La Fuerza Aerea en Malvinas Cap0 6
La Fuerza Aerea en Malvinas Cap0 6
La Fuerza Aerea en Malvinas Cap0 6
en Malvinas
Comisión Batalla Aérea por Nuestras Islas Malvinas - BANIM
La Fuerza Aérea
en Malvinas
Ministerio de Defensa
© 2023 Fuerza Aérea Argentina – Secretaría General del EMGFAA
Comodoro Pedro Zanni 250
C1104AXF - CABA
205 Glosario
219 Índice General
223 Fe de erratas de la edición impresa
Palabras del titular de la Fuerza Aérea Argentina,
Brigadier General D. Xavier Julián Isaac
En mi carácter de Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, es un honor
presentar el trabajo final de la comisión BANIM, La Fuerza Aérea en Malvinas, luego de
casi cinco años de ardua labor.
Aunque el secreto que pesa del lado británico otorga a algunos datos un carácter inconcluso,
solo será cuestión de tiempo para que salga a la luz la verdad sobre lo aquí expresado.
No obstante, contamos aún hoy con la presencia viva y palpitante de muchos de los prota-
gonistas de las acciones bélicas en el Atlántico Sur que han logrado, a través de esta obra,
transmitir sus experiencias.
Si bien este escrito no está dirigido a un público específico, indudablemente el personal
de la Fuerza Aérea Argentina encontrará para sí gran cantidad de ejemplos a seguir que
dejarán en las generaciones presentes y futuras la marca indeleble de experiencias comunes
del quehacer diario, pero que, efectuadas en el fragor del conflicto, le permitieron a la
Institución llegar a su madurez operativa, dejando impresa una cultura organizacional
exclusiva y particular, reconocida por todo el mundo.
Los jóvenes podrán observar que quienes fueron al combate eran semejantes a ellos, porta-
dores de los mismos sueños y anhelos, pero cargados de emociones tan poderosas que les
permitieron realizar hazañas que han quedado grabadas en los anales de la aviación militar.
Más allá del resultado geopolítico de la contienda, la Fuerza Aérea intenta de esta manera
transmitir a sus integrantes de hoy, y de siempre, el espíritu de aquellos héroes que supieron
dar todo sin pedir nada, en una gesta épica y caballeresca.
Finalmente, espero que estas páginas contribuyan a la formación de una sociedad más
generosa en la entrega al bien común; es mi anhelo que esta obra impulse a los miembros
de la Fuerza Aérea a dar lo mejor de sí en el servicio a la Patria y, en definitiva, que inspire
a nuestros compatriotas en la honorable tarea de ser argentinos.
Prólogo
La sexta Comisión Redactora de la Batalla Aérea por Nuestras Islas Malvinas (BANIM)
comenzó a trabajar en 2017, por resolución del jefe del Estado Mayor General de la Fuerza
Aérea, con treinta y cuatro integrantes, en su mayoría Veteranos de Guerra, y otros que, sin
haber participado del conflicto pero comprometidos con esta historia, contribuyeron con
sus reflexiones y conocimientos.
Nuestra tarea consistió en elaborar un relato acabado, lo más completo posible, de la parti-
cipación de la Fuerza Aérea en el conflicto del Atlántico Sur, actualizando la edición ante-
rior con innumerables aportes de información e investigación que con el correr de los años
han surgido a la luz, para develar algunos hechos e incógnitas que permanecieron en las
sombras por más de tres décadas.
Somos conscientes de que aún queda mucho por escribir —no solo por el indefectible
recorte de testimonios, sino también por las dificultades en el rastreo de datos tras 40 años y
por el manto secreto tendido por el oponente sobre algunos acontecimientos—, pero hemos
tratado de describir las acciones más importantes que protagonizó la Fuerza Aérea, con
todos los actores y las especialidades involucradas, sumando nuevas perspectivas.
Durante los primeros días de abril de 1982, cuando todo era incertidumbre acerca del devenir
del conflicto, la Estrategia Nacional asumió que el manejo de la crisis tendría como solución
la vía diplomática. No obstante, se designaron los Comandos Estratégicos Operacionales y
los Comandos Subordinados dependientes de estos en cada Teatro de Operaciones.
El Brigadier Ernesto Horacio Crespo fue designado como Comandante de la Fuerza Aérea
Sur, con la misión de apoyar a las fuerzas de superficie, las que se encontraban en apresto
frente a una eventual acción bélica de Chile. Asimismo, se designó al Brigadier Roberto
Fernando Camblor como Comandante Aéreo de Defensa de la Zona Sur. Muy temprana-
mente ambos entendieron que, mientras la Argentina trataba de resolver el diferendo con las
reglas del manejo de una crisis, para el Reino Unido era un casus belli de difícil vuelta atrás.
Por ello, mancomunadamente, propusieron a sus superiores la creación de una Fuerza
Aérea independiente en el Teatro de Operaciones Sur, con los medios asignados a ambos
Comandos, pero con dependencia del Comandante Aéreo Estratégico. Definida la situación
estratégica, el Brigadier Crespo quedó a cargo de la Fuerza Aérea Sur, como máximo respon-
sable de comandar los medios en la guerra, secundado por el Brigadier Camblor, ambos con
el convencimiento del empleo pleno de los medios de combate en el conflicto.
En una reunión con su Estado Mayor, Crespo explicitó claramente y con firmeza el rol que
nuestra Institución jugaría en el conflicto: «¡La Fuerza Aérea va a pelear!». De ahí en más,
su figura e indudable liderazgo estuvieron presentes en la voluntad de lucha de todos los que
combatimos en el Atlántico Sur. Su perspicacia en el devenir del conflicto permitió que la Fuerza
Aérea se alistara y preparase para enfrentar a un enemigo poderoso como el Reino Unido.
Las páginas de este libro buscan esclarecer el espíritu y el compromiso de los hombres de la
Fuerza Aérea Argentina que, pese a estar en condiciones tremendamente desiguales frente
al adversario, supieron buscar la forma de afectarlo y dañarlo con tácticas hasta entonces
inéditas, que dieron lugar a acciones heroicas y sacrificios notables. Desafiaron el miedo y
la desventaja tecnológica con profesionalismo y con el convencimiento de la causa justa.
Paradójicamente, los que mejor han dado testimonio de este accionar fueron los propios
británicos, a través de innumerables publicaciones y declaraciones donde coinciden en
expresar que, a pesar de contar con las armas más sofisticadas que se conocían hasta
entonces, se sentían vulnerables ante los ataques de la aviación argentina, pues los pilotos
desde el principio dieron acabadas muestras de determinación.
Quisiera expresar mi profundo agradecimiento a todos los integrantes de la Comisión
BANIM por su dedicación y compromiso que, al cabo de estos años, trabajaron en pos
del objetivo de dejar para las futuras generaciones el testimonio de sus protagonistas.
Asimismo, agradezco a todos los Veteranos de Guerra que han aportado testimonios, foto-
grafías, vivencias, que sin duda han enriquecido las páginas de este libro.
Deseo recordar a los integrantes de la Comisión que fueron llamados por Dios antes de
terminar nuestro trabajo; al Brigadier VGM Manuel Augusto Mariel, al Comodoro VGM
Héctor Manuel Rusticcini, al Comodoro VGM Rodolfo Emilio Drigatti y, de manera espe-
cial, al Comodoro VGM Oscar Luis Aranda Durañona, impulsor y motor de esta obra, y
que fue, sin duda, un ejemplo de compromiso para toda la Comisión.
Tras el alejamiento del Comodoro Aranda Durañona de la Dirección de Estudios Históricos,
tanto su sucesor en esa jefatura, el Comodoro Rubén Lunaclick, como el actual director, el
Comodoro Ricardo Ylla, continuaron prestando apoyo incondicional al proyecto de redac-
ción de este libro con el aporte de documentación proveniente del Archivo Histórico y del
Archivo General de la Fuerza Aérea. Mi agradecimiento a todo su personal que estrecha-
mente ha colaborado en la búsqueda de documentos, información y bibliografía que se
han volcado en estas páginas, y en especial al Sr. Horacio Rodríguez, responsable de la
corrección de los contenidos, que me ha acompañado durante estos años para que la obra
llegue a buen término. Mi reconocimiento, además, al personal de la Revista Aeroespacio
que trabajó en la diagramación y en los archivos de imágenes, como así también al personal
de la Secretaría General de la Fuerza Aérea que dio impulso a esta publicación dentro del
marco de las conmemoraciones por los cuarenta años de nuestro Bautismo de Fuego.
En estas páginas se han plasmado los cuarenta y cinco días de combates en una suerte de
diario de guerra, donde se volcaron en forma exhaustiva no solo las órdenes fragmentarias
de cada vuelo de las diferentes aeronaves que participaron en el conflicto, sino también las
distintas tareas que llevaron adelante nuestros hombres y que incidieron en el esfuerzo de
guerra de la Fuerza Aérea. En ese afán abarcativo, seguramente se haya incurrido en errores
involuntarios, un nombre que falta, un detalle, una acción relevante que no se ha contem-
plado. Confiamos que, de ser así, pueda ser subsanado en el futuro.
La batalla de Malvinas ha significado para los Veteranos de Guerra un antes y un después
en la vida. Todos hemos dejado algo allí. Quienes combatimos nos vimos involucrados en
una guerra cuya legitimidad es hondamente movilizadora. Las islas irredentas siempre han
estado en el ánimo de los argentinos, en el seno de cada familia, en la escuela, en las
estrofas que dicen «tras un manto de neblina, no la hemos de olvidar». Los responsables
de la guerra deberán afrontar el juicio de Dios y de la Historia. Pero una vez lanzada la
contienda, los hombres de la Fuerza Aérea no renunciaron a su compromiso con su Patria
y su comunidad. Cincuenta y cinco héroes quedaron allí.
Transcurrieron cuatro décadas desde aquel histórico 1 de mayo de 1982, cuando los
hombres de la Fuerza Aérea Argentina recibieron su «bautismo de fuego» en defensa de la
Patria. Durante esos años, numerosos autores trataron de explicar el enfrentamiento entre
la República Argentina y el Reino Unido. Estas dos naciones occidentales con más motivos
de aproximación que de confrontación, separadas por 12.000 kilómetros de océano, enta-
blaron una batalla sin cuartel.
Durante 150 años, el diferendo entre ambos países se había dirimido con argumentos histó-
ricos y jurídicos por la vía diplomática, al mismo tiempo que sus gobiernos y pueblos
mantenían un fructífero intercambio comercial, social y cultural. Incluso, en los diez años
previos al hecho bélico, las partes habían evidenciado con obras e iniciativas concretas la
decidida voluntad de encontrar una solución pacífica a la disputa.
Sin embargo, pese a los presagios de la lógica, en 1982 las aguas del Atlántico Sur y las
turberas malvinenses se mancharon con la sangre de jóvenes argentinos y británicos.
La brevedad y la violencia de los combates, así como el coraje empeñado y el respeto a
ultranza de los códigos del derecho bélico, llamaron la atención de estrategas e investiga-
dores del mundo. «Guerra inaudita» la denominaron algunos; «la última guerra limpia de
la historia», otros. Los epítetos y rótulos revelan que la mayoría de los autores escribieron
motivados más por la emoción que por la evaluación meditada de los sucesos. En los textos
producidos por los estudiosos vernáculos (civiles y militares) influyó, también, la situación
político-institucional que vivían las Fuerzas Armadas argentinas en ese particular momento
histórico. Intereses de tipo ideológico, político o sectorial, incluso de los mismos comba-
tientes, indujeron a perder la objetividad, sobrestimar aciertos, disimular errores y, así,
reivindicar los logros y atribuir a otros la responsabilidad de los fracasos.
Por otra parte, autores aferrados a posturas antimilitaristas enfatizaron los aspectos negativos
del conflicto —como las privaciones padecidas por los soldados conscriptos— al tiempo
que ocultaban las acciones positivas realizadas por las Fuerzas Armadas y de Seguridad en
el mayor compromiso asumido en el siglo xx para defender la soberanía nacional.
La Fuerza Aérea Argentina, la más joven de las tres instituciones armadas, ejerció un lide-
razgo con responsabilidad desde el comienzo de las acciones y dio claras muestras de ser
combativa hasta en las más marginales de las condiciones, concentrándose en una guerra
que no había planificado.
Finalizada la batalla, y conmovida por la decisión con que sus hombres se lanzaron a la
lucha, la Fuerza Aérea comenzó a escribir la historia para exhumar las difíciles circunstan-
cias vividas, capitalizar la experiencia y rendir debidamente un justiciero homenaje a los
combatientes.
Se creó entonces la Comisión Redactora de la Historia de la Batalla Aérea de las Islas
Malvinas Argentinas1. Para escribir la historia oficial, se reunieron planes, órdenes e
informes escritos durante y después de la guerra. Con el paso del tiempo, la comisión se fue
renovando. La empresa no resultó sencilla. El trabajo se complicó con la natural reticencia
de los actores, renuentes a contar sus experiencias, o a entregar los documentos y testimo-
nios que conservaban como verdaderos trofeos en la intimidad de sus hogares. A causa de
esos obstáculos, recién en 1999, la Dirección de Estudios Históricos, tras haber recibido
los archivos de la comisión conocida como BANIM —Batalla Aérea por Nuestras Islas
Malvinas— consiguió editar los dos volúmenes que conforman el Tomo VI de la colección
«Historia de la Fuerza Aérea Argentina», La Fuerza Aérea en Malvinas.
1
“Directiva del Estado Mayor General 308/83” del 23 de septiembre de 1983, Boletín Aeronáutico Reservado,
N.°2102.
19
La Fuerza Aérea en Malvinas
En el plazo que media entre esa publicación y la presente, se han recibido numerosos
testimonios y libros de origen nacional y extranjero cuya información arroja más luz sobre
los hechos. Por lo cual, la búsqueda de la verdad de los sucesos acaecidos en 1982 fue
percibida por los mandos de la Fuerza Aérea Argentina como una obligación moral con la
historia de la Institución y con los muertos en acción. Y así surgió la orden impartida por el
jefe del Estado Mayor General de editar una nueva versión.
Además de ampliar el panorama sobre las acciones, se constató que en los nuevos textos
subsisten importantes divergencias sobre los informes aportados por el Reino Unido con
relación a las pérdidas reales de personal y de material, siempre minimizadas en compara-
ción con las cifras contabilizadas por los registros argentinos. Esta indefinición es probable
que se aclare cuando el gobierno británico desclasifique su documentación y se tenga
acceso a esa información.
Por tal motivo, en la preparación de esta nueva edición de La Fuerza Aérea en Malvinas
elaborada por la Comisión BANIM se ha dado importancia a incorporar la mayor cantidad
de trabajos de investigación de autores nacionales y extranjeros que aportasen pruebas
creíbles sobre hechos cuestionados.
A partir de los documentos originales recibidos de las gestiones anteriores, se han introdu-
cido las siguientes modificaciones:
• Anulación de las referencias históricas de la usurpación británica y de los subsiguien-
tes reclamos argentinos.
• Abreviación de los sucesos protagonizados por la Fuerza Aérea Argentina y por otros
organismos del Estado que intentaron solucionar el diferendo diplomático con accio-
nes pacíficas, en el período inmediatamente anterior al conflicto (1971-1981).
• Corrección de nombres, fechas y horarios.
• Ordenamiento diario y denominación de las tareas aéreas según la clasificación pres-
cripta en los reglamentos de la Fuerza Aérea Argentina.
• Solo se retuvieron las descripciones de las acciones británicas que contribuyen a com-
prender las operaciones aéreas argentinas.
• Organización y acotación de los contenidos de acuerdo con la responsabilidad prima-
ria de la Institución: ejercer el poder de las armas a través del aeroespacio. Por ese
motivo, las acciones aparecen agrupadas por los comandos encargados de su planifi-
cación y control.
• Inclusión de las bajas británicas declaradas, extraídas de libros y datos oficiales, como
cierre de cada día del conflicto. No obstante, cuando existen diferencias entre esos
registros y los de las fuerzas propias, se citan las fuentes primarias o bibliográficas
utilizadas para dilucidar los hechos.
• Incorporación de un resumen de los sucesos más notables al final de cada capítulo.
Cabe señalar además que el compendio de operaciones de la Fuerza Aérea Argentina
fue extraído de los documentos preservados en la Dirección de Estudios Históricos y en
el Archivo General de nuestra Institución, corroborados a la vez por los veteranos que
actuaron en cada sistema de armas y especialidad.
Por el contrario, debido a que no es posible disponer de la documentación de las unidades
basadas en las islas, la mayoría de los acontecimientos que allí ocurrieron se reconstru-
yeron a partir de la información parcial y testimonios directos de los participantes.
Los únicos casos de documentación completa proveniente de las islas fueron los Diarios
de Guerra de los escuadrones Pucará y VyCA (Vigilancia y Control Aéreo). La actividad
pormenorizada del radar Malvinas —compilada en el diario que logró salir al continente
un día antes de la capitulación— resultó de fundamental importancia para el cruzamiento
de información.
20
Introducción
21
La Fuerza Aérea en Malvinas
22
Introducción
23
La Fuerza Aérea en Malvinas
24
Introducción
25
Primera parte
Hacia el conflicto
Capítulo 1
Apoyo y cooperación
en Malvinas, 1971-1982
Comienzos con Albatross
Desde 1945, la Fuerza Aérea Argentina ejercía la responsabilidad de administrar y conducir
la aviación militar y civil adhiriendo al concepto del Poder Aéreo Integral que sostenía
que, en la paz, la Aeronáutica en su totalidad contribuía a lograr objetivos políticos con
más eficiencia que el más destructor de los bombardeos. Por ese motivo, a partir de 1949,
cuando especialistas de la Fuerza se hicieron cargo del Observatorio Meteorológico de
las islas Orcadas2 y luego, tras la fundación en 1952 del Destacamento Aéreo Militar Río
Gallegos para apoyar la exploración aérea antártica3, la Institución se familiarizó con el
vuelo sobre el Atlántico Sur.
El 16 de diciembre de 1965, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la
Resolución 2065, en la cual se invitaba a los gobiernos de Argentina y del Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda del Norte a encontrar un acuerdo por el diferendo que mantenían
por la soberanía de las islas Malvinas. Sin embargo, al año siguiente, bajo la presidencia del
teniente general Juan Carlos Onganía, la Armada Argentina estudió la ocupación militar
del archipiélago4, y el 2 octubre de 1966, el submarino ARA Santiago del Estero desem-
barcó en secreto una patrulla de comandos anfibios en una playa desierta de la isla Soledad,
a 40 km de Puerto Argentino5. Asimismo, en 1977, el almirante Emilio Eduardo Massera,
comandante en jefe de la Armada Argentina, presentó ante la Junta de Comandantes en Jefe
un nuevo proyecto que no fue aprobado por el presidente Jorge Rafael Videla6.
Mientras tanto, alentada por la resolución de la ONU, la Cancillería argentina acordó con su
par británico un Memorando de Entendimiento, que se firmó el 14 de agosto de 1968 con el
objetivo de «solucionar definitivamente y en forma amistosa la disputa [...] teniendo debida-
mente en cuenta los intereses de la población». En la confección de este acuerdo se empeñó
el entonces embajador de la República Argentina ante el Reino Unido, brigadier (R) Eduardo
Francisco Mc Loughlin, quien ejerció en el cargo entre 1966 y 1970. Pese a la clasificación
«secreto», el documento se filtró a la prensa. La diplomacia se estrelló contra la resistencia
de grupos económicos británicos inversores en las islas que siempre negaron la cesión de la
soberanía, usurpada desde 1833.
Por esa causa, el Memorando se estancó, y el país se vio obligado a postergar los reclamos
y abocarse a ganar la buena voluntad de los isleños o kelpers. Se trató de solucionar la
incomunicación de las islas y satisfacer otras necesidades de los pobladores. Se ofreció
establecer líneas regulares de transporte aéreo y marítimo, y brindar otros servicios esen-
ciales para la vida. Hasta ese momento, la única conexión disponible era el buque RMS
Darwin que, todos los meses, unía Stanley con Montevideo. Cada viaje insumía veinte días
de navegación —ida y vuelta— más diez en el puerto. Un simple elemento que se quisiera
obtener llegaba a manos de los isleños en treinta días como mínimo.
En 1970, el Partido Conservador desplazó al Laborista en el Reino Unido, y la oferta argen-
tina fue vista con otra mirada. A fines de aquel año, con el objetivo de verificar la facti-
bilidad del servicio aéreo y con la decidida participación de la Fuerza Aérea Argentina,
2
“Nueva Comisión para Orcadas”, Revista Nacional de Aeronáutica, N.°2, Buenos Aires, Círculo de Aeronáutica,
febrero 1949, pág. 4.
3
“Creación del Destacamento Aeronáutico Militar Río Gallegos”, Decreto 1010/52, Boletín Aeronáutico Confiden-
cial, N.°66, 25 de junio de 1952, Buenos Aires, Ministerio de Aeronáutica, pág. 201.
4
Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur. Informe Final
(conocido como Informe Rattenbach), Tomo IV, Buenos Aires, Junta Militar, 1982, pág. 636.
5
“El desembarco secreto del 66”, Clarín, 31 de marzo de 1996.
6
Comisión de Análisis..., Informe Rattenbach, op. cit., Tomo I, pág. 168; Tomo IV, pág. 636.
31
La Fuerza Aérea en Malvinas
7
El I Escuadrón de Tareas Especiales tenía asignados tres aviones Grumman HU-16B Albatross (matrículas BS-01
y BS-03 ―ambos trifibios― y el BS-02, anfibio); un Douglas C-47 modificado (TA-05); y dos Douglas HC-47 (TA-06 y
TA-07); más un Otter, un DH 104 Dove y un Cessna C-182.
32
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
El BS-03, en zigzag, se acercaba sin pasarlo y así lo siguió hasta la bahía de Stanley (orien-
tada de este a oeste). Mientras el Beaver acuatizaba, el Albatross hizo un amplio viraje de
360° y, tras sobrevolar la población, entró en final.
A las 09:31, un avión de la Fuerza Aérea Argentina amerizaba por primera vez en las islas
Malvinas. La operadora los guio hasta una boya de amarre anclada cerca del hangar con
rampa, a 1500 metros de la ciudad. Un bote inflable, con dos hombres rana a bordo, se
aproximó para llevar al personal a tierra. Como la maniobra de atraque se demoraba, en el
primer viaje subieron solo los dos médicos. En el segundo, el comandante y el navegador.
El capitán Cano y los dos mecánicos decidieron quedarse para colocar dos cohetes auxi-
liares de despegue (JATO8) y probar los circuitos eléctricos de disparo.
En la oficina del puerto, los tripulantes del BS-03 conocieron a Miriam Booth y a su padre.
Ella era la operadora, y él, electricista jefe de la Falkland Islands Company (FIC) y piloto
del Beaver que guio el acuatizaje. Después, llegó la ambulancia con el enfermo. Se trataba
de Mathew Mc Connan, un descendiente de escoceses nacido en Santa Cruz (Argentina),
que durante quince años había vivido y trabajado en el faro ubicado en la entrada de la bahía
de Stanley. Alcohólico contumaz, padecía una cirrosis hepática crónica, úlcera sangrante de
estómago y nefritis. Le hicieron ocho transfusiones antes de sacarlo del hospital.
Con la colaboración de cuatro policías de la ciudad y del jefe de puerto, la tripulación y
los médicos subieron la camilla a un viejo lanchón y navegaron hasta el BS-03. Soltadas
las amarras del avión, dos embarcaciones apoyaron la maniobra girando alrededor.
El capitán Cano, ahora en función de piloto, navegó hasta el punto de despegue. A la bahía, de
900 metros de ancho por 7000 de largo, debían tomarla cruzada para enfrentar el viento
que soplaba desde los 320° a 65 km/h. Con motor a pleno, la aeronave no se elevó en la
distancia esperada por el exceso de peso (14.300 kg). En la mitad del recorrido, montada
sobre el redan9 del casco y con las alas niveladas, alcanzó los 150 km/h requeridos para
encender los JATO10. Cuando se dispararon, el avión se separó del agua y comenzó el
ascenso. Eran las 12:30.
8
JATO (Jet Assisted Take Off): despegue asistido por reactores.
9
Redan: escalón que tienen los aviones anfibios debajo del casco.
10
Cada JATO otorga un empuje adicional de 1000 libras (455 kg) durante quince segundos. El Albatross usaba
dos para despegar, podía emplear hasta cuatro.
33
La Fuerza Aérea en Malvinas
Dada la gravedad del enfermo, en la mitad del cruce, el comandante le requirió al Comando
una máquina más veloz. Por este motivo, el mayor Martín Álvarez, que realizaba un vuelo
de Líneas Aéreas del Estado (LADE) en el F-27 matrícula TC-46, se dirigió a Comodoro
Rivadavia para trasladarlo a la Capital Federal. Una ambulancia, una enfermera bilingüe,
periodistas y fotógrafos esperaban al BS-03. El TC-46 aterrizó en Comodoro a las 17:30,
despegó a las 18:10 y arribó a Aeroparque a las 21:50. Mc Connan fue internado en el
Hospital Rivadavia. Todo resultó en vano, pues falleció el domingo siguiente. La familia lo
hizo sepultar en el cementerio de La Tablada.
Tercer vuelo
El 11 de agosto de 1971, un grupo de ingenieros civiles y militares del Reino Unido y de
la Argentina se dirigió a las islas para estudiar el terreno donde se construiría una pista.
Despegaron de Comodoro Rivadavia en el Albatross matrícula BS-02, piloteado por los
capitanes Alfredo A. Cano y Ángel G. Toribio. Al regreso, evacuaron a un obrero portuario
que había sufrido un accidente y requería tratamiento quirúrgico especializado. El director
del nosocomio de Stanley lo acompañó hasta el Hospital Británico en Buenos Aires.
11
Ver “Anexo 1”, al final de este capítulo.
34
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
Primera pista
El transporte marítimo con el Darwin entre las islas y Montevideo daba pérdidas significa-
tivas. Al salir de servicio, la FIC lo vendió. Sin otro medio de comunicación, los vuelos con
los Albatross se hicieron rutinarios. Con lo cual, las autoridades argentinas y las británicas
resolvieron dar otro paso hacia la integración prevista en la Declaración Conjunta de 1971.
Se resolvió construir una pista provisoria para aterrizar con ruedas, instalar los servicios
de aeródromo para apoyar la operación de las aeronaves y una agencia para comercializar
los pasajes. La tarea no sería fácil: las características del terreno constituían, de por sí,
un desafío. La superficie era irregular y, además, sus condiciones geomorfológicas (turba
impregnada de humedad) eran las menos apropiadas para cualquier tipo de cimentación.
En septiembre de 1971, se despachó un vuelo con representantes del Ministerio de Relaciones
Exteriores y de la Fuerza Aérea. La comisión debía elegir el emplazamiento de un aeródromo
apto para aeronaves Fokker F-27. Encabezada por el secretario Carlos Rouge, la comitiva
35
La Fuerza Aérea en Malvinas
estaba compuesta por el coronel (R) Luis González Balcarce; el vicecomodoro Alcides A.
Degand Löb; el mayor Carlos F. Bloomer Reeve, exjefe comercial de Líneas Aéreas del Estado
(LADE) Central; el mayor Luis A. Remorino, ingeniero de la Dirección de Infraestructura
que haría el trabajo; y el agregado de la Royal Air Force (RAF) en Buenos Aires.
El aeródromo funcionaría por dos años, hasta que el Reino Unido construyera otro con
pista asfaltada. La obra implicaba hacer acuerdos para que los buques argentinos de
Transportes Navales trasladaran maquinarias, planchas de aluminio —similares a las utili-
zadas en Vietnam— y personal del entonces Grupo I de Mantenimiento de la Fuerza Aérea.
Asimismo, sería necesario obtener autorización para:
• Adquirir, por lo menos, tres viviendas (una de ellas para el personal técnico de Yaci-
mientos Petrolíferos Fiscales) y un local para la oficina de Líneas Aéreas del Estado.
• Instalar dos estaciones de comunicaciones BLU (banda lateral única).
• Llevar desde el continente dos o más vehículos, incluso un camión cisterna.
• Preparar un acceso a la pista.
• Alojar transitoriamente a treinta operarios.
• Compatibilizar los mecanismos contables para la transferencia de fondos.
• Habilitar al oficial de la Fuerza Aérea Argentina a expedir la White Card que habi-
litaba a los kelpers a viajar ida y vuelta de las islas al territorio continental argen-
tino. Emitido en Buenos Aires por la cancillería o en Stanley por su representante,
constituiría un documento para isleños nativos. A ciudadanos de otras nacionalidades,
incluso británicos, se les reconocería el pasaporte correspondiente.
De los sectores inspeccionados, la comisión eligió el próximo a la saliente de un cabo
denominado Hookers Point, a 2 km de Stanley. Esa superficie, con gran esfuerzo técnico,
permitiría construir una pista de 720 metros de largo y 30 de ancho, sin zona de frenado.
Las dimensiones y la orientación condicionarían la operación de los F-27. Sería necesario,
además, abrir un camino para unir el aeropuerto con la ciudad.
36
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
El oficial jefe dependería del director general de Antártida y Malvinas del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto.
Al funcionario le fijaron las responsabilidades que correspondían a las distintas áreas del
Estado nacional involucradas en la acción de relaciones exteriores argentinas destinadas a
captar la buena voluntad de los isleños. En primer lugar ocuparía la jefatura de la agencia
LADE; después tendría a sus órdenes, en distinta relación de dependencia, los organismos
o las empresas estatales de la Argentina continental; es decir, las comisiones particulares y
de turismo, los equipos de trabajo de las reparticiones gubernamentales y de las empresas
que brindasen servicios a los isleños: Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Gas del Estado,
Transportes Navales, Fuerza Aérea Argentina, Secretaría de Correos y Telecomunicaciones,
entre otros. Incluso facilitaría y coordinaría las investigaciones de campo de la Sociedad
Científica Argentina.
Un supervisor de LADE lo asistiría como auxiliar con la función de jefe de base y promotor
de ventas de pasajes desde Stanley a cualquier parte del mundo, mediante conexiones con
otras compañías aéreas; en particular, con Aerolíneas Argentinas. Además, se cubrirían los
cargos de operador de torre de las aeronaves argentinas, y del servicio de comunicaciones
para mantener enlace BLU y de teletipo con las agencias de LADE en el continente.
El gobierno isleño destinó una vivienda para el vicecomodoro, con un pago simbólico de
una moneda de cobre, y cedió un local para LADE, en donde funcionó la estación de radio.
A su vez, les alquilaron casas a los empleados argentinos.
37
La Fuerza Aérea en Malvinas
impresión de que tenía un tamaño normal. Tocar antes, irse largo o afuera de las planchas,
terminaría en una rotura del tren de aterrizaje, pues carecía de banquinas y de zonas de
frenado. Más allá de la chapa de aluminio, todo era turba esponjosa, húmeda y sin consis-
tencia para soportar el peso de una persona. Ese día soplaba un viento cruzado, a 90º de
la pista. De cualquier forma, el vicecomodoro Barcala, al comando del F-27, aterrizó sin
inconvenientes y con los frenos aplicados logró detenerlo poco antes del final.
Al día siguiente, la ceremonia de inauguración comenzó a las 11:00, cuando el T-43
arribó a Malvinas. A bordo viajaban el comandante de Regiones Aéreas, brigadier mayor
Higinio González; el director de Líneas Aéreas del Estado, brigadier Eliseo S. Ruiz; el
jefe I Intereses Aeronáuticos del Estado Mayor General, comodoro Roberto J. Rodríguez;
el director de Infraestructura, comodoro Alfredo R. Cabeza; el jefe de la Región Aérea
Sur, comodoro Ángel M. Zamboni; el jefe del Grupo 1 de Mantenimiento de Infraestructura,
comodoro Oscar A. Stagnaro; el jefe del Departamento de Relaciones Públicas de la
38
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
La pista de aluminio, obra del Grupo 1 de Construcciones en Hookers Point, a 2 km de Puerto Stanley
Gentileza: Com. VGM (R) Spath
Fuerza Aérea, comodoro Evergisto Gómez; el jefe del Departamento Asuntos Civiles del
Estado Mayor General, comodoro Alcides A. Degand Löb; el jefe de Transportes Navales,
capitán de navío Guillermo H. Tello; el director general de Antártida y Malvinas, ministro
Mario Izaguirre; y el director del Departamento de América Latina, ministro Enrique Ros;
entre otros.
La delegación fue recibida por el gobernador británico Ernest Gordon Lewis que, en nombre
de la corona, agradeció el esfuerzo por construir la pista y elogió la acción cumplida con
los anfibios. Luego, el brigadier mayor Higinio González pronunció una alocución repre-
sentando a las autoridades de la Nación. El obispo católico y el reverendo anglicano bendi-
jeron juntos el aeródromo y se descubrió una placa conmemorativa. A continuación, se
inauguró la agencia de Líneas Aéreas del Estado y se dejó constancia de la ceremonia en un
protocolo que sería el primero de los firmados en las islas desde 1833.
A partir de ese momento, el servicio regular con F-27 se realizaría los lunes. Partía de
Comodoro Rivadavia a las 10:00, llegaba a Stanley a las 12:30 y emprendía el regreso
una hora después. El pasaje de cada cruce costaba 9,80 libras o 230 pesos; desde Buenos
Aires hasta Comodoro Rivadavia se viajaba en las aerolíneas comerciales, a 295 pesos por
pasaje. Para trasladarse a Stanley, era necesario poseer el certificado de vacunación inter-
nacional y la autorización del Ministerio de Relaciones Exteriores. Estos requisitos eran
solo para los argentinos y los extranjeros residentes. A los foráneos se les exigía presentar
el pasaporte. Los viajeros debían llevar, como mínimo, cinco libras por día de permanencia.
En Comodoro Rivadavia y en Stanley, el servicio de aduana cumplía las funciones sin
mayores exigencias. En dichos destinos, se llenaban las tarjetas de embarque/desem-
barque redactadas en español y en inglés, donde se consignaban la nacionalidad, el
domicilio y el documento de identidad. Cuando viajaban al territorio continental, los
malvinenses también debían cumplir las disposiciones y obtener la White Card en las
oficinas del representante británico.
39
La Fuerza Aérea en Malvinas
Vista desde la cabina de un F-27 próximo al aterrizaje en Hookers Point - Gentileza: Brig. VGM (R) Bloomer Reeve
Arribo del F-27 matrícula-44; el vicecomodoro César A. De la Colina acompañado del gobernador Gordon Lewis, el edecán
Richard Goss y el jefe de policía Terence Peck - BANIM DEH-FAA
40
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
12
En 1974 un grupo de kelpers visitó la Biblioteca Nacional de Aeronáutica, acompañado por el vicecomodoro
César A. de la Colina. Los isleños estamparon sus firmas en una infografía que, actualmente, se encuentra encua-
drada frente al ingreso a la sala Héroes de Malvinas.
41
La Fuerza Aérea en Malvinas
Fokker F-27 aterrizado en la pista de aluminio de Hookers Point - Gentileza: Brig. VGM (R) Bloomer Reeve
42
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
Planta de combustible instalada por YPF Antares - Gentileza: Brig. VGM (R) Bloomer Reeve
El Beaver había sufrido una plantada de motor. En la emergencia, el piloto se dirigió hacia la
única piedra que sobresalía en las cercanías, donde intentó amerizar. Desafortunadamente,
se posó sobre una alfombra de algas, los pontones se engancharon y el avión capotó.
El piloto falleció ahogado mientras trataba de salir y sobrevivió el acompañante que alcanzó
la saliente rocosa.
El F-27 aterrizó en Malvinas; allí lo esperaba el vicecomodoro Bloomer Reeve, quien le
transmitió a la tripulación la invitación del gobernador a su casa. Autorizado el pernocte,
se alojaron en el hotel Upland Goose. Al anochecer, mientras caminaban hacia la resi-
dencia, recibieron desacostumbradas muestras de afecto de parte de los pobladores.
Al día siguiente, por primera vez el F-27 voló sin escalas desde Malvinas hasta la I Brigada
de El Palomar.
La Fuerza Aérea Argentina instaló un radiofaro omnidireccional de muy alta frecuencia
(VOR, en sus siglas en inglés) para asistir la navegación radioeléctrica de los aviones.
Al mismo tiempo, efectuaba vuelos de evacuación sanitaria y coordinaba el viaje de
becarios al continente. El Grupo 1 de Construcciones destacó veinticinco hombres para
mantener la pista provisoria, tarea que demandó veintiún días.
No todo eran abrazos con los habitantes de las islas. En el verano 1974-1975, el Ministerio
de Bienestar Social fletó el barco griego Regina Prima para realizar cruceros a las Malvinas
y a la Antártida. El contrato estipulaba que la nave no izaría ninguna bandera de cortesía
como se estilaba al llegar a un país extranjero. En el primer viaje, durante la permanencia
en puerto, mientras las bandas de música ejecutaban un concierto en el Town Hall, los estu-
diantes locales visitaron la embarcación.
En el cuarto viaje, el comité de la Falkland Islands Company presionó para que elevasen
la bandera de cortesía británica. Consultado, Relaciones Exteriores rechazó la exigencia
porque la aceptación implicaba modificar lo convenido. A consecuencia, las autoridades
isleñas no autorizaron el descenso de los pasajeros.
En 1975, el Reino Unido adjudicó la construcción de la pista asfaltada a la empresa Johnston
Construction Co. El inicio de la obra suscitó reacciones adversas. Oftalmólogos y pediatras
argentinos viajaron para abordar temas de medicina preventiva. Al no contar con el bene-
plácito del médico local, la reunión se realizó en el domicilio de Cecilia Gooch, enfermera
jubilada, casada con un ingeniero naval residente. De ser necesario, los enfermos eran
evacuados al Hospital Alvear de Comodoro Rivadavia y las religiosas de la comunidad
43
La Fuerza Aérea en Malvinas
Avión anfibio Beaver, perteneciente al Falkland Islands Government Air Services (FIGAS) - Gentileza: Com. (R) Canosa
44
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
Radiofaro VOR instalado por la Fuerza Aérea Argentina en proximidades del aeropuerto de Puerto Stanley
Gentileza: Vcom. VGM (R) Agnoletti
13
UKFIC: organización no gubernamental constituida en Londres para defender los intereses de la FIC.
14
Argie: denominación despectiva que refiere a los argentinos.
15
Lowell S. Gustafson, The Sovereignty Dispute over the Falkland (Malvinas) Islands, Oxford University Press,
1988, pág. 101.
45
La Fuerza Aérea en Malvinas
En Comodoro Rivadavia, Gas del Estado capacitó a un malvinense para que instalase gas
natural en un centenar de casas. Cuando llegó el momento de habilitar las conexiones,
personal jerárquico se trasladó a las islas. A raíz de que el inspector encontró fallas en una
de las viviendas, la radio local difundió la discrepancia entre el operario y la compañía
argentina como si fuese una cuestión de Estado. Ante la renuncia del instalador, el viceco-
modoro le pidió que reconsiderara su conducta en bien de la comunidad. Cuando se creía que
ya no existían impedimentos porque el técnico había aceptado las disculpas, Gas del Estado
exigió que las facturas se pagaran en pesos, en vez de libras malvinenses. Tiempo después,
con la mediación del gobernador, los pobladores tuvieron en sus hogares gas natural.
Propaganda en ocasión de la entrega de un vehículo utilitario por parte de Chrysler Fevre Argentina a LADE para su utilización
en Puerto Stanley - Gentileza: brigadier VGM (R) Bloomer Reeve
46
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
G-II VR-16 de verificación radioeléctrica en el aeropuerto de Puerto Stanley - Gentileza: Vcom. VGM (R) Agnoletti
El 1 de diciembre de 1977, de acuerdo con los convenios de 1971, la empresa contratada por
el Reino Unido terminó la construcción del aeropuerto y de la pista de asfalto de 1250 metros
de longitud en la península de Freycinet, cercana al cabo San Felipe. El primer avión argen-
tino que aterrizó fue el biturbohélice IA-50 G-II de verificación radioeléctrica matrícula
VR-16, comandado por el mayor Juan C. Agnoletti16.
16
Juan Carlos Agnoletti, Crónicas malvinenses, Tomo 1, Buenos Aires, Cadan Editorial, 2010, pág. 43.
17
FIR: Flight Information Region. SAR: Search and Rescue.
47
La Fuerza Aérea en Malvinas
Fokker F-28 en el aeropuerto de Stanley cumpliendo un vuelo regular de LADE - Gentileza: Brig. VGM (R) Bloomer Reeve
de los aviones y, además, por la polución que causaba Transportes Navales. Algunos
opinaban que, de concretarse el traspaso de la soberanía, las Malvinas caerían en el mismo
olvido que Tierra del Fuego y la Patagonia. En poco tiempo, decían, se convertirían en otra
isla de los Estados. También, destacaban la ansiedad que sufrían cuando viajaban al conti-
nente y el vuelo de regreso se demoraba.
Se presentaron, además, dificultades con cargas trasladadas en barcos. Se rechazaron
productos alimenticios por encontrarse en malas condiciones; por ejemplo, cereales con
gorgojos y aceites sin precintos. Al llegar el invierno, se planteó un inconveniente cuando
se constató que el equipo VOR funcionaba con deficiencia. La Comisión Consultiva
requirió una nueva línea de alimentación eléctrica. Al cabo de un mes, se normalizó con la
intervención de técnicos de Comodoro Rivadavia.
Durante el verano, fue incesante el ingreso de turistas y visitantes oficiales, la mayoría britá-
nicos. En las reuniones, un tema obligado era el progreso de las comunicaciones que había
cambiado la vida en las islas. Otro fue la creciente actividad política de un grupo de isleños
que sostenían la idea de mantener la autonomía ante un posible alejamiento del Reino Unido.
El arribo del primer ministro británico agudizó los comentarios y discusiones sobre la sobe-
ranía. Durante la recepción oficial, el funcionario le informó al vicecomodoro Canosa que
se había concedido el terreno solicitado para la casa.
Finalizado el invierno, debido a que la erosión había socavado la base de la pista de
aluminio, un temporal de viento y lluvia voló algunas chapas que cayeron sobre la ruta al
aeropuerto. Los isleños despejaron el camino y le requirieron a la Fuerza Aérea Argentina
que las trasladara de regreso al continente. Con ayuda de maquinarias del gobierno local y
de otras alquiladas a la Falkland Islands Company, un grupo de argentinos acondicionó la
carga para el transporte marítimo. Trabajó durante dos meses y antes de partir, para bene-
plácito de los católicos y de la comunidad, pintó la iglesia de Santa María.
Luego de una visita de Remonta y Veterinaria del Ejército, se coordinó un viaje con alre-
dedor de cincuenta isleños para asistir a la Exposición Rural y para conocer ciudades
argentinas. La organización fue impecable y para la mayoría, su primer viaje al continente.
Al regreso, el grupo probritánico los recibió con carteles que los tildaba de traidores.
Los viajeros respondieron con risas y aplausos.
48
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
49
La Fuerza Aérea en Malvinas
50
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
51
La Fuerza Aérea en Malvinas
18
IATA (International Air Transport Association): promueve seguridad, fiabilidad, confianza y economía en el
transporte aéreo en beneficio de las compañías aerocomerciales.
52
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
nuidad y la oportuna provisión. Finalizado el conflicto armado y una vez agotada la existencia
en el depósito argentino, los malvinenses volvieron a la turba por un largo tiempo, ya que la
provisión desde el Reino Unido elevaba el costo a valores imposibles de afrontar. En la actua-
lidad, se abastecen desde Chile.
La FIC permitía el ingreso de las provisiones solo si sacaba buen rédito. Como dueña
del muelle, cobraba un precio alto por la carga, la descarga, el transporte y el manipuleo.
Al final, por el servicio de atraque, la empresa nacional terminaba pagando más de lo que
recaudaba por las ventas. Como contramedida, se propuso ajustar el valor cargando los
costos que la FIC había impuesto. El precio del cilindro de 45 kg pasó de 7 a 14 libras.
En términos porcentuales, significaba un incremento del 100%.
Gas del Estado no tenía personal propio en Malvinas. La venta y distribución de los envases
fue confiada a Richard Anderson. Sin embargo, los ingenieros de la empresa viajaban a
Stanley con frecuencia. El 2 de abril de 1982, los sorprendió en las islas y, detenidos junto
a otros argentinos, esa noche vivieron las alternativas de la reconquista bajo la vigilancia
armada de los efectivos británicos.
La inversión de YPF en Malvinas fue cuantiosa. Años atrás, había construido una planta
de grandes dimensiones en la bahía adyacente, para realizar el abastecimiento con buques
tanque. El depósito no se habilitó porque las autoridades británicas exigían un muelle espe-
cial para descargar con la máxima garantía evitando la contaminación de las aguas.
De esta forma, fallaba el esfuerzo de YPF mientras que la FIC sacaba provecho ya que,
al no poder bajarlo a granel, el combustible se trasladaba en tambores hasta su muelle. Se
repetía la situación de Gas del Estado. La imposibilidad de utilizar la planta y el alto costo
del transporte llevaron a YPF a limitar la provisión de combustible aeronáutico para los
aviones de LADE, de nafta para los vehículos y de querosén. La FIC retuvo la comerciali-
zación del gasoil para los Land Rover y el fueloil para la usina.
La actividad de los maestros no presentó dificultad. La tarea era desarrollada por un matri-
monio joven de ascendencia escocesa, lo cual facilitaba el contacto con la comunidad
educativa local. Por otro lado, el grado de prejuicio de los niños era menor. El resto de los
colegas no se interesaba ni involucraba en la disputa territorial. Distinto era el vínculo esta-
blecido entre el representante argentino y las autoridades británicas, que había comenzado
a presentar aristas conflictivas.
Las crisis se volvieron diarias y las soluciones más dilatadas. Siempre surgía el objetivo
de hacer constar que ellos eran el gobierno y que impondrían las decisiones conforme con
sus intereses. A su vez, Gilobert debía rechazar las medidas que eludieran los acuerdos, o
que trabasen la acción de los organismos nacionales en Malvinas. Tanto el secretario de
gobierno como el gobernador se reservaban el rol de árbitros.
En este marco, se presentaron conflictos de trascendencia pública cuyo desarrollo era
seguido con atención por la Cancillería. La FIC desautorizaba las pautas establecidas para
el arribo de los barcos de Transportes Navales, desde el horario de toma del muelle hasta el
de descarga. Para acordar, intervenía la Comisión Consultiva. Por supuesto, la FIC siempre
ganaba porque facturaba el tiempo de ocupación del muelle.
Después de la visita del secretario del Foreign Office19, Nicholas Ridley, los ánimos se
caldearon. Miembros del UKFIC pintaron inscripciones en las instalaciones de YPF en
repudio a las negociaciones y a la Argentina. Presentada la queja, las autoridades le restaron
importancia y, dando a entender que no consideraban de interés identificar a los responsa-
bles, dejaron las cosas como estaban. Para forzar una reacción, el vicecomodoro Gilobert
manifestó al secretario de gobierno la sospecha de que el combustible podría haber sido
contaminado y que, por lo tanto, suspendería los vuelos de LADE hasta despejar las dudas.
19
Foreign Office: Ministerio de Relaciones Exteriores británico.
53
La Fuerza Aérea en Malvinas
54
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
sin la concurrencia de argentinos. Gilobert, a punto de aceptar esa condición, visitó a los
miembros más influyentes del UKFIC para invitarlos en forma especial; con sutileza, apeló
a la proverbial caballerosidad británica. El festejo resultó un éxito. La mayoría asistió y
confraternizó con las autoridades. LADE House, en la actualidad, funciona como museo de
guerra y es denominada Britannia House.
A mediados de agosto de 1981, el dueño del tambo local visitó la casa del vicecomodoro.
Manifestó su aflicción porque, como consecuencia de una demora imprevista en la llegada
del barco, muchas granjas se habían quedado sin alimento para sus animales y temían
que en pocos días murieran. Ante la emergencia, Gilobert comunicó a la población que
gestionaría un vuelo para satisfacer las urgencias. Aprobado por la Cancillería, la Fuerza
Aérea Argentina envió un Hercules C-130H. En tres días, pese al desagrado británico, se
solucionó el desabastecimiento. Por primera vez, los malvinenses habían soslayado a los
gobernantes y satisfecho sus necesidades en la oficina de LADE.
En represalia, las autoridades adoptaron conductas obstruccionistas. La más evidente
fue la intransigencia del oficial de aduana al negar el permiso para descargar del C-130H
tres bolsas de papas, que venían de Comodoro Rivadavia, destinadas a los argentinos. Se
amparó en reglamentaciones fitosanitarias: los sacos no podían tocar tierra. La verdadera
razón era reafirmar la autoridad británica. Por fortuna, la mercadería había sido ubicada
detrás de la puerta de ingreso bloqueando la carga restante. El vicecomodoro dispuso que
si las papas no se bajaban, tampoco lo harían los bultos con alimento para el ganado. Como
era sábado por la tarde, la mayoría de la población había concurrido al aeropuerto. Algunos,
con ansiedad, esperaban la mercadería; otros, solo deseaban ver la operación del C-130H.
Todos fueron testigos de la situación.
Gilobert se dirigió a la casa del secretario de gobierno y, para su sorpresa, le dijeron que se
había ausentado y que ignoraban cuándo regresaría. Fue a la residencia del gobernador, que
también se hizo negar con el pretexto de que paseaba por el campo. Transcurrieron un par
de horas y no se revertía la orden de aduana porque no aparecía ninguna autoridad. Mientras
tanto, los presentes miraban con aflicción cómo los alimentos destinados a salvar la vida de
sus animales seguían dentro del avión y con probabilidades de regresar a su origen.
El vicecomodoro recurrió a los vecinos y les confió que solo el secretario Baker o el gober-
nador Hunt podían destrabar la situación. De inmediato, partieron a localizarlos. Media
hora más tarde, se logró la contraorden después de haber recibido una dura reprimenda por
haber apelado al gerente de LADE sin conocimiento del gobierno.
La emisión de la White Card por autoridades argentinas hería el orgullo británico, en espe-
cial a los miembros del UKFIC, que se resistían a concurrir a LADE para tramitarla. Burlar
esta disposición que los sometía al control de los argies significaba un desafío para algunos
isleños. En una oportunidad, Desmond Peck, nativo e integrante del UKFIC, decidió viajar
al Reino Unido gracias a la prosperidad lograda con la venta de baratijas a los turistas.
Al gestionar el pasaje, aseguró que poseía la White Card desde la época del vicecomodoro
Carnelli y que la presentaría antes de subir al avión.
El día de la partida, Peck llegó sobre la hora y los pasajeros ya habían embarcado. Cuando
el jefe de LADE le requirió la White Card, dijo tenerla en la valija despachada —había
especulado con que, en el apuro por despegar, no se la exigirían— y subió al avión en forma
apresurada. Informado, el vicecomodoro abordó la aeronave y, adoptando una actitud
cordial, le recordó que solo podría volar si presentaba ese documento. Se vio obligado a
postergar el viaje hasta que cumpliera con el requisito. El protagonista y la población reac-
cionaron con humor ante el episodio. Además, quedó claro que era difícil eludir el control
y que la exigencia de la White Card debía ser tomada con seriedad.
55
La Fuerza Aérea en Malvinas
20
Testimonio de Haydée Gamen, viuda del vicecomodoro Roberto Manuel Gamen.
21
Instituto Nacional de Aviación Civil.
56
Capítulo 1 | Apoyo y cooperación en Malvinas, 1971-1982
En una segunda misión secreta que tenía por objetivo completar la anterior, Gamen inter-
vino directamente. El 12 de marzo, adujo una enfermedad de la esposa y, con la excusa
de tratarla, viajó a Buenos Aires en un vuelo regular de LADE. Esta misión consistió en
llevarlo de regreso a Malvinas.
El 19 de marzo, el vicecomodoro Gamen se embarcó en un Learjet 35 A fotográfico.
Despegó de Río Gallegos y, sobre Malvinas, el comandante de aeronave simuló tener una
falla en el tren de aterrizaje; efectuó varios pasajes de comprobación sobre la torre de
control del aeropuerto, completando así la tarea fotográfica iniciada en febrero. De regreso,
en Río Gallegos, descendió el personal de fotógrafos y el material utilizado. Entonces,
despegó nuevamente a Malvinas con el vicecomodoro Gamen de pasajero, quien se bajó
en la plataforma de Puerto Stanley con los motores en marcha. De inmediato, el Learjet
regresó a Río Gallegos.
El 22 de marzo, a raíz de las protestas que desató el desembarco de Davidoff en las Georgias,
las oficinas de LADE fueron atacadas. La vida de la familia Gamen como la de los argen-
tinos residentes se complicó. A partir de entonces, estarían vigilados. Días después, cuando
supieron que la Fuerza de Tareas 40 había partido del continente con rumbo a las islas, los
confinaron en la casa, custodiados por kelpers armados, miembros de la Defensa Civil.
Desde el 2 de abril hasta el 1 de mayo, el vicecomodoro Gamen asesoró y cumplió tareas
de reconocimiento de probables sitios de desembarco de la fuerza de tareas británica pilo-
teando el avión Britten Islander22.
22
Aeronave oficial del gobernador británico destinada para vuelos locales en el que en ocasiones se distribuía
correspondencia entre los pobladores del interior de las islas.
57
La Fuerza Aérea en Malvinas
unido al accionar de otros organismos del Estado argentino, pese a las interferencias de la
Falkland Islands Company y del comité UKFIC, se mejoró la calidad de vida de los isleños.
Los ya populares kelpers, que habitaban un conjunto de islas, carecían de ciudadanía y
conformaban una colonia desconocida por los británicos, de la cual solo se enteraron de su
ubicación en el mapa el 2 de abril de 1982.
Lamentablemente, las acciones pacíficas efectuadas con seriedad y en forma positiva para
ambas naciones, con la intención de negociar la soberanía en un plazo prudencial, no fue
debidamente interpretado por los beneficiados.
58
Capítulo 1 | Anexo 1 | Declaración Conjunta de Buenos Aires
Anexo 1
Declaración Conjunta de Buenos Aires del 1 julio de 1971
59
La Fuerza Aérea en Malvinas
El gobierno británico tomará las medidas necesarias para que el equipaje normal de
los residentes en el territorio continental argentino que viajen a las islas Malvinas o
desde estas al territorio continental argentino esté exento de todo pago de derechos e
impuestos.
5. El gobierno argentino tomará las medidas necesarias para que todo residente en las
islas Malvinas que establezca su domicilio en el territorio continental argentino pueda
ingresar, por una sola vez libre de derechos e impuestos, todos sus efectos personales,
del hogar y un automóvil.
Igualmente, el gobierno británico tomará las medidas necesarias para que todo
residente en territorio continental argentino que establezca su domicilio en las islas
Malvinas pueda ingresar, por una sola vez libre de derechos e impuestos, todos sus
efectos personales, del hogar y un automóvil.
6. Los gobiernos argentino y británico facilitarán en el territorio continental argentino
y en las islas Malvinas, respectivamente, el tránsito, la residencia y las tareas de las
personas directamente vinculadas con las medidas prácticas adoptadas para realizar
y promover las comunicaciones y movimiento.
7. El gobierno británico tomará las medidas necesarias para el establecimiento de
un servicio marítimo regular de pasajeros, carga y correspondencia entre las islas
Malvinas y el territorio continental argentino.
8. El gobierno argentino tomará las medidas necesarias para el establecimiento de un
servicio aéreo regular de frecuencia semanal de pasajeros, carga y correspondencia
entre el territorio continental argentino y las islas Malvinas.
9. Mientras no se concluya la construcción del aeródromo de Puerto Stanley, el gobierno
argentino proveerá un servicio aéreo temporario con aviones anfibios entre el terri-
torio continental argentino y las islas Malvinas para pasajeros, carga y correspon-
dencia. Este servicio será examinado periódicamente, a la luz del progreso en la cons-
trucción del aeródromo antes mencionado.
10. Ambos gobiernos cooperarán en la simplificación de las prácticas reglamentarias y la
documentación del transporte marítimo y aéreo, teniendo en cuenta la necesidad de
promover y agilizar las comunicaciones.
11. Con el fin de facilitar el movimiento de personas que hayan nacido en las islas
Malvinas, el gobierno argentino tomará las medidas necesarias para exceptuarlas de
todas las obligaciones de enrolamiento y de servicio militar.
El gobierno británico declarará que en las islas Malvinas no existen obligaciones de
enrolamiento para incorporarse al servicio militar.
12. Ambos gobiernos estudiarán e intercambiarán puntos de vista para facilitar el comercio
y para permitir una mayor fluidez en las transacciones comerciales.
13. Los gobiernos argentino y británico tomarán las medidas necesarias para que las
comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas entre el territorio continental
argentino y las islas Malvinas, en ambas direcciones, sean lo más eficientes y expedi-
tivas posible.
14. Las tarifas para las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas entre el terri-
torio continental argentino y las islas Malvinas en ambas direcciones serán iguales a
las internas del lugar de origen de las comunicaciones.
15. Los sellos de correo de la correspondencia entre el territorio continental argentino
y las islas Malvinas, en cualquiera de las dos direcciones, serán cancelados con un
sello que se refiera a esta declaración conjunta. Las sacas de correspondencia serán
selladas en forma similar.
60
Capítulo 1 | Anexo 1 | Declaración Conjunta de Buenos Aires
16. El gobierno argentino estará dispuesto a cooperar en los campos de la salud, educa-
cional, agrícola y técnico, en respuesta a requerimientos que pudieran formulársele.
El gobierno argentino tomará las medidas necesarias para obtener plazas en escuelas
en territorio continental argentino para los hijos de residentes en las islas Malvinas, y
ofrecerá becas que serán anunciadas periódicamente, y cuyo número se decidirá a la
luz de los requerimientos locales.
Ambos gobiernos continuarán su intercambio de puntos de vista en las materias refe-
ridas en este párrafo.
17. Las conversaciones continuarán a través de los canales diplomáticos habituales, y la
próxima reunión tendrá lugar en Puerto Stanley en 1972.
18. Si cualquiera de los dos gobiernos decidiera dejar sin efecto las medidas referidas prece-
dentemente, deberá anunciar tal decisión al otro gobierno con seis meses de anticipación.
61
Capítulo 2
Camino al 2 de abril
La FAS se empeña a fondo | 30 de mayo 65
65
La Fuerza Aérea en Malvinas
23
Pablo Otero, “Malvinas: el célebre alegato de José M. Ruda”, diario La Prensa, Buenos Aires, 4 de abril de
2017. En 1964, el gobierno de Arturo Illia envío a José M. Ruda como representante ante la ONU para defender la
soberanía argentina sobre las islas Malvinas. Sus argumentos fueron aprobados por unanimidad y se convirtieron
en los cimientos de la histórica Resolución 2065.
24
Juan José Lombardo, Malvinas: errores, anécdotas y reflexiones, publicación interna de la Biblioteca de la
Escuela de Guerra Naval, Armada Argentina, Buenos Aires, 2001, págs. 27 a 29.
25
Clarín, Buenos Aires, 31 de marzo de 1996.
26
Comisión de Análisis..., (Informe Rattenbach), Informe final..., op. cit.
66
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
27
Marcelo Noel Uriona, Tesis: “Los Principios de la Guerra aplicables a las Fuerzas Aeroespaciales”, Buenos
Aires, Escuela Superior de Guerra Aérea, 2017.
67
La Fuerza Aérea en Malvinas
Primero, la posición de la Royal Navy. Un año antes del conflicto de Malvinas, John
Nott había trabajado en una revisión importante para realizar un recorte en gastos de
defensa en la cual yo había estado involucrado. La mayor parte de la reducción había
recaído sobre la Royal Navy y en particular sobre la flota de superficie. El orgullo de la
Royal Navy, el nuevo portaaviones HMS Invincible, iba a ser vendido a Australia; los
buques de asalto Fearless e Intrepid estaban para ser desprogramados del servicio junto
con el cincuenta por ciento de los destructores y fragatas; de estas, un quince por ciento
quedarían en estado no-operacional, formando un escuadrón de reserva. La Royal Navy
nunca aceptó estos recortes y peleó para que esa decisión se revirtiera. Para fin de marzo
de 1982, el punto de no retorno se acercó rápidamente cuando se anunció que algunos
barcos serían vendidos y otros desarmados para chatarra. La invasión [sic] de la Argen-
tina a Malvinas el 2 de abril de repente proporcionó una inigualable e inesperada opor-
tunidad para que la Royal Navy mostrara que podría ayudar a los políticos que estaban
en dificultades a resolver sus problemas. La Royal Navy igual tenía sus reservas sobre
su protagonismo: si la Task Force navegaba hacia el Atlántico Sur y luego se volvía sin
que ocurrieran acciones bélicas, no serviría. Necesariamente debía haber un conflicto
con el Reino Unido para probar su eficacia y que la flota resultara indispensable28. Este
criterio prevaleció en todo tipo de decisiones para resolver cualquier problema, siempre
planteando la solución por la fuerza de las armas. Dejaron para otros la responsabilidad
de encontrar una solución pacífica si la hubiera.
El segundo factor fue la posición política del gobierno y en particular de la primera
ministra, la Sra. Thatcher. En marzo de 1982, las encuestas de opinión pública estaban
mostrando que era espectacularmente impopular; el partido Demócrata en alianza con
los liberales parecía formar una nueva fuerza política. A pesar de las claras indicaciones
que se extendían ya por muchos meses y posteriormente conocido el Informe Franks, el
gobierno perdía territorio británico ante un invasor [sic] extranjero, algo que no ocurría
desde la Segunda Guerra Mundial.
El ministro de Relacionoes Exteriores lord Carrington y otros ministros menores dimi-
tieron. En el gobierno reinaba el desorden. La inmediata respuesta fue despachar la Task
Force, anunciado por la Sra. Thatcher en el histórico debate en la cámara de los Comunes
el 3 de abril. ¿Pero se utilizaría la fuerza o se podría llegar a una solución diplomática?
¿Qué implicaría esa solución? ¿Podría el gobierno sobrevivir luego de una solución
diplomática que eventualmente transfiera el poder a la Argentina? ¿Podría el gobierno de
Argentina aceptar otras opciones?
Casi imperceptiblemente surgió una alianza entre los políticos y la Royal Navy. Ambos
necesitaban el uno del otro. La Royal Navy se propuso convencer a los políticos que
serían útiles en esta controversia. Los políticos querían que les salvara el gobierno29.
Mientras la Royal Navy necesitaba justificar su flota de superficie, el gobierno británico
pasaba por un periodo de impopularidad. Estas son las razones por las que el Reino Unido
decidió escalar el conflicto. En varias ocasiones, Londres había dejado traslucir —con una
visión global de la problemática del reino— la posibilidad de desvincular Malvinas de su
territorio, postura que confrontaba con la firme oposición de los grupos de intereses locales,
la Falkland Islands Company (FIC) y el gobernador Rex Hunt a la cabeza. Estos trabajaban
activamente contra cualquier proyecto que significara un traspaso de soberanía y, a la vez,
veían con desagrado la desactivación de la flota de superficie, la disminución de la acti-
vidad antártica y el prestigio británico de ultramar.
28
Nota del editor: La OTAN tendría una nueva misión: el control de la armada soviética fundamentalmente por el
arma submarina, lo que reduciría la cantidad de unidades de superficie.
29
Clive Ponting, The Right to Know - The Inside Story of the Belgrano Affair, Londres, Sphere Books, 1985, págs.
71 y 72. (Traducción del editor). En julio de 1984, Clive Pointing envió dos documentos, apodados «las joyas de
la corona», al diputado laborista Tam Dalyell sobre el hundimiento del crucero ARA General Belgrano. Afrontó un
juicio por divulgación de información clasificada.
68
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
Solamente debían esperar un acontecimiento que funcionara como disparador del conflicto,
y finalmente llegó: la crisis de las islas Georgias.
30
Oscar Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo Van Der Kooy, Malvinas, la trama secreta, Buenos Aires, Arte
Gráfico Editorial Argentino, 2007, pág. 21.
31
Comisión de Análisis… (Informe Rattenbach), op. cit., fl. 27.
32
Comisión de Análisis… (Informe Rattenbach), op. cit., párrafo 116.
33
Juan José Lombardo, op. cit., pág. 31.
34
“El General Galtieri inicia en Argentina un gobierno firme y riguroso”, diario El País, Madrid, España, edición del
22 de diciembre de 1981.
69
La Fuerza Aérea en Malvinas
Lombardo, el brigadier mayor Sigfrido Plessl, y el general de brigada Julio Ruiz, segundo
comandante dependiente de García.
La comisión elaboró un documento manuscrito de catorce páginas que se denominó Plan
Esquemático para la Captura de Malvinas. Allí se preveía una operación conjunta consis-
tente en un desembarco helitransportado y la toma del aeropuerto que permitiría el aterri-
zaje de los aviones de transporte. El documento asimismo estipulaba un preaviso mínimo
de quince días para la ejecución. En ninguna parte del plan se contemplaba la defensa
posterior en caso de una reacción militar británica.
En la reunión de la Junta Militar del 5 de enero de 1982, la operación se transformó en una
cuestión de Estado que se resolvió llevar a cabo si fracasaban las rondas de negociaciones
previstas en Nueva York, en el marco de las Naciones Unidas, el 26, 27 y 28 de febrero de
1982. A mediados de enero, en ocasión de despedir al vicecomodoro Gilobert, otra vez el
gobernador Hunt le manifestó su inquietud ahora por las actividades del empresario argen-
tino Constantino Davidoff y el grupo de trabajo en las islas Georgias. Agregó que temía que
Galtieri pudiera tentarse de usar la fuerza y enfatizó que los argentinos se equivocaban si
suponían que el Reino Unido no lucharía.
70
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
Operarios desembarcando en Puerto Leith - Fotografía tomada desde el ARA Bahía Buen Suceso por el capitán Héctor O. Caime,
práctico en el Río de la Plata
Mayor General Naval dispuso que el transporte polar Bahía Paraíso fuera al puerto de
Leith y desembarcara al entonces teniente Astiz35 y su grupo de diez hombres36.
El mismo día del incidente de las Georgias, en Puerto Stanley fue atacado por la noche el
local de LADE. El hecho, poco trascendente en sí mismo, muestra que los británicos de
Malvinas seguían atentamente el accionar de Davidoff a 1480 km de distancia. Aquella
operación comercial en un archipiélago tan alejado podía significar que Londres cedía posi-
ciones y que el gobierno argentino fortalecía sus derechos en la zona.
Ni los británicos en Londres ni el gobierno argentino fueron capaces de moderar estas reac-
ciones y controlar la incipiente crisis. Para enfrentar la cuestión de las Georgias se decidió
ocupar Malvinas. De un incidente menor se llegó a una guerra cuyo catalizador había sido
el gobierno de las Falklands.
Rumbo al 2 de abril
Contexto estratégico-militar
Las características del escenario geográfico, la situación meteorológica y la personalidad de
los conductores son los factores a tener en cuenta para entender el ámbito operacional en que
se desarrollarán las acciones aéreas en un conflicto armado. El enfrentamiento resuelto en el
Atlántico Sur en 1982 tuvo como escenario el archipiélago malvinense constituido por dos islas
principales, la Gran Malvina (occidental) de 4532 km2 de superficie y la Soledad (oriental) de
6308 km2. Un centenar de islotes completan el grupo con una superficie total de 11.718 km2.
Las islas Malvinas, ubicadas a 720 km de la Argentina y a 7200 de la isla de Ascensión,
poseen un clima marítimo riguroso, caracterizado por vientos fríos, fuertes y pertinaces;
granizo, nubosidad, escarcha nocturna y frecuentes nieblas. Durante mayo y junio, la
35
El Grupo Alfa comandado por el teniente Astiz tenía la misión de establecer ―de común acuerdo con el Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores― una estación científica en las islas Georgias del Sur, ocupadas por la British
Antarctic Survey, una organización científica del gobierno británico.
36
Juan José Lombardo, op. cit., pág. 56.
71
La Fuerza Aérea en Malvinas
temperatura mínima promedio es de 6 ºC y la máxima de 8 ºC. Los vientos del sur suroeste
y del oeste provocan sensaciones térmicas inferiores a los -10 ºC.
El conflicto del Atlántico Sur fue una confrontación inesperada para ambos países.
Sorpresiva tanto para las fuerzas británicas —dimensionadas y adiestradas para integrar
la OTAN y combatir contra las tropas del Pacto de Varsovia— como para las Fuerzas
Armadas argentinas que, salvo la Armada, nunca habían contemplado la hipótesis, inde-
pendientemente de que la planificación preliminar se realizó en secreto y, por lo tanto, sin
el menor alistamiento previo.
Pese a que la iniciativa de la Operación Rosario37 de recuperación de las islas Malvinas
pertenecía a la Argentina, el Reino Unido dispuso de más tiempo de preparación para un
conflicto bélico, puesto que a partir del 2 de abril ya estaba planificando la recuperación de
las islas, antes de que el Comité Militar (COMIL) planeara cómo iba a defenderlas.
La mayoría de los integrantes de las Fuerzas Armadas argentinas recién el 2 de abril se
enteraron del conflicto que se avecinaba. Y debido a que la conducción superior había
descartado una respuesta armada, solo el 4 de abril, al confirmarse que la fuerza de tareas
británica se preparaba para navegar hacia el sur, comenzaron a poner en servicio el mate-
rial, a obtener el equipamiento indicado para vuelo sobre el agua y a adiestrarse para la
lucha contra blancos navales.
En lo que concierne a inteligencia, hasta el 9 de marzo, cuando el Estado Mayor Conjunto
fue alertado de la operación, no se había iniciado el proceso de información necesario sobre
las capacidades del enemigo. Cuando a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) le
fue ordenado abocarse al tema Malvinas, dejó constancia por escrito de que recién en junio
habría elaborado los Elementos Esenciales de Información (EEI).
En cuanto a la utilización de los medios aéreos, cabe destacar la dificultad que significó,
desde el preciso momento en que se constituyeron los comandos operacionales, las dife-
rencias doctrinarias que afloraron entre los componentes del Poder Militar equipados con
aviones de combate. Discrepancias que tenían raíces muy profundas, que suscitaban recelos
entre fuerzas hermanas que solo deberían cooperar entre sí y que sería el principal obs-
táculo para emplear en forma integrada el Poder Aéreo de la Nación.
En las antípodas de los contrastes institucionales locales, las fuerzas británicas poseían
una vasta experiencia. El comando era responsabilidad exclusiva del almirante de flota
John Fieldhouse, en esos momentos comandante en jefe de la Royal Navy. La conducción
sobresalía por ser conjunta y por la vigencia de relaciones de comando preestablecidas y
aceptadas por la totalidad de las fuerzas terrestres, navales y aéreas.
Respecto a la experiencia en combate, las Fuerzas Armadas argentinas solo disponían de
la relativa enseñanza obtenida en los enfrentamientos internos. En cambio, el Reino Unido
era dueño de una añeja tradición bélica, enriquecida en las tripulaciones más jóvenes con
la participación en ejercicios de operaciones aéreas de gran realismo del tipo Red Flag y
similares. Si a esa capacitación se le suma su disposición permanente para operar en las
severas condiciones climáticas del Atlántico Norte, parecidas a las de Malvinas, se infiere
la neta ventaja con que contaban.
Otro factor que influyó en la configuración del ámbito operacional de las fuerzas enfren-
tadas fue la presencia de un tercero en discordia no neutral. La hipótesis de conflicto que
manejaba la Argentina era la reciente confrontación con Chile por la delimitación del
extremo sur compartido que, en 1978 y 1979, casi los había llevado a la guerra. Por la
tradicional amistad que unía al Reino Unido con Chile, no se descartaba que el país vecino
37
La operación no tenía nombre definido y Rosario fue propuesto al contraalmirante Carlos Büsser por el teniente
coronel Mohamed Seineldín en el buque de transporte de tropas ARA San Antonio, horas antes del desembarco,
recordando a Liniers en la previa al asalto final para recuperar Buenos Aires en agosto de 1806. Ver Carlos
Büsser, Operación Rosario, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1983, pág. 64.
72
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
lo apoyara, como efectivamente ocurrió, aunque haya sido en forma encubierta. Esta apre-
ciación, bien fundamentada según las recientes declaraciones de los comandantes chilenos
de aquella época, impidió que el esfuerzo argentino se centrara en sostener las operaciones
en Malvinas por temor a debilitar la actitud defensiva frente al país trasandino.
Además, aunque esto se supo treinta años después, la colaboración chilena permitió a
la Task Force conocer casi en tiempo real las detecciones de los movimientos aéreos de
algunos aeropuertos argentinos efectuadas por el radar de vigilancia de Punta Arenas.
Asimismo, el gobierno de Chile facilitó la operación desde la isla San Félix, en el Pacífico,
de los aviones británicos de inteligencia electrónica Nimrod que volaban sobre el Atlántico
Sur. Estas aeronaves, debido a la operación limitada en la pista de la isla, debían despegar
con poco combustible; luego aterrizaban y reabastecían en el aeropuerto de Concepción
(Carriel Sur) en horas nocturnas, cuando Carabineros se encargaba de cerrar y proteger el
aeropuerto para que la misión permaneciera velada. El apoyo a la isla San Félix se reali-
zaba desde la isla de Pascua y desde el continente, con aviones C-130 británicos pintados
con insignias de la Fuerza Aérea de Chile —aunque claramente se los individualizaba por
el tubo delantero de reabastecimiento en vuelo— que trasladaban bidones de 50 galones
de combustible para la operación de los Nimrod38. Con este recurso las fuerzas británicas
conocieron el despliegue de comunicaciones y de emisiones radáricas de la Argentina en la
Patagonia y en las islas Malvinas.
38
Sidney Edwards, My Secret Falklands War, Londres, The Book Guild, 2014, pág. 53.
73
La Fuerza Aérea en Malvinas
HMS Endurance anclado en la rada de Puerto Stanley - Gentileza: Brig. VGM (R) Bloomer Reeve
74
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
• Pesca: las aguas en un radio de 200 millas en torno a las islas albergaban una gran
población ictícola; solamente la pescadilla azul podría representar el equivalente al
volumen de entonces de la pesca británica. En proximidades a las islas Georgias se
encontraban enormes existencias de krill (Alemania Federal, Japón y la Unión Sovié-
tica aparecían muy interesadas en la extracción de 75 millones de toneladas anuales
de este pequeño crustáceo, muy rico en proteínas, cuyo rendimiento potencial excedía
el total de la pesca mundial).
• Algas marinas: para la producción de alginatos de gran rendimiento económico.
• Pieles: por la creciente población de focas y morsas en las aguas de las islas Georgias
del Sur.
• Petróleo: las prospecciones estimaban la existencia del hidrocarburo en el mar austral
argentino, confirmando presunciones e informes anteriores.
Si bien es cierto que se mencionaba que la explotación petrolera no sería redituable sin la
cooperación del gobierno argentino, la aseveración refleja la intención británica de explotar
en forma compartida los recursos argentinos en el área, que permitirían la sustentabilidad
de las islas durante el largo plazo que supone una solución al estilo Hong Kong. La difi-
cultad en este rubro radicaba en su explotación comercial. A los elevados costos se unía la
necesidad política de coordinar con la Argentina un status para la búsqueda y prospección
del petróleo en un área que se reivindicaba como propia y que, por tanto, se consideraba
como parte de los recursos naturales argentinos.
El estudio abordaba además problemas como el transporte, el desarrollo de la producción
láctea y hortícola, y la redistribución de tierras, entre otros. Pese a su carácter eminente-
mente técnico, el Informe Shackleton no escapaba a la órbita política. La conclusión, sin
ser explícita, era que no se debía entregar las islas a la Argentina.
En 1977, el canciller laborista David Owen informó a la Cámara de los Comunes que
los gobiernos de ambos países habían convenido negociar el futuro político de las islas
Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur incluyendo la soberanía; como así también,
cooperar económicamente en dichos territorios y en el occidente del Atlántico Sur.
75
La Fuerza Aérea en Malvinas
39
Lowell S. Gustafson, op. cit., pág. 101.
40
Peter J. Beck, The Falkland Islands as an International Problem, New York, Routledge Revivals, 1988.
76
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
Blanco y su asesor, el coronel Luis González Balcarce, seguían de cerca los requerimientos
que recibían. Semanalmente, por vía diplomática, se enviaba a la Cancillería y a la Fuerza
Aérea las novedades sobre la situación, cada vez más conflictiva. En un expediente se
resumieron las acciones de acercamiento comparadas con los réditos. Los resultados eran
magros debido a que los propios beneficiarios las obstaculizaban y no se podía esperar su
adhesión en tanto que no se les ofreciera una ventaja. Desde el punto de vista malvinense,
tal cual estaban planteadas las cosas, tenían todo por perder.
La conclusión despertó tanto interés al canciller Oscar Camilión que citó a Gilobert y escuchó
sus razones. Después de la iniciativa de Capozzolo, por primera vez, se lanzaba la idea de
ofrecer una compensación monetaria que actuara como incentivo y llevara a los kelpers a
revisar su rechazo. Camilión no se mostró entusiasmado, pero dejó entrever que tampoco la
objetaba. Tiempo después, asumió el general Leopoldo Galtieri, y Nicanor Costa Méndez se
hizo cargo de las relaciones exteriores argentinas y se produjo el giro ya descripto.
Mientras tanto, el programa de reducción de naves de superficie de la Royal Navy contem-
plaba radiar de servicio el rompehielos Endurance, de la British Antarctic Survey41 (BAS),
afectado a las Falkland. No obstante, a mediados de diciembre de 1981, a instancias del
Consejo Legislativo de Stanley, el Parlamento abogó por una mayor presencia naval en el
área, con vistas a la proyección antártica.
Los autores de la iniciativa, los más renuentes a negociar la soberanía, formaban el grupo
más recalcitrante de isleños. Ellos y las corporaciones británicas con intereses económicos
en las islas, que temían comprometer sus prebendas, impidieron que la Argentina consoli-
dara sus vínculos con los malvinenses y reclamaron al Reino Unido una protección militar
que disuadiera cualquier acción armada.
Con el reclamo, los integrantes del UKFIC hallaron la mejor excusa para crear grupos de
presión (lobby) en el parlamento británico. Las cámaras, conformadas por parlamentarios
de ideas radicalizadas, la prensa de extrema derecha y el propio almirantazgo se unieron
para evitar la transferencia de soberanía a la Argentina. Con el pretexto de que buscaban
proteger los deseos de la población nativa, coaccionaron al gobierno y a la opinión pública
del Reino Unido. Contaban, además, con la colaboración del gobernador Rex Hunt.
Cronología de la crisis
1979-1981. El empresario Constantino Davidoff, por intermedio de su apoderado Collin
Shap, británico naturalizado argentino, se contactó con la empresa Christian Salvesen
Limited de Edimburgo, arrendataria de la corona británica, para desguazar tres factorías
balleneras en desuso ubicadas en las aldeas de Stromness, Husvik y Leith en la bahía de
Stromness de la isla San Pedro (Georgias).
Los trámites para la aprobación del contrato comenzaron en setiembre de 1979. Tras estu-
dios y tratativas, recién se concretó en diciembre de 1981. Se contaba con la opción de
comprar los equipos y las naves. El valor del contrato alcanzaba los 27 millones de dólares.
Antes de firmar el convenio en Londres, Davidoff viajó a Malvinas y se entrevistó con el
gobernador James Roland Walter Parker. Por su parte, la firma escocesa Salvesen también
notificó la operación al gobernador.
A todo esto, en 1976, la Armada Argentina (ARA) había establecido una base cientí-
fica en las islas Sandwich del Sur. Esta acción solo provocó una tibia reacción británica.
Frente al supuesto desinterés, en agosto de 1981 la Armada previó, de común acuerdo
con el Ministerio de Relaciones Exteriores, una operación similar en las Georgias del Sur,
ocupadas por la British Antarctic Survey. Para ejecutarla, alistó un grupo de tareas de diez
científicos y militares denominado Grupo Alfa.
41
Prospección Antártica Británica, institución nacional del Reino Unido dedicada a la investigación en la Antártida.
77
La Fuerza Aérea en Malvinas
20 de diciembre de 1981. A bordo del rompehielos Almirante Irízar, el Grupo Alfa viajó
a Tierra del Fuego para efectuar adiestramiento en zona fría. Sin ninguna vinculación con
ellos, Davidoff junto con seis personas viajaba también en el Irízar a la isla San Pedro
para reconocer el terreno donde se realizaría el desguace. El empresario regresó a Ushuaia
y desde allí, por vía aérea, a Buenos Aires para gestionar la autorización en la embajada
británica. Transportes Navales le arrendó el buque ARA Bahía Buen Suceso para trasladar
el personal y el material ferroso rescatado.
En el ínterin, el Comité Militar había constituido una Comisión de Trabajo conjunta que
planificaba recuperar las islas Malvinas por la fuerza. Sus integrantes desconocían el viaje
de los operarios de Davidoff y suponían que se evitaría cualquier acción que dificultara la
ejecución de los planes.
2 de febrero de 1982. El gobierno militar ordenó demorar las dos salidas (Grupo Alfa a
las Georgias, y Davidoff a San Pedro) hasta después de la ronda de negociaciones que,
llevadas a cabo en Nueva York el 27 y el 28 de febrero, no arrojaron saldo positivo para la
Argentina. El canciller Costa Méndez publicó una declaración en la que el país se reservaba
el derecho a «elegir libremente el procedimiento que mejor conviniese a sus intereses»42.
9 de marzo de 1982. El Grupo Alfa se embarcó en el transporte ARA Bahía Paraíso que,
afectado a la Campaña Antártica, zarpó hacia las islas Orcadas.
11 de marzo de 1982. Sin un permiso formal del ministro de Relaciones Exteriores
ni de la Junta de Comandantes en Jefe, pero obrando dentro de sus atribuciones por tratarse
de una transacción comercial privada, Transportes Navales autorizó que el Bahía Buen
Suceso trasladara a las Georgias a los cuarenta y un operarios de Davidoff, provistos de la
correspondiente White Card43.
19 de marzo de 1982. El embajador del Reino Unido en Buenos Aires, Anthony Williams,
había recomendado a Davidoff que el buque recalara primero en Grytviken, puerto de
42
Rubén Oscar Moro, La trampa de Malvinas - Historia del conflicto del Atlántico Sur (Parte 1), Buenos Aires,
Edivern, 2005, pág. 93.
43
Ibidem, pág. 94.
78
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
entrada y control designado por el gobierno británico. No obstante, por orden del titular
de Transportes Navales, el capitán del Bahía Buen Suceso fue directamente a Puerto Leith
donde desembarcaron los obreros y técnicos para desmontar una de las estaciones balle-
neras. La decisión no era caprichosa. Si se aceptaba la supervisión británica, implícita-
mente se le reconocía la soberanía.
Tras la llegada, miembros de la British Antarctic Survey, dependientes del gobernador de
Malvinas, denunciaron que la expedición había utilizado buques de la Armada, incluido
militares dentro del contingente, realizado disparos de armas de fuego e izado la bandera
argentina; actos que demostraban una afirmación de los derechos argentinos sobre las
islas. Esta información manejada por la prensa y por el Parlamento del Reino Unido
contribuyó a empeorar la situación y a difundir propaganda que incitaba al descontento
del pueblo británico.
De inmediato, se acusó al gobierno argentino de haber ordenado una acción que constituía
una verdadera amenaza para los habitantes de Malvinas a 800 millas (1480 km) de las
Georgias. El 20 de marzo de 1982, el embajador Anthony Williams presentó formalmente
la queja ante las autoridades argentinas. Afirmó que los incidentes habían sido tomados con
seriedad por su gobierno y, como un ultimátum, amenazó que si los tripulantes no abando-
naban Puerto Leith de inmediato, se tomarían medidas.
Ese mismo día, los mandos nacionales negaron vinculación alguna con Davidoff y su gente,
como así también la presencia de personal militar entre los obreros. La Cancillería sostuvo
que el Bahía Buen Suceso era un buque que, si bien pertenecía a la Armada, a través de
Transportes Navales operaba rentado por una empresa comercial para llevar a cabo una
tarea aprobada por el Reino Unido y que los hechos acontecidos no revestían importancia.
Con el tiempo se comprobó que la imputación, que supuestamente había desencadenado el
conflicto, carecía de sustento. Para empezar, los disparos los habrían efectuado los tripu-
lantes franceses del yate Isatis, de esa bandera. El izamiento del estandarte fue una acción
intrascendente de los operarios civiles, y su negativa a acatar las formalidades respondía a
una orden superior.
El gobierno británico insistió en su postura a pesar de que el carácter reivindicatorio
que le asignaba no se compadecía con el espíritu del acuerdo de comunicación de 1971.
El Artículo 2 estipulaba que los sucesos unilaterales, que hicieran una parte o la otra, no
aportaban ninguna ventaja en los reclamos de soberanía.
21 de marzo de 1982. El Comité Militar ordenó la reactivación del Plan Esquemático
para la Captura de Malvinas realizado por la Comisión de Trabajo que se había entregado
escasos días antes. Ninguno de los buques programados (los ARA Bahía Paraíso, Bahía
Buen Suceso y Almirante Irízar) estaban disponibles, los tres afectados a tareas antárticas.
Debía conformarse un plan alternativo.
El rompehielos Endurance con infantes de marina a bordo zarpó de Stanley rumbo a
Leith, para desalojar a los operarios y para hacer cumplir la intimación del gobernador de
Malvinas de retirarse en veinticuatro horas.
22 de marzo de 1982. La queja de la British Antarctic Survey fue presentada al capitán
del transporte Bahía Buen Suceso dando por sentado que los trabajadores le dependían.
Este replicó que su navío solo cumplía un contrato de flete y, sin más trámites, se dispuso a
zarpar de Leith. Los obreros permanecieron en la isla. Mientras tanto, en Stanley, activistas
forzaron las oficinas de LADE y dañaron las instalaciones. Convocados por el gobernador
Hunt, comenzaron a llegar periodistas extranjeros para cubrir los sucesos.
23 de marzo de 1982. El gobierno británico notificó formalmente que expulsaría a los
obreros y repitió que su presencia era una amenaza para los habitantes de Malvinas.
La actitud argentina, según los británicos, constituía un acto de agresión, sin considerar que
Davidoff había visitado la embajada en varias oportunidades y consultado acerca de los
requisitos para llevar a cabo su proyecto.
79
La Fuerza Aérea en Malvinas
Por su parte, el gobierno nacional apreció que el empleo de los infantes de marina britá-
nicos era una verdadera provocación y que el Reino Unido, probablemente, despacharía
unidades navales para disuadir una escalada militar. El transporte ARA Bahía Paraíso, que
se encontraba en las islas Orcadas, fue desafectado de la Campaña Antártica y enviado a
proteger con el Grupo Alfa a los obreros de Davidoff antes de que llegara el Endurance.
La Argentina se encontró en una encrucijada. Por un lado, si permitía que se desalojara
por la fuerza a los trabajadores sin resistir significaba aceptar la soberanía británica sobre
las islas, según la Doctrina del Estoppel44. Por el otro, si aceptaba la propuesta del gober-
nador Rex Hunt que exigía arbitrariamente el sellado de pasaportes en Grytviken implicaba
renunciar ipso iure a los derechos.
24 de marzo de 1982. En vista de la evolución, el gobierno argentino decidió acelerar los
estudios para recobrar la soberanía de las islas mediante el uso de la fuerza militar. Este
mismo día, desde Montevideo partió en el carguero inglés John Biscoe el relevo de infantes
de marina para la guarnición británica de Malvinas, hecho que duplicaría los efectivos45.
25 de marzo de 1982. El ARA Bahía Paraíso dejó en Leith al Grupo Alfa, una dotación de diez
infantes46, para proteger a los obreros, con elementos y víveres suficientes para permanecer una
larga estadía. El comandante de Operaciones Navales envió dos corbetas (ARA Drummond y
Granville) para interceptar al HMS Endurance en el caso que se hubiera capturado a los civiles.
Una vez dispuesto su cumplimiento, la orden quedó sin efecto por gestión de la misma Armada
ante el COMIL para que la Argentina no sea presentada como país agresor.
A su vez, la Comisión de Trabajo conjunta informaba que la operación militar de recupera-
ción de las islas se podría ejecutar a partir del 1 de abril, gracias al avanzado alistamiento
de la fuerza de tareas con la que se preveía llevar a cabo el asalto47.
26 de marzo de 1982. El transporte logístico RFA Fort Austin en Gibraltar fue el primer
buque que partió hacia el sur para reabastecer al Endurance posicionado en Malvinas.
Un día más tarde, el buque tanque RFA Appleleaf de la flota auxiliar, que pasaba por
Curazao, en las Antillas holandesas del Caribe, fue desviado hacia Gibraltar para embarcar
carga general y también dirigirse al Atlántico Sur para apoyar a los dos buques.
29 de marzo de 1982. En secreto, zarpó desde el Reino Unido un submarino nuclear.
Se comenzó a preparar otro y se alertó a la flotilla de destructores en Gibraltar. El almirante
John Woodward fue designado para organizar la fuerza de tareas48.
30 de marzo de 1982. Un fuerte temporal demoró el avance marítimo de la fuerza de tareas
argentina y postergó un día el desembarco. El desplazamiento naval fue detectado por la
inteligencia británica, no así el despliegue de la Fuerza Aérea49. Ese día, por orden del
Comando Aéreo de Defensa, desplegó un escuadrón de cuatro interceptores M-III/EA con
cinco pilotos y personal técnico a la Base Aérea Militar (BAM) Río Gallegos.
44
Doctrina del Estoppel (anglosajón) o de los actos propios en nuestro Derecho: regla del Derecho que desco-
noce la facultad de afirmar o negar la verdad de ciertos derechos a quien anteriormente hubiera adoptado una
conducta jurídica contraria a sus manifestaciones o actos, respecto de tales hechos o derechos. Una persona,
por medio de una presunción que no admite prueba en contrario queda impedida de rebatir, dentro del proceso,
aquellos hechos que son derivaciones inmediatas de sus declaraciones o bien de sus actos (pues puede quedar
también vinculada a los hechos que implícitamente ha establecido, no ya por sus palabras, sino a través de su
propia conducta).
45
Carlos Alberto Büsser, “La Recuperación de Malvinas”, Boletín del Centro Naval, N.º748, enero-marzo 1987.
46
Juan José Lombardo, op. cit., pág. 56.
47
Carlos Alberto Büsser, “La Recuperación...”, op. cit.
48
Idem.
49
Idem.
80
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
Antecedentes
La organización territorial, previa y posterior al conflicto con Chile, establecía teatros
de operaciones a cargo de un oficial superior de las Fuerzas Armadas. La previsión del
Teatro de Operaciones Sur tenía tres componentes a cargo de oficiales superiores de las
tres fuerzas, en donde la designación del Comandante del Componente Aéreo del Teatro de
Operaciones Sur (CATOS) recaía tradicionalmente en el jefe de la IV Brigada Aérea.
En 1981, en la Secretaría de Planeamiento, el Plan de Inteligencia Estratégica Nacional ya
contemplaba la hipótesis de un conflicto bélico con el Reino Unido, aunque no figuraba
aún en las previsiones del planeamiento militar conjunto. No obstante, hasta ese año, en
forma conjunta, las Fuerzas Armadas argentinas no habían previsto una acción armada para
recuperar las Malvinas50.
A mediados de 1981, el Comité Militar ordenó a los comandos estratégicos operacionales
creados ese año que, ante la eventualidad de que fracasara la mediación que estaba en
curso para solucionar el diferendo limítrofe con Chile, pusieran al día sus correspondientes
planes de campaña.
En líneas generales, la Directiva Estratégica Militar (DEMIL) 1/81 preveía organizar:
• Dos comandos conjuntos de responsabilidad primaria del Ejército:
Comando Conjunto Teatro de Operaciones Oeste
Comando Conjunto Teatro de Operaciones Sur
• Un Área de Seguridad Estratégica Noreste con responsabilidad primaria del Ejército
• Un Área de Seguridad Estratégica Austral con responsabilidad primaria de la Armada
• Dos comandos específicos:
Comando Naval Estratégico con medios de la Armada
Comando Aéreo Estratégico con medios de la Fuerza Aérea
• Dos comandos conjuntos conducidos por la Fuerza Aérea:
Comando Aéreo de Transporte
Comando Aéreo de Defensa subdividido en cuatro Zonas de Defensa Aérea:
Zona de Defensa Aérea Centro
Zona de Defensa Aérea Sur
Zona de Defensa Aérea Noroeste
Zona de Defensa Aérea Noreste
A cada teatro, el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea le asignaba un componente aéreo bajo
la forma de fuerzas aéreas tácticas, denominadas Fuerza Aérea Oeste (FAO) y Fuerza Aérea
Sur (FAS). Asimismo se aclaraba que, hasta lograr una adecuada superioridad aérea, dichas
organizaciones recibirían órdenes del Comando Aéreo Estratégico y, en la medida en que la
ofensiva contra la aviación enemiga tuviera éxito, los medios serían puestos a disposición de
los Comandos de Teatros de Operaciones para brindar el apoyo aéreo a las maniobras terrestres.
En la orientación impartida no se contemplaba, ni remotamente, la posibilidad de tener un
enfrentamiento armado con el Reino Unido por la soberanía de las islas Malvinas.
50
Comisión de Análisis..., (Informe Rattenbach), op. cit., Informe Final, fls. 25 y 26.
81
La Fuerza Aérea en Malvinas
mente la intervención del Estado Mayor Conjunto y de los Estados Mayores de las Fuerzas
Armadas. En su reemplazo se integró una Comisión de Trabajo con personal de absoluta
confianza: el vicealmirante Juan J. Lombardo, el general de división Osvaldo J. García y el
brigadier mayor Sigfrido M. Plessl51.
Cuando el 15 de enero se reunió la Comisión de Trabajo conjunta para la planificación
de la recuperación de Malvinas, solo existían previsiones para el caso Chile. Cada fuerza
nombró a los auxiliares de la Comisión: los comandantes operativos por la Armada
—comandante de la Flota de Mar contraalmirante Walter Allara, comandante de la Aviación
Naval contraalmirante Carlos García Boll y comandante de la Infantería de Marina contra-
almirante Carlos Büsser—, el general de brigada Julio Ruiz por el Ejército y el comodoro
Knud Erik Andreasen por la Fuerza Aérea.
En las notas cursadas ante los comandantes con el esbozo del Plan Esquemático denomi-
nado «para la Captura de Malvinas», el brigadier Lami Dozo requirió que se confeccionara
una Directiva Estratégica Nacional (DENAC 1/82), documento que corresponde redactar
con cada hipótesis de conflicto. Con la DENAC se elabora una Directiva Estratégica Militar
(DEMIL) que se completa con los planes militares que sean necesarios.
La orientación del COMIL indicaba que la operación debía ser sorpresiva e incruenta
pues el propósito exclusivo era negociar la soberanía desde una posición más favorable.
La Comisión de Trabajo sesionó en Puerto Belgrano y completaría el Plan Esquemático de
Campaña tomando como referencia el ya preparado por la Armada con el agregado de las
acciones que ejecutarían el Ejército y la Fuerza Aérea.
El plan contemplaba como fuerzas en oposición solo las existentes en las Malvinas y
preveía la creación temporal de un teatro de operaciones que abarcaría el archipiélago
malvinense y las islas Georgias del Sur. En segundo término, disponía la organización
de un comando conjunto que ejercería la conducción operacional, y una fuerza de tareas
conjunta (Fuerza de Tareas 40, FT-40) como elemento táctico superior que conquistaría
los objetivos insulares en forma simultánea. En la práctica significaba un desembarco heli-
transportado coordinado con un asalto aéreo52; los buques intervinientes serían el ARA
Almirante Irízar, el ARA Bahía Paraíso y el ARA Bahía Buen Suceso. Por último, dejaba
expresamente estipulado que la operación no se ejecutaría antes del 15 de mayo de 1982,
siempre y cuando se mantuviera la sorpresa. El plan no incluía una respuesta militar por
parte del Reino Unido ni tampoco una posible defensa posterior de las islas. Es importante
destacar que en ningún momento el COMIL impuso a los miembros de la Comisión de
Trabajo fecha alguna probable de ejecución del Plan.
En la Comisión de Trabajo se trató el alistamiento de medios y el adiestramiento del
personal, particularmente grave para el Ejército, ya que estaba en proceso de incorporación
de la clase 1963 de soldados conscriptos. Se dio como fecha límite inicial el 9 de julio, pero
fue objetada por la Fuerza Aérea que aconsejaba una fecha posterior a septiembre dado que
la mayoría de los aviones de combate no tenían capacidad ofensiva nocturna.
Después de producida la captura de las islas, quedaría en Malvinas una guarnición de
Ejército de alrededor de 500 hombres. El propósito de este personal no era la defensa
ante un intento de reconquista, sino el mantenimiento del control local y la colaboración
con el gobierno. La Armada y la Fuerza Aérea dejarían un mínimo de personal para tareas
específicas.
A fines de febrero, estuvo lista la DENAC 1/82 y el documento manuscrito de catorce
páginas denominado Plan Esquemático para la Captura de Malvinas.
El 9 de marzo, el COMIL dio intervención al Estado Mayor Conjunto y le ordenó confec-
cionar la DENAC 2/82, ampliando la anterior sin prevención de la reacción militar del
51
Hernán Dobry, “Entrevista al brigadier Lami Dozo”, Revista Perfil, 3 de abril de 2010.
52
“DEMIL 1/82”, Anexo 5, Concepto Estratégico, párrafo 4, 1), págs. 1 a 4. Archivo DEH-FAA.
82
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
83
La Fuerza Aérea en Malvinas
53
“DEMIL 1/82”, Anexo 6. Archivo DEH-FAA.
84
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
54
Plan de Operaciones Azul y Blanco, págs. 2 a 13, Archivo DEH-FAA.
55
Comisión de Análisis..., (Informe Rattenbach), Informe final..., op. cit.
56
Plan de Operaciones Azul y Blanco, última hoja 1-1, ejemplar 01 escrita a máquina en septiembre de 1982,
Archivo DEH-FAA.
57
“Responsabilidades y Competencias de las Fuerzas Armadas Argentinas en Operaciones de Guerra”, en Reso-
lución 1/69 del 31 de enero de 1969. Archivo DEH-FAA - C10/3B.
85
La Fuerza Aérea en Malvinas
58
TOM: Teatro de Operaciones Malvinas. TOAS: Teatro de Operaciones Atlántico Sur.
86
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
tares en posiciones relativas favorables. Se repasaron las tareas del plan de capacidades
vigente, elaborado sobre la hipótesis de conflicto con Chile. El dispositivo previsto para
organizar ese orden de batalla se adaptaba con facilidad para la operación en Malvinas.
Desde los aeródromos patagónicos, los aviones de combate alcanzarían las Malvinas en
el límite del radio de acción. Se confiaba en la aptitud y en la actitud de los pilotos, pero
preocupaba la falta de preparación y de armamento apropiado para enfrentar un adversario
aeronaval capacitado y equipado con tecnología de avanzada.
Se reconocieron deficiencias importantes:
• Reducida autonomía de las aeronaves de dotación.
• Falta de radares de a bordo para exploración aeromarítima.
• Falta de sistemas para reabastecer en vuelo a los Mirage III/EA y a los M-5 Dagger.
• Exigua cantidad de tanques de combustible eyectables.
• Solo dos reabastecedores KC-130 Hercules.
• Falta de equipamiento de autodefensa aire-aire de los IA-58 Pucará.
• Insuficiente armamento de los helicópteros.
• Carencia total de equipos de alarma de detección de radares de vigilancia y de tiro
(RWS59), y de contramedidas para neutralizar la aproximación de misiles antiaéreos.
• Insuficiente longitud de la pista de Stanley y la reducida plataforma de descarga.
• Falta de trajes antiexposición para las tripulaciones.
• Falta de elementos de visión nocturna.
• Falta de armas inteligentes para atacar y neutralizar buques con defensas misilísticas.
Solucionar alguno de estos inconvenientes podría salvar vidas. Así lo entendieron el
comandante de Operaciones Aéreas, brigadier mayor Hellmuth Weber, y el comandante
de Defensa, brigadier mayor Jorge A. Hughes, quienes gestionaron la obtención de los
elementos en una carrera contra el tiempo. Aunque con pocas posibilidades de éxito, fueron
impartidas las instrucciones más críticas. En la hora suprema de la verdad, consciente de
los riesgos y limitaciones, la Fuerza Aérea aceptó el desafío que le imponía el destino, pero
con una salvedad: asumía que el criterio «ocupar para negociar», expuesto en reiteradas
oportunidades por la Junta Militar, sería respetado a rajatabla.
Por esa causa se dio por sentado que, ante la amenaza de una respuesta armada del Reino
Unido, la Argentina haría lo imposible por impedir la confrontación. Y si esta era inevi-
table, el gobierno acordaría un cese del fuego sin llegar a la rendición. La Fuerza Aérea, con
todos los medios disponibles, se fijó como objetivo contribuir con la disuasión y, llegado el
caso, desgastar el poder aeronaval del enemigo para proporcionar tiempo y argumentos a
los responsables de las negociaciones exteriores del país.
En un primer paso, las autoridades del Comando de Operaciones Aéreas decidieron adelantar
el alistamiento. De los asientos de paz de los escuadrones aéreos, solo se consideraban utili-
zables las pistas de Comodoro Rivadavia y de Río Gallegos. Por esa causa, era necesario
desplegar en el litoral patagónico la mayoría de las unidades lo antes posible. Para mantener el
secreto, el despliegue no debía ser antes de la recuperación. Además, por no haberse previsto
en la Comisión de Trabajo, se necesitaba la autorización de la Junta de Comandantes.
Hacía quince años que la Fuerza Aérea acondicionaba aeródromos para operar con los escua-
drones aéreos móviles, en función de las hipótesis de conflicto en el marco regional. Tras suce-
sivas prácticas, se habían estudiado las instalaciones y subsanado las principales deficiencias.
Se tenía relevada la capacidad de alojamiento, racionamiento, sanidad, abastecimiento, depó-
sitos de combustible, facilidades de comunicaciones, infraestructura de transporte, puestos de
comando y la seguridad en cada posible aeródromo de despliegue. El análisis consideraba,
además, las demandas del personal desplegado y las necesidades de la población local para
que no quedase desabastecida ante el incremento repentino de consumo.
59
RWS: Radar Warning System, sistema de alerta radar.
87
La Fuerza Aérea en Malvinas
Cada escuadrón aéreo se había trasladado repetidas veces a los aeródromos patagónicos
y había operado con el personal adecuado para dicha zona, incluido el adiestramiento, el
racionamiento y el hospedaje. Algunos sitios resultaban apropiados para servir de bases de
apoyo a las operaciones en el Atlántico Sur. Solo faltaba la autorización de la Junta Militar
y desplazar la Fuerza Aérea al sur del país. Galtieri no justificó el despliegue, a pesar de
admitir el posible efecto disuasivo. Sostenía, con gran convicción, que no habría guerra.
El Comando de Operaciones Aéreas insistió. Utilizó argumentos relacionados con el marco
regional y la responsabilidad de adoptar medidas preventivas para evitar sorpresas. Agregó
que, si los sorprendía en los asientos de paz, la reacción sería lenta, difícil e ineficaz.
Asimismo, incluyó en la planificación el cien por ciento de los medios de la Fuerza Aérea
y parte de los aviones estatales y privados con las tripulaciones que se requerirían movi-
lizar. El esfuerzo inicial recaería sobre el Comando Aéreo de Transporte, constituido con
elementos de la I Brigada Aérea de El Palomar y reforzado con aeronaves civiles. La Fuerza
Aérea Sur, que tradicionalmente se organizaba en el planeamiento del Marco Regional,
soportaría el peso mayor de las operaciones. A este comando de nivel Táctico Superior se le
asignaron la mayoría de las unidades de combate (aviones y artillería antiaérea) y de apoyo
operativo (comunicaciones, fotografía, vigilancia y control aéreo).
Los Comandos de Material, Regiones Aéreas e Instrucción reunidos conformarían el
Comando Logístico de la Fuerza Aérea que apoyaría con los elementos disponibles y con
aquellos de adquisición cierta a los Comandos Aéreo de Defensa (CAD), Aéreo Estratégico
(CAE), Aéreo de Transporte (CAT) y la Fuerza Aérea Sur (FAS) a implementarse, que ejer-
cería la conducción de los medios aéreos desplegados. Además, si se extendía la hipótesis
de guerra por intervención de Chile, apoyaría a los elementos de la Fuerza Aérea Oeste
(FAO). Con este modo de acción, se trató de no modificar la doctrina sustentada por la
Institución ni incorporar nuevos procedimientos a los practicados en ejercicios operativos
de gabinete y/o en el terreno.
60
VOR: Very High Frequency Omnidirectional Range, radio faro omnidireccional de muy alta frecuencia. Sistema de
radioayuda a la navegación que utilizan las aeronaves para seguir en vuelo una ruta preestablecida.
88
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
La misión se cumplió parcialmente por razones meteorológicas, ya que algunas de las áreas
solicitadas se encontraban cubiertas por nubes que impedían el relevamiento fotográfico.
Los vuelos de febrero fueron:
• 23 de febrero: Paraná-Rosario-Aeroparque-Comodoro Rivadavia-Río Gallegos, vue-
los de navegación y traslado.
• 24 de febrero: Río Gallegos-Malvinas-Río Gallegos, vuelo operativo.
• 25 de febrero: Río Gallegos-Malvinas-Río Gallegos, vuelo operativo.
• 26 de febrero: Río Gallegos-Malvinas-Río Gallegos, vuelo operativo.
Finalizada la misión, se retornó el mismo día a Aeroparque. Total de horas voladas en aero-
fotografía: 10 horas 30 minutos.
La segunda misión se realizó entre el 16 y el 19 de marzo con el Learjet 35 A matrí-
cula T-23. La zona de sobrevuelo designada para la operación aerofotográfica era Puerto
Stanley, el aeródromo y sus alrededores. La tripulación estaba compuesta por: capitán
Narciso Juri, teniente Enrique Felice, suboficial auxiliar Víctor Martinón, cabo principal
Ernesto Guevara y cabo Alejandro López.
El 19 se coordinó un vuelo a las islas con la excusa de transportar al vicecomodoro Roberto
Gamen, representante argentino y jefe de LADE en Malvinas. El día se presentaba con
probables huecos entre las nubes; si se insertaban entre los claros podrían fotografiar
con calidad61. Se trataba del segundo intento hacia Malvinas, ya que el día anterior, el 18,
no se había logrado por mala meteorología. Apenas despegaron abrieron la puerta ventral
del cajón de fotografía que existe en el piso del Learjet 35 A para que el vidrio presurizado
entrara rápidamente en contacto con la temperatura exterior. Así, volando relativamente
bajo, se aproximaron a Malvinas.
En el trayecto fueron detectados por el radar del HMS Endurance que navegaba hacia
las islas Georgias; el operador del buque les solicitaba en inglés que se identificaran. Los
pilotos no respondieron. Solo hicieron contacto de radio con la torre de vuelo de Puerto
Stanley. Realizaron la aproximación a la ciudad habiendo insertado en el navegador iner-
cial las coordenadas de los puntos que sobrevolarían verticalmente.
En la primera corrida aerofotográfica aprovecharon el sol sobre la playa. La automaticidad
del sistema permitió tomar algunas fotos laterales con una cámara de 35 mm. Continuamente
se sucedían llamados de la torre de vuelo de Puerto Stanley que, a veces en inglés y otras
en español, requería que se les informara el motivo del pasaje sobre su vertical. Los
pilotos contestaban que estaban tratando de solucionar un problema con el tren de aterri-
zaje, que tenían indicación del instrumental que no se había trabado en posición «abajo»
sino que había quedado en movimiento y sin traba.
En el tercer viraje de aproximación de la corrida aerofotográfica, ya las preguntas eran más
incisivas y ordenaban descender. Desoyendo todas las indicaciones, se completaron dos
pasadas más; ya llevaban cinco corridas perfectas grabadas en los almacenes peliculares. Pero
la meteorología pronto se tornó desfavorable, la nubosidad iba en aumento entre el avión, la
ciudad y las playas que, luego sabrían los tripulantes, serían los puntos de desembarco.
Dado el tiempo transcurrido, unos 40 minutos en la zona, entendieron que no tenían más
excusas para continuar y que no estaban dadas las condiciones meteorológicas adecuadas
para proseguir. Decidieron abortar la misión e informaron a la torre de vuelo que, al no
poder solucionar la falla del tren, optaban por retornar a Río Gallegos donde iban a contar
con mejores condiciones de seguridad en caso de realizar un aterrizaje de emergencia.
Al regreso, en Río Gallegos, simularon también la misma situación, previendo posibles
escenarios de espionaje chileno. Declararon la emergencia a la torre de vuelo, y esta instruyó
a las aeronaves que tenían previsto decolar que lo hicieran y a las que debían aterrizar que
se apresuraran. El Learjet con el tren de aterrizaje desplegado realizó un pasaje a baja altura
61
Testimonio escrito del suboficial mayor VGM (R) Víctor Martinón a la Comisión BANIM.
89
La Fuerza Aérea en Malvinas
Learjet T-23 del Grupo1 Aerofotográfico - Gentileza: My. VGM (R) Caballero
90
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
91
La Fuerza Aérea en Malvinas
62
Rubén Oscar Palazzi, Puente aéreo a Malvinas, Buenos Aires, Ediciones Aeroespacio, 1997, pág. 17.
63
Rubén Horacio Cabanillas, No apagues la luz cuando te vayas, Buenos Aires, BM Press, 2004, pág. 82.
92
Capítulo 2 | Camino al 2 de abril
ruta prevista. Como navegador volaba el comodoro Roberto Mela que realizaba su último
vuelo antes de su pase a retiro64.
Las operaciones de transporte aéreo se ejecutarían en estrecha coordinación con los medios de
las otras armas. La agrupación naval, Fuerza de Tareas 40 (FT-40) que había zarpado el domingo
28 de marzo, estaba constituida por una unidad de desembarco, un grupo de transporte, un
grupo de escolta y un grupo de tareas especiales (buzos tácticos). A bordo del buque insignia,
el destructor ARA Santísima Trinidad, viajaban el comandante de la fuerza de desembarco,
contraalmirante Walter Allara; el comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, general
Osvaldo García; y el oficial de enlace de la Fuerza Aérea, vicecomodoro Alberto Alegría.
64
Testimonio escrito del brigadier VGM (R) Jorge Martínez a la Comisión BANIM.
93
La Fuerza Aérea en Malvinas
94
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Segunda parte
Abril de 1982
95
La Fuerza Aérea en Malvinas
96
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Capítulo 3
97
La Fuerza Aérea en Malvinas
98
La FAS se empeña a fondo | 30 de mayo 99
65
Rubén Oscar Moro, Historia del Conflicto del Atlántico Sur (La guerra inaudita), Escuela de Guerra Aérea de la
Fuerza Aérea Argentina, N.° 135/136, Buenos Aires, 1985, pág. 59.
66
FIDF, Fuerza de Defensa de las Islas Falkland, en sus siglas en inglés.
99
La Fuerza Aérea en Malvinas
En la mañana del 1 de abril, Gilobert y Gamen evaluaron cómo apoyar el asalto aéreo al
aeropuerto sin involucrar a los empleados de LADE. Cuanto menos personal interviniera,
mayor sería la probabilidad de alcanzar el objetivo. Cuando llegara la ocasión, se aproxi-
marían a la pista, por separado, a pie y a campo traviesa para no ser descubiertos.
Si bien en Stanley la actividad era normal, con oficinas públicas y negocios abiertos, en el
ambiente se sentía una gran tensión. Al mediodía, Danny Borland (el meteorologista del
aeropuerto) invitó a Gilobert y a Gamen a cenar en su casa. Esto significaba un impedi-
mento insalvable para cubrir los 10 km que distaba la pista de aterrizaje y llegar con tiempo
suficiente para el asalto aéreo. Con ese ardid, los británicos retendrían a los jefes argentinos
sin apresarlos; una situación similar viviría el resto de sus compatriotas.
Cerca de las 14:00 de ese 1 de abril, Reinaldo Reid, un anglo-argentino de larga residencia
en la capital malvinense, informó a Gamen que la pista estaba bloqueada con vehículos para
evitar aterrizajes. Solo se encontraba habilitado un pequeño tramo para el avión Britten
Norman Islander, propiedad del gobernador Hunt, que patrullaba el mar adyacente. A las
17:00, la radio informó que la aeronave había constatado la cercanía de la flota argentina
y convocó a los voluntarios de la Falkland Islands Defence Force para ocupar sus puestos.
Según la apreciación de la distancia y la velocidad de desplazamiento de los buques, el
locutor anunció que se preveía que la invasión comenzaría a partir de las 22:00.
Mientras tanto, a las 18:10, empleando palabras en clave como «obstáculos» y «confor-
tablemente alojados», el vicecomodoro Gilobert informaba al comando el estado de la
pista67. Estas circunstancias, sumadas a los inconvenientes sufridos como consecuencia de
la tormenta del día anterior —el oleaje había soltado las amarras de un helicóptero inutili-
zándolo—, obligaron al comandante de la Fuerza de Tareas 40 a redistribuir las tareas y a
modificar la secuencia de la ejecución.
Antes de las 19:00, según las costumbres británicas, Gilobert y Gamen cenaban en la casa
de Borland. La reunión se desarrolló en un clima tenso y de extraña cortesía. Desde una
habitación contigua, como en sordina, se oían las informaciones y órdenes que se transmi-
tían a través de la radio. Los argentinos trataban de interpretar los mensajes, en los que se
utilizaba un inglés deformado, mezcla quizá de cokney o argot londinense y gaélico.
La cena finalizó a las 21:00, y los argentinos se dirigieron a la residencia de Gamen.
Al llegar, la hallaron custodiada por cuatro milicianos armados de la Falkland Islands
Defence Force. Analizaron la situación: la guardia les impedía moverse, la pista se encon-
traba bloqueada, y las tropas estaban desplegadas y en apresto. Persuadidos de la imposibi-
lidad de que se ejecutara el asalto aéreo, desistieron de ir al aeropuerto. A todo esto, policías
y miembros de las fuerzas de defensa recorrían los domicilios de los argentinos residentes.
Los varones mayores de edad fueron internados, bajo vigilancia armada, en el Town Hall.
Por otro lado, desde hacía varios días un grupo de periodistas extranjeros y un repor-
tero gráfico argentino permanecían en el pueblo para cubrir los acontecimientos relacio-
nados con el viaje de Davidoff y los movimientos navales para desalojar a los chatarreros.
Esa noche, los británicos los ubicaron en dependencias de la gobernación.
A partir de las 22:00 del 1 de abril, en los horarios preestablecidos, Gilobert y Gamen
trataron de contactarse por radio con la Fuerza de Tareas 40. Los intentos se repitieron cada
dos horas, hasta que en la madrugada del 2 comenzaron a escuchar el fuego de las armas.
67
“Diario de Guerra del Comando Aéreo Estratégico” del 1 de abril de 1982. Archivo DEH-FAA.
100
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Obstáculos dispersados en la pista de Malvinas el 2 de abril - Gentileza: Archivo G.1 Comunicaciones Escuela
y los vehículos con los efectivos del Regimiento de Infantería 25 que no habían viajado con
la Fuerza de Tareas 40, la Compañía de Ingenieros de Combate 9 y elementos del Comando
de la IX Brigada de Infantería. A las 04:00, comenzó el embarque del personal y del material.
La fase Asalto de la Orden de Operaciones Aries 82 se ponía en marcha.
A las 05:15, el Litro 1 (C-130H matrícula TC-68) despegó de Comodoro Rivadavia rumbo a
Malvinas. En la bodega viajaban los hombres que consolidarían la ocupación: 108 pasajeros
en total que integrarían el Estado Mayor del Componente Aéreo del Teatro de Operaciones
Malvinas (TOM), comandos del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), el Elemento
Control de Transporte Aéreo (ECTA), material para la Terminal Aérea de Cargas (TAC),
personal y material del Grupo 1 de Comunicaciones Escuela (G1CE), y efectivos del Ejército
con dos jeep. El personal de Fuerza Aérea debía hacerse cargo del aeródromo y organizar los
medios de apoyo operativo para dar soporte a la operación de transporte aéreo.
Cerca de las islas, cuando ya amanecía, el TC-68 estableció contacto radial con los buques
de la flota y recibió la orden de no aterrizar. La situación no estaba definida y aún se
combatía en las cercanías del aeropuerto; por lo tanto, orbitó en espera durante dos horas.
A las 07:00 finalizó la conquista del aeródromo. Sin oposición, una sección de la Compa-
ñía C del Regimiento de Infantería 25 que dependía del teniente coronel Mohamed Alí
Seineldín, apoyada por una compañía del Batallón de Infantería de Marina 2, removió los
obstáculos, las máquinas viales y los vehículos volcados que impedían la operación aérea.
A las 07:30 la pista estaba despejada.
A las 08:30 se autorizó el aterrizaje y, como precaución, se abrieron las puertas del avión en vuelo
para que el GOE se apostara con sus armas, ya que sobrevolarían unos mil metros de campo
abierto. El LITRO 1 tocó suelo malvinense a las 08:45. Si bien no hubo resistencia armada,
de acuerdo con las definiciones doctrinarias de la Fuerza Aérea, esta tarea de asalto aéreo con
entrega por aterrizaje fue la primera operación aérea de combate del conflicto Malvinas.
Ni bien la aeronave detuvo su marcha, los 29 comandos del GOE, a órdenes del viceco-
modoro Esteban Luis Correa, descendieron agazapados en dos columnas en posición de
combate rodeando el avión, a fin de protegerlo ante un posible ataque ya que se desconocía
si realmente el aeropuerto estaba liberado. Constatado que no había resistencia enemiga en
el lugar, el jefe del GOE autorizó a descender al resto del pasaje.
101
La Fuerza Aérea en Malvinas
Acontecimientos en la ciudad
Confinados en la residencia argentina durante la noche del 1 al 2 de abril, los vicecomo-
doros Gamen y Gilobert se enteraron del curso que seguían las acciones a través de la radio
de Stanley. Cerca de las 09:00 de la mañana, cuando el fuego se había concentrado sobre
la gobernación, Hunt telefoneó a Gilobert y en tono imperativo le exigió que intercediera
para detener el asalto. Como no tenía forma de contactarse con las tropas argentinas, convi-
nieron en que iría a su despacho para buscar una solución.
Gilobert recorrió los 300 metros que lo separaban de la casa de gobierno enarbolando una
bandera blanca, mientras la infantería argentina continuaba disparando, ajena a las nego-
ciaciones. Desde sus posiciones, los defensores isleños con gestos de alivio lo alentaron
a seguir avanzando. Al llegar, fue recibido por el jefe de los marines, que lo acompañó
ante Hunt y Baker. A su paso, observó que se había quemado documentación y que varias
máquinas cifradoras estaban destruidas en el suelo. Sin mediar palabra, el gobernador le
pidió que se contactase con el comandante de la Fuerza de Tareas y que, en nombre de la
corona, le exigiese el inmediato cese del fuego y el retiro de las tropas. Gilobert sabía que
solo era una fórmula, pero aun así no podía creer lo que estaba escuchando y le recordó
que la desproporción de las fuerzas constituiría una situación insostenible para los britá-
nicos. También, le informó sobre la decisión de no producir bajas y el compromiso de tratar
con respeto al personal militar y civil de las islas.
Los argumentos de Gilobert no convencieron a Hunt, y solo el peso de la realidad lo
persuadió de aceptar la capitulación. Como el asedio sobre la gobernación no disminuía,
decidieron encontrarse con el comandante de las fuerzas de desembarco.
Gilobert y Baker se dirigieron a la estación de radio para transmitir un mensaje al coman-
dante argentino, con la certeza de que la tendría sintonizada al igual que los isleños. Primero,
Gilobert le explicó a la población las medidas que tomarían las autoridades argentinas
y que en ningún momento afectarían sus intereses. Luego, se dirigió al contraalmirante
Carlos A. Büsser y le informó la disposición del gobernador de formalizar la rendición y,
como era necesaria su presencia, lo invitó a encontrarse frente a la iglesia católica de Santa
María para concurrir juntos a la reunión con Hunt.
No se sabía, a ciencia cierta, si Büsser había recibido el mensaje. Durante la espera, llegaron
noticias de que los buques de carga estaban cerca de Stanley y que otro C-130H aterrizaba
en la pista. Minutos más tarde, Büsser se acercó a la iglesia, desarmado y acompañado por
sus ayudantes. Mientras caminaban hacia la casa de gobierno, Gilobert le explicó los deta-
lles de la conversación con Hunt.
102
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Las tropas argentinas dispararon hasta que el contraalmirante ordenó suspender el fuego.
El gobernador le repitió la exigencia del retiro de las tropas. El comandante argentino
le aconsejó deponer las armas. Hunt acató y ordenó al jefe de los marines organizar la
entrega. En ese momento, Büsser le preguntó si podía tener el honor de estrechar su mano
en reconocimiento del desempeño valiente de sus hombres. Hunt, sorprendido, accedió y
le pidió a Gilobert que fueran a socorrer a los heridos. Se dirigieron a la parte posterior de
la casa, donde yacían algunos combatientes argentinos. De inmediato, llevaron al hospital
al capitán de corbeta Pedro E. Giachino, el herido de mayor gravedad, que falleció poco
después y fue la única baja fatal.
Tras el alto del fuego, la confusión fue completa. Desde los cuatro puntos cardinales las
tropas argentinas y las británicas convergían hacia la casa de gobierno sin tener clara la situa-
ción. Agotados, nerviosos, se cruzaban con sus armas cargadas. A media mañana, procedente
del destructor Santísima Trinidad, arribó el helicóptero que trasladaba al general de división
Osvaldo García, al contraalmirante Walter Allara y a los miembros del Estado Mayor.
103
La Fuerza Aérea en Malvinas
68
Testimonio del brigadier Luis Guillermo Castellano, Archivo DEH-FAA. Al regresar, este avión trasladó los restos
del capitán de corbeta Pedro E. Giachino.
69
El 3 de abril al mediodía, aterrizaron en la BAM Malvinas dos aviones S2E Tracker de la Armada. Las aeronaves
ocuparon una parte de la plataforma de aviones del aeródromo dificultando la descarga de los sucesivos vuelos
de C-130 y F-28 que procedían del continente sin solución de continuidad, obligando a descargar parte de los
medios en la calle de rodaje y en las cabeceras de la pista. Este tema escaló directamente a un requerimiento del
brigadier Castellano al comandante de la FAS. El 11 de abril, sin haber efectuado un solo vuelo de exploración que
justificase su despliegue a Malvinas, ambos Tracker regresaron a Espora.
104
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Marines británicos ingresan al C-130 que los llevará al continente - BANIM DEH-FAA
70
Testimonio del brigadier Luis Guillermo Castellano, Archivo DEH-FAA.
71
El avión se mantendría en perfectas condiciones hasta la madrugada del 1 de mayo, cuando una bomba britá-
nica le provocó daños irreparables.
105
La Fuerza Aérea en Malvinas
Las tropas británicas tomadas prisioneras en la recuperación de las islas arribaron al aero-
puerto junto con el exgobernador y su familia. Sin que las autoridades argentinas lo advir-
tieran, Tony Hunt —el hijo— llevaba oculto en su zapato un despacho noticioso de Simon
Winchester, periodista del Sunday Times que se encontraba en Malvinas para cubrir el
incidente con Davidoff.
La responsabilidad de la custodia en vuelo hacia el continente y luego al aeropuerto de
Carrasco, en Uruguay, fue asignada exclusivamente al Grupo de Operaciones Especiales.
En el aeródromo, efectivos de Inteligencia de la Armada sometieron a la familia Hunt a
una revisión exhaustiva de sus pertenencias buscando las claves criptográficas de la Royal
Navy. El exgobernador no olvidó la humillación. Desde ese momento, se convirtió en un
enemigo acérrimo de la Argentina poniéndose al frente de los grupos más radicalizados.
Él, que siempre había sido una persona ecuánime, llegaría a tergiversar la historia con
el propósito de menoscabar la imagen de nuestro país. Hunt y su familia fueron trasla-
dados a Comodoro Rivadavia en un F-28 acompañado por una custodia a cargo del alférez
Guillermo Sorensen.
Los efectivos británicos abordaron el Hercules matrícula TC-68. La seguridad de este
personal estuvo a cargo del teniente Hugo Dante Amaya, el cabo primero Roberto Agüero
y el cabo Manuel Darío Córdoba. El vuelo se hizo sin novedad.
Los aviones despegaron de Puerto Argentino alrededor de las 20:30 con destino a Comodoro
Rivadavia. Una vez arribados todos los prisioneros fueron embarcados en dos colectivos
y trasladados a la cabecera de pista donde abordaron un Boeing 707 de la Fuerza Aérea.
El comandante de aeronave, vicecomodoro Horacio Genolet, les dio la bienvenida a bordo en
perfecto inglés y les comunicó que serían trasladados a la República Oriental del Uruguay.
En todo momento fueron custodiados por el GOE. Alrededor de las tres de la mañana, arri-
baron al aeropuerto de Carrasco, donde los prisioneros fueron entregados a la embajadora
británica en el país vecino, Patricia Hutchinson. Ni la tripulación ni los integrantes de la
custodia bajaron de la aeronave.
Una vez cumplida la misión, la aeronave regresó sin novedad a la I Brigada Aérea de
El Palomar, y los cuatro hombres del Grupo de Operaciones Especiales se incorporaron
a su unidad de origen, la VII Brigada Aérea de Morón. El resto de los hombres del GOE
quedaron en las islas Malvinas.
72
Habían salido de su unidad de origen a las 12:30 del día anterior y hecho escala en Tandil a las 15:35, de donde
volvieron a partir a las 23:00 rumbo a la BAM Río Gallegos.
106
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
2 de abril, la escuadrilla de Pucará llega a Malvinas formando al TC-70 de apoyo - Gentileza: Com. VGM (R) Aranda Durañona
teniente Daniel Jukic y cabo primero Luis Toloza (A-523); y teniente Hernán Calderón y
cabo Antonio Ramos (A-552). Los aviones fueron configurados en versión ECO con dos
tanques de 318 litros en las estaciones alares y un tanque de 1000 litros en la central.
OF s/n. KC-130, matrícula TC-70. Misión: apoyo despliegue de Pucará. Tripulación:
vicecomodoros Luis Litrenta Carracedo, Eduardo Pessana y Roberto Tribiani;
suboficiales mayores (R) Giliberto Salvador y Guillermo Aguirre; suboficiales ayu-
dantes Sergio A. Tulián y Luis F. Sarmiento; suboficial auxiliar Roberto G. Puig;
suboficial principal Roberto Caravaca; y cabo principal Jorge L. Contigiani.
Los cuatro Pucará y el KC-130 despegaron a las 14:00 desde la BAM Río Gallegos.
El Hercules dio apoyo a la navegación. Arribaron a Malvinas a las 16:00, pero el KC-130
no descendió, volvió a Río Gallegos donde aterrizó a las 18:00.
Esta formación de Pucará ganó la distinción de ser la primera escuadrilla de ataque en tocar
suelo malvinense y la primera que integraría la unidad aérea del Componente Aéreo de
Malvinas. El 3 de abril, en el C-130 matrícula TC-68, arribó el resto de las tripulaciones
junto con el personal técnico y el material de despliegue. La escuadrilla Pucará se alistó
entonces para efectuar sus primeras tareas operativas.
107
La Fuerza Aérea en Malvinas
El Escuadrón Pucará operativo en Malvinas desde el 3 de abril - Gentileza: Com. VGM (R) Aranda Durañona
73
John Woodward y Patrick Robinson, One Hundred Days: The Memoirs of the Falklands Battle Group Comman-
der, “Prólogo” de Margaret Thatcher, Glasgow, Harper Collins Publishers, 1992, págs. 11 y 12.
74
Max Hastings y Simon Jenkins, La batalla por las Malvinas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1984, pág. 127.
75
Rubén Oscar Moro, La Guerra Inaudita. Historia del conflicto del Atlántico Sur, Buenos Aires, Edivérn, 2000,
pág. 89.
108
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
76
La isla pertenecía al Reino Unido, pero el aeródromo estaba administrado por los Estados Unidos, bajo la figura
de arriendo.
77
En 1978, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Enmienda Humphrey-Kennedy que regula la ley de asistencia
en el exterior (Foreign Assistance Act) prohibiendo las ventas militares, la ayuda y los préstamos a la Argentina
o el entrenamiento estadounidense de sus efectivos.
78
Comisión de Análisis... (Informe Rattenbach), párrafo 167, inc. C.
109
La Fuerza Aérea en Malvinas
mentar su nivel de vida, reconocer el derecho sobre la propiedad privada y buscar la inte-
gración gradual con los ciudadanos argentinos.
En la mañana del 4 de abril, un Fokker F-28 de la Fuerza Aérea despegó del Aeroparque
Jorge Newbery con el gabinete y el personal civil designado para cumplir tareas de enlace
y de asistencia a los funcionarios. Luego de una escala en Comodoro Rivadavia, a las 15:00
aterrizaron en Malvinas.
Tras el arribo, los funcionarios recibieron la noticia de que Stanley sería rebautizado Gaucho
Rivero. Alarmados, informaron al general Menéndez que los datos históricos no justifi-
caban la denominación, al menos para la localidad más importante de las islas y sede del
gobierno. Inmediatamente, se consultó a la Cancillería y se anuló el proyecto. Se evaluaron
otros posibles nombres, tales como Vernet o Mestiver, pero Relaciones Exteriores optó por
Puerto Argentino, carente de significado y connotaciones sociopolíticas.
Al mediodía, se reunieron en Moody Brook —ex alojamiento de los marines— con el
jefe del Regimiento de Infantería 25, el teniente coronel Mohamed A. Seineldín. Allí,
tomaron conocimiento de que la mayoría de los efectivos de la Armada se habían reple-
gado y que el Batallón de Infantería de Marina 2 (BIM 2) sería reemplazado por el
BIM 5, comandado por el capitán de fragata Carlos H. Robacio. Al anochecer, el como-
doro Bloomer Reeve se alojó en el hotel Upland Goose, y el general Menéndez y sus
ayudantes, en la residencia del gobernador.
79
“Instituciones civiles en MLV...”, La Gaceta Malvinense, N.º59, Año XV, Buenos Aires, marzo de 2016, pág. 32.
110
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Bloqueo británico
El 7 de abril, el Reino Unido anunció públicamente que respondería militarmente con el
envío de una Fuerza de Tareas y que a partir del 12 de abril a las 00:00 (GMT) sería esta-
blecida una zona de exclusión marítima de 200 millas náuticas (370 km) de radio alre-
dedor de las Malvinas, coincidiendo con la llegada del primer submarino nuclear al área.
El 10 de abril, a fin de evitar un enfrentamiento con la flota y para permitir que el secretario
de estado de los Estados Unidos, Alexander Haig, concretara una nueva ronda de conversa-
ciones, el embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos anunció que la
Armada Argentina no rompería el bloqueo. Con esta decisión, el Comité Militar renunciaba
al transporte por modo marítimo para reforzar el territorio insular y asumía el costo de efec-
tuar el despliegue solo con aeronaves.
El 12 de abril, comenzó a regir la amenaza de que serían considerados hostiles y susceptibles
de ser hundidos los buques militares o auxiliares argentinos sorprendidos en la zona de exclu-
sión. El Comando Naval de Tránsito Marítimo designó algunos buques logísticos de Empresa
Líneas Marítimas Argentinas (ELMA) y de compañías privadas que, con gran riesgo, trans-
portaron carga cumpliendo funciones de apoyo entre distintos puertos de las islas.
Pese al riesgo de ser hundidos, los guardacostas de la Prefectura Naval Argentina GC 82 Islas
Malvinas y GC 83 Río Iguazú llegaron a Puerto Argentino el 13 de abril, uno a remolque
del otro por falta de combustible. También burlarían el cerco británico los transportes
ELMA Formosa, el 20 de abril; ELMA Río Carcarañá, el 26; y el 1 de mayo a las 19:20
—iniciadas ya las hostilidades— el remolcador Yehuin desde Ushuaia.
111
La Fuerza Aérea en Malvinas
80
Juan José Lombardo, op. cit., pág. 113.
81
Las Zonas de Defensa Aérea son previstas por el planeamiento estratégico militar.
112
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
82
Decreto Poder Ejecutivo Nacional “S” Nº700.
83
Lo sucedería desde el 15 de abril el general de brigada Oscar Luis Jofre.
84
DENAC 2/82, pág. 17: «El Comité Militar ejercerá la conducción militar conjunta».
113
La Fuerza Aérea en Malvinas
El general Osvaldo García fue desafectado como comandante del Teatro de Operaciones
Malvinas (TOM), manteniendo la jefatura del V Cuerpo de Ejército en Bahía Blanca con
todas las unidades del Ejército Argentino en la Patagonia.
Acerca de los medios aéreos de la Fuerza Aérea, la DEMIL 1/82 establecía que el Comando
Aéreo Estratégico (CAE) dependía en forma directa del Comité Militar, por lo cual, excepto
las tareas de exploración y reconocimiento que expresamente debían coordinarse con el
COATLANSUR, tenía atribuciones propias para ejecutar la interdicción de los blancos
navales de la fuerza de tareas británica y las operaciones aéreas tácticas en apoyo de las islas.
Sin embargo, en el plan del COATLANSUR, la conducción de las operaciones de la Fuerza
Aérea para atacar blancos navales, después de ser requeridas por el Comité Militar, quedaba
bajo control del Comando de Operaciones Navales con la flota de mar y toda la aviación
basada en tierra.
En resumen, la Directiva de Estrategia Militar (DEMIL) no le asignó al Comando Aéreo
Estratégico (CAE) ni al Comando del TOAS, ambos en Nivel Estratégico Operacional,
una misión y tareas definidas con relación a la conducción de las operaciones aéreas en el
Atlántico Sur, sino solo autoridad de coordinación entre ambos.
La orgánica adoptada por la DEMIL 1/82 no sería la última adoptada en el conflicto.
Tras el desembarco en San Carlos el 22 de mayo, el COMIL decidió tardíamente la crea-
ción del Centro de Operaciones Conjuntas (CEOPECON) con asiento en Comodoro
Rivadavia. Este organismo estuvo integrado por el general Osvaldo García, comandante
del V Cuerpo de Ejército; el brigadier mayor Hellmuth Weber, comandante de Operaciones
Aéreas y CAE; y el vicealmirante Juan José Lombardo, comandante de Operaciones Navales.
El CEOPECON actuaría con capacidad ejecutiva sobre todas las fuerzas del teatro, incluida la
Reserva Estratégica del Ejército. Se conduciría por consenso y, en caso de disidencia, el más
antiguo, que era el general García, tendría el poder de decisión.
Aspectos de la planificación
85
Juan José Lombardo, op. cit., pág. 122.
114
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Posiblemente por la premura con que fue hecha y por las características del EMC, la
DEMIL 1 es bastante confusa y mezcla decisiones ya adoptadas con posibilidades futuras86.
[...] es interesante subrayar que de la lectura de la DEMIL 1, para el Estado Mayor Con-
junto y consecuentemente para el COMIL que aprobó este documento, lo más probable
era que Inglaterra no reaccionara militarmente (capacidad enemiga 2) y que, si algo hacía,
solo sería actuar con uno o dos submarinos (capacidad enemiga 4)87.
Los primeros registros de doctrina del Estado Mayor Conjunto datan de 1986, con la apari-
ción del Reglamento RC-20-01 - Planeamiento para la acción militar conjunta - Niveles
estratégico operacional y táctico. Por otra parte, el nivel operacional y la acción militar
conjunta en la década de los ochenta no estaban contemplados en los planes curriculares
de las Escuelas de Guerra específicas de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, en 1982, los
oficiales jefes y oficiales superiores que integraron los distintos estados mayores, incluido
el Estado Mayor del TOAS, carecían de formación al respecto.
Prácticamente no existía relación fluida entre las Fuerzas Armadas; la acción militar
conjunta se basaba en el esfuerzo y predisposición de aquellos que se veían en la obligación
de trabajar con las otras fuerzas, y los documentos emitidos carecían de sustento ya que no
estaban contemplados en ningún tipo de publicación doctrinaria.
El Estado Mayor del TOAS tuvo que desarrollar un plan de campaña integrando la acción
de las tres fuerzas armadas sin doctrina que apoyara el trabajo de planificación y sin expe-
riencia en la acción militar conjunta.
86
Juan José Lombardo, op. cit., pág. 109.
87
Ibídem, pág. 110.
115
La Fuerza Aérea en Malvinas
Con ese propósito se creó el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS) por Decreto
“S” 700 de 1982, aunque la jurisdicción que le correspondía solo se definió el 8 de abril
por el Comunicado Conjunto N.º19 de la Junta Militar que estableció doscientas millas
marítimas desde el límite del territorio continental (12 millas mar adentro desde las líneas
de base) y alrededor de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. El 12 de abril de
1982 el Comité Militar emitió el Plan Esquemático 1/82 en cuyo Anexo “A” mencionaba la
desafectación del TOM y la transferencia de responsabilidad al TOAS, y en el Anexo “D”
añadió un mapa con la jurisdicción del nuevo teatro.
Con la debida aclaración de que el TOS, sede de la Reserva Estratégica, nunca se creó por
decreto, al no existir por entonces conflicto con Chile, la antojadiza acotación de que el Teatro
de Operaciones del Atlántico Sur comenzaba a partir de las 12 millas náuticas reconocidas
por la legislación internacional como territorio argentino, sin ningún sustento operativo,
determinó que las bases aéreas de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval, ubicadas en las
localidades del litoral atlántico, quedaran fuera del teatro de las acciones bélicas.
La Fuerza Aérea por la Resolución 1/69 estaba restringida para realizar operaciones más
allá de las 12 millas náuticas de la costa condicionando con ello la posibilidad, en tiempo
de paz, de realizar misiones y entrenamiento sobre el mar continental.
Ante estas circunstancias, los pilotos tendrían que improvisar nuevas técnicas de ataque,
no solamente por operar sobre el mar, sino porque no poseían el armamento adecuado para
atacar buques.
88
Lo sucedería a partir del 15 de abril el general de brigada Oscar Luis Jofre.
89
Comisión de Análisis... (Informe Rattenbach), op. cit.
90
Rubén Oscar Moro, Historia del Conflicto..., ESGA, 1985, op. cit., pág. 154.
116
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
fecha, se ordenó el despliegue del Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5) que se ejecutó
a partir del día 691.
El 22 de abril, durante la visita que efectuó a Malvinas, el general Galtieri analizó el despliegue
realizado junto con Menéndez y Jofre, y coincidieron en que no disponían de reservas sufi-
cientes, tan solo dos compañías de infantería con algunos helicópteros y vehículos blin-
dados. Galtieri propuso el envío de un regimiento de infantería, a lo que los comandantes
respondieron que tenían serias dudas por los problemas de abastecimiento que ya afron-
taban; el envío de un nuevo contingente agravaría la situación. Sin embargo, a su regreso
a Buenos Aires, Galtieri directamente ordenó que debía despacharse otra brigada. Amén
de los problemas originados en la defensa de Puerto Argentino, le preocupaba que hubiese
tropas insuficientes para ocupar el área entera y que esto debilitara su posición negociadora
si comenzaban los combates. Otra brigada podía ocupar los espacios.
Sin consultar con otros miembros de la Junta o con el Comité Militar, Galtieri decidió
enviar la III Brigada de Infantería de Corrientes, al mando del general Omar Parada, con
los Regimientos de Infantería 4, 5 y 12, más el Grupo de Artillería 4 y la Compañía de
Ingenieros 3. Este cuerpo se trasladó a las Malvinas entre el 24 y 29 de abril92.
A estos medios se agregó el Batallón de Aviación 601, batallones y centros logísticos, compa-
ñías de comando y servicios, grupos y compañías de Artillería de Defensa Aérea, com-
pañías de Policía Militar, secciones de Inteligencia, el Hospital Quirúrgico Móvil y compa-
ñías de Comando 601/2, con los que el Ejército sumó 9804 efectivos93.
Posteriormente, se agregarían medios de la Gendarmería Nacional (GN) y de la Prefectura
Naval Argentina (PNA), bajo el control operacional de los comandos de componentes que
correspondía en cada caso.
91
Juan José Lombardo, op. cit., pág 106.
92
Lawrence Freedman y Virginia Gamba. Señales de guerra - El conflicto de las islas Malvinas de 1982, Ediciones
Vergara, 1992, pág. 170. Además, Carlos Augusto Landaburu, La Guerra de las Malvinas, Buenos Aires, Círculo
Militar, Biblioteca del Oficial, Volumen 739, 1988, pág. 134.
93
Juan José Lombardo, op. cit., pág 106.
117
La Fuerza Aérea en Malvinas
El Componente Naval de Malvinas, que tomó a su cargo la administración del puerto y sus
instalaciones, se formó con los buques Forrest del gobierno británico, incautado por el Batallón
de Infantería de Marina 5; el Monsunen y Penelope de la Falkland Island Company (FIC); y
el remolcador Yehuin, trasladado por la Armada desde Ushuaia y utilizado como chata de alije
en Puerto Argentino. Contaba, también, con dos lanchas guardacostas de la Prefectura Naval,
la GC-82 Islas Malvinas y la GC-83 Río Iguazú; y tres buques de Transportes Navales: el
ARA Islas de los Estados, el ARA Bahía Buen Suceso y el ELMA Río Carcarañá.
La Sanidad Militar de la guarnición se organizó con oficiales especialistas de las tres
fuerzas, a cargo del mayor Mariano Ceballos, médico del Ejército.
118
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
119
La Fuerza Aérea en Malvinas
Formación del Escuadrón VyCA Malvinas en el primer emplazamiento del radar - Gentileza: Archivo Escuadrón VyCA Malvinas
120
Capítulo 3 | Recuperación de las islas
Cañón de 35 mm de la 3ra Batería FAA realizando tiro de reglaje - Gentileza: Com. VGM (R) Rusticcini
121
La Fuerza Aérea en Malvinas
Helicóptero CH-47 Chinook en la BAM Malvinas - Gentileza: Com. VGM (R) Pavlovcic
otros dos el 15 de mayo94); además de una sección de Grumman S2E Tracker de explo-
ración marítima (que permanecieron entre el 3 y el 11 de abril). La operación de estas
aeronaves no presentó inconvenientes, salvo que ocuparon parte de la reducida pla-
taforma y dificultaban la operación de los aviones del Puente Aéreo.
En una de las primeras reuniones de coordinación entre los jefes de Operaciones de los tres
Componentes, se aceptó en forma conjunta que la neutralización de la pista sería un obje-
tivo prioritario del enemigo y que resultaba vital mantener la operatividad de la Base Aérea
Militar. Por ese motivo, además del contingente aeronáutico, se asignaron para la defensa
las siguientes unidades del Ejército Argentino:
• Batallón de Infantería 25 (cuatro compañías), teniente coronel Mohamed A. Seineldín.
• Dos Baterías Antiaérea Oërlikon de 35 mm con director de tiro Skyguard del GADA
601 del Ejército. Una se instalaría en el aeropuerto y otra en el camino hacia Puerto
Argentino (dependiendo operativamente del jefe de la BAM Malvinas).
• Batería Antiaérea con dos lanzadores de misiles S-A Tigercat de guiado óptico insta-
lada en el aeropuerto.
• Batería de misiles Roland próxima a Puerto Argentino.
Con respecto al aporte de la Armada Argentina a la defensa antiaérea, se instaló en las afueras
de Puerto Argentino un lanzador de misiles S-A Tigercat de guiado óptico del Batallón
Antiaéreo de Río Grande, como así también redes de comunicación en la BAM Malvinas.
Todos los cargos estuvieron ocupados por personal superior y subalterno de las unidades
de la Fuerza Aérea Argentina. El personal de tropa desplegado pertenecía a la I Brigada de
El Palomar, la VII Brigada de Morón, la IX Brigada de Comodoro Rivadavia, la Escuela
de Aviación Militar y la Escuela de Suboficiales, ambas de Córdoba.
94
El 26 de mayo la Armada Argentina concretaría un tercer despliegue de tres MB-339 de los cuales dos aviones
replegaron a Río Grande el 5 de junio.
122
Capítulo 4
125
La Fuerza Aérea en Malvinas
Con relación a los riesgos que implicaba atacar buques británicos, a mediados de abril, se
acordó con la Armada Argentina la realización de ejercicios con los destructores Tipo 42
Santísima Trinidad y Hércules de similares características. En esa oportunidad se compro-
baron las capacidades de detección del sistema misilístico antiaéreo Sea Dart cuya probabi-
lidad de derribo, según los manuales, alcanzaba el 90%. El estudio se encomendó al Grupo 6
de Caza de Tandil que, en la Base Aeronaval Comandante Espora, practicó distintos procedi-
mientos para reducir probabilidad de derribo. Ninguno disminuyó el porcentaje de pérdidas
del 50%.
Finalizados los ataques simulados, el jefe de escuadrilla de M-5 sobrevoló los buques a
muy baja altura. El vicecomodoro Juan C. Sapolski, jefe del Escuadrón M-5 que supervi-
saba desde el puesto de comando de la nave, observó que ese pasaje rasante no era detec-
tado por el radar. La revelación y las prácticas posteriores aportaron la táctica aplicada por
los aviadores argentinos para sobrevivir, aún en contra de los pronósticos más pesimistas:
la aproximación al ras del agua era el único método para penetrar las defensas, atacar y
escapar con cierta probabilidad de éxito.
Las espoletas de las bombas debían calibrarse con el retardo mínimo permitido y, rozando
las olas, el avión atacante tenía que alejarse y evitar ser alcanzado por las esquirlas.
De todos modos, se sabía que los blancos navales operaban en conjunto combinando
armas de diverso alcance: sistemas antiaéreos Sea Wolf (misil antimisil de corto alcance) y
Sea Cat (de guiado óptico), además de diversas armas de tubo. Esta situación aumentaba el
riesgo de derribo calculado en un 25%, mientras que la posibilidad de impactar en el blanco
llegaba a un 55% por avión que alcanzara el punto de lanzamiento.
A su favor, la Fuerza Aérea contaba con las unidades bien adiestradas en tiro y bombardeo.
Los lanzamientos a baja altura eran los preferidos por los pilotos por la mayor facilidad de
aciertos. En las bases de despliegue, se iniciaron prácticas de navegación sobre el mar que
concluían con lanzamientos de bombas de ejercicio contra blancos marítimos simulados o,
en el caso de los A-4B, contra un buque encallado en la costa patagónica. Al no disponer de
armamento que posibilitase el lanzamiento a distancia, se emplearon bombas no aptas para
ataque de objetivos navales, ya que obligaban a sobrevolar el buque atacado. La mayoría
de las bombas disponibles tenía limitaciones en el armado y retardo de las espoletas para
lanzamientos a muy baja altura, puesto que su diseño era para bombardeo en altura.
Las bombas tipo Alaveses, de 250 kg frenadas por paracaídas (BRP 250), fueron probadas
en abril y se constató que no explotaban en el agua. Se necesitaría un impacto directo —con
las espoletas debidamente armadas— sobre la estructura del barco para dañarlo.
Como alternativa se adoptó en algunos sistemas de armas la bomba británica MK-17 de
1000 libras (454 kg), destinada originalmente para el BMK-62 Canberra, que demostró
pobres resultados en lanzamientos a muy baja altura debido al tiempo de armado de las
espoletas. Además, solo permitía una sola bomba por avión, lo que disminuía la probabi-
lidad de éxito con respecto a un lanzamiento múltiple. Esto se comprobaría en el transcurso
de las operaciones: en muchos casos, por lanzamientos muy bajos, las bombas atravesaron
la estructura de las naves con las espoletas sin activar y no explotaron. Además, para evitar
que la onda expansiva de la explosión de la bomba de cola lisa sin paracaídas afecte al
avión lanzador, había que contar con retardos no disponibles en las espoletas, que permi-
tieran el escape con seguridad.
Por su parte, para el ataque sobre buques desde bajas alturas, la Armada disponía de bombas
norteamericanas MK-82, de 250 kg, con cola frenada Snakeye, mecánica, pero también con
ellas la altura mínima de lanzamiento debía ser del orden de los 50/60 metros. Lo concreto
es que no se disponía, en los arsenales mundiales, de ninguna espoleta que posibilitase el
ataque sobre buques de guerra desde alturas menores a los 50/60 metros sobre el nivel del
mar. Evidentemente era un modo de ataque no considerado nunca debido a la escasa posi-
bilidad de supervivencia.
126
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
95
RWS, Radar Warning System.
96
Luis Ponzi, aficionado tandilense cercano al Grupo 6 de Caza, consiguió trajes de hombre rana adaptados para
los pilotos del Escuadrón M-5 Dagger. La fábrica Cressi Sub de Puerto Madryn proveyó trajes de neopreno de caza
submarina adaptados para los tripulantes de Mirage/Dagger, A-4B/C y Canberra.
127
La Fuerza Aérea en Malvinas
Colocación de planchas de aluminio en la BAM Malvinas - Gentileza: Com. VGM (R) Grünert
camión taller. Recién alrededor del 7 de abril, los equipos fueron embarcados en el ELMA
Ciudad de Córdoba junto con el material pesado de la Brigada de Infantería III.
Durante la navegación se declaró el bloqueo, por lo que, en lugar de a Malvinas, la nave se
dirigió a Puerto Deseado, donde llegó el 11 de abril. Por razones indeterminadas, al intentar
atracar, el transporte embistió el muelle y se le abrió un rumbo de dos metros en el bulbo
de proa. El personal y los elementos más livianos se trasladaron en los C-130 Hercules
a Malvinas. El resto, transportado por tierra a la IX Brigada Aérea, quedó a la espera de
bodega disponible. El incidente impidió que se alargara la pista en tiempo y forma, restrin-
giendo así la posibilidad de usarla como base de recuperación. Las únicas planchas de
aluminio para pistas de campaña arribaron a Malvinas en el transporte ELMA Formosa,
el 20 de abril, a cargo del cabo Oscar W. Doria, proveniente del Área de Material Quilmes.
Finalmente, las placas fueron utilizadas tanto para ampliar la superficie de maniobras de la
plataforma de la terminal de la base aérea, como también para construir el contrapiso de un
par de refugios para los Pucará en la BAM Malvinas y reforzar la planchada del muelle del
puerto que estaba en condiciones precarias.
Con ocho placas de aluminio, se intentó prolongar la pista en la cabecera 08 (en el extremo
oeste) y se logró armar un piso de unos 50 metros de largo por el ancho de aquella. Para
ello se ordenó que los B-737 de Aerolíneas Argentinas que participaban en el puente aéreo
despegaran de la cabecera 26 (extremo este de la pista) para evitar que levantaran las placas
con el flujo de los motores. No obstante, el 24 y 25 de abril, a causa del fuerte viento a
favor, se los hizo despegar de la cabecera 08 y terminaron por levantar las placas en su
totalidad, lo que frustró el trabajo que significó colocarlas por parte del personal de la Base.
Además del desafío que suponía operar en un ambiente geográfico marítimo sin una pista
en las inmediaciones para aterrizar de emergencia, los 740 kilómetros que separaban las
islas de los aeródromos continentales más próximos representaban otra severa dificultad,
en particular para los Mirage. Al carecer de sistemas para reaprovisionarse en vuelo, los
M-5 Dagger podían permanecer por autonomía dos o tres minutos en la zona del blanco, y
los interceptores Mirage M-III EA llegar a la vertical de Malvinas y mantenerse en altura
sin descender.
128
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
En cuanto a los A-4B/C y a los Q navales, con autonomía y equipamiento para llegar hasta
el blanco, atacarlo y regresar, tendrían que reabastecerse en vuelo para ocultar la ruta de
aproximación volando a cotas bajas. Esta facilidad, por otro lado, se hallaba restringida
por la disponibilidad de solo dos KC-130 cisternas. Además, cualquier inconveniente en la
recarga significaba que los pilotos tendrían que abortar la misión para retornar a su base de
origen, y ante una falla técnica grave o inesperada, en el peor de los casos, debería eyec-
tarse sobre el mar.
Con respecto a la dupla Super Étendard - Exocet de la Armada, cuando Naciones Unidas
intimó a la Argentina para que retirara las fuerzas, Francia impuso el embargo del material
aún no entregado y retuvo el 60% en el puerto de Marsella. De los doce aviones adquiridos
un año antes, habían arribado, el 18 de noviembre de 1981, los primeros cinco e igual
cantidad de misiles sin calibración.
La mayor parte de la aviación argentina despegaría desde bases en tierra, mientras que los
británicos contarían a su favor con la facilidad de que sus aeronaves decolarían próximas
a la zona de operaciones, sumando al mismo tiempo el desplazamiento de sus portaviones
que les permitiría modificar su ubicación y acercarse aún más. Estacionados entre los 170
y 220 km de Malvinas, los Harrier podrían realizar varias salidas sobre el mismo blanco y
permanecer sobre él durante más tiempo (entre diez y veinte minutos).
La probabilidad de neutralizar un objetivo está condicionada por la cantidad de armamento
que se le arroje y por el número de pasajes de tiro que se efectúen contra él. Estos parámetros
dependen de la superioridad aérea disponible en la zona y de cuatro factores: dotación de
aviones, autonomía de vuelo, cantidad de salidas diarias por máquina y carga bélica portante.
En su condición de atacante, la Fuerza Aérea Sur contaría con la ventaja de poder optar el
lugar, el momento y el procedimiento más conveniente. Según se supo con posterioridad al
conflicto, esta desventaja de la Task Force fue solucionada por la RAF enviando los aviones
Nimrod de patrullaje desde la isla Ascensión con dos reabastecimientos en el vuelo de ida
y de regreso; y desde la isla San Félix, en el Pacífico, con la decidida y secreta colabora-
ción de Chile. También atenuaron la escasa capacidad de exploración empleando la aviación
embarcada, buques de piquete radar o submarinos en superficie. Asimismo, contaron con
información satelital proporcionada por los EE.UU.97 que, de acuerdo con los resultados
constatados tras el conflicto, evidentemente les llegaba en forma tardía y sin suficiente
precisión; lo demuestra el hecho de que nunca pudieron determinar el real estado de la pista
de Puerto Argentino.
Por otra parte, en 1982, la tensión con Chile se mantenía. Habían pasado solo cuatro años
desde que ambos países estuvieran a punto de entrar en guerra por el diferendo austral del
canal de Beagle. Era de suponer que el país trasandino inclinaría su apoyo hacia el Reino
Unido. El entonces comandante de la Fuerza Aérea de Chile, general Fernando Matthei
Aubel, declaró en 2003 que había acordado con el oficial de enlace británico, Gp. Capt.
Sidney Edwards de la RAF, el apoyo de alerta temprana mediante el radar de Punta Arenas:
[Edwards] tenía un equipo de comunicación satelital directo con el buque insignia inglés,
bajo el mando del comodoro Woodworth. Se avisaba por ejemplo que desde una base
determinada habían salido cuatro aviones en dirección a tal parte, que por su velocidad
parecían Mirage. Una hora antes de que llegaran, los ingleses ya estaban informados de
su arribo98.
97
Siro De Martini, “Notas y comentarios a la conferencia del Almirante Train”, Boletín del Centro Naval N.°748,
Buenos Aires, 1987. Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), Yearbook 1982, pág. 89. “Malvinas:
la CIA enviaba informes a Gran Bretaña”, El Cronista Comercial, 7 de octubre de 1987. “CIA: le grand deballage”,
L’Express, 16 de octubre de 1987, pág. 13.
98
Patricia Arancibia Clavel e Isabel de la Maza Cave, Matthei. Mi testimonio, Santiago de Chile, Editorial Ran-
dom House Mondadori, agosto 2003, pág. 354.
129
La Fuerza Aérea en Malvinas
Años más tarde, Sidney Edwards confirmaría en un texto propio el apoyo pormenorizado
que Chile brindó al Reino Unido durante el conflicto99.
Con las fortalezas y debilidades conocidas en aquel momento, los hombres de la Fuerza
Aérea sabían que se hallaban ante la alternativa más difícil de su historia. Entre algunos
aviadores existía la presunción de que se podrían ejecutar solo dos misiones. En la primera
se perdería la mitad de los aviones y en la segunda el resto, y no habría remanente. Pero si se
hundía un buque en alguna de las salidas, el esfuerzo estaría justificado.
No se trataba de una exageración. Nunca había existido un enfrentamiento aeronaval como
el que se planteaba. El grueso del parque aéreo de combate —los Skyhawk diseñados en la
década del 50, adquiridos por nuestro país en 1966 y equipados con una aviónica precaria
y obsoleta— enfrentaría una flota cuya unidad más antigua era más moderna que el más
reciente avión nacional (excepto los Super Étendard navales) y estaba construida con los
últimos adelantos tecnológicos de guerra electrónica y misilística.
Comandos aéreos
La conducción estratégica operacional de la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto la
ejerció el Comando Aéreo Estratégico que, inicialmente, conservó su puesto de mando en
la sede del Comando de Operaciones Aéreas en el Edificio Cóndor. En virtud de la autoridad
delegada que recibió, el Comando de la Fuerza Aérea Sur (FAS), instalado en Comodoro
Rivadavia, fue la instancia táctica superior que planificó y condujo las operaciones aéreas
que apoyaron a las tropas argentinas desplegadas en las islas e interdictaron las unidades
navales británicas en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur y en las áreas adyacentes.
El Comando Aéreo Estratégico retuvo el control de las tareas de exploración y reconoci-
miento lejano con los Boeing 707 y con los KC-130 (estos últimos serían desafectados el 29
de abril y desplegados a la IX Brigada Aérea) que operaban desde El Palomar (Buenos Aires)
o desde Comandante Espora (Bahía Blanca) para satisfacer los requerimientos de explora-
99
Sidney Edwards, My Secret Falklands War, Reino Unido, 2014.
130
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
ción del Comando del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS). A tal efecto, el 7 de
abril, se constituyó un Centro Conjunto de Exploración en la Base Aeronaval Comandante
Espora y a partir del 10 de abril comenzaron los vuelos coordinados.
El Comando Aéreo de Defensa, mientras tanto, ejerció la conducción a través de dos zonas
de defensa aérea: CODAZ Centro (Comando de Defensa Aérea Zona Centro), única que
se activó fuera del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur; y CODAZ Sur (Comando de
Defensa Aérea Zona Sur).
Integrada a la FAS, la conducción de las operaciones aéreas de defensa la ejecutó el
Comando de Defensa Aérea Sur (CODASUR) sobre una única Zona de Defensa Aérea
(CODAZ Sur)100.
El Comando Aéreo de Transporte (CAT) condujo las operaciones de abastecimiento aéreo
desde la I Brigada Aérea. En la práctica, el comando de la Fuerza Aérea Sur, con autoridad
de coordinación en un principio, dirigió los traslados hacia las islas y desde ellas, a través del
Puesto de Operaciones de Transporte Aéreo (POTA) montado en la IX Brigada Aérea.
Este organismo, que al constituirse el Estado Mayor de la FAS se transformó en la Sección
Operativa de Transporte Aéreo (SOTA), tenía bajo su órbita la Terminal de Carga de la
IX Brigada Aérea y las coordinaciones con la IX Brigada de Infantería del Ejército, y el
escalón de mantenimiento de aeronaves del Grupo Técnico 1.
En el nivel táctico inferior, las operaciones aéreas ofensivas, de transporte, de defensa aérea,
de exploración y reconocimiento, y de búsqueda y salvamento de las unidades de la Fuerza
Aérea asentadas en Malvinas fueron conducidas por el Comando del Componente Aéreo
instalado en Puerto Argentino. A la vez, dependía del Comando Conjunto de la Guarnición
Malvinas, y este, del COATLANSUR. Al igual que en el continente, no hubo en las islas
conducción centralizada de los medios aéreos, cada Fuerza condujo los propios.
100
CODASUR es la estructura orgánica de comando. CODAZ Sur es el área territorial o marítima donde se ejecuta
la Defensa Aérea.
131
La Fuerza Aérea en Malvinas
Acompañado por el jefe del Grupo 4 de Caza, comodoro José A. Juliá, el brigadier Crespo
voló a Aeroparque piloteando un MS-760 Paris. A las 04:00 de la madrugada del 2 de abril,
se presentó a su comandante, el brigadier mayor Hellmuth C. Weber, que le anticipó el
operativo que se llevaba a cabo para recuperar las islas Malvinas.
El comodoro Knud E. Andreasen, jefe del departamento Planes y Programas del Comando
de Operaciones Aéreas, le expuso los acontecimientos y las tareas en desarrollo en el
Atlántico Sur. Participaban de la reunión el Comandante de la Fuerza Aérea, brigadier
general Basilio A. Lami Dozo; el jefe del Estado Mayor General, brigadier mayor Juan
García; el jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Aéreas, brigadier Héctor
Roy; el jefe de la Jefatura II - Inteligencia, brigadier Gustavo A. Revol; y otros mandos de
la Institución.
Se puntualizó asimismo que, frente a un eventual conflicto con Chile, la FAS debía apoyar
la misión del Teatro de Operaciones Sur (aún no constituido), controlar y asegurar la fron-
tera oeste para evitar un debilitamiento del poder militar argentino si se accionaba ofensi-
vamente sobre el territorio nacional.
El brigadier Crespo preguntó si era previsible el empleo de los aviones de combate de la
Fuerza Aérea en operaciones sobre el mar. La respuesta fue terminante: no se contemplaba
esa posibilidad. La Armada Argentina, con competencia para ejercer el control de las áreas
marítimas de interés y responsable primaria de las operaciones aeromarítimas, se había
comprometido a cubrir esa función y a mantener los movimientos de medios navales del
Reino Unido a no menos de 330 kilómetros al noreste de las Malvinas.
También se le aclaró al brigadier Crespo que la tarea de exploración y reconocimiento
aéreo lejano se realizaría con medios del Comando Aéreo Estratégico, sin ser asignados ni
controlados por la Fuerza Aérea Sur.
El brigadier Ernesto Crespo se trasladó ese 2 de abril en el mismo MS-760 (matrícula
E-234) a Comodoro Rivadavia a efectos de organizar la Fuerza Aérea Sur. El brigadier
Crespo conformó su Estado Mayor y ordenó montar los aeródromos de despliegue de las
unidades aéreas que integrarían su comando. En forma simultánea, aunque no le depen-
dieron los medios de transporte, la Fuerza Aérea Sur coordinó todos los movimientos de las
aeronaves del Comando Aéreo de Transporte que ya estaban operando desde la IX Brigada
Aérea con destino a las islas a través de la Sección Operativa de Transporte Aéreo (SOTA).
101
Con grupo horario 4 de abril a las 21:35, el Comandante Aéreo Estratégico emitió el mensaje número 3137 por
el cual se creó la Fuerza Aérea Sur.
132
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
133
La Fuerza Aérea en Malvinas
102
En el Informe Rattenbach, elaborado para evaluar el desempeño de los mandos en el conflicto, se afirma que la
inteligencia fue «en un grado de detalle y oportunidad correctos, lo que permitió la planificación de su comando
subordinado sin inconvenientes...». Este no fue el caso de la Fuerza Aérea, que debió empeñar medios propios,
incluso no aptos para obtener información del enemigo, con un alto costo en vidas y en material durante el trans-
curso de la campaña. (“Informe Final de la Fuerza Aérea Sur” elevado al comandante Aéreo Estratégico). Archivo
DEH-FAA.
134
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
103
C3 I2: sistema de comando, control, comunicaciones, inteligencia e interoperatividad.
135
La Fuerza Aérea en Malvinas
capítulo.
136
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
Los Learjet 35 A matrículas T-23 y T-24 del Grupo Aerofotográfico de la II Brigada Aérea - Archivo DEH-FAA
105
Directiva 01/82 - Comando de la Fuerza Aérea Sur - Sistema de Búsqueda y Salvamento.
137
La Fuerza Aérea en Malvinas
138
Capítulo 4 | Fuerza Aérea Sur
Los KC-130 arribaron a la IX Brigada Aérea el 30 de abril. Fueron puestos bajo depen-
dencia directa del comandante de la Fuerza Aérea Sur y recibían las órdenes a través de los
departamentos operaciones de las unidades que debían apoyar.
139
La Fuerza Aérea en Malvinas
***
En suma
El 2 de abril de 1982, la Fuerza Aérea Sur comenzó a funcionar como unidad orgánica con
tan solo cinco oficiales; no contaba con planes ni facilidades de comunicación y desconocía
la situación del conflicto. Partió de cero.
Ese mismo día una plana mayor reducida fue designada y trasladada a Malvinas para posi-
bilitar el despliegue inicial; luego se la reforzaría para responder al cambio de situación
estratégica al zarpar la Fuerza de Tareas británica.
La Fuerza Aérea Sur seleccionó el personal adecuado y completó un esquema orgánico
que fue adaptando a las necesidades emergentes del conflicto; aunque, por supuesto, obró
a favor el tiempo de traslado de la flota británica al Atlántico Sur, un lapso que en otra
situación no sería posible.
Mientras los medios de transporte aéreo estaban casi completamente comprometidos al
despliegue en las islas, las unidades aéreas que debían trasladarse a posiciones relativas
favorables por autonomía en los aeropuertos y bases de la Patagonia contaban con escasos
recursos de transporte para su implementación. Sin embargo, la Fuerza Aérea Sur llegaría
al 1 de mayo —día del Bautismo de Fuego— con el Estado Mayor funcionando a pleno,
con las unidades operativas desplegadas y con un conocimiento aceptable del teatro de
operaciones. Este esfuerzo significó potenciar las capacidades de flexibilidad y versatilidad
a su máxima expresión. Pese a todos los inconvenientes, la Fuerza Aérea Sur entraría en el
conflicto bélico con su máxima capacidad operativa.
140
Capítulo 5
Despliegue de medios
en el continente
Comando Aéreo de Defensa
El Comando Aéreo de Defensa, en coordinación con el Comando Aéreo Estratégico, previó
montar, en el Plan Caburé Azul y Blanco, dos Zonas de Defensa Aérea: Centro (CODAZ
Centro) y Sur (CODAZ Sur). En la zona central, se encontraban la mayoría de los objetivos
materiales de interés nacional. De todos modos, se consideró baja la probabilidad de recibir
ataques aéreos y las medidas adoptadas fueron: utilizar medios aéreos remanentes de las
unidades, efectuar vigilancia con radares fijos y móviles, defender con artillería antiaérea
en algunas bases y coordinar la defensa pasiva con participación de Defensa Civil.
Por ese motivo, durante el conflicto se desplegó el material de radares móviles disponi-
bles a efectos de implementar estaciones de vigilancia y escuadrones VyCA en las bases
de despliegue. Asimismo, se trabajó en conjunto con el Ejército Argentino y sus radares
TPS-44 Cardion Alert de alerta temprana de artillería antiaérea. Con los TPS-44 operados
por personal del GIVA-E (Grupo I de Vigilancia y Control Aéreo-Escuela), se terminaron
de cubrir las dos grandes Zonas de Defensa Aérea continentales:
CODAZ Centro: ejercía la conducción desde el Centro de Información y Control Baires
en Merlo. El CIC Baires se conformó en equipos (roles operativos) con un cubrimiento H24
(veinticuatro horas) en turnos rotativos de ocho horas cada uno, a cargo de los siguientes
oficiales jefes:
Rol de Combate N.º1: vicecomodoro Jorge Beracochea; N.º2: mayor Facundo Corzo; N.º3:
mayor Ricardo Roberts; y N.º4: vicecomodoro Edmundo Peil. Encargado: suboficial mayor
Roberto Peralta.
Bajo su control operacional, tuvo los siguientes elementos:
• CIC Baires: ubicado en el Grupo 2 de Vigilancia y Control Aéreo (Merlo) - Estación
de Interceptación: radar 3D Bendix (BPS 1000-BPS 89).
• Estación de Vigilancia Ezeiza: radar de área terminal Thomson “LP 23M”.
• Estación de Vigilancia Mar del Plata: con un radar 2D TPS-44 Cardion Alert (de
Ejército) a cargo del mayor Héctor González, encargado suboficial mayor Rafael G.
Montenegro.
• Estación de Vigilancia Viedma: con un radar 2D TPS-44 Cardion Alert (de Ejército)
a cargo del capitán Mario Charra, encargado suboficial principal Arnoldo E. Bernal.
Asimismo, se incorporó como complemento un radar que medía telemetría, el Cotal
LB y LV —en ese momento en desarrollo, perteneciente al Instituto Universitario
Córdoba— a cargo del capitán Ladislao Mathe.
• Unidades de caza interceptora / patrullaje marítimo en:
◊VIII Brigada Aérea (Moreno) con el material disponible de M-III EA.
◊VI Brigada Aérea (Tandil) con el material disponible de M-5 Dagger.
◊BAM Mar del Plata con MS-760 Paris de la IV Brigada Aérea de Mendoza.
◊Aeropuerto La Plata con IA-58 Pucará de la III Brigada Aérea de Reconquista.
◊Aeronaves del Escuadrón Fénix operando desde la I Brigada Aérea de El Palomar.
◊Bajo autoridad de coordinación, actuaron las unidades de interceptación que se pu-
dieron constituir con los aviones navales en las bases de Punta Indio y Comandante
Espora.
CODAZ Sur: fue asignado a la Fuerza Aérea Sur con las siguientes estaciones de radar:
• Escuadrón VyCA Comodoro Rivadavia - Estación de Interceptación - TPS 43 a cargo del
vicecomodoro Juan C. Fernández, encargado suboficial principal Osvaldo D. Pacheco.
Despliegue de sensores radar
cobertura máxima - 1 de mayo
Merlo
Ezeiza Bendix BPS-1000 (FAA)
Thomson LP-23
Viedma
TPS-44 (EA)
San Julián
TPS-44 (EA) Comodoro Rivadavia
TPS-43 (FAA)
Santa Cruz
TPS-44 (EA)
Puerto Argentino
TPS-43 (FAA)
TPS-44 (EA)
Río Gallegos
TPS-43 (FAA)
Río Grande
TPS-43 (FAA)
144
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
106
Ver Componente Aéreo Malvinas, en Capítulo 6 “Despliegue de medios en las islas”.
107
(-) indica que la batería contaba con menos piezas que las estipuladas en las unidades orgánicas.
145
La Fuerza Aérea en Malvinas
con los alféreces Luis Mannino y Sergio Heredia. El personal de la IX Brigada Aérea
que permaneció en ella e integró dotaciones antiaéreas fue: suboficiales auxiliares Isidoro
Gigena y Victorio Vigliocco, cabo Juan Garibaldi, y soldados clase 63 Hugo Acosta, Jorge
Basaldúa, Carlos Catrilef, Marcelo Emanuelle, Blas Frontini, Eduardo Hadgilias, Enrique
Lejsourowich, Marco Ostapczuk, Andris Shle y Héctor Vitale.
146
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
147
La Fuerza Aérea en Malvinas
148
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
BMK-62 Canberra del Grupo 2 de Bombardeo de la II Brigada Aérea (Paraná) - Archivo DEH-FAA
108
Terminología usada por los Sistemas de Armas de caza, para planificar los tramos de navegación de ataque,
primera parte en altura (alta), aproximación al blanco rasante (baja) y regreso en altura (alta).
149
La Fuerza Aérea en Malvinas
A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza de la V Brigada Aérea (Villa Reynolds) - Archivo DEH-FAA
150
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
Autiero, Daniel Gálvez, Carlos Rinke, Carlos Ossés; y alféreces Rubén Vottero, Hugo
Gómez, Leonardo Carmona y Jorge Barrionuevo. Matrículas de los aviones: C-206, C-207,
C-208, C-212, C-214, C-215, C-221, C-222, C-224, C-225, C-228, C-239, C-240, C-244
y C-246.
En el mismo mes de abril, se incorporaron al I Escuadrón el mayor Carlos Bunge, quien se
desempeñaba como adscripto; el capitán Jorge Bergamaschi, procedente de la VIII Brigada
Aérea, quien hasta el año anterior había operado el avión A-4B; y el médico asesor del
Grupo 5 de Caza, primer teniente Fernando Romero Casella.
El 29 de abril, regresaron a Villa Reynolds los aviones C-224, C-228 y C-239.
Ese mismo día una sección de A-4B con el primer teniente Alberto Filippini como jefe, y
el alférez Jorge Barrionuevo como numeral, probó sobre el agua las bombas BRP 250 con
espoleta Kappa III. Fueron acompañados por el helicóptero Bell 212 H-87 de Búsqueda
y Salvamento, comandado por el primer teniente José García y con el teniente Eduardo
Trezzo de copiloto. Las bombas no explotaron sobre el agua.
En la zona oeste de la BAM Río Gallegos, se delimitó un campo de tiro para comprobar el
armamento real; también se utilizaron las bardas del río Gallegos. Al comienzo, el jefe del
Escuadrón Aéreo se desempeñaba como jefe del Escuadrón Aeromóvil; es decir, conducía
no solo la unidad aérea, sino también la unidad técnica, el apoyo logístico y todas las acti-
vidades involucradas.
Instalados ya en la BAM Río Gallegos y consolidado el bloqueo británico de 370 km alre-
dedor de Malvinas, continuaron las prácticas de vuelo rasante y lanzamiento de bombas de
ejercicio de 25 libras (11 kg) a baja altura. Se usaba como blanco el casco del Marjorie Glen,
un pequeño navío de estructura metálica, encallado y abandonado desde principios del siglo
pasado en la costa de punta Loyola, que había abastecido de carbón mineral a la región.
En la segunda quincena de abril, el I Escuadrón ejecutó vuelos de reconocimiento sobre
las islas para identificar las probables zonas de operaciones, sus características orográficas
y climatológicas. Esta capacitación aumentó la eficiencia en la ejecución de las misiones
futuras que, lamentablemente, no pudieron cumplir los oficiales del II Escuadrón que recién
desplegaron el 1 de mayo.
Efectivamente, el II Escuadrón desplegó el 1 de mayo con escala y pernocte en Trelew,
y arribó a la BAM Río Gallegos el 2 de mayo. El jefe de escuadrón era el vicecomodoro
Ernesto Dubourg, y los pilotos: vicecomodoro Manuel Mariel; capitanes Antonio Zelaya y
Carlos Varela; primeros tenientes Manuel Bustos y Oscar Berrier; tenientes Sergio Mayor,
Mario Nívoli, Luis Cervera, Juan Arrarás y Mario Roca; y alféreces Alfredo Vázquez y
Marcelo Moroni. El primer teniente Fausto Gavazzi y el alférez Guillermo Dellepiane
habían llegado el 27 de abril. También desplegó el primer teniente Ernesto Raffaini, quien
se encontraba realizando el curso para alcanzar la calificación de «Apto para el combate»
en el sistema, razón por la cual no intervino en salidas a Malvinas. No obstante, dada
su experiencia, colaboró con las tripulaciones en la preparación de las misiones y en los
vuelos de traslado. Matrículas de los aviones: C-204, C-224, C-226, C-228, C-230, C-231,
C-232, C-233, C-239, C-242, C-248 y C-250.
Ante las pérdidas sufridas en combate, en la segunda quincena de mayo y en los primeros
días de junio, se incorporaron cuatro aviones más: los C-209, C-235, C-236 y C-237, lo que
hizo un total de veintiocho aviones desplegados al sur.
Durante el mes de mayo también, se incorporó en forma voluntaria al sistema A-4B el
siguiente personal: rehabilitado primer teniente Danilo Bolzán y teniente Jorge Ibarlucea,
procedentes de la Escuela de Aviación Militar; el primer teniente Héctor Sánchez de la
VIII Brigada Aérea y el teniente Omar Gelardi del Centro de Ensayo en Vuelo de Córdoba.
Todos ellos tenían experiencia en el avión e intervinieron en misiones de combate hasta la
finalización de la guerra.
151
La Fuerza Aérea en Malvinas
El escalón técnico de los escuadrones, uno de los más numerosos desplegados, estaba a
cargo del capitán Fernando Rico junto con los primeros tenientes Héctor Pérez y Carlos
Arcos (mantenimiento), y teniente Rocnal Córdoba (armamento). Los responsables de la
coordinación y el control de todo el apoyo técnico fueron los suboficiales mayores Norberto
Palacios, José Giménez y Bernabé Baigorria.
109
Armamento stand off: de lanzamiento a distancia.
152
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
M-5 Dagger del Grupo 6 de Caza de la VI Brigada Aérea (Tandil) - Archivo DEH-FAA
153
La Fuerza Aérea en Malvinas
Volamos 02:43 horas, de las cuales solo cinco minutos, a lo sumo, fueron sobre tierra
firme110. Lamentablemente no lo denunciamos en los récords Guiness. Una experiencia
muy importante que sacamos fue al aterrizar, ya que, en mi caso, no podía mover las
piernas. Tuve que agarrar con las manos cada una, levantarlas y apoyarlas en los frenos
(parte superior de los pedales), y apretarlas hacia adelante con las manos, porque no
las sentía. Se habían dormido por el uso del traje antiexposición, en mi caso el modelo
francés, ya que las medias, el «osito azul»111 y el traje mismo dentro de una bota común
no entraban. A raíz de ello, se pidieron botas de vuelo dos números más grandes, y hasta
que llegaron, creo que tardaron unos días, estuvimos volando con borceguíes de tropa, sin
punta de acero. Pero la experiencia más importante que obtuvimos fue confirmar lo que
ya le habíamos dicho al Comando de la Fuerza Aérea Sur: «Desde Comodoro Rivadavia
no llegamos a las islas Malvinas con armamento», era físicamente imposible.
El 17 de abril, se recambió el C-428 por el C-420, que regresó a Tandil.
El 22 de abril, se realizó un ejercicio fallido con la Armada Argentina, que consistía en la
ubicación y visualización de buques de la flota a efectos de ejercitar las aproximaciones
en ataques simulados. Si bien los aviones estuvieron en tiempo y forma con asistencia de
navegación del Learjet VR-17, en la posición estipulada no se visualizó buque alguno.
Sobre la marcha se planificó un redespliegue del escuadrón. El 25 de abril, se trasladó el
II Escuadrón a San Julián, constituida en Base Aérea Militar donde ya operaban los A-4C.
El traslado logístico se realizó con un C-130, un F-27 para el personal y vía terrestre en una
columna de siete camiones, en los que se trasladaba el material explosivo y el resto de los
repuestos.
La distancia entre las bases de asiento y las de despliegue constituía un verdadero problema
para los traslados de repuestos críticos. A efectos de dar respuestas rápidas a estos requeri-
mientos, se implementó el llamado «carguero supersónico», un avión M-5, por lo general
biplaza, donde en el alojamiento de los cañones de 30 mm se colocaba un chasis vacío que,
a modo de valijero, se cargaba con los repuestos críticos que llegaban en cuestión de horas
para levantar novedades en los aviones.
Ante la carencia de reabastecimiento en vuelo, se eligieron configuraciones atípicas para
lograr mayor autonomía (tres tanques de 1300 litros, más dos bombas de 250 kg o dos
tanques de 1700 litros con igual cantidad de bombas), forzando despegues con máximo
peso desde pistas reducidas y con pocas posibilidades de autodefensa ante una intercepta-
ción de cazas enemigos. Aunque lograran eludirlos o entraran en combate, no contarían con
el combustible suficiente para volver al continente.
El 29 de abril a las 19:00, la BAM San Julián, al igual que todas las bases de despliegue,
recibió una alerta roja por un ataque aéreo. La FAS ordenó replegar los aviones del
II Escuadrón que ya estaban armados con bombas. Había que quitarlas. En una carrera
contra el tiempo y alta dosis de incertidumbre, se desarmaron los aviones y se los alistó
para vuelo. Ya que no se contaba con suficientes carros portabombas, mecánicos y armeros
retiraron las espoletas, bajaron las bombas de 250 kg a mano y con gran esfuerzo las depo-
sitaron al costado de la plataforma. Cuando algunos M-5 ya estaban en marcha, listos para
rodar a la cabecera, todavía los armeros trabajaban debajo de los aviones. Los Dagger y los
A-4C debieron romper el silencio de radio impuesto por la alerta, para ordenar la salida.
El último despegue por secciones se concretó alrededor de las 20:00. Volaron sin escalas
con destino directo hacia la VI Brigada Aérea de Tandil, con tanques para máxima auto-
nomía tal como habían sido configurados para ataque.
Arribaron a Tandil, a las puertas de una niebla cerrada que en corto tiempo cubrió por
completo la brigada imposibilitando la actividad aérea. Finalmente, en San Julián no se
110
Testimonio del brigadier VGM (R) Norberto Dimeglio a la Comisión BANIM.
111
Buzo de abrigo.
154
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
A-4C Skyhawk del Grupo 4 de Caza de la IV Brigada Aérea (Mendoza) - Archivo DEH-FAA
112
TER: Triple Ejector Rack, soporte de triple eyección de armamento.
155
La Fuerza Aérea en Malvinas
del servicio técnico y de apoyo operativo (vigilancia y control aéreo, artillería antiaérea,
defensa terrestre), cerca de mil hombres se alojaron en la localidad de San Julián. De ese
modo se completaba la Base Aérea Militar San Julián con dieciséis A-4C, veintitrés tripu-
lantes y los apoyos necesarios para entrar en operaciones.
Jefe de Escuadrón I A-4C: mayor Juan Lupiáñez. Tripulantes: capitanes Jorge Pierini,
Fernando Castellano, Jorge García, Mario Caffaratti y Daniel Almoño; primeros tenientes
Normando Costantino, José Vázquez, Daniel Manzotti, Ernesto Ureta y Omar Castillo;
tenientes Daniel Paredi, Jorge Casco, Atilio Zattara, Jorge Bono, Daniel Méndez, Oscar
Cuello, Jorge Farías, Ricardo Lucero y Néstor López; y alféreces Gerardo Isaac, Carlos
Codrington y Guillermo Martínez; más siete pilotos que aún se encontraban en la fase
inicial de adiestramiento conocida como Etapa II, los alféreces Sergio Donato, Enrique
Amrein, Roberto Prior, Guillermo Julia, Héctor Palacio, Emilio Rodríguez y Víctor
Gutiérrez. Algunos de estos últimos fueron rotando para realizar vuelos de exploración y
reconocimiento ofensivo en aviones MS-760 desde la BAM Mar del Plata, ya que todavía
poseían la habilitación de vuelo.
Matrículas de los aviones: C-301, C-302, C-303, C-304, C-305, C-309, C-310, C-312,
C-313, C-314, C-318, C-319, C-321, C-322, C-324, C-325.
A partir del 13 de abril, comenzaron los primeros vuelos desde la BAM San Julián hacia
las islas. Aproximadamente a las 10:00, despegó en misión de reconocimiento y familia-
rización una escuadrilla integrada por el capitán Eduardo Almoño (C-318) y los tenientes
Oscar Cuello (C-324) y Jorge Farías (C-313); regresaron tres horas más tarde. Por la tarde,
el capitán Jorge García (C-318), el primer teniente Daniel Manzotti (C-313) y los alféreces
Gerardo Isaac (C-324) y Guillermo Martínez (C-310) sobrevolaron las islas en un vuelo de
tres horas.
El 16 de abril, cuatro A-4C realizaron pruebas de cañones a cargo del capitán Mario
Caffaratti (C-318), el primer teniente José Vázquez (C-325) y los tenientes Atilio Zattara
(C-313) y Ricardo Lucero (C-304). El avión A-4C contaba con un equipo de navegación
de baja frecuencia VLF Omega (Litton LTN-211) al que se le adicionó el sistema IFF y un
radioaltímetro.
A partir de la segunda quincena de abril, recibieron una exposición de un asesor de la
Armada Argentina, el capitán de fragata (aviador naval) Roberto Novais, quien aseguró
que las fragatas Tipo 42 eran prácticamente inexpugnables, y que la única forma de poder
atacarlas era simultáneamente desde los 360º, de manera que se saturaran el radar y las
defensas enemigas. Esta información sobre las capacidades antiaéreas de la flota enemiga
preocupó a los tripulantes, que se abocaron a estudiar las vulnerabilidades en detalle a
efectos de conformar un perfil de ataque que permitiera reducir las probabilidades de
derribo.
Se practicaron vuelos rasantes, formados lado a lado, distanciados entre 30 y 50 metros
(como se haría durante los ataques ya entrado el conflicto propiamente dicho), y cambiando
bruscamente de rumbo. Sin embargo, esas maniobras finalmente se desecharon por ries-
gosas: con los cruces a muy bajo nivel entre los integrantes de la escuadrilla, crecía la
probabilidad de impactar contra el agua y se perdía el rumbo original hacia el objetivo.
Se continuaron los entrenamientos de las tripulaciones para reconocer las islas, simular
ataques a los buques que se encontraban sobre la costa en las proximidades de la BAM,
efectuar vuelos rasantes sobre el mar, reabastecer en vuelo, operar desde los bunkers, hacer
supervivencia en el mar, etc. Se buscaba completar el adiestramiento de los nuevos tripu-
lantes y alcanzar el nivel operativo.
El 29 de abril a las 04:00 horas, despegó una sección compuesta por el primer teniente
Daniel Manzotti (C-318) y alférez Guillermo Martínez (C-310) para realizar una apro-
ximación de ataque simulado a la flota argentina. Los buques maniobraron con agilidad
156
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
Mirage III EA del Grupo 8 de Caza de la VIII Brigada Aérea (Mariano Moreno) - Archivo DEH-FAA
157
La Fuerza Aérea en Malvinas
del vicecomodoro Carlos G. Velazco, donde permaneció como segundo y, tras ser rehabili-
tado en M-III EA, voló como adscripto), el capitán Gustavo García Cuerva y los primeros
tenientes Marcos Czerwinski y Roberto Yebra.
El 2 de abril, después de la recuperación de las islas, se organizó el Sector de Defensa Aérea
de la Zona Sur (CODAZ Sur), con los medios de dos escuadrones de interceptación más
los que pudieran agregar los cazabombarderos. Los Mirage III del Sector Río Gallegos
y los de Comodoro Rivadavia recibieron diferentes misiones que se mantendrían durante
todo el conflicto.
El II Escuadrón Aeromóvil M-III EA con asiento en la IX Brigada Aérea de Comodoro
Rivadavia tuvo la misión de efectuar defensa aérea directa en el sector norte del Teatro de
Operaciones Sur, asiento del Puesto de Comando y del Estado Mayor de la FAS; además,
debía mantenerse alistado en forma preventiva para neutralizar una intervención chilena.
Por esa responsabilidad el escuadrón permaneció en alerta para despegue inmediato a lo
largo de los cuarenta y cinco días del conflicto.
El I Escuadrón Aeromóvil M-III EA basado en la BAM Río Gallegos tenía la responsabi-
lidad de la defensa aérea directa del sector sur, debiendo ejecutar tareas de cobertura aérea
defensiva sobre Malvinas y cuidar el probable frente oeste.
Debido a semejantes exigencias, ambos escuadrones efectuaron rotaciones permanentes
de personal, para mantener las alertas de despegue a tres minutos que, debido al desgaste
físico, requería un gran número de tripulantes.
Tras la recuperación de las islas, se efectuaron vuelos de adiestramiento y familiariza-
ción con la zona de operaciones. Se practicaron vuelos hasta Puerto Argentino en coordi-
nación con otras unidades. Mientras tanto, hacia el 18 de abril, se recibieron los misiles
Matra 550 Magic adquiridos tiempo antes, pero que solo en ese momento estuvieron dispo-
nibles. De manera acelerada, apenas se pudo practicar en los restantes días de abril, mien-
tras una sección permanecía en alerta a tres minutos de despegue, en ambos Sectores de
Defensa Aérea patagónicos.
A partir del 1 de mayo los escuadrones quedaron conformados por: jefe del I Escuadrón
Río Gallegos, mayor José Sánchez; pilotos, mayor Carlos Luna, capitanes Raúl Gambandé,
Jorge Testa, Gustavo García Cuerva, primeros tenientes Marcos Czerwinski, Roberto Yebra,
Marcelo Puig y Carlos Perona; encargado, suboficial ayudante Ángel Sánchez. Jefe del
II Escuadrón Comodoro Rivadavia, mayor Hugo J. Páez; pilotos, capitanes Carlos Arnau,
Jorge Huck y Ricardo González, primeros tenientes Guillermo Ballesteros, Álvaro Pérez,
Horacio Bosich, Carlos Sellés y Raúl Federico; encargado, suboficial ayudante Tomás
Molina.
Material aéreo basado en la BAM Ríos Gallegos: I-014, I-015, I-016, I-017, I-019. Y en la
IX Brigada Aérea: I-003, I-004, I-008, I-010, I-018.
A partir del 11 de mayo, habría intercambios de pilotos entre los dos escuadrones y la
VIII Brigada Aérea: el 11 de mayo arribó el capitán Jorge Huck; el 14 de mayo, el capitán
Jorge Testa fue trasladado a Buenos Aires y posteriormente destinado a la IX Brigada
Aérea, también en esa fecha el primer teniente Atilio Maggi retornó a la VIII Brigada; el
18 de mayo, el primer teniente Carlos Sellés llegó a Río Gallegos (y luego sería destinado
a Comodoro Rivadavia); el 22 de mayo, el capitán Ricardo González y el primer teniente
Guillermo Ballesteros hicieron lo propio; y el 26 de mayo, arribaron el capitán Carlos
Arnau y el mayor Carlos Neme (este último reemplazaría al mayor José Sánchez como jefe
del I Escuadrón hasta el 31 de mayo).
158
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
MS-760 Paris
El 21 de abril, en cumplimiento de una orden del Comando Aéreo Estratégico, se dispuso
el despliegue de una escuadrilla de Morane Saulnier 760 Paris (MS-760) a la Base Aérea
Militar Mar del Plata, para integrar el Grupo Exploración y Reconocimiento Aéreo (GERA).
El personal designado para integrar la escuadrilla fueron los instructores primer teniente
Juan Delgado y teniente Juan Macaya; desplegaron también los pilotos que habían fina-
lizado el curso de Estandarización para el Combate y realizado su vuelo solo en marzo
en los aviones F-86F Sabre, los alféreces Pedro Tur Baigorri, Eduardo Adaglio y Walter
Collado, y en los A4-C, los alféreces Enrique Amrein, Héctor Palacio y Víctor Gutiérrez.
Al mantener vigente la habilitación en MS-760, estos oficiales fueron integrados al grupo
de despliegue.
Como personal técnico desplegaron el cabo primero Daniel Guerrero; el cabo Rogelio
Pacheco y el personal civil Supervisor II Juan Morón.
Las matrículas de los aviones asignados fueron: E-204, E-220 y E-241.
El 22 de abril, el mayor Carlos Morillo, jefe de Escuadrón del Grupo 2 de Caza Bombardero,
ordenó el despliegue de la escuadrilla hacia la BAM Mar del Plata.
La misión asignada fue de exploración y reconocimiento ofensivo y patrulla aérea ofen-
siva, sobre la Zona “Alfa”, delimitada hasta 500 km o el radio de acción máximo de los
aviones, para identificar embarcaciones o aeronaves en el mar argentino y detectar posibles
incursiones de helicópteros británicos o desembarcos en el territorio. Además, los MS-760
constituirían reserva táctica en defensa y apoyo a las fuerzas terrestres acantonadas en la
costa. Estas tareas serían ordenadas y controladas por el CIC Mar del Plata, a cargo del mayor
Héctor González, instalado en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601).
159
La Fuerza Aérea en Malvinas
MS-760 Paris del Grupo 4 de Caza de la IV Brigada Aérea (Mendoza) - Archivo DEH-FAA
160
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
(3) MS - 760
Zona “Bravo”
(FAS)
(2) BMK-62 (1) F-27
Canberra + Esc. “Fénix”
Área
Zona “Charlie”
focal
Trelew (FAS)
“Krill”
(3) IA-58
(1) F-27
+ Esc. “Fénix”
Área
focal
C. Rivadavia
“Pacú” Zona “Delta”
(2) DHC-6 (FAS)
(1) F-27
+ Esc. “Fénix”
Área
focal
Santa Cruz
(1) G-II “Platino”
Islas Malvinas
Área
focal
Gallegos
“Langosta”
“Victor”
“Lima”
“Sierra”
161
La Fuerza Aérea en Malvinas
• Tres MS-760 desde BAM Mar del Plata con aviones en alerta y exploración costera.
• Dos IA-58 Pucará desde el aeropuerto de La Plata para exploración costera.
• Aeronaves civiles requisadas (que conformarían el Escuadrón Fénix) desde la I Briga-
da Aérea (El Palomar) para exploración costera.
Las Zonas “Bravo”, “Charlie” y “Delta” fueron asignadas a la FAS. Con asiento en la BAN
Comandante Espora, en la BAN Almirante Zar (Trelew), en la IX Brigada Aérea y en la
BAM Santa Cruz, los F-27 volarían a diario cumpliendo un patrón de exploración perfec-
tamente coordinado.
A los efectos de reforzar la vigilancia en la zona costera para prevenir un desembarco, se
delimitaron cinco áreas focales en las adyacencias de las bases:
• “Krill”, en Trelew, con el BMK-62 Canberra matrícula B-101 y aeronaves requisadas
(que conformarían el Escuadrón Fénix).
• “Pacú”, en Comodoro Rivadavia, con F-27, DHC-6 e IA-58 del Escuadrón 4 de Ata-
que de dotación de la IX Brigada Aérea y aeronaves requisadas (Escuadrón Fénix).
• “Platino”, en Santa Cruz, con IA-58, un G-II y aeronaves requisadas (Escuadrón Fénix).
• “Langosta”, en Río Gallegos, con aeronaves requisadas (Escuadrón Fénix).
La quinta área se la delimitó para controlar con aviones Learjet 35 A el tránsito marí-
timo que podía llegar desde el Pacífico hacia Malvinas. Se planificaron cuatro circuitos de
búsqueda triangulares (“Victor”, “Lima”, “Romeo” y “Sierra”) con los que se cubría una
superficie de 132.000 km2, comprendida entre la latitud de Río Grande hacia el sur, hasta
el paralelo 59º30’S.
Los Learjet 35 A serían también utilizados como guía de los M-5 Dagger y en misiones de
diversión. Asimismo, desde la IX Brigada Aérea, la BAM Río Grande y la BAM San Julián
se previeron con estos aviones vuelos de exploración fotográfica, por barrido térmico y
visual, sobre áreas de Malvinas. Además, recibirían tareas de retransmisión, de transporte
de personal y de carga, de correo y de evacuación sanitaria.
El GERA, asignado a la FAS y a cargo del comodoro Ferri, integrante del Estado Mayor
de ese comando, conformó dos secciones dependientes del A-3 Operaciones: la Sección
Operativa de Exploración y Reconocimiento (SOER) y la Sección Operativa de Operaciones
Especiales (SOOE).
A la SOER se la proveyó con tres Fokker F-27 y algunas aeronaves civiles requisadas.
A la SOOE se le asignaron los cuatro Learjet 35 A fotográficos de la II Brigada Aérea de
Paraná, el Learjet 35 A verificador del Instituto Nacional de Aviación Civil (INAC) y el
G-II fotográfico que ya se encontraban operando en la IX Brigada Aérea desde el 8 de
abril, más aeronaves civiles y estatales requisadas de diferentes prestaciones, con sus tripu-
laciones convocadas. Se conformó así un escuadrón aéreo cuya característica principal era
la operación conjunta de tripulaciones de personal militar y de personal civil convocado, el
cual fue denominado Escuadrón Fénix.
Escuadrón Fénix
El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea por medio de los Decretos N.º688 y N.º806
del 23 de abril de 1982 del Comité Militar, ordenó a través de una Comisión de oficiales
jefes —a los cuales que se sumó el capitán (R) Jorge Páez Allende — elegir y convocar
a tripulaciones civiles de la aviación general de acuerdo con las características y perfor-
mances de los medios aéreos y equipamientos electrónicos que pudieran ser utilizados en
misiones de apoyo a las unidades desplegadas por la Fuerza Aérea.
Tras considerar las condiciones legales, se coordinó con el Departamento Movilización
y Reserva y con las Direcciones de Aeronavegabilidad y de Material la incorporación de
162
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
pilotos civiles con el grado de alférez «en comisión» y de mecánicos civiles como cabos
«en comisión». Un gran porcentaje de las tripulaciones convocadas era personal en situa-
ción de baja y retiro de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, que conservaron los grados
que tenían en la Reserva.
El 28 de abril, en la VII Brigada Aérea de Morón, los tripulantes civiles convocados reci-
bieron sus insignias de grado a los efectos de cumplir con la normativa de la Convención
de Ginebra. De inmediato, desplegaron con sus aeronaves requisadas a la IX Brigada
Aérea de Comodoro Rivadavia a las órdenes del mayor Juan Falconier.
Las aeronaves que integraron el despliegue fueron:
1. Learjet 35 matrícula LV-ALF
2. Learjet 25 matrícula LV-OEL
3. Learjet 25 matrícula LV-MBP
4. Learjet 24 matrícula LV-JTZ
5. Learjet 24 matrícula LV-JXA
6. Cessna Citation 500 matrícula LV-MGB
7. Cessna Citation 500 matrícula LQ-TFM
8. Cessna Citation 500 matrícula LQ-MRM
9. Cessna Citation 500 matrícula LV-MMR
10. Cessna Citation 500 matrícula LV-LZR
11. Cessna Citation 500 matrícula LV-MZG
12. Mitsubishi MU-2 matrícula LV-ODZ
13. Mitsubishi MU-2 matrícula LV-OAN
14. Mitsubishi MU-2 matrícula LV-MOP
15. Swearingen Merlin III matrícula LV-MRL
16. Rockwell Turbocomander 690 matrícula LV-LMU
17. Rockwell Turbocomander 690 matrícula LV-LRF
18. Rockwell Turbocomander 690 matrícula LV-LTU
19. Rockwell Turbocomander 690 matrícula LV-LTX
20. Hawker Siddeley 125 matrícula LV-ALW
Sumadas a estas 20 aeronaves se agregó un Learjet 36 matrícula LV-LOG requisado que
ese mismo día partió hacia Comandante Espora donde realizaría una misión de explora-
ción; posteriormente operaría desde Comodoro Rivadavia.
A partir del 1 de mayo, con el mismo protocolo, otros aviones civiles desplegarían desde
distintos puntos del país a Comodoro Rivadavia, para luego sumarse a las distintas bases,
unidades y aeródromos patagónicos, según distribución de la FAS, para cumplimentar
salidas del Comando Aéreo Estratégico y de la Fuerza Aérea Sur:
1. Ted Smith Aerostar TS-60 matrícula LV-MDM
2. Ted Smith Aerostar TS-60 matrícula LV-MSN
3. Ted Smith Aerostar TS-60 matrícula LV-MDH
4. Ted Smith Aerostar TS-60 matrícula LV-MEJ
5. Ted Smith Aerostar TS-60 matrícula LV-MEG
6. Ted Smith Aerostar TS-60 matrícula LV-MEE
Único Escuadrón de las tres Fuerzas Armadas integrado por personal civil y militar, su
vigencia se extendió desde el 28 abril hasta la finalización de la guerra. Su primer jefe
fue el mayor Roberto Cardoso, quien se había desempeñado como jefe del Escuadrón
Aerofotográfico en la II Brigada Aérea hasta diciembre de 1981. El 14 de mayo sería reem-
plazado por el comodoro Rodolfo de la Colina, hasta el 7 de junio, fecha en la cual fue
derribado en una misión sobre el estrecho de San Carlos. Desde el 9 de junio hasta la fina-
lización del conflicto, el vicecomodoro Rubén Román asumiría la jefatura.
163
La Fuerza Aérea en Malvinas
164
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
165
La Fuerza Aérea en Malvinas
166
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
Helicópteros
En el caso de los Bell 212, debido a los continuos despliegues operativos que venían
efectuando a las unidades del sur, dos helicópteros se encontraban ya desde diciembre de
1981 asignados a la BAM Río Gallegos y a la IX Brigada Aérea de Comodoro Rivadavia.
La primera contaba con el Bell 212 matrícula H-87 tripulado por el primer teniente José
García y el teniente Juan Trezzo, y mecánicos cabo principal Francisco Danna y cabo
primero Rogelio Cruz. Durante el conflicto se reforzarían las tripulaciones con los tenientes
Julio Sorgenti y Ricardo Pons.
En Comodoro Rivadavia estaba el Bell 212 matrícula H-81 tripulado por los tenientes
Víctor Rouge y Jorge Bacchiddú, y mecánicos, suboficial auxiliar Víctor Benítez y
cabo primero Diego Cabral. Posteriormente, operaría como operador de carga y grúa
el cabo primero Mario Gianelli. Se reforzó la tripulación con la llegada de los tenientes
César Romero y Miguel Ángel Lucero, el cabo primero Claudio Bufarini, y el suboficial
ayudante Mario Deseta como pararrescate. Durante el conflicto se reemplazaría el H-81 por
el H-88 debido a una falla técnica.
Al momento del despliegue general, el Bell 212 matrícula H-86 brindaba apoyo operativo
junto con el Chinook matrícula H-91 en la Base Marambio de la Antártida; el Bell fue tras-
ladado desde allí en un avión Hercules a la BAM Río Gallegos donde, luego de armado, se
lo redesplegó a la BAM San Julián. Desde allí operó tripulado por el primer teniente Mario
Gómez y el teniente Guillermo Lozada Acuña; mecánicos, cabos primeros Pedro Pereyra
y Juan Rodríguez; pararrescates, cabos Ismael Cuello y Luis Cabrera. Posteriormente se
reforzó con la llegada del Bell 212 matrícula LQ-CHP perteneciente a la Gobernación del
Chaco, comandado por el capitán (Rva.) Exequiel Martínez, primer teniente (Rva.) Héctor
Tessio y como mecánico el cabo principal (Rva.) Agustín Colombres. Además, el 11 de
abril el Hughes 500D matrícula H-38 desplegó y aterrizó un día después en la BAM San
Julián, tripulado por el alférez Marcelo Turdera y el cabo primero Alejandro Moreyra.
167
La Fuerza Aérea en Malvinas
Bell 212 del Grupo 7 de Helicópteros de la VII Brigada Aérea (Morón) - Archivo DEH-FAA
CH-47 Chinook del Grupo 7 de Helicópteros de la VII Brigada Aérea (Morón) - Archivo DEH-FAA
Hughes 500 del Grupo 7 de Helicópteros de la VII Brigada Aérea (Morón) - Archivo DEH-FAA
168
Capítulo 5 | Despliegue de medios en el continente
Por otra parte, el Hughes 500 D matrícula H-37 desplegó a la BAM Santa Cruz el 12 de
abril, tripulado por el alférez José Pascuali y el cabo primero Juan Umaño. El 21 de abril
se realizó un recambio con el despliegue del Hughes 500 D matrícula H-39 tripulado por el
alférez Luis Secco y el cabo primero José Ruiz. El H-37 retornó a la VII Brigada Aérea de
Morón. En los primeros días de junio regresó a Santa Cruz, equipado con esquíes largos,
una grúa lateral y flotadores de emergencia tripulado por el alférez Juan Carlos Zarza y el
cabo principal Sánchez como mecánico.
En tanto, el Hughes 500 D matrícula H-41 desplegó el 13 de abril a la BAN Trelew, tripu-
lado por el alférez Omar Pereyra y el vicecomodoro (Rva.) Asdrúbal Cimadevilla y el cabo
principal Oscar Barrionuevo.
En suma
El enorme esfuerzo de despliegue de medios en el continente significó para las unidades
de asiento operativas llevar al extremo el empleo de recursos de transporte para sus escua-
drones en el sur; debido al puente aéreo a Malvinas, no se podía contar con medios aéreos
pesados, excepto el del despliegue inicial a las bases de la Patagonia.
Ya sea por modo aéreo con los aviones de enlace de dotación (G-II, AC-500, C-182,
entre otros) o por modo terrestre (camiones, camionetas, jeeps, etc.), todo servía para que
llegase el elemento necesario a tiempo. Inclusive para requerimientos urgentes, los mismos
aviones de combate utilizaron el poco espacio de sus alojamientos internos (como el chasis
vacío de los cañones del Mirage).
169
La Fuerza Aérea en Malvinas
Además del adiestramiento de las tripulaciones que hicieron sus primeras experiencias de
volar sobre el mar, todos los sistemas realizaron múltiples lanzamientos de armamento para
probar su efectividad y el comportamiento de los aviones con diferentes configuraciones
(tanques externos versus bombas), lo que permitió ajustar las autonomías sobre diferentes
puntos probables de objetivos en Malvinas y en el mar circundante. Esto fue vital para los
cazabombarderos e interceptores que no disponían de reabastecimiento en vuelo.
Toda esta etapa se vio marcada por un inquebrantable espíritu de cuerpo de todo el personal,
tanto en las bases de asiento como en las de despliegue. La recuperación de nuestras islas
Malvinas fue el motor que movilizó a poner todos los medios operativos a su máxima capa-
cidad en un mínimo tiempo, nadie fue ajeno a ese desafío.
170
Capítulo 6
Despliegue de medios
en Malvinas
Elementos del Componente Aéreo Malvinas
En el período en que nuestro país recuperó la posesión y soberanía de las islas Malvinas, los
medios de la Fuerza Aérea asentados allí actuaron en tres niveles. Primero, el correspondiente
al gobierno y la administración civil; entre ellos, el comodoro Carlos Bloomer Reeve, secre-
tario de gobierno; el mayor Antonio González Iturbe, jefe de la Central de Comunicaciones
de la guarnición113; el vicecomodoro Eugenio Miari, asesor jurídico del Gobernador.
El segundo nivel correspondió a la actuación en los organismos conjuntos de la Guarnición
Malvinas: el mayor Fernando Espiniella y demás médicos del Hospital Militar Conjunto
de Puerto Argentino, y el mayor Hugo Maiorano de la Central de Operaciones Antiaéreas
Conjunta (COAaCj), entre otros.
El tercer nivel, el operativo, tuvo al Componente Aéreo como principal organismo.
Al comienzo, bajo la dependencia del Teatro de Operaciones Malvinas y, después, del Teatro
de Operaciones del Atlántico Sur, a través del jefe de la Guarnición Conjunta Malvinas.
El comandante del Componente, brigadier Luis G. Castellano, recibió los siguientes
elementos para cumplir con su misión:
Bajo Comando y Control
La plana mayor del Comando del Componente Aéreo Malvinas estuvo integrada por:
• A-1 Personal: jefe, vicecomodoro Juan J. García de Diego; auxiliar, mayor Jorge
Fernández.
• A-2 Inteligencia: jefe, comodoro Guillermo V. Mendiberri; auxiliar, primer teniente
Enrique Nicolás Araoz.
• A-3 Operaciones: jefe, vicecomodoro Alberto Alegría; auxiliares, vicecomodoro
Héctor R. Gilobert y mayores Gilberto H. Oliva y Alberto A. Catalá.
◊Sector de Defensa Aérea Malvinas - Centro de Información y Control (CIC): jefe,
vicecomodoro Oscar L. Aranda Durañona; auxiliares, mayores Alberto Kajihara y
Héctor M. Pergolini.
◊ Red de Observadores del Aire: encargado, suboficial mayor Alfredo F. Ocampo.
• A-4 Material: jefe, mayor Eduardo J. Giannattasio.
• A-5 Comunicaciones: jefe, mayor Mario M. Módica.
• BAM Malvinas: jefe, comodoro Héctor L. Destri. Personal y medios para su imple-
mentación y funcionamiento.
• BAM Cóndor: jefe, vicecomodoro Wilson R. Pedrozo. Personal y medios para su
implementación y funcionamiento.
• Grupo de Operaciones Especiales: jefe, vicecomodoro Esteban L. Correa.
• Escuadrón IA-58 Pucará: jefe, mayor Miguel M. Navarro.
• Escuadrón Helicópteros: jefe, mayor Oscar J. Pose Ortiz de Rozas.
• Escuadrón Vigilancia y Control Aéreo (VyCA): jefe, mayor Miguel A. Silva.
• Escuadrón de Artillería Antiaérea: jefe, mayor Hugo Maiorano.
• Escuadrón Construcciones: jefe, mayor Raúl Maiorano; auxiliares, vicecomodoro
Enrique Viñals y primer teniente Ignacio Galardi.
• Escuadrón Abastecimiento: a cargo de los mayores Néstor Giménez Ortiz y Rodolfo
Guerrero.
113
El mayor Antonio González Iturbe, que llegó a Malvinas para integrar el Estado Mayor del Componente Aéreo,
cuando los responsables designados no pudieron hacer funcionar la central telefónica de la población, él la hizo
trabajar y permaneció en el puesto hasta el final.
La Fuerza Aérea en Malvinas
114
FIGAS: Falklands Islands Government Air Service.
174
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Elta de vigilancia cercana provenientes de la BAM Río Gallegos, al mando del primer
teniente Alberto E. Dalves (arribada el 2 de abril). A partir del 10 de abril, el capitán
Rodolfo Savoia asumió como jefe de Puesto de Comando de Artillería Antiaérea
(PCAAa) instalado en el aeropuerto.
• Grupo de Operaciones Especiales (GOE): vicecomodoro Esteban Correa.
• Escuadrón de Construcciones: mayor Raúl O. Maiorano.
• Escuadrón de Vigilancia y Control Aéreo (VyCA) al mando del mayor Miguel A.
Silva, con un radar TPS-43 en configuración “Charlie”115 que se instaló dentro del
predio del aeródromo, donde operó hasta el 12 de abril, cuando se trasladó a su sitio
definitivo al sur de Puerto Argentino.
• Escuadrón Pucará y Escuadrón Helicópteros inicialmente basados en esta BAM y
luego redesplegados a la BAM Cóndor.
115
El radar TPS-43 en configuración “Charlie” comprende la antena, un shelter (con dos consolas PPI UPA-62, VHF,
HF), cabina de operaciones (con tres consolas similares a las anteriores), cisterna, sistema de microondas FM 200
y dos generadores Caterpillar.
175
La Fuerza Aérea en Malvinas
colaboración de los pilotos del sistema, cambiaron el color plateado de los aviones por
un nuevo esquema ocre con algunas manchas para lograr un mimetizado acorde al ámbito
operacional.
El 9 de abril, se efectuó una comprobación de cobertura de lóbulo radar con dos secciones:
OF s/n. Dos IA-58 Pucará, indicativo PALA, armados con ametralladoras y cañones.
Tripulación: primer teniente Francisco Navarro (A-556) y teniente Hernán Calderón
(A-552). Despegaron de la BAM Malvinas a las 09:10 y aterrizaron a las 11:10.
OF s/n. Dos IA-58 Pucará, indicativo TAURO, armados con ametralladoras y cañones.
Tripulación: tenientes Daniel Jukic (A-523) y Héctor Furios (A-529). Despegaron de
la BAM Malvinas a las 10:20 y aterrizaron a las 12:20.
El mismo 11 de abril, tras llegar a Malvinas, el mayor Miguel Manuel Navarro se hizo cargo
de la jefatura del Escuadrón IA-58. Al día siguiente, se abocó a la búsqueda de un lugar apto
para operar con los Pucará. A bordo del Islander, Navarro y Vila reconocieron bahía Fox y el
establecimiento San Carlos que descartaron por la exigua longitud de las pistas (350 metros).
Por la tarde, aterrizaron en el istmo de Darwin y eligieron un terreno de 400 metros que se
podría alargar a 450 de longitud y servir como base operativa de los Pucará.
En realidad, la mejor pista se encontraba en puerto San Carlos, pero su ubicación era vulnerable
al fuego de artillería o a un desembarco naval desde el estrecho. Aunque el terreno era anega-
dizo y ondulado, se eligió el campo de puerto Darwin, de 450 metros de longitud y recubierto de
una esponjosa superficie de turba, por ser el sitio más adecuado de todos los posibles. Tomada
la decisión de desplegar la unidad, se delinearon los requerimientos para operar la nueva Base
Aérea, con la clara noción de las limitaciones del entorno tanto para las tripulaciones como
para las aeronaves de combate. Las condiciones estaban lejos de ser las ideales. No exis-
tían hangares, medios de apoyo ni infraestructura adecuada: la labor de mecánicos iba a
estar seriamente dificultada por la falta de refugios o áreas de dispersión seguras. Esta
deficiencia fue evidente cuando los helicópteros CH-47 y Bell 212, en sucesivos vuelos
desde el 12 de abril, trasladaron de Puerto Argentino a Darwin el total del material para
implementar la nueva base aérea. En ese contexto se debieron dispersar a mano los equipos
y las municiones.
176
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
El 13 de abril, los pilotos de IA-58 del continente se intercambiaron por los de las islas para
que todos se adiestraran en la zona de operaciones. Arribaron a Malvinas el capitán Ricardo
Grünert y los tenientes Alcides Russo, Abelardo Alzogaray y Eduardo Túñez. Con esa fina-
lidad, los tripulantes de Pucará practicaron navegaciones tácticas a baja altura, ejercicios de
tiro, bombardeo y prueba de coheteras sobre el terreno.
El 18 de abril, el Comando del Componente Aéreo ordenó despegar dos IA-58 para reco-
nocer una posición sobre el mar, a 220 km, donde el radar del Centro de Información y
Control (CIC) había captado un eco en vuelo. Tripulaciones: capitán Roberto Vila (A-529)
y teniente Miguel Giménez (A-523). Despegaron de la BAM Malvinas a las 11:45 y aterri-
zaron sin novedad a las 12:25.
El 23 de abril, el teniente Hernández regresó a Comodoro Rivadavia para incorporarse al
grupo que se preparaba para cruzar desde Río Gallegos ocho aviones que completarían el
Escuadrón Aeromóvil Pucará en Malvinas.
El escalón técnico desplegado en Malvinas estuvo compuesto por: el capitán Nelson
Robledo, los tenientes Héctor Santini y José Lombardi, y como encargado, el suboficial
ayudante Luis Suárez.
Luego del redespliegue a la BAM Cóndor, el apoyo técnico en la BAM Malvinas quedó a
cargo del mayor Horacio Argente y el suboficial ayudante Roberto César Pérez. Ambos se
presentaron voluntariamente en Puerto Argentino, donde con esmero e ingenio atendieron
durante toda la guerra los aviones del Escuadrón Pucará.
Escuadrón Helicópteros
Se integró con dos helicópteros pesados Boeing CH-47 Chinook que volaron hasta las islas,
más dos Bell 212 trasladados en los C-130 Hercules. Las máquinas permanecerían activas
durante todo el conflicto. Inicialmente operaron desde la BAM Malvinas, y luego desde la
BAM Cóndor hasta su caída, cuando volvieron a la primera base.
Secuencia del despliegue:
3 de abril
Bell 212, matrícula H-85: fue transportado en el C-130 TC-64 que despegó desde
Comodoro Rivadavia a las 00:30 y aterrizó en Puerto Argentino a las 02:30.
Tripulantes del Bell: tenientes Luis Longar y Alejandro Vergara, suboficial ayudante
Jesús Martínez, cabos principales Horacio Carmona y Eulogio Gómez, cabos primeros
Ernesto Palacios, Sergio Quiñónez y Eduardo Gómez, y cabo Bernardo Dobrenik116.
7 de abril
CH-47 Chinook, matrícula H-93. Misión: traslado a Puerto Argentino. Tripulación:
mayor Oscar Pose Ortiz de Rozas, primeros tenientes Alberto Beltrame y Juan Grifol,
suboficiales ayudantes Roberto Prats y Juan Cantón, suboficial auxiliar José Álvarez,
cabo principal Atilio Pistoni, y cabos primeros Mario Vera y Ángel Chocrón. Despegó
de Río Gallegos a las 13:25 y arribó a la BAM Malvinas a las 17:05. La noche previa al
cruce, el helicóptero con esquema de pintura antártico (rojo y gris) fue repintado en la
IX Brigada Aérea por un equipo de la VII Brigada Aérea, con colores de ocultamiento
(marrón, verde y amarillo) adecuado para el terreno de las islas.
10 de abril
Bell 212, matrícula H-83. OF s/n: traslado a Puerto Argentino en C-130H matrícula
TC-62. Tripulantes del Bell: teniente Marcelo Pinto, teniente Ricardo Ludueña, y cabo
principal Alberto Pilar López.
Alejandro Roberto Vergara, Malvinas - Palas al rescate, «Colección de Historia Aeroespacial», Buenos Aires,
116
2019.
177
La Fuerza Aérea en Malvinas
11 de abril
CH-47 Chinook, matrícula H-91. OF s/n: cruce a Puerto Argentino. Tripulación: pri-
meros tenientes Manuel Fernández, Julio Brouwer de Koning y Horacio Giaigischia;
suboficial ayudante Hugo White; cabos principales Raúl Fernández y Hugo Herrera; y
cabo primero Rubén Lavoratto. Despegó de Río Gallegos a las 14:00 y arribó a la BAM
Malvinas a las 17:00. Este helicóptero conformaba la dotación de la Base Marambio;
el 10 de abril había volado hasta Río Gallegos, previa escala en Río Grande, acompa-
ñado por el KC-130 matrícula TC-70. Al igual que el otro Chinook, el H-91 fue repin-
tado con el esquema de camuflaje. Para autodefensa, los helicópteros estaban artillados
con tres ametralladoras Browning de 12,7 mm, una a cada lado y otra atrás, en la rampa
de carga, operadas por artilleros. Este armamento se había adaptado en la unidad de
origen, el año anterior, con las ametralladoras del F-86 Sabre.
23 de abril
Se incorporaron los tenientes Saturnino Santiago Sánchez y Gustavo Luis Brea arri-
bados desde el continente, lo que completó en total seis pilotos para conformar tres
tripulaciones de Bell 212.
Una vez armados, los Bell 212 empezaron vuelos de familiarización con el terreno, desplegaron
y abastecieron los puestos de la ROA, y a partir de la llegada de los Pucará a la BAM Cóndor
el 12 de abril, efectuaron junto con los Chinook un puente aéreo entre la BAM Malvinas y
Darwin. Durante varios días, el Escuadrón Helicópteros transportó personal técnico de los
178
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Escuadrilla de Servicios
El brigadier Guillermo Castellano ordenó incorporar el avión Britten Norman Islander
—propiedad del exgobernador Hunt y que había pertenecido al FIGAS— a la unidad aérea
de la BAM Malvinas como Escuadrilla de Servicio.
A bordo de esa máquina, los días 9 y 10 de abril, el vicecomodoro Roberto Gamen y el
mayor Alberto Catalá cumplieron tareas especiales desde la BAM Malvinas; el primer día
con fines logísticos hacia el establecimiento de Darwin, y el segundo para reconocer los
probables sitios de desembarco de la fuerza de tareas británica. Del reconocimiento obte-
nido sobre el territorio observado en vuelo, se apreció como potencialmente apto el puerto
San Carlos, ubicado en el extremo noroeste de la isla Soledad, ya que reunía algunas carac-
terísticas naturales para una operación anfibia de desembarco de tropas y medios logísticos.
Sin embargo, el comandante del Componente Naval desestimó la evaluación de los avia-
dores, circunstancia que se revelaría como un desacierto el 21 de mayo, cuando las fuerzas
británicas iniciaron la operación Sutton justo en ese punto.
El 12 de abril, arribaron a Puerto Argentino tripulaciones con la idea de poner en vuelo las
diferentes aeronaves pertenecientes al FIGAS para tareas de enlace y transporte aéreo sobre
las islas. Al recorrer los diferentes lugares donde se encontraban las aeronaves, se comprobó
que casi todas estaban afectadas con falta de piezas esenciales, evidentemente para evitar
posibles confiscaciones. Los tripulantes designados para volar estos aviones fueron el
capitán Dante Dovichi y los primeros tenientes Antonio Sangrá, Carlos Sorreguieta y Luis
Edmundo París. Solo este último se desempeñó como comandante del BN Islander en
numerosos vuelos de enlace desde la BAM Malvinas hacia Bahía Fox, Darwin, estableci-
miento El Salvador, San Carlos y otros.
El 20 de abril, el avión BN Islander realizó la evacuación sanitaria de un soldado acciden-
tado en Bahía Fox, donde se encontraba desplegado el Regimiento de Infantería Mecani-
zado 8, junto a una Compañía de Ingenieros. El vuelo sanitario hacia la Base Aérea Militar
179
La Fuerza Aérea en Malvinas
Escuadrón VyCA
El Grupo 2 de Vigilancia y Control Aéreo con asiento en Merlo tuvo la responsabilidad
de alistar y desplegar cuatro escuadrones móviles con radares Westinghouse TPS-43E.
El primero partió de la I Brigada Aérea la noche del 1 de abril de 1982, con destino inicial
a la IX Brigada Aérea en Comodoro Rivadavia. Desde allí, voló a Puerto Argentino el 2 de
abril en dos aviones Hercules C-130.
Esa primera dotación, comandada por el mayor Miguel Ángel Silva, estuvo integrada por
los primeros tenientes Juan Carlos Romero y Norberto Faber, teniente Guillermo Saravia,
y alféreces Rubén Scacchi y Hugo Mercau; suboficial mayor Antonio Cassani como encar-
gado de escuadrón, suboficial ayudante Néstor Tambussi, suboficial auxiliar José Palma;
cabos principales José Barrios, Carlos Quintana, Enrique Sierra, Carlos Tévez y Roberto
Ullua; cabos primeros Roberto Baiz, Raúl Ramírez y Rolando Ulrich; cabos Oscar Di
Stefano y Alejandro Matarazzo; y soldados conscriptos clase 1963 Jorge Cerana, Fernando
Escalante, Rogelio Escobar, Alejandro Rodríguez y Juan Wozniak.
Si bien el 2 de abril el radar arribó en dos C-130 con su dotación, recién el día siguiente por
la tarde se recibieron los generadores que, por falta de disponibilidad de bodega, habían
quedado en la terminal de carga de Comodoro Rivadavia. El 4 de abril, el radar quedó final-
mente armado y en servicio, después de dos días de ajustes, calibración y comprobación de
vuelos con tránsito de oportunidad. Dos días después, a las 08:00, comenzó la operación
continua en apoyo al puente aéreo. Se lo instaló en una elevación, 800 metros al sudoeste
de la cabecera 08 de la pista. Posteriormente, luego de estudiar las posibilidades de super-
vivencia en situación de combate tanto del radar como del personal, el 13 de abril se lo
reubicó en el borde del pueblo, donde el sitio ofrecía una mayor cobertura ante eventuales
ataques provenientes tanto desde el mar como desde el aire117.
Durante el período comprendido entre el 2 y la mañana del 6 de abril, la vigilancia del
espacio aéreo se realizó con el radar de la corbeta ARA Granville fondeada frente a Puerto
Argentino, operando con el indicativo TORREÓN.
El 9 de abril, en coordinación con el CIC Malvinas y el Escuadrón Pucará, se ejecutaron
dos vuelos de comprobación de cobertura radar para determinar el cubrimiento cercano a
117
Miguel Ángel Silva, Diario de Guerra del Radar Malvinas, Buenos Aires, Editorial Dunken, 2007.
180
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
baja cota. Los vuelos se realizaron durante la mañana con las secciones PALA y TAURO,
con una duración aproximada de dos horas cada uno.
A pesar de haber contado con poco tiempo para planificar las operaciones de vigilancia
y control aéreo en un terreno completamente desconocido, el adiestramiento constante
del personal operativo y técnico adquirido desde 1978 en despliegues conjuntos con los
distintos sistemas de armas de la Fuerza Aérea Argentina, en su mayoría en territorio pata-
gónico, minimizó dicha falencia permitiendo que se lograra rápidamente la adaptación al
ambiente de la zona de operaciones.
Con veinticuatro efectivos inicialmente, la dotación fue reforzada y llegó a contar cuarenta
y cinco hombres entre oficiales, suboficiales y soldados para el 29 de abril. Ese incremento
se debió principalmente al cambio de posición del radar desde el aeródromo al sur del
pueblo, en la zona más alta a efectos de incrementar los alcances sobre todo a baja cota.
Ese cambio de posición significó que el escuadrón dejara de contar con el apoyo logís-
tico y de seguridad que hasta el 13 de abril le brindaba la BAM Malvinas. A efectos de
cubrir esa deficiencia, el 15 de abril arribaron, provenientes del Grupo 2 VyCA, el cabo
primero Víctor Romero, los cabos Néstor Herrera y Luis Rivero (alumno de la Escuela de
Radar), y doce soldados clase 63 para cumplir las tareas de seguridad y defensa del escua-
drón. Asimismo arribaron el suboficial principal Carlos Taborda (conductor motorista) y el
cabo primero Juan Carlos Nievas (operador radar) como refuerzo de la dotación operativa.
El 17 de abril, llegó el cabo Víctor Lescano (conductor motorista), el 20 el primer teniente
Carlos A. Mazzocchi (controlador) y el cabo primero Juan D. Egañas (operador radar)
provenientes del Escuadrón VyCA de Comodoro Rivadavia, y finalmente el cabo primero
Gabriel Merlino (mecánico de comunicaciones) el 29 de abril.
El Escuadrón quedó conformado por las Secciones Operativa, Técnica y Logística.
Funcionó como unidad autosuficiente procurándose, por sí solo, los medios para la opera-
ción y supervivencia del sistema.
La Sección Operativa, formada por controladores y navegadores, tenía bajo su responsabi-
lidad la detección e identificación de las aeronaves propias y británicas dentro del espacio
aéreo del Teatro de Operaciones Malvinas (TOM), y del control de las aeronaves propias
asignadas por el Centro de Información y Control (CIC) durante la ejecución de las misiones.
181
La Fuerza Aérea en Malvinas
Artillería Antiaérea
Entre el 2 y el 3 de abril, al mando del primer teniente Alberto Dalves, y como encargado el
suboficial mayor Hugo Gómez, desplegaron a la BAM Malvinas la dotación y los medios
de una batería Rheinmetall (RH) de nueve cañones de 20 mm y un radar ELTA de corto
alcance de la BAM Río Gallegos. En un primer movimiento, se trasladó solo una sección a
tres piezas, y el 3 de abril se completó el resto de la batería.
El 4 de abril, una vez recibido el Plan de Campaña 2/82, se desplegó la 3ra Batería de la BAM
Mar del Plata, compuesta por un director de tiro Superfledermaus y dos cañones Oërlikon
de 35 mm al mando del primer teniente Oscar Spath, junto con el teniente Jorge Reyes y el
alférez Pedro Iraizoz, y como encargado el suboficial principal Rodolfo Antonio Ledesma.
El traslado se concretó en C-130, en tres jornadas sucesivas. Asimismo se designó como
jefe de escuadrón al mayor Hugo Maiorano.
En la BAM Malvinas, la batería de cañones RH 20 mm desplegó los nueve «fierros»118.
La primera pieza se colocó cerca de la cabecera 08 y, a partir de allí, se emplazaron cuatro posi-
ciones en el sector norte de la pista y cuatro en el sur. En la cabecera opuesta, la 26, se instaló
118
“Fierro”, término utilizado por el personal de artillería antiaérea para señalar los cañones de 20 y 35 mm.
182
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Referencias
F1-F6 AAa 20mm FAA “Fierros”
Puesto de Socorro (PUSO)
PC FAA Puesto de Comando FAA
PC EA Puesto de Comando EA
PCAAa Puesto de Comando AAa.
la batería con Superfledermaus Oërlikon 35 mm de la BAM Mar del Plata, previa evaluación
del sitio, con lo cual se logró una efectiva defensa omnidireccional en los 360º del aeródromo.
Finalizado el despliegue, el 12 de abril se realizó una comprobación de tiro antiaéreo para
evaluar el comportamiento del sistema Superfledermaus Oërlikon de 35 mm. Durante la
mañana, se soltó un atado de globos inflados con gas que suspendían latas de conserva, para
que el radar los adquiriera y registrara los parámetros de tiro.
Para la defensa de la BAM Cóndor, se desplegó una Batería (-)119 de cañones RH de 20 mm
y un radar ELTA de detección a baja altura y corto alcance, movilizado desde la IX Brigada
Aérea de Comodoro Rivadavia, al mando del alférez Arnaldo Favre, y como encargado
el suboficial auxiliar Miguel Forni. Como el mencionado oficial no era de la especialidad
artillería antiaérea, se desplegó desde la BAM Mar del Plata al teniente Darío Valazza, que
asumió la conducción de la Batería el 12 de abril.
El 17 y el 18 de abril, con helicópteros de la Fuerza, se trasladaron las piezas a la BAM
Cóndor y de inmediato se construyeron las posiciones en el terreno.
El 19 de abril, por requerimiento del CIC al comando de la FAS, aviones propios realizaron
ataques simulados para que la vigilancia lejana y cercana de la Artillería Antiaérea (AAa.)
verificara la cobertura de los lóbulos, y practicara en tiempo real las comunicaciones y la
transmisión de alertas y consignas de fuego: azimut, distancia, velocidad, altura y otros
datos necesarios para evaluar el sistema defensivo. La práctica resultó provechosa ya que,
a partir de ese momento, con la información obtenida tanto por el radar TPS-43 como por
los propios medios de la AAa., y realizadas las correcciones de paralaje, se permitió hablar
el mismo lenguaje operativo sin malentendidos y con información fidedigna.
El 27 de abril, se incorporó a la defensa antiaérea de la BAM Cóndor una batería con dos
cañones de 35 mm y central de tiro Skyguard del GADA120 601 del Ejército Argentino, al
mando del subteniente Claudio Braghini y el sargento ayudante Mario Abel Tardihi como
encargado, que fue puesta bajo control operacional del jefe de la Base.
La noche del 27 de abril, a medida que pasaban las horas, aumentaba la tensión en la BAM
Malvinas y la alarma roja se impuso en varias ocasiones. En tales circunstancias, los obuses
OTO Melara de 105 mm del Ejército emplazados al sur de Puerto Argentino estuvieron
cañoneando las playas de la zona. En otra circunstancia, cerca de las 22:00, se emitió una
alerta temprana que ponía en conocimiento que un helicóptero posiblemente evolucionaba
en la zona.
119
Batería (-): batería reducida en número de piezas.
120
GADA: Grupo de Artillería de Defensa Aérea.
183
La Fuerza Aérea en Malvinas
Referencias
AAa 35 mm EA
F1-F6 AAa 20mm FAA
Ca. Defensa FAA
PCAAa Puesto de Comando
de Defensa Aérea
PUSO Puesto de Socorro
Con las primeras luces del día, el operador de turno del radar TPS-43 detectó dos ecos en el
este (detrás del faro), a una distancia de 6 km y el otro a 10 km, a 50 metros de altura con
velocidad estimada entre 10 y 12 metros por segundo (36 a 43 km/h), con rumbo hacia los
270º. Ante esta inesperada circunstancia, se ordenó a la batería alistarse para el combate
y, al mismo tiempo, se puso debidamente en aviso al Puesto de Comando y se requirió al
Centro de Información y Control (CIC) la existencia de vuelos propios en la zona, con
respuesta negativa.
Uno de los ecos desapareció de la pantalla del radar y se centró la atención en el otro móvil que
con escasa velocidad se seguía acercando. Cuando el eco entró en distancia de tiro (3,5 km),
se ordenó a los jefes de pieza quitar el seguro de disparo. Cumplida la orden y recibido el
aviso, el primer teniente Spath realizó una ráfaga de combate. Acto seguido, el eco desa-
pareció de la pantalla del radar y los jefes de pieza observaron que un objeto explotaba y
caía incendiado en el mar. Los que se encontraban de turno en la torre de vuelo también
pudieron observar ese efecto. Pese a que al día siguiente se buscaron restos en la costa de la
península, no hallaron rastros que se compadecieran con lo visto en la oscuridad.
Durante la noche del miércoles 28 de abril, se activó el dispositivo de defensa en reiteradas
oportunidades. El viento oeste, que promediaba los 40 nudos (74 km/h), actuó como factor
desencadenante al afectar al director de tiro (DT) que sufrió la rotura de un pequeño motor,
responsable del giro y la parada de la antena para adquirir los blancos aéreos. Esta falla dejó
al DT fuera de servicio para comandar y dirigir el tiro de cañones de 35 mm que, hasta el
final del conflicto, debieron actuar como armas aisladas.
El 29 de abril, finalizó el alistamiento. Pese a las dificultades de traslado, instalación y
logística, las baterías estaban en servicio con su respectivo Puesto de Comando, red de
comunicaciones, posiciones, refugios de personal y munición en los sitios. Se realizó,
entonces, actividad de tiro para comprobación y reglaje.
El Puesto de Comando de Artillería Antiaérea (PCAAa) se instaló en un polvorín de
hormigón armado perteneciente a unos herrumbrados cañones de defensa costera de la
Segunda Guerra Mundial, a unos 250 metros de la torre de vuelo en dirección sudoeste.
El radar ELTA se emplazó en las proximidades del PCAAa.
184
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Escuadrón Construcciones
El Escuadrón desplegó a partir del 5 de abril para realizar construcciones y mantener las
instalaciones de la BAM Malvinas. El personal se trasladó por modo aéreo, mientras que
las máquinas viales y de carga se enviaron en buques de transporte navales.
Se efectuaron trabajos de reparación y ampliación de la pista, calle de rodaje y plataforma;
se construyeron refugios, emplazamientos de artillería y un Puesto de Comando alterna-
tivo; se arreglaron, además, los muelles portuarios donde llegaban los pertrechos.
El 5 de abril, desplegaron el mayor Raúl Maiorano, el suboficial mayor Gerardo González,
suboficial ayudante Ricardo Díaz, los suboficiales auxiliares Alberto Natalino y Miguel
Muñoz, el cabo principal Erio Moyano y los cabos Edgardo Acosta, Víctor Gutiérrez y
Carlos Montoya. Días después arribó un refuerzo integrado por el primer teniente Ignacio
Galardi, el cabo principal Eduardo Cubi, los civiles Carlos Alfonso Corona y Carlos
Alberto Corona y, posteriormente, el vicecomodoro Enrique Viñals, y los cabos primeros
Jorge Ortiz y Carlos Casal.
El Escuadrón contó con tres topadoras, dos cargadoras frontales, una motoniveladora, tres
camiones volcadores, un camión playo y un jeep incautado.
Escuadrón Servicios
Este Escuadrón se integró con elementos de transporte, contraincendio, balizamiento y gene-
radores de energía, desde el 2 de abril, a cargo del mayor Rodolfo Guerrero. El 11 de abril,
arribó a la BAM Malvinas el mayor Héctor Rusticcini y se hizo cargo de dicho Escuadrón:
el mayor Guerrero quedó como su auxiliar. Inicialmente contaba además con el Servicio de
Sanidad, encabezado por el mayor Fernando Spiniella, y con el Servicio Religioso, a cargo
del presbítero Gonzalo Pacheco.
121
Ver Capítulo III, “Recuperación de las islas”, en ‘Se inicia el asalto aéreo’.
185
La Fuerza Aérea en Malvinas
Escuadrón Abastecimiento
El vicecomodoro Néstor Giménez Ortiz organizó desde el inicio el abastecimiento logístico
a los medios desplegados en la BAM Malvinas. En pocos días se pudo disponer de un galpón
de material en la ciudad, donde se implementó el Depósito Mayor de Abastecimientos,
comúnmente llamado «La Casa de Piedra» por sus características físicas, a corta distancia
del Comando del Componente Aéreo. Un par de semanas más tarde, arribó del continente
el mayor Alcides José Cerutti, quien como auxiliar se hizo cargo de las tareas en la BAM,
mientras Giménez Ortiz regulaba la distribución desde la Casa de Piedra. En la Base, el
mayor Cerutti alternaba con el mayor Guerrero del Escuadrón Servicios el apoyo a la
recepción y carga de los aviones que intervinieron en el puente aéreo y en la operación de
Pucará y helicópteros desde el aeródromo.
186
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Aspecto de plena actividad en la BAM Malvinas durante el Puente Aéreo en el mes de abril - BANIM DEH-FAA
Falklands Island Company (FIC), pero ambas se descartaron por múltiples fallas e incon-
venientes que presentaron en la operación.
Escuadrón de Tropa
Dos compañías arribaron a la BAM Malvinas, con un efectivo de 225 soldados. El personal
de tropa incluía cincuenta soldados de la IX Brigada Aérea de Comodoro Rivadavia al
mando del teniente Eduardo Luppo y del alférez Domingo Aguerre que llegaron el 2 de
abril: fueron el primer contingente de tropas de la Fuerza Aérea en pisar suelo malvinense.
El 6 de abril, se incorporó la Compañía de Defensa de la I Brigada Aérea. Fueron sus jefes
el capitán Alfredo O. Rivarola hasta el 4 de mayo y, después, el capitán Neldo P. Mena.
La compañía se organizó con una jefatura, con los oficiales mencionados, un encargado
—el suboficial ayudante Eduardo Mure—, más dos secciones de tiradores a cargo de los
primeros tenientes Tulio C. Felici y José A. Guerra, una sección de ametralladoras MAG a
cargo del alférez Alejandro Alonso, y una sección de ametralladoras de 12,7 mm al mando
del alférez Gustavo E. Fosch de la VII Brigada Aérea. Como función inicial brindó la segu-
ridad al aeródromo con puestos de guardia en la planta de combustible, cabeceras de pista,
torre de vuelo, entrada al aeropuerto, sala de armas y patrullado.
Con respecto a la defensa terrestre, en las reuniones de coordinación entre los jefes de
Operaciones de los tres componentes, se acordó que la neutralización de la pista de la BAM
Malvinas sería un objetivo prioritario de las fuerzas británicas, por lo que resultaba de vital
importancia mantener la operatividad de la Base.
Por lo tanto, el perímetro defensivo terrestre que abarcaba la totalidad del terreno circun-
dante del aeropuerto, inclusive el sector costero, fue cubierto por zonas de vigilancia con
los escuadrones de tropa de la Fuerza Aérea más cuatro compañías del Regimiento de
Infantería 25 y tres secciones del Regimiento de Infantería 1 Patricios del Ejército, todas a
cargo del teniente coronel Mohamed A. Seineldín.
El personal de la Compañía de Defensa se distribuyó por secciones en el perímetro de la
península en las posiciones donde existían lugares probables de desembarco enemigo. Cabe
destacar que, si bien la responsabilidad de la defensa era del Regimiento de Infantería 25,
187
La Fuerza Aérea en Malvinas
Posiciones defensivas de las secciones de tropa en el perímetro de la BAM Malvinas, en el sector de la playa - BANIM DEH-FAA
ante la imposibilidad de mantener las distancias entre cada una de las fuerzas, se integraron
en grupos de combate conjuntos de manera de cubrir adecuadamente todos los sectores.
Se determinaron cuatro playas donde se establecieron posiciones defensivas (A-B-C-D)
donde la Compañía de Defensa de la I Brigada Aérea se distribuyó por secciones.
Las piezas de la sección de ametralladoras 12,7 mm a cargo del alférez Fosch fueron distri-
buidas en el resto de las secciones.
Inicialmente la primera sección de primer teniente Felici ocupó la posición A en el norte de
la península, pero luego fueron reasignados a la posición D (Surf Bay), una extensa playa
al sur de unos 1000 metros que acababa en un acantilado rocoso. La posición norte la ocupó
una sección del RI 1 de Patricios122.
Completaba el despliegue las posiciones de combate del Grupo de Operaciones Especiales
(GOE) ubicado en «Cantera de Piedra», al noroeste de la cabecera 26, muy cerca al Puesto
de Comando de la BAM Malvinas.
***
En la BAM Cóndor se conformó un Escuadrón Base al mando del mayor Jorge Zaporta con
una compañía de Defensa y Servicios, con soldados conscriptos provenientes del Grupo
Base de la Escuela de Aviación Militar.
La compañía de Seguridad y Defensa —a cargo del primer teniente Ricardo Sifón, y
compuesta por dos secciones de tiradores de 55 hombres cada una, reforzados con dos
morteros, cuyos jefes eran los tenientes Osvaldo Bustillo y Darío Rosas— debía realizar la
defensa cercana, vale decir, las instalaciones de la BAM. Los encargados de la compañía
y las secciones fueron los suboficiales ayudantes Héctor R. Queiruga, Juan Carlos León y
Eduardo Maidana. En tanto, la defensa perimetral y de alrededores, tal cual dicta la doctrina
conjunta, quedó bajo responsabilidad del regimiento del Ejército asignado a Darwin.
La Sección Servicios al mando del teniente Edgardo Serra aseguraba la logística de las
compañías y realizaba trabajos de apoyo en la Base Aérea.
122
Testimonio del comodoro VGM (R) Tulio César Felici a la Comisión BANIM.
188
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
189
La Fuerza Aérea en Malvinas
(VyCA) al mando del mayor Miguel A. Silva, equipado con un potente radar 3D123, el
AN/TPS-43 Westinghouse, de 400 km de alcance124.
Este sensor fue complementado por una Estación de Vigilancia que aportó el Grupo de
Artillería de Defensa Aérea 601 del Ejército con un radar 2D, el TPS-44 Cardion “Alert”
de su dotación. Juntos conformaron el sistema de alerta temprana, cuya operación fue coor-
dinada por el Centro de Información y Control montado y operado por la Fuerza Aérea.
Durante abril, el CIC gestionó que se efectuaran ataques simulados con aviones de la Fuerza
Aérea Sur. Con estos vuelos el jefe del Escuadrón VyCA delimitó los sectores ciegos de la
cobertura de su radar. Frente a esa limitación, se solicitó al representante de la FAS el envío
de personal y de equipos para desplegar una Red de Observadores del Aire (ROA).
A pesar de que en principio se previó alargar la pista, lo que poco después quedó sin efecto
por tipo de suelo y el tiempo que llevaría la obra, debido a la vulnerabilidad del aeródromo
y de los aviones estacionados a los ataques con artillería naval, el Comando de Defensa
Aérea dispuso desde un primer momento no desplegar aviones interceptores de alta perfor-
mance al aeródromo de Malvinas. Por esa causa, para rechazar las incursiones de la avia-
ción enemiga, el Sector de Defensa de las islas solo dispuso de las unidades antiaéreas de
las Fuerzas Armadas. Los aviones de caza volarían desde el continente, y su presencia sería
eventual y por lapsos cortos para dar cobertura a otras operaciones aéreas.
En consecuencia y porque la mayoría del material antiaéreo pertenecía al Ejército y
a la Armada, una de las primeras medidas que adoptó el A-3 fue coordinar con los
respectivos jefes de Operaciones que se montara una Central de Operaciones Antiaéreas
Conjunta (COAaCj) que —con capacidades similares, aunque más limitadas que el
Centro de Información y Control—, condujera la defensa antiaérea en función de las
consignas de fuego establecidas por el CIC. Comenzó a funcionar a partir del 10 de abril a
cargo del mayor Hugo Maiorano en una sala próxima al mismo CIC.
Las primeras reuniones de coordinación no fueron fáciles, ya que cada fuerza poseía proce-
dimientos y doctrinas diferentes de defensa antiaérea. Luego de espacios de coordinación
y no pocas discusiones, se conformó un sistema acordado entre las partes que demostró ser
muy eficiente durante las operaciones, lográndose una excelente acción conjunta125.
Para controlar las tareas de apoyo de fuego cercano a las fuerzas de superficie, el
Componente de la Fuerza Aérea le asignó a las brigadas de infantería seis Equipos
de Control Aéreo (ECA) con sus correspondientes vehículos y equipos de comunicaciones.
Cada ECA era operado por un conductor motorista, un técnico en comunicaciones y diri-
gido por un aviador militar con experiencia en aviones de combate denominado Oficial de
Control Aéreo Adelantado (OCAA).
La Central de Operaciones del SCAT se organizó con tres dependencias:
1) Sección Operativa de Defensa Aérea (SODA). Jefe, vicecomodoro Oscar L. Aranda
Durañona.
• Centro de Información y Control (CIC).
• Estación de Interceptación (radar TPS-43 operado por el Escuadrón VyCA).
• Estación de Vigilancia (radar TPS-44 Cardion “Alert” operado por el GADA 601 del EA).
123
Los radares 3D suministran información en las tres dimensiones: distancia, azimut y altura. Los 2D, solo en
distancia y azimut.
124
El cubrimiento del TPS-43 era bueno desde los 6º sobre el horizonte. En proximidades del radar (20/30 km) la
discriminación se empastaba con los ecos fijos del terreno. Debido a la cadena de montes hacia el oeste, no se
tenía cobertura por debajo de los 3000 metros. Por un fenómeno local, se detectaron móviles en la superficie del
mar en el sector nornoroeste y sudsudeste, en ocasiones, hasta 200 km de Puerto Argentino.
125
Testimonio del brigadier mayor VGM (R) Alberto Alegría a la Comisión BANIM, por entonces jefe A-3 Operacio-
nes con el grado de vicecomodoro.
190
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
126
«Hay que traer la ROA», expresión utilizada por el comodoro VGM (R) Oscar Aranda Durañona en conferencia
de la Comisión BANIM, el 16 de diciembre de 2020.
191
La Fuerza Aérea en Malvinas
Ubicación geográfica de las dos redes de observadores dependientes de ambas Bases Aéreas Militares
En cada POA se asignó un soldado armado como seguridad. Con esa finalidad, de la
Compañía de Defensa de la I Brigada Aérea de la BAM Malvinas se desplegaron los
soldados clase 63 Armando Schachtner, Guillermo Scortio, Albino Roque Almeida, Basilio
de Sousa, Indalecio Rosas, Héctor O. Chazarreta, José E. Zirk, José Sosa, Guillermo U.
García (fallecería en Puerto Argentino) y Blas F. Frontini, ayudante operador radar ELTA
(de la IX Brigada Aérea).
Después de cinco días y nueve vuelos de helicópteros, se constituyeron nueve POA, pero en
la primera noche se desató una fuerte tormenta y al día siguiente se rescató a los integrantes
del M-4, y noches después, al M-6. En definitiva, permanecieron desplegados siete puestos.
Debido a la urgencia, no se habían cumplido las formalidades legales para ponerlos bajo
bandera. Al comenzar las hostilidades el 1 de mayo, se tomó conciencia de la falta de protec-
ción jurídica de los civiles. Ante esa situación, el 7 de mayo, el brigadier Castellano ordenó
reemplazarlos por personal militar. En forma paulatina y, con un gran esfuerzo, se los susti-
tuyó por oficiales y suboficiales que el progreso de las operaciones dejaba sin ocupación.
En distintas etapas de la guerra, se desempeñarían como observadores los primeros
tenientes Pedro Altamirano Bernahola y Luis Edmundo París; los tenientes Eduardo M.
Túñez y Abelardo F. Alzogaray; los suboficiales auxiliares Roberto O. Alonso y Ramón
Campos; los cabos principales Raúl H. Guerra, Jorge R. Irusta y Jorge H. Capellino; los
cabos primeros Omar A. Canesini y Ricardo José González Ávalos; y los cabos César
Roca, Carlos A. Funes, Roberto A. Pochetti, Oscar W. Doria y Carlos O. Gómez.
Comunicaciones
El 29 de marzo, llegó al Grupo I Comunicaciones Escuela (GICE) de la II Brigada Aérea de
Paraná un pedido para realizar un operativo en el sur. Sin requerimiento concreto, la expe-
riencia de ejercicios anteriores indicaba llevar una variedad equipos en escasa cantidad.
Sería solo para una semana, dada la imprecisión del requerimiento. El personal que iría
192
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Vehículos de Equipos de Control Aéreo (ECA) pertenecientes al Grupo 1 de Comunicaciones Escuela - Gentileza: Archivo G1CE
sería también mínimo: un oficial y cuatro suboficiales. Los designados fueron el primer
teniente Eduardo Zanardi, el suboficial ayudante Ricardo Rodríguez, los cabos primeros
Ricardo Álvarez y Osvaldo Valdata, y el cabo Gerardo Romero.
Desplegaron a la IX Brigada Aérea, donde se sumaría al grupo el suboficial mayor Francisco
Barbe destinado en la Escuela de Aviación Militar, que había estado destinado en Malvinas
durante dos años.
El 1 de abril, el brigadier Castellano puso al grupo en situación sobre la recuperación de
las islas y lo dejó a órdenes del mayor Antonio González Iturbe, quien se desempeñaría
como jefe A-5 Comunicaciones del Estado Mayor del Componente Aéreo, y como auxiliar
el mayor Mario Módica.
Se planificaron las redes de comunicaciones y se definió el equipamiento y los elementos
necesarios a instalar en el aeropuerto para brindar seguridad a las operaciones, cuáles
tendrían que ser los enlaces mínimos y cuáles serían los más convenientes de manera de
poder brindar un buen servicio operativo.
Habiendo realizado el requerimiento correspondiente, pero sin los elementos, el grupo se
embarcó en el primer C-130 que despegó hacia Malvinas a las 05:15, el TC-68 indicativo
LITRO 1.
Luego del aterrizaje, el grupo se abocó a implementar una conexión de radio HF para
enlace con el continente. Con este propósito, los cabos primeros Álvarez y Valdata insta-
laron en la terraza del aeropuerto una antena dipolo, mientras que el resto del personal
procedía a desembalar el equipamiento.
Se instalaron los equipos y se realizó la primera comunicación a través del Servicio Móvil
Militar Aéreo (SMMA, una red de estaciones terrestres de la Fuerza Aérea para brindar
apoyo a las aeronaves propias), se estableció contacto con la estación en Comodoro
Rivadavia informando el arribo de personal y material sin novedad. A partir de esta comu-
nicación, pasaron a operar el plan de enlace establecido, aprovecharon para saludar y feli-
citar por dicha tarea las estaciones Cóndor (estación cabecera), Mendoza y Escuela de
Aviación Militar, entre otras, para luego mantener el funcionamiento y el enlace durante
las 24 horas.
193
La Fuerza Aérea en Malvinas
194
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
127
HF-BLU High Frequency, banda lateral única.
195
La Fuerza Aérea en Malvinas
Sanidad en operaciones
El 29 de marzo, el director del Hospital Aeronáutico Central (HAC) recibió un mensaje
en el que se designaba al capitán Luis M. Barusso, al cabo principal enfermero Miguel A.
Lucarelli —ambos destinados en la Dirección General de Sanidad (DGS)— y a dos cami-
lleros del Hospital Aeronáutico Central, los soldados clase 63 Marcelo Naón y Gustavo
Funes, para participar de un operativo en el sur del país, durante diez días. A la mañana
siguiente partieron en un Boeing 707 a Comodoro Rivadavia.
El 31 de marzo, en una reunión, el brigadier Castellano les comunicó que, probablemente
el 1 de abril, se embarcarían en dos Hercules hacia Malvinas para participar en la recupera-
ción de las islas. La tarea de Barusso, Luccarelli y los dos soldados sería instalar un puesto
sanitario y atender a los efectivos de la Fuerza Aérea. Les exigieron mantener el secreto y
evitar cualquier tipo de comentarios con terceros.
Al conocer la misión, Barusso se comunicó con la Dirección General de Sanidad y solicitó el
envío urgente de material de sanidad. Además, y para estar a cubierto ante cualquier contin-
gencia, realizó un pedido similar al jefe del Escuadrón Sanidad de Comodoro Rivadavia.
El 2 de abril, el C-130H matrícula TC-68, indicativo LITRO 1, despegó de Comodoro
Rivadavia a Malvinas. Ya en las islas, mientras el GOE daba seguridad a la descarga y a los
movimientos del personal, el capitán Barusso y su gente transformaba el recinto de preem-
barque en una sala de primeros auxilios para las tres fuerzas. Durante estas primeras acciones,
se efectuaron suturas, curaciones y atención clínica general. Las circunstancias demostraron
que sería muy difícil organizar un hospital conjunto, por lo que se requirió el envío urgente
del material sanitario depositado en Comodoro Rivadavia y de personal de refuerzo.
El 3 de abril, arribaron los equipos de movilización de campaña para quince y veinticinco
personas. Con ese material, pudieron satisfacer las prestaciones sanitarias del personal de
la Fuerza Aérea, del Ejército y de la Armada.
De acuerdo con lo previsto en el plan de recuperación, no aumentaría la cantidad de efec-
tivos en Malvinas porque, una vez consolidada la operación, parte del personal sería reem-
barcado hacia el continente. En el ínterin, el personal de Sanidad permaneció veinticuatro
horas en el aeropuerto cumpliendo órdenes de oscurecimiento y sellado de ventanas.
128
HT-VHF/FM: Handy Talkie que trabaja en Very High Frequency / frecuencia modulada.
196
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
El 4 de abril, la situación diplomática parecía no seguir los carriles previstos y todo indi-
caba que los medios de combate en las islas se incrementarían. El general Menéndez había
dado la orden de no utilizar el hospital británico para la atención del personal argentino,
por lo que el capitán Barusso solicitó al brigadier Castellano autorización para contactar
—acompañado del teniente primero Juan Carlos Isola, del Ejército— al director del noso-
comio con el objeto de pedirle colaboración en la esterilización del material de cirugía.
El tenor de la entrevista, durante la cual el médico británico recordó a los militares argen-
tinos los párrafos de la Convención de Ginebra referidos a la portación de armas en ámbitos
hospitalarios, convenció al capitán Barusso de la necesidad de instalar el Hospital Militar
Reubicable129 (HMR) y acrecentar la cantidad de profesionales.
El 6 de abril, el brigadier Enrique Irrgang, director de Sanidad y el vicecomodoro Roberto
Costa, jefe del HMR, viajaron a Malvinas y realizaron un control de las instalaciones sani-
tarias. Luego de analizar la situación, se concluyó que era necesario instalar el hospital
lejos del aeródromo. El 8 de abril, la Fuerza Aérea Sur ordenó a la Dirección General de
Sanidad trasladar el Hospital Militar Reubicable a Comodoro Rivadavia, en previsión de un
eventual desplazamiento a las islas.
El 9 de abril, la DGS incrementó la dotación de Sanidad de la BAM Malvinas y designó a
los mayores médicos Fernando Espiniella, Juan Martín y Roberto Stvrtecky del HAC, y a los
primeros tenientes Fernando Miranda Abos (médico del HACba130) y Alberto Fernández
(bioquímico del HAC), junto con los enfermeros suboficial auxiliar Carlos Ortiz y cabo
principal Osvaldo Quiroga. Todos viajaron el 10 de abril en un Hercules que partió de la
I Brigada Aérea hacia Reconquista, buscó materiales para los Pucará y enfiló a Malvinas.
Los recién llegados se reunieron con el brigadier Castellano, y luego de recibir un cuadro
de situación actualizado, reconocieron terreno, edificios, facilidades sanitarias, medios de
movilidad, carpas y comunicaciones. El mayor Espiniella visitó el hospital de Malvinas e
infirió que sería de escasa utilidad en caso de producirse acciones bélicas.
De inmediato, inició una planificación de campaña que permitiera atender la mayor cantidad
de heridos y requirió refuerzos de médicos cirujanos, traumatólogos, anestesistas, enfer-
meros, camilleros y material médico quirúrgico, incluso ambulancias. El escaso tiempo
que quedaba antes del bloqueo aeronaval completo que la flota británica iniciaría a fines de
abril era el escollo más grande para lograr los objetivos previstos. Ese mismo día se envió
a la FAS la planificación con los requerimientos de personal y material que se estimaban
necesarios. El capitán Barusso, por orden de la DGS, había retornado al continente.
El 13 de abril, el jefe del Escuadrón Helicópteros le solicitó al mayor Espiniella la dotación
de un servicio médico para la BAM Cóndor. En razón de lo solicitado, Espiniella le ordenó
a Miranda Abos el traslado a Darwin con material sanitario, y que eligiera en esa base a tres
o cuatro soldados aeronáuticos como camilleros hasta que llegasen refuerzos y material del
continente para ser enviados allí.
Por la tarde, luego de las 18:00, en un edificio que el Ejército Argentino utilizaba como
hospital, se realizó una reunión con médicos de las tres armas por iniciativa del mayor
Fernando Espiniella, quien estimaba la necesidad de tener un único hospital de segundo
escalón para las tres fuerzas armadas.
129
El Hospital Militar Reubicable (HMR) de la Fuerza Aérea es un conjunto de módulos que, interconectados,
arman un complejo sistema de atención médica. Los contenedores conforman dos salas de internación capaces
de albergar veinte camas cada una, dos quirófanos que pueden extenderse hacia otras dos salas, una sala de
emergencias, una unidad de terapia intensiva con la que se totalizan 50 camas para internación, un consultorio
odontológico, un laboratorio, cocina y baños. Además, puede ampliar algunas áreas con carpas en caso de ser
necesario. El sistema de módulos lo hace transportable por modo aéreo en aviones C-130 Hercules.
130
HACba, Hospital Aeronáutico Córdoba.
197
La Fuerza Aérea en Malvinas
La posibilidad de quedar aislados del continente era factible. Por lo cual, se comprendió
la conveniencia de unir esfuerzos y montar un solo establecimiento con la complejidad
médica y quirúrgica suficiente. Cada fuerza aportó lo que tenía para su equipamiento y,
así, se constituyó el Hospital Militar Conjunto. El mayor médico Enrique M. Ceballos del
Ejército fue designado como director.
El 14 ya funcionaba el banco de sangre a cargo del primer teniente Fernández. El mayor
Espiniella y su equipo comenzaron a organizar puestos de socorro próximos a las bases
aéreas Malvinas y Cóndor, objetivos primarios del enemigo.
La llegada de efectivos de la Escuela de Aviación Militar a la BAM Cóndor, entre los que se
contaban un médico (primer teniente Carlos Beranek) y dos enfermeros (suboficial auxiliar
José Pérez y cabo principal Antonio Sosa), trajo algo de tranquilidad en el grupo sanitario
del aeropuerto.
El Hospital Reubicable de Fuerza Aérea se instaló definitivamente en Comodoro Rivadavia
y fue el nexo con los efectivos del nosocomio conjunto de las islas. En este último, se orga-
nizó el grupo de evacuación aeromédica y se decidió construir un helipuerto en un sitio
aledaño.
El 18 de abril, ambos hospitales comenzaron a funcionar. Mientras tanto desde Puerto
Argentino se reiteraba la necesidad de refuerzos de personal y material de acuerdo con el
plan elevado.
El mayor Espiniella se trasladó a Darwin para planificar y organizar el puesto de socorro
con el visto bueno del brigadier Castellano y del vicecomodoro Pedrozo.
El 19, el Director General de Sanidad se trasladó a Malvinas para controlar la organización
y el funcionamiento del Conjunto. El 21, arribó una cantidad importante de material sani-
tario, que se distribuyó entre los puestos de socorro (priorizando Darwin) y el Hospital.
El 22, llegaron a Puerto Argentino como refuerzo de personal sanitario los capitanes Jorge
A. Fernández Reuter y Rubén H. Loncharich Stemberger; los primeros tenientes Gustavo
Revol y Antonio Borraccio; el suboficial ayudante Carlos A. Rosales; el suboficial auxiliar
Eduardo V. García; los cabos principales Carlos H. Saldivia y José C. Albet; los cabos
primeros Pedro R. Campos y Jorge A. Fulleringer; el personal civil Universitario I Raúl A.
Morales y ocho soldados camilleros.
El 23, comenzó la instalación de la carpa del puesto de socorro y la construcción de un
refugio cercano; además, se realizaron simulacros de tratamiento de bajas en masa. El 25,
soldados de Ejército afectados de hepatitis viral fueron evacuados al continente. El 26,
se completaron quirófanos, laboratorio, banco de sangre y sala de radiología del Hospital
Militar Conjunto. Personal civil de FAA proveniente del continente instaló el equipo de
esterilización y autoclave en el hospital.
En los días siguientes, se planificó el funcionamiento del puesto de socorro (PUSO) del
aeropuerto con guardias de veinticuatro horas (dos médicos, tres enfermeros y cuatro cami-
lleros). Los puestos de socorro y el Hospital Militar Conjunto se hallaban en plena capa-
cidad operativa.
131
La denominación original fue EAN Borbón, y su indicativo de llamada era «Calderón». El uso fue llevando a
que finalmente se la conociera como EAN Calderón.
198
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
dos Turbo Mentor provenientes de la BAN Río Grande al mando del teniente de fragata
Batllori; de esa manera sumaban cuatro aeronaves en la EAN Calderón.
Además, ese mismo día aterrizaron en la BAM Malvinas otros dos MB-339 Aermacchi de
la Armada que completaron una escuadrilla de cuatro reactores de adiestramiento con capa-
cidad de ataque. Desde su llegada, el jefe de escuadrilla manifestó que estaba a órdenes
del Comando de Aviación Naval y objetó cumplir las tareas de reconocimiento dispuestas
por el Comando del Componente Aéreo. Esta controversia no fue aceptada. Una vez acla-
rada jerárquicamente, regló el marco de responsabilidad y coordinación por la autoridad
competente, manteniendo el jefe de la BAM Malvinas las atribuciones y responsabilidades
oportunamente otorgadas.
Asimismo, fueron asignados dos aviones Short Skyvan de la Prefectura Naval Argentina,
matrícula PA-50 y PA-54, junto con un helicóptero SA-330 Puma, matrícula PA-12.
Por su parte, el Ejército Argentino desplegó el Batallón de Aviación de Combate 601 que
hasta el 1 de mayo contaba con diecinueve helicópteros con material UH-1H, SA-330
Puma, Agusta A-109 y CH-47 Chinook. El Batallón estaba formado por dos compañías de
helicópteros de asalto que operarían en proximidades de monte Kent.
199
La Fuerza Aérea en Malvinas
análisis situacional actualizado del ambiente operacional en las islas; también les impuso
sus órdenes para ocupar la zona asignada en el istmo de Darwin.
La tarea consistía en poner en funcionamiento una base aérea de inmediato para realizar y
apoyar las operaciones aéreas de combate del Escuadrón Aeromóvil Pucará, proveyendo la
defensa antiaérea y terrestre. También le quedaría asignada a la guarnición la dotación de
helicópteros de la fuerza que se encontraba en Malvinas, dos Chinook CH-47 y dos Bell 212.
La creación de una base de alternativa o de redespliegue fue establecida en el Plan
Esquemático 1/82 “S”, firmado por el comandante del Teatro de Operaciones Atlántico
Sur, el vicealmirante Juan José Lombardo en Puerto Belgrano el 12 de abril. La ubicación
de la unidad no estaba especificada, lo que daba libertad de acción al jefe del Componente
Aéreo Malvinas. Como la Base Aérea aún no tenía un nombre para su identificación, el
vicecomodoro Wilson Pedrozo, titular designado, no dudó en bautizarla «Cóndor», ya que
era su indicativo de vuelo.
Con las primeras luces del miércoles 14, el personal comenzó a arribar a Prado del Ganso
en forma helitransportada con los Bell 212 y CH-47, ya que hacerlo vía terrestre era impo-
sible no solo por la falta de vehículos, sino por las dificultades que presentaba para el trán-
sito el camino que unía Puerto Argentino con Prado del Ganso.
En los primeros vuelos, arribó la plana mayor y algunos elementos de seguridad y comuni-
caciones. Fueron recibidos por el jefe de la Compañía C del RI-25 y el primer teniente Basilio.
La unidad fue inaugurada en forma oficial el 15 de abril en Darwin, Prado del Ganso, orga-
nizada con los siguientes elementos:
• Jefe, vicecomodoro Wilson R. Pedrozo.
• Jefe de Operaciones y segundo jefe de Base, vicecomodoro Oscar Vera Mántaras.
• Escuadrón Base. Jefe, mayor Jorge R. Zaporta, de quien dependían:
• Defensa antiaérea, una batería de seis cañones Rheinmetall de 20 mm, con un radar
Elta de vigilancia cercana de la Fuerza Aérea al mando del alférez Arnaldo Fabre y,
a partir del 12 de abril, del teniente Darío A. Valazza; más una batería de cañones
Oërlikon de 35 mm del Ejército al mando del subteniente Claudio O. Braghini.
El 9 de mayo, se reforzaría con dos lanzadores portátiles de misiles SAM-7 Strela132.
• Compañía de Seguridad y Defensa. Jefe, primer teniente Ricardo A. Sifón con un
efectivo de 110 soldados, divididos en dos secciones de tiradores de 55 hombres
cada una al mando de los tenientes Darío Rosas y Osvaldo Bustillo.
• Sección Servicios, a cargo del primer teniente Edgardo Serra con un efectivo
de 30 soldados.
132
Ecuador proporcionó munición de 35 mm; y Perú, lanzadores portátiles y misiles SAM-7.
200
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
201
La Fuerza Aérea en Malvinas
modoro Pedrozo, se izó la bandera nacional y se entonó el Himno Nacional; de esta forma
la BAM Cóndor quedaba operativamente constituida con todos sus hombres y recursos.
Orden de despliegue a la BAM Cóndor:
Tripulantes: mayor Miguel M. Navarro (A-527), capitanes Jorge Alberto Benítez
(A-552), Roberto Vila (A-528), Ricardo Grünert (A-509), primer teniente Francisco
M. Navarro (A-520), tenientes Miguel A. Cruzado (A-523), Rafael J. Hernández
(A-502), Alcides Russo (A-513), Néstor F. Brest (A-556), Héctor S. Furios (A-517),
Miguel Giménez (A-506) y Hernán Calderón (A-529).
El 30 de abril a las 12:00, bajo control del Centro de Información y Control Malvinas, se
realizó un reconocimiento ofensivo desde la BAM Cóndor hacia el norte, hasta 280 km
mar adentro.
OF s/n (Componente Aéreo Malvinas). Dos IA-58, indicativo NAHUEL, armados con
76 cohetes FFAR 2.75, ametralladoras y cañones. Misión: reconocimiento ofensivo.
Tripulantes: capitán Roberto Vila (A-528) y teniente Héctor S. Furios (A-502). Despegaron
de Darwin a las 12:00. Cumplida la tarea, aterrizaron a las 14:00 en la BAM Malvinas.
Durante el rodaje se retrajo la rueda de nariz del A-528. La falla causó la primera pérdida
material del escuadrón. El problema se repetiría en otras aeronaves, debido al buje del
tren nariz que se oxidaba por efecto del ambiente salino e impedía el trabado del soporte.
El A-528 sería retirado a un costado de la pista para su utilización como señuelo y no
volvería a volar en el resto del conflicto. El teniente Furios realizó un segundo vuelo ese
mismo día; despegó con el A-502 a las 16:30 y aterrizó en la BAM Cóndor a las 17:30.
Ese 30 de abril, arribaron a la BAM Cóndor el mayor Carlos Tomba, el primer teniente
Ricardo Fasani, el teniente Carlos Morales y los alféreces Rubén Sassone y José Pontecorvo.
Durante el mes de abril, el Escuadrón Pucará cumplimentó 105 salidas.
***
En suma
El despliegue de los medios de la Fuerza Aérea en Malvinas fue un ejemplo de esfuerzo
y organización, un logro conseguido gracias al adiestramiento de las unidades que anual-
mente cumplimentaban operaciones aéreas junto con los sistemas operativos en bases y
aeródromos de la Patagonia. Esas ejercitaciones permitieron adquirir una adecuada expe-
riencia, fundamentalmente en el concepto de despliegue de Escuadrones Aeromóviles.
En abril de 1982, se implementaron dos bases aéreas militares. Una sobre el aeropuerto de
Stanley, basada en una infraestructura reducida y con serias limitaciones para la operación
aérea, y que se trasformó en un polo de recepción logístico y de personal a través del enorme
esfuerzo que demandó el Puente Aéreo. En la base se instaló una red de defensa antiaérea
compuesta por armas de tubo y misilísticas pertenecientes a la propia Fuerza y al Ejército,
que le daría protección ante ataques aéreos. Tanto la pista como los elementos destacados
para la operación aérea estuvieron funcionando desde el mismo despliegue hasta el último
día del conflicto en que se mantuvo, pese al asedio británico, en estado operativo.
La BAM Cóndor, en el istmo de Darwin, se armó desde cero, sobre un campo relativamente
apto para aterrizajes y despegues de aviones livianos. Desde allí operarían los escuadrones
Pucará y Helicópteros. Se debieron transportar, exclusivamente por modo aéreo mediante
helicópteros, todos los elementos logísticos necesarios para armar un aeródromo de campaña
(apoyo técnico, armamento, combustible, artillería antiaérea, comunicaciones, raciona-
miento), además de la totalidad del personal operativo, inclusive el de seguridad y servicios.
En cuanto a la actividad aérea, los escuadrones Pucará y Helicópteros (Chinook y
Bell 212), trabajaron sin descanso durante todo el mes de abril. Las alas rotativas cumpli-
202
Capítulo 6 | Despliegue de medios en Malvinas
Base Aérea Militar Cóndor - Pintura del Cap. VGM (Rva.) Exequiel Martínez
203
Glosario de términos
Glosario de términos
En suma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
En suma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
En suma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
Fe de erratas de la edición impresa
Volumen 1
En Agradecimientos, pág. 15: donde dice Lunaclick debe decir Lunaklick.
En Vocales, pág. 27: donde dice Brigadier Mayor VGM (R) Eduardo Ernesto Bianco,
debe decir Brigadier VGM (R). El error se repite en la página siguiente en Testimonios.
En ese mismo listado, hacia el final de pág. 29: donde dice Dr. Mariano Scaroni, debe
decir Sciaroni.
Capítulo 2
Pág. 72, tercer párrafo: donde dice “el secretario de Defensa lord Carrington”, debe decir
“el ministro de Relaciones Exteriores lord Carrington”.
Pág. 86, tercera línea: donde dice “contraalmirante Juan J. Lombardo” debe decir
“vicealmirante Lombardo”
Pág. 88, hacia el final del cuarto párrafo: donde dice “resolución estratégico nacional
(DENAC 2/82)”, debe decir “resolución estratégico militar (DENAC 2/82)”.
Capítulo 4
Pág. 137, primer párrafo, donde dice Sección Operativa Superioridad Aérea e
Interdicción, debe decir Sección Operativa Superioridad Aérea e Interceptación.
Capítulo 5
Pág. 163, sexto párrafo, entre los pilotos de Pucará que volaron en la BAM Santa Cruz
debe agregarse al alférez Rodolfo Hub.
Capítulo 6
Pág. 187, último párrafo, donde dice Otto Mellara, debe decir OTO Melara.
Pág. 197, epígrafe de foto, donde dice Archivo CICE, debe decir Archivo G1CE.