El ADN. ¿De Dónde Provinieron Las Instrucciones
El ADN. ¿De Dónde Provinieron Las Instrucciones
El ADN. ¿De Dónde Provinieron Las Instrucciones
CUESTIÓN 3 13
¿Qué afirman muchos científicos? Muchos biólogos y otros científicos creen que el ADN y
sus instrucciones codificadas son el resultado de procesos aleatorios, no dirigidos, que
tuvieron lugar a lo largo de millones de años. Dicen que no hay prueba de diseño ni en la
estructura de esta molécula ni en la información que contiene y transmite ni en su
funcionamiento.17
¿Qué dice la Biblia? La Biblia indica que la formación de las partes del cuerpo, así como la
secuencia en que aparecen, entraña la existencia de un libro simbólico cuyo autor es Dios.
Notemos la siguiente descripción inspirada que hizo el rey David: “Tus ojos [los de Dios]
vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los
días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas” (Salmo 139:16).
¿Qué revelan las pruebas? Si la evolución es cierta, entonces la hipótesis de que el ADN es
el resultado de una serie de hechos fortuitos debe ser, como mínimo, razonablemente
posible. Y si la Biblia dice la verdad, entonces debe haber prueba sólida de que el ADN es
el producto de una mente ordenada e inteligente.
Explicado en los términos más sencillos posibles, el tema del ADN es bastante
comprensible... y fascinante. Por eso, hagamos otro viaje al interior de la célula, pero 14
esta vez será una célula humana. Imaginemos que vamos a un museo concebido para
enseñar cómo funciona una célula humana típica. El edificio entero es una réplica perfecta
ampliada trece millones de veces. Su tamaño es el de un gigantesco estadio deportivo, de
esos que tienen capacidad para 70.000 personas.
Al entrar, nos sobrecoge ver este maravilloso lugar repleto de formas y estructuras
extrañas. Hacia el centro divisamos el núcleo, una esfera de unos veinte pisos de altura.
Resueltos, nos abrimos paso hasta allí.
Una “proeza de la ingeniería”. Empaquetamiento del ADN: Empaquetar el ADN en el núcleo es toda
una proeza de la ingeniería, algo así como tratar de acomodar 40 kilómetros (24 millas) de hilo muy fino
dentro de una pelota de tenis
Entramos por una puerta de la capa exterior, o membrana nuclear, y miramos a nuestro
alrededor. Dominando el recinto se hallan 46 cromosomas. Están dispuestos en pares
idénticos y varían en altura; de hecho, el más cercano a nosotros es como de doce
pisos (1). Los cromosomas presentan un estrechamiento por la parte media y semejan
salchichas, pero son tan gruesos como el tronco de un gran árbol. Observamos un
conjunto de bandas que los cruzan horizontalmente. Vistas de cerca, notamos que las
bandas están divididas por líneas verticales y que entre estas últimas hay líneas
horizontales más pequeñas (2). ¿Qué son? ¿Pilas de libros? No. Son los bordes exteriores
de bucles densamente empaquetados en columnas. Halamos uno, y sale con facilidad.
Nos admiramos al ver que el bucle está integrado a su vez por espirales de menor
tamaño (3), también perfectamente ordenadas. El interior de las espirales alberga el
elemento más importante de todos, algo parecido a una cuerda larguísima. ¿De qué se
trata?
Sabemos que en el siglo XIX se ideó el código morse para la transmisión de mensajes
telegráficos. Combinando solo dos “letras” (punto y raya), este alfabeto podía crear
infinidad de palabras y frases. Pues bien, el ADN utiliza un código de cuatro letras: A, T, G y
C. La combinación de estas letras forma “palabras” denominadas codones; los codones, a
su vez, componen “historias”, que reciben el nombre de genes. Cada gen contiene
27.000 letras en promedio. Los genes y los largos tramos que los separan conforman
“capítulos”, que son los cromosomas. Veintitrés cromosomas constituyen el “libro”
completo, o genoma: el conjunto de información genética sobre un organismo. *
Por supuesto, el resultado final no sería de ningún provecho, pues ¿cómo se meten
centenares de pesados volúmenes en cada una de los 100 billones de microscópicas
células que componen el cuerpo humano? Comprimir tanta información desborda por
mucho nuestra capacidad.
Un profesor de Biología Molecular y Ciencias Informáticas dijo: “Un gramo de ADN, que
ocupa, en seco, alrededor de un centímetro cúbico, puede almacenar aproximadamente la
información de un billón [1012] de discos compactos”.20 ¿Qué implica esto? Recordemos
que el ADN contiene los genes, las instrucciones para construir un cuerpo humano único.
Toda célula posee un juego completo de instrucciones. El ADN almacena tanta información
que una cucharadita contendría las instrucciones para construir trescientas cincuenta
veces la población mundial. La cantidad requerida para recrear los 7.000 millones de
personas que hoy habitan la Tierra apenas formaría una película en la superficie de la
cucharita.21
MÁQUINAS EN MOVIMIENTO
Mientras estamos allí parados en completa quietud, nos preguntamos si el núcleo celular
es tan estático como un museo. Entonces vemos una urna de cristal que guarda un
modelo de segmento de ADN y, sobre ella, otra pantalla que dice: “Pulse el botón para una
demostración”. Pulsamos y oímos a un narrador decir: “El ADN realiza por lo menos dos
tareas cruciales. La primera se llama replicación. El ADN debe copiarse a fin de dotar a
toda nueva célula de un juego completo de la misma información genética. Observe la
siguiente simulación”.
Por una puerta situada en un extremo de la urna vemos entrar una máquina bastante
complicada. Se trata, en realidad, de una piña de robots. La máquina se acopla a la 18
molécula de ADN y empieza a deslizarse como un tren sobre rieles. Puesto que va un poco
rápido, no distinguimos bien lo que hace, pero sí nos percatamos de que detrás de ella
hay ahora dos cuerdas completas de ADN en vez de una.
El narrador explica: “Esta es una versión bastante simplificada de lo que sucede cuando el
ADN se replica. Un grupo de máquinas moleculares llamadas enzimas se desplazan a lo
largo del ADN y lo desdoblan en dos; luego toman cada hebra como molde y generan una
nueva hebra complementaria. Resulta imposible mostrarles todos los dispositivos que
entran en acción, como el aparatito que va delante de la máquina replicadora cortando
una de las dos hebras para que el ADN rote libremente y así evitar el superenrollamiento.
Tampoco podemos enseñarles cómo se efectúan las múltiples ‘correcciones de pruebas’.
Las erratas se detectan y se enmiendan con pasmosa exactitud [véase el dibujo de las
páginas 16 y 17].
2. Esta pieza toma una de las hebras como molde para formar una hebra doble
Si el ADN fuera del tamaño de una vía férrea, la máquina de enzimas circularía a
una velocidad de 80 kilómetros (50 millas) por hora
”Lo que sí podemos enseñarles es la velocidad. ¿Se fijó en aquel robot que va a toda
marcha? En la realidad, la maquinaria de enzimas avanza sobre los ‘rieles’ del ADN a una
velocidad de 100 travesaños, o pares de bases, por segundo.23 Si los ‘rieles’ fueran los de
una vía férrea, esta ‘locomotora’ circularía a una velocidad de 80 kilómetros (50 millas) por
hora. En las bacterias, estas diminutas máquinas replicadoras alcanzan una velocidad diez
veces mayor. En la célula humana, legiones de dichas máquinas se ponen a trabajar en
distintas secciones de los ‘rieles’ del ADN y copian el genoma entero en tan solo ocho
horas.”24 (Véase el recuadro “Una molécula que se lee y se copia”, de la página 20.)
El narrador prosigue: “La segunda tarea que realiza el ADN se llama transcripción. El ADN
nunca abandona el refugio seguro del núcleo. Entonces, ¿cómo se leen y se utilizan sus
genes, es decir, las recetas para fabricar todas las proteínas constitutivas del cuerpo
humano? Primero, la máquina de enzimas que estamos viendo localiza una región del
ADN donde se ha activado un gen mediante señales químicas procedentes del exterior 19
del núcleo; enseguida, hace una copia del gen valiéndose de una molécula de ARN. El ARN
se parece bastante a una hebra sencilla de ADN, pero es diferente. Su tarea consiste en
recoger la información codificada de los genes contenidos en el ADN. Extrae dicha
información mientras se halla en la máquina de enzimas y la transporta fuera del núcleo a
uno de los ribosomas, donde será utilizada para sintetizar una proteína”.
4. Máquina transcriptora
La demostración nos ha deslumbrado. Quedamos muy impresionados por el museo y por
el ingenio de quienes diseñaron y construyeron sus máquinas. ¿Y si fuera posible poner en
marcha el museo con todas sus piezas para demostrar las miles y miles de tareas que se
llevan a cabo simultáneamente en la célula humana? ¡Eso sí que sería un espectáculo!
Pues bien, todos esos procesos que realizan diminutas máquinas sofisticadas están
teniendo lugar ahora mismo en los 100 billones de células de nuestro organismo. El ADN
está siendo leído para fabricar, en conformidad con sus instrucciones, los cientos de miles
de proteínas diferentes que constituyen el cuerpo (sus enzimas, tejidos, órganos, etc.).
Al mismo tiempo, está siendo copiado y corregido a fin de que cada célula nueva posea 20
segmentos controlen la manera y el grado de utilización de los genes. Aun si los científicos
lograran crear un modelo completo del ADN, con sus máquinas copiadoras y correctoras,
¿podrían hacerlo funcionar como el original?
Poco antes de morir, el famoso físico Richard Feynman escribió la siguiente nota en un
tablero: “Lo que no puedo crear, no lo entiendo”.25 Da gusto su modestia, y sus palabras
son muy ciertas en lo referente al ADN. Los científicos ni pueden crear ADN con todos sus
mecanismos de replicación y transcripción ni lo entienden a la perfección; sin embargo,
algunos afirman saber que todo apareció por azar, sin dirección alguna. ¿Apoyan tal
conclusión las pruebas que hemos analizado?
Varios especialistas han concluido que las pruebas apuntan en la dirección contraria.
Francis Crick, uno de los biólogos que descubrió la estructura de doble hélice de la
molécula de ADN, opina que es demasiado compleja para haberse formado mediante
sucesos aleatorios. Su hipótesis es que seres extraterrestres inteligentes debieron de
enviar ADN a la Tierra para sembrar aquí la vida.26
En años más recientes, la postura del destacado filósofo Antony Flew, tenaz defensor del
ateísmo durante medio siglo, dio un giro radical. A sus 81 años empezó a creer que una
inteligencia tuvo que haber intervenido en la creación de la vida. ¿Qué propició el cambio?
Un estudio del ADN. Cuando se le preguntó sobre la incomodidad que su nueva filosofía
podría causar en la comunidad científica, respondió: “Lo siento. Toda la vida me he guiado
por el principio [...] de seguir la prueba adondequiera que lleve”.27
¿Qué opina? ¿Adónde llevan las pruebas? Imagine que usted ve una sala de computadoras
en el corazón de una fábrica. Un complejo programa maestro dirige todas las actividades.
Es más, envía constantemente instrucciones sobre cómo construir y mantener cada una
de las máquinas que hay allí y hace copias de sí mismo, las cuales somete a una corrección
de pruebas. ¿A qué conclusión llegaría: que las computadoras y el programa se hicieron a
sí mismos, o que fueron hechos por mentes ordenadas e inteligentes? Las pruebas hablan
por sí solas.
^ El libro de texto Biología molecular de la célula emplea una escala diferente. Dice que tratar de empaquetar
estos largos filamentos en el núcleo de una célula sería como tratar de empaquetar 40 kilómetros (24 millas)
de un hilo extremadamente fino en el interior de una pelota de tenis, pero haciéndolo de tal forma que cada
sección del hilo permaneciera accesible.
^ Las células poseen dos copias íntegras del genoma, para un total de 46 cromosomas.
HECHOS Y PREGUNTAS
Hecho. Hoy por hoy, en esta era informática, la capacidad del ADN para almacenar
información no tiene par.
Hecho. El ADN porta todas las instrucciones necesarias para construir un cuerpo
humano único y mantenerlo mientras viva.
Pregunta. ¿Cómo podría haberse originado tal escritura sin un escritor, o tal
programa sin un programador?
Hecho. Para que el ADN funcione tiene que ser copiado, leído y corregido por una
legión de complejas máquinas moleculares llamadas enzimas, que deben trabajar
conjuntamente con precisión y perfecta sincronización.
Pregunta. ¿Cree usted que mecanismos tan complejos y fiables pueden aparecer
por azar? Ante la ausencia de pruebas sólidas, ¿no equivaldría tal creencia a la fe
ciega?