Consideraciones para Coordinar
Consideraciones para Coordinar
Consideraciones para Coordinar
“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.”
1 Timoteo 3:14
En esencia, el principio regulativo enseña que el culto cristiano debe estar centrado y regulado por las
Escrituras y no por nuestras ideas, gustos o por las tendencias actuales.
Por lo tanto, cualquier elemento que falsifique o distorsione la verdad sobre Dios o sobre su voluntad
respecto a cómo adorarlo, queda prohibido por el Señor, quien es celoso por Su gloria. Por esta razón,
cuando Nadab y Abiú —sacerdotes del Señor e hijos de Aarón— ofrecieron a Dios “fuego extraño, que Él no
les había ordenado”, la santidad y el celo del Señor los hirió de muerte (Lv 10:1-2). Con este juicio, Dios
mostró al pueblo que Él debía ser adorado como Él lo había ordenado, no como a ellos les pareciera.
Hay dos cosas que son más importantes que el canto: (1) la Palabra de Dios; y (2) la oración. Sé lo
importantes que son para muchísimas personas los “tiempos de alabanza” que tenemos en nuestras
reuniones. Pero, aunque cantar al Señor es muy importante, más importantes aún son la Palabra de Dios y la
oración. En el Antiguo Testamento la música tiene un lugar importante, pero no tan importante como la
Palabra de Dios y la oración. Hay libros enteros que no contienen ninguna referencia a la música. En los
cuatro Evangelios hay muy pocas referencias a la música y solo una referencia al Señor mismo cantando,
pero ¿cuántas referencias hay a la Palabra de Dios y a la oración?: ¡un montón!, ¿verdad?
El libro de Hechos describe los primeros treinta años de la Iglesia, pero ¿cuántas referencias hay al canto de
los primeros cristianos?: solo una (explícita), y no se trata de una reunión cristiana normal, sino ¡de Pablo y
Silas cantando en una cárcel! Pero ¿y las referencias en Hechos a la Palabra de Dios y a la oración? Muchas,
¿verdad? ¿Refleja nuestra realidad de hoy los mismos énfasis que la Palabra de Dios? Nota: Nuestra
congregación ora al Señor aproximadamente 7 min por culto dominical, 40 minutos al mes. Para orar al Señor, una
hora, debemos juntar dos meses. Oramos según el modelo de “transición" (para pasar de un tiempo a otro). Oramos
por la bienvenida, la ofrenda, la separación por clase, y generalmente por enfermos del sector]
El objetivo número uno de nuestra adoración debe ser agradar a Dios y darle gloria. La adoración verdadera
no es egocéntrica, sino teocéntrica. En el centro del escenario no estoy yo; está Dios. La idea no es que
nosotros lo pasemos bien; la idea es agradar al Señor y darle gloria. Usamos mucho las palabras “me gusta”
y “no me gusta”. Curiosamente, en ningún lugar de la Biblia aparecen estas palabras con relación a la
adoración a Dios. Pero hoy día, estas palabras son de las que más se oyen; un reflejo, sin duda, del
egocentrismo que tan fácilmente se adueña de nosotros. Y hay demasiado “me gusta” y “no me gusta” en
nuestra adoración. La adoración verdadera no debe ser una cuestión de nuestros gustos; lo único que
realmente importa es que le guste al Señor, que le agrade y le dé gloria a Él.
El culto dominical es un servicio a Dios, no a los asistentes, no para que el que coordina. Es un tiempo
dedicado al Señor. (Incluye miembros, niños, visitas, adultos). Por medio de este servicio, el que coordina
puede aportar para la adoración al Señor y el crecimiento espiritual de la congregación. La adoración debe
siempre fijar nuestros ojos en Jesús y Su obra por nosotros; y la adoración que pone el enfoque en otra cosa
que no sea Cristo y a éste crucificado, no es agradable al Señor.
“Por mucho que supiera que la adoración tenía que ver con Dios, de alguna manera me las arreglaba para que
tuviera que ver conmigo: cómo me sentía, lo apasionado que estaba, lo que percibía o no percibía. Si no se
trataba de mí, se trataba de nosotros. Tendía a medir la adoración por el tamaño de la audiencia, el volumen o
cuántas manos se levantaban. Lo que se me escapó es que nuestros deseos, planes y acciones no son la
esencia de la adoración. La esencia ha tenido lugar desde tiempos eternos, cuando el Dios trino se ha
glorificado y deleitado en Sí mismo (Jn 17:5). Nuestra parte consiste en participar gustosamente en la
adoración perfecta de Jesús, quien con Su sacrificio único ha hecho que todas nuestras ofrendas sean
aceptables a Dios (1 P 2:5).
“Hace años comprendí que la adoración se aplica a toda la vida y no solo al canto. Pero mi vocabulario
revelaba (y al mismo tiempo daba forma a) mi teología. Afirmaciones como: «La iglesia estaba realmente
adorando en la última canción», «Vamos a volver a la adoración después del sermón» o «Si llegas tarde te
perderás la adoración», reforzaban la idea equivocada de que la adoración era una experiencia musical
infundida espiritualmente que Dios abría y cerraba como un grifo.”
Como siempre tendemos a asimilar la adoración con la música, resulta sorprendente que la Biblia rara vez las
relacione. Cuando Job se entera de que sus posesiones han desaparecido y sus hijos han muerto, el escritor
bíblico dice que cae al suelo y adora (Job 1:20). Cuando Jesús habla con la samaritana junto al pozo, su
descripción acerca del tipo de adoración que busca el Padre no tiene referencias musicales (Jn 4:21-24). Las
diversas palabras hebreas y griegas que traducimos como adoración en la Biblia están asociadas con la
reverencia, el servicio, la sumisión y el honor, pero rara vez con la música. Cantar a Dios puede ser una parte
de nuestra adoración, pero nunca se pretendió que fuera el corazón de la misma.
En realidad, nunca dejamos de adorar. Siempre estamos adorando algo. Dirigimos nuestro afecto, atención y
lealtad al único Dios verdadero o a ídolos que nunca podrán satisfacernos, consolarnos o rescatarnos. Esto
significa que cada domingo ya estoy adorando algo. No tengo que esperar a que suenen los acordes
adecuados, a que se digan las palabras correctas o a que se cree la «atmósfera» apropiada. Lejos de ser un
«momento especial en una reunión cristiana», la adoración que honra a Dios es el estado natural de nuestros
corazones cuando procuramos «hacer todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). Puedo adorar a Dios
saludando a un miembro de la iglesia el domingo por la mañana y continuar adorando mientras alzo mi voz en
cantos de alabanza (Heb 13:15-16). Dar con alegría mis diezmos y ofrendas, escuchar atentamente el sermón
y orar por un amigo después del culto son actos de adoración. Es más, puedo seguir adorando a Dios
mientras tengo invitados a comer o hago la limpieza. Mi adoración no se detiene mientras busco fielmente
exaltar a Cristo en mi hogar, lugar de trabajo, escuela o vecindario, mostrando un corazón de servicio
agradecido que ha sido transformado por el evangelio. Las Escrituras hablan de distintos actos de adoración
(Sal 29:2; Hch 13:2), pero todos ellos tienen lugar en el contexto más amplio de nuestro «culto espiritual» que
es toda la vida (Ro 12:1).
Los que están más cerca del trono de Dios no pueden evitar sentirse maravillados, agradecidos, asombrados
y, sí, en estado de adoración (Is 6:3; Ap 4:8; 5:13-14). Aunque no sintamos que estamos en la presencia de
Dios en un momento dado, Dios ha sentado a los que han confiado en Cristo con Él «en los lugares
celestiales» (Ef 2:6). En Cristo, Dios nos ha llevado «al monte Sión y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén
celestial, y a miríadas de ángeles» (Heb 12:22). El apóstol Pablo pregunta a los creyentes de Corinto y
también a nosotros: «¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual
tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos?» (1 Co 6:19).
Siempre estamos en la presencia de Dios y vivimos ante el rostro de Dios. Podemos confiar en Sus promesas
de estar con nosotros (Mt 28:20; Jn 14:16; Heb 13:5). Pero cuando nos reunimos, Dios suele manifestar
soberanamente Su presencia de formas más experienciales (Hch 4:31; 1 Co 12:7; 1 Co 2:4; 1 Ts 1:5). Sería
contrario a la evidencia bíblica decir que la adoración en la presencia de Dios, en sentido amplio o estricto,
nunca mueve nuestros afectos, nos hace «regocijarnos con gozo inefable y lleno de gloria» (1 P 1:8),
convence nuestros corazones (1 Co 14:24-25), nos lleva a una mayor búsqueda de la santidad (2 Co 6:16-7:1),
refuerza nuestra confianza (Heb 13:5-6), o profundiza nuestro amor por Dios (1 P 1:8).
“Digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad
existen y fueron creadas” (Ap. 4:11). Sólo nuestro Dios posee las características que le hacen digno de recibir
este tipo de homenaje de parte de Sus criaturas. “Porque De Él, por Él y para Él son todas las cosas”
(Ro.11:36), por lo tanto, que solo “a Él sea la gloria por los siglos”.
FOMENTAR
Tiempos de oración con propósitos eternos.
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” 1
Juan 5:14
● “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con
alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía
cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hch.2:46-47),
● “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”
(Jn.13:35)
● “...siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros,por vuestra comunión en el
evangelio, desde el primer día hasta ahora” (Fil. 1:4-5).
● “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento,
para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de
frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” (Fil. 1:9-11)
● “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir
que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que
andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo
en el conocimiento de Dios” (Col. 1:9-10)
● “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:38)
● “...a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo” (Ef. 4:12-13)
Orar por los misioneros con los cuales nos “comprometimos a orar”
Si oramos por los enfermos, no debe ser solo por lo físico. Si la persona no es creyente: La prioridad es que
conozcan al Señor. (Siempre) Si es creyente: Que pueda conocerle aún más; por fortaleza, ánimo, fe. (Así
cómo Job 42:5) “Tres veces rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: «Te basta con mi gracia” 2 Co.
12:8-10.
EVITAR
“USTED NO LO HAGA”
● Evite hacer el programa de “Coordinación “a última hora, y avisar las canciones el mismo día. Es
altamente recomendable avisar a la hermana Isabel (el día antes las canciones, no el sábado a las 22:00; a
su vez se sugiere traer anotado en otro papel las canciones para pasarlo al hermano Antonyk, o avisar por
WhatsApp)
● Evite improvisar con las alabanzas: “Pedir alabanzas al público” ¿Por qué? ¿todos los que se congregan
son creyentes? ¿Cuál es el fin, agradarle a esa persona? El culto dominical es un tiempo donde el pueblo del
Señor se reúne para alabarle a él, y agradarle a él, no a las personas. Además, evidencia una “improvisación
innecesaria” y el culto no es para “esa persona”, es para el Señor. Por tanto, se espera que quien coordine
prepare bien las alabanzas para no generar una descoordinación que pueda evitarse.
● Evite improvisar con los niños: Si usted quiere considerarlos, avise a los maestros la semana anterior. En
este punto recuerde que no deben ser todas las canciones de “niños” porque Dios no es niño, ni todas las
personas que asisten lo son.
● Cuide sus palabras o declaraciones desde el púlpito: Todo lo que una persona dice desde adelante debe
ser con respeto y cuidado. “No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena
para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.” Efesios
4:29.
● Revise bien la letra de las coritos y alabanzas, muchas suenan muy bien, pero su contenido no es el
mejor. Y debemos escoger no solo lo bueno, sino lo mejor para el Señor.
● Evite por sobre todas las cosas improvisar en la casa del Señor, no es su casa, ni usted es el dueño,
es él Señor.
COORDINAR CULTO AL SEÑOR
“ Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo
debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la
verdad.” 1 Timoteo 3:14
HIMNO
7 MIN 1 0 2 HIMNOS
10 MIN AVISOS