Aula 01 - DF
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Literatura Española II
Juan Miguel Rosa
Clase 01
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Clase 01
Barroco tardío, Ilustración y
Neoclasicismo
Presentación
Apresentaçãoyeobjetivos
Objetivos
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●● El contexto histórico de la España del siglo XVIII
Para empezar
El siglo XVIII pasó a la historia en Europa como el Siglo de las Luces, por el empeño
de la élite cultural europea en colocar la razón como guía para el conocimiento de
la realidad y para la comprensión del ser humano. A este movimiento, originado en
Francia y que se extendió por diversos países, se le conoce como Ilustración, un
término que hace referencia metafóricamente a iluminar con la luz de la razón todos
los aspectos de la vida, superando la oscuridad de la superstición y alumbrando el
camino del progreso. Una de sus plasmaciones más importantes fue la Enciclopedia,
un proyecto editorial liderado por los intelectuales franceses Diderot y D’Alambert
que se forjó a lo largo de casi treinta años (1751-1780) y que ambicionaba reunir en
varios volúmenes la totalidad del conocimiento humano. La Enciclopedia, que fue
rápidamente prohibida en España por la Inquisición, está considerada como uno de
los principales símbolos del espíritu ilustrado, y en sus páginas se encuentran algunos
de los fundamentos de la Revolución francesa de 1789, evento que marca el inicio
de la historia contemporánea. A continuación te presentamos una noticia fechada
en 2007 sobre una novela que reconstruye las circunstancias en las que se produjo
la Enciclopedia, y cuyo autor señala sus paralelismos – salvada la evidente distancia
histórica y tecnológica – con la actual Wikipedia:
A hasta Zzuéne. Entre esos dos términos se despliega una de las mayores aventuras
intelectuales de la humanidad. Son la primera y la última entrada -Zzuéne es el nombre
de una ciudad del alto Egipto-, separadas por 17 tomos y veinte años de trabajos, de
la gran Enciclopedia de Diderot y D’Alambert, una increíble hazaña editorial de 16.500
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páginas, 72.000 artículos y 17 millones de palabras, una empresa que supuso “el triunfo
de la razón en tiempos irracionales”.
Blom ve en común que como en la obra del XVIII, en Internet “hay también grandes
artículos escritos por los grandes pensadores junto a las cosas más triviales”. […] Ese
impresionante compendio del saber que fue la denominada oficialmente Encyclopédie,
ou dictionnarie raisonné dés sciences, des arts et des métiers, par une societé de gens
de lettres, puede ser visto como un antecedente de Wikipedia, la enciclopedia en la
red. “Por supuesto hay una relación. La Encyclopédie fue la primera colección colectiva
de conocimientos que se hizo. Wikipedia tiene todo lo bueno y todas las faltas de la
Encyclopédie: artículos interesantes y otros absolutamente inútiles, artículos imparciales
y objetivos y otros posicionados ideológicamente y del todo interesados. Ambas, la
Encyclopédie y Wikipedia aparecen en momentos de la historia en que se cree que el
conocimiento está muy fragmentado”. Blom considera que su libro es particularmente
interesante “para una sociedad como la española que ha vivido bajo una dictadura
católica”, y recuerda que la Encyclopédie fue una empresa “que puso a los autores y
editores en peligro de sus vidas”.
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sentimiento religioso en los temas que trataba”. Por ejemplo, en la entrada sobre el
arca de Noé fue tan detallista -la cantidad de estiércol, el espacio exacto, la estabilidad
de la nave- que demostró lo insensato de todo el bíblico asunto.
La Encyclopédie está, por supuesto, toda ella, volumen a volumen, entrada a entrada,
en Wikipedia (Wikisource).
Disponible en: http://elpais.com/diario/2007/03/16/cultura/1173999606_850215.html
Así es
EL MOVIMIENTO ILUSTRADO
Como ya hemos adelantado, el siglo XVIII fue para Europa el siglo de la razón, es decir,
del pensamiento racional como motor de la ciencia y del progreso. Francia ostentó
la hegemonía política y cultural durante ese periodo, marcado por el absolutismo
monárquico del rey Luis XIV – el Rey Sol – y de sus sucesores en el trono, Luis XV
y Luis XVI. Son los tiempos del despotismo ilustrado, sintetizado, como recuerdan
Cabrales y Hernández (2009), en la máxima todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
Debemos tener presente que la Ilustración no fue un movimiento del pueblo llano,
sino impulsado por las élites. Pero aunque no tuvo un carácter de revolución popular,
sí fue revolucionaria, por innovadora, su apuesta por el progreso y la modernización de
la sociedad a partir de criterios racionales, planteamiento que hoy conocemos como
racionalismo.
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Jean le Rond D’Alembert, considerados padres de la obra, participaron en ella otras
grandes figuras del pensamiento ilustrado. Destacan, entre ellas, François Marie Arouet,
más conocido como Voltaire, pensador que se caracterizó por su defensa del ideal de
justicia y por sus críticas a la Iglesia, así como el franco-suizo Jean-Jacques Rousseau,
quien en su obra El contrato social (1762) propugnó la soberanía popular y defendió la
libertad e igualdad de los hombres. La Enciclopedia resume también uno de los rasgos
más destacados del movimiento ilustrado, la importancia otorgada a la educación y a
la instrucción de las masas, que se reflejó en la relevancia del didactismo como una
de las principales características de la literatura del siglo XVIII.
La Ilustración en España
Como vimos en las clases dedicadas al periodo Barroco, España vivió en el siglo XVII una
progresiva decadencia política y económica acompañada de una pérdida de influencia
cultural en Europa. A finales de ese siglo, el país era visto “como un cuerpo extenuado
y sin energía por observadores extranjeros y también nacionales” (RODRÍGUEZ CACHO,
2009, p. 15). Símbolo de esa decadencia fue el reinado de Carlos II, apodado El
Hechizado por su débil constitución física y mental, entre 1665 y 1700. Último monarca
de la dinastía de los Habsburgo – la Casa de Austria –, Carlos II murió sin descendencia,
lo que provocó una guerra sucesoria entre los partidarios del archiduque Carlos de
Austria y los que defendían la candidatura de Felipe d’Anjou, nieto de Luis XIV, el Rey
Sol francés. El conflicto se cerró en 1713 con el Tratado de Utrecht y el reconocimiento
del pretendiente francés, que reinaría como Felipe V hasta 1746. Comenzaba así la
dinastía de los Borbones en el trono español.
España vivió en las primeras décadas del siglo XVIII reformas estructurales que le
permitieron sumarse a una modernidad de la que había quedado apartada hasta
entonces. Cabrales y Hernández (2009) señalan como reformas más importantes las
de la economía (reforma monetaria, creación de la Hacienda Pública) y la agricultura
(con la introducción de nuevos cultivos), además de la centralización administrativa
que sometió todos los territorios a la autoridad real (con la excepción de Navarra, que
conservó el status de reino). El rey Felipe V destacó además por su labor de difusión
cultural, traducida en la creación de instituciones tan relevantes como:
- La Real Academia Española, creada en 1713 con la misión de “fijar las voces y vocablos
de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”, de donde deriva su
lema fundacional: “Limpia, fija y da esplendor” (CABRALES, HERNÁNDEZ, 2009, p. 209).
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(RODRÍGUEZ CACHO, 2009, p. 16), instituciones de origen aristocrático que nacieron con
el afán de proponer mejoras sociales y económicas y que acabaron siendo escenario de
elevadas discusiones ilustradas sobre ciencias y artes. Fue igualmente clave a lo largo
de todo el siglo XVIII el papel de los afrancesados, término que hacía referencia a los
intelectuales simpatizantes del movimiento ilustrado surgido en Francia, y entre los que
destacan nombres como el del pintor Francisco de Goya o el del dramaturgo Leandro
Fernández de Moratín. Ya en el siglo XIX, el término “afrancesado” acabaría teniendo
un sentido eminentemente peyorativo, pues pasó a utilizarse para identificar como
traidores a la patria a los simpatizantes del rey José I, hermano de Napoleón Bonaparte,
durante la Guerra de la Independencia Española contra Francia (1808-1814).
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Manos a la obra
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La literatura española del siglo XVIII: de los últimos
barrocos al Neoclasicismo
La literatura española del siglo XVIII estuvo marcada por el paulatino abandono
del estilo barroco, la recuperación de formas clásicas – acorde con el movimiento del
Neoclasicismo, mayoritario en la Europa de la Ilustración – y por la preferencia del
ensayo y la literatura didáctica sobre los géneros de ficción para la transmisión de
ideas. Como explica Rodríguez Cacho,
El llamado “Siglo de las Luces” o de la Ilustración fue en España mucho más rico en propuestas ideológicas
que imaginativas, más prolífico en discursos teóricos que en ficciones, por lo que resulta más interesante
para la historia del pensamiento que para la de la literatura. […] Sabido es que el racionalismo, el elogio de la
razón, se impuso en todos los ámbitos, y con ello una idea de utilidad y provecho que chocó repetidamente
con la búsqueda de placer estético en sí que está en la base de toda creación literaria. La fe absoluta en el
análisis de datos para establecer leyes hizo que prevaleciera la experiencia como garantía “contra el engaño
de los sentidos y los extravíos de nuestra imaginación” (P. Hazard); lo que supone ya un claro prejuicio
negativo hacia todo lo que surgiera puramente de la fantasía. (RODRÍGUEZ CACHO, 2009, pp. 14-15)
El siglo XVIII fue así, para la literatura española, un periodo escaso en grandes
creaciones – especialmente si lo comparamos con los dos siglos inmediatamente
anteriores, los siglos de oro de las letras castellanas –, pero prolífico en obras dedicadas
a la reflexión política y social: el género del ensayo vivió su época dorada, como
podremos comprobar más detenidamente en la próxima clase.
El último cultivador destacado del estilo barroco fue un personaje tan polifacético
como controvertido. Nacido en Salamanca en 1694 en el seno de una familia muy
humilde, Diego de Torres Villarroel fue un admirador entusiasta de Quevedo, a quien
homenajeó, por ejemplo, con la publicación de Visiones y visitas de Torres con don
Francisco de Quevedo por la Corte (1727-1728), una serie de sueños morales como
los que había escrito el propio Quevedo cien años antes. Villarroel, que a pesar de sus
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orígenes nada privilegiados llegó a ser catedrático de Matemática en la Universidad
de Salamanca y consiguió ganarse la vida como escritor sin depender de mecenazgos,
es más recordado por su actividad como astrólogo y supuesto oráculo que por su
obra literaria. Bajo el aparatoso seudónimo de Gran Piscator de Salamanca, creó un
próspero negocio editorial de almanaques en los que predecía los acontecimientos más
importantes del año, e incluso se le atribuyen (aunque este punto es muy contestado
por diversos investigadores) predicciones acertadas como el fallecimiento del joven rey
Luis I en 1724 o el advenimiento de la Revolución francesa en 1789.
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Torres ensalza y alaba a su protagonista – él mismo – en lugar de presentar sus andanzas
como modelo de comportamiento a evitar. Un rasgo más de “la rebeldía y el orgullo”
(RODRÍGUEZ CACHO, 2009, p. 28) que presidían el carácter de este peculiar autor.
- Poesía didáctica, con fábulas moralizantes que buscaban “erradicar los malos
hábitos y la ignorancia” (CABRALES; HERNÁNDEZ, 2009, p. 212), como las cultivadas
por Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte.
- Poesía rococó, que recibe ese nombre por su similitud con el arte rococó,
caracterizado por el minimalismo y el gusto por el juego.
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de Salamanca y liderados por Juan Meléndez Valdés. Esta escuela poética de corte
neoclásico – lo que se aprecia en la pureza de su lenguaje – recuperó a clásicos como
Garcilaso y Fray Luis de León.
- Escuela sevillana, grupo de autores que a finales de siglo y sin salir de los preceptos
neoclásicos se inspiró en clásicos renacentistas del sur de España como el poeta del
siglo XVI Fernando Herrera. Ellos ya ofrecieron muestras de prerromanticismo, como
el lenguaje recargado y vehemente. En las últimas décadas del siglo, esta tendencia
se acentuó, con un progresivo cansancio de las rígidas normas neoclásicas y con las
primeras manifestaciones de los sentimientos del autor sobre la razón, anunciando así
el movimiento romántico, que alcanzaría su plenitud en el siglo XIX.
¡Ya sé!
En esta primera lección del curso hemos conocido el contexto histórico de Europa
y España en el siglo XVIII, marcado por el movimiento conocido como Ilustración.
Ahora ya sabes que este término hace referencia metafóricamente a la luz de la razón
iluminando el camino del progreso, de ahí que se conozca al XVIII como el Siglo de
las Luces. Los ilustrados creían en el racionalismo como motor del desarrollo del ser
humano y este espíritu impregnó toda la vida social. A ello se debe que la literatura
del periodo fuese más prolífica en textos didácticos – destinados a la instrucción del
lector – y en reflexiones políticas y sociales en forma de ensayo que en textos narrativos
de ficción. En España, los primeros años del siglo XVIII estuvieron marcadas por la
guerra de sucesión, que entronizó al rey francés Felipe V, y a la que siguieron diversas
reformas estructurales que permitieron al país sumarse a la modernidad que ya habían
alcanzado naciones como Francia o Inglaterra. La literatura española del XVIII, tras las
últimas manifestaciones del estilo barroco, estuvo marcada por el Neoclasicismo, un
retorno a los preceptos clásicos renacentistas acorde con la Ilustración, cuyo ideario se
difundió en España a partir fundamentalmente de la corte. El género más importante
de la época en la literatura española fue la prosa de carácter didáctico, mientras que la
poesía y el teatro quedaron en segundo plano.
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Autoevaluación
1- ¿Cuáles fueron las tres principales tendencias literarias que podemos identificar
en España a lo largo del siglo XVIII? ¿Cuál de ellas fue predominante?
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Referencias
PÉREZ LÓPEZ, Manuel María (Dir.). Diego de Torres Villarroel. Alicante: Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes, 2009. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.
com/bib/bib_autor/villarroel/pcuartonivelf9e1.html?conten=presentacion.
Accedido el 17 de abril de 2013.
Lista de Figuras
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