad teniendo en cuenta la falta de recursos para la producción. Por tanto, una alternativa
idónea sería llevar a cabo inversiones económicas que proporcionen conocimiento en términos de
innovación y desarrollo desde un punto de vista beneficios para la naturaleza, sacando el máximo
provecha de la misma con tecnología poco invasiva.
No obstante, debemos tener en cuenta una de las desventajas de la agricultura extensiva, y es que
la eficiencia en la productividad es mucho menor que en la agricultura intensiva, y con la población a un
ritmo de crecimiento elevado, podría darse la situación de no disponer de suficiente alimento para
abastecer a toda la población de la zona, lo cual repercutiría negativamente en los índices de pobreza.
Visto este escenario, parece que una de las mejores soluciones sería potenciar un sistema híbrido
de agricultura en el que puedan integrarse los puntos más fuertes de cada uno, aumentando la
productividad de manera que pudieran reducirse los precios a nivel local y, por tanto, la consecuente
reducción de la pobreza para aquellas personas que no se dediquen al sector agrícola. A su vez, podría
considerarse un modelo de agricultura local que utilice mano de obra de una manera más intensiva, de
manera que este aumento de la productividad iría acompañado de un aumento de la mano de obra
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necesaria y aumentaría por tanto el empleo en estas zonas más empobrecidas, aumenta la riqueza local
en términos generales.
Como conclusión, ante el constante aumento del impacto medioambiental y las desigualdades en
cuanto a pobreza y recursos entre diferentes países, cabe ver la agricultura como una actividad que
contribuya en beneficio del medio ambiente y que, a su vez, cumpla una función económica de
desarrollo. Por tanto, el fomento de un tipo de agricultura de aprovechamiento más extensivo de las
tierras, beneficiándose al máximo de los recursos naturales que proporciona el propio ecosistema y
aumentando la productividad utilizando un modelo de mano de obra más intensivo. Para ello, es
necesario contar con un plan de formación y financiación que permita dar a conocer aquellos métodos de
producción más sostenible y la forma más eficiente de aplicar la tecnología en ellos minimizando el uso
de producto químicos.
3. BIBLIOGRAGÍA
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