Tomo Decisiones Autonomas Sobre Mi Futuro
Tomo Decisiones Autonomas Sobre Mi Futuro
Tomo Decisiones Autonomas Sobre Mi Futuro
Los derechos humanos, como la libertad, el trabajo, la igualdad y la cultura, son atributos que
todos tenemos por el solo hecho de ser personas, y se fundamentan en la dignidad humana. Por
eso, los derechos humanos deben ser reconocidos en cualquier lugar del mundo y a todos los seres
humanos, independientemente de su situación social, económica, étnica, religiosa, etc. Hubo que
realizar esfuerzos individuales y colectivos, y lidiar grandes luchas para que los derechos humanos
fueran reconocidos. No obstante, en la actualidad, aún subsisten en el mundo situaciones de
desconocimiento de los derechos humanos.
En sociedades que valoran en demasía el bienestar material, la felicidad suele restringirse a tener
más: más dinero, más posesiones. Aristóteles (384 a. C.- 322 a. C.), el filósofo griego, ya en su
época sostenía que esto era un serio problema para la “salud” de cualquier sociedad. Para él, por
encima de todo cálculo de costo-beneficio, y de todo interés o deseo privado, está la sociedad o
comunidad a la que se pertenece. Una comunidad de valores y fines que le otorga sentido a la vida
de quienes la conforman. La libertad de la persona no tiene que ver con su capacidad de elegir
individualmente, sino con reconocer que el objetivo de su vida es el bien de su sociedad, y que los
valores supremos de su comunidad son también los suyos. Así pues, para Aristóteles la felicidad la
consigue quien durante su vida actúa según esos valores supremos; entre otros, la solidaridad, la
amistad, la generosidad, la justicia y la valentía. Una persona feliz es un ejemplo de vida virtuosa,
alguien a quien la juventud puede emular, de quien se puede (y se debe) aprender. La felicidad no
es obtener un logro o un beneficio (ni personal ni para un grupo); es una forma de vivir que se guía
por esos valores supremos y que, por tal razón, se considera una excelente forma de vivir. ¿Qué
pasa cuando hemos orientado nuestra vida al margen de los valores de la comunidad? ¿Cómo ir
más allá de nuestro interés personal? Desde una ética de la realización, debemos esforzarnos para
construir fuertes lazos con la comunidad. No se trata de esfuerzos aislados, sino de una
convivencia práctica constante. 4.4. LA ETICA DE LA INTEGRIDAD O DE LA FUNDAMENTACION
RACIONAL DE MIS ACTOS. Es determinar, mediante nuestra razón principios que pongan a los seres
humanos como fin de todas nuestras acciones. Solo nos daremos cuenta de que estamos frente a
un principio ético si es transversal a toda cultura. El respeto por la persona, el diálogo, la búsqueda
de la igualdad, son principios éticos. Como vemos, esta ética no le da prioridad ni a las
consecuencias ni a las formas de ser, sino a las razones o fundamentos de nuestras acciones.
Partiendo de las ideas de Kant, Rodrigo podría determinar que para decidir no tiene que adecuarse
necesariamente a las expectativas ajenas. Lo que le dicen su mamá, amigos o docentes puede no
ser malo, pero él tiene capacidad para evaluar crítica y creativamente qué es mejor en términos
racionales. Quizá sea algo de lo que han dicho, pero solo si lo confirma luego de su análisis
personal: “¿se justifica racionalmente mi elección?”. Lo primero, desde este punto de vista, es no
aceptar “porque sí” lo que le digan en la familia, la escuela o la comunidad,solo porque proviene
de una posición de afecto o autoridad. Él necesita no dejarse llevar por sus emociones, sino
integrarlas a su reflexión.
Construir un proyecto de vida implica bastante más que decidir qué hacer luego de terminar el
colegio. Frente a nosotros aparece todo lo que somos: lo que queremos, lo que valoramos, lo que
defendemos con convicción. Esto nos lleva a reconocer el valor de la autonomía para construir un
proyecto de vida auténtico. Es posible, entonces, conciliar autonomía con autenticidad, cuando
asumimos la construcción de nuestro proyecto de vida como un desafío moral y ético. Podremos
equivocarnos, pero siempre será posible empezar de nuevo aprendiendo de nuestros desaciertos.
La autonomía es la capacidad de preocuparse por uno mismo y por lo que aportamos a otras
personas. Desde el punto de vista del utilitarismo, significa reconocer como positivo lo que es
“mejor para
todos” y de planificar lo mejor según nuestro potencial. Desde la ética de la realización, implica
reconocer la importancia de realizarnos como persona, colectivo y comunidad, con sensibilidad
social. Desde la ética de la libertad racional, supone reconocer la importancia de actuar
basándonos en fundamentos racionales, de modo que contemos con principios éticos que siempre
queramos defender. La autenticidad expresa nuestra forma particular de ser y estar entre otras
personas. Es la suma de decisiones y acciones libres que nos hacen ser personas con creencias,
valores y principios claros. Una persona auténtica camina hacia un horizonte de posibilidades para
su vida, más allá de solo pensar en una carrera o profesión. El reto de hacernos cargo de nuestras
decisiones, acciones, creencias e ideales éticos no es sencillo en un mundo que privilegia el
individualismo, la resignación y la competencia. Por eso, hacer una pausa y reflexionar sobre
nuestra individualidad es fundamental para hacernos responsables de nuestro futuro.