Creencias Fundamentales
Creencias Fundamentales
Creencias Fundamentales
SOSTENIENDO LA CONVICCIÓN PROTESTANTE DE ‘SOLA SCRIPTURA’ «SÓLO LA BIBLIA», ESTAS 28 CREENCIAS FUNDAMENTALES
DESCRIBEN CÓMO LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA INTERPRETAN LAS ESCRITURAS PARA SU APLICACIÓN DIARIA.
Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y sostienen que ciertas creencias fundamentales son la
enseñanza de las Sagradas Escrituras. Estas creencias, tal como se establecen aquí, constituyen la comprensión y expresión de la
iglesia de la enseñanza de las Escrituras.
Se puede esperar una revisión de estas declaraciones en una sesión quinquenal de la Conferencia General siempre que la iglesia
sea guiada por el Espíritu Santo a una comprensión más completa de la verdad de la Biblia, o si se encuentra un mejor lenguaje.
La expresión de estos conceptos ayuda a proporcionar una imagen global de lo que esta denominación cristiana cree y practica
colectivamente. Juntas, estas enseñanzas revelan un Dios que es el arquitecto del mundo. En sabiduría, gracia y amor infinito, Él
está trabajando activamente para restaurar una relación con la humanidad que durará para la eternidad.
Las 28 creencias fundamentales pueden organizarse en seis categorías de doctrina: Dios, el hombre, la salvación, la iglesia, la
vida cristiana diaria, y los eventos de los últimos días (restauración).
Sosteniendo la convicción protestante de ‘Sola Escritura’ «sólo la Biblia», estas 28 Creencias Fundamentales describen cómo los
Adventistas del Séptimo Día interpretan las Escrituras para su aplicación diaria.
4. Dios Hijo (Jesucristo) 13. El Remanente y su Misión Restauración (Fin de Los Tiempos)
5. Dios Espíritu Santo 14. Unidad en el Cuerpo de Cristo 24. El ministerio de Cristo en el
Santuario Celestial
Humanidad 15. Bautismo
25. La segunda venida de Cristo
6. Creación 16. La Cena del Señor (Comunión)
26. Muerte y Resurrección
7. Naturaleza de la Humanidad Vida Diaria
27. El milenio y el fin del pecado
Salvación 17. Dones espirituales y ministerios
28. La Nueva Tierra
8. La Gran Controversia 18. El don de la profecía
Nuestro Dios Creador es amor, poder y esplendor. Él es tres en uno, misterioso e infinito, y sin embargo desea una conexión
íntima con la humanidad. Nos dio la Biblia como su Santa Palabra para que pudiéramos aprender más sobre Él y construir una
relación con Él. Las siguientes declaraciones describen lo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día cree acerca de Dios y su
Palabra.
2. LA DEIDAD
Hay un solo Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternales.
Dios es inmortal, todopoderoso, omnisciente, sobre todo, y omnipresente. Es infinito y más allá de la comprensión humana,
pero conocido a través de su auto-revelación.
Dios, que es amor, es por siempre digno de adoración y servicio por parte de toda la creación. (Gen. 1:26; Deut. 6:4; Isa. 6:8;
Mat. 28:19; Juan 3:16 2 Cor. 1:21, 22; 13:14; Ef. 4:4-6; 1 Pedro 1:2.)
3. DIOS PADRE
Dios el Padre eterno es el Creador, Proveedor, Sustentador y Soberano de toda la creación. Él es justo y santo, misericordioso y
gentil, lento para la ira, y abundante en amor y fidelidad. Las cualidades y poderes exhibidos en el Hijo y el Espíritu Santo son
también las del Padre. (Gen. 1:1; Deut. 4:35; Sal. 110:1, 4; Juan 3:16; 14:9; 1 Cor. 15:28; 1 Tim. 1:17; 1 Juan 4:8; Apoc. 4:11.)
4. DIOS HIJO (JESUCRISTO)
Dios Hijo encarnó en Jesucristo. A través de Él todas las cosas fueron creadas, el carácter de Dios es revelado, la salvación de la
humanidad es alcanzada, y el mundo es enjuiciado. Dios siendo eterno y verdadero, se convirtió también en un verdadero
humano, Jesús el Cristo. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó la tentación como
un ser humano, pero ejemplificó perfectamente la justicia y el amor de Dios. Por medio de sus milagros manifestó el poder de
Dios y fue atestiguado como el Mesías prometido de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz en lugar nuestro a causa de
nuestros pecados, resucitó de entre los muertos y subió al cielo para ministrar en el santuario celestial en nuestro favor.
Él vendrá de nuevo en la gloria para la liberación final de su pueblo y la restauración de todas las cosas.(Isa. 53:4-6; Dan. 9:25-
27; Lucas. 1:35; Jn. 1:1-3, 14; 5:22; 10:30; 14:1-3, 9, 13; Rom. 6:23; 1 Cor. 15:3, 4; 2 Cor. 3:18; 5:17-19; Fil. 2:5-11; Col. 1:15-19;
Heb. 2:9-18; 8:1, 2.)
Dios Espíritu Santo fue parte activa con el Padre y el Hijo en la Creación, la encarnación y la redención. Él es tan persona como lo
son el Padre y el Hijo. Él inspiró a los autores de las Escrituras. Llenó la vida de Cristo con poder. Él atrae y convence a los seres
humanos; y a aquellos que responden, Él los renueva y transforma a la imagen de Dios. El Espíritu Santo fue enviado por el
Padre y el Hijo para estar siempre con sus hijos, extiende los dones espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio de
Cristo, y en armonía con las Escrituras la conduce a toda la verdad. (Gen. 1:1, 2; 2 Sam. 23:2; Sal. 51:11; Isa. 61:1; Lucas 1:35;
4:18; Juan 14:16-18, 26; 15:26; 16:7-13; Hechos 1:8; 5:3; 10:38; Rom. 5:5; 1 Cor. 12:7-11; 2 Cor. 3:18; 2 Pedro 1:21).
HUMANIDAD
Amorosamente diseñados como seres perfectos, Dios creó a los humanos a su propia imagen con libre albedrío y dominio sobre
la tierra. Pero el pecado se coló a través de la tentación por parte de Satanás, el Diablo. Ahora la perfección de la humanidad
está manchada, nuestros cuerpos y mentes corrompidos. Nuestro mundo, que una vez fue perfecto, hoy está en una constante
lucha entre el bien y el mal. Afortunadamente, Dios tenía un plan para redimir a la humanidad a través de su Hijo, Jesucristo. Él
finalmente tendrá la victoria sobre el pecado y la muerte y nos restaurará a nosotros y a nuestra tierra a su estado original de
belleza y perfección. Las siguientes declaraciones describen lo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día cree acerca de la tierra y
la humanidad en el contexto del plan final de Dios.
6. CREACIÓN
Dios ha revelado en las Escrituras el auténtico e histórico relato de su actividad creativa. Él creó el universo, y en una reciente
creación de seis días el Señor hizo «los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos» y descansó en el séptimo día.
Así estableció el sábado como un recordatorio perpetuo de la obra que realizó y completó durante seis días literales que junto
con el sábado constituyeron la misma unidad de tiempo que hoy llamamos una semana.
El primer hombre y la primera mujer fueron hechos a imagen de Dios como la obra cumbre de la Creación, se les dio dominio
sobre el mundo y se les encargó la responsabilidad de cuidarlo. Cuando el mundo fue terminado era » muy bueno», declarando
la gloria de Dios.
(Génesis 1-2; 5; 11; Éxodo 20:8-11; Salmo 19:1-6; 33:6, 9; 104; Isa. 45:12, 18; Hechos 17:24; Col. 1:16; Heb. 1:2; 11:3; Rev. 10:6;
14:7.)
7. NATURALEZA DE LA HUMANIDAD
El hombre y la mujer fueron hechos a imagen de Dios con individualidad, el poder y la libertad de pensar y hacer. Aunque
fueron creados como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y espíritu, que depende de Dios para la
vida, el aliento y todo lo demás.
Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de Él y cayeron de su alta posición. La
imagen de Dios en ellos fue desfigurada y se sometieron a la muerte.
Sus descendientes comparten esta naturaleza caída y sus consecuencias. Nacen con debilidades y tendencias al mal. Pero Dios
en Cristo reconcilió al mundo consigo mismo y por su Espíritu restaura en los mortales penitentes la imagen de su Creador.
Creados para la gloria de Dios, están llamados a amarlo a Él y a los demás, y a cuidar de su entorno.
(Gen. 1:26-28; 2:7, 15; 3; Sal. 8:4-8; 51:5, 10; 58:3; Jer. 17:9; Hechos 17:24-28; Rom. 5:12-17; 2 Cor. 5:19, 20; Ef. 2:3; 1 Tes. 5:23;
1 Juan 3:4; 4:7, 8, 11, 20.)
SALVACIÓN
Incluso antes de la creación de la tierra, hubo una guerra entre el bien y el mal. Lucifer, un ser que una vez fue perfecto y muy
apreciado, se puso celoso de Dios y deseaba una posición más alta. Cuando Dios no le dio lo que quería, se convirtió en Satanás.
Acusó a Dios de ser injusto. Satanás entonces descarrió a un tercio de los ángeles del cielo, y Dios tuvo que expulsarlos. Para
vengarse de Dios, Satanás comenzó a atacar a su preciosa nueva creación: la Tierra. Sabiendo que los humanos fueron creados
con libre albedrío, los tentó para que se revelarán contra la amorosa guía de Dios. Pero Dios sabía que esto no tenía por qué ser
el final de la historia de la humanidad. Demostró cuánto nos ama enviando a su propio Hijo, Jesucristo, a morir en lugar de la
humanidad, para soportar el castigo final que el pecado trae (Romanos 6:23, Juan 3:16). Sin embargo, todavía se trata de una
elección. Dios nunca quiso una lealtad forzada. La opción es nuestra. Podemos sucumbir al pecado y elegir vivir para nosotros
mismos, o podemos elegir aceptar el sacrificio de Jesús, seguirlo y conocerlo. Y si lo elegimos, Él promete guiarnos con su
Espíritu Santo y nunca nos abandonará.
Las siguientes declaraciones describen lo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día cree sobre la lucha entre el bien y el mal, y
cómo todavía hay esperanza de salvación para la humanidad a través del amoroso sacrificio de Jesucristo.
8. LA GRAN CONTROVERSIA
Toda la humanidad está ahora involucrada en una gran controversia entre Cristo y Satanás con respecto al carácter de Dios, su
ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo cuando un ser creado, dotado de libertad de elección,
en exaltación propia se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y llevó a la rebelión a una porción de los ángeles. Introdujo el
espíritu de rebelión en este mundo cuando llevó a Adán y Eva al pecado. Este pecado humano dio lugar a la distorsión de la
imagen de Dios en la humanidad, el desorden del mundo creado, y su eventual devastación en el momento del diluvio universal,
como se presenta en el relato histórico de Génesis 1-11. Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en la arena
del conflicto universal, del cual el Dios de amor será finalmente reivindicado. Para ayudar a su pueblo en esta controversia,
Cristo envía al Espíritu Santo y a los ángeles leales para guiarlos, protegerlos y sostenerlos en el camino de la salvación.
(Gen. 3; 6-8; Job 1:6-12; Isa. 14:12-14; Ez. 28:12-18; Rom. 1:19-32; 3:4; 5:12-21; 8:19-22; 1 Cor. 4:9; Heb. 1:14; 1 Pedro 5:8; 2
Pedro 3:6; Ap. 12:4-9).
IGLESIA
Después del ministerio de Jesús en la tierra, él comisionó a sus seguidores para que se dedicaran a contar a otros sobre su amor
y su promesa de regresar. Al hacer esto, también ordenó amar a todas las personas como nos ama a todos nosotros.
A pesar de lo imperfecta que es la humanidad, Dios todavía nos da el privilegio de ser parte de su ministerio. Al hacer esto,
somos su Iglesia, o el Cuerpo de Cristo, todos con diferentes dones espirituales para contribuir. Él nos anima a reunirnos,
apoyarnos unos a otros y servir juntos. Las siguientes declaraciones describen lo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día cree
en relación con la comunidad de creyentes en todo el mundo, la Gran Comisión de Dios, y los principios para guiar a las
congregaciones locales organizadas.
12. LA IGLESIA
La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. En continuidad con el pueblo de Dios
en los tiempos del Antiguo Testamento, somos llamados a diferenciarnos del mundo; y nos reunimos para la adoración, para la
comunión, para la instrucción en la Palabra, para la celebración de la Cena del Señor, para el servicio a la humanidad y para la
proclamación mundial del evangelio. La iglesia deriva su autoridad de Cristo, que es la Palabra encarnada revelada en las
Escrituras. La iglesia es la familia de Dios; adoptada por Él como hijos, sus miembros viven sobre la base del nuevo pacto.
La iglesia es el cuerpo de Cristo, una comunidad de fe de la cual Cristo mismo es la cabeza. La iglesia es la novia por la que Cristo
murió para santificarla y limpiarla. A su regreso triunfante, se la presentará a sí mismo como una iglesia gloriosa, los fieles de
todas las edades, la compra de su sangre, sin mancha ni arruga, sino santa y sin mancha. (Génesis 12:1-3; Éxodo 19:3-7; Mateo
16:13-20; 18:18; 28:19, 20; Hechos 2:38-42; 7:38; 1 Corintios 1:2; Efesios 1:22, 23; 2:19-22; 3:8-11; 5:23-27; Colosenses 1:17, 18;
1 Pedro 2:9.)
15. BAUTISMO
Por el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, y damos testimonio de nuestra muerte al
pecado y de nuestro propósito de caminar en la novedad de la vida. Así reconocemos a Cristo como Señor y Salvador, nos
convertimos en su pueblo y somos recibidos como miembros por su iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con
Cristo, el perdón de nuestros pecados y la recepción del Espíritu Santo. Es por inmersión en el agua y depende de la afirmación
de la fe en Jesús y la evidencia del arrepentimiento del pecado. Sigue la instrucción de las Sagradas Escrituras y la aceptación de
sus enseñanzas. (Mateo 28:19, 20; Hechos 2:38; 16:30-33; 22:16; Romanos 6:1-6; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12, 13.)
VIDA DIARIA
A lo largo de la Biblia podemos encontrar orientación para nuestra vida diaria. Un ejemplo bien conocido sería los Diez
Mandamientos del Éxodo, donde se nos muestra cómo amar a Dios y cómo amar a la gente, que Jesús volvió a enfatizar en el
Nuevo Testamento (Mateo 22:37-40). La ley de Dios nos muestra el camino a seguir y los escollos a evitar, llevándonos hacia la
integridad y el equilibrio. Además, siendo cristianos y siguiendo a Dios, respondemos a su llamada para ser administradores de
la tierra hasta que Él regrese. Eso también incluye cuidar de nosotros mismos, cuidar de nuestras mentes y cuerpos, lo que a su
vez alimenta nuestro espíritu. Las siguientes declaraciones describen lo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día cree sobre lo
que significa vivir cada día como un seguidor de Cristo.
20. EL SÁBADO
El amable Creador, después de los seis días de la Creación, descansó en el séptimo día e instituyó el sábado para todas las
personas como un memorial de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del
séptimo día como día de descanso, adoración y ministerio en armonía con la enseñanza y la práctica de Jesús, el Señor del
Sábado.
El sábado es un día de encantadora comunión con Dios y con los demás. Es un símbolo de nuestra redención en Cristo, un signo
de nuestra santificación, una muestra de nuestra lealtad, y un anticipo de nuestro futuro eterno en el reino de Dios.
El sábado es la señal perpetua de Dios de su pacto eterno entre Él y su pueblo. La alegre observancia de este santo tiempo de
tarde a tarde, de sol a sol, es una celebración de los actos creativos y redentores de Dios. (Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; 31:13-
17; Levítico 23:32; Deuteronomio 5:12-15; Isaías. 56:5, 6; 58:13, 14; Ezequiel 20:12, 20; Mateo 12:1-12; Marcos 1:32; Lucas 4:16;
hebreos 4:1-11.)
21. MAYORDOMÍA
Somos los mayordomos de Dios, a quienes Él ha confiado tiempo y oportunidades, habilidades y posesiones, y las bendiciones
de la tierra y sus recursos. Somos responsables ante Él por su uso apropiado. Reconocemos la propiedad de Dios por medio del
servicio fiel a Él y a nuestros semejantes, y devolviendo el diezmo y dando ofrendas para la proclamación de su evangelio y el
apoyo y crecimiento de su iglesia. La mayordomía es un privilegio que Dios nos ha dado para nutrirnos en el amor y la victoria
sobre el egoísmo y la codicia. Los mayordomos se regocijan en las bendiciones que llegan a los demás como resultado de su
fidelidad. (Gen. 1:26-28; 2:15; 1 Cron. 29:14; Hageo 1:3-11; Mal. 3:8-12; Mat. 23:23; Rom. 15:26, 27; 1 Cor. 9:9-14; 2 Cor. 8:1-15;
9:7.)