El documento discute una nueva norma constitucional que limita el ejercicio de las potestades sancionatorias del Estado. Algunos expertos argumentan que esta norma restringe en exceso la capacidad de la administración para hacer cumplir la ley y podría socavar la efectividad de organismos clave. Además, generaría incertidumbre jurídica y pondría en riesgo reformas legislativas actuales y la estabilidad del marco legal. Se necesita abordar este asunto con prudencia para evitar posibles impactos negativos
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El documento discute una nueva norma constitucional que limita el ejercicio de las potestades sancionatorias del Estado. Algunos expertos argumentan que esta norma restringe en exceso la capacidad de la administración para hacer cumplir la ley y podría socavar la efectividad de organismos clave. Además, generaría incertidumbre jurídica y pondría en riesgo reformas legislativas actuales y la estabilidad del marco legal. Se necesita abordar este asunto con prudencia para evitar posibles impactos negativos
El documento discute una nueva norma constitucional que limita el ejercicio de las potestades sancionatorias del Estado. Algunos expertos argumentan que esta norma restringe en exceso la capacidad de la administración para hacer cumplir la ley y podría socavar la efectividad de organismos clave. Además, generaría incertidumbre jurídica y pondría en riesgo reformas legislativas actuales y la estabilidad del marco legal. Se necesita abordar este asunto con prudencia para evitar posibles impactos negativos
El documento discute una nueva norma constitucional que limita el ejercicio de las potestades sancionatorias del Estado. Algunos expertos argumentan que esta norma restringe en exceso la capacidad de la administración para hacer cumplir la ley y podría socavar la efectividad de organismos clave. Además, generaría incertidumbre jurídica y pondría en riesgo reformas legislativas actuales y la estabilidad del marco legal. Se necesita abordar este asunto con prudencia para evitar posibles impactos negativos
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SANCIONES ADMINISTRATIVAS Y NUEVA CONSTITUCIÓN: Una
relación asincrónica
En el marco del actual proceso constitucional, se aprobó una
norma que limita al Estado en el ejercicio de sus potestades sancionatorias, consagrando una inédita reserva legal absoluta en esta materia. La discusión ha revivido viejos debates en torno a la comprensión de la administración y su rol en el ejercicio de derechos y potestades públicas. Amenazando con enterrar una serie de proyectos de ley actualmente en curso.
A partir del texto constitucional de 1980, una parte importante de la
doctrina administrativa chilena ha concebido al derecho administrativo principalmente como un instrumento para limitar al poder de la Administración estatal. Bajo la idea de una preeminencia natural y a todo evento del despliegue de la libertad individual, se ha considerado la intervención administrativa como una expresión de “despotismo” y “totalitarismo”, características que expresan una severa desconfianza frente al poder estatal radicado en la Administración y que encuentra un correlato en la jurisprudencia más reciente del Tribunal Constitucional, que se ha encargado de limitar, por la vía de control preventivo, un conjunto de “potestades” y “privilegios” propios de cualquier administración.
Este trabajo ha sido desarrollado, principalmente, al amparo de la
escuela liderada por el profesor Eduardo Soto Kloss quien, en la década de 1970, propuso una versión específica de la idea de despotismo administrativo que terminaría por sepultar nuestro viejo derecho administrativo y lo transformaría en un mero mecanismo de control de potestades en resguardo de los derechos. Lo anterior, desde luego, propició las condiciones para establecer un sistema de control judicial estricto, escéptico de la discrecionalidad, que reprende constitucionalmente cualquier propósito de intervención pública y que controla férreamente los poderes sancionatorios de la administración, consagrando así un nuevo paradigma en la historia constitucional chilena.
Esta comprensión del fenómeno jurídico, que intentó verse
interrumpida en el fallido proceso anterior, parece encontrar sentido y continuidad al alero del momento constituyente en curso. A saber, durante la trigésima cuarta semana del proceso, específicamente en el marco de la tercera jornada de votación plenaria, se aprobó una norma que despertado gran interés:
Artículo 16, numeral 9 inciso tercero:
“Las competencias sancionadoras administrativas solo se
ejercen a través de un proceso previo, racional y justo, legalmente tramitado por conductas determinadas en su núcleo esencial por ley, y cuya comisión haya sido evitable para el supuesto infractor. Las sanciones administrativas están sujetas a los principios de legalidad, irretroactividad en perjuicio, proporcionalidad y necesidad”.
La disposición constitucional no pasó desapercibida. El tenor literal de su
redacción ofrece, en términos de la comisión, una insoportable restricción a la administración. Al respecto, el primero en salir a la palestra fue el Comisionado Experto Gabriel Osorio (PS), quien señaló́: “a propósito del núcleo o conducta que debe estar determinado por la ley para sancionar administrativamente, les tengo una noticia: con la norma propuesta, todas actuaciones administrativas del segundo gobierno del Presidente Piñera devienen en inconstitucionales, como también el Código Sanitario” y agregó “estamos asistiendo a un intento deliberado por jibarizar al Estado frente a una próxima pandemia”.
Por otra parte, desde la Asociación de Derecho Constitucional,
mediante su secretaria, Tania Busch, también expresaron su preocupación, haciendo énfasis en lo incomprensible de la disposición que controvierte siglos de tradición constitucional, exportando la doctrina del núcleo esencial, propia de la teoría general de los derechos fundamentales hacia las sanciones administrativas.
Sin embargo, es importante señalar que la norma omite un aspecto
esencial: En el marco de un Estado Administrativo moderno, resulta crucial comprender que la efectividad de la legislación y su alcance para lograr los objetivos propuestos son pilares fundamentales. Esta situación no solo incide en la concepción del Derecho Administrativo, sino también en la forma en que se evalúan las políticas públicas. En este contexto, la función de la Administración es crucial, ya que se encarga de materializar las disposiciones de un legislador que, por su estructura, no está capacitado para hacerlas cumplir por sí solo.
Por ende, es tarea del legislador crear estructuras institucionales con la
flexibilidad necesaria para ejercer la potestad sancionatoria. Esto implica otorgar a la Administración las herramientas y el margen de discrecionalidad adecuados para aplicar estas medidas. Cabe destacar que los intentos de limitar estos mecanismos administrativos sancionatorios mediante criterios uniformes conllevan riesgos significativos. En efecto, la eventual aprobación de esta disposición podría generar estragos sin precedentes en el entramado jurídico del país. Más allá de simplemente reducir la capacidad del próximo gobierno para afrontar crisis sanitarias, esta medida podría socavar la autoridad y la efectividad de organismos clave como la Dirección del Trabajo en su rol fundamental de garantizar la seguridad laboral e higiene en el entorno laboral.
A su vez, la apertura a cuestionamientos sobre la constitucionalidad de
reformas en pleno proceso legislativo, entre las que se cuentan la revisión del Sistema de Evaluación Ambiental (SEA), la Ley Nº21.521 que impulsa la competencia e inclusión financiera (Fintech) y la recientemente anunciada “Ley SERNAC te protege”, podría desencadenar una crisis de legitimidad institucional sin precedentes y poner en tela de juicio la estabilidad del marco legal vigente.
Este escenario podría adentrarnos en un periodo de incertidumbre
jurídica y política de proporciones inimaginables, poniendo en peligro los logros obtenidos tras meses de debates parlamentarios arduos y acuerdos políticos ya consolidados. Es crucial abordar este asunto con la máxima prudencia y cautela, tomando en cuenta no solo los posibles impactos inmediatos, sino también las repercusiones a largo plazo que podrían poner en riesgo la estabilidad y la seguridad jurídica de nuestra nación.