Eduardo Lopez de Romana

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Eduardo López de Romaña y

Alvizuri
“El ingeniero del Sur”

284 Presidentes y Gobernantes del Perú Republicano


E
duardo López de Romaña nació el 19 de marzo de 1847 en Arequipa.
Perteneció a una familia aristocrática de la región sur del Perú. Sus
padres fueron Juan Manuel López de Romaña y Josefa Alvizuri de
Bustamante. Estudió en el seminario de San Jerónimo en Arequipa y luego
viajó a Inglaterra para ejercer sus estudios en el colegio Stonyhurt de Lon-
dres. Posteriormente, “se matriculó en la sección de Ciencias Aplicadas del
Colegio Real de Londres, en el cual se graduó de ingeniero civil en 1868”
(Batres, 1986, p. 271).
Realizó sus prácticas diseñando puentes en la India, con lo cual ganó
experiencia y prestigio. Posteriormente, fue incorporado, a los 25 años de
edad, al Instituto de Ingenieros Civiles de la capital inglesa, en calidad de
socio de número. Tuvo proyectos en Inglaterra y Brasil, aunque —en este
último— quedó inconcluso.
En 1876, retornó al Perú, y se asentó en Arequipa. Fue un rico y podero-
so propietario de haciendas en el valle de Tambo, siguiendo la tradición fa-
miliar. Contrajo nupcias con Josefa Castresana el 20 de marzo de 1877. De
ese matrimonio, tuvo tres hijos: Eduardo, Carlos y Hortensia. Sin embargo,
más adelante “se casó con Julia Castresana, el 23 de diciembre de 1888.
Con ella tuvo seis hijos: Juan, Luis, Catalina, Julia, Fernando y Francisco”
(Batres, 1986, p. 271).
No cabe duda que él pertenecía a una oligarquía de exportadores y em-
presarios, conformada por cuarenta familias, poderosas e influyentes, con
grandes intereses económicos y políticos. Este núcleo era conocido como
los “veinticuatro amigos”, los cuales se organizaban y se reunían periódi-
camente en el Club Nacional para debatir y contradecir la política nacio-
nal. Estas familias más poderosas de la oligarquía tenían muchos intereses
particulares: los Aspillaga en el azúcar, el algodón, la minería, la banca,
los seguros y la construcción de navíos, y los Pardo en el azúcar, los se-
guros, la banca, los inmuebles y las manufacturas. Esta oligarquía estre-
chamente entrelazada, ligada a vínculos familiares y parentesco, era una
“casta cerrada”. Precisamente, de este grupo sobresalieron dos personajes
que ocuparon la presidencia por un total de 24 años (José Pardo y Augusto
B. Leguía), e inclusive de este sector salieron ocho ministros, entre ellos
cinco de Hacienda y tres presidentes del Senado. También, de este grupo,
“se obtenían presidentes en los restos de las viejas élites regionales, como
Piérola y Eduardo López de Romaña” (Klarén, 2004, 267).
Por otro lado, durante la Guerra con Chile, organizó la defensa del valle
de Tambo. Es lógico que los hacendados formen tropas para enfrentar al
enemigo, ya sea por un interés personal o nacional, aunque lo primero es
lo que salta a la luz. Por tanto, ese hecho le valió para ostentar el grado de
coronel y, más delante, para ocupar cargos públicos.

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En 1897, fue alcalde de Arequipa. En su labor municipal, llegó a cul-
minar el puente Grau y la construcción de Tingo. Una de sus obras de ma-
yor trascendencia para su región es el agua potable de Yumina (Distrito de
Sabandía). Para abastecer de agua a la ciudad de Arequipa, el Municipio
Provincial tuvo que expropiar de la Cuenca a algunos manantiales llamados
La Rinconada, Valdivia, La Aguada, El Tizal, La Banda y El Chital. De esa
manera, el agua fue trasladada a base de cañerías de fierro, túneles y canta-
rillas (Portugal, 2019).
Además, el ingeniero arequipeño, Eduardo López de Romaña, tres años
antes de llegar al sillón presidencial, había sido encargado por los empre-
sarios don Francisco La Rosa y don Francisco Velasco —fundadores de la
Empresa Eléctrica de Arequipa— para coordinar la instalación de turbinas
y generadores monofásicos para la construcción de la Central Hidroeléctri-
ca de Charcani (Ugarte, 2005).
Asimismo, ejerció la presidencia de varias instituciones sociales y cultu-
rales de dicha ciudad. Fue diputado por Arequipa en 1895, inclusive llegó
a ser vicepresidente de su cámara. Un año después a la elección legislativa,
el presidente Nicolás de Piérola “lo nombró ministro de Fomento” (Batres,
1986, p. 272). Ese Ministerio se encargaba de impulsar obras de irrigación,
caminos viales, minería e industria. En 1897, fue elegido senador hasta
1899.
El proceso electoral de 1899 estuvo plagado de levantamientos en el sur
y centro de nuestro país: Cerro de Pasco, Ancash y Huánuco estaban bajo el
liderazgo de Augusto Durand, quien fue uno de los dirigentes que organizó
a la población en contra del Gobierno. En esa coyuntura, Romaña salió
elegido como único candidato.
Eduardo López de Romaña tenía 52 años cuando asumió el primer car-
go de la nación y fue el primer presidente del Perú con la profesión de inge-
niero. Dicha elección representó los intereses de una alianza tácita entre los
demócratas y los civilistas. Por ello, fue conocido por sus seguidores como
el “unificador de la honradez”; aunque González Prada —su más duro crí-
tico— puso en duda dicho apelativo, principalmente por honradez y lo ca-
lificó irónicamente como “el representante de la comedia de la honradez
sospechosa, ni sondea la clase de sentimientos que infunde en los hombres
verdaderamente honrados” (González Prada, 1938, p. 258).
En su gestión, hubo casos de flagrante corrupción y fueron hechos pú-
blicos. El caso más sonado y documentado fue del empresario arequipe-
ño Mariano A. Belaúnde, un miembro muy cercano al presidente López
de Romaña. Este amigo había utilizado, en 1899, algunas letras de cambio
de su propia compañía para transferir a Europa fondos oficiales hasta por
500000 francos, con el objeto de comprar armas para el ejército peruano.

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Sin embargo, los agentes europeos no aceptaron sus letras, lo cual desató
un gran alboroto político, financiero y social. A Belaúnde se le arrestó y
sus bienes fueron confiscados, e “inclusive hubo manifestaciones públicas
donde muchos fueron heridos por los sables de la policía” (Quiroz, 2003,
p. 278).
Su gobierno formó parte de la república aristocrática, titulado así por
el historiador Basadre, ya que —en este periodo— no hay cambios tras-
cendentales en favor de la unificación de la nación. En el plano político, su
gobierno estuvo dentro del margen de la Constitución de 1860. Así llegó a
cumplir los cuatro años de mandato (1899-1903). Por otro lado, tuvo di-
versas sucesiones de gabinete por escándalos, malos manejos y cuestiona-
mientos realizados por el Parlamento. Al no tener un partido originario,
tuvo que lidiar con las pretensiones de demócratas y civilistas. Además, se
había rodeado de caceristas a los cuales les había otorgado puestos militares
para contrarrestar a Piérola, e, inclusive, el presidente le había encargado a
Cáceres la compra de armas para el Ejército peruano en Francia.
En la política exterior, los problemas limítrofes con Bolivia —en la zona
del Collao— devinieron en el Tratado de Osma-Villazón de 1902. La región
en cuestión quedó sometida al “arbitraje del presidente argentino Figueroa
Alcorta, quien tendría que tomar en cuenta para el fallo el principio del Uti
possidetis de 1810” (Basadre, 1983, p. 257).
En el plano económico, lo más resaltante de este gobierno fue la conso-
lidación del régimen monetario bajo la implantación definitiva del patrón
de oro. La libra peruana de oro surgida en el gobierno anterior circulaba
de manera restringida. Finalmente, dicho patrón se fortaleció después de
tantas idas y venidas entre el Parlamento y el Ejecutivo.
La sociedad recaudadora de impuestos tuvo reformas en cuanto a la am-
plitud de la recaudación de impuestos. Los ingresos del estanco de la sal,
creado en el gobierno anterior, fueron utilizados para la compra de armas
y para pagar a los empleados públicos. Además, el sector militar obtuvo el
aumento de haberes.
Para promover el incremento de la producción, se estableció un nuevo
código de minas (1900), lo cual impulsó la llegada de inversiones y, en con-
secuencia, el Estado propició su desdén por la explotación de la minería.
Un ejemplo de ello es, en 1901, la llegada de la Cerro de Pasco Corporation,
de capital norteamericano, que se asentó por largo tiempo en nuestro terri-
torio. Bajo esta lógica de mercado, se impulsa el código de aguas en 1902
(Contreras & Cueto, 2007, p. 192), que consiste en que el Estado ceda la
distribución y el control de riegos a los gamonales y hacendados. Ello pro-
porciona el incremento de una agricultura mercantil en desmedro de las
comunidades campesinas. Asimismo, para 1902, se funda la Escuela Nacio-

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nal de Agricultura, con lo cual se da el impulso a la tecnificación del riego y
la agricultura de exportación (Contreras & Cueto, 2007).
Para contribuir a esta idea de impulsar el mercado, este se fortaleció
con la construcción del ferrocarril de Cerro de Pasco a la Oroya y Goilla-
risquizga (Basadre, 1983, p. 85), con la inversión del capital de la Peruvian
Corporation. Así la región intensificó la explotación de sus recursos.
El Ejecutivo propició la Junta de Vías Fluviales, instalada por el ministro
Felipe de Osma en 1901. El objetivo fue enviar expediciones a la región
oriental y proteger las empresas industriales ubicadas en esa zona. De este
modo, una de las consecuencias de ello fue la afirmación de la soberanía
en Madre de Dios y la fundación del Puerto Maldonado en 1902 (Basadre,
1983, p. 81). Además, se iniciaron los proyectos de Jorge Von Hassef y Ma-
nuel Antonio Mesones, en cuanto a proyecciones de vías de comunicación
e impulso económico para la zona. Asimismo, el coronel Pedro Portillo,
como prefecto de Loreto, realiza un estudio fluvial de la zona que concluye
en un Atlas del departamento, considerado una obra monumental.
Al terminar su periodo de gobierno, no intervino en la política peruana
y regresó a Arequipa. Finalmente, Eduardo López de Romaña falleció el 26
de mayo de 1912 en Yura.

Referencias
1. Basadre, J. (1983). Historia de la República del Perú (1822-1933). Lima, Perú: Uni-
versitaria.
2. Batres, M. (1986). Diccionario Histórico y Biográfico del Perú. Lima, Perú: Milla
Batres.
3. Contreras, C., & Cueto, M. (2007). Historia del Perú Contemporáneo. Lima, Perú:
Instituto de Estudios Peruanos.
4. González Prada, M. (1938). Figuras y figurones. París, Francia: Tipografía de Louis
de Bellenand et Fils.
5. Klarén, P. (2004). Nación y Sociedad en la Historia del Perú. Lima, Perú: Instituto
de Estudios Peruanos.
6. Portugal, A. (22 de Julio de 2019). La primera agua potable que tuvo la ciudad
de Arequipa [Mensaje en blog]. Recuperado de https://luchopm12.blogspot.
com/2020/03/la-primera-agua-potable-de-la-ciudad-de.html
7. Quiroz, A. (2013). Historia de la Corrupción en el Perú. Lima, Perú: Instituto de
Estudios Peruanos.
8. Ugarte, A. (Comp.). (2005). Un Siglo de Luz en Arequipa. Arequipa, Perú: EGASA.
Recuperado de http://www.perouenfrance.com/wp-content/uploads/pdf/Un-si-
glo-de-Luz-en-Arequipa.pdf

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