Diabetes Mellitus Repaso
Diabetes Mellitus Repaso
Diabetes Mellitus Repaso
Tratamiento de la diabetes
Un tratamiento eficaz de la diabetes mellitus de tipo 1 requiere la
administración de la insulina suficiente para que el metabolismo de los hidratos de
carbono, lipídico y proteico del enfermo vuelva a la normalidad en la medida de lo
posible. La insulina se comercializa en varias formas. La insulina «regular» se
caracteriza porque sus efectos duran de 3 a 8 h, mientras que otras formas de
insulina (precipitadas con cinc o con diversos derivados proteicos) se absorben
lentamente desde el lugar de inyección y sus efectos se prolongan hasta 10 a 48
h. En general, un paciente con diabetes de tipo 1 grave recibe una sola dosis de
una de las insulinas de acción prolongada al día para aumentar el metabolismo de
los hidratos de carbono general durante el día. Luego se inyectan cantidades
supletorias de insulina regular en los momentos en que la glucemia tiende a
elevarse en exceso, como sucede con las comidas. Así pues, cada paciente recibe
una pauta personalizada de tratamiento.
La dieta y el ejercicio se recomiendan, a menudo, a los enfermos con diabetes
de tipo 2, con la idea de que adelgacen y de que ello anule la resistencia a la
insulina. Si fracasa esta estrategia, podrán administrarse fármacos que aumenten
la sensibilidad a la insulina o estimulen su producción por el páncreas, como se
indica anteriormente. Sin embargo, muchos enfermos precisan insulina por vía
exógena para regular la glucemia.
HORMONAS
Las células β representan casi el 60% de la totalidad de las células de los islotes y
se encuentran sobre todo en el centro de cada uno y secretan insulina y amilina,
hormona que suele liberarse en paralelo con la insulina, pese a que no se conoce
bien su función. Las células α, que componen casi el 25% del total, secretan
glucagón, y las células δ, que representan el 10%, somatostatina.
Las relaciones íntimas entre estos tipos celulares de los islotes de Langerhans
facilitan la comunicación intercelular y el control directo de la secreción de algunas
de las hormonas. Por ejemplo, la insulina inhibe la secreción de glucagón; la
amilina inhibe la secreción de insulina y la somatostatina, la de insulina y
glucagón.
ISULINA
La secreción de insulina se asocia a la abundancia energética. En otras palabras,
cuando el régimen de alimentación dispone de alimentos energéticos suficientes,
en particular de un exceso de alimentos energéticos en la dieta y, sobre todo, de
hidratos de carbono, aumenta la secreción de insulina. A su vez, la insulina
desempeña una función primordial en el almacenamiento de la energía sobrante.
Si se consumen hidratos de carbono en exceso, estos se depositarán
principalmente como glucógeno en el hígado y en los músculos. Al mismo tiempo,
y también por efecto de la insulina, el exceso de hidratos de carbono que no
puede almacenarse como glucógeno se convierte en grasa y se conserva en el
tejido adiposo. En cuanto a las proteínas, la insulina ejerce un efecto directo para
que las células absorban más aminoácidos y los transformen en proteínas. Por
último, esta hormona inhibe la degradación de las proteínas intracelulares.
; la cantidad de insulina secretada entre las comidas es demasiado escasa para
propiciar una entrada importante de glucosa dentro de las células musculares. Sin
embargo, existen dos situaciones en las que el músculo consume mucha glucosa.
Una de ellas es el ejercicio moderado e intenso. Para esta utilización de la glucosa
no se necesitan grandes cantidades de insulina, porque la contracción muscular
aumenta la translocación del transportador de glucosa 4 (GLUT-4) desde los
depósitos intracelulares a la membrana celular lo que, a su vez, facilita la difusión
de la glucosa en la célula. El segundo estado en el que el músculo consume
mucha glucosa son las horas siguientes a las comidas. En esta fase, la
concentración sanguínea de glucosa se eleva y el páncreas secreta mucha
insulina. La insulina «extra» induce un transporte rápido de la glucosa al miocito.
Por tanto, este utiliza glucosa en lugar de ácidos grasos durante ese período,
como se expondrá más adelante.
Uno de los efectos más importantes de la insulina es el depósito rápido de
glucógeno en el hígado a partir de casi toda la glucosa absorbida después de una
comida. Más tarde, entre las comidas, cuando ya no se dispone de alimento y la
glucemia empieza a descender, la secreción de insulina disminuye con rapidez y
el glucógeno hepático se transforma de nuevo en glucosa, que se libera otra vez a
la sangre para evitar que la glucemia descienda demasiado.
1. La insulina inactiva la fosforilasa hepática
2. La insulina aumenta la captación de la glucosa sanguínea.
3. La insulina fomenta asimismo la actividad de las enzimas favorecedoras de
la síntesis de glucógeno.
4. La insulina inhibe la acción de la lipasa sensible a esta hormona.
5. La insulina fomenta el transporte de glucosa a las células adiposas a través
de la membrana celular.
6. La insulina estimula el transporte de muchos aminoácidos al interior de las
células.
7. La insulina aumenta la traducción del ARN mensajero
8. Durante un período aún más largo, la insulina acelera, además, la
transcripción de determinadas secuencias genéticas del ADN de los
núcleos celulares
9. La insulina inhibe el catabolismo de las proteínas,
10. Dentro del hígado, la insulina disminuye el ritmo de la gluconeogenia.