Coll - Ecologia Del Aprendizaje
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César Coll
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El impacto de las experiencias de aprendizaje mediadas por las tecnologías digitales de la información y la comunicación en la construcción de la identidad de
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Learning experiences and learner identity in the digital age: mapping learning pathways across formal and informal educational settings View project
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(**)
Grupo de Investigación sobre Interacción e Influencia Educativa -GRINTIE
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Facultad de Psicología
Universidad de Barcelona
1
Resumen
Este capítulo tiene como foco la nueva ecología del aprendizaje y los cambios que
comporta en lo que concierne al papel del aprendizaje en la vida de las personas y a los
factores y procesos implicados en el aprendizaje. Se identifican y comentan algunas
características de la nueva ecología y se analizan con cierto detalle tres desafíos a los
que deben hacer frente las instituciones de educación formal y escolar es este nuevo
escenario: la reubicación de estas instituciones en una red más amplia de contextos de
actividad que ofrecen a los alumnos y estudiantes oportunidades, recursos e
instrumentos para aprender; la personalización del aprendizaje escolar; y la formación de
aprendices competentes. El capítulo finaliza con una llamada para incorporar las
cuestiones derivadas de estos desafíos a las agendas de la investigación y la innovación
educativas.
Palabras clave
Abstract
This chapter focuses on the new ecology of learning and its implications with regard to
the role of learning in the people's lives and the factors and processes involved in
learning. Some features of the new ecology of learning are identified and described. The
paper also discusses three challenges faced by formal education in this scenario, namely
the relocation of these institutions in a wider network of activity contexts that provide
pupils with opportunities, resources and tools for learning, the personalization of school
learning, and the training of competent learners. The chapter ends with a call to
incorporate the issues raised by these challenges into the agendas of research and
educational innovation.
Key words
Agradecimientos
2
Introducción
3
comunicación en el abordaje y la superación .
4
aprovecharse –o no, ya que se trata de una posibilidad, no de una necesidad– al margen
del contexto físico e institucional –hogar, institución educativa, lugar de trabajo, espacio
de ocio, institución cultural...– en el que nos encontremos. Las WMUTE nos permiten
llevar a cuestas buena parte de nuestros recursos e instrumentos de aprendizaje –
incluidas las redes de contactos– a través de los contextos físicos e institucionales por los
que transitamos, de manera que ya no solo es posible aprender en cualquier momento –
a condición de que tengamos conexión a internet–, sino también en prácticamente
cualquier lugar –a condición de que podamos conectarnos de forma inalámbrica.
Pero el protagonismo de las TIC digitales en la nueva ecología del aprendizaje tiene aún
otra implicación que, aunque ha sido ya señalada en múltiples ocasiones, conviene
recordar una vez más en el contexto de este trabajo. Se trata de la posibilidad de hacer
converger múltiples lenguajes y formatos en un mismo espacio simbólico gracias a la
digitalización de la información. Las TIC digitales se caracterizan por la utilización
simultánea y convergente de diversos lenguajes y formatos y la posibilidad de combinar
lenguaje oral, lenguaje escrito, sonido, imágenes estáticas y en movimiento, lenguaje
musical, lenguaje matemático, lenguaje lógico, sistemas de símbolos, sistemas de
representación gráfica... Consecuentemente, las experiencias de aprendizaje y los
aprendizajes relacionados con estas tecnologías están también, y lo estarán
probablemente cada vez más en el futuro, modelados por la utilización de una
multiplicidad de lenguajes y formatos como vehículo y soporte de la información y el
conocimiento.
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Los tres rasgos mencionados bastan para mostrar hasta qué punto esta nueva ecología
comporta cambios en profundidad en el papel del aprendizaje en la vida de las personas
y en prácticamente todos los parámetros que caracterizan el aprendizaje humano. La
posibilidad de realizar un análisis detallado y en profundidad de estos cambios está fuera
del alcance del presente trabajo, pero permítaseme señalar y comentar brevemente tres
tendencias asociadas a ellos que emergen con fuerza y que plantean, a mi juicio, una
serie de retos de primera magnitud a los sistemas de educación formal en la medida en
que entran directamente en conflicto con la visión del aprendizaje que los sustenta.
Estrechamente relacionada con la anterior, pero con una entidad propia, cabe mencionar
la tendencia a la personalización del aprendizaje. La tendencia a ajustar la información,
los productos y los servicios a los intereses y necesidades individuales es una expresión
más de un sistema de valores, propio de las sociedades actuales y del pensamiento
postmoderno, que sitúa al individuo en el epicentro de la organización social y de la
actividad individual y colectiva. La evolución de las TIC digitales desde la llamada web
1.0 a la web 2.0 o web social refleja con claridad esta tendencia. Los sitios web que
tienen más éxito, es decir, que atraen a un mayor número de visitantes, son los que
ofrecen la posibilidad de que, cualquiera que sea el ámbito de las actividades que
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promueven o de los servicios que ofrecen –juegos en línea, redes sociales, intercambio
de archivos, videos, fotografías, folksonomías, viajes, compras, información...–, están
diseñados de manera que cada visitante encuentre una respuesta lo más ajustada posible
a sus intereses, expectativas y necesidades individuales; o mejor aún, que cada visitante
pueda ajustarlos, adaptarlos, en suma, personalizarlos, atendiendo a sus intereses,
expectativas y necesidades individuales. La tendencia a la personalización se manifiesta
también con fuerza en el ámbito del aprendizaje. Por una parte, es ya una realidad en la
medida en que cada persona construye su propia trayectoria individual e idiosincrásica de
aprendizaje y que estas trayectorias responden a menudo, al menos en parte, a sus
intereses y necesidades. Por otra parte, por su ubicuidad y características, las TIC
digitales ofrecen múltiples recursos e instrumentos para personalizar el aprendizaje en
una amplia variedad de contextos de actividad. En realidad, podría decirse que la
personalización del aprendizaje es ya en buena medida una realidad excepto, como
comentaré luego con mayor detalle, en la mayoría de las instituciones de educación
formal.
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Las instituciones de educación formal: retos y ejes de transformación
La nueva ecología del aprendizaje, con la aparición de contextos inéditos de actividad que
ofrecen a las personas oportunidades, herramientas y recursos para aprender y el
incremento de la potencialidad de los contextos tradicionales como nichos de
aprendizaje, se compadece mal con esta visión restringida de la educación. Es necesario
recuperar la visión de la educación en sentido amplio, reconociendo la importancia
creciente de otros contextos de actividad y de otros agentes educativos en las
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trayectorias individuales de aprendizaje, y repensar las funciones, los objetivos, y la
organización y funcionamiento de las instituciones de educación formal en el escenario
que dibuja la nueva ecología del aprendizaje. En suma, hay que revisar los parámetros
de una educación formal y escolar basada en el modelo de escolarización, con el fin de
adaptarlos a un modelo de educación distribuida entre contextos de actividad
interconectados más acorde con la nueva ecología del aprendizaje.
Afrontar este desafío supone desplazar el foco de la atención desde los aprendizajes
escolares a las trayectorias individuales de aprendizaje, en cuya configuración los
contextos de educación formal tienen, y han de seguir teniendo a mi juicio, un papel
central y determinante, pero siempre en interconexión con los otros contextos de
actividad. La capacidad de las instituciones de educación formal para incidir en la
configuración de las trayectorias de aprendizaje del alumnado es ciertamente limitada, ya
que en esta configuración intervienen muchos factores que escapan por completo a su
ámbito de actuación. No se trata, pues, de cargar la educación formal con una nueva
responsabilidad, sino de ubicar su acción en el marco más amplio de las trayectorias
individuales de aprendizaje de los alumnos, es decir, de tomar estas trayectorias como
punto de partida y como objeto de la acción educativa. Los aprendizajes y las
experiencias de aprendizaje que los alumnos realizan en otros contextos de actividad
deben ser tomados en consideración en las instituciones de educación formal y escolar y
tener una incidencia sobre la acción educativa que en ellas se ejerce. Los aprendizajes y
experiencias de aprendizaje ajenos en principio a las instituciones de educación formal y
escolar pueden y a mi juicio deben, además, convertirse en objeto de análisis, reflexión y
valoración crítica por parte de los alumnos y estudiantes en el marco de estas
instituciones, en la medida en que, como señalaré más adelante, constituyen el material
de base a partir del cual se construyen como aprendices. En síntesis, la configuración de
las trayectorias individuales de aprendizaje depende de los contextos de actividad por los
que transitan las personas y de las oportunidades, recursos e instrumentos para
aprender que estos contextos les ofrecen. En este marco, las instituciones de educación
formal aparecen como un contexto de actividad interconectado con otros que, además de
ofrecer oportunidades, recursos e instrumentos para aprender, puede y debe jugar un
papel de primera importancia en el seguimiento, acompañamiento y revisión de las
trayectorias de aprendizaje de sus alumnos a partir de la toma en consideración de sus
aprendizajes y experiencias de aprendizaje con independencia de su origen.
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instituciones de educación formal y escolar, que siguen operando sobre el principio de un
curriculum único y común para todo el alumnado. Como aspiración, tanto la experiencia
como los estudios existentes (ver, por ejemplo, Speak Up, 2012) indican que una buena
parte de los niños y jóvenes perciben con claridad una separación entre el mundo en el
que viven fuera de la escuela, en el que la personalización es un hecho, y la escuela, en
la que no hay lugar para los intereses individuales; tampoco entienden las razones por
las cuales no tienen cabida en las escuelas, unas instituciones dedicadas a promover y
favorecer el aprendizaje, los intereses que orientan a menudo su actividad fuera de ellas;
y, por supuesto, desean de que esta restricción desparezca. Finalmente, como principio
pedagógico, los estudios que desde una perspectiva sociocultural subrayan la importancia
del alineamiento entre los motivos de las instituciones educativas y del alumnado abogan
igualmente por avanzar hacia una mayor personalización del aprendizaje (ver, por
ejemplo, Wardekker et al., 2012).
Con el fin de subrayar el alcance, las dificultades y riesgos que implica afrontar este
desafío, conviene recordar que la personalización del aprendizaje supone un paso más en
la lógica de la atención a la diversidad y de la educación inclusiva. Personalizar el
aprendizaje implica, además de ajustar y adaptar la acción educativa a las vicisitudes del
proceso de aprendizaje del alumnado y de eliminar las barreras para el aprendizaje,
atender a sus intereses, dar entrada a los aprendizajes que tienen sentido para ellos.
Mientras que el discurso y las estrategias de atención a la diversidad se orientan en
buena medida a promover y facilitar la construcción de significados sobre los contenidos
de aprendizaje, la personalización tiene como meta, además, promover y facilitar la
atribución de sentido al aprendizaje escolar.
Hoy pocas dudas de que la dificultad para atribuir sentido a los aprendizajes escolares
que experimenta un sector importante del alumnado, sobre todo de educación
secundaria, tiene que ver con la escasa o nula personalización de estos aprendizajes.
Personalizar los aprendizajes escolares requiere, entre otros aspectos, introducir cambios
en profundidad en el curriculum escolar, en la organización y funcionamiento de los
centros educativos y en la formación del profesorado. Pero sobre todo entraña un riesgo
importante desde el punto de vista de la equidad. En efecto, en la medida en que los
intereses del alumnado no son ajenos al contexto social y cultural de procedencia,
personalizar el aprendizaje atendiendo a esos los intereses puede llevar fácilmente, si no
se adoptan las precauciones adecuadas, a profundizar las desigualdades de origen y a
generar una mayor inequidad educativa. En este sentido, la cuestión de fondo respecto
de la personalización del aprendizaje escolar no es, a mi entender, si los sistemas
educativos van a avanzar o no en esta dirección, que lo van a hacer, ni tampoco
mediante qué procedimientos y estrategias se puede conseguir una mayor
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personalización, que son relativamente fáciles de imaginar. La cuestión de fondo es cómo
personalizar el aprendizaje escolar evitando el riesgo de que ello comporte una mayor
inequidad; o para decirlo en términos positivos, cómo poner la personalización del
aprendizaje al servicio de la equidad educativa.
Sería un error pensar que no hay relación alguna entre ser un buen estudiante y ser un
aprendiz competente. Pero aún lo sería más pensar y actuar como si fueran lo mismo. Un
aprendiz competente no se identifica por lo que ya ha aprendido y puede demostrar que
sabe en una prueba de rendimiento, sino por lo que todavía no sabe pero es capaz de
aprender. Sin duda, muchos buenos estudiantes, identificados como tales a partir de una
valoración de los aprendizajes alcanzados, son también aprendices competentes. Pero se
puede ser un buen estudiante en el sentido apuntado y, en cambio, tener una capacidad
limitada para afrontar nuevas exigencias y nuevas situaciones de aprendizaje. Un
aprendiz competente es capaz, en primer lugar, de ubicarse ante las nuevas exigencias y
situaciones de aprendizaje identificándolas como nuevas; en segundo lugar, de
aprovechar sus conocimientos y experiencias previas ante situaciones y exigencias
similares y sacar provecho del conocimiento de sus propias fortalezas y debilidades para
abordarlas; y por último, de identificar posibles fuentes de ayuda, recurrir a ellas y
aprovecharlas. Sin duda las habilidades y competencias implicadas en la formación de un
aprendiz competente son muchas y diversas, pero en la base de todas ellas está el
requisito de que el aprendiz se identifique y se sienta a sí mismo como tal, es decir,
como una persona con mayor o menor capacidad y disposición para aprender en
diferentes contextos y situaciones. En otras palabras, que tenga una identidad de
aprendiz (Coll & Falsafi, 2010; Falsafi, 2011).
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Ayudar a los alumnos y estudiantes a construir significados sobre sí mismos como
aprendices que les habiliten para seguir aprendiendo es probablemente una de las
funciones más importantes de las instituciones de educación formal y escolar en el marco
de la nueva ecología del aprendizaje. Para ello, sin embargo, es necesario tener en
cuenta lo dicho más arriba respecto a la importancia creciente de los contextos de
actividad ajenos a las instituciones de educación formal y escolar en la configuración de
las trayectorias individuales de aprendizaje del alumnado. Las experiencias subjetivas de
aprendizaje de los alumnos en los diversos contextos de actividad por los que transitan
son la materia prima a partir de la cual construyen significados sobre sí mismos como
aprendices. La toma en consideración de todas ellas, y no solo de las que tienen lugar en
el contexto escolar, deviene así un aspecto esencial de la acción educativa orientada a
apoyar sistemáticamente a los alumnos en la construcción de identidades de aprendiz
que les habiliten para seguir aprendiendo en el futuro, es decir, que les habiliten para ser
aprendices competentes.
Consideraciones finales
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de un sistema educativo orientado a la formación de buenos estudiantes hacia otro
orientado a la formación de aprendices competentes, en el segundo; y con la exigencia
de avanzar hacia una personalización también del aprendizaje formal y la voluntad de
apoyar a los alumnos para que construyan sus propios entornos personales de
aprendizaje incorporando a ellos sus trayectorias individuales, en el tercero.
Hace falta sin embargo, a mi juicio, una exploración más sistemática de estos tres
ámbitos de investigación e innovación. El conocimiento que tenemos, por ejemplo, de los
contextos que ofrecen oportunidades, recursos y herramientas para aprender a los niños
y jóvenes en la actualidad, así como del aprovechamiento real de estas posibilidades, es
extremadamente limitado. Algo similar podríamos decir de los factores que intervienen
en la configuración de unas u otras trayectorias individuales de aprendizaje, del impacto
que tienen en esa configuración las tecnologías digitales de la información y la
comunicación, de las experiencias de aprendizaje que posibilitan estas trayectorias y su
impacto sobre los significados que los niños y jóvenes construyen sobre sí mismos como
aprendices, o de cómo operan los mecanismos de inequidad asociados a la configuración
de las trayectorias individuales de aprendizaje. Por supuesto, a lo anterior hay que añadir
aún todas las cuestiones relacionadas con los cambios necesarios para hacer frente a los
desafíos desde las propias instituciones de educación formal y escolar, tanto en el plano
de la investigación como de la innovación. Por ejemplo, ¿cómo afrontar la personalización
del aprendizaje?, ¿mediante qué estrategias?, ¿cómo conocer y traer a las instituciones
de educación formal las experiencias de aprendizaje –y no solo los aprendizajes– que los
alumnos y estudiantes tienen en otros contextos?, ¿cómo contribuir desde estas
instituciones conformar trayectorias individuales de aprendizaje enriquecedoras?, ¿como
apoyar y potenciar la construcción de una identidad de aprendiz sólida y potente que
habilite para aprender en situaciones y contextos diversos?, etc.
Los puntos señalados están lejos de cubrir el conjunto del territorio en buena medida
inexplorado al que nos enfrentamos como consecuencia de la nueva ecología del
aprendizaje y de los retos que plantea a la educación formal y escolar. Pese a ello,
bastan para ilustrar y apoyar la idea de cierre de este trabajo, que se puede formular
sintéticamente como sigue: los desafíos que enfrenta en este momento la educación
formal y escolar no se sitúan solo en el ámbito de las políticas educativas, sino que
apelan también a la investigación y la innovación; urge, en consecuencia, que los
investigadores, los profesores y los profesionales de la educación asumamos estos retos
y actuemos en consecuencia.
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