Los Hermanos Musulmanes
Los Hermanos Musulmanes
Los Hermanos Musulmanes
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RESUMEN
Antes de la tercera revolución egipcia de inicios del 2011, generalmente, se consideraba a los Hermanos
Musulmanes como la única oposición real capaz de desafiar al Gobierno hegemónico del régimen egip-
cio, debido al apoyo popular del que goza la organización, mucho mayor que el de los partidos en la
oposición. Sin embargo, el cambio no ha venido por la Hermandad, sino por el propio pueblo egipcio.
En todos estos años de presencia de los Hermanos en el escenario egipcio, ni sus importantes recursos
logísticos y económicos, ni su papel dominante en la oposición política han contribuido a la modificación
de la estructura del poder en el país. El presente trabajo quiere demostrar que las políticas adoptadas
por los Hermanos Musulmanes en su interacción con el Gobierno de Hosni Mubarak, tanto cuando eran
de confrontación como de acomodación, no han hecho más que contribuir al mantenimiento del statu
quo y, por lo tanto, han constituido una fuerza centrípeta respecto al régimen. Este análisis, asimismo,
puede ofrecer algunas claves sobre el comportamiento futuro de la organización.
Este artículo se ha llevado a cabo en el marco del proyecto de investigación I+D+i financiado
por el Ministerio de Ciencia e Innovación: “Estabilidad, gobernabilidad y cambio político en Turquía,
Oriente Medio y el norte de África: impacto en la política española hacia la región” (CSO2008-
06232-C03-02/CPOL).
Los Hermanos Musulmanes: ¿Una fuerza centrífuga o centrípeta?
Los Hermanos Musulmanes (Al-Ikhwan al-Muslimun) cuentan con una larga historia
en la sociedad egipcia y están considerados como la organización islamista más antigua y con
mayor número de miembros del mundo árabe. Fundada en 1928 por Hassan al-Banna y seis
compañeros como primeros miembros, en veinte años la Hermandad alcanzó los dos millones
de miembros; se convirtió así en un movimiento internacional de masas que serviría de mode-
lo e inspiración a grupos más allá de las fronteras egipcias, sobre todo en Siria y Jordania. A
pesar de su capacidad para sobrevivir a duras oleadas de represión, del masivo apoyo popular;
del respaldo político y económico procedente sobre todo de la península Arábiga, de su papel
opositor, de su visible presencia en sectores de la sociedad civil (principalmente sindicatos
y universidades), y de su importante éxito electoral en 2005, la organización no ha logrado
modificar el panorama sociopolítico de Egipto. ¿Cuáles son las razones?
Las diferentes políticas adoptadas por los Hermanos Musulmanes para permanecer
activos en el escenario egipcio, como el rechazo a la violencia política, la moderación
y la modernización de su discurso, la participación en el proceso político, así como su
pragmatismo, no hacían más que ayudar al régimen a conservar su estructura de poder.
La interacción entre el régimen y los Hermanos alimentaba el statu quo, sin que esto
sucediera de una forma consciente por parte de la organización.
Así, el objetivo del presente artículo es demostrar la capacidad del régimen de
Hosni Mubarak para utilizar el papel de los Hermanos en su favor, independientemente
de la estrategia seguida por la organización. Nuestra opinión es que la presencia de los
Hermanos Musulmanes, como única oposición real, impedía la creación de un parti-
do político legal1 capaz de desafiar la concentración del poder en manos del régimen.
Además, las actividades desarrolladas por la organización en el ámbito de la asistencia
social reducían las opciones de la población de hacer oír su voz y reproducían el patrón
clientelar de las relaciones políticas. Por último, el carácter religioso de la Hermandad
ayudaba a que el régimen mantuviera, o incluso incrementara, sus políticas represivas,
en nombre de la estabilidad del país y bajo el auspicio occidental.
De esta forma, la prohibición constitucional de los partidos religiosos2 y la tolerancia
paralela con la que el régimen gestionaba las actuaciones políticas y sociales de la orga-
nización, sumadas a la coyuntura internacional, producían las condiciones idóneas para
la preservación de la actual estructura de poder que, además, estaba apoyada por la cola-
boración –unas veces parcial, otras veces estricta– de la organización con el régimen.
1. El hecho de que las protestas de Egipto en enero de 2011 no fueran convocadas ni organizadas por ningún partido o
fuerza de oposición jerarquizada demuestra la validez de nuestra tesis.
2. La ley 40 del año 1977, que regula la formación de partidos políticos en Egipto, prohíbe la formación de partidos políticos
basados en afiliaciones raciales, de clase o religiosas.
3. Sobre las relaciones del régimen con los Hermanos Musulmanes durante los años 1952-1970, véase Kemou, 2007 y
2009.
salvar ese obstáculo legal para las elecciones de 1984, los Hermanos Musulmanes formaron
coalición con el partido New Wafd. Este, que había retomado su actividad recientemente
y carecía de popularidad debido a su larga ausencia y a su base elitista, encontró en los
Hermanos a un aliado oportuno4. Como subraya Ebeid (1989), en estas elecciones, “en el
seno de los tres sectores representados en el Parlamento –el Partido Nacional Democrático
(PND) gobernante, el Wafd y los Hermanos Musulmanes– poderosos grupos de interés con
objetivos socioeconómicos comunes trabajaban para establecer una coalición tripartita con
el apoyo de algunos regímenes árabes y fuerzas internacionales, que buscaban la emergencia
de una fuerza social conservadora como la base sólida de la era post-Sadat”.
En diciembre de 1986, la crisis provocada por el dictamen del Tribunal
Constitucional Supremo sobre el carácter inconstitucional de la ley electoral de 1984 5,
impuso la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas. En las
siguientes elecciones, celebradas en 1987, los Hermanos Musulmanes optaron por una
alianza electoral con el Partido del Trabajo y el partido Al-Ahrar, formando la Alianza
Islámica, una coalición que se hizo con 65 escaños en el Parlamento.
La participación de los Hermanos Musulmanes en el proceso político aumentó
las críticas contra la organización, tanto dentro como fuera de las fronteras egipcias.
Occidente temía que la organización usara el proceso electoral para ganar poder y esta-
blecer un Estado islámico. En el ámbito nacional, los grupos islamistas radicales acusaban
a la Hermandad de colaborar con el régimen y abandonar la yihad. Según Abdel-Kotob
(1995), “la principal estrategia de los Hermanos es la acomodación con el régimen, pues
el grupo se ha vuelto totalmente dependiente de la vía constitucional para conseguir los
cambios que reclaman. Por ello, el proceso electoral ha adquirido vital importancia, tanto
para ganar representación en el Parlamento y en las asociaciones profesionales como, y
quizá más importante, para lograr acceso a un canal de comunicación sin restricciones,
a través del cual puedan hacer llegar su mensaje islamista a toda la sociedad egipcia”.
La respuesta de los Hermanos a las críticas no fue unánime. Una parte rechazó
la acusación de formar parte del sistema argumentando que seguían permaneciendo
fieles a su principio de “el islam es la solución”, tratando de cambiar el sistema desde
dentro. Otra parte sostuvo que los objetivos originales de la Hermandad, como la eli-
minación de la dominación extranjera y el establecimiento de la sharia como base de la
4. La alianza electoral con los Hermanos Musulmanes provocó conflictos internos en el partido y muchos de sus miembros aban-
donaron el grupo para formar otro partido político. La rivalidad interna, así como los ataques del régimen, costaron al partido
la pérdida de votantes. Este fue el resultado de las elecciones de 1984: PND, 72,9% de los votos y 87% de los escaños; New
Wafd, 15% de los votos y 13% de los escaños; y el Partido Laborista Socialista, 7,73% de los votos y 0 escaños.
5. Tras el recurso de varios asesores sobre la prohibición de la candidatura de Kamal Khaled como candidato independiente, el
Comité de la Ley de Partidos decidió que tanto la ley de partidos como la ley electoral contenían elementos inconstitucionales.
6. Durante este periodo hubo muchos ataques terroristas contra miembros del régimen y colaboradores, así como contra
diplomáticos estadounidenses e israelíes.
7. En 1988, el régimen tomó duras medidas contra las compañías islámicas de inversión y las ONG islámicas.
8. Citado en Campagna, 1996.
Frente a esta situación, la organización respondió con duras críticas y se alió con los
partidos de la oposición en el boicot a las elecciones de 19909, oponiéndose a que el minis-
tro del Interior supervisara los colegios electorales y el recuento de los votos, así como a la
continuidad del estado de emergencia, en un esfuerzo conjunto para poner en evidencia al
régimen en el ámbito internacional. Pero, al mismo tiempo, los ataques del régimen contra
la organización obligaron a los Hermanos Musulmanes a adoptar una imagen moderada,
especialmente en cuestiones de política exterior, como, por ejemplo, la participación egipcia
en la Primera Guerra del Golfo, muy criticada en los círculos del islam no oficial y entre la
población. La débil reacción de los Hermanos Musulmanes ante esta cuestión provocó una
de las primeras crisis en la red internacional de la organización10.
9. El único partido de la oposición que participó en estas elecciones fue Tagammu (Hizb al Tagammu’ al Watani al Taqadomi
al Wahdawi [Partido Nacional Unionista Progresista]).
10. A principios de los años noventa, se creó la Federación de Organizaciones Islámicas en Europa (FIOE por sus siglas en
inglés), que agrupaba de una manera no formal a 27 organizaciones dirigidas por los Hermanos Musulmanes.
11. Citado en Abdelrahman, 2004.
12. Citado en Wickham, 2002.
manes. Además, el mismo estudio reveló que la organización controlaba más del 40% de
las operaciones económicas del país, y que las actividades económica de la organización
le permitieron incrementar sus redes clientelares, así como proporcionar empleo a jóvenes
religiosos egipcios (Ibrahim, 2002).
El devastador terremoto de octubre de 1992 en El Cairo es un caso muy ilustrativo del
alcance de los servicios sociales de la Hermandad, en el que la organización se mostró más
eficiente que el Estado, al ofrecer una asistencia valiosa a las víctimas. Al-Aryan, un líder de
la organización que tuvo un papel vital en la ayuda a las víctimas del terremoto, declaró13:
“El jefe de seguridad me aseguró que el Gobierno estaba contento con nuestra labor y me
animó a seguir dando mantas y refugio a la gente. Pero no le gustaban nuestras pancartas y
eslóganes. La comisión médica acató las órdenes de quitar las pancartas, pero desafortuna-
damente otros hermanos, de fuera de la comisión, volvieron a ponerlas de nuevo”.
La influencia y el poder crecientes de la Hermandad se demostraron, entre otras oca-
siones, en la victoria de las elecciones de 1992 de la Asociación de Abogados, proceso que
se desarrolló con relativa libertad. La decisión de Mubarak de permitir elecciones libres
vino dada por la necesidad de apaciguar las demandas de la oposición. De esta forma, el
régimen se aseguraba de que los Hermanos Musulmanes no desafiarían directamente su
poder en las calles, gracias a la aceptación de la organización de las reglas de juego estable-
cidas (Wickham, 2002).
El control de las asociaciones profesionales también era muy importante para los Her-
manos. Ahmad al-Nahas, hermano y tesorero de la asociación de ingenieros en Alejandría,
afirmó14: “Las asociaciones profesionales nos proporcionaban una plataforma política, con
poder legal y medios de comunicación. A través de estas, pudimos publicar tantos periódicos
y revistas como quisimos, sin las complicaciones de tener que conseguir un permiso. Fueron
este tipo de facilidades y privilegios los que hicieron que utilizáramos a las asociaciones
como portavoces políticos, al menos el 80% del tiempo”.
Los inesperados resultados electorales, la escalada del terrorismo en Egipto15, así
como la victoria electoral del Frente Islámico de Salvación (FIS) en Argelia alarmaron
al régimen de Mubarak. De este modo, en 1993, se dictó una nueva ley referente a las
asociaciones profesionales, mediante la que se establecía un mínimo de un 50% de parti-
cipación en las elecciones, con el fin de evitar que una minoría organizada pudiera ganar
Proceso político
coalición en esa ocasión, los tres socios de la Alianza Islámica (los Hermanos Musulmanes,
el Partido del Trabajo y al-Ahrar) colaborarían durante la campaña electoral.
La política represiva del régimen demostraba claramente su creciente recelo hacia la
sociedad egipcia. Las siguientes declaraciones del ex integrante de los Hermanos, Kamal
Abu al-Majd, quien tenía conexiones con el régimen y trató de hacer de mediador, demues-
tran los esfuerzos de la organización para encontrar cierto entendimiento, pues los arrestos
estaban dañando sus filas19: “Sugerí a Mubarak que los Hermanos estarían dispuestos a
reducir el número de candidatos de 170 a un número tan reducido como 10 [...], a cambio
de acabar con los juicios militares. Sin embargo, mis esfuerzos se vieron frustrados porque
algunos oficiales [...] filtraron información a la prensa sobre el asunto antes de que el pro-
yecto empezara incluso a desarrollarse”.
El alto el fuego de los islamistas radicales después del atentado de Luxor en 1997 –en
el que fallecieron 62 personas de las cuales 59 eran turistas– tranquilizó al régimen. Sin
embargo, su actitud para con la organización se mantendría hostil. En las elecciones de
2000, supervisadas por primera vez por los jueces, los Hermanos sufrieron de nuevo las
tradicionales medidas preelectorales, que incluyen arrestos y juicios militares. Los resultados
electorales se tradujeron, sin embargo, en otro gran éxito de los Hermanos, que consiguieron
que 17 de sus miembros entraran en el Parlamento. Pero la participación de los Hermanos
Musulmanes en el proceso electoral acarreó otro efecto colateral para la sociedad, pues hizo
casi imposible la creación de un partido político legal capaz de competir con el PND y
los Hermanos. Estos dos grupos, valiéndose de sus recursos –el primero, básicamente, de
las funciones rentistas del aparato estatal y el segundo, de su respaldo económico y social–
alimentan la mentalidad clientelista de la sociedad egipcia.
20. Para un análisis más detallado sobre el contexto reciente en Egipto, véase Kemou, y Azaola, 2009.
21. Los cambios en las relaciones entre Washington y los líderes de Oriente Medio no se limitaban a Riyad y El Cairo. Los
esfuerzos para lograr una relativa independencia frente a las exigencias norteamericanas también se extendieron a los
estados del Golfo. Los contactos de los líderes del Golfo con Irán, Líbano y Fatah fueron una clara manifestación de sus
esfuerzos para desvincularse de las prácticas del ejecutivo estadounidense. Los líderes del Golfo, que no tenían interés en
apoyar las políticas claramente intervencionistas de Washington en un momento de fragilidad de la hegemonía, decidieron
coordinar sus políticas para poder incrementar su influencia.
22. En aquel momento, la economía del país estaba atravesando graves problemas financieros debido a la fluctuación de la
libra egipcia, que había incrementado notablemente los precios de los productos de primera necesidad.
23. La competición interna se hizo más dura tras la muerte de Hamid Abu Nasr, el guía general, en 1996. La nominación como
quinto guía general de los Hermanos Musulmanes de Mustafa Mashrur, que representaba a la generación más anciana,
aumentó las fricciones en el seno de la organización. La acción más inmediata y sorprendente fue la decisión, de algunos
de sus miembros de generación intermedia, de crear el partido político Wasat (centro), liderado por Abu Ila Al Madi, en
el que también participaban coptos. No está claro si Wasat fue desde el principio un organismo independiente de los
Hermanos (Wickham, 2002).
Al mismo tiempo, las amistosas relaciones entre los Hermanos Musulmanes y Riyad
se vieron notablemente afectadas tras los atentados de Nueva York. El príncipe Nayif
Bin Abdel Aziz llegó a acusar a la organización de ser responsable de todos los problemas
del mundo árabe24. Esta ruptura acarreó nuevos problemas a los Hermanos, pues Riyad
les proveía de una ayuda financiera sustancial a través de la Liga Islámica y otros canales
(Ternisien, 2007). Ante esta situación, la organización se vio forzada a buscar otras
alternativas, buscar nuevos aliados e introducir elementos seculares en su discurso.
El buen resultado electoral en 2005, donde participaron como candidatos inde-
pendientes y lograron el 20% de los escaños parlamentarios (88 escaños), a pesar de
los obstáculos interpuestos por el régimen –que incluían represión policial y fraude
electoral–, alarmó al régimen, que respondería con detenciones masivas. Las fuerzas de
seguridad impidieron los contactos de los estudiantes con los Hermanos Musulmanes
para participar en las elecciones universitarias, una situación que se repetiría en las elec-
ciones de los sindicatos en noviembre de 2006. El incidente de al-Azhar, en el que los
estudiantes islamistas encapuchados realizaron una exhibición de artes marciales para
mostrar que estaban preparados para hacer frente a la represión policial, evidenció el
significante deterioro de las relaciones (Shehata y Stacher, 2007).
Con el fin de minimizar los peligros derivados de la creciente influencia política de
los Hermanos, el régimen egipcio institucionalizó el estado de emergencia, en vigencia
desde el asesinato de Sadat, utilizando como pretexto la lucha contra el terrorismo. El
referéndum exprés25, llevado a cabo en marzo de 2007, puso fin a la comedida apertura
política. Como consecuencia de este, se enmendaron 34 artículos de ley, entre los que
figuraba la introducción de una nueva ley antiterrorista (artículo 179), que socavaría el
principio de libertad individual [artículo 41(1)], la privacidad del hogar (artículo 44)
y la privacidad de la correspondencia, las llamadas telefónicas y otras comunicaciones
[artículo 45(2)]. Las enmiendas también garantizaban el derecho del presidente a inter-
ferir en el poder judicial, saltándose los tribunales ordinarios, para los sospechosos de
delitos relacionados con el terrorismo. Además, las enmiendas incluían la prohibición
de los partidos basados en la religión y cancelaban el papel de supervisión de los jueces
en elecciones y referéndums.
Pero las medidas del régimen para frenar la creciente influencia política de los
Hermanos no terminaron ahí. En 2008, Mubarak pospuso elecciones municipales con
24. La reacción de Riyad fue probablemente un esfuerzo para hacer olvidar que 15 de los terroristas eran ciudadanos saudíes,
y al mismo tiempo demuestra las relaciones de rivalidad entre las diferentes corrientes islámicas e islamistas.
25. El referéndum exprés, boicoteado por la oposición, fue convocado en seis días, lo que demuestra el creciente temor del
régimen.
la intención de evitar más éxitos de la organización, para lo que contó con el beneplá-
cito de sus aliados occidentales, alarmados por la victoria de Hamas en Palestina26. Así,
cuando finalmente se celebraron, los Hermanos no pudieron participar y como respuesta
a ello boicotearon los comicios. Además, el banco al-Taqwa, principal fuente financiera
de la organización, con sede en Suiza, fue puesto bajo estrecha vigilancia, y las cuentas
de 29 Hermanos fueron congeladas, hecho que limitó aún más el poder económico de
la Hermandad. Las detenciones y la represión continuaron creciendo a medida que se
acercaban las elecciones legislativas de finales de 2010. Así, vemos cómo las duros actos
represivos, llevados a cabo con la aprobación de Washington, forzaron a los Hermanos
a secularizar su discurso y a hacer un llamamiento de reforma, declarando claramente,
por primera vez, en febrero de 2007, su deseo de crear un partido político. Este anuncio
acarrearía problemas en el seno de la organización, pues emergieron debates acerca de
cuestiones como su carácter democrático27, que hicieron más profundo el cisma entre
los Hermanos reformistas y los conservadores28.
El clima de confusión que se produjo al tratar de dar respuesta a estas cuestiones
obligó al líder de los Hermanos entre 2004 y 2010, Muhammad Mahdi Akif, a anun-
ciar que se suspendían las actividades dirigidas a la creación de un partido, pues la
organización tenía que concentrarse en los juicios militares que estaban padeciendo sus
miembros. Al mismo tiempo, la histórica decisión de Akif de dimitir de su puesto como
guía general, en marzo de 2009, incrementó las tensiones internas. La división en el seno
de la organización y el proceso para la nominación de un nuevo líder supremo bene-
ficiaron al régimen. En la nueva composición del órgano ejecutivo (Maktab al-Irshad)
predominaban los líderes conservadores y de generaciones anteriores, más inclinados a
mantener un perfil bajo en la dimensión política. Buen ejemplo de ello es la actitud de
Mohammed Badie, el nuevo guía general, quien se apresuró a reafirmar la posición del
grupo en relación con el régimen: el compromiso de no-violencia y su lealtad política
(Nasrawi, 2010). A pesar de ello, al aproximarse las elecciones parlamentarias de 2010,
los Hermanos cambiaron de actitud y anunciaron su deseo de participar en los comicios,
26. Para más información, véase Turner, 2006. Cabe recordar que Hamas fue uno de los hijos espirituales de los Hermanos,
pero sus relaciones están caracterizadas por tensiones importantes, debido a la independencia de Hamas de los Hermanos
Musulmanes.
27. Una de las cuestiones más importantes era la postura que adoptarían los Hermanos si un copto o una mujer llegaran a
ser presidentes de la República egipcia. También la creación de un consejo de ulemas y su hipotético papel en el sistema
político egipcio.
28. Otros analistas subrayan la diferencia generacional entre los Hermanos. Khalil Al-Anani identifica cuatro generaciones
dentro de la organización: el primer grupo está formado por activistas de los años de Nasser, de 70-80 años de edad; el
segundo de 50-60 años, está caracterizado por el pragmatismo y un alto compromiso político; el tercero, de 40-50 años,
se caracteriza también por el conservadurismo; finalmente, la generación joven, de entre 20-30 años, que es la más política
y activa de la organización. Para más información, véase el blog de Al-Anani: http://islamists2day-e.blogspot.com.
lo que generaría una nueva oleada de represión por parte del régimen. La decisión de
la Hermandad de apoyar el régimen a través de su participación en las elecciones, el
fraude electoral y el despertar social que se estaba produciendo, tuvieron como resultado
la debilitación de la organización como fuerza opositora, subrayada entre otros factores
por los resultados electorales de 201029. La creciente decepción de la joven generación
de la Hermandad producida por el conservadurismo de la organización fue también un
factor que contribuyó al declive de la influencia de la organización.
Conclusiones
29. La Hermandad Musulmana anunció su retirada de la segunda vuelta electoral como respuesta al fraude electoral en la
primera ronda de votación. Es importante destacar que los candidatos afiliados a la Hermandad no pudieron ganar de
manera decisiva ni un solo escaño en la Asamblea del Pueblo, mientras que solo veintisiete candidatos de la organización
fueron capacitados para estar en la segunda vuelta.
30. En este sentido, es decir, el interés en la democratización de Egipto, es interesante ver la posición reticente de los líderes
europeos y de la Administración norteamericana ante de la “tercera” revolución egipcia en enero de 2011, durante los
primeros días de la ira.
31. Como defienden Izquierdo y Farrés (2008), la llegada del AKP al Gobierno turco fue facilitada por la aproximación del país
a la Unión Europea.
manera clara y oficial, sea por miedo sea por elección propia, y apoyó así un vez más el
régimen de Mubarak. La intensidad y la continuidad de las protestas en paralelo con los
signos de caída del régimen, cambiaron la postura de los líderes de la Hermandad32, que en
el séptimo día llamaron a la población a permanecer en la calle hasta la caída del régimen.
Cualquiera que sea el futuro papel de los Hermanos Musulmanes en la escena egipcia post-
Mubarak, se debe señalar su contribución al mantenimiento del régimen de Mubarak.
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