EDITH STEIN 1 - Su Espiritualidad
EDITH STEIN 1 - Su Espiritualidad
EDITH STEIN 1 - Su Espiritualidad
5 Con fecha del 26-7-1933. La Madre Petra era la Superiora de las Ursulinas
de Dorsten (Münster i. w.).
6 Art. 47.
7 Es conmovedor pensar que en el Cal'melo, desde la toma de hábito hasta
la prOfesión perpetua, llevó un hábito viejo, totalmente gastado y remendado,
alegre siempre de ser pobre en el vestir. Profesó una gran devoción al santo
escapulario. Siempre se arrodillaba y lo besaba al ponérselo y quitárselo. El día
de su deportación se negó enérgicamente a dejar el santo hábito: "el hábito de
la Señora" como In llamaba, es símbolo protector de su virginidad (art. 35).
8 Endliches und ewiges Sein. Herder, 1962, v. Ir de las obras completas p. 422.
Citamos por la edición alemana.
9 lb. ed. cit. pp. 421-422.
EDITH STEIN 41
Frente a una vida tan rica y tan enraizada en el ideal espiritual de]
CarmeIo, vida cuyo itinerario, maduración y última consumación se re-
fleja en sus obras, nos parece justificada la tentativa de un estudio deta-
llado de Edith Stein como escritora de espiritualidad y mística carmeli-
tana, así como la valoración crítica del contenido objetivo, místico y
espiritual de toda su producción, excepto los escritos puramente filosó-
rcoeducativos.
En nuestro trabajo estudiamos dos partes principales:
Los escritos espirituales de Edith Stein y los temas fundamentales
de su espiritualidad.
10 Briefe an Hedwig-IVlartius mit einen Essay über Edith Stein, editadas por
Hedwig Conrad-Martius. MUnchen. kosel-Vel'lag, 1963, 7 ss. 17.
42 GERDA BROCKHUSEN
mente, fue requerida más de una vez, empezando pOl' los años inme-
diatamente anteriores a su entrada en el Carmelo, a escribir artículos
para revistas o componer ensayos hagiográficos de carácter más o menos
divulgativos. A esto hay que añadir breves escritos y algunas poesías por
propia iniciativa o compuestas con motivo de alguna celebración dentro
de la vida monástica.
Del examen de todos sus escritos aparece con claridad como Edith
se había entregado al estudio de la espiritualidad carmelitana y a la teo-
logía mística de la Orden, aunque con medios limitados (no hay que
olvidar esto) con el fin de adquirir sobre todo un conocimiento profundo
de la doctrina de Santa Teresa de Avila y de San Juan de la Cruz.
El misterio de Navidad 12
Isabel de H ungl'ía 13
14 Wege Zur inneren SUlle en "Monastsbrief für die Societas Religiosa" fe-
brero 1932, publicado recientemente en Edith Stein, Eine g1'Osse Frau unseres
Jahrhunderts, Herder, Fl'eibul'g, 1962, PP. 84-86.
46 GERDA BROCKHUSEN
EN EL CARMELO DE COLONIA
gran obra Potenz und Akt (Acto y potencia), empezada en 1931 16 • Tene-
'mos los siguientes escritos: Santa Teresa de Jesús (1934), Santa Teresa
Margarita Redi (1934), Expiación mística para la fiesta de san Juan de
la Cruz (escrita probablemente en 1934), La oración de la Iglesia (1936),
Ser finito y ser etemo (191'36), M. Catalina Esse1' (1938) y Sancta Discretio
(1938). Hay que añadir además la relación autobiográfica Mi entrada en
el Cm'melo 17, y una compilación del oficio y de la misa en honor de
María Reginal Pacis 18, titular del Monasterio e Iglesia del primer Carme-
lo de Colonia 19.
16 Acerca de las relaciones entre Potenz u.nd Alct y Endluches und ewiges Sein
cf. la edición alemana v. 2 de las obras de Edith Stein, p. 487-496. El manus-
crito de Potenz und Akt que no fue illcluido en las obras completas -puesto
que se trata de un estudio preliminar- abarca VII + 437 páginas en 4.° y se
encuentra en el "Husserl-Archiv".
17 Wi ich in den Karmel Kam. Fue incluida en la 5-7 edición alemana de
la biografia de M. Teresia Renata de Spiritu Sancto, o. c.
18 Como fuente había usado el Dlfice et Messe de Notre Dame de Paix, con-
cédes par la S. C. des Rites á la C'ongregation des Sacrés-Coeurs et de L'ado-
ration perpétuelle, rescrit du 9 dic. 1911. Paris, Maison-Mére, 35 rue de Pic-
pus, 1912.
19 Habiendo sido destruido el "segundo" Carmelo de Colonia en un bombar-
deo, las carmelitas de Colonia residen actualmente en el antiguo monasterio.
20 Este titulo elegido por Edith, fue cambiado en la edición alemana por el
de Teresia von Avila. Konstanz-Freiburg, Kanisinsverlag, 1952. La tercera edi-
ción es del año 1959; citamos por ella. Notamos de paso que en 1935 pUblicó
Eine Meisterin der Erziehungs-und Bildungsarbeit: Teresia v. Jesus en Kath.
Frauenbildung im deutschen Volk, 48 (1935).
48 GERDA BROCKHUSEN
Expiación mística 22
La oración de la Iglesia 23
23 Das Gebet del' Kil'che publicado por primera vez en Ich lebe und ihr lebt.
Paderborn Bonifatiusverein 1936. Nueva edición en "Erbe und Auftrag" 38
(1962) Y en "Schnell und Steiner", München-Zürich, 1962. En 1965 lo editó tam-
bién el Carmelo de Colonia.
4
50 GERDA BROCKHUSEN
Sancta Discl'etio 30
Noche oscura, de la Llama de amor viva y del Cántico 34; así como la
poesía La caJ'melita de Isabel de la Trinidad 35 y algunas estrofas breves
compuestas por encargo de sus hermanas de religion.
que sin embargo encierra una riqueza interior, a la que tan sólo es pa-
sible hacer referencia en una breve semblanza» (Introducción).
El capítulo primero, Belén, se inicia con el «acontecimiento decisivo
de la vida de la Hermana Marie-Aimée», es decir cuando la niña de
cuatro años se retiraba para invocar en recogida meditación interior el
nombre del «Altísimo», y cuando extasiada por el resplandor «de la
unidad de Dios en tres personas» se le apareció Cristo en lo profundo
del cielo, anunciándole su elección como esposa 38.
Este suceso, que como subraya Edith no era cosa de un «sueño pro-
vocado por una imaginación viva», creó una relación de amistad Ínti-
ma entre la niña y Jesús, amistad que la sostuvo en medio de tantos
dolores e hizo que encontrase en El la única felicidad; Jesús era como
se lee en el capítulo segundo, Naza1'eth, «vida de su vida, la realidad
más verdadera que conocía»; frase que refleja también maravillosamen-
te el estado interior de Edith misma.
En páginas sucesivas describe a la adolescente durante su larga, an-
gustiosa espera hasta entrar en el Carmelo, para delinear a continua-
ción en el capítulo tercero, El desierto, el retrato de la joven carmelita.
Son breves líneas, pero llenas de expresión dinámica, en las que se acu-
sa de nuevo la sintonía de las dos almas. «Aunque el mundo que ro-
deaba a la joven carmelita no advirtió lo que acaeció en su interior,
escribe Edith, con todo, la irradiación de tal riqueza de gracia no podía
permanecer oculta. Todo su ser reflejó la presencia divina. Su vida re-
ligiosa estaha orientada por el Espíritu Santo incluso hasta en sus pasos
externos. Inagotable en la caridad fraterna, sobre todo cuando se tra-
taba de inflamar los corazones a mayor amor de Dios, sabía ganar a
todas. Esto no impedía que ya desde el primer año después de su pro-
fesión fuese afligida con grandes pruebas ... Atormentadoras fueron las
noches del alma, períodos de gran oscuridad y abandono. Pero nada
pudo saciar la sed de sufrimiento de la fiel esposa de Cristo. Con su
Señor quería subir todo el camino de la cruz. El fruto de las pruebas
fue una unión cada vez más íntima, una creciente configuración con
Jesús.»
El capítulo cuarto, La obra, está dedicado a los años en que Marie-
Aimée escribió, contra Renan 39, una Vida de Jesús. Principalmente se
evidencia la ayuda sobrenatural que recibió la carmelita de París para
redactar y terminar esta obra. «Aquella introducción de su fiel discípu-
38 Cr. SoeUT MaTie-Aimée de Jésus, réligieuse ca1'1nélite. Carmel de Créteil,
1923, t. 1, p. 9-10: " ... l'Esprit de mon Bieu -Aimée m'eleva dans des l1auteurs
inaccessibles, non une fois, mais plusieurs fois, jusqu'au Tres-Haut, seul Dieu
en trois personnes ... En présence du Pere ... m'apparaissait son Fils ... J'etais
destiné e, moi chétive et frele créature. á devenir l'épouse de mon Seigneur".
39 Vie de Jésus, 1863. La obra prodUjo en Francia y fuera de ella una dolo-
rosa reacción. (Sobre la difusión de la obra, la polémica y las respuestas cató-
licas, cf. Enciclopédia cristológica. Trad. ital. Alba, Edizioni Paoline, 1962, p.
1163-66.)
58 GERDA BROCKHUSEN
40 Die Hochzeit des Lammes. Manuscrito (1939), archivo del Carmelo de Co-
lonia B 21. No publicado. 14-9-1939. Fue leído por la superiora a la comunidad
para la ceremonia de la renovación de los votos.
EDITH STEIN 59
Ave Crux 42
~':,'>}?~ 1°
Escrttos menores
Leemos:
ESTER
La ciencia de la C1'UZ 50
60 Habla de ella no sólo en su obra filosófica Endliches und ewiges Sein, sino
que también la dedica algunas páginas decisivas en La ciencia de la cruz, c. 3,
"el alma en el reino del espíritu y de los espíritus", p. 207-246.
61 Endliches und ewiges Sein, p. 344-345. En la nota treinta y tres leemos:
"a Santa Teresa le interesaba tan sólo describir "el castillo del alma como la
casa de Dios", para esclarecer lo que ella misma había experimentado, a saber:
del mismo modo que el Señor saca al alma de la situación de peligro del mun-
do exterior, de la misma manera la atrae cada vez más hacia sí. hasta poder
finalmente unirse a ella en su propio centro".
62 La ciencia de la cruz, p. 210.
63 lb., p. 201.
64 lb., p. 208.
70 GERDA BROCKHUSEN
76Ib., p. 69.
77 Endlíches und eWiges Sein, p. 58.
78 lb., 407-408.
79 Wege der Gotteserkenntnis, p. 61.
80 " ... preparando el camino que conduce a Dios; de modo que él mismo ha-
bla, me habla a mí (por ejemplo, merced a una "nueva" luz que se enciende
en mi interior leyendo la sagrada Escritura, un libro, escuchando un sermón,
etcétera). Entonces, y por un instante, me elevo (por encima de la fe) al cono-
cimiento experimental de Dios." Wege de?' Gottesel'kenntnis, p. 65.
EDITH STEIN 73 .
rada por la «noche de la fe» y purificada por la noche pasiva del espí-
rito. Al describirla, Edith nos ha dejado una página maravillosa de la
más pura mística carmelitana.
«Esta contemplación ... es algo más puro, tierno, espiritual e interior
que todo el conocimiento que procede de la vida natural del espíritu
y está levantado sobre todo lo temporal constituyendo un verdadero
principio de la vida eterna en nosotros. No se trata tan sólo de aceptar
el mensaje de la fe percibido por los oídos, ni tan sólo de un mero vol-
verse a 'Dios a quien sólo se conoce de oídas, sino de un toque interior de
la divinidad, de un percibir a Dios que tiene fuerza suficiente para des~
ligar el alma de todas las cosas creadas y encumbrarla, sumergiéndola
al mismo tiempo en un amor cuyo objeto se desconoce» 85.
Reflexionando un poco sobre este texto, encontraremos afirmadas en
él todas las propiedades de la «contemplación mística». El alma ha su-
perado toda forma de conocimiento natural y vital del espíritu. Bajo la
acción inmediata y transforman te de Dios ha adquirido una suma finura
y delicadeza, enteramente espiritual e íntima, que la ha elevado por
encima de los restringidos límites humanos de penetrar las verdades eter-
nas. En este estado, que es un verdadero anticipo a cierta participación
de la vida eterna, goza de completa disponibilidad para recibir la irra-
diación de Dios que le permita tomar contacto con el ser divino en una
maravillosa intuición de la verdad primera; y Dios, por su parte, la arro-
pa irresistiblemente en el misterio de su amor infinito, despegándola de
todas las cosas creadas y elevándola a alturas insospechadas donde se
le comunica. Esta «revelación» de 'Dios lan profunda y maravillosamente
eficaz hace que el alma se llene de «vida divina», que «la vida divina
se convierta en suya y que ella sea «en un sentido nuevo y más sublime,
la imagen de Dios trino y uno, por encima de las demás creaturas y de
cuanto ella es por razón de sus estructuras naturales» 86.
Para expresar la sublime riqueza de la actividad mística, Edith siente
el de~eo de recargar el acento sobre la completa pasividad del alma que
es invadida por la misteriosa fuerza de la irrupción divina, que es como
«fuego», como un <<incendio» de su esencia. Dios es amor, amor ardiente,
y de ninguna otra manera podría comunicarse al alma en su infinita
grandeza, ya que ninguna otra cosa, excepto el amor, posee en grado
supremo semejante fuerza unitivo-asimilativa. Por esto concluye Edith:
«y como Dios es amor, de ahí que el apoderarse Dios del alma es infla-
marla en amor conforme a la disposición del espíritu. El amor eterno
es fuego devorador, que consume todo lo terreno y perecedero que halla,
como son los movimientos que despiertan en el alma las creaturas. En
tanto que el alma anda tras las criaturas, está esquivando el amor de
en la esencia divina, que la deja como divinizada» 110, de tal modo que
se convierte en imagen de la santísima Trinidad y participa del inter-
cambio de amor de la donación trinitaria que se realiza en ella:
«El contemplativo tiene experiencia del misterio de la inhabitación
divina en su alma. Lo que quiere decir: la vida divina que anima el
alma es la misma vida de la Trinidad, puesto que el alma donándose a
sí misma por amor del Dios trino, se entrega a la voluntad paterna de
Dios que, en cierto modo, engendra de nuevo en él al Hijo divino; el
alma se une además al Hijo con el deseo de adentrarse en El, para que
el Padre contemple en él a su Hijo querido Ill, por último el alma se abis-
ma en el Espíritu Santo transformándose de esta forma en efusión de
amor divino» 112.
A este fin se orienta toda la vida espiritual, afirma Edith; fin que
se alcanza plenamente tan sólo por el amor y don total de sí mismo, par-
ticipando del mismo amor y don mutuo que constituye la vida intratri-
nitaría. «Amar es entregarse uno mismo a un «tú», es sinónimo de la ex-
presión: me entrego totalmente a un «tú»; soy uno en mi «tú», o tam-
bién sinónimo de la fórmula «nosotros somos». En el plano de existencia
divina esto implica «una caridad intercambiable, perfectamente libre,
independiente de todo lo creado, inmutable y eterna con las tres perso-
nas divinas» 113.
Pero la acción divina, que penetra lo más profundo del alma median-
te la gracia, manifestándose con una fuerza inconfundible y transforman-
te, le otorga el conocimiento contemplativo y la experiencia afectiva de
este secreto misterio. La lleva por medio del amor y de la caridad a una
más grande unión como tan sólo la hubiera podido producir la contem-
plación. Así como en la vida intratinitraria el acento recae sobre la cari-
dad, del mismo modo en los grados más elevados de la mística el alma
percibe a Dios por medio de la caridad como a riqueza propia del ser
eterno e increado. La misma estructura del alma exige esta preminencia
de la actividad amorosa.
VIDA EN CRISTO
Mística de la C1'ttZ