El Castillo de Abbadia
El Castillo de Abbadia
El Castillo de Abbadia
El Castillo de Abbadia
losviajesdeaspasia.com/2020/09/04/castillo-abbadia/
Para los que vivimos en la comarca del Bidasoa, la silueta del castillo de Abbadia -o
Château d’Abbadie-, dominando desde su altura la hermosa playa de Hendaya, es un
hito en nuestro entorno. Pero más allá de su valor icónico en el paisaje, este lugar
esconde una historia apasionante, un patrimonio singular y un encanto indiscutible.
Antoine d’Abbadie
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Antoine d’Abbadie (1810-1897) es uno
de esos apasionantes personajes
decimonónicos que fue al mismo tiempo
explorador y erudito, y abarcó disciplinas
tan dispares como la cartografía, la
astronomía o la literatura. Hijo de padre
vasco y madre irlandesa, vivió doce años
en Etiopía, realizando la primera
cartografía de este territorio cuya cultura
le acompañó el resto de su vida. Fue
miembro de la Academia de Ciencias de
Francia desde el año 1867, presidiendo la
institución en 1892.
El Castillo de Abbadia
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Vista del castillo
Viollet le-Duc, fiel a su estilo, escogió el neogótico con sus torres almenadas y ventajas
ojivales, creando un castillo de cuento de hadas, en el que incorporó detalles orientales
y una ornamentación abigarrada que lo convierte en un lugar atemporal por la mezcla
de estilos y elementos. Las tres alas dispuestas en torno a cuerpo central se dedicaban a
diferentes funciones, ligadas con la vida doméstica y profesional de Abbadia: el ala
noroeste se dedicaba al estudio; el ala este, a la devoción; y el ala sur se destinaba a
espacio de recepción. En el exterior, por las paredes, aleros y torres, se despliega la
decoración escultórica en la que los animales exóticos, apelando a la vinculación del
dueño del lugar con África, emergen entre las piedras.
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Si el exterior del castillo nos seduce, el interior nos embruja por completo. La amalgama
de estilos y la mezcla de referencias culturales se despliega en un abanico de colores,
formas y motivos decorativos: de lo chino a lo árabe, pasando por lo africano o lo
europeo, que siempre apela a un pasado medieval. También hay referencias a la cultura
vasca o gaélica, de tal forma que necesitamos un extenso conocimiento para poder
entender cada una de las referencias geográficas, culturales o literarias. No es
imprescindible, desde luego: incluso aunque no entendamos la esencia de lo que los
salones o los muebles nos narran, disfrutaremos por igual de su estética. Advierto
también que para muchos de vosotros tal vez resulte recargada, obsoleta e incluso
kitsch. Propongo un ejercicio de distanciamiento de nuestra época para entender que lo
que estamos viendo es, al fin y al cabo, un alarde de exhuberancia muy propio del
momento en el que fue ideado.
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