Compendio Alabanza
Compendio Alabanza
Compendio Alabanza
Señor, dame un músico que además de saber tocar su instrumento o cantar, sepa estar en comunión contigo
cada momento de su vida.
Señor, dame un músico que se pase mas tiempo orando que ensayando.
Señor, dame un músico que invierta un peso mas en apoyar las misiones que en lo que invierte en comprarse
cuerdas, o accesorios para su instrumento.
Señor, dame un músico que te respete lo suficiente que no se salga del templo cuando tu palabra es predicada.
Señor, dame un músico que no se moleste cuando alguien toca en su lugar, sino que apoye y anime a los
nuevos integrantes, aportando sus conocimientos y experiencia para bien de tu obra.
Señor, dame un músico que no ensucie tu altar. que cuando tenga algún impedimento para ministrar, sea
sincero y se siente a escuchar y ser ministrado.
Señor, dame un músico que no toque para él, sino para ti.
Señor, dame un músico del cual se pueda decir que el volumen de su fe y sus acciones es mayor que el
volumen de su instrumento.
Señor, dame un músico que sea puntual, que no se robe el tiempo de los demás, que llegue temprano a los
ensayos y los cultos. que tenga respeto por la gente que ministra y por sus compañeros.
Señor, dame un músico que viva lo que habla, que haga lo que dice, que sea lo que tu le has mandado ser. que
sueñe más con perfeccionar su vida espiritual que su técnica musical.
Señor, dame un músico que antes de afinar su instrumento y su garganta, afine su vida y la ponga a tono con
tu voluntad.
Señor, comienza conmigo, es urgente, para que tu santo nombre sea conocido en toda la tierra.
Entonces qué es ser un ministro de alabanza? Es ser un servidor o siervo dedicado a glorificar, honrar,
engrandecer el nombre del Señor. Es estar apartado para engrandecerle.
Queremos ser buenos ministros? 1 Timoteo 4.6 Entonces debemos desarrollar las siguientes características:
Fidelidad: Exclusividad para Dios 1 Samuel 7.3, Deuteronomio 6.13
Temor, amor por su palabra: Deuteronomio 10.12
Sinceridad: Entrega completa Josué 22.5
Corazón perfecto: Puro, limpio Salmo 24. 3 – 4
Voluntad: Deseo, anhelo 1 Crónicas 28.9
Gozo: Alegría, regocijo Salmo 100.2
Humildad: Santiago 4.6
Vida espiritual: Filipenses 3.3
Santidad: 1 corintios 5.7, 1 Pedro 1. 14 – 16
Obediencia: 1 Samuel 15.22
Cómo ha sido limpiado el Sacerdote del Señor y cómo se mantiene apto para el servicio?
Por medio de la sangre de Jesucristo: Romanos 5.9, 1 Juan 1.7, Apocalipsis 5.9
Por medio de la Palabra: Salmo 107.20, Juan 15.3, Salmo 119.9 – 16
Por medio de su Espíritu en nosotros: Juan 14.26, Juan 16.13, 1 Corintios 2.12
• El pecado
• La mundanalidad: 1 Juan 2. 15 – 17
• Contaminación de la boca: Mateo 15. 18
• Concepto equivocado de Dios: tradiciones religiosas Mateo 24. 11 – 12, Mateo 15. 8 – 9, Mateo 23. 13
• Temor: Proverbios 29.25
• Orgullo Salmo 138.6
• Supresión satánica Mateo 12. 43 – 45
• Cautividad: Salmo 137. 1 – 4
Dios le creó para que le adorara: Ezequiel 28. 12 – 14, Isaías 14.12
Este músico se enalteció y quiso ser como Dios: Isaías 14.11 – 15
Por tanto cayó de la gloria de Dios Ezequiel 28. 15 – 17
Es una gran lección para un músico. Nunca olvidemos el privilegio INMERECIDO que tenemos y quién es el
dueño de lo que hacemos. Es Dios la raíz que nos sustenta, sin El nada podemos hacer. Recordemos, somos
el blanco de ese músico caído, de Satanás, quien intenta crear confusión. Pero cierto es que si nos sometemos
a Dios huirá de nosotros.
LECCIÓN NÚMERO 4. CARACTERÍSTICAS DE DAVID COMO ADORADOR O SALMISTA POR
EXCELENCIA EN LAS ESCRITURAS
David fue un adorador. Dios dijo de él: 1. Samuel 13. 14. Hechos 13.22
Qué vio Dios en David: 1 Samuel 16.7
David tenía un corazón de adorador. Mateo 7. 21 – 23, Mateo 6.33, Mateo 19.21
Además de las expresiones de alabanza visibles y auditivas, la Biblia cita muchas maneras en las que
podemos usar la expresión física para adorar a Dios.
1. Estar de pie. Esta siempre es una indicación de respeto. Si una persona importante entra en un salón
los que ya están presentes se ponen de pie para honrarle y mostrarle respeto. Ezequiel 2. 1-2;
Apocalipsis 20. 12.
2. Alzar las manos. Es una señal universal de rendición y sumisión. Cuando las alzamos delante del
Señor, estamos reconociendo que nos sometemos completamente a su voluntad. No tenemos deseo
alguno de rebelarnos contra El ni tenemos armas en nuestras manos para combatirle. Las personas
que no se han rendido totalmente a Dios tienen grandes problemas a la hora de hacerlo, aunque
aparentemente sea una cosa muy simple. Salmo 134. 2; Salmo 28.2; Salmo 143.6.
3. Batir las manos y aplaudir. Cuando alguien hace algo que merece nuestra admiración y aprobación,
queremos dejárselo saber; hacemos estos uniendo nuestras manos y aplaudiendo. Salmo 47.1; Salmo
98.8
4. Inclinarse o arrodillarse. Es un gesto de reverencia profunda y respeto. Salmo 95.6; Filipenses 2.10.
5. Postrarse. Esta es otra manifestación extrema de sometimiento y adoración. Caer o tenderse delante
de alguien es una señal de Reverencia Suprema. Acaso Dios no es el Digno de que nos postremos
ante El? Esta es una forma de humillación de sí mismo. Salmo 99.5; 1 Crónicas 16.29.
6. Danzar. Es una manera de alabanza altamente demostrativa. Implica el uso de todo el cuerpo para
expresar alegría, alabanza y adoración al Señor. La palabra en griego tiene una variedad de
significados que incluyen “brincar”, “saltar”, “levantar los pies”. Muestras simples y espontáneas delante
de Dios. Salmo 149.3; Salmo 150.4. 2 Samuel 6.14.Jeremías 31.13 se refiere al gozo recuperado del
pueblo de Israel una vez liberado de la cautividad y dentro de las manifestaciones de este se encuentra
la danza.
7. El silencio. En completo contraste con los sonidos de las canciones hay tiempos dados para guardar
silencio delante de Dios como expresión de intima conexión con su presencia. Eclesiastés 3.7. Salmo
46.10.
8. El llanto. No es el llanto que viene de la tristeza o de un corazón destrozado, sino el que proviene de la
gratitud, de la admiración, del reconocimiento de su grandeza. No temas al llanto, pues esta no es una
señal de debilidad. Deja fluir tus lágrimas. Llorar puede expresar los deseos más profundos de nuestro
ser en una forma que ninguna otra cosa podría hacerlo. Joel 2.12.
9. La risa. Deseo inspirado por el Espíritu de Dios. No es una reacción a algo humorístico que alguien
haya hecho, sino una expresión de alegría sublime. Salmo 126.3
10. La marcha. Dios ordenó a menudo a su pueblo que marchara. Josué 6. 2 – 5. 2 Crónicas 20. 22.
Murallas pueden destruirse cuando el pueblo marcha ante Dios.
A) INTRODUCCIÓN.
"Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su
nombre" (He 13:15).
Hay una diferencia clara entre alabar a Dios y ofrecerle sacrificio de alabanza. Para un hijo de Dios que está en buenas
relaciones con el Padre, la alabanza es algo que usualmente fluye fácilmente. Tenemos tantas razones para alabar a Dios
que cuando pensamos en El, debería surgir un fluir espontáneo de alabanza en nuestros corazones. Nuestra oración implica
generalmente la acción de gracias también, y servimos a Dios con alabanza por todas las bendiciones y beneficios que ha
traído sobre nuestras vidas.
El "sacrificio de alabanza" es diferente en cierta forma. Generalmente no fluye fácil y espontáneamente. No es la alabanza
que ofrecemos porque todo nos va bien, somos felices y bendecidos. El sacrificio de alabanza es algo que ofrecemos a Dios
cuando no nos sentimos con deseos de alabarle.
Todo parece irnos mal. Nuestro mundo al parecer se está cayendo en pedazos. En estas circunstancias, alabamos a Dios,
no por nuestras circunstancias, sino a pesar de ellas. Nuestra alabanza no asciende porque nos sentimos muy bien y
queremos dar expresión a nuestros buenos sentimientos. En tal situación, comenzamos a alabar a Dios por fe. Le estamos
alabando en obediencia por ser quien es y no particularmente por lo que ha hecho. Esta clase de alabanza no surge con
facilidad. No es algo sencillo, más a gran precio. No obstante, produce un deleite especial en el corazón del Padre.
Es por tal razón que El se complace tanto en el sacrificio de alabanza.
No obstante, usted sabe en lo más profundo de su ser que Dios es digno de ser alabado. Está consciente de que aún está
sentado sobre Su trono.
Todavía es el Todopoderoso, el Dios de todo el universo.
No ha cambiado de ninguna manera. Es el mismo ayer, hoy y por siempre.
¡Alabado sea Su maravilloso nombre!.
Les habían echado en prisión por hablar acerca de Jesús. No eran criminales, ni habían cometido ninguna clase de crimen
serio. Estaban esparciendo las buenas nuevas del Reino de Dios, y por esa razón los pusieron en prisión. Les dieron
muchos azotes. Sus espaldas estaban abiertas y sangrantes. Estaban destrozados. Sus heridas eran una lástima. Cada uno
de los nervios de su cuerpo se quejaba de horrible dolor. Les dolía cada pulgada de la espina dorsal. Sus manos y pies
estaban encadenados al cepo. No podían acomodarse para descansar, aunque lo intentaron.
Ya era medianoche, tiempo en que el espíritu humano está en su estado más decaído; cuando sus espíritus estarían en la
depresión y desesperación más intensas. Es probable que nunca se hubieran sentido con menos deseos de alabar al Señor
como en esa ocasión.
Pero a medianoche empezaron a cantar alabanzas a Dios. Abrieron sus bocas y entonaron cantos de alabanzas a Jesús.
¡Cuánto debe haber esto agradado el corazón del Maestro! Allí estaban dos siervos Suyos, sufriendo ignominia, dolor y
desesperación por causa de Su nombre. Languideciendo en prisión porque habían hecho lo que el Señor les había dicho
que hicieran. ¿Maldecirían a Dios? ¿Le negarían? ¿Acaso dirían: en qué estábamos pensando para que nos dejaras caer
en este lío?" ¿Le culparían diciendo: "no estaríamos en problemas sino fuera por Dios? ¡No! ¡Un millón de veces no! Por el
contrario, comenzaron a cantarle alabanzas:
A medianoche En la hora más oscura Cuando todo parece tenebroso y desalentador. Repentinamente, los cimientos de la
prisión empezaron a temblar. Sus cadenas se soltaron. Me imagino que cuando el Señor les escuchó cantar alabanzas a la
medianoche, se sintió tan emocionado que se les unió en sus aclamaciones de "Aleluya", tal vez tan alto que los muros de la
prisión comenzaron a temblar.
Aquellos hombres estaban ofreciendo sacrificio de alabanza. Loaban a Dios a pesar de toda adversidad. Estaban al límite
de sus circunstancias y gritaban de todas formas: "¡Gloria a Dios!".
Hay santos de Dios por todo el mundo que todavía ofrecen esta misma clase de sacrificio. Desde celdas carcelarias en
muchas partes de esta tierra, donde los santos de Dios sufren por el testimonio de Jesús, le ofrecen sacrificios de alabanza.
3. Esto Sólo Puede Hacerse a Través de Jesús. "Por tanto, a través de él ofrezcamos...". Solamente Jesús puede hacer
posible esta clase de ofrenda. Por esto Cristo es tan maravillosamente glorificado en esta situación. El Padre conoce muy
bien que nadie puede ofrecer alabanzas y acción de gracias desde una situación tal, a menos que reciba ayuda de
Consolador. Así que, Dios ve la grandeza de Su Hijo en esta ofrenda. Es la gracia de Su Hijo la que ha realizado el milagro.
Ahí vemos a una persona que podría haber maldecido a Dios en esa circunstancia, pero que dado el triunfo de Su gracia
divina en su vida, está magnificándole y expresándole las gracias. En otras palabras, es igual que si la estuviera diciendo:
"Amado Dios, no puedo entender por qué sucede esto, pero de toda maneras te alabo. No puedo entender por qué tiene
que pasarnos esto a mí y a mi familia. No puedo discernir la razón o adivinar el propósito, pero a pesar de todo, yo te alabo".
Cada vez que se ofrece un sacrificio de alabanza, ¡Jesucristo es glorificado!
4. Es Dar Gracias a Su Nombre. Dios quiere llevarnos al lugar donde podamos sinceramente "dar gracias siempre por todas
las cosas a Dios el Padre".
Efesios 5:20. Observe que no se trata de dar gracia al Padre por todas las cosas. Eso no es demasiado difícil. Primero, Dios
nos enseña a darle gracias en todas las cosas. Podemos hacer esto sólo cuando creemos realmente en Su soberanía.
Cuando verdaderamente "...sabemos que todas las cosas ayudan para bien a aquellos que aman a Dios, a aquellos
llamados según Su propósito" (Ro.8:28).
B) COMO OFRECER SACRIFICIO DE ALABANZA
1. Decidirse previamente a alabar a Dios en todo momento y en toda situación.
2. Empezar a hacerlo ya. Alábale en todo y cada uno de los días. Pase lo que pase ese día, alabe a Dios en él, por él y a
través de él. Adquiera el buen hábito de alabar a Dios continuamente.
3. Si surgen problemas en el camino. o se encuentra en dificultades, determínese a alabar al Señor, David dijo: "Me
glorificaré en quien me ofrezca alabanza y le mostraré la salvación de Dios" (Sal 50:23).
Determínese alabar a Dios en cualquier situación a pesar de cuán difícil sea y Dios dispondrá una puerta de liberación para
usted.
4. Empezar y Hacerlo por Fe. Pronuncie palabra de alabanza. Dé gracias a Dios de manera audible a través de la fe,
aunque usted no pueda comprender por qué está dando gracias. Empiece a alabarle por haberle provisto una puerta de
liberación. Todavía no puede ver ese camino. No sabe cómo la liberará, pero a pesar de todo, le da gracias y le alaba de
igual manera.
Usted ya se encuentra en el camino de la victoria.
5. Una vez que haya empezado, hay que continuar alabando. Haga que sus alabanzas asciendan más y más. Deje que el
Espíritu de alabanza le posea.
Dé aclamaciones de alabanzas a Dios. Cántele. Dance delante de El.
Glorifíquele y engrandezca Su nombre. El abrirá un camino de salvación para su vida.
INTRODUCCIÓN.
Alabar es hablar bien de alguien. Expresar admiración por alguien. Hacer cumplidos. Recomendar. Felicitar. Aplaudir.
Elogiar. Lisonjear.
Adorar es expresar reverencia, tener un sentimiento de temor. Inclinarse delante del objeto de adoración. Rendir homenaje.
La adoración es la forma más alta de alabanza. Generalmente empezamos a alabar y acabamos adorando.
La palabra adoración viene del término del inglés arcaico que significa reconocer el valor de algo y reaccionar de manera
apropiada al mismo.
Es actitud del corazón. Es la ocupación reverente del corazón humano hacia su Creador. Comienza con un musitar interno
del corazón. Una meditación profunda sobre la grandeza y la dignidad de Dios. Es paladear la admiración que Dios nos
produce. Es un sentimiento interno de temor y respeto hacia el Todopoderoso.
Es un "fluir abundante y natural" de estos pensamientos y emociones que fluyen espontáneamente. No tienen que ser
impulsados ni forzados. Nuestra copa, como la de David, debe "estar rebosante".
La primera referencia a la palabra adorar está en Génesis 22:5. Abraham, dirigiéndose a los jóvenes que le acompañaban a
él y a Isaac al Monte Moria, les dijo: "...yo y el muchacho iremos hasta allá y adoraremos". La palabra que se usa aquí es
SHACHAH que significa postrarse delante de alguien, inclinarse, postrarse con una humildad reverencia, respeto y
homenaje.
Veamos algunas de las implicaciones de esta primera mención de la adoración.
Dios ordenó a Abraham que fuera y adorara. La alabanza y la adoración no es una opción que podamos, o no decidir según
nuestro arbitrio. Es un mandamiento del Señor Cuando la Biblia dice: "ALABAD AL SEÑOR", no es una sugerencia ni una
súplica, sino mas bien un mandamiento. No se hacen excepciones. Todo hijo de Dios debe alabarle y adorarle.
La respuesta de Abraham fue una de obediencia. Esta era esencial para la preservación de la relación del pacto con Dios.
Ellos habían entrado en un pacto que exigía la obediencia absoluta de Abraham y su total compromiso para con Dios. En
aquella ocasión Dios estaba probando la sinceridad e integridad del pacto que Abraham había hecho con El. Esta prueba
requería el sacrificio de lo que Abraham consideraba como lo más precioso, Isaac, el hijo de la promesa.
El acto de adoración es costoso. Este le iba a costar a Abraham su ofrenda mejor y más alta. En realidad iba a ser un
"sacrificio de alabanza" (He 13:15). Una vida de adoración requiere todo lo que somos o tenemos (Ro.12:1,2). Tiene que
haber una total sumisión de nuestro ser a Dios, a fin de llegar a ser un adorador verdadero. David comprendió también este
principio cuando dijo: "Porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada" (2 S 24:24).
El acto de adoración es uno de fe. Cada paso que dio Abraham ese fue uno de fe. Cuando iba hacia el Monte Moriah,
sabiendo que había requerido la ofrenda de su muy amado hijo, sabía por fe de alguna manera ambos volverían a regresar
juntos (Gn 22:5).
La sumisión del yo. Abraham no sólo estaba preparado para ofrecer a Isaac, más también iba a ofrecerle sus propios
planes, deseos, ambiciones y anhelos para el futuro, el cual iba ligado, inevitablemente, a aquel muchacho. Era el hijo que
Dios le había prometido - a través de quien todas las promesas del pacto se verificarían. Al rendirse de esa manera por
obediencia, era como entregarle todo aquello que había deseado que se cumpliera. Se entregó a si mismo.
Jamás podremos entrar en una adoración verdadera hasta que no haya habido una entrega completa de nuestro ser a Dios.
El ego siempre se interpone en el camino de la adoración. Así que, debemos entregárselo a Dios en sumisión.
El costoso acto de adoración de Abraham, logró su propósito al glorificar a Dios. Una reacción normal hubiera sido: "¡Cuán
sublime y glorioso debe ser Aquél por quien Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su amado hijo, a fin de rendir una
adoración real en obediencia y fe!" Dios nos dice en el Salmo 50:23: "El que sacrifica alabanza me honrará..." Todo acto de
adoración sincero glorifica a Dios.
El adorador es también bendecido. La respuesta de Dios al acto de adoración de Abraham indica Su gran placer y también
Su deseo de bendecir a todo adorador. "...porque tú has hecho esto y no has escatimado a tu hijo único; te bendeciré con
bendición y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu
descendencia poseerá la puerta de sus enemigos... porque tú has obedecido mi voz" (Gn 22:16-18).
La historia de María (Jn 12:3), quien ungió los pies de Jesús con un óleo de gran precio, es un hermoso ejemplo de
adoración. Juan nos dice que después "...secó Sus pies con su cabellos..." imagine la suave fragancia que llevaría en sus
cabellos. La gente se seguro notaría aquel aroma tan exquisito. Lo mismo sucede con los adoradores. Sus vidas llevan una
fragancia exquisita por todas las partes donde van. ¡Es la fragancia de la gloriosa presencia del Señor!.
Cuando consideramos el espacio que se le dedica a la descripción del Tabernáculo - cincuenta y un capítulos en toda la
Biblia, Exodo 15, Levítico 18, Números 13, Deuteronomio 2, Hebreos 3, nos damos cuenta de lo importante que es este
tema. Puesto que el propósito primario del Tabernáculo era la adoración de Dios, vemos que El nos está indicando la
naturaleza vital de la adoración y la tremenda importancia que El le da.
La primera pieza de los accesorios del Tabernáculo que Dios describe (Ex 25:22), es el Arca del Pacto, que estaba colocada
sobre el asiento de la misericordia, Dios dijo: "me encontraré contigo y me comunicaré contigo desde el asiento de la
misericordia (o el trono de la gracia)..." El lugar Santísimo, en el que estaba colocada el Arca, era el lugar donde Dios se
encontraba y comunicaba con el hombre cara a cara. Era el sitio para adorar.
En la economía del Antiguo Pacto, este inmenso privilegio era dado únicamente del Sumo Sacerdote una vez al año, el Día
de la Expiación. ¡Cuán bendecidos somos bajo los términos del Nuevo Pacto, pues tenemos el privilegio de tener continuo
acceso o entrada al mismo a través de la sangre de Cristo.
La enseñanza básica implícita en el Tabernáculo para nosotros los cristianos es la de la adoración. Dios había sacado a Su
pueblo de Egipto con mano fuerte y poderosa (Ex 32:11) Una vez librados completamente de la opresión egipcia, lo primero
que hizo Dios fue entregar a Moisés la misión de construir un Tabernáculo.
El primer deseo de Dios, después de la liberación de Egipto (el pecado y su esclavitud), fue iniciar al pueblo hacia el
ministerio de la adoración.
El Tabernáculo nos enseña el orden y el desarrollo de la adoración. Cuando se entraba al patio exterior del Tabernáculo, lo
primero que se veía era el altar del sacrificio. Este era el lugar donde Dios se encargaba de expiar los pecados e iniquidades
del pueblo; allí eran perdonados todas sus iniquidades.
Después se veía el lavacro de bronce, tipo de la limpieza que se realiza a través del lavacro de la Palabra de Dios. El futuro
adorador tenía que pasar a través de estas dos experiencias antes de llegar a las cortinas del lugar santo.
Dentro de este lugar estaba la mesa de los panes de la proposición, el candelabro de siete brazos y el altar de oro con el
incienso, que tienen un significado profundo en la enseñanza de la adoración.
Por último, estaba el Lugar Santísimo, aquel paraje sagrado y solemne de reunión que tipifican las formas más elevadas y
puras de la alabanza y de la adoración. El Espíritu Santo desea conducirnos hacia tal lugar. Hay una progresión definida a la
hora de aprender las habilidades de la adoración.
Dios quiere llevarnos a través de todos estos lugares hasta que, al final, podamos entrar en el último lugar de la adoración
sagrada, ese lugar detrás del velo donde El reside.
LECCIÓN 9. EL PROPOSITO DE LA ADORACIÓN
El propósito de Dios al llamarnos a la adoración es encontrarse con nosotros y moverse a nuestro lado, para que podamos
llegar a ser pueblo de alabanza para Su gloria.
Tal concepto de adoración parece extraño para algunos cristianos porque sus propias ideas son muy diferentes. Para
algunos, la adoración es meditación o pensar calmadamente en Dios. Para otros, va relacionada con la cultura y la
educación. Para muchos, puede ser un tiempo de estímulo emocional a través de los himnos evangélicos y sermones.
Cada uno de estos puntos de vista son valiosos, pero ninguno de ellos se refieres a la razón principal para la adoración
que Dios nos da en Su Palabra.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios llama amorosamente a Su pueblo para que juntos puedan
experimentar Su presencia y poder. Ellos llegan a conocerlo mejor a través de la adoración. Como un Padre, El viene a
revelar Su santa voluntad y propósito para sus vidas. De tal comunión con Dios emerge el poder y la capacidad para servirle
y honrarle fielmente como Sus amados hijos e hijas.
Las Escrituras nos muestran cuánto desea Dios que Su pueblo lo adore. De hecho, la adoración es el medio a través del
cual se prepara un lugar a Dios, para que El pueda reunirse con Su pueblo y moverse entre ellos.
Al dirigir la edificación del Tabernáculo (una tienda para el Señor), Dios le dijo a Moisés que dijera a los hijos de Israel: "Que
me hagan un lugar santo para reunión, para que yo more entre ellos... Y yo me reuniré con vosotros y tendré comunión con
vosotros..." (Ex.25:8,22).
En el Nuevo testamento, Jesús comparte el mismo pensamiento: "Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estaré
personalmente en medio de ellos" (Mt.18:20).
Las Epístolas (las cartas del Nuevo Testamento) también apoyan y amplían esta idea, porque tanto Pablo como Pedro
escribieron las mismas cosas acerca de la Iglesia: "En el cual (Cristo) también vosotros estáis edificados juntos para lugar
de morada de Dios a través del Espíritu" (Ef.2:22). "Vosotros también, como piedras vivas, estáis edificados como una casa
espiritual, un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables para Dios por Jesucristo" (1P. 2:5).
Los dos últimos versículos pueden referirse a la Iglesia mundialmente, más bien que a los servicios de los creyentes
locales. Sin embargo, las palabras "juntos" y "sacrificios espirituales" también parecen referirse a la adoración en cualquier
sitio donde un grupo de creyentes puedan congregarse. En otras palabras, siempre que nos reunimos alrededor de Jesús,
en la mente de Dios nos convertimos en una casa espiritual o lugar vivo en el que El pueda morar. Nuestro Padre celestial
verdaderamente desea estar con Su familia, y desea que seamos uno con El.
No deseo decir demasiado, pero me preocupa que la mayoría de los creyentes, cuando se reúnen para la adoración, en
realidad no esperan que Dios:
Dios no está haciendo un examen bíblico los domingos para ver qué personas tienen las respuestas correctas de manera
que pueda bendecirlas la semana siguiente; tampoco está llevando una encuesta celestial para ver quiénes asisten a la
mayoría de los servicios. Estas son razones equivocadas para la adoración.
Mostramos nuestra fe en Dios cuando adoramos, y nuestra presencia en un servicio puede ser un testimonio para otros.
Sin embargo, ninguno de estos hechos es la razón principal por la que Dios nos ha ordenado adorar.
Además, nuestros servicios no están planeados solamente para fortalecer nuestro andar con Cristo. Es verdad que la
instrucción de la Palabra y la comunión juntos nos ayudan en nuestro crecimiento espiritual, pero Dios desea algo más -
algo para El mismo. Desea un lugar para mostrar Su presencia, poder, amor, sabiduría - en resumen, El Mismo!
Los creyentes tienen que congregarse a fin de que pueda haber un tiempo y lugar para que el Señor amoroso muestre Su
gloria. Así que, cuando la congregación se reúne esperamos que suceda algo. No nos reunimos para un espectáculo o un
sermón. Nos entregamos a la adoración, deseando hacer lugar para que Dios more en nuestros medios, de manera que
pueda darnos forma y obre entre y a través de nosotros.
Dios se complace en la congregación que se reúne con regularidad para alabarle y adorarle, quienes anhelan ver sus
maravillas manifestarse entre ellos. Ningún cúmulo de trasfondo religioso asegura la alabanza viva. La alabanza debe ser
creativa, genuina y no una rutina.
Aun la gente sincera, sin saberlo, puede llegar a ser como aquellos a los que habló Jesús, usando las palabras de Isaías:
"Este pueblo me honra con sus labios pero su corazón está lejos de mí. Porque ellos me adoran en vano..." (Mr.7:6, 7:Is.
29:13).
VENGA TU REINO
Para en realidad llegar a ser un pueblo que camine en espíritu de adoración, es algo que no sucede de la noche a la
mañana. Es una cosa que una persona abra su corazón a los impulsos de Dios, que reciba una respuesta instantánea y otra
bastante distinta ver el espíritu de adoración y alabanza enraizarse en una iglesia entera. Sin embargo, no hay mayor
privilegio o deber que adorar fielmente a Dios con todo nuestro corazón.
La gloria de Su manera de obrar, aquí o en cualquier parte. no se debe al tamaño, la fama o al crecimiento ni a ninguna de
las cosas que los hombres aprecian tanto. A menudo digo: "Que cada miembro de la Iglesia sepa que la única gloria que
deseamos tener es como adoradores que están complaciendo al Padre. Cualquier otra cosa más que desee de nosotros
fluirá libremente de eso".
Si la adoración es dirigida por un deseo de alabanza de los hombres, o juzgada por nuestro gustos y desagrados,
perderemos la bendición de Su presencia poderosa, y Su gloria y las obras maravillosas entre nosotros se eran limitadas.
Los creyentes del Nuevo Testamento saben que la adoración no es obra de la mente o de las emociones. La adoración es
el ser completo del hombre brillando en la vida que el Espíritu Santo da, ofreciendo sacrificios espirituales: "Os urjo,
hermanos a que ofrezcáis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y que complazca a Dios. Adoradle con todo vuestro
corazón, mente y cuerpo. No penséis no actuéis como el mundo que no valora la adoración de Dios, sino aprended a pensar
como El lo hace, de manera que podáis conocer y hacer Su voluntad de la manera que le complace a El" (Ro.12:1,2; He.
13:51; 1P. 2:5; Sal. 51:7).
La palabra griega para adorar, "proskyneo", en realidad significa "inclinarse delante de Dios". El corazón de la alabanza no
es humillar nuestros cuerpos a tierra, sino humillar nuestro orgullo delante de El.
Cuando uno está solo, puede humillar su cuerpo delante de Dios, pero no hay espacio suficiente para hacerlo así en nuestra
adoración pública. Sin embargo, es esencial que humillemos nuestras voluntades humanas delante de El, una y otra vez,
siendo que nuestro orgullo caprichoso puede volver a erguirse con gran facilidad.
Que el Espíritu Santo nos libere de nuestro orgullo vacío y nos enseñe que nuestro mayor llamado es alcanzado cuando
entramos en la presencia majestuosa del Rey con adoración, alabanza y acción de gracias. Es de esa manera que en
realidad hacemos lugar para que Su gloria more entre nosotros.
LECCIÓN NÚMERO 10. LA DIRECCION DE UN CULTO DE ADORACION
La adoración de la congregación es un elemento extremadamente importante de la Iglesia del Nuevo Testamento. La principal llamada
que se hace a los cristianos del Nuevo Testamento es la adoración de Dios. Las funciones más importantes de las iglesias son, en orden
de prioridad, las siguientes:
VERTICAL. Adorar a Dios.
HORIZONTAL. Ministrando al Cuerpo - la edificación de los santos Ministrando al mundo - el evangelismo.
Cada iglesia deberá ser una comunidad de adoradores. En el desarrollo de la adoración como cuerpo, mucho depende del que dirige el
servicio.
B) ALGUNAS PAUTAS SIMPLES PARA DIRIGIR LA ADORACION 1) La función del Coro y del director de Alabanza 1Crónicas 15:22-27
"Quenanías, jefe de los levitas, daba instrucciones en el canto, porque era entendido en ello. Berequías y Elcana eran guardianes del
arca. Los sacerdotes Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaías y Eliécer tocaban las trompetas delante del arca de Dios.
Obed-edom y Yejías eran también guardianes del arca. Entonces David, los ancianos de Israel y los jefes de los millares fueron para
hacer subir con regocijo el arca del pacto de Jehová desde la casa de Obed-edom. Y sucedió que cuando Dios ayudó a los levitas que
llevaban el arca del pacto de Jehovah, ellos sacrificaron siete toros y siete carneros. David estaba vestido con una túnica de lino fino,
así como todos los levitas que llevaban el arca, los cantores y Quenanías, el director del canto de los cantores. David llevaba también un
efod de lino sobre sí". El coro debe enseñar y ministrar unción. El director no debe "arengar" al pueblo, pero si "guiar".
2) Empiece exactamente donde está la congregación. Procure hacer contacto inmediato con la congregación, en el lugar donde se
hallen. Establezca su dirección sobre ellos apaciblemente. Ayúdeles a reconocer que Dios la ha escogido para dirigir ese servicio, y que
si cooperan y le siguen, de seguro que serán guiados directamente hacia el Lugar Santísimo, donde recibirán una experiencia gloriosa
en la adoración. Comience cada servicio con acción de gracias y alabanzas cantadas. Salmo 104:4: "Entrar por sus puertas con
acción de gracias, en sis atrios con alabanzas, dadle gracias, bendecid su nombre".
3) La dirección de los cantos no necesariamente significa dirigir la adoración. Hay muy buenos directores de cantos, pero que no poseen
la habilidad para dirigir la congregación hacia la adoración. No obstante el que dirija la adoración tiene que ser capaz de guiar las
canciones y de ahí penetrar a una adoración profunda. La mayoría de las veces un culto de adoración empieza con cánticos. Cantar
himnos apropiados que alaben a Dios y hablen de Su grandeza, poder y esplendor, de seguro que contribuirá a que la congregación
desprenda sus mentes de sí mismos y de sus problemas, a fin de concentrarlas en el Señor. Los cantos de alabanzas y acción de
gracias son apropiadas e idóneos. Los cantos congregacionales son también una buena manera de atraer a la gente hacia la unidad en
la adoración. Cuando sus voces se unan, también lo harán sus mentes y espíritus. Una vez que se haya logrado la unidad, la
ongregación puede ser guiada hacia esferas más sublimes en la adoración. Empezamos con alabanza y después pasamos a la esfera
de la adoración.
4) Deje que el Espíritu Santo le dirija. Esto puede acontecer de muchas maneras. Puede surgir de la primera canción que cante, lo cual
puede fijar el tema para todo el servicio. Muchas veces el Espíritu Santo dirigirá de un canto hacia otro, todos siguiendo el mismo tema
del culto. Si hay personas presentes con donde carismáticos, podrían ser usados por el poder de Dios para indicar el curso que el
servicio deberá seguir. Esto puede ser comunicado a través de una profecía o alguna forma de revelación. a veces la mente del Espíritu
se impone sobre el servicio de una manera silenciosa y desprovista de dramatismo. Sólo después del servicio, cuando se mira hacia
atrás, es que nos damos cuenta de la manera tan hermosa en que el Espíritu de Dios dirigió el culto. Se comprende además la unidad y
armonía que prevalecieron en el transcurso del mismo.
6) Reconocimiento de cambios y transiciones. El Espíritu puede que dirija un servicio en cualquier dirección qeu lo crea conveniente.
Frecuentemente esto significa que puede ocurrir un cambio en el énfasis durante el curso del culto. De hecho, esto puede ocurrir varias
veces. Estos períodos de transición son muy importantes. El líder debe anticipársele a la congregación tocante un liderato firme y claro
durante estos períodos de transición, a fin de que el culto no vaya a descaminarse sin propósito. Si se permite que un momento de
indecisión evolucione, alguien puede ser tentado a introducir su propio método de dirección, contrario al ya establecido por el Espíritu.
El líder deberá recordar siempre que Dios la ha nombrado y ungido a él (ella) para dirigir la congregación. Por consiguiente, El le ha
hecho responsable de realizar tal labor. No rija el servicio con mano fuerte ni trate de imponer su voluntad sobre la concurrencia.
Mantenga una dirección forme,. pero moderada sobre la adoración a medida que el culto sigue su curso progresivo.
9) Anime de participación. Es una realidad que la mayoría de la congregaciones de hoy son meras espectadoras más bien que
participadoras. A menudo vemos a los ministros efectuando todas las cosas y a la congregación escuchando y vigilando. El Nuevo
Testamento estimula la participación de cada miembro. No obstante, es necesario exponer enseñanzas sólida sobre este tema primero.
El pueblo de Dios debe ser instruido respecto a que El quiere escuchar todas las voces unidas en adoración. Es necesario enseñarlo a
cómo participar y luego darle la oportunidad para que participen. Anime a su congregación a envolverse en este aspecto. Exhórtelos a
levantar sus voces en alabanzas. Procure hallar oportunidades para ponerlos a expresar sus alabanzas.
10) Cerciórese de que todo sea hecho decentemente y en orden. Muchas iglesias usan la escritura de 1 Corintios 14:4 como una excusa
para no permitir que la congregación participe. Ellos están tan preocupados por mantener la "decencia y el orden", que no permiten que
hagan nada. Pero esto es contrario a lo que dice la Biblia. Esta NO dice: "NO permita que se haga nada por amor a la decencia y al
orden". Pero si dice: "Pero hágase TODO decentemente y en orden" (1Co. 14:50). Deje que haya participación, que se expongan
profecías, revelaciones, que se canten salmos, himnos y canciones espirituales. No obstante, deje que todo se ahecho de tal manera
que no reina la confusión, ya que Dios no es autor de tal cosa.