Adornos y Accesorios

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Jorge Santiago Barnés

Universidad Pontificia de Salamanca


jsantiagoba@upsa.es

ADORNOS Y ACCESORIOS

La imagen de una dirigente político no está conformada únicamente por el


tipo de indumentaria que lleva, por la higiene y limpieza que irradia en sus
presentaciones públicas y por la salud vigorosidad y fortaleza física que
muestra en su manera y forma de dirigir, sino que la imagen de dirigente
político y líder nacional va a estar supeditada a un tipo de complementos y
accesorios que, denominados adornos por numerosos autores, van a formar
parte de la apariencia exterior y del estilo del mandatario en la sociedad.
Unos adornos que más allá de la vistosidad y elegancia que proyecten en la
imagen del dirigente en cuestión, van a servir de canon de belleza y
atracción para el pueblo que los observe y como signos y símbolos de
distinción y clase social para los ciudadanos que los perciban. Alcina
Franch asegura que "el adorno personal es en realidad un arte más bien
complejo, en el que intervienen aspectos meramente superficiales como
pueden ser el uso de collares, pectorales y brazaletes, (...) pero que con
frecuencia el hombre se adorna, acicala y embellece con artificio"1.
Irenaus Eibl -Eibesfeldt afirma que los complementos usados por los
políticos son órganos artificiales de ostentación que cumplen una serie de
cometidos: acentuar los rasgos sexuales, atraer y dirigir la atención del
pueblo2; y J. Flugel escribe cómo la decoración personal es una costumbre
que se viene usando desde tiempos inmemoriales donde
antropológicamente se ha demostrado "que existen pueblos que carecen de

1
ALCINA FRANCH, J., Arte y antropología, Op. Cit., p. 149.
2
EIBL -EIBESFELDT, I., Biología del comportamiento humano, Op. Cit., p. 488.
vestidos, pero no pueblos que no se decoren"3. El antropólogo Carlyle
sostiene que en las épocas antiguas "satisfechas las necesidades del hambre
y de la venganza, el siguiente deseo del hombre no civilizado, no era la
comodidad, sino la ornamentación"4; Charles Darwin revela que "los
vestidos surgieron primeramente con un fin ornamental y no para producir
una sensación de calor"5; y Rene Konig indica que "la finalidad de la
decoración es embellecer la apariencia física para atraer las miradas
admirativas de los demás y fortalecer la autoestima"6.

Judy Pearson habla de los complementos y adornos que usan los dirigentes
políticos como mensajes de comunicación artufactual: unos elementos
materiales que exhiben los líderes nacionales en sus comparecencias
públicas y que sirven para determinar al pueblo el gusto personal del
político, las tendencias estilísticas que valora y las actitudes y
comportamientos que, como personaje público, le puede originar vergüenza
y pudor personal7. Alison Lurie establece una equiparación comparativa
entre el uso y empleo de complementos presidenciales con la utilización y
aplicación del sistema lingüístico: "se puede defender la consideración de
los adornos y los complementos como adjetivos o adverbios, modificadores
de la oración", entendida la oración como el conjunto de la imagen del
dirigente8. Betty Halbreich y Sally Wadyka identifican los adornos que
habitualmente emplean los líderes políticos con el arte de pintar: " La ropa
sería el lienzo y el collar, el pañuelo y los pendientes compondrían la obra
de arte"9. A medida que numerosos objetos con una simple función
utilitaria (armas, bastones, hebillas, cinturones, sombreros, bolsos, gafas,

3
FLUGEL, J., La psicología del vestido, Op. Cit., p. 14.
4
CARLYLE, T., en MARTINEZ BARREIRO, La moda en las sociedades modernas, Op. Cit., p. 74.
5
DARWIN, C., en MARTINEZ BARREIRO, A., La moda en las sociedades modernas, Op. Cit., p. 77.
6
KONIG, R., Sociología de la moda, Op. Cit., p. 17.
7
PEARSON, J., Comunicación y género, Op. Cit., p. 214.
8
LURIE, A., El lenguaje de la moda, Op. Cit., p. 28.
9
HALBREICH, B., y WADYKA, S., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 62.
etc.) o con una función inicialmente mágica (piedras preciosas, joyas,
cadenas, pulseras, anillos, colgantes...) pasan a desempeñar una función
meramente ornamental y decorativa y se convierten en creaciones artísticas
de valor incalculable que denotan, por un lado, estatus social y, por otro,
diferenciación y distinción social. Nicola Squicciarino advierte como "las
condecoraciones de los dignatarios y las insignias de rango, casi
completamente en desuso, constituyen un ejemplo de la asociación que
existe entre el símbolo del poder y la ostentación de objetos de valor"; J
Huizinga expone la función lúdica que las personas han encontrado
siempre en la instintiva y espontánea necesidad de adornarse: "la
extravagancia selvática de las máscaras de los pueblos primitivos, el
entrelazado de figuras en los fetiches, la mágica mezcla de motivos
ornamentales, la contorsión caricaturesca de figuras humanas y de
animales, suscitan en la mente la asociación con el plano lúdico"10;
Wilhelm Wundt considera que los ornamentos "son instrumentos mágicos
y como tales se emplean en las necesidades más urgentes a las que el
hombre no puede hacer frente por sí solo, como la protección contra las
enfermedades y la suerte en la caza y la guerra"11; y Maribel Bandrés Oto
afirma que fue en la edad de bronce cuando se dio un paso importante en el
desarrollo de los complementos y accesorios como adornos "ya que el
metal, por sus cualidades, permitió confeccionar aros rígidos adaptables a
las distintas partes del cuerpo humano"12.

En la actualidad, los complementos y accesorios que emplean los altos


mandatarios en sus encuentros con los medios de comunicación, sus
comparecencias públicas e interacciones con el pueblo, son más utensilios

10
HUIZINGA, J., en SQUICCIARINO, N., El vestido habla, Op. Cit., p. 46
11
WUNDT, W., Elementos de psicología de los pueblos, Madrid, Luis Faure, Bliblioteca cientifico-
filosófica, 1926, p. 72.
12
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 201.
estandarizados entre la población y enseres admitidos y aceptados por el
pueblo que añadidos y parapetos(¿) diseñados por el propio dirigente. Las
joyas, los pendientes, los bolsos, los guantes, los broches, las pulseras y los
collares, además de los anillos, pañuelos, gafas, foulards, gemelos y otros
atavíos relacionados con la imagen del mandatario, son parte de la
indumentaria del dirigente, más que apéndices de su carácter o
personalidad.

SIGNIFICADO DE ADORNOS Y COMPLEMENTOS DE LOS


POLÍTICOS

A lo largo de la historia los adornos y complementos decorativos que los


representantes públicos, líderes políticos, dirigentes tribales y mandatarios
sociales han utilizado en sus presentaciones y apariciones públicas no
solamente han servido para satisfacer el gusto y agrado personal que los
altos mandatarios mantenían sobre los utensilios y accesorios que
aderezaban su imagen personal, sino como signos de poder político en
determinados momentos de su carrera profesional, como símbolos de
distinción social en encuentros e interacciones con el pueblo y como
amuletos de defensa, trofeos individuaes, fetiches mágicos y talismanes
sexuales en gobernantes que en tiempos pasados y primitivos dirigían los
designios y caminos de la población. Los complementos políticos han
cumplido diferentes funciones a lo largo del tiempo y numerosos objetivos
en función de las pretensiones y aspiraciones que ha tenido el propio
dirigente.

Accesorio como símbolo de distinción personal


La distinción social, la diferencia con el resto de los individuos, la
separación con los miembros del pueblo y la desigualdad de cargos y
ocupaciones es la principal función que han desempeñado los
complementos y adornos del atuendo de los políticos, en los dirigentes
nacionales, tanto en los tiempos pasados como en los momentos actuales
donde el culto a la imagen y la apariencia pertinente han cambiado diseño,
estilo e impresión que difunden los dirigentes. Proyectar una imagen de
líder fuerte, de gobernante honesto y de mandatario adecuado y oportuno
es el propósito principal que se trata de alcanzar por medio del uso y
empleo de los adornos, así como el primordial objetivo que los dirigentes
han intentado cumplir tal y como señala Nicola Squicciarino en su obra el
vestido habla: "El ornamento rico y valioso hace que la persona que lo
lleva se distinga de los demás, por lo que convierte en un símbolo de
singularidad y de autoridad, en un signo visible de dignidad al que se le
atribuye un poder particular y que confiere a quien lo emplea fuerza y
discernimiento en el ejercicio de sus propias funciones"13.

Accesorio como signo de poder político

Muchos de los accesorios que los dirigentes políticos empleaban hace


tiempo en sus manifestaciones públicas, comparecencias multitudinarias y
discursos, eran empleados por los propios mandatarios para demostrar a la
población que ostentaban, exhibían y desplegaban el auténtico poder del
pueblo. Llevar un reloj de pulsera, un anillo en el dedo, sombrero, bastón,
guantes de piel y otros accesorios era signo inequívoco de poder y
riqueza, así como símbolo frecuente de dominio y autoridad social. Flugel
escribe como algunos complementos de la imagen física de los presidentes
de gobierno se convierten en auténticas prolongaciones de su cuerpo: "

13
SQUICCIARINO, N., El vestido habla, Op. Cit., p. 88.
cuando se lleva un objeto extraño en contacto con la superficie del cuerpo y
éste fenómeno no se limita exclusivamente a las manos, la certeza de
nuestra existencia personal se prolonga a las extremidades y a la superficie
de este elemento extraño"14; Ana Martínez Barreiro explica cómo la cola
en los vestidos de fiesta de algunas primeras ministras "aumenta su figura,
confiriéndole mayor dignidad en las apariciones públicas" 15 y las
hombreras en los trajes de los varones, acentúan la virilidad y dan a la
figura el aspecto del ideal atlético de los hombres anchos. Rene Konig
afirma como el adorno incorpora a quien lo lleva, cierto valor reconocido
en la sociedad y una distinción personal que se aprecia en la percepción de
los ciudadanos: "la cadena de un reloj sirve para distinguir a su propietario,
de la misma forma que los dientes del jabalí cazado sirven para distinguir al
valeroso cazador"16.

Accesorios como amuletos de defensa

La creencia de que determinados accesorios, complementos y adornos


personales pueden servir de amuletos y talismanes especiales a los
gobernantes en su función de dirigir un país, es una cuestión de la que se ha
hablado y pensado mucho a lo largo de la historia, hasta el punto de que
numerosos mandatarios son asiduos practicantes del uso de ciertos objetos
particulares como protección y defensa ante la mala suerte, el infortunio, la
desgracia fortuita y la desventura. Nicola Squicciarino ejemplifica como
sucesos nefastos como la muerte, la enfermedad o las catástrofes de la
naturaleza se creían determinados no por causas naturales sino por la magia
hostil desarrollada por otros hombres, por la acción de espíritus o por otras
fuerzas mentales no encarnadas en una forma física. Ello llevó a pensar en

14
FLUGEL, J., La psicología del vestido, Op. Cit., p. 34.
15
MARTÍNEZ BARREIRO, A., La moda en las sociedades modernas, Op. Cit., p. 96.
16
KONIG, R., Sociología de la moda, Op. Cit., p. 73.
la utilización de magias alternativas para la defensa personal: "La
ornamentación, particularmente, tiene su origen en el intento mágico inicial
de protegerse de los espíritus"17. Muchos dirigentes políticos usan
amuletos en sus comparecencias públicas y mediáticas (una cartera, un
reloj, unas gafas determinadas, un broche...) porque están seguros de que
con ese talismán la mala suerte y el infortunio no se apoderará de él, al
menos, en esa ocasión.

Accesorio como trofeo individual

Suelen ser las medallas, condecoraciones, insignias y demás emblemas


distintivos que los jefes de estado y de gobierno exhiben en los actos
donde el protocolo permite la exteriorización de alegorías personales. Es
una manera de demostrar a la opinión pública, mediante la ostentación de
estos complementos, el valor y mérito personal que acredita esa persona, a
la que el pueblo la ha elegido como su representante. El sociólogo inglés
Herber Spencer reconoce que esta actitud política de exteriorizar los
méritos personales ya se practicaba en el comportamiento de los líderes en
algunas tribus primitivas donde el vencedor que había dado muerte a un
enemigo colgaba sobre su cuerpo determinadas partes del cuerpo del
vencido (cabellera, cabeza entera, un brazo, una pierna o los huesos) para
aparecer ante los demás como el vencedor; "a veces, estos trofeos se
guardaban en la casa y sólo se exhibían en las grandes solemnidades"18.

Accesorio como fetiche mágico

17
SQUICCIARNO, N., El vestido habla, Op. Cit., p. 44.
18
SPENCER, H., en KONIG, R., Sociología de la moda, Op. Cit., p. 71
Otra manera de protegerse que tienen los candidatos políticos frente a los
peligros reales e imaginarios que se dice, tienen los dirigentes cuando se
enfrentan a la difícil tarea de comunicar sus ideas e iniciativas a los
ciudadanos, es la de apoyar sus palabras, comentarios y discursos políticos
con objetos personales de agrado y gusto particular que le sirven para
alejar los malos propósitos e influjos negativos que puedan alterar su
comparecencia. Martínez Barreiro asegura que en las culturas primitivas se
colgaban al cuerpo distintos objetos que se suponían estaban investidos de
propiedades mágicas contra el mal de ojo19. W. Wundt afirma que el uso
mágico de los artículos precedió aún al propósito ornamental y, por
consiguiente, constituyó el motivo real de los primeros comienzos de la
vestimenta: "la finalidad mágica de determinados objetos ha constituido la
primera motivación del vestido, por lo que las manifestaciones artísticas
primeras, perseguían fines prácticos relacionados con la magia, más que
fines estéticos"20. Actualmente, el carácter estético de los complementos y
adornos de los dirigentes ha superado con creces la finalidad mágica y, en
la mayoría de las ocasiones, estos adornos se emplean como aderezo y
complemento a la indumentaria política.

INTERPRETACIÓN POLÍTICA DE LOS COMPLEMENTOS

La repercusión mediática y el alcance social que los líderes nacionales


tienen en sus comparecencias públicas, apariciones oficiales y encuentros
institucionales con miembros de representación popular ha originado tanta
preocupación e inquietud entre los asesores de imagen y consultores
políticos de los diferentes líderes mundiales, que una simple insignia de
tamaño minúsculo en la solapa del traje de un dirigente es estudiada

19
MARTÍNEZ BARREIRO, A., La moda en las sociedades modernas, Op. Cit., p. 78.
20
WUNDT, W., Elementos de psicología de los pueblos, Op. Cit., p. 363.
minuciosamente por los analistas de dichodirigente, ya que consideran que
cualquier objeto relacionado con el mandatario tiene su correspondiente
interpretación política. Hay autores que señalan que las joyas exteriorizan
poder, riqueza y estatus social; otros piensan que el material de los bolsos,
guantes y la calidad de los anillos, collares y pulseras difunden el carácter y
personalidad que guarda el jefe de estado en cuestión, y unos terceros que
consideran que los complementos y adornos de los mandatarios deben ser
estudiados y analizados debidamente por los asesores, ya que una mala
combinación de la indumentaria con un accesorio concreto, puede dar al
traste con a imagen física de un gobernante. Los dirigentes tienen que
apareceren público debidamente ataviados y oportunamente
complementados por los adornos, accesorios y utensilios que emplean en
público.

La distinción de las joyas

Una presidenta del gobierno o una primera ministra, si desea ser admirada
por su pueblo, estimada por quienes comparten las ideas del partido
político al que representa y valorada socialmente por quienes comparten
una velada o fiesta con ella, lo que se le aconseja, desde las diferentes
perspectivas de asesoría política, es que se presente y aparezca en público
con un número determinado de joyas, según las preferencias y gustos
personales de la dirigente, pero que distingan y realcen su figura en la
recepción a la que ha de concurrir. Julius Fast asegura que "las joyas
deben ser mínimas, sólo un anillo y es preferible llevar reloj de pulsera que
una pulsera. Los pendientes, si los usa, deben ser sencillos. El collar ha de
ser lo menos llamativo posible"21. Nadine de Rothschild escribe que "las
joyas han de llevarse de acuerdo con la hora y la circunstancia: pocas

21
FAST, J., El sublenguaje del cuerpo, Op. Cit., p. 191.
joyas por la mañana, (..) algunas en el campo y de viaje y ninguna joya
relumbrante en un sitio donde se practique deporte, en un lugar de culto o
en un hospital"22. Maribel Bandrés Oto, revela cómo las joyas, a lo largo
de la historia, han sido lucidas en la mayor parte del cuerpo humano. Así lo
refleja en sus palabras cuando afirma que "las joyas se han lucido en la
cabeza, como las coronas, diademas, tiaras, adornos de sombrero, aretes,
pendientes, collares y colgantes; en el pecho, como los broches y los
botones; en las extremidades, como los aros, brazaletes y anillos; y en la
cintura, como cinturones y fajas"23.

Las alhajas, aunque son identificadas fundamentalmente con el mundo


femenino y se vinculan a la belleza, hermosura y atracción de las mujeres
mediante utensilios de piedras preciosas como oro, plata, esmeraldas,
zafiros y diamantes, también han sido utilizadas y siguen siéndolo en la
actualidad por el sexo masculino que, sin lucirlas tan ostensiblemente
como la mujer, si que las emplean en sus comparecencias públicas,
apariciones multitudinarias y encuentros con los medios de comunicación.
Nicola Squicciarino dice que la mujer, como consecuencia de su escaso
protagonismo en la política social, económica, cultural y religiosa de
muchos países, no ha tenido la posibilidad de llevar condecoraciones
honoríficas o de rango, salvo contadas ocasiones, compensando esta falta
de medallas e insignias con "la elegancia de sus propios vestidos y el
empleo de joyas, collares, pulseras, pendientes, anillos etc., en el intento de
hacer resaltar su propio cuerpo y de atraer la atención sobre su persona"24;
Betty Halbreich declara que "comprar joyas es como comprar arte"25; y
José Alcina Franch confiesa que la civilización occidental de nuestros días

22
DE ROTHSCHILD, N., Los buenos modales, Op. Cit., p. 21.
23
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 201.
24
SQUICCIARINO, N., El vestido habla, Op. Cit., p. 88.
25
HALBREICH, B., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 64.
considera el mundo de las joyas como una parte de la imagen personal de
los políticos que sirve de complemento a la belleza femenina y por
consiguiente, contribuye a aumentar el atractivo de la mujer en nuestra
cultura: "aunque el poder político y religioso ha acumulado tal tipo de joyas
en un pasado no muy lejano, es en la actualidad el poder económico de la
plutocracia financiera el que acumula bienes entre los cuales las joyas,
constituyen una buena parte del potencial exhibidor del grupo social"26.

En el ambiente político, el uso de las joyas se ha convertido en un arte que,


con pericia y astucia, emplean los dirigentes públicos para resaltar su
imagen social ante los ciudadanos y en una habilidad particular que
capacita a quien las muestra, una valoración de su pueblo tan distintiva y
distinguida en su ámbito profesional que únicamente puede ser medida a
través de la percepción y estimación de los electores. Gabriela Hunger
Ricci dice que el guardarropa de un presidente y el de una primera ministra
debe ser un espacio donde se adopten criterios de auténtico camaleón,
utilizando complementos en función del ambiente donde va a comparecer,
empleando joyas y adornos según el clima, el país y el trabajo que tenga
que desempeñar así como mostrar accesorios estéticos, tomando en
consideración la indumentaria, las circunstancias y el público al que vaya a
dirigirse: "la elegancia en el vestir, no es empresa fácil. Conseguir que los
vestidos y los complementos formen un todo armónico con la persona, sin
que parezca un simple adorno exterior, frío y expuesto sobre un maniquí, es
empresa de experiencia y buen gusto. Está bien seguir la moda, pero ante
todo hay que saber seleccionar con inteligencia y buen gusto, para realzar
los atractivos y disimular los defectos en aras de un elevado fin estético"27.

26
ALCINA FRANCH, J., Arte y antropología, Op. Cit., p. 152.
27
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 283.
La elegancia de los pendientes

Es un complemento personal que utilizan fundamentalmente las mujeres en


la presentación y exteriorización de su imagen física. Aunque en la
actualidad los aros en las orejas y los pendientes de pequeñas dimensiones
son visibles también en algunos hombres, especialmente entre la juventud,
la perforación de las orejas y la proyección pública de pendientes a los
ciudadanos, actualmente es una práctica apenas visible entre quienes
conforman el mundo de la política y, mucho menos, entre quienes
representan internacionalmente a un pueblo. Los jefes de estado y de
gobierno se ocupan, por medio de sus asesores y consultores políticos, de
presentar una imagen pública adecuada y pertinente al cargo que ostentan y
una apariencia exterior oportuna y esperada de su responsabilidad como
dirigente nacional.

Maribel Bandrés Oto hace un recorrido histórico por la trayectoria estética


del pendiente afirmando que su uso, desde épocas antiguas, ha sido
utilizado como elemento estético y decorativo de los pueblos, tal y como lo
demuestran los pendientes que se han encontrado en tumbas de
civilizaciones remotas, y como figura de distinción y posición social entre
quienes lo portaban, ya que su material de bronce o metal, tan sólo era
accesible a una minoría limitada de la población. Algunos de estos
pendientes, según la autora, eran de uso exclusivo para las mujeres como
se puede apreciar en los habitantes de Grecia, mientras que en Oriente sólo
los hombres los usaban como fin y uso estético. Con la llegada del pelo
largo, en la Edad Media, el elemento decorativo perdió toda su sensibilidad
estética ya que la mayoría de los ciudadanos seguían la moda tapándose
las orejas, hasta que en el Renacimiento se recobró la importancia de los
pendientes, realzando la belleza de los mismos con perlas, piedras
preciosas y esmaltes28. Betty Halbreich y Sally Wadyka escriben como la
adicción a los pendientes se da en la mayor parte de las mujeres de todas
las edades, incluso, entre las minimalistas: " los pendientes son divertidos,
favorecedores y pueden dar vida a un modelo antiguo"29. Hunger Ricci
afirma que los pendientes no deben desentonar con los cabellos, no deben
ser de tamaño exagerado, ni incómodos para la persona30.

Las presidentas de gobierno y mandatarias nacionales deben saber


aconsejarse y guiarse por las recomendaciones de los asesores y
consultores de imagen en el uso de los pendientes. De una partee, porque la
mala adecuación de los mismos puede desequilibrar el resto de la imagen
política de la dirigente y con ello su posibilidad de persuadir al pueblo y, de
otra, porque una inoportuna combinación circunstancial de la alhaja con el
resto de la indumentaria, puede transmitir percepciones equívocas de la
audiencia sobre la mandataria que pueda desacreditar su figura en los
ámbitos presidenciales y políticos. Una suposición errónea de un líder
nacional puede denostar la imagen física del dirigente y lastimar su
apariencia exterior ante los ciudadanos.

La gracia del bolso

El bolso que habitualmente llevan las mujeres y el maletín que, con cierta
frecuencia, dejan ver las presidentas de gobierno y primeras ministras en
los diferentes actos a los que acuden, es un accesorio tan indispensable y
esencial, para su trabajo que su elección y compra para la dirigente se
convierte en una auténtica cuestión de estado para los asesores y
consultores de imagen. Los estudiosos de la apariencia física indican a la

28
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 280
29
HALBREICH, B., y WADYKA, S., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 66.
30
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 282.
mandataria qué tipo de bolso o maletín le puede ir bien para cada ocasión y
la clase de material que se ajusta a su imagen, estilo y fachada proyectada.
Nadine de Rothschild asegura que el bolso debe ser del mismo material que
los zapatos (no es posible combinar zapatos de cuero con un bolso de ante,
o un zapato de lagarto con un bolso de cocodrilo) y que en celebraciones
nocturnas y de fiesta deben ser pequeños y de materiales de raso, terciopelo
o lamé31. Betty Halbreich afirma que el bolso es parte de la primera
impresión que perciben los ciudadanos de sus mandatarias32; y Hunger
Ricci da por buena la idea de quienes consideran que el bolso es la
representación exterior de la personalidad y carácter de la dirigente:
"conozco hombres que consideran el bolso femenino como el espejo en
miniatura de su propietaria, y no se equivocan. El bolso, que debe ser tan
elegante por fuera como por dentro, no denota solamente la calidad de una
mujer sino su discernimiento y su proyección en las cosas. El bolso es a la
vez un juguete y un accesorio práctico, un complemento estético y un
exponente de su interior"33.

El estilo de los guantes

Un presidente de gobierno, una primera ministra, un candidato a la


presidencia o cualquier dirigente nacional que desee o aspire llegar a una
Jefatura de Estado, debe de tener presente que los accesorios y
complementos de la imagen personal que muestre en público, van a tener
tanta o más repercusión en la mente de los electores que la indumentaria,
presencia física o discurso que presente ante ellos, y que una inadecuada
presentación de uno de estos accesorios puede restarle votos en la campaña
electoral o colocarle varios puntos por debajo de contrincante más cercano

31
DE ROTHSCHILD, N., Los buenos modales, Op. Cit., p. 17.
32
HALBREICH, B., y WADYKA, S., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 75.
33
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 282
por una inoportuna imagen descuidada. Si el bolso es para las mujeres el
accesorio por excelencia, los guantes son para los varones, sobre todo en
países donde el frío en invierno es intenso, el complemento más usado en
su imagen presidencial. Maquelonne Toussaint -Samat escribe que el
simbolismo y el lenguaje del guante proceden de la mano, del poder que
representa y de la protección que proporciona: "el guante protege la mano y
la refuerza; la protege de la interperie y la aísla del contacto directo de lo
impuro, de lo peligroso, que son cosas que hay que coger con los
guantes"34. Maribel Bandrés Oto explica que el origen del guante es tan
antiguo como el hombre y que su definición está vinculada a la vestidura de
las manos: "En la mitología se cuenta que Venus estaba enamorada de
Adonis y que al perseguir una noche a su amado se arañó en unas zarzas
que le rasgaron la piel y de la herida le brotó un rosal de rosas descarnadas.
Venus pidió a las Gracias que le confeccionaran unos estuches de piel para
protegerse las manos35; y Nadine de Rothschild afirma que estos estuches
protectores de las manos presidenciales deben ser de "piel de cabritilla, de
ante o de lana, a menudo, forrados de seda o cachemira"36.

A lo largo de la historia el guante ha sido utilizado para diferentes fines y


variadas funciones como señala Bandrés Oto en su recorrido histórico por
la trayectoria del guante y empleado como utensilio político para la firma
de tratados y acuerdos de paz como reflejan numerosos escritos de los
siglos XIII, XIV, y XV. Los griegos y los romanos, que comían con las
manos, los empleaban tanto para no mancharse como para no quemarse en
la mesa. Durante la Edad Media fueron considerados símbolos, mediante
los cuales, se sellaban tratados y encuentros entre líderes de diferentes
regiones (hay que tener en cuenta que en aquella época, prácticamente

34
TOUSSAINT -SAMAT, M., Historia del vestido, Volumen III, Op. Cit., p. 291.
35
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 181.
36
DE ROTHSCHILD, N., Los buenos modales, Op. Cit., p. 17
nadie sabía leer ni escribir con lo que la entrega del guante indicaba
protección, investidura y símbolo feudal). En el siglo XIII el guante
empezó a ser utilizado como adorno personal; era de cuero fino, tipo
manopla y se adornaban con botones de metales finos, se bordaban y
tricotaban para que pudieran ser empleados por todo el pueblo. En el siglo
XV adquirieron gran lucimiento porque en ellos se bordaban motivos
llamativos de gran riqueza ("los guantes de los soberanos o de los altos
dignatarios civiles y religiosos de la época, estaban tan cargados de
símbolos como ricamente ornamentados. Sobre una piel extremadamente
fina, (...) piedras preciosas realzaban aún más los bordados suntuosos de
oro y seda"37). En el XVI se empezaron a incrustar elementos dorados y
partir de entonces el guante empezó a considerarse como signo de
distinción y clase social.

En la clase política, actualmente, el guante es empleado, por presidentes de


gobierno masculinos, y por líderes nacionales femeninos como un utensilio
usado eminentemente protegerse del frío, aunque también para lucirlo.
Existen recomendaciones sobre la presentación pública del guante como las
que señala Hunger Ricci en su alegato sobre la belleza femenina, cuando
afirma: "los guantes desearíamos que fuesen siempre de piel de un solo
color, sencillos, pero suaves y aterciopelados. No aconsejamos los guantes
de fantasía. Preferimos los guantes pulcros, discretos que, a ser posible
armonicen con los zapatos y el bolso (...). Es aconsejable perfumar los
guantes con el perfume personal ya que así dejaréis vuestro sello aéreo y
agradable en quien os estreche la mano"38.

El donaire de los cinturones

37
TOUSSAINT -SAMAT, M., Historia del vestido, Volumen III, Op. Cit., p. 294.
38
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 281.
Uno de los complementos a los que menos atención suelen prestar las
personas y que más cuidan los asesores de imagen y consultores políticos,
es el uso del cinturón. Esa prenda, tan descuidada y desatendida por
muchos gobernantes, proyecta tanta o más imagen como cualquier otro
complemento de su indumentaria. Los cinturones son, junto con los
zapatos, el indicador de prestigio y clase de un dirigente político. Betty
Halbreich dice que "el cinturón es mucho más que encontrar una cinta de
cuero que encaje en las presillas". Debe ser un complemento que confiera
prestigio y donaire personal a quien lo use, especialmente si se trata de un
alto mandatario. También presta elegancia y distinción a las mandatarias
que lo exhiban y muestren en su cintura. Nadine de Rothschild afirma que
el cinturón "es el elemento arquitectónico de un vestido"39 y que a
diferencia del cinturón masculino, cuya función consiste únicamente en
sostener el pantalón, el cinturón de la mujer, sostiene las miradas.

La belleza del broche

Uno de los complementos que más distinción otorga a las dirigentes


políticas y más prestigio aporta a las mujeres que se atreven a lucirlos en
actos públicos, reuniones sociales y encuentros con los medios de
comunicación, es el conocido broche o alfiler que colocado en la solapa de
la chaqueta, acompaña y adereza la imagen de la mandataria. Configurado
de diferentes materiales, diseños y colores, los broches que muestran las
Presidentas de Gobierno en sus diversas presentaciones sociales son un
adorno que no sólo acompaña a la indumentaria que la dirigente ha
seleccionado para mostrar en sociedad en esa circunstancia; también es un
utensilio que en más de una ocasión se ha convertido en el verdadero

39
DE ROTHSCHILD, N., Los buenos modales, Op. Cit., p. 17.
artífice y esencia de la imagen de dicha dignataria. Betty Halbreich y Sally
Wadyka afirman que “llevar un broche es una excusa perfecta para iniciar
una conversación”40, y Hunger Ricci asevera que es el valor que irradian
lo que les confiere la aureola de accesorio distinguido y estimado: “los
broches pueden ser síntesis de pequeñas obras maestras de orfebrería, de
joyería y de artesanía”41. En el mundo de la política y de los presidentes de
gobierno, los broches son muy utilizados por las dirigentes nacionales, y
los alfileres masculinos o sujeta-corbatas por los gobernantes masculinos.

La hermosura de las pulseras

La pulsera es junto con el collar uno de los complementos personales más


utilizados por los asesores de imagen y consultores políticos en la
configuración de la apariencia exterior de un candidato a la presidencia.
Por un lado, porque las alhajas o joyas, como se denominan actualmente,
irradian una impresión tan sobresaliente de la persona que las lleva, que la
sociedad las identifica con fenómenos de poder, riqueza y distinción
social y, por otro, porque las pulseras son símbolo de independencia,
libertad y autonomía personal. Maribel Bandrés Oto reconoce que a lo
largo de los siglos, el brazalete ha ido de acuerdo con lo que la moda
imponía y recomendaba la indumentaria, así como sujeta a imposiciones
estilísticas y creaciones de diseño. En Egipto, según la autora, fueron
utilizadas las pulseras y brazaletes tanto por varones como por mujeres; en
Grecia se quiso simbolizar con ellas el lujo desmesurado y el carácter
afeminado de quien las llevaba; en el Imperio Romano, los brazaletes de
oro se empleaban como condecoraciones e insignias y, mientras que en el

40
HALBREICH,B., y WADYKA, S., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 63.
41
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 282.
siglo XVIII se empezaron a colocar en el codo, en la actualidad sirven de
adorno y distinción personal42.

En política, las pulseras son alhajas que los dirigentes políticos emplean en
sus comparecencias públicas para aderezar y complementar su imagen
personal, así como un utensilio que usan, fundamentalmente las
gobernantes femeninas, para resaltar su figura ante los ciudadanos, que
suelen ser sus electores.

El empaque La importancia de los anillos

El anillo, igual que la pulsera, el collar, el broche o los pendientes que


habitualmente se aprecian entre los ciudadanos que, es un accesorio
utilizado con cierta frecuencia se en el mundo de la política, bien para
complementar, perfeccionar e integrar la imagen de un dirigente nacional
con la apariencia exterior que de él esperan los habitantes de un pueblo o
bien para mejorar su estilo exterior mediante la colocación de utensilios
que eleven su propia valoración social. El anillo que es definido por
Bandrés Oto “como un aro, generalmente de metal, que se lleva en los
dedos de la mano”43 es un elemento decorativo e instrumental que han
llevado los hombres, desde las culturas más ancestrales, para significar su
poder sobre otras personas y demostrar el nivel adquisitivo de quien lo usa
entre sus conciudadanos. También, para proyectar a quien lo observa la
sensación de pertenecer a una clase social donde los metales, las piedras
preciosas y las joyas son elementos comunes en el complemento de su
indumentaria personal. Hunger Ricci asegura que "los anillos deben ser

42
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 73
43
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 35.
proporcionados a las manos de quien los lleve"44 y Betty Halbreich afirma
que los anillos además de dar vida a las manos " son la parte más bella y
expresiva del cuerpo"45

El gusto de las horquillas

Es tan cuidada la imagen que proyectan al exterior los candidatos a ocupar


un puesto público con sus análisis detallados de la indumentaria, los
estudios pormenorizados del aspecto físico y las investigaciones -hasta la
obsesión- sobre los accesorios, complementos y adornos que utilizan en sus
apariciones, que algunos autores han llegado a afirmar que las personas
que vemos en público, ante las pantallas de televisión, en las revistas y en
los carteles electorales, no son personas humanas de carne, hueso;
naturales como un día fueron, sino que se han convertido en productos de
experimentación científica, donde se prueban técnicas y mecanismos de
persuasión mediante su cuerpo, su imagen y su apariencia personal. Hasta
tal punto es cierta esta reflexión crítica sobre la asesoría de imagen, que
algunas dirigentes políticas han visto cómo sus horquillas, esos alfiles que
emplean para sujetarse el pelo, han sido diseñadas para un determinado
evento, a fin de que su proyección a los ciudadanos no desentonara con el
resto de la imagen. Francisco Flores Arroyuelo sostiene que las horquillas
de las políticas, además de sujetar el cabello y colocar el pelo de una
determinada forma, poseen unas determinadas virtudes supersticiosas y
cualidades mágicas, que permanecen reflejadas en algunas creencias
populares: "en algunos lugares, que una horquilla resbale del pelo y caiga
es buena señal, pues con ello se tiene la seguridad de ser correspondido y

44
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 282.
45
HALBREICH, B., y WADYKA, S., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 70.
encontrar una horquilla en el suelo es aviso de que pronto se recibirán
buenas noticias"46.

La galantería del abanico


Aunque en la actualidad el uso del abanico está prácticamente desterrado
y su empleo ha caído en desuso, no solamente entre la clase política
internacional, sino también en el conjunto de las naciones y pueblos que
conforman el sistema político presidencial, es un accesorio que, en tiempos
pasados, desempeñó una función comunicativa y transmisora de mensajes
muy eficaz que se tradujo en lo que llegó a conocer como el lenguaje del
abanico. Una herramienta de comunicación y una especie de código secreto
que empleaban numerosas personas para transmitir mensajes codificados.

a) Abanicarse rápidamente: Te amo mucho


b) Abanicarse despacio: Soy casada.
c) Dejarlo caer: Te pertenezco
d) Apoyar el abanico por una extremidad sobre el corazón: Te amo y
sufro.
e) Contar las varillas: Deseo hablarte.
f) Dar un golpe sobre la mano izquierda: Ámame.
g) Tocar la palma de la mano con el abanico: Reflexiono si me
convienes.
h) Cubrirse del sol con el abanico: No me atraes.
i) Ponerse en el balcón con el abanico cerrado: Saldré.
j) Dejar el abanico en la ventana: No saldré.
k) Mirar las pinturas del abanico: Me gustas mucho.
l) Prestar el abanico al novio: Mal agüero.
m) Tomar el abanico del novio: Indiscreción.
46
FLORES ARROYUELO, F., Diccionario de supersticiones, Op. Cit., p. 150.
n) Dar un golpe sobre el objeto: Estoy impaciente.
o) Pasar el abanico de una mano a otra: Estás mirando a otra.
p) Cerrar el abanico precipitadamente: Estoy celosa.
q) Cubrirse la cara con el abanico medio abierto: Ten cuidado. Nos
espían.
r) Pasar el abanico por los ojos: Lo siento.
s) Llevar el abanico en la mano izquierda: Quiero conocerte.
t) Apoyar los labios en las cabeceras del abanico: No me fío.
u) Colocar el mango en los labios: Bésame.
v) Entregar el abanico a la madre: Te despido.

Este lenguaje de comunicación que en la actualidad no se utiliza y que


prácticamente desconocen la mayoría de las personas fue utilizado, en su
día, como signo evidente de transmisión de información y mensajes que
aunque la mayor parte de las veces estaba relacionado con situaciones
amorosas y de parejas llegó incluso a emplearse en momentos de
traiciones y venganzas políticas. Los Presidentes de Gobierno y más si cabe
las Presidentas de Gobierno y Primeras Ministras que hoy en día utilizan el
abanico en sus comparecencias sociales lo usan fundamentalmente para
alejar el calor de su rostro y resfrescar la piel con el aire sin más
significado que aligerar el sofoco del cuerpo.

El garbo de los “foulards”

Es el pañuelo que las dirigentes políticas utilizan en numerosas ocasiones


para acompañar a su vestido e indumentaria en sus presentaciones de
trabajo. El foulard, que antiguamente se combinaba con el bolso e incluso
con los zapatos, se ha convertido en un complemento independiente y
autónomo de la vestimenta del mandatario donde ante todo se busca
comodidad, desenfado e imagen jovial. Nadine de Rothschild afirma que
"los foulards alegran mucho un atuendo oscuro o un tanto severo" 47.
Hunger Ricci asegura que "pueden introducir agradablemente contrastes de
colores"48

La singularidad de los relojes

El reloj de pulsera que habitualmente lucen los dignatarios políticos en la


muñecas, además de ser una máquina que produce segundos, minutos y
horas de acuerdo con los patrones establecidos por la sociedad y de crear
una imagen de universo cuantificado numéricamente entre los ciudadanos,
es un accesorio que se emplea entre la clase política para denotar
distinción, rango y donaire personal. Aunque originalmente los
monasterios medievales donde apareció el reloj como patrón de medición
para uniformar el tiempo de la sociedad (“no sólo el trabajo, sino también
el comer y el dormir llegaron a acomodarse al reloj en lugar de a las
necesidades orgánicas”49), el reloj de pulsera ha significado, desde tiempos
inmemoriales, posición, dominio y prestigio social. No solamente por el
carácter de alhaja y joya con el que se ha identificado durante muchos
años, sino por el sentido que se la concedido de elemento decorativo,
estético y ornamental. Para la mayor parte de los asesores de imagen el
reloj no es más que un complemento que utilizan los dirigentes para
cuantificar y medir el tiempo y el momento en el que se encuentran los
políticos en ese instante, pero se trata de un accesorio muy visible que de
no ajustase a la imagen del mandatario puede perjudicarle y afectarle
negativamente. Los mejores relojes para los líderes nacionales son

47
DE ROTHSCHILD, N., Los buenos modales, Op. Cit., p. 18
48
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 282
49
MCLUHAN, M., Comprender los Medios de Comunicación, Barcelona, Piados, 1996, p. 160.
aquellos que cumplen el requisito de dar la hora, ser decorativos y estar de
moda, además de proyectar clase, distinción y prestigio personal.

El resplandor de los collares

Los collares y colgantes que muestran las primeras ministras y dirigentes


nacionales en sus presentaciones públicas, apariciones sociales y
comparecencias mediáticas, son unos accesorios que incorporan a su
indumentaria para transmitir adecuación en su imagen, pertinencia en su
apariencia y congruencia y conveniencia en su forma de ataviarse, así
como estilo y conciliación con la moda imperante en el momento. Nicola
Squicciarino afirma que “los collares y las pulseras han llegado hasta la
sociedad actual hasta convertirse en los ornamentos preferidos por las
mujeres”50; Alcina Franch piensa que los collares colocados “encima del
cuerpo o de la piel, en combinación con el vestido, lo emplean la mayor
parte de los pueblos de la tierra”51; y Maribel Bandrés Oto manifiesta que
el adorno que ciñe o rodea el cuello es uno de los ornamentos más antiguos
y extendidos a todas las civilizaciones: “En el Antiguo Egipto los lucían
indistintamente hombres y mujeres, como se ha podido comprobar en las
momias encontradas en los monumentos funerarios. (...) En Grecia, el
collar lo usaron, casi exclusivamente por las mujeres. Los motivos
ornamentales eran, principalmente flores, estrellas, conchas y pulpos;
raramente aparecía la figura humana. (...) En Roma los hombres lucían
preferentemente cadenas -supuestamente de origen celta- y que venían a ser
condecoraciones de carácter militar, consistiendo en dos hilos metálicos
enrollados en forma de espiral alrededor del cuello....”52.

50
SQUICCIARINO, N., El vestido habla, Op. Cit., p. 45.
51
ALCINA FRANCH, J., Arte y antropología, Op. Cit., p. 150.
52
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 113.
En el ámbito de la política, los collares únicamente son expuestos en
público por aquellas dirigentes políticas que han alcanzado el rango de
dirigente de una nación, mientras que los hombres apenas dejan ver, en
contadas ocasiones, alguna cadena pequeña, generalmente, de simbología
religiosa. Hunger Ricci escribe que los collares son indispensables para las
mujeres cuando deben presentarse en público con indumentaria de
etiqueta: “los collares sirven para completar, no sólo la estética del cuello,
sino de la misma cara”53 . Betty Halbreich expone que en función del
tipo de cuello que presente la mandataria, así deberá colocarse o adecuarse
el collar.

1.- Con un cuello redondo es adecuada una cadena o una gargantilla fina.
2.- Con un cuello a pico se recomienda un collar largo y ondulante.
3.- Con un cuello barco es bueno una cadena corta o un colgante trenzado.
4.- Con un vestido sin tirantes hay que aplicar una gargantilla gruesa o dos
collares juntos54.

El gracejo del pañuelo

Es el único elemento de fantasía que los presidentes de gobierno y


primeros ministros pueden combinar en su indumentaria. Doblado
horizontalmente sobre el bolsillo de la chaqueta, el pañuelo es un
complemento del atuendo masculino, utilizado desde tiempos pasados,
aunque en la actualidad ha caído un poco en desuso en algunos países
occidentales. Actualmente suele observarse a un dirigente político con el

53
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 282.
54
HALBREICH, B y WADYKA, S., Secretos de una experta del mundo de la moda, Op. Cit., p. 68.
pañuelo haciendo juego con la corbata en muchos actos y reuniones
internacionales, así como en celebraciones y encuentros de etiqueta.

La seducción de los gemelos

Los gemelos son los juegos de botones, pedrería, metales nobles y piedras
preciosas que se colocan en los puños de la camisa y que los líderes
nacionales utilizan para resaltar el valor y apariencia de su propia
indumentaria. Aunque su uso ha sido siempre, casi exclusivamente
masculino, en los últimos tiempos, también las dirigentes políticas vienen
usándolos para la configuración de su imagen dirigente, y empleándolos en
el diseño de su estilo, como mandatarias. Los gemelos, según los asesores
de imagen, deben ser clásicos, discretos y poco ostentosos.

El encanto de las gafas

Las gafas que los dirigentes políticos llevan delante de los ojos para
corregir algún problema de la vista, mitigar el cansancio de los ojos, o
para protegerse de los rayos del sol, son un objeto auxiliar y un accesorio
que emplean los gobernantes en sus comparecencias sociales y que pueden
resultar positivas y beneficiosas para su imagen política. Maribel Bandrés
Oto asegura que las gafas aparecen en el siglo XIII en forma de anteojos de
pinza: "los cristales iban encajados en unos aros de madera, metal o cuerno
y se sujetaban a la nariz"55; Desmond Morris afirma que uno de los gestos
más comunes de los mandatarios nacionales es ponerse en la boca, la punta
de la patilla de las gafas lo que revive, según él, " la sensación de seguridad
del bebé que succiona el pecho de la madre"56; y Hunger Ricci defiende

55
BANDRÉS OTO, M., El vestido y la moda, Op. Cit., p. 169.
56
MORRIS, D.,
que si se parte de la base de que las gafas son también un complemento que
contribuye a aumentar el atractivo del rostro de los políticos, es
conveniente estudiar qué tipo de montura se adapta mejor a la
configuración facial de cada gobernante:

Persona de cara ovalada: Le va un tipo de montura que, sin alterar la


armonía del rostro, siga la línea natural de los ojos pero sin tapar las cejas
ni ser cuadrada.

Persona de cara redonda: Es aconsejable una gafa de línea oblicua y


ascendente que pueda atenuar la redondez del rostro.

Persona con mandíbulas anchas: Para disimular esta característica facial,


es necesario emplear unas gafas bastante grandes, cuyos extremos asomen
un poco hacia las sienes.

Persona de cara cuadrada: Para redondear y alargar el rostro, los asesores


de imagen recomiendan una montura de líneas curvas con cristales
arqueados que armonicen el semblante.

Persona de cara alargada: Se le aconseja gafas puntiagudas por la parte


de abajo y rectas en la parte superior.

Persona de cara triangular: Deberá llevar unas gafas que no ensanchen


mucho más las mejillas y que eviten las líneas agudas.

Persona de cara romboidal: Para armonizar su rostro, los consultores


recomiendan usar gafas anchas en la parte superior ( así darán la impresión
de alargar la línea de las cejas) y estrechas en la parte inferior para no
ensanchar las mejillas57.

En el mundo de la política también se piensa que el uso de las gafas y su


aplicación pública puede añadir o restar votos al candidato, así como
mejorar o perjudicar la imagen del éste, según el manejo y muestra social
que haga de sus gafas. Hay quien asegura que mirar a una persona por
encima de las gafas puede resultar un error muy grave por parte delo hace,
ya que puede proyectar la sensación de arrogancia, soberbia o petulancia
personal y que quitarse y ponerse las gafas en una conversación política
tiene su significado peculiar. Un político debe quitárselas cuando habla y
ponérselas cuando escucha. Este acto reflejo no sólo relaja al interlocutor,
según los asesores, sino que permite al que usa gafas controlar la situación.
El adversario dialéctico aprende enseguida que cuando aquel con quien está
dialogando se quita las gafas, él no debe interrumpirlo y solo puede hablar
cuando la otra persona se las pone.

La sugestión de las flores

Todo aquel candidato que accede a la presidencia de un gobierno, bien sea


hombre o mujer, pertenezca a un partido político o a otro y defienda una
ideología de izquierdas como un ideario de derechas, debe tener presente
que cualquier detalle, referencia o cualquier aspecto insignificante que
tenga que ver con su persona, no solamente va a repercutir socialmente,
gracias a la labor que realizan los medios de comunicación que acompañan
frecuentemente al candidato, sino a llamar la atención continuamente sobre
movimientos y manifestaciones personales. Sus actos van a ser valorados
por la gente continuamente. Para evitar que una decisión equivocada del

57
HUNGER RICCI, G., La belleza femenina, Op. Cit., p. 130
dirigente pueda perjudicar su imagen ante los ciudadanos, los asesores de
imagen y consultores, trabajan continuamente para evitar que el líder caiga
en despistes que le puedan restar apoyos y respaldos electorales.

El control que ejercen los asesores sobre los movimientos y actuaciones de


los candidatos que, incluso, un insignificante regalo de flores del Jefe del
Ejecutivo a una persona, institución u organización social se convierte en
cuestión de estado para estas personas, que son las encargadas de decidir
qué tipo de flores son las adecuadas para regalar. Tienen en cuenta si las
flores son e para dar gracias por una almuerzo o una cena, o en de un
acontecimiento (nacimiento, bautizo, comunión, petición de mano...), para
agradecer un servicio prestado, para excusarse de un gesto o para apoyar a
una persona hospitalizada. En cada situación es recomendable un tipo de
flores diferente por el significado y sentido que tiene cada una de ellas. Si
el dirigente desea que las flores lleven al destinatario un mensaje de
confianza; seguramente, sus asesores de imagen enviarán a un centro con
flores de almendro, mientras que si por el contrario desea que las flores
signifiquen deseos de paz les enviarán un preparado de olivo acompañado
de una misiva personal.

Las rosas rojas suelen enviarse a las señoras, en ocasión de su onomástica,


cumpleaños, aniversario, o con motivo dela celebración de alguna
efeméride.

Las flores blancas y las margaritas significan inocencia y suelen ser


enviadas a conocidos del mandatario que contraen matrimonio.

El azahar y el mirto son símbolos de pureza y la se obsequian en


nacimientos y bautizos.
Las hojas de laurel tienen sentido de victoria y suelen ser comunes en
conmemoraciones, condecoraciones y celebraciones militares.

Las lilas blancas representan juventud y jovialidad lo que las convierte en


las flores que el político más envía cuando hay que animar a algún
ciudadano que ha sufrido un accidente, ha sido víctima de un atentado, o
sufrido las consecuencias de una catástrofe natural.

Las violetas significan humildad y son vistas en algunas recepciones


cuando el Jefe del Ejecutivo recibe algún mandatario y no desea mostrarse
ostentoso ni petulante en su recibimiento.

Los crisantemos, especialmente los blancos, son flores típicas para los
difuntos y suelen enviarse a los funerales y entirerros....58

Las flores que las primeras ministras y las presidentas de gobierno llevan
en la mano en determinados encuentros, son fruto de un obsequio que los
anfitriones han brindado a la mandataria, elegidas por los asesores de
imagen del anfitrión, para que, por un lado, no tengan un significado
difernte a las ideas que representa la gobernante y, por otro, no desentonen
con la indumentaria que la visitante ha elegido para esa ocasión. Las
flores, como complemento y accesorio de la imagen presidencial, también
se estudian y analizan por los consultores políticos, lo mismo que su
repercusión, resonancia y trascendencia política de su uso.

58
DE ROTHSCHILD, N., Los buenos modales, Op. Cit. p. 223-227.

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