Vivir en La Frontera
Vivir en La Frontera
Vivir en La Frontera
Abstract. – This paper proposes a detailed study of the world of the Argentine Pampa’s
frontier and its lifestyle, trying to rebuild the material life – the housing, the vestment
and the diet – between the beginning of the frontier’s militarization in the XVIIIth cen-
tury and the end of it in the XIXth century. The frontier’s material life was not so primi-
tive, limited and precarious as had been described by the travelers in the XIXth century
and the historiography. In the first decade of that century, the house was not a status
symbol in the Argentine Pampa rural world, but already in the years before 1880 the
domestic life had turned more sophisticated at the ranchos and modest houses. Items like
perfumes, washbasin, etc. were sold at the pulperías and rural stores. The diet’s variety
was an important indicator for this change too. Also the vestment was not as rustic as the
historical writings supossed. Facing a mercantile system that was based on pulperías and
rural stores, and the increasing importance of the consumption credit, the frontiers popu-
lation integrated itself as consumers.
INTRODUCCIÓN
1
En colaboración con Ángela Fernández, Diana Duart, Laura Cabrejas, Daniel
Virgili, José Bustamante, Carolina Correa, Matías Wibaux = Grupo Sociedad y Estado,
Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del
Plata (Argentina).
2
Richard Slatta, Los gauchos y el ocaso de la frontera (Buenos Aires 1989),
pp. 39–56 y 128–156.
3
Ibidem, p. 125. Ricardo Rodríguez Molas, Historia social del gaucho (Buenos
Aires 1968), p. 144. Rodríguez Molas es algo más matizado en sus afirmaciones. Para
Slatta, además la dieta habría variado poco y nada en el siglo XIX.
4
Slatta, Los gauchos (nota 1), p. 126. Carlos Antonio Moncaut, Estancias Bon-
aerenses (City Bell 1977), pp. 34–36. Carlos Moreno, La casa y sus cosas, tomo 3
(Buenos Aires 1994), pp. 53, 62, 91, 94, 97.
5
Slatta, Los gauchos (nota 1), p. 131. Rodríguez Molas, Historia social del gaucho
(nota 2), pp. 149, 479, 480.
6
Rodríguez Molas, Historia social del gaucho (nota 2), p. 132.
Vivir en la frontera 153
7
David J. Weber/Jane Rausch (eds.), Where Cultures Meet, Frontier in Latin Ame-
rican History (Washington 1999), p. XIV.
154 Carlos A. Mayo
8
Ver Carlos A. Mayo/Amalia Latrubesse, Terratenientes, soldados y cautivos. La
frontera 1736–1815 (Buenos Aires 1998). Raúl J. Mandrini, “Las fronteras y la sociedad
argentina en el ámbito pampeano”: Anuario IEHS 12 (1997). Leonardo León Solís,
Maloqueros y conchavadores en Araucanía y las pampas, 1700–1800 (Temuco 1991).
9
Ver Tulio Halperín Donghi, “La expansión ganadera de la campaña de Buenos
Aires”: Torcuato Di Tella/Tulio Halperín Donghi (eds.), Los fragmentos del poder, de
la oligarquía a la poliarquía argentina (Buenos Aires 1969). Fernando Enrique Barba,
Frontera Ganadera y guerra contra el indio (La Plata 1997), p. 84.
10
José Luis Moreno/José Mateo, “El redescubrimiento de la demografía histórica
en la historia económica y social’’: Anuario IEHS 12 (1997), p. 43.
11
Jorge Gelman, “Producción y explotación agraria bonaerense entre la colonia y
la primera mitad del siglo XIX, rupturas y continuidades”: Anuario IEHS 12 (1997),
pp. 60–61.
Vivir en la frontera 155
LA VIVIENDA
12
Moreno/Mateo, “El redescubrimiento de la demografía histórica” (nota 10),
pp. 43–44.
13
Barba, Frontera Ganadera (nota 9), p. 89.
14
Blanca Zeberio, “Un Mundo Rural en cambio”: Noemí Goldman (ed.), Nueva
Historia Argentina, tomo IV (Buenos Aires 1999), p. 340.
15
Ibidem, pp. 323–344.
16
Pablo Cowen, “Casas en el sur. La vivienda en Magdalena, 1744–1815”: Estudios
de historia colonial rioplatense 2 (1996), p. 20.
156 Carlos A. Mayo
17
Barba, Frontera Ganadera (nota 9), pp 106–107. Registro Estadístico de la Pro-
vincia de Buenos Aires, 1854.
18
República Argentina, Primer Censo de la República Argentina (1869), pp. 82–87.
19
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Sucesiones 5345, Pascual Castro.
20
AGN, Sucesiones 8414, Clemente González.
Vivir en la frontera 157
21
AGN, Sucesiones 5687, Pedro Fernández.
22
AGN, Sucesiones 6721, Juan Ayala.
23
AGN, Sucesiones 3512, Pedro Alcántara.
24
Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires (en adelante AHPBA), Juz-
gando de Paz de Azul 39-1-1-2.
158 Carlos A. Mayo
sobre las barrancas del Salado. El casco de Bella Vista ostentaba una
casa de altos, aljibes, corredores y todas las comodidades imaginables.
Todas las maderas para los techos, puertas y ventanas con sus mar-
cos, que demandó su construcción, fueron llevados desde la ciudad.
Los ladrillos llegaron del pueblo de Dolores y la arena y la cal de las
posesiones de Gervasio Rosas, hermano del dictador Juan Manuel de
Rosas.25 El caso de la estancia Bella Vista era, sin embargo, claramen-
te excepcional para la época (lo era aun en el contexto de las otras pro-
piedades rurales de Félix de Álzaga, que estaban dotadas de viviendas
más modestas).
El rancho o la casa techada de paja representaba una inversión
mínima y delataba un estilo de vida donde la vivienda aún no era con-
siderada un símbolo de estatus y confort por los pobladores de la fron-
tera. El estanciero colonial no pertenecía a la elite, era, por lo general,
un pequeño o mediano productor agropecuario quien carecía de poder
y llevaba una vida sencilla.26 Después de 1820, con la expansión de
la frontera ganadera y el ascenso de los hacendados, la inversión en
la vivienda rural tendió a aumentar pero en forma muy moderada; la
sencillez y la falta de lujo siguieron privando de materia a las residen-
cias rurales. De una muestra de 105 inventarios hemos seleccionado
69 para analizar qué porcentaje representaba la vivienda en el total del
capital invertido en los establecimientos de campo. Las fuentes hablan
de “ranchos” y “casas”. Se tuvo en cuenta también el porcentaje que
correspondía a la “cocina” ya que muchas veces se presenta como una
construcción independiente o agregada. Hemos agrupado los datos en
cuatro períodos marcados por el avance o retroceso de la frontera. El
primero, de 1740 a 1776, se corresponde con el de los orígenes de la
militarización de la frontera y la creación del virreinato del Río de
la Plata. El segundo parte de 1776 y se prolonga hasta 1820; se trata
de la etapa de apogeo y desintegración del orden colonial. El tercer
período llega hasta 1852 con la caída de Rosas y el fin de su política
con los indios. El último arranca de Caseros hasta 1869 y marca un
momento intermedio entre el retroceso de la etapa anterior y el pro-
ceso posterior que culmina con la campaña del general Julio A. Roca.
25
AGN, Sucesiones 3506, Félix Álzaga.
26
Carlos A. Mayo, Estancia y Sociedad en la Pampa, 1740–1620 (Buenos Aires
1995), pp. 51–69.
Vivir en la frontera 159
CUADRO 1
VIVIENDA: PORCENTAJES DE INVERSIÓN SOBRE EL CAPITAL INVERTIDO
Nota: las cifras entre paréntesis indican el número de inventarios empleados para efec-
tuar el cálculo. Fuente: Archivo General de la Nación, Sucesiones.
27
Félix de Azara, Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata, tomo I
(Madrid 1847), pp. 305–306.
160 Carlos A. Mayo
28
AGN, Sucesiones 6721, Bentura Lozano.
29
AGN, Sucesiones 5687, Adriana Fredes.
30
AGN, Sucesiones 5687, Miguel Ferreira.
31
AGN, Sucesiones 3945, Victoriano Barboza.
32
Carlos A. Mayo, “Frontera. Cotidianidad, vida privada e identidad”: Fernando
Devoto/Marta Madero (eds.), Historias de la vida privada en la Argentina (Buenos
Aires 1999), pp. 86–87.
Vivir en la frontera 161
33
Samuel Haigh, Bosquejos de Buenos Aires, Charcas y Potosí (Buenos Aires
1988), p. 46.
34
Slatta, Los gauchos (nota 1), p. 130.
35
AHPBA, Juzgados de Paz, Azul 39-1-7.
36
AGN, X-21-3-4.
162 Carlos A. Mayo
LA VESTIMENTA
37
John Miers, Viaje al Plata, 1810–1824 (Buenos Aires 1968), p. 39.
38
AHPBA, 34-1-153.
39
AGN, Sucesiones 4931, Almacén de Martínez de Cuel, Las Flores.
40
AGN, Sucesiones 3966, Luis Silva.
41
Slatta, Los gauchos (nota 1), p. 131.
Vivir en la frontera 163
42
Mayo, Estancia y sociedad (nota 26), p. 61.
43
Rodríguez Molas, Historia social del gaucho (nota 2), p. 150.
44
Ibidem.
45
Jorge Gelman, “El mundo rural en transición”: Goldman, Nueva Historia Argen-
tina (nota 14), tomo II, p. 77.
164 Carlos A. Mayo
partieron con los tejidos intrusos, que llegaban de Inglaterra, las pre-
ferencias de los estratos bajos y marginales.
Sobre un total de 38 inventarios levantados entre 1740 y 1820, se
manifiesta que donde se tasó la ropa la prenda más hallada fue el pon-
cho seguido por las chupa (ver cuadro 2). La chupa era la parte supe-
rior del vestido que cubría el tronco del cuerpo a veces con falda de la
cintura para abajo y con mangas ajustadas. Se ponía, por lo general,
debajo de la casaca y así se generalizó después como traje menos
solemne, más sencillo y más modesto. Los materiales utilizados
para su confección eran el paño, la seda, el algodón, la granilla – más
rústica – de terciopelo de tafetán, de tripe o de bayeta. Los hombres
cubrían sus piernas con calzones y calzoncillos. Aquéllos eran cortos
y protegían los muslos desde la cintura hasta las rodillas.
Otras prendas detectadas eran las capas, capotillos o capotes, cami-
sas y casacas. Así Miguel de Sosa lució una chupa de terciopelo forr-
ada de tafetán, capa de camellón azul forrada de bayeta colorada y
poncho azul. Sosa no era un hombre rico; toda su fortuna consistía en
cinco bueyes, cuatro fanegas de sal y una esclava.46
CUADRO 2
PRENDAS DE VESTIR Y CALZADO EN LA FRONTERA (1740–1820)
(38 INVENTARIOS DE PATRIMONIOS DE POBLADORES)
Prenda Frecuencia
botas (par) 3
botines 6
calzoncillos 4
calzones 29
camisas 21
casacas 6
casaquillas 3
chalecos 3
chupas 29
corbatas 2
fustillos 8
46
AGN, Sucesiones 4844, Juan Miguel Sosa.
Vivir en la frontera 165
Prenda Frecuencia
jergas 5
ligas 2
medias (par) 16
pañuelos 3
polleras 33
ponchos 40
sombreros 19
zapatos 3
otros 26
47
Slatta, Los gauchos (nota 1), p. 131.
48
Ricardo Salvatore, “Expresiones federales, formas políticas del federalismo rosis-
ta”: Noemí Goldman/Ricardo Salvatore (comp.), Caudillismos rioplatenses. Nuevas
miradas a un viejo problema (Buenos Aires 1998), pp. 201–202.
166 Carlos A. Mayo
49
Ricardo Salvatore, “Consolidación del régimen rosista”: Goldman, Nueva Histo-
ria Argentina (nota 14), tomo I, p. 364.
50
Henry Armaignac, Viaje por las pampas argentinas (Buenos Aires 1973), pp. 59–60.
51
AHPBA, Juzgados de Paz, Azul 39-1-5.
Vivir en la frontera 167
CUADRO 3
ROPA Y CALZADO DE TRABAJADORES RURALES E INDIOS DE LA FRONTERA
(1840–1850)
Ropa Peones Indios
chiripá (sin especificar) 16 –
chiripá de jerga pampa 1 4
chiripá de jerga inglesa 11 –
chiripá cordobés 1 –
chiripá 3 –
poncho (sin especificar) – 2
poncho inglés 8 –
poncho de paño 14 1
camisa 27 –
chaleco 1 1
chaqueta 4 –
chaquetón 6 –
calzoncillo 13 –
calzoncillo cribado 1 –
botas fuertes 2 –
botas de potro 33 –
descalzos 5 –
sombrero 14 –
gorra – gorrita 7 –
pañuelo 3 –
“en cabeza” – 4
Fuente: Filiaciones de Fuerte Chapaleofu, Pilahuiincó, Indio Rico, Las Heras y Santos
Lugares.
168 Carlos A. Mayo
52
AHPBA, Juzgados de Paz, Azul 39-1-2.
53
Ibidem.
54
José Luis Busaniche, Rosas visto por sus contemporáneos (Buenos Aires 1956),
p. 118.
Vivir en la frontera 169
SABORES DE LA PAMPA
55
Carlos A. Mayo, “Vida en el mundo rural”: Academia Nacional de la Historia,
Nueva historia de la nación Argentina (Buenos Aires 1999), p. 187.
56
Ibidem.
57
Ibidem.
170 Carlos A. Mayo
58
Véase el apéndice en Carlos A. Mayo, Pulperos y Pulperías de Buenos Aires
(1740–1830) (Mar del Plata 1996).
59
Manuel Prado, La guerra al malón (Buenos Aires 1988), p. 120.
60
Mayo, “Vida en el mundo rural” (nota 55), p. 188.
Vivir en la frontera 171
tiladas. Pero a juzgar por las bebidas que vendían las pulperías a fines
del siglo XVIII y comienzos del XIX, los hombres de campo también
bebían vino, tanto de Mendoza como de España, anís, anisete y mistela.
Pero a medida que avanzaba la centuria decimonónica la dieta de la
frontera, lejos de permanecer igual, como se ha sostenido, fue enri-
queciéndose. Ya en la época de Rosas (1835–1852) llega la fariña –
harina de mandioca – a los confines del poblamiento. Una pulpería de
Azul ya la ofrece a sus clientes en 1840. La fariña llegó para quedarse
y se incorporó a la dieta rural con gran rapidez. También en la época
de Rosas llegan a la frontera el café y el té. El café se expendía moli-
do, en rama o en grano, y se vendían por lo memos dos variedades de
té, el té perla y el té negro.
Nuevas bebidas se incorporan al consumo del poblador de la fron-
tera. Primero, llegan la ginebra y la cerveza, luego, ya a mediados del
siglo XIX y sobre el fin del período estudiado, la champaña, el ver-
mouth, el coñac y una variada gama de licores.
El relevamiento de los inventarios de 17 pulperías y almacenes de
la frontera (entre 1840 y 1870) arrojó así un total de 22 bebidas dife-
rentes. El origen de las mismas era muy variado, siendo tanto impor-
tadas como del interior del país. Un cálculo aproximado revela que un
75% de las bebidas era nacional y un 25% importadas del extranjero,
pero con la particularidad de que a medida que pasa el tiempo aumen-
ta la proporción de bebidas extranjeras sobre las de origen local. Así,
los negocios de la frontera ofrecían a los parroquianos cervezas ingle-
sas, vinos y licores franceses, especialmente vinos de Burdeos, otros
provenientes de Málaga y en algunos casos kirsch y curaçao. Dentro
de este universo son, desde luego, la ginebra y la caña las que apare-
cen con mayor frecuencia en los escaparates de los almacenes del
campo (están presentes en un 59% de los casos) y le siguen el vino
carlón, el coñac y el anís.
La nómina de alimentos a disposición de los habitantes de la fron-
tera entre 1840 y 1870 es verdaderamente impresionante. Un análisis
minucioso de las existencias de las 17 pulperías y almacenes revela la
existencia de un total de 73 productos alimenticios si incluimos en ese
número las distintas variedades ofertadas de los mismos. Entre ellos
una vez más aparecen el arroz, los fideos de Génova o de Cádiz, azú-
car, pan, galleta, tortas, bizcochos, varios tipos de yerba, aceite, vina-
gre y también cajas de sardinas, dulce de membrillo, variedades muy
diversas de condimentos y bacalao.
172 Carlos A. Mayo
61
Ricardo Rodríguez Molas, Las Pulperías (Buenos Aires, 1982), p. 131.
Vivir en la frontera 173
hacían sino alentar esas prácticas que también eran habituales en las
zonas de antiguo poblamiento de la Pampa.
Pero más allá de la línea de frontera, en “el desierto”, la dieta se
simplificaba brutalmente; los que llevaban provisiones las devoraban
en el camino. En su avance sobre las tolderías ranquelinas Lucio
V. Mansilla y sus acompañantes llevaban charqui. En el desierto el pan
y la sal tendían a desaparecer y la dieta se centraba en la carne asada.62
Cuando se acababan las reservas de charqui y de ganado vacuno, se
comenzaba a sacrificar los caballos, las yeguas y aun las mulas que
acompañaban a los expedicionarios. Eduardo Gutierrez recordaba que
en una salida más allá del fortín el jefe de la partida ordenó sacrificar,
para ser consumidos por la hambrienta tropa, “tres o cuatro mancarro-
nes patrios”.63
Los modos de comer en la frontera quedaban reflejados en la vaji-
lla y utensilios de cocina. En este sentido los inventarios de pulperías
y almacenes, al revelarnos con detalle aquéllos y sus diferentes tipos,
nos permiten reconstruir los hábitos de consumo de la población de los
confines de la Pampa. Así los inventarios de los 17 negocios arrojan
una variedad de 53 productos diferentes pertenecientes a esos dos
rubros. Entre ellos aparecen tanto útiles destinados a la preparación de
alimentos (asadores, ollas etc.) como la vajilla de uso diario. Por cier-
to, no se encontraban todos esos productos presentes en cada uno de
los inventarios relevados. Los jarros y las fuentes – tanto de lata como
de loza – son los artículos nombrados con mayor frecuencia, al pare-
cer en once tasaciones. Le siguen en importancia las espumaderas, los
cucharones, las tazas y los vasos (en diez inventarios). Los asadores,
las ollas y los platos de loza ocupan el tercer lugar en índice de fre-
cuencia, pues aparecen en nueve tasaciones. A esta serie de productos
hay que sumarle otros como pavas de lata, cucharas, cacerolas, mates,
bombillas, cuchillos, que son mencionados en menor medida en los
inventarios.
Semejante variedad de artículos de cocina y vajilla oculta mal, sin
embargo, una cierta sencillez en lo que hace a la tecnología de la
comida que se traslada a los modos de comer de los pobladores de la
frontera, y no sólo de ella. De esta manera las imágenes brindadas por
62
Mayo, “Frontera” (nota 32), p. 94.
63
Eduardo Gutiérrez, Croquis y siluetas militares (Buenos Aires 1959), p. 216.
174 Carlos A. Mayo
64
Miers, Viaje al Plata (nota 37), p. 189.
Vivir en la frontera 175
65
AGN, Sucesiones 5996, Nicolás Garay.
176 Carlos A. Mayo
CUADRO 4
FRECUENCIA DE COMPRAS Y PRODUCTOS COMPRADOS POR FIDELIA DE
LAGOS A BAUTISTA BONETT (DICIEMBRE 1867–MAYO 1868)
CONCLUSIONES