En Las Brumas de Las Highlands Sonia Lopez Souto - 11
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LA MISIÓN
Después de que su tío Aidan, el laird de los MacCleod, les enviase una
misiva pidiendo su ayuda para rescatar a Una, su hija mayor, su padre y su
tío Murdo los habían enviado a él y a Alistair. Era un gesto de confianza
importante para ellos, pues les permitiría demostrarles a sus padres que eran
merecedores de más responsabilidades. Para que dejasen de verlos como a
niños y empezasen a considerarlos hombres.
Pero en ese momento no se sentía tan hombre. No podía, después de lo que
había hecho con su hermana melliza. Los remordimientos por haber
obligado a Jean a regresar a casa, no dejaban de torturarlo.
Encontrársela infiltrada entre sus hombres cuando se suponía que estaría
comprometiéndose con Robert Buchanan, no debería haberle sorprendido
pero lo hizo. No es que le agradase Robert, aquel hombre miraba a su
hermana de un modo que no le gustaba para nada, pero la decisión era de su
padre. Si por él fuera, nunca habría sido un candidato.
Conociendo a Jean, que hubiese decidido escapar de aquel destino
indeseado debería haberle resultado previsible. Ella nunca hacía las cosas
como debía, sino como lo sentía. Era la más impulsiva de los dos.
Pero nunca creyó que llegaría a ser tan osada como para disfrazarse de
hombre y correr literalmente hacia el peligro. Después de todo, eso es lo
que hacían, pues no sabían si los MacLean eran amigos o enemigos en ese
momento. Podían estar yendo hacia una guerra con los que hasta ahora
habían sido aliados de su tío.
Ahora se sentía un miserable al enviarla de vuelta con el hombre que
incluso él despreciaba. Debería haberla apoyado en cuanto descubrió su
tapadera, pero le había fallado. Y por más que ahora se lamentase, no podía
hacer nada para enmendarlo. Ya estaría demasiado lejos para retractarse.
Sólo esperaba que algún día lo perdonase por ello.
-Cinaed cree que los MacLean nos han traicionado - su tío los había reunido
en su estudio privado minutos antes y ahora los miraba uno a uno mientras
hablaba - pero yo tengo más fe en ellos y como ya he dicho, espero recibir
una explicación satisfactoria de su parte.
-Y por eso has pedido ayuda al tío Dom - bufó el aludido.
-Sólo soy precavido, Cin. Además, no los he llamado para que me
acompañen. Al menos no todos - los miró de nuevo antes de continuar -
Aunque Cinaed quería acompañarme, he decidido viajar solo hasta Mull.
Me llevaré a parte de mis hombres pero no quisiera dejar demasiado
desprotegido Dunvegan. Necesitaría que al menos uno de vosotros se
quedase aquí con algunos de vuestros hombres para ayudar a Cinaed con la
defensa del castillo y de mi gente.
-Yo lo haré - se ofreció Alistair, tal vez demasiado rápido. Aunque al
parecer sólo él lo notó. Lo miró con auténtica curiosidad pero su primo se
encogió de hombros antes de hablar de nuevo - Es tu prima. Supuse que
preferirías ir con tu tío.
-Cierto - asintió fingiendo conformidad. Ya hablaría con él después sobre
eso porque no se creía para nada que ese fuese el motivo real de su
decisión.
-No podría pensar en nadie más adecuado que tú, Alistair - dijo su tío
asintiendo también - Después de todo eres el hijo del Campbell sombrío.
-No tan sombrío desde que conoció a mi madre - bromeó.
-Su reputación no surgió de la nada. Si eres sólo la mitad de bueno que él,
ya me puedo ir tranquilo.
Él sabía cuánto incomodaban a su primo las alabanzas, sobre todo cuando
lo comparaban con su padre y se regodeó con ello. Le lanzó una mirada
burlona y él le correspondió frunciendo el ceño.
-Haré lo que esté en mis manos para no defraudarte, Aidan - lo escuchó
decir, mirando a su tío.
-Sé que lo harás bien. Además, Cinaed sabe lo que hay que hacer.
-¿Cuándo os vais, entonces? - Cinaed parecía impaciente.
-En cuanto lo haya preparado todo, hijo.
-Ya han pasado cinco días desde su desaparición. Y todavía os quedan otros
dos o tres días para llegar hasta el castillo de Duart. No puedes perder más
tiempo.
-No me iré hasta asegurarme de que tu madre y Eilidh estarán bien. Los
MacDonald están furiosos y temo lo que puedan intentar en cuanto sepan
que no estoy.
-No se atreverán a nada conmigo aquí.
-Nunca está de más prevenir.
Cuando salieron del estudio bromeando sobre sus padres y el estricto
control que mantenían sobre ellos, se encontraron con Eilidh. Estaba tan
bonita como la recordaba. Su cabello se había vuelto más rubio y su blanca
piel hacía resaltar sus verdes y despiertos ojos. Esos que le decían sin
necesidad de palabras que seguía siendo una muchacha, no sólo hermosa,
sino inteligente.
En el pasado había sido también muy intrépida a pesar de su cojera. Ella y
Jean habían dado más de un quebradero de cabeza a su tía Saundra en las
numerosas ocasiones en que se habían quedado con ellos en Dunvegan.
Pensó con pesar en cómo ahora se avergonzaba de ella y se limitaba a sí
misma al pensar que no podía hacer lo mismo que cualquier otro. Todo por
aquel estúpido muchacho del que se creía enamorada y que se había burlado
de ella. Todavía le hervía la sangre al pensar en lo cruel que había sido.
Mientras Cinaed la subía en brazos, no le pasó desapercibido el brillo en los
ojos de Alistair, ni la sonrisa en sus labios. También fue consciente de cómo
se fue retrasando para poder quedar a solas con su prima.
Decidió esperarlo frente a sus aposentos, sólo para mortificarlo un poco.
Cuando lo vio llegar, algunos minutos después, salió de las sombras y le
habló.
-¿Qué te traes entre manos?
-No sé de qué estás hablando, Jamie.
-No me vengas con tonterías, Ally - se cruzó de brazos y trató de contener
una sonrisa - Te conozco y no dejarías pasar una oportunidad como esta si
no tuviese algún interés en quedarte aquí. ¿De qué se trata?
-Creo que le das demasiadas vueltas, primo. Sólo me ofrecí porque imaginé
que tú querrías acompañar a tu tío.
-¿Te perderías la acción sólo por eso? - su primo parecía nervioso y eso le
divertía sobremanera. Si no se conociesen tan bien, jamás lo habría notado.
-Según tu tío, es más probable que la acción se produzca aquí y no en Mull.
Sabía que intentaba ocultarle que le interesaba su prima y decidió fingir que
no se había dado cuenta de ello. Sería más divertido mortificarlo después.
-De acuerdo - se encogió de hombros - No me lo digas si no quieres.
-Buenas noches, Jamie.
Alistair entró en su alcoba antes de que a él se le ocurriese cambiar de
opinión y empezase a interrogarlo de nuevo. Pero no pensaba hacer nada
semejante, tenía un plan mejor. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
Si su intuición no le fallaba y no solía hacerlo, Alistair caería rendido ante
los encantos de su prima antes de que tuviesen que regresar a Inveraray. Y
él se encargaría de recordarle aquella conversación tantas veces como
pudiese.
Cuando entró en su propio cuarto, la sonrisa no había abandonado su rostro.
En el fondo, se alegraba por él pero no lo envidiaría si lograba el amor de su
prima.
En su familia habían sido muy afortunados, eso lo sabía. Sus padres, los de
ambos, se amaban profundamente y siempre les habían alentado para que
ellos también encontrasen a esa persona que removería su mundo. Y aunque
esperaba hacerlo algún día, todavía no entraba en sus planes el enamorarse.
Sus prioridades estaban claras para él. Primero esperaba llegar a ser una
leyenda como su padre y su tío. El amor tendría que esperar.
LA PARTIDA
Un día después, con un Aidan conforme y apenas amaneciendo,
emprendieron la marcha hacia la isla de Mull.
Aunque a Jamie le hubiese resultado más cómodo encontrarse con su tío
allí, tan cerca estaba de Inveraray, no lamentaba haber ido a Skye.
Reencontrarse con sus primos le había gustado mucho, a pesar de las
circunstancias.
Lo que sí le molestaba de aquello era que tal vez, si hubiesen ido
directamente a Mull, Jean estaría todavía con ellos. Frunció el ceño al
pensar en ella. Cada día se arrepentía más de haberla enviado de regreso a
Inveraray. Había sido demasiado impulsivo, pero el daño ya estaba hecho y
no podía retractarse por más que lo desease.
Aún así, le sorprendía la facilidad con que su hermana había aceptado
su sino. No era propio de ella actuar de ese modo. Mientras atravesaban la
isla, estuvo tentado de dirigirse hasta Portree, solo para asegurarse de que
había embarcado. Si no lo hizo fue por temor a retrasar más a su tío.
Si su prima había sido, efectivamente secuestrada, no podían perder más
tiempo. Menos aún por un tonto presentimiento suyo. Había pasado casi
una semana desde que los MacLean se habían llevado a Una. Suficiente
para hacer con ella lo que quisiesen. Bueno o malo. Frunció de nuevo el
ceño, esta vez preocupado.
Le hubiese gustado tener a Alistair con él. Su primo lo entendía incluso
sin necesidad de palabras y habría podido desahogarse con él. Pero se había
quedado en Dunvegan, intentando conquistar el corazón de Eilidh. Sonrió
por primera vez desde que emprendieron el viaje.
Alistair lo había negado cuando lo asaltó al día siguiente, pero él sabía
la verdad. El anhelo con que la había mirado era prueba suficiente. Si su
prima era lista, y le constaba que sí, se dejaría conquistar por Alistair. No
encontraría a nadie mejor que él. Y ella se merecía tener a su lado a un
hombre que la admirase y la valorase tal y como era. Con sus virtudes y sus
defectos.
-Jamie - su tío lo llamó y se acercó a él - Sé que para ti esta es una
buena oportunidad para demostrarle a tu padre que puede confiarte más
responsabilidades. Dom es como yo, nos cuesta delegar. Pero necesito que
comprendas que haré todo lo que esté en mi mano para evitar un
enfrentamiento con los MacLean. Hemos sido amigos y aliados durante
generaciones. No creo que hayan hecho esto para declararnos la guerra,
como cree Cinaed. Tiene que haber otra razón y es lo que pretendo
averiguar.
-Yo haré lo que tú me digas, tío. No te acompaño buscando pelea. Hay
muchas formas de probarle a mi padre que puedo ser responsable y creo que
iniciar una guerra con los MacLean no es una de ellas.
-Eres más razonable que mi hijo - asintió satisfecho.
-Cinaed solo piensa en Una y en su seguridad.
-Yo también.
-Creo que Cin se siente traicionado por Lachlan - se atrevió a decir -
Han sido amigos desde pequeños y que se haya llevado a Una de esa forma,
ha debido dolerle mucho.
-No sabemos en qué forma se la ha llevado. Pero entiendo lo que dices.
Siempre han estado muy unidos. Si cree que nos ha traicionado, toda esta
situación ha de ser muy dura para él.
-Esperemos que tengas razón tú, tío - añadió después de permanecer en
silencio largos minutos.
-Yo también, Jamie. Confío en no estar equivocado.
Decidieron pernoctar en la posada de Armandale. Ningún barco los
llevaría a la otra orilla cuando empezaba ya a oscurecer. Y aunque nadie lo
dijo, todos agradecían pasar la noche a cubierto. Tal vez al día siguiente no
tendrían tanta suerte.