Apendicitis Aguda
Apendicitis Aguda
Apendicitis Aguda
Características clínicas
La apendicitis infantil tiene un espectro muy amplio de presentación
clínica;
Los niños en una fase precoz del proceso patológico pueden tener un buen estado general,
con síntomas leves, hallazgos escasos en la exploración física y unas pruebas de laboratorio
normales, mientras que aquellos con perforación y peritonitis avanzada pueden presentar
una enfermedad grave con obstrucción intestinal,insuficiencia renal y shock séptico.
Al igual que sucede con otros órganos viscerales, el apéndice carece de fibras de dolor
somático, por lo que la inflamación apendicular precoz causa un dolor vago, mal
localizado, no relacionado con la actividad ni la posición, a menudo de tipo cólico y de
localización periumbilical debido a la inflamación del apéndice distendido. La progresión
del proceso inflamatorio en las siguientes 24 h implica a las superficies peritoneales
parietales adyacentes, lo que causa un dolor localizado en la fosa ilíaca derecha (FID); esto
explica la descripción clásica del dolor centroabdominal periumbilical que migra a la FID. La
posición del apéndice es un factor crucial que influye en la interpretación de los signos y
síntomas de presentación así como en el diagnóstico preciso. Cuando el apéndice tiene
una posición retrocecal o pélvica, la enfermedad suele tener una progresión más lenta y es
probable que la presentación clínica se retrase.
El niño suele referir unas molestias intensas durante el traqueteo al ir en coche al hospital,
se mueve con cautela y tiene dificultades para pasar a la camilla de exploración. La mitad
de los pacientes tienen náuseas y vómitos, que suelen aparecer unas horas después del
inicio del dolor abdominal.
Debido a que las infecciones entéricas pueden causar apendicitis, la diarrea puede ser una
manifestación y se puede diagnosticar una gastroenteritis. A diferencia de esta, el dolor
abdominal en la apendicitis inicial es constante (no de tipo cólico ni se alivia con la
defecación), los vómitos pueden adquirir un aspecto bilioso y ser persistentes, y la
evolución clínica empeora de forma constante en lugar de mostrar un patrón oscilante
como el que suele verse en la gastroenteritis viral. La fiebre es frecuente en la apendicitis y
suele ser febrícula, a menos que se haya producido una perforación. La mayoría de los
pacientes presentan una taquicardia al menos leve, probablemente secundaria al dolor y la
deshidratación. La progresión temporal de los síntomas, desde un dolor leve y difuso,
malestar y anorexia, hasta un dolor intenso localizado, fiebre y vómitos suele producirse
con rapidez (24-48 h) en la mayoría de los casos. Si el diagnóstico se retrasa más de 48 h,
es probable que se produzca una perforación (>65%). Después de varios días de progresión
de la apendicitis, los pacientes suelen mostrar signos y síntomas que evidencian una
enfermedad avanzada, con empeoramiento y dolor difuso, distensión abdominal y vómitos
biliosos sugestivos de la aparición de obstrucción del intestino delgado. El apéndice
retrocecal puede presentar síntomas sugestivos de artritis séptica de la cadera o de un
absceso del músculo psoas.
Se pueden cultivar bacterias de la superficie serosa del apéndice antes de una perforación
micro- o macroscópica y la invasión bacteriana de las venas mesentéricas (pileflebitis)
puede causar (raramente) una trombosis y un posible absceso hepático o hipertensión
portal. Se ha descrito un periodo después de la perforación en el que el dolor y los
síntomas agudos disminuyen, supuestamente por la eliminación de la presión
intraapendicular. Si, después de la perforación, el epiplón o el intestino adyacente son
capaces de compartimentar la contaminación fecal, la evolución de la enfermedad es
menos predecible y es probable un retraso de la presentación. Si la perforación causa una
peritonitis difusa, el niño suele tener un dolor abdominal vago en aumento y un rápido
desarrollo de toxicidad que se pone de manifiesto por deshidratación y signos de sepsis
con hipotensión, oliguria, acidosis y fiebre alta. Los niños pequeños tienen un omento
poco desarrollado y suelen ser incapaces de controlar la diseminación de la infección. La
perforación y la formación de un absceso con apendicitis puede causar la formación de
una fístula intestinal, celulitis y abscesos escrotales a través de un conducto
peritoneovaginal permeable (hernia inguinal indirecta), u obstrucción del intestino
delgado.
El diagnóstico más probable en los niños que presentan signos y síntomas de obstrucción
mecánica del intestino delgado en quienes no se ha realizado una cirugía abdominal previa
es una apendicitis complicada.
EXPLORACIÓN FÍSICA
todos los pacientes y que el diagnóstico puede resultar una cura de humildad
negativa.
del niño, así como con el aspecto del abdomen. Debido a que la apendicitis
suele tener un inicio insidioso, los niños pocas veces consultan antes
mueven con vacilación, encorvados hacia delante y con frecuencia con una
yacen muy quietos, sobre el lado derecho, con las rodillas hacia arriba
para relajar los músculos abdominales, y cuando se les pide que adopten
médico realiza varios círculos en el abdomen con una presión cada vez
ser voluntaria para proteger el área del dolor de la mano del explorador
seguida por la liberación súbita de la mano del explorador. Esta maniobra suele ser muy
dolorosa para el niño, y se ha demostrado una mala correlación
con la peritonitis, de modo que debe evitarse. Una percusión suave con los
activa del muslo derecho o la extensión pasiva de la cadera y suele ser positivo
puede mostrar una masa en la FID que corresponde a una masa inflamatoria
(colección de líquido).