Autonomia de La Accion

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD RÓMULO GALLEGOS


Área de Postgrado
Especialización en Derecho Procesal Civil
San José de Guanipa – Estado Anzoátegui
TEORIA GENERAL DE LA ACCION
Período Académico: I Trimestre

AUTONOMIA DE LA ACCIÒN

FACILITADORA: PARTICIPANTES:
ABG. Especialista. Lisbeth Rodríguez
ARMAURIS BRAVO C.I:
ROSBELYS HEREDIA C.I:26.984.901
CARLOS ABREU C.I:8.966.916
CARLOS HERNANDEZ C.I:18.982.076
MIGUEL MUJICA C.I:
PEDRO GONZALEZ C.I:
ARMANDO GONZALEZ C.I:

MARZO 2024
INTRODUCCIÓN

En este trabajo de investigación analizaremos la autonomía de acción en el


Derecho. La cual Proporciona un fundamento normativo para el Estado constitucional,
en particular a través de las ideas de autonomía política, de autonomía individual o
personal y de dignidad humana. También es crucial para el tema de la diversidad y la
unidad en el Derecho y la moral. La diversidad es posible porque, de acuerdo con la
idea de autonomía, las normas no están determinadas por estándares ya dados, sino
que dependen, en cambio, de los juicios normativos de los individuos o de las
comunidades morales o jurídicas. Por otra parte, la autonomía es la única idea que
puede crear unidad entre las diversas concepciones normativas del Derecho o de la
moral, ya que sólo una concepción autónoma de la validez normativa puede lograr la
aceptación de agentes que se consideran a sí mismos autónomos, como al menos
harán algunos agentes. Es sólo la idea de autonomía, por tanto, la que permite articular
una concepción comprehensiva del razonamiento normativo.

Las concepciones normativas basadas en la autonomía plantean, sin embargo, un


dilema. Literalmente, autonomía significa auto-legislación, lo que implica que la validez
de una norma depende de que sus destinatarios decidan hacerla válida. Ahora bien, si
una norma es válida sólo a causa de la decisión de sus destinatarios, cabría decir
entonces que no puede ser vinculante para ellos ni, por tanto, ser válida en un sentido
normativo.

Realmente existen contados temas en el ámbito del Derecho Procesal Civil, en el


que existan opiniones tan contrapuestas y diversas como en el concepto de acción,
razón por la cual su explicación relativamente compleja y dificultosa, ha contribuido a
oscurecer el desarrollo pleno de su contenido. En tal sentido, podemos afirmar con
Pekelis, que la instintiva y espontánea falta de certeza, como la unidad del uso del
término acción, parece contener en sí misma la diversidad e incertidumbre de las
diversas concepciones que se disputan aún en nuestros días el campo de los estudios
jurídicos.2 Es por todo lo ames expresado, que algún sector de la doctrina ha preferido
renunciar a la determinación de este concepto, señalando la irrelevancia práctica de la
idea de acción sobre la que tanto se ha discutido, sin haberse preguntado antes en qué
medida influiría en las consecuencias jurídicas el concebirla de una u otra manera, o
aun tan sólo hacer referencia a ella.

AUTONOMÍA DE LA ACCIÓN.

1. ORIGENES: LA ACCION EN EL DERECHO ROMANO


En la etapa germinal del Derecho Romano la acción o acto está ligada a la fuerza
bruta, lo que se denomina la acción directa; sin embargo, casi desde la aparición del
proceso, concretamente lo que se denominó el procedimiento de las acciones de la ley,
la acción se refiere a un conjunto de ritos, formalidades, para iniciar y proseguir un
proceso. Gayo cita un caso que se ha hecho un ejemplo famoso que demuestra el
excesivo formalismo de esta etapa: Una persona demandó a su vecino por haber
cortado las vides de su propiedad. Sin embargo al hacer valer su derecho ante el
magistrado, expresó que reclamaba las vides, cuando la ley de las XII tablas concedía
la acción respecto de la palabra árboles en sentido genérico. Este error motivó que
perdiera el juicio.

2. NOCIÓN Y CONCEPTO
La delimitación del concepto de Acción, ha sido la piedra angular derivativa del
nacimiento del Derecho Procesal como ciencia autónoma. Dicha noción, la cual, unida
a la de Jurisdicción y al de Proceso forman el Trinomio o Trípode de la disciplina
jurídica adjetiva, ha sido estudiada a través de los últimos 200 años, adquiriendo
ribetes distintos, significaciones dispares, pero permitiendo a la vez la clarificación de
problemas teóricos (con evidentes repercusiones prácticas) propios de la rama
procesal. Ahora bien, con ánimo de esbozar una definición amplia, que abarque todas
las características modernamente aceptadas a la figura de Acción, y la cual permita
conciliar y distinguir las concepciones comunes y encontradas que plantean los
procesalistas recientes, se plasman a continuación algunas de las más importantes
visiones de la doctrina, a los efectos de su análisis detallado. El conocido procesalista
venezolano Rengel Romberg (Rengel, 1994: Tomo I, 162), define el vocablo acción de
la siguiente manera: “Poder jurídico concedido a todo ciudadano, para solicitar del juez,
la composición de la litis, mediante la actuación de la pretensión que hace valer el
demandante contra el demandado”.
En este sentido, a dicha definición se le pueden realizar algunas consideraciones.
En primer lugar, si bien es cierto que la mayor parte de la doctrina acepta la noción de
“Poder Jurídico”, no es menos cierto que se atribuye dicho poder a todo sujeto de
derecho, no a los “ciudadanos”. La diferencia estriba por ejemplo, en el caso de las
personas jurídicas colectivas, que como ficción abstracta legal, no poseen ciudadanía.
Por otra parte, en cuanto a su contenido, no existe consenso en doctrina sobre sí la
Acción consiste en una solicitud de “composición de la litis”, esto debido a la existencia
de casos en los cuales no se plantea ningún conflicto entre partes; verbigracia, la
Jurisdicción Voluntaria, recordando que en estos supuestos no existe, ab initio, una
contraparte como tal, por lo tanto se les catalogado como de naturaleza graciosa o no
contenciosa. Cabe hacer notar, que dependerá entonces de la noción de la cual se sea
partidario sobre la función jurisdiccional, en el entendido que existen autores, quienes
no consideran a la Jurisdicción Voluntaria como tal, sino más bien como una de tipo
administrativa. En este caso, y bajo esta óptica, no se hablaría de Acción en esta
materia.
Por su parte, el procesalista uruguayo E. Couture, (COUTURE, 2005) quien al igual
que Rengel Romberg, realiza en su estudio, un resumen de las distintas nociones del
concepto Acción en su evolución, destaca que la misma consiste en una especie del
derecho de petición. Tal aporte de Couture se fundamenta en el derecho general de
petición, consagrado desde la antigüedad a los individuos ante la autoridad del rey, y
hoy establecido por la mayoría de las Constituciones como la facultad del ciudadano de
acudir ante cualquier autoridad pública a solicitar lo querido o justo.
En este orden de ideas, podemos aducir que en términos doctrinales sigue en
disputa un concepto unificado de la acción en el Derecho Procesal, sin embargo, de
manera general y de forma más simplificada, podemos inferir que es el poder jurídico
que tiene todo sujeto de derecho, consistente en la facultad de acudir ante los órganos
de jurisdicción, exponiendo sus pretensiones y formulando la petición que afirma como
correspondiente a su derecho vulnerado. Es la facultad que tiene una persona para
obrar y hacer valer un derecho o el cumplimiento de una obligación, razón del cual se
promueve la demanda respectiva, tal como está establecido en el encabezado del Art.
11 del código de Procedimiento Civil Venezolano, el cual dispone lo siguiente:
“…En materia civil el juez no puede iniciar el proceso sino previa
demanda de parte, pero puede proceder de oficio cuando la ley lo
autorice, o cuando en resguardo del orden público o de las buenas
costumbres, sea necesario dictar alguna providencia legal aunque no la
soliciten las partes…” (negrillas nuestras)

3. CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN

Según El texto: “Tratado de derecho Procesal Civil Venezolano” del Dr. Arístides
Rengel Romberg, La Acción es: “El poder jurídico concedido a todo ciudadano, para
solicitar del juez, la composición de la litis, mediante la actuación de la pretensión que
hace valer el demandante contra el demandado”.
La presente definición destaca las siguientes características:
a) La acción es un poder jurídico perteneciente a la categoría de los derechos
subjetivos. Frente al poder del particular de ejercitar el derecho de acción, está el
deber del juez de proveer sobre la demanda en la cual la acción se ejercita, deber cuya
omisión está penada como denegación de justicia.
b) Ese derecho subjetivo o poder jurídico en que consiste la acción, pertenece a
todo ciudadano y es, por tanto, un derecho subjetivo público o colectivo, porque tiene
su origen en el interés colectivo y publico en la solución jurisdiccional de los conflictos.
c) Con la acción se pide también al juez que actúe la pretensión, porque la no
satisfacción de esta o su resistencia por parte del demandado, origina un conflicto cuya
solución es un interés de la colectividad, y su satisfacción un interés privado del
demandante. Por tanto, no se trata de un poder jurídico desconectado de todo interés,
sino fundado en el interés público en la solución jurisdiccional de los conflictos y al
servicio del interés privado en la decisión de sus pretensiones.
d) El derecho de acción se ejercita en la demanda y ésta contiene también el ejercicio
de la pretensión que hace valer el demandante contra el demandado, cuyo examen
hace el juez al proveer sobre la demanda.
e) Al lado del interés colectivo y público que mueve la acción, existe en
todo proceso, el interés individual y privado en que se funda la pretensión.
En este aparte, resulta necesario, puntualizar sobre aquellas características, las
cuales han nacido a través de la evolución de la ciencia procesal, algunas plenamente
aceptadas y compartidas, y otras que siguen generando discusión. A este respecto, se
pueden mencionar las siguientes:
a) Derecho o Poder Jurídico: La Acción ha sido calificada de ambas maneras,
compartiéndose la idea que él mismo, consiste en una facultad de ejercer ciertas
actuaciones.
b) Público: En primer lugar porque le pertenece a toda persona; incluso es calificado
como un Derecho Humano. En segundo término, debido a que se ejerce ante el
Estado, representado por el órgano jurisdiccional. En suma, deriva de su función
pública de evitar la justicia privada y garantizar el orden jurídico y social.
c) Abstracto: Su existencia y ejercicio no está relacionado a ningún hecho o derecho
concreto; la Acción es propia e inherente a la persona, no derivada de algún caso
determinado.
d) Autónomo: Relacionada en cierta forma con la anterior, el derecho de Acción no
está subordinado ni pertenece a ningún otro derecho, mucho menos al derecho
material reclamado.
e) Bilateral: Algunos autores (y pareciera que algunas legislaciones también) incluyen
en la noción de Acción, el derecho que tiene la contraparte material a defenderse,
oponiéndose a la pretensión planteada. En tal sentido, existe una bilateralidad de la
acción por cuanto el demandado de autos, al ejercer los medios de defensa está
además accionando el aparato jurisdiccional. Sin embargo, y sin ánimos de
contradecir a la doctrina es opinión de la autora, la dificultad de apoyar esta postura
por cuanto, tal facultad de participar en un conflicto judicial corresponde al
demandado como parte de su Derecho a la Defensa, que en opinión particular,
constituye una institución diferente. Igualmente, tal agregado no sería aplicable a los
procedimientos de Jurisdicción Voluntaria, donde no existe contraparte. Empero
como se comentó, este aspecto, resulta ser de carácter generador de discusión
entre la doctrina.
f) Metaderecho: Este aspecto viene dado por la consagración del derecho a la
jurisdicción como un Derecho Humano amparado por Declaraciones Internacionales
de este tipo, y en la mayoría de las constituciones nacionales. Por ende, se
considera el mismo inherente a la persona humana, preexistente a cualquier norma
positiva del ordenamiento jurídico. En consecuencia, se le otorga un rango supremo
o superior, puesto que al garantizar el ejercicio del derecho de Acción se garantiza
la protección de otros derechos legales.

4. CONDICIONES PARA EL VÁLIDO EJERCICIO DE LA ACCIÓN


También conocidos como requisitos, presupuestos o elementos. En este sentido, a
pesar que el ejercicio de la Acción, es autónomo y no se encuentra restringido a ningún
derecho concreto, sin embargo, es necesario para el solicitante cumplir con un mínimo
de condiciones con la finalidad de preservar algunos principios procesales como el de
la celeridad y economía procesal y la seguridad jurídica. Entre estas condiciones se
encuentran:
a) Posibilidad jurídica: Haciendo referencia a que la petición pretendida a través de
la acción debe estar fundamentada en una norma jurídica la cual le permita al Juez
resolver el conflicto planteado.
b) Interés procesal: Surge por la necesidad de obtener la tutela de los órganos
jurisdiccionales y a su vez por la adecuación al proceso; la sala constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia al respecto señala: “El interés procesal, surge de la
necesidad que tiene una persona por una circunstancia o situación jurídica real en
que se encuentra de acudir a la vía judicial para que se reconozca un derecho y
evitar un daño injusto personal o colectivo”.
c) Cualidad: Se define como la idoneidad de la persona para actuar en juicio, de la
cual se desprende la relación entre los sujetos y la acción intentada. La cualidad
conocida por algunos autores como legitimación se divide en legitimación a la
causa, y se refiere a cualidad de quien se afirma tener la titularidad de la
pretensión. Y por otro lado se encuentra la legitimación al proceso, lo cual viene
dado como un requisito procesal para el ejercicio de la acción, traduciéndose en la
capacidad procesal del actor. En referencia a ello, el artículo 136 del Código de
Procedimiento Civil señala: “Son capaces para obrar en juicio, las personas que
tengan el libre ejercicio de sus derechos, las cuales pueden gestionar por sí
mismas o por medio de apoderados, salvo las limitaciones establecidas en la ley.”

5. LA ACCION COMO EL SEGUNDO ELEMENTO DEL TRINOMIO DEL


DERECHO PROCESAL

Aquí el fenómeno jurisdiccional se examina, no desde el punto de vista del


Estado que administra justicia, sino desde la posición del ciudadano que pide justicia.
La acción es una realidad práctica con la cual tomamos contacto cada día en el
mundo del proceso civil.
En otras palabras, la trilogía del derecho procesal comprende los conceptos de: Acción,
Jurisdicción y Proceso
La unidad de la necesidad de estos elementos, es lo que da unidad al proceso, la
necesidad de acción, para provocar la necesidad de la jurisdicción y la necesidad de
que este actúe en el proceso y solo en éste, es lo que da la unidad, la teoría del
proceso y su estructura orgánica sólo se consolidará sobre base sólida, delineando un
sistema científica en consideración a estos tres elementos
a) Acción: Por lo que respecta a la acción, consideramos, que es el derecho,
la potestad, la facultad o actividad, mediante la cual un sujeto de derecho provoca la
función jurisdiccional. Esto se interpreta como la pretensión de que se tiene un
derecho válido y en razón del cual se promueve la demanda respectiva, de ahí que se
hable de demanda fundada e infundada.

b) Jurisdicción: Se entiende como la función soberana del estado, realizada


a través de una serie de actos que están proyectados o encaminados a la solución de
un litigio o controversia, mediante la controversia de una ley general a ese caso
concreto controvertido para solucionarlo o dirimirlo. Es el estado el ente fáctico,
creador e imponedor de un orden jurídico. La soberanía, íntimamente ligada con el
estado, consistente precisamente en el poder de creación y de imposición del orden
jurídico.

c) Proceso y juicio: El proceso es abstracto el procedimiento es la


actualización concreta del proceso, por lo tanto, la relación entre proceso y juicio es
una relación de género a especie. El proceso puede ser materialmente administrativo
o materialmente jurisdiccional. El concepto original de la denominación juicio proviene
de la lógica aristotélica y se entiende que es un mecanismo del razonamiento
mediante el cual llegamos a la afirmación de una verdad. JUICIO, proviene de la
palabra latín iudicium, que originariamente significaba, en el derecho romano, la
segunda etapa del proceso, que se desarrolla ante el juez designado, pero
meramente el concepto de juicio es el acto en el que intervienen cuando menos tres
personas; el acto que pretende, el demandado que resiste y el juez que conoce y
decide, según la definición Búlgara. En España y la expresión juicio, la difundió en los
países hispanoamericanos, que es la que utilizamos hasta nuestros días.

De lo anteriormente explanado, necesariamente se atisba que, tomando en cuenta


cada uno de los elementos definidos supra, la regla general es que no se tiene
jurisdicción sin acción; esto es, que la justicia no se mueve si no hay quien la
solicite. Solo por excepción del juez puede proceder de oficio, sin ser requerido, como
ocurre en materia penal y en materia civil en los casos de interdicción, inhabilitación,
quiebra, entre otros.

6. TEORÍAS BASADAS EN EL CARÁCTER DE LA ACCIÓN


Admitida la autonomía de la acción, la doctrina se ha inclinado a discutir si ésta

posee un carácter concreto o abstracto, observándose así dos posiciones claramente

diferenciadas.

a) Teoría concreta de la acción: Para Wach, propulsor inicial de esta corriente

doctrinal, la acción constituye la pretensión o derecho a la tutela jurídica, entendida

como el derecho al pronunciamiento de una sentencia favorable, pre-existente a la

proposición misma de la demanda judicial, dirigida contra el Estado y también frente al


adversario. Siendo seguido en tal parecer por algunos autores, como Calamandrei,

quien entiende a la acción como un derecho subjetivo autónomo y concreto, es decir,

dirigido a la obtención de una sentencia favorable. Sin embargo, pese a lo interesante

de la presente opción doctrinal, no podemos adscribirnos a la teoría esbozada, puesto

que concebir a la acción como el derecho a una sentencia favorable nos debería llevar

a concluir, con esta misma lógica que la acción es el derecho de conceder razón aun

cuando ésta no se tenga. Además, esta teoría no explica la existencia previa de la

acción en relación al proceso.

b) Teoría abstracta de la acción: En esta perspectiva teórica la acción viene

concebida como el derecho de las partes a acudir al órgano jurisdiccional, con el

correspondiente desarrollo de un proceso y la obtención de una sentencia,

independientemente del contenido de esta última. Con tal parecer, entiende Zanzucchi

que la acción posee naturaleza abstracta e ideal porque es distinta de las pretensiones

y de los derechos materiales a cuya realización tiende. Es más, al prescindir de estas

pretensiones resulta del todo autónoma, pues ejercitado mi derecho de acción, el juez

prestará necesariamente su actividad jurisdiccional, independientemente que estime o

desestime mi pretensión. Y, por su parte, Ortells Ramos afirma que la existencia de un

derecho a la actividad jurisdiccional no puede hacerse depender, ni de que la

pretensión procesal sea favorable, ni de la certeza del derecho a la tutela jurisdiccional

concreta afirmada, ni de la realidad del estado de hechos al que corresponde una

actuación jurisdiccional del derecho. Y por todo lo antes expuesto, consideramos

plenamente coherente y útil la presente opción teórica, a la cual nos adherimos, pues

la concepción abstracta de la acción, entendida como un poder jurídico de provocar el


ejercicio de la función jurisdiccional, con independencia del resultado mismo del

proceso, nos entrega una noción única de la acción, y por tanto válida para todo

proceso jurisdiccional, observándose además la clara distinción de este concepto

frente al de pretensión, puesto que queda claro que la acción es un poder meramente

procesal, mientras que la pretensión es una declaración de voluntad, la cual posee un

obvio contenido sustancial.

7. LA RECONVENCIÓN COMO ACCIÓN EJERCIDA POR EL DEMANDADO

CONCLUSION

La autonomía puede definirse como una estructura de decisión normativa que consiste
en establecer un juicio normativo que resulta de la ponderación de argumentos
normativos. Por consiguiente, la autonomía es un concepto formal relativo a una
estructura particular de justificación normativa que incluye tres elementos básicos.

El juicio individual de agentes autónomos como criterio de validez normativa. La


argumentación autónoma presupone que ninguna norma válida determina el tema en
cuestión. Por lo tanto, la validez de las normas sólo puede establecerse mediante
juicios individuales de agentes autónomos.
Juicios normativos basados en la ponderación de argumentos normativos. Cuando los
argumentos normativos entran en conflicto unos con otros, los agentes autónomos
deben establecer prioridades entre exigencias o pretensiones rivales para determinar
una norma definitivamente válida. Deben formar juicios normativos y pretender que
éstos vienen exigidos por los argumentos más fuertes. En este sentido, debe
pretenderse que los juicios normativos autónomos son normativamente necesarios.
Conjuntamente, la indeterminación de la ponderación y la pretensión de que los juicios
normativos son normativamente necesarios implican que el juicio de una persona debe
entenderse como libre, puesto que no puede ser derivado de normas ya dadas, pero al
mismo tiempo como un juicio que establece una norma válida que debe ser aplicada y
observada. Por lo tanto, entraña una decisión autónoma en el sentido de la auto
legislación individual.

Asimismo, si se requiere una norma vinculante común y una norma concreta está
apoyada por la convergencia razonable de agentes autónomos, entonces los agentes
que la apoyan pretenderán que esta norma es vinculante para ellos, y que está
objetivamente justificado, además, que extiendan esta pretensión incluso a quienes
rechazan la validez de la norma.

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