1.3. Amplitud y Cambio Semã Ntico de Las Palabras

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1.3. AMPLITUD Y CAMBIO SEMÁNTICO EN LAS PALABRAS.

CONNOTACIÓN Y
DENOTACIÓN

La semántica es la rama de la lingüística que se ocupa del significado de las palabras; uno de sus
campos de estudio es el de los cambios semánticos, dado que en el léxico de una lengua, además de
incorporarse términos nuevos, las palabras ya existentes pueden sufrir cambios en su significado.
Estos suelen necesitar de un amplio periodo de tiempo para consolidarse; así, en primer lugar debe
producirse la innovación, motivada por una necesidad comunicativa; esta innovación se propaga entre
los hablantes de la lengua hasta que llega a generalizarse.

 Connotación y denotación:

El significado o imagen mental a que nos remite una palabra está compuesto por una serie de rasgos
conceptuales que todos los hablantes de una lengua asocian de una manera general a ese
significante. No obstante, hay que tener en cuenta que este significado tiene dos componentes:

 Denotación. La constituyen los rasgos conceptuales objetivos. Es el significado objetivo de


una palabra que comparten todos los usuarios de la lengua y que encontraremos en el
diccionario.

Aquel campesino caminaba acompañado de su burro, cargado en las albardas de leña y de piedras. En este
contexto BURRO significa “animal solípedo, como de metro y medio de altura, de color, por lo común, ceniciento,
con las orejas largas y la extremidad de la cola poblada de cerdas. Es muy sufrido y se le emplea como caballería y
como bestia de carga y a veces también de tiro”.

 Connotación. Incluye los rasgos conceptuales subjetivos, los significados que lleva añadidos
una palabra por diferentes motivos (sociales, culturales, históricos, psicológicos, etc.).

Este chico es un burro; no sabe sumar, restar ni multiplicar. Aquí BURRO alude a “persona ruda y de muy poco
entendimiento”.

Son tan importantes las connotaciones que por ellas se originan CAMBIOS SEMÁNTICOS. Y son tan
necesarias para la poesía que, sin ellas, el lenguaje de la lírica perdería su naturaleza escurridiza y
evocadora.

Uno de los cambios semánticos que las palabras de una lengua pueden sufrir es el de ampliar o
reducir su significado:

 Ampliación o restricción de significado:

 Ampliación:
Algunas palabras han pasado a ampliar su significado y designar nuevos elementos de la realidad. Es
lo que conocemos como extensión significativa o generalización semántica. Así, la palabra
latina passer significa “gorrión”, pero dio pájaro, ampliando su significado. La
palabra portal actualmente no solo hace referencia a la entrada de un edificio, sino también, en el
campo de la informática, a la página de acceso a un conjunto de páginas web; o el
término arribar, que pertenecía a la lengua marinera y significaba «llegar a puerto», actualmente
ha pasado a la lengua común ampliando su significado al de «llegar a cualquier sitio».

 Restricción:

Del mismo modo, algunos términos han restringido su significado: Es lo que sucedió con la
palabra labrar “cultivar la tierra” que procede del latín laborare: en un principio significa “trabajar”
perdiendo gran parte de su significado.

Sucede también en lo que llamamos especialización semántica, y sucede sobre todo si el término se
usa como tecnicismo: por ejemplo, la palabra bajo en música se refiere a un instrumento o a un tipo
de voz, no a una persona de poca estatura; o la palabra letra en el ámbito económico, que tiene un
significado específico.

 Las causas que explican los cambios de significados:


Estas causas son múltiples, pero se pueden agrupar:
 Causas históricas:
Se producen cuando el referente al que alude el término se ha transformado con el paso del tiempo,
mientras que la palabra que lo nombra sigue siendo la misma. Así ocurre con la palabra chupa (ahora
utilizada para designar un tipo de cazadora), que antiguamente designaba la prenda de medio
cuerpo que vestían los clérigos; o la palabra retrete, que en su origen designaba una habitación
íntima o retirada, y actualmente es un sinónimo de váter.

 Causas psicológicas:
Algunas variaciones se originan por la valoración subjetiva que los hablantes realizan de la realidad.
Adoptan actitudes humorísticas, irónicas, emotivas… Son muy frecuentes las metáforas relacionadas
con los animales (ser un lince, un águila, un lirón, un cerdo, una mula…); y también las
antropomórficas, en las que se utilizan términos relacionados con el cuerpo humano para designar
otras realidades (pie de foto, boca de metro, brazo de mar, cabeza de lista…).

 Causas sociales:
En muchas ocasiones, las connotaciones negativas que se le dan a un término hacen que su uso no
resulte adecuado. Cuando una palabra es de mal gusto u ofensiva, o afecta a valores sociales o
religiosos, decimos que es un tabú. Los tabúes lingüísticos son, por tanto, términos o expresiones que
no se consideran apropiados, por lo que se evita su uso. Son tabúes algunos términos escatológicos o
sexuales, así como los relativos a la enfermedad, la muerte o cualquier cosa que resulte desagradable.

La forma más habitual de evitar una palabra tabú es sustituirla por otro término que no tenga dichas
connotaciones negativas. Es lo que se conoce como eufemismos. Así, para evitar aludir directamente
a ciertas partes del cuerpo, empleamos eufemismos como trasero, pecho o miembro. A las
funciones excretoras las denominamos con expresiones como hacer de vientre, hacer pipí o aguas
menores, ir al baño, evacuar … Eludimos decir directamente que alguien ha muerto mediante
expresiones eufemísticas como pasar a mejor vida, y nos referimos a realidades sociales
desagradables como el paro o los despidos con expresiones como desempleo o ajustes de
plantilla .
Lo contrario de los eufemismos son los disfemismos, que precisamente tienen como función
recalcar las connotaciones negativas de un término, generalmente con una intención humorística o
sarcástica. Así, se usan palabras como moña o cogorza en lugar de borrachera, o criar malvas,
estirar la pata o irse al otro barrio en vez de morir.

 Causas lingüísticas:
Una palabra se contagia del significado de otra con la que aparece unida en determinados contextos.
Ej. El adjetivo puro se utilizaba unido con el sustantivo cigarro, de ahí cigarro puro. Con el tiempo ha
dado lugar a puro (mecanismo de elipsis). De igual manera: colonia (por agua de colonia )
o móvil (por teléfono móvil ). Es un fenómeno de contagio semántico.

 Los cambios semánticos se producen debido a una serie de mecanismos,


entre los que podemos analizar:

a) Metáfora. Consiste en designar una realidad con el nombre de otra con la que tiene relación de
semejanza. Así, llamamos lámpara de araña a aquella cuya forma nos recuerda a dicho animal, o
decimos que una persona es una marmota cuando duerme mucho; un águila, boca de una cueva.

b) Metonimia. Consiste en designar una realidad con el nombre de otra a partir de una relación
de cercanía que existe entre ellas. Ej. Puño de la camisa, el trompeta del grupo, un Picasso….
Hay diversos tipos de metonimias: las que designan un objeto por su lugar de procedencia (Me
tomaré un rioja), el nombre de una obra por su autor (He comprado un Miró), la parte por el
todo (No había un alma) o el continente por el contenido (Se ha bebido cuatro copas).

c) Eufemismo/Tabú. Consiste en evitar una palabra concreta por razone psicológicas, sociales o
morales porque tiene connotaciones negativas y se sustituye por otra más aceptable. La palabra
evitada es el tabú y la que la sustituye es el eufemismo. Ej. Vejez sería tabú y tercera edad el
eufemismo; ajuste de plantilla por despido, etc.

d) La antonomasia. Consiste en llamar a una persona que posee alguna cualidad con el nombre
de otra considerada el máximo exponente de dicha cualidad. De este modo, decimos que un
conquistador es un donjuán o un casanova, o que una alcahueta es una celestina. Muchos de
estos términos proceden de obras literarias; pensemos, por ejemplo, en expresiones como ser un
quijote, un lazarillo, un tenorio …

e) La eponimia. Se produce cuando utilizamos el nombre de una persona para referirnos a un


lugar, objeto, periodo de tiempo… Así, el continente América ha recibido su nombre del marino
Américo Vespucio, o la ciudad griega Atenas de la diosa Atenea. También se utiliza cuando se
nombra una enfermedad con el nombre de su descubridor, como el alzhéimer (por el médico
alemán Alois Alzheimer), o un artefacto, idea o realidad con el nombre de su inventor, como
el zepelín (debido a Ferdinand von Zeppelin).

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